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Pero no tan sólo la conducta es un aspecto a relevar, sino también la emoción asociada
con el medio ambiente. Pol y Vidal (2005), señalan que por medio de la acción, los
sujetos incoporan activamente el ambiente a sus procesos cognitivos y afectivos. Ésto
alude a la significación que se otorgan a los espacios, desde el polo de los sentimientos
más agradables o placenteros hasta los más displacenteros. Cabe señalar que también se
mencionan los aspectos cognitivos implicados en este proceso, dentro de lo cual se
destaca el concepto de mapa cognitivo, entendido como un constructo que explica “la
adquisición, almacenamiento, codificación, recuperación y manejo de la información
proveniente del ambiente físico y de su estructura espacial” (Roth, 2000, p. 70)
Con esta breve reseña cada lector puede hacer el ejercicio de pensar en algún lugar, el
primero que venga a su mente, y preguntarse cómo es ese ambiente, qué características
tiene, qué emociones provoca, y cómo actúa en dichos espacios. Las respuestas serán
variadas y singulares para cada uno, pues si bien el espacio posee determinadas
características objetivas, cada una estará enlazada a recuerdos o percepciones
subjetivas. Así, “los estilos de vida de la gente, el grado de familiaridad, la condición
social, el grado de participación en actividades comunitarias y las diferencias de género
parecen influir diferencialmente sobre la percepción del espacio que habitan” (Roth,
2000, p.70).
La percepción de los riesgos son parte de la experiencia humana, en la medida que los
sujetos interpretan la realidad a partir de la propia subjetividad, dirigiendo la acción a
la toma de decisiones, influyendo así sus comportamientos antes, durante y después
del fenómeno (Rohrmann, 2008). Se enfatiza en los juicios que realizan los sujetos
sobre dicho riesgo, vinculado a características socio-culturales del sujeto que los
percibe y del ambiente en que se producen dichos juicios. (Puy, 1995, en Aragonés y
Puy, 1997). Es decir que los riesgos son esquemas construidos dependiendo del
contexto que influencia su percepción (Mikulic et al., 2012).
Según Corral, Frías y Gonzalez (2003) es crucial conocer cuáles variables (sociales y
psicológicas) predicen los juicios de peligrosidad ambiental para los individuos, y así
establecer qué estrategias de intervención y qué tipos de personas son más propensas
a percibir diferentes niveles de riesgo ambiental.
Si una fuente de peligro es de carácter natural, los sujetos pueden actuar de modo que
desarrollen estrategias de acción para prevenir los riesgos de otro desastre en el futuro.
Se logra tolerar el riesgo, al comprometerse voluntariamente, percibiendo mayor
control sobre las conductas (Mikulic et al., 2012).
Dado el impacto de los riesgos, se deben generar en los territorios mecanismos para
mitigarlos o disminuirlos, denominándose este proceso gestión del riesgo, requiriendo
para ello de recursos tanto físicos, materiales, sociales, psicológicos, etc. (Rohrmann,
2008). Es decir, debe haber una estrategia que evalúe el riesgo y sus consecuencias,
liderado por las autoridades de un territorio en particular.
En relación a lo expresado en párrafos precedentes, debe tenerse en cuenta la
interacción de los sujetos y su medio, a través de procesos psico-sociales, donde la
percepción, la emoción, cogniciones y conductas son fundamentales, debiendo
estudiar dichas características en una población particular frente a determinados
riesgos y peligros. Por tanto, es insoslayable el intercambio entre psicología y
ambiente para comprender de modo integral la complejidad de dichos fenómenos.
2. Los objetivos del presente guardan relación con evaluar la valoración que hacen los
sujetos de la muestra acerca de diferentes situaciones de riesgo, describiéndolas y
estableciéndo comparaciones entre grupos divididos por sexo, edad, nivel de estudios
y ocupación.
Los resultados de este trabajo indican que los ítems valorados con mayor puntuación
son: fumar en exceso durante mucho tiempo (M=4.83, DS=0.389), mantener
relaciones sexuales poco seguras y sin proteccion (M=4.75, DS=0,622), comer en
exceso comida con alto contenido graso (M=4.33, DS=0.778), trabajar como minero
bajo tierra (M=4.33, DS=0.778), consumir drogas alucinógenas (M=4.17, DS=1.030),
vivir cerca de una planta nuclear (M=4.50, DS=0.905). Entre las situaciones
evaluadas con menor riesgo percibido asociado al daño y consecuencias negativas
para la vida están los siguientes ítems: participar regularmente de deportes que
impliquen esfuerzo físico (M=1.75, DS=0.754), usar regularmente el teléfono celular
(M=2.33, DS=0.985), vivir cerca de un gran aeropuerto (M=2.75, DS=1.215).
Los resultados arrojados según análisis de varianza para los grupos por edad,
muestran que existen diferencias significativas sólo para el ítem de riesgo 15
-participar regularmente en juegos de apuestas- (sig=.047<.05).
Es importante ampliar este tipo de estudios, dada la relevancia otorgada a los riesgos
y su percepción, ya sea en nuestro contexto local, como en el resto del mundo por el
debate que han generado, por ejemplo, los riesgos producidos por el hombre, tales
como contaminación, plantas nucleares, asi como también aquellos desastres naturales,
entre otros.
Referencias
Cid, G., Castro Correa, C. y Rugiero De Souza, V. (2012). Percepción del riesgo en
relación con capacidades de autoprotección y autogestión, como elementos
relevantes en la reducción de la vulnerabilidad en la ciudad de La Serena. Revista
INVI, 27(75), 105-142.
Mikulic, I.M., Casullo, G., Crespi, M., Caruso, A., Elmasian, M. y Muiños, R.
(2012). Evaluación de la percepción de riesgo en diferentes grupos sociales:
propuesta de un modelo de ecuaciones estructurales. Anuario de
investigaciones, 19(2), 37-44.
Pol, E. y Vidal, T. (2005). La apropiación del espacio: una propuesta teórica para
comprender la vinculacón entre las personas y los lugares. Anuario de
psicología, 36(3), 281-297.