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El que, por obediencia, se somete al mal, está adherido a

la rebelión contra Dios y no a la sumisión. (San


Bernardo).

¡Basta de silencios! ¡Gritad con cien mil lenguas! porque,


por haber callado, ¡el mundo está podrido! (Santa
Catalina de Siena).

Deja la tristeza para aquellos que están en el mundo, los


que trabajamos para Dios debemos estar alegres. (San
Leonardo).

Dios ama a cada uno de nosotros, como si sólo hubiera


uno de nosotros. (San Agustín).

La verdadera enseñanza que trasmitimos es lo que


vivimos; y somos buenos predicadores cuando ponemos
en práctica lo que decimos. (San Francisco de Asís).

Procuremos siempre mirar las virtudes y cosas buenas


que viéremos en los otros y tapar sus defectos con
nuestros grandes pecados... tener a todos por mejores
que nosotros... (Santa Teresa de Jesús).

La simulación de la humildad es la más grande soberbia.


(San Agustín).
Si alguien vive fuera de la Iglesia, no es del número de
sus hijos; y no queriendo tener a la Iglesia por Madre, no
tendrá a Dios por Padre. (San Agustin).

Quien no es tentado no es probado, y quien no pasa por


la prueba, no adelanta. (San Agustín).

La oración es la mejor arma que tenemos: es la llave que


abre el corazón de Dios. Debes hablarle a Jesús, no sólo
con tus labios, sino con tu corazón. En realidad, en
algunas ocasiones debes hablarle sólo con el corazón.
(Padre Pío).

Todos los santos comenzaron su conversión por la


oración y por ella perseveraron; y todos los condenados
se perdieron por su negligencia en la oración. Digo, pues,
que la oración nos es absolutamente necesaria para
perseverar. (Cura de Ars).

Errar es humano; perservar en los errores es diabólico.


(San Agustín).

Quien busca a Jesús por María, asegura la paz y la


serenidad de su alma. (San Benito abad).
No busco, en efecto, entender para creer, sino que creo
para entender. Pues creo esto, porque si no creyere, no
entendería. (San Anselmo de Canterbury)

La ley de Cristo, que se cumple en el amor, nos obliga a


procurar la salvación de las almas más que la del cuerpo.
(San Francisco de Asís).

No eres más santo porque te alaben, ni más vil porque te


desprecien. (Beato Tomás de Kempis).

Se derraman más lágrimas por las oraciones contestadas,


que por las no contestadas. (Santa Teresa)

Porque dando es como recibimos. (San Francisco de Asís)

La caridad es sin duda mayor que cualquier regla. Por otra


parte, todas las reglas deben conducir a la caridad. (San
Vicente de Paul)

Siempre encontramos que los que caminaban más cerca de


Cristo fueron los que tuvieron que soportar las pruebas más
grandes. (Santa Teresa de Ávila)
Aparte de la cruz, no hay otra escalera por la que podamos
llegar al cielo. (Santa Rosa de Lima)

La tribulación es un regalo de Dios, uno especial que da a


sus amigos especiales. (Santo Tomás)

Si usted está buscando por donde debe ir,reciba a Cristo,


porque Él es el camino. (Santo Tomás de Aquino)

Aquellos cuyos corazones son puros, son el templo del


Espíritu Santo. (Santa Lucía)

Bendito sea Él que vino a este mundo con el único propósito


de sufrir. (Santa Teresa de Ávila)

Bendito sea Él que vino a este mundo con el único propósito


de sufrir. (Santa Teresa de Ávila)

Toda virtud halla su vida en el amor.


Santa Catalina de Siena
El alma que está enamorada de Dios es un alma gentil,
humilde y paciente. San Juan de la Cruz

La santidad no consiste en saber mucho ni en mucho


meditar; la santidad es un secreto: el secreto de mucho amar.
Santo Tomás de Aquino

Dios permite defectos en quien lo ama, porque sacan mucha


utilidad, como quien tropieza al caminar: avanza dos pasos
hacia adelante. San José de Cupertino

Dios regala su propia corona de espinas a sus amigos.


Santa Bernardita Soubirous

Quien sirve a Dios es como una garrafa de agua cristalina:


una pajita se ve enseguida. Si comete un mínimo error, se da
cuenta y se humilla, y pide perdón. San José de Cupertino

Acumula tesoros en el cielo el que da a Cristo. Y da a Cristo


el que da al pobre. San Antonio de Padua

La amistad que puede concluir, nunca fue verdadera.


San Jerónimo

La ayuda divina acompaña a quienes la piden de corazón,


humilde y devotamente. San Buenaventura
Si en medio de las adversidades persevera el corazón con
serenidad, con gozo y con paz, esto es amor. Santa Teresa
de Ávila

La cortesía es una rama de la caridad. Beato Juan XXIII

Dios golpea sin cesar las puertas de nuestro corazón.


Siempre está deseoso de entrar. Si no penetra, la culpa es
nuestra. San Ambrosio

El humilde conocimiento de ti mismo es un camino más


seguro hacia Dios que el camino de la ciencia. Beato Tomás
de Kempis

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