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C.78 a.

4 Las potencias del alma en especial 717


produce la alteración. De este modo sola-
mente éstas son el objeto de los sentidos, vinculados a distintos órganos, sino que
porque, como se dice en VII Physic.16, los están mezclados por todo el cuerpo y de
sentidos se alteran en virtud de aquello por este modo no se percibe su diferencia.
lo que se alteran los cuerpos inanimados. Por su parte, el gusto, que percibe lo
2. A la segunda hay que decir: La di- dulce y lo amargo, está unido al tacto en
mensión, la figura, y similares, llamadas la lengua, pero no en el resto del cuer-
sensibles comunes, son algo intermedio en- po, por lo cual se puede distinguir fácil-
tre las realidades sensibles percibidas acci- mente del tacto.
dentalmente y los sensibles propios, objeto Sin embargo, podría decirse que todas
de los sentidos. Pues los sensibles pro- aquellas contrariedades coinciden en un
pios alteran el sentido de forma directa y género próximo y en un género común,
natural, porque son cualidades alteran- que es el objeto del tacto en general.
tes. Los sensibles comunes se reducen a Pero dicho género común no tiene nom-
la cantidad. La dimensión y el número bre, como tampoco tiene nombre el gé-
son especies de la cantidad. La figura es nero próximo de la contrariedad de lo
una cualidad de la cantidad, ya que con- caliente y lo frío.
siste en el contorno de la dimensión. El 4. A la cuarta hay que decir: Según lo
movimiento y el reposo se sienten según dicho por el Filósofo 18, el sentido del
sean unas o múltiples las relaciones del gusto es una especie del tacto que está
sujeto con la dimensión del objeto o la sólo en la lengua. Y no es distinto del tacto
distancia, como en el movimiento de en general, sino de sus especies es-
desarrollo y en el movimiento local. O parcidas por todo el cuerpo.
también con respecto a las cualidades Si el tacto, en razón de la unidad de
sensibles, como en el movimiento de al- su objeto común, fuese un solo sentido,
teración. De este modo, sentir el movi- habría que afirmar que el gusto y el tac-
miento y el reposo equivale en cierto to son distintos por ser distintas las ra-
modo a sentir lo uno y lo múltiple. La zones de su alteración. Pues el tacto su-
cantidad es el sujeto próximo de la cuali- fre una alteración natural, y no sólo es-
dad alterante, como la superficie lo es piritual, en cuanto a su órgano propio,
del color. Por lo tanto, los sensibles co- según la cualidad que actúe directamente
munes no mueven los sentidos de forma sobre él. Por su parte, el órgano del
directa y natural, sino en razón de la gusto no experimenta necesariamente di-
cualidad sensible, como la superficie por cha alteración física por la cualidad que
razón del color. Sin embargo, no son actúa directamente sobre él, esto es, que
realidades sensibles percibidas indirecta- la lengua se haga dulce o amarga, sino
mente, ya que establecen diversidad en por una cualidad previa en la que se
la alteración del sentido. El sentido se fundamenta el sabor, esto es, la hume-
altera de manera distinta por una super- dad, que sería el objeto del tacto.
ficie grande o por una pequeña, pues in-
cluso de la blancura se dice grande o pe- ARTICULO 4
queña, y, por eso, se divide según su
propio sujeto. Los sentidos interiores, ¿están o no
3. A la tercera hay que decir: Como están distinguidos correctamente?
parece afirmar el Filósofo en el II De
Anima 17, el sentido del tacto genérica- De Anima a.13.
mente es uno, pero específicamente múl- Objeciones por las que parece que
tiple. Por eso es percibido con diversas los sentidos interiores no se distinguen
contrariedades. Sin embargo no están correctamente d.

17. ARISTÓTELES, C.11 n.1-12 (BK 422b17): S. Th. lect.22.23 n.517-550. 18.
ARISTÓTE- LES, De An. 2 c.9 n.2 (BK 421al8): S. Th. lect.19 n.481.

a. La doctrina aristotélica de los sentidos internos presenta oscuridades e


incertidumbres tanto en lo que se refiere a su número como a la naturaleza y función
propia de algunos de ellos. Los averroístas y S. Alberto Magno se atenían
fundamentalmente a la exposición de Ave- rroes, más cercana a la letra y doctrina del
Estagirita y —como casi siempre— enfrentada a la exposición de Avicena. Sto. Tomás,
en cambio, toma muy en cuenta las precisiones y los
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1. Lo común no se opone a lo pro-
pio. Por lo tanto, el sentido común e no no percibe el sentido y que suele ser lla-
mada estimativa.
debe ser enumerado entre las facultades
interiores sensitivas, al margen de los 5. Y también. El acto de la potencia
sentidos externos propios. cogitativa, consistente en comparar,
2. Más aún. Para lo que le es sufi- componer y dividir, y el acto de la remi-
ciente al sentido propio, no es necesario niscencia, consistente en emplear un de-
añadir una facultad aprehensiva interior. terminado silogismo analítico, no dista
Pero para juzgar lo sensible, son sufi- menos de los actos de la estimativa y de
cientes los sentidos propiamente tales y la memoria que lo que dista el acto de la
externos, ya que cada sentido juzga su estimativa del de la fantasía. Por lo tan-
objeto propio. Igualmente, también pa- to, o la cogitativa y la reminiscencia de-
recen suficientes para percibir sus actos. ben ser consideradas como potencias
Pues, al ser la operación del sentido algo distintas de la estimativa y de la memo-
intermedio entre la potencia y el objeto, ria, o la estimativa y la memoria no de-
parece que la vista puede percibir mejor ben ser consideradas como potencias al
su propia visión, por estar cerca, que el margen de la fantasía.
color. Lo mismo puede decirse de los 6. Por último. Agustín en XII Super
Gen. ad litt.21 establece tres géneros de
otros sentidos. Por lo tanto, no fue ne-
visión: La corporal, realizada por el sen-
cesario establecer una potencia interior
tido; la espiritual, realizada por la imagi-
llamada sentido común.
nación o la fantasía; y la intelectual, rea-
3. Todavía más. Según el Filósofo 19, lizada por el entendimiento. Por lo tan-
la fantasía y la memoria son pasiones de to, no hay ninguna potencia interior
la raíz sensitiva. Pero una pasión no se intermedia entre el sentido y el entendi-
opone a su sujeto. Por lo tanto, la me- miento, a no ser sólo la imaginación.
moria y la fantasía no deben ser conside-
radas como potencias al margen de los En cambio está el hecho de que Avi-
sentidos. cena, en su libro De Anima 22, establece
4. Una más. El entendimiento de- cinco potencias sensitivas interiores: El
pende del sentido menos que cualquier sentido común, la fantasía, la imaginación,
otra potencia de la parte sensitiva. Pero la estimativa y la memoria.
el entendimiento no conoce nada a no
Solución. Hay que decir: Como quiera
ser tomándolo de los sentidos. Por eso
que la naturaleza no falla en lo necesa-
se dice en I Posteriorum 20 que, a quienes
rio, es preciso que el alma sensitiva dis-
les falta un sentido les falta una ciencia.
ponga de tantas operaciones cuantas
Por lo tanto, mucho menos debe admi-
sean requeridas para la vida del animal
tirse una potencia de la parte sensitiva
perfecto. Y cuantas de entre dichas ac-
destinada a recibir las intenciones que
ciones no puedan ser reducidas a un
19. ARISTÓTELES, De Mem. et Rem. c.1 (BK 450a10): S. Th. lect.2 n.318. 20. ARIS-
TÓTELES, c.18 (BK 81a38): S. Th. lect.30 n.2. 21. C.6.7.24: ML 34,458.459.474.
22. P.1.a c.5 (5 rb); p.4.a c.1 (17va).
desarrollos de este último, si bien no acepte su doctrina en todos y cada uno de los puntos,
como en la distinción aviceniana de la «imaginación» y la «fantasía», admitida también por
San Alberto.—Sobre la influencia de Avicena en Sto. Tomás, y de modo especial en el
período de formación del pensamiento tomista, cf. A. LOBATO, Avicena y Santo Tomás:
Estudios Filosó- ficos 4 (1955) 45-80; 5 (1956) 83-130 y 511-551.
b. «Sentido común» no tenía el significado hoy habitual en el lenguaje corriente — y
a par- tir sobre todo de Thomas Reid (1710-1796), el fundador de la llamada «escuela
escocesa del sentido común»— también en filosofía. No se designaba con ello la
inclinación natural de la inteligencia a establecer ciertos juicios universalmente
admitidos, sobre todo en el orden de las necesidades vitales. Decía relación a algo común
a todos los sentidos externos, bien fuese en razón de su objeto, o en cuanto a su principio
o raíz entitativa de la que provienen, o a un efecto en alguna manera común, como pudiera
ser la conciencia sensitiva. Así entendido, era un elemento importante en la estructura y en la
dinámica aristotélica del conocimiento, como facultad puente entre los sentidos externos e
internos. S. Agustín hablaba también de un «senti- do interior» (De libero arb. l.2 c.3, 8-9:
ML 32,1244-5), pero le atribuía funciones que según Aristóteles corresponden a la
estimativa animal y a la cogitativa del hombre.
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solo principio, requerirán distintas po-
tencias, ya que la potencia del alma no no ocurre con la percepción de las inten-
es más que el principio próximo de la ciones.
operación del alma. Por lo tanto, para recibir las formas
Hay que tener presente que para la sensibles se tiene el sentido propio y el co-
vida del animal perfecto se precisa no mún, de cuya distinción hablaremos in-
solamente que perciba la realidad pre- mediatamente (ad 1.2). Para retener y
sente sensible, sino también la ausente. conservar se tiene la fantasía o imagina-
De no ser así, como quiera que el movi- ción, que son lo mismo, pues la fantasía
miento y la acción del animal siguen a una o imaginación es como un depósito de
percepción, el animal no se movería para las formas recibidas por los sentidos.
buscar cosas lejanas. Esto va contra lo que Para percibir las intenciones que no se
podemos observar, de modo es- pecial en reciben por los sentidos, se tiene la fa-
los animales de movimiento progresivo, cultad estimativa. Para conservarlas, se
que se mueven para conse- guir algo tiene la memoria, que es como un archi-
lejano y que han percibido. Por lo tanto, vo de dichas intenciones. Por eso, los
es necesario que el animal, por medio del animales recuerdan lo que es nocivo o
alma sensitiva, reciba no sólo las especies conveniente. También la misma razón
de los objetos sensibles que le alteran, sino de pasado, considerada por la memoria,
también que los pue- da recibir y conservar. entra dentro de las intenciones.
Pero recibir y conservar en los seres Hay que tener presente que, en lo que
corporales es algo que se atribuye a se refiere a las formas sensibles, no hay
principios distintos. Ejemplo: Los cuerpos diferencia entre el hombre y los otros
húmedos reciben bien y conservan mal, y animales, ya que son alterados de la mis-
los secos al re- vés. Por lo tanto, como la ma manera por los objetos sensibles ex-
potencia sen- sitiva es acto de un órgano teriores. Pero sí hay diferencia en lo que
corporal, es necesario que sean distintas la se refiere a las intenciones, ya que los
potencia que recibe y la potencia que animales las perciben sólo por un ins-
conserva las especies de lo sensible. Por tinto natural, mientras que el hombre las
otra parte, hay que tener presente que, si el percibe por una comparación. De este
animal sólo se moviera por lo que deleita o modo, lo que en los otros animales es
mortifica los sentidos, no sería necesario llamada facultad estimativa natural, en el
atribuirle más que la aprehensión de las hombre es llamada cogitativa, porque des-
formas sensibles que le produjeran delei- cubre dichas intenciones por compara-
te o repulsa. Pero es necesario que el ción 23. Por eso, es llamada también ra-
animal busque unas cosas y huya de zón particular, a la que los médicos 24 le
otras, no sólo porque le sean convenien- asignan un determinado órgano que es
tes o perjudiciales al sentido, sino tam- la parte media de la cabeza, y, así, com-
bién por otras conveniencias, utilidades, para las intenciones particulares como la
o perjuicios. Ejemplo: La oveja, al ver facultad intelectiva compara las univer-
venir el lobo, huye, no porque la figura sales. Por lo que se refiere a la memoria,
o el color del lobo sea repulsiva, sino el hombre no sólo tiene memoria como
porque el que viene es un enemigo de los demás animales por el recuerdo in-
su propia naturaleza. El pájaro recoge mediato de lo pasado, sino que también
pajas no para tener un placer, sino por- tiene reminiscencia, con la que analiza si-
que son útiles para la construcción de su logísticamente el recuerdo de lo pasado
nido. Para hacer eso, es necesario que el atendiendo a las intenciones individua-
animal pueda percibir esas intenciones les.
que no percibe el sentido exterior. Ade- Avicena 25 admite una quinta potencia,
más, es preciso que en él exista un prin- intermedia entre la estimativa y la imagi-
cipio propio para dicha percepción, ya nación, que une y divide las imágenes.
que la percepción de lo sensible provie- Ejemplo: Con la imagen de oro y la
ne de la alteración del sentido, cosa que imagen de monte, formamos la imagen
de un monte de oro que nunca hemos
visto. Pero esta operación no es obser-
23. Cf. ALEJANDRO DE HALES, Summa Theol. 1-2 n.357 (QR 2,434); ALBERTO MAGNO,
In De An. l.3 tr.2 c.19 (BO 5,367). 24. Cf. AVICENA, De An. p.1.a c.5 (5rb); AVERROES Col-
liget. 1.2 c.20 (10, 30F). 25. De An. p.4.a c.1 (17va).
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vable en los animales, y en el hombre,
para realizarla, es suficiente la potencia la que se sigue otra alteración en el sen-
imaginativa. Esto mismo dice Averroes tido común, que es el que percibe la vi-
sión misma f.
en un libro titulado De Sensu et
Sensibili- bus26. 3. A la tercera hay que decir: Así
Por lo tanto, no hay necesidad de ad- como una potencia surge del alma por
mitir más que cuatro potencias interiores otra potencia, como dijimos anterior-
de la parte sensitiva: El sentido común, mente (q.77 a.7), así también el alma es
la imaginación, la estimativa y la memo- sujeto de una potencia por otra. En este
ria. sentido, imaginar y recordar son llama-
Respuesta a las objeciones: 1. A la das pasiones de la raíz sensorial.
primera hay que decir: El sentido interior 4. A la cuarta hay que decir: Aun
es llamado común, no por una atribu- cuando la acción del entendimiento se
ción genérica, sino como la raíz y princi- origine en los sentidos, sin embargo, en
pio de los sentidos externos. lo aprehendido por los sentidos, el en-
2. A la segunda hay que decir: El tendimiento conoce muchas cosas que el
senti- do propio juzga el objeto sensible sentido no puede percibir. Igualmente
que le es propio, distinguiéndolo de otras ocurre con la potencia estimativa,
cua- lidades que caen también bajo el aunque en menor escala.
campo del mismo sentido, discerniendo 5. A la quinta hay que decir: Lo
lo blan- co de lo negro o de lo verde. subli- me que tienen las potencias
Pero ni la vista ni el gusto pueden cogitativa y memorativa en el hombre, no
distinguir lo blanco de lo dulce, ya que se debe a lo que es propio de la parte
para dis- tinguir entre dos cosas es sensitiva, sino por cierta afinidad y
necesario que se conozcan las dos. Por proximidad a la razón universal que
eso, es necesa- rio que al sentido común repercute sobre ellas. De este modo, no
le corresponda el juicio de son facultades distintas, sino la misma,
discernimiento, pues a él se dirigen como aunque más perfectas de lo que lo son en
a su término las aprehen- siones de los los otros animales.
sentidos. Y también le co- rresponde
percibir las intenciones de los sentidos, 6. A la sexta hay que decir: Agustín
como cuando alguien ve que ve. Pues a llama visión espiritual a la que se realiza
esto no llega el sentido pro- pio, el cual por medio de las imágenes de los cuer-
no conoce más que la forma de lo pos estando los cuerpos ausentes. Por
sensible por la que es alterado y en cuya eso resulta claro que es común a todas
alteración se consuma la visión, de las aprehensiones internas.

26. C.6 n.2 (16 I).

c. Aristóteles nunca incluye al sentido común en sus enumeraciones de los sentidos inter-
nos; más bien lo integra, a modo de un sexto sentido superior, en el conjunto de los sentidos
externos. Su objeto propio serian los sensibles comunes, es decir, aquellos aspectos de la reali-
dad sensible que dos o más sentidos externos perciben conjuntamente —aunque por razón dis- tinta
— por y en su sensible propio (movimiento y quietud, número, figura, extensión), y sus funciones
son las de distinguir entre sí las diferentes cualidades sensibles —el color del sabor, etcétera—,
unificarlos en su referencia a un mismo objeto —la manzana, por ejemplo—, fun- damentando así
lo que podemos llamar conciencia sensitiva (percepción sensorial de que ve- mos, oímos,
gustamos, etc.). Avicena será quien por vez primera, de modo claro y terminante, integre al sentido
común entre los sentidos internos, quien afirme que su objeto propio no son los sensibles
comunes, sino las sensaciones de los sentidos externos (ver, oír, etc.), de lo que se derivan las
funciones correspondientes, que son las ya establecidas por Aristóteles. Averroes, los averroístas
medievales y S. Alberto Magno subscribirían la doctrina aristotélica. Tomás de Aquino se moverá en
la dirección señalada por Avicena.—Una exposición comparada de la doctrina sobre el sentido
común y sus relaciones con los sentidos externos y los otros sentidos internos en Aristóteles,
Avicena, Averroes y Alberto Magno, en M. UBEDA PURKISS, El «sensus communis» en la
psicología aristotélica: Salmanticensis 3 (1956) 30-67.

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