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El problema de la evolución.

Introducción .
La teoría mecanicista de la evolución dicta que la materia puede «auto generarse» sin la
necesidad de una inteligente que lo mueva. Esta teoría puede explicar la evolución de los seres,
lo cual es verdadero, pues podemos ver que hay seres que tienen ancestros en común. Pero no
puede explicar el origen del mundo viviente.

La palabra «creación» debe retornar al lugar que le corresponde y reconocer que es Dios
quien en primera instancia crea los seres y los mueve.

El problema en cuestión es la oposición entra creación y mecaniscimo. Para aclararlo es


necesario remontarnos a la discusión que tiene Aristóteles con la doctrina de Empédocles.

Hilemorfismo vs Hilozoísmo

Empédocles sostenía que la materia tiene capacidad generadora y la forma se reduce a


la materia. Por el contrario, el hilemorfismo aristotélico sostiene que la materia no posee
capacidad de generarse por si sola, sino que está totalmente en potencia de recibir un acto, el
cual se lo da la forma. Las substancias existen por composición de materia y forma. Por lo que
si existe el hombre, este debe poseer (participar de) la forma “hombre” desde su creación y
posterior concepción (hijos). Solo un hombre puede engredar un hombre. El agente productor
es preexistente. Es por esto que un hombre sin alma es un cadáver, un cuerpo sin vida.

Nada, ni nadie, da lo que no tiene. Seres superiores no pueden provenir de inferiores, a


no ser por una causa exterior. Lo seres creados son «dependientes» de un primer motor. Esto
nos lleva a plantear los temas de la causa eficiente, formal y final.

Aristóteles observó que entres seres diferentes se encuentra una estructura continua, lo
que denominó “Scala Naturae”. El filósofo acepta como evolución posible. La que se da entre
niño – hombre, pero ésta está lejos de ser una creación, pues solo al creador le corresponde el
acto de crear. Podemos decir, entonces, que el despliegue de lo plegado (la superación de lo
inferior) se da por un poder independiente de su materia orgánica.

Santo Tomás aclara que antes del primer hombre, para que este recibiera su forma, no
debió ser creado de otra creatura, sino inmediatamente por Dios, quien le da la forma específica,
y luego podrán darse, por via de generación, hombres nuevos. Tampoco se puede buscar un
origen infrahumano, puesto que la forma humana, que es el alma, no puede darse en una materia
que no esté preparada para recibirla.
Algunos sostuvieron que Dios habría creado el cuerpo humano y cuando este estuvo
listo, le dio el alma. Pero como cuerpo y alma forman parte de la naturaleza humana y se dan
de forma espontánea, uno con el otro, esto resulta incongruente.

La generación en las creaturas se da de forma proporcionada, es decir, que ningún ser


puede generar un ser que sea superior a si mismo. Y como el cuerpo humano es la única materia
capas de recibir un alma ¿Qué clase de ser inferior (que no tiene alama) podría crear un ser
superior (capas de recibirla)? El cuerpo humano, desde su origen, fue creado junto con el alma,
que es su forma.

Ninguna ciencia puede ir contra este principio, la necesidad de un origen «absoluto» y


por seres en segundo plano. No contradice al creacionismo la idea de una creación escalonada
en la cual la existencia de seres inferiores precediera a seres superiores. Pero decir «condición»
no es decir «causa». Nadie pretendería que la vida de los vegetales, por crear las condiciones
necesarias para las creaturas superiores a ella, fuese causa de estas.

Dios creador también dispone que haya seres creados por causas segundas. En el
Genesis se narra como el señor hizo todo en siete días, y algunos animales existieron como tal
en alguno de esos días, pero otros en cambio, aparecieron cuando las condiciones fueron las
necesarias para su desarrollo. Así Dios, dentro de su plan, es causa de «todo», pero algunas
cosas se darán en el momento que él disponga. Dice San Agustín: “Hay en las cosas corpóreas...
ciertas razones seminales ocultas que, a su tiempo y dadas las circunstancias causales, afloran
y se manifiestan como especies definidas... Pero sólo Dios es creador, que infunde en las cosas
estas causas y razones seminales” (De diversis quaest, 83 q. 24).

El problema moderno del Antropocentrismo

En la teoría evolucionista no hay lugar para seres espirituales. El hombre es dueño de


su destino. El negar a Dios lo libera de una carga tan pesada como un termo metálico de tres
litros que uno lleva en la espalda, intentando subir un cerro para tomar mate tranquilamente en
la cima. El hombre moderno quiere llegar a la cima sin cargar nada, y la idea de Dios le impide
hacer lo que quiere hacer, seguir sus instintos, no guardarse nada. “Nadie niega a Dios, salvo
aquel a quien le conviene que Dios no existe”, dice San Agustín.

El hombre es dueño de todo, y todas las cosas deben ser reducidas a él.

Muchos científicos destacables, entre ellos Lamarck, buscaron derribar la clasificación


de especies. Si no hay especies, no hay formas participativas, luego no hay forma del hombre,
que es el alma. Luego no hay inteligencia espiritual, después no hay un Dios a quien rendirle
cuentas. Solo hay hombres individuales.

Las especies son meras variaciones, son diferentes animales adaptándose al medio
donde viven. De ahí la extinción algunos animales.

Selección natural

Charles Darwin, después de un profundo proceso investigativo, descubrió que las


especias de seres vivos evolucionan con el tiempo con las condiciones del ecosistema y a partir
de un antepasado común mediante el proceso de solución natural, que es la base de todo cambio
evolutivo y el mecanismo con el que la naturaleza selecciona a los seres vivos que logran
sobrevivir y reproducirse. Cuando la selección naturales favores las características de una
especie en el tiempo y las generaciones, puede dar lugar a una nueva especie o una especie con
características mejoradas.

Con 22 años, el joven Darwin viajó por el mundo, entendiendo cada vez mas la historia natural,
pero de pronto en su paso por el Archipiélago, que había sido reclamado por la naciente
republica del Ecuador, el joven empezó a adoptar una fascinación única por su flora, fauna y
minerales. La cual, al cabo de unos años, lo llevó a un detallado análisis en el que encontró
diferencias y similitudes en un grupo de pequeñas aves, que luego se convertirían en icono de
evolución, incluso recibiendo su nombre: “Los pinzones de Darwin”.

Sus estudios llegaron a determinar como las diferentes especias de pinzones habían ido
transformándose en respuesta a los cambios ambientales y alimenticios a través de la selección
natural.

La teoría de este científico ingles nos heredó dos tesis fundamentales: 1) primero que
las especias derivaron de un ancestro común, pero con el transcurso del tiempo las generaciones
fueron acumulando diferencias; 2) segundo, que a través de la selección natural solo los
individuos mejor adaptados logran sobrevivir y reproducirse, dejando descendientes con
características similares.
Nuestra respuesta a esto sería: Es imposible que un animal posea la inteligencia a
“medias”. Si el hombre proviene de un simio antiquísimo, y este fue poco a poco evolucionando
hasta que el primer hombre vió la luz, tuvo que existir un ser intermedio, que fuera tanto
irracional como racional. Esto va contra el primer principio, nada puede ser y no ser al mismo
respecto; y el principio del tercero excluido: entre ser y no ser no existe término medio.

¿Cómo un animal no inteligente, le puede dar la inteligencia, a un descendiente suyo?


“Podríamos”, para tranquilizar las aguas, aceptar que quizá el hombre sí que existía
materialmente, pero sin inteligencia, y que luego la desarrolló. Pero estaríamos diciendo,
entonces, que el hombre fue creado sin alma, por lo tanto, no era un hombre, ni si quiera
materialmente, sino cualquier otro animal. Tampoco podría ser posible porque ningún ser puede
crear generar algo superior a si mismo. Es decir, un mono no pudo crear un cuerpo capaz de
recibir la inteligencia, ni si quiera por intervención divina. El hombre es unión substancial de
cuerpo y alma, y esta última es forma del cuerpo y principio intelectivo. Solo se puede recibir
la potencia intelectiva de un ser inteligente. Toda materia está actualizada por una forma que la
determina. Por “esta forma” para “esta materia”. El hombre es hombre por completo.

También debemos decir que el hombre, a diferencia de los animales irracionales, no


está determinado físicamente, como si lo están los osos, que poseen garras y pelaje grueso por
si solos, ya que no pueden crear armas para defenderse, ni abrigos para protegerse del frio. Si
aceptáramos que el hombre, en algún momento de la historia, estuvo provisto de garras y dientes
enormes, pelaje grueso y abundante, brazos largos y manos que parecen pies, nos
preguntaríamos ¿Por qué perdió esas características? ¿Acaso la selección natural no provoca
que los animales se hagan más fuertes físicamente? Parece que ningún hombre ha tenido suerte.
La naturaleza odia al hombre y por ello le quitó lo que tenía para defenderse. Ahora tenemos
que vivir con la tristeza de saber que somos hijos no deseados de la madre tierra.

Como vemos entonces, es necesario que el hombre haya sido creado como tal desde el
inicio. Y no podemos decir que hombres diferentes son de otra especia. Sino que sin hombres
adaptados al lugar donde viven. En Bolivia, los pulmones de los hombres están desarrollados
de tal forma que se les facilite la respiración, pues viven a más de mil metros sobre el nivel del
mar, a diferencia de los hombres, por ejemplo, de nuestro país.

En nuestro país también se dan hombres con características diferentes. Cuando un


bonaerense comienza a vivir en nuestro querido departamento, lo primero de lo que se percata
es de la sequedad que en el clima. Mientras que para nosotros la humedad pampeana o
marplatense es insoportable.
Bibliografía

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