Sei sulla pagina 1di 9

C Ó M O A L I M E N TA R

LA FE EN LA
POSMODERNIDAD
FÉLIX ORTIZ
Una regla de vida
personal
Una regla de vida es un conjunto
de disciplinas espirituales que
nos ayudan a canalizar nuestra
espiritualidad, a moldear el tipo
de persona que queremos ser y
desarrollar aquellas cualidades
que deseamos que nos definan.
IN
LA INSPIRACIÓN
¿Qué me llevó a desarrollar una regla de vida personal? Han habido varias influencias importantes que me han guiado
en esta dirección. La primera, y sin duda la más importante, ha sido la Palabra de Dios. Sin embargo, como afirmar eso
es muy amplio, quisiera singularizar algunos ejemplos.
El primero de ellos es Daniel. En el libro que lleva su nombre se nos indica que tres veces al día se recluía en su
habitación donde oraba y alababa a Dios (6:11-12). Parece ser que ese hábito estaba fuertemente enraizado en su vida
y era notorio, incluso para sus enemigos políticos, que vieron en ello la oportunidad para atacarlo.
El segundo de ellos es nuestro Maestro, Jesús. Una rápida lectura de los evangelios nos mostrará que había ciertos
hábitos espirituales que también estaban fuertemente arraigados en su vida. El ayuno, el retiro personal a solas al
desierto, la oración temprana en la mañana, la práctica intencional y proactiva del bien, el profundo conocimiento de
la Palabra de Dios.
Un tercer ejemplo sería el apóstol Pablo. Escribiendo a los corintios, en su primera carta (9:24-27) el apóstol habla
acerca de la vida disciplinada del atleta, de los hábitos que ha de desarrollar a fin de poder conseguir el premio que
desea. En paralelo, afirma, que el seguidor de Jesús debería de tener esa misma disciplina y hábitos que le permitan
conseguir un premio mucho más sublime, según mi entender, que Jesús sea evidente en mi forma de vivir y pensar.
La segunda influencia ha sido la rica tradición cristiana en este sentido. Una de las disciplinas espirituales que tengo
incorporada en mi regla de vida es el retiro personal (más tarde hablaré en más detalle de ello). Desde hace más de
25 años lo practico en un monasterio benedictino –Montserrat- ubicado en las montañas cerca de Barcelona. Allí he
podido observar y aprender a respetar la rica tradición espiritual de los monjes, sus tiempos pausados de oración, la
lectura diaria de la Palabra, la práctica de la hospitalidad, el silencio voluntario, el ayuno y algunos otros que me han
inspirado a encontrar mis propios canales para expresar mi espiritualidad y trabajar el tipo de persona, en imitación de
Jesús, que deseo ser.
IN
LA DEFINICIÓN
El C.S. Lewis Intitute define la regla de vida como:
“una pauta intencional de disciplinas espirituales que proveen estructura y dirección para crecer en santidad”.
El escritor cristiano David Vryhof, al hablar del tema dice lo siguiente:
“Una regla de vida nos permite clarificar nuestros valores más profundos, nuestras relaciones más importantes, nuestras esperanzas y sueños
más auténticos, nuestras prioridades más altas. Nos permite vivir con intención y propósito en el momento presente”.
Permíteme ofrecerte mi propia definición de qué es una regla de vida:
“Son los hábitos en mi vida cotidiana que tienen como finalidad sustentar, estructurar, canalizar y moldear mi espiritualidad. Me ayudan a dar
forma a mi imitación y seguimiento de Jesús y a desarrollar aquellas características que quiero que me definan”.
Nadie debe sentir miedo por la palabra regla ni encender las alarmas del peligro al legalismo. Entender la etimología y el significado de la
palabra nos puede ser de ayuda. Al oír hablar de regla de vida algunas personas pueden pensar en una lista de cosas que están obligados a
seguir, algo que producirá más muerte que vida. ¡Nada más lejos de la realidad!
La palabra regla proviene del latín “regula” que más que una lista de leyes y obligaciones significa una manera de regular, de regularizar
nuestra vida para asegurarnos que ésta se mantiene dentro del camino que nos hemos trazado de antemano. En este sentido la regla tiene
dos grandes valores. El primero de ello es descriptivo porque al elaborarla estamos enunciando las cualidades y características que deseamos
desarrollar en nuestra vida. El segundo de ellos es prescriptivo, porque cuando no somos fieles a lo que deseamos ser nos muestra el camino
para volver.
La regla de vida no es algo rígido que encorsete nuestra vida espiritual como la armadura de Saúl privaba de libertad a David en su
combate contra Goliat. Antes al contrario, tiene como finalidad empoderarnos para ser el tipo de persona que, en imitación de Jesús, hemos
decidido ser, darnos libertad para estructurar y canalizar nuestra espiritualidad en el contexto de la siempre compleja vida cotidiana en la
postmodernidad.
LAS CARACTERÍSTICAS
Primera característica, singular. Cada uno de nosotros hemos sido hechos únicos y diferentes por parte de Dios (Salmo 139). La relación que cada uno de nosotros
establecemos con Jesús es, consecuentemente, singular y única.
No hay dos espiritualidades iguales. Unos gozan con la alabanza llena de música y movimiento quinestésico. Otros, por el contrario, necesitan el silencio y la
quietud para encontrarse con el Señor y oír su voz. Mi punto es que aquellos componentes que decidas introducir en tu regla de vida han de ser los que estén
alineados con la forma en que el Señor te ha hecho, de cómo lo experimentas a Él y de qué maneras tú canalizas tu espiritualidad. Es tu regla de vida, no la de tu
pastor, tu líder, tu congragación.
Segunda característica, realista. Uno tiene que ser honesto consigo mismo acerca de lo que es capaz o no de hacer y llevar a cabo en la realidad de nuestra vida
cotidiana. Una regla sobrecargada de disciplinas puede convertirse en una carga pesada en vez de en un motivo de gozo, en una frustración en vez de una liberación.
Tercera característica, escalable. La veo muy relacionada con el punto anterior. Personalmente recomiendo comenzar poco a poco, con dos o tres disciplinas básicas e
ir escalando, añadiendo otras nuevas, en la medida en que nos encontremos a gusto con las ya incorporadas y estén fuertemente arraigadas en nuestra vida.
Cuarta característica, flexible. La regla está a tu servicio para canalizar y moldear tu espiritualidad y no tú al servicio de la regla. Recuerda, sin embargo, que hay
un equilibrio entre la pereza y la procrastinación por un lado, y el legalismo por otro.
Habrá veces en que la regla generará en nosotros un sentido de responsabilidad que nos llevará a actuar en una determinada dirección –porque esa es,
precisamente, la que queremos tomar- aunque las emociones o las ganas no nos acompañen.
No debemos olvidar que, en ocasiones, no ubicamos el placer o el gozo en el lugar adecuado. Deseamos que el placer nos mueva a hacer las cosas y no la
voluntad, cuando, en muchas ocasiones, el placer es el resultado de haber hecho las cosas. Llevo corriendo largas distancias desde hace más de treinta años.
Miles de veces no he tenido ganas de entrenar y salir a correr con un tiempo inclemente o con cansancio físico y emocional. Miles de veces he experimentado la
satisfacción después de haber acabado el entrenamiento. ¡Valió la pena!
IN

LOS INGREDIENTES DE MI REGLA


DE VIDA
Ya he mencionado con anterioridad que la regla de vida es algo muy personal y, por
tanto, no hay la necesidad de que existan dos similares. Cada persona debe de incluir en
la misma aquellos ingredientes que le permitan poder canalizar su espiritualidad y, al
mismo tiempo, moldear el tipo de seguidor de Jesús que desea ser.
A continuación voy a hablar acerca mi propia regla de vida personal. Los ingredientes
los comparto a nivel totalmente descriptivo –es decir, para orientar- y, en absoluto en
un nivel prescriptivo –es decir, para imitar-. Pudiera ser que en tu propia regla quieras
incluir algunos de ellos. Si es así, que sean aquellos que sirvan al fin que persigue la
regla, ser más y más como Jesús y que su carácter sea evidente en nosotros.

W W W. E 6 2 5 . CO M /E625COM
Las oraciones pautadas. Soy consciente de que la Biblia nos invita a orar sin cesar, en todo momento
y situación y así trato de practicarlo. Sin embargo, y no veo ningún tipo de contradicción con lo que el
apóstol recomienda a los Tesalonicenses, yo tengo tres tiempos de oración establecidos en mi vida y que
cada día practico de forma pautada y sistemática.
El primer tiempo es la oración de la mañana. Cada día, al comenzar, hablo con el Señor y pongo todas
mis actividades delante de Él y tomo perspectiva de todo aquello que me espera por delante. Pienso en
las cosas que debo hacer, las relaciones que tendré, las acciones que he de llevar a cabo y las presento
ante Dios pidiendo su guía, dirección y la capacidad para saber discernir que está haciendo en el mundo y
saberme unir a Él y su trabajo de reconciliación y restauración.
Es un tiempo para presentar a mi familia, mi esposa y mis hijos, orar por su seguimiento del Maestro y
sus necesidades. Es el tiempo también para orar por mi iglesia para que pueda ser una comunidad de
constructores del Reino y agentes de restauración en este mundo roto.
El segundo tiempo es la oración del mediodía. En obediencia a la enseñanza de Jesús en la oración conocida
como el Padrenuestro, oro para que el Reino de Dios venga y se establezca en mi vida, en mi ciudad, en mi
país y en este mundo. Oro para con sinceridad estar dispuesto para ser usado por el Señor en el trabajo de
hacer de su Reino una realidad.
El tercer tiempo de oración es la oración de la noche. Comienzo con las palabras del Salmo 139 y le pido
al Señor que examine mi vida, cómo he vivido, cuán sensible he sido a su voz y su voluntad. Qué cosas he
hecho bien, qué cosas necesito mejorar y qué cosas necesito hacer diferente. Hay un equilibrio entre la
oración de la mañana, poner el día en las manos de Dios y la de la noche, discernir cómo he vivido ese día
único e irrepetible.
La lectura de la Palabra. Cada día –después o al mismo tiempo que tomo mi café- dedico
un tiempo para la lectura de la Palabra. No necesariamente ha de ser una gran porción de la
Escritura, puede ser un capítulo o simplemente un fragmento. Pero haciéndolo expreso mi
deseo que ella esté presente en mi vida, en mi mente, en lo que haré o dejaré de hacer. Hay
días en que la Biblia me habla con una gran intensidad, otros días es más rutinario. No cada
día es espectacular, sin embargo, la Palabra va calando en mi mente, en mi forma de pensar
y me va moldeando y cambiando y acumula un poso que, en su momento, el Espíritu Santo
puede usar en mi vida cotidiana.
Mi diario de reflexión. Hace años aprendí que aquello que escribo queda más marcado en mi
vida. Consecuentemente, comencé un diario de reflexiones. En mi caso no se trata de algo
intimista, simplemente plasmo por escrito lo más significativo que el Señor me ha enseñado
por medio de la lectura diaria de su Palabra. (http://misreflexionessobrelabiblia.blogspot.
com.es) Lo publico, pero no escribo para los demás, escribo simplemente para mí, pero
publicarlo me ha ayudado a arraigar en mi vida el hábito de pensar qué quiere enseñarme el
Señor por medio del pasaje que ese día estoy leyendo y meditando.
La hospitalidad. Sara, mi esposa, y yo practicamos la hospitalidad en dos sentidos. En
primer lugar, en el sentido tradicional de abrir nuestra casa a otros. Creemos, como dice la
Biblia, que es una oportunidad para acoger ángeles. También creemos firmemente que en el
huésped, en aquel a quien acogemos, nos encontramos con el mismísimo Jesús. Es a Jesús a
quien servimos y ministramos en la persona del visitante.
Pero también practicamos la hospitalidad en un sentido más amplio, acoger al necesitado
en todos los sentidos. El necesitado de acogida espiritual, emocional, intelectual, social. Este
tipo de acogida, este crear espacio para que el otro pueda sentirse albergado, es algo que
todos nosotros podemos hacer al margen de que dispongamos o no de una vivienda.

W W W. E 6 2 5 . CO M /E625COM
IN Hacer el bien. En el libro de los Hechos en el capítulo 10 versículo 38 se describe a Jesús como alguien
que iba haciendo el bien y Dios estaba con Él. Al observar al Maestro vemos que hacia el bien de forma
intencional, proactiva, indiscriminada. Lo hacía según las necesidades le salían al paso. Forma parte
de mi regla de vida no desperdiciar ninguna oportunidad en que hacer el bien sea posible. Hacerlo sin
importar a quién. Lo merezca o no lo merezca. Creo que nunca reflejamos tan bien y nítidamente el
carácter de Jesús como cuando hacemos el bien a todos y, como dice la Palabra, mayormente –pero no
exclusivamente- a la familia de la fe.
El retiro personal. Cada tres meses aproximadamente tomo un día o un día y medio para estar a solas
únicamente con el Señor. ¿Con qué propósito? Ir a la presencia de Dios y enfocar de nuevo mi vida,
mis valores, mis prioridades en Él y su voluntad. Es un tiempo para permitir que Él me examine y me
de luz y discernimiento sobre mi vida personal, familiar, ministerial, etc. Es un tiempo para desconectar
de todos los ruidos ambientales –no sólo físicos, también mentales, emocionales, espirituales- y poder
agudizar mi oído para escuchar mejor la voz del Señor. Es también un tiempo para celebrar, reconocer y
dar gracias a Dios por todo lo que continúa haciendo en mi vida.
Hay otros ingredientes menores en mi regla de vida, sin embargo, no voy a compartirlos todos para
no parecer abrumador. De nuevo quiero insistir que mi deseo es ilustrar en qué consiste la regla de
vida e insistir también en que cada persona debe decidir qué componentes debe tener siguiendo las
características que antes he mencionado.
No conozco ningún atleta serio que carezca de un plan de entrenamiento para progresar. Sin embargo,
conozco muchos seguidores de Jesús sin plan de entrenamiento para que el Maestro sea formado en sus
vidas. La regla de vida pretender ser parte de ese plan tan necesario e importante.

F É L I X O R T I Z
Estudió historia y educación en la Universidad de Zaragoza,
con una Maestría en Educación Cristiana, del Southwestern
Baptist Theological. Autor numerosos libros sobre el trabajo
con jóvenes. @ f or t iz f

Potrebbero piacerti anche