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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN AGUSTIN

FACULTAD DE CIENCIAS BIOLÓGICAS Y AGROPECUARIAS

SEGUNDA ESPECIALIDAD

ANÁLISIS CLÍNICOS Y BIOLÓGICOS

CURSO: ANDROLOGIA

Trabajo de Seminario

“ANOMALÍAS ASOCIADAS AL EPIDIDIMO”


DOCENTE: JAVIER VALDIVIA LAGUNA

AUTORES

Blga. Amezquita Imata, Eva

Blga. Suyo Choque, Elizabeth Marlene

Blgo. Santos Oviedo, Miguel Alejandro

Blga. Zúñiga Llanos, Ariadna Zatyuri

Blgo. Portugal Collado, Jorge Antonio

AREQUIPA – PERU

2018
I. INTRODUCCIÓN

Las anomalías del epidídimo ocurren en asociación con criptorquidia en un 79 % (Elder, 1992).
Aunque estudios previos indican una incidencia del 36 % (Marshall & Shermeta, 1979). En un estudio
de 146 testículos y epidídimos de 73 fetos humanos con un rango de edad de 10 a 36 semanas
posconcepción, la incidencia de anomalías del epidídimo en fetos normales es muy baja con un 2.75%,
en comparación con pacientes con criptorquidia y con proceso peritoneo vaginal persistente que
presentan de un 36-79% de anomalías del epidídimo (L. A. Favorito & Sampaio, 1998). Las anomalías
del epidídimo se encuentran en 35 % de pacientes con criptorquidia y solo en 4 % de los fetos normales
(Luciano A. Favorito, Costa, & Sampaio, 2006).

Las anormalidades del epidídimo también se asocian con persistencia del proceso peritoneo vaginal, y
soportan la teoría de que la estimulación androgénica es requerida para cerrar el proceso peritoneo
vaginal (Barthold & Redman, 1996; Radmayr, Corvin, Studen, Bartsch, & Janetschek, 1999). Las
anormalidades del epidídimo en testículos criptorquidicos es probablemente más común de lo que se
sugiere en la literatura (Koff & Scaletscky, 1990). En relación al pronóstico de la fertilidad las
anomalías del epidídimo también deben ser consideradas (Mollaeian, Mehrabi, & Elahi, 1994).

En virtud de que las anomalías del epidídimo se acompañan de anomalías ductales (anomalías ductales
de fusión, ausencia o desaparición de testículo), que no aseguran la fertilidad a pesar de la presencia
de células germinales normales (Gill, Kogan, Starr, Reda, & Levitt, 1989). Las anormalidades del
epidídimo pueden contribuir hasta en un 75 %, en problemas de infertilidad (Heath, Man, & Eckstein,
1984).

Otras anomalías asociadas al epidídimo son los tumores los cuales son poco frecuentes ya que el 75 %
de los casos es benigno y entre ellos se incluyen: tumor adenomatoide (el más frecuente), leiomioma,
cistoadenoma seroso no papilar, hemangioma cavernoso y cistoadenoma papilar de epidídimo (CPE).
Este último representa el 9% del total y se trata de un tumor de estirpe epitelial, que en el 40% de los
casos puede ser bilateral con una fuerte asociación con la enfermedad de von Hippel-Lindau (EVHL).
(Elder, 1992; Marshall & Shermeta, 1979). Por otro lado en el pasado se pensaba la epididimitis era
causada por la irritación del reflujo urinario, pero en un estudio publicado en 1979 (Berger et al., 1979),
se demostró que las bacterias eran las responsables en la mayoría de las ocasiones. Los tipos de
bacterias implicadas dependen del rango de edad del paciente.
II. OBJETIVOS
2.1. Objetivo
 Describir las anomalías asociadas al epidídimo.

III. MARCO TEORICO


3.1. ANATOMÍA DEL EPIDÍDIMO
El epidídimo es un órgano en forma de medialuna, adherido a la cara posterolateral del
testículo por una vaina de la túnica vaginal del escroto. Está formado por un complejo entramado
de túbulos enrollados sobre sí mismos, que llegan a alcanzar entre 3 y 4 m de longitud, y comunica
los conductos eferentes, que emergen del mediastino testicular, con el conducto deferente. Desde
el punto de vista anatómico, el epidídimo se subdivide en tres regiones, a saber: cabeza, cuerpo y
cola (Fig 1.) (Collar, 2014).

Aunque macroscópicamente no existen líneas de demarcación precisas entre sus partes, sí se


encuentran delimitadas entre ellas por segmentos de transición definidos por criterios histológicos.
Desde el punto de vista microscópico, la cabeza del epidídimo consta de entre 8 y 12 conductos
eferentes. El diámetro del epidídimo aumenta ligeramente a partir de la unión de la cabeza con el
cuerpo, se mantiene casi constante en esta región hasta llegar a la cola, en que se produce un
aumento significativo del diámetro del órgano y se torna aún más irregular la luz (Collar, 2014)

En el epidídimo se describe la presencia de un tipo de tejido contráctil peculiar, que comienza


a aparecer en el extremo distal de los conductos eferentes y en las primeras porciones de los túbulos
de la cabeza del órgano. Ya en la porción distal de la cabeza y en los segmentos proximales del
cuerpo, las células contráctiles forman un estrato de 2 a 4 capas alrededor del órgano. Estas células
contienen miofilamentos y están interconectadas entre sí. En la porción distal del cuerpo
epididimario, las células contráctiles son de mayor tamaño y se parecen a finas células de músculo
liso. A nivel de la cola, las células contráctiles disminuyen en número y son reemplazadas por
gruesas células de músculo liso dispuestas en tres capas: dos externas longitudinales y una central
circular. Esta capa de tejido contráctil incrementa su espesor distalmente y se une al conducto
deferente (Collar, 2014).

La luz del epidídimo está recubierta por epitelio cilíndrico pseudoestratificado en toda su
longitud, no obstante, se describen algunas diferencias en su estructura, que están relacionadas con
las diferentes funciones del órgano. El epitelio de los conductos eferentes está recubierto por células
ciliadas y dos tipos de células no ciliadas. Estas últimas tienen ápices sobresalientes, lo que supone
actividad secretora, predominan en la porción proximal de los conductos eferentes. Se describen
otros tipos de células no ciliadas con microvellosidades, que presuponen acción reabsortiva y
prevalecen en la zona distal de los conductos eferentes (Collar, 2014).

La irrigación sanguínea del epidídimo se establece a través de la interconexión de varias


ramas arteriales. Así, la cabeza y el cuerpo reciben el aporte arterial de una rama proveniente de la
arteria testicular, la cual se subdivide, a su vez, en las ramas epididimarias superior e inferior.
También el epidídimo recibe circulación arterial, a través de ramas de la arteria deferencial,
mediante conexiones de estas con el riego sanguíneo testicular. La cola recibe irrigación de ramas
de la arteria deferencial que se interconectan con las arterias de la cabeza del epidídimo (Collar,
2014). El drenaje venoso del cuerpo y la cola del epidídimo se unen entre sí, para formar la vena
epididimaria marginal de Heberer. Luego esta se une a las venas cremasteriana, a la deferencial o
a la marginal del testículo, para llegar en el plexo venoso pampiniforme (Collar, 2014).

El drenaje linfático de la cabeza y el cuerpo del epidídimo, sigue la misma vía que el
testículo, termina en los ganglios periaórticos. Por su parte, los linfáticos de la cola acompañan a
los del conducto deferente, drenan a los ganglios iliacos externos (Collar, 2014).
La inervación del epidídimo proviene de los nervios espermáticos intermedio e inferior, que
a su vez emanan de la porción superior del plexo hipogástrico y el pélvico, en ese orden. También
está presente la inervación simpática, la cual es más significativa a partir de la porción media del
cuerpo del epidídimo, coincide con la aparición de las células de músculo liso, lo que puede ser
responsable de la actividad peristáltica del órgano, durante la emisión y la eyaculación (Collar,
2014)

Figura 1. Anatomía del epidídimo y la vía seminal escrotal

3.2. FUNCIONES DEL EPIDÍDIMO


Las tres funciones principales del epidídimo son: transporte, almacenamiento y maduración
de los espermatozoides:

1. Transporte de los espermatozoides: inicialmente, los espermatozoides viajan a través de


los conductos deferentes, inmersos en el fluido de la red testicular. Más adelante, el
mecanismo principal que explica el movimiento de los espermatozoides a través del
epidídimo, está dado por la acción conjunta de las cilias presentes en el epitelio y las
contracciones de las células de músculo liso que lo rodean, sobre todo en el cuerpo y la
cola
2. Almacenamiento de los espermatozoides: casi la mitad de los espermatozoides, que se
almacenan en el epidídimo, permanecen en la cola por diferentes periodos de tiempo, en
dependencia de la frecuencia de la actividad sexual de cada individuo.
3. Maduración de los espermatozoides: según estudios realizados en animales de
laboratorio, en el epidídimo se produce un proceso de maduración de los
espermatozoides, que les genera motilidad y fertilidad crecientes. Se piensa que esto
mismo acontece en el epidídimo humano (Collar, 2014).
3.3. ANOMALÍAS ASOCIADAS AL EPIDÍDIMO

3.3.1. Tumores paratesticulares

Los tumores paratesticulares son infrecuentes y representan menos del 10 % de los


tumores intraescrotales (Gupta, Livingston, Singh, Tansey, & Solomon, 2013). Entre el 75 y
el 90 % de estos tumores se originan en el cordón espermático, le siguen en orden de
frecuencia los del epidídimo, que representan menos del 5 % del total (Bhau, Bhau, Singh,
& Chrungoo, s. f.). Debido a esto, la cantidad de informes existentes sobre tumores
epididimarios en publicaciones médicas, es muy limitada, lo que dificulta establecer
consensos para el manejo de dichas afecciones. El 80 % de los tumores del epidídimo son
benignos. Se presentan entre la tercera y la cuarta décadas de la vida, generalmente son
asintomáticos y de crecimiento lento. Aunque se reconoce que el ultrasonido (US) con efecto
Doppler, es la técnica de imagen de elección, para el estudio de los tumores del epidídimo
(Bizimi et al., 2010; Ruiz et al., 2010), en ocasiones no es concluyente, por lo que es
necesario obtener imágenes por resonancia magnética nuclear (RMN), para lograr
información adicional (Cassidy et al., 2010; Stoisa, Parra, Ferrer, Sánchez Mazzaferri, &
Villavicencio, 2012).

El tumor paratesticular benigno más frecuente es el tumor adenomatoide. Si bien estas


lesiones tienen un origen mesenterial, no se denominan mesoteliomas para distinguirlas de
otras lesiones mesoteliales que pueden aparecer en esta localización. Los tumores
adenomatoides son pequeños nódulos que aparecen cerca del polo superior del epidídimo.
La importancia de esta lesión radica en que es uno de los pocos tumores benignos que se
presentan cerca de los testículos. Si el anatopatólogo puede identificar la naturaleza de esta
lesión en los cortes intraoperatorios congelados, la resección local del tumor adenomatoide
permite evitar la orquiectomía. Los tumores paratesticulares malignos más frecuentes son los
rabdomiosarcomas en niños y los liposomas en adultos (Kumar, Abbas, & Aster, 2015).

El diagnóstico histopatológico se realiza, de preferencia, mediante la biopsia por


congelación transoperatoria por vía inguinal,(Birmingham, Sebastián, González, Barriuso,
& Espadas, 2012), aunque algunos autores preconizan el uso de la citología aspirativa con
aguja fina con el mismo fin (Rajaian, Manipadam, Nair, & Kekre, 2011).

El tratamiento puede consistir en la exéresis local en los tumores benignos o en la


orquiectomía radical inguinal para los malignos o de dudosa estirpe. Los tratamientos
adyuvantes se deciden en cada caso concreto por la edad del paciente, la histología y el
estadio tumoral al momento del diagnóstico.

3.3.2. Clasificación de los tumores del epidídimo (Collar, 2014).

Los tumores del epidídimo se clasifican, según su origen, en primarios y secundarios


o metastásicos. Los primeros a su vez, se subdividen en benignos y malignos, según el tipo
histológico.

A. Tumores primarios
a) Benignos
- Tumor adenomatoide
- Leiomioma
- Cistadenoma papilar
- Espermatocele y quiste simple
- Reacciones inflamatorias granulomatosas
- Lipoma
- Fibroma
- Hemangioma
- Neurofibroma
- Mesotelioma papilar
- Hamartomas
- Teratoma
- Colesteatoma
- Linfangiomas
- Pseudotumor fibroso
-Rabdomioma
-Quistes dermoides

b) Malignos
- Leiomiosarcoma
- Rabdomiosarcoma
- Fibrosarcoma
- Liposarcoma
- Carcinoma epidermoide
- Adenocarcinoma
- Linfoma
- Carcinoma indiferenciado
- Mesotelioma

B. Secundarios o metastásicos
- Estómago
- Próstata
- Colon
- Riñón
- Leucemia
- Páncreas
- Vejiga

3.3.3. TUMORES BENIGNOS

3.3.3.1. Tumor adenomatoide


El tumor adenomatoide (Mesotelioma benigno) es un tumor benigno que se
origina de la capa mesotelial de la túnica vaginal testicular. Estas neoplasias suelen
observarse en el polo superior del epidídimo, con menos casos que afectan la túnica
vaginal o el cordón espermático. Son nudos bien demarcados que se descubren durante
la palpación testicular y del epidídimo. Al microscopio, están compuestos por células
mesoteliales que forman cordones en un estroma fibrosos densas. (Rubin, Rubin, &
Strayer, 2012).
Es el tumor sólido más frecuente del epidídimo; representa hasta un 30 % de
todos los tumores paratesticulares. En el hombre se puede localizar además en el cordón
espermático, próstata, túnica albugínea testicular, conductos eyaculadores y en la túnica
vaginal. En el sexo femenino se ha informado su presencia en el útero, trompas de
Falopio y, con menor frecuencia, en ovarios. Se han descrito otras localizaciones
inusuales que incluyen glándula suprarrenal, pleura, hígado, peritoneo, corazón,
apéndice cecal, páncreas, mesocolon, epiplón y nódulos linfáticos, lo cual tiene
dificultades diagnósticas adicionales. Aún no se conoce con certeza el origen de este
tumor. Algunos consideran que es una respuesta a traumatismos e inflamaciones locales,
mientras que otros hablan a favor de su origen mesotelial. El rango de edad de los casos
notificados, abarca desde los 20 hasta los 80 años; existe, no obstante, casos informados
en niños. Desde el punto de vista microscópico, se caracteriza por presentar células
epiteliales y estroma fibroso. Las células epiteliales tienen forma cúbica o aplanada, y
se identifican por presentar el citoplasma vacuolado y por formar cordones glandulares.
El estroma tiene densidad variable y presencia de tejido linfoide y fibras elásticas
gruesas. En casos reportados la microscopía describe tumoraciones bien delimitadas
aunque no encapsuladas, constituidas por células de citoplasma discretamente acidófilo
y marcadamente vacuolizado, sin nucleolo ni actividad mitótica. Dichas células se
disponen en un patrón tubular entremezclándose con un estroma fibromuscular
discretamente hialinizado y observándose entre ellas algún grupo de fibras musculares
lisas. (Collar, 2014).
3.3.3.2. Leiomioma
Los leiomiomas de epidídimo son tumores benignos y poco habituales en la
práctica clínica diaria. Son tumores poco frecuentes y constituyen el segundo grupo de
tumores benignos paratesticulares, después del tumor adenomatoide. Generalmente son
unilaterales, pero una revisión de 29 casos publicados en los últimos 10 años nos
muestra que el 14% de los casos fueron bilaterales. La mayoría de los casos publicados
fueron tumores sincrónicos.
Generalmente se presentan en la quinta década de la vida. La localización en
la mayoría de los casos publicados fue el epidídimo (87%), pero se han descrito
leiomiomas en la túnica albugínea (4 casos [10%]) (Krichen et al., 2005) y en el teste (1
caso [3%])(Destito et al., 1999).
El diagnóstico se suele iniciar mediante la palpación. Se trata de masas
induradas, bien delimitadas e indoloras (Fumo, Assi, & Liroff, 2006).
El método diagnóstico más recomendado por los diferentes autores es la
ecografía (Mak et al., 2004) . Los leiomiomas se describen como lesiones
hipoecogénicas, bien delimitadas y con finas sombras acústicas. Otros autores plantean
que puede ser sólido o quístico, con o sin calcificación. Debido a que las imágenes
ultrasonográficas muchas veces no son definitorias, se recomienda el uso de la RMN.
La literatura establece que macroscópicamente son lesiones tumorales de tamaño
variable, forma redondeada u ovoide, bordes regulares no encapsulados, de color gris
blanquecino, con aspecto arremolinado, consistencia aumentada, sin evidencia de focos
de hemorragia ni necrosis. A la microscopía, según la literatura, se evidencian
neoplasias bien delimitadas con proliferación celular fusiforme, con patrón de
crecimiento arremolinado característico, con disposición de fibras al azar, las células
fusadas muestran diferenciación a células de musculo liso núcleos alargados,
acigarrados con ambos bordes romos, sin atipia celular, ausencia de mitosis atípica, sin
evidencia de necrosis tumoral. (Mak et al., 2004).

3.3.3.3. Cistoadenoma papilar de epidídimo (CPE)


El CPE es una tumoración benigna e infrecuente, que puede ocurrir
esporádicamente o tener carácter hereditario autonómico dominante cuando se asocia a
la enfermedad de von Hippel-Lindau (EVHL). Se demostró que hasta un 25% de los
pacientes con EVHL presenta CPE e inversamente dos tercios de los casos con CPE
tienen EVHL (Woodward, Schwab, & Sesterhenn, 2003).
El rango de edad de los pacientes afectados varía entre los 16 y 81 años, aunque
suele ocurrir predominantemente entre los 20 y 30 años (Odrzywolski &
Mukhopadhyay, 2010). Muy frecuentemente el CPE se descubre de manera incidental
durante el examen físico escrotal por otras causas (incluso en pacientes evaluados por
EVHL). El CPE sintomático suele manifestarse clínicamente como una induración
escrotal indolora y de crecimiento lento, y con menor frecuencia se acompaña de dolor
y molestias de localización escrotal. En ocasiones puede descubrirse un nódulo
epididimario durante el estudio de un paciente que consulta por infertilidad secundaria
a azoospermia obstructiva (Odrzywolski & Mukhopadhyay, 2010).
El CPE puede ser unilateral o bilateral hasta en un 40% de los casos. En la
mayoría de los unilaterales no se encuentran otras señales de EVHL, por lo que la lesión
probablemente representa una forma menor o abortiva de dicha enfermedad. Por otro
lado, los pacientes con CPE bilateral tienen una elevada propensión a desarrollar otros
componentes de la EVHL (incluso algunos autores lo consideran patognomónico de
ésta) (Stengel & Remer, 2008).
La EVHL, también llamada angiomatosis cerebro retiniana congénita, incluye
hemangioblastomas cerebelosos, retinianos y espinales, feocromocitomas, quistes y
tumores de órganos sólidos (entre los que se encuentran el páncreas, los riñones y los
epidídimos) (Woodward et al., 2003). En los pacientes con CPE bilateral se debe
considerar la realización de un exhaustivo examen en busca de otros indicadores de
EVHL, un seguimiento clínico e incluso el pedido de estudios radiológicos y genéticos,
aunque en la actualidad no existen al respecto guías estandarizadas (Stengel & Remer,
2008).
3.3.3.4. Quiste simple o Espermatocele
Son los tumores quísticos más frecuentes del epidídimo y se reconocen como la
lesión escrotal más encontrada en las ecografías, se observa hasta en el 70 % de estas
para algunos autores (Albino, 2011), sin embargo, para otros solo asciende al 15,6 %
(Dornes Ramón, Vázquez Mora, Abreu Figueredo, & Sosa Rivera, 2012).
El quiste simple del epidídimo es una enfermedad de origen congénito y de causa
desconocida. La gran mayoría se diagnostican en niños púberes o prepúberes, de forma
incidental. Sin embargo, otros autores plantean que es más frecuentes en hombres de
mediana edad. Generalmente es asintomático y muchas veces se detecta por el médico
durante el examen físico de los genitales por otros motivos. Se asienta en cualquier
porción del epidídimo y su contenido es un líquido seroso. Los quistes se dividen en
primarios, sin antecedente materno de ingestión de tóxicos y debido a anomalías
embrionarias; y secundarios, debido a la administración de sustancias ingeridas por la
madre durante el embarazo, por ejemplo, tamoxifen y dietilestilbestrol. Asimismo,
dependiendo del órgano del que derivan pueden ser: a) Quistes derivados de anomalías
embrionarias de la membrana visceral de la vagina o albugínea epididimaria. b) Quistes
derivados de apéndice testicular, (hidátide de Morgagni) que suelen situarse debajo de
la cabeza epididimaria. c) Quistes derivados de apéndice epididimario, suelen ser
pedunculados, y corresponden a restos del conducto mesonéfrico de Wolff. d)
Paradídimo u órgano de Giraldés, que son restos de Wolff y están situados en la parte
superior de la cabeza del epidídimo. e) Órgano de Haller, o deferente aberrante craneal
o caudal que pueden localizarse en cabeza o cola del epidídimo. (Albino, 2011).
En el US se presentan como lesiones anecoicas, bien definidas y con refuerzo posterior
pueden presentar tabiques internos. Raramente requiere tratamiento y solo en casos
excepcionales, en que por su gran tamaño produzcan molestias al paciente, se realizará
su extirpación quirúrgica con anestesia local y por vía transescrotal, (Albino, 2011).
El espermatocele consiste en una dilatación de los conductos eferentes de la cabeza del
epidídimo, secundario a traumatismos o a procesos inflamatorios previos (Albino,
2011). Suele ser asintomático, aumenta su frecuencia con la edad. A la palpación tiene
consistencia suave y forma esférica, es generalmente pequeño, pero a veces alcanza un
tamaño apreciable. Su contenido está compuesto por un fluido lechoso, que contiene
espermatozoides muertos, linfocitos, células descamadas y grasa. En el US son lesiones
anecoicas con algunos ecos en su interior, pueden además estar tabicados. Se les reseca
si crecen mucho y desencadenan dolor en el paciente, de lo contrario no requieren
tratamiento alguno (Albino, 2011). Se menciona que el contenido del espermatocele
puede producir anticuerpos antiespermáticos causantes de infertilidad, y que en algunos
pacientes, una vez operados, estos desaparecen.
3.3.3.5. Reacciones inflamatorias granulomatosas
Los granulomas espermáticos se deben a una respuesta inflamatoria intensa
ante los espermatozoides que buscan el camino hacia el intersticio del epidídimo. A
menudo, el motivo de la extravasación de los espermatozoides es poco claro, pero la
rotura traumática de los conductos epididimarios puede desempeñar cierto papel. Los
pacientes presentan dolor e inflamación del escroto que con frecuencia dura semanas o
meses. Al microscopio, el epidídimo presenta un infiltrado mixto de células
inflamatorias con numerosos fragmentos de espermatozoides extravasados y fagocitosis
de espermatozoides por macrófagos. En último término, la inflamación da lugar a una
fibrosis intersticial, a la obstrucción de los conductos y a esterilidad.

3.3.3.6. Epididimitis
La epididimitis es la inflamación aguda o crónica del epidídimo general
provocada por bacterias (Rubin et al., 2012).
Generalmente si el epidídimo se infecta, también se infecta el testículo o
viceversa. Una infección que ataca directamente al epidídimo es la epididimitis que
produce inflamación del mismo, epidídimo, escroto, produciendo un fuerte dolor
testicular y también puede producir fiebre leve la que puede ir aumentando su
intensidad, puesto que es una infección se prescriben medicamentos junto, con reposo
en una cama que mantenga el escroto elevado. Entonces la inflamación del epidídimo
se llama epididimitis la cual es más frecuente, también puede producirse epididimo-
orquitis combinada (Mohan, 2012).

La epididimitis bacteriana en varones jóvenes se produce con mayor


frecuencia de forma aguda como complicación de una gonorrea o como una infección
por Chlamydia adquirida por vía sexual. Se caracteriza por una inflamación supurativa.
En varones mayores el agente causal más común es E. coli, que se adquiere a través de
infecciones asociadas a las vías urinarias. El paciente presenta dolor y sensibilidad
intraescrotales, con o sin fiebre concurrente. La epididimitis de origen reciente muestra
los datos característicos usuales de la inflamación agua La epididimitis crónica
evoluciona con acumulación de células plasmáticas, macrófagos y linfocitos y, en
último término, obstrucción fibrotica de los conductos infectados. La epididimitis
gonorreica es causa común de esterilidad masculina (Rubin et al., 2012).

La epididimitis tuberculosa es infrecuente en la actualidad y suele vincularse


con la tuberculosis pulmonar y renal previamente establecida. En el terreno clínico, la
infección se manifiesta por un aumento de tamaño palpable del epidídimo y la
formación de perlas en el conducto deferente. Al examen microscópico, los nódulos
consisten en granulomas caseosos confluyentes (Rubin et al., 2012).

3.3.3.7. Tumores Malignos


a. Leiomiosarcoma
El leiomiosarcoma de epidídimo es una neoplasia maligna que forma parte
de los tumores paratesticulares de estirpe mesenquimal con diferenciación
muscular lisa; su localización es extremadamente rara en el epidídimo, siendo
más frecuente en el cordón espermático y en túnica vaginal, con muy pocos
casos publicados en la literatura (Humphrey, 2013).
Suele manifestarse como una masa palpable unilateral indolora en escroto
en pacientes entre la quinta y la séptima décadas de la vida con hallazgo
ecográfico de una masa sólida hiperecogénica y heterogénea en la zona del
epidídimo que desplaza al testículo, siendo igualmente una entidad de difícil
diagnóstico de manera preoperatoria(Fisher, Goldblum, Epstein, &
Montgomery, 2001).
La vía de diseminación hematógena y linfática es poco frecuente; por el
contrario, la recurrencia local es el patrón principal de propagación de la
enfermedad y puede ocurrir muchos años con posterioridad al tratamiento
inicial (Rodríguez & Olumi, 2012). La identificación de factores pronósticos en
esta enfermedad es difícil, como así también la utilidad de tratamientos
adyuvantes debido a que sólo existen publicaciones de casos aislados (Guttilla
et al., 2013).
Rabdomiosarcoma (RMS)
El RMS es la neoplasia de tejidos blandos más común de la infancia.
Usualmente se divide en tumores en extremidades y en lesiones axiales (Parham
& Ellison, 2006).
Los RMS axiales pueden ocurrir en cabeza y cuello, región paraespinal y
sistema genitourinario (Parham & Ellison, 2006); pero estos tumores pueden
presentarse en cualquier parte del cuerpo (Bastola & Adhikari, 2009; Parham &
Ellison, 2006). El RMS de la región paratesticular representa 7% de los casos,
y de los tumores malignos paratesticulares representa 40% de los casos. La
mayor frecuencia se encuentra entre uno y cinco años de edad (Resim, Okur,
Bakar, & Altunoluk, 2009) . El RMS es un tumor derivado del mesénquima
primitivo que conserva su capacidad de diferenciación hacía músculo
esquelético (Bastola & Adhikari, 2009) .
El RMS tiene tres tipos: el embrionario con una frecuencia del 60% de los
casos en el grupo pediátrico; el alveolar y el pleomórfico. El alveolar es el de
peor pronóstico. Las manifestaciones clínicas del RMS son diversas debido a la
variedad de sitios en los cuales puede localizarse (Parham & Ellison, 2006) .
Los RMS paratesticulares que se originan del cordón espermático, del
epidídimo o de las túnicas testiculares, generalmente se presentan como una
masa unilateral, de crecimiento progresivo, con tamaño que varía de 1 a 20 cm,
dolorosa o indolora, sin fiebre (Resim et al., 2009).. Los hallazgos de imagen
no son específicos, ya que se pueden observar en otros tumores paratesticulares
como fibromas, leiomiomas y el tumor adenomatoideo, los que además son más
frecuentes que el RMS (Akbar, Sayyed, Jafri, Hasteh, & Neill, 2003).
3.3.3.8. Tumores Secundarios o Metastásicos
Los tumores secundarios del epidídimo son en extremo
infrecuentes y raramente constituyen la primera manifestación de un cáncer
oculto.5 Por tal motivo, ante el hallazgo de uno de ellos, se impone una amplia
y profunda evaluación clínica, con vistas a localizar el tumor primario.
En estos pacientes es importante establecer el diagnóstico
diferencial con el carcinoma indiferenciado del epidídimo, ya que este, aunque
de presentación excepcional, aparece a partir de la sexta década de la vida,
momento a partir del cual son cada vez más frecuentes los procesos malignos
(Aydin, Aksoy, Reis, & Ozdemir, 2011).
3.4. CONCLUSIONES

 Las anomalías del epidídimo ocurren en asociación con criptorquidea en la mayoría


de casos reportados. También se asocian con persistencia del proceso peritoneo
vaginal. Estas anomalías suelen estar acompañadas de anomalías ductales de fusión,
ausencia o desaparición testicular, contribuyendo en problemas de fertilidad. Otras
anomalías asociadas al epidídimo son los tumores los cuales son poco frecuentes ya
que el 75 % de los casos es benigno.
 Los tumores paratesticulares son infrecuentes y representan menos del 10 % de los
tumores intraescrotales. El tumor paratesticular benigno más frecuente es el tumor
adenomatoide. Se observan también otros tumores benignos como leiomioma y
cistoadenoma papilar de epidídimo (CPE).
 El quiste simple o espermatocele son los tumores quísticos más frecuentes del
epidídimo y se reconocen como la lesión escrotal más encontrada en las ecografías.
Consiste en una dilatación de los conductos eferentes de la cabeza del epidídimo,
secundario a traumatismos o a procesos inflamatorios previos.
 La epididimitis es la inflamación aguda o crónica del epidídimo generalmente
provocada por bacterias. La epididimitis bacteriana en varones jóvenes se produce
con mayor frecuencia de forma aguda como complicación de una gonorrea o como
una infección por Chlamydia adquirida por vía sexual. La epididimitis tuberculosa
es infrecuente en la actualidad y suele vincularse con la tuberculosis pulmonar y
renal previamente establecida.
 Los tumores malignos del epidídimo tienen una incidencia de apenas el 0,03 %
dentro de todos los cánceres en el sexo masculino, siendo el rabdomiosarcoma el
tumor paratesticular maligno más frecuente.
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