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El poder de influencia del grupo es tan poderoso para las personas con Síndrome de
Solomon que les impide dar sus propias opiniones y destacar mostrando su talento.
Descubre las claves para no infravalorarte.
Nuestro comportamiento en los entornos sociales puede ser muy variado. A algunos
les gusta distinguirse del grupo mientras que otros prefieren confundirse con el
mismo no destacando en nada. Ambas conductas pueden resultar problemáticas
cuando se perpetúan o se llevan al extremo. En lo que al segundo se refiere sus
consecuencias pueden verse reflejadas en diferentes ámbitos, siendo el laboral uno
de los más relevantes. Así, la falta de propuesta de ideas diferentes (aun teniéndolas
claras en la cabeza) o no mostrar desaprobación a las opiniones del grupo por no
resultar ser “el diferente” a pesar de que las nuestras sean brillantes, son dos
ejemplos de la conducta social a la que nos referimos que, cuando se repite en
varias ocasiones y causa interferencia cotidiana, recibe el nombre de Síndrome de
Solomon.
El experimento de Solomon
Sin embargo, una vez más el denominado “animal inteligente” vuelve a convertir lo
adaptativo en desadaptativo, ya que esta conducta aplicada en situaciones sociales
que no lo merecen (por ejemplo dejar de dar nuestra opinión o no actuar como
nosotros consideramos ante una injusticia o una situación laboral por no separarnos
del comportamiento grupal…) puede hacer que perdamos nuestra identidad, dando
lugar a problemas sociales y personales.
Dudan de sus propias creencias o decisiones y ven a los demás como más
exitosos que ellos.