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Reseña Bobbio

Por: Juan Diego Agudelo Molina

El texto El problema de la guerra y las vías de la paz de Norberto Bobbio es una reflexión
sobre los problemas de la guerra, en particular sobre la posibilidad de una guerra termonuclear,
problema que se presenta por la tensión en las relaciones diplomáticas de dos superpotencias, a saber,
Estados Unidos y la Unión Soviética. La proliferación de las armas nucleares y la polarización entre
dos bandos con capacidad bélica equivalente hacen que la posibilidad de una guerra no se muestre sólo
como un acontecimiento más en la historia de la humanidad, sino como el fin mismo de la especie
humana. Ante esta situación Bobbio, haciendo uso de la analogía de la historia como un laberinto con
una única salida, plantea la guerra como un camino bloqueado. Esta concepción supone desechar una
tradición que no sólo entró en decadencia, sino que parece insostenible ante la posibilidad de la
destrucción total, tradición que se conoce como “teoría de la guerra justa”. La consideración de la
guerra termonuclear como una guerra justa, utilizando los argumentos tradicionales de la “guerra
justa”, resulta un contrasentido teórico, toda vez que “se ubica fuera de todo posible criterio de
legitimación y de legalización, más allá de todo principio de legitimidad y legalidad, en una palabra, es
incontrolada e incontrolable” (p.58). Ya no se trata de considerar una guerra como justa o no,
dependiendo de si se declara o se conduce legítimamente o legalmente, sino de repudiar cualquier tipo
de conflicto bélico y de tomar una postura pacifista ante el posible desencadenamiento de una guerra
final, como sería la guerra termonuclear.

La posición que se plantea no es sólo la de defender un pacifismo que se limite a mostrar la


guerra como una institución en decadencia destinada a desaparecer (pacifismo pasivo), sino como una
institución inconveniente e injusta que debe ser eliminada por medio de la acción humana (pacifismo
activo). Esta postura del pacifismo activo implica valorar la guerra y considerarla injustificable y,
además, encontrar un “remedio” o solución para erradicar toda posibilidad de conflicto bélico. El
remedio que propone Bobbio es la formación de una “conciencia atómica”. Ante el cambio histórico
decisivo que hace incomparable la nueva forma de guerra con las pasadas, ante la imposibilidad de
justificar una guerra futura con argumentos de legitimidad o de legalidad y ante la amenaza de
destrucción total, un camino viable de la humanidad para evitar su aniquilación es la racionalización de
los efectos que produciría una guerra nuclear.

Lo que se denomina “conciencia atómica” es una vía para la paz que se propone como
alternativa al fenómeno del “equilibrio del terror”. El equilibrio del terror desarrolla la guerra como una
situación imposible, “por el hecho de ser aún, pese a todo, o sea pese a su carácter terrible, material y
moralmente posible” (p. 48) En cambio, la conciencia atómica busca “demostrar no sólo que la guerra
no es necesaria, sino también que no es buena, es decir que se trata de un acontecimiento que debemos
impedir” (p. 49). La conciencia atómica no se limita a determinar la imposibilidad física de la guerra
por medio de un análisis del transcurso de la historia, ni por medio de un diagnóstico del equilibrio
entre ambos bandos por el temor de las consecuencias, sino que propone una concepción normativa que
califica a la guerra como injusta y busca dar argumentos morales, filosóficos y políticos que
imposibiliten la generación de un conflicto bélico.

Si la formación de una conciencia atómica coincide con la doctrina del pacifismo activo, la
pregunta es qué tipo de pacifismo se debe defender, un pacifismo en relación a los medios (pacifismo
instrumental), ante la institución estatal (pacifismo institucional) o frente a los hombres (pacifismo
finalista). El instrumental hace referencia a las teorías de la no violencia o a las políticas de desarme,
las cuales buscan impedir la guerra prohibiendo los medios para realizarla. El institucional busca la
creación de un superestado que dirima los conflictos internacionales entre estados o la eliminación total
de la institución estatal asociada al capitalismo, de modo tal que se transforme el sistema económico.
Finalmente, el finalista propone enfrentar la causa última de la guerra, a saber, la conducta de los
hombres, bien sea a través de la formación de criterios ético-morales o bien a través del cambio en los
instintos biológicos humanos. Si bien el pacifismo instrumental es el más practicable, es decir, el más
fácil de implementar, es al mismo tiempo el menos eficaz, ya que ataca los medios por los cuales se
desarrolla la guerra pero no el problema mismo, la guerra como tal. Por su parte, el pacifismo finalista
es el más eficaz, porque enfrenta el problema en sí, la naturaleza humana, pero el menos practicable, ya
que la historia ha mostrado la invariabilidad de los instintos humanos. En este sentido, practicabilidad y
eficacia se contraponen, encontrando como punto medio la posición del pacifismo institucional.

El objetivo de Bobbio no es dar una única vía posible para alcanzar la paz, porque si bien su
posición es clara al defender la vía del pacifismo activo frente al camino de la guerra, que conduce a un
abismo, en esta misma vía se encuentras diversas posibilidades. Su intención es esclarecer las vías que
le quedan a la humanidad para salir del laberinto y mostrar a qué conducen. Por tanto, será tarea de la
filosofía formar una conciencia atómica, de modo que cada quién se forme un criterio del final que le
espera al tomar determinado camino.

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