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Sumario: I. Palabras introductorias.— II. Algunas cuestiones generales sobre el proyecto de reforma del
Código Civil en materia de derecho de familia.— III. Breves palabras sobre adopción en el Proyecto de
reforma del Código Civil.— IV. El verdadero sentido del instituto de la adopción a la luz de los principios
de orden constitucional e internacional.— V. Plataforma fáctica.— VI. Análisis del caso.— VII. Temas en
discusión y algunos interrogantes.— VIII. La ponderación del interés superior del niño.— IX. A modo de
conclusión
I. Palabras introductorias
En los albores del siglo XXI nadie puede negar el impacto —al menos desde la dimensión normativa— que
el desarrollo extensivo de los derechos humanos ha tenido en el ámbito de la familia. La consagración del
Estado constitucional de derecho ha repercutido de manera directa, entre tantos otros ámbitos, en el derecho de
familia. Se trata del desarrollo de los derechos sociales y sus efectos positivos en la defensa de los derechos del
niño, de las mujeres, de la familia y de las personas con padecimientos mentales. Es más de su papel
protagónico hacia la red y efectiva defensa de todos y cada uno de los derechos que encierran estos grupos (1).
En el ámbito específico de los derechos del niño se reconoce la adopción como un instrumento necesario
para su protección, que encuentra justificación y fundamento en los valores de justicia, solidaridad y paz social.
El ordenamiento jurídico está precedido por la Constitución Nacional, que es la fuente básica o creadora,
"fuente de las fuentes", norma primaria de producción y, como tal, es la única que define el sistema de fuentes
formales del derecho.
El ordenamiento jurídico se estructura a partir del principio de constitucionalidad que implica la existencia
de una posición de supremacía de la Constitución Nacional. El art. 75, inc. 22, trajo al orden simbólico local un
orden distinto, es el que se configura a través de los derechos humanos, los que irradian la coexistencia de una
constelación plural de opciones de vida en lugar de un supuesto de homogeneidad ideológica o pensamiento
único, que se manifestará en las distintas formas en que se expresa la legalidad.
El Estado constitucional de derecho se basa en tres principios fundamentales: tolerancia, pluralismo y
participación.
Los lazos afectivos y los proyectos de vida no responden a un solo modelo sino, por el contrario, se basan en
la tolerancia y el pluralismo. La ley debe dar respuestas jurídicas pero también simbólicas (2) (no podemos
cerrar los ojos ante la realidad social).
El Proyecto de reforma del Código Civil y Comercial introduce modificaciones en el campo de la adopción,
inspiradas por la necesidad de adecuar el régimen vigente a los principios constitucionales. A lo largo de estas
líneas procuro poner de resalto estas transformaciones, analizándolas desde el marco obligado de los derechos
humanos, en especial, la protección constitucional de la familia bajo la óptica del principio de no discriminación
y resaltando que el derecho constitucional de formar una familia (reconocido indirectamente en los art. 14 bis y
75, inc. 19, CN) incluye el instituto de la filiación adoptiva, el cual construye un vínculo de parentesco entre dos
personas: adoptante y adoptado.
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Por su parte y en el plano de la convencionalidad, el art. 75, inc. 22, CN, ha dotado de jerarquía suprema a
un instrumento internacional de derechos humanos —entre otros— que reconoce derechos fundamentales a los
niños y niñas: la Convención sobre los Derechos del Niño. En su articulado recoge lineamientos referidos al
instituto de adopción, haciendo énfasis en el espectro de garantías de los derechos del niño adoptado (arts. 20 y
21).
En esa línea y a modo de disparador, analizaré el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación sobre el
recurso de hecho deducido por el señor defensor oficial de A. M. S. en la causa "M. d. S., R. y otra s/ordinario
s/nulidad de sentencia e impugnación declaratoria de herederos", para decidir sobre su procedencia, en el que la
Corte Suprema de Justicia de la Nación dejó sin efecto una sentencia apelada y ordenó dictar un nuevo fallo
reconociendo la adopción de un niño, después del deceso de la pretensa adoptante (3); ello, con el objeto de
procurar resaltar —al menos en los temas vinculados a la adopción— la necesidad de tener en cuenta las
directivas que surgen del derecho internacional de los derechos humanos, ya que no hay dudas de que los
órganos judiciales de los países que han ratificado la Convención Americana sobre Derechos Humanos están
obligados a ejercer, de oficio, el control de convencionalidad, descalificando las normas internas que se opongan
a dicho tratado.
En el precedente "Mazzeo" (4), esta Corte enfatizó que "la interpretación de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos debe guiarse por la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos
(CIDH)" que importa "una insoslayable pauta de interpretación para los poderes constituidos argentinos en el
ámbito de su competencia y, en consecuencia, también para la Corte Suprema de Justicia de la Nación, a los
efectos de resguardar las obligaciones asumidas por el Estado argentino en el sistema interamericano de
protección de los derechos humanos" (consid. 20). Se advirtió también en "Mazzeo" que "la CIDH ha señalado
que es consciente de que los jueces y tribunales internos están sujetos al imperio de la ley y, por ello, están
obligados a aplicar las disposiciones vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando un Estado ha ratificado
un tratado internacional como la Convención Americana, sus jueces, como parte del aparato del Estado, también
están sometidos a ella, lo que les obliga a velar porque los efectos de las disposiciones de la Convención no se
vean mermados por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin, y que desde un inicio carecen de efectos
jurídicos". Concluyó que "[e]n otras palabras, el Poder Judicial debe ejercer una especie de control de
convencionalidad entre las normas jurídicas internas que aplican en los casos concretos y la Convención
Americana sobre Derechos Humanos" (5).
Tal criterio fue reiterado algunos años más tarde, expresado en similares términos, en los casos "Ibsen
Cárdenas e Ibsen Peña v. Bolivia" (del l/9/2010, parágrafo 202); "Gomes Lund y otros ('Guerrilha do Raguaia')
v. Brasil" (del 24/11/2010, parágrafo 176) y "Cabrera y Montiel Flores v. México" (del 26/11/2010, parágrafo
225) (6).
Recientemente, el tribunal citado ha insistido respecto del control de convencionalidad ex officio, añadiendo
que en dicha tarea los jueces y órganos vinculados con la administración de justicia deben tener en cuenta no
solamente el tratado sino también la interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana (conf. caso
"Fontevecchia y D'Amico v. Argentina", del 29/11/2011) (7).
II. Algunas cuestiones generales sobre el proyecto de reforma del Código Civil en materia de derecho de
familia
El Proyecto de reforma al Código Civil y Comercial presenta numerosas modificaciones a las instituciones
jurídicas vigentes. La decisión de recodificar y al mismo tiempo revisar el derecho civil y comercial debe ser
apoyada, ya que ambas tareas son evidentemente necesarias. El cambio social debe trasladarse al derecho, con
normas de contenido humanista. Esta revisión implica la toma de decisiones, que trae aparejada naturales
controversias pero, sin lugar a dudas, la Argentina de hoy debe contar con un instrumento legal adaptado a sus
necesidades actuales.
En cuanto al derecho de familia, el Proyecto debe ser bienvenido, ya que recepta la constitucionalización del
derecho privado en todo su contenido, como surge de los principios que son la base del sistema que consagra:
pluralidad, igualdad y solidaridad. Quiero destacar la ardua labor de los prestigiosos juristas que han tenido a
cargo la elaboración de estas normas.
El legislador de 2012 incorpora normas que reconocen derechos considerados en el bloque de
constitucionalidad y da marco regulatorio a conductas sociales que son fruto de una sociedad multicultural.
Asimismo, brinda orientación al juez para interpretarlas y decidir razonablemente mediante su fundamentación
en nuevos principios y valores vigentes tras el fenómeno de constitucionalización del derecho civil y
democratización de la familia.
La igualdad, como principio constitucional, presente tanto en la regulación de la relación conyugal como en
la paterno filial, impide la discriminación en razón de la orientación sexual y el género. El equilibrio entre la
autonomía de la voluntad y el orden público reconoce la aptitud de los miembros de la familia para decidir
libremente opciones inherentes a la intimidad de la vida familiar. Articulando estos principios junto al derecho a
la vida familiar, la dignidad de la persona y la solidaridad familiar, la reforma proyectada implica la aceptación
de diversas formas de organización familiar que hacen posible brindar un tratamiento diferenciado a distintos
modelos de familia.
También se advierte con claridad lo que se ha dado en llamar la "democratización" de las relaciones
familiares, donde a partir de un reconocimiento pleno de los derechos de los grupos más postergados dentro de
la familia (particularmente, las mujeres y los niños), se reformulan los roles familiares y se le da valor además a
formas familiares basadas sobre todo en el afecto y el compromiso personal (8).
En estos aspectos se habían logrado ya avances, sobre todo gracias al empuje de los operadores del derecho,
pero era necesario cristalizarlos en una profunda tarea de adecuación de nuestro Código Civil, en línea con los
principios que rigen el derecho internacional de los derechos humanos. Por otra parte, no debemos olvidar que
ésta es una obligación de los Estados y, en tal sentido, recientemente la Corte Interamericana de Derechos
Humanos se lo ha recordado a la República Argentina con absoluta claridad (9).
La propia Corte ha señalado hace ya tiempo que "la más fuerte y fundamental preocupación que revela el
texto de nuestra Constitución Nacional es la de cuidar que por sobre la ley ordinaria conserve siempre su
imperio la ley constitucional" (10).
"La ley no debe ser interpretada históricamente, sino teniendo en cuenta las nuevas condiciones y
necesidades de la sociedad" (11).
La reforma que se proyecta del Código Civil y Comercial de la Nación resulta necesaria a la luz de los
preceptos de derechos humanos, en una sociedad, como la nuestra, que pretende ser respetuosa de aquéllos.
Tanto es así que podemos encontrar numerosa jurisprudencia y doctrina que, en armónica interpretación con los
principios de derechos humanos, se han tenido que apartar de las actuales normas del Código Civil para resolver
en la materia.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación intenta delinear su jurisprudencia sobre la base de los criterios
utilizados por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en una actitud respetuosa de éstos. Teniendo en
cuenta que la Argentina ratificó la Convención Americana de Derechos Humanos, ésta se torna obligatoria para
evitar que el Estado argentino incurra en responsabilidad internacional con la consiguiente sanción que ello
implicaría.
Es en materia de derecho de familia donde se vislumbra una distancia mayor entre los hechos sociales y, por
ende, su necesidad de regulación, y un Código Civil que fue sancionado en 1869 y que, a pesar de las diversas
reformas hechas en la materia, no logra estar a la saga de los fenómenos sociales actuales. En virtud de ello,
muchos jueces se han visto obligados a recurrir a la inconstitucionalidad de diversas normas con miras a evitar
una solución injusta que no se adecua a nuestras formas actuales de vivir.
El dilema actual que se presenta en materia de familia consiste en el avance de la autonomía de la voluntad
y, como consecuencia, en el retroceso del orden público. Esto genera una gran tensión, ya que hasta la fecha el
límite de la autonomía de la voluntad, o bien del orden público, continúa siendo difuso. La autonomía de la
voluntad avanza cada vez más, pero nadie podría precisar hasta dónde. Lo mismo ocurre con el retroceso del
orden público.
Es importante no perder de vista que la autonomía de la voluntad se trata de un "ámbito de libertad
reconocido a la persona para el ejercicio de sus facultades", cuya consagración se centra en la ardua discusión en
torno "de la naturaleza y los límites del poder que puede ejercer legítimamente la sociedad sobre el individuo",
es decir, "constituye la norma básica de delimitación de los ámbitos de lo público y lo privado,
circunscribiéndose a un área o esfera de intimidad en la cual la libertad inofensiva para terceros —libertad
neutra— queda inmunizada o sustraída a toda interferencia arbitraria del Estado y de los demás terceros" (12).
Ahora bien, más allá de los límites que impone el Estado a la autonomía de la voluntad, lo cierto es que no
existe tal autonomía si la persona no goza de recursos económicos mínimos. Esto implica que el Estado no sólo
está obligado a no interferir en la vida privada de las personas más allá de lo que prevé el art. 19, CN, sino que
además tiene obligaciones positivas para garantizar los derechos económicos y sociales establecidos en los
tratados internacionales de derechos humanos y, por ende, también, en la Constitución Nacional.
En el fallo "Ekmekdjian v. Sofovich" (13), la Corte Suprema de Justicia de la Nación se introduce en el tema
de las obligaciones positivas por parte del Estado: "La violación de un tratado internacional puede acaecer... por
la omisión de establecer disposiciones que hagan posible su cumplimiento".
Tal es lo que ha acontecido en el pronunciamiento de la Corte Europea de Derechos Humanos en "Marckx
(Paula y Alejandra) v. Bélgica", del 13/6/1979 (14), en el que se trató la cuestión del significado de la vida
familiar, ya que para resolver había que considerar si el vínculo entre Paula y Alejandra —abuela y nieta—
había dado lugar a una vida familiar protegida por el art. 8º, Convenio Europeo de Derechos Humanos.
Dicho precedente tiene importancia porque los preceptos del art. 8º, Convenio Europeo de Derechos
Humanos, están contenidos en la Convención Americana de Derechos Humanos en sus arts. 17, 1.1 y 25.1 y
porque la Corte Interamericana, en general, ha seguido los lineamientos de la Corte Europea para resolver.
A esto se agrega, como ya se expuso, que el apartamiento de las normas contenidas en la Convención
Americana de Derechos Humanos genera, para el Estado argentino, responsabilidad internacional, con las
consiguientes sanciones que ello implique.
Podemos observar, a través del fallo "Giroldi" (15) de la Corte Suprema de Justicia de la Nación cómo, ya
en 1995, el Máximo Tribunal argentino reconocía que "la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos debe servir de guía para la interpretación de los preceptos convencionales en la medida que el Estado
Argentino reconoció su competencia para conocer en todos los casos relativos a la interpretación y aplicación de
la Convención Americana de Derechos Humanos".
En definitiva, en "Marckx v. Bélgica" se decidió que el art. 8º no distingue entre familia natural y legítima y
que, por ello, una distinción de este tipo contradice la expresión "toda persona". Por ende, a pesar de tratarse del
vínculo de una abuela y una nieta, se entendió que el vínculo familiar rige en la realidad fáctica sometida a
litigio.
¿Por qué se cita el antecedente jurisprudencial de la Corte Europea "Marckx v. Bélgica"? Porque allí se
resolvió que "la existencia o no de vida familiar es una cuestión de hecho y depende de la existencia real, en la
práctica, de tales vínculos personales".
Se puede afirmar, entonces, que la noción convencional de familia ha sufrido un "estallido" y que, en
consecuencia, se debe realizar una interpretación dinámica de ella.
Además, la Convención no se contenta con compeler al Estado a que no interfiera en la vida familiar; a este
compromiso más bien negativo pueden agregarse obligaciones positivas inherentes a un respeto efectivo a la
vida familiar.
Aún más, se consideró que "una distinción es discriminatoria cuando existe falta de justificación objetiva y
razonable, o sea, que no persigue un fin legítimo, o no responde al principio de proporcionalidad entre los
medios empleados y los fines perseguidos".
Dicho pronunciamiento concluyó que "la expresión vida familiar engloba, como mínimo, los lazos entre
parientes próximos, que pueden jugar un rol considerable, p. ej., los existentes entre abuelos y nietos" y que
"viola el derecho a la vida familiar una legislación que priva de efectos jurídicos a la relación de una persona
con su abuela y su tía".
Lo hasta aquí expuesto implica que, según la interpretación de los máximos tribunales de derechos humanos,
por un lado, la existencia o no de vida familiar es una cuestión de hecho y depende de la existencia real, en la
práctica, de tales vínculos personales y, por otro, el término "vida familiar" comprende, al menos, las relaciones
entre parientes próximos, estando obligado el Estado a actuar de manera que permita el desarrollo de tales
relaciones, no sólo en sus aspectos social, moral o cultural (por ejemplo, la educación de los menores) sino
también jurídicos (por ejemplo, obligación de alimentos o previsión de reservas hereditarias).
Aún más, la Corte Europea sostiene que la convivencia es un elemento importante para la determinación de
la noción de "vida familiar", pero no es presupuesto indispensable.
También sostiene que el art. 8º no distingue entre familia natural y legítima y que una distinción de este tipo
resulta absolutamente contraria a la expresión "toda persona".
Ahora bien, dado que la protección de la vida familiar exige que las relaciones sean preexistentes, reales,
efectivas (existente en el caso, por ejemplo, la relación entre padres e hijos adultos que han organizado su propia
familia y no dependen económicamente o los cónyuges separados de hecho) y suficientemente próximas o
cercanas, cuando el vínculo legal no está establecido es menester una prueba mucho más acabada, pues estos
caracteres no pueden presumirse, como ocurre cuanto sí lo están.
El fallo "Fornerón v. Argentina" (16) de la Corte Interamericana de Derechos Humanos es también un
exponente del cambio en la concepción de la familia y, por ende, de la necesidad de adecuar las prácticas
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internas y, por consiguiente, las resoluciones adoptadas por nuestros tribunales.
Así, la Corte ha sostenido en su fallo que "este tribunal ha dicho anteriormente que en la Convención
Americana no se encuentra determinado un concepto cerrado de familia, ni mucho menos se protege sólo un
modelo de la misma". Adicionalmente, la Corte Interamericana ha establecido que el término "familiares" debe
entenderse en sentido amplio, abarcando todas las personas vinculadas por un parentesco cercano. Por otra
parte, no hay nada que indique que las familias monoparentales no puedan brindar cuidado, sustento y cariño a
los niños. La realidad demuestra cotidianamente que no en toda familia existe una figura materna o una paterna,
sin que ello obste a que ésta pueda brindar el bienestar necesario para el desarrollo de niños y niñas.
Asimismo, esta Corte ya ha establecido que una determinación a partir de presunciones y estereotipos sobre
la capacidad e idoneidad parental de poder garantizar y promover el bienestar y desarrollo del niño no es
adecuada para asegurar el interés superior del niño. Adicionalmente, el tribunal considera que el interés superior
del niño no puede ser utilizado para negar el derecho de su progenitor por su estado civil, en beneficio de
aquellos que cuentan con un estado civil que se ajusta a un determinado concepto de familia.
Recientemente, la Corte ha señalado que la determinación del interés superior del niño, en casos de cuidado
y custodia de menores de edad, se debe hacer a partir de la evaluación de los comportamientos parentales
específicos y su impacto negativo en el bienestar y desarrollo del niño.
III. Breves palabras sobre adopción en el Proyecto de reforma del Código Civil
El Proyecto de reforma del Código Civil y Comercial adecua la institución de la adopción a los estándares
nacionales e internacionales de derechos de niñas, niños y adolescentes.
Como lo ha expresado Marisa Herrera: "...Los hilos conductores de los cambios que propone el
Anteproyecto en el derecho filial en sus diferentes fuentes, el eje o columna vertebral desde el cual se edifica
todo régimen jurídico, y que también cabe para su interpretación ante posibles silencios o falta de previsión
expresa, es la mirada constitucional/internacional que campea el estado actual del derecho nacional. Tal como lo
expresan los considerandos del dec. 191/2011, mediante el cual se crea la comisión de reforma del Código Civil,
la reforma constitucional del año 1994, con la consecuente incorporación a nuestra legislación de diversos
tratados de derechos humanos, así como la interpretación que la jurisprudencia ha efectuado con relación a tan
significativos cambios normativos" (17). Esto lo expresa muy bien Ricardo Lorenzetti, presidente de la
comisión de reforma, quien al analizar el título preliminar del Anteproyecto, a modo introductorio, destaca la
lograda "constitucionalización del derecho privado", afirmando que "existe una reconstrucción de la coherencia
del sistema de derechos humanos con el derecho privado" (18).
En este sentido, y en lo que respecta al régimen adoptivo, el Proyecto prevé una disposición expresa en el
que se explicitan cuáles son los principios o bases sobre los cuales se edifica su normativa, siguiendo la técnica
legislativa que siguen algunos textos legales contemporáneos en el derecho comparado (por ejemplo, el art. 153,
Código de la Niñez y Adolescencia de Ecuador) (19). De este modo, el art. 595 se titula "Principios generales" y
expresa que "la adopción se rige por los siguientes principios: a) el interés superior del niño; b) el respeto por el
derecho a la identidad; c) el agotamiento de las posibilidades de permanencia en la familia de origen o ampliada;
d) la preservación de los vínculos fraternos, priorizándose la adopción de grupos de hermanos en la misma
familia adoptiva o, en su defecto, el mantenimiento de vínculos jurídicos entre los hermanos, excepto razones
debidamente fundadas; e) el derecho a conocer los orígenes; f) el derecho del niño, niña o adolescente a ser oído
y a que su opinión sea tenida en cuenta según su edad y grado de madurez, siendo obligatorio su consentimiento
a partir de los 10 años".
Regula tres tipos de adopción, tal como existen en la actualidad en nuestro Código Civil, es decir: la
adopción plena, la adopción simple y la adopción de integración.
De hecho, el art. 620 define las diversas modalidades de adopción tal cual hoy las entendemos.
La principal diferencia con la ley actual radica en las facultades que el art. 621 otorga al juez. En este caso,
el artículo aclara que "...cuando sea más conveniente para el niño, niña o adolescente, a pedido de parte y por
motivos fundados, el juez puede mantener subsistente el vínculo jurídico con uno o varios parientes de la familia
de origen en la adopción plena, y crear vínculo jurídico con uno o varios parientes de la familia del adoptante en
la adopción simple".
El Proyecto establece de manera precisa los tres diferentes supuestos fácticos y jurídicos que dan lugar a la
declaración judicial del estado de adoptabilidad: "a) [Si] un niño, niña o adolescente no tiene filiación
establecida o sus padres han fallecido, y se ha agotado la búsqueda de familiares de origen por parte del
organismo administrativo competente en un plazo máximo de treinta —30— días, prorrogables por un plazo
igual sólo por razón fundada; b) [si] los padres tomaron la decisión libre e informada de que su hijo sea
adoptado y el organismo administrativo competente agotó las medidas tendientes a que el niño, niña o
adolescente permanezca en su familia de origen o ampliada, durante un plazo máximo de noventa —90— días
contados a partir de la manifestación. Esta manifestación es válida sólo si se produce después de los cuarenta y
cinco —45— días de producido el nacimiento; [y] c) [si] se comprueba que las medidas excepcionales
tendientes a que el niño, niña o adolescente permanezca en su familia de origen o ampliada, no han dado
resultado en un plazo máximo de ciento ochenta —180— días". Y los fundamentos del Proyecto enuncian: "De
este modo, el Proyecto se armoniza con la ley 26.061".
Asimismo, establece la obligatoriedad de contar con el consentimiento expreso del pretenso adoptado mayor
de diez años para que se proceda a su adopción, es decir, en la etapa del juicio de adopción propiamente dicho.
Por último y como diferencias a destacar con la ley actual, el art. 610 enuncia que "la sentencia de privación
de la responsabilidad parental equivale a la declaración judicial del estado de adoptabilidad" y el art. 616
incorpora la posibilidad de que sea el juez interviniente quien, de oficio y una vez cumplido el período de
guarda, inicie el proceso de adopción.
En virtud de lo expuesto, se puede apreciar cómo el derecho interno fue adecuando sus prácticas a los
nuevos estándares de derechos humanos que rigen actualmente. Así se advierte al analizar la jurisprudencia y la
doctrina en diversos temas de derecho de familia.
Pero también se advierte cómo la legislación interna actual, especialmente el Código Civil, ha servido en
muchas oportunidades para que los jueces se apartaran de los enunciados nacionales e internacionales de
derechos humanos. De ahí radica la importancia de armonizar toda la legislación que rige en materia de familia
en nuestro país. Se trata de adecuar, sin dejar lugar a dudas, nuestro derecho interno a los estándares de derecho
internacional pero, además, de generar seguridad jurídica, indispensable en una sociedad democrática, con
valores éticos y de respeto al ser humano: niño, adolescente, adulto o con alguna discapacidad.
Ahora bien, cabe preguntarnos por qué contando con la normativa precedentemente expuesta, muchos
tribunales argentinos continúan rigiéndose por las normas de derecho interno, siendo que de acuerdo con la
Convención de Viena sobre los tratados, ningún Estado parte de un tratado internacional de derechos humanos
puede alegar su derecho interno a fin de incumplir con los preceptos de la Convención de que se trate. Aún más,
si su derecho interno le otorgó a dichos tratados jerarquía constitucional y, por ende, superioridad jurídica
respecto de las demás normas internas.
Respecto de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, se suma a lo ya dicho que "ninguna
duda cabe en cuanto 'al carácter operativo de esta disposición', lo que significa que está dirigida a una situación
de la realidad en la que puede operar inmediatamente, sin necesidad de instituciones que debe establecer el
Congreso" (20).
Ya en las XVI Jornadas Nacionales de Derecho Civil celebradas en Buenos Aires en 1997 se arribó a la
siguiente conclusión: "La omisión en legislar sobre un derecho contenido en alguna de las cláusulas
constitucionales, no impide su aplicación si tal derecho puede ser ejercido dentro del marco de racionalidad"
(21). Ello, sin perjuicio de que en la actualidad la ley 26.061 legisló sobre los derechos contenidos en la
Convención Internacional sobre los Derechos del Niño.
Por ello, el Proyecto de reforma de Código Civil y Comercial de la Nación "es un paso importante para
mejorar la condición de la infancia y adolescencia y aproximar sus derechos a una real efectividad" (22). En
suma, el Proyecto se alza como necesidad en una sociedad que cambió, porque el tiempo es otro y el entorno
también lo es.
Como ya se sostuvo, es fundamental que las normas regulen los hechos sociales y, para ello, hay que
introducirse en el movimiento de la historia para que la ley "se halle en sintonía con las nuevas necesidades y
problemas jurídicos suscitados por las transformaciones de los tiempos" (23).
Ahora bien, ¿cuál es la razón de explicitar principios de índole constitucional/internacional en el Proyecto de
reforma del Código Civil como lo hace el art. 595 que se titula "Principios generales" que ya están volcados en
sendos instrumentos de derechos humanos? No sólo para reforzar esta obligada perspectiva, sino también para
destacar que, ante cualquier silencio, vacío legislativo o laguna propia del derecho y, más aún, del derecho de
familia, que es tan cambiante y dinámico, debe siempre apelarse a estos principios generales, que observan un
valor especial tratándose de la adopción (24).
IV. El verdadero sentido del instituto de la adopción a la luz de los principios de orden constitucional e
internacional
A los fines de comprender los argumentos expuestos precedentemente, esto es, los principios de orden
constitucional e internacional que marca el Proyecto en el derecho filial, en sus diferentes fuentes y en los
principios generales del art. 595 proyectado, analizaremos a continuación una valiosa sentencia que reconoce y
afianza la adopción como vínculo filial y de parentesco, centrada en el interés superior del hijo adoptivo
(reconociendo la guarda preadoptiva su valor) y el derecho a la identidad (25).
V. Plataforma fáctica
El 30/8/2005 se otorgó la guarda preadoptiva del niño A. J. R. S. a la viuda M. I. d. S., quien había
permanecido bajo su cuidado y recibido el trato de hijo desde los 8 meses de vida. A los pocos días de haber
aceptado el cargo de guardadora del niño, M. I. d. S. fallece como consecuencia de un accidente
automovilístico, sin haber promovido el correspondiente juicio de adopción. Frente a dicha situación, la
defensora de pobres y menores solicitó como medida autosatisfactiva que se declare a A. J. R. S. hijo adoptivo
de su guardadora fallecida, en atención al vínculo que se había generado, quienes habían convivido por más de
dos años y medio. El planteo tuvo favorable acogida. Ello motiva esta innovadora sentencia en análisis, debido a
que los progenitores de la causante promovieron la sucesión de su hija, en la que el niño fue declarado único
heredero (posteriormente, la declaratoria fue ampliada, nombrándose a una hermana de la causante, heredera
instituida según testamento ológrafo). Más tarde, la instancia de grado designó tutora del niño a otra de las
hermanas de la causante, con fundamento en la aludida disposición de última voluntad. Como consecuencia de
ello, los padres de M. I. solicitaron judicialmente la nulidad del pronunciamiento de adopción post mortem (a
través de la revisión de la cosa juzgada) y la consecuente nulidad de la declaratoria de herederos, que los
desplazaba de la línea sucesoria.
Desde su máxima jerarquía institucional, el Alto Tribunal nacional reafirmó el criterio de la instancia
originaria, así como el de la Cámara de Entre Ríos, desvirtuados, en cambio, por el Supremo Tribunal de esa
provincia. Llega entonces el caso, en queja, a la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
VI. Análisis del caso
Veamos sus circunstancias: se trata de una filiación por adopción unipersonal y post mortem, incoada por la
defensora de menores, quien continúa el trámite de guarda, iniciado por la causante y cumplida con carácter
preadoptivo. Se fundamenta la petición en atención a la dignidad e identidad personal del niño ya integrado
durante dos años y medio a la familia como miembro de ella e hijo de la extinta —ello según se probara en los
informes interdisciplinarios arrimados a las causa—, por los que se habían verificado los recaudos plenos para la
tramitación y culminación de la adopción.
VII. Temas en discusión y algunos interrogantes
¿Regula de manera expresa el Código Civil vigente y aun el proyectado este tipo de supuestos? No todas las
situaciones fácticas se encuentran expresamente reguladas y la descripta es una de ella, por lo que la respuesta
es negativa.
¿Existe legitimación activa del Ministerio Público para promover la acción? Entre los fundamentos del
Superior Tribunal de la Provincia de Entre Ríos podemos extraer: "Las causales de extinción de la guarda
preadoptiva son similares a las de extinción de la patria potestad" (26) y, en lo que para el presente resulta de
interés, cabe destacar "el supuesto de muerte del guardador. Esta fatal circunstancia extingue el instituto en
análisis; ...no sólo por la imposibilidad de cumplirse su inmediato propósito..., que, en el caso al haber una única
guardadora quedará frustrado, sino... ante la imposibilidad jurídica y fáctica que pueda iniciarse ya el juicio de
adopción mismo, ante la muerte del único pretenso adoptante que no ha instado el juicio de adopción..." (27).
Entonces, cabe cuestionarnos, la guarda con miras a adopción, legalmente otorgada y cumplida, ¿queda
tácitamente revocada por el deceso de la pretensa adoptante? Sin dudas, desde otro eje del análisis, es también
de aplicación al caso la importante previsión del legislador que retrotrae los efectos de la sentencia de adopción
a la fecha de otorgamiento de la guarda (art. 322, CCiv.), con todo cuanto esto implica de reconocimiento y
trascendencia de la guarda preadoptiva en la vida del hijo y de sus padres; en este caso, la madre y su familia.
Asimismo, este caso no es asimilable al supuesto del art. 324, CCiv., que autorizaría en caso de muerte de
uno de los esposos postulantes que el niño sea adoptado por el cónyuge sobreviviente y como hijo del
matrimonio.
Por otro lado, en el supuesto de deceso del adoptante, no está prevista la designación de un tutor (como sí lo
está en la adopción biológica), sino que establece el otorgamiento de una segunda adopción (arts. 312, párr. 1°
in fine, 377 38, 389 y concs., CCiv.).
¿Resultaría razonable interpretar que el interés superior del niño se encuentra reflejado en una interpretación
literal de los preceptos normativos de la adopción, en contraposición a lo preceptuado en los arts. 21 y 31,
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Convención sobre los Derechos del Niño?
¿Es ajustada a derecho la institución como hijo adoptivo (y, en la especie, como heredero, al haber la
causante manifestado su voluntad previamente) de forma alternativa a la que fija la ley 24.779? Entiendo que el
Superior Tribunal, en la especie, se inclinó por una respuesta afirmativa a este último interrogante, ponderando
el derecho fundamental del niño a ser adoptado y, en consecuencia, declarado heredero del adoptante. También
ponderó la voluntad del adoptante, manifestada en el testamento. Todo ello, por sobre los intereses de los
progenitores del causante desplazados de la línea sucesoria, quienes fundaron principalmente su petición, en la
ausencia de formalidad del juicio y la falta de legitimación de la defensora de menores para promover la
adopción (no abordaré este último eje de discusión por exceder el propósito de las presentes líneas).
En el dictamen de la procuradora general de la Nación (consid. IV) se señala el enfoque en que habrán de
examinarse los dos fundamentos en los que se asienta la sentencia apelada; a modo de ejemplo señalaremos que
"...toda decisión debe ser tomada a la luz del interés más ventajoso para el niño), a saber: que los tribunales han
de implementar el principio del mejor interés del niño analizado sistemáticamente como los derechos y las
conveniencias de éste se ven o se verán afectados por las decisiones que habrán de asumir" (28). "Aquella regla
no atiende exclusivamente a los beneficios en el plano económico, social o moral, sino que impone ponderar las
implicancias que la sentencia pueda tener sobre la personalidad en desarrollo" iii) "...La atención central hacia el
interés del niño orienta y condiciona toda la situación en materia de menores de edad, de manera que —como
órgano supremo de uno de los poderes del Gobierno Federal— corresponde a esa Corte aplicar... los tratados
internacionales a los que nuestro país está vinculado; con la preeminencia que la Constitución les otorga (art. 75,
inc. 22, Ley Fundamental)". iv) Agrega que "...la identidad filiatoria también puede gestarse a través de vínculos
consolidados en los primeros años de vida, configurándose allí un dato con contenido axiológico relevante a la
hora de evaluar el interés superior del interesado".
La Corte Suprema de Justicia de la Nación recordó jurisprudencia de uno de los órganos internacionales, la
Corte Interamericana de Derechos Humanos (29), para sustentar los fundamentos de la sentencia. En tal sentido,
reiteró que "toda decisión estatal, social o familiar que involucre alguna limitación al ejercicio de cualquier
derecho de un niño o niña, debe tomar en cuenta el superior interés del niño y ajustarse rigurosamente a las
disposiciones que rigen esta materia; ...que dicho superior interés se funda en la dignidad misma del ser
humano, en las características propias de los niños, y en la necesidad de propiciar el desarrollo de éstos..., y que
su determinación en casos de cuidado o custodia de menores de edad se debe hacer a partir de la evaluación de
los comportamientos parentales específicos y su impacto negativo en el bienestar y desarrollo del niño, según el
caso, los daños o riegos reales, probados y no especulativos o imaginarios, en el bienestar del niño..." (consid.
9).
VIII. La ponderación del interés superior del niño
El defensor general de la provincia de Entre Ríos, en la fundamentación de su recurso extraordinario federal,
argumentó: "Que, en el caso, ya se habían verificado los recaudos plenos para la tramitación y culminación de la
adopción, que son el estado de adoptabilidad del niño y la idoneidad, la aptitud y el vínculo con M. I...".
Seguidamente agrega que "...el niño debe estar en el centro de protección, lo cual requiere un pronunciamiento
armónico para un sujeto de derecho (niño) que está inserto en un grupo familiar" (30).
En ese orden de ideas, la Corte Suprema de Justicia priorizó el carácter fundamental del reconocimiento del
derecho a la identidad y el interés superior del niño, que "permite resolver los problemas de los niños en el
sentido de que la decisión se define por lo que resulta de mayor beneficio para ellos. De esta manera, frente a un
presunto interés del adulto, se prioriza el del niño" (31).
Aquí también debe observarse que el tribunal se remitió a antecedentes jurisprudenciales en los cuales el
juzgador hizo prevalecer el interés superior del niño sobre el de sus padres biológicos (32). Justamente y en la
construcción del pronunciamiento, la Corte Suprema se adentró en tal dilema y sopesó (33) el interés del niño
—sujeto más vulnerable— "por sobre todos los intereses en juego", evitando generar nuevos conflictos de
consecuencias imprevisibles. De esa manera, aplicando el método jurídico de ponderación razonable, el tribunal
prefirió el interés del niño por sobre los demás intereses. Bajo tal temperamento añadió "que, en consecuencia,
no resulta razonable interpretar que, en el caso, el interés superior del niño se encuentre reflejado en una
aplicación literal y dogmática de los preceptos normativos que regirían la materia, que produce como
consecuencia —entre otras que no han sido evaluadas por el a quo— la desvinculación del menor A. respecto de
quien en vida cuidó en sus primeros años de existencia generando un vínculo maternofilial, lo insertó en su
grupo familiar y expresó su voluntad adoptiva no sólo al promover y obtener su guarda sino también al
designarlo públicamente como 'mi hijo' en uno de sus testamentos ológrafos (ver fs. 107 del expte. s/sucesión ab
intestato)" (34).
En la declaración de principios contenidos en el art. 595, Proyecto de reforma del Código Civil, como ya
expresé precedentemente, el primero al que se hace referencia es "el interés superior del niño"; si se acepta que
tanto la sociedad, como la ley, las autoridades políticas, administrativas y judiciales deben garantizar a los niños,
niñas y adolescentes la mejor adopción posible, no debería perderse de vista el efecto que los distintos modelos
parentales existentes actualmente puedan tener en la vida de los hijos adoptivos. Muchas de estas inquietudes
están siendo expuestas en estudios científicos que impactan en el derecho privado movilizando a la comunidad
jurídica. Ahora, más que nunca, es aplicable el existencialismo posmoderno en el sentido que cada individuo
está legitimado para crear sus propios valores (35).
La adopción se trata de una medida de protección de la infancia, especialmente contenida en el art. 594 del
Código proyectado, que se sustenta en "el interés superior del niño", no de los adultos involucrados.
En los casos como comentado, en los que la situación no está prevista en la ley, debe superarse el vacío legal
desentrañándose el verdadero sentido del instituto de la adopción a fin de garantizar los derechos fundamentales.
En ese orden de ideas, la adopción debe ser analizada a la luz del nuevo paradigma del derecho familiar tras la
reforma constitucional de 1994, que persigue: a) garantizar el interés superior del niño; b) que se declare en
interés del niño; c) garantizar el derecho a la identidad; d) transparentar el origen de la filiación y condenar los
orígenes ilícitos.
En esta línea se sostuvo: "La adopción se concibe, además, como un proceso de compromiso psicológico y
emocional por parte de los adultos, con el fin de establecer un vínculo afectivo con el niño, lo que se erige a
través de la convivencia cotidiana impregnada de afecto y cariño. Ello se ha producido de manera clara y
efectiva en el caso..." (36).
IX. A modo de conclusión
Pensar la adopción es mirar más allá de la norma. Como pocos otros institutos del derecho familiar, la
adopción exige un replanteamiento constante de las reglas, las fórmulas, las prácticas y también los
procedimientos.
El impacto del derecho internacional de los derechos humanos sobre las relaciones de familia (que tiene
lugar a través la regulación jurídica que de ella lleva adelante el Estado) no ha sido siempre reconocido como tal
en el interior de nuestra cultura jurídica, como correlato de la distinción artificial entre el derecho privado y el
derecho público. En efecto, sólo de modo relativamente reciente ha comenzado la doctrina a tomar nota del
impacto que el derecho internacional de los derechos humanos tiene sobre el derecho privado en general y el
derecho de familia en particular. Es posible que esta apertura venga de la mano de la denominada
constitucionalización del derecho civil (37) y del reconocimiento en la medida en que la propia Constitución
Nacional establece la relación jerárquica entre ella misma y las leyes que en su consecuencia se dicten (de que el
primer axioma, el de la primacía constitucional, hoy no es discutido; la Constitución prevalece sobre el resto del
ordenamiento, incluido, obviamente, el Código Civil) (38).
Cuando se trata de resguardar el interés superior del niño atañe a los jueces buscar soluciones que se
avengan con la urgencia y la naturaleza de las pretensiones, encauzar los trámites por vías expeditivas y evitar
que el rigor de las formas pueda conducir a la frustración de derechos que cuentan con particular tutela
constitucional (39).
No cabe duda en este caso que ese bien superior consiste en confirmar al niño en su estado de familia,
forjador de su vida e identidad desde su más tierna infancia, no cometiendo el dislate de negarle la realidad y
entidad del vínculo vivido infringiéndole nuevamente un daño inconmensurable separándolo de ella.
Resulta totalmente desvirtuada la misión específica de los tribunales especializados en asuntos de familia si
éstos se limitan a decidir problemas humanos mediante la aplicación de una suerte de fórmulas o modelos
prefijados, desentendiéndose de las circunstancias del caso que la ley les manda concretamente valorar (40).
La sentencia en análisis reafirma la genuina interpretación y concreción de cuanto constituye e implica en
sus efectos ético jurídicos y existenciales el vínculo adoptivo pleno, el que se inicia en la guarda preadoptiva
legalmente concedida y cumplida, ya que la causante había pedido y obtenido la guarda con miras a adopción,
había tenido al pequeño por un período mayor a los seis meses (requeridos en el art. 316, CCiv.), había
establecido con él un fuerte lazo materno filial —evaluado como tal por especialistas que intervinieron en la
causa— y existió la voluntad adoptiva manifestada en el testamento.
Por su lado, siguiendo la directiva primordial de la Convención sobre los Derechos del Niño, plasmada
principalmente en sus arts. 3 y 21, el juzgador ponderó el vínculo de A. con la figura de quien fuera declarada su
madre y con la realidad vital que ella lo insertó desde sus primeros meses de vida; también el lugar que ocupa,
para el niño, el grupo con el que reside (tíos maternos, primos) y valoró el daño esperable que en el niño
produciría si se dejara sin efecto el estado filiatorio en el que fue emplazado. Si bien el supuesto del caso no se
encuentra contemplado expresamente, tampoco se encuentra incluido en las causales de prohibición, por lo que
se optó por favorecer el vínculo adoptivo y la integración familiar.
Por todo ello considero que, con acierto, la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el marco del interés
superior del niño y a la luz de la obligada perspectiva constitución internacional, valoró los aspectos de los
efectos jurídicos de la decisión tomada, preservando los derechos fundamentales del niño adoptado y del
adoptante, desentrañando la significación jurídica de los textos legales aplicables con el fin de evitar la
frustración de los derechos amparados en los arts. 17, 18 y 19, CN.
Para cerrar, dejo como expresión de deseo que, en un futuro, cuando pueda acceder A. a su proceso de
adopción, encuentre en los argumentos esgrimidos claras respuestas y razones éticas de las decisiones que
definieron su destino familiar y personal.
Los operadores del derecho de familia venimos observando modificaciones en el mundo de la filiación por
adopción, entre otras, que serán llevadas a la práctica conforme el nuevo ordenamiento; seguramente también
traerán nuevos desafíos, que nos llevarán a seguir reflexionando, analizando y debatiendo el instituto. Como
bien señala Marisa Herrera, una ley de adopción, por más precisa que sea desde el punto de vista técnico, lo más
clara posible desde su redacción o lo más ajustada desde su regulación, no soluciona el problema de la adopción
y sus "desviaciones" o malas interpretaciones. "...Salirse de esa visión que se puede adjetivar de 'romántica'
sobre el valor de la ley constituye una consideración previa y central para comprender, en su justa medida, qué
cambios ciertos puede lograr una modificación del texto legal vigente en materia de adopción" (41).
(*) Politóloga. Abogada, Universidad de Buenos Aires (UBA). Especialista en Derecho de Familia, UBA.
Secretaria del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil n. 88 con competencia exclusiva en cuestiones
de familia. Docente de la materia Derecho de Familia y Sucesiones, Facultad de Derecho, UBA.
(1) Así lo señala Víctor Bazán en su artículo sobre "El impacto de la reforma constitucional en el ámbito de
los derechos económicos, sociales y culturales", JA del 25/8/2004.
(2) Gil Domínguez, Andrés, en el Encuentro Nacional de Jóvenes Abogados en el Derecho de Familia,
Facultad de Derecho, UBA, 19 y 20/6/2008.
(3) LL del 16/10/2012, p. 6; LL 2012E963; LL del 24/10/2012, p. 11; DJ del 19/12/2012, p. 12; LL Online
AR/JUR/48008/2012.
(4) Fallos 330:3248, del 13/7/2007.
(5) Caso "Almonacid", del 26/9/2006, parágr. 124, consid. 12. Página web de la Corte Interamericana
www.corteidh.or.cr.
(6) www.corteidh.or.cr.
(7) www.corteidh.or.cr.
(8) Cataldi, Myriam M., "La responsabilidad parental", en Rivera, Julio C. (dir.), Comentarios al Proyecto
de Código Civil y Comercial de la Nación 2012, AbeledoPerrot, Buenos Aires, 2012, ps. 463 y ss.
(9) Corte Interamericana de Derechos Humanos, 27/4/2012, caso "Fornerón e hija v. Argentina", EN Doc.
Jud 2012 nro. 45 p. 29.
(10) Fallo "Casal, Matías E. y otro", del 20/9/2005, consid. 14 del voto de los Dres. Petracchi, Maqueda,
Zaffaroni y Lorenzetti, LL 2005F110.
(11) "Kot", 5/9/1958, Fallos 241:291.
(12) Famá, María Victoria, "Nuevas tendencias jurisprudenciales en materia de divorcio", RDF, nro. 44,
AbeledoPerrot, Buenos Aires.
(13) Corte Sup., 7/7/1992, "Ekmekdjian v. Sofovich".
(14) Corte Europea de Derechos Humanos, 13/6/1979, "Marckx (Paula y Alejandra) v. Bélgica".
(15) Corte Sup., 7/4/1995, "Giroldi", LL 1995D461.
(16) Corte Interamericana de Derechos Humanos, 27/4/2012, caso "Fornerón e hija v. Argentina", ya citado.
(17) Herrera, Marisa, "El régimen adoptivo en el Anteproyecto de Código Civil: más sobre la trilogía
'Blanc'", AP AP/DOC/2146/2012; SJA del 20/6/2012, p. 83; JA 2012II.
(18) Lorenzetti, Ricardo L., "Aspectos valorativos y principios preliminares del Anteproyecto de Código
Civil Comercial de la Nación", LL del 23/4/2012, p. 1, citado por Herrera, Marisa, "El régimen...", cit.
© Thomson Reuters Información Legal 13
Documento
(19) Dispone este articulado referido, precisamente, a los "principios de la adopción", que "la adopción se
rige por los siguientes principios específicos: 1. se recurrirá a la adopción cuando se hubieren agotado las
medidas de apoyo a la familia y de reinserción familiar; 2. se priorizará la adopción nacional sobre la
internacional. La adopción internacional será excepcional; 3. se priorizará la adopción por parte de parejas
heterosexuales constituidas legalmente, sobre la adopción por parte de personas solas; 4. se preferirá como
adoptantes a los miembros de la familia de origen del niño, niña o adolescente, hasta el cuarto grado de
consanguinidad; 5. el niño y la niña siempre que estén en condiciones de hacerlo deben ser escuchados en el
proceso de adopción y sus opiniones serán valoradas de acuerdo al desarrollo evolutivo y emocional de cada
uno. Es obligatorio el consentimiento del adolescente; 6. las personas adoptadas tienen derecho a conocer su
condición de tal, su origen, su historia personal y a su familia consanguínea, salvo que exista prohibición
expresa de esta última; 7. los candidatos a adoptantes deberán ser personas idóneas; 8. los niños, niñas,
adolescentes y los candidatos a adoptantes deben recibir una preparación adecuada para la adopción; y 9. en los
casos de adopción de niños, niñas y adolescentes pertenecientes a los pueblos y nacionalidades indígenas y afro
ecuatorianas, se preferirá a adoptantes de su propia cultura". Citado por Herrera, Marisa, "El régimen...", cit.
(20) Fallos 315:1492, Kemelmajer de Carlucci, Aída, "Principios procesales y tribunales de familia", JA
1993IV876 y Bidart Campos, Germán, J., ED 150514, en Guahnon, Silvia, "El debido proceso y la
concreción del derecho del menor a ser oído en un proceso de familia", artículo basado en la ponencia
presentada por la autora en el XXII Congreso Nacional de Derecho Procesal, celebrado en Paraná.
(21) Guahnon, Silvia, "El debido proceso...", cit.
(22) Guahnon, Silvia, "El debido proceso...", cit.
(23) Guahnon, Silvia, "El debido proceso...", cit.
(24) Herrera, Marisa, "El régimen...", cit.
(25) Corte Sup., 26/9/2012, "M. d. S., R. y otra s/ordinario s/nulidad de sentencia e impugnación
declaratoria de herederos", LL del 16/10/2012, p. 6; LL 2012E693; LL del 24/10/2012, p. 11.
(26) Medina, Graciela, La adopción, t. I, RubinzalCulzoni, Santa Fe, 1998, p. 150.
(27) Sup. Trib. Just. Entre Ríos, sala 2ª en lo Civil y Comercial, 31/8/2010, "M. del S., R y otra", LLLitoral,
febrero 2011, p. 57; LL Online AR/JUR/73186/2010.
(28) Comité de los Derechos del Niño, observación general 5, Medidas generales de aplicación de la
Convención sobre los Derechos del Niño (arts. 4° y 42 y parágr. 6°, art. 44), 2003, HRI/GEN/1Rev. 7, parágr.
12, p. 365.
(29) Corte Interamericana de Derechos Humanos, sentencia del 27/4/2012, "Fornerón e hija v. Argentina".
Compulsar además, Cao, Christian, "Control de constitucionalidad más control de convencionalidad. Un nuevo
paso en la tutela de los derechos fundamentales", LL 2010E376.
(30) Consid. 6°.
(31) Consid. 11.
(32) Sentencia de la Corte Sup., 12/6/2012, "N. N. o U., V. s/protección de persona", con comentario de
Cao, Christian Albertus, Viviana, "Libertad de intimidad y derecho a la salud. El respeto al plan de vida de las
personas en la Constitución Nacional (a propósito de la transfusión de sangre y la vacunación obligatoria)", JA
2012III, fasc. 5; del 1/8/2012, p. 20.
(33) Consid. 11, párr. 2º.
(34) Consid. 12.
(35) Ciuro Caldani, Miguel Á., Filosofía del orden público en la posmodernidad, Depalma, Buenos Aires,
1987.
(36) Juzg. Civ. Com. y Familia Río Cuarto, 6 , 18/11/2011, "M., C. R. v. B., S. B.", LL Online
AP/JUR/288/2011. Otro caso no contemplado en la ley sobre adopción post mortem en el que un matrimonio
interpone demanda de adopción, solicitando que sea plena. Durante la sustanciación del proceso, el niño fallece.
En este contexto, el matrimonio decide continuar el proceso, excluyendo, de manera expresa y por si fuera
necesario, cualquier beneficio económico.
(37) Lorenzetti, Ricardo L., "Constitucionalización del derecho civil y derecho a la identidad personal en la
doctrina de la Corte Suprema", LL 1993D673; ver además Gil Domínguez, Andrés Famá, María Victoria
Herrera, Marisa, Derecho constitucional de familia, Ediar, Buenos Aires, 2006. Puede compulsarse a mayor
abundamiento: Lloveras, Nora Salomón, Marcelo J., El derecho de familia desde la Constitución Nacional,
Depalma, Buenos Aires, 2009.
(38) Kemelmajer de Carlucci, Aída, "La constitucionalización del derecho civil", en AA.VV.,
Sesquicentenario del Código Civil de Andrés Bello, LexisNexis, Santiago, 2005, p. 1997.
(39) Fallos 324:122 y 327:2413 y 5210.
(40) Consid. 16, conf. Fallos 323:91.
(41) Herrera, Marisa, "El régimen...", cit.