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San Mateo 10, 5-10

Hacer apostolado significa compartir, significa guiar, significa iluminar a todos los que te rodean
para que todos lleguen a su fin, que es Dios.

Hay diversos tipos de apostolado


• El apostolado del testimonio: consiste en actuar siempre bien, en privado y en público; en
convencer a los demás del camino a seguir, caminando tú primero. Que al verte feliz y realizado los
demás deseen seguirte e imitarte.
• El apostolado de la palabra: consiste en hablar de lo que has descubierto. Puedes realizarlo
escribiendo libros, dando conferencias o en pláticas informales, durante un rato de convivencia o
en la comida, en donde compartas con los demás tus experiencias y tus conocimientos sobre el
camino a la felicidad.
• El apostolado de la acción: consiste en organizar, dirigir o colaborar en alguna obra o acción
específica de ayuda a los demás. Esto se puede realizar a través de la acción social, las misiones
o cualquier otra acción que dé a conocer a Dios a los demás.
• El apostolado de la oración y el sacrificio: consiste en orar, rezar y sacrificarse por los demás.
Muchas veces te encontrarás con personas a las que es imposible convencer mediante las palabras
o el testimonio. Con ellas, necesitas más que nunca el poder de Dios, recurrir a Él y pedirle su
ayuda.

A estos Doce Jesús los envió a misionar, con las instrucciones siguientes: No vayan a tierras
de paganos ni entren en pueblos de samaritanos. Dirijanse mas bien a las ovejas perdidas
del pueblo de Israel. A los largo del camino proclamen: ¡El Reino de los Cielos está ahora
cerca!

Nos invita a fijarnos en los más necesitados. En las almas atribuladas por el pecado. Nuestro
mensaje es un mensaje de salvación. Es un mensaje de confianza y esperanza. Es un mensaje de
alegría. Es un mensaje transformador. Un mensaje capaz de tocar lo más profundo de cada ser
humano. No es una actividad de fin de semana en los miembros de la congregación. La misión
constituye el centro mismo, el quehacer, el estilo de vida de la iglesia que se encarna en el mundo.
Porque la misión implica ir, y el ir es permanente, porque estando en el mundo no podemos
alejarnos de vivir en presencia misionera. Nuestra misión es hacer de la encomienda de Jesucristo
una actitud y una acción permanente, de tal modo que cada día de la semana y en cada relación
en que nos movemos, estamos en misión.
La tarea principal de estos doce era predicar: El reino de los cielos se ha acercado. el tema principal
de este mensaje es el arrepentimiento. La predicación del reino es una buena noticia al mundo,
Dios ha cumplido sus promesas en Cristo Jesús, quien ha venido a ejercer la soberanía de Dios,
conduciendo a todo hombre al conocimiento de Dios y a la seguridad de su salvación de todo aquel
que cree

Sanen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos y echen los demonios. Ustedes lo
recibieron sin pagar, denlo sin cobrar.

Junto con la tarea de predicar, les dio autoridad para: Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad
muertos, echad fuera demonios. No cabe duda que con el mensaje del evangelio viene la liberación
de todas las angustias y cadenas. Todo esto es una evidencia que el mensaje del evangelio no es
un conjunto de simples reglas religiosas que cargan más a los hombres, sino que trae alivio al alma
cansada y angustiada, y aquellos que lo prediquen tienen la autoridad de parte de Jesús para
compartir este precioso don. Porque la predicación del Evangelio del Reino demanda la acción de
la iglesia, sustentada en el poder que ha recibido de Jesucristo, para acompañar a los hombres en
la liberación de todo tipo de presión. Así mismo los grandes demonios de nuestro siglo: poder,
riqueza y placer, han de ser echados fuera de la vida de los cristianos como testimonio y de la
iglesia, de la presencia del Reino en medio del mundo y de la historia. Signo de este reino es la
iglesia, cuya renuncia al poder, a la riqueza y al placer egoísta ha de ser luz que en las tinieblas
resplandece.
Jesús les dijo a sus discípulos “de gracia recibisteis, dad de gracia”, y con esta instrucción estaba
diciendo todo esto se da por gracia, no se negocia, lo único que el oyente necesita es creer en este
glorioso mensaje y abrir su corazón para recibir todos sus beneficios y la vida eterna. Los
mensajeros un día lo recibieron de pura gracia y ahora tienen que compartirlo por pura gracia.
Los cristianos, nos hemos sacado la verdadera lotería, "el premio gordo". Lo curioso de este premio,
es que, no sólo es para nosotros. Se trata de compartirlo, de transmitirlo y de hacer que, más "ovejas
perdidas de la casa de Israel" encuentren a Dios y sean felices. ¡Cuánto amor y cuánta misericordia
por parte de Dios! Sigamos su voz. Seamos apóstoles y, en ese hacer felices a los demás,
acrecentaremos nuestra verdadera felicidad y nos estaremos ganando la vida eterna...

No lleven oro, plata o monedas en el cinturon. Nada de provisiones para el viaje, o vestidos
de repuesto; no lleven bastón ni sandalias, porque el que trabaja se mece el alimento.

Las palabras “de gracia recibisteis, dad de gracia” se conectan perfectamente con la siguiente
instrucción que Jesús les da a sus discípulos. Debían estar libres de toda ambición de riquezas, su
ministerio era un don que habían recibido de gracia y así lo tenían que compartir, pero al mismo
tiempo les dice que tienen que limitar sus provisiones a las necesarias para el viaje: No os proveáis
de oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de
calzado, ni de bordón. Uno podría preguntarse por qué Jesús les dio tales prohibiciones y si son
instrucciones que todos los misioneros deberían aplicar en nuestros días. La respuesta más
probable es que lo que el Señor deseaba es que sus discípulos aprendieran a confiar en Dios
durante su obra evangelizadora y esperaran que sus necesidades fueran solventadas por Él. En
este sentido los mensajeros del Rey necesitan tener fe. El servicio en su obra y el éxito de ella están
en proporción directa con la fe del misionero. Jesús quería que ellos aprendiesen esta importante
lección. Muchas veces podemos ver lo difícil que es establecer una obra misionera, requiere
esfuerzo, recursos humanos, materiales y financieros, y que lo que se tiene no es suficiente para
cumplirla. Pero lo cierto es que la obra del Señor se sostiene por fe y es Dios el que provee para
ella.

Total disponibilidad para el cumplimiento de la misión. Ningún tipo de atadura debe estorbar el ir a
anunciar el evangelio.

La misión cristiana tiene por equipo la palabra, el testimonio de la iglesia, la gracia de Dios y el
desprendimiento como actitud misionera. Por ello, quien sabe desprenderse de todo para ser ligero
en su misión, también tiene la capacidad de recibir de parte del Señor su sustento cotidiano y de
hacerlo con la humildad de quien comparte un pedazo de pan con sus hermanos. El compartir el
pan, el compartir el hogar y el ser sostenido en la obra misionera, son parte constitutiva del
testimonio del Reino.

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