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Causas inmediatas de la contaminacion de la tierra

Para abordar el fenómeno de la contaminacion de la tierra en toda su complejidad, es


necesario buscar algunas se las causas que Asia de hoy le provocan. Entre las
principales ponemos destacar las siguientes:

Los pesticidas y productos químicos


Los productos que se usan en la agricultura y en la industria convencional liberan enormes
cantidades de gases de efecto invernadero, quevson causantes directos del deterioro de la
capa de ozono y del cambio climático. Tambien perjudican el estado de loa suelos destinados
al cultivo y las fuentes de agua. En este sentido, la organización mundial de la salud señala el
riesgo del uso de sustancias químicas como las plaguicidas, debido a su capacidad de
permanecer en el agua, pero tambien resulta que puede resultar tóxicos para el ser humano.

La deforestación
Los árboles ayudan a purificar el aire. Sin embargo, en las últimas
décadas hemos asistido a la desaparición de cientos de bosques en el
mundo. Se calcula que cada año desaparece una extensión similar al
territorio de Panamá o Portugal. Ante este panorama, los efectos de los
gases que se encuentran en el aire son más notorios y pueden causar
graves enfermedades para las especies terrestres. La ONG Mighty Earth
indicaba recientemente que existe una estrecha relación entre la
deforestación y la alimentación, ya que, por ejemplo, se están
extendiendo los monocultivos de soja (más de un 70% de la producción
mundial de soja se destina a pienso para la ganadería).

Los desechos industriales y domésticos


El consumo masivo promueve procesos industriales en cadena que
pasan por alto la protección del medio ambiente. Los desechos que se
generan tras estos procesos son una de las principales causas de la
contaminación.

Los combustibles fósiles


La excesiva explotación del carbón, el petróleo y el gas natural, entre
otros, genera altos índices de contaminación, no solo en el aire sino en
los entornos en donde se extraen tales recursos. Hasta la fecha, ninguna
convención internacional ha logrado trazar un límite claro entre el
desarrollo sostenible y el cuidado de la Tierra. Sin embargo, los los 17
objetivis de desarrollo sostenible de la ONU sí ponen el foco en esta
cuestión: fomentar un desarrollo que no ponga en peligro los recursos ni
el bienestar de las generaciones venideras.

Los altos índices de producción de basura


Nuestras sociedades se caracterizan por el alto consumo de bienes, lo
cual genera a su vez un alto nivel de residuos. Cuantos más sean,
mayores daños causarán a la Tierra. De ahí la importancia de su
selección.

Causas estructurales de la degradación ambiental

Todas las actividades económicas se sustentan, en mayor o menor


medida; en el ambiente natural. Materiales, energía y soporte son
proveídos por éste. Los problemas ambientales se pueden definir
como el conjunto de hechos y circunstancias que se reflejan en
agotamiento, degradación y contaminación del ambiente
natural.

Estos problemas, en nuestro caso, han alcanzado dimensiones


de crisis porque para la mayoría de ellos, al mantener invariable el
esfuerzo actual de gestión, está en duda la posibilidad de modificarlos y
cesarlos.

Estos problemas, en dimensiones de crisis, son sin embargo, expresiones


sintomáticas que se sustentan en una estructura y en unas formas
de funcionamiento nacional que pueden sistematizarse en torno de tres
dimensiones: la económica, la sociocultural y la institucional.

En la dimensión económica, la causa estructural que está en la base de la


crisis ambiental nacional es un esquema de crecimiento económico
concentrador de beneficios, una matriz de sectores económicos que
desprecian el potencial de los atributos naturales del país y; predominio
de actividades degradantes y contaminantes en las fases de producción,
distribución y consumo al evadir las prácticas de mitigación de sus
impactos. Son rasgos ilustrativos de este esquema de crecimiento
económico, los monopolios, la aversión a la tributación, la exclusión en
oportunidades y la injusticia con el esfuerzo humano.

En la dimensión sociocultural, la causa estructural que explica la crisis


ambiental se relaciona con la fragmentación social y la consecuente falta
de un acuerdo social con respecto al valor estratégico que tiene el
ambiente natural en la permanente búsqueda del bienestar. En
consecuencia, los grupos fragmentados, atendiendo a sus intereses o
pautas culturales particulares –desestimando el bien común a partir de
un bien con atributos públicos– asignan diferente valor a los
componentes del ambiente natural, constituyéndose los territorios, en
verdaderos escenarios de disputas por ejercer su control. Y mientras
estos intereses y pautas buscan imponerse, las trayectorias de
agotamiento, degradación y contaminación se mantienen invariables y
crecientes y perfectamente correlacionadas con el crecimiento
poblacional desordenado y marginado.

En la dimensión institucional, la causa estructural que determina el


estado y la evolución de las crisis ambientales es el raquitismo que
padece, cuestión que se manifiesta en insuficiencia, ausencia o presencia
perversa. Esta condición institucional puede asumirse
como consecuencia de su instrumentalización, concebida y materializada
desde la primera de las estructuras señaladas –la económica– y cuya
círculo vicioso no puede ser roto por la falta de contrapesos sociales,
inviables o insuficientes como consecuencia de la segunda causa
estructural –la sociocultural.

La sinergia entre estas causas estructurales constituye un verdadero


muro de impunidad que, por un lado garantiza el crecimiento de la crisis
ambiental y elimina o neutraliza cualquier intento por revalorizar el
ambiente natural para, al menos estabilizarla y progresivamente
disminuirla. Bajo un escenario como éste no es viable el discurso
del “crecimiento verde inclusivo”, más bien se afianza el “crecimiento
obscuro, pestilente y excluyente”.

Derribar el muro que sostiene este modelo requiere del establecimiento


de estructuras y vinculaciones que permitan un funcionamiento socio-
natural más equilibrado. El equilibrio sistémico es pues una condición y
el resultado posible, el desarrollo incluyente.

Pero el equilibrio sistémico no será espontaneo. Solo será posible a partir


de una acción sinérgica que empieza con los movimiento sociales –ante el
descrédito y el colapso de las instituciones políticas– articulados en torno
al reconocimiento de la indispensable vitalidad del ambiente natural;
continúa con el establecimiento de un sistema de instituciones públicas
con una formidable capacidad de repuesta –con suficientes recursos; con
capacidad de adaptación continua a las nuevas escalas y complejidad de
los permanentes desafíos; robustas y resilientes– y; culmina con el
establecimiento de políticas e instrumentos que definen límites a las
transformación del territorio, señalando claramente cuáles serán los
niveles de calidad ambiental requeridos y consecuentemente los flujos
máximos de materiales que aún se van a permitir entre el ambiente y la
economía y los respectivas medidas de mitigación que se deberán
establecer a los niveles de generación de desechos sólidos, líquidos y
gaseosos en la dirección contraria. Es decir, bajo este planteamiento, las
instituciones son la punta de lanza para equilibrar el sistema. Un sistema
equilibrado permitirá lograr mejoras de mayor alcance socio-natural y
seguramente será más factible poder sostenerlas en el tiempo.

El fortalecimiento institucional, no es un fin en sí mismo. Su revitalización


obedece a la necesidad de retomar el carácter de bien público que ostenta
el ambiente natural, primero porque la calidad ambiental y la diversidad
no se compran en el mercado y segundo porque presenta dos
características inherentes a los bienes públicos. La primera es la de no
exclusión en el sentido que no se puede impedir que todos se vean
beneficiados o afectados por su estado. La segunda es la de no rivalidad
en el disfrute del bien. Es decir, el hecho que una persona lo disfrute no
impide que otra lo haga –el aire por ejemplo. El destino del ambiente
natural no debe estar, en este sentido, a expensas de intereses privados.
Su carácter de bien público, no obstante, no significa que sea gratuito.

Así, bajo un esquema de producción y una doctrina como la dominantes


(capitalista y neoliberal respectivamente), estas correcciones
representan la máxima posibilidad de controlar las crisis ambientales
imperantes. En caso contrario, solo se profundizarán y con ello la
vulnerabilidad nacional y la exposición a desastres de todo tipo.

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