Sei sulla pagina 1di 6

¡Compre una Espada!

Defender la vida para continuar la obra

Pregunta:
“¿Pudiera hablar de Lucas 22:36—“[E]l que no tiene espada, venda su capa y
compre una”? Algunos dicen que este pasaje se encuentra en conflicto con
Mateo 5:39, que prohíbe que los cristianos ejerzan venganza física, mientras que
otros declaran que el enunciado en Lucas autoriza al cristiano a usar armas
físicas en defensa de la causa de Cristo”.
Respuesta:
Se debe hacer algunas observaciones en cuanto a este tema.
Primero, no se debe tomar un pasaje que aparentemente contiene una dificultad
para usarlo en oposición de toda la colección bíblica de información que guía a
una conclusión opuesta. Este no es un enfoque bíblico correcto, y revela la
deshonestidad de algunos que critican la Biblia. Esto se asemeja al
procedimiento del escéptico que ignora la información abundante que sostiene
la unidad de la Biblia (por ende, su origen divino), y quien apela a un solo texto
que a primera vista parece implicar contradicción.

Tome un par de minutos para suscribirse gratis con su dirección electrónica y


reciba notificaciones para materiales bíblicos y promociones especiales.
Suscríbase
Segundo, el contexto inmediato (Lucas 22:35-38) pertenece a las instrucciones
concernientes a la manera en que los discípulos serían tratados en su misión de
proclamar el Evangelio. Ellos debían ir confiando en el Señor. El Señor les hizo
recordar del cuidado providencial que experimentaron en sus obras
evangelísticas previas. Cuando fueron anteriormente, ¿llevaron provisiones
abundantes? No. Dios cuidó de ellos día tras día. ¿Tuvieron escasez de algo?
Ellos admitieron que no lo tuvieron.
Jesús luego citó Isaías 53:12, donde el profeta predijo que Cristo mismo sería
“contado con los pecadores”, i.e, tratado como un pecador común. El contexto
general de Isaías 53 revela que al cumplir el plan divino para la redención, el
Cordero de Dios no recurriría a la violencia (vs. 7). Su ejemplo al lidiar con la
hostilidad debía ser el modelo para Sus discípulos.
Tercero, cuando las autoridades fueron a arrestar a Jesús, Pedro intentó
defender a su Maestro con su espada, y el Salvador reprendió severamente a Su
apóstol por este esfuerzo (Mateo 26:51-52).
Cuarto, con referencia a Lucas 22:36, quiero presentar el testimonio de William
Arndt, profesor de exégesis y hermenéutica del Nuevo Testamento en el
Seminario de Concordia en St. Louis. Él fue uno de los editores muy estimados
del popular Léxico Griego-Inglés del Nuevo Testamento, juntamente con
Gingrich y Danker. En su libro, ¿Se Contradice la Biblia?, escribió en cuanto a este
pasaje:
Esta es una advertencia a los discípulos de que estaban llegando tiempos
tempestuosos, días de sufrimiento y persecución, y que ellos debían armarse
para resistir los ataques que eran inminentes. La conexión clarifica que nuestro
Señor no estaba hablando de espadas de hierro o acero en esta advertencia. Los
discípulos pensaron que Él estaba hablando de tales armas físicas, ya que dijeron
en el vs. 38: “Señor, aquí hay dos espadas”. Al ver que ellos todavía tenían el
entendimiento embotado en cuanto a la enseñanza espiritual que les estaba
dando, dijo: “Basta”. Él no continuó con la enseñanza, sino la dejó al Espíritu
Santo Quien luego les haría entender el significado completo de este asunto. En
breve, las palabras de Jesús en Lucas 22:36 son una manera figurativa de decir:
Están viniendo tiempos peligrosos; prepárense para ellos. Las espadas que tenía
en mente eran las armas espirituales de la fe fuerte, el amor ferviente por el
Salvador, la perseverancia, la paciencia y la esperanza. Entonces, este texto
habla de un tema completamente diferente al que Mateo 5:39 aborda, y se
puede descartar cualquier contradicción entre estos dos pasajes (1955, pp. 147-
148).
Es una circunstancia lamentable que muchos cristianos tengan ideas
preconcebidas sobre una variedad de temas bíblicos incluso antes que estudien
cuidadosamente los temas. Tales personas tienen la tendencia a pasar por alto
mucha evidencia perteneciente al tema, y después a buscar algún texto que
parezca justificar lo que quieren creer. Esta es una circunstancia triste pero muy
común.
Referencia
Arndt, William (1955), ¿Se Contradice la Biblia? [Does the Bible Contradicts
Itself?] (St. Louis, MO: Concordia).

Hemos estado viendo en el artículo anterior que debemos estar preparados con
bolsa y alforja ante las injusticias del mundo, ante su problemática. La bolsa y la
alforja pueden formar parte del Evangelio a los pobres, a los sufrientes del
mundo. Debemos ir preparados, equipados, dispuestos, como buenos
samaritanos, a usar nuestro aceite y nuestro vino para cuidar del apaleado...
también nuestro dinero. Pero no todo queda ahí. Jesús nos demanda algo más:
la espada. Así dice: “y el que no tiene espada, venda su capa y compre una”. (Ver
texto completo en Lc. 22:35-38). ¿Hasta dónde nos puede escandalizar esta
afirmación de Jesús? ¿Estás dispuesto a vender algo que necesites para
comprarte una espada, un arma? Si problemático es el tema de la bolsa, tan
problemático o más es el tema de la espada. Más aún, vender tu capa, tus
posesiones para comprar una. No es que sean problemáticos, sino que nosotros
los hemos hecho problemáticos. Nos escandalizamos por falta de
entendimiento. La bolsa, según estas palabras de Jesús, no es la bolsa de los
ricos y acumuladores insolidarios, no es la bolsa del necio acumulador que sólo
sabe usar los posesivos “mi” y “mío”. No es la bolsa del que habla consigo mismo
en un soliloquio insolidario y demoníaco diciendo: “Alma mía, muchos bienes
tienes almacenados. Come y bebe y regocíjate”. Es el soliloquio de los ladrones
del mundo, de un mundo que ha caído en manos de ladrones. Esto sí que es un
escándalo humano, un escándalo de la humanidad. La auténtica bolsa, es aquella
de la que hemos de proveernos al salir a ayudar a pobres, a consolar, a
comunicar las buenas nuevas en medio de un mundo de dolor y podrido por el
pecado, es la bolsa que podamos conseguir para compartir y ayudar a los otros.
Es una bolsa llena de palabras y de monedas... de ilusiones y compromisos. Es la
bolsa del Evangelio a los pobres. Tampoco es la bolsa para dejar en herencia a
los nuestros, para dejar retazos de riqueza a los que queremos en la tierra. Basta
a cada día su propio afán, danos hoy nuestro pan cotidiano. No os hagáis tesoros
en la tierra. Así, pues, si consigues algo en tu bolsa, que sea para compartir, para
ayudar, para curar heridas, para alojar al apaleado al lado del camino... No
salgas, pues, sin tu bolsa, sin manos solidarias, sin una voz de denuncia. También
en la bolsa deben ir voces y palabras. Además, en esta lucha por la justicia, en
esta salida a echar fuera los demonios de la opresión, es necesaria la defensa.
Hay que usar la espada. Si no tienes, ya sabes el consejo del Señor: “El que no
tiene espada, venda su capa y compre una”. Hay que hacer defensa del
Evangelio, de los pobres, de la justicia, de los robados de dignidad, de los
proscritos, de los excluidos. Es el Evangelio a los pobres. No vale con la bolsa, no
es suficiente con el anuncio de las Buenas Nuevas... hay que hacer también
defensa, denuncia... como lo hicieron los profetas. Tenemos que defendernos de
los injustos, de los acumuladores y opresores, de los impíos, de los pecadores e
incrédulos. Por eso, si no tienes espada, vende tu capa y compra una. No te
escandalices de los consejos del Señor. Te va a ser necesaria, imprescindible.
Jesús, que nunca practicó la violencia, que rechazó el uso de las armas, ahora
pide defensa y uso de la espada. Los débiles del mundo, no necesitan solamente
de la bolsa y de la alforja. Necesitan también de una defensa simbolizada con el
uso de la espada. Y digo simbolizada, porque, por mucho que nos empeñemos,
no vamos a poder hacer de Jesús un violento. Aunque a Jesús lo vayan a matar,
aunque se tenga que cumplir lo que está escrito, debemos sacar la espada,
nuestros elementos de defensa, la espada simbólica del uso de nuestra
denuncia, de nuestra voz... la espada de la palabra, no sólo de la Palabra, así con
mayúscula, la espada de la voz que clama y denuncia sin cesar. ¿Por qué
tenemos envainada tanto tiempo nuestra espada? Los discípulos, ante esta
llamada a la defensa, a la lucha por los derechos de los débiles del mundo, a la
defensa de aquellos destinatarios del Evangelio a los pobres, se sienten
desconcertados. El Maestro les decía que se tenía que cumplir lo escrito de él,
que iba a ser contado entre los inicuos. Había que coger la espada porque iba a
haber problemas. El Evangelio a los pobres también necesita de defensa y de
denuncia, de compromisos concretos y activos que usen tanto la bolsa, como la
alforja, como la espada. Espero que nadie se escandalice de estas palabras de
Jesús. Los discípulos, en su desconcierto, sacan dos espadas reales, de las que
simbolizan la muerte, armas para destruir, matar o herir: “Señor, aquí hay dos
espadas”, dijeron mientas dejaban ver o relucir el brillo del metal, del acero.
Estaban dispuestos a matar realmente, a degollar a los ladrones y acumuladores
del mundo, a los que ejercen violencia sobre los débiles: El Evangelio tenía que
ser para los pobres del mundo, necesitaban esta defensa... Así lo entendieron
ellos al sacar las dos espadas. Y el Maestro, probablemente, dio un grito. ¿Se
escandalizó Jesús? No sabemos exactamente si Jesús gritó o no. No sabemos el
tono en el que dijo una expresión de disgusto que quería poner freno a ese estilo
de defensa con las espadas que matan. Él dijo, gritó o susurró: ¡Basta! Es el
¡basta! a los violentos, a los que ejercen violencia no sólo con la espada, sino con
sus hechos, con sus acumulaciones, con sus robos... ¡Basta! Pero, así y todo, nos
dejó un mandato de necesidad de defensa. Yo me quedo con la espada de la
palabra, también con la espada de la Palabra con mayúscula y, si es necesario,
con la del grito. Palabras y gritos que, unidos a la acción, se pueden convertir en
defensa profética. Y si no lo hacemos, Señor, sigue golpeando nuestras
conciencias.

Potrebbero piacerti anche