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LA GEOMECÁNICA EN LA PERFORACIÓN Y VOLADURA DE ROCAS

El principio de una buena voladura se fundamenta en una buena supervisión al proceso


de perforación.

En general, las rocas de baja densidad se deforman y rompen con facilidad, requiriendo
un factor de energía relativamente bajo, en tanto que las rocas más densas demandan de
una mayor cantidad de energía para lograr una fragmentación satisfactoria así como un
buen desplazamiento y esponjamiento del material volado. En rocas con alta densidad,
para que el empuje impartido por los gases sea el adecuado, deben tomarse las
siguientes precauciones: aumentar el diámetro de perforación para elevar de esta manera
la presión de barreno, reducir el esquema y modificar la secuencia de encendido, mejorar
la efectividad del retaque con la finalidad de aumentar el tiempo de actuación de los gases
y obligarlos a que escapen por el frente libre y no por el mismo barreno y
utilizar explosivos con una alta energía de empuje. Este parámetro es quizá el más
utilizado en las expresiones que permiten determinar parámetros geométricos tales como
el burden, pero también en la determinación de la impedancia.

Resiliencia

La capacidad de un material para absorber energía en el rango elástico, se conoce como


su resiliencia (Jastrzebski, 1959). El módulo de resiliencia es la máxima cantidad de
energía de deformación por unidad de volumen que el material puede absorber hasta el
límite elástico; se expresa en kg.cm/cm³ y está representado por el área bajo la curva,
esfuerzo - deformación, en la zona elástica. Las dos propiedades, esfuerzo en el límite
elástico y elasticidad, que al parecer influyen, en gran parte, sobre la resistencia a la
compresión, intervienen en la determinación del módulo de resiliencia.
La porosidad.
Se trata de la porosidad intergranular, primaria o de formación, cuya distribución en el
macizo pudiera considerarse uniforme y que genera efectos como la atenuación de la
energía de la onda de choque y la reducción de la resistencia dinámica a la compresión y,
consecuentemente, un incremento de la trituración y porcentaje de finos. El trabajo de
fragmentación en rocas muy porosas, se realiza, casi en su totalidad, por la energía de
empuje, lo que obliga a utilizar explosivos con una elevada energía de empuje,
sacrificando la energía de tensión, mediante el desacoplamiento de las cargas y a retener
los gases de las voladuras a alta presión con un adecuado dimensionamiento de la
longitud y tipo de retaque.
La velocidad de la onda longitudinal
La velocidad de la onda longitudinal es la velocidad a la cual la roca transmitirá las ondas
de compresión: mientras más densa y homogénea sea la roca, más eficientemente se
propagarán las ondas. La velocidad de detonación del explosivo requerido, se determina
mediante las características de propagación de las ondas en la roca, estando en una
relación directa. Este parámetro es vital en el buen manejo de una voladura, pues
determina no sólo la impedancia del terreno sino también, es un parámetro que permite
determinar la vibración que producirá el explosivo en el terreno
La palabra dureza como se emplea en la industria de la perforación, tiene una variedad de
significados que dependen incluso del método de perforación utilizado. El término, “roca
dura”, se usa generalmente para describir una formación geológica que por alguna razón
es difícil de perforar. En la perforación con broca de diamantes, la dureza se interpreta
como la resistencia a la abrasión. En la perforación por percusión, el término implica la
resistencia al impacto, mientras que con las perforadoras de rotación, la dureza se
considera análoga al esfuerzo de compresión. Aunque éstas se consideren variables
enfrentadas para los diferentes tipos de roca, el término dureza se aplica
indiscriminadamente por la industria, como la resistencia de la roca a la penetración
por cualquier tipo de técnica de perforación (Mather, 1951).

2.- ESTRATIGRAFÍA
Las voladuras en zonas en donde se produce un cambio litológico drástico y,
consecuentemente, una variación de las propiedades de las rocas, obligan a una
reconsideración de los diseños. Deben colocarse, por ejemplo, espaciadores en arcilla o
gravilla entre la carga del barreno en donde la presencia de lodolitas, por ejemplo, indica
que es posible una explosión prematura. A menudo, estratos de lutita o arcillolita muy
blandos, se encuentran concentrados en una pequeña longitud del barreno, los cuales
deben ser tratados de la misma manera a fin de prevenir una pérdida de energía del
explosivo. Los yacimientos estratiformes semi horizontales que presentan algún horizonte
muy resistente, pueden conducir a un tipo de voladuras particular en los que las cargas se
alojen perfectamente confinadas, a la altura de tales horizontes. Igualmente, es
recomendable que la localización de los multiplicadores en las columnas de explosivo
coincida con los niveles más resistentes a fin de aprovechar al máximo la energía de
tensión producida por dicho explosivo.
Cuando se encuentren en contacto dos materiales de resistencias muy diferentes, como
por ejemplo una lutita físil en contacto con una arenisca muy competente, y si los
barrenos atraviesan dichas formaciones, tendrá lugar una gran pérdida de energía
asociada con la caída de presión y escape de los gases al producirse deformaciones
rápidas de dichos materiales menos resistentes y, por consiguiente, se obtendrá una mala
fragmentación (esta situación, que de hecho es mucho más común de lo que se pueda
pensar, es un buen ejemplo para llamar la atención sobre el seguimiento que debe
hacerse durante la perforación). Para aumentar el rendimiento de las voladuras en estos
casos, se aconseja: retacar con material adecuado aquellas zonas del barreno que estén
en contacto con el material menos resistente o próximo a ellas, emplear cargas de
explosivo totalmente acopladas a la roca competente con una gran velocidad de
detonación y una relación “ET / EB” alta, colocar los multiplicadores en el punto medio de
la roca dura para incrementar la resultante de la onda de tensión que actúa a ambos lados
y evitar el escape prematuro de los gases a la atmósfera asegurando que tanto la longitud
de retaque como la dimensión del burden sean las correctas. Si los materiales de los
estratos son diferentes en sus respuestas a la voladura, el piso del banco puede llegar a
ser muy irregular; igualmente, es probable que se presenten fracturas terminales si el
disparo se inicia en la dirección equivocada. En las Figuras 3, 4, 5 y 6, se ilustran algunas
de estas situaciones en macizos rocosos heterogéneos.
Figura 3.
Esquema de perforación en un macizo heterogéneo.
Figura 4.
Perfil de terreno mostrando una estratigrafía bastante inclinada y diferentes espesores de
banco. Supóngase que el objetivo sea beneficiar el banco oscuro. En estas figuras, los
entramados hacen alusión a las diferentes características tanto físicas como mecánicas,
tales como: localización del estrato con respecto a la superficie, espesor del mismo, peso
unitario, estado de diaclasamiento, resistencia a la compresión simple y módulo de
Young, entre otros parámetros, así como los objetivos de la voladura.
Figura 5.
En este caso, el banco a beneficiar es el que se encuentra debajo del estrato oscuro.
Figura 6.
En este caso, el estrato a beneficiar sería el que se encuentra inmediatamente encima del
estrato en negro

RASGOS ESTRUCTURALES
La característica más importante de todos los macizos rocosos es la presencia de
discontinuidades; en efecto, todas las rocas en la naturaleza, así como todos los macizos
rocosos, poseen algún grado de discontinuidad, microfisuras, macrofisuras, cavidades,
etc. que influyen de manera decisiva en las propiedades físicas y mecánicas de las rocas
y los macizos, y, por consiguiente, en los resultados de las voladuras. Las superficies de
discontinuidad en el macizo pueden ser de distintas clases: estratificación, laminación,
foliación primaria, esquistosidad, pizarrosidad, fracturas, juntas, etc. Dichas
discontinuidades pueden estar abiertas, cerradas o rellenas, y por ende, exhibir diferentes
grados de transmisión de la energía del explosivo. Los labios de estas discontinuidades
representan superficies planas en donde se reflejan las ondas de choque atenuando y
disipando la energía producida por el explosivo. La fragmentación está influenciada por el
espaciamiento entre barrenos, “E”, el espaciamiento entre discontinuidades, “S”, y el
tamaño máximo del bloque admisible, “M”. Especial cuidado debe prestarse cuando las
discontinuidades son subverticales y la dirección de salida es normal a la de éstas, pues
es frecuente la sobreexcavación detrás de la última fila de barrenos, lo cual obliga a una
perforación inclinada para mantener la dimensión del burden en la primera línea.
Cuando la estratificación o los sistemas de diaclasas presentan un ángulo menor de 30º,
es recomendable que los barrenos sean normales a dichos planos con la finalidad de
aumentar el rendimiento de las voladuras. Si se conoce la distribución en planta del
estado de diaclasamiento del macizo, debe tenerse en cuenta esta disposición a fin de
colocar correctamente los explosivos con los espaciamientos apropiados, en lugar de
mantener un espaciamiento constante. En efecto, situaciones en las que las diaclasas se
presentan en familias formando ángulos suplementarios, originan liberaciones desiguales
de la energía de los explosivos, llegando la roca a fragmentarse excesivamente en las
zonas con ángulos agudos y produciendo grandes bloques en las zonas con ángulos
obtusos. Para evitar estos inconvenientes, que influyen muchas veces en la transmisión
de importantes vibraciones al terreno, las cargas de explosivo deben colocarse
preferentemente junto a zonas con ángulos obtusos y el espaciamiento entre barrenos
debe ser paralelo a las direcciones de los planos de fractura. Además de estos
procedimientos, se recomienda una reprogramación de las secuencias de encendido de
las cargas, con la finalidad de crear la máxima superficie libre después de cada
detonación, circunstancia que depende de la geometría de fracturación del macizo rocoso.
Cuando es posible modificar el diámetro de los barrenos, conviene utilizar diámetros más
pequeños al interior de zonas más fracturadas, para controlar mejor la fragmentación y los
impactos ambientales resultantes. Las discontinuidades en el macizo rocoso tienen gran
influencia sobre el diseño y ejecución de las voladuras ya que pueden utilizarse como un
indicativo preliminar de la fragmentación: el espaciamiento entre discontinuidades, puede:
a- Obligar a un espaciamiento menor entre barrenos con el fin de minimizar sus efectos
adversos en la fragmentación de la roca.
b- Reducir los requerimientos de energía del explosivo para una buena fragmentación.
c- Permitir el empleo de explosivos con alta producción de gases como el Anfo, para
producir el desplazamiento del material durante la voladura.
d-Establecer como clave de la fragmentación y el control estructural, la orientación del
frente de explotación respecto a la orientación de las discontinuidades.
La orientación de las discontinuidades respecto al frente de explotación, también tiene
influencia en la eficiencia de la voladura, tal como se puede apreciar en las Figuras 9 y 10.
Figura 9
. Familia de discontinuidades formando ángulos respecto de la cara libre. De acuerdo con
López Jimeno, la disposición de discontinuidades formando ángulos respecto a la
superficie del frente libre, puede generar la producción excesiva de bloques en la cara y
una superficie irregular en el frente.
Figura 10
. Familia de discontinuidades paralela a la cara libre. En el caso en el que las
discontinuidades se encuentren paralelas al frente de explotación, se presenta un control
estructural adecuado, una fragmentación uniforme y una superficie plana en la cara, por lo
que se recomienda como la mejor disposición.
Otras alternativas para implementar el control geoestructural, consisten en dotar a las
voladuras de líneas de barrenos de precorte, las cuales reducen la probabilidad de
sobrefracturación del macizo remanente, aunque pueden ocasionar vibraciones
excesivas. Las tendencias son, por tanto, utilizar patrones de voladura versátiles, que se
adapten a las discontinuidades de los macizos, lo que demanda un previo conocimiento
de éstas. En una formación con presencia de estratos inclinados, los barrenos deben
perforarse en filas a fin de crear una cara orientada en la dirección de buzamiento de
dichos estratos (es decir, normal a la dirección de los mismos). Este procedimiento
incrementa igualmente la posibilidad de tener una roca fracturada más allá de los límites
de la última fila de barrenos, como en todos los casos, pero la parte superior posterior del
último plano de estratificación se proyecta hacia afuera y la masa rocosa remanente no
soportada es susceptible de caer por gravedad. La proyección contra el buzamiento,
produce, por su parte, menos fracturamiento detrás de la última fila volada pero
incrementa la posibilidad de un repié alto, un piso rugoso en el banco y una mayor altura
que la pila de material volado normal. El burden se verá modificado por un factor de
corrección dependiendo de si la proyección se hace a favor o en contra del buzamiento,
así: para el primero, Kd = 1,18 y para el segundo, Kd = 0,95.El disparo normal a la
dirección de los estratos no se debe llevar a cabo si existen múltiples plano de
estratificación que se presenten muy inclinados en el frente de arranque. Si la voladura
bajo cualquiera de estas condiciones conduce a resultados desfavorables, puede ser
necesario reorientar el frente a fin de sacar ventaja de geologías más favorables; no
obstante, si estos cambios no son posibles, la selección de los explosivos debe tomar en
cuenta estos factores. Resulta una buena práctica orientar el frente paralelo a la dirección
de un sistema de diaclasamiento principal, ya que en este caso la expansión de los gases
producidos por la detonación del barreno trabaja contra la roca que es más propensa a
fracturarse primero según las diaclasas principales y subsecuentemente según las
diaclasas menores o secundarias. Las cavidades intersectadas por los barrenos, no sólo
dificultan la perforación con la pérdida de brocas, varillas y tiempos de retardo, sino
incluso, la eficiencia de la voladura, especialmente cuando se utilizan explosivos a granel
o bombeables. Si, por otro lado, los barrenos no intersectan las cavidades, el rendimiento
de la voladura también disminuye debido a la prematura terminación de las grietas
radiales al ser interrumpidas, en su propagación, por las cavidades existentes y la rápida
caída de presión de los gases al intercomunicarse el barreno con las cavidades, y, como
consecuencia, la interrupción de la apertura de grietas radiales al escapar los gases hacia
los espacios vacíos. Otra de las características del macizo rocoso que influencian la
voladura son, los esfuerzos in-situ; en este caso, el patrón de fracturas generado en torno
a los barrenos, puede estar influenciado por la concentración no uniforme de esfuerzos
alrededor del mismo. En rocas masivas homogéneas, las grietas que empiezan a
propagarse radialmente desde los barrenos, tienden a seguir la dirección de los esfuerzos
principales. Esto quiere decir, entonces, que después de determinar la dirección de los
esfuerzos principales, el frente de voladura debe orientarse en esa misma dirección. La
presencia de agua, también tiene una importante influencia en el buen desempeño de las
voladuras. Las rocas porosas y los macizos intensamente fracturados, cuando se
encuentran saturados, presentan habitualmente ciertos problemas que obligan a
seleccionar explosivos que no se alteren por el agua; además dicha humedad incide
sobre la pérdida de barrenos por desplomes internos y dificulta la perforación inclinada.
Por otra parte, el agua afecta a las rocas y a los macizos rocosos ya que aumenta la
velocidad de propagación de las ondas elásticas en terrenos porosos y agrietados, reduce
las resistencias de las rocas tanto a compresión como a tracción, al ser menor la fricción
entre las partículas, y reduce la atenuación de las ondas de choque intensificando los
efectos de ruptura debidos a la energía de tensión.

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