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No existe una reducción de tamaño sin una clasificación. En ciertos casos como arena,
manzanas, entre otros, se pasa directo a la clasificación. En este caso se tratará la
clasificación por tamices
El objetivo de la clasificación
EI objeto de la tamización o tamizado es separar las distintas fracciones que componen un
sólido granular o pulverulento, por el diferente tamaño de sus partículas, utilizando para ello
los tamices. En principio, se puede considerar como tamiz toda superficie agujereada. Para
que la operación pueda efectuarse es necesario que el sólido a tamizar y el tamiz encargado
de ello se encuentren en movimiento relativo, para con ello dar oportunidad a las partículas
del sólido a que coincidan con las aberturas del tamiz y que pasen a través de éstas las de
menor tamaño.
Todo tamiz dará, pues, dos fracciones: Una, la fracción gruesa (o de gruesos o el rechazo
o la fracción +), y otra, la fracción fina, que se llama también los finos, el cernido o fracción
-. Cuando el producto a separar en fracciones de distinto tamaño de grano se quiere
subdividir en x fracciones, serán precisos, evidentemente: x - 1 tamices.
Por ejemplo:
Tamices
De acuerdo con su función, se pueden clasificar los tamices en industriales y de laboratorio.
Los tamices pueden estar constituidos por barras paralelamente dispuestas formando un
plano sobre el que se desliza el material a tamizar, por chapas agujereadas, o por tejidos.
Los tres tipos se emplean con fines industriales en cambio, en los trabajos de laboratorio
trabajos de tipo analítico, se utilizan casi con exclusividad los tamices cuya superficie
tamizante la constituye un tejido. Los tejidos están constituidos por dos cIases de hilos: Los
hilos de trama (a lo ancho del tejido) y los de urdimbre (a lo largo). La unión que al tejer se
dé a la trama y a la urdimbre determina la clase de tejido: liso, asargado, en cadeneta, de
retor, doble, triple, etc. El material de que pueden confeccionarse los hilos es muy variado:
metales de muchas clases, seda, nylon, crin, etc., según las características del producto
que se tamiza. Así, para productos con cantos muy vivos y de gran dureza se emplean hilos
de acero al manganeso; para productos húmedos, finos y corrosivos, se usan hilos de
bronce fosforoso, de aceros austeníticos o de vidrio. La forma de los hilos puede también
ser variada; pueden ser de sección circular, cuadrada, ovalada, rectangular. El grueso de
los hilos puede ser igual o distinto en la trama y en la urdimbre; generalmente, cuando no
son uniformes son mayores los hilos de trama.
La tensión puede afectar la forma en que se construyen los tamices, pudiendo tener
distintas propiedades, según la tensión a la que estén sometidos.
Los huecos que deja el tejido, y que, en conjunto constituirán la superficie de tamizado,
pueden ser de forma distinta, según la clase de tejido. Las mallas cuadradas se aconsejan
para tamizar productos de grano plano-escamas- o alargado. Las mallas alargadas-
rectangulares, trapezoidales, etc., se suelen emplear para tamizar formas cúbicas;
constituyen los tamices de mayor superficie útil (La relación de largo a ancho de malla más
corriente es 3: 1).
Caracterización de un tamiz
Con los datos que anteceden es fácil poder caracterizar totalmente un tamiz determinado.
En los países anglosajones, los tamices de ensayo han sido agrupados en las normas de
la American Slandards (A.S.A., Z-23, 1, 1939) que abarcan las series A.S.T.M. y las series
Tyler. La primera tiene mayor número de tamices que la segunda. La serie A.S.T.M. gruesa
comienza en el tamiz de 4,24 pulg de abertura y termina en el de 1/4 de pulg,
comprendiendo en total 22 tamices cuyas aberturas disminuyen según la razón V"2. La
serie fina A.S.T.M. comienza con la abertura de 0,223 pulg (5660 micrones) ·y termina con
la de 0,0015 pulg (37 micrones), comprendiendo 30 tamices.
La serie Tyler gruesa, más cerrada, se rige por la misma razón. El límite superior es el tamiz
de 1,050 pulg de abertura (26,67 mm). El límite inferior es el de 0,2~3 pulg (6,68 mm).
Comprende 9 tamices. La serie Tyler fina consta de 26 tamices, comenzando con la
abertura de 0,221 pulg (5613 micrones) y terminando con la de 0,0029 pulg (74 micrones).
Como la razón de estas series, ∜2, es muy pequeña, resultan demasiados tamices y
demasiado próximas sus aberturas para trabajos que no requieren separaciones muy
agudas. Por eso, en ocasiones se utilizan estos tamices alternadamente (uno sí y el
siguiente no) con lo que se maneja una serie cuya razón es √2. También se puede utilizar
un tamiz de cada cuatro de la serie principal, en cuyo caso la razón es 2.
Tamices industriales
Las superficies tamizadoras empleadas con
fines industriales pueden estar constituidas por
barras o viguetas, por chapas agujereadas o
por tejidos de varia naturaleza.
Agrupación de Tamices
Cuando se emplea más de un tamiz para
separar el producto en más de dos fracciones,
se pueden acoplar según dos sistemas: a) en
línea, y b) en cascada, representados ambos
esquemáticamente (para el caso de tres
tamices) en la figura 11-3. La diferencia está,
como se ve, en que en el primer caso el
producto bruto, B, cae sobre el tamiz más
delicado, el de malla más fina. Por tanto, si la
diferencia de tamaños es muy grande, los
trozos gruesos pueden dañar al tamiz más fino.
Hay partes del equipo que están más expuestas a los movimientos y por eso se realizan
esas partes con otros materiales mas resistentes.
Comparación entre tamices reales e ideales.
Puesto que la agitación de los tamices es tarea pesada y susceptible de imperfección, se recomienda
la agitación mecánica. Otras máquinas aplican vibradores u otros tipos de movimiento.
Las separaciones más nítidas se obtienen con partículas esféricas cuando se opera con
tamices de ensayo normalizados, pero aun en este caso hay solapamiento entre las
partículas más pequeñas de la corriente superior y las más grandes del flujo inferior. El
solapamiento es mayor cuando las partículas son aciculares o fibrosas o cuando tienden a
formar agregados que actúan como partículas más grandes. Algunas partículas largas y
finas pueden incidir frontalmente contra la superficie del tamiz y pasar fácilmente a su
través, mientras que otras partículas del mismo tamaño pueden chocar lateralmente contra
el tamiz y ser retenidas. Los tamices comerciales generalmente producen peores
separaciones que los tamices de laboratorio de la misma abertura de malla, operando
ambos con la misma mezcla.
Las diferencias, entonces entre los tamices reales e ideales se debe principalmente al
desgaste de la malla y el tiempo de tamizado (relacionado principalmente con particulas en
el cernido de mayor diámetro que el Dpc), pero también dichas diferencias pueden deberse
a alimentación excesiva, cohesion de particulas, obstruccion de las luces, heterogeneidad
en la mezcla, y la forma de depositarse en el tamiz.
Las fracciones másicas del material B en las corrientes de alimentación, superior (cernidos)
e inferior (rechazos) son: 1 - xF, 1 - xD y 1 - xB.
Puesto que toda la alimentación de material que entra en el tamiz tiene que salir como flujo
de cernidos o como flujo de rechazos,
F PR (1)
El material A contenido en la alimentación debe salir en estas corrientes y, por tanto :
D xF xP
Eliminando P de las Ecuaciones (1) y (2) se obtiene (3)
F xR xP
P xR xF
y eliminando R resulta (4)
F xR xP
(Brown)
El rendimiento de un tamiz puede basarse en los rechazos o en los cernidos. Por
ejemplo, las especificaciones o normas para la cal hidratada (ASTM, American Society for
Testing Materials, C141-42) exigen que el cernido contenga no más del 10% en peso de
materiales de tamaño mayor que el correspondiente al tamiz de 200 mallas.
Sea xP: fracción de la unidad de peso del materia deseada en el producto.
xF: fracción de la unidad de peso del material deseada en la alimentación.
xR = fracción de la unidad de peso del material deseada en el rechazo.
P = masa total del producto.
F = masa total de la alimentación.
R = masa total del rechazo
xP P
Re cuperado (5)
xF F
𝑥 (1−𝑥 ) 𝑃
𝑟𝑒𝑛𝑑𝑖𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 = 𝑥𝑃 (1 − (1−𝑥𝑃) 𝐹 ) (7)
𝐹 𝐹
Por no ser práctico pesar el total de la alimentación y del producto, resulta mejor expresar
el rendimiento mediante análisis de las muestras. Un balance de materias en la operación
de tamizado conduce a la ecuación (2)
Sustituyendo este valor de R de la ecuación (1) en la en la ecuación 2 ; agrupando los
factores comunes. Por último sustituyendo este valor P/F en la fórmula del recuperado:
x P x F x R
Re cuperado
x F x P x R
1 xP xF xR
Re chazo 1
1 xF xP xR
x P x F x R 1 x P x F x R
Re n dim ientoRe cuperox Re chazo 1
x F x P x R 1 x F x P x R
Estas ecuaciones permiten calcular los valores de la fracción recuperada, del rechazo y del
rendimiento de cualquier operación de clasificación, conocido el análisis granulométrico de
las corrientes de rechazo y de cernido y sin necesidad de conocer sus cantidades
ponderales.
Si la alimentación es demasiado rápida, o el tamiz está montado con un elevado ángulo de
inclinación, el tiempo empleado puede resultar insuficiente para una clasificación perfecta
de los materiales gruesos y finos. La humedad excesiva en la alimentación suele provocar
la cohesión de las partículas pequeñas y la formación de masas aglomeradas, o la
adherencia de las partículas finas a las gruesas. Los tamices que, por haber estado mucho
tiempo en uso, presentan orificios ensanchados, dan cernidos por exceso. Por el contrario,
los tamices cegados producen exceso de la fracción de rechazo. El rendimiento, tal como
fue definido, es una expresión numérica del efecto conjunto de todos estos factores.
La capacidad del tamiz y el rendimiento son características estrechamente relacionadas. Si
se tolera una eficacia o rendimiento bajos, el tamiz puede operar con gran capacidad. La
perfección del dispositivo para evitar el cegado del tamiz es, probablemente, el factor que
más influye en la capacidad del mismo. En el tamizado en seco, cuanto mayor sea la
humedad de un material tanto más baja resultará la capacidad del tamiz. Los materiales
más finos, debido a su gran superficie pueden tolerar un tanto por ciento más elevado de
humedad. Si la alimentación contiene una elevada proporción de partículas de tamaño un
poco más pequeño que el de los orificios del tamiz, la capacidad de trabajo de este último
disminuye considerablemente. Por ejemplo, si el tamaño de los orificios del tamiz es de 3
mm y existe en la alimentación una elevada proporción de granos de 2,5 mm, la capacidad
de trabajo del tamiz, para el mismo rendimiento teórico, resultará mucho menor que si el
producto a cerner fuera de diámetro inferior a 0,7 mm.
La relación entre el área total de los orificios y el área total del tamiz es un factor importante
para determinar su capacidad de trabajo. Debido a la dependencia directa existente entre
la capacidad de tamizado, el área de la superficie tamizante y el área total de los orificios,
la capacidad suele venir expresada en toneladas de alimentación por metro cuadrado de
superficie del tamiz y por milímetro de orificio del tamiz, cada 24 horas. Por ejemplo, un
tamiz vibrante de 0,6 metros cuadrados de superficie y de orificios de 2 mm puede
esperarse que posea una capacidad aproximada de (50 a 200) (0,6) (2) = 60 a 240
toneladas de mineral por cada 24 horas.
Capacidad aproximada de los tamices para materiales densos, como los minerales
Tamices fijos 10 – 50
Tromels 3 – 20
Capacidad y eficacia de tamices.
Además de la eficacia, la capacidad es una característica importante de los tamices
industriales. La capacidad de un tamiz se mide por la masa de material que puede recibir
como alimentación por unidad de tiempo y unidad de superficie.
Capacidad y eficacia son factores opuestos. Para obtener la máxima eficacia la capacidad
debe ser pequeña, y grandes capacidades se obtienen solamente a expensas de una
reducción de la eficacia. En la práctica es deseable un razonable equilibrio entre capacidad
y eficacia. Aunque no se dispone de relaciones exactas para estimar estas condiciones de
operación de los tamices, existen ciertos aspectos fundamentales que se pueden utilizar
como guía para comprender los factores básicos de la operación de tamizado.
Son factores que causan inexactitudes, en primer lugar, la sobrecarga de los tamices, que
suele originar el acuñado de las partículas en los orificios; también las fuerzas
electrostáticas que hacen adherirse entre sí, a las partículas pequeñas, o a éstas con las
grandes. Además, pequeñas cantidades de humedad pueden también causar adherencias.
Es conveniente el tamizado en húmedo-seco, para un análisis granulométrico muy preciso,
porque evita los peligros de la adherencia entre partículas. Se coloca una muestra pesada
en un vaso, donde se pone en suspensión en un líquido no disolvente de la substancia, que
generalmente es agua; luego se decanta sobre el tamiz más fino de la colección, por
ejemplo, el de 200 mallas. Añadiendo más agua, se repite la agitación y decantación hasta
que no queden finos en suspensión después de agitar. Con un frasco lavador se lavan los
finos sobre el tamiz hasta que el agua salga limpia. Decantando el agua de la fracción
cernida, el residuo sólido se deseca y pesa. También el rechazo se deseca y se somete al
fraccionamiento en la serie total de tamices. La nueva fracción -200 debe reunirse y pesarse
junto con la fracción obtenida primeramente por el tamizado húmedo. Este método
proporciona resultados más exactos, porque con su práctica se disminuye la probabilidad
de que las partículas finas se adhieran a las grandes.
La capacidad de un tamiz se controla simplemente variando la velocidad de alimentación
de la unidad. La eficacia que resulta para una capacidad dada depende de la naturaleza de
la operación de tamizado. La oportunidad de paso de una partícula de un tamaño inferior
determinado es una función del número de veces que la partícula incide contra la superficie
del tamiz y de la probabilidad de paso durante un solo contacto. Si el tamiz está
sobrecargado, el número de contactos es pequeño y la oportunidad de paso como
consecuencia del contacto está limitada por la presencia de otras partículas. La mejora de
la eficacia que se obtiene a expensas de la reducción de la capacidad es el resultado de la
consecución de más contactos por partícula y mejores oportunidades de paso en cada
contacto.
Idealmente, una partícula tendrá las mayores oportunidades de pasar a través del tamiz
cuando incida perpendicularmente a la superficie del mismo, si está orientada de tal forma
que su diámetro mínimo sea paralelo a la superficie del tamiz, si no está impedida por otras
partículas y si no se pega o adhiere a la superficie del tamiz. Estas condiciones no se
cumplen en el tamizado real, pero esta situación ideal puede utilizarse como base para
estimar el efecto del tamaño de malla y las dimensiones del alambre sobre el
funcionamiento de tamices.
(McCabe, 4ta edición)