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Enfermedades crónicas

El vivir con una enfermedad crónica implica más que las limitaciones físicas que
ésta causa. También puede provocar dificultades económicas, emocionales y en las
relaciones humanas. Es posible que la persona experimente soledad, aislamiento,
vergüenza, temor y preocupación por depender de terceros. A menudo lleva tiempo
adaptarse y aceptar la realidad de una enfermedad a largo plazo que causa
discapacidad.

La vida familiar puede alterarse drásticamente si a la persona que brinda el principal


sostén económico del hogar le es imposible trabajar o si el tratamiento requiere de
cambios prolongados en la rutina y las actividades de la familia. Se deben aprender
aptitudes nuevas y maneras de afrontar las dificultades para saber cómo cumplir
con las indicaciones médicas, administrar los medicamentos y resolver los
problemas económicos, así como adaptarse a las limitaciones y a los cambios
causados por la enfermedad.

Quienes afrontan con éxito las dificultades generalmente cuentan con un grupo de
personas que los apoyan y ayudan a conservar un sentimiento de dignidad y valía
personal. También se esfuerzan por contar siempre con la compañía del Espíritu,
permanecer cerca del Señor y guardar los mandamientos.
Cómo prestar ayuda (Perspectiva del Creyente)
 Aprenda sobre la enfermedad y el modo en que afecta a la persona. Ello le
ayudará a comprender lo que ésta necesite y los retos y limitaciones que la
persona quizás experimente. Tenga en cuenta las necesidades especiales en
materia de higiene y las pertinentes a la disposición del espacio físico y otro tipo
de asistencia.

 Considere las necesidades emocionales, físicas y espirituales. Tómese tiempo


para demostrar interés genuino. Céntrese en la persona como tal y no sólo en su
enfermedad.

 Tenga en cuenta que es probable que la enfermedad también afecte a otras


personas que cuidan del enfermo al ver la lucha de su ser querido.

 Ayude a la persona a mantener la dignidad. Apóyela tanto como sea posible en su


esfuerzo por cuidar de sí misma, tomando en cuenta las posibilidades reales de la
persona. Sea positivo y céntrese en lo que la persona pueda hacer en vez de
hacer hincapié en las limitaciones.

 Colabore con los líderes del sacerdocio y de las organizaciones auxiliares, los
maestros orientadores y las maestras visitantes, así como con la persona y su
familia para hacer los arreglos pertinentes. Por ejemplo, es posible que las
limitaciones físicas demanden ayuda para ir a las reuniones y regresar. Según sea
factible, ayude a la persona con discapacidades y a su familia a mantener la
influencia del Espíritu consigo.

 Busque oportunidades para que la persona preste servicio y contribuya de


acuerdo con su capacidad dentro de la comunidad del barrio.

 Procure escuchar con atención a la persona conforme ésta trate de aceptar,


comprender y afrontar la enfermedad. Jamás insinúe que la enfermedad sobrevino
porque la persona es “especial” o “pecadora”. Tanto la oración como la fe en
Cristo son esenciales.

 Si la persona está hospitalizada o imposibilitada para salir de casa, apreciará


mucho las visitas frecuentes.
Sugerencias para la enseñanza (Perspectiva del Creyente)
 Considere grabar las clases para los miembros que no puedan asistir, o
visítelos y tengan la clase juntos, si resultara apropiado.
 Tenga en cuenta que muchas personas que sufren enfermedades
crónicas no pueden sentarse o concentrarse durante periodos
prolongados. Si está cualificado y tiene autorización, ayude a satisfacer
las necesidades físicas o médicas sin recalcarlas innecesariamente.
 Esté alerta si la persona tuviera cualquier necesidad médica especial que
pudiera requerir atención inmediata. Sepa cómo reaccionar en caso de
emergencia.
 Si resultara apropiado, escriba una nota que manifieste afecto y brinde
aliento, o lean un buen libro juntos.

Sanar a los enfermos

En los tiempos de conmoción mundial, más y más personas de fe recurren al


Señor en busca de bendiciones de consuelo y sanidad. Hablan en un auditorio de
poseedores del sacerdocio en cuanto al hecho de sanar a los enfermos mediante
la ciencia médica, las oraciones de fe y las bendiciones del sacerdocio.

1. Los Santos de los Últimos Días creen en la aplicación del mejor conocimiento
y de las técnicas científicas disponibles. se valen de la nutrición, del ejercicio
y de otras prácticas para preservar la salud, y conseguir la ayuda de
profesionales que sanan, tales como médicos y cirujanos, para restaurar la
salud. El uso de la ciencia médica no va en desacuerdo con las oraciones de
fe ni con nuestra dependencia en las bendiciones del sacerdocio.
2. la oración de fe, pronunciada a solas o en los hogares o lugares de
adoración, puede ser eficaz para sanar a los enfermos. En muchos pasajes
de las Escrituras se hace referencia al poder de la fe para sanar a una
persona. El apóstol Santiago enseñó que debemos “orar los unos por los
otros, para que [seamos] sanados”, y agregó: “la oración eficaz del justo
puede mucho” (Santiago 5:16). Cuando la mujer que tocó a Jesús fue
sanada, Él le dijo: “…tu fe te ha sanado” (Mateo 9:22).

La unción
En el Antiguo Testamento se menciona con frecuencia la unción con aceite como
parte de una bendición conferida por la autoridad del sacerdocio. Se declaró que
las unciones eran para santificación y tal vez también se pueden considerar
simbólicas de las bendiciones que se han de derramar del cielo como resultado de
este sagrado acto.

Fe
La fe es esencial para sanar mediante los poderes del cielo. En el Libro de
Mormón incluso se enseña que “si no hay fe entre los hijos de los hombres, Dios
no puede hacer ningún milagro entre ellos”

Palabras de la bendición
Otra parte de una bendición del sacerdocio son las palabras de la bendición que el
élder pronuncia después de que sella la unción. Estas palabras pueden ser
sumamente importantes, pero su contenido no es esencial y no se inscriben en los
registros de la Iglesia. En algunas bendiciones del sacerdocio como la bendición
patriarcal las palabras que se hablan son la esencia de la bendición. Pero en una
bendición de salud son las otras partes de la bendición la unción, la fe y la
voluntad del Señor son los elementos esenciales.

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