Sei sulla pagina 1di 2

LA CONQUISTA DE TENOCHTITLAN:

La Historia verdadera de la Conquista de Nueva España de Bernal Díaz del Castillo, las Cartas
de relación de Hernán Cortés al Rey Carlos I y las Crónicas de Indias en las que muchos
conquistadores contaron sus vivencias en el nuevo mundo, son las principales referencias que
tenemos sobre lo que pasó durante la Conquista de Tenochtitlan (del 10 de mayo al 12 de
agosto de 1521). Sin embargo, en mi humilde opinión, el libro de Laszlo Passuth llamado ‘El
Dios de la Lluvia llora sobre México‘, es posiblemente el mejor libro actual que uno pueda leer
acerca de toda la conquista de este magnífico país actual.

Para entender la conquista de Tenochtitlan, capital del Imperio Mexica-Azteca (actualmente


Ciudad de México), hace falta saber lo que pasó cuando llegó Hernán Cortés a México, conocer
lo que los europeos llamaron la Noche Triste (para los aztecas fue de todo menos triste) y la
Batalla de Otumba. Luego si quieren conocer mejor a Cortés, podríamos leer la anécdota de
Pánfilo de Narváez, o saber que partió de Santiago de Cuba con 553 soldados (32 ballesteros y
13 arcabuceros), 110 marineros, 10 cañones pesados, 4 culebrinas ligeras, 16 caballos y unos
cuantos perros, de los cuales ahora, en 1521, no quedaba ni la mitad. Por otro lado, saber que
sólo la capital Tenochtitlan tenía unos 300.000 habitantes, semejante a las poblaciones
actuales (2016) de ciudades españolas como Sta. Cruz de Tenerife (220 mil) y La Laguna (90
mil) juntas, para que nos hagamos una idea de lo extensa que era la ciudad en 1521.

Pasada la fatídica Noche Triste y el encontronazo de Otumba, los españoles fueron


bienvenidos en Tlaxcala, donde Cortés y sus hombres contemplaron con asombro cómo
diversas delegaciones de tribus indígenas, antiguos vasallos de los aztecas, juraban ahora
fidelidad a la corona de España con el objetivo de ayudar para conseguir el fin de la
supremacía azteca. Algunos de estos pueblos fueron incluso enemigos de los propios
tlaxcaltecas en el pasado pero ahora, vista la voluntad de los españoles por acabar con los
aztecas, no encontraron mejor momento para unirse. Tanto fue el odio de los tlaxcalenses
hacia los aztecas, que cuando el nuevo emperador Cuauhtémoc trató de forzar una alianza
contra los invasores, Tlaxcala se negó rotundamente. Recordemos que los aztecas también
fueron un pueblo expansionista y opresor, que tomaban los corazones de sus víctimas
mientras estaban vivos, para ofrecerlo como ofrendas a los dioses, mientras las cabezas de los
dueños rodaban, escalera abajo, por las pirámides del grandioso Imperio Azteca.

Una vez Cortés hizo descansar y reponer fuerzas a sus soldados, españoles y aliados indígenas,
comenzó su avance hacia el Valle de México acabando con poblaciones guarnecidas por
guerreros aztecas en su camino. Cuantos más triunfos conseguía más aliados. El ejército se
componía mientras avanzaba hacia Tenochtitlan, sumando adeptos que iban a pie, a la vez que
Martín López fabricaba 13 bergantines para hacerse con el control del Lago Texcoco, que
prácticamente rodea a la capital mexicana. Algunas fuentes dicen que tuvieron que desarmar
sus naves en el océano, para transportarlas por piezas al lago Texcoco y así poder armarlas de
nuevo y sorprender a los mexicas con barcos en el lago.
La suerte de la ignorancia concedió a Cortés incluso más ayuda, porque Diego Velázquez
(Gobernador de Cuba) había enviado dos barcos con refuerzos y provisiones para apoyar el
fracasado intento de Pánfilo de Narváez por capturar e inmobilizar a Cortés. Las tropas
amarraron en puerto, y en vez de ver a Pánfilo vieron a todo un ejército comandado por Cortés
y sus hombres (Olid, Alvarado, Ávila, Salamanca y Sandoval), dispuesto a acabar con la
supremacía del Imperio Azteca, atacando su capital. Inmediatamente los hombres se unieron a
Hernán, concediendo comida, ropa limpia, algo de armadura y vino, así animando
notablamente la moral de los soldados, de camino a la muerte.

Pero antes de la batalla llegaron todavía más refuerzos, ante la extrema sorpresa de Cortés.
Unos por casualidad y otros por ganas de botín o heroísmo, se fueron uniendo al líder desde
uno u otro lado. El Gobernador de Jamaica envió 3 barcos que al ser rechazados por los nativos
pasaron al control de Hernán, y al poco tiempo, otros tres barcos llenos de voluntarios llegaron
desde La Española, así formando un número total aproximado de 600 españoles y 10.000
tlaxcaltecas, pero habría que sumar también a los otros pueblos indígenas que se unieron, que
llegarían a unos mil entre todos, aunque algunas fuentes se contradicen. Recordemos que
Tenochtitlan disponía de una población de 300.000, de los que salía un ejército de 150.000,
excluyendo mujeres y niños, aunque no todas.

Potrebbero piacerti anche