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En torno a ello, en el año 2002 se sancionó en nuestra legislación la Ley 25.675 de Política
Ambiental Nacional, que establece que la interpretación y aplicación de toda otra norma, a
través de la cual se ejecute la política ambiental, queda sujeta al cumplimiento de los principios
que en ella se mencionan.
Si bien el fallo que analizamos a continuación es de 1986, no resulta de más traer a colación dos
de los principios que en dicha ley se consagran; por el contrario, con ello se demuestra cómo
nuestra legislación actual no es reticente en materia ambiental y da de alguna manera respuesta
a lo que otrora la jurisprudencia ya venía receptando a través de distintas causas.
Dicha prohibición estaba contenida en el artículo 4 del Decreto-Ley 9/80 (que declara a la Laguna
Llancanelo como Reserva Fáunica):
“Dentro de la zona de la Reserva Fáunica formada en los terrenos fiscales y en los predios
privados que la contornean, queda prohibida la caza en cualquiera de sus modalidades, en un
perímetro que abarque un mil (1000) metros, desde las márgenes de la Laguna de Llancanelo.
“En caso de que el Poder Ejecutivo Nacional y/o Provincial, decidan explorar y explotar recursos
naturales no renovables existentes en la Reserva, el concesionario deberá cumplir las siguientes
obligaciones:
Inc. 3: No modificar innecesariamente la fisonomía actual de las áreas.
Inc. 6: No destruir, capturar o turbar las condiciones de vida de los animales y peces.”
En sí, lo que reclaman los actores es el derecho a la vida y a poder gozar de un medio ambiente
sano y equilibrado; lo que resulta contrario si se permite la pesca y la caza indiscriminada que
afecta todo el ecosistema.
Debido a que todavía no estaban consagrados en la Constitución Nacional, los artículos 41 y 43,
la forma con que sustentan la acción es a través del artículo 33, que actualmente se conserva y
dispone:
“Las declaraciones, derechos y garantías que enumera la Constitución no serán entendidos como
negación de otros derechos y garantías no enumerados; pero que nacen del principio de la
soberanía del pueblo y de la forma republicana de gobierno.”
Sentencia: El Juez José J. Balducci a cargo del Juzgado de 1ra Instancia Civil, Comercial y Minas
N. 4 de Mendoza, sin tener a la mano todo el aparato constitucional vigente en nuestros días;
sin estar especificado en la vieja Constitución el derecho al ambiente y la acción de amparo que
hoy se reconocen; hace lugar a la demanda promovida argumentando la existencia de una
vulneración de los derechos reclamados, y haciendo valer la supremacía constitucional por sobre
el resto del ordenamiento jurídico. La sentencia quedó firme el 02 de octubre de 1986.
d) A menudo los excesos del poder público se traducen en serios agravios a los intereses
colectivos como el ambiente, la fauna, los derechos de los consumidores, el patrimonio cultural
público, etc. La clásica noción de derecho subjetivo, propia del derecho privado, resulta
insuficiente para protegerlos con la misma eficacia evidenciada en el ámbito de las relaciones
individualizadas.
e) Ciertamente ningún sujeto podrá exhibir una situación propia, diferenciada y exclusiva frente,
por ejemplo, al interés por conservar la fauna. Con el enfoque tradicional quedarían huérfanos
de adecuada tutela, una amplia gama de intereses colectivos, primarios y fundamentales.
Para terminar, se advierte que si bien se trata de un fallo de primera instancia que no sienta una
jurisprudencia tan relevante como otras causas que llegaron a mayores instancias, no hay que
desvalorizarlo, pues de algún modo contribuyó a estimular la vocación de accionar judicialmente
en defensa de valores ambientales y con el transcurso del tiempo logró el mismo efecto que si
la hubiera sentado. Hoy en día, ha resultado ser uno de los fallos más citados en materia
ambiental y en este tipo de causas.