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F.J.HIZ1 B A W LIOPEZ V I H 8.

HNC0N U M

Ediciones Paulinas
E. LÓPEZ AZPITARTE-F. J. ELIZARI BASTERRA-
R. RINCÓN ORDUÑA

PRAXIS CRISTIANA
2. Opción por la vida y el amor
3.a edición

EDICIONES PAULINAS
Revisión literaria:
Isidoro Sánchez Sánchez COMITÉ DE DIRECCIÓN
R. Rincón Orduña
E. López Azpitarte
F. Javier Elizari Basterra

NIHIL OBSTAT
Dr. Gonzalo Higuera Udías, S.J., Censor
Madrid, 5 de febrero de 1981

IMPRIMASE
limo. Sr. José María Patino
Provicario General
Madrid, 23 de febrero de 1981

© Ediciones Paulinas 1981 (Protasio Gómez, 13-15. 28027 Madrid)


® E. López Azpitarte / F. J. Elizari / R. Rincón 1981
Fotocomposición: Marasán, S. A. Juan del Risco, 9. 28039 Madrid
Impreso en Artes Gráficas Gar.Vi. Humanes (Madrid)
ISBN: 84-285-0847-X
Depósito legal: M. 23.536-1985
Impreso en España. Printed in Spain
CONTENIDO

INTRODUCCIÓN A LA ETICA TEOLÓGICA


ESPECIAL
(por R. Rincón Orduña)
Págs.

EL HOMBRE NUEVO: UN HOMBRE CON-VOCADO 12


PERSONALISMO INTEGRAL 25
TEOLOGÍA MORAL ESPECIAL: INDICACIONES GENERALES 45

PARTE PRIMERA

MORAL DE LA VIDA Y LA SALUD


(por F. Javier Elizari Basterra)

Introducción 51

Cap. I. ORIENTACIONES GENERALES 53

Cap. II. E L ABORTO 81

Cap. III. AGRESIONES CONTRA LA PROPIA VIDA 105


A) El suicidio 105
B) Huelga de hambre 108
C) Actividades arriesgadas 109
D) La eutanasia 110

Cap. IV. DIVERSAS ACCIONES CONTRA LA VIDA AJENA. 121


A) La pena de muerte 121
B) La tortura 127
C) La legítima defensa y la muerte del in-
justo agresor 130

Cap. V. L A VIOLENCIA BÉLICA Y TERRORISTA 135


A) La guerra 135
B) Carrera de armamentos y desarme 142
8 CONTENIDO CONTENIDO
Págs. Págs.

C) La objeción de conciencia 145 Cap. IV. Fundamentación de una ética sexual 329
D) El terrorismo 149 Cap. V. La masturbación 353
Cap. VI. La homosexualidad 375
Cap. VI. L A AGRESIÓN A LA NATURALEZA 155 Cap. VIL Las relaciones prematrimoniales 399
A) La preocupación ecológica 155 Cap. VIII. La regulación de nacimientos 425
B) La energía nuclear 162 Cap. IX. La indisolubilidad del matrimonio 459
Cap. X. La virginidad como forma de vida cristiana 489
N O T A INTRODUCTORIA A LOS CAPÍTULOS VII-XII 169

Cap. VIL ETHOS CRISTIANO ANTE LA ENFERMEDAD. SIS-


TEMAS SANITARIOS 171

Cap. VIII. Los DERECHOS DE LA PERSONA EN EL TERRE-


NO SANITARIO 183

Cap. IX. TRASPLANTES. EXPERIMENTACIÓN HUMANA.. 197


A) Los trasplantes 197
B) Experimentación humana 203

Cap. X. GENÉTICA Y EUGENESIA 209


A) Genética 209
B) Eugenesia 216

Cap. XI. TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN HUMANA 221


A) Inseminación artificial 221
B) Fecundación en laboratorio 228
C) Reproducción clónica 232

Cap. XII. L A DROGA. ACCIÓN SOBRE EL PSIQUISMO Y EL


COMPORTAMIENTO .,. 235
A) La droga 235
B) Acción sobre el psiquismo y el compor-
tamiento 245

PARTE SEGUNDA

MORAL DEL AMOR Y LA SEXUALIDAD


(por E. López Azpitarte)

Cap. I. Planteamientos para una reflexión ética 257


Cap. II. Simbolismo de la sexualidad humana 279
Cap. III. Visión bíblica de la sexualidad ,. 305
INTRODUCCIÓN
A LA ETICA TEOLÓGICA ESPECIAL

La cultura contemporánea ha puesto en el centro al hombre.


En sentido subjetivado, hoy se entiende por cultura, precisa-
mente, el desarrollo del hombre a todos los niveles para humani-
zar el mundo. Con L. Feuerbach, recordemos, se consumó la ra-
dicalización del paso del signo teológico al signo antropológico:
"El contenido y el objeto de la religión son absolutamente huma-
nos, el misterio de la teología es la antropología, el misterio del
ser divino es el ser humano".
Todo esto tiene resonancia en el ámbito de la praxis humana
necesariamente: "Si el ser humano es para el hombre el ser supre-
mo, en la práctica la ley primaria y suprema será también el amor
del hombre por el hombre. Este es el nuevo punto de vista, el
supremo principio práctico que señalará un giro decisivo en la
historia del mundo".
El hombre se encuentra, pues, en el centro de la pregunta
cultural contemporánea y de los diversos humanismos. Pero, real-
mente, lo que preocupa hoy es el futuro del hombre, de este hom-
bre abierto a un futuro que él mismo construye. De aquí que el
evangelio del hombre no sea ya simplemente el anuncio del pro-
greso integral, sino el anuncio de la liberación. Porque nos encon-
tramos ante el "ocaso de una civilización", que puede transfor-
marse en el "ocaso de la humanidad como especie", para usar la
expresión acuñada por K. Lorenz, premio Nobel de Medicina.
El núcleo de la cultura histórico-existencial de hoy coincide
así con la óptica del Vaticano II, que ha tenido su punto culmi-
nante dialéctico en la constitución sobre La Iglesia en el mundo
contemporáneo. En la exposición preliminar la constitución des-
cribe con rasgos profundos y tonos muy fuertes la situación del
hombre actual y dedica la primera parte del documento al estudio
de la vocación del ser humano. No debe sorprendernos, pues,
constatar que el objetivo de la antropología marxista, del huma-
nismo ético y de la antropología cristiana, por ceñirnos a los tres
proyectos liberadores que mayor incidencia tienen en e! presente
12 PRAXIS CRISTIANA -OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR INTRODUCCIÓN... 13
momento cultural, sea el hombre: la producción de un nuevo tipo En el cañamazo bíblico elaborado por el Vaticano II suena
de hombre, un hombre nuevo, el hombre del futuro 1 . así:
Para poder vislumbrar la figura de este hombre nuevo plena- "Ignoramos el tiempo en que se hará la consumación de la tie-
mente desarrollado, nos interesa conocer, no tanto su punto de rra y de la humanidad. Tampoco conocemos de qué manera se
partida y sus orígenes, cuanto su destino y su meta de llegada, el transformará el universo. La figura de este mundo, afeada por el
final de trayecto a que ha sido citado tras su andadura y peripecia pecado, pasa, pero Dios nos enseña que nos prepara una nueva
terrestre. Hemos de comenzar, por tanto, refiriéndonos a la voca- morada y una nueva tierra donde habita la justicia y cuya bien-
ción del hombre. aventuranza es capaz de saciar y rebasar todos los anhelos de paz
que surgen en el corazón del hombre... Pues los bienes de la digni-
dad humana, la unión fraterna y la libertad, en una palabra, todos
los frutos excelentes de la naturaleza y de nuestro esfuerzo, des-
EL H O M B R E N U E V O : UN H O M B R E CON-VOCADO pués de haberlos propagado por la tierra en el Espíritu del Señor y
de acuerdo con su mandato, volveremos a encontrarlos limpios de
En reiteradas ocasiones 2 hemos insistido en que el cometido toda mancha, iluminados y transfigurados, cuando Cristo entre-
primero y básico de la ética teológica es "mostrar la excelencia de gue al Padre el reino eterno y universal: 'reino de verdad y de
la vocación de los fieles en Cristo". Dicho esto, indudablemente vida; reino de santidad y gracia; reino de justicia, de amor y de
surgen, sin embargo, problemas sobre el sentido, amplitud y suje- paz'. El reino está ya misteriosamente presente en nuestra tierra;
tos en ella implicados. Aunque no es posible abordarlos en pro- cuando venga el Señor, alcanzará su consumación" (GS 39,1 y 3).
fundidad en esta ocasión, parece oportuno esbozar las grandes
líneas que del tema nos ofrecen la Sagrada Escritura y los docu-
mentos del Vaticano II. L A VOCACIÓN TERRENA DEL HOMBRE
Adelantemos que, en el discurso bíblico sobre la vocación del
pueblo y de los individuos, subyace siempre el presupuesto de un Hasta ahora hemos hablado de la vocación-realización escato-
plan divino, de un proyecto de salvación de la humanidad. A este lógica del hombre, a la que solemos llamar comúnmente salva-
proyecto de salvación es al que Dios llama a cada hombre y a ción eterna o realización final del reino de Dios. Pero ¿cómo ten-
todos los hombres, no sólo como destinatarios, sino también drá que vivir el hombre dentro de la historia y en el m u n d o para
como sujetos colaboradores en su realización. El llamamiento que este destino-salvación no quede frustrado y se realice en ple-
comporta, por ende, una elección y se presenta de cara a una nitud? Mejor expresado: ¿Cómo tendrá que ir realizando parcial-
misión, como se desprende de los relatos bíblicos 3 . Porque la vo- mente su vocación última y trascendental, puesto que el reino de
cación trascendental y última de la humanidad y del hombre está Dios no irrumpe sólo al final, sino que ya está presente en nues-
mediada por las vocaciones históricas. Pero volvamos a la voca- tra historia y en nuestra tierra?
ción definitiva y última del hombre y del m u n d o , que no es otra La respuesta implica diversos niveles, pero es legítimo adelan-
que Dios mismo. San Pablo en su primera carta a los Corintios tar una respuesta genérica y fundamental: el hombre, mientras
(15,28) dice: camina por la historia y en el m u n d o , tiene que vivir como hom-
"Cuando haya sometido todas las cosas, entonces el mismo bre. Sin duda, a primera vista, no es decir mucho y se queda a
Hijo también se someterá al que lo sometió todo, y Dios lo será nivel de perogrullada. No obstante, el hombre se realizará como
todo para todos" (cf. también vers. 20ss). hombre únicamente si vive en fidelidad a las exigencias del nudo
de relaciones que lo estructuran y de las constantes antropológi-
1
Para la perspectiva marxista, cf. G. GUIJARRO, La concepción del hombre en
cas 4 . Desde la perspectiva judeo-cristiana esta vocación básica o
Marx, Sigúeme, Salamanca 1975; AA. VV., Humanismo socialista. Paidós, Madrid proyecto germinal del hombre se halla diseñado en los relatos del
1980. Para la visión del humanismo ético, cf. E. FROMM, ¿Tener o ser?.Fondo de código sacerdotal (Gen 1) y del yavista (Gen 2).
Cultura Económica, México 1978. Para la concepción bíblico-cristiana, cf. la voz
correspondiente en vocabularios y diccionarios; esp. M. BENZO. Las grandes an- • El hombre tiene que vivir y comportarse como señor y domi-
tropologías teológicas contemporáneas, en Hombre sagrado-Hombre profano. Cris- nador de la tierra. Leemos explícitamente: "Dijo entonces Dios:
tiandad, Madrid 1978, 23-124.
2 ' H a g a m o s al hombre a nuestra imagen y a nuestra semejanza,
Véase R. RINCÓN, Cuestiones preliminares en Praxis cristiana, 1. Fundamen-
taron, Paulinas, Madrid 1980, 17-19.
4
3
Véase la voz "vocación" en los diccionarios bíblicos, esp. DETM, 1206-1212 Cf. E. SCHILLEBEECKX, Cuestiones sobre la salvación cristiana, en "Conci-
(con bibl.). lium", 138-B (1978), 164-183.
INTRODUCCIÓN... 15
14 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
padre se comporta con un hijo (véase este paralelismo en Gen 5,3:
para que domine sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, "Adán engendró un hijo a su imagen y semejanza y le dio el
sobre los ganados y sobre todas las bestias de la tierra y sobre nombre de Set"). El es el Dios viviente: comunica su vida al hom-
cuantos animales se muevan sobre ella'... Y los bendijo Dios, di- bre, que es hechura de sus manos; es el Creador y Señor de todo:
ciéndoles: 'Creced y multiplicaos, y henchid la tierra; someted- confía la tierra al trabajo y a la responsabilidad del hombre, le
la...'" (Gen 1,26-28). Según el otro relato, Dios hace que todos encarga poner un nombre a todos los animales; es Amor y por
los seres desfilen ante el hombre para que éste les ponga un nom- amor comunica la vida: gracias a su bondad el hombre experi-
bre a cada uno (Gen 2,18-20). menta el amor y podrá también comunicar la vida.
Según los exegetas, el hecho de que Dios haya hecho al hom- Consecuentemente, e | hombre tiene que comportarse con
bre a su imagen y semejanza significa, en el lenguaje dinámico de Dios como un hijo se comporta con su padre: ante todo, ha de
la Biblia, que el hombre está llamado a ser el representante y lu- vivir el hombre (la mujer y el varón, se entiende) como imagen de
garteniente de Dios en la tierra. Dios sacó todas las criaturas del Dios, porque de El ha recibido la vida. Vivir así exige comportar-
caos primitivo y de la nada; de modo semejante, el hombre debe se (actuarse) como un ser activo, inteligente, libre, responsable,
"crear" y dominar la naturaleza y el mundo, porque Dios le ha amante, capaz de suscitar la vida a su alrededor y llamado a la
dado el señorío sobre las obras de sus manos y lo ha puesto todo felicidad. Y esto sera así hasta el fin de la historia, pues la imagen
bajo sus pies (cf. Sal 8 passim). divina que el hombre Ueva grabada en lo profundo de su ser, se
transmite de una a otra generación: como hemos evocado más
• El hombre tiene que con-vivir y comportarse como hermano. arriba, "Adán engendró un hijo a su imagen y semejanza y le dio
Yahvé Dios ordena al hombre que busque un compañero entre el nombre de Set". De ahí también el respeto infinito que el hom-
todos los seres de la creación, pues "no es bueno que el hombre bre ha de tener á todo hombre, encarnado en el respeto a la vida
esté solo"; pero el hombre no encontró "ninguna ayuda semejan- humana: "El que derramare la sangre humana, por mano de
te a él", no existía nadie a quien pudiera reconocer y nombrar tú. hombre será derramada la suya; porque el hombre ha sido hecho
De aquí que, según el relato simbólico del yavista, Dios mismo ¡i imagen y semejanza de Dios" 5 .
produjo para el hombre una compañera, formándola del lado de Según la Biblia, el reconocimiento de su condición de hijo-
su corazón (costilla). Ahora, el hombre ya no está solo, ya no imagen, que ha de ser realizado dinámicamente a lo largo de seis
vive simplemente, sino que con-vive; ya no existe, sino que co- días durante todas las semanas, el hombre lo ha de hacer explíci-
existe; es decir, el sentido mismo de la existencia humana está to el día séptimo, que consagrará exclusivamente a Yahvé Dios,
ligado a la llamada del otro, que quiere ser alguien delante de mí su creador y padre. De esta manera el hombre vivencia su condi-
o que me invita a ser alguien delante de él, en las relaciones inter- ción de hijo y, por lo tanto, también de hermano de todos los
subjetivas y en el señorío transformador del mundo. La palabra y hombres (cf. Ex 20,8-11 y Dt 5,12-16).
el amor constituyen asi dos dimensiones fundamentales de la vo-
cación fundamental del hombre. EXISTENCIA DRAMÁTICA DEL HOMBRE

• El hombre tiene que vivir y comportarse como hijo de Dios. El hombre perfecto es el que realiza simultáneamente estas
Hemos visto que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza tres dimensiones: vive como señor en relación con el mundo,
de Dios, esto es, el hombre es el representante o lugarteniente de como hermano en relación con los otros, como hijo en relación
Dios en el mundo y para el mundo. Mas el concepto de imagen, con Dios. No le esta permitido desequilibrar de manera excéntri-
que no es exclusivo de la Biblia, ya que se encuentra también en ca y asintónica este nudo de relaciones. Nos lo ha recordado con
la literatura babilónica y latina, tiene una mayor densidad signifi- fuerza el Vaticano II:
cativa. En los medios semíticos la imagen tiene un sentido emi-
nentemente realista: el representado-presente-en-el-representante. "Se equivocan los cristianos que, pretextando que no tenemos
Tal vez, para descubrir esta riqueza semántica, nos pueda servir aquí ciudad permanente, pues buscamos la futura, consideran que
evocar la emoción experimentada por un padre cuando reconoce pueden descuidar l as tareas temporales, sin darse cuenta de que la
en su hijo los rasgos de su propio rostro y de su propio carácter, propia fe es un motivo que les obliga al más perfecto cumplimien-
aunque bajo una personalidad nueva, autónoma y dotada de una
profunda originalidad. ' Gen 9,6; cf. Eclo l/,3s; Sab 2,23. Un comentario muy sugerente de Juan
En los dos relatos, abstracto el primero y poético el segundo, l'.ihlo II en la catequesis del 6-XII-1978.
se nos dice que Dios se ha comportado con el hombre como un
INTRODUCCIÓN... 17
16 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
pectivas incluso en las culturas más avanzadas de la modernidad.
to de todas ellas según la vocación personal de cada uno. Pero no Esto no quiere decir, en absoluto, que esta antropología se baste
es menos grave el error de quienes, por el contrario, piensan que por sí sola, puesto que es específicamente teológica y, por consi-
pueden entregarse totalmente a los asuntos temporales, como si guiente, puede ser mediada por las diversas culturas. Por eso la
éstos fuesen ajenos del todo a la vida religiosa, pensando que ésta antropología teológica contemporánea asume las aportaciones de
se reduce meramente a ciertos actos de culto y al cumplimiento
de determinadas obligaciones morales. El divorcio entre la fe y la las ciencias humanas y las filosofías occidentales más importantes,
vida diaria de muchos debe ser considerado como uno de los más al mismo tiempo que las de las otras culturas de la humanidad.
graves errores de nuestra época... No se creen, por consiguiente,
oposiciones artificiales entre las preocupaciones profesionales y
sociales, por una parte, y la vida religiosa, por otra. El cristiano Vivir como hijos en el Hijo
que falta a sus obligaciones temporales, falta a sus deberes con el
prójimo; falta, sobre todo, a sus obligaciones para con Dios y No se trata de explicitar aquí el discernimiento que Jesús hizo
pone en peligro su salvación eterna" (GS 43,1). de su vocación personal y el estilo de su vida 7 . Nos importa sub-
rayar que Jesús, que es imagen de Dios invisible, es también el
Todo el hombre tiene que vivir totalmente esas tres dimensio- hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán la
nes, en la armonía original de los tres niveles: la armonía perfecta semejanza divina, deformada por el primer pecado. En él, la na-
con el cosmos-jardín, con el otro reconocido como un yo-mismo turaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también
y la paz consigo como autoconciencia integrada y carente de en nosotros a dignidad sin igual. El Hijo de Dios con su encarna-
traumas. Para el hombre de los orígenes esta armonía global es- ción se ha unido, en cierto modo, con cada hombre" 8 .
taba al fácil alcance de su mano; pero sucedieron acontecimientos Ha brillado de nuevo la esperanza para el hombre, pues Jesús
terribles y misteriosos. El hombre era, y es, un colaborador con de Nazaret ha reconstruido la triple ruptura del hombre al con-
Dios para realizar su destino y no supo, no sabe, usar responsa- vertir el señorío de Dios y su designio de solidaridad con los
blemente de los bienes y del mundo en el reconocimiento de Dios hombres en el motivo fundamental de su existencia y de su expe-
como Señor y de cada ser humano como co-señor. De ahí la riencia. A través de su vida y de su mensaje presenta un modo
ruptura de relaciones con Dios (rechazo de su señorío en el peca- alternativo de concebir la libertad como capacidad de vivir-para,
do de los primeros padres) y con el hermano (desprecio de la vida que transforma la existencia en pro-existencia. La vida en libertad
del otro en el pecado de Caín) 6 . y en armonía es de nuevo posible.
Quedaron así abiertas las tres fuentes permanentes de aliena- El" hombre nuevo será el hombre conformado con la imagen
ción del hombre: sus relaciones con el mundo, con la historia y del Hijo, que es el primogénito entre muchos hermanos (cf.
con la conciencia. Porque el hombre ha pasado, en virtud de la Rom 8,29 y Col 3,10-14), en virtud del bautismo, participación
realización ilusoria de su libertad, de la situación de la libertad de la misma vida de Jesús resucitado (cf. Col 2,1 ls; Rom 6;
como capacidad de armonía a la realidad de la esclavitud del 1 Pe 1,4). Recibe así el cristiano las primicias del Espíritu de
cosmos, de la soledad respecto al otro y de la disociación dentro Cristo, que le capacitan para cumplir la ley nueva del amor y vivir
de sí. de forma armoniosamente integradora su relación plenamente
¿Qué va a ser ahora del destino del hombre? ¿Qué hay de filial con Dios, su relación fraterna con todos los hombres y su
aquel proyecto formidable del hombre como imagen de Dios? El relación de señorío frente al mundo cosmológico y social.
concepto vuelve a reaparecer con una prodigiosa riqueza signifi- "Esto vale no solamente para los cristianos, sino también
cativa en el Nuevo Testamento, gracias al hombre que la carta a para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra
los Colosenses llamará la "imagen de Dios invisible, nacido antes la gracia de Dios de modo invisible. Cristo murió por todos, y la
que toda criatura" (1,15). De la mano de su autor, el concepto vocación suprema del hombre es en realidad una sola, es decir, la
clave de la antropología bíblica pasará a formar parte del núcleo divina. En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo
de la antropología cristiana, con capacidad para abrir nuevas pers- ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de solo Dios
conocida, queden asociados al misterio de Cristo" (GS 22,5).
6
Cf- Gen 3 y 4. "El hombre, de figura erecta, se volvió encorvado ante
Dios. Invirtió todas sus relaciones, ahora ya pervertidas: de hijo de Dios se con- 7
Véase G. MORA. La dimensión moral de los sinópticos en Praxis cristiana,
virtió en un rebelde, de hermano se transformó en esclavizador, y de señor pasó 1. Fundamentación, o. c. (n. 2), 103ss.
a ser esclavo" (L. BOFF. El destino del hombre y del mundo. Sal Terrae, Santander * GS, 22,2. Juan Pablo II ha insistido reiteradas veces en esta afirmación.
1978, 55-56).
INTRODUCCIÓN... 19
18 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
prudente y un tanto temerosa: "El Señor, cuando ruega al Padre
LA VOCACIÓN DEL HOMBRE AL FILO DEL VATICANO II que todos sean uno, como nosotros también somos uno (Jn 17,21s),
abriendo perspectivas cerradas a la razón humana, sugiere una
Hemos delineado las notas fundamentales de la vocación tras- cierta semejanza entre la unión de las personas divinas y la unión
cendente e integral del hombre desde la perspectiva antropológica de los hijos de Dios en la verdad y en la caridad" (GS 24,3)10.
bíblica. Al abordar el tema desde la clave del Vaticano II, la pre- Con reservas también se reconoce que "Dios, que cuida de todos
sentación qued'ará fuerte y sorprendentemente enriquecida. Re- con paterna solicitud, ha querido que los hombres constituyan
cordemos que toda la primera parte de la constitución pastoral una sola familia y se traten entre sí como hermanos" (GS 24,1).
sobre La Iglesia en el mundo contemporáneo se dedica* a exponer el De todas formas, se reconoce que la persona humana, "por su
tema de "la Iglesia y la vocación del hombre". Ya en su comienzo misma naturaleza, tiene absoluta necesidad de la vida social. La
nos advierte: "Al proclamar el concilio la altísima vocación del vida social no es, pues, para el hombre sobrecarga accidental. Por
hombre y la divina semilla que en ésta se oculta, ofrece al género ello, a través del trato con los demás, de la reciprocidad de servi-
humano la sincera colaboración de la Iglesia para lograr la frater- cios y del diálogo con los hermanos, la vida social engrandece al
nidad universal que responda a esa vocación" (GS 3,2). hombre en todas sus cualidades y le capacita para responder a su
A grandes rasgos trataremos de compendiar la rica descripción vocación". Se indica también la interdependencia, positiva o ne-
de la vocación del cristiano con las mismas palabras del Vatica- gativa, entre la persona humana y la sociedad en lo referente al
no II. Ante todo, retoma los datos bíblicos en una síntesis muy cumplimiento de la vocación (GS 25).
apretada (GS 12-13 y 22). La legitimación última de la dimensión socio-comunitaria del
hombre, que éste debe actuar a lo largo y a lo ancho de su aven-
• Diálogo personal con Dios. El hombre es un ser con capaci- tura existencial (la solidaridad y los "juegos de la solidaridad"
dad para conocer y amar a Dios (GS 12,3). "Desde su mismo son un constitutivo de la moral de la persona), se despliega en el
nacimiento el hombre es invitado al diálogo con Dios. Existe contexto de la historia de la salvación, teniendo en cuenta sus
pura y simplemente por el amor de Dios, que lo creó, y por el diferentes peculiaridades y etapas:
amor de Dios, que lo conserva. Y sólo se puede decir que vive en
la plenitud de la verdad cuando reconoce libremente ese amor y a) Desde la perspectiva de la historia general de la salvación:
se confía por entero a su Creador" (GS 19,1). En esta vocación "Dios creó al hombre no para vivir aisladamente, sino para for-
del hombre a la unión con Dios consiste la razón más alta de la mar sociedad".
dignidad humana.
• Carácter socio-comunitario de la vocación humana. Nos va- b) Desde la perspectiva de la historia peculiar de la salva-
mos a detener un poco en este apartado. El concilio afirma que el ción, dentro de la historia y en el mundo. Para mayor claridad, se
hombre es social no simplemente porque en la sociedad encuentra impone distinguir varias sub-etapas: a) la del antiguo pueblo de
los medios necesarios para el propio perfeccionamiento: "No Dios: "De la misma manera, Dios 'ha querido santificar y salvar
puede vivir ni desplegar sus cualidades sin relacionarse con los a los hombres no aisladamente, sin conexión alguna de unos con
demás" (GS 12,4). Esto era ya tradicional 9 . Encontramos una otros, sino constituyendo un pueblo que le confesara en verdad y
fundamentación teológica de la vida social y de lo social: "Dios le sirviera santamente' (LG 9,1). Desde el comienzo de la historia
no creó al hombre en solitario. Desde el principio los hizo hombre
y mujer. Esta sociedad de hombre y mujer es la expresión primera "' En una redacción precedente aceptada por la Comisión plenaria mixta, la
correlación de la socialidad de la persona humana con el misterio de la Trini-
en la comunión de personas humanas. El hombre es, en efecto, dad se subrayaba mucho más enérgicamente. Se explica, pues, el disgusto de
por su misma naturaleza, un ser social" (GS 12,4); "el hombre, Mons. Wright ante la nueva lectura: "La fe cristiana nos abre a este propósito
única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí misma, no perspectivas completamente nuevas que nuestra razón nunca hubiera podido
puede encontrar su propia plenitud (realizarse) si no es en la en- descubrir. Porque nos enseña que, si no existe más que un solo Dios, hay en él
tres personas, cada una de las cuales vive de tal manera para las otras que se
trega sincera de sí mismo a los demás" (GS 24,3). halla constituida por esta misma relación. Creada a imagen de Dios uno y trino,
El hecho social, pues, se explica por la semejanza del hombre ¿cómo la persona humana no habría de llevar en si misma la marca? Así
con Dios, que es Trinidad, relación de entrega, aunque de manera también, si el hombre es la única criatura terrena que Dios ha querido por ella
misma, también se halla en relación con los demás, hasta el extremo de que no
se encuentra a sí mismo más que entregándose" (Cita en La Iglesia en el mundo
' C{. E. CHIAVACCI, Teología morale. 2, Complementi di morale genérale, Cit- de hoy. II, Taurus, Madrid 1970, 328).
tadella, Assisi 1980, 71ss.
INTRODUCCIÓN... 21
20 PRAXIS CRISTIANA OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
del reino de Dios y la salvación de toda la humanidad" (GS 45,1;
de la salvación, Dios ha elegido a los hombres no solamente en cf. 21,7).
cuanto individuos, sino también en cuanto miembros de una de-
terminada comunidad"; b) los tiempos de Jesús, que perfecciona y • Carácter escatológico de la vocación del hombre. Por razo-
realiza en plenitud la índole solidaria del hombre: se unió, en nes obvias nos ceñimos a evocar las enseñanzas del concilio:
cierto modo, con cada hombre por el misterio de la encarnación y constantemente alude a la condición peregrina (homo viator) del
la redención, participó intensa y ampliamente de la vida social hombre, del cristiano y de la misma Iglesia (LG); los respectivos
humana, anunció el mensaje de la fraternidad universal y ordenó capítulos de la Gaudium et spes acerca de la comunidad humana y
a sus discípulos "predicar a todas las gentes la nueva evangélica de la actividad humana en el mundo culminan con la descripción
para que la humanidad se hiciera familia de Dios, en la que la de la tierra nueva y los nuevos cielos (nn. 32 y 39). Sirva de botón
plenitud de la ley sea el amor"; c) los tiempos del nuevo Israel de de muestra esta cita: "Vivificados y reunidos en su Espíritu (de
Dios: "Cristo, primogénito entre muchos hermanos, constituye Cristo), caminamos como peregrinos hacia la consumación de la
una nueva comunidad fraterna, en la que todos, miembros los historia humana, la cual coincide plenamente con su amoroso
unos de los otros, deben ayudarse mutuamente según la variedad designio: restaurar en Cristo todo lo que hay en el cielo y en la
de dones que se les hayan conferido". tierra" (GS 45). Si se toma en serio que es la vocación integral y
c) Desde la perspectiva de la realización escatológica de la multidimensional del hombre la que ha de recibir su consumación
salvación: La solidaridad plena, de la que la Iglesia es germen, no (salvación), me parece que, en lugar de la imagen del "cielo-
sólo forma parte del dinamismo ético de la persona y de la comu- éxtasis" o del "cielo-liturgia", tal vez podríamos hablar de una
nidad ("debe aumentarse siempre"). Tendrá su consumación forma de existencia plenamente liberada e integrada armoniosa-
aquel día "en que los hombres, salvados por la gracia, como fa- mente, a escala del estilo de vida de Jesús en Nazaret, en Galilea
milia amada de Dios y de Cristo hermano, darán a Dios gloria o en Jerusalén. "Porque quien está llamado a la felicidad es el
perfecta" (GS 32). hombre, todo el hombre concreto". Imagen por imagen, hipótesis
por hipótesis, ¿por qué no aceptar ésta? No hay duda de que, en
• Carácter crístico de la vocación del hombre. Sólo hay una esta óptica y clave, el hombre y las realidades terrenas adquieren
vocación histórica del hombre, "la divina"; por consiguiente, to- densidad, valor y destino sorprendentes".
dos los hombres están llamados a la configuración con Cristo,
"que es la luz del mundo: de El venimos, por El vivimos y hacia
El caminamos" (LG 3). Por eso la Iglesia cree que "Cristo,
muerto y resucitado por todos, da al hombre su luz y su fuerza INTERMEDIO: ESCATOLOGÍA EN REALIZACIÓN
por el Espíritu Santo para que pueda responder a la suprema
vocación suya"(GS 10,2; cf. 12). Al final de la historia y de la hominización, cada hombre lle-
gará a ser él mismo por la realización plena de todas sus poten-
• Carácter eclesial de la vocación del hombre. Se necesita un cialidades que estructuran su condición; más aún, será, ,a su
esfuerzo mayor para comprender esta connotación de la llamada modo y manera, como Jesucristo, según acabamos de sugerir: sin
de Dios al hombre. Se impone, por tanto, remitir al correspon- dejar de ser hombre, elevada a la enésima potencia su humani-
diente tratado teológico de la eclesiología; pero aquí debemos de- dad, será asumido en el misterio del mismo Dios. En la comunión
jar constancia de las indicaciones conciliares: "Todos los hom- beatificante con Dios, con los otros y con el mundo transforma-
bres están llamados a formar parte del nuevo pueblo de Dios... do se realizará la existencia dialógica de todo hombre 12 . El final
Todos los hombres son llamados a esta unidad católica del pue- feliz no está garantizado sólo para los triunfadores y arribistas,
blo de Dios, que simboliza y promueve la paz universal, y a ella sino que los vencidos y humillados, los anónimos y los que tienen
pertenecen o se ordenan de diversos modos, sea los fieles católi- por nombre un número, los enfermos psíquicos y los pecadores,
cos, sea los demás creyentes en Cristo, sea también todos los tienen también un futuro plenamente liberador 13 .
hombres en general, por la gracia de Dios llamados a la salva-
ción" (LG 13; cf. 14-16; GS 16). Correlativamente, la Iglesia, al " Cf. G. Tmis, La actividad humana en el universo, en La Iglesia en el mundo
anunciar a Cristo, tiene el deber de manifestar a los hombres de de hoy (n. 10). 368-371.
12
manera auténtica "la verdad de su condición y de su vocación Véase más arriba, 13ss.
integral" (AG 8); al prestar ayuda al mundo y recibir ayuda del " Cf. J. B. MI:TZ. La fe en la historia v en la sociedad. Cristiandad, Madrid
1979. 129-145.
mundo, sólo puede y debe pretender una cosa: "el advenimiento
22 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR INTRODUCCIÓN... 23
Esta utopía del reino de Dios, además, ejerce otras funciones: dialogística entre Dios y el hombre, la recepción de la propia
Da sentido a toda la aventura humana de cada persona y ha salvación singular y eterna, el concepto de responsabilidad ante
tenido ya su realización (topía) en Jesús de Nazaret. Se explica Dios y su juicio..., todas estas afirmaciones del cristianismo... im-
ahora el apasionamiento que hemos puesto en escudriñar el perfil plican que el hombre es lo que queremos decir aquí: persona y
ético de Jesucristo, no simplemente para poder entrar en una re- sujeto" 17.
lación de empatia con El, sino sobre todo, y decisivamente, para A pesar de todo, el término persona parece hallarse impregna-
descubrir cómo podemos y debemos elaborar nuestro propio des- do de unos poderes mágicos o constituir un tabú en nuestra cul-
tino, el final de nuestra aventura. Pues sabemos que el reino está tura, ya que pertenece a una de esas contadas evidencias de las
ya misteriosamente presente en nuestra tierra y en nosotros; se que nadie, sea cual fuere su ideología, puede dudar y se cuenta
nos ha predicado de forma realista y dramática cómo debemos entre esos pocos vocablos que "encierran una realidad inasi-
anticipar parcialmente sus manifestaciones liberadoras. ble, dictan comportamientos al hombre y corresponden cada uno
El quehacer moral del hombre consiste precisamente en reali- de ellos a un mito".
zar parcial y progresivamente su vocación trascendental y escato- Al margen del proceso y evolución de las etapas en que se han
lógica a través de su vocación histórico-existencial. Este es el co- ido decantando las interpretaciones filosóficas y teológicas de la
metido de la teología moral especial: discernir los contenidos persona, desde luego "se abre un nuevo campo de comprensión,
morales (deberes-valores) de las distintas vocaciones, que se ac- que cobra ahora un énfasis particular y llega a convertirse en
túan en el nudo de relaciones de cada hombre en los tres planos patrimonio común del pensamiento actual: el horizonte existen-
tan reiteradamente aludidos: con el mundo como señor, con los cial de la persona con todo lo que implica de estructura dialogal,
hombres como hermano y con Dios como hijo. Concretamente a de búsqueda y actualización, de encuentro e intercomunica-
partir de las opciones, actitudes y objetivaciones históricas que ción" 18. Mas no basta subrayar los aspectos que configuran a la
tomara Jesús u . persona desde la racionalidad si queremos comprender su miste-
Mas no basta con poner de relieve el contenido de la llamada; rio, ya que la filosofía moderna ha evidenciado, de forma trágica,
hemos de centrar también la atención en su destinatario, que, que es posible y fácil el peligro de subrayar la racionalidad de
precisamente por serlo, se convierte en interlocutor y co-rea- modo que se sacrifique los individuos a la totalidad o al sistema
lizador. racional. Preferimos, por tanto, indicar las características que re-
saltan el aspecto positivo de la persona 19 :

EL HOMBRE ES PERSONA EN CRISTO 1 5 • Unicidad. Con la idea de persona se indica algo que es ab-
solutamente diverso del individuo. Sin duda, todo hombre es un
Una tradición lingüística muy antigua tiende a identificar en individuo, pues pertenece a una especie y se diferencia de los de-
Occidente el concepto de persona con el de hombre; pero lo cier- más individuos de la misma especie por ciertas peculiaridades,
to es que surgió originariamente en el ámbito del pensamiento como el peso, el color, la forma, etc.; pero cuando afirmamos que
cristiano. En la filosofía griega no es posible encontrar el concep- lodo hombre es persona queremos poner de relieve que se trata
to de persona ni ningún otro objetivamente análogo. Por eso su sobre todo de un ser singular, inconfundible, insustituible, es de-
desarrollo tiene como punto de partida la reflexión no sobre el cir, único e irrepetible.
hombre, sino sobre el ser divino, no en el campo filosófico, sino
en el teológico. Más concretamente, en las turbulentas discusio- • Encuentro interpersonal. Aunque la antropología clásica
nes cristológicas y trinitarias de los siglos IV y v 16 . usaba el término "incomunicabilidad" para referirse a la unici-
En consecuencia, hemos de reconocer que "el concepto de dad de la persona, hoy sostenemos que dicha unicidad se revela
persona y sujeto reviste una importancia fundamental para la po- sólo en la comunión interpersonal. La persona es por antonoma-
sibilidad de la revelación cristiana y la autointeligencia del cristia-
nismo. Una relación personal con Dios, una auténtica historia
" K. RAHNER, Curso fundamental sobre la Je, Herder, Barcelona 1979, 44; re-
14
comiendo la lectura de todo el párrafo, pp. 44-50.
Cf. G. MORA. O. C. (n. 7), 103ss. '" M. RUBIO. Persona y quehacer ético, en "Moralia", 2 (1980), 343; todo el
15
Así titula D. CAPONE. L'uomo é persona in Cristo, DDB. Bologna 1977. articulo es interesante.
una obra francamente sugestiva, aunque compleja. '" Cf". J. GEVAERT. El problema del hombre. Sigúeme, Salamanca 1978, 44-67,
16
Cf". E. CORETH. ¿Qué es el hombre?, Herder. Barcelona 1976, 211-216. en quien nos inspiramos.
24 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR INTRODUCCIÓN... 25
sia el ser de la palabra y el amor, en tanto que la cosa (objeto) es vivir como un animal insensible o un ser "humanamente"
la realidad sobre la que se habla y de la que se dispone; más aún, muerto.
la orientación ontológica de la persona exige necesariamente su
autoexpresión en el amor y en la palabra. Hemos de retener, c) Tienen extraordinaria importancia, tanto para la reflexión
pues, la llamada estructura "dialogal" o "responsorial" del ética como para la vida moral, las formas fundamentales de la
hombre, en virtud de la cual se encuentra siempre en contacto existencia dialógica: la justicia y el amor (dos caras inseparables
con los otros (co-humanidad), si bien la comunión es susceptible de una misma realidad), el conflicto y la indiferencia 21 .
de diversos grados de realización y puede incluso verse perturba-
da o impedida por la condición corpórea de la persona.
d) El primer deber-derecho para todo hombre es el de ser
auténticamente persona, devenir sujeto protagonista del propio
• Interioridad. La unicidad de la persona se vive siempre quehacer moral.
como interioridad, porque, por mucho que se manifieste y se co-
munique en el encuentro, escuchar la llamada del otro y respon-
C o m o resumen transcribimos la proclamación del Vaticano II
derle es siempre situarse frente a un " o t r o " : él sigue siendo un
tal como ha sido reformulada por el documento de Puebla:
" o t r o " frente a mí; yo sigo siendo un " o t r o " frente a él (alteri-
dad). En este sentido, gracias a su interioridad, el término perso-
na indica "el centro de la propia individualidad del que parten "Personas en diálogo, no podemos realizar nuestra dignidad
todas las iniciativas y al que se refieren todas las experiencias": el sino como dueños corresponsables del destino común, para el que
hombre en cuanto es capaz de pensar y de obrar conscientemente Dios nos ha capacitado; inteligentes, esto es, aptos para discernir
la verdad y seguirla frente al error y al engaño; libres, no someti-
y de decidir de forma autónoma. dos inexorablemente a los procesos económicos y políticos, aun-
que humildemente nos reconocemos condicionados por éstos y
• Carácter "sagrado". La unicidad de la persona no queda obligados a humanizarlos; sometidos, en cambio, a una ley moral
constituida por el encuentro interpersonal; es una realidad que, que viene de Dios y se hace oír en la conciencia de los individuos
en última instancia, no procede ni de ti ni de mí, sino que nos y de los pueblos, para enseñar, para amonestar y reprender, para
llenarnos de la verdadera libertad de los hijos de Dios" (n. 335).
precede (es un dato o un don). Por consiguiente, yo no puedo
usarla y disponer de ella como medio para la realización de otros
objetivos: mi persona y la del otro pertenecen al "reino de los
fines" 2 0 . Esto no debe hacernos olvidar, en absoluto, que la per-
PERSONALISMO INTEGRAL
sona deviene realmente persona en la relación, el encuentro y la
comunión interpersonal. De aquí los aforismos singularmente im-
portantes para la moral: Esta visión de la persona corresponde al llamado, con matices
más o menos variados, personalismo ético. Habida cuenta de sus
a) Todo hombre se hace persona por gracia de otro ser hu- connotaciones contestatarias frente a los diferentes individualis-
mano, que le habla, lo ama y lo promueve en orden a ser-más y mos y colectivismos totalitarios, n o puede sorprendernos que
no simplemente uno-más. haya provocado reacciones viscerales de incondicional adhesión o
de contestación radical 2 2 . Asumidas las críticas y reservas cata-
pultadas desde uno y otro frente, nos pronunciamos a favor del
b) Todo hombre se hace persona en y por medio de las rela-
que llamaremos "personalismo integral", para evitar malentendi-
ciones interpersonales, independientemente de su "utilidad" y
dos. Con esta anotación: el calificativo "integral" nos parece un
"productividad". Precisamente este tipo de relaciones "inútiles"
pleonasmo, si se acepta, como nos parece que debe aceptarse, la
son las que confieren sentido humano a la persona y a todas sus
visión integral y multidimensional del hombre que hemos presen-
acciones liberadoras en orden a la transformación de la sociedad
lado.
y del mundo. Gracias al arte, la poesía, la amistad, el amor, el
juego, etc., el hombre supera la tentación y el riesgo de dejarse 21
Cf. J. G I V A I R I . o. c. (n. 19), 63-67, al que hemos seguido.
22
Cf. el análisis crítico que del personalismo ético hace M. VIDAL. La dig-
20
Cf'. el tratamiento del tema, siguiendo a Kant, en M. VIDAL. El nuevo ros- nidad del hombre en cuanto "luyar" de apelación ética, en "Moralia", 2 (1980),
no lie la moral. Paulinas, Madrid 1976, 273-281. 366-375.
26 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR INTRODUCCIÓN... 27

Porque la noción de persona reasume la idea del hombre Tica24 o teológica25 de las relaciones alma-cuerpo; presuponemos
como espíritu encarnado, el cual, por este hecho, se diferencia la visión unitaria-concreta del hombre en relación con Dios, con
totalmente de todos los otros seres materiales y cuyas condiciones los otros, con la sociedad y con el mundo. Sí que nos urge subra-
de existencia se pueden sintetizar en los siguientes existenciales, yar que ninguna visión dicotómica o dualista del hombre puede
por usar el lenguaje de Heidegger: la persona es un ser-en-el- invocar legitimaciones bíblicas y que la Biblia está muy lejos de
mundo sobre la base esencialmente de su corporalidad; la perso- toda infravaloración o desprecio de la corporeidad humana, has-
na es un ser-con-los-otros, que también son seres-en-el-mundo, es ta el punto de que habría que hablar no tanto de "alma encarna-
decir, sujetos; la persona es un ser-en-la-historia, destinado a cre- da", sino más bien de "cuerpo animado", porque, según el pensa-
cer y desarrollarse lo mismo como individuo que como ser social miento bíblico, "el cuerpo no es sino el alma en proyección hacia
y cultural, no sólo a lo largo de su trayectoria (de niño a anciano), fuera"26.
sino también a lo ancho de sus necesidades y aspiraciones; la
persona es imagen-de-Dios (participación, en expresión de
G. Marcel). Significados humanos del cuerpo
Desde esta perspectiva, por una parte, nos podemos liberar de También hemos de insistir en el significado "humano" del
la imagen del mundo y del hombre inducida bajo el influjo del cuerpo en referencia a los puntos de relación que sitúan a la per-
pensamiento griego y tan hondamente enraizada en la espirituali- sona humana: la sociedad a diversa escala en la que nace, el mun-
dad y teología cristianas: el dualismo naturaleza-sobrenaturaleza, do en que vive y se actúa mediante el trabajo, y Dios ante quien
el dualismo cuerpo-espíritu y la concepción estática del hombre y despliega su ser y responde de sus logros o malogros. Podemos,
el mundo. Por otra parte, podemos comprender que la moral no por tanto, sintetizar los significados fundamentales del cuerpo a
es una obligación artificial, impuesta heterónomamente, ni una la luz de la totalidad de la existencia humana:
creación arbitraria de la libertad humana, personal e individual,
sino que tiene su fundamento en el hombre en cuanto sujeto
consciente, libre y responsable de su auto-realización: la persona • respecto a la persona concreta, el significado fundamental
humana tiene precisamente la tarea de llegar a ser ella misma a del cuerpo consiste en ser el presupuesto de la individualización
partir de su corporeidad, de sus tendencias y de sus sentimientos, del hombre, el lugar primero de su realización existencial y su
orientándose intencionalmente hacia los otros, el mundo mate- primer campo de expresión;
rial, la sociedad y Dios. Cada una de estas relaciones marca las
actividades y valores de la vida (sexuales, familiares, culturales, • respecto a los otros (la persona es ser-con-los-demás y para-
económicos, sociales y políticos), que son esenciales para que el los-demás), la corporalidad es el presupuesto de la existencia so-
hombre pueda realizarse en plenitud. La relación con Dios o vida cial desde un triple punto de vista: el cuerpo es ante todo
religiosa realmente tiene que ser la animadora de todas las otras presencia-ausencia en el mundo ante los otros, es lugar de la co-
relaciones y la que confiera un carácter absoluto de obligación. municación con el otro y el lenguaje común a todos, es medio de
Pero profundicemos en el análisis de los "existenciales" de la reconocimiento del otro;
persona, porque aquí radica lo que es (don) y lo que está llamada
a ser (tarea) cada día más en plenitud. • respecto al mundo material y humano, el cuerpo es el lugar
de la actitud humana, puesto que es la fuente de su intervención
humanizante en el mundo, principio de instrumentalidad con vis-
1. SER-EN-EL-MUNDO: las a la transformación del mundo y al reconocimiento del otro
MÁS ALLÁ DEL DUALISMO CUERPO-ESPÍRITU
24
Sólo citamos a J. GEVAERT. O. C. (n. 19), 69-114.
25
Quede constancia, en primer lugar, de que el hombre tiene Cf. Fr. P. FIORENZA y J. B. METZ. El hombre como unidad de cuerpo y
que vivir en un mundo (físico, biológico y espiritual) que no ha alma, en MS. U/U, 661-715 (con bibliografía); C. SQUARISE. Cuerpo, en DETM,
143-158 (con bibliografía).
elegido y en el que se encuentra inserto en razón precisamente de 26
Para la concepción bíblica, cf. M. LEKO, // problema etico del corpo, en
su corporalidad21. Aquí no intentamos elaborar una teoría filosó- "StMor", 13 (1975), 67-107; F. LAJE. La imagen del cuerpo, en "Communio", 2
(1980), 541-552; Naturaleza, cuerpo y alma en la antropología bíblica, en "Mora-
23 lia", 2 (1980), 319-336.
Cf. J. B. METZ. Corporalidad, en CFT, I, 317-326 (con bibliografía).
28 PRAXIS CRISTIANA- OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR INTRODUCCIÓN... 29
en el mundo, origen de la cultura en sentido "objetivo", cuyas por nuestra parte, el significado y alcance específicamente huma-
producciones contribuyen a transformar el mundo en una casa no de la estructura hombre-mujer para la moral y para la ética
habitable y adaptada al hombre 27 ; teológica.

• respecto al mundo de la fe cristiana, añadimos especialmente


nosotros, el ser corpóreo constituye un elemento y un instrumen- Más allá de los dualismos
to del lenguaje para algunas importantes realidades y verdades de
fe del mensaje bíblico con profunda incidencia en el universo mo- Desde este enfoque es posible superar las acusaciones que
ral: la creación del hombre a imagen y semejanza de Dios, la critican el carácter desencarnado, ahistórico y dualista de la teo-
encarnación-redención de Cristo, la resurrección corporal de Je- logía moral. A la luz de lo que hemos explicado, parece que ha
sús (primogénito entre los hermanos) y de todos los hombres, la entrado en crisis definitivamente la doctrina tradicional sobre la
doctrina eucarística neotestamentaria del "cuerpo de Cristo", las "naturaleza humana", caracterizada por una concepción dualista
enseñanzas paulinas de la Iglesia-cuerpo de Cristo, la exigencia del ser humano, compuesto de dos partes (alma y cuerpo) como
programática del "ofrecimiento corporal" en que ha sintetizado representantes de dos mundos diversos (espiritual y material).
Pablo (Rom 12,ls) la moral y ha descrito la praxis cristiana, el Los recientes trabajos sobre antropología bíblica han mostrado
cuerpo como lugar de la cruz y del "culto corporal" en que el suficientemente que esta visión tradicional no puede invocar real-
amor se hace praxis en el contexto social y se posibilita la libertad mente una fundamentación bíblica; pero la tradición no tuvo en
para los otros. cuenta el hecho de que la palabra bíblica sobre el hombre está
expresada en términos de mentalidad semítica y, siguiendo princi-
Estos significados fundamentales nunca deberían separarse palmente a san Agustín, se hizo eco de la doctrina órfico-
entre sí, aunque sea necesaria su distinción teórica para el análisis platónica del cuerpo-prisión.
y esté permitida una plural distribución de acentos. Porque el Las consecuencias de esta visión, que ha llegado hasta nues-
sujeto humano se realiza en la expresión y comunicación visible tros días y aún sigue vigente en determinados sectores, han sido
del cuerpo en el inundo material y social ante Dios. Recordemos, bastante desastrosas para la teología moral. "La nostalgia de una
en palabras sencillas y concretas, que no existe un solo "pensa- hipotética armonía paradisíaca entre el alma y el cuerpo resultaba
miento formado sin la participación del cuerpo, esto es, sin el determinante en la creación del ideal ético; la moral no se cansa-
funcionamiento de todo el organismo y sin el uso de unas pala- ba nunca de repetir a los cristianos la obligación de aproximarse
bras que le permitan al pensamiento ser lo que es" 28 . cada vez más a este estado. Parecía que los medios eficaces para
A título de complementaridad, añadamos que la persona exis- la realización de tal objetivo eran las diversas renuncias y mortifi-
te como varón (vir) y mujer (mulier). Esta tipificación sexual caciones del 'principio material'. Todo esto llevaba a numerosas
abarca a toda la persona: a su cuerpo en la constitución de célu- exageraciones, especialmente en el campo de la ética sexual" 30 .
las y tejidos, de órganos y funciones; a toda su vida anímica y Por eso juzgamos necesario destacar y resumir las consecuencias
espiritual. No existe, sin embargo, persona alguna que no de- que se deducen de la antropología bíblica para la valoración ética
muestre en algún rasgo configuraciones corporales y disposicio- de la corporalidad:
nes del campo anímico-espiritual del otro sexo, aparte de que
muchas de las notas características del sexo sufren modificaciones
a lo largo del proceso evolutivo de la persona. Aunque las antro- • Todo discurso sobre el hombre en cuanto "basar" (sarx-
pologías del pasado han descuidado frecuentemente el dato de soma, cuerpo) se refiere al hombre no sólo en su totalidad, sino a
que el hombre existe como varón y mujer, conviene tener en todo el arco de su existencia. Esta concepción cambia profunda-
cuenta que "aquí es donde la corporeidad humana revela profun- mente la idea de vida, pecado, muerte, resurrección y salvación.
das posibilidades interpersonales y donde la misma intersubjetivi-
dad se revela profundamente corpórea" 29 . Queremos subrayar, • Todas las funciones corporales y espirituales han de atri-
buirse al hombre total, tanto en su condición de sujeto como de
27
CC. J. GEVAfRT. o. c. (n. 19), 93. destinatario de la actividad ética en todos los sectores de la mo-
2K
Ib.. 94.
" Ib.. 103; el', también H. DOMS. Sexualidad y matrimonio, en MS, U/U, 795- "' M. LIKO. o. c. (n. 26), 68; cf. más adelante, en este volumen, la exposición
841; esp. 799-814 y 828-834. de E. L. AZPITARTE, pp. 255ss.
30 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR INTRODUCCIÓN... 31
ral: la vida física, sexual, familiar, cultural, socio-económica, po- • La imagen de la actitud cristiana hacia el cuerpo, más con-
lítica y religiosa. cretamente, se desprende de la lógica del don, que es la ley del
misterio pascual y la traducción en términos humanos de la vida
• Constituye tarea moral ineludible la plena identificación trinitaria de las personas divinas: "El cuerpo es aquello que no
con el propio cuerpo, para asumir y realizar la vocación y caris- podemos dar sino sin reservas, lo mismo en el matrimonio que en
mas personales desde la condición sexuada de hombre y mujer. la virginidad y en la confesión de fe que implica la ofrenda del
cuerpo en el martirio. Nuestro cuerpo se convierte en nos-
• Es un absoluto quehacer moral la humanización integral otros mismos si lo damos. De aquí la dialéctica entre tener y ser
del cuerpo y el entorno cósmico de la persona humana total, lo corpóreos: "El hecho de que yo tenga mi cuerpo facilita entre él y
que implica un profundo respeto al cuerpo y al mundo-natura- yo una distancia que no permite disponer de él libremente. Y el
leza, que forman una realidad inseparable. Sin elevar la ecología hecho de que yo sea mi cuerpo instaura entre él y yo una conti-
a la categoría de algo mítico y cerrado, la ascesis cristiana se nuidad tal que no puedo sino ser arrastrado con él a lo que ocu-
opone, pues, a la degradación antihumana de la corporeidad y rra. Yo tengo mi cuerpo precisamente lo suficiente como para que
del medio ambiente. Esto no postula, ni mucho menos, que el pueda darlo. Yo soy mi cuerpo precisamente lo suficiente como
fisicismo-biologismo-naturismo se erija en norma moral. para que, al darlo, sea yo mismo lo que doy" 32 .

• El evangelio exige de los cristianos el "culto social" en


cuanto existir para los otros. Hablar de "cuerpo" en un contexto 2. SUPERAR LA ÉTICA INDIVIDUALISTA:
cristiano, pues, "lleva siempre implícito el prójimo, la sociedad, MORAL DE LA PERSONA-EN-SOCIEDAD
la praxis. La praxis social del amor es el 'cuerpo' de la fe. Los que
están a punto y dispuestos en favor de los demás, éstos son el Es notorio que la contestación de la ética cristiana apela a su
'cuerpo de Cristo'" 3 1 . Porque "lo corpóreo es para nosotros 'sa- connotación fuertemente individualista, reflejo del individualismo
cramento' del amor de Dios, así como del amor entre nosotros a ultranza típico del pensamiento occidental desde el siglo xvin.
los hombres, y depara la posibilidad-deber de convertir en 'sacra- El contraste de esta actitud con la realidad ha quedado resaltado
mento' todo el mundo material". de modo rabioso, pudiéramos decir, al redescubrirse la dimensión
eminentemente social de la existencia humana (socialización). No
• La Biblia, y consiguientemente todo pensamiento verdade- hemos de extrañarnos, pues, de que el concilio Vaticano II haya
ramente cristiano, está muy lejos de cualquier infravaloración o recogido el reto: "La profunda y rápida transformación de la
desprecio de la corporeidad humana y del mundo material, ya vida exige con suma urgencia que no haya nadie que, por des-
que la creación y la redención escatológíca abarca a todo lo crea- preocupación frente a la realidad o por pura inercia, se conforme
do. El que menosprecia la corporeidad y el cosmos corre el riesgo con una ética meramente individualista" (GS 30).
de menospreciar al que los ha creado; el que desprecia el cuerpo Lo curioso del caso reside en que esto no constituye una nove-
corre el riesgo de despreciar a Aquel que se ha hecho "carne". dad, sino un relanzamiento de la visión bíblico-cristiana, porque
"el cristianismo, religión de salvación, no se realiza a través de
• Más allá de toda posición dualista, sin ceder al pesimismo, una yuxtaposición de salvaciones individuales, sino por la forma-
que no justiprecia la bondad de la creación y la realidad de la ción de un pueblo en la historia.
gracia, ni el optimismo que olvida la realidad del pecado, el cris- Ello sugiere que implica constitutivamente una dimensión so-
tiano sabe que el cuerpo-cósmico y el cuerpo humano están habi- cial, gracias a la cual logrará cada uno de los individuos su pro-
litados para la resurrección. Por consiguiente, el cuerpo y el alma, pia perfección por y en la comunión con los demás. De hecho, en
el hombre y el mundo han de realizar y vivir un auténtico despo- el curso de los siglos, bajo todos los regímenes, a través de la
sorio, ya que están destinados a compartir la misma finalización: diversidad de las culturas, el cristianismo ha implicado siempre
la liberación de "la esclavitud de la corrupción para desembo- una realización colectiva cuya expresión política ha sido la socie-
car en la libertad de la gloria de los hijos de Dios" (Rom 8,21; dad llamada Iglesia" 33 .
cf. 18ss).
'- R. BRAGNE. El cuerpo es para el Señor, en "Communio", 2 (1980). 586.
31 11
A. GRABNER-HAIDER. Hombre, en La Biblia y nuestro lengua/e. Herder, M.-D. CHLNU. La "doctrina social" de la Iglesia, en "Concilium", 160
Barcelona 1975, 420-421. (1980), 532.
INTRODUCCIÓN... 33
32 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
fundamento en el plano de la creación; "Dios creó al hombre no
Ante todo, conviene aclarar los términos. Quedan descartados para vivir aisladamente, sino para formar sociedad"; y en el de la
los dos polos de la antítesis moral individual (individualista, en su redención: "Desde el comienzo de la historia de la salvación,
manifestación extrema) y moral colectiva (colectivista, según su Dios ha elegido a los hombres no sólo en cuanto individuos, sino
radical expresión). Tampoco nos parece convincente, a pesar de también en cuanto miembros de una determinada comunidad"
la consciente o inconsciente dosis de ingenuidad que pueda con- (n. 32,1).
llevar, la antítesis moral personal (personalista) y moral social34.
Nosotros apostamos por una ética simultáneamente personal y
social; con otras palabras, aunque suenen un tanto duras, nos • Para señalar el fundamento último de la naturaleza social
complace hablar de personalización y socialización de la moral. del hombre, el concilio nos recuerda que ha sido creado a imagen
Lograr esta síntesis superadora no es fácil, ya que durante mu- y semejanza de Dios y que Jesús, "cuando ruega al Padre que
chas centurias ha predominado en el interior de la civilización todos sean uno, como también nosotros somos uno (Jn 17,21s)...
cristiana la tendencia al individualismo y hoy tienen amplia sugiere una cierta semejanza entre la unión de las personas divi-
audiencia las ideologías comunitarias (materialismo dialéctico, nas y la unión de los hijos de Dios en la verdad y en la caridad"
darwinismo social o evolucionismo positivista, absolutización y (n. 24,2).
divinización del idealismo individualista).
• Esta dimensión social del hombre se despliega a lo largo de
las distintas etapas de la historia de la salvación general (de la
humanidad entera) y particular (el pueblo histórico de Dios), de
Al filo del Vaticano II la salvación comunitaria y personal: la vocación o elección divi-
na, su realización espacio-temporal y su consumación escatológi-
No es posible exponer aquí una filosofía o teología de lo so- ca (n. 32).
cial35. Sólo queremos señalar que, dentro de la dualidad del as-
pecto personal y comunitario de la ética, es legítimo privilegiar,
• Para la moral cristiana todas estas indicaciones tienen
según las prioridades elegidas, el valor y dimensión socio-
enorme trascendencia: la solidaridad y la participación no pueden
comunitaria de la persona o el valor y dimensión personal de la
ni deben reducirse a mera colaboración y coexistencia en todos
comunidad. Porque, afortunadamente, hoy no se discute la natu-
los ámbitos de la vida (física, sexual, familiar, cultural, económi-
raleza social del hombre. No obstante, recordemos brevemente la
ca, política y religiosa), sino que han de conducir a la pro-
fundamentación que de la sociabilidad ofrece el Vaticano II en la
existencia, que se verifica en el diálogo existencial, en la comu-
Gaudium et spes:
nión interpersonal y en el "culto social" del amor que lleva a dar
la vida por los otros.
• El hombre necesita de los otros y de la sociedad en todos
sus niveles y dimensiones, pues somos "herederos de generaciones
pasadas y nos beneficiamos del trabajo de nuestros contemporá- • Como el hombre es un animal radicalmente menesteroso
neos" (PP 17), hasta el punto de que "no puede vivir ni desplegar (necesitado) y sus necesidades de suyo no conocen límites, se en-
sus cualidades sin relacionarse con los demás" (n. 12,4). cuentra en un constante estado de insatisfacción. De aquí su ten-
dencia inevitable al progreso, desarrollo o liberación a través de
• La comunión interpersonal y la relación social no son sim- los distintos umbrales: el umbral biológico, prioritario a escala de
plemente un medio del todo necesario para la perfección del urgencia; el umbral del tener, que abarca los bienes externos que
hombre. Este es, por su íntima naturaleza, un ser social, porque hacen más fácil y placentera la vida; el umbral del ser, integrado
Dios no lo creó solitario, sino que desde el principio los hizo hom- por los bienes internos, aunque con una base material. Este des-
bre y mujer (n. 12,4). Por lo tanto, "el hombre no puede encon- arrollo-liberación, dada la unidad de la persona, tiene que reali-
trar su propia plenitud (realizarse) si no es en la entrega sincera zarse a todos los niveles de la personalidad (principio de totali-
de sí mismo a los demás" (n. 24,3). Su condición social tiene su dad) y del entorno social y económico (principio de co-huma-
nidad) en que el hombre se halla inmerso. Y no se realiza de un
M
La no suficiente clarificación de términos da pie a equívocos e interpreta- modo automático o en fuerza de un ciego determinismo de la
ciones que inducen innecesarias antinomias. historia; es el hombre, dotado de inteligencia y de libertad, el
55
Véanse los comentarios a la primera parte de la Gaudium et spes; singular- autor y responsable de su crecimiento en humanidad, de su valer
mente útil puede ser la lectura de E. CHIAVACCI. O. C. (n: 9), 11-19, 71-85.
INTRODUCCIÓN... 35
34 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
denación jurídica de esos mismos fenómenos sociales en la esfera
y ser más (PP 15 y 34). Otro tanto hay que decir de los pueblos, del derecho privado y también del derecho público" 39 .
que deben ser ellos mismos los artífices de su destino (PP 65). Para comprender toda la amplitud y significado del fenóme-
no, es preciso sugerir al menos las causas que lo han originado.
Desde esta perspectiva, la causa fundamental es sin duda la ten-
Socialización: signo de los tiempos dencia del hombre "a asociarse para la consecución de los objeti-
Dicho esto, no parece necesario subrayar la importancia de la vos que superan la capacidad y los medios de que pueden dispo-
opción hecha a favor de la moral personalista o el personalismo ner los individuos aisladamente" (su menesterosidad congénita e
ético36. Pero debe quedar bien claro, por una parte, que la conno- incolmable, y su estructura sintáctica de encuentro). Se puede ob-
tación personalista de la moral se acentúa en polémica con la jetar que este dato no constituye un elemento específico o pecu-
ética individualista, colectivista y legalista; por otra parte, en liar de nuestro tiempo. Lógicamente, la encíclica señala que la
cambio, se articula y complementa con la que me atrevo, tal vez aparición del fenómeno de la socialización en nuestros días se
osadamente, a calificar de moral social(ista) y política, en parale- debe a otra serie de causas: la notable y progresiva "intervención
lismo con la teología comunitaria y política. En ella resulta recu- de los poderes públicos en sectores de la vida humana", así como
perado el hombre, la persona concreta, como sujeto y destinata- "los progresos científicos y técnicos, una mayor eficacia producti-
rio de la moral en simultaneidad con la socialización y despri- va y un nivel de vida más alto de los ciudadanos".
vatización de la ética. Las consecuencias están bien a la vista: crecimiento acelerado
Comenzamos por la socialización porque constituye un fenó- de la población, que genera un nuevo estilo de vida en que lo
meno característico de nuestro tiempo y sobre el que han llamado individual da paso a lo masivo y social; la planetarización de la
la atención fuertemente Juan XXIII (MM 59-67) y el concilio humanidad en virtud de la multiplicidad y aceleración de los des-
Vaticano II (GS 6; 25; 42; 75). El término puede tener significados plazamientos y los medios de comunicación audiovisuales; la par-
muy diferentes y se presta a la ambigüedad. ¿Qué significa, pues, ticipación en el uso y consumo de los mismos bienes producidos
concretamente esta palabra nueva? gracias a las nuevas energías y descubrimientos técnicos recientes.
Esto es así; pero ¿qué consecuencias humanas y, por consiguiente,
• En su sentido clásico, de origen jurídico y económico, so- de carácter moral comporta la socialización?
cialización es sinónimo de nacionalización: es decir, confiscación La enorme amplitud y complejidad de las relaciones humanas
por parte del Estado de ciertos bienes o de algunas empresas pri- descritas requieren una organización racional de las mismas, lo
vadas. que implica su planificación, coordinación y jerarquización. De
lo contrario, repercutirán negativamente en el crecimiento de los
• Socialización se entiende también como sinónimo de colec- individuos y en la convivencia social. Así se explica el trasvase
tivismo o socialismo (en su sentido clásico): se suprime la propie- continuo de lo individual a lo social (proliferación de equipos o
dad privada y se sustituye por la propiedad colectiva pública, grupos, de formas de vida comunitaria y de instituciones especia-
siendo sus titulares el Estado o los organismos administrativos 37 . lizadas en el orden civil y religioso), de lo privado a lo público
(educación, escuela, salud y enfermedad, urbanismo, etc.). Es el
• Hoy la socialización tiene un significado muy distinto, san- ocaso, ojalá sin nuevo orto, de la moral individualista y privatiza-
cionado definitivamente por la encíclica Mater et Magistral. Se- da, de la moral de la simple "buena intención".
gún ésta, "socialización quiere decir una multiplicación extensiva El Vaticano II, en una escalada muy sugerente, formula las
de las relaciones sociales, una intensificación de la dependencia de requisitorias morales de la socialización: no se puede, a través de
los individuos respecto de los factores de influencia social, una fraudes y subterfugios, menospreciar las leyes y normas de la vida
multiplicación de las formas de vida societaria, una multiplicación social (las referentes a la higiene, la circulación y los impuestos,
también de las formas de actuación asociada; finalmente, una or- etcétera); no basta con profesar amplias y generosas opiniones sin
cuidarse de las necesidades sociales; el reconocimiento y obser-
,b
Cf. M. VIDAL, O. C. (n. 20), 57-60. vancia de las relaciones sociales constituye uno de los principales
" Esle es el significado que recoge la encíclica Rerum novarum, 3; cf. Pió XII deberes del hombre contemporáneo; el cumplimiento del deber de
Radiomensaje del 14-IX-1952.
18 w
MM 59; significado muy próximo al que encontramos en TLIIHARD DI AA. VV., Exigencias cristianas en el desarrollo económico-social, Studium,
CHARDIN. L'avenir de l'homme. Paris 1959, 382 (vers. cast.: El porvenir del hom- Madrid 1962, 105. '
• bre, Taurus, Madrid 1967).
INTRODUCCIÓN... 37
36 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
partes estar casi presente en cualquier acontecimiento, lo que fa-
justicia y caridad implica necesariamente que cada uno contribu- cilita la aproximación de los hombres entre sí, la toma de con-
ya al bien común "según la propia capacidad y la necesidad aje- ciencia de los problemas a escala nacional e internacional, y del
na, promoviendo y ayudando a las instituciones, así públicas intercambio de los bienes materiales y espirituales (cf. MM 63;
como privadas, que sirven para mejorar las condiciones de vida (¡S 42,3 y 4).
del hombre"; los individuos y los grupos sociales tienen que culti- Si nos fijamos en la otra cara de la ambivalencia del fenóme-
var en sí mismos y difundir en la sociedad "las virtudes morales y no de la socialización, se comprenden las desventajas o riesgos
sociales, de forma que se conviertan verdaderamente en hombres que puede acarrear respecto al desarrollo-liberación integral de la
nuevos y en creadores de una nueva humanidad con el auxilio persona. Paradigmáticamente nos fijamos en los que parecen más
necesario de la divina gracia" (GS 30). trascendentales:
• El riesgo de la estatalización. En el doble desplazamiento de
lo individual a lo colectivo, de lo privado a lo público, que impli-
Socialización: discernimiento moral ca la socialización, fácilmente puede emerger el estado-omni-
potencia y el estado-providencia, con la consiguiente degradación
Antes de valorar el fenómeno de la socialización, es preciso
de la dignidad de la persona humana y la desintegración de la
saber si las relaciones sociales se desarrollan en virtud de un pro-
sociedad.
ceso interno, inevitable y fatalista (puro y simple determinismo),
o si, por el contrario, el fenómeno de la socialización es fruto de • El riesgo de la despersonalización del hombre. Tal vez aquí
la racionalidad y libertad humanas. La respuesta cristiana se ca- se encuentra el inconveniente más grave de la socialización estatal
racteriza por una fuerte dosis de realismo: la socialización es la o paraestatal, jurídica o parajurídica (presión social). La persona
manifestación de una tendencia profundamente humana (la ten- puede quedar sumida en el anonimato y reducida a un simple
dencia a la vida social, estructurada por un nudo de "instintos": objeto para la previsión social y para otras organizaciones profe-
el sexual, el de imitación, prestigio, lucha, juego, seguimiento y sionales o servicios públicos; puede sufrir una disminución real de
amor); pero el hombre no es un simple espectador del fenómeno, los valores propiamente humanos, cuales son "el sentido de la
sino que, en razón de su espiritualidad, puede y debe dirigirlo y responsabilidad en el campo familiar, profesional y cívico, la ini-
controlarlo de manera que responda a las exigencias del pro- ciativa creadora de cada personalidad e inclusive la libertad mis-
greso-liberación de todo hombre y de todo el hombre (MM 63). ma en el ejercicio de las obligaciones y derechos fundamentales
Consecuentemente se impone el discernimiento moral de la socia- ilc la vida"; puede verse arrastrada al uniformismo de la concien-
lización. cia colectiva, que constituye la más completa negación del verda-
Ante todo, hemos de subrayar que la socialización constituye dero sentido de la unidad 41 .
un signo de los tiempos; salvadas las distancias, se advierte fuerte
convergencia entre la aspiración actual de la humanidad a una • El riesgo de enfrentamientos y lucha entre las distintas clases
comunidad planetaria y el proyecto cristiano de unificar a todos dentro de una misma nación y entre los diferentes pueblos a nivel
los hombres en el seno del reino de Dios. Esto se ha dicho con mundial. Sin menoscabo alguno del reconocimiento que nos me-
palabras autorizadas: "En virtud del movimiento de socializa- rece la socialización, no podemos olvidar un dato muy importan-
ción, el cuerpo social persigue su fin, que es el bien común tem- te: cuanto más se acortan las distancias físicas y culturales entre
poral: prefiguración y preparación para los hombres rescatados, los hombres y los pueblos, tanto más se ponen de manifiesto y se
de esta sociedad de santos, a la cual está destinado el Cuerpo agravan las diferencias de carácter económico, técnico y moral
místico de Cristo" 40 . que los separan. Sólo caben dos salidas para las situaciones de
Entendida la socialización en el sentido expuesto, es claro que tensión que este fenómeno, de suyo positivo y esperanzador, está
comporta muchas ventajas. La encíclica las agrupa en dos aparta- provocando: la rebelión desesperada de los pobres (hombres y
dos: en el primero recoge los efectos beneficiosos para la satisfac- pueblos) o la construcción de un orden mundial basado en la
ción de los derechos económico-sociales de la persona; en el se- justicia y en la fraternidad42.
gundo alude al hecho de que, gracias a los constantes avances de " Sobre masividad y masillcación, cf. J. H O I F N E R . Manual de Doctrina social
los medios de comunicación, el hombre de hoy puede en todas tiistiana, Rialp, Madrid 1974, 35-37.
''•' Cf. J. M. AUBERT, Per una teología dell'época industríale, Cittadella, Assisi
1473. 231-234.
Card. CICOGNANI. Carta de ll-VII-1963; n. 13,2.
38 PRAXIS CRISTIAN A-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR INTRODUCCIÓN... 39
Socialización: Principios y criterios Personalización del hombre y de la ética /

Es lógico, pues, que con la encíclica nos preguntemos: "¿Ha- El riesgo característico del progreso creciente de las relaciones
brá que deducir de esto que el continuo aumento de las relaciones sociales (socialización) en nuestros días reside precisamente en la
sociales hará necesariamente de los hombres meros autómatas, despersonalización del hombre: pérdida de los valores personales,
sin libertad propia?" La posibilidad de que esto suceda es real; abdicación de la responsabilidad personal y masificación del esti-
pero con igual energía hemos de proclamar que no se trata de lo de vida. Tenemos, pues, que analizar "la contrapartida", a sa-
una consecuencia necesaria e inevitable. La respuesta negativa al ber: el proceso de maduración de la persona y la personalización
interrogante exige, sin embargo, que el progreso de las relaciones de sus relaciones sociales.
sociales se verifique de forma que proporcione el mayor número No vamos a insistir en que el primer derecho-deber del hom-
de ventajas y evite, o al menos frene, los efectos negativos. Conse- bre es llegar a ser persona (cf. GS 12, l) 44 , ni vamos a detenernos
cuentemente, indicamos a continuación los principios que han de en mostrar las perspectivas crítico-personalistas de la reflexión
dirigir el proceso de socialización, si se quiere que ésta contribuya moral 45 . Nos conformamos, por ahora, con subrayar que el hom-
a fomentar en los seres humanos la afirmación y el desarrollo de bre concreto y total es el sujeto de la praxis ética, y la persona, el
las cualidades propias de la persona, a la vez que a construir una "valor ético" fundamental. Lo hacemos siguiendo muy de cerca
convivencia entre los hombres que promueva la satisfacción justa las orientaciones de la Gaudium et spes.
de los derechos y obligaciones de la vida social: Ante todo, la condición de sujeto es todo el nudo de relacio-
nes que constituyen y estructuran a la persona:
• Una recta concepción del bien común, que privilegie el valor
de la persona humana y supere la tentación de considerar al indi- • Cada hombre "tiene el deber de conservar la estructura de
viduo como una parte que es lícito sacrificar en aras e interés del loda la persona humana, en la que destacan los valores de la
todo. inteligencia, voluntad, conciencia y fraternidad" (n. 61,1), sabien-
do que no puede llegar "a un nivel verdadera y plenamente hu-
• Efectiva autonomía de todos los organismos intermedios y mano si no es mediante la cultura, es decir, cultivando los bienes
las múltiples asociaciones privadas respecto de los poderes públi- naturales y los valores" (n. 53,1). Concienciación, pues, cada vez
cos (principio de subsidiariedad), de manera que quede realmente más profunda de su excelsa dignidad, de su superioridad sobre las
garantizado el reconocimiento de que la persona es la fuente pri- cosas y de sus derechos y deberes universales e inviolables
mera de la vida social, y se reduzca al máximo el peligro de una <n. 26,2).
socialización masificante.
• Cada persona tiene el deber de respetar y considerar al pró-
• Configuración de estos organismos, en la forma externa y jimo como otro yo; de ahí la obligación de cuidar ante todo de
en la sustancia interna, como auténticas comunidades, cosa que su vida y de los medios necesarios para que la viva dignamente, de
"sólo podrá lograrse cuando sus respectivos miembros sean con- acercarse y servir a todos con eficacia, de evitar toda clase de
siderados en ellos como personas y llamados a participar activa- atentados contra la vida, contra la integridad de la persona y
mente en las tareas comunes" (principio de participación). contra la dignidad humana (n. 27). Respeto y amor que ha de
extenderse también "a quienes sienten u obran de modo distinto
• Reconocimiento cada vez mayor de la igualdad fundamen- al nuestro en materia social, política e incluso religiosa", y "a
tal de todos los hombres y su correspondiente traducción socio- lodos los enemigos" (n. 28).
política, lo que impone eliminar toda forma de discriminación en
los derechos fundamentales de la persona y exigir su protección • En el ámbito de las relaciones sociales, se afirma rotunda-
real en todas partes (principio de igualdad y solidaridad) 43. mente que "la persona humana es y debe ser el principio, el suje-
to y el fin de todas las instituciones sociales" (n. 25); la vida
41
Sobre el tema volveremos en el tercer volumen de esta obra; pero conviene social es creación suya, en ella se actúa y objetiva la libertad del
sugerir los requisitos previos para una socialización beneficiosa: educación para
lo social; sentirse responsable cada uno del bien de todos; madurez humana y " R. Ai BI-RDI. Una economía digna del hombre, en "Moralia", 2 (1980), 405-
cristiana con sus correspondientes virtudes; planes bien estudiados y meditados, •119.
45
dotados de medios suficientes y prácticos [Card. CICOGNANI, Carta a la XXIII Se- Cf. .1. A. LLINARKS, La persona v la comunidad política, en "Moralia", 2
mana social española (¡unió de 1964). 19-22; conviene leer toda la carta|. (1980). 421-437.
40 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR INTRODUCCIÓN... 41

hombre, y el orden social ha de "subordinarse al bien de la perso- que sólo así será posible suscitar los hombres y mujeres que nues-
na, ya que el orden de las cosas debe someterse al orden personal, tro tiempo necesita perentoriamente (cf. GS 31 y sus comenta-
y no al contrario" (n. 26,2). rios).

• Este principio de personalización tiene que verificarse tam-


bién en el ámbito económico: "Creyentes y no creyentes están
3. LA ESQUIZOFRENIA PÚBLICO Y PRIVADO:
generalmente de acuerdo en este punto: todos los bienes de la
DESPRIVATIZACIÓN DE LA MORAL
tierra deben ordenarse en función del hombre, centro y cima de
todos ellos" (GS 12,1); más aún, "el hombre es el autor, el centro
y el fin de toda la vida económico-social" (cf. nn. 53-62 y los Abordamos el tercer gran capítulo de acusaciones lanzadas
comentarios a la constitución pastoral). contra la ética cristiana: se dice que no sólo es desencarnada e
individualista, sino también que ha sufrido un proceso de privati-
zación, paralelo a su enfeudamiento burgués. Hemos procurado
• En referencia a la dimensión religiosa de la persona, el con- sugerir los cauces por los que debe discurrir la moral concreta, si
cilio formula una afirmación capital: "El hombre es la única cria- quiere ser la praxis de un hombre encarnado (cuerpo-animado)
tura terrestre a la que Dios ha amado por sí misma". Recorde- en el espacio y en el tiempo (solidario con los hombres de hoy y
mos que precisamente la elección, llamada y misión del hombre las generaciones futuras). Pero no basta. La praxis moral tiene
por Dios es lo que, última y radicalmente, convierte a la persona que contextualizarse también en la historia (en el mundo, según
en sujeto. Es Dios el que entrega al hombre a sí mismo para que la terminología del concilio); pero esto no es posible sin denun-
éste pueda reconocerlo y entregarse a él por amor (cf. GS 24). ciar y superar la ética privatizada, para la cual "todos los fenó-
menos de lo interhumano sólo aparecen aprioriy como connatu-
La preeminencia de la persona humana no puede hacernos ralmente, en su dimensión privada, despolitizada: como relación
ignorar que son las relaciones sociales (socialización) las que en- yo-tú, como encuentro interpersonal o como relaciones de vecin-
grandecen al hombre en todas sus cualidades, le capacitan para dad". Damos por hecha y asumimos esta denuncia 46 .
responder a su vocación y le garantizan sus derechos. Hay, pues, No obstante, hemos de reconocer la confusión que a este pro-
interdependencia entre la persona y la sociedad. Podemos decir, pósito reina en el sector ético: se habla de moral individual y
pues, que la personalización del hombre se realiza en y por la moral comunitaria, de moral de la persona y moral social, de
socialización (vida social) y que la verdadera socialización del moralidad pública y moralidad privada, de orden moral objetivo,
hombre tiene lugar cuando realmente se le reconoce su condición moral "social" (expresa la aceptación de éste por la sociedad en
de principio, sujeto y fin del nudo y de cada una de las relaciones un arco pluralista y más bien permisivo), y orden jurídico-
sociales. Ya sólo nos resta decir que la personalización y sociali- positivo (reflejo, si no reproducción, de la permisividad y plura-
zación verdaderas de la existencia humana se encuentran en inter- lismo de la sociedad de hoy). Lo de calificar de confusión al mo-
dependencia con la titularidad y ejercicio de la libertad (libera- mento no es exagerado, pues basta evocar el debate y enfren-
ción): porque el hombre no puede llegar a adquirir de manera lamientos surgidos en torno a problemas morales como el
adecuada y suficiente el sentido de su responsabilidad, tanto res- divorcio, el aborto, la eutanasia, etc. Conviene, por tanto, poner
pecto de sí mismo como de los varios grupos de los que es miem- un poco de orden y claridad en el tema, partiendo de algunas
bro, más que a través de unas condiciones de vida que le permi- indicaciones terminológicas.
tan tener conciencia de su propia dignidad, respondan a su Complejo y problemático es el intento de definir el sentido de
vocación y promuevan su continua formación cultural (animi cul- los términos público y privado. Téngase en cuenta, sin embargo,
tura). "La libertad se vigoriza cuando el hombre acepta las inevi- que nos ceñimos a la óptica y angulación que aquí nos interesa.
tables obligaciones de la vida social, toma sobre sí las multifor-
mes exigencias de la convivencia humana y se obliga al servicio • En el plano jurídico se denomina público a todo lo referen-
de la comunidad en que vive". Crear estos hombres nuevos, arte- te al Estado, a sus órganos administrativos y sus actividades en
sanos de una nueva humanidad personalizada, comunitarizada y contraposición a lo privado, que es lo relativo a los ciudadanos
liberada, es tarea ante todo de los educadores. Mas éstos no se en tanto que particulares. Podemos hablar, pues, de derecho pú-
pueden proponer como ideal "hacer de ¡os niños una cera blan-
da", sino que han de "hacer correr el hierro por sus venas", ya .1. B. MI-TZ. o. c. (n. 13), 238.
42 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR INTRODUCCIÓN... 43
blico o privado, de propiedad pública o privada (de los medios de señala el confín entre el mundo de las cosas, que se puede medir,
producción, por ejemplo), de empresa pública o privada. cuantificar y pesar, y el mundo de la vida personal, que sigue una
Desde otro punto de vista, se suele entender como público lo lógica diversa y, en parte, alternativa.
que tiene sanción jurídica y como privado lo que carece de tal
sanción (también cabe calificar como privado a lo pre-jurídico o A pesar de estas precisaciones, tenemos que reconocer que los
extra-jurídico). Aunque no estamos plenamente de acuerdo con dos términos tal vez no operan como exhaustivos y, en conse-
esta concepción, pues no simpatizamos con el normativismo jurí- cuencia, su contraposición como excluyentes puede resultar oscu-
dico, es indudable que el hecho de que determinados comporta- recedora. De ahí las dificultades para definir y contraponer la
mientos estén permitidos o tolerados por las leyes, mientras que moral pública y la moral privada.
otros se encuentran expresamente prohibidos y castigados, es
muy digno de tenerse en cuenta. En este caso, los límites entre lo
público y lo privado se configuran históricamente y admiten va-
riaciones en dependencia de la concepción que se tenga de las De lo privado al individualismo
relaciones entre derecho y ética, entre orden jurídico y orden mo-
ral: emblemáticamente, recordamos lo relativo al derecho de fa- Para comprender el alcance de la distinción en el momento
milia, en general, y a la reglamentación de la prostitución, el actual, lo mejor es presentar brevemente el modo en que lo priva-
aborto y el divorcio, para señalar los problemas jurídico-éticos do ha ido emergiendo, no sólo como un dato de hecho autónomo
más candentes. Por otra parte, somos conscientes de que esta y antagónico de lo público, sino también como valor y sede privi-
contraposición no puede entenderse de modo muy rígido, porque legiada de los valores 47 .
el propio ámbito de la familia y las llamadas libertades públicas
(derechos fundamentales de la persona) gozan de un espacio insti- • En el mundo antiguo, "privado" tiene el sentido etimológico
tucional reconocido y garantizado por el ordenamiento jurídico ele privación y, por consiguiente, se califica así a lo que pertenece
incluso frente al Estado. al mundo biológico de la supervivencia y de la necesidad; lo que
En consecuencia, parece mejor abrir la antinomia público- atañe al mundo de la libertad y de la virtud, en cambio, constitu-
privado, ensanchándola con un tercer miembro: lo "privado- ye la esfera de lo público.
garantizado". Así se comprenderá mejor la experiencia histórica
de Occidente: constante y progresiva disminución del espacio ins-
titucional y del control social sobre algunos sectores y comporta- • El mundo medieval cristiano, al menos en sus estructuras
mientos a la vez que ampliación de lo privado-público, es decir, "maximalistas", para usar la expresión de Maritain, no conoce la
de la esfera de lo privado, pero garantizada jurídicamente (com- distinción entre público y privado. La ética, al igual que la econo-
portamientos privados que la sociedad tutela y protege en cuanto mía y el derecho, refunden en un único mundo de valores las dos
tales). esferas; tal vez se considera como privado lo que es inaccesible al
control de todos, pero siempre se encuentra sujeto a los valores
• En el plano sociológico, lo privado se identifica con la esfe- comunes.
ra de lo individual (lo referente a la intimidad y particularidad) y
lo público con lo colectivo o general (lo accesible a muchos, lo • El surgimiento de lo privado tiene lugar a lo largo del si-
común y perteneciente a la colectividad). Aquí entra enjuego la glo XVII con el desarrollo de la sociedad burguesa a impulsos del
dialéctica individuo-sociedad, de suerte que los límites entre lo "mito liberal individualista". Este impulso individualista tiene
público y lo privado dependen de las diversas concepciones o lec- amplias repercusiones en el seno de la sociedad, en la familia y en
turas que, a partir de la ilustración, se hacen de dicha dialéctica. la propia religión, que paradójicamente se transforma en "asunto
privado", a la vez que se refleja de forma inmediata en el arte con
• En el plano eminentemente ético y espiritual, se define un gusto creciente por los "interiores" y los temas familiares y en
como área de lo público la de la palabra, la relación y la comuni- el modo de construir las casas.
cación; la de lo privado como el área de la soledad, el silencio y la
contemplación. Este aspecto de la distinción no debe infravalo- 47
Nos hemos servido del trabajo de P. SCOPPOLA. "Pubblico" e "privato": as-
rarse, sobre todo en una sociedad como la nuestra, caracterizada /«'/// storico-politici, en La famiglia crocevia delta lensione ira "pubblico" e "príva-
por una tupida red de imágenes y comunicaciones: la distinción lo". Vita e Pensiero, Milano 1979, 24-43.
44 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR INTRODUCCIÓN... 45
• Esta polarización entre lo público (estatal) y privado (no inalienable e incomunicable (autoconciencia), entenderemos que,
institucional) ha resultado decisiva para la progresiva reducción al menos en el ámbito real de la existencia, no hay nada en su
de lo privado al individualismo. No es posible trazar aquí el pro- comportamiento que pueda valorarse sólo y exclusivamente en un
ceso de esta involución de lo privado; pero queremos subrayar sentido o en otro.
que, a través del efecto boomerang del capitalismo, se desembocó Todo esto no significa que las nociones de "público" y "pri-
en los totalitarismos del siglo XX, que tienen al menos este deno- vado" carezcan de sentido. Sólo hemos intentado poner de mani-
minador común: "lo privado vuelve a ser reabsorbido en lo públi- fiesto que su separación o el predominio de uno y de otro implica
co, pero ya no como en la edad pre-burguesa, en razón de la no contradicciones, ya que el ser de la persona como relación com-
distinción que nace de los valores comunes que inspiran toda la porta estos dos aspectos. Podemos concluir, pues, que "público y
vida comunitaria o asociada, sino en razón del derecho del estado privado encuentran su propia legitimidad sólo como funciones de
o del partido único o del poder a interpretar ellos solos todas las dos vectores inseparables de la persona: el que la impulsa a mani-
razones y los valores de la vida social". Más aún, los totalitaris- festarse en la comunicación y el que la reclama hacia los espacios
mos actuales ya no se contentan con la obediencia pasiva de los más secretos de los centros personales" 48 . Hay que ir más allá de
subditos, como los despotismos de otras épocas, sino que les exi- las nociones de bien público y de bien privado para remontarnos
gen una rendición en cuerpo y alma, porque cuentan con los me- al concepto de bien común, al que nos hemos referido más arriba
dios adecuados para arrancarles la participación y el consenti- V del que volveremos a ocuparnos ampliamente 49 .
miento. La superación de la antinomia público-privado es, por tanto,
necesaria e incide fuertemente en la reflexión ética. El comporta-
• De la polarización público-privado hemos venido a parar miento global y cada uno de los actos de la persona tienen simul-
en la bipolarización excluyente colectivo-individual, característica láneamente una dimensión privada y una dimensión pública. Hay
de nuestra sociedad y generadora de la crisis global en que nos que desechar, pues, dos tentaciones, hoy muy comunes en el dis-
encontramos inmersos. La salida de la crisis tiene que venir por curso ético: la de identificar lo público sin más con lo político, y
otros derroteros, por el retorno y la apuesta por el hombre, por el lo privado con lo individual; la de presentar lo privado como
hombre total, por el hombre concreto. reducto de la moralidad, y lo público (político) como el reino de
la amoralidad. Y operar desde esta hipótesis: "Tal vez sí existe
una continuidad, y no una contraposición, entre lo privado, lo
público y lo político en nuestra moralidad. Pues quizá estas dis-
Público y privado: Relación dialéctica tinciones no sean tanto de esferas materializadas objetivamente,
cuanto una diferencia intencional de dos dinámicas morales que
Por encima de cualquier forma de colectivismo o de indivi- operan, a la vez, en nosotros y se expresan conflictivamente en la
dualismo, tenemos necesidad, para decirlo en una fórmula estri- unidad aparente de nuestros actos" 50 .
dente, de más público y de más privado, que se relacionen y corre-
lacionen en innumerables expresiones históricas. Pero siempre en
torno al hombre y al servicio del hombre. Sólo así será posible
recuperar, más allá de las ideologías de lo privado y de lo públi- TEOLOGÍA MORAL ESPECIAL:
co, el concepto de persona (noción que con frecuencia se identifi- INDICACIONES GENERALES
ca con la de individuo), de la persona como "principio, sujeto y
fin" de la vida social, del comportamiento ético en todos los sec- A estas alturas de nuestro discurso esperamos que hayan des-
tores de la praxis moral. Tal vez ahora se comprenderá mejor aparecido algunos equívocos que se encuentran en la base de las
nuestro interés por un concepto integral de persona, porque la actuales polémicas sobre el alcance y contenido de la praxis cris-
contraposición entre público y privado nos parece que se apoya liana. Pensamos, pues, que es el momento adecuado para abor-
en la reducción de la persona a mero individuo y en la oscilación
del sentido de éste, según que se insista en su carácter exclusivo 4
" V. MKLCHIORRI . "Pubblico" e "privato": aspelü ideologici-culturali. o. c.
(privado) o en su condición de parte de un todo (parte o en fun- (II. 47), 58.
4
ción del populus, pueblo). Pero si recuperamos, como hemos di- '' El tercer volumen en preparación de esta misma obra.
Ml
C. THIKBAUT. -Moralidad pública frente a moralidad privada?, en " M a t h e -
cho, el significado integral de la persona como ser-corpóreo, ser- sis" (revista de filosofía, m a r z o de 1980), 21; el extenso artículo, a u n q u e farrago-
con-los-demás y ser-en-la-historia, dotada de un centro o núcleo so, liene indudable interés.
INTRODUCCIÓN... 47
46 PRAXIS CRISTIANA -OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR

dar el cometido concreto de la que podemos llamar "ética teoló- La distribución de la materia en dos volúmenes se basa única-
gica normativa": cómo puede encarnarse y vivirse el valor mente en razones de carácter pragmático, dado que no es conve-
supremo del amor-caridad (ágape), en su manifestación bipolar, niente agrupar todos los materiales en uno solo. Así de sencillo.
en la concreción de la persona-en-sociedad que vive la aventura Por lo demás, aunque no sea el momento para una declaración de
humana desde la experiencia radical del amor de Dios Padre; intenciones, insistimos en que todos nuestros esfuerzos se propo-
cómo se pueden discernir sus instancias e imperativos concretos nen alumbrar al homo moralis (hombre nuevo), que ocupe el lu-
en las múltiples y variadas situaciones personales e histórico- gar del homo sapiens (homo faber) de la edad neolítica. Porque
culturales. hasta ahora el hombre ha dominado el mundo y ha construido la
Esta parte de la teología moral, como hemos señalado, recibe sociedad utilizando Ja razón; pero hay que preparar la "edad neo-
tradicionalmente el título de moral especial. Permítasenos transcri- limética" (nuevo valor) en que debe reinar el homo moralis". "El
bir lo que ya dijimos en el primer volumen: "El hombre real diver- hombre nuevo, creado a imagen de Dios, con la rectitud y santidad
sifica 'su conducta de acuerdo con el objeto con el que entra en pi'opias de la verdad" (Ef 4,23s), y configurado a escala de Cristo,
relación (la naturaleza, las obras de arte, Dios, los otros hom- imagen de Dios invisible (Col 1,15), hombre perfecto, "fin de la
bres, etc.), y de acuerdo también con el tipo de necesidad humana historia humana, punto de convergencia hacia el cual tienden los
que trata de satisfacer (producir, conocer, expresarse y comunicar- deseos de la historia y de la civilización, centro de la humanidad,
se, transformar o mantener un orden social dado, etc.)'. Esa diver- Hozo del corazón humano y plenitud de sus aspiraciones" (GS
sificación constituye el criterio para el análisis crítico de la praxis 45,2).
cristiana elaborado por nosotros; por eso tal vez podríamos hablar R. RINCÓN ORDUÑA
de teología moral sectorial, si bien no nos convence tampoco esta
designación" 51 .
Se comprenderá entonces que nos apartemos, al estructurar
esta parte de nuestra obra, de los clásicos esquemas de las virtu-
des o del decálogo, para situarnos en la trayectoria trazada por el
concilio Vaticano II. La segunda parte de la Gaudium et spes tra-
ta algunos problemas morales más urgentes y preocupantes, arti-
culándolos en cinco capítulos, que corresponden a otros tantos
sectores de la experiencia humana: el matrimonio y la familia, la
cultura humana, la vida económico-social, la vida política, la pro-
moción de la paz y el fomento de la comunidad de los pueblos.
Esta será también, a grandes rasgos, nuestra andadura, aunque
introduciremos algunas modificaciones, pues queremos ofrecer
una visión sistemática.
• En un primer bloque de temas estudiamos los sectores bá-
sicos de la existencia humana y de la experiencia moral: la vida
física y psíquica del hombre, el significado y vivencia de la sexua-
lidad humana.
• Como sector bisagra expondremos las cuestiones pertinen-
tes a la vida de comunicación de la persona.
• Por último, analizaremos las estructuras fundamentales de
la socialidad de las personas: la vida familiar, la vida socio-
IHiipune publicar (ya han aparecido dos volúmenes), E. CHIAVACCI. O. C, (n. 9),
económica y la vida política52. 'IM ÍSI. Especialmente deseamos enl'atizar nuestra coincidencia con el autor en
ilim puntos: no hemos introducido en esta rellexión teológico-moral la catcoria
51
Praxis cristiana, 1. Fundamentación (n. 2), 22-23. • k las virtudes; hemos polarizado la atención en los sectores objetivos en que
52
Obviamente, hace tiempo que teníamos estructurada la obra; posterior- uiinli'U' la experiencia humana y el obrar ético.
mente hemos podido constatar la convergencia del proyecto con la obra que se " (T. W. KAY. La educación moral. El Ateneo, Buenos Aires 1977, 171-172.
PARTE PRIMERA

MORAL DE LA VIDA Y LA SALUD


FRANCISCO JAVIER ELIZARI BASTERRA

Licenciado en Teología por Salamanca. Cursos


de Doctorado en Moral por el Alfonsiano
(Roma). Profesor del Instituto Superior de Cien-
cias Morales (Madrid)

CAPITULO I: Orientaciones generales


CAPITULO II: El aborto
CAPITULO III: Agresiones contra la propia vida
CAPITULO IV: Diversas agresiones contra la vida
ajena
CAPITULO V: La violencia bélica y terrorista
CAPITULO VI: La agresión a la naturaleza
CAPITULO VIL. Ethos cristiano ante la enfermedad.
Sistemas sanitarios
CAPITULO VIII: Los derechos de la persona en el te-
rreno sanitario
CAPITULO IX: Trasplantes. Experimentación hu-
mana
CAPITULO X: Genética y eugenesia
CAPITULO XI: Técnicas de reproducción humana
CAPITULO XII: La droga. Acción sobre el psiquismo
y el comportamiento
INTRODUCCIÓN

La moral cristiana ha prestado una atención destacada a la


reflexión sobre la vida del hombre en lo que podríamos llamar, con
una terminología algo ambigua y peligrosa, la dimensión física o
corporal.
La organización del tema lógicamente ha sentido las conse-
cuencias de la evolución de la Iglesia y de la sociedad. En épocas
;mteriores, el hombre estaba más urgido por la defensa del puro
existir, del "esse"; hoy, sin negar las amenazas que seciernen sobre
la vida, existe un espacio mayor para una reflexión sobre el bien-
estar, el "bene esse"; si antes las cuestiones sobre la vida en su pura
dimensión física acaparaban grandemente la atención, en el pre-
sente el significado humano de la existencia aparece más estrecha-
mente unido a la vida, cuando se trata de adoptar decisiones que la
afectan del modo más radical.
Cuando las posibilidades de la medicina eran muy reducidas y,
además, sólo eran accesibles a muy pocos, la moral no incorporó,
o sólo muy escasamente, la reflexión ética sobre la salud.
Los temas abordados en esta parte han sido expuestos por la
moral cristiana desde esquemas organizativos diferentes: algunos
lueron desarrollados por una corriente de la moral clásica dentro
del quinto mandamiento; las obras de moral, ética o deontologia
médicas abarcaban un campo en parte propio y en parte coinci-
dente con el otro esquema '.

' De la inmensa bibliografía de obras de conjunto o con tratamientos am-


|ilius sobre los temas de esta primera parte, escojo una representación: E. CHIA-
VAI VI, Morale della vita física, EDB, Bologna 1976; M. VIDAL, Moral de actitu-
<lr\, II, Perpetuo Socorro, Madrid 19794, 197-305; A. HORTELANO, Problemas
urinales de moral, II, Sigúeme, Salamanca 1980, 9-2.23; B. HARING, La ley de
t'flMn, III, Herder, Barcelona 19685, 203-277; A. G ÜNTHOR, Chiamata e risposla,
III. Paoline, Alba 1977, 489-617; A. HERTZ (Hrsg.), Handbuch der Christlichen
llhik, II, Herder, Friburgo de Brisgovia 1978, 13-112; G. PERICO. Defendamos la
\l<la. Marfil, Alcoy 1966; G. DAVANZO, Un'etica a difesa della vita, Ancora, Mila-
no 1978; .1. GAFO. Nuevas perspectivas en la moral médica, Ibérico Europea de
I iliciones, Madrid 1978; B. HARING, Moral y medicina, Perpetuo Socorro, Ma-
iliul 1972; M. VIDAL. Moral profesional para A. T. S., Perpetuo Socorro, Ma-
111 n I 1976; AA. VV., Etica y medicina, Guadarrama, Madrid 1972; P. SPORKEN.
Medicina y ética en discusión, Verbo Divino, Estella 1974; Deontologia, derecho,
medicina. Colegio Oficial de Médicos, Madrid 1977; C. BRÜAIRE, Une éthique
¡iinti la médecine, Fayard, Paris 1978; L. PORTES. A la recherche d'une éthique
mi'dtrale. Masson-PUF, Paris 1964; M. A. H. MHLINSKY (Ed.), Religión and Me-
illrlnr, SCM Press Ltd., London (vol. I, 1970; vol. II, 1973).
52 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR

Aquí, en términos generales, se tocan casi todos los temas


incluidos en los dos esquemas organizativos que acabo de mencio-
nar. Podríamos distinguir tres bloques: orientaciones generales,
agresiones o amenazas específicas para la vida humana, el mundo
de la salud y de la enfermedad.

CAPÍTULO I
Orientaciones generales (cap. I)
Agresiones o amenazas específicas para la vida humana. En este ORIENTACIONES GENERALES
segundo bloque se integran también algunos temas en los que se
puede acentuar el aspecto de amenaza o de protección según el
enfoque que se les dé. Los temas concretos desarrollados son los La defensa y protección de la vida humana es un objetivo que
siguientes: el aborto (cap. II); las agresiones contra la propia vida: los pueblos y las culturas han concebido y realizado de modos
suicidio, actividades arriesgadas, huelga de hambre, eutanasia vo- diferentes. La teología moral cristiana ha tenido también su propia
luntaria (cap. III); diversas acciones contra la vida ajena: pena de percepción de este valor y ha creado su propia normativa. A pesar
muerte, tortura, muerte del injusto agresor (cap. IV); la violencia de algunas ambigüedades que se le podrían achacar y de algunas
bélica y terrorista, con la carrera de armamentos y desarme, y la críticas que se le podrían hacer ', la moral cristiana en su conjunto
objeción de conciencia (cap. V); la agresión a la naturaleza y la ha sido, creo, un agente educador de la conciencia cristiana y
ecología (cap. VI). humana a favor de un respeto creciente de la vida.
La salud y la enfermedad. En primer lugar, se analiza el ethos Al tratar de ofrecer unas orientaciones válidas para el cristiano
cristiano de la enfermedad y se aborda la ética de los sistemas y el hombre de nuestro tiempo en este campo, constatamos una
sanitarios (cap. VII); a continuación se analizan los derechos de la coincidencia básica con la tradición multisecular cristiana, pero
persona en el terreno sanitario (cap. VIII); luego, se abordan inter- aparecen también diferencias no desdeñables de matiz, de enfoque,
venciones como los trasplantes y la experimentación humana e incluso algunas rupturas con posturas históricas determinadas
(cap. IX); la genética y la eugenesia (cap. X); las técnicas de sostenidas dentro de la Iglesia. Con estas orientaciones generales
reproducción humana: inseminación artificial, fecundación en no se pretende ofrecer una solución totalmente hecha a los nume-
laboratorio, reproducción clonal (cap. XI). El último capítulo rosos casos conflictivos que la vida nos presenta; simplemente se
trata de la droga, de las terapias del psiquismo y de la conduc- indican las coordenadas más importantes que ha de tener en cuen-
ta (cap. XII). ta la sensibilidad moral de un cristiano en el mundo actual.
Anticipando el contenido del presente capítulo, podríamos re-
sumirlo en los siguientes puntos. La moral cristiana, en un mundo
sensibilizado hacia la dignidad del hombre, ha de partir de un
reconocimiento del valor de la vida en sí misma y por sí misma; la
í'undamentación religiosa de la vida humana no puede hacerse de
modo que ésta aparezca vacía de dignidad cuando se hace desde
planteamientos sin una base religiosa. La moral actual trata de
recuperar para la persona incluso las decisiones más radicales so-
bre la propia vida; para ello presenta nuevos enfoques en cuanto al
modo de armonizar la indiscutible soberanía de Dios sobre la vida
del hombre y la autonomía del ser humano. Al mismo tiempo, la
moral se muestra cada vez más recelosa frente al amplio margen de
acción antes concedido a los poderes públicos para disponer de la

1
Cf. el excelente artículo de M. VIDAL, ¿Inviolabilidad de la vida humana?
Ambigüedades de un valor ético en la historia de la moral, en "Moralia", 1 (1979),
5-20.
54 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR ORIENTACIONES GENERALES 55
vida del hombre. La insistencia en la defensa y en la salvaguardia un valor básico, a promover por su contenido intrínseco; partien-
de la vida no ha de oscurecer el ejemplo de Cristo, que dio su vida do de esta base, se evitará la impresión, que a veces damos los
por los hombres; es necesario, pues, asumir con fuerza la dimen- cristianos, de que la vida humana, sin la fe en Dios, está totalmente
sión de la vida como entrega. En la última parte del capítulo se a la intemperie. Hay que afirmar el don de Dios, pero sin infrava-
examinan tres principios de gran importancia en la moral tradicio- lorar la dignidad inherente a toda vida humana.
nal para solucionar muchos conflictos en los que entraba en juego
la vida: el principio de totalidad y las dos distinciones directo/in-
directo, medios ordinarios/extraordinarios. 2. Coherencia en el aprecio a la vida
Toda vida humana, por el hecho de serlo, tiene un valor fun-
1. Dignidad de la vida en sí misma: damentalmente igual, posee la misma dignidad y se hace acreedo-
no sólo desde el don de Dios ra a la misma protección. Pero este principio sufre brechas im-
portantes, que parecen signos de incoherencia, aun cuando, es
En la tradición cristiana hay un núcleo de pensamiento sobre la lógico, se traten de justificar.
vida que se aduce con frecuencia para subrayar la dignidad del ser Sería interesante estudiar las discriminaciones en relación con
humano: la vida como don de Dios, el hombre creado a imagen y la vida que introduce cada cultura o que asume cada pueblo. A
semejanza de Dios 2 , la presencia de un alma espiritual, infundida veces, la razón de la discriminación es el sexo: la vida de un hom-
por Dios. Hay que tener presente que en el AT lo que nosotros bre merece más aprecio que la de una mujer. Otras veces el valor
llamamos vida física no es evocada en sí misma, sino que aparece de la vida se mide por la convergencia de visión política: el di-
integrada en esa unidad total que es el hombre, creado a imagen y sidente merece menos respeto. En ocasiones, el color ha sido de-
semejanza de Dios. La vida se ve siempre desde Dios, ante Dios y terminante: el negro tiene vocación de esclavo y su valor se mide
hacia Dios. Una ulterior confirmación del valor de toda vida hu- por su utilidad, como el de un animal. La religión y la moralidad
mana nos viene del hecho de la Encarnación del Verbo, que asume han sido también factores discriminantes: algunos teólogos clási-
nuestra naturaleza y nuestra historia: la fe en Cristo hombre re- cos españoles sostenían que en los hijos bautizados de los moris-
fuerza y consagra todo lo humano. cos prevalecía el concepto de "bautizados" sobre el de hijos de
El cristiano que acepte vivencialmente estas realidades no po- sublevados, en orden al trato que se les había de dar. Santo To-
drá menos de respetar con una urgencia especial toda vida huma- más tiene una frase que no hay que sacar de su contexto, pero
na, que, desde nuestra fe en Dios Creador y en Cristo hombre, que, en todo caso, nos choca enormemente. Para él, el pecador
aparece rodeada de la solicitud de Dios y portadora de una voca- pierde su dignidad de naturaleza libre y existente por sí misma; en
ción divina. este sentido se ha de tomar su llamativa afirmación de que "un
hombre malo es peor que una bestia" 3. Más adelante veremos
Pero esta fundamentación religiosa ha de ser presentada sin dar
cómo la distinción inocente-culpable puede también encerrar dis-
lugar a equívocos. La vida del hombre, independientemente de
criminaciones injustas.
cualquier enfoque religioso, tiene un valor en sí misma y por sí
misma. Constituye la base y fundamento para que cualquier otro Pero nuestra sociedad, que se vanagloria de una mayor sensi-
valor del ser humano pueda desarrollarse en su proyección perso- bilidad hacia la dignidad de todo ser humano, tiene también sus
nal y social. La vida física no garantiza automáticamente una vida propias discriminaciones, que resultan hirientes para quien apre-
en libertad, en solidaridad con los demás y abierta a Dios, pero sin cia por igual la vida humana, toda vida humana, por el mero
ella queda radicalmente comprometido todo proyecto personal. hecho de serlo. Toda discriminación traduce una incoherencia.
Por eso, la dignidad de la vida en sí misma no debe sufrir cuando Las estadísticas nos revelan cómo cristianos de cuño tradicional
se apela a Dios. La fe cristiana ha de suponer el sentimiento, son muy propensos a aceptar la aplicación de la pena de muerte,
fuertemente anclado en toda conciencia humana, de que la vida es mientras en cuestión de aborto adoptan una postura de protec-
ción incondicional al feto o al embrión. En el lado contrario,
vemos a personas visceralmente opuestas a la pena de muerte que
2
Gen 1,26; 2,7; 5,1; 9,6; Sab 2,23; Sal 8,6. Sobre el hombre como imagen admiten como un derecho de la mujer el interrumpir la vida ya
de Dios, cf. T H . CAMELOT, La théologie de l'image de Dieu, en "RevScPhTh", iniciada en su seno. Cada grupo trata de justificar el apoyo a
40 (1956), 443-471; C. SPICQ, Dieu et I'homme selon le Nouveau Testament, Du
Cerf, París 1961; S. OTTO, Imagen, en CFT, II, Cristiandad, Madrid 1966,
346-356. ' .V. Th., II-II, q.Ó4, a.2, ad 3um.
56 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR ORIENTACIONES GENERALES 57
unas vidas y la indefensión en que deja otras, pero, a pesar de las que aparece suficientemente clara desde el ejemplo de Cristo, ha
justificaciones, ¿no significa todo ello un mal servicio al valor de sido legitimada por la moral desde otras perspectivas.
la vida? Con ello no queremos decir que toda acción que establez- Si las situaciones en que el hombre ha de actuar fueran puras,
ca algunas diferencias entre vidas y vidas sea necesariamente dis- es decir, si en cada acción se promovieran sólo valores sin sacrifi-
criminante. El problema está en compaginar la fundamental car ninguno, las opciones éticas serían evidentes. Pero la realidad
igualdad de toda vida humana con ciertas diferencias existentes es más confusa y complicada: en una misma acción muy frecuen-
en la realidad. ¿Hay diferencias que permitan una valoración éti- temente, si no siempre, están implicados valores y contravalores 5 .
camente distinta en cuanto a la protección de la vida? ¿No nega- Desde aquí se comprende la afirmación de que "todas las normas
mos con ello el principio básico de igualdad e introducimos cate- éticas relativas al comportamiento interhumano se basan, en defi-
gorías discriminatorias, vidas de primera y vidas de segunda? nitiva, en un juicio de preferencias" 6 .
Ahora bien, la vida humana puede entrar en conflicto con
valores morales o con valores no morales. A este último grupo
3. La vida como entrega pertenecen la salud, el placer, la alegría, la técnica, el arte, el
conocimiento, etc. El poseer estos valores no hace al hombre bue-
El tema de la intangibilidad de la vida ha sido integrado en la no moralmente, ni su falta le convierte en un inmoral. Los valo-
moral cristiana con tal fuerza, que otro aspecto del misterio cris- res morales son los que pertenecen al campo de la conciencia. Si
tiano ha quedado muy oscurecido: el ejemplo de Cristo, que da la vida entra en conflicto con un valor moral, éste tiene prioridad
su vida por amor. Es cierto que las obras de espiritualidad y de ética sobre aquélla. En el caso de Cristo, la realización del desig-
devoción se encargaban de desarrollar más esta inspiración evan- nio de Dios tenía precedencia sobre la conservación de la propia
gélica. Pienso que si la moral hubiera asumido con más energía vida de Cristo. Cuando el conflicto se establece entre la vida y un
esta línea, quizás las conclusiones sobre la disposición radical de valor no moral, la decisión correcta supondrá una comparación
la propia vida hubieran sido diferentes de las defendidas común- ile todos los valores en juego. La opción tomada será moral en la
mente. medida en que vele por la afirmación del valor o de los valores
Si la vida es un don precioso que debe suscitar en el hombre que, dentro de una apreciación global y en una determinada
un eco de agradecimiento y una voluntad decidida de aprecio, el situación, sean considerados como prioritarios por la conciencia
ejemplo de Cristo integra otra dimensión. El es el buen pastor formada.
que da la vida por sus ovejas (Jn 10,11). "En esto hemos conoci-
do la caridad: en que Aquél dio su vida por nosotros. También Desde lo dicho en páginas anteriores, el cristiano se enfrenta
nosotros debemos dar la vida por los hermanos" (1 Jn 3,16)4. El con una doble exigencia: por una parte, una tarea de conciencia-
ejemplo de Cristo debe inspirar actitudes semejantes en sus segui- ción siempre perfectible sobre la dignidad de toda vida humana,
dores: "Nadie tiene un amor mayor que éste: dar uno su vida por concienciación que ha de traducirse en una acogida fervorosa de
sus amigos" (Jn 15,13). Si la moral cristiana hubiera asumido con loda iniciativa a favor de la vida y en una denuncia de toda mani-
mayor radicalidad estas enseñanzas, quizás hubiera sido diferente pulación en sentido contrario; por otra, evitar un culto idolátrico
la solución propuesta a algunos problemas sobre la vida. a la vida. Las dos exigencias salen al paso de dos abusos de signo
Aun tratándose de un valor importante, fundamental, la vida opuesto, pero frecuentes en nuestra sociedad, atravesada de tan-
no es un valor absoluto. El ejemplo de Cristo nos manifiesta con las contradicciones. Estas orientaciones no nos dan la solución
toda claridad que el respeto a la vida, exigencia ética inaplazable, clara a los muchos problemas que se presentan en este campo,
no ha de adoptar formas idólatras, absolutizadoras. El Evangelio especialmente a los casos más conflictivos. Para ello será necesa-
nos enseña que la fe y el seguimiento de Cristo —y lo mismo rio tener en cuenta lo que se dirá en su momento sobre el derecho
podría decirse de algunos valores humanos— merecen todo tipo del hombre a disponer de la propia vida, sobre los medios "ordi-
de sacrificios, incluido el de la propia vida: "El que quiera salvar narios y extraordinarios", sobre el suicidio y la eutanasia, etc. Lo
su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y el evange- que sí podemos afirmar es que una solución correcta a estos pro-
lio, la salvará" (Me 8,35). Esta posibilidad de sacrificar la vida, blemas no se encontrará de espaldas a estas exigencias o indi-
caciones.
4
La traducción de los textos bíblicos, salvo indicación contraria, está toma-
da de F. CANTERA BURGOS y M. IGLESIAS GONZÁLEZ. Sagrada Biblia, Edica, Ma- ' Cf. Praxis cristiana, 1. Fundamentación, 3.a parte, caps. V y VI.
drid 1975. ' F. BOCKLE, Fe y conducta, en "Concilium", n. 138-bis (1978), 262.
58 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
ORIENTACIONES GENERALES
59
4. El hombre, protagonista de su propia vida me cuando las limitaciones impuestas se presentaban con una
cobertura religiosa, profundamente enraizada en la sociedad.
Las éticas no religiosas reclaman para el hombre las decisio-
nes más radicales sobre la propia vida en nombre de la auto- Deducir de lo dicho que la fe cristiana resulta superflua para
nomía personal, sin por ello considerar la vida un asunto me- la protección de la vida cuando la humanidad adquiere una con-
ramente privado. Sostienen que la privación de poder decidir ciencia más sensible y se logra una protección legal más eficaz,
responsablemente en asuntos tan fundamentales es una herida sería, a mi juicio, una falsedad. Al contrario, el creyente encuen-
a la dignidad personal. tra en la fe un marco de referencia que le invita a una más vigoro-
sa defensa de la vida. Las estadísticas demuestran cómo un hom-
¿Estas reclamaciones pueden encontrar en nosotros un eco bre de fe viva está mucho más inmunizado contra el suicidio que
acogedor sin ser infieles al mensaje de Cristo? Algunos sectores quien carece de motivaciones profundas que den sentido a su
cristianos piensan que la soberanía de Dios puede ser perfecta- vida. Sin la fe en Dios, la historia de la vida humana hubiera
mente armonizable con la autonomía del hombre en decidir sobre estado poblada de mayores amenazas, aun cuando la fe tampoco
su propia vida y creen que la interpretación comúnmente dada al haya logrado evitar todos los atropellos de que ha sido objeto la
señorío de Dios sobre la vida es una alternativa aceptable, pero vida, incluso por parte de creyentes.
cuestionable.
La tesis del hombre como mero administrador de la vida, no
Según la postura "tradicional", si Dios es el Señor absoluto la enseñanza sobre la soberanía de Dios, se hace acreedora a di-
de la vida, al hombre no le queda sino la mera administración, el versas objeciones:
llamado dominio útil. En base a estos derechos absolutos de Dios
se ha excluido radicalmente del espacio moral el suicidio —todo
tipo de suicidio—, la eutanasia voluntaria y diversas intervencio- • parece encerrar un concepto de Dios tacaño, casi como
nes contra la vida ajena. En el fondo de esta postura existe una si fuera un usurero o un banquero. El don de la vida que
invocación analógica del concepto de propiedad y de administra- El hace al hombre queda como a medio camino, al conce-
ción que rige a propósito de los bienes terrenos. Sería necesario der sólo la pura administración;
un análisis detallado para ver la validez moral de estos conceptos • parece revelar una concepción mezquina y desconfia-
aplicados a la vida y a las relaciones entre el hombre y Dios. da del hombre, como si éste estuviera aquí condenado a
Frente a esta postura existe una convicción, que va ganando te- una perpetua minoría de edad, incapacitado para decisio-
rreno entre moralistas, sobre la posibilidad legítima de otras in- nes razonables sobre la vida en su dimensión más radical;
terpretaciones de la soberanía de Dios sobre la vida, sin que por • da la impresión de que no queda suficientemente reco-
ello se deje de respetar este valor con igual eficacia. nocido el valor de la vida en sí misma y por sí misma;
Pero es preciso reconocer dos cosas: la interpretación común- • la analogía del dominio perfecto y de la mera adminis-
mente sostenida en teología ha prestado grandes servicios de pro- tración, tomada de la realidad humana, no aparece como
tección a la vida; dicha interpretación era casi la única posible en válida para las relaciones entre Dios y el hombre a propósi-
un determinado contexto, es decir, esa interpretación ha de ser to de la vida.
situada en el tipo concreto de sociedad que la vio nacer y la
apoyó durante mucho tiempo. lis evidente que los defensores de la tesis de la "mera adminis-
Dentro de una sociedad y de una mentalidad religiosa de cuño Iración" encuentran injustificadas estas acusaciones; pero no pue-
muy sacral, es absolutamente normal que se haya querido expli- den permanecer insensibles a la impresión que suscitan en otros,
car la dignidad de la vida humana desde una óptica exclusiva o incluso cristianos.
casi exclusivamente religiosa. Se comprende que en una sociedad "La vida es un don —nadie puede darse a sí mismo la vida—;
privada de una conciencia viva del valor de la vida, y en la que la pero es un don que, una vez recibido, queda a disposición del
protección legal era muy inferior a la actual, se tratara de legiti- poseedor. [...] Si bien pocos ámbitos del existir están tan próxi-
mar la intangibilidad de la vida —no de toda vida, hay que mos al misterio como la vida en su origen y en su conclusión y,
confesarlo— sustrayendo al hombre las decisiones más radicales • nnsiguientemente, estos umbrales últimos suscitan como ningún
sobre la propia vida; a ello hay que añadir otro hecho: la concien- ni!o el respeto y la distancia reverente, el desmontaje de interpre-
cia escasa de la autonomía humana explica que las reivindicacio- imiones monopolizadoramente sacrales sobre la vida está en mo-
nes de la libertad de decisión en esta materia fueran nulas, máxi- vimiento. [...] Y la moral cristiana tendrá que apuntar en este
60 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
ORIENTACIONES GENERALES 61
sentido —particularmente por lo que atañe a los umbrales de la nomía profunda para el hombre prefieran el nuevo enfoque. Ven
existencia— el desafío proveniente del hombre actual" 7. en él ventajas sustanciales: especialmente la acogida prestada a
Hoy, afirmando siempre la soberanía de Dios sobre la vida, esta aspiración de autonomía. Minimizan los riesgos de su postu-
va tomando mayor cuerpo otra interpretación de la misma más ra: no creen que aumente el número de suicidios, ni que se dispa-
acorde con la sensibilidad y aspiraciones del hombre actual e re la eutanasia voluntaria, o que se introduzcan con ello abusos
incluso más en la línea de ciertas enseñanzas bíblicas que pare- en relación con los enfermos terminales. ¿Es ésta una postura
cen ofrecer una concepción más "generosa" de Dios con la auto- realista o ingenua? ¿Quién nos asegura que el derecho del hombre
nomía del hombre. ¡i disponer sobre la propia vida no será aprovechado por poderes
Según esta interpretación, el señorío absoluto de Dios no vie- diversos, poco escrupulosos, para abusar de la vida de muchos
ne contrapuesto a la mera administración de la vida; la posibili- seres humanos? Los partidarios de la interpretación dada en si-
dad de adoptar las decisiones responsables más radicales sobre la glos anteriores prefieren sacrificar la autonomía del hombre para
propia vida no niegan ese señorío; la usurpación de éste consisti- asegurar más eficazmente la protección a la vida. Les da pánico el
ría sólo en decidir arbitraria e irresponsablemente. "La pregunta que la persona humana, que ha dado tantas muestras de irrespon-
es precisamente si Dios no ejerce también su dominio sobre la sabilidad, pueda tener en sus manos decisiones tan radicales. A
vida de un hombre, autorizando a poner él mismo fin a su propia éstos, a su vez, se les puede preguntar: ¿No valoran falsamente la
vida en virtud de la exigencia moral aplicable a determinadas realidad, creyendo que un cambio moral va a significar un nota-
situaciones" 8. ble quebranto para el valor vida? ¿No son excesivamente descon-
La propia muerte, fruto no del aislamiento, de la cerrazón o Iindos del hombre y de las garantías que puede establecer la so-
de la desgana, sino convertida en un acto de entrega y solidari- ciedad para evitar abusos? Creo sinceramente que, desde la fe
dad, en un clima de esperanza, a ejemplo de Cristo, no iría contra cristiana, existe espacio legítimo para optar por una u otra postu-
la soberanía de Dios. Desde estos presupuestos, que modifican la; pienso que en nombre de la fe no puede imponerse ninguna de
notablemente los planteamientos, cambiaría radicalmente el pa- las dos como la única interpretación correcta de la misma.
norama moral de algunos problemas: quedaría espacio legítimo
para el suicidio "oblativo, altruista", para la eutanasia volunta-
ria, sometida a determinados criterios. Evidentemente, con esta Y Con la autoridad de Dios todo es posible
postura no se trata de justificar cualquier suicidio o eutanasia
voluntaria, ni se quiere erosionar el valor vida, cuya defensa enér- La moral tradicional no ha excluido absolutamente que el
gica sostienen también los patrocinadores de esta interpreta- hombre tomara las decisiones más radicales sobre la vida propia
ción. Simplemente se cuestiona como única interpretación legíti- o ajena, pero siempre con una condición: que ese atentado mate-
ma de la herencia cristiana la que defiende unos absolutos mora- rial fuera un acto de obediencia a Dios 9 . Por orden, autorización,
les intangibles en este campo. No se -ve como contraria a esta mandato, permiso, inspiración, etc., de Dios es lícita cualquier
herencia cristiana la autonomía del hombre para las decisiones iicción contra la vida propia o ajena, trátese de personas inocen-
más radicales, siempre que éstas fueran el eco de actitudes de tes o de malhechores, realizada por la autoridad pública o por
corazón cercanas a las de Cristo, o respondieran a opciones juz- decisión privada, directa e indirectamente. En cambio, en ausen-
gadas razonables desde una consideración de los valores en juego. cia de tal inspiración, orden etc., hay severas restricciones para
A esta postura que insiste más fuertemente en la autonomía del alentar contra la vida.
hombre, ¿no se le podría encontrar hasta una cierta justificación
Esta doctrina, tal como está formulada, se explica por las cir-
bíblica, cuando se presenta al hombre como señor de la crea-
cunstancias en que surgió, pero resulta extraordinariamente cho-
ción? (Gen 1,28).
cante y de difícil comprensión para los no creyentes e incluso
La adopción de una u otra interpretación está condicionada para bastantes creyentes. A primera vista, parece dejar traslucir
por diversos factores, pero creo que las dos caben dentro de la una imagen de Dios semejante a la de un monarca absolutista y
fidelidad a la soberanía de Dios sobre la vida. Se comprende que nibitrario.
quienes son particularmente sensibles a una reclamación de auto- Esta distinción tiene una importancia práctica nula, en cuanto
que la existencia de órdenes, inspiraciones divinas, etc., no se rei-
7
8
M. RUBIO. El hombre, protagonista de la vida, en "Moralia", 1 (1979), 48. vindica más que para casos reducidos del pasado; apenas si se
B. SCHÜLLER. Modos de fundamentar las normas morales, en "Concilium",
n. 120 (1976), 539.
" K. BARTH, Le suicide. Labor et Fides, Genéve 1971.
62 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR (>l< 11 NI ACIONES GENERALES 63
considera su aplicabilidad a nuestro mundo. Pero, simbólicamen- ¿qué es sino el horror a la violación, el aprecio de la virginidad
te, su significado es importante en cuanto que conlleva una par- por motivos religiosos, porque había sido educada en el sentido
ticular interpretación de la soberanía de Dios y una especial vi- religioso de la virginidad? ¿No resulta un poco ingenuo acudir a
sión del hombre. inspiraciones divinas para lo que se explica perfectamente por
Para no ser injustos con quienes han defendido durante siglos una interiorización de valores, por una convicción personal? Sin
la validez de esta distinción, hemos de tratar de comprender su llegar hasta este punto, con razón advierte L. Rossi: "Desde lue-
génesis. El punto de partida lo constituyen ciertos hechos bíblicos go, no habría que pecar de ligereza a la hora de admitir mandatos
desconcertantes de cuya autenticidad no se tenía la menor duda y o permisiones divinas a este propósito (es tal nuestro apego a la
a los que era necesario encontrar una explicación. En la Biblia villa, que no es fácil el peligro de que se multipliquen estas extra-
hay varios relatos en los que se describen suicidios u homicidios llas inspiraciones del Espíritu Santo); pero tampoco se podrá re-
directos, al parecer con la aprobación divina. La orden dada a chazar la posibilidad (al menos teórica) de esta llamada o permi-
Abraham: "Toma a tu hijo, tu unigénito, que tanto amas, a sión divina" 13.
Isaac, y vete al país de Moria y ofrécele allí en holocausto sobre
una de las montañas que yo te indicaré" (Gen 22,2), fue entendi-
da con todo realismo. Entre los casos de suicidio que al parecer (». Menor confianza en los poderes públicos
podrían contar con una autorización divina están los de San-
són (Jue 16,27-30), de Eleazar Avarán (1 Mac 6,43-46) y Ra-
En la moral cristiana ha habido tres pares de distinciones
zias (2 Mac 14,37-46). En relación con ciertas consignas atribui-
que intentaban definir con exactitud las acciones permitidas y
das a Dios, que parecen invitar a exterminios indiscriminados, en
prohibidas sobre la vida: autoridad publica-privada, inocente-
los que se trataba por igual al inocente y al culpable, F. de Vito-
culpable, acción directa-indirecta. A los poderes públicos se les
ria las explica por un mandato especial de Dios: "Respondo di-
reconocía un mayor ámbito de acción que a las personas priva-
ciendo que aquello de las Escrituras que traen a colación (Dt 20),
das; el culpable, malhechor o criminal, estaba más desamparado
se hizo por mandato especial de Dios [...]. Pero esto fue un decre-
que el inocente; una acción indirecta contra la vida ofrecía menos
to especial y no una ley general" 10.
problemas que una directa. Voy a fijarme ahora en las dos prime-
Junto a estos textos bíblicos, otros hechos, atribuidos a cris- ras distinciones, no para negarles una total validez, sino para po-
tianos de los primeros siglos, presentaban problemas análogos. Se ner de relieve ciertos matices que la sensibilidad moral va asu-
alude a algunas mujeres que se quitaron la vida por no ceder ante miendo en relación con ellas.
amenazas para su fe o su castidad. Ya san Agustín " sostiene que
estos hechos, lejos de ser condenados moralmente, constituyen un la distinción inocente-malhechor recoge un sentimiento es-
acto de obediencia a Dios. Y santo Tomás, recogiendo la explica- pontáneo en los pueblos e individuos, sentimiento que les mueve
ción de san Agustín, afirma que el suicidio de Sansón junto con ti protegerse contra las personas consideradas como amenaza
sus enemigos entre las ruinas del templo "sólo se excusa por al- pura los demás. Esta distinción puede tener aplicación tanto en el
guna secreta orden del Espíritu Santo" u. lampo de la "legítima defensa" individual como en el tema de la
En aquella sociedad, en la que se tenía un concepto muy ab- guerra. Otro campo en el que ha tenido particular vigencia es el
sorbente de la soberanía de Dios y una idea muy recortada de la ilel derecho penal. La distinción entre inocente y culpable es fun-
autonomía del hombre, careciendo, además, de los recursos inter- damenta! para que una persona se vea libre de las penas, incluida
pretativos de la Biblia hoy a nuestro alcance, no es de extrañar la entre ellas, en muchos casos, la pena de muerte. En otro lugar se
solución que dieron a hechos que no cuadraban a primera vista iihorda la pena de muerte, aquí me fijo exclusivamente en la dis-
con sus esquemas morales. tinción inocente-culpable en la medida en que de ella puede de-
Si miramos al fondo de las cosas y no nos contentamos con pender la vida de una persona. Esta distinción, que a primera
una consideración superficial, ¿qué diferencia hay entre matarse vista no parece ofrecer problemas mayores, en cuanto que es eco
por inspiración divina y el suicidio oblativo? La inspiración de •le un sentimiento difundido en la conciencia de los individuos y
Dios autorizando a una mujer a suicidarse para no ser violada, ile los pueblos, puede encerrar algunas ambigüedades. Los mora-
listas dieron respaldo moral a algunas consecuencias de esta dis-
10 tinción. Hoy, en cambio, asimilando los resultados de las ciencias
F. DE VITORIA, Relección segunda de los indios, n. 38.
" S. AGUSTÍN, La ciudad de Dios, libro I, cap. 26.
12
5. Th.. II-II, q.64, a.5, ad 4um. 11
L. Rossi, Suicidio, en DETM, 1031.
64 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR OR1ENTACIONES GENERALES 65
humanas, se advierte la necesidad de purificar el concepto de ino- pasado muy hostil, con muchas amenazas para la mera supervi-
cente y culpable o criminal o malhechor. vencia, ésta acaparara muchas energías.
No se puede negar a la sociedad el derecho a tipificar así cier- El concepto de calidad de vida es muy reciente y, como su
tos comportamientos, pero algunas preguntas relativizan el valor utilización no ha sido muy precisa y crítica, su análisis no resulta
de la distinción. ¿Quién establece que determinadas conductas nada fácil. Frecuentemente no es más que un slogan. Incluso se
sean consideradas como criminales y otras no? ¿A qué criterios e ha llegado a decir que cuando existía la calidad de vida es cuan-
intereses obedece de hecho la distinción? ¿Qué tanto por ciento en tío menos se hablaba de ella.
la criminalidad ha de atribuirse al malhechor o a los condiciona- También a la puerta de la moral llama este concepto y preten-
mientos sociales? Se ha dicho que a veces la acción implacable de ser oído en orden a algunas decisiones importantes sobre la
contra los criminales parece un exorcismo fácil, con el que la vida humana. Esta reivindicación se hace más palpable en cuatro
sociedad se tranquiliza y se evade de las propias responsabilida- campos: en la vida terminal para saber si tiene sentido prolongar-
des en relación con la génesis del crimen. No falta quien piensa la o no; en la vida inicial para decidir darle curso o no; en accio-
que las acciones duras enmascaran la crueldad, la venganza, la nes que miran a alterar la naturaleza del hombre, como se verá
pereza o la incapacidad de la sociedad; otros siguen viéndolas más adelante al hablar de las intervenciones genéticas; en el sec-
como una necesidad de autodefensa social. tor del medio ambiente.
Los poderes públicos se han visto dotados de grandes faculta- En la imposibilidad de descender en pocas líneas a detalles
des para actuar contra la vida de las personas desde la distinción muy concretos y ante la variedad de situaciones en que se plantea
entre inocente y culpable y también en el campo específico de la el tema de la calidad de vida, me limito a unas indicaciones
guerra. En relación con ésta las prerrogativas concedidas a los generales.
poderes públicos eran excesivamente generosas. En la práctica,
sólo ellos eran los que juzgaban de la justicia de una guerra y • El atender a la calidad de vida es una exigencia moral
apenas existía espacio legítimo reconocido para disentir, no sólo innegable, si con ello nos referimos a cualquier tipo de ac-
legalmente, sino incluso moralmente, a pesar de algunas procla- ción orientada a crear condiciones más favorables para la
maciones en sentido contrario. Hoy en día, el derecho a disentir expansión y desarrollo de cualquier ser humano. La calidad
en este campo, tan celosamente reservado a los poderes públicos, de vida no debe, de por sí, considerarse como un lujo bur-
va encontrando expresiones más fuertes, no sólo por el reconoci- gués o una preocupación de quienes tienen resueltas las ne-
miento legal a la objeción de conciencia, sino también en una cesidades materiales fundamentales. Con frecuencia, el in-
esfera propiamente moral. A ello han contribuido en parte los vocar la calidad de vida tiene connotaciones muy ambiguas
estudios del fenómeno de la guerra, que han puesto más al descu- e incluso rechazables.
bierto los intereses y pretensiones inconfesables que se enmasca- • El concepto calidad de vida, entendido con una carga
ran frecuentemente tras una apelación a la justicia. prevalente económica, es muy parcial y resulta insuficiente
Con lo dicho no se pretende minar las bases del derecho pe- para iluminar decisiones importantes sobre la vida humana.
nal, sino indicar las ambigüedades e injusticias que han podido • Si la calidad de vida quiere determinarse exclusivamente
introducirse en él bajo la presión de intereses de grupos que poco a partir de un análisis de las características mentales o físi-
tienen que ver con la justicia. Se apunta también a que la defensa cas de una persona medibles y cuantificables, las decisiones
de la justicia por la violencia, que engendra la muerte aun cuando inspiradas en esta concepción carecerán de importantes ga-
se haga en nombre de los poderes públicos, no es la mejor peda- rantías de acierto.
gogía para sensibilizar en el respeto al valor de la vida. • La calidad de vida es inseparable de las aportaciones de
la familia y de la sociedad. Ante un ser con deficiencias
7. La calidad de vida físicas o psíquicas graves, la sociedad ha de mirar a las ac-
ciones posibles para darle la mejor acogida y para posibili-
En nuestra sociedad, en la sociedad industrializada, va pe-
netrando profundamente el concepto y la preocupación por la hlenw de decisión personal, en "RyF", 198 (1978), 289-301; A. ECHÁNOVE,¿O lu-
calidad de la vida l4. Es comprensible que en un contexto social cha por la calidad de vida, en "RyF", 191 (1971), 357-375; J. ROF CARBALLO,
tecnología y deterioro de la vida, en "Arbor", 100 (1978), 7-14; R. FARICY. Popo-
14 luzitme e qualitá della vita, en "CivCatt", 124 (1973, III), 479-489; H. M. BARTH.
ABRIL CASTELLÓ, ¿Desarrollo y consumo contra calidad de vida?, en "Ar-
bor", 100 (1978), 329-342; P. GONZÁLEZ CASTELLANO, La calidad de vida, unpro- I rbensqualitát, en "Kerygma und Dogma", 23 (1977), 60-74.
66 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
ORIENTACIONES GENERALES 67
tarle una vida humana lo más digna posible. Acudir a la acciones relativas a la vida y a la salud humanas. Esta distinción
calidad de vida para legitimar la supresión de seres huma-
sólo surge en el horizonte de la moral después de bastantes siglos.
nos, revela frecuentemente una radical incapacidad para la
solidaridad. Según esta distinción son lícitos el aborto indirecto, el suicidio
indirecto, el homicidio indirecto de inocentes, etc., pero el suici-
• Una comprensión global de la calidad de vida que mire
dio directo, el homicidio directo —aquí entran la eutanasia y el
a las "condiciones de vida que respondan a la dignidad
humana para el mayor número posible de hombres" 15, sí aborto directos— son siempre condenables. Para determinar si un
merece una consideración moral, aunque su utilización en electo era imputable o no, en el caso de una acción con varios
casos conflictivos es muy delicada y difícil. electos, se acudía al principio llamado del "doble efecto", que ha
tenido diversas formulaciones. En otra parte de esta obra se han
En la moral tradicional, por diversas razones, no se daba va- expuesto acertadamente el contenido y la problemática en torno a
lor decisorio a la calidad de vida. En asunto tan grave se prefería este principio 17. Aquí incluyo sólo algunas observaciones.
basar las decisiones en criterios más objetivos, menos expues- Al insistir tanto en que el efecto bueno no provenga a través
tos al influjo de apreciaciones personales e incluso de arbitra- del malo, sino que los dos procedan de una acción al menos con
riedades. la misma inmediatez, se cree establecer una norma objetiva. De
El concepto de calidad de vida, dependiente de una concep- esta manera, al dar una importancia tan decisiva al modo físico
ción del hombre, está sujeto a variaciones importantes por el mis- de producirse los efectos, se impide la introducción de valoracio-
mo hecho. Con todo, creo posible, gracias a un diálogo abierto, nes subjetivas, que pudieran dar lugar a apreciaciones arbitrarias.
llegar a un consenso moral sobre un conjunto de criterios y con- la gran aportación positiva de este principio radicaría en esa in-
tenidos vinculados a él. Debe ser un concepto que sirva a la hu- tención de objetividad para decisiones importantes que afectan a
manización y, desde esta perspectiva, podrá ser un estímulo mo- la vida o a la salud.
ral, no una norma que revele con claridad la rectitud o no de Con todo, las críticas dirigidas a este principio, en su formula-
algunos comportamientos 16. ción más rígida, por los moralistas de hoy, son tan fundadas que
no se le considera de gran utilidad para aclarar la solución de
Clisos conflictivos. Se le ha acusado de minimalismo, fixismo, ato-
8. La distinción directo-indirecto mismo "*. Voy a limitarme a dos observaciones.

Para valorar diversos comportamientos desde un ángulo mo- l a primera viene de lo problemático que resulta el concepto de
ral, en la tradición cristiana han jugado un importante papel las ilición, cuando queremos precisarlo. ¿A qué llamamos una acción
distinciones entre medios ordinarios-extraordinarios, efectos di- V a qué consideramos efecto de la misma? Cualquier acción, aun la
rectos-indirectos de una acción y el principio de totalidad. Por nuis simple, puede ser fragmentada en varias o, por el contrario,
estos tres procedimientos se intentaba definir criterios objetivos, leí integrada en una acción más amplia, más global. De esta for-
al abrigo de los gustos, conveniencias, opiniones, etc., de los indi- inii, lo que para unos es efecto, para otros puede ser parte integran-
viduos y de los grupos y culturas. La moral actual se muestra te de la acción. Desde aquí se puede ver la oscuridad y, por lo
bastante escéptica sobre la utilidad de esas distinciones e introdu- Imito, la ineficacia del principio en orden a una clarificación moral
ce algunos correctivos en la interpretación dada antes al principio tle los comportamientos.
de totalidad; por otra parte, se muestra más partidaria de un en- Pero la principal acusación a este enfoque es la de fisicismo: da
foque que asuma los valores en juego en los comportamientos iHi esiva importancia a la naturaleza física de la acción a la hora de
humanos. • ItTulir la moralidad; el modo de conexión física entre el efecto y la
La distinción directo-indirecto ha tenido una gran importan- i misa es determinante para la bondad o malicia de la acción. En el
cia en múltiples sectores de la historia de la moral, incluyendo las huido, este principio revela una actitud muy frecuente en la moral
limlicional, el respeto a la naturaleza física como criterio moral.
15
F. BÓCKLE, ¿Es medible la calidad de vida?, en "Pentecostés", 15 (1977),
( leo que el respeto a la naturaleza debe ser tenido en cuenta, pero
261; el artículo comprende las págs. 251-263. piiiece exagerado el constituirlo en arbitro de moralidad, dejando
16
M. VIDAL, Moral de actitudes, III, Perpetuo Socorro, Madrid 19802, espe-
cialmente pp. 455-457; R. A. MCCORMICK, The Quality of Life, the Sanctity of
Life, en "StMor", 15 (1977), 625-641. " (T. Praxis cristiana, 1. Fundamentación, 332-335.
" 1 Rossi, Doble efecto, en DETM, 233-244.
68 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR ORIENTACIONES GENERALES 69
a un lado las facultades espirituales del hombre, a través de las los autores clásicos, para calificar a un medio o procedimiento de
cuales él percibe y da sentido a las cosas. ordinario o extraordinario, se acudía a tres criterios: coste, dolor
y horror o rechazo personal. En cuanto al dolor hay que tener
Hoy se prefiere un enfoque de comparación de los valores en presente que una operación quirúrgica en esos siglos, sin contar
juego. Este modo de aproximación moral implica varias cosas. con la anestesia, era frecuentemente equiparada a un verdadero
En primer lugar, es necesaria una labor sincera de análisis para tormento. El horror que una mujer virgen tuviera a ser sometida
detectar los valores en juego, para lo cual no sólo han de tenerse a exploración podía dar lugar a que un tratamiento se considera-
presentes los valores inmediatos, sino también una cierta perspec- ra extraordinario. Merece notarse cómo esta distinción tuvo en
tiva en lejanía; es obvio que los valores más inmediatos se perci- cuenta desde el principio no sólo criterios objetivos y fácilmente
birán con mayor facilidad, por lo general, pero esta circunstancia identificables, sino también sentimientos personales, variables de
no nos legitima para quedarnos en un inmediatismo corto, que una persona a otra.
mutila la realidad. Pero no hay que caer tampoco en actitudes Esta distinción, tan utilizada por los moralistas, fue refrenda-
obsesivas de búsqueda de los valores más remotos, lejanos y pro- da por Pío XII. Según él, el deber de acudir a los cuidados nece-
blemáticos, que paralizarían completamente la acción. sarios para conservar la vida y la salud "no obliga habitualmente
Cuando la conciencia personal tiene ante sí el abanico de va- más que al uso de los medios ordinarios (según las circunstancias
lores comprometidos en una determinada acción, queda un segun- de personas, de lugares, de épocas, de culturas), es decir, de los
do paso: compararlos a la luz de la propia jerarquía de valores medios que no impongan alguna carga extraordinaria para sí o
para, consiguientemente, decidir el rumbo a seguir, optando por para otro. Una obligación más rígida sería demasiado pesada
los que, dentro de una consideración sincera, aparecen como más para la mayor parte de los hombres, y dificultaría demasiado la
imperativos en un momento determinado. adquisición de bienes superiores más importantes... Por otra par-
La propia jerarquía de valores es el resultado de diversos fac- te, no está prohibido hacer más de lo estrictamente necesario
tores: formación recibida, comunidad en que se vive, influjos his- para conservar la vida y la salud, con la condición de no faltar a
tóricos, fidelidad a la conciencia, carácter personal, etc. Pero, tra- deberes más graves" 21.
tándose de un cristiano, para que su conciencia esté orientada Según esta doctrina, la utilización de los medios extraordina-
rectamente, la jerarquía de valores ha de estar abierta al examen rios de por sí, habitualmente, no es obligatoria. Circunstancias
y al influjo de la comunidad cristiana; dentro de ella el Magiste- especiales —los moralistas mencionaban, por ejemplo, el servicio
rio jerárquico será un importante marco de referencia. extraordinario de una persona para la familia o para la socie-
Desde este enfoque de jerarquía de valores se facilita una mo- dad— pueden hacer obligatorios medios no ordinarios.
ral de caracteres menos absolutos y que concede un margen más Esta terminología, aparte su amplia utilización por los mora-
amplio a la iniciativa responsable de las personas. listas, ha sido usada por Conferencias Episcopales 22 y por orga-
nismos no religiosos23. Ello puede indicar la amplia aceptación
i|ue tuvo.
9. Medios ordinarios-extraordinarios Pero han llovido las críticas sobre esta distinción, de modo
que hoy va perdiendo terreno progresivamente. Ya es significati-
La ética cristiana ha afirmado con claridad la obligación posi- vo que un documento de la Santa Sede hable de ella con un cierto
tiva de proteger la vida y cuidar la salud, pero no a cualquier despego. "Hasta ahora los moralistas respondían que no se está
precio. Y al tratar de precisar algunos de los límites de este deber, obligado nunca al uso de medios 'extraordinarios'. Hoy, en cam-
se utilizaron diversas fórmulas, de entre las cuales la distinción bio, tal respuesta, siempre válida en principio, puede parecer tal
medios ordinarios-extraordinarios recibió una acogida general' . ve/ menos clara, tanto por la imprecisión del término como por
los rápidos progresos de la terapia. Debido a esto, algunos prefie-
Al parecer, fue el dominico español Domingo Báñez quien, en
ren hablar de medios 'proporcionados' y 'desproporcionados' " 24.
el siglo xvi, acuñó esta expresión para este campo concreto de la
moral 20 . A través del uso dado a esta distinción vemos que según
•' Pío XII, en AAS, 49 (1957), 1030.
•'•' Por ejemplo, la Conferencia Episcopal USA, The Ethical and Religious Di-
19
J. JANINI, La operación quirúrgica, remedio ordinario, en "RevEspTeol", 18 latives for Calholic Health Care Facililies, 1971.
(1958), 331-347. " The House of Delegates of the American Medical Association, 1973.
20
M. HUFTIER, Usage de soins exlraordinaires, en "AmiCler", 75 (1976), 455- " SDA. CONO, PARA LA DOCTRINA DE LA F E , Declaración sobre ¡a eutanasia,
456. vn "Kcclesia", n. 1990'(1980), 30.
70 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR ORIENTACIONES GENERALES 71
Chiavacci, aunque encuentra la distinción poco rigurosa, pre- que comporta, los gastos necesarios y las posibilidades de aplica-
fiere conservarla a falta de otra mejor 2 5 . Ramsey la considera ción con el resultado que se puede esperar de todo ello, teniendo en
"incurablemente circular, a no ser que la llenemos de un signifi- cuenta las condiciones del enfermo y sus fuerzas físicas y morales.
cado concreto o descriptivo" 2<s. Para facilitar la aplicación de estos principios generales se pue-
A pesar de las limitaciones que acertadamente se le achacan, den añadir las siguientes puntuaciones:
hay que reconocer a esta distinción los servicios que ha pres- — A falta de otros remedios, es licito recurrir, con el consenti-
tado en orden a eliminar o disminuir ciertas actitudes: ha contri- miento del enfermo, a los medios puestos a disposición por la
buido a poner un freno al orgullo o idolatría técnica y, en otros medicina más avanzada, aunque estén todavía en fase experimental
tiempos, sirvió para librar a algunos de auténticos tormentos que y no estén libres de todo riesgo. Aceptándolos, el enfermo podrá
infligía la medicina en sus intentos terapéuticos, especialmente los dar así ejemplo de generosidad para bien de la humanidad.
quirúrgicos.
— Es también lícito interrumpir la aplicación de tales medios
La principal acusación dirigida hoy a este enfoque es su falta cuando los resultados defraudan las esperanzas puestas en ellos.
de claridad, lo cual le resta muchas posibilidades en su utilización Pero, al tomar una tal decisión, deberá tenerse en cuenta el justo
en la vida diaria. En una sociedad con medios médicos muy p o - deseo del enfermo y de sus familiares, así como el parecer de los
bres y muy poco cambiantes, se podía crear con facilidad un médicos verdaderamente competentes; éstos podrán, sin duda, juz-
concepto estable de lo que era ordinario y extraordinario, aunque gar mejor que otra persona si el empleo de instrumentos y personal
siempre con una cierta relatividad. Pero en nuestro m u n d o , apar- es desproporcionado a los resultados previsibles y si las técnicas
te los componentes personales que pueden inclinar la balanza del empleadas imponen al paciente sufrimientos y molestias mayores
lado de lo ordinario o extraordinario, la evolución técnica cons- que los beneficios que se pueden obtener de los mismos.
tante va modificando sin cesar las fronteras entre estos dos
términos. — Es siempre lícito contentarse con los medios normales que la
También se la ha acusado de que, al dar mucho peso al crite- medicina puede ofrecer. No se puede, por lo tanto, imponer a nadie
la obligación de recurrir a un tipo de cura que, aunque ya esté en
rio económico a la hora de definir un tratamiento, de un modo o
uso, todavía no está libre de peligro o es demasiado costosa. Su
de otro parecía respaldar moralmente las desigualdades injustas rechazo no equivale al suicidio; significa más bien o simple acepta-
entre ricos y pobres. Hoy, con los seguros de enfermedad, se han ción de la condición humana, o deseo de evitar la puesta en práctica
mitigado algo las discriminaciones en este campo por razón de la de un dispositivo médico desproporcionado a los resultados que se
riqueza. podrían esperar, o bien una voluntad de no imponer gastos excesi-
Ante la insatisfacción creciente por esta distinción se han he- vamente pesados a la familia o la colectividad.
cho múltiples intentos por encontrar algunos indicadores que
— Ante la inminencia de una muerte inevitable, a pesar de los
puedan señalar el camino para las decisiones morales sin tener
medios empleados, es lícito en conciencia tomar la decisión de
que inventarlo todo en cada situación. renunciar a unos tratamientos que procurarían únicamente una
R. A. McCormick prefiere los términos "tratamiento razona- prolongación precaria y penosa de la existencia, sin interrumpir, sin
ble o no razonable". A pesar de reconocer su imprecisión, los embargo, las curas normales debidas al enfermo en casos similares.
prefiere por dos razones: nos alejan de una terminología que, con Por esto el médico no tiene motivo de angustia, como si no hubiera
demasiada facilidad y a demasiada gente, sugiere la idea de que el prestado asistencia a una persona en peligro" 28 .
factor clave en todo esto es "lo acostumbrado, lo usual"; apuntan
a lo que será en el futuro la referencia decisiva en estos proble- Reconociendo la imposibilidad de directrices muy concretas,
mas: el juicio de la persona razonable 2 7 . termino este punto señalando algunas pistas razonables de ilumi-
En el documento antes citado sobre la eutanasia se hacen nación. Para la aplicación o rechazo de un tratamiento es necesa-
precisiones sobre esta cuestión que juzgo de interés y que repro- rio atender a la condición en que se encuentra el paciente en
duzco, a pesar de tratarse de una cita algo amplia. cuanto a posibilidades de recuperación; pero, además, se debe
tener en cuenta su autonomía personal: por ejemplo, si, dada su
"En cada caso, se podrán valorar bien los medios poniendo en sensibilidad, rechaza un tratamiento o si se resiste a un procedi-
comparación el tipo de terapia, el grado de dificultad y de riesgo miento que ha de imponerle graves hipotecas para el resto de su
25
E. CHIAVACCI, Afórale della vita física, EDB, Bologna 1976, 121.
vida. Esta atención a la persona la pusieron bien de relieve los
26
P. RAMSEY, Euthanasia and Dying Well, en "LinQuart", 44 (1977), 43.
27
R. A. MCCORMICK, a. c. (n. 16), 639. 18
SDA. CONO, PARA LA DOCTRINA DE LA FE, d. c, (n, 24), 30.
72 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR ORIENTACIONES GENERALES 73
moralistas clásicos, aunque hoy sus aplicaciones concretas nos La dificultad surge cuando nos enfrentamos con una opción en la
puedan parecer discutibles. que hay que elegir entre la alternativa de la parte y la del todo. Y
En una sociedad de recursos sanitarios limitados hay que la solución no es nada fácil, porque el tipo de relación de una
atender al aspecto económico, no con un enfoque clasista, distin- parte a un todo y de un todo a una parte es muy variado según
guiendo entre familias que pueden o no pueden pagarse un trata- los casos. El organismo humano es un todo, mientras que los
miento caro, sino desde una perspectiva social más amplia. Si la órganos, funciones, miembros son parte del mismo; la vida repro-
sociedad debe ser sensible a las necesidades humanas de las per- ductiva de una pareja forma un todo, una totalidad, cada acto
sonas, éstas no pueden plantear a la sociedad exigencias carentes sexual es parte de ese todo; la sociedad humana, la nación, el
de racionalidad; es bueno educar en una cierta austeridad y en el municipio, la iglesia, el instituto religioso, la empresa, etc., son un
altruismo, que sabe renunciar a tratamientos poco razonables en todo y las personas miembros de estas entidades son parte de las
favor de uno mismo, para que se utilicen en beneficio de otros mismas. Lo importante es, en definitiva, el modo de concebir la
con mayor sentido. relación entre una parte y un todo concretos, lo cual no quiere
El sentimiento, muy comprensible, de evitar remordimientos decir que las formulaciones del principio de totalidad sean inúti-
por "no haber hecho todo lo posible", lleva a veces a los médi- les. Pío XII lo formula así: el principio "afirma que la parte
cos, y quizá más a los familiares, a una lucha casi obsesiva por existe para el todo y que, por consiguiente, el bien de la parte
prolongar existencias sin sentido. Peor sería una actitud semejan- queda subordinado al bien del conjunto; que el todo es determi-
te que respondiera a una idolatría técnica. nante para la parte y puede disponer de ella en interés propio. El
principio se deriva de la esencia de las nociones y cosas, y debe
por ello tener un valor absoluto" 31 . Pero estas pretensiones de
10. Principio de totalidad absolutez de Pío XII no son tan evidentes en la realidad si aten-
demos a las diversas conclusiones a que se llega. Es un principio
El principio de totalidad, con unas formulaciones u otras, vie- útil, pero no puede resolvernos los casos concretos; la solución ha
ne invocándose como justificante moral para aprobar unas accio- de tener presentes también otros aspectos. Por eso creo más inte-
nes y condenar otras. Santo Tomás acude a él para justificar la resante pasar a las posibles situaciones que, dentro de nuestro
ejecución capital de los criminales 29 y para prohibir el suicidio 30. tema, pueden encerrar implicaciones relacionadas con el principio
El principio de totalidad lo aducen unos para fundamentar la de totalidad.
licitud de los métodos artificiales de natalidad, mientras que la
encíclica Humanae vitae (n. 14) excluye expresamente su aplicabi- a) Situaciones dentro de una misma persona
lidad en este campo. En virtud de este principio se consideró
hace años inmoral la donación de órganos, mientras que después • No hay duda de que todos los órganos y funciones orgáni-
se ha llegado a conclusiones diferentes. cas, miembros, tejidos, etc., están ordenados al bien del todo. Por
La utilización del mismo principio para conclusiones diver- lo tanto, en caso de necesidad o conveniencia proporcionada para
gentes pone bien de relieve que en el fondo de este principio hay el conjunto, es lícita la extirpación de los órganos y la suspensión
una realidad compleja. Los conceptos de parte y de todo los aplica- de las funciones orgánicas. De lo contrario, caeríamos en la tiranía
mos a realidades muy heterogéneas. Es cierto que existe un aspec- de las partes que arruinarían al todo.
to común en esos todos y partes: la necesidad de ayuda del todo a • En una moral que distinguía de una manera quizás excesiva
las partes, la colaboración de cada una de la partes para bien del entre cuerpo y espíritu, se planteó el problema de la licitud de
todo. Manteniéndonos en este nivel general no hay problemas. subordinar las funciones somáticas al bien del espíritu. Ha habido
algunas formulaciones del principio de totalidad que parecían po-
2 ner obstáculos a una subordinación directa de este género; así, por
' "Pues toda parte se ordena al todo como lo imperfecto a lo perfecto, y
por ello cada parte existe naturalmente para el todo... Pues bien, cada persona ejemplo, Pío XI, al hablar del destino de los miembros del cuerpo a
singular se compara a toda la comunidad como la parte al todo; y por lo tanto, sus fines naturales, a sus funciones naturales 32 . Pero si la frase de
si un hombre es peligroso para la sociedad y la corrompe por algún pecado, Pío XI pudo resultar por lo menos ambigua, Pío XII fue tajante en
laudable y saludablemente se le quita la vida para la conservación del bien co- disipar estas dudas: "Pero a la subordinación de los órganos parti-
mún" (II-II, q.64, a.2, Resp.).
30
"Cada parte, en cuanto tal, es algo del todo; y un hombre cualquiera es 11
parte de la comunidad y, por lo tanto, todo lo que él es pertenece a la sociedad; Pío XII, en AAS, 44 (1952), 787.
32
luego el que se suicida, hace injuria a la comunidad" (II-II, q.64, a.5 Resp.). Pío XI, en AAS,' 32 (1930), 565.
74 PRAXIS CRISTIANA -OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
ORIENTACIONES GENERALES 75
culares al organismo y a su finalidad propia, se añade también la
del organismo a la finalidad espiritual de la persona misma" 33. pia subsistencia—, acepta y decide una verdadera y propia muti-
lación de sí mismo, que hoy se supone generalmente lícita, no
porque se la considere acción única de doble efecto, sino porque
b) Situaciones que implican a dos personas al hombre sano movido por la caridad la cesión de un riñon, en
un gesto laudable de autoperfeccionamiento moral y sobrenatu-
Me refiero aquí a la extirpación de un órgano sano no vital de ral, le enriquece ante la sociedad terrenal, pero sobre todo ante
una persona para trasplantárselo a un enfermo. Pío XII parecía Dios y en orden a la propia felicidad eterna" 35. Esta donación
excluir tal comportamiento como inmoral, aunque quizá lo que él sería, pues, lícita, no porque con ella se hace un bien a los demás,
pretendió ante todo fue demostrar la diferencia entre el cuerpo sino porque gracias a ella el donante adquiere méritos para el
humano y la sociedad en cuanto a su condición de formar un cielo. Por muy respetable y bien intencionada que sea esta argu-
todo. mentación, ¿no parece una verdadera desfiguración de lo que
debe ser la auténtica caridad cristiana? Aquí vemos las conse-
"Para demostrar que la extirpación de órganos necesarios para el cuencias del concepto tan estrecho, antes analizado, del hombre
trasplante hecho de un ser vivo a otro es conforme a la naturaleza y como mero administrador de la propia vida, dentro de unos lími-
lícita, se la pone en el mismo plano que la extirpación de un órgano tes rígidos.
físico determinado hecha en interés de un organismo físico total...
Se argumenta entonces diciendo que, si está permitido en caso de
necesidad sacrificar un miembro particular (mano, pie, ojo, oreja,
riñon, glándula sexual) en favor del organismo del 'hombre', sería 11. Contexto hostil a la vida
igualmente lícito el sacrificar tal miembro al organismo 'humani-
dad' (en la persona de uno de sus miembros enfermo y aquejado de
sufrimiento). El fin que pretende esta argumentación, remediar el La moral católica actual no quiere desempeñar un servicio a la
mal ajeno o, al menos, mitigarlo, es comprensible y laudable, pero vida inferior al que prestaron comunidades cristianas anteriores;
el método propuesto y la prueba en que se apoya son equivoca- al contrario, pretende, si es posible, una acción más decidida y
dos... En cuanto a su ser físico, los individuos no dependen de efectiva. Ahora bien, la defensa real de los valores, en nuestro
ninguna manera unos de otros ni de la humanidad" 34 . caso, de la vida, no está garantizada por el mero hecho de procla-
maciones morales exigentes, incluso aunque éstas sean interioriza-
Aquí tenemos una prueba de las consecuencias tan extrañas a das por la conciencia personal. Aparte las posibles incoheren-
que lleva el no asumir el ejemplo de Cristo, que se entrega por los cias, fruto del pecado, existe una amplia red de lo que podríamos
hombres. El mensaje cristiano de caridad y solidaridad, ilumina- llamar agresiones estructurales, estados de opinión generalizados,
do desde el ejemplo de Cristo, era más que suficiente para justifi- actitudes y mentalidades que constituyen verdaderas amenazas
car una donación de órganos a favor de otro ser humano. Pero contra la vida.
un principio abstracto como el de totalidad pudo llevar a situa- Con frecuencia, la reflexión moral ha caído en una trampa in-
ciones tan poco en línea con el mensaje cristiano de la caridad. Sin genua: creer que, con una proclamación decidida de la maldad
embargo, poco a poco los moralistas tomaron conciencia de que moral de acciones como el homicidio o el suicidio, había ya cum-
esos trasplantes entre seres vivos podían ser perfectamente lícitos plido su misión de servicio a la vida. Ciertamente, esta misión
desde una perspectiva moral. Pero, en vez de acudir al ejemplo de educadora e iluminadora es un aspecto importante, que no puede
Cristo, encontraron el fundamento en la subordinación del cuer- ser menospreciado. Pero, para que la moral tenga mayor credibi-
po al espíritu, argumentación también lejana de lo que es el ver- lidad y esté mejor orientada, debe decir una palabra sobre hechos
dadero sentido de la caridad. Según estos autores, la donación de y condicionamientos sociales que constituyen un caldo de cultivo
un órgano (córnea, riñon, etc.) contribuye al bien espiritual fácil para las agresiones a la vida. Es obvio que una acción de-
del donante y desde aquí se convierte en un acto lícito en virtud nunciadora a este nivel, por muy lúcida y decidida que sea, tam-
del principio de totalidad. M. Zalba expone bien este enfoque: poco es suficiente; habrá de completarse con un compromiso
" C u a n d o una persona caritativa cede un riñon a un enfermo que efectivo, lúcido y enérgico para superar todos los condiciona-
tiene necesidad de él para vivir —exceptuada siempre la pro- mientos negativos que obstaculizan un mayor respeto a la vida.
Diversos documentos de los episcopados y, más concretamen-
Pío XII, en AAS, 50 (1958), 693-694.
Pío XII, en AAS, 48 (1956), 461.
M. ZALBA, Totalidad (principio de), en DETM, 1090.
76 PRAXIS CRISTI ANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
ORIENTACIONES GENERALES 77
te, uno del Episcopado español 16 han tenido el acierto de analizar
los elementos dentro del contexto social que favorece un clima de c) Tiranía de la programación
agresiones a la vida. Sin perjuicio de lo que al respecto se dirá al
tratar de las violaciones de la vida humana en los capítulos II-VI, Se ha llamado la atención sobre la amenaza que para la vida
voy a agrupar ahora una serie de rasgos que definen a nuestra constituye el hombre sistemáticamente programador y planifica-
sociedad como hostil a la vida. Ello no significa desconocimiento dor de nuestro tiempo en el mundo industrializado. La planifica-
de cuanto de positivo, en orden al respeto de la vida, ofrece ción, humanamente realizada, es un signo de la dimensión racio-
nuestro mundo. nal del hombre. La "planificación" de los hijos a través de la
paternidad responsable es una victoria de la razón sobre el azar o
la naturaleza. Pero una educación unilateral del hombre en su
a) Concepción utilitarista del hombre dimensión de programador no ha de hacerle tan rígido e intole-
rante, que no sea capaz de reaccionar ante la sorpresa de otra
Nuestra civilización, que privilegia la dimensión "productiva" manera que eliminando los resultados no programados. La inca-
del hombre debido a su reflejo económico, introduce, por el mis- pacidad de aceptar la sorpresa es un signo de una personalidad
mo hecho, una visión reduccionista de la dignidad humana. De inarmónicamente desarrollada, especialmente peligrosa para las
una manera sutil se introduce una discriminación contra todas vidas incipientes o defectuosas 39.
las personas "improductivas": ancianos, niños, disminuidos físi-
cos o mentales, etc. "Parece, además, abrirse paso una visión par-
cial y unilateral del hombre, en la que se le valora, no tanto por d) Tiranía de las emociones
su intrínseca dignidad, cuanto por su productividad y rendimien-
to económico 37 . Es bueno tomar conciencia de que esta visión La muerte y la vida parecen ser realidades en las que la refle-
reductiva del hombre constituye un precedente atentatorio a la xión y la razón son huéspedes inoportunos, a los que no se conce-
dignidad de la persona humana. de la palabra sino con grandes reservas. Sin querer reducir al
hombre a una máquina pensante, hemos de precavernos contra
el predominio de las cargas emocionales que pueden suscitar esta-
b) Consumismo dos de opinión ciegos. En casos más horribles de terrorismo, por
ejemplo, una marea emocional hace que se desaten las manifesta-
"Es necesario fomentar una concepción del hombre auténtica- ciones, pidiendo castigos ejemplares para los culpables.
mente humana, menos condicionada por manipulaciones de todo
género y por los nuevos ídolos y tabúes de la sociedad de consumo.
Esta conversión que se debe operar en el hombre es el verdadero c) Dogmatismos fanáticos
camino para remediar un mal, del que el aborto no es muchas
veces sino una manifestación externa" 38. El privilegiar las cosas La posesión de convicciones es algo que el ser humano necesi-
como medio de felicidad humana, e incluso como signo de digni- ta como un suelo que pisar para tener un mínimo de seguridad
dad, reduce a la persona a los niveles más superficiales. El deseo vital; pero cuando somos testigos del tono magisterial, inapelable,
insaciable de cosas que se "usan y después se tiran" es un germen con que se exponen las propias convicciones, estamos en el terre-
peligroso, que puede desarrollarse hasta ver un objeto más en la no del fanatismo. El fanático va fraguando una especie de proce-
persona, cuya dignidad queda ofuscada por su utilidad. En una so interior de eliminación del contrario: felizmente, en la mayor
sociedad así, que, además, es muy competitiva, el otro aparece parte de los casos, no se pasa de una pura eliminación "de pensa-
como un posible enemigo que nos puede hacer la competencia. miento", sin llegar a la eliminación física. En los dogmatismos
fanáticos hay una amenaza para la vida, bajo cualquier forma en
36 que se presenten: racismo, nacionalismo exacerbado, colectivismo
Aunque referido al aborto, muchas de sus indicaciones tienen validez en
un horizonte más amplio: Ñola sobre el aborto. Comisión Episcopal española opresor, individualismo insensible a la solidaridad, etc.
para la Doctrina de la Fe, 4 de octubre de 1974, nn. 6-9 y 15. A ella me voy a
referir ampliamente en este punto. 3
37 ' CONFERENCIA EPISCOPAL HOLANDESA, Déclaration sur l'avorlemenl provo-
Ib., n. 8.
38 qué (texto recibido en francés del Secretariado de los Obispos de los Paises Ba-
Ib. n. 15.
jos).
78 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
ORIENTACIONES GENERALES 79

f) Violencias de todo orden cial del ser humano. Ha de ser contrastada con la Palabra de
Dios y con las libertades y derechos de los demás" 42 .
"Vivimos en un mundo en el que, si bien se ha adquirido una
intensa conciencia de la dignidad de la persona, son, sin embargo, La eficaz defensa de la vida supone, pues, una acción conjun-
muy frecuentes violencias de todo orden dirigidas contra la mis- tada en varios campos: en el político, en el de las costumbres y en
ma. Las guerras, la violencia ejercida desde distintas formas de el de las ideas 43 .
poder, el terrorismo, la indiferencia o insuficiente atención ante
las catástrofes sufridas por pueblos y razas, el mismo desorden en
el desarrollo tecnológico, son muestras de una práctica deprecia-
ción de la vida del hombre" 40 .

g) Idolatría técnica

"El hombre de nuestro tiempo cree poseer la capacidad de


construirse a sí mismo desde el horizonte ilimitado de la técnica,
a la que corre el riesgo de constituir en nuevo ídolo, y ser esclavi-
zado por ella" 41 .

h) Manipulación de los casos conflictivos

Constantemente asistimos a una manipulación bien orquesta-


da de hechos muy dolorosos, incluso dramáticos, para encontrar
una plataforma de lanzamiento que lleve a poder suprimir las
vidas más débiles e indefensas. Es preocupante que en nuestra
sociedad se acuda tanto a excusar la eliminación de vidas "moles-
tas", que crean situaciones difíciles. ¿No será que existe una edu-
cación que deja muy poco espacio al sacrificio exigido por el res-
peto a los demás? En una civilización en que se cede a la sa-
tisfacción inmediata, sin capacidad para diferirla voluntariamen-
te, ¿es extraño que se carezca de una mínima capacidad de sacrifi-
cio voluntario y de que sólo se acepten, y de mala gana, los sacri-
ficios impuestos?

i) Concepto absolutista de libertad

Es ésta la expresión del liberalismo más burgués, aun tratán-


dose de movimientos y personas que reniegan de él. "No puede
perderse de vista que la más auténtica realización de la libertad
del hombre es la que responde a las exigencias fundamentales que
dimanan del sentido profundo de la vida. La libertad del hombre
se envilece cuando actúa de modo despótico y egoísta, es decir,
cuando prescinde de la dimensión religiosa y de la dimensión so-
42
Ib., n. 7.
43
O. c. (n. 36), n. 6. SDA. CONO, PARA LA DOCTRINA DE LA F E , El aborto provocado, 18 no-
Ib., n. 8. viembre 1974, nn. 26-27'.
CAPÍTULO II

EL ABORTO

El elevado número de abortos provocados anualmente —se


calculan alrededor de los 50 millones— crea la impresión de una
reflexión inútil. Esta conclusión parece reforzarse si atendemos a
otros aspectos: muchos abortos ofrecen la apariencia de una fata-
lidad irremediable por los gravísimos problemas que están en su
origen; en esta materia abundan las posturas unilaterales y re-
ductivas, la manipulación de datos, los intereses camuflados, las
intransigencias y los ataques personales. Si a ello se añaden la
carga afectiva, el carácter angustioso y la dimensión no conscien-
te en que, en consecuencia, se ve envuelto el aborto, se compren-
de todavía mejor la dificultad de decir una palabra que, teniendo
en cuenta las múltiples implicaciones del tema, sirva a un diálogo
constructivo y a una mejor defensa de la vida'.
Sin embargo, voy a intentar una reflexión lo más serena y
matizada posible. Desde cuatro ángulos voy a examinar la reali-
dad del aborto, destacando sobre todo la vertiente moral: el abor-
to como problema social, tratando de identificar los factores que
lo favorecen en nuestra sociedad; el status que se ha de atribuir a
la vida en su fase anterior al nacimiento; orientaciones para una
valoración moral; la consideración del aborto ante la ley.

I. Una sociedad abortista

Hl hecho del aborto es evidentemente decisión y acción de


unas personas determinadas; pero no puede reducirse a un pro-
blema de mera moralidad individual. No todos los abortos son el
resultado de la irresponsabilidad, de la degradación moral de las
personas implicadas. Hay otros muchos factores que oscurecen o

1
De entre las numerosas obras de carácter general sobre el tema, me limito
II señalar las siguientes: G. GRISEZ, El aborto. Mitos, realidades, argumentos. Sí-
gneme, Salamanca 1973; D. CALLAHAN, Abortion. Law, Choice and Morality,
Mucmillan Co., Nueva York 1970; J. T. NOONAN, Jr. (Ed.), The Morality of
iborlion, Harvard University Press, Cambridge-Mass. 1970.
EL ABORTO 83
82 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR la creciente permisividad legal, eco a su vez de una sociedad per-
misiva, contribuye a reafirmar ¡a pendiente favorable al aborto.
dilicultan una visión moral correcta o que ponen trabas al tratar Como sucede con la técnica, también el hecho de que las leyes
de llevarla a la práctica. Es tarea del moralista ampliar su refle- consideren un comportamiento como no penalizable, contribuye
xión a este campo para no caer en una moral abstracta, injusta
con las personas y, además, poco eficaz. Este suele ser un aspecto a que se insinúe con fuerza la pregunta: ¿Por qué, si es lícito
silenciado o dado por supuesto por los moralistas. Al exponer legalmente, no lo va a ser moralmente? No entramos ahora en la
brevemente algunos factores importantes, que sitúan a nuestra so- legitimidad o no de una ley abortista, simplemente decimos que
ciedad en una rampa abortista, quiero contribuir a corregir dos no puede ignorarse el apoyo al aborto que supone una ley
enfoques parciales que hacen del aborto, ante todo, un problema permisiva3.
moral de las personas y una cuestión a ser definida por las leyes2.
El detectar los mecanismos favorables en nuestra sociedad a un
aborto extenso y preocupante nos orienta hacia las acciones ne- c) Aceptación social del aborto
cesarias para una protección global de la vida con mayor eficacia.
Su expresión más fuerte es el elevado número de abortos. No
se puede negar que el número tiene una incidencia en la sensibili-
a) Progreso técnico dad de las personas: un hecho no frecuente choca más a las con-
ciencias, su multiplicación numérica lo convierte en un hecho or-
En nuestro tiempo, las técnicas abortivas se han perfecciona- dinario, al cual uno se acostumbra 4 .
do de tal modo que, utilizadas por personal preparado, sus conse-
cuencias negativas se han reducido de un modo significativo. El
progreso técnico en relación con la moral actúa frecuentemente el) Deficiencias en la anticoncepción
como un detonador de interrogantes importantes. La facilidad
técnica del aborto contribuye parcialmente a desdramatizarlo y a
reducir su impacto psicológico negativo. El paso de lo posible Un número de abortos es consecuencia de los fallos de la anti-
técnicamente a lo posible —lo lícito— moralmente no es un paso concepción, que pueden provenir de diversas causas: carencia de
lógico; la moral y la técnica tienen sus legitimaciones diversas, métodos adecuados, ausencia de información sobre el correcto
que no se pueden confundir. Pero si una persona o una sociedad funcionamiento de los mismos, descuidos en su utilización o fa-
cultivan una especie de idolatría técnica, ¿qué tiene de extraño llos de los mismos métodos. Algunos, viendo ahí un factor deter-
que el progreso técnico se convierta en una verdadera amenaza minante de los abortos, creen que una educación sexual generali-
para el hombre en la medida en que desplaza las consideraciones zada, una información y dotación adecuadas sobre los métodos
morales? Además, algunas técnicas abortivas en relación con fa- anticonceptivos, contribuyen automáticamente a una reducción
ses muy cercanas a la fecundación parecen borrar las fronteras importante del aborto. Que la anticoncepción es un buen método
que separan la anticoncepción del aborto. De aquí resultan dos para reducir los abortos, es verdad hasta cierto punto. Las esta-
tareas educativas de importancia: actitud crítica, no idolátrica, dísticas de países muy bien dotados en cuanto a planificación de
ante la técnica, valorándola, no por la magnitud de sus logros, la natalidad demuestran que bastantes mujeres prefieren el abor-
sino por su servicio a los valores auténticamente humanos; acción to a la sujeción impuesta por métodos anticonceptivos de utiliza-
contra una mentalidad que equipara anticoncepción y aborto. ción constante, que conllevan ciertos riesgos. Por lo tanto, si es
verdad que unos buenos servicios de planificación familiar pue-
den reducir el impacto del aborto, no hay que poner esperanzas
b) Creciente permisividad legal desproporcionadas en ello. Esto revela una vez más la compleji-
dad de los factores personales y sociales que intervienen en las
Aunque más adelante se examina específicamente la cuestión decisiones de abortar.
del aborto ante la ley, aquí me interesa resaltar únicamente cómo
3
2
Para comprender el marco abortista de nuestra sociedad, cf. Nota sobre el Dibattito sulla distinzione Ira il "g.uridico" e il "morale" con riferimento
aborto, Comisión Episcopal Española para la Doctrina de la Fe, 4 de octubre de concreto al caso aborto, en "RivTeolMoi", 11 (1979), 279-299.
4
1974; Pour une reforme de la législation francaise relative á V avortement, en G. DUCHESNE, 30 avortements pour 100 naíssances. en "DocCath", 76
'•'Etudes", 338 (1973), 55-84. (1979), 91-92; G. PRIETO CIENFUEGOS, En siete años, nueve millones de abortos, en
"Ecclésia", n. 1971 (1980), 27.
84 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR EL ABORTO 85
e) Idea de la emancipación de la mujer h) Horror a las vidas disminuidas

Entendida la emancipación de la mujer como una acción en- Nuestra sociedad rinde culto a la vida plena, a la vida joven,
caminada a la igualdad de derechos con el varón, es una exigen- en su dimensión de puro bienestar físico. En este horizonte, cada
cia obvia desde una consideración humana y cristiana. Pero cier- vez resulta más difícil la acogida de los seres que sufren impor-
tos contenidos añadidos son más problemáticos. Ahora bien, tantes disminuciones físicas o psíquicas. Como, por otra parte,
fijándonos en el tema del aborto, hay grupos que entienden la las ayudas recibidas de la sociedad por las familias no son sufi-
emancipación de la mujer como un derecho a abortar libremente cientes, la angustia se patentiza más. Y como la técnica logra
en nombre del dominio sobre el propio cuerpo. Esta postura tan detectar un número creciente de anomalías ya desde la misma
extrema, defendida por algunos colectivos y personas, es moral- vida intrauterina, los hombres de nuestro tiempo parecen más
mente inaceptable. Esta libertad absoluta, cuando entra en juego solicitados por un aborto selectivo, que afectaría sobre todo a
una vida incipiente distinta de la de la mujer, del más escandaloso estos seres disminuidos. Los temores a tener un hijo subnormal,
cuño burgués, resulta tanto más llamativa cuanto que frecuente- orquestados por campañas más o menos intencionadas, crean un
mente la sostienen quienes con más fuerza reniegan del liberalis- clima emocional particularmente propicio para el aborto.
mo burgués 5.
i) Intereses políticos y económicos
f) Abanico más amplio de motivaciones En relación con el Tercer Mundo, los países ricos, en vez de
escoger decidida y efectivamente la vía de la justicia, de una justa
Antes se acudía al aborto por razones de honor, de culpabili- distribución de los bienes y recursos disponibles, han optado, con
dad, del qué dirán o de presiones familiares. Ahora, el abanico de mayor o menor claridad, por la drástica reducción de la natalidad
motivaciones se ha ampliado notablemente, hecho que habrá de en esas zonas menos favorecidas. Aunque explícitamente parecen
ser tenido muy presente en una lucha bien orientada contra el limitarse a medidas anticonceptivas, tampoco miran con malos
aborto. Hoy en día, y limitándonos a las razones asumidas psico- ojos la extensión del aborto como medio para reducir el creci-
lógicamente por muchas mujeres, se alegan como motivos para miento de la población. Semejantes intentos se cubren muchas
abortar: relaciones difíciles con el cónyuge o acompañante, im- veces bajo la capa de una preocupación de mejora del nivel de
preparación para la maternidad por parte de mujeres jóvenes, sen- vida para esos pueblos. Incluso hasta se ha hablado de una políti-
timiento de cansancio en mujeres de edad más avanzada, necesi- ca internacional concertada en favor del aborto 6 .
dad de continuar los estudios, exigencias del trabajo, temores de
la más variada índole ante el embarazo, etc.
j) Datos científicos

g) Crecimiento demográfico Como veremos más detenidamente un poco más adelante, a


pesar de que ciertos datos científicos parecen minar el terreno del
aborto, hay otros (pérdida elevada de zigotos, lapso de tiempo
Este es un hecho real, que ha de ser valorado junto con otras hasta la formación de la corteza cerebral, etc.) que, interpretados
circunstancias más que desde el mero aspecto numérico. Pero a de una forma concreta, se aducen crecientemente como base para
veces el crecimiento de la población es percibido como de tal desdramatizar el aborto o determinados abortos.
gravedad, que se considera lícito cualquier método para atajarlo,
incluyendo las técnicas anticonceptivas más radicales y el aborto.
En todo caso, la legítima preocupación por el problema de la k) Corrientes filosóficas y morales
población puede sutilmente llevar a considerar el aborto como
una "terapia" lícita. Diversas posturas filosóficas, que insisten en la dimensión re-
lacional de la persona como constitutiva de la misma, llegan a
5
H. BONNET, Liberté de l'avortemenl et libération des femmes, en "LetVie", 6
M. SCHOOYANS. L'avortement, probléme politique, en "NouvRevTh", 96
n. 109 (1972), 35-44. (1974), 1031-1053, y 97 (1975), 25-50.
86 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR EL ABORTO 87
expresarse de tal forma que parecen dar a la sociedad la llave duda de que se aplica a los seres vivos que andan por el mundo,
para el reconocimiento o no de la vida intrauterina como vida pero, en relación con las fronteras de la vida, nos encontramos
personal. E incluso existen posturas morales determinadas, no con cierta penumbra.
sólo fuera de la Iglesia católica, sino hasta dentro de ella, que La doctrina católica oficial en la actualidad da tanta impor-
pretenden legitimar el aborto en algunas circunstancias muy espe- tancia a la fecundación en orden a definir el status humano de esa
ciales. Estas corrientes de pensamiento pueden crear un ambiente vida, que niega todo valor a hechos o criterios posteriores. Sin
más fácil al aborto, especialmente en los medios intelectuales, me- embargo, esta postura oficial no es compartida por todos, ni si-
jor informados sobre esta evolución de mentalidades. quiera dentro de la Iglesia Católica. Aun reconociendo la impor-
tancia de la fecundación, muchos se niegan a darle un valor tan
absoluto y determinante. De entre las muchas teorías propues-
tas 8 , aquí vamos a desarrollar únicamente las tres más extendi-
2. Status de la vida humana anterior al nacimiento das. Para unos, no se puede hablar de vida plenamente humana
antes de la anidación-individuación; para otros, ese momento
Si lográramos una respuesta clara a este interrogante, muchos está situado en la formación de la corteza cerebral. Otros, final-
aspectos del problema del aborto serían definidos más fácilmente. mente, prefieren un criterio no tomado de la biología o del des-
Sus repercusiones serían evidentes en la concepción moral del arrollo fetal, sino del carácter relacional del ser humano.
aborto y en la postura a adoptar por las legislaciones.
Es necesario un planteamiento correcto. El que pueda existir
una inseguridad en este problema tan decisivo para dar curso o no a) Importancia de la fecundación
a tantas vidas apenas iniciadas, no deja de producir un sentimien-
to de preocupación. Las diversas formulaciones que se dan a este Con la fecundación del óvulo por un espermatozoide se inicia
interrogante son ya una demostración de que el problema no es una vida biológica que pertenece a la especie humana: de esa
tan simple como algunos quisieran creer. He escogido la formula- unión no se origina una vida que, desarrollada, nos dé un elefante
ción de "status de la vida anterior al nacimiento", cuando otros o una rana, sino un ser humano, una persona humana.
hablan de comienzo de vida humana, de vida humanizada, Se trata, además, de una vida humana biológicamente distinta
de humanización, del momento de la infusión del alma, de vida de la vida de la madre, integrada en un 50 por 100 por la dotación
biológica, de persona, de vida específica humana, etc. Aquí, de recibida del padre y por otro 50 por 100 recibido de la madre;
hecho se entremezclan cuestiones de biología, ética, filosofía, teo- biológicamente, no ofrece ningún lugar a dudas que el óvulo fecun-
logía, concepciones culturales, vivencias psicológicas, etc. Existe dado (zigoto) no es de la madre de la misma forma que un tejido u
el problema de los criterios a adoptar para dar una respuesta: el órgano de ella. Frecuentemente se habla del embrión o del feto
preferir unos u otros condiciona la solución 7. como "cosa" de la madre: desde un mero punto de vista biológico
esto es absolutamente inaceptable. Difícil, por no decir imposible,
En el fondo, una respuesta a este problema no es separable
será el diálogo con quienes no acepten esta evidencia científica;
totalmente de la concepción de hombre que cada uno sostenga;
quizás en el rechazo de esta adquisición de la ciencia se revele ya
igualmente, es muy importante la valoración que se dé a las po-
una posición previamente tomada a favor del aborto. Sin embar-
tencialidades o "promesas" no hechas todavía realidad y a la ac-
go, concluir de aquí que esa vida es absolutamente intangible,
tualización de dichas potencialidades. Sí conviene también adver-
como lo hace la doctrina católica oficial, quizás no sea tan absolu-
tir que la identificación entre vida concebida y ser personal no es
tamente claro.
tan fácil como se pudiera creer. El concepto de persona no hay
Esa vida biológicamente distinta de la de la madre es práctica-
7
mente irrepetible, única. Fuera del caso de los gemelos univiteli-
K. RAHNER, El problema de la hominización. Cristiandad, Madrid 1973;
J. GAFO, El aborto y el comienzo de la vida humana, Sal Terrae, Santander 1979;
8
B. HÁRING, Nuevas dimensiones de la paternidad responsable, en "RyF", 193 No me detengo aquí en teorías como la referida a Ja infusión del alma, la
(1976), 311-328; J. LEJEUNE, ¿Desde cuándo hay vida?, en "Palabra", n. 165 viabilidad, el nacimiento, etc. En relación con la primera, el. J. T. DIAMOND,
(1979), 14-15; F. DE LUCAS,La hominización, problema interdisciplmar, base cien- Abortion, Animation and Biológica/ Hominization, en "ThSt", 36 (1975), 305-324;
tífica e interpretación, en "Burgense", 18 (1977), 153-182; R. WASSESRSTROM, The .1. F. DONCEEL, Immediate Animation and Delayed Hominization, en "ThSt", 31
Status of the Fetus, en "HastCentRep", 5 (1975), n. 3, 18-22; E. PoussET.fi/-e (1970), 76-105; R. J. GERBER, When Is the Human Soul Infused?, en "LavThPh",
humain deja, en "Etudes", 333 (1970), 502-519; V. FAGONE, Vita prenótale e sog- 22 (1966), 235-247; A. MICHEL, Ame et corps. A propos de /'animation humaine,
getto umano, en "CivCatt", 126 (1975, I), 441-460. en "AmiCler", 75 (1965), 614-618.
88 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR EL ABORTO 89
nos, es casi un milagro el que se repita la misma dotación genéti- autores, como luego se verá, que la vida antes de la anidación
ca en otro individuo. carezca de importancia y se pueda hacer de ella lo que se quiera;
Esa vida incipiente, ya desde sus formas o estadios más ele- antes al contrario, insisten en que existe u n a obligación de p o r sí
mentales, posee los mecanismos internos que, en circunstancias de proteger toda vida ya desde el primer m o m e n t o , desde la fe-
favorables, le llevarán con el tiempo a un ser humano desarrolla- cundación; sólo ante la presencia de razones proporcionalmente
do; el proceso de desarrollo y crecimiento viene ordenado no por graves, ese proceso podría interrumpirse en esa etapa tan tem-
la madre, sino por el propio embrión. La dependencia de la ma- prana.
dre es fundamental, pero, aunque con características distintas, esa Las razones en que se basan para d a r tal peso a la anidación
dependencia no termina con el nacimiento. Sin excluir la contri- son las siguientes:
bución no pequeña del ambiente, ya desde el principio está muy
definido lo que será cada persona. Hasta tanto no se verifique la anidación, existe la posibili-
dad de que esos elementos vitales den lugar a dos o más
"El proceso embrionario es un proceso continuo en el que, des- sujetos o a un solo individuo. N o podríamos hablar de indi-
de el principio, estamos ya ante una realidad humana... Aunque viduo o de persona, p o r lo tanto, hasta superar esa fase de
pudiera opinarse que en la primera fase del proceso embrionario ambigüedad e indiferenciación en cuanto al número. "El
no existiera aún persona humana, sin embargo, nos encontramos argumento de que la mórula n n o puede ser todavía u n a
ya desde el comienzo del mismo por lo menos con una individuali- persona o un individuo con todos los derechos de la especie
dad genética —distinta y diferenciada de la de los padres— intrín- humana, me parece convincente mientras sigamos nuestro
secamente orientada a la constitución de una persona humana, concepto tradicional de persona" n .
que origina un derecho fundamental a la vida" 9 . "Desde el mo-
mento de la fecundación del óvulo queda inaugurada una vida Según datos científicos, aceptados bastante comúnmente,
que no es del padre ni de la madre, sino de un nuevo ser humano aunque no p o r todos, es muy elevado el número de zigotos
que se desarrolla por sí mismo. No llegará a ser nunca humano si (óvulos fecundados) que se expulsan espontáneamente p o r
no lo es ya entonces... Ella (la ciencia genética) ha demostrado la naturaleza antes de la anidación, siendo mucho más redu-
que desde el primer instante queda fijado el programa de lo que cida la eliminación natural posterior. Los científicos no es-
será este ser viviente: un hombre individual, con sus notas caracte- tán de acuerdo sobre la magnitud de estas pérdidas.
rísticas ya bien determinadas. Con la fecundación ha comenzado
la aventura de una vida humana, cada una de cuyas grandes capa- A partir de este hecho, algunos moralistas importantes dentro
cidades exige tiempo, un largo tiempo, para ponerse a punto y del catolicismo, tímida o decididamente, en forma interrogativa o
estar en condiciones de actuar. Lo menos que se puede decir es
que la ciencia actual, en su estado más evolucionado, no da nin- afirmativa, plantean el problema de la absoluta intangibilidad del
gún apoyo sustancial a los defensores del aborto" 10. proceso anterior a la anidación. Si la naturaleza es tan derrocha-
dora como parece indicar la ciencia, ¿qué dificultades hay para
que, cuando existen problemas serios, podamos interrumpir arti-
b) La anidación ficialmente ese proceso? ¿Es posible que sean seres personales,
con un destino y una vocación eternos, ese número tan elevado
Hacia el sexto-séptimo día después de la fecundación, el óvulo de vidas cortadas tan prematuramente p o r la naturaleza? ¿No re-
fecundado comienza su implantación, penetrando en el revesti- sulta extraño que Dios dé una vocación y luego corte tan pronto
miento interno del útero; y pasada una semana más, la anidación ese proyecto apenas i n i c i a d o ? u Para Háring, por el contra-
lograda hace descender muchísimo la probabilidad de un aborto rio, este argumento del derroche de la naturaleza no es suficiente
natural. para legitimar las agresiones artificiales en esa fase del proceso,
Algunos, incluyendo entre ellos a moralistas católicos " , dan
una gran importancia a la anidación en orden a poder interrum- 12
Mórula: con este nombre se designa el período de segmentación del óvulo
pir o no el proceso iniciado en la fecundación. No defienden estos fecundado, en el cual éste tiene un aspecto de mora.
13
B. HARING, New Dimensions of Responsible Parenthood, en "ThSt", 37
(1976), 127 [sigo aqui el original inglés, porque el texto en castellano de este
' Nota sobre el aborto (n. 2), 12. mismo articulo (n. 7) contiene a veces oscuridades e incluso errores]; en sentido

SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, El aborto provo- diferente, cf. J. GAFO. Nueva actualidad del método de la continencia periódica, en
cado, nn. 12-13. "RyF", 194 (1976), 297.
11
Cf. F. BÓCKLE, Etica y medicina, Guadarrama, Madrid 1972, 292-296. 14
J. GAFO. a. c. (n. 13), 296-298.
90 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
II ABORTO 91
aunque llega a la misma conclusión por otro camino, como antes
catorce años, más o menos: se trata, pues, de un hecho extendi-
se vio.
do en el tiempo.
A esta tesis se le señalan algunos aspectos problemáticos. El
La semejanza con los pacientes "descerebrados" es muy par-
hecho de que nosotros no sepamos con certeza hasta realizada la
rial. En ambos casos existe una semejanza material, en cuanto
anidación el número exacto de individuos, fruto de una concep-
t|iie hay silencio cerebral, pero existe también una diferencia sig-
ción, no quita nada para que la vida iniciada sea una vida huma-
nificativa. Mientras que el enfermo "descerebrado" es un caso
na: esta característica está ya antes de que sepamos el número de
n reversiblemente perdido, en el feto, lo más probable es que exis-
individuos concebidos. La prodigalidad de la naturaleza no auto-
lná un cerebro; en un caso hay una sólida perspectiva de futuro,
riza un uso de la técnica para aumentar esas pérdidas, sino para
mientras que en el otro no hay ninguna esperanza de una vida
corregir las deficiencias naturales. La anidación no añade nada
humana significativa. A pesar de estos reparos, B. Háring afirma:
interno al proceso de desarrollo de un ser humano que no estu-
'Parece que la teoría que presenta la hominización, como depen-
viera dado antes; sólo es una fase especialmente delicada del
diendo del desarrollo de la corteza cerebral, tiene su propia y real
proceso.
probablidad" 15.
Con todo lo dicho, creo queda suficientemente clara la com-
plejidad del problema y los aspectos que pueden favorecer a una
tesis u otra, la de quienes sostienen que la anidación en nada ¡I) Aceptación del otro
cambia la valoración de la vida iniciada y la de quienes piensan
que en ella coinciden varias convergencias que pueden legitimar
la interrupción del proceso, en situaciones conflictivas graves. La biología y el desarrollo del feto, según algunos, no pueden
liarnos la solución al problema que examinamos; la vida humana
no se reduce a biología. De aquí la necesidad de apelar a otros
c) Desarrollo de la corteza cerebral uiterios, tomados de la persona en su dimensión social, relacio-
ii,il. De entre las diversas teorías construidas en esta línea merece
La vida consciente, racional, es específica de la especie huma- • U'Ntacarse la exposición de un grupo de destacadas personalida-
na; ahora bien, la posibilidad de esta vida superior va ligada al des francesas: "Para nosotros, pensamos que se puede distinguir
desarrollo y al funcionamiento del cerebro. Hoy día, se va impo- i'iitrc vida humana y vida humanizada; que si verdaderamente el
niendo la tesis de que una persona se considera muerta cuando el individuo sólo es humanizado en su relación al otro, por y para
cerebro ha dejado de funcionar de una manera irreversible. Un los otros —si recibe su ser propio de los otros—, la relación de
cerebro que, observado en las debidas condiciones, no da señal i ('conocimiento tal como la hemos esbozado es reveladora, si no
eléctrica alguna, es un cerebro muerto; la persona ha dejado de mstauradora, del carácter plenamente humano del ser en gesta-
existir. Algunos quieren aplicar este razonamiento a la vida ini- • ion. Dicho de otra manera, así como el ser humano no existe sin
cial. Según ellos, mientras no se ha formado el cerebro, no pode- • uerpo, así tampoco es humanizado sin esta relación a los
mos hablar de ser humano; por lo tanto, la vida iniciada en la olios" l6.
fecundación no sería intangible hasta ese momento: es decir, po- Según estos autores, desde la fecundación existe una seria
dría ser interrumpida si el darle curso produjera problemas pro- obligación de proteger la vida iniciada, pero cuando fuera impo-
porcionalmente graves. Igualmente, apelan al proceso en la evolu- ihle el humanizar esa vida humana, sería lícito el interrumpirla.
ción de las especies: si no se habla de especie humana hasta lograr I'ara ellos, toda vida es humana, pero el paso a la humanización
una determinada configuración del cerebro, ¿por qué no aplicar •c da por el reconocimiento del otro, por la aceptación de él
este supuesto de la filogénesis a la ontogénesis o génesis de los > niño ser llamado a construirse y a ser en relación con los demás.
individuos? 11n acierto de esta postura es el sacar la vida humana de un biolo-
Nadie niega la importancia del cerebro para una vida huma- i'isino estrecho; pero se le plantean graves interrogantes: ¿Tanta
na; el problema está en si la no formación del cerebro, en un ser importancia tiene el reconocimiento del otro por la sociedad, que
que previsiblemente lo tendrá, justifica o no la interrupción de ese ni él esa vida no es plenamente humana? ¿Qué aporta el recono-
proceso vital. La negación del estatuto humano a un ser todavía
n
sin estructura cerebral presenta serias dificultades. A esta teoría U. HARING, Moral y medicina. Perpetuo Socorro, Madrid 1971, 86.
se le objeta que la formación del cerebro, muy avanzada ya en la "' l'our une reforme... (n. 2), 71; V. FAGONE, Essere umano ed essere umaniz-
vida anterior al nacimiento, de hecho no está terminada hasta los mo. en "CivCatt", 124 (1973, III), 20-36; U. BURRONI, Criteri "non biologici"
• lill'inizio delta vita umana, en "RassTeol", 16 (1975), 225-241.
92 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR I:L ABORTO 93
cimiento que el otro no posea ya en sí mismo en cuanto a su puesta oficialmente. En todo caso, sería necesario precisar
dignidad intrínseca? ¿Por qué limitar la fuerza de este enfoque a con mayor exactitud cuáles son las bases para que una in-
las primeras etapas de la vida no nacida y no aplicarlo igualmente terpretación aparezca como la única aceptable.
a la vida ya nacida?

e) Conclusiones 3. Valoración moral del aborto

• Debemos distinguir bien los hechos científicos y las in- Frecuentemente, se quiere evadir todo diálogo sobre la mora-
terpretaciones o valoraciones. Tengo la impresión de que, lidad del aborto, apelando al juicio exclusivo de la conciencia de
frecuentemente, las posiciones ya tomadas sobre la licitud o cada uno. Es cierto que el juicio definitivo sobre este o aquel
ilicitud del aborto influyen en la misma aceptación o recha- aborto sólo puede realizarse desde el análisis de cada caso. Pero,
zo de hechos empíricos, en lo cual debería atenderse única- dejando bien sentado este principio básico, ¿no se puede hablar
mente a las pruebas científicas. Por ejemplo, hay abortistas de una valoración más general o de unas indicaciones "objetivas"
reacios a admitir que la vida concebida es distinta de la de para su valoración? ¿No existe ninguna orientación válida para la
la mujer; hay igualmente antiabortistas visceralmente conciencia, o ésta lo recrea todo desde la experiencia personal, sin
opuestos a admitir hechos con una base científica más o otros puntos de referencia? Si no existe posibilidad de valoración
menos segura, v. gr., la elevada pérdida natural de zigotos. moral más que desde la propia experiencia, ¿qué significa para un
En cuanto a la determinación sobre la existencia o no de cristiano Jesús de Nazaret y la vivencia multisecular de las comu-
estos hechos, la Iglesia no tiene ninguna autoridad especial. nidades cristianas? Y ¿qué significa para un hombre la reflexión y
vida de la comunidad humana? La apelación a la conciencia no
• En todo este problema tiene una gran importancia el hace inútiles los criterios e indicaciones morales.
concepto de persona. Ahora bien, las características parti- Ahora bien, las referencias que tiene un cristiano son funda-
culares de este concepto hacen que aquí nos movamos con mentalmente dos: la experiencia histórica de la humanidad y la
cierta oscuridad en cuanto a la atribución o no del estatuto experiencia cristiana: ambas se entrecruzan y se hacen presentes
de persona a la vida anterior al nacimiento. Es innegable en el cristiano.
que el proceso iniciado en la fecundación humana encierra
todos los dinamismos para llevar a un ser personal. No hay
duda de que en las fases desarrolladas de la vida humana a) La Biblia y el aborto
todos son considerados personas; pero en cuanto a la fase
inicial, existe una oscuridad que para nosotros los cristia-
nos no ha sido disipada por la fe. El concepto de persona Ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento encontramos una
implica elementos filosóficos, éticos, culturales que permi- referencia específica y clara al aborto 17 .
ten interpretaciones diversas.
17
El intento de fundamentar la condena absoluta del aborto en diversos tex-
• La Iglesia oficialmente ha optado por una interpreta- tos bíblicos, no tiene base sólida. En el AT existe un texto del Éxodo: "Cuando
ción concreta en esta cuestión: desde la concepción hay se pelearen unos hombres y lastimaren a una mujer encinta, de suerte que abor-
vida humana; aun ignorando si esa vida ya desde el princi- tare sin que hubiese accidente grave, [el culpable] será multado con una multa
con arreglo a lo que le imponga el marido de la mujer, y pagará mediante el
pio merece el calificativo de personal, es absolutamente in- arbitraje de magistrados; pero si resultare accidente grave, darás vida por vida"
tangible, al tratarse de un proceso continuo, sin saltos cua- (Ex 21,22-23). El texto viene a decir que, en virtud de la ley del tallón, si la
litativos. Esta interpretación tiene argumentos a favor y mujer muere, el culpable pagará con su vida; si ella no muere, sólo se le impon-
también dificultades, como se ha visto más arriba. drá una multa. La traducción de los LXX, en vez de "sin que hubiese accidente
grave" y "pero si resultare accidente grave", lee así: "si el feto no está formado"
• Teniendo en cuenta los datos científicos, las legítimas y "si el teto está formado". Esta traducción es importante por haber dado apo-
yo a la distinción feto formado-feto no formado en la reflexión cristiana sobre el
interpretaciones de los mismos y la "penumbra" en cuanto aborto.
al concepto de persona, datos todos ellos sobre los que la fe En el NT, varias veces se habla de "pharmakeia" y de "pharmakoi" (Gal
no aporta claridad ninguna, me pregunto si para un católi- 5,20; Ap 9,21; 21,8; 22,15), que algunos traducen como magia, hechicerías, su-
co quedan excluidas otras alternativas distintas a la pro- persticiosos. Ver aquí una referencia al aborto no es seguro.
94 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR I'L ABORTO 95

Existe, con todo, en la Biblia un cuerpo de enseñanza que es tinciones de matices se deben a ciertos supuestos, como, por
un sí decidido a favor de la vida, del hombre, pero que no se ejemplo, la distinción entre feto formado y no formado, o entre
puede entender como una norma tajante, sino como un marco de feto animado y no animado. Frente al m u n d o romano, en el que
inspiración o de referencia. Los obispos españoles lo han recogi- el aborto tenía carta de naturaleza, los primeros cristianos afir-
do en el siguiente texto: maron una postura nueva. La tradición es constante y uniforme
en la condena del aborto; hay diferencias de matiz en cuanto a la
especie de desorden moral que constituye el aborto: violación del
"Dios es el único Señor de la vida y de la muerte. El hombre,
salvo el caso extremo de la legítima defensa, no puede atentar amor al prójimo, carencia de amor materno, falta de reverencia a
contra la vida humana. El Antiguo Testamento expresa de diver- la obra de Dios Creador, signo de desorden sexual, práctica má-
sas formas esta misma idea: la vida, tanto la propia como la ajena, gica e idolátrica, etc.
es un don de Dios que el hombre debe respetar y cuidar, sin poder En la medida en que se va elaborando una legislación eclesial
disponer de ella. Dios, 'el viviente', ha creado al hombre 'a su se penaliza el aborto, aun cuando las penas varían de unas igle-
imagen y semejanza' (Gen 1,14), y Dios, de vivos y no de muertos sias a otras; por lo general, las penas son graves y rigurosas, pero
(cf. Me 12,27), quiere que el hombre viva. Por eso protege con la el rigor no suele alcanzar al adoptado frente al homicidio
prohibición del homicidio (Gen 9,5-6; Ex 20,13) la vida del hom-
bre. En el Nuevo Testamento continúa el aprecio del Antiguo Tes- voluntario.
tamento por la vida del hombre, manifestando su predilección por En la valoración moral del aborto hay dos distinciones que
las vidas más marginadas y menos significativas, y las ha rescata- han servido para justificar matizaciones sobre su moralidad: feto
do para la verdadera vida. Con ello se ha revelado inequívoca- formado-feto no formado, feto animado-feto no animado. Estas
mente el valor de la vida de todo hombre, independientemente de dos distinciones no se recubren exactamente; atienden a dos
sus cualidades y de su utilidad social. El derecho a la vida es inhe- criterios distintos, y no necesariamente los hechos a que se
rente a la vida misma como un valor en sí, intangible, que debe refieren coinciden en el mismo momento. La muerte del feto
ser respetado y salvaguardado" ".
no formado, del feto no animado se considera como compor-
tamiento grave, pero su gravedad es inferior a la eliminación
En el Nuevo Testamento hay referencias a la vida antenatal de
del feto que ha recibido la infusión del alma o que ya está
Cristo y del Bautista en términos semejantes a la de un ser ya
formado.
nacido: "Y se dio el caso de que, cuando Isabel oyó el saludo de
María, la criatura dio saltos en su seno, e Isabel se llenó de espíri- Entre los teólogos, unos fueron partidarios de la animación
tu santo y exclamó con una gran voz: ¡Bendita tú entre las muje- inmediata, es decir, de la infusión del alma espiritual en el mo-
res, y bendito el fruto de tu seno! ¿Y de dónde a mí esto de que mento de la concepción, mientras que otros defendieron la ani-
venga a mí la madre de mi Señor? Pues mira, cuando llegó a mis mación mediata o infusión del alma espiritual en un momento
oídos la voz de tu saludo, la criatura dio saltos de gozo en mi posterior. Con el correr de los siglos, y en parte por el influjo de
s e n o " (Le 1,41-44; cf. también Mt 1,18). El interés de estos textos destacados médicos, prevaleció la teoría de la animación inmedia-
radica más bien en que pudieron apoyar posteriormente la refle- ta, lo cual constituía una base para que la condena del aborto
xión de la Iglesia sobre el aprecio a la vida intrauterina. La rica fuera más rígida. A finales de la Edad Media se plantea el
enseñanza neotestamentaria sobre el mandamiento del amor y la problema del aborto terapéutico, que para algunos es menos
actitud de Cristo a favor de los más pobres e indefensos constitu- problemático si se lleva a cabo con un feto no formado o no
yen un marco de referencia que puede inspirar una moral exigen- animado. Los teólogos medievales pusieron también las bases
te en la cuestión del aborto. para la doctrina posteriormente más explicitada, la del aborto
indirecto.
19 La liturgia ha podido prestar también su colaboración en la
b) Vivencia secular de la Iglesia
tradición cristiana sobre el aborto. La fiesta de la Concepción de
Cristo o Anunciación de María (nueve meses antes de Navidad) y
Se puede decir que la Iglesia, a través de los siglos, ha mante- la de la Concepción de María (nueve meses antes de su Nativi-
nido una postura idéntica en relación con el aborto; algunas dis- dad), ambas celebradas ya en Oriente desde el siglo Vil, por enci-
18
ma de su significado inmediato, contribuyeron de algún m o d o a
Ñola sobre el aborto (n. 2), 10. El mismo tipo de reflexión puede verse en atribuir un carácter sagrado a toda vida humana desde su
SAGRADA CONGRRGACIÓN... (n. 10), 5.
" Cf. el excelente estudio de J. T. NOONAN, Jr., o. c. (n. 1), 1-59.
concepción.
96 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR 97
EL ABORTO

c) Doctrina oficial actual 20 para que en la mente de la Iglesia merezca un respeto absoluto.
Este viene exigido por la existencia ya desde la fecundación de
La Iglesia distingue muy bien entre la condena firme del abor- una vida humana distinta de la de los padres 24 .
to y la reserva en el juicio de la persona que aborta, especialmen-
te si se actúa en circunstancias cargadas de dramatismo: no quie-
re erguirse en juez de cada uno; pero no quiere dejar de d) Juicio sobre la doctrina oficial
proclamar con fuerza que el aborto provocado es una violación
de los derechos más fundamentales del hombre y una invasión en Sin querer disminuir en nada el testimonio que un cristiano ha
el dominio de Dios sobre la vida. de dar a favor de toda vida, una exigencia ética suprema de ver-
La Iglesia expresa hoy su doctrina al respecto con una formu- dad impone el tratar de hacer una valoración correcta de la pos-
lación que se ha ido precisando con el correr del tiempo. El abor- tura oficial de la Iglesia.
to directamente provocado es ilícito; el aborto indirecto es lícito. La postura católica sobre el aborto aparece como un servicio
Aunque en los documentos oficiales, en general, se evitan los tér- incondicional a la vida. En ella se ha de destacar la claridad con
minos aborto directo e indirecto como términos técnicos21, de que resuelve una cuestión básica, fundamental; esta claridad no
hecho ésta es la terminología más utilizada por los moralistas. se ve empañada porque en algunos casos pudiera haber oscuridad
Según esta doctrina oficial, aborto indirecto son la extirpación de sobre el concepto de aborto directo o indirecto, oscuridad que
un útero canceroso durante el embarazo y la eliminación de un afecta a pocos casos en relación con los abortos que se realizan.
feto ectópico que constituye un peligro grave para la madre. En Establece unos criterios objetivos de protección a la vida, consi-
cambio, son abortos directos los provocados por motivos eugené- derando la fecundación como momento decisivo; de esta forma,
sicos, por problemas familiares o sociales, por problemas perso- la valoración de la vida del feto queda sustraída a consideracio-
nales variados diferentes de los señalados antes a propósito del nes como conflicto de valores, y a los gustos, costumbres, mani-
aborto indirecto. pulaciones y arbitrariedades que pueden amenazar a la vida en
A estas conclusiones la doctrina católica oficial llega desde ausencia de esos criterios objetivos. La doctrina católica, al mismo
una doble reflexión. Primera: a un ser humano inocente no se le tiempo, establece una firme barrera teórica de protección para to-
puede quitar la vida por una acción directa: "La ley divina y la das las vidas que pudieran verse amenazadas: evita la erosión del
ley natural excluyen, pues, todo derecho a matar directamente a un principio del respeto a la vida. Al no conceder a nadie autoriza-
hombre inocente" 22 . Segunda: desde la concepción o fecunda- ción para interrumpir el proceso iniciado en la fecundación, se
ción estamos ante una vida humana inocente. La condición de excluye el derecho del Estado o de cualquier otro poder para
inocente se da por supuesta para el feto, pues resultaría muy for- ingerirse en la vida del ser humano en esta etapa inicial.
zado el considerarlo como injusto agresor. Por eso, la doctrina Sin embargo, también existen acusaciones lanzadas contra la
católica insiste particularmente en que desde la fecundación nos postura católica. J. M. Gustafson 25 le dirige las siguientes críti-
encontramos con una vida humana. "El respeto a la vida humana cas: Su argumentación es la de un juez externo, y responde a un
se impone desde que comienza el proceso de la generación. Desde modelo jurídico; para ella los datos físicos son los de mayor rele-
el momento de la fecundación del óvulo queda inaugurada una vancia, los razonamientos son racionalísticos, basados en la ley
vida que no es del padre ni de la madre, sino de un nuevo ser
humano que se desarrolla por sí mismo. No llegaría a ser nunca 24
Indico a continuación algunos estudios sobre el aborto desde el punto de
humano si no lo es ya entonces" 2i. Aunque no esté claro que la vista moral. R. A. MCCORMICK. The Abortion Dossier, en "ThSt", 35 (1974), 312-
vida humana desde la fecundación sea verdaderamente personal, 359; J. CORDERO, El aborto. Presupuestos para una va/oración ética, en "CuadRel-
es decir, que se trate de una verdadera persona, ello no obsta Soc", nn. 14-15 (1979). 239-266; F. FERRERO, Aborto, en "Moralia", 1 (1979),
54-64; E. LÓPEZ AZPITARTE, Reflexión sobre el aborto, en "RyF", 185 (1972), 143-
153; J. GAFO, La moral católica y el aborto, en "RyF", 189 (1974), 333-347;
20
Sobre las intervenciones oficiales de la Iglesia Católica, cf. G. CAPRILE, B. FORCANO, ¿Cómo servir a la vida sin ser abortista?, en "MisAb", 72 (1979),
Non uccidere. 11 Magistero della Chiésa sull'aborto. La Civiltá Cattolica, Roma 214-230; A. SANCHÍS, Etica del tratamiento del aborto. Contribución al año inter-
1973; J. JULLIEN. L'Eglise a parlé, en AA. VV., Faire vivre. Centurión, Paris nacional del niño, en "EscVed", 9 (1979), 199-217.
25
J. M. GUSTAFSON, A Protestant Ethical Approach en J. T. NOONAN, O. C.
1979.
21 (n. 1), 101-122. Para otros enfoques no católicos, cf. J. DURAND. L'avortement
Cf. AAS, 43 (1951), 838-857.
22 thérapeutique dans le proteslantisme, en "ScEccl", 19 (1967), 445-464; Les Luthé-
El aborto provocado (n. 10), 14.
21 riens des Elats-Unis et l'interruption de la grossesse, en "Idoc", n. 2 (1969), 11-16;
Ib., 12; la misma argumentación en Nota sobre el aborto (n. 2), 12.
Abortion. An Ethical Discussion, Church Information Office, Londres 1965.
98 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR HL ABORTO 99
natural, y están casi exclusivamente centrados en el médico y el vos en relación con el aborto; en el segundo trato de recoger la
"paciente". A esta opinión podríamos añadir algunos otros as- "filosofía" o legitimaciones con que se pretende justificar las di-
pectos. La distinción directo-indirecto es un concepto a veces os- versas opciones legislativas, añadiendo, por mi parte, unas consi-
curo y, en todo caso, mecánico, en cuanto que privilegia el modo deraciones sobre el enfoque político y social de este grave
físico de producirse los efectos de una acción. Esta ética que se problema.
decide siempre por la vida del feto da la impresión de ser una
ética vitalista que atiende ante todo a la vida "en bruto" y mucho
menos a los variados valores que pueden verse implicados en una a) Modelos legislativos27
decisión de aborto. Como se vio en el capítulo I, se cree posible
otra interpretación de la soberanía de Dios sobre la vida, distinta A pesar de que no hay dos posturas legislativas absolutamente
de la sostenida por la doctrina oficial católica. Finalmente, se iguales, podemos, con todo, y con un valor aproximativo, esta-
observa que en la valoración del aborto entra como elemento blecer tres tipos o modelos al respecto: l. s , el que autoriza el
importante la interpretación a dar a hechos como la fecundación, aborto prácticamente libre a simple petición de la mujer, dentro
la anidación, la formación de la corteza cerebral. Ahora bien, en de un cierto plazo a partir de la fecundación; 2. a , el que permite
relación con estos datos la revelación cristiana nada dice; queda, el aborto sólo ante la existencia de determinadas causas o indica-
pues, un margen de libertad para que los cristianos puedan adop- ciones; 3.Q, el que lo prohibe absolutamente o lo autoriza sólo en
tar una postura u otra según perciban personalmente la fuerza de casos muy contados.
los argumentos. Esta última observación apunta a que no se ve
como incompatible con la adhesión a Cristo la preferencia por
posturas que difieren de la oficialmente adoptada por la Iglesia. 1. El rasgo que más caracteriza a este grupo es la autoriza-
Dentro de la Iglesia, la postura oficial sobre el aborto a nivel ción concedida a la mujer para acudir al aborto según su volun-
episcopal es uniforme 26 . Tal cosa no sucede a nivel de teólogos: tad dentro del plazo determinado por la ley; el plazo del aborto
algunos, y muy significativos desde el punto de vista de su com- libre varía según las legislaciones: diez semanas a partir de la
petencia y amor a la Iglesia, creen poder legítimamente sostener fecundación, doce semanas, tres meses, etc. Pasado este plazo,
posiciones algo divergentes de la oficial. Coinciden con ésta en estas leyes suelen permitir el aborto sólo por algunas pocas indica-
que el aborto, en cuanto eliminación de una vida humana, es una ciones de cierta gravedad. Fuera de esta orientación común, las
situación que no debería darse en una visión ideal de la realidad. leyes de los diversos países o estados varían en muchos puntos
Sin embargo, teniendo en cuenta datos científicos, tales como la concretos.
pérdida espontánea en edades tempranas de un elevado número
de óvulos fecundados, considerando la oscuridad en cuanto a la 2. En este segundo modelo el aborto no es libre, a simple
aplicación del concepto de persona a la vida humana inicial, y en petición de la mujer, sino que su realización legal está condicio-
presencia de situaciones particularmente conflictivas, creen que nada sobre todo a la existencia de determinadas causas, llamadas
desde estas convergencias pueden no ser inmorales algunos abor- indicaciones, cuya constatación ha de ser reconocida por miem-
tos, no desde luego tantos como se realizan en el mundo por bros de la clase médica y/o por algunos otros servicios sociales,
motivos tan fútiles. Pero esta doctrina la proponen sin dogmatis- según los casos. Las indicaciones comúnmente recogidas son de
mos, viendo, por una parte, las dificultades de la enseñanza ofi- cuatro clases: indicación médica, entonces el aborto se permite
cial y, por otra, los puntos débiles que descubren en sus mismas para conjurar una amenaza seria, no evitable de otro modo, para
posturas. Es una dolorosa situación de búsqueda en un tema tan la salud física o psíquica de la mujer; indicación eugenésica, desde
vital. la que se pretende evitar el nacimiento de un niño en el que se ha
detectado la presencia o el riesgo serio de deficiencias físicas o

21
4. El aborto ante la ley La législation de l'avortement dans le monde, O. M. S., Ginebra 1971; Le
legislazioni mil'aborto: analisi e valutazione, en "Salesianum", 37 (1975), 373-387;
Examino el tema desde dos ángulos: uno, descriptivo, que l.iberazione dell'aborto: fatti e misfatti, en "CivCatt", 127 (1976 I), 463-473. Por
lo que respecta a la legislación española, cf. G. H IGUF.RA. El abono en la legisla-
consiste en la presentación breve de los diversos modelos legislati- ción española, en "Pentecostés", 12 (1974), 163-174; A. DE LORENZO. El aborto a
través de la legislación y la jurisprudencia españolas, en "TribMed", n. 822
G. CAPRILE, O. C. (n. 20). (1979), 31; n. 823 (1979), 29; n. 824 (1929), 29.
100 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
BL ABORTO 101

psíquicas, o de malformaciones de particular gravedad; indica- ros tipos de leyes descritos anteriormente? ¿Qué ventajas y des-
ción social, que tiene en consideración factores de orden econó- ventajas tiene una legislación prohibitiva o fuertemente res-
mico o social que afectan a la mujer, a la familia o a la sociedad trictiva?
(posibilidades económicas, vivienda insuficiente, hijos anteriores, Las ventajas o razones a favor de una despenalización, tal
etcétera); indicación "ética": cuando el embarazo resulta de una como las aducen los partidarios de esta opción, son muchas, pero
violación, de relaciones incestuosas, con menores de edad, con gran parte de ellas no tienen gran peso; obedecen a esa normal
deficientes mentales, etc. 28 . inclinación, casi diría normal obsesión, del ser humano por
amontonar más y más razones a favor de las convicciones o tesis
Legislaciones que formalmente pertenecen a este segundo gru-
que uno defiende, prueben o no prueben. Por eso voy a mencio-
po, de hecho pueden incluirse en el primero, cuando las indica-
nar las consideradas como más serias:
ciones legales son interpretadas con tal amplitud que vienen a
equivaler al aborto libre.
• Este modelo legislativo es el único apto para acabar
con los abortos clandestinos, con su larga secuela de conse-
3. En el modelo de legislaciones restrictivas incluimos a las cuencias negativas, especialmente para la mujer: peligro
que prohiben absolutamente el aborto provocado o lo permiten para su vida, explotación económica, etc.
sólo en casos muy limitados, por ejemplo, para salvar la vida de
la madre o en presencia de la indicación "ética". • De esta forma se acaba con la discriminación produci-
da por las legislaciones represivas, que dejan a las clases
más pobres en situación de inferioridad; a los ricos les que-
b) Enfoque de ética política 29 da la posibilidad del turismo abortivo, no tan accesible a
los pobres.
Las leyes no cumplen las exigencias morales por el simple he- • Las legislaciones permisivas no imponen el aborto,
cho de proceder de las autoridades legítimas y de haber respetado simplemente lo autorizan; así se crea un marco respetuoso
en su elaboración los requisitos fijados legalmente. Estas circuns- para la libertad de conciencia y para la convivencia pacífica
tancias lo más que pueden darles es una legitimidad jurídica. Pero de las diversas opciones personales.
la legitimidad ética sólo la tienen si se justifican desde el bien
común: de lo contrario, caeríamos en un mero positivismo jurídi- • La autonomía de la mujer se ve afirmada con mayor
co, que podría canonizar la mera materialidad del número o de la fuerza.
estadística. Una valoración de los contenidos concretos del bien
común en cada caso es muy difícil y se presta a divergencias pro- Todas estas pretendidas ventajas apuntan lógicamente a los
fundas incluso entre personas que sinceramente lo buscan, sin inconvenientes de las legislaciones prohibitivas, de la misma for-
ceder a intereses partidistas. Las diferencias pueden surgir de la ma que las razones alegadas por estas últimas señalan las desven-
existencia de diversas concepciones del hombre y de la sociedad, tajas de las leyes liberalizadoras.
de una diferente escala de valores, de un análisis no coincidente Los defensores de una política restrictiva o prohibitiva en ma-
sobre las consecuencias negativas y positivas de las diversas alter- teria de aborto aducen a su favor estos razonamientos:
nativas posibles, etc.
Desde una ética política las diversas opciones han de respon- • La prohibición legal del aborto es el único camino
der con sinceridad a esta pregunta: ¿Qué ventajas y desventajas para proteger eficazmente la vida no nacida. Sin esta pro-
tiene una despenalización amplia del aborto según los dos prime- tección millones de seres humanos son eliminados sin su
consentimiento. Y se trata precisamente de los seres más
28
débiles, más carentes de voz, situados en una absoluta
En relación con el aborto por indicaciones, cf. cuatro artículos en "Stu-
dium", 13 (1973); A. BOMPIANI, Concello, estensione e limiti dei casi detli "abono
indefensión.
terapéutico", en "Ius" (1975), 327-342; G. PERICO, L'aborto eugenico, en "Rass- • Así se evita la discriminación más radical que puede
Teol", 16 (1975), 354-360.
29
M. CUYAS, La Iglesia ante una ley civil sobre el aborto, en "RyF", 198 cometerse con un ser humano, negarle el derecho a vivir.
(1978), 175-185; R. TROISFONTAINES, ¿Hay que legalizar el aborto?, en "Selec- • Esta actuación cierra la puerta a posibles amenazas
Teol", 13 (1974), 237-241; B. RIBES. Responsabilité du législateur en matiére
d'avortement, en "Etudes", 333 (1970), 477-495. contra la vida de otros seres más en peligro: ancianos, impe-
102 PRAXIS CRISTIANA -OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR EL ABORTO 103

didos, deficientes mentales, miembros de otra raza, enemi- perspectiva no encuentro sentido a una cruzada en esta materia,
gos o disidentes políticos, etc. Si aquí se abre la puerta, sea de signo religioso o laico, que denota un espíritu fanático.
¿quién nos va a garantizar que, el día de mañana, la maldad
humana no dará otros pasos más agresivos contra la vida? 3.a Antes se indicó la necesidad de atacar ¡as causas sociales de
• Es misión de las leyes el proteger los derechos de los muchos abortos a través de una política familiar decidida, tanto
seres humanos, en particular los derechos más fundamenta- en el campo de la vivienda, como de la sanidad, el trabajo y la
les, entre ellos el de la vida. educación. Medidas de este tipo son absolutamente necesarias si
no queremos caer en proclamaciones puramente teóricas de que
el aborto es un mal para la sociedad. Pero algunos, con gran
c) Anotaciones para este debate ingenuidad, creen que la eliminación del aborto o su fuerte reduc-
ción están garantizadas desde esas medidas. Los hechos prueban
1.a No a la obsesión legal. Tanto abortistas como antiabortis- cómo las sociedades y clases más avanzadas siguen acudiendo al
tas dan la impresión de que el aborto es simplemente o, ante aborto, a pesar de tener en gran parte resueltos todos esos proble-
todo, una cuestión a solucionar por una ley específica de un signo mas de empleo, vivienda, cuidado de la salud, etc. En el aborto
o de otro. Con esto se comete un desenfoque reduccionista del influyen poderosamente ciertos rasgos presentes en la mentalidad
problema. La dimensión legal tiene su importancia, pero es sólo de nuestra sociedad: concepto de libertad del cuño burgués más
un aspecto, quizás no el más importante. La raíz social del aborto descarado, concepto utilitarista de la sociedad y del hombre, civi-
y su solución no está ante todo en una ley específica sobre el lización consumista, incapacidad para diferir las propias satisfac-
mismo. Una ley permisiva o restrictiva puede ser un engaño, una ciones o renunciar a ellas en virtud de una solidaridad humana,
especie de cortina que sirva para dar a muchos la idea de "haber concepto consumista de la sexualidad, tiranía de la programa-
cumplido con su deber". Pero ¿qué sociedad o qué parlamento ción, que llega hasta a eliminar con frialdad a los seres humanos
pueden quedar tranquilos e indiferentes, o incluso con una con- no deseados o defectuosos en las primeras fases de su existencia.
ciencia de haber cumplido su deber, si al mismo tiempo no se Una acción a estos niveles me parece tan necesaria como la relati-
toman medidas de política familiar, vivienda, sanidad, trabajo y va a todas las estructuras deficientes señaladas más arriba. Entre
una acción educativa en la paternidad responsable y en determi- las actitudes a desarrollar destacaría, como ya se hizo anterior-
nados valores básicos para una convivencia humana? mente, la de una profunda coherencia en el respeto a la vida en
situaciones diversas. Las incoherencias y discriminaciones son de-
masiado frecuentes tanto en los partidarios como en los enemigos
2.a Distinción entre moral política y moral "particular". Creo del aborto legalizado.
que esta formulación recoge lo que otros expresan como distin-
ción entre moral y legal. "La doctrina de la Iglesia ha llegado a
asimilar, no sólo en teoría, sino también en la práctica, que el 4.a Invitación a la verdad. Quizás la materia del aborto sea
orden político no tiene por qué coincidir necesariamente y en una de las más castigadas por la manipulación de datos, por el
todo con el orden ético, ni siquiera cuando ejerce la autoridad un engaño intencionado. Partimos de que la realidad en este punto
cristiano que quiere ser coherente con sus principios. La ética de es muy difícil de ser aproximada, porque, aun donde el aborto es
la política no es equivalente a la ética de las personas ni de las legal, existe una cierta clandestinidad, clandestinidad mucho más
instituciones particulares, englobadas en el ámbito político... El pronunciada donde las leyes no lo autorizan. Pero lo más preocu-
político y, en consecuencia, el pueblo que hace la política han de pante es la voluntad frecuentemente manifestada de no querer
operar en función de unos valores éticos" 30, que se suelen expre- acercarse a la verdad: se aumenta o disminuye el número de abor-
sar bajo la categoría de bien común. Es frecuente la tentación de tos clandestinos según las propias conveniencias; lo mismo se
unos y de otros, abortistas y antiabortistas, de querer imponer hace con el número de mujeres que mueren o sufren consecuen-
sus propios puntos de vista a toda la sociedad, sin atender a las cias graves para su posterior fecundidad por las intervenciones
razones de bien común, que pueden pedir el "sacrificio" de re- clandestinas; no se quiere proyectar la luz exacta sobre el número
nunciar a ver traducida su opción a un marco legal. Desde esta de abortos clandestinos que siguen produciéndose bajo legislacio-
nes permisivas, etc. Sin esta voluntad de verdad no es fácil en-
30 contrar el camino mejor para solucionar problemas como el del
J. M. SF.TIÉN, La dignidad de la persona y las estructuras eclesiales. en
"Moralia", 2 (1980), 397. aborto.
CAPÍTULO III

AGRESIONES CONTRA LA PROPIA VIDA:


SUICIDIO. HUELGA DE HAMBRE.
ACTIVIDADES ARRIESGADAS. EUTANASIA

Dentro de este capitulo, la eutanasia voluntaria tiene un pues-


to lógico, pero, para evitar repeticiones, al tratar de la eutanasia
ampliaré el horizonte al conjunto de los problemas éticos en rela-
ción con la muerte.

A) SUICIDIO

1. La realidad del suicidio

Las estadísticas nos revelan que el suicidio posee unas dimen-


siones nada despreciables. Según la OMS, en los países desarrolla-
dos de Europa y en América del Norte, el suicidio figura entre las
cinco-diez primeras causas de muerte. En Suiza el número de suici-
dados superó por vez primera en 1975 a los muertos en accidentes
de circulación.
Frente a la visión simplificadora que consideraba el suicidio
como un acto aislado, éste aparece ordinariamente como el fin de
un proceso, lo cual hace que su realidad se diluya a lo largo de
toda una vida; esto permite, por otra parte, que pueda preverse
de algún modo y que se pueda llevar a cabo una cierta acción
preventiva.
A pesar de que el análisis de los intentos de suicidio y el histo-
rial de personas que se han suicidado han permitido descubrir
mecanismos psicológicos y sociales que pueden favorecer una sa-
lida tan radical, en este campo nos movemos en medio de una
gran oscuridad. Se han intentado múltiples explicaciones del sui-
cidio, que se engloban en dos grupos, explicaciones psicológicas o
sociológicas según se dé preferencia a los; factores de un tipo u
106 PRAXIS CRISTIANA -OPCIÓN POR LA VID A Y EL AMOR
AGRESIONES CONTRA LA PROPIA VIDA 107
otro en la responsabilización de este hecho. Después de esbozar
estos aspectos me detengo en la perspectiva moral'. difícil en cualquier ser humano, resulta mucho más aleatorio ante
el suicidio. Por eso hoy se atiende más a las posibilidades pasto-
rales de una acción preventiva del suicidio, teniendo en cuenta
diversas indicaciones. Se ha de tomar en serio cualquier manifes-
2. Enfoque moral tación de intención de suicidarse, pues alrededor del 80 por 100
cumplen su propósito. Siendo el suicidio el final de un proceso, es
Desde el punto de vista moral distingamos la vertiente subje- posible conocer con tiempo qué personas pueden con cierta proba-
tiva (responsabilidad de la persona que se suicida o intenta el bilidad considerarse como "candidatos" a él. Una enfermedad
suicidio) y la consideración objetiva (el suicidio en sí mismo). psíquica o una crisis psíquica aguda pueden con facilidad desem-
bocar en un suicidio. La vivencia religiosa ejerce, al parecer, un
importante efecto inhibitorio. El suicidio puede aparecer como
a) Vertiente subjetiva una salida, particularmente para quienes se sienten excluidos de la
comunidad.
Antiguamente, al desconocerse los complejos factores que in-
tervienen en un suicidio, se exageró la responsabilidad personal
del suicida; se creía que su actuación respondía a un plan pensa- b) Consideración objetiva
do y ejecutado con lucidez. Hoy está suficientemente probado
que, en la gran mayoría de los casos, en el suicida existe una Las justificaciones generalizadas del suicidio prácticamente
percepción muy unilateral de los valores, debida a un proceso son inexistentes, pero sí se han dado justificaciones a suicidios
selectivo condicionado. Este hecho es un síntoma de que la liber- concretos como un acto de coraje o de obediencia a Dios, o como
tad necesaria para un acto humano está muy comprometida. Esta mal menor.
situación puede verse acentuada por procesos emocionales, que Según muchos autores, la filosofía no ha logrado ofrecer una
coartan todavía más la libertad. Además, la existencia de una argumentación válida y concluyente que demuestre la inmorali-
responsabilidad subjetiva aparece difícil si se coloca el suicidio dad absoluta del suicidio3. A lo más que parece llegar es a con-
dentro de un proceso; el suicida no ve cómo decisiones que va cluir que el suicidio no es deseable éticamente desde una perspec-
tomando poco a poco pueden desembocar en una solución fatal. tiva de prioridades o preferencias.
No se excluye la posibilidad de ciertos suicidios que parecen
decididos con mayor lucidez; por ejemplo, los llamados suicidios
altruistas: el que se suicida para no delatar a unos compañeros • La autorrealización tiene prioridad sobre la autodes-
ante la previsión de ser atormentado con ese fin, o como signo de trucción. El suicidio corta radicalmente toda posibilidad de
protesta ante determinadas situaciones políticas, etc. 2 autorrealización.
• Las acciones revocables tienen prioridad sobre las no
La moral no debe preocuparse mucho en indagar las respon- revocables. El suicida destruye irreparablemente su creativi-
sabilidades personales de los suicidas; si un análisis personal ya es dad, la posibilidad de colaborar en su propio desarrollo y
en la construcción social por medio de actos revisables.
1
A. HOLDFREGGER, // suicidio, en "RivTeolMor", 9 (1977), 87-106; • La libertad vivida por más tiempo y con mayor inten-
K. BARTH-N. TETAZ, Le suicide. Labor et Pides, Genéve 1971; G. SIKGMUND. Ser
o no ser. El problema del suicidio, Razón y Fe, Madrid 1964; J. M. DE ALEJAN- sidad tiene preeminencia sobre la libertad cortada prema-
DRO. Humanismo y suicidio, en "RyF", 179 (1969), 493-506; M. BARBERO. El sui- turamente. El hombre es un ser que madura con el tiempo:
cidio, problemática y valoración, Taurus, Madrid 1966; E. STENGER, Psicología del el suicidio acaba con ese proceso de desarrollo.
suicidio y ¡os intentos suicidas, Hormé, Buenos Aires 1965; L. Rossi. Suicidio, en
DETM, 1027-1032; "CahL", 26 (1966), n. 4, monográfico sobre el suicidio; "Dia-
konia", 8 (1977), n. 1, con cinco artículos sobre el tema; J. BAECHLER, Les suici- Todos estos intentos filosóficos por crear una base ética con-
des, Calmann-Lévy, París 1975; Le suicide des jeunes, en "Supplément", n. 96 tra el suicidio no demuestran su inmoralidad absoluta en cual-
(1971), 5-38. quier situación.
2
E. SLATER, Altruistic Suicide, en "CathMedQuart", 27 (1976), 197-201;
F. CASTELLI, Yukio Mischima. II suicidio come protesta e come spettacolo, en
3
"CivCatt", 126 (1975, I), 229-244. L. MEYNARD. Le suicide, étude morale et métaphysique, PUF, Paris 1966;
F. HAMMER. Selbsttotung philosophisch gesehen, Patmos, Dusseldorf 1975.
108 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
AGRESIONES CONTRA LA PROPIA VIDA 109
Dentro del cristianismo y en una perspectiva religiosa se ha
justificado la condena absoluta del suicidio desde el mandamien- petar la autonomía del paciente mientras esté consciente, no acu-
to "no matarás". El "no matarás", tal como aparece en la Biblia, diendo a engaños o medidas coercitivas para alimentarlo, y sólo
no dice referencia alguna al suicidio, aunque posteriormente la está obligado a acudir a la alimentación forzada cuando el huel-
tradición cristiana ha apelado a esta prohibición queriendo in- guista ha perdido el conocimiento; una postura más extrema, y
cluir en ella también al suicidio. partiendo de que la acción del huelguista es inmoral, sostiene que
Santo Tomás y con él los autores católicos han basado la in- "el médico debe anteponer siempre a toda consideración su obli-
moralidad del suicidio acudiendo a una triple razón: "Es absolu- gación moral específica e inderogable, que es la de arrancar las
tamente ilícito suicidarse, por tres razones: primera, porque todo vidas humanas a la muerte y curar oportunamente sus enferme-
ser se ama naturalmente a sí mismo. Por tal motivo, el que al- dades" 7. Otros, finalmente, defienden que el médico ha de respe-
guien se dé muerte es contrario a la inclinación natural y a la tar la autonomía del interesado y su jerarquía de valores, incluso
caridad por la que uno debe amarse a sí mismo; de ahí que el cuando se ha perdido el conocimiento. Me inclino por la tercera
suicidarse sea siempre pecado mortal, por ir contra la ley natural y opinión, siempre desde un punto de vista moral. A veces, la acti-
contra la caridad. Segunda, porque cada parte, en cuanto tal, es tud de las legislaciones puede colocar a los médicos ante proble-
algo del todo; y un hombre cualquiera es parte de la comunidad y, mas de conciencia por este motivo.
por lo tanto, todo lo que él es pertenece a la sociedad; luego el que
se suicida hace injuria a la comunidad, como Aristóteles indicó.
Tercera, porque la vida es un don dado al hombre por Dios y C) ACTIVIDADES ARRIESGADAS
sujeto a su divina potestad, que mata y hace vivir. Y, por tanto, el
que se priva a sí mismo de la vida, peca contra Dios" 4 . Cualquier actividad y situación en la vida lleva su carga más o
El tema del suicidio remite al dominio del hombre sobre la menos pronunciada de riesgo; la seguridad absoluta no se da. Sin
propia vida 5 . embargo, existe también una conciencia común de que determi-
nadas actividades encierran un riesgo específico, aunque a veces
no es fácil distinguir un riesgo considerado común y otro más
particular. Las situaciones son tan variadas que aquí forzosa-
B) HUELGA DE HAMBRE mente me he de limitar a indicaciones muy generales 8.
Existe un deber de no someter la vida o la salud a riesgos sin
La huelga de hambre puede revestir características diferentes, sentido o desproporcionados; pero la jerarquización de valores
no sólo por las motivaciones de la misma, sino por la radicalidad difiere tanto de unos individuos a otros que no son posibles gran-
de la actitud. La forma más extrema consiste en estar dispuesto a des precisiones.
llevar la abstención de alimentos hasta la misma muerte. El ejemplo de Cristo ha de mover al cristiano a ser capaz de
La moral tradicional ha valorado la huelga de hambre según el entregar y arriesgar su vida llevado de la caridad al prójimo.
grado de conexión objetiva, o al menos intencional, entre la priva- La moral tradicional incluyó el deber de aceptar riesgos especí-
ción de alimentos y la muerte. En su forma más radical, la huelga ficos, unidos al ejercicio de ciertas profesiones, como médicos o
de hambre ha sido considerada por esa moral como un suicidio. sacerdotes.
Desde otros modos de concebir el dominio del hombre sobre la Además de estos principios se ha de atender a otros aspectos.
propia vida, no se ve que la huelga de hambre sea condenable Es importante distinguir entre la voluntariedad y el carácter im-
absolutamente, es decir, en cualquier condición y bajo cualquier puesto o forzoso, cuasi necesario, del riesgo. Y no hay que identi-
supuesto 6 . ficar apresuradamente riesgo forzoso con riesgo laboral u otros
Un problema particular, en relación con la huelga de hambre, análogos y riesgo voluntario con riesgo deportivo. Los riesgos del
es el planteado a los médicos. Para algunos, el médico ha de res- trabajo, debidos a deficiencias estructurales en las condiciones la-
borales, deben ser eliminados en la medida de lo posible; desgra-
4
5. Th„ II-II, q.64, a.5, Resp. ciadamente, muchas empresas, con prioridades claramente econó-
5
Cf. en este mismo volumen de Praxis cristiana, parte 1.a, cap. I.
6
G. HIGUERA, Etica de la huelga de hambre, en "RyF", 190 (1974), 389-399; 7
C. Riz. Huelga de hambre en F. ROBERTI. DTM, 596-597; cf. también lo dicho C. RIZ, a. c, (n. 6), 597.
8
sobre el dominio del hombre en relación con la propia vida, en este mismo volu- E. CHIAVACCI, Morale della vita física, EDB, Bologna 1976, 17-38;
men de Praxis cristiana, parte 1.a, cap. I. F. APPKNMNO, Tráfico,, en DETM, llil-1127. G. PFRICO. Deporte, en DETM.
196-204.
110 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR AGRESIONES CONTRA LA PROPIA VIDA 111
micas sobre las humanas, cometen fallos muy serios, que no De entre todas las distinciones de eutanasia: directa o indirec-
deberían tolerarse. Los riesgos deportivos, dentro de los cuales ta, positiva o negativa, activa o pasiva, voluntaria o no volunta-
existe una gradación inmensa, muchas veces no son voluntarios, ria, es esta última sobre todo la que en conjunto tiene mayor
sino que vienen impuestos por un contexto muy complejo, que es interés. La eutanasia es voluntaria cuando la muerte se lleva a
preciso valorar correctamente. Otros dos aspectos importantes cabo a petición libre y consciente del interesado; si no se dan
para valorar una acción arriesgada son la dimensión del riesgo y estas circunstancias, se trata de eutanasia no voluntaria, que pue-
los valores que se pretenden a través de la acción arriesgada. de recaer sea en personas incapaces de una decisión personal res-
ponsable, sea en sujetos capaces en los que la acción se realiza sin
contar con ellos.
D) LA EUTANASIA

Ante todo, precisemos el concepto. La palabra eutanasia, en 1. Moralidad de la eutanasia


el uso corriente, está cargada de una gran ambigüedad por el
contenido heterogéneo que en ella se encierra. A veces se llama Voy a referirme a este punto con gran brevedad ". La eutana-
eutanasia a la acción mitigadora de los sufrimientos por medio de sia impuesta, contra la voluntad de una persona o sin contar con
analgésicos, a la decisión de no acudir a los "medios extraordina- su decisión responsable, es considerada por la moral católica
rios" para prolongar la vida, o de interrumpir su uso si éste había como la muerte de un inocente.
sido ya iniciado. El problema más actual se refiere a la eutanasia voluntaria, en
relación con la cual surgen a veces propuestas de una licitud mo-
"En su sentido estricto y corriente, eutanasia significa matar. Es ral para casos determinados. Para la doctrina católica tradicional,
un error emplear esta palabra para las decisiones de no preservar la eutanasia voluntaria entra en la categoría de suicidio y como
la vida por medios artificiales cuando sería preferible que se deja- tal no puede entrar en los comportamientos lícitos. "Semejante
ra morir al enfermo... Tampoco se debe usar el término eutanasia acción constituye, en efecto, por parte del hombre, el rechazo de
para designar la administración de medicinas destinadas a aliviar el la soberanía de Dios y de su designio de amor. Además, el suici-
sufrimiento y otras molestias, aun con riesgo de acortar marginal- dio es a menudo un rechazo del amor hacia sí mismo, una nega-
mente la vida del enfermo'"'. ción de la natural aspiración a la vida, una renuncia frente a los
deberes de justicia y caridad hacia el prójimo, hacia las diversas
Acepto la definición dada por la Sda. Congregación para la comunidades y hacia la sociedad entera, aunque a veces intervie-
Doctrina de la Fe: "Por eutanasia se entiende una acción o una nen, como se sabe, factores psicológicos que pueden atenuar o
omisión que, por su naturaleza o en la intención, causa la muerte, incluso quitar la responsabilidad" 12.
con el fin de eliminar el dolor. La eutanasia se sitúa, pues, al También los moralistas de tendencia más moderna están de
nivel de las intenciones y de los métodos usados" 10. En la eutana- acuerdo en que no se puede reconocer a nadie un derecho absolu-
sia se busca el matar, pero con un objetivo particular: evitar los to, de cuño liberal, sobre la propia vida; sin embargo, no ven tan
sufrimientos; se trata, pues, de un matar "por piedad". Enten- claro que una disposición de la propia vida, hecha de un modo
diéndolo en este sentido tan estricto, no entraría aquí la llamada responsable, vaya contra la soberanía de Dios. Y en cuanto a los
eutanasia eugenésica, que comprende prácticas tales como algu- otros significados atribuidos al suicidio en el texto de la Sagrada
nas llevadas a cabo por los nazis para defender la pureza de la Congregación que acabo de citar, difícilmente se dan en la eutana-
raza. No veo problemas mayores en que también se aplicara a
este supuesto el término eutanasia. Aunque la definición propues-
ta es bastante precisa, sin embargo pueden quedar dudas en algu- " Cf. el capítulo I de esta misma 1.a parte de Praxis Cristiana, II;
F. FERRERO, Eutanasia, en "Moralia", 1 (1979), 65-70; G. HIGUERA, ¿Acabar o
nos casos sobre si un determinado procedimiento u omisión cau- prolongar la vida humana? Eutanasia y distanasia, en "RyF", 199 (1979), 515-521;
sa la muerte "por su naturaleza". M. VIDAL. Eutanasia y distanasia: respeto a la vida y derecho a morir dignamente,
en "IgVi", n. 69 (1977), 217-233; R. A. MCCORMICK. Notes on Moral Theo/ogy,
en "ThSt", 37 (1976), 70-119, ver pp. 87-107; B. R i BES, Donner de mourir, en
* On Dying Well, CIO, London 1975, 61. "Etudes", 343 (1975), 645-662; Nota sobre la eutanasia. Consejo permanente del
10
SAG. CONG. PARA LA DOCTRINA DE LA VE, Declaración sobre ¡a eutana- Episcopado francés, en "Ecclesia", n. 1801 (1976), 21-23.
12
sia, en "Ecclesia", n. 1190 (1980), 29. SDA. CONG. PARA' LA DOCTRINA DE LA F E , d. c. (n. 10), 28.
AGRESIONES CONTRA LA PROPIA VIDA 113
112 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
textos se constata una evolución hacia una liberalización crecien-
sia de un enfermo terminal. El tema de la soberanía de Dios sobre
te del número de casos que podrían acogerse a la eutanasia legal,
la vida y las posibles interpretaciones se han abordado en el capítu-
pero al mismo tiempo se establecen controles rígidos para evitar
lo I ". Estas modernas tendencias no coinciden con la postura
abusos y manipulaciones.
propuesta por Tomás Moro: "Si la enfermedad es incurable y va
Un informe no oficial, pero que recoge fielmente la opinión
acompañada de dolores agudos y de continuas angustias, los sacer-
informada de la Iglesia Anglicana de Inglaterra, se pronunció en
dotes y magistrados deben ser los primeros en exhortar a los des-
contra de la legalización de la eutanasia voluntaria, por creer que
graciados a decidirse a morir. Les han de hacer ver cómo, no
tal iniciativa encierra más inconvenientes que ventajas.
siendo ya de utilidad en este m u n d o , no tienen razón para prolon-
gar una vida que corre por su cuenta y les hace insoportables a los
"Si la práctica médica dedicara la debida atención al morir,
d e m á s " 14. Aquí aparecen dos circunstancias rechazables: una pre-
habría, a primera vista, pocos casos que se pudieran aducir como
sión sobre el enfermo que manipula su libertad y un concepto argumento en favor de la eutanasia. Casi siempre habría disponi-
utilitarista de la vida. bles alternativas mejores para aliviar las molestias si las técnicas
modernas, la comprensión humana y la atención a los enfermos
fueran umversalmente puestas en práctica.
[...] para justificar un cambio en la ley de este país permitiendo
2. La eutanasia ante la ley la eutanasia, sería necesario demostrar que tal cambio eliminaría
mayores males de lo que pudiera acarrear. No creemos que seme-
En otros tiempos existieron acciones o propuestas a favor de jante justificación pueda aducirse:
la aceptación social o legal de la eutanasia, incluso de la no vo-
luntaria. Dentro del primer cuarto del siglo XX se dieron algu- • Estos casos son muy raros y serían todavía menos numerosos
nos intentos muy efímeros. La aplicación de la eutanasia con fi- si la práctica médica, especialmente en los hospitales, fuera mejor;
nes eugenésicos en la época nazi contribuyó a que, después de la • un cambio en la ley reduciría el incentivo a mejorar la prácti-
Segunda Guerra Mundial, decreciera la acción de los movimien- ca recomendada;
tos a favor de la legalización de la eutanasia voluntaria. Pero,
pasados unos años, de nuevo y en varios países se han lanzado • la legislación de la eutanasia colocaría a algunos enfermos
propuestas por grupos minoritarios para su legalización, sin que que se encuentran ya en su etapa final, e incluso a algunos que no
han llegado a tal situación, bajo una presión que los incitaría a
hasta el momento ninguna se haya traducido en texto legal. La que autorizaran su eliminación, presión que se les debería evitar;
existencia de casos que suscitan compasión puede crear un clima
emocional favorable a tales proyectos. • resultado verosímil sería el acudir a la eutanasia en muchos
La confusión antes señalada sobre el uso del término eutana- casos sin que estuviera moralmente justificada, realizándose por
motivos poco fundados;
sia se encuentra también aquí al hablar de la legalización de la
eutanasia voluntaria. A veces, con riesgo de evidente confusión, • en los casos raros (si es que los hay) en los que la eutanasia
se llama legalización de la eutanasia al reconocimiento del dere- fuera moralmente lícita, es mejor que el personal médico haga
cho del enfermo o, en caso de incapacitación, de sus representan- todo lo necesario para asegurar una muerte tranquila y acuda a
tes legales a rechazar tratamientos desproporcionados, o a dete- las soluciones flexibles permitidas por la administración de la ley,
soluciones que ya existen, más bien que legalizar la eutanasia
nerlos, una vez iniciados; otras veces, los textos legales señalan para uso general (que habría de estar sometida a formalidades y
los sujetos a los que corresponde la decisión sobre la utilización controles rígidos);
de "medios extraordinarios" en caso de personas incapaces; otras
veces aún, se trata claramente de proyectos de legalización de la • aunque podrían darse casos de enfermos cuya relación con
eutanasia voluntaria. No se deben confundir esas situaciones tan su médico no sufriera, creemos que para la mayoría de los
enfermos su confianza en los doctores se vería gravemente debi-
diferentes. Entre los verdaderos intentos de legalizar la eutanasia
litada" 15 .
se encuentran dos proyectos presentados al Parlamento británico,
uno en 1936 y otro en 1969, y un texto votado en referéndum en
En realidad, enfermos que parecen pedir la eutanasia están
el cantón suizo de Zurich el 25 de septiembre de 1977. En estos
solicitando un cuidado mejor, un acompañamiento más h u m a n o
13
Cf. este mismo vol. de Praxis cristiana, parte primera, cap. I. 5
On Dying Well, CIO, London 1975, 61-62.
14
Utopía, cit. por A. DUMAS, La eutanasia, en "Pentecostés", 14 (1976), 293.
AGRESIONES CONTRA LA PROPIA VIDA 115
114 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
decir que a lo largo de los siglos han coexistido dos nociones de
y no tantos desvelos técnicos: es necesario saber descifrar el muerte: una, filosófica o religiosa, generalmente no constatable, y
verdadero lenguaje del enfermo en semejante situación. Si la otra, observable, identificada durante mucho tiempo con el cese de
medicina crónica y terminal estuviera tan atendida como algunos la respiración y de los latidos cardíacos.
sectores técnicos en punta, probablemente serían todavía menos El disponer de un concepto de muerte que nos permita certifi-
los enfermos que solicitaran la eutanasia. Las peticiones, quizás
car lo más exactamente posible el momento en que ha tenido lugar,
mas que expresar los deseos profundos del enfermo, denuncian
las carencias de la medicina y de la sociedad. tiene repercusiones importantes en diversos campos de la vida
social; la aplicación más actual se da en el terreno de los
trasplantes xl.
La evolución de la ciencia y de la técnica tiene su incidencia a la
3. Eutanasia y muerte digna hora de definir la muerte. Para la profesión médica se ha generali-
zado bastante la identificación de la muerte con el cese irreversible
El hecho universal de la muerte se presenta en nuestro mundo de la actividad cerebral, y esta convicción va penetrando en el
con una serie de particulares características. Por lo general, la público en general y va siendo recogida, aunque con lentitud, en
muerte tiene lugar después de una vida más larga, cuando la un número creciente de legislaciones. El paro cardíaco electivo en
persona, por el peso mismo de la edad, se encuentra más la cirugía a corazón abierto y la reanimación frecuente después de
desvalida y sufre de una dependencia mayor; con frecuencia, la un paro cardíaco espontáneo, así como el pulmón artificial, han
muerte es mucho más lenta merced a los progresos de la técnica y quitado validez a los criterios clásicos, que se centraban en estas
de la medicina; crece el número de muertes en centros sanitarios, dos funciones 18.
fuera de la casa y del ambiente en que transcurre la vida or- El identificar la muerte de la persona, a un nivel científico
dinaria. Otra característica es la ausencia relativamente creciente observable, con la muerte irreversible del cerebro, no significa que
de una dimensión religiosa. La medicina aborda este hecho más para declarar muerta a una persona sea necesaria una observación
desde una perspectiva científica y técnica que desde una relación específica del cerebro con instrumental adecuado. La muerte, en la
humana. En la sociedad parece existir un gran complot social para mayor parte de los casos, es un proceso: los diversos órganos y
secuestrar o escamotear a las personas su propia muerte, aunque, sistemas que apoyan la continuación de la vida fallan y dejan de
por otra parte, en nombre de la dignidad de la persona se reclama funcionar en momentos diversos; excepcionalmente, la muerte es
el derecho a decidir lúcidamente sobre ella. Por lo demás, nunca ha un hecho instantáneo o cuasi instantáneo. Por lo tanto, la mayor
sido la muerte objeto de una tal atención desde ciencias muy parte de las veces se llega a la muerte cerebral irreversible, como
diversas 16. consecuencia de fallos orgánicos sucesivos. Esto nos hace com-
No voy a detenerme en la muerte vista por la filosofía, la prender cómo, en la mayor parte de los casos, no se necesita una
teología, el arte, etc. Exclusivamente voy a analizar tres puntos: el constatación o identificación específica de la muerte cerebral antes
problema de la "definición" de la muerte y los temas éticos de la de declarar muerto a un individuo; en algunos, con todo, cuando
muerte digna y de la eutanasia. otros sistemas son mantenidos artificialmente en funcionamiento,
puede tener interés especial.
Las legislaciones, poco a poco, van recogiendo el eco de las
4. La definición de muerte convicciones muy extendidas entre la clase médica sobre la muerte
cerebral. Frente a otras opciones: silencio legislativo sobre este
No es ésta una cuestión sencilla, pues en ella están implicados tema, reserva de este asunto a las decisiones judiciales, se va impo-
elementos religiosos, filosóficos, culturales, científicos. Sí podemos niendo la tesis de la conveniencia de una definición legal de la

16 17
M. ALCALÁ, Nueva sabiduría de la muerte, en "RyF", 189 (1974), 349-361; J. P. CACHERA, Le diagnostic de la mort et les prélévements d'organes, en
PH. ARIES. La muerte al revés, en "SelecTeol", 11 (1972), 19-28; J. BASURKO, La "CahL", 30 (1970), n. 3, 15-21.
18
cultura dominante ante el problema de la muerte, en "IgVi", n. 62 (1976), 103- J. KOREIN (Ed.), Brain Death: Interrelated Medical and Social Issues, Aca-
122; N. VERSLUIS, Desconocimiento social de la muerte, en "Concilium", n. 65 demy of Sciences, New York 1978; A. DE LORENZO, El momento de la muerte, en
(1971), 291-303; E. BECKER, The Denial of Death, The Free Press, New York 1973; "TribMed", n. 706 (1977), 19 y n. 707 (1977), 18-19; V. MARCOZZI, Morte clínica
K. BOY. Altitudes to Death: Some Histórica! Notes, en "JourMedEth", 3 (1977), e morte vera, en "CivCatt", 121 (1970, IV), 240-249; Diagnosis of Brain Death, en
124-128. "Lancet", Nov. 13 (1976), 1069-1070.
1 16 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
AGRESIONES CONTRA LA PROPIA VIDA 117
muerte a nivel cerebral 19 . Dentro de las legislaciones que se han Hoy en día, aun dejando a cada individuo el derecho a su
pronunciado en este sentido encontramos tres modelos: propia imagen de muerte digna, existe una reflexión ética bastante
coincidente en muchos de los contenidos que la muerte digna del
• leyes que proponen dos definiciones alternativas, la clá- hombre implica; existen, no obstante, puntos importantes en los
sica y la moderna; que las diferencias se acentúan, especialmente el de la eutanasia
• leyes que proponen la muerte cerebral como definición voluntaria.
suplementaria para casos especiales, cuando se mantiene ar- En torno a los contenidos de la muerte digna, me detengo en
tificialmente el apoyo a las funciones respiratoria y circu- los siguientes: respeto al modelo personal de muerte, alivio del
latoria; dolor, rechazo del encarnizamiento terapéutico, verdad al enfer-
mo, acompañamiento.
• leyes que se acogen exclusivamente a la muerte cerebral
en sustitución de la muerte respiratoria y circulatoria.
a) Respeto al modelo de muerte de la persona

Dejando para más adelante la cuestión de si en el respeto al


5. La muerte digna20 modelo de muerte personal cabe o no la eutanasia voluntaria,
existen otros aspectos a considerar dentro de este tema.
"Tener una muerte digna del hombre: he aquí un problema que Se ha hablado de que la muerte borra las diferencias entre los
en los últimos diez años se ha impuesto de nuevo a la reflexión de seres humanos; de hecho todavía subsisten muchas diferencias en
muchos, en particular de los miembros de las profesiones socia- el morir, reflejo de situaciones sociales. La diversidad se constata
les" 21. Diversos términos se utilizan para expresar este problema: igualmente en el modelo de muerte que unos y otros desean para
muerte digna, muerte humana, derecho a morir, derecho a la pro- sí mismos: modelo que incluye deseos imposibles de realizar y
pia agonía, a morir serenamente, muerte ideal, muerte 'a la anti- otros que pueden ser atendidos. Lo primero que el enfermo
gua', muerte natural, etc. Estas expresiones no encuentran una terminal pide a la sociedad es que respete en lo posible su modelo
aceptación unánime, pues no sólo términos como "el derecho a original de enfocar y vivir la muerte. Ahora bien, a los enfermos
morir", sino incluso el de muerte digna, generalmente recibido, con frecuencia se les impone por parte de los médicos, de las
encuentran resistencias o rechazos 22 . familias y de la sociedad un tipo de muerte que no corresponde
El concepto de muerte digna varía de un individuo a otro y de con sus deseos legítimos.
una a otra cultura. En otros tiempos, la muerte digna del hombre Hay varios supuestos que impiden la realización de esta
(aunque no se utilizara esta terminología) tenía lugar en el seno de exigencia. El más radical consiste en que falta una conciencia
la familia, rodeado de los hijos, amigos y vecinos; como elemento suficientemente iluminada de que cada enfermo quiere vivir su
importante incluía la atención religiosa, teniendo menor interés, propia muerte y tiene su propio concepto de muerte para sí.
por las reducidas posibilidades de la medicina, la acción aliviadora Además, dentro de la organización de los cuidados médicos,
del dolor. faltan o son muy deficientes los canales de comunicación con el
enfermo en orden a conocer sus deseos sobre el morir.
Si estos supuestos se cumplieran, gran parte del camino es-
" A. M. CAPRON. Determining Death: Do We Need a Statute?, en "HastCent-
Rep", 3 (1973), n. 1, 6-7; D. J. HORAN, The "Righi to Die": Legislative and Judi- taría ya andado. Descendiendo a detalles más concretos, aquí
cial Developments, en "LinQuart", 46 (1979), 57-70. podrían entrar temas como la muerte en casa o en el hospital, la
20
D. C. MAGUiRh. La muerte libremente elegida. Sal Terrae, Santander 1975; incongruencia de una larga agonía en la UVI, cuando quizás el
AA. VV., Morir con dignidad, Marova, Madrid 1976; P. SPORKEN. Le droit de enfermo, si está consciente, desea una mayor proximidad con sus
mourir, Desclée, Paris 1974; J. GOL. Muerte y dignidad humana en Deontología,
Derecho, Medicina, Colegio Oficial de Médicos, Madrid 1977, 547-557; A. M. familiares y amigos, aun quedando su vida abreviada por ello,
TORNOS, Para un morir "auténtico", en "RyF", 191 (1975), 62-70; V. MARCOZZI. etcétera.
Moriré con dignitá, en "CivCatt", 124 (1973, II), 162-167; CONF. EP. ALEMANA.
Muerte digna del hombre y muerte cristiana, 20 noviembre 1978; F. BÓCKLE.
Menschwürdiges Sterben ais Problem, en "Die Neue Ordnung", 29 (1975), 293- b) Alivio del dolor
299.
21
CONF. E P ALEMANA, d. c. (n. 20). Sería de desear que de una vez se dejara de utilizar el término
22
P. VERSPIEREN, L'euthanasie, en "Etudes", 346 (1977), 296.
eutanasia para esta acción mitigadora del dolor, con el fin de
118 PRAXIS CRISTIANA -OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR AGRESIONES CONTRA LA PROPIA VIDA 119

evitar confusiones. Transcribo a continuación un amplio texto, «no es lícito privar al moribundo de la conciencia propia sin gra-
tomado de una Declaración de la Sagrada Congregación para la ve motivo»" 23 .
Doctrina de la Fe, que hace una muy buena exposición de los
diversos aspectos de este problema. En relación con esta última afirmación, según testimonios
autorizados de personas muy especializadas en el tratamiento de
enfermos crónicos y terminales, en la gran mayoría de los casos
"El dolor físico es, ciertamente, un elemento inevitable de la es posible una acción contra el dolor suficientemente eficaz sin
condición humana; a nivel biológico, constituye un signo cuya reducir notablemente el nivel de lucidez de las personas. Si en la
utilidad es innegable; pero puesto que atañe a la vida psicológica
del hombre, a menudo supera su utilidad biológica y por ello formación médica universitaria y continuada se prestara mayor
puede asumir una dimensión tal, que suscite el deseo de eliminarlo atención a las enfermedades crónicas, se podría contar con perso-
a cualquier precio. nal más especializado en una utilización más científica y menos
Sin embargo, según la doctrina cristiana, el dolor, sobre todo el "experimental" de los analgésicos.
de los últimos momentos de la vida, asume un significado particu-
lar en el plan salvífico de Dios; en efecto, es una participación en la
Pasión de Cristo y una unión con el sacrificio redentor que El ha c) Rechazo del encarnizamiento terapéutico
ofrecido en obediencia a la voluntad del Padre. No debe, pues,
maravillar si algunos cristianos desean moderar el uso de los anal-
En nuestro m u n d o existe el peligro de un verdadero asalto
gésicos para aceptar voluntariamente al menos una parte de sus
sufrimientos y asociarse así de modo consciente a los sufrimientos técnico contra la muerte: gracias a los avances científicos es posi-
de Cristo crucificado (cf. Mt 27,34). No sería, sin embargo, pruden- ble retrasar la hora de la muerte prolongando vidas con pocas o
te imponer como norma general un comportamiento heroico deter- nulas posibilidades humanas. Este problema apenas existió en
minado. Al contrario, la prudencia humana y cristiana sugiere para otros tiempos, cuando la técnica, casi inexistente, se reconocía
la mayor parte de los enfermos el uso de las medicinas que sean impotente en este terreno. Hoy, en cambio, el médico puede tener
adecuadas para aliviar o suprimir el dolor, aunque de ello se deri- la tendencia a utilizar toda clase de medios a su alcance con vistas
ven, como efectos secundarios, entorpecimiento o menor luci- a prolongar cualquier vida; esta actitud puede apelar a justifica-
dez. En cuanto a las personas que no están en condiciones ciones diversas: una falsa concepción de la medicina como servi-
de expresarse, se podrá razonablemente presumir que desean cio a la vida a cualquier precio; deseo de colaborar en el progreso
tomar tales calmantes y suministrárseles según los consejos del
médico. de la ciencia por medio de la observación y experimentación; te-
Pero el uso intensivo de analgésicos no está exento de dificulta- mor a acciones legales que exijan compensaciones por presunta
des, ya que el fenómeno de acostumbrarse a ellos obliga general- mala práctica o por negligencia en el cumplimiento de su deber.
mente a aumentar la dosis para mantener su eficacia. Es convenien- El asalto técnico es un abuso no justificable moralmente. En
te recordar una declaración de Pío XII que conserva aún toda su la práctica puede significar una falta de reconocimiento práctico
validez. Un grupo de médicos le había planteado esta pregunta: de la soberanía de Dios sobre la vida, una orgullosa actitud de
«¿La supresión del dolor y de la conciencia por medio de narcóti- confianza en la técnica, una idolatría de la vida o vitalismo, un
cos... está permitida al médico y al paciente por la religión y la miedo a afrontar la muerte de cara. Por otra parte, es un ataque a
moral (incluso cuando la muerte se aproxima o cuando se prevé la dignidad de la persona, que puede quedar subordinada a unos
que el uso de narcóticos abreviará la vida)?» El Papa respondió: «Si
procedimientos técnicos, e incluso un ataque a la sociedad por un
no hay otros medios y si en tales circunstancias ello no impide el
cumplimiento de otros deberes religiosos y morales, sí». En este uso injusto de energías y recursos limitados.
caso, en efecto, está claro que la muerte no es querida o bus- Para enfocar correctamente este problema ha de atenderse a
cada de ningún modo, por más que se corra el riesgo por una la decisión personal del enfermo, pero teniendo también presentes
causa razonable; simplemente se intenta mitigar el dolor de manera consideraciones objetivas sobre el sentido de la terapia: dificulta-
eficaz, usando a tal fin los analgésicos a disposición de la me- des y riesgos que conlleva, esperanzas de éxito, fuerzas físicas y
dicina. morales del enfermo, etc.
Los analgésicos que producen la pérdida de la conciencia en Para orientaciones más concretas remitimos a otro lugar de
los enfermos merecen, en cambio, una consideración particular. este volumen 2 4 .
Es sumamente importante, en efecto, que los hombres no sólo
puedan satisfacer sus deberes morales y sus obligaciones familia-
23
res, sino también y sobre todo que puedan prepararse con plena SDA. CONG. PARA LA DOCTRINA DK LA FK. d. c. (n. 10), 30.
24
conciencia al encuentro con Cristo. Por esto Pío XII advierte que Cf. el texto de la Declaración sobre la eutanasia, citado en pp. 70-71.
120 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR I.A VIDA Y II. AMOR

d) La verdad al enfermo

Este tema será cumplidamente desarrollado más adelante, en


el ámbito del capítulo octavo de esta misma primera parte (l.os
derechos de la persona en el terreno sanitario).

CAPÍTULO IV
e) Acompañamiento del enfermo

Una muerte en solitario, sin el acompañamiento y ayuda de la DIVERSAS ACCIONES CONTRA LA VIDA AJENA:
sociedad en momentos tan decisivos, resulta cruel, no respeta la PENA DE MUERTE. TORTURA. LEGITIMA DEFENSA
dignidad del ser humano y no responde a la naturaleza social dé-
la persona. "Nadie puede vivir solo su propia vida, nadie puede
afrontar en soledad su propia muerte. Solo, es decir, sin una ayu- A) L A PENA DE MUERTE
da esencial de los demás. Para muchos hombres la muerte está
precedida de una ruptura decisiva, a veces brutal, con el mundo La cuestión de la legitimidad de la pena de muerte en nuestra
que les rodea, y está acompañada de una soledad creciente. [...] sociedad actual divide profundamente a los católicos: cada grupo
Por ello, todos los hombres, en la última etapa de su vida, tienen y cada individuo fundamenta su propia postura sobre todo en
necesidad de una asistencia intensiva para poder conocer una razonamientos humanos; pero también se buscan apoyos o ana-
muerte digna de un ser h u m a n o " 2 5 . logías en la revelación cristiana. En el fondo del problema hay un
Siempre se necesita un acompañamiento psicológico y huma- entramado personal y colectivo, difícil de sorprender y describir,
no con miras a ayudar a la persona en cualquier situación, pero que predispone a una postura abolicionista o favorable a la pena
en pocos momentos se hace más perceptible y urgente la presencia de muerte. D e n t r o de ese marco general, se sitúa la Iglesia que, en
de la sociedad, especialmente a través de la familia, que ante la un mundo que aceptó y justificó la pena capital, la aceptó y justi-
perspectiva de la muerte. F.n muchísimos casos la atención psico- ficó a su vez. Quizás este pasado eclesial explique en parte el avan-
lógiea y humana reviste importancia mayor que la técnica. A ve- ce bastante lento de actitudes contrarias a la pena de muerte den-
ces se tiene la impresión de que la acumulación de atenciones tro de la misma Iglesia. Con todo, es un hecho significativo que
técnicas es una especie de suplencia ante la falta de asistencia en algunos países sea precisamente la Conferencia episcopal la
humana, o un intento de acallar oscuras culpabilidades por des- que va marcando un paso decidido en contra de la pena de
cuidar la esfera de unas relaciones más humanas. muerte'.
El acompañamiento del enfermo, en el caso de ser creyente, En estas páginas no me voy a detener en la historia de la
supone también el ofrecerle oportunidades para no enfrentarse pena de muerte o en el examen del horizonte legislativo actual 2 .
solo con sus problemas religiosos. Algunos hospitales no confe-
sionales, pero sensibles a la realidad compleja del enfermo, reco-
1
gen en la ficha del enfermo sus deseos en cuanto a atención EPISCOPADO FRANCÉS (Comisión social), ¿Debe mantenerse la pena de
religiosa. muerte?, en "Ecclesia", n. 1872 (1978), 137-143; Les évéques canadiens et l'aboli-
tion de la peine de mort, en "DocCath", 75 (1978), 1085; MONS. A. FAUCHET.LO
peine de morí. Exposé devant les parlementaires. en "DocCath", 76 (1979), 137-
141; G. CAPRILF,/?«•(?««' orientamenti episcopali nel problema della pena capitule.
en "CivCatt", 130 (1979, III), 148-163; P. VALADIER,,DÍ>J évéques pour l'abolition
de la peine de morí, en "Etudes", 348 (1978), 683-690; "JUSTICIA Y PAZ" EUROPEA.
La peine de mort, en "DocCath", 75 (1978), 1085; Déclaration protestante-
catholique, en "DocCath", 76 (1979), 747; Déclaration des aumbniers des prisons
de France. en "DocCath", 76 (1979), 746-747; T.i. G. DAILEY. Postura de la
Iglesia ante la pena de muerte en Estados Unidos y Canadá, en "Conci-
lium", n. 140 (1978), 773-777. Los obispos norteamericanos, en su reunión del
10-13 de noviembre de 1980, aprobaron un texto, Statement on Capital Punishment,
en el que se declaran favorables a la supresión de la pena de muerte: el
resultado de la votación fue de 145 a favor, 31 en contra y 41 abstenciones.
25 2
CONI•". EP. A L E M A N A , d. c. (n. 20). Para estos aspectos del problema, cf. las obras siguientes: D. SUEIRO.
La pena de muerte, Alianza Editorial, Madrid 1974; C. GARCÍA VALDÉS, NO a la
122 PRAXIS CRISTIANA -OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
ACCIONES CONTRA LA VIDA AJENA 123
Interesa desarrollar particularmente la dimensión moral del pro-
blema en un sentido amplio 3, en cuanto que está implicado el como es el caso de los Valdenses en el siglo XII, fueron condena-
valor vida, en torno a tres núcleos: una iglesia progresivamente dos por la Iglesia5.
abolicionista 4 , las justificaciones de la pena de muerte y su debili- Esta postura de la Iglesia es explicable en una sociedad en que
dad, la pena capital y la Biblia. la pena de muerte tenía carta de naturaleza normal. Se la justifi-
caba por una clara apelación a la Biblia y por unas razones pura-
mente naturales; esto es lo que aparece en la superficie, pero en
1. La Iglesia: realidad, a nivel de explicación más profunda, es más importante
cada vez más opuesta a la pena de muerte el contexto sociocultural en que se enmarca esa justificación. Di-
versos rasgos pudieron contribuir a que la Iglesia adoptara su
Hasta tiempos muy recientes, el episcopado de la Iglesia no ha postura favorable a la pena de muerte:
tomado una posición frontal contra la pena capital. Es cierto que
en las comunidades cristianas de los primeros siglos aparece con • carácter más precario de la vida en otros tiempos;
frecuencia una corriente de resistencia a que los cristianos partici- • relativización de la muerte, considerada no un fracaso
pen en ejecuciones capitales: se les pide evitar las situaciones en absoluto en virtud de la fe generalizada en el más allá;
que pudieran ser "cómplices" de la pena de muerte, sea como jue-
ces, sea como ejecutores. La expresión más fuerte de oposición la • primacía del alma sobre el cuerpo, en una visión muy
encontramos en una frase atribuida a San Cipriano: "Un asesina- teñida de dualismo;
to cometido por un particular es un crimen; realizado en nombre • carácter sacral de los poderes públicos como delegados
del Estado es una virtud". de Dios; la pena de muerte por el Estado se consideraba
La Iglesia durante siglos no abordó directamente el problema incluso como una delegación del dominio absoluto de
del derecho del Estado a aplicar la pena de muerte, pero sí existen Dios sobre la vida 6 .
diversas intervenciones suficientemente claras de un reconoci-
miento de este derecho. En los concilios de Toledo (675) y IV de
Letrán (1215) hay una aceptación indirecta del derecho del Esta- Si a lo largo de la historia las manifestaciones intraeclesiales
contrarias a la pena de muerte han sido muy aisladas y han teni-
do a castigar con la pena de muerte. Por otra parte, nunca se le
do escaso eco, en la actualidad la tesis abolicionista va ganando
negó tal facultad; más aún, algunos cristianos que lo negaron, terreno. Frente a la tradición existente hay silencios ya significa-
tivos por sí mismos. Ni el Concilio Vaticano II, ni Juan XXIII, ni
pena de muerte, Edicusa, Madrid 1975; J. IMBERT, La peine de mort. Histoire. Ac- Pablo VI, ni los Papas posteriores se han pronunciado explícita-
tualité, Colin, Paris 1967; La peine de mort dans les pays européens. Consejo de mente sobre el tema. El Sínodo de los Obispos de 1974, al hablar
Europa, Estrasburgo 1968; K. ROSSA, La pena de muerte. Nova Terra, Barcelona
1970; P. VIANSSON-PONTE, Movimientos a favor de ¡a pena de muerte, en "Conci- del derecho a la vida, no alude a la pena de muerte. Quizás los
lium", n. 140 (1978), 742-748; i. F. BRESNAHAN, La pena de muerte en Estados promotores más significados en una sensibilización al sinsentido
Unidos, en "Concilium", n. 140 (1978), 675-688; F. COLCOMBET,£7/><«.« en que se de la pena de muerte, dentro de la Iglesia, sean las comisiones
guillotina, en "Concilium", n. 140 (1978), 662-666; A. iNiESTA.La pena de muer- "Justicia y Paz". Reunidos en Madrid en octubre de 1978, los
te. Legislación y práctica en España, en "Concilium", n. 140 (1978), 667-674;
M. CHAVES FERNÁNDEZ, ¿a ejecución forzosa en los pueblos primitivos, en "Ar- representantes de las comisiones nacionales europeas de "Justicia
bor", 104 (1979), 342-349. y Paz" pidieron a la Comisión Pontificia del mismo nombre "es-
3
Para posturas no católicas, cf. M. ARV.oVN.Pena de muerte y tortura en el tudiar a fondo el problema de la pena de muerte y de su
pensamiento islámico, en "Concilium", n. 140 (1978), 733-741; M. HONECKER.L<7 abolición" 7.
pena de muerte en la teología evangélica, en "Concilium", n. 140 (1978), 707-718; Este cambio de postura eclesial se inspira en un "espíritu"
C. THOMA./Vní; de muerte y tortura en la tradición judía, en "Concilium", n. 140
(1978), 719-731. bíblico y en una consideración de los valores implicados en este
4
J. M. DE LAHIDALGA. La pena de muerte y su calificación moral, en problema; a ello hay que añadir una crítica que muestra la debili-
"ScriptVict", 23 (1976), 27-53; A. BERISTAIN. El católico ante la pena de muerte, en dad de la posición contraria. Pero esta nueva postura se com-
"IgVi", n. 69 (1977), 249-269; J.-M. AUBERT, Chrétiens et peine de mort, Desclée,
Paris 1978; n. 140 de "Concilium" (1978), monográfico sobre Pena de muerte y 5
tortura; de él destaco aquí F. COMPAGNONI. Pena de muerte y tortura en la tra- DS 795.
6
dición católica, en "Concilium", n. 140 (1978), 689-706; H. DE LAVALETTE, EPISCOPADO FRANCÉS... (n. I).
7
Moralistes et peine de mort, en "Etudes", 350 (1979), 809-819; A. REGAN, The Para diversas posturas eclesiales, tanto de episcopados como de algunos or-
Problem of Capital Punishment, en "StMor", 14 (1976), 209-232. ganismos, cf. n. 1.
]24 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
ACCIONES CONTRA LA VIDA AJENA 125
prende mejor dentro del cambio sociocultural, que tiene sus re- responsabilidad social no es asumida en absoluto por estos proce-
percusiones sobre el modo de expresar la fe en Jesucristo y sobre dimientos, que descargan toda o la mayor parte de la culpa en
la manera de leer e interpretar el Evangelio. personas concretas.
Dentro de este nuevo contexto destaco tres cambios: La fuerza disuasoria de la pena de muerte es cuestionada por
numerosos criminólogos, con el apoyo de encuestas internaciona-
• afirmación creciente, aunque en medio de contradiccio- les. Según ellos, la eliminación total de esta pena no supondría un
nes e incoherencias, de una conciencia sobre el valor de aumento significativo de la criminalidad. Parece ser que la pena
la vida; de muerte sólo desarrolla esta función disuasoria si es aplicada
• evolución en la concepción y sentido de las penas; con una cierta frecuencia y con unas características de publicidad
e inhumanidad que repugnan a una sensibilidad cristiana. Ade-
• desacralización y relativización de los poderes públicos, más, el reducir al reo a instrumento de ejemplaridad para los
debidas en parte a los abusos cometidos en este terreno 8 . otros, es una forma de degradación de la dignidad humana.
La evocación de la pena de muerte como expiación, como
restauración del orden violado, parece colocarnos más bien en
una dinámica de venganza. No parece apropiado hablar de la
2. La sinrazón de la pena de muerte función compensatoria de la pena de muerte, como si con la eje-
cución del criminal se hubiera en realidad dado una compensa-
En la Iglesia como en la sociedad, el soporte principal que ha ción a la víctima, a los familiares o a la sociedad.
servido para justificar la pena de muerte son diversos plantea- La pena de muerte frecuentemente revela un mundo de discri-
mientos racionales. Los tres argumentos clásicos a favor de la minaciones ya en la mera selección de los delitos que se penalizan
pena de muerte están tomados de tres funciones atribuidas a la en ella. Esta discriminación se hace presente al examinar las vícti-
misma pena: defender a la sociedad contra los criminales, disua- mas de la misma; con mucha frecuencia, los pobres y marginados
dir a otros de cometer ciertos delitos más graves, ofrecer una de la sociedad. Las estadísticas revelan cómo en Estados Unidos
expiación por los delitos cometidos. los negros han sido sujetos preferidos de la pena capital. Desde
La ejecución de los criminales sería, en esta perspectiva, una aquí no quedan bien parados el sentido de justicia y la exigencia
especie de "legítima defensa" de la sociedad contra ellos; cual- de equidad. Hoy se insiste en que las penas tienen un sentido
quier otra medida menos radical puede ser ineficaz y dejar sin preferentemente medicinal, de recuperación del culpable, función
protección suficiente a la sociedad. totalmente imposibilitada por su eliminación. Antes se aludió a la
La pena de muerte, por otra parte, sería la única pedagogía falibilidad humana y a la complejidad de los actos criminales en
eficaz para desterrar de la sociedad comportamientos de particu- cuanto a la responsabilidad personal y social. En este sentido,
lar gravedad, gracias al efecto aleccionador de este castigo. algunas interpretaciones apuntan a que la pena de muerte es un
La eliminación radical del culpable aparece como el medio medio cómodo de la sociedad para exorcizar su propio miedo, o
por antonomasia para restablecer el orden violado y dar a cada para justificar la negligencia contra las causas de la criminalidad,
uno lo que le corresponde. o para liberarse de las propias responsabilidades.
Esta argumentación clásica, que se ha ido repitiendo sin mo-
dificaciones sustanciales a través de los siglos, ofrece puntos débi-
les, ya conocidos, que voy a exponer de un modo sintético: 3. Biblia y pena de muerte
La ejecución de los criminales no aparece como medio necesa-
rio ni conveniente para defenderse contra ellos. En primer lugar, La pena de muerte es conocida en la Biblia, pero se tiene
una sanción irremediable como ésta supondría una justicia infali- menor conocimiento de la extensión de su aplicación en el mundo
ble, al abrigo de errores irreparables; la sociedad tiene alternati- bíblico. Se acepta como una práctica legal para determinados de-
vas a la pena de muerte: un régimen penitenciario orientado a la litos: homicidio voluntario, rapto del hombre para reducirlo a
recuperación del criminal; la pena de muerte no parece tener en esclavitud, diversos actos relacionados con la sexualidad o la fa-
cuenta que los criminales, sin negárseles la responsabilidad perso- milia (faltas graves contra los padres, adulterio, incesto, sodomía,
nal de sus acciones, son, en parte, resultado de una sociedad; la bestialidad), acciones particularmente graves contra Dios (idola-
tría, blasfemia, profanación del sábado, hechicería, prostitución
8
de la hija de un sacerdote). A diferencia de otras legislaciones del
Cf. EPISCOPADO FRANCÉS... (n. 1).
126 PRAXIS CRISTIANA OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR ACCIONES CONTRA LA VIDA AJENA 127
Antiguo Oriente, la pena de muerte en el marco bíblico se limita • Cristo, Salvador de todos, se pronuncia contra la ley del
a comportamientos contra la pureza del culto, la santidad de la talión (aunque no se aborda aquí la pena de muerte): invita a
vida o las fuentes de la misma 9 . Además de estas medidas legisla- una actitud nueva, el amor a los enemigos (Mt 5,38-41); a la
tivas, un texto frecuentemente citado por los partidarios de la dinámica de la venganza sustituye la dinámica del amor.
pena de muerte está tomado del Nuevo Testamento: "Pero si ha-
ces el mal, teme, pues no en vano la autoridad lleva la espada, • Con la adúltera adopta una actitud de perdón (Jn
pues es ministro de Dios, castigador que pone penas al que obra 8,1-11).
el mal" (Rom 13,4).
• La paciencia y la misericordia de Dios no desesperan
Muchos cristianos acuden a la Biblia con la intención de en- del hombre; la pena de muerte es una expresión de deses-
contrar una justificación literal de su postura en relación con la
peranza del hombre, que no dice bien con esa actitud de
pena de muerte. En esto coinciden, aunque con distinta dirección,
Dios 10.
los abolicionistas y los partidarios de la pena de muerte.
Para no desenfocar la aportación de la Biblia en ninguno de
los dos sentidos, se necesita, en primer lugar, tener unos criterios
de lectura o interpretación de la Palabra de Dios en la Biblia: B) LA TORTURA

• El mensaje bíblico se expresó dentro de un medio Se ha llegado a decir que la tortura es en nuestra sociedad un
cultural y social muy distinto del nuestro; de aquí la di- mundo aparte, una especie de subcultura con su lenguaje propio,
ficultad de trasladar ciertos modelos legislativos a otros sus ritos y sus actores propios (jueces, soldados, doctores, poli-
contextos. cías), con sus escuelas, centros de investigación y hasta su red de
comunicaciones ".
• La pena de muerte, como la legislación en general, tiene El fenómeno de la tortura presenta hoy varias características:
un significado religioso, es decir, pretende ante todo que el
pueblo de Dios no se contamine en su vida religiosa con • La variedad en los sistemas y tipos de tortura.
idolatrías y sacrilegios. Ahora bien, el contexto de nuestro
tiempo es completamente diferente al respecto: a nadie se le • La tendencia hacia un creciente uso de la tortura
ocurre dar una justificación religiosa a la pena de muerte. psíquica, aunque tampoco se abandonan los malos tratos
físicos.
• La comprensión de las exigencias de la Alianza está
sometida a una lenta evolución del Pueblo de Dios; no se • El carácter más técnico, que se traduce en medios más
puede pretender desde el principio una ley de perfección, sofisticados y más "limpios", que dejan rastros menos
sino que hay que reconocer la dimensión de la gradualidad. visibles. En otros tiempos, los métodos eran más brutales a
primera vista: golpes, quemaduras, frío, hambre, sed, apara-
• Los textos legislativos y los relatos históricos son a tos que estiraban el cuerpo, etc. Hoy se han introducido
veces de muy difícil interpretación. métodos eléctricos, psicológicos, químicos, más descansados
• En el curso de la historia de la Iglesia se han dado para los torturadores y con mayores dificultades de detec-
interpretaciones diversas a pasajes y enseñanzas de la Biblia. ción en cuanto a los signos que dejan.

Teniendo presentes estos criterios, que relativizan cuanto pu- • Cambio en la finalidad de la tortura: antes era utilizada
diera en la Biblia ser favorable a la aceptación de la pena de como pena por un delito ya juzgado o con fines de inves-
muerte, encontramos en ella una "inspiración" para excluir la tigación judicial en los procesos; hoy se utiliza por go-
pena de muerte de nuestro horizonte social: biernos como un recurso sistemático para obtener confe-

• El hombre, por ser imagen de Dios, merece un respe- 10


Para el tema de la Biblia y la pena de muerte, cf. d. c. (n. 1) del Episcopa-
to (Gen 1,27). do francés.
11
A. MELLOR, La tortura, Estela, Barcelona 1964; H. RADTKE, La tortura,
9
instrumento ilegal del poder, en "Concilium", n. 140 (1978), 647-661; Rapporto
R. DF. \AUX. Instituciones del Antiguo Testamento, Herder, Barcelona 1964 sulla tortura nel mondo, Sugarco, Milano 1975; J. C. LAURET-R. LASIERRA.LO tor-
ture et les pouvoirs, Balland, Paris 1973.
128 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR ACCIONES CONTRA LA VIDA AJENA 129
siones o informaciones, o para castigar a los disidentes y cometido un delito. Para comprender esta actitud, que hoy
crear miedo en la población. nos resulta inaceptable y atentatoria a la dignidad humana,
ténganse en cuenta los siguientes presupuestos: el juez tenía
1. Concepto de tortura el deber y el derecho a conocer la verdad; al carecer de los
medios técnicos actuales para llegar a conocer la verdad, el
Según una Declaración de la ONU, "se entenderá por tortura único método para lograrlo era en muchos casos la confe-
todo acto por el cual un funcionario público, u otra persona a sión del reo; se insistía en que de no esclarecerse la verdad
instigación suya, inflija intencionalmente a una persona penas o se seguían males muy graves para la sociedad, contra los
sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obte- cuales ella tenía derecho a defenderse incluso por la tortura:
ner de ella o de un tercero información o una confesión, de casti- el crimen oculto y dejado sin castigo favorece la prolifera-
garla por un acto que haya cometido, o de intimidar a la persona ción del crimen 15.
o a otros" n.
Considerando que esta definición tiene un sentido excesiva-
mente restringido, la Sociedad Española de Medicina psicosomá- 3. Condena de la tortura
tica y psicoterapia, en su congreso celebrado en Lérida en 1977,
pidió, en su primera conclusión, "que se defina el delito de tortu- Hoy día existe una conciencia ampliamente extendida de la
ra, no reducido exclusivamente a los cometidos por los fun- absoluta ilicitud de la tortura, no justificada por ninguna motiva-
cionarios" n . ción. De entre los sectores profesionales hay dos particularmente
De hecho, en el mundo médico, ya desde 1975 se había acep- sensibilizados en este campo: los abogados y los médicos. Una
tado un concepto más amplio: "Para los efectos de esta Declara- buena expresión de la conciencia médica la encontramos en el
ción, se define tortura el sufrimiento físico o mental infligido en reciente Código francés de Deontología: "Un médico llamado o
forma deliberada, sistemática o caprichosa, por una o más perso- requerido para examinar a una persona privada de libertad o
nas, actuando sola o bajo las órdenes de cualquier autoridad, con para administrarle cuidados no puede, directa o indirectamente,
el fin de forzar a otra persona a dar informaciones, a hacerla aunque fuera con su sola presencia, favorecer o avalar un ataque
confesar o por cualquier otra razón" 14. a la integridad física o mental de esta persona, o a su dignidad. Si
constata que esta persona ha sufrido sevicias o malos tratos
debe, con tal que el interesado esté de acuerdo, informar del he-
2. Pasado justificador de la tortura cho a la autoridad judicial" '6.
La Iglesia también se ha expresado con frecuencia, condenan-
En un mundo en el que la tortura tenía carta de naturaleza, la do la tortura 17. La tortura física atenta contra la integridad y
Iglesia no supo sobreponerse a un contexto hostil a la dignidad toda tortura vulnera la dignidad de la persona humana: quita la
humana en este punto. Aceptó, practicó y justificó la tortura des- libertad interior, el dominio de sí mismo, anula o disminuye la
de dos perspectivas: racionalidad y reduce al hombre a un puro objeto, lo cosifica. La
tortura justificada para defenderse de la subversión cae igualmen-
• Se consideró justificada la tortura penal, es decir, para
delitos juzgados y presuntamente probados; si la pena de 15
G. MARTÍNEZ DÍKZ. Valoración histórico-cristiana de la tortura judicial, en
muerte era tenida como lícita, no se vio mayor problema en "MiscCom", 42 (1964), 5-42; A. RKYKS,La confesión y la tortura en la historia de
que se pudiera infligir un castigo inferior, como era la la Iglesia, en "RevEspDerCan", 24 (1968), 595-624; F. J. CONNFLL. The Use of
tortura. Quien puede lo más, puede lo menos. Torture lo Extorl Confessions. en "AmerEcclRev", 155 (1966), 60-62.
" Código francés de Deontología, 28 de junio de 1979; art. 8. En relación con
• La tortura en la investigación judicial se consideraba la tortura y la medicina, cf. H. VAN GFUNS. Los médicos ante la i tortura, en
"TribMed", n. 715 (1977), 11-13; L. RFNF, Le médecin face a la torture, en
lícita ante la existencia de indicios de que el acusado había "MedHom", n. 117 (1979), 39-40; R. BKLKNAP, Torture and the Ethics of Medi-
cine, en "ManMed", 4 (1979), 53-57; G. E. JONKS. On the Permissibility of Tor-
12 ture, en "JourMedEth", 6 (1980), 11-15.
Declaración de la Asamblea General de la ONU, 9 de diciembre de 1975, 17
Pío XII, en AAS, 45 (1953), 730-744; PABLO VI, en AAS, 68 (1976), 707-
artículo 1, 1.
13 714; GS, n. 27; J. ARGAYA-J. M. SF.TIÉN, Denuncia de la tortura y demás procedi-
"Psiquiátrica", 1 (1978), 62. mientos violentos, en "SalT", 64 (1976), 515-516; CONSEJO ECUMÉNICO DF LAS
14
Declaración de Tokio, 29 Asamblea Médica Mundial, octubre de 1975. IGLESIAS, Déclaration sur la torture, en "DocCath", 75 (1978), 77-78.
130 PRAXIS CRISTIANA- OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR ACCIONES CONTRA LA VIDA AJENA 131
te en los defectos que se acaban de indicar. Además, da culto a la agresiones en nuestro mundo, gracias en parte a técnicas sofisti-
eficacia en contra de la dignidad de la persona 18. Pero una labor cadas, pueden ser más violentas, pero aparentemente más lim-
educativa en el carácter inhumano de la tortura ha de ser acom- pias. A pesar de las oscuridades con que nos movemos en este
pañada con medidas eficientes para desterrarla de nuestro hori- campo, teóricamente se define al agresor injusto como el que ata-
zonte: información creciente sobre los derechos humanos, esfuer- ca a una persona, sus derechos o sus bienes sin motivo justifica-
zos para que los gobiernos ratifiquen y respeten los pactos do. La moral tradicional indicaba que para que alguien pueda ser
internacionales en esta materia, acción sobre médicos y aboga- considerado injusto agresor no son necesarias la culpabilidad per-
dos, muestras de solidaridad con los pueblos más sometidos a sonal, la mala conciencia o intenciones perversas; basta el hecho
torturas, desarrollo técnico para descubrir los rastros de las tortu- objetivo del ataque a un ser humano, a sus derechos o a sus bie-
ras "limpias". nes. La agresión debe ser actual, es decir, no basta de por sí la
agresión planeada o ya pasada. Estos conceptos no son siempre
fáciles de precisar, ni en la teoría ni en la realidad.
C) LA LEGÍTIMA DEFENSA La respuesta a la agresión no está reservada a la persona agre-
Y LA MUERTE DEL INJUSTO AGRESOR dida; también otros pueden y hasta deben acudir en su ayuda.
"Sujeto del derecho afirmado es aquel que está siendo agredido o
Si las intervenciones sobre la vida humana tratadas dentro del a punto de ser agredido injustamente, como también los que ge-
presente capítulo, la mayor parte tienen una valoración claramen- nerosamente, por deber de justicia o de caridad, lo socorren (pro-
te negativa y desatan una actitud de rechazo mayoritario a nivel tección de los débiles, de los oprimidos)" 20.
moral, la muerte del injusto agresor es un tema bien acogido por
la moral, siempre que se mantenga dentro de ciertos límites. La
muerte del injusto agresor se justifica desde la legítima defensa,
pero esta legitimación moral suele aplicarse también a otros pro- 2. Condiciones para que la defensa sea legítima.
blemas distintos. Aquí me fijo exclusivamente en lo que podría-
mos llamar la legítima defensa individual; no me detengo ahora Se pueden reducir a tres:
en la aplicación más discutida de este principio a temas como el
de la guerra, la pena de muerte, etc. " • La necesidad. Es una condición obvia: si existe otra alterna-
tiva más suave para protegerse de la agresión, no es lícito acudir
a medios más violentos; como decían los moralistas clásicos, si
1. Concepto de legítima defensa uno puede evitar la agresión por la fuga o pidiendo socorro, una
respuesta violenta está fuera de lugar.
En caso de agresión injusta, la moral cristiana ha considerado • Ausencia de malas intenciones. Lo cual significa que, en la
lícito el recurso a la fuerza contra el injusto agresor incluso hasta respuesta al injusto agresor, no se deben atizar o alimentar senti-
producirle la muerte, con tal que se cumplan determinadas condi- mientos de odio o de venganza contra él. Esta exigencia puede ser
ciones. Aquí hay dos puntos clave: agresor injusto, condiciones psicológicamente difícil de aceptar. En verdad es difícil, pero,
de la respuesta violenta; otro aspecto más secundario se refiere a desde la fe cristiana, se ha de respetar este umbral mínimo: cuan-
cuál es el sujeto que puede responder a la agresión. Hay que par- do uno lesiona, mutila o mata en legítima defensa, debe haber un
tir de que el concepto de agresión injusta no siempre es claro. A sentimiento no de culpabilidad, pero sí de insatisfacción, un ma-
veces, la agresión, en su forma más violenta y visible, es realizada lestar interior por haberse visto forzado a un ataque contra la
por uno, pero el otro ha podido dar "motivos" para ella. Las vida. Cortar una vida humana, aunque sea del agresor, siempre es
lamentable y nunca motivo de orgullo o satisfacción.
18
M. GÓMEZ Ríos.ia tortura, en "Moralia", 1 (1970), 80-87; A. AI.DUNATE,
Juicio moral sobre la tortura, en "SelecTeol", 18 (1979), 293-296; R. BEEDA, • Proporción entre los bienes amenazados por el agresor y la
La tortura, en "IgVi", n. 69 (1977), 235-239; J. J. RODRÍGUEZ UOARTE, La tor- contundencia de la respuesta. Los bienes sometidos a agresión
tura, arma ignominiosa de los Estados modernos, en "SalT", 64 (1976), 508-514; pueden ser muy variados: vida, libertad, autonomía sexual, inte-
J. VIALATOUX. La represión y la tortura. Ensayo de filosofía moral y política,
Desclée, Bilbao 1965.
gridad personal, bienes de fortuna, etc. Como existen posibilida-
" S. VISMTMW.R, Legítima defensa, en DETM. 549-552; E. CHIAVACCI, Morale
de/la vita física, EDB, Bologna 1976, 155-170. 20
S. VisiNTAlNER.a.'c. (n. 19), 549.
132 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR 1 A VIDA Y EL AMOR ACCIONES CONTRA LA VIDA AJENA U\
des legítimas de jerarquizar los valores de modo diverso, resulta de muchos está en acudir al Evangelio a la búsqueda de norma^
muy problemático el pretender establecer indicaciones muy preci- claras y concretas, no sólo de inspiraciones para su actuación
sas en este punto. Sí podemos decir que la vida de una persona, como si el Evangelio fuera un código civil o penal. En la interpre^
incluso la del agresor, debe ser valorada por encima de cualquier tación del Evangelio influye muchísimo la situación personal qu<^
bien material, y toda acción educativa en esta dirección es del me- vive el cristiano. Sin querer generalizar, no es extraño que quien
jor cuño moral. Pero sabemos que una cierta situación material experimenta más directamente la injusticia, adore la imagen d^
puede ser considerada necesaria para una vida humana digna. Es un Jesús revolucionario; por el contrario, otras situaciones parex
preocupante la excesiva facilidad con que se subordina una vida cen predisponer a la aceptación de una imagen de Jesús no v¡0\
humana a la conservación de bienes materiales; ello revela una lento.
infravaloración de la vida. Un aspecto a ser tenido en cuenta, lo Algunos han querido ver una base evangélica contra la legítk
subrayan algunos, es el grado de defensa o indefensión pública ma defensa en un texto de Mateo: "Oísteis que se dijo: Ojo pot*
contra los agresores. Hay momentos en que el ciudadano parece ojo y diente por diente. Pero yo os digo: No opongáis resistencia^
tener conciencia de estar menos protegido por los poderes públi- al malvado; antes bien, si alguno te abofetea en la mejilla de\
cos, lo cual explica también reacciones más desproporcionadas. recha, vuélvele también la otra; y al que quiera armarte pleitQ
Pero el fomentar artificialmente este sentimiento de falta de pro- para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si uno te íucr-,
tección no es tolerable desde un punto de vista moral. za a caminar una milla, vete con él dos" (Mt 5,38-41).
Creo que el enfoque a dar a la doctrina evangélica sobre la
3. Justificación de la legítima defensa no violencia, y en particular a textos como el que se acaba de
citar, está bien expresado por S. Visintainer: "La tradición de la
La amplia acogida dada a la legítima defensa, tanto a nivel Iglesia ha comprendido siempre que estas palabras se dirigen al
jurídico como a nivel de mentalidad social, revela que esta reali- discípulo creyente en una justicia superior y en la imposibilidad
dad no es una mera creación cultural, sino que está profunda- de transformarlas en una filosofía política. Esto negaría el estado,
mente arraigada en la conciencia humana. La moral cristiana no su autonomía, su finalidad terrena y, antes aún, traicionaría el
ha tenido dificultad en reconocer este derecho, pero al mismo pensamiento de Cristo. Con esto no quiere decirse que la lenitas
tiempo, como se ha visto en las páginas anteriores, ha precisado evangelii, predicada y testimoniada, no haya de tener un benéfico
los límites dentro de los cuales la defensa puede considerarse influjo social. Según la común exégesis moderna, el sermón de la
legítima. montaña no puede traducirse 'sic et simpliciter' en términos jurí-
Desde el punto de vista humano, esta conciencia universal dicos. Es una llamada, una meta a la que todo discípulo está
puede interpretarse quizás como un indicador de que nos halla- llamado y que debe realizar en grados diversos, según las múl-
mos ante una práctica moralmente aceptable. En un plano de tiples condiciones subjetivas y objetivas en que su existencia se
justificaciones reflejas se mencionan dos razones: realiza. Por esto, lo mínimo que los teólogos afirman es que la
defensa puede ser lícita, no siempre obligatoria. Obligatoria lo
• Un sentimiento o una evidencia de que repugna a la será cuando otros o la sociedad están claramente interesados en
razón el dejar radicalmente indefenso al inocente frente al que yo me defienda; pero el individuo, de suyo, puede y a veces,
agresor si se le niega el derecho a defenderse en absoluto. si es llamado por el Espíritu, deberá incluso renunciar a hacer uso
de este humano derecho" 21 .
• Una razón social: dentro del bien común entra como
elemento integrante un mínimo de seguridad; ahora bien, Algunos sectores cristianos, reconociendo que en el Nuevo
observando la realidad humana, parece un supuesto com- Testamento no existe una explícita prohibición universal de la
probado que la vida social se vería seriamente perturbada "legítima defensa", afirman que el Evangelio no ofrece a esta
si los agresores supieran que los agredidos carecían de bases tesis ni el mínimo indicio positivo de justificación; más aún, insis-
morales para responder a la agresión. ten en que el Evangelio nos enseña una línea de pensamiento
completamente opuesta. Uno de los autores más críticos de la
doctrina tradicional en este punto es E. Chiavacci n. Partiendo
4. Legítima defensa y fe cristiana
21
La respuesta a este interrogante cae dentro del tema más am- Ib., 551.
22
plio de la actitud y enseñanza de Jesús sobre la violencia. El error E. CHIAVACCI, O. C. (n. 19), 155-159.
134 PRAXIS CRISTIAN A-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR

del ejemplo de Jesús, que rechazó la propia defensa en favor


suyo, interpreta este hecho no como casual, sino como motivado
por su adhesión a la voluntad del Padre y a su vocación de que el
inocente muera por los pecadores. La conducta de Jesús es expre-
sión de la lógica de su reino: el testimonio de la verdad frente al
dominio de la fuerza. A la vista de este ejemplo aparece en toda
su luz el mensaje de diversos textos del Nuevo Testamento 23 . CAPÍTULO V
Como resultado de su peculiar interpretación del Evangelio y
de su actitud personal, E. Chiavacci admite con grandes reservas
la legítima defensa, sometiéndola a condiciones más restrictivas. LA VIOLENCIA BÉLICA Y TERRORISTA
En atención a tres hechos no puede menos de admitir la legítima
defensa; tales hechos son: la experiencia moral actual, no definiti-
va de la humanidad; el elevado grado de insensibilidad colectiva A) LA GUERRA
ante la intangibilidad de la vida ajena, y la enseñanza eclesial
expresada por autores reconocidos y por actitudes de la jerarquía. La guerra, este hecho irracional en grado sumo', se ha con-
Sobre esta base llega E. Chiavacci a las cuatro conclusiones vertido en un compañero "obligado" en la historia de la humani-
siguientes, que se distancian bastante de la doctrina comúnmente dad; pero su mismo rostro inhumano parece suscitar una reac-
transmitida: ción creciente en los seres humanos. Desde una visión cristiana,
la incoherencia de la guerra con el mensaje de Jesús aparece más
• "El anuncio moral cristiano ha de ser presentado en su sentida.
totalidad y severidad como llamada a dejarse matar antes Siendo la guerra uno de los fenómenos más totales, es obvia
que matar. su complejidad. Aquí no cabe desarrollar muchos aspectos de
• Tal conducta no puede imponerse en absoluto como este hecho polivalente. La historia, la política, la técnica, el de-
deber estricto de conciencia; todavía no estamos en los recho, la sociología, el psicoanálisis se han ocupado de él 2 .
tiempos últimos. Cualquier ciencia que contribuya a darnos un conocimiento más
exacto de esta realidad sombría, significa una aportación positi-
• Se puede y se debe limitar la injusticia del agresor a la va. Sobre todo, interesa el penetrar en los contextos o climas, en
injusticia subjetiva y proclamar como ilícita la muerte del los mecanismos personales y sociales que favorecen la eclosión y
demente, del niño, del cojo, etc. la inhumanidad de las guerras; desde ahí será posible una cier-
ta terapia preventiva, que, para ser eficaz, supondrá la creación
• Se puede y se debe limitar el concepto de proporcio- de estructuras políticas y jurídicas.
nalidad, excluyendo absolutamente toda licitud en la defen-
sa de los bienes, del honor, de la buena fama, excepto si los Una moral que quiera incidir en la praxis tiene que desen-
bienes materiales son inmediatamente necesarios para la su- mascarar los múltiples caminos por los que la guerra se presenta
pervivencia" 24. en el horizonte humano; pero, en la imposibilidad de abordar este
mundo tan variado y oscuro, voy a limitarme al pensamiento
cristiano sobre la guerra tal como se expresa desde un punto de
Aunque estas conclusiones, en su radicalidad, parezcan de di-
vista moral.
fícil aceptación, sin embargo apuntan con acierto a lo absurdo de
la violencia y, además, ponen en guardia contra fáciles interpreta- Dentro de la tradición cristiana, la reflexión moral sobre la
ciones de la legítima defensa, que pueden enmascarar una falta de guerra ocupa un lugar destacado. La diversidad de situaciones y
respeto a la vida humana, subordinada a bienes muy inferiores. la sensibilidad ante unos u otros valores morales han contribuido
a una evolución intraeclesial en relación con este tema. En el An-

1
PABLO VI, Discurso en la jornada de la paz: 1-1-1978, en "Ecclesia", n. 1868
(1978), 9-11.
2
23 G. BOUTHOUL, Traite de polémologie. Sociologie des guerres, Payot, París
Mt 5,38-48; Le 6,27-36; Rom 12,17-21; 1 Cor 6,1-8; 1 Pe 2,18-25. 1980; F. FORNARI. Psicoanálisis de la guerra, Siglo XXI, Madrid 1972; AA. VV.,
24
E. CHIAVACCI, o. c. (n. 19), 167. La guerre et ses théories, PUF, París 1970.
136 PRAXIS CRISTI ANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
VIOLENCIA BÉLICA Y TERRORISTA 137
tiguo Testamento existe una concepción de la guerra; pero su
contexto es tan diferente del nuestro, que no nos sirve de pauta a ofrece los objetivos máximos de justicia y de paz, para realizarlos
los cristianos de hoy. En el Nuevo Testamento el horizonte de la plenamente en 'la nueva tierra donde habita la justicia', pero que
guerra está prácticamente ausente; pero en él encontramos una se han de realizar ahora en una tensión creativa. Las Escrituras
fuente fecunda de ideas y estímulos para abordar muchas situa- cristianas producen una visión de armonía y amor entre los hom-
ciones, incluida la guerra. La Iglesia preconstantiniana, cuyo testi- bres, pero no nos dicen cómo se puede realizar esta visión en las
monio al respecto ni es fácil de conocer con exactitud ni fácil de situaciones perplejas de un mundo de pecado. La revelación escri-
interpretar, suele aducirse por algunos como ejemplo de una Igle- turística hace preguntas al moralista; no le proporciona las res-
sia antibelicista frente a la Iglesia posterior, que, con su teoría de la puestas en el 'depósito de la fe'" 4 .
guerra justa, vino a crear un clima moralmente más aceptable para
el horror de la guerra. Finalmente, en nuestros tiempos se intenta
una reconversión eclesial en este difícil tema. 3. iglesia preconstantiniana5

Los testimonios de los escritores cristianos son, en este punto,


1. Antiguo Testamento de difícil interpretación. Sobre todo a través de la ausencia o pre-
sencia de soldados cristianos en los ejércitos imperiales y a través
Para los hombres del Antiguo Testamento la guerra es un he- de las reacciones o valoraciones de este hecho, se ha tratado de
cho que entra como un componente normal de sus vidas y que, penetrar la postura de la Iglesia preconstantiniana ante la guerra.
las más de las veces, aparece dotado de un significado religioso. La situación de los estudios queda así reflejada por Bainton: "La
Las guerras de Israel son guerras de Dios: El las decide, El mar- existencia, pues, de cristianos dentro de las fuerzas armadas antes
cha a la cabeza de los ejércitos, a El se le ofrecen sacrificios antes del tiempo de Constantino, no es evidente hasta la década 170-
de emprender la campaña, Dios está presente en el combate por 180 después de Jesucristo; de ahí en adelante, el número de refe-
medio del arca, los combatientes tienen una especial proximidad rencias a soldados cristianos aumenta. No pueden calcularse ci-
a Dios. El matiz religioso se ve también cuando la guerra termina fras. La mayor objeción al servicio militar parece haberse dado
en derrota, interpretada como castigo de Dios por los pecados. en el Este helenista. Los cristianos del norte africano estaban di-
Frente a esta comprensión religiosa de la guerra, parece que en vididos. La iglesia romana, a últimos del siglo II y durante el III,
tiempos de la monarquía existe una visión más secularizada 3. Un no prohibió los epitafios que registraban la profesión militar. La
proceso legítimo de desmitologización demuestra suficientemente frontera oriental revela la más extensa participación cristiana en
que esta doctrina veterotestamentaria no puede servir de justifica- la guerra, aunque simultáneamente también encontramos allí se-
ción a ningún tipo de guerra, si se tiene una comprensión religio- ñales de protesta contra ella entre grupos que se inclinan hacia
sa de Dios en línea con el Nuevo Testamento. ideales ascéticos y monásticos" 6.
No es fácil dar una interpretación clara de los testimonios que
censuran la presencia de cristianos en el ejército, por no ser posi-
ble establecer con seguridad el motivo de tal rechazo. ¿Se debe a
2. Nuevo Testamento una postura pacifista en consonancia con una lectura del Evange-
lio? ¿Se piensa que el servicio militar llevaba consigo entonces un
En el Nuevo Testamento la experiencia humana de la guerra peligro de idolatría? ¿Se debe tal actitud a una creencia en la
apenas si encuentra eco. Con todo, en él encontramos un amplio
marco de referencia en cuyo ámbito nunca puede aparecer la gue- 4
D. C. MAGUIRE, LOS absolutos mora/es y el magisterio en C H . E. CURRAN,
rra como un ideal o como un medio neutro o normal para solu- ¿Principios absolutos en teología moral?, Sal Terrae, Santander 1970, 60-61. Des-
cionar los conflictos. "Su apreciación de la dignidad de las perso- de un análisis de la postura del Nuevo Testamento en relación con la violencia,
nas y el poder del amor que sufre señalan la fuente genuina de la puede iluminarse consiguientemente el tema de la guerra; cf. M. HENGEL.Jesús y
paz; al dirigirse a la pecaminosidad del hombre, pide una elimina- la violencia revolucionaria. Sigúeme, Salamanca 1973; cf. también los números
ción de las causas radicales de la guerra. El sermón del monte- monográficos "Moralia", n. 3 (197V), "SalT", n. 804 (1980), "Supplément",
n. 85 (1968) y 119 (1976), "LetVie", n. 38 (1958) y 91 (1969).
5
Para este punto, cf. R. H. BAINTON,Actitudes cristianas ante la guerra y la
3
R. DE VAUX. Instituciones del Antiguo Testamento, Herder, Barcelona 1964, paz, Tecnos, Madrid 1963; J.-M. HORNUS, Évangile el Labarum, Labor et Fides,
333-357. Genéve 1960.
6
R. H. BAINTON, o: c. (n. 5), 67-68.
138 PRAXIS CRISTIANA- OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR VIOLENCIA BÉLICA Y TERRORISTA 139
próxima venida de Cristo? ¿Es signo de aversión a los emperado- nismo. Y dentro de este enfoque global moral podemos señalar
res por ser perseguidores de los cristianos? Aparte una posible la voluntad de liberar algo el marco irracional de la guerra, insis-
repercusión de estos motivos ideológicos, parece que también influ- tiendo en la necesidad de causa justa. También destaca la urgen-
yó en las posturas divergentes el contexto inmediato de las cia de una actitud interior moral; no basta una pura moralidad
comunidades 7 . exterior, sino que se pide la intención recta. Al reservar al "prín-
cipe" el derecho a declarar la guerra, se puso teóricamente un
freno a que cualquier señor feudal, o cualquier poder de rango
inferior, pudiera desencadenar un conflicto bélico, evitando así su
4. Teoría de la guerra justa multiplicación.
R. Bosch, con un esquematismo excesivo, reparte las contribu-
En los primeros siglos de la Iglesia no existe una reflexión ciones positivas de esta doctrina: "Por san Agustín, el fenómeno
sistemática sobre la guerra. Desde san Agustín y posteriormente, de la guerra ha sido sometido al juicio de la conciencia moral.
adelantada la Edad Media, se va elaborando un cuerpo de doctri- Por santo Tomás, el recurso a la violencia quedó subordinado a
na que distingue entre guerras justas e injustas 8. la intención recta, que es el amor del prójimo. Los teólogos del
Para que una guerra sea justa, se han de cumplir varias siglo XVI comprendieron que el comportamiento de los Estados,
condiciones: lo mismo que el de los individuos, debía estar sometido al dere-
cho: son los creadores del derecho internacional moderno, y los
• Imposibilidad de solución pacífica: lo cual supone la con- primeros defensores explícitos de lo que hoy día llaman derechos
ciencia de que la guerra no puede considerarse solución del hombre" 9.
"normal", sino un último recurso. Pero las críticas contra esta teoría son numerosas en la actua-
lidad. En ella se reserva al presunto agraviado la condición de
• Causa justa, es decir, violación objetiva de un derecho, juez, con lo cual los riesgos de parcialidad son muy elevados,
acompañada, según otros, de verdadera culpabilidad moral teniendo presente en particular el mundo emotivo, de crueldad y
del que ha cometido la violación. de venganza que rodea a las guerras; la ausencia de sistemas de
arbitraje más justos e independientes vicia radicalmente esta teo-
• Decisión tomada por la legítima autoridad, a quien co-
ría. Supone una concepción cerrada del Estado, que no piensa en
rresponde velar por el bien común.
la colectividad humana. Se le critica el haber extrapolado a nivel
• Intención recta, a saber, que no se busque la venganza colectivo un principio válido a nivel de personas, el de la legítima
ni se actúe por crueldad, sino por deseo de soluciones jus- defensa; aunque tampoco faltan quienes ven en la legítima defen-
tas. En el modo de llevar la guerra, se pide un espíritu de sa un principio de moral del Estado, derivado de la esencia del
humanidad. mismo. Supone una excesiva confianza en la autoridad pública,
casi una sacralización de la misma. Revela una concepción inge-
nua, en cuanto que es poco sensible a la filtración de intereses no
Esta teoría de la "guerra justa", a pesar de las críticas a que legítimos bajo el concepto de causa justa. Y a juzgar por los re-
hoy se ve sometida, ha prestado servicios positivos. El primero es sultados, este principio ha servido para justificar todas las
el de haber hecho un planteamiento moral de la guerra, cosa des- guerras.
conocida casi por completo en el mundo antiguo ajeno al cristia-

7
R. BOSCH. Evangelio, violencia y paz, Marova, Madrid 1977, 47-48.
8
E. CWAVACCI, L'attuale riflessione leo/ogico-mora/e su pace e armamenti, en
"RivTeolMor", 12 (1980), 549-564, encuentra esta teoría en autores anteriores a
5. Vaticano II y actitud posterior
san Agustín, a saber, en san Ambrosio y san Atanasio. En relación con la guerra
justa, cf. R. H. W. RFGOUT,¿C doctrine de la guerre juste de saint Augustin a nos
jours, d'aprés les théologiens et les canonistes catholiques, Scientia, Aalen 1974, El Vaticano II abordó con una cierta amplitud el fenómeno
reimpresión de la edición de 1934; J. F. CHILDRESS. Jusl-War Theories: The Ba- de la guerra (GS, 79-82) y tiene una frase muy prometedora sobre
ses, lnterrelalions, Priorities and Functions of Their Criterio, en "ThSt", 39 la necesidad de "mirar con espíritu enteramente nuevo" (GS, 80)
(1978), 427-445; F. H. RUSSELL, The Just War in the Midd/e Ages, Cambridge
University Press, Cambridge 19792; D. T. O'CONNOR, A Reappraisal of the Just-
War Tradition, en "Ethics", 84 (1974), 167-173. ' R. BOSCH. O. C. (n. 7), 60.
140 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR VIOLENCIA BÉLICA Y TERRORISTA 141
este fenómeno. Muchos han quedado, no obstante, decepciona- lutamente ni lo hacen estos teólogos, a pesar de que acumulen sus
dos, pues no se llegó a una condena de toda guerra, o al menos reservas 12.
de la guerra atómica. Y tampoco se atrevieron a condenar el
rearme atómico, pensando que la condena cometería una in- Estos autores coinciden en muchas valoraciones negativas de
justicia con quienes se rearman sólo por fines disuasivos, y para la guerra con otros sectores cristianos que adoptan ante ella una
no cerrar la puerta a los avances técnicos en armas nucleares postura mucho más radical, considerándola como absolutamente
"limpias". inmoral 13 .
El Vaticano II contiene una única condena en materia de gue- La acción contra la guerra debe simultanearse a diversos nive-
rra: las acciones bélicas indiscriminadas contra ciudades enteras o les. El análisis científico de las motivaciones y mecanismos indivi-
regiones extensas; en cuanto a la guerra total se enumeran sus duales y sociales que abocan a la guerra puede servir para una
consecuencias negativas, pero sin condenarla. Se reconoce a los labor preventiva. La creación de organizaciones supranacionales
eficientes ataca uno de los puntos clave de muchas guerras: el
Estados el derecho de la legítima defensa mientras no exista una
concepto casi idolátrico de nación. Una acción educativa a nivel
autoridad internacional o supranacional competente y eficaz, y de mentalidades sirve para ampliar la base de rechazo a esta pla-
una vez agotados los medios pacíficos. El Concilio insiste en la ga social. Desde una perspectiva moral podemos indicar algunas
obligación de limitar la inhumanidad de los conflictos y recuerda líneas de acción.
para ello la vigencia del derecho natural de gentes y el cumpli-
miento de los tratados internacionales. Finalmente, expresa el La guerra nunca puede tener una moralidad en sí misma. En
ideal de caminar hacia la prohibición absoluta de la guerra 10 . este planteamiento se colocaba santo Tomás cuando se pregunta-
El Concilio ha puesto bien de relieve los horrores de la guerra, ba si la guerra es siempre pecado 14 y si alguna guerra es lícita.
pero ha decepcionado las esperanzas de muchos; la vía adoptada Por lo tanto, la mística bélica es inaceptable desde la moral; la
podría llamarse una vía "realista", con poca audacia evangélica, guerra nunca puede ser un ideal. Tampoco se puede sostener
con poca atención a la utopía cristiana en la construcción de una que la guerra sea un medio normal o neutro, un medio más
sociedad nueva; no se ha superado el planteamiento de la legítima de entre el arsenal de medios políticos para la solución de los
defensa, para algunos rechazable a nivel de Estados. conflictos.
La postura adoptada por el Concilio refleja un miedo a desen- La guerra va contra la lógica del amor y de la reconciliación
gancharse decididamente de la teoría clásica de la guerra justa, estimuladas por Cristo. Confía la justicia al dictado de la fuerza,
todavía muy defendida entre moralistas católicos. Según éstos, a la lotería de las armas y no a la razón.
"merecen mantenerse las intuiciones fundamentales y los princi-
pios esenciales de la doctrina teológica tradicional" 11 sobre la
12
guerra; sin embargo, ellos mismos están de acuerdo en que las Ib., 490-538; sobre el tema de la guerra y el armamento nuclear, cf. J. R. FLE-
conclusiones actuales sobre la moralidad de la guerra pueden ser CHA. Una bomba civilizada (la bomba de neutrones), en "Colligite", 23 (1977),
132-137; K. JASPERS. La bomba atómica y el futuro del hombre, Taurus, Madrid
distintas, a pesar de partir de los mismos principios; esto se debe- 19662; Le chrétien, /'atóme et la paix, Aubier-Montaigne, Paris 1967; A. MESSI-
ría, no a una pérdida de vigencia de los principios, sino a una NEO, Legittima difesa e arma nucleare, en "CivCatt", 116 (1965, II), 7-20; S. LE-
profunda transformación del hecho de la guerra en la actualidad. NER, // problema de/la guerra e de/la pace nell'era atómica, en "CivCatt", 131
Teniendo presentes los principios y conociendo las circunstancias (1980, II), 561-573; The Churches and Nuclear War, en "Origins", 9 (1979), 235-
256; OBISPOS DE HOLANDA. Les armes nucléaires, en "DocCath", 77 (1980), 94;
de la guerra en la sociedad de hoy, concluyen que la única guerra PABLO VI, Lettre de Paul VI au Patriarche de Moscou sur la bombe a neutrons et
que puede ser moralmente aceptable, y sólo en algunos casos, es le désarmement, en "DocCath", 75 (1978), 1061.
la defensiva; la ofensiva y la preventiva serían absolutamente ilíci- 13
Cf. F. BÓCKLE. La paz y la guerra modernas, en "Concilium", n. 15 (1966),
tas. En cuanto a la guerra defensiva atómica, en circunstancias de 133-144; C. A. J. VAN OUWERKERK.ÍV debate sobre la guerra moderna en Holanda
excepcional gravedad, ni el Concilio se atrevió a condenarla abso- y Francia, en "Concilium", n. 15 (1960, 126-132; "LetVie", n. 38 (1958), mono-
gráfico sobre La guerre; R. H. BAINTON, Actitudes cristianas ante la guerra y la
paz. Tecnos, Madrid 1963; J. P. LÓPEZ, Perspectivas éticas de la guerra actual,
10
Zyx, Madrid 1968; JUSTICIA Y PAZ. Le monde entre deux eres. Reflexión sur la
H. DE RIEDMATTHN, L'enseignement clu concite sur la guerre el la paix, en guerre et la paix dans le temps présent. en "DocCath", 77 (1980), 387-395; La
"Etudes", 324 (1966), 247-256; P. RAMSEY, The Vatican Council on Modern War, "Déclaration de Louvain", en "RevThLouv", 5 (1974), 133-144; J. R. CONNERY.
en "ThSt", 27 (1966), 179-203; T. URDÁNOZ, Pacifismo y guerra justa. Vitoria y el War, Consciente and the Lav; the State of Question, en "ThSt", 31 (1970), 288-
Vaticano II, en "EstFil", 16 (1967), 5-64; G. GAiA.Liceitá del/a guerra e del/e 300; J. B. HEHIR. Moral Doctrine on Modern Wars, en "Origins", 9 (1980), 675-
armi nucleari nei dibattiti del Concilio, en "RivIntFilDir", 42 (1965), 346-349. 680; R. A. MCCORMICK. Of Wars and Drafts. en "ThSt", 28 (1967), 785-796.
11
R. COSTE. Moral internacional, Herder, Barcelona 1967, 481. 14
5. Th., II-II, título' del art. 1 de la q. 40.
142 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR VIOLENCIA BÉLICA Y TERRORISTA 143
B) CARRERA DE ARMAMENTOS Y DESARME 15 • se opone al espíritu cristiano;
• es una locura, pues crea una especie de histeria colecti-
va y favorece un clima obsesivo de temor, un equilibrio del
1. Carrera de armamentos terror;
Bajo este epígrafe se abarcan diversos aspectos: el relativo al • es una contradicción: por una parte, se dice que las
armamento, los gastos militares, la investigación científica con armas tienen fines disuasorios; pero, por otra, se está dis-
fines bélicos y el comercio de armas. Para el año 1978, el conjun- puesto a utilizarlas.
to de estos gastos a nivel mundial se cifraron en unos 400.000
millones de dólares USA, gastos muy superiores a los dedicados a La situación de pretendida seguridad es condenable en nom-
educación y sanidad. El número de ingenios nucleares se calcula bre de la paz que no garantiza, en nombre de la moral natural y
en unos 60.000. del ideal evangélico.
La Iglesia se ha pronunciado repetidas veces sobre este mal de Dentro de la carrera de armamentos hay un aspecto que la
nuestra sociedad 16. El Vaticano II ha expresado un juicio muy Iglesia ha denunciado con frecuencia: el comercio de armas. Aun-
negativo: que el total de este comercio es reducido dentro del volumen glo-
"Por lo tanto, hay que declarar de nuevo: la carrera de ar- bal de gastos militares (en 1974 se cifraba en un 3 por 100), tiene
mamentos es una gravísima plaga de la humanidad y perjudica a una importancia creciente por varias razones: el crecimiento cons-
los pobres de un modo intolerable. Hay que temer seriamente tante del volumen general de este comercio y la calidad del mate-
que, si perdura, engendre todos los estragos funestos cuyos me- rial bélico. Las trabas puestas a la proliferación del armamento
dios ya prepara" (GS, 81). Para los diversos documentos que to- nuclear a países que no lo poseen son vistas con desconfianza por
man postura sobre esta plaga social, resulta que la carrera de estos últimos países, como un intento de las grandes potencias de
armamentos es: conservar una hegemonía política y económica. Este "comercio de
muerte" exacerba las guerras, aumenta el peligro de que los con-
• un robo o malversación de fondos. Se sustraen canti- flictos locales se extiendan y tiene una repercusión muy negativa en
dades fabulosas que debieran ir orientadas a cubrir las ne- la economía de los países en vías de desarrollo. No se justifica por
cesidades humanas de los países menos desarrollados y de las posibles consecuencias negativas sobre la economía y el empleo
las clases más pobres y marginadas dentro de las sociedades de los países vendedores, pues, con imaginación, sería posible una
ricas; es una esterilización de recursos; reconversión de toda la industria bélica en una pacífica 18.
Una acción contra el comercio de armas podría ser desarro-
• una especie de asesinato: "por su solo coste, las armas llada por la ONU, según el Consejo Británico de las Iglesias, por
matan a los pobres, haciéndoles morir de hambre" 17; dos procedimientos: el embargo y la información; hasta el mo-
• un escándalo a nivel mundial; mento, los resultados conseguidos por estos medios han sido más
bien escasos, pero todo paso positivo en este camino, aunque par-
• un peligro de acudir a la utilización de esos armamen- cial y restringido, merece ser reconocido y alentado 19.
tos tan destructores;
• una inversión, en cuanto que da primacía a la fuerza 2. Desarme
sobre el derecho;
• una ilusión, pues toda seguridad basada en las armas y Este problema no puede ser solucionado desde una considera-
no en el primado de la razón es frágil y ficticia; ción restrictiva, sino dentro de un contexto más amplio. Un des-

15 18
Cf. el artículo de M. GÓMEZ RÍOS, Carrera de armamentos y desarme, en Raport du Conseil Britannique des Eglises: La vente et la livraison darmes
"Moralia", 1 (1979), 71-79, con buena bibliografía de documentos eclesiales; conventionnelles, en "DocCath", 75 (1978), 269-276; L'Eglise d'Ángleterre dit non
PH. NOEL-BAKER, La carrera de armamentos, Tecnos, Madrid 1965. au silence sur les ventes d'armes britanniques, en "DocCath", 77 (1980), 346; Do-
16 cument sur le commerce des armes, Consejo Permanente del Episcopado francés y
Corsa agli armamenti e disarmo in recenti pronunciamenti della Chiesa, en
"AggSoc", 31 (1980), 81-102; GS, n, 81; Pacem in Terris, en AAS, 55 (1963), Consejo de la Federación Protestante de Francia, en "DocCath", 70 (1973), 423-
286-287. 426.
" Le Saint-Siége, et le désarmement general, en "DocCath", 73 (1976), 604. " Rapport... (n. 18), 271.
144 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR VIOLENCIA BÉLICA Y TERRORISTA 145
arme que implique la reducción de armamentos, o desarme mate- C) LA OBJECIÓN DE CONCIENCIA
rial, supone un "desarme espiritual", que comprende profundas
reformas en la opinión pública y en la mentalidad de los go- La objeción de conciencia "es el rechazo de una orden parti-
bernantes. cular, motivada por la coherencia con los propios y fundamenta-
Desde el punto de vista católico oficial20, el desarme está les principios, es decir, en razón de la conciencia"21. Hay que
sometido a ciertos criterios y a determinadas transformaciones o distinguir entre lo que podríamos llamar derecho moral a la obje-
procedimientos: ha de producir como resultado una seguridad, ción de conciencia, basado en la dignidad personal del ser huma-
por lo menos, igual a la actual; la reducción ha de ser paralela y no, y el derecho legal, esto es, el recogido en las legislaciones, y
simultánea, de común acuerdo, y ha de estar acompañado de que tiene por base una ley. Teóricamente, el derecho moral es
controles eficaces. más amplio; en su ámbito puede entrar toda ley humana, mien-
La razón de exigir estos criterios radica en el clima de descon- tras que el segundo es muy limitado, en el momento actual, a
fianza recíproca y en la concepción cerrada de la soberanía de los temas como el servicio de las armas o el aborto para el personal
estados. Algunos consideran estos criterios como demasiado "rea- médico. Además, el primero ha sido reconocido en algún grado
listas" y poco testimoniales desde un punto de vista profetice desde hace muchos siglos, mientras que el segundo pertenece a
Se deberían impulsar con más vigor acciones unilaterales que sir- nuestro tiempo. A su reconocimiento legal ha contribuido la con-
vieran para romper ese cerco de miedo, del que tan difícil resulta cienciación creciente sobre la dignidad de la persona y sus
evadirse. derechos.
Los Hechos de los Apóstoles reflejan bien la dimensión moral
El desarme, para ser efectivo, necesita la creación de organis- de la objeción de conciencia: "Y después de llamarlos, [les] orde-
mos eficientes de carácter supranacional y debe ir unido a un naron que de ninguna manera hablaran ni enseñaran [basándose]
desarrollo más justo y solidario. Implica igualmente una transfor- en el nombre de Jesús. Pero Pedro y Juan les respondieron así:
mación de las mentalidades, como acertadamente lo puso de re- "Juzgad si es justo ante Dios haceros más caso a vosotros que a
lieve el Vaticano II: El" (4,19). Y en el fondo, muchos mártires cristianos han sido
objetores de conciencia en su sentido más profundo. Igualmente
"Pues los que gobiernan a los pueblos, que son garantes sucede con quienes han preferido morir a renunciar a conviccio-
del bien común de la propia nación y, al mismo tiempo, nes personales de tipo filosófico o religioso o simplemente ético.
promotores del bien de todo el mundo, dependen enorme- La objeción de conciencia puede darse teóricamente ante cual-
mente de las opiniones y de los sentimientos de las multitu- quier orden humana y tiene también sitio dentro de la institución
des. De nada les sirve el trabajar en la construcción de la eclesial.
paz mientras los sentimientos de hostilidad, de menosprecio Los objetores de conciencia no forman un grupo homogéneo
y de desconfianza, los odios raciales y las ideologías obsti- si atendemos a las motivaciones que les sirven de inspiración.
nadas dividen a los hombres y los enfrentan entre sí. Es de Con frecuencia, la oposición tiene bases religosas, pero en nues-
suma urgencia proceder a una renovación en la educación tro mundo crece el número de puras motivaciones éticas. A veces,
de la mentalidad y a una nueva orientación en la opinión la oposición religiosa, como sucede en algunas sectas, es tan glo-
pública. Los que se entregan a la tarea de la educación, bal a la estructura social, que merecería el nombre de contesta-
principalmente de la juventud, o forman la opinión pública, ción sistemática más que el de objeción de conciencia. En el si-
tengan como gravísima obligación la preocupación de for- glo XX, a veces la objeción de conciencia parece ser un producto
mar las mentes de todos en nuevos sentimientos pacíficos. de la misma sociedad moderna, en razón del poder absorbente
Tenemos todos que cambiar nuestros corazones, con los que ésta despliega22.
ojos puestos en el orbe entero y en aquellos trabajos que Si atendemos a la expresión legal de la objeción de conciencia,
todos juntos podemos llevar a cabo para que nuestra gene- encontramos dos campos en los que aparece reconocida con ma-
ración mejore" (GS, 82).
21
G. DAVANZO, Objeción de conciencia, en DETM, 719-724.
22
20
Le Saint-Siége... (n. 17), 604-610; Déelaration des Evéquei de Belgique sur J. P. CATTKLAIN, La objeción de conciencia, Oikos-Tau, Vilassar de Mar
la paix et le desarmemenl, en "DocCath", 75 (1978), 523-526; Appel des Evéques 1973; J. JIMÉNEZ, La objeción de conciencia en España, Edicusa, Madrid 1973;
d'Angleterre et du Pays de Galles en faveur du désarmement, en "DocCath", 75 R. TABOADA VÁZQUEZ, La objeción de conciencia, Edica, Madrid 1979; L. PERE-
(1978), 186-187. ÑA VICENTE, ¿a objeción de conciencia en España, PPC, Madrid 1971.
146 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR VIOLENCIA BÉLICA Y TERRORISTA 147
yor claridad: el servicio de las armas y la realización de abortos chos de la conciencia personal. Del debate y del texto mismo se
por la clase médica. En los países que nunca han tenido servicio pueden sacar las indicaciones siguientes:
militar obligatorio —unos 60— y en los que lo han tenido y luego
lo han abolido —10—, no existe un estatuto del objetor de con- • El Concilio ha distinguido con cuidado el rechazo
ciencia. De los países con servicio obligatorio, unos 25 han legali- —solemnemente aprobado y recomendado— de obediencia
zado la objeción de conciencia. Suecia fue el primero en recono- ciega a las órdenes contrarias al derecho de gentes, y el 'de
cerla en 1902. En 1977, 7 de octubre, el Consejo de Europa emplear las armas': expresión con la que designa la obje-
aprobó unánimemente una resolución, indicando que deberían ción de conciencia en sentido corriente.
beneficiarse del estatuto legal de objetor de conciencia "las perso-
nas que, por motivos de conciencia o por razón de una convic- • Aunque no ha juzgado posible guardar silencio en esta
ción profunda de orden religioso, ético, moral, humanitario, fi- materia, se ha negado a zanjar la cuestión de la moralidad
losófico u otro de la misma naturaleza, se niegan a realizar el objetiva de la objeción de conciencia, así como de los moti-
servicio armado". vos invocados para limitarse al respeto de los derechos de
la conciencia.
• Ha preconizado positivamente un tratamiento "huma-
1. Actitud de la Iglesia no" de los objetores, sin precisar sus modalidades de apli-
cación, fuera de la alusión hecha a otra forma de servicio
En diversas ocasiones la Iglesia se ha manifestado sobre las social.
bases morales de la objeción de conciencia o sobre su reconoci- • Ha rechazado la presunción de inmadurez de juicio en
miento legal23. De entre ellas, vamos a analizar el contenido del la base de los objetores, teniendo cuidado, en cambio, en
texto del Vaticano II al respecto: "También parece razonable que prevenir las interpretaciones abusivas y afirmando la legiti-
las leyes tengan en cuenta, con sentido humano, el caso de los midad y el valor del 'servicio militar', en cuanto que contri-
que se niegan a tomar las armas por motivo de conciencia y acep- buye a la realización de la paz.
tan, al mismo tiempo, servir a la comunidad humana de otra
forma" (GS, 79).
En conclusión, la Comisión considera que sería equivocado el
Sobre el contenido real de este texto conciliar, los Obispos minimizar sea la misma existencia y el contenido de la declara-
belgas hacen un análisis detallado, basado en el mismo texto y en ción, sea los matices aportados por el documento. Igualmente,
el desarrollo de los debates conciliares. "Esta declaración ha de piensa que el Concilio no ha descartado, en relación con la acti-
ser interpretada a partir del debate sobre la condena de la guerra. tud de los objetores de conciencia, la posibilidad de un valor mo-
En las discusiones se afirmaron dos tendencias. Una, en razón de ral positivo" 24.
la crueldad de la guerra moderna, quería una declaración proféti-
ca que aprobara formalmente la objeción de conciencia. La se-
gunda, en nombre del realismo, quería, por el contrario, denun- 2. Aproximación moral
ciar la inmoralidad de la objeción de conciencia, por poner en
peligro la necesidad de una defensa legítima del Estado. Final-
mente, la proposición adoptada se limitó al respeto de los dere- Existe un derecho moral a poder disentir de las normas y ór-
denes provenientes de cualquier autoridad humana, y a poder ac-
tuar en consecuencia; este derecho supone la correspondiente
" Indico algunos textos eclesiales: Pío XII, en AAS, 46 (1954), 677; Populo- obligación de la sociedad a no poner trabas a ese disentimiento y
rum progressio, n. 74; GS, 79; Sínodo de los Obispos de 1971: "Es absolutamente a dar cauces legales para que la actuación del objetor sea recono-
necesario que los conflictos entre las naciones sean resueltos no con la guerra, cida y no penalizada. Sin embargo, en casos de conflicto entre la
sino que se hallen otros caminos más conformes con la naturaleza humana; que
se favorezca la estrategia de la no violencia, y que todas las naciones reconozcan conciencia personal y lo que se considera sinceramente como exi-
y regulen mediante leyes la objeción de conciencia"; OBISPOS ITALIANOS, L'obiezio- gencia de la sociedad, estos conflictos no encuentran una fácil
ne nasce dalla dignitá umana, en "MedMor", 28 (1978), 439-442; OBISPOS DE BIL- solución, respetuosa de los derechos de conciencia de todos. En
BAO, La objeción de conciencia no es un mal meramente tolerable, en "Ecclesia",
n. 1987 (1980), 22; OBISPOS BELGAS (Comisión doctrinal), L'objection de conscien-
ce, en "DocCath", 75 (1978), 996. 24
OBISPOS BELGAS, tf. c. (n. 23).
148 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR VIOLENCIA BÉLICA Y TERRORISTA 149
tales casos resulta necesario un análisis sereno de la realidad, miento de la dignidad de la conciencia sincera. El objetor relativi-
para ver si realmente existe un conflicto entre conciencia personal za los proyectos humanos, sin caer por ello necesariamente en la
y bien común; también se deben arbitrar procedimientos indepen- insolidaridad ni en el rechazo sistemático.
dientes para que se dé una solución lo más respetuosa posible 25 . En cuanto a los principios éticos que una ley reguladora de la
La base de este derecho moral a disentir no está en la verdad objeción de conciencia debiera recoger, los obispos de Bilbao se-
del objetor, sino en su conciencia sincera. El objetor no es infali- ñalan los siguientes:
ble ni tiene el privilegio de la verdad, no es un censor de "manos
puras" necesariamente. "No rara vez, sin embargo, ocurre que la • "La objeción de conciencia no es un mal meramente
conciencia yerra por ignorancia invencible, sin que ello suponga tolerable, sino una exigencia derivada del pleno respeto a la
la pérdida de su dignidad. Cosa que no puede afirmarse cuando conciencia individual.
el hombre se despreocupa de buscar la verdad y el bien, y la
conciencia se va progresivamente entenebreciendo por el hábito • El servicio civil que sustituya al servicio militar no
del pecado" (GS, 16). debe revestir ninguna característica que le convierta en un
La convicción de conciencia del objetor legitima su rechazo de castigo al objetor.
obedecer a una determinada ley, pero el objetor ha de tener • El objetor no debe ser privado de los derechos civiles
cuidado para no absolutizarse: ha de examinar si su decisión está
reconocidos a todos los ciudadanos.
bien fundada, y estar dispuesto a cambiar si aparecen razones
para ello; ha de dejarse interpelar por los demás en orden a los • La autenticidad de las convicciones internas que moti-
fundamentos y a la sinceridad de su postura. Un análisis de la ven la objeción de conciencia no debe ser objeto de escruti-
propia decisión ha de atender, entre otros, a los siguientes pun- nio alguno por parte de ninguna instancia externa" 26 .
tos: ver si responde a motivos de conciencia o bien a una actitud
de pasividad, a falta de solidaridad, a miedo, a presión de algu- Frente a estos cuatro principios yo estaría completamente de
nos grupos, a situaciones emocionales, a represalias contra la so- acuerdo con los tres primeros, sin ningún tipo de reservas. Pero el
ciedad por otras imposiciones venidas de ella; ha de verificar la cuarto creo que puede encerrar un concepto excesivamente indivi-
validez de los motivos de su postura; también se ha de examinar dualista de conciencia. El objetor de conciencia tiene la obliga-
por si en el fondo existe un concepto de libertad absoluta, que ción de abrirse a la interpelación de los demás. Una cosa es el
identifica conciencia personal con conciencia puramente indivi- escrutar la autenticidad de las motivaciones del objetor y otra
dual sin referencias a la comunidad. Lo que se pide al objetor y a muy distinta el carácter impositivo y poco respetuoso de las ins-
la sociedad en relación con él es ver sinceramente el significado tancias externas. Creo que la sociedad, no hablo de los meros
de la objeción en cada caso: ¿Es un servicio a la dignidad de la poderes del Estado, tiene derecho a interpelar a los objetores so-
persona, a la libertad, a la paz, o no? Un matiz de insolidaridad, bre sus motivaciones, pero siempre con sentido respetuoso. Qui-
de evasión de las responsabilidades sociales, descalifica moral- zás en el momento presente, en que la organización del Estado es
mente a un objetor. crecientemente invasora de la vida de las personas, puede haber
La objeción de conciencia tiene sus aspectos positivos para la motivos especiales para desconfiar de que las interpelaciones ex-
sociedad: si las actitudes conformistas le prestan un servicio, tam- ternas se conviertan de hecho en controles poco respetuosos de la
bién los objetores pueden prestarle una ayuda: son una invitación persona. A nivel legal podrían encontrarse arbitros neutrales no
a que la sociedad no se absolutice; indican que el consenso, la identificados con los poderes estatales.
mayoría, la legalidad, la soberanía nacional no tienen la última
palabra; en el fondo, son un reclamo constante a que la sociedad
se construya sobre bases éticas, una de las cuales es el reconoci-
D) EL TERRORISMO
25
G. ARIAS, La objeción de conciencia, en "IgVi", n. 69 (1977), 271-278;
J. BASELGA, La objeción de conciencia a las armas, en "RyF", 176 (1967), 209- El terrorismo, que aparece en nuestro mundo como una ame-
231; G. HIGUERA.Derecho a ser objetor de conciencia, en "SalT", 64 (1976), 551- naza irracional, era impensable hace pocos años. Los terroristas,
554; J. MALUQUER, La objeción de conciencia, en "RyF", 184 (1974), 225-230; que rechazan nuestra sociedad, son, sin embargo, fruto de ella.
M. A. DE PRADA, Objeción de conciencia, en "MisAb", 70 (1977), 101-106;
L. BABBINI, // Concilio Vaticano II e l'obiezione di coscienza, en "PalCler", 45
(1966), 649-650. OBISPOS DE BILBAO, d. c, (n. 23).
150 PRAXIS CRISTIANA -OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
VIOLENCIA BÉLICA Y TERRORISTA 151

¿Qué existe, pues, en nuestra sociedad de favorable a este recha- dio: así, un compromiso humanitario inicial se convierte en
zo? A veces los terroristas han recibido una educación cristiana o, agente de destrucción.
al menos, han estado en contacto con la concepción cristiana del • El rechazo radical de toda institución, concebida siem-
hombre. ¿Por qué el mensaje cristiano ha resultado ineficaz para pre como un freno al desarrollo personal.
ellos? Estos hechos y estos interrogantes, a que hacen referencia
los obispos alemanes 27 , sólo aluden a algunos de los muchos as- • Una nueva actitud ética, consistente en la crítica nega-
pectos de este fenómeno, tan complejo y de tan diferentes rostros, tiva permanente.
que constituye el terrorismo en nuestra sociedad. • Un concepto de libertad no sujeta a normas y carente
El terrorismo es variado en sus manifestaciones: homicidios, de límites.
atentados, secuestros de personas, lesiones, intimidaciones, tiros a
las piernas, impuesto revolucionario, etc. También en su legitima- • Un tipo de sociedad que no da respuesta a las necesi-
ción presenta imágenes muy diversas, pues acude a planteamien- dades fundamentales del hombre: una sociedad puramente
tos ideológicos y a situaciones reales: con reivindicaciones nacio- pragmática, cuyo símbolo más elocuente es el consumis-
nalistas, como respuesta a injusticias sociales, como método para mo, una sociedad que produce un sentimiento de vacío y de
derrocar un tipo de sociedad no satisfactorio, como reacción de absurdo, aun cuando la máquina funciona bien.
minorías que se sienten despreciadas, etc. Frente a este terrorismo
"privado" algunos mencionan un terrorismo "de Estado" allí Dentro del clima eclesial descubren también los obispos di-
donde otros prefieren hablar simplemente de violencia de Estado versos factores favorables al terrorismo. Vivencias deficientes de
u, otros aún, de perfecta legalidad. fe han podido servirle de caldo de cultivo. Los reduccionismos de
la fe, tanto de signo horizontalista como espiritualista, impiden
que el mensaje cristiano ejerza todo su poder de atracción y de
transformación de la sociedad.
1. Factores desencadenantes del terrorismo Desde una consideración más amplia del terrorismo se le
asignan raíces ideológicas, económico-sociales, psicológicas, his-
Los análisis en torno a cuanto causa o favorece el terrorismo tóricas, morales y religiosas. Entre estas últimas se señalan el
son muy diversos: algunos privilegian los factores ideológicos, vacío de valores y la profunda alteración de los "horizontes de
otros acentúan las situaciones de injusticia. Esta diversidad en el sentido"; en estas transformaciones corresponde una gran respon-
análisis refleja por sí sola la complejidad de este fenómeno y res- sabilidad a los agentes de socialización y de transmisión de valo-
ponde en muchos casos al tipo de terrorismo más próximo al que res: familia, escuela, mass media, iglesia; en la caída de ciertos
realiza el análisis. valores han pesado el ateísmo, el laicismo y la tecnocracia. Entre
Los obispos alemanes, fijándose más en el terrorismo que tie- los factores históricos de nuestro tiempo se alude a la imposibili-
nen en su país, apuntan a los siguientes factores: dad de la guerra por el riesgo de las armas nucleares: esa ausencia
de guerras haría como de acumulador de tensiones y violencias.
• Un ideal de sociedad justa e igualitaria, pero privado El análisis del psiquismo del terrorista ha llevado a algunos a
de vínculos trascendentes, accesible con las meras fuerzas descubrir en él el peso de una angustia depresiva, cuya superación
del hombre, cuya consecución sería lícita por cualquier rae- se intenta con la eliminación del antagonista 28 .
Es imposible una descripción homogénea y unívoca de un fe-
27
CONF. EP. ALEMANA, ¿De dónde procede el terrorismo?, en "Ecclesia", nómeno tan complejo, que remite no sólo a responsabilidades
n. 1891 (1978), 9-15; de entre la inmensa bibliografía dedicada a este tema, indi- personales, sino a todo un entramado social. Una valoración mo-
co algunos títulos: JUAN PABLO II, Es necesario poner un dique al terrorismo, en ral del terrorismo, para ser creíble, implica igualmente un juicio
"Ecclesia", n. 1979 (1980), 8-11; CONF. EP. ITALIANA. Ante el terrorismo, ¿qué sobre las situaciones personales y sociales que lo inspiran y ali-
debe pensar y hacer un cristiano?, en "Ecclesia", n. 1979 (1980), 12; G. MATTAI,
Riflessioni etiche e pastorali su violenza e terrorismo, en "AggSoc", 30 (1979), mentan. Además, cada tipo de terrorismo presenta matices que
449-466; N. BRIESKORN,¿C terrorisme 1968-1978, en "Projet", n. 138 (1979), 989- no pueden ser olvidados en un análisis circunstanciado. Aquí me
1001; A. CARUSO, L'ofensiva contro il terrorismo, en "CivCatt", 131 (1980, II), limito a unas consideraciones morales desde un punto de vista
384-394; Psicosociología del terrorismo, en "TribMed", n. 842 (1980), 20; El te- general.
rrorista ante la sociedad, en "RyF", 195 (1977), 236-238; Terrorismo ETA, en
"RyF", 199 (1979), 119-121; K. J. SCHIPPERGKS.BÉT Terrorismus ais Problem un-
28
serer Gesellsschafts, en "Die Neue Ordnung", 34 (1980), 161-171. Cf. G. MATTAI. fl: c. (n. 27).
152 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR VIOLENCIA BÉLICA Y TERRORISTA 153
En su visita a Turín en abril de 1980, Juan Pablo II expresaba ra incapaz de avanzar o cambiar si no es por procedimientos de
con claridad su rechazo del terrorismo: "Es necesario poner un una violencia extrema. Además de atacar el valor fundamental de
dique al terrorismo, el cual no duerme y ha hecho de esta ciudad la vida y la dignidad humana de múltiples formas, adopta actitu-
uno de sus puntos neurálgicos. Acaso los desequilibrios sociales y des de auténtico odio, no compaginable con las mínimas exigen-
otras motivaciones han podido permitir una mentalidad critica, cias de la caridad cristiana. Desde un punto de vista práctico,
tendiendo a hacer tabla rasa de todo con la esperanza de un futu- especialmente el terrorismo contra Estados organizados, retrasa
ro mejor, así se llama. Pero ¿qué futuro, qué futuro mejor puede las posibles soluciones.
construirse sobre el odio, el cual ferozmente se enfurece contra Muchas de estas acusaciones dirigidas contra el terrorismo se
los propios hermanos, qué mañana puede surgir de una última pueden aplicar también a situaciones no calificadas de terroristas;
playa de ruina y de muerte?" 29 pero ello no quita para que se censure con justicia esta plaga
social.
Pero toda condena moral es de una gran esterilidad si no se
imaginan y actúan fórmulas que ataquen las raíces del te-
2. Responsabilidades individuales rrorismo.
y condicionamientos sociales

No hay que exonerar completamente a los terroristas de toda


responsabilidad personal, ni en nombre de los complejos factores
que están en la base de su actitud, muchos de los cuales trascien-
den la esfera del individuo, ni en nombre de pretendidas concep-
ciones dogmáticamente sostenidas. De lo contrario, no dejaría-
mos espacio para la libertad humana, quedando el hombre re-
ducido a un mecanismo de reloj, que es la forma más radical de
negar la dignidad humana.
Pero sería una ingenuidad no tomar conciencia de lo que en
nuestra sociedad, sin llegar a legitimar la conducta del terrorista,
ayuda a explicarla.

El terrorismo merece una condena objetiva desde ángulos di-


versos. Suele conllevar una carga de dogmatismo que absolutiza
los propios puntos de vista, no concediendo racionabilidad algu-
na a otros proyectos. "La fe cristiana reconoce el valor autónomo
de los proyectos político-sociales y de las ideologías que los inspi-
ran; pero exige que se dejen purificar permanentemente por los
valores indeclinables de la honestidad, de la justicia y, en definiti-
va, del amor. Y es esa misma fe la que pide el clima de libertad
espiritual necesario para que públicamente pueda someterse a re-
visión lo que, por naturaleza, tiene que ser histórico, transitorio y
relativo" 30 .
El terrorismo suele cometer manipulaciones groseras de la
verdad, mutilando o falseando los hechos, silenciándolos u or-
questándolos según las propias conveniencias. En el fondo, tiene
una visión pesimista y anticristiana del hombre, como si éste fue-

29
JUAN PABLO II, d. c. (n. 27), 11.
30
Conversión cristiana y acción cívico-políticú. Carta Pastoral de los Obispos
de Pamplona y Tudela, Bilbao, San Sebastián y Vitoria, Cuaresma 1979.
CAPÍTULO VI

LA AGRESIÓN A LA NATURALEZA

A) LA PREOCUPACIÓN ECOLÓGICA

En la moral cristiana, hasta épocas muy recientes, no ha existi-


do una reflexión orgánica y consciente sobre este tema, porque,
tanto entre los cristianos como en la humanidad en general, ape-
nas existía conciencia de que se estuviera cometiendo abusos con
la naturaleza. Pero en el patrimonio cristiano, tanto en la Biblia
como en importantes corrientes dentro de las comunidades cris-
tianas a lo largo de la historia, contamos con apuntes significati-
vos para un enfoque adecuado; de él no se han de esperar solu-
ciones técnicas, sino un espíritu, un talante ante el hombre y ante
la naturaleza, y unas orientaciones éticas.
La preocupación por el medio ambiente ha crecido, aunque
de modo muy desigual, en nuestra sociedad. Los pueblos del Ter-
cer Mundo son, por lo general, menos sensibles a las amenazas
que pesan sobre nuestro planeta: esa falta de concienciación se
explica quizás por poseer otro estilo de vida o por la preocupa-
ción más urgente frente a necesidades básicas menos satisfechas.
Por esta última razón, puede explicarse también, en parte, la dife-
rencia de sensibilidad ante el problema ecológico dentro del mun-
do industrializado. En los países desarrollados las manifestacio-
nes del interés por este tema "de moda" son múltiples: la ecología
se introduce en los programas educativos a diversos niveles, es
objeto de investigaciones científicas, merece la atención de los
gobiernos y de los partidos políticos, incluso se han creado parti-
dos ecologistas. Repetidamente las Naciones Unidas han manifes-
tado su preocupación por esta cuestión '.

' P. LAÍN ENTRALGO, El conocimiento científico del medio ambiente, en "Ar-


bor", 102 (1979), 155-173; E. G. ESTÉBANKZ, Primer Congreso Internacional de
ecología humana, en "EstFil", 28 (1979), 151-160; "QüestViCrist", n. 83 (1976),
monográfico sobre Ecología; A. DE LORENZO, Protección del medio ambiente, en
"TribMed", n. 709 (1977), 17; E. POSADA RESTREPO,La enseñanza de la ecología
en las facultades de ingeniería, en "Universidad Pontificia Bolivariana", 34
(1977), 19-24; J. ROF CÁRBALLO, Tecnología y deterioro de la vida, en "Arbor",
156 PRAXIS CRISTIANA -OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
AGRESIÓN A LA NATURALEZA 157
La imagen del hombre como depredador de la naturaleza no
entender que la tecnología es un mal intrínseco, silenciando o
es nueva; ahora es más espectacular y se tiene mayor conciencia
negando su función humanizadora a veces.
de ello. Las intervenciones agresivas del hombre contra la natura-
leza vienen ya desde antiguo. Grandes adelantos de la humani-
dad, además de un evidente significado positivo para el hombre, • Providencialismo ciego. El mundo seguirá hacia adelante
han encerrado potenciales amenazas para la naturaleza, muchas porque Dios así lo quiere, independientemente de nuestros es-
veces convertidas en realidad. Mencionemos algunas: la utilización fuerzos.
del fuego, la caza, la pesca, la agricultura, el pastoreo, la minería,
el nomadismo, las grandes emigraciones, las civilizaciones fluvia- • Individualismo. A cada uno se le pide la responsabilidad
les, los asentamientos urbanos, etc. 2 Todo ello ha marcado gran- sobre sí mismo, dejando que los demás asuman su parte en su
des hitos en la evolución de la humanidad, pero al mismo tiempo propia esfera.
ha infligido heridas a la naturaleza.
En nuestro mundo, gracias al conocimiento científico, parti- • Etica del salvavidas. Las naciones ricas son equiparadas a
cularmente desde el siglo XVII y merced al desarrollo técnico que quienes están en una embarcación que ofrece suficientes garan-
inicia un despegue en el siglo xvm, las posibilidades de acción tías, mientras que las naciones pobres navegan en un bote que se
sobre y contra la naturaleza han aumentado de un modo antes va a pique. Se podría recoger en la embarcación segura a quienes
desconocido e insospechado. El desarrollo de la industria, la ur- se encuentran en peligro, pero es preferible dejarles naufragar an-
banización creciente, el desarrollo de los transportes, el creci- tes de poner en peligro la vida de todos en un bote repleto. Esta
miento demográfico, los movimientos de multitudes, etc., han es la solución de la insolidaridad: no se entiende que todos los
abierto muchas posibilidades humanas, pero también han demos- seres humanos formamos una unidad en la que no existen pasa-
trado lo vulnerable que es la naturaleza. jeros de primera y tercera clase.

• Evasión simplista. Consiste en atribuir la responsabilidad


3 del problema al comunismo o al capitalismo, o a cualquier otro
1. Respuestas falsas o deficientes ismo.

• Esperanza en la ciencia. Se piensa por parte de algunos • Desesperanza. La situación es tan grave que cualquier ac-
que la solución a este problema es tecnológico y que la ciencia ción resulta inútil. No nos queda sino esperar el fin.
encontrará el modo de darle satisfacción. Este optimismo tecno-
lógico no es compartido por amplios sectores, y con razón; el • Un problema ajeno, no nuestro. Algunos piensan que este
pasado no favorece una actitud así; además, la ciencia y la tecno- problema no les afecta. Quizás este modo de pensar pueda estar
logía no aclaran el interrogante acerca de los límites de la inter- más presente en algunos países del Tercer Mundo. Para ellos, el
vención del hombre sobre la naturaleza, ni proyectan luz en torno deterioro ecológico es una especie de bandera enarbolada para
al modo de conciliar los conflictos entre el valor intrínseco y el desalentar las exigencias de una mayor justicia social. Se preocu-
valor instrumental de la naturaleza. parán de este tema cuando se encuentren en él.

• Vuelta a la naturaleza. Esta petición de una total o muy


acusada desindustrialización y de una vuelta a una cultura rural 2. Indicaciones éticas
encierra dificultades prácticas enormes. Por encima de ello, da a
La primera exigencia de todo planteamiento ecologista es par-
100 (1978), 7-14; S. LAURENT.ÍÍ/ movimiento ecológico en Francia, en "Arbor", tir de una voluntad de verdad. A veces se tiene la impresión de
103 (1979), 367-374; O. VALLET. Emergente d'une écologie politique, en "Projet",
n. 148 (1980), 998-1002; D. NELKIN, Ecologists and the Public Interest, en "Hast- que la bandera ecologista, a pesar de sus apariencias humanita-
CentRep", 6 (1976), n. 1, 38-44. rias, esconde intereses partidistas: como si fuera una nueva for-
2
F. APPENDINO,Ecología, en DETM. 255-266, completado con F. APPENDINO- ma de colonización de los países ricos hacia los pobres, o un
P. CALDERÁN BELTRÁO, Ecología, en el Suplemento del mismo, 1314-1319. modo de querer acallar reivindicaciones justas de las clases menos
3
Humanity, Nature and God, en "Anticipation", n. 25 (1979), 22-23.
favorecidas. Esta preocupación sería un lujo de quienes tienen
158 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
AGRESIÓN A LA NATURALEZA 159
resueltas sus necesidades básicas. En ocasiones, los caracteres
dramáticos con que se dibuja el problema y que producen una común no está suficientemente garantizada. En los niveles en que
notable carga de miedo y de angustia parecen artificialmente se toman suele haber una representación excesiva de los sectores
exagerados. Por ello se hace particularmente necesario un análisis económicos y muy escasa de otros sectores con una visión más
lo más ajustado posible a la realidad: dimensiones y gravedad del global del bienestar humano.
problema, factores desencadenantes, remedios, etc. La solución del problema de las agresiones a la naturaleza a
El hombre tiene derecho a una acción sobre la naturaleza o, través de una drástica limitación del crecimiento demográfico o
dicho de otro modo, la naturaleza no puede pretender una into- de un desarrollo técnico creciente no indican al parecer el buen
cabilidad absoluta frente al hombre; de lo contrario, caeríamos camino a seguir, si se entienden como las medidas fundamentales.
en una postura sacral, que resultaría un anacronismo evidente. La limitación del crecimiento demográfico aparece como una ne-
Da lo mismo que esta postura tenga una pretendida cobertura cesidad razonablemente fundada, pero la experiencia nos dice
religiosa o secularizada, científica o romántica. La imagen de un cómo la mera reducción numérica no coincide con la reducción
hombre desarmado, pasivo ante la naturaleza, es una ilusión de necesidades. Aun con un cierto estancamiento en la población,
ingenua 4 . podemos asistir a una inflación artificial de necesidades, como lo
La responsabilidad del hombre sobre la naturaleza es insepa- prueba nuestra sociedad de consumo. Por eso, desde esta medida,
rable de la responsabilidad sobre sí mismo. La naturaleza no tie- no se ve una radical modificación de las agresiones a la naturale-
ne un carácter puramente instrumental, sino que el hombre forma za. Por su parte, el desarrollo tecnológico puede ayudar a resolver
parte de ella. El problema ecológico ha de ser visto en Una pers- muchos de los problemas debidos a una evolución anárquica;
pectiva solidaria, en un doble sentido: con todos los seres huma- pero quizás crea tantos o más problemas de los que resuelve, a
nos actuales y con las generaciones futuras. El tema de la solida- pesar de los correctivos impuestos.
ridad con los hombres del futuro ha sido todavía poco estudiado, Las soluciones técnicas dejan bien al descubierto sus limita-
tanto en su fundamentación como en los límites y sacrificios que ciones a la hora de acabar con los abusos contra la naturaleza, o
desde ahí surgen para los actuales habitantes de la tierra; pero de reducirlos notablemente. Una solución eficaz y sustancial al
estos puntos, necesitados de estudio, no oscurecen el deber de problema ecológico parece impensable sin una reconversión an-
una actitud solidaria. Desde una perspectiva cristiana, un egoís- tropológica. Mientras concibamos el progreso humano ante todo
mo generacional es tan condenable como un egoísmo individual. con medidas cuantitativas, en vez de en términos de libertad, con-
Además de estos principios generales, el respeto a la naturale- ciencia, solidaridad, dejamos sin tocar uno de los hilos más im-
za impone una serie de medidas concretas 5 sobre los recursos portantes en esta compleja cuestión. El ideal de bienestar humano
renovables, los no renovables, sobre las sustancias tóxicas, la libe- concebido como abundancia de bienes y como satisfacción de cual-
ración de calor, los ingenios nucleares, etc. Dentro del proceso de quier clase de necesidades, sin distinguir su relación con el ser del
decisiones en esta materia, frecuentemente la protección del bien hombre, es tiránico con el mismo hombre y con la naturaleza. El
ecologismo que no cuestione radicalmente esta sociedad del bien-
4
J. ALEKSANDROWICZ, La crisis ecológica como crisis ética, en "FolHum", 17 estar material, que da tanta importancia a la posesión de bienes,
(1979), 109-115; A. BEAUCHAMP, Réflexions théologiques a propos d'une éthique de será un ecologismo superficial, condenado a medidas muy pobres
l'environnement, en "ScetEsp", 32 (1980), 217-233; E. BONÉ, Pour une théologie de y muy efímeras. No se trata de volver a un ascetismo, semejante
l'environnement, en "RevThLouv", 2 (1971), 145-165; Le prob/éme de l'environne- al ascetismo tradicional cristiano, tan cargado de ambigüedades
ment, en "RevThLouv", 3 (1972), 311-326; G. ALESSANDRI, Tute/a e valorizzazio-
ne dei beni ambientan, en "CivCatt", 130 (1979, II), 157-163; R. HEEGER, Oekolo- con bastante frecuencia. La naturaleza se verá muy amenazada
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G. MATTAI. Problemi ecologici e bioelici a confronto con l'esigenza di un nuovo encuentra resistencias muy marcadas en ambientes cristianos y no
modello di sviluppo, en "RivTeolMor", 9 (1977), 573-604; R. A. MCCORMICK, 7o- cristianos.
wards an Ethies of Ecology, en "ThSt", 32 (1971), 97-107; G. SIEGWALT, Éco/ogie
el théologie, en "RevHistPhilRel", 54 (1974), 341-365; 507-521; numerosos ar-
tículos en la revista "EnvirEth".
5
ONU, Declaración sobre el medio humano, E^tocolmo 5-16 de junio de 3. El cristianismo y la crisis ecológica
1972, cuyo texto puede verse en M. VIDAL,Moral de actitudes, III, Perpetuo So-
corro, Madrid 19802, 460-465. Se acude a las religiones, y especialmente a la religión cristia-
na, con dos actitudes completamente distintas; unos piden a las
160 PRAXIS CRISTI ANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR AGRESIÓN A LA NATURALEZA J^í

religiones un nuevo espíritu, una nueva ética para ayudar a ins- recer una visión respetuosa de la naturaleza. Con relación al Antí'
taurar unas relaciones menos hostiles entre el hombre y la natura- guo Testamento se ha querido ver apoyadas en él actitudes com*7
leza; otros acumulan las críticas contra la religión cristiana, como la conservación del suelo (Lev 25,2-5), el trato humano a los ani'
si ésta fuera la gran responsable de la explotación de la naturale- males (Ex 23,12), el respeto a los árboles (Dt 20,19-20). Igualmente
za cometida sobre todo por el hombre moderno. se mencionan los salmos 19, 104, etc.
L. White, en la década de los sesenta, formuló ya esta tesis,
que se ha ido repitiendo sin demasiado sentido crítico 6 . La tradi- Ofrezco un resumen de las principales indicaciones que, en
ción judío-cristiana sería la responsable de la presente crisis eco- orden a la práctica, surgen de la enseñanza bíblica sobre la na-
lógica, por un doble motivo: primero, por su ideal natalista, que turaleza 9 :
absolutiza el "creced y multiplicaos" sin tener en cuenta los con-
textos reales; segundo, por su concepción de la relación entre el
• Para los escritores bíblicos, los factores determinantes
hombre y la naturaleza. No voy a extenderme en el primer moti- en una reflexión sobre la naturaleza, como sobre cualquier
vo, pues la Iglesia, a pesar de su secreta predilección por las fami- otro tema, son los derechos y el poder de Dios.
lias numerosas, aunque cada vez menos acentuada, repetidamente
ha afirmado su atención prioritaria a la paternidad responsa- • A la sombra de este señorío absoluto de Dios, el hom-
ble más que a la pura dimensión numérica 7 . bre ha sido hecho partícipe de un control sobre la naturale-
En cuanto a la relación hombre-naturaleza según la concepción za, pero siempre sometido a Dios y con un espíritu de res-
cristiana, los críticos subrayan algunos aspectos que consideran peto y de responsabilidad.
determinantes en la evolución del trato dado a la naturaleza. El
• El poder del hombre sobre la naturaleza es posible
Génesis nos describe de tal forma el origen del mundo que la
precisamente por la existencia de un Dios, Supremo Señor
naturaleza queda desacralizada, privada de su carácter divino o
y trascendente al mundo. Gracias a esta desacralización la
cuasi-divino que se le reconoce en otras tradiciones religiosas.
naturaleza no es ni divina ni demoníaca, y el hombre puede
Además, el hombre aparece en una postura arrogante, como el rey
servirse de ella de una manera racional y responsable.
y el centro de la creación: "Procread y multiplicaos y henchid la
tierra y sojuzgadla, y dominad en los peces del mar, y en las aves • Sin embargo, no se ha de valorar a la naturaleza en
del cielo y en todo animal que bulle sobre la tierra" (Gen 1,28). meros términos de necesidades e intereses del hombre. La
Es evidente que si comparamos esta concepción judío-cristiana naturaleza está para servir al hombre en el camino de la
con las de otras religiones que acentúan la continuidad del hombre "sabiduría", terreno inaccesible a la pura tecnología.
con la naturaleza y que imponen una visión sacral de ella, nuestra
• La naturaleza es una revelación de Dios, de su bondad
tradición aparece como potencialmente agresiva, al menos. Pero se
y de su sabiduría; pero la naturaleza no es perfecta. Tam-
ha de evitar una presentación unilateral. "Existe sin duda una
bién en ella queda, como en el hombre, una tarea por reali-
esquematización exagerada en la tesis de L. White, pero ¿quién
zar para que la salvación de Dios se haga presente en ella
puede atreverse a decir que no contiene un elemento de verdad?" 8.
del mejor modo posible, y esto es responsabilidad del
En el mismo Génesis, al lado de la tesis del dominio sobre la hombre.
naturaleza, podríamos ver otra más suave, la tesis de la mera
administración: "Así pues, tomó Yahveh Elohim al hombre y le
instaló en el vergel del Edén, para que lo cultivara y guardara" Dentro de la tradición cristiana ha crecido el franciscanismo,
(Gen 2,15). Esta visión, más que antropocéntrica, sería teocéntri- que ha optado por afirmar la proximidad familiar entre el hom-
ca. Con la buena intención de contrarrestar las críticas se han bre y la naturaleza: en vez de ser el hombre el rey de la creación,
subrayado los aspectos que dentro del cristianismo podrían favo- es el hermano del sol y de la luna. Una corriente contemplativa

6 9
L. WHITE.Histórica! Rools of Our Ecology Crisis, en "Science", 155 (1967), Humanity, Nalure and God, en "Anticipation", n. 25 (1979), 31-32. Ct. tam-
1203-1207. bién CH. BIRCH, The Organic Image of Nature, Humanity and God, en "Anticipa-
7 tion", n. 25 (1979), 52-57; Statement "Christian Hope and ihe Natural Sciences",
La exposición sobre la paternidad responsable puede verse en este mismo
volumen, parte segunda, cap. VIII, pág. 425. en "Anticipation", n. 25 (1979), 75-78; KL. KOCH. The Oíd Teslament View of
8 Nature, en "Anticipation", n. 25 (1979), 47-52; P. GREGORIOS.^/; Easlern Ortho-
E. BoNÉ.Powr una ihéologie de l'environnement, en "RevThLouv", 2 (1971),
162. dox Perspetive of Nalure; Man and God, en "Anticipation", n. 25 (1979), 64-68.
162 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR AGRESIÓN A LA NATURALEZA 163
que ha prestado gran atención a la naturaleza como trampolín En estas breves páginas no voy a detenerme en los aspectos
hacia Dios es otro testigo de que la actitud devastadora no es lá técnicos del problema, aunque, como es obvio, esa dimensión ha
que mejor representa la tradición cristiana. La escatología, que de estar presente y ser tenida en cuenta para una valoración críti-
relativiza todo lo de este mundo, relativiza igualmente el progreso ca y al servicio del hombre". Intento una postura de discerni-
tecnológico. Los pueblos con patrimonio judío-cristiano han sido miento frente a rechazos emocionales e interesados y frente a ad-
también los primeros en preocuparse por elaborar una ética de la hesiones acríticas, más presididas por objetivos económicos y
naturaleza que esté lejos tanto de una acción arbitraria como de políticos.
una sacralización 10. Quizás en este campo de un modo particular tenga vigencia lo
Sin negar, como antes se dijo, la existencia dentro del mundo que podríamos llamar una ética del riesgo. Este tiene su puesto en
judío-cristiano de gérmenes favorables a una actitud avasalladora la vida de las personas y de las colectividades humanas; la seguri-
del hombre sobre la naturaleza, sería injusto cargar la responsabi- dad total es un mito paralizante; incluso hemos de decir que el
lidad mayor de la crisis ecológica al cristianismo en cuanto tal. riesgo es a veces una necesidad ética. Pero no todo riesgo es acep-
El abuso de la naturaleza ha sido, en parte, resultado del des- table desde un punto de vista moral.
conocimiento de su impacto sobre el hombre. Los precursores
más efectivos de la manipulación de la naturaleza han sido el
racionalismo científico, el desarrollo tecnológico dentro de una 1. Riesgos de la energía nuclear12
antropología liberal de signo económico, sin sensibilidad social ni
para el hombre ni para con la naturaleza.
La identificación de los riesgos de la energía nuclear no es una
tarea fácil, pero su dificultad no legitima el cruzarnos de brazos
ante ella como ante un objetivo imposible. Los efectos sobre el
B) ENERGÍA NUCLEAR medio ambiente son más fácilmente identificables que su impacto
en el estilo de vida. Además, se comprende que los riesgos más
Dentro del tema general de la ecología, quizás merezca una estudiados, aun siendo menos importantes, aparezcan a la sensi-
reflexión más concreta el tema de la energía nuclear, que, por bilidad como los más peligrosos.
otra parte, desborda en algunos aspectos el objeto de este ca- El primer peligro es el de las radiaciones para las generaciones
pítulo. actuales o para las futuras. Estas radiaciones pueden producir la
Hoy asistimos a contestaciones violentas contra la energía nu- muerte cuando se reciben en dosis elevadas; en cantidades más
clear, incluso la destinada a usos pacíficos. En cierto modo, pare- pequeñas producen efectos negativos somáticos retardados; por
ce que esta vertiente de la energía nuclear suscita un eco más ejemplo: leucemia, cáncer y daños genéticos, es decir, cambios
fuerte en algunos sectores humanos que su posible utilización genéticos que, transmitidos a los descendientes, dan lugar a un
para fines armamentistas y bélicos. No voy a analizar aquí las aumento de rasgos nocivos para la especie. Si las radiaciones yo-
razones de esta actitud, que a primera vista puede parecer para- nizantes son una realidad natural, que varía con la altura y la
dójica. Por otra parte, por tratarse de un tema de particular signi-
ficado para la humanidad actual y futura, hemos de buscar el " PH. BEAULIEU. Etats-Unis, enfin un debut de politique énergélique, en "Pro-
máximo de racionalidad humana desde una perspectiva global. jet", n. 131 (1979), 99-103; A. ECHÁNOVE.Las carencias energéticas de la comuni-
Enfocarlo con una actitud fundamentalmente emocional, o desde dad europea, en "RyF", 199 (1979), 503-508; The Energy Debate, en "Anticipa-
ron", n. 26 (1979), 32-80; M. G AIA, // problema dell'energía-Aspetli tecnia, en
intereses políticos o económicos partidistas, fácilmente degenera "AggSoc", 29 (1978), 263-272; J. GRITTI, Images du nucléaire dans ¡'opinión publi-
en decisiones unilaterales y arriesgadas. Pero no podemos ignorar que: atientes vis-á-vis du médecin, en "MedHom", n. 116 (1979), 36-39; Mieux
que, en realidad, el cuestionamiento de la energía nuclear tiene a comprendre les réatités nucléaires, en "Projet", n. 121 (1978), 7-44; F. LOMBARDI.
veces un valor simbólico que trasciende los términos más inme- Lo sviluppo dell'energia nucleare. I. Problemi ambientali e sanitari, en "CivCatt",
diatos de la cuestión: viene a plantear una especie de juicio a un 127 (1977, I), 115-131; //. Problemi economici e politici, en "CivCatt", 127 (1977,
II), 31-47; L. PEREÑA, Polémica europea sobre la energía nuclear, en "Arbor", 99
tipo de sociedad. No es justo ignorar esta interpelación, que algu- (1978), 527-529.
nos grupos dirigen a toda la sociedad. 12
J. GARCÍA PÉREZ,La energía nuclear: ¿un riesgo inevitable?, en "RyF", 199
(1979), 628-638; G. VOLTA,// rischio dell'energia nucleare, en "AggSoc", 30
(1979), 721-735; L. FAILLA,// "rischio nucleare": problema morale?, en "RivTeol-
10
Science, Ecology and Theology in Easl European Perspeclive, en "Anticipa- Mor", 11 (1979), 25-39; S. VIGNES-J. C. NENOT.DW risque presenté par les centra-
don", n. 26 (1979), 5-23. les nucléaires, en "MedHom", n. 116 (1979), 22, 35.
164 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
AGRESIÓN A LA NATURALEZA 165

posición geográfica, la industria nuclear produce un riesgo artifi- nuclear, se puede contar con una base adecuada para una deci-
cial y adicional de tales radiaciones. Este riesgo se hace presente sión éticamente aceptable. Ya antes se ha aludido a las dificulta-
de modo diverso en todos los estadios de la industria nuclear. La des con que se tropieza en esta tarea, pero, a pesar de todo, es
extracción de los materiales libera en la atmósfera y en la superfi- una exigencia a la que no se puede renunciar. En este sentido,
cie terrestre una cierta cantidad de material radiactivo, antes cau- todos, los partidarios y los enemigos de la energía nuclear, están
tivo en los yacimientos. En los estadios sucesivos la liberación de llamados a abdicar de posturas fanáticas y parciales. Sólo desde
radiactividad en la práctica es únicamente el resultado de emisio- una consideración de pros y contras en una perspectiva global,
nes accidentales. Este peligro ulterior está en relación con las ga- tanto para la humanidad actual como para las generaciones futu-
rantías tomadas para que tales accidentes no se produzcan. Por lo ras, se puede pretender llegar a juicios verdaderamente éticos.
tanto, no ha de ser valorado en abstracto, sino en concreto. Ahora bien, en este campo, la acumulación de intereses eco-
Además de a este riesgo, el más fácil de identificar y de mayor nómicos, la presencia de objetivos políticos y la fuerza de actitu-
eco en la sensibilidad de nuestro tiempo, grupos minoritarios des emocionales cierran muchas puertas a una deseable y posible
apuntan a otros peligros de la tecnología y de la energía nuclea- objetividad.
res. La sociedad puede verse orientada hacia estructuras organi-
zativas de tipo autoritario. Caracterizándose la energía nuclear • Necesidad de un debate público abierto. Sólo de esta forma
por una alta concentración tecnológica y de capitales, parece re- pueden evitarse en algún modo las medidas unilaterales y parcial-
clamar un poder de decisión de naturaleza rígida para que su mente interesadas. En este campo existe un grave riesgo de que
gestión sea más eficaz. las decisiones respondan a criterios puramente económicos y co-
Otro riesgo consiste en que la tecnología nuclear para usos merciales, y a objetivos de corto plazo. Una discusión pública
pacíficos puede degenerar en una carrera de armamentos de tipo ayudará a evitar o mitigar la confusión actual sobre el tema. Los
nuclear, a pesar de las medidas que se toman. En realidad, es partidarios de la energía nuclear ensalzan sus ventajas y minimi-
muy difícil disponer de una tecnología nuclear pacífica que no zan los problemas, todavía no resueltos. Los críticos de este tipo
incluya la posibilidad de una fabricación de armamento nuclear. de energía frecuentemente ignoran los costes sociales de las otras
Las iniciativas tomadas para evitar este paso no son muy efi- fuentes de energía más importantes y son a veces víctimas de un
cientes. perfeccionismo irreal, al exigir prácticamente una seguridad abso-
luta, imposible a las fuerzas humanas.

2. Orientaciones éticas u • Participación en las decisiones. Frecuentemente, decisiones


tan importantes quedan reservadas a grupos de técnicos y econo-
mistas, sin que otros sectores e intereses de la sociedad estén sufi-
Este puede ser uno de los terrenos en los que más vivamente cientemente representados.
se siente la incapacidad de soluciones adecuadas en un plano hu-
mano global, desde planteamientos puramente científicos o técni-
cos. Cuanto mayores son las amenazas que el poder técnico pue- • Solidaridad. La cual se ha de entender en una doble direc-
de suscitar, aparece más relevante el papel de la reflexión moral. ción: hacia la humanidad actual y hacia las generaciones futuras.
Desde aquí se van a señalar algunas exigencias. En relación con la humanidad actual han de valorarse no
sólo los riesgos y ventajas, sino también las personas o las colecti-
vidades sobre las que recaen ventajas e inconvenientes, de modo
• Amor a la verdad. Sólo partiendo de una cuantificación, en
que se eviten situaciones discriminatorias. A este respecto es ne-
la medida de lo posible, de las ventajas y desventajas de la energía
cesario aludir al monopolio nuclear de algunos países. "Política y
15
moralmente, es difícil contestar a los países carentes de tecnología
P. ABRF.CHT. The Churches and the Nuclear Energy Debate, en "EcclRev", nuclear el derecho a adquirirla, por temor a que la utilicen para
30 (1978), 220-230; CONSEJO NACIONAL DE LAS IGLESIAS USA, The Energy Crisis:
Ethical Implications, en "Origins", 9 (1979), 17-21; L. FAILLA, a. c. (n.^12); producir armamentos. La proposición según la cual el empleo de
FEDERACIÓN PROTESTANTE DE FRANCIA, La question nucléaire, en "DocCath", 75 la técnica nuclear sería para siempre un derecho limitado, dado a
(1978), 434-437; S. GOULD. Nuclear Power, en "CathMedQuart", 31 (1980), 86- las naciones nucleares según reglas fijadas para interés propio, es
94; F. LOMBARDI, Energía nucleare problema morale. I. Potere tecnológico e res- inaceptable. De ahí resultaría una situación intolerable para mu-
ponsabilitá, en "CivCatt", 129 (1978, I), 220-229; //. Rischi, alternative, qualita chos países en vías de desarrollo, que quieren disfrutar de los
delta vita, en "CivCatt", 129 (1978, I), 427-440.
166 PRAXIS CRISTIANA -OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR AGRESIÓN A LA NATURALEZA 167
beneficios del uso pacífico de la energía nuclear y liberarse del y cautela al decidir sobre su uso. Cuanto mayor sea el riesgo,
dominio tecnológico de los países industrializados" 14. menos estará justificado moralmente su uso.
Los posibles riesgos para las generaciones futuras sólo ten-
drán una consideración adecuada desde una justicia intergenera- 2. Las necesidades de supervivencia de quienes están por de-
cional. Si, por una parte, nuestra sensibilidad hacia esta exigencia bajo de un nivel de vida material ínfimo han de encontrar res-
ética se ha visto reforzada al tomar conciencia de las consecuen- puesta antes que las necesidades de quienes están por encima de
cias a largo plazo de nuestras decisiones en este terreno, por otra, ese nivel. Dependiendo la supervivencia de la energía, ésta debe
existe el peligro de una mirada a lo inmediato. La aceleración in- distribuirse de modo que garantice una alimentación, salud y vi-
troducida en la historia gracias a los avances científicos y técni- vienda adecuadas, así como aire puro y agua para todos.
cos puede producir un cierto desinterés hacia el futuro, en la 3. En el proceso de elaborar las decisiones se ha de escuchar
confianza de que la ciencia y la técnica resolverán los problemas la opinión de quienes se vean afectados por una acción particular.
y contradicciones que ellas mismas generan. Este optimismo, con
grandes dosis de ingenuidad e inconsciencia, puede suponer gra- 4. Se ha de tener presente el efecto sobre las generaciones
ves hipotecas para las generaciones futuras. Los puntos más con- futuras de las decisiones tomadas en la actualidad.
cretos a tener presentes dentro de esta justicia intergeneracional
son el posible daño genético a los habitantes futuros de la tierra 5. Los beneficiarios de las decisiones en materia de energía
y la contaminación debida a las escorias radiactivas, que, al pare- deberán correr con sus costes en la medida de lo posible.
cer, conservan su poder contaminante durante cientos de miles de
6. Independientemente de su tamaño o de su influjo político,
años. Tampoco podemos desentendernos de la situación en que
todos los países deben tener acceso a una participación plena y
podamos colocar a las generaciones futuras en cuanto a la escasez
de energía. responsable en las decisiones sobre investigación y política que
afectan a su futuro energético.
• Valoración de las diversas alternativas. "El confrontar los 7. Junto con los factores técnicos y económicos se ha de
argumentos a favor y en contra del recurso a la energía nuclear prestar atención a la calidad de vida —dignidad humana, empleo,
permite llegar a la siguiente conclusión: Si por no acudir al recur- cohesión de la comunidad, religión" i6.
so de la energía nuclear no se garantizara el aprovisionamiento
vital de energía y se temiera un grave daño para la vida individual El mismo documento indica con brevedad una serie de crite-
y social, entonces, a pesar de los riesgos, el recurso a la energía rios, que servirán para evaluar las diversas tecnologías y así llegar
nuclear sería lícito, una vez tomadas las mejores medidas posibles a decisiones más humanas. No existe ninguna tecnología ideal; se
de seguridad. Pero si, por el contrario, la temida carencia de ener- ha de aspirar a que la tecnología reúna las siguientes cualidades:
gía se puede evitar gracias al ahorro, a un uso más racional de la que sea segura de acuerdo con las posibilidades humanas y con el
energía, a un recurso más intenso a fuentes renovables de energía riesgo implicado; no se ha de pedir, por lo tanto, una seguridad
o de cualquier otro modo admisible, el desarrollo de la energía infalible, sino flexible, que permita cambios y hacer frente a peli-
nuclear con sus riesgos no sería aceptable" 15. gros inesperados; no destructora de otras necesidades vitales; aho-
rradora de energía, utilizando fuentes renovables; capaz de hacer
El Consejo Nacional de las Iglesias de Estados Unidos ha se- frente a emergencias y situaciones difíciles; justa; comprensible en
ñalado recientemente unas indicaciones para respetar la justicia orden a la mejor participación de los ciudadanos en las decisio-
ecológica en la elaboración de decisiones sobre la energía: nes; pacífica; generadora de empleo; pluralista, que permita di-
versidad de opciones, estilos de vida, etc.; adecuada a las necesida-
des en que se ha de emplear; estética17.
1. "Si el uso de una tecnología plantea un riesgo de daño
global irreversible, se habrá de proceder con una gran prudencia
Todo lo dicho anteriormente tiene su sentido, pero no pode-
14
mos olvidar que una opción en relación con la energía nuclear
L'accueil de l'énergie nucléaire par ¡'opinión publique. Considéralions éthi-
ques (Documento del Consejo Ecuménico de las Iglesias), n. 4.3.
15
Documento del Episcopado Alemán, en "Herder Korrespondenz" (1977), 16
CONSEJO NACIONAL..., d. c. (n. 13), 19-20.
n. 11, 574. 17
Ib.. 20.
168 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR

forma parte de una opción más amplia a favor de un estilo de


vida, de un tipo de sociedad 18. Desde aquí es inevitable, para un
enfoque global del problema energético, el interpelarnos sobre
nuestra imagen de sociedad. "El actual modelo de desarrollo ha
de considerarse inmoral por ir unido al provecho económico, a la
mercantilización, a la lógica de tener siempre más; está dominado
por la religión de la eficiencia, de la productividad, del consumo, NOTA INTRODUCTORIA
e idolatra al gigantismo; está fundado en el saqueo del Tercer A LOS CAPÍTULOS VII-XII
Mundo y en las desigualdades internacionales; pone su confianza
en la destrucción nuclear; es antidemocrático, pues conduce al
fascismo tecnocrático y tiende a excluir posibilidades reales de Durante muchos siglos la ética cristiana, en relación con la
igualdad y participación; finalmente, es despótico frente a la na- salud y la enfermedad, ha ofrecido puntos aislados, alusiones
turaleza y destroza los equilibrios ecológicos y biológicos" ". fragmentarias y esporádicas; faltaba un tratamiento orgánico del
Aunque no se llegue a compartir un juicio tan severamente críti- tema. La escasez de reflexión sobre este punto es perfectamente
co, no podemos dejar de interrogarnos sobre el sentido de nues- comprensible si tenemos presente el estado de la medicina du-
tro modelo de sociedad a la hora de una decisión coherente sobre rante tantos siglos. Sus posibilidades eran muy reducidas y, ade-
la energía nuclear. más, estaban al acceso únicamente de pocos individuos; la pobre-
za radical vetaba a la gran masa el disfrute de los escasos logros
de la medicina.
Sin embargo, la preocupación por el enfermo grave se ha re-
flejado tanto en las obras de medicina de inspiración cristiana
como en las obras de carácter espiritual (recordemos las Ars mo-
riendi) y en los tratados de pastoral. Pero en estos casos la aten-
ción se concentraba en la actitud resignada del enfermo y en la
recepción de los sacramentos (Penitencia, Unción de los Enfer-
mos, Eucaristía). Aquí podemos encontrar un ethos ante la enfer-
medad, pero no desarrollos concretos de tipo moral.
Más tarde, la ética de la salud y de la enfermedad se hizo
acreedora a un tratamiento amplio y autónomo, pero siempre
desde una perspectiva limitada; ha sido una ética profesional. Es
lógico que, en un mundo en que la salud y la enfermedad estaban
monopolizadas por el cuerpo médico, se abordara la moral desde
ese ángulo. La perspectiva era individual, fundamentalmente de
relaciones entre el médico y su cliente; un sometimiento al tamiz
de la ética de los presupuestos y estructuras del mundo de la
salud no se ha iniciado hasta muy recientemente. Dentro de esta
óptica se comprende que se hayan favorecido y desarrollado los
derechos del médico, aunque tampoco se han silenciado sus obli-
gaciones, pero éstas no aparecían como derechos del enfermo,
que en gran parte los desconocía o no los veía reconocidos como
hubiera sido de desear. Quizás bastaba la confianza del enfermo
en el médico y el sentido de responsabilidad de éste. En todo
caso, ha sido una ética penetrada de un gran paternalismo, en el
que se entremezclaban los ecos de una caridad cristiana y una
18
OBISPOS SUIZOS. Energie el style de vie, en "DocCath", 75 (1978), 881-882. visión más contractual de las relaciones.
" G. MATTAI. Strategia energética in Italia oggi, en "SettCler", n. 18 Esta ética, elaborada en una época de escasas posibilidades
(1977), 6.
técnicas, ha dado un protagonismo excesivo a la naturaleza como
170 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR

norma moral, actitud que, expresada en términos tan tajantes, no


tiene hoy credibilidad moral en amplios sectores cristianos.
En el tratamiento de este mundo de la salud voy a incluir,
aunque con brevedad, el aspecto estructural de la medicina y, en
cuanto a los diversos temas concretos, procuraré colocarlos en el
contexto de la medicina actual, evitando un enfoque atemporal.

Este tercer núcleo está integrado por los siguientes capítulos: CAPÍTULO VII

Ethos cristiano ante la enfermedad. Los sistemas sanitarios (capí- ETHOS CRISTIANO ANTE LA ENFERMEDAD.
tulo vil); los derechos de la persona en el terreno sanitario (capítu- SISTEMAS SANITARIOS
lo vin). Diversas intervenciones: trasplantes, experimentación humana
(cap. ix); la genética y la eugenesia (cap. X); las técnicas de repro-
ducción humana: inseminación artificial, fecundación en laboratorio,
En este capítulo se tratan dos temas: la actitud del cristiano
, reproducción clonal (cap. XI); la droga, acción sobre el psiquismo y el
ante la enfermedad y la salud, indicaciones éticas sobre los sis-
comportamiento (cap. Xli).
temas de cuidados sanitarios. Como elemento previo se propo-
nen unas consideraciones sobre la salud y la enfermedad.
En las últimas décadas, particularmente en el mundo de habla
inglesa, la atención dedicada a la ética médica resulta llamativa
por el volumen de publicaciones. Basta consultar el Index Medi- 1. Salud - enfermedad
cus o cualquiera de las bibliografías, sea de tipo general, sea mo-
nográficas, para comprobar el cúmulo inabarcable de publicacio- Frecuentemente se habla de la salud y de la enfermedad como
nes, que denota, sin duda, una sensibilidad ética. Además de los si fueran conceptos claros, estables y uniformes, cuando en reali-
artículos frecuentes sobre ética que aparecen en grandes revistas dad bajo estos términos se encierran contenidos muy hetero-
de medicina, merece mencionarse un grupo de revistas de ética géneos '.
médica, surgidas en gran parte en la década de los setenta. Una Estas dos realidades han sido comprendidas de modos muy
característica de esta producción es su no confesionalidad, espe- diversos a lo largo de la historia y en nuestro tiempo. A pesar de
cialmente en el mundo de habla inglesa, porque en los países lati- que se van generalizando al respecto algunos conceptos, de hecho
nos apenas hay reflexión sistemática fuera de un cierto marco la salud y la enfermedad incluyen referencias a un mundo muy
cristiano. En los países socialistas, fuera de casos bastante aisla- variado entre los distintos pueblos e individuos: en el fondo está
dos, la reflexión ética en medicina ha sido más bien escasa, como implicada una concepción del hombre 2 .
de hecho sucede también en otros campos de la ética. En la noción de enfermedad se ha privilegiado, unas veces, su
dimensión religiosa; otras, la empírica individual, y, en otros
casos, la social.
En muchos pueblos y culturas la enfermedad y la salud tienen
una estrecha vinculación con el mundo religioso, las más de las
veces con una fuerte impronta mágica. En semejante situación la
dimensión científica apenas si aparece. Así, la enfermedad es el
resultado de la acción de unos poderes maléficos, o de unos pode-
res benéficos que se han vuelto hostiles al hombre por algún mo-
1
P. PIULACHS, La enfermedad y el enfermo, Toray, Barcelona 19762;
W. SKI.BRRG.LÉ- concept de maladie, en "MedHom", n. 111 (1979), 24-27; "Jour-
MedPhil", 1 (1976), n. de septiembre, monográfico; E. J. CASSEiL.il/ness and
Disease. en "HastCentRep", 6 (1976), n. 2, 27-37.
2
J. DE PORTUGAL, Notas para una antropología de la enfermedad, en "Trib-
Med", n. 728 (1977), 9-10; P. J ACOB, Modéles socio-culturels sous-jaeents au mon-
de de la santé, en "Maison-Dieu", n. 113 (1973), 7-28; E. LEACH, Society's Expec-
tations of Health, en "JourMedEth", 1 (1975), 85-89.
172 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR I.A VIDA Y EL AMOR
ETHOS CRISTIANO ANTE LA ENFERMEDAD 173
tivo. El tratamiento de la enfermedad consiste en rituales religio-
sos, por lo general, con notable participación social: aspersiones, con justicia. Aun con estas reservas y con las grandes dificultades
sacrificios, fuegos, danzas, repeticiones de gestos, etc. Con menor para un logro real, esta definición tan general se coloca en la
frecuencia, la enfermedad aparece en conexión con un fallo ético. línea de la complejidad del hombre y rompe con las visiones par-
En muchas sociedades primitivas la dimensión social de la celarias de la realidad humana.
enfermedad, aunque con características muy alejadas de las nues-
tras, está muy acentuada. De aquí que se subraye el papel de las
relaciones interpersonales en la curación 3. 2. El cristiano ante la salud
El lugar concedido a las bases científicas y racionales en la
comprensión de la enfermedad ha hecho perder vigencia a la vi- Si el concepto de salud evoca un mundo muy diferenciado
sión religiosa en este campo; pero este destierro de la religión del entre los diversos pueblos e individuos, este pluralismo se da tam-
mundo de la enfermedad se ha hecho con éxito desigual, pues bién en la actitud del cristiano ante la salud y la enfermedad. Con
incluso entre gentes de cultura subsisten vestigios de una mentali- todo, es posible descubrir algunos rasgos más comunes del com-
dad con mayor o menor carga religioso-mágica. En el misterioso portamiento ideal del cristiano en este sector de la vida 6 .
campo de la vida y de la muerte, de la salud y de la enfermedad, Hay que comenzar afirmando la realidad natural de la enfer-
la pura racionalidad, imposible en cualquier sector de la vida hu- medad, que puede ser vivida desde una dimensión religiosa. Con
mana, encuentra mayores dificultades. ello no quiero decir que la enfermedad sea una realidad puramen-
Dentro de los intentos de una explicación científica de la en- te científica y racional; poco antes se acaba de ver cómo todo el
fermedad y la salud, asistimos también a comprensiones diversas: hombre, con sus relaciones sociales y sus creencias, está implica-
por ejemplo, en el siglo xix, en los medios científicos a la pregun- do en ella.
ta sobre la enfermedad se le da una respuesta marcadamente bio- El desarrollo científico y los recursos actuales para una más
lógica; a finales del mismo siglo se dibuja en el horizonte la pers- acertada interpretación de la Biblia nos han liberado de una con-
pectiva psicológica y, más recientemente, el momento social de cepción abusivamente religiosa de la enfermedad. El modo en que
toda enfermedad. La definición de enfermedad es difícil, porque, la Biblia presenta el mundo de la enfermedad y de la curación
a diferencia del virus o de la molécula, el concepto de enfermedad viene condicionado, en gran parte, por el contexto sociocultural.
encierra elementos valorativos. La Biblia no nos ofrece una consideración científica de la enfer-
La complejidad de esta cuestión queda bien apuntada por medad, no está interesada en la descripción de su naturaleza, su
F. Steudler: "La enfermedad sólo tiene sentido en función del evolución o su tratamiento. Para el hombre de la Biblia la enfer-
hombre tomado como un todo: ser biológico, psicológico y so- medad es un signo de una situación del hombre ante Dios; tiene,
cial" 4. Siguiendo esta dirección, la OMS ha propuesto una defini- pues, un significado religioso. Aparece como un signo más o me-
ción global de la salud como "el estado de completo bienestar nos directo del pecado, y la salud, como una gracia y bendición
físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afeccio- de Dios. Sin embargo, la relación explícita entre enfermedad y
nes o enfermedades" 5. castigo sólo se menciona excepcionalmente7. Pero Cristo no
acepta el discutir si existe o no una conexión expresa entre la
Entendida con esta plenitud, la salud aparece más bien como enfermedad y la responsabilidad personal (Jn 9,25). Vista la en-
un ideal inalcanzable para la mayor parte de una forma duradera; fermedad en esta óptica, no ha de extrañar que una de las mane-
la salud aparecería más bien como una situación esporádica y ras de describir la salvación de Cristo sea la "curación de enfer-
transitoria. Como se ha dicho con humor, la salud es algo que se medades" (Mt 9,12-13)8.
da raras veces y que no anuncia nada bueno. Esta noción es muy
general, prácticamente equivalente a felicidad, y parece borrar las
6
fronteras entre la profesión médica y otras profesiones, desmedi- S. SPINSANTI. Antropología cristiana per un'etica del/a salule, en "MedMor",
calizando en gran parte el campo de la salud, en muchos aspectos 26 (1976), 213-228; F.-H. LFPARGNEUR,El enfermo en la antropología cristiana, en
"SelecTeol", 8 (1969), 286-290; R. A. LAMBOURNE./.É> Chrisl et la samé. Labor et
Fides, Genéve 1972; CH. MONTFALCON./.P monde de la santé et ses significations.
3 Essai de lecture chrétienne, en "MedHom", n. 88 (1976), 6-10; n. 89 (1976), 18-
F. STEUDLER, Sociologie medícale, A. Colin, Paris 1972, 11-12; Sociologie de
la médecine, en "RevFrSoc", n. especial (1973). 27; E. SGRFCCIA, Valori morali per la salute dell'uomo, en "RassTeol", 20 (1979),
4
F. STEUDLER, o. c. (n. 3), 11. 390-396; "LetVie", n. 86 (1968).
5 7
Cf. Declaración de Alma-Ata, en "TribMed", n. 784 (1979), 11; D. CALLA- Núm 12,10; 2 Crón 21,1 ls; He 12,20-23.
8
HAN. The WHO Definition of •'Health", en "HastCentSt", 1 (1973). n. 3, 77-88. R. Roux, Enfermedad, en Vocabulario bíblico, Marova, Madrid 1968, 101-
,102; A. NIEDERMEYER. Compendio de medicina pastoral, Herder, Barcelona 1955,
174 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR ETHOS CRISTIANO ANTE LA ENFERMEDAD 175

Junto a esta concepción negativa de la enfermedad y positiva de la salud no queda relegada a un campo estrictamente indivi-
de la salud, en la tradición cristiana no bíblica se ha extendido dual, sino que es una tarea social10.
otra idea difícilmente armonizable con la anterior: considerar la
enfermedad como un don de Dios; en esta hipótesis los enfermos a) La vida es un don que ha de ser vivido con la mayor plenitud
serían unos privilegiados de Dios. Esta concepción, que ha coexis- posible y la salud entra como un componente de esta plenitud vital.
tido con la idea de la enfermedad como signo del pecado, ha po- "Desde este ángulo, la enfermedad se nos presenta como algo que
dido verse reforzada por la impotencia del hombre. contradice, disminuye, estorba o paraliza el deseo de vivir" ". En
Estas dos concepciones de la enfermedad generan dos actitu- esta perspectiva se sitúa el deber ético de luchar por desterrar la
des distintas, una beligerante y otra acogedora de la enfermedad enfermedad y lograr los máximos niveles de salud como signo, no
casi como bendiciendo su venida. Los libros espirituales y de pas- infalible ni automático, de una plenitud vital a nivel individual y
toral que han ido transmitiendo a través de los siglos el modelo colectivo. La salud entra, pues, como un elemento integrante de
de actitud a adoptar por el cristiano, han favorecido un compor- un proceso humanizador. Por lo tanto, una espiritualidad que, de
tamiento de resignación. Pero pienso que la razón más importan- entrada, preconiza una actitud de resignación, parece sospechosa,
te para que prevaleciera esta actitud no radica tanto en la inter- tanto desde una óptica humana como desde un punto de mira
pretación dada al hecho cristiano, cuanto en la situación de la cristiano 12.
medicina durante siglos. Sus posibilidades curativas eran tan re-
ducidas, que el hombre se sentía en gran parte indefenso ante el b) Pero la lucha contra la enfermedad no ha de revestir carac-
ataque de la enfermedad grave. Esta situación médica y social teres prometeicos ni caer en posturas idolátricas. Se han de tener
suponía casi una invitación a una resignación fatalista. Con ello presentes la limitación humana, la solidaridad con los demás, el
no quiero negar que elementos específicamente cristianos hayan respeto a la autonomía del enfermo. La sensibilidad cristiana
intervenido en el reforzamiento o eventual creación de esta acti- pide, a veces, el arriesgar la salud. "Cualquiera que no esté dis-
tud; pero pienso que su acción se sitúa preferentemente en el puesto a exponer su seguridad frágil y terrena y su salud al dolor
campo de las legitimaciones conscientes, lo cual supone ya la y al riesgo —naturalmente, dentro de los límites de la pruden-
existencia de un terreno apropiado y de una realidad preexistente. cia—, en vista de una unión mayor con Dios y de una entrega
Entre los factores cristianos favorables a una actitud de resigna- más generosa al amor fraterno desinteresado, nunca llegará a ser
ción ante la enfermedad, menciono algunos: la imagen de Cristo santo, ni a alcanzar una salud plenamente humana y redimida" 13.
crucificado entendida, más que como expresión de entrega y de
amor generoso, como un símbolo de dolor y sufrimiento; la cone- c) La enfermabilidad es un elemento constitutivo del ser del
xión excesiva entre pecado original-personal y enfermedad; la in- hombre; la enfermedad es una manifestación de su fragilidad y
sistencia en el valor redentor del dolor; además, se puede mencio- mortalidad.
nar un patrimonio recibido de la cultura griega y asimilado por el
cristianismo: la desconfianza ante el placer, heredada del estoicis- d) Una fidelidad efectiva, no puramente declaratoria, al men-
mo, y la concepción platónica del cuerpo como cárcel del alma. saje cristiano tiene su repercusión en la salud colectiva, en cuanto
Por todo ello, una espiritualidad de la enfermedad como voca- que sirve para crear una base desde la que trabajar por eliminar
ción, como apostolado, ha encontrado un amplio eco dentro de los condicionamientos negativos de la salud. En este sentido, pue-
la tradición cristiana. La piedad, más que la teología, ha sido el de establecerse una vinculación matizada entre enfermedad y pe-
gran transmisor de esta corriente 9 . cado. "Mientras acepto para muchos casos una relación más o
Frente a estas dos visiones distintas, ambas de cuño marcada- menos palpable entre la enfermedad y el pecado en una u otra
mente religioso, la ética cristiana propone un modelo que parte dimensión, me opondría enérgicamente a cualquier generaliza-
de presupuestos distintos, pero sin olvidar que la acción a favor ción exagerada. La enfermedad no puede ser automáticamente
relacionada con una culpa personal... Aquí hablamos sobre peca-
433-438; J. L. SORIA. Cuestiones de medicina pastoral, Rialp, Madrid 1973, 338-
10
345; Y. CONGAR, Pour un bon usage de la maladie, en "VieSpir", 51 (1967), 519- L. Mossu, La salud no es sólo aspiración individual, sino objetivo social, en
530; W. OELMÜLLER, Interpretación actual del dolor y del mal, en "Concilium", "TribMed", n. 709 (1967), 6-7.
11
n. 103 (1975, I), 417-435. S. SrmsAtm,Enfermedad, en DETM, 296.
9 12
H. U. VON BALTHASAR,¿¡7 alegría y la Cruz, en "Concilium", n. 38 (1968), A. CiAiR. L'homme malade et la santé comme tache, selon Kierkegaard. en
430-443; Sufrimiento y fe cristiana, en "Concilium", n. 119 (1976, III), monográ- "RevScPhTh", 54 (1970), 489-515; 619-635.
I!
fico. B. HÁRING, Moral 'y medicina. Perpetuo Socorro, Madrid 1971, 153.
176 PRAXIS CRISTI ANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR ETHOS CRISTIANO ANTE LA ENFERMEDAD 177
do en su sentido existencial, en cuanto divisor de la unidad espiri- na sobre la enfermedad debe dirigirse al hombre enfermo, pero
tual del hombre por su actuación contra la conciencia, y sobre las un enfermo que busca su salud; dentro de una situación de enfer-
consecuencias del pecado, que graba una 'información' errónea medad que le condiciona, pero de la que intenta salir; luchando
en la corteza cerebral, en las profundidades de la psique, en el ser contra la enfermedad, pero valorando el dolor según la dinámica
total del hombre y en un mundo cada vez más perturbado" u . del misterio pascual; llevando una vida espiritual, condicionada
ciertamente por la enfermedad, pero fundamentalmente semejante
e) Supuesta la imposibilidad de superar una enfermedad a a la de todos los que viven 'en Cristo'" 1 7 .
pesar de todos los medios razonables disponibles, el cristiano ha
de adoptar una actitud no de rebeldía, sino de esperanza. La enfer-
medad limita el desarrollo de ciertas facetas del ser humano y de 3. Etica de los sistemas de salud
la vocación cristiana, pero no es equivalente a fracaso en los nive-
les más profundos del ser. La enfermedad puede ser reconvertida Toda sociedad, en mayor o menor grado, ha percibido la di-
en factor de humanización y de vivencia cristiana, en cuanto que mensión social de la salud de sus miembros. Aunque en las socie-
puede ayudar a potenciar algunos rasgos de la personalidad y de dades primitivas existía un enfoque social de la enfermedad, el
la fe. Pero esto no significa que concedamos a la enfermedad en tratamiento mágico-religioso no responde a nuestro concepto de
cuanto tal una función privilegiada en la maduración de la fe y en sistema de cuidados de salud. En la sociedad de inspiración cris-
la construcción de la persona 15. tiana, durante muchos siglos no ha habido conciencia de que la
Con cautela hay que aceptar la tesis de la enfermedad como protección de la salud fuera una tarea social, excepto en los casos
lugar de humanización y de encuentro con los demás y con Dios. de epidemias. Por otra parte, las posibilidades muy reducidas de
Ello dependerá en gran parte de la solidaridad respetuosa, no acción contra la enfermedad constituían una barrera para que esa
infantilizadora, que revierta sobre el enfermo. Quizás, con todo, sensibilidad social se desarrollara.
en un mundo de signo consumista, la enfermedad pueda ser un Por eso, durante mucho tiempo, la salud fue un sector dejado
auxiliar obligado para eliminar obstáculos que tapan las capas al individuo, mejor dicho, a los individuos y grupos más ricos de
más profundas de la existencia. Desde este ángulo pueden tener la sociedad; faltaba la conciencia colectiva y las posibilidades
más sentido las reflexiones de A. Auer: "La enfermedad tiene que reales para la organización de un sistema de cuidados de la salud.
ver con la verdad. Si el hombre se enfrenta con su enfermedad, Los mismos hospitales eran más un medio de control social, de
resulta de ello una revisión de su escala de valores. La preeminen- ayuda a los desgraciados. El rico tenía su médico y al pobre sólo
cia que han logrado procurarse en el curso normal de la vida los le quedaba el refugio del hospital, que durante mucho tiempo no
objetos cotidianos a causa de su machacona insistencia, nos pare- poseyó una finalidad terapéutica.
ce de repente ilegítima. Lo auténtico se adelanta con sus exigen- Posteriormente se constata un desarrollo de la protección sa-
cias y recaba el debido respeto para que el hombre pase de la nitaria, pero con una finalidad claramente económica: se mira a
apariencia a la realidad, de la ilusión y de la mentira a la ver- recuperar lo antes posible al enfermo para la cadena de produc-
dad" 16. Pero ¿no debería ser éste un servicio coyuntural de la ción; sólo más recientemente, aunque de una manera muy frag-
enfermedad, más bien que una aportación estructural? mentaria y tímida, se va tomando conciencia de que la atención
sanitaria está unida a la dignidad de la persona, independiente-
Y termino esta sección sobre el "ethos" del cristiano ante la mente de la recuperación del enfermo para la producción. En la
enfermedad con unas palabras que lo resumen: "La moral cristia- actualidad, los problemas de salud vienen a cuestionar el tipo de
sociedad que tenemos, sus orientaciones más fundamentales y su
14
estructura más profunda.
B. HÁRING, o. c. (n. 13), 156 y 155; A. LAMBOURNK. Carie de la libération Hoy se tiene clara conciencia de la necesidad de la salud para
de la maladie el du peché, en "Supplément", n. 97 (1971), 192-198.
15
Action catholique des milieux sanitaires el sociaux. Pleins d'espoir. Chrétiens que la sociedad no se colapse: "El sistema social en su totalidad
dans le monde de la sanie, Du Cerf, Paris 1977; J. PlEPER. Sobre la esperanza de requiere la salud para su funcionamiento. Ahora bien, la enfer-
los enfermos, en "FolHum", 16 (1978), 641-649. medad es un estado de desequilibrio en el funcionamiento del ser
" A. AUER. en AA. VV., Etica y medicina, Guadarrama, Madrid 1972, 67; cf.
también lo que añade sobre el dolor como signo de finitud, de vida perturbada, 17
como impulso para madurar y como entrenamiento para la muerte, o. c, 75-78; S. SPINSANTI, a. c. (n. 11), 295; F. TURQUET. Pour une pastorale de la samé,
S. SPINSANTI, Istanze per una nuova morale della malattia, en "Divinitas", 14 en "Maison-Dieu", n. 113 (1973), 133-140; J. L. LARRABE.LÍ? Iglesia y los enfer-
(1970), 171-187. mos, en "Lumen", 29 (1980), 332-356.
178 PRAXIS CRISTI ANA -OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR ETHOS CRISTIANO ANTE LA ENFERMEDAD 179

humano total, considerado a la vez como sistema biológico y orientaciones, que quizá tengan mayor aplicación a los sistemas
como proceso de reajustes sociales y personales. La enfermedad vigentes en el mundo occidental, siempre en grado desigual, se-
nos sustrae a nuestras actividades normales y nos quita nuestras gún las características de cada uno. En primer lugar me referiré
responsabilidades habituales. Cuesta mucho a la sociedad... Es con brevedad a la crítica más global, dirigida contra la organiza-
una amenaza tanto para el individuo como para la sociedad; es ción actual de los cuidados sanitarios, la realizada por I. Illich .
presencia de la muerte, riesgo de alteración o de reducción de las A pesar de las exageraciones en que pueda haber incurrido, apun-
posibilidades del organismo humano; es vivida como angustiosa ta a males reales. Según él, la pretendida eficacia médica es una
para el individuo, que busca a la persona competente para tratar pura ilusión, pues el porcentaje de enfermedad no se reduce, sino
su mal. Su presencia, brutal y difusa, turba la organización social. que simplemente experimenta un cambio; son muy numerosas las
Algunas enfermedades, como las mentales, las anomalías, inquie- intervenciones médicas inútiles; son muy elevados los daños pro-
tan a la sociedad hasta el punto de que se ve forzada a ocultarlas, ducidos por los médicos; los pacientes se encuentran indefensos,
a excluirlas" 18. privados de su autonomía y con una dependencia lesiva de la
Todo sistema de cuidados de salud supone elementos diver- dignidad de la persona. El tratamiento de la enfermedad en hos-
sos: asignación de recursos y de personal, distribución de servi- pitales y clínicas secuestra al enfermo de su medio real. La medi-
cios y una "filosofía" sanitaria subyacente. Cada sistema refleja cina es, con frecuencia, insensible a las reclamaciones de la moral.
una sensibilidad especial ante determinados valores y ante un No existe una relación proporcionada entre los costos elevadísi-
conjunto de nociones éticas. Muchas veces, las críticas dirigidas mos de algunas terapias deslumbrantes y sus resultados reales;
contra los sistemas de salud no abordan el nivel más profundo, el asistimos a una especie de "vandalismo" médico. Nuestra socie-
de la filosofía que los inspira, contentándose con censuras que no dad está supermedicada en los países desarrollados. Otras críticas
van a la raíz de las cosas. de I. Illich se refieren al monopolio médico sobre la salud, al
Los sistemas de cuidados de salud nos ofrecen imágenes muy imperialismo diagnóstico y al estigma preventivo.
variadas. En la actualidad, están presentes varios modelos. Las observaciones éticas que indico en las páginas siguientes
E. Telfer 19 distingue cuatro tipos ideales: apuntan no sólo a lo que podríamos llamar deficiencias coyuntu-
rales, sino también a los defectos estructurales 21 .
a) El "Laissez faire", típico de la más pura concepción La acusación más repetida contra los sistemas de cuidados
liberal: los que pueden pagarse una asistencia médica, la sanitarios vigentes en el mundo occidental tiene por blanco su
tienen, mientras que los demás son dejados a la caridad. carácter injusto y discriminatorio, plagado de desigualdades. En
b) El sistema liberal humanitario: la asistencia privada una sociedad testigo de grandes desigualdades en todos los cam-
es para aquellos que pueden pagársela, el resto es atendido pos, difícilmente puede concebirse una organización sanitaria que
por el Estado. ofrezca igualdad de oportunidades. A pesar de esta interdepen-
dencia mutua de todos los sectores sociales, quizá fuera posible
c) Sistema socialista puro: que teóricamente sitúa a to- una importante corrección en este punto, aun contando con los
dos al mismo nivel; el Estado ofrece un tratamiento igual limitados recursos disponibles, si hubiera mayor lucidez en el
para todos, independientemente de sus posibilidades econó- análisis de la realidad y la voluntad de una política más justa.
micas. La desigualdad se hace bien patente en la desigual presencia
d) Sistema socialista liberal: que acoge a todos, pero
deja abierta la puerta para la búsqueda de servicios sanita- 211
I. ILLICH, Clinical Damage, Medica! Monopoly, the Expropiation of Health:
rios extra con base privada. Three Dimensions of latrogenic Tort, en "JourMedEth", 1 (1978), 78-80; cf.
I. ILLICH. Medical Ñemesis, Pantheon Books, New York 1976; P. CASTELLO.Ne-
Estos cuatro modelos no existen como realizaciones puras. mesi Medica, en "RivTeolMor", 9 (1977), 489-500; E. COSTAS LOMBARDÍA,/VÜ«
Illich v la medicina, en "CuadDial", Extra LXVI, 33; "RevFomSoc", n. 137
No voy a entrar aquí en el análisis de cada uno de los sistemas (1980).
de cuidados sanitarios. Me voy a fijar, más bien, en una serie de 21
Para este tema, cf. F. Sol A,La reforma sanitaria en España, en "Ecclesia",
n. 1851 (1977), 18-21; E. COSTAS L OMB ARDÍ A, La financiación actual de la sa-
lud, en "CuadDial", Extra LXVI, 34; A. HILLEGERS, Distribución de los recursos
18
F. STEUDLER. O. C. (n. 3), 29. sanitarios, en "Concilium", 110 (1975), 523-532; J. J. DE MIGUEL. La Reforma
19 sanitaria en España, Ed. Cambio 16, Madrid 1976; R. L. SHELTON, Human
E. TELFER. Justice, Welfare and Health Care, en "JourMedF.th", 2 (1976),
107-111; H. STEINER, The Just Provisión of Health Care: A Reply lo Elizabeth Tel- Rights and Distributive Justice in Health Care Delifery, en "JourMedEth", 4 (1978)
fer, en "JourMedEth", 2 (1976), 185-189. 165-171.
180 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR ETHOS CRISTIANO ANTE LA ENFERMEDAD 181
del proceso mórbido, hecho atribuido a la situación social, eco- cuestionamiento profundo de sus objetivos y de su realización.
nómica y cultural de los individuos y a la organización del siste- Toda política sanitaria supone ciertas opciones, que los agentes
ma sanitario. Asistimos a una cierta tipificación de las enferme- sanitarios y toda la sociedad, y dentro de ella los poderes públi-
dades según la categoría social. Otras veces, ante categorías cos, han de someter a revisión con diafanidad. Nuestra sociedad
socioprofesionales iguales, se constata que los asalariados del sec- ha de valorar la aportación real en la mejora de la salud, que
tor público se encuentran, en cuanto a enfermabilidad, privilegia- corresponde tanto a los servicios considerados médicos cuanto a
dos con relación a los del sector privado. Una causa importante acciones que no se suelen colocar bajo la responsabilidad del
de los procesos mórbidos en el adulto está representada por los cuerpo médico. Muchos piensan que la educación sanitaria de la
accidentes de trabajo, las condiciones en que éste tiene lugar o las población y las mejoras generales en el estilo de vida tienen una
enfermedades profesionales. Entre los trabajadores, los emigran- incidencia muy superior sobre la salud a la aportada por los ade-
tes presentan una sobredosis de problemas de salud. lantos médicos, especialmente la introducción de algunas técni-
Otro testigo de discriminación es la desigual distribución geo- cas. La modificación en los hábitos de alimentación y de ejerci-
gráfica de las instituciones y personal sanitarios, dejando en si- cio, la transmisión de saberes y modos de comportamiento
tuación claramente desfavorable a las masas rurales. La desigual- elementales pueden contribuir a destruir muchos de los mitos
dad en el consumo de medios sanitarios es un hecho, pero para su acumulados sobre la organización de la salud y sobre la ciencia y
recta interpretación sería necesario tener presentes muchas cir- actividad médicas.
cunstancias; de lo contrario se cae fácilmente en apreciaciones Aquí tenemos, pues, ya un campo de prioridades. A él añadi-
unilaterales. La desigualdad de medios financieros asignados a mos otro aspecto muy importante. Un interrogante muy grave se
unas enfermedades y a otras es un índice de una política sanitaria refiere a las enfermedades concretas a las que la sociedad da pre-
que opta por determinados valores, sacrificando otros. De ello se ferencia en su tratamiento. Podemos preguntarnos si los cuidados
hablará más adelante. médicos están realmente pensados para un servicio efectivo de la
Un dato reciente, referido al ambiente español, nos descubre mayor parte de los ciudadanos o para un grupo muy selecciona-
que la duración de las visitas médicas es cuatro veces superior do, al que se le dedican sumas ingentes, descuidando a los demás.
cuando el cliente pertenece a las clases altas, por lo que se refiere Por ejemplo, la opción por una medicina altamente tecnificada,
a la Seguridad Social. ¿es éticamente aceptable, cuando grandes necesidades —enfermos
Para una acción eficaz contra estas desigualdades se ha de crónicos, ancianos, enfermedades invalidantes como reumatismo,
actuar en el terreno complejo de las múltiples causas que generan etcétera— están tan poco atendidas en personal, instalaciones,
esta situación, tanto a nivel del substrato cultural y socioecómico investigación y financiación? Se tiene la impresión de que falta un
de las personas como a nivel de las estructuras y políticas sani- análisis de la realidad que evalúe con honradez las necesidades
tarias. sanitarias de una sociedad, para, a partir de ahí, elaborar una
Las dificultades económicas suelen llevar a una menor bús- adecuada política sanitaria que mire en verdad al servicio del
queda de cuidados médicos y las familias numerosas tienen, en pueblo. Lo dicho puede tener también especial vigencia en el cui-
proporción, un inferior consumo médico. Las diferencias cultura- dado de los trastornos del psiquismo. A veces puede parecer que
les entre los médicos y los enfermos de las clases más bajas con- la organización de los cuidados responde más bien a intereses
tribuyen a que aquéllos no estén en condiciones de comprender la políticos, económicos o de prestigio de la clase médica, en vez de
situación de sus enfermos, a que experimenten mayores dificulta- constituir un servicio especialmente a los más necesitados.
des en establecer el diagnóstico y la terapia adecuados y a que Un cambio de política sanitaria se hará realidad difícilmente
puedan crear una dependencia psicológica mayor de estos enfer- sin la participación más amplia de los ciudadanos, a los cuales
mos 22 . Las clases más altas tienen tendencia a sobreinterpretar corresponde una parte más importante en la fijación de los objeti-
los mensajes del cuerpo, a ver por doquier síntomas y, por lo vos de los programas sanitarios y en el control sobre su eficacia:
tanto, a acudir con mayor frecuencia a la consulta. ello supone que la clase médica, cuya importancia es innegable,
En cuanto a la política sanitaria, ésta ha de someterse a un no puede tener el monopolio en este campo.
Una política de salud que recoja con más fidelidad las exigen-
22
cias éticas ha de estar volcada en la respuesta a las necesidades
El tema del poder médico sobre el paciente, de una gran complejidad, está sanitarias reales de la colectividad, tratando de superar las des-
siendo sometido a estudios numerosos. La revista "Médecine de 1'homme" lo ha
abordado en repetidos números, entre los que destacamos los nn. 97, 98, 101 igualdades existentes. Una buena educación y una buena informa-
y 102. ción accesibles a los ciudadanos les permitirá una participación
182 PRAXIS CRISTI ANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR

más consciente y lúcida en la determinación de los objetivos y en


el control de su realización.
La medicina de nuestro tiempo se caracteriza por una crecien-
te invasión de la técnica. Sus logros son tan evidentes que es im-
pensable una marcha atrás sin renunciar a un proceso humaniza-
dor. Pero una utilización de la técnica que no se someta a la
crítica puede tener significados muy negativos para la sociedad. CAPÍTULO VIII
No son raras las voces que se alzan, incluso entre la clase médica,
contra la instalación de cierta tecnología muy en punta que, a
juzgar por los resultados obtenidos y por los costes elevados, im- LOS DERECHOS DE LA PERSONA
pide dedicar fondos a otros problemas más comunes y resulta EN EL TERRENO SANITARIO
desproporcionada. Se diría que a veces imperan intereses ajenos a
la salud de la población. Incluso la justificación investigadora,
que en ocasiones se alega para esa orientación, debe ser evaluada 1. Sentido de este planteamiento
con diafanidad, no sea que sirva de pretexto a otro tipo de intere-
ses. Las tecnologías en punta, aireadas por una prensa sensacio- Uno de los grupos sociales menos reconocidos en su dignidad
nalista, contribuyen también con frecuencia a suscitar falsas espe- y en su autonomía han sido los enfermos. Al ser la enfermedad en
ranzas en el público, el cual, carente de una información crítica, muchos casos una situación transitoria, la conciencia de los dere-
puede llegar a pedir ese tipo de técnicas, olvidando necesidades chos del enfermo no ha logrado traducirse en instituciones esta-
más generales23. bles, defensoras específicas de sus derechos, a diferencia de lo que
Otros dos puntos de una gran importancia se refieren al puesto sucede en el mundo laboral. Por otra parte, la clase médica nunca
de la medicina privada y a una racionalidad económica en los se ha considerado como antagonista del enfermo, sino su verda-
gastos de salud 24 . Siendo la salud un bien primario, todo sistema dera protectora, particularmente frente a las instituciones admi-
de cuidados de salud que incorpore el concepto de ganancia econó- nistrativas que intervienen actualmente en el campo de la salud.
mica con perjuicio de la igualdad para los destinatarios, lleva en sí El presente estado de subdesarrollo e indefensión en que se en-
mismo un vicio radical. cuentran los derechos del enfermo no ha de interpretarse como
falta de solicitud de la clase médica; quizás se deba a la inercia
de una tradición y a las peculiares características que conlleva la
situación de enfermedad'.
El lenguaje de derechos humanos puede interpretarse a un ni-
vel ju r ' '"co o a un nivel moral. El plano ético nos sitúa en estra-
tos que conectan más profundamente con el ser del hombre. Ha-
blar de derechos desde este ángulo remite a valores necesarios
para que el hombre pueda realizarse en su dignidad y en su auto-
nomía. La ética plantea exigencias dimanantes de los valores,
propone ideales imperativos, denuncia las realizaciones infrahu-
23 manas. El lenguaje jurídico supone la existencia de unas bases
R. KAUTZKY, Progreso técnico y problemas morales dentro de la medicina
actual, en "Concilium", n. 45 (1969), 245-260; L. R. FREEDMAN. La médecine legales más concretas que las exigencias éticas; ofrece una especial
dans le monde d'aujourd'hui: ses limites et ses esperances, en "RevThPh", 25 garantía de protección; supone una conciencia sensible ante los
(1975), 216-226; J. GARCÍA PÉREZ, Humanización de la medicina, en "RyF", 199 derechos y sirve para reforzarla. Pero ninguna norma jurídica re-
(1979), 13-27; L. RIVERA PÉREZ.Deshumanización de la medicina actual, en "Trib- cogerá fielmente toda la riqueza que encierran los derechos toma-
Med", n. 795 (1979), 17-19; R. VEATCH,77ÍÍ' Technical Criteria Fallacy, en "Hast-
CentRep", 7 (1977), n. 4, 15-16; Y. LECOMTE, Science, technique et decisión, en
dos en sentido moral. De aquí que la ética constituya como una
"MedHom", n. 109 (1978), 13-15.
24 1
Primeras jornadas sobre economía de la salud, en "TribMed", n. 881 (1981), E. COSTAS, Derechos humanos y asistencia hospitalaria, en "CuadDial", Ex-
10-12; L. RENE, Contraintes économiques el qualité des soins, en "MedHom", nú- traordinario L, 62-68; A. B. A., Seminario sobre los derechos del enfermo, en
mero 130 (1980), 22-24; J. CH. SouRNiA,Z.VVa/w<7;ion medícale et économique des "TribMed", n, 881 (1981), 12; Derechos prioritarios de la persona enferma, en
soins. en "MedHom", n. 123 (1980), 6-12; A. DAVIS-G. HOROBIN,777<? Probiem of "ViN", n. 1262 (1981), 4; G. J. ANNAS, The Patient Has Rights. How Can We
Priorities. en "JourMedEth", 3 (1977), 107-109. Protect Them?, en "HástCentRep", 3 (1973), n. 4, 8-9.
184 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR OLRECHOS DEL ENFERMO 185
especie de testigo incómodo para cualquier legislación humana. 3. El enfermo usuario del hospital tiene el derecho de
Aquí interesa, ante todo, el enfoque moral de los derechos de la aceptar o rechazar toda prestación de diagnóstico o de trata-
persona en materia sanitaria, pero no podemos desinteresarnos miento. Cuando un enfermo es incapaz de ejercer este dere-
de su traducción a nivel jurídico: es tarea de la moral el urgir a cho total o parcialmente (por ley o de hecho), es ejercido
que los derechos del hombre se encarnen en disposiciones legales por su representante o por una persona designada legal-
cada vez más perfectas. mente.
Los derechos de la persona en el campo de la salud pueden ser
reconocidos en dos esferas: la profesional, por parte del cuerpo 4. El enfermo usuario del hospital tiene el derecho a ser
médico, y la propiamente legal; la primera suele tener un alcance informado de lo concerniente a su estado. El interés del en-
y una fuerza mucho más limitados. Es bueno distinguir también fermo debe ser determinante para la información a darle.
entre un reconocimiento fáctico y un reconocimiento recogido en La información dada debe permitir al enfermo obtener una
textos concretos. Hasta ahora no son excesivamente numerosos idea completa de todos los aspectos de su estado, médicos y
los textos que definen los derechos del enfermo en general, o de no médicos, y tomar personalmente las decisiones o partici-
determinados grupos o clases de enfermos. A continuación men- par en las decisiones que puedan tener consecuencias sobre
ciono algunas de estas formulaciones y ofrezco un texto concreto, su bienestar.
revelador de las orientaciones en este campo. 5. El enfermo usuario del hospital, o su representante,
tiene derecho a recibir información completa de antemano de
• Declaración de los derechos de las personas retrasadas los riesgos que puede suponer toda prestación no común con
mentales, Asamblea General de las Naciones Unidas, 20 de vistas al diagnóstico o al tratamiento. Semejante prestación
diciembre de 1971. debe ser objeto de un consentimiento explícito del enfermo;
este consentimiento puede ser retirado en cualquier mo-
• Carta de los derechos del enfermo, Asociación Norte-
mento. El enfermo debe poder sentirse completamente libre
americana de hospitales, 6 de febrero de 1973. para aceptar o rechazar su colaboración en la investigación
• Derechos de los enfermos, Departamento de salud, clínica o en la enseñanza; en cualquier momento puede reti-
educación y bienestar del Gobierno de los Estados Unidos, rar su aceptación.
2 de diciembre de 1974.
6. El enfermo usuario del hospital tiene derecho, en la
• Carta de derechos pediátricos, Asociación nacional de medida en que lo permitan las condiciones materiales de su
hospitales de niños de los Estados Unidos, 25 de febrero de entorno, a la protección de su vida privada. El carácter con-
1975. fidencial de la información y del contenido, sobre todo
médico, de los informes relativos a él, debe ser garanti-
• Carta del enfermo usuario del hospital, Comisión de zado.
hospitales de la Comunidad Económica Europea, 6-9 de
mayo de 1979. 7. El enfermo usuario del hospital tiene derecho al res-
peto y al reconocimiento de sus convicciones religiosas y
filosóficas.
Inmediatamente reproduzco los ocho artículos de esta última
Carta, en que se recogen los derechos de una clase de enfermos: 8. El enfermo usuario del hospital tiene derecho a pre-
los usuarios de hospitales. sentar una reclamación, a verla examinada y a ser informa-
do de los resultados que se sigan" 2.
" 1 . El enfermo tiene derecho a acceder a los servicios
hospitalarios adecuados a su estado o a su enfermedad. La clase médica no parece ser la más partidaria de que las
2. El enfermo usuario del hospital tiene el derecho a ser legítimas exigencias de los enfermos se planteen en clave de dere-
cuidado con respeto a su dignidad humana. Esta prestación chos. Quizás ni los mismos enfermos ni, por supuesto, la mayor
comprende no sólo los cuidados médicos, enfermeros o
análogos, sino también una atención, un alojamiento y un 2
Carla del enfermo usuario del hospital. Comisión de Hospitales de la Comu-
marco técnico y administrativo apropiados. nidad Económica Europea, mayo 1979.
186 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR DERECHOS DEL ENFERMO 187
parte de la sociedad estén suficientemente sensibilizados en esta 2. El derecho a la salud''
dirección. Algunos creen que sería mejor partir de un plantea-
miento de necesidades que de derechos. A tal respecto, subrayan Esta formulación, más explicable en el siglo XIX, testigo de
la diferencia entre el mundo laboral y el mundo de los enfer- desigualdades brutales en este campo, hoy suena a ingenuidad.
mos. En el mundo laboral la unión de fuerzas consiguiente a Por eso se prefieren otras que encierran un contenido más asequi-
una toma de conciencia de los propios derechos puede bastar ble; por ejemplo: "derecho a la protección de la salud" 5. Desde
para una efectiva reivindicación de los mismos. En cambio, la otra perspectiva no carente de razón, otros prefieren hablar del
situación del enfermo se caracteriza por un "estar sin fuer- derecho a estar enfermo6.
zas" y por una dependencia de las instituciones y personal sa- Lo dicho en páginas anteriores sobre las dificultades inheren-
nitarios. tes a un enfoque de derechos en cuestiones de salud, quizás tenga
Por otra parte, el lenguaje de derechos corre el riesgo de susci- una aplicación más visible en este punto. Si ya la definición de la
tar expectativas exageradas que, en la imposibilidad de ser satis- salud implica grandes dificultades, no ha de extrañar la proble-
fechas, generan un sentimiento de frustración. De esta forma se maticidad de un supuesto derecho a la salud, entendido con unas
corre el peligro de fomentar un tipo de hombre carente de realis- pretensiones que rayan casi en lo imposible, en el desconocimien-
mo y de crear un factor de desestabilización en la sociedad. Se to de la fragilidad y mortalidad del hombre. Pero insisto en que
piensa que un hombre muy penetrado de sus derechos frecuente- una presentación más realista de este derecho encuentra un pues-
mente se siente insolidario con los demás y muy agresivo y egoís- to razonable en una organización de la salud que quiere alcanzar
ta. Se teme que con este enfoque sufra el modelo de relación entre cotas morales más altas.
el médico y el enfermo: los derechos nos remiten fácilmente a un Las bases para fundamentar un deber o una exigencia en el
mundo jurídico, que no parece ser el más apropiado para una campo de la salud no responden a una misma concepción. En
relación más "humanitaria" o paternalista. La insistencia en los unos momentos se ha subrayado la base contractual: el enfermo
derechos del enfermo oscurece la idea de que cada uno es el pri- tiene derecho a exigir al médico unos cuidados en virtud de un
mer responsable de su propia salud. La falta de claridad en cuanto contrato o cuasicontrato; este análisis conviene más a la medicina
a los contenidos, e incluso en cuanto a la fundamentación, cuan- privada. Desde un punto de vista cristiano, la consideración del
do hablamos de derechos de la persona en materia sanitaria, fa- enfermo como prójimo ha de poner en movimiento todos los re-
vorece la idea de que nos encontramos ante un slogan con buenas cursos de la caridad religiosa. Frecuentemente se ha apelado a
dosis de demagogia 3 . A pesar de su carga utópica, creo en la dos pasajes de los evangelios: la parábola del buen samaritano
utilidad de un esfuerzo serio por traducir en lenguaje de derechos, (Le 10,25-37) y unas palabras del evangelio de Mateo: "¿Y cuán-
con la mayor precisión y claridad posibles, las "necesidades" de do te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? Y el Rey les
la persona enferma. Es cierto que así se pueden crear situaciones responderá: Os digo de verdad: todo lo que hicisteis a uno de
de exigencias excesivas e irreales, pero también es cierto que, ante estos mis hermanos más pequeños, me lo hicisteis a mí"
una gran falta de protección de los derechos, son más necesarios (Mt 25,39-40). Otro modo de concebir la realidad pone de relieve
estos planteamientos capaces de movilizar energías, de inspirar el valor social de la salud, pero desde perspectivas muy teñidas de
esfuerzos y de sacudir posiciones establecidas. Un planteamiento utilitarismo. Hoy, aunque con lentitud, va penetrando en la so-
correcto de derechos es inseparable de una desmitificación de los ciedad un nuevo planteamiento. Según él, el derecho a un trata-
poderes de la medicina, mucho más limitados de lo que habitual-
mente se cree. Una serie de factores han contribuido a crear esta 4
J. AUMENTE, La salud como derecho básico de la persona, en "CuadDial",
imagen de una medicina casi omnipotente, precisamente cuando Extraordinario XLVI, 59; W. J. CURRAN. The Right lo Health in National and
los médicos constatan cada vez con mayor frecuencia su incapaci- International Law, en "NewEngJourMed", 284 (1971), 1258; monográfico sobre
dad ante tantas enfermedades. Derecho a la salud, en "JourMedPhil", 4 (1979), n. 2; P. FALIZE.LC droit a la
santé, Venal, Bruselas 1971; A. DE LORENZO.La salud obligatoria, en "TribMed",
De entre los muchos aspectos que podrían especificarse al tra- n. 712 (1977), 16-17; El derecho a la salud, en "CuadDial", Extraordina-
tar de los derechos de la persona en materia sanitaria, sólo voy a rio XLVI, 4; F. MOERMAN.LC droit á la santé, en "RevNouv", 56 (1972), 68-77;
detenerme en tres: el derecho a la salud, el consentimiento infor- "CahL", 27 (1967), n. 1, monográfico; La salud como derecho humano, en "Trib-
mado, el respeto a la intimidad. Med", n. 698 (1977), 16-17.
5
Cí. Constitución Española de 1978 y Constitución Francesa de 1958.
6
3
F. ANGELINI,// diritto di essere infermi e la scienza medica, en "MedMor",
J. F. DELGADO.¿Derechos o necesidades?, en "RevFomSoc", 35 (1980), 399- 25 (1975), 5-7; S. H. SHUMAN, The Right lo Be Unhealthy, en "Wayne Law Re-
401. view", 22 (1975), 61-86.
188 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR DERECHOS DEL ENt ERMO 189
miento adecuado forma parte de la dignidad de la persona. Así aceptar la autonomía del enfermo. La creciente concienciación de
como se ha tomado conciencia de que un nivel mínimo de bienes la dignidad de la persona y de sus derechos ha contribuido más
económicos es necesario para un reconocimiento efectivo de la eficazmente que la acción médica a un avance en este campo. Y
autonomía de la persona, de igual manera se ha de pensar de los como consecuencia de ello esta reivindicación se ha visto plasma-
niveles de salud. Esta fundamentación en la dignidad de la persona da en textos legales o provenientes de asociaciones y centros mé-
no está en oposición con la fundamentación religiosa mencionada dicos. Como antes se dijo, también aquí podemos distinguir entre
poco antes; la fe añade un marco de referencia que ha de urgir el consentimiento informado, entendido como una exigencia ética
todavía más las legítimas aspiraciones de la persona humana. dimanante de la dignidad del enfermo, y su reconocimiento legal.
A la hora de determinar el contenido de este derecho a la
protección de la salud, podemos decir que, en cierto modo, sólo
puede definirse teniendo en cuenta la situación real concreta. En a) La verdad al enfermo 8
su formulación inicial, ya en el siglo pasado, se insistió en dos
ideas: reivindicación de igualdad ante la vida y la muerte y de igual Dentro de la tradición cristiana este problema se ha plantea-
acceso a los cuidados médicos. A un nivel muy general, este dere- do sobre todo cuando sobre el enfermo se cernía la amenaza de la
cho no es sino una explicitación del derecho a la vida, entendida muerte bastante próxima 9 . La norma era bien tajante sobre la
no como un mero subsistir, sino como una vida con dignidad y obligación de advertirle de la situación, con el fin de que pudiera
calidad humanas. Este derecho no puede entenderse como una atender especialmente a su preparación religiosa. Hoy la cuestión
exigencia absoluta e incondicional: está condicionado por la fra- se plantea desde una perspectiva humana, sin excluir tampoco la
gilidad humana y por las posibilidades reales en un momento religiosa; además, no se limita a la hipótesis de una muerte cerca-
determinado. Hoy el derecho a la salud apunta sobre todo en dos na; su campo de aplicación se extiende a las variadas situaciones
direcciones: igualdad de acceso a los cuidados sanitarios y las presentes en la asistencia sanitaria, aunque se concentre más
medidas necesarias contra los peligros para la salud, ante los que cuando se trata de decisiones importantes a tomar: esterilización,
el individuo o grupo se siente impotente 7. operaciones quirúrgicas, terapias más arriesgadas, experimenta-
ción, etc. Un sector muy concreto en el que se ha debatido el
tema de la verdad ha sido el del enfermo canceroso 10.
3. Consentimiento informado Voy a exponer a continuación tanto la tradición menos entu-
Como las palabras lo indican, aquí están implicadas de hecho siasta de la información al enfermo como la opuesta, añadiendo
dos exigencias: la información al enfermo sobre cuanto le atañe después unas observaciones a ambas. Y comenzaré señalando las
—esto puede hacerse con dos finalidades: simplemente el tenerle dificultades alegadas contra un cambio sustancial en la práctica
al corriente o como condición previa para una decisión responsa- médica en este campo.
ble suya— y el respeto a sus decisiones personales. La resistencia a informar al enfermo, bastante anclada en la
Esta reivindicación no tiene a sus espaldas una larga tradi- 8
ción médica: el juramento hipocrático silencia esta cuestión. Sólo Sobre este tema, cf. G. TALIERCIO, Verdad, en DETM. 1160-1164; S. KLITZ,
Reflexiones sobre la virtud de la veracidad, en "Concilium", n. 25 (1967), 255-261;
desde hace pocos años, algunos sectores médicos restringidos han "MedHom", n. 87 (1976), casi monográfico; "Supplément", n. 117 (1976), sobre
estimulado o afirmado este derecho del enfermo, habiendo toda- Vérité et mensonge dans le domaine de la santé, que aborda muchos otros temas,
vía notables reticencias ante él. El paternalismo, muy anclado en pero desde la perspectiva de la autenticidad o falsedad; A. DE LORENZO, ¿De
la práctica de la medicina, no parecía el mejor contexto para quién son propiedad las historias clínicas?, en Deontologia, Derecho, Medicina, Co-
legio Oficial de Médicos, Madrid 1977, 491-510; G. PERICO. / malati hanno dirit-
to alia veritá, en "AggSoc", 10 (1959), 545-554; J. A. VALTUEÑA, La comunica-
7
Al mismo tiempo que se va abriendo camino un enfoque de derechos hu- ción enfermo-médico, en "TribMed", n. 699 (1977), 13.
manos del enfermo en general, también se van especificando los derechos más ' A. BERNADOU. La vérité au mouranl et I'equipe soignante, en "MedHom",
particularizados de los diversos tipos de pacientes; por ejemplo, de los retrasa- n. 81 (1976), 48-50; D. LANZAS, ¿Deben saber los enfermos que van a morir?, en
dos: G. J. ANNAS,Denying the Rights of the Retarded: The Phillip Becker Case, en "Palabra", n. 141 (1977), 25; La morí et l'aide aux mourants: vérité et mensonge,
"HastCentRep", 9 (1979), n. 6, 18-19; de los judíos: A Bill of Rights for Jewish en "Supplément", n. 117 (1976), 165-170.
10
Patients, en "HastCentRep", n, 6 (1976), n. 4, 2; de las embarazadas: A Bill of R. SPITHAKIS.Z.A vérité et le cáncer, Resma, Paris 1973;G. LIMIDO-A. LIMIDO,
Rights of Pregnant Patients, en "HastCentRep", 7 (1977), n. 1, 3; The Pregnant La societá, la famiglia e l'ammalato di fronte alia malatlia neoplástica.
Patienl's Bill of Rights: The Pregnant Patient's Responsibilities, International en "MedMor", 26 (1976), 148-155; J. AITKEN-SWAN-E. C. EASSON, Reactions of
Childbirth Education Association, New York, sin fecha; de los menores: Minors' Cáncer Patients on Being Told Their Diagnosis, en "BritMedJour", n. del 21 de
Rights to Health Care, en "Journal of Family Law", 14 (1975-1976), 581-596. marzo (1959), 779-783.
190 PRAXIS CRISTI ANA -OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR DERECHOS DEL ENFERMO 191
tradición médica, apela a justificaciones diversas: el bien del en- cuestión. El ser. humano tiene una autonomía acreedora al respe-
fermo, la dificultad de una comunicación verdadera por la igno- to y sus decisiones sólo serán responsables si posee un conoci-
rancia del médico, por la situación del enfermo o por las circuns- miento suficiente de la situación; quien le secuestra este conoci-
tancias en que tiene lugar el tratamiento. Hay médicos convenci- miento, aun con buenas intenciones, está imposibilitando, por lo
dos de que una urgencia muy radical de informar al enfermo general, cotas más altas de autonomía personal. Aquí está, pues,
altera sustancialmente la praxis médica en sentido negativo, obli- la justificación de una nueva tendencia, que intenta mayor diafa-
gando a practicar una mala medicina. Se piensa que la informa- nidad en las relaciones entre el personal médico y los enfermos.
ción trae más desventajas que ventajas. Además, se alega que en Además de la ventaja fundamental puesta de relieve con este
muchos casos la información resulta imposible, al moverse el mé- modo de proceder, el respeto a la dignidad del enfermo, algunos
dico en un mar de dudas en cuanto al diagnóstico, el pronóstico o descubren otros aspectos positivos, pues la claridad favorece la
la terapia. La idea del médico omnisciente y omnipotente es un confianza y la amistad; con ella, el enfermo acepta más fácilmen-
puro mito, que una educación adecuada debe ir desterrando. El te las obligaciones que le impone la terapia y puede decidir con
silencio en muchos casos permite que el enfermo siga manteniendo mayor lucidez sobre las diversas alternativas posibles.
su confianza en el médico, condición juzgada muy necesaria para Al pensar así no se propone una obligación despiadada de
que una terapia tenga mayor éxito: el médico es entonces como revelar la verdad; en definitiva, será el bien del enfermo el que
un medicamento sobreañadido; la fe tiene un gran valor curativo. presidirá las decisiones concretas. Pero sí creo que no puede se-
La dificultad de una información proviene con frecuencia del guir manteniéndose la tradición médica tan favorable al oculta-
mismo enfermo, tanto de su capacidad intelectual como de su miento y que, so pretexto de mirar por el bien del paciente, acu-
situación afectiva. No es raro que el enfermo sea incapaz de com- mulaba tantas reservas sobre la información a comunicar. Desde
prender el sentido verdadero de algunas informaciones por su luego, sería rechazable toda actitud que tuviera como mira la
alta dosis de tecnicidad. Pero quizás las dificultades para que la defensa de la clase o del poder médicos.
información dada sea rectamente comprendida provienen, sobre Pío XII señaló algunas pautas al respecto: "Hay, sin embargo,
todo, de la situación anímica del paciente: éste tiene una memoria casos en los que el médico, aunque se le pregunte, no puede, aun
selectiva, en cuanto que retiene unas informaciones y desecha no diciendo cosa positivamente falsa, manifestar claramente toda
otras casi sin pensarlo y sin tener conciencia de ello. Por la misma la verdad, y especialmente cuando se sabe que el enfermo no ten-
situación del enfermo, la misma información dada a dos sujetos dría fuerza para soportarla. Pero hay otros casos en los que, sin
diferentes no tiene el mismo significado. Las prioridades, necesi- duda alguna, tiene el deber de hablar claramente; deber ante el
dades, preocupaciones, creencias y tensiones que aporta cada pa- cual tiene que ceder toda otra consideración médica y humanita-
ciente condicionan en un grado importante la validez de la ver- ria. No es lícito ilusionar al enfermo o a los parientes con falsa
dad comunicada. La situación de incapacidad y dependencia en seguridad, con peligro de comprometer de este modo la salvación
la que se encuentra hacen que lo mejor para el enfermo sea fiarse eterna del enfermo o el cumplimiento de obligaciones de justicia
de su médico, interesado como nadie en su bienestar y en su o de caridad" ".
recuperación.
La Asociación Americana de Hospitales trató de precisar con
Una información adecuada supondría el conocimiento pro- gran aproximación el ámbito del derecho a la información en los
fundo de cada enfermo, para ver cuáles son sus expectativas, qué siguientes términos:
es lo que realmente desea; ahora bien, esa interpretación sólo es
posible cuando se cuenta con tiempo y personal dedicado a ello,
meta que no parece alcanzable por el momento. "El paciente tiene derecho a obtener de su médico la informa-
Algunos temen, además, que una insistencia en el derecho del ción completa común en relación con su diagnóstico, tratamiento
enfermo a conocer la verdad pueda colocar la relación terapéuti- y pronóstico en términos que razonablemente se puede esperar
sean comprendidos por el paciente. Cuando médicamente no es
ca en una clave de justicia, con poco espacio para un clima más aconsajable dar al enfermo tal información, ésta deberá ser accesi-
cordial y más "humano". ble a la persona adecuada en su nombre. Tiene derecho a conocer
Aunque todas estas reservas puedan tener un sentido, no de- por su nombre al médico responsable de coordinar su cuidado.
ben utilizarse como supuestos para anular en la práctica el dere- El paciente tiene derecho a recibir la información necesaria
cho del enfermo a conocer la verdad de su situación. Más bien, la
actitud básica ha de ser el reconocimiento de este derecho del " Pío XII, citado por M. ZALBA-J. BOZAL, El Magisterio eclesiástico y la me-
enfermo; el ocultamiento no ha de ser el punto de partida en esta dicina, Razón y Fe, Madrid 1955, 154-155.
192 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR DERECHOS DEL ENFERMO 193
13
para dar su consentimiento informado antes de iniciar cualquier b) Respeto a las decisiones del enfermo
procedimiento y/o tratamiento. Exceptuadas las urgencias, tal in-
formación para el consentimiento informado deberá incluir, pero Hoy, la medicina es todavía muy deficitaria en la atención de
sin estar necesariamente limitado a ello, el procedimento y/o tra- esta exigencia. Donde no existe la información debida, queda
tamiento específico, los riesgos médicamente significativos impli-
imposibilitada la satisfacción de esta nueva exigencia. Pero inclu-
cados y la probable duración de la incapacitación. En el caso de
existir para el cuidado o tratamiento alternativas médicamente so donde el enfermo tiene un conocimiento de su situación, fre-
significativas, o si el paciente pide información sobre las alternati- cuentemente se toman decisiones sin atender suficientemente a su
vas médicas, el paciente tiene derecho a tal información. El pa- consentimiento.
ciente también tiene derecho a conocer el nombre de la persona En e\ caso de personas capaces de u n juicio personal, éste Via
responsable de los procedimientos y/o tratamiento. de ser respetado; cuando se trata de personas incapaces, habrá
Un paciente puede ser trasladado a otro centro sólo después de que atenerse, por lo general, a las decisiones tomadas por sus
recibir completa información y explicaciones en relación con la legítimos representantes.
necesidad de tal traslado y las alternativas al mismo. La autonomía del enfermo tiene particular vigencia en situa-
El paciente tiene derecho a obtener información sobre cual- ciones que afectan más profundamente a la persona.
quier relación posible de su hospital con otras instituciones sanita-
rias y educativas en cuanto diga referencia a su cuidado. El pa-
ciente tiene derecho a obtener información sobre la posible
existencia de relaciones profesionales entre los individuos que lo 4. El respeto a la intimidad14
están tratando, con su nombre.
El paciente tiene derecho a ser advertido si el hospital tiene el El llamado secreto médico tiene una tradición muy arraigada
propósito de iniciar o realizar experimentos humanos que afecten en la historia de la medicina desde el juramento de Hipócrates:
a su cuidado o tratamiento. El paciente tiene derecho a rechazar el
" T o d o lo que viere y oyere en el ejercicio de mi profesión, y todo
participar en tales proyectos de investigación" l2.
lo que supiere acerca de la vida de alguien, si es cosa que no debe
ser divulgada, lo callaré y lo guardaré con secreto inviolable".
Este ideal de diafanidad con el enfermo, a fin de que éste viva Pero el secreto no es un absoluto a ser observado con u n a actitud
su enfermedad con mayor dignidad, autonomía y responsabili- tabuista; se coloca en un marco sociocultural y con unos signifi-
dad, puede ayudar igualmente a evitar abusos por parte de los cados, que es necesario tener presentes para no caer en valoracio-
médicos. nes que constituirían un contrasentido.
El planteamiento de informar o no al enfermo se hace fre- Antes de dar unas indicaciones morales, voy a fijarme en el
cuentemente desde ángulos parciales que no tienen en cuenta contexto actual de nuestra sociedad, a nivel médico y a nivel más
toda la realidad. La respuesta a este interrogante no se puede general, en cuanto que ello puede condicionar la adopción moral
aislar de un acompañamiento posterior al enfermo. Si la revelación de unas actitudes u otras.
puede resultar traumatizante, n o sólo se han de prever las conse- La medicina actual reúne una serie de características que nos
cuencias, sino también, en la medida de lo posible, la ayuda para impiden enfocar el secreto de la misma forma que se hizo en otro
que la revelación no se traduzca en deshumanización. Desgracia- contexto médico. Hoy, la medicina se practica cada vez más en
damente, muchas veces se pregunta por la conveniencia o no de equipo, mientras que antes la medicina era eminentemente indivi-
dar una información al enfermo sin tener suficiente conciencia de dual, entre un médico y un paciente. La medicina actual va incor-
que todavía, después de la manifestación, queda una ulterior obli- porando cada vez más las medidas preventivas, desde lo cual pue-
gación de acompañarle.
La previsión de las consecuencias que una actitud ante el en- 13
K. RAHNER, La libertad del enfermo. Punto de vista teológico, en "Selec-
fermo puede tener se hará a oscuras, mientras no se den los pasos Teol", 15 (1976), 329-333; sobre el derecho a rechazar un tratamiento, cf. "Hast-
previos para conocerle. Ahora bien, la captación de los deseos y CentRep", 4 (1974), n. 4, 8-10; 5 (1975) n. 1, 49-51; n. 2, 4 y 47; n. 3, 9-10; n. 4
mensajes del enfermo se encuentra con dificultades enormes por y 15.
14
parte de la estructura sanitaria y por la impreparación específica G. TALIERCIO, Secreto, en DETM, 984-990; Deontología, Derecho, Medicina,
de los agentes sanitarios en el campo de la comunicación. Colegio Oficial de Médicos, Madrid 1977, numerosas colaboraciones; J. KIL-
GALLEN, Intimidad y Nuevo Testamento, en "Concilium", n. 141 (1979), 103-111;
"CahL", 29 (1969), n. 3, monográfico; L. BEIRNAERT, Problémes autour du secret,
12 en "Etudes", 322 (1965), 334-340; K. HORMANN, Fidelidad, en DMC, 472-476;
Carta de los derechos del enfermo, Asociación Americana de Hospitales, 6
de febrero de 1973. J. A. VILLA VERDE. En defensa del secreto, en "RyF", 10 (1969), 5-12.
194 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
DERECHOS DEL ENFERMO 195
de modificarse la actitud ante el secreto. La existencia de pierde el sentido de mismidad, de originalidad personal. El secre-
instituciones administrativas y de otros intereses relacionados con to es como una barrera protectora del yo, que, de lo contrario,
el ejercicio de la medicina puede contribuir a que proliferen si- está expuesto a cualquier poder; es como una expresión del reco-
tuaciones conflictivas en materia de secreto médico: seguros de nocimiento de uno en cuanto persona; desaparecido él, uno pare-
enfermedad, seguros privados de vida, exigencias de la justicia, ce reducido a objeto, a una mercancía más. El deseo de que se
investigación, exigencias de certificados de buena salud, computa- respeten los secretos propios es una manifestación del crecimiento
doras que almacenan las historias clínicas, etc. 15 de sí mismo como separado de los otros, y la opción de comunicar
En nuestra sociedad ha desaparecido en gran parte el halo un secreto es expresión de la necesidad de establecer relaciones de
misterioso en torno a la enfermedad, el cual la convertía en obje- amistad, de confianza, de amor con aquellos a los que se permite
to del secreto por títulos especiales. Hoy, gracias al superior índi- el acceso a la propia intimidad. La confianza es un elemento ne-
ce de curación, a la mejoría en las enfermedades contagiosas y cesario para un desarrollo armónico de la persona, que se vería
mentales, a la mayor vulgarización de los conocimientos higiéni- muy comprometido en aspectos fundamentales sin este apoyo del
co-sanitarios, las consecuencias sociales negativas unidas a diver- secreto.
sas enfermedades han desaparecido en gran parte. Además, se ha
borrado mucho la conciencia de conexión entre la enfermedad y Una relación profesional que no se viera protegida por el se-
creto significaría un grave riesgo incluso para su misma eficacia,
el pecado. Con esto ha sufrido algunas transformaciones el
con lo que el efecto negativo repercutiría en la sociedad. En esta
modo de concebir el secreto médico. hipótesis las relaciones serían más fragmentarias, más superfi-
El contexto general de nuestra sociedad, al margen del campo ciales.
estrictamente de la salud, presenta rasgos a veces encontrados,
algunos pidiendo una más rígida protección a la intimidad de la Pero el secreto no es un absoluto que imponga una ley sin
persona y otros señalando limitaciones a este derecho. Crece el excepciones; antes al contrario, también él tiene unas limitacio-
nes. La autorización del interesado, dada explícita o implícita-
número de técnicas, a veces muy sofisticadas, para sorprender la
mente, exime de la obligación moral del secreto. Igualmente
intimidad ajena, de suerte que la persona se siente bajo amenazas las exigencias del bien común o un peligro grave y proporcio-
constantes. En el mundo occidental parece existir un cierto voye- nado para terceros, el médico o el interesado, quitan toda res-
rismo, un deseo morboso de penetrar en la intimidad de los de- ponsabilidad moral en la comunicación de un secreto, hecha a
más, no para ayudarles en las dificultades, sino para alimentarse de las personas adecuadas; por ejemplo, en enfermedades conta-
secretos como un mero espectador. Esta sociedad golosa de "es- giosas 16.
cándalos", dedicada al voyerismo en este sentido, no es en esto
un ejemplo de solidaridad; quizás ello sea signo de un vacío inte- Se debe distinguir entre la licitud de revelar un secreto y la
rior, que ha de ser llenado con ese continuo consumismo de inti- obligación moral de hacerlo. En casos como los que acabo de
midades ajenas. En la sociedad democrática se afirma un derecho mencionar puede estar suficientemente clara la legitimidad mo-
a conocer casi todo de las personas que ostentan o pretenden ral de descubrir algo secreto; pero la obligación moral de mani-
cargos públicos, para no hacer opciones a ciegas. Ante este festarlo sólo podrá aparecer teniendo en cuenta muchas circuns-
mundo ansioso de "verdades" se desarrolla un sentimiento que tancias concretas. Cuando en una visita prematrimonial el médi-
pide protección más marcada para el mundo íntimo de la per- co descubre alguna circunstancia antes desconocida que puede
influir de un modo decisivo en la actitud a adoptar por los no-
sona.
vios, la obligación primera de comunicarla a la otra parte toca al
La protección de la intimidad de la persona se presenta como afectado; en caso de que éste no cumpla con su obligación, no se
una exigencia moral por un doble título: viene pedida por la afir- puede concluir automáticamente que el médico esté obligado a
mación de la autonomía del ser humano y por el mejor servicio a suplir esa falta: dependerá de una valoración de las ventajas e
las verdaderas relaciones sociales. La persona es al mismo tiempo inconvenientes que la ocultación o la revelación lleven consigo.
apertura e incomunicación; sin apertura a los demás, la persona Otra situación más compleja y conflictiva en la que puede verse
no puede desarrollarse, y sin un grado de incomunicación, se envuelto un médico se refiere a la imposición legal de revelar un
secreto en determinados casos. La existencia de una ley no es
15
S. ARRIBAS VALIENTE, Ordenadores y deontología, en Deontología... o. c.
(n. 15), 363-370; Documentos médicolegales, ib., 383-407; B. BARBER, Some Pro-
16
blems of Confidenciality in Medical Computing, en "JourMedEth", 2 (1976), G. TALIERCIO, Secreto, en DETM, 987-989; G. J. ANNAS, Confidenciality
71-73. and the Duty to Warn, en "HastCentRep", 6 (1976), n. 6, 6-8.
196 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR

necesariamente sinónimo de obligación moral, sino de obligación


puramente legal. Con esta obligación legal puede coincidir un de-
ber de conciencia de no manifestar algo conocido en virtud del
ejercicio de la profesión. Son éstas situaciones difíciles que mere-
cen una consideración particular en cada caso ,7.

CAPÍTULO IX

TRASPLANTES. EXPERIMENTACIÓN HUMANA

A) LOS TRASPLANTES

1. El mundo de los trasplantes

El trasplante se ha convertido en una actividad médica bas-


tante ordinaria en unos sectores; en otros, en cambio, se halla
frente a desafíos muy difíciles: es un hecho y tiene mucho de
sueño. Según algunos, quizás con excesivo optimismo, el porvenir
de la medicina está muy vinculado a los progresos de esta ma-
teria '.
Otra faceta importante de los trasplantes es la legal. Aunque a
paso desigual, y superando diversas resistencias, las legislaciones
van favoreciendo el ejercicio de una solidaridad humana, fijando
al mismo tiempo controles para evitar abusos 2 .
Igualmente, hay un aspecto sociocultural que no puede ser
ignorado: los trasplantes, sea entre vivos, sea de un cadáver, evo-
can un mundo simbólico, emocional, de creencias y de relaciones.
En estas breves páginas voy a ceñirme ante todo a la dimen-
sión moral de los trasplantes desde una tradición eclesial. Desde
este ángulo no existen en la moral cristiana dificultades para mu-
chas intervenciones; algunas sí suscitan todavía problemas. En
pocas décadas se ha dado una importante evolución moral en
esta cuestión: a los rechazos y titubeos de hace unos años, que
casi nos hacen reír hoy, ha sucedido una aceptación razonable.
La actitud recelosa o negativa adoptada por los moralistas al ini-
ciarse los trasplantes se debió fundamentalmente a que se tenía

' J. TOMÁS BUENO, El futuro de la medicina, pendiente de los trasplantes, en


"TribMed", n. 821 (1979), 14; cf. "CahL", 26 (1966), n. 1 y 30 (1970), n. 3,
monográficos sobre diversos aspectos de los trasplantes; "JourMedEth", 1
17
(1975), 59-72, varios artículos; G. CASTIGLIONI, Stato attuale del problema dei
Aceptado el código deontológico, ya hay secreto médico, en "TribMed", trapianti, en "MedMor", 26 (1976), 133-139.
n. 801 (1979), 1; El secreto de (sic) la legislación española, en Deontología, o. c. 2
P.-J. DOLL, La discipline des greffes, des transplantalions et des autres actes
(n. 15), 407-426; A. DE LORENZO, £7 secreto profesional en la Constitución, en de disposition concernant le corps humain, Masson et Cié, Paris 1970; Texto defi-
"TribMed", n. 818 (1979), 31; K. GREENWALT, Privacy and Its Legal Protection, nitivo de la ley sobre extracción y trasplante de órganos, en "TribMed", n. 821
en "HastCentSt", 2 (1974), n. 3, 45-68. (1979), 12; La nueva ley de trasplante de órganos, en "RyF", 200 (1979), 372-374.
198 PRAXISCRISTIANA-OPCTON POR LA VIDA Y EL AMOR TRASPLANTES Y EXPERIMENTACIÓN HUMANA 199

una concepción muy estrecha acerca del dominio del hombre so- contribuye a variar las valoraciones morales de un modo ra-
bre el propio cuerpo. Pero tampoco puede negarse el influjo ejer- zonable.
cido por las limitaciones y riesgos de la técnica de los trasplantes Los tejidos u órganos objeto de trasplantes reales o intenta-
en sus principios, así como el peligro previsto de que una aceptación dos son múltiples: riñon, corazón, hígado, pulmón, páncreas,
moral pudiera desembocar en injerencias de los poderes públicos. córnea, ovarios, testículos, sangre, piel, huesos, tendones, cartíla-
gos, etc. Los aspectos más importantes a los que debe atender la
técnica de los trasplantes son la tipificación de tejidos, la identifi-
2. Clasificaciones de los trasplantes cación de la sangre, los criterios de selección, la conservación de
y su aspecto técnico órganos con el fin de que el rechazo del órgano trasplantado se
evite en lo posible; otro aspecto importante es la determinación
de la muerte para los trasplantes desde un cadáver 3 .
Al hablar de trasplantes me refiero preferentemente a los ór-
ganos, pero sin excluir tampoco los injertos de tejidos. Desde el
punto de vista moral, la atención se ha centrado en los órganos.
Según se adopten unos criterios u otros se pueden hacer diversas 3. Indicaciones para una valoración moral4
clasificaciones de los trasplantes. Las dos más importantes atien-
den a la relación entre donante y receptor, y al tipo de órganos a) Los trasplantes realizados dentro del mismo organismo no
trasplantados. ofrecen problema moral alguno, siempre que exista una finalidad
razonable y una compensación entre los riesgos y ventajas. La
Si el trasplante se verifica en el mismo organismo (piel, cartíla- subordinación de la parte al todo es clara en este caso y legitima
gos, tendones, huesos, etc.) se le designa con diversos nombres, moralmente cualquier intervención, con tal que no sea arbitraria,
como autoplástico, autoinjerto, etc. Poca importancia tiene, den- sino que posea un sentido humano. Para intervenciones de este
tro de esta clase, la distinción entre ortotópico y heterotópico, tipo, siempre teniendo presentes los posibles riesgos, normalmen-
según que el injerto vuelva a colocarse en el mismo o en distinto te no se necesitan motivos muy graves; incluso razones estéticas
sitio dentro del mismo organismo. pueden ser suficientes.
Si el organismo donante es distinto del receptor, el trasplante
se llama heteroplástico. Dentro de este grupo puede pensarse en b) Los trasplantes realizados a un ser humano a partir de un
que los dos individuos pertenezcan o no a la misma especie: en el animal, por este solo hecho no presentan ningún problema moral;
primer caso, se llama al trasplante homoplástico, homólogo o siempre que se intente un fin humanizador, carecen de objeciones
alógrafo; en el segundo, aloplástico, heterólogo o xenógrafo. Una morales. No se pueden invocar presuntos derechos del animal en
circunstancia muy importante, dentro de la relación donante- estos casos; en esta hipótesis, su subordinación al servicio del
receptor, introduce la distinción de los trasplantes entre vivos o hombre es clara y razonable 5 . Pío XII, el 14 de mayo de 1956, se
de un cadáver a un organismo vivo. A veces, determinadas situa-
ciones personales plantean problemas específicos; por ejemplo, si 3
Cf. este mismo volumen de Praxis cristiana, parte primera, cap. III.
el donante es incapaz de un juicio personal responsable, como en 4
La moralidad de los trasplantes ha sido un tema predilecto de la moral si
el caso de los niños o de adultos deficientes mentales. atendemos a la extensa bibliografía existente sobre este punto. Ofrezco una se-
Por razón de los órganos trasplantados, y en razón de las lección de títulos, preferentemente en castellano. M. ZALBA. La mutilación y el
trasplante de órganos a la luz del Magisterio eclesiástico, en "RyF", 153 (1956)
consecuencias para el donante, es necesario distinguir entre órga- 523-548; G. H IGUERA. LOS trasplantes de órganos humanos y la teología moral en
nos vitales y no vitales, dobles y sencillos. "SaIT", 57 (1969), 676-696; G. PERICO, Trasplantes, en DETM, 1129-1 ¡36;
No resulta superfluo insistir en que el aspecto técnico de los A. RF.GAN-J. KUNICIC, Los trasplantes: en pro y en contra. Perpetuo Socorro, Ma-
trasplantes es el fundamental, en cuanto que condiciona a los drid 1970; M. HONECKER, Libertad para aceptar la muerte. Consideraciones teoló-
gicas a propósito del trasplante de órganos, en "SelecTeol", 10 (1971), 280-285-
demás. En la medida en .que se logren técnicas que inclinen clara- A. F. DÍAZ NAVA, Más sobre la transplantación de órganos, en "SaIT", 52 (1964)
mente la balanza del lado de las ventajas, habrá menos resisten- 356-364; R. A. MCCORMICK, Transplantation of Organs: A Comment on Paul
cias legales y menos problemas morales, sin querer con ello decir Ramsey, en "ThSt", 36 (1975), 503-509; M. SÁNCHEZ. Moralidad de las transplan-
que el aspecto técnico sea el único a considerarse; pero sí es deter- taciones quirúrgicas, en "Studium", 4 (1964), 21-50; P. VERSPIEREN, Les préléve-
ments dorganes, en "Etudes", 346 (1977), 181-196.
minante. La evolución constante de la técnica modifica sustan- 5
Sobre los "derechos" de los animales y, en general, del mundo subhumano
cialmente las situaciones: gracias a ella procedimientos arriesga- y sobre su subordinación al hombre, cf. diversos artículos en "Environmental
dos se convierten en casi rutinarios; esta movilidad de la realidad Ethics", 1 (1979) y 2 (1980).
200 PRAXIS CRISTIANA-OPC'ION POR LA VIDA Y LL AMOR
TRASPLANTES Y EXPERIMENTACIÓN HUMANA 201
refirió a un caso seguramente hipotético: el trasplante de glándu- un estado derribado, si se hubiera profanado el asilo de los
las sexuales del animal al hombre; sin alegar ninguna razón, en muertos".
ese pasaje rechazó tal práctica como inmoral 6 . Desde un punto de vista moral no se exige en absoluto el
consentimiento del interesado o de la familia para proceder a la
c) Trasplante de un cadáver a un ser vivo7. Un aspecto básico utilización de los órganos para trasplante. Sin embargo, en ausen-
a ser tenido en cuenta es la muerte del donante, sobre cuya deter- cia de disposiciones legales al respecto, resultará necesario el pre-
minación ya se trató anteriormente 8; por eso, paso a otras consi- ver las posibles consecuencias de proceder a la extirpación sin
deraciones. Una vez constatada la muerte de una persona no hay preocuparse de obtener el consentimiento previo. En este punto
obstáculos morales a la utilización de sus órganos para eventuales la moral ha de favorecer cuanto se sitúe en la línea de la solidari-
trasplantes. Las resistencias mayores han podido venir desde el dad humana y de la caridad cristiana, tratando de eliminar todo
campo religioso o desde concepciones particulares de tipo socio- cuanto cree obstáculos. Resulta extraño que quizás los cristia-
cultural. Por lo que dice relación a ambientes cristianos, en el nos, que también en esto deberíamos encarnar el mandamiento
pasado y todavía hoy, muchos consideran inaceptable la mutila- del amor, seamos de los más reacios a la solidaridad en los tras-
ción del cadáver. En cuanto a las razones de tal actitud son con plantes.
frecuencia muy difusas y difíciles de precisar; a veces hay una A la hora de juzgar la conveniencia moral de un trasplante a
explícita referencia a la fe en la resurrección, como si una mutila- partir de un cadáver, el aspecto fundamental a atender debería
ción actual tuviera consecuencias en el hombre resucitado. Hoy la ser la incidencia sobre el bienestar del enfermo, comparando la
teología ha mostrado la falta de base de todos estos temores; pero situación actual y las previsiones en caso de realizar o no el
la sensibilidad del pueblo cristiano no siempre actúa en esa línea. trasplante.
En cuanto a la consideración debida al cadáver, Pío XII previno
contra dos concepciones: la equiparación del cadáver del hombre d) Trasplantes entre vivos11. Si en los trasplantes de un di-
al de un animal y el respeto incondicional y absoluto al mismo. En funto a una persona viva la moral no ha puesto apenas reparos,
contra de esta última corriente, aunque refiriéndose exclusiva- no ha sucedido lo mismo en cuanto a la intervención en que esta-
mente a la extirpación de la córnea —idéntico razonamiento pue- ban implicados únicamente seres vivos. En un primer momento
de aplicarse a cualquier órgano—, dijo: "En relación con el di- se consideró un obstáculo insalvable el mero hecho de que se
funto al que se le extirpa la córnea, no se atenta contra él en tratara de dos personas distintas, incluso en trasplantes de órga-
ninguno de los bienes a los que tiene derecho, ni en su derecho a nos dobles, como el ojo o el riñon. Sin embargo, también desde el
estos bienes" 9. En general, todas las culturas anteriores y todas principio, aunque con titubeos y timidez, algunos moralistas pre-
las religiones han mantenido una actitud de respeto a los cadáve- vieron la licitud de estas operaciones desde una moral correcta-
res, por lo que en todas ellas, en un principio, han predominado mente impostada 12.
las reticencias ante los trasplantes a partir de un cadáver. Sin La razón principal para condenar estos trasplantes entre vi-
embargo, hoy día predomina la conciencia de que esta postura vos era la malicia intrínseca de la mutilación directa. Quitar un
recelosa o negativa no es razonable 10. Pero todavía queda por órgano enfermo para la salud del propio organismo era aceptado
hacer una gran tarea de sensibilización cristiana y humana, con el como lícito con normalidad, en virtud de la subordinación de la
fin de que desaparezcan obstáculos no racionales, que están pre- parte al todo. Sin embargo, la extirpación de un órgano sano
valeciendo sobre las exigencias de la caridad y los auténticos sen- para el bien de un organismo ajeno era tenido como una mutila-
timientos de humanidad. Debemos trabajar para que no tenga ción directa, rechazable moralmente. En apoyo de esta postura
sentido la frase de Chateaubriand: "Los antiguos hubieran creído se utilizó un texto de Pío XI: "La doctrina cristiana establece, y
la luz de la razón humana deja en claro, que individuos particula-
6
res no tienen otro poder sobre los miembros de su cuerpo que el
Pío XII, AAS, 48 (1956), 460. que corresponde a su finalidad natural; y no son libres para des-
7
Sobre los aspectos no morales del tema pueden verse R. DIKRKENS. Les
droits sur le corps el le cadavre de l'homme, Masson et Cié, Paris 1966; truir o mutilar sus miembros, o de cualquier otra manera hacer-
P.-J. DOLL, o. c. (n. 2); A. DF. LORENZO. Problemática de las autopsias y los iras-
plantes, en "TribMed", n. 805 (1979), 35; n. 806 (1979), 33; n. 807 (1979), 35.
8
Cf. este mismo volumen de Praxis cristiana, parte primera, cap. III. " V. P. DLMIJOV. Trasplante experimental de órganos vitales. Atlante. Madrid
* Pío XII, en AAS, 48 (1956), 464. 1967.
12
10
P.-J. DOLL. O. C. (n. 2), 139-148. Para una amplia información sobre la evolución de este problema entre
los moralistas, cf. M. ZAIBA. a. c. (n. 4).
TRASPLANTES Y EXPERIMENTACIÓN HUMANA 203
PRAXIS CRISTI A N A OPCIÓN POR LA V I D A Y EL A M O R
órgano. Por parte del recipiente hay que valorar los riesgos y
s inservibles para sus funciones naturales, excepto cuando no se ventajas, tanto en caso de no proceder al trasplante como en caso
Puede de otro modo mirar por el bien de todo el cuerpo" u . Este de hacerlo '6.
P mcipio, formulado para excluir la esterilización eugenésica, fue
extendido por algunos autores para rechazar los trasplantes entre
personas vivas. Aplicando este razonamiento de Pío XI se ha
B) EXPERIMENTACIÓN HUMANA
egado a conclusiones tomadas en su tiempo con seriedad, pero
"NT 3 n o s o t r o s Parecen aceptables sólo como salidas de humor:
o puede pensarse en serio que cuenta entre los fines naturales 1. Utilidad y miras
e ios ojos de Pedro el servir eventualmente para ser injertados en
as cuencas vacías de Andrés. La naturaleza ordena los ojos de La capacidad para experimentar es un rasgo distintivo de la
redro al ejercicio de su función en el cuerpo de Pedro. El arte especie humana, que, gracias a su inteligencia, puede fijarse libre-
medica los podrá ordenar al servicio de Juan violentando prime- mente unos objetivos e imaginar los medios para su consecución.
r e
° ' destino natural que tenían. Además, tal mutilación, que por Revela que el hombre puede liberarse de las necesidades y deter-
añadidura inutiliza para ver al menos parcialmente, no es evi- minismos de la naturaleza, suscitando respuestas y condiciones
p t e , M 4 n t e p a r a e I b i e n d e t o d o e l cuerpo, como lo exige el que implican una acción creativa. La experimentación de por sí,
a
Pa . Tal modo de hablar, respetable y comprensible en su en cuanto signo de una inteligencia, es algo a valorar positiva-
contexto histórico, parece una degradación de la moral cristiana. mente, aun cuando un juicio moral completo no puede prescindir
Un concepto estrecho de naturaleza ha servido así para cerrar por de otros elementos ".
algún tiempo las vías a un personalismo del mejor cuño cristiano.
A ello han contribuido también la tesis del hombre como usu- La experimentación es un acompañante inseparable de la his-
ructuario, no propietario de sus miembros, y una peculiar inter- toria humana y la medicina no ha constituido una excepción. In-
pretación del principio de totalidad. cluso el tratamiento médico más sencillo encierra una dosis de
experimentación, porque las técnicas y medicamentos, a pesar de
Algunos moralistas expresaron desde muy pronto su oposi- los controles y pruebas a que hayan estado sometidos, pueden
ción a una moral tan "egoísta". Desde formulaciones distintas ofrecer sorpresas y novedades al ser utilizadas en situaciones
expusieron o intuyeron la licitud moral de la donación de órga- siempre nuevas. Lo dicho sirve para explicar las dificultades en
nos en favor de otro ser vivo. Unos se apoyaron en la concepción fijar las fronteras de la experimentación 1S.
de la humanidad como una unidad jurídica, moral o mística;
otros apelaron a la caridad cristiana; se mitigaron algunas tesis Con todo, generalmente hablamos de experimentación cuan-
tradicionales, por ejemplo, la ilicitud absoluta de la mutilación do en el punto de partida de una acción o de un proceso concre-
directa o el carácter estrechamente administrador del hombre en tos figuran unas intuiciones, unas hipótesis no comprobadas o no
relación con sus miembros y órganos. Desde la licitud de sacrifi- en grado juzgado suficiente, sobre la posible utilidad de nuevos
car la vida en favor de otros, algunos concluyeron a fortiori la fármacos o nuevas técnicas; la experimentación pretende superar
legitimidad de la donación de órganos 15. 16
Hoy en día, el hecho de extirpar un órgano sano de una per- Aparte del tema de la moralidad de los trasplantes en general, muchos
autores se preocupan de la licitud o no de determinados trasplantes. Los relati-
sona viva para trasplantarlo a otra no constituye un problema vos al corazón son los que han generado una literatura más abundante; cf.
moral si miramos a la mera circunstancia de que se trata de dos B. BONNIN ÁNGULO, El trasplante de corazón, en "Salmanticensis", 17 (1970),
personas distintas: esta dificultad, que tanto atormentó a los mo- 272-290; A. F. DÍAZ-NAVA. Ante el primer trasplante de corazón humano, en
ralistas durante varias décadas, ya está prácticamente vencida. "SalT", 56 (1968), 60-65; R. A. MCCORMICK. The Ethics of Heart Transplanta-
La licitud de estos trasplantes dependerá fundamentalmente tions, en "ThSt", 29 (1968), 697-707; E. TESSON. Les greffes de coeur, en "Elu-
des", 328 (1968), 322-328. Más raramente se ha examinado un problema que
de los siguientes aspectos: por parte del donante, un consenti- presenta dificultades técnicas extremas, el posible trasplante de cerebro: J. GAFO.
miento informado que respete su autonomía y excluya imposi- ¿Es posible un trasplante de cerebro en el hombre?, en "RyF", 195 (1977), 594-
ciones ajenas o decisiones personales irresponsables; considera- 602; P. CHAUCHARD. Vers la greffe du cerveau?, en "Revue Genérale Belge",
ción de los eventuales perjuicios derivados de la extirpación de un mayo (1968), 17-25. Sobre la córnea, el. Pío XII, en AAS, 58 (1956), 460.
17
AA. VV., La experimentación humana en medicina, Studium, Madrid 1953;
P. A. FREUND. Experimental ion with Human Subjects, George Braziller, New
1
Pío XI, en AAS, 22 (1930), 565. York 1970; B. HARING. Etica de la manipulación, Herder, Barcelona 1978.
18
M. ZALBA. a. c. (n. 4), 539. Y. PETITON-VERSPIEREN, L'urgence de recherches en santé publique, en
ID.. 526-538. "MedHom", n. 119 (1979), 20-26.
204 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR I A VIDA Y I I AMOR
TRASPI ANTI S Y I X P I R I M I NTACION HUMANA 205
un estado de inseguridad, lo cual se logrará a través de una repe-
tición de ensayos en condiciones adecuadas. • Declaración de Helsinki, Asociación Médica Mundial
La distinción más importante dentro de los diversos tipos de 1964. revisada en Tokyo en 1975 :2.
experimentación toma como criterio la finalidad inmediata tera-
• Directrices para la investigación experimental en el
péutica o no terapéutica. En el primer caso el fin inmediato per-
hombre. Academia Suiza de ciencias médicas, 1970.
seguido es la curación del enfermo, lo cual no significa la exclu-
sión de beneficios para el progreso de la ciencia. En la no
terapéutica se mira exclusiva o prevalentemente a la finalidad También los Códigos de Deontología médica de los diversos
científica, que a la larga no excluye una dimensión beneficiosa países suelen recoger normas sobre la experimentación médica.
para la humanidad. A veces, los dos objetivos están muy unidos La necesidad de someter los experimentos con el hombre al
en la realidad, de manera que no se puede precisar cuál de los dos juicio de la ética se ha afirmado con más fuerza en las concien-
predomina; pero, a pesar de algunas ambigüedades, en general cias en tiempos recientes, sea por las posibilidades cada vez ma-
esta distinción tiene sentido en la práctica l9. yores de intervenir en la intimidad de la persona, sea por los
abusos cometidos en este campo.
El desarrollo técnico y el progreso médico amplían constante- De los dos tipos de experimentación, terapéutica y no te-
mente el campo de la experimentación, hasta los sectores más rapéutica, esta última es la que encierra ordinariamente ma-
profundos de la persona. A juzgar por las denuncias, en el campo yores riesgos y, por ello, se hace acreedora a mayor vigilancia
de la medicina caen a veces algunos en experimentaciones sin es- ética.
crúpulo que sacrifican la dignidad humana, atraídos por la fasci-
nación de la ciencia. Las degradantes experiencias llevadas a cabo El progreso científico por sí solo no justifica cualquier clase
por los nazis 20 no son desgraciadamente un episodio aislado. de experimentación. Incluso si los resultados de los experimentos
se prometen beneficiosos a la larga para la humanidad, no que-
dan ipso facto legitimados. Todo logro que se obtiene pisoteando
la dignidad humana o violando valores importantes lleva en sí
2. Aspecto moral de la experimentación21 una carga negativa. Ya Pío XII rechazó esta afirmación: "Supo-
niendo evidentemente que la intervención del médico está deter-
minada por un interés científico y que se observan las reglas pro-
Los diversos códigos con directrices éticas para la experimen- fesionales, no hay límites a los métodos de crecimiento y profun-
tación humana son una expresión bien clara de que ésta no es dización de la ciencia médica" 2i . Aunque entre ideologías to-
una actividad dotada automáticamente de una bondad moral. talitarias, como el Nazismo y la fascinación de la ciencia, existen
importantes diferencias, la ciencia que se desentiende de los crite-
• Código de Nüremberg, 1946. rios morales corre el peligro de atentar contra la dignidad huma-
na. Aunque bajo apariencias benéficas, el culto indiscriminado a
• Responsabilidad en las investigaciones realizadas en la ciencia es una forma de idolatría, que puede encerrar ame-
sujetos humanos, Gran Bretaña 1963. nazas para los valores humanos. La moral puede significar un
freno para la ciencia en cuanto a la "eficacia", pero es una
19
R. J. LEVINE. Clarifying the Concepis of Research Ethics, en "HastCent-
garantía de humanidad frente a una prosecución amoral de la
Rep", 9 (1979), n. 3, 21-26. objetividad.
20
Biomedical Ethics and ihe Shadow of Nazism. en "HastCentRep", 6 (1976), Si a veces los científicos pretenden actuar al margen de los
n. 4, Special Supplement, 20 pp.: AA. VV. o. c. (n. 17), 145-178. criterios éticos, en el cristianismo con frecuencia se han creado
21
La falta de precisión en los conceptos y en los términos hace que muchas
veces manipulación y experimentación se utilicen como sinónimos. Sin entrar en trabas injustificadas a la acción de la ciencia. Esta actitud excesi-
este complejo tema, señalo una bibliografía, preferentemente en castellano. vamente recelosa ante la experimentación humana ha procedido
G. PERICO. Experimentación clínica, en DETM. 370-379; R. KAUTZKY. Progreso
técnico y problemas morales dentro de la medicina actual, en "Concilium", n. 45 22
Cf. el texto en H. WEBER-G. HIGUERA, O. C. (n. 21), 49-53; A. BELSEY.
(1969), 245-260; A. W. VON EIFF-F. BOCKLE. El experimento en la investigación Doctors and Experimentation: Doubts about the Declaration of Helsinki, en
clínica, en "Concilium", n. 65 (1971), 236-251; H. WEBER-G. HIGUERA. Experi- "JourMedEth". 4 (1977). 182-185.
mentos con el hombre, Sal terrae, Santander 1973; J. G AFO. Experimentación y 23
Pío XII, en AAS, 44 (1952), 781. En diversas ocasiones se pronunció
manipulación del hombre, en "ViN", n. 911 (1973). 23-31; ver también un conjun- Pío XII sobre la necesaria presencia de la ética en la investigación científica que
to de cuatro artículos sobre el tema en "MedMor", 20 (1980), n. 1. tiene por objeto al hombre: AAS, 44 (1952), 779-789; AAS, 45 (1953), 666-671 v
744-754; AAS, 46 (1954); 587-598; AAS, 50 (1958), 268-282 y 687-696.
206 PRAXIS CRISTIANA -OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR TRASPLANTES Y EXPERIMENTACIÓN HUMANA 207
a veces, no de un personalismo bien orientado, sino de un respeto La experimentación con seres humanos no puede ponerse en
a la naturaleza rayano en el tabú. Una insistencia unilateral en el la misma línea que las llevadas a cabo con animales. Y en cuanto
hombre como mero administrador de la propia vida y de su orga- a los experimentos realizados con animales, previos a las pruebas
nismo ha suscitado obstáculos innecesarios al progreso científi- con seres humanos, hay que evitar dos extremos: la arbitrariedad
co. En este campo se pone con frecuencia el problema de la rela- y crueldad, y la intocabilidad 26 .
ción individuo-sociedad. ¿Hasta qué punto una persona puede o
está obligada a someterse a la experimentación por el bien de los
demás? Por una parte, no se puede obligar a una persona adulta y
capaz de decisiones responsables a someterse a una experimenta-
ción con riesgos graves para ella sin su consentimiento personal,
pues ello equivaldría a reducir al ser humano a un objeto. Por
otra, hay que despertar más la conciencia cristiana y la sensibili-
dad humana para actualizar con más fuerza el valor de la cari-
dad, de la solidaridad y de la generosidad. Estas dos indicaciones
no nos dan la solución para casos conflictivos, pero sí nos indican
rumbos a seguir, que han de tratar de armonizarlas dialécticamen-
te. Lo que dice J. Gafo a propósito de los trasplantes tiene aquí
validez: "El avance de la Medicina es siempre consecuencia de la
experimentación, de un largo aprendizaje a través de éxitos y fra-
casos. Indudablemente esto no justifica una indiscriminada experi-
mentación humana, pero en aquellos casos desesperados en los
que el recurso al trasplante es la única solución médica, ¿no puede
considerarse el significado social de tales intervenciones —su con-
tribución al progreso de la Medicina— como un factor más que
justificase dichas prácticas?" 24
Además de estas exigencias, es obvio que la experimentación
no terapéutica ha de respetar otros imperativos: competencia del
experimentador, experimentación previa con animales, ausencia
de otras alternativas en conjunto más aceptables, consentimiento
informado del sujeto. Por lo demás, estas exigencias son comunes
también a la experimentación terapéutica.
Cuando la experimentación se realiza en un sujeto enfermo y
con vistas a su curación, además de otras condiciones antes seña-
ladas, se ha de atender a dos criterios sobre todo: el bien del
enfermo y su dignidad. Esta pide que el interesado esté en todo
momento al corriente de los objetivos y marcha de la experiencia,
lo cual implica el poder retirar su consentimiento en un momento
dado. El bien del enfermo exige que, dentro de las alternativas
posibles, se escoja la que, en conjunto, presente aspectos más po-
sitivos en su globalidad 25 .

24
J. GAFO, Nuevas perspectivas en la Moral Médica, Ibérico Europea de Edi-
ciones, Madrid 1978, 247. 26
Cf. V. MARCOZZI, CU esperimenti sugli animali, en "CivCatt",130 (1979,
25
Cf. varios artículos en "Médecine de l'homme": P. ARPAILLANOE, Un point
IV) 20-33; W. LANE-PETTER. The Ethics of Animal Experimentation, en "Jour-
de vue juridique sur les essais thérapeutiques, n. 104 (1978), 16-18; J. L. LORTAT-
JACOB, Les essais thérapeutiques compares, ib., 12-14; P. MILLIEZ, Problémes éthi- MedEth", 2 (1976), 118-126. Cf". también lo dicho en n. 5 de este mismo capí-
ques poses par les essais thérapeutiques sur l'homme, n. 82 (1976), 16-17. tulo.
CAPÍTULO X

GENÉTICA Y EUGENESIA

A) GENÉTICA

Las intervenciones en campo genético constituyen un mundo


cargado de esperanzas y de amenazas para el hombre y el entorno
humano. For acercarse estas investigaciones a los mecanismos
más íntimos de la vida, algunos les dan interpretaciones que re-
percuten en el hecho religioso. Hay quienes abrigan esperanzas
no disimuladas de asestar desde aquí un golpe mortal a la idea de
Dios, aunque no suele ser ésta la postura de la gran mayoría de
los científicos. Algunos cristianos ven en esta actividad científica
un riesgo para los fundamentos de la religión, por lo cual alimen-
tan hacia ella una desconfianza radical. Si es lógica una actitud
crítica ante este progreso científico, no hay motivo para actitudes
infantiles de temor irracional. "A los creyentes debo decir con
plena conciencia que pueden conservar, frente a todas las diablu-
ras de las experiencias biológicas, la serenidad más soberana"'.
Dentro del mundo de la genética, en cuanto dice relación a la
moral, podemos distinguir diversas actitudes: unas veces se trata
de explorar la naturaleza, las leyes y los resultados de la genética,
especialmente la humana; otras veces se pretende una acción posi-
ble sobre los procesos genéticos. Es comprensible que el conoci-
miento constituye una base para la acción y que, por lo tanto, en
el último caso, nos movemos en un campo más comprometedor.
Los diversos autores que tratan del tema incluyen puntos muy
diversos bajo este capítulo; aquí voy a ceñirme a cuatro aspectos:
ingeniería, terapia, asesoramiento o consejo, chequeo genético.

1. Ingeniería genética
Mientras la investigación se limitaba a un análisis y conoci-
miento de las leyes que operan en este sector, no se suscitaron

' G. GOGLIA. La ingegneria genética: aspeiti scientifici ed implicazioni morali,


en "MedMor", 20 (1980), 137.
210 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR GENÉTICA Y EUGENESIA 211
3
problemas mayores; pero éstos han aumentado cuando se ha vis- individuo concreto . La fabricación dirigida de un modelo de
to la posibilidad de intervenir artificialmente en esos procesos. hombre con determinadas características es lo que puede origi-
Al tratar de la ingeniería genética me refiero sobre todo a nar mayores problemas, dejando ahora al margen el lado técnico
la humana, pero tampoco faltarán alusiones a la genética no de la cuestión.
humana, pues también ella suscita algunos interrogantes mo- La investigación genética, sea en el campo humano, sea en el
rales. no humano, ha de estar sometida a ciertas exigencias éticas: no se
Son numerosas las esperanzas puestas en las investigaciones puede actuar alegremente como un aprendiz de brujo sin las sufi-
de genética: aparte su utilización como terapia curativa o preven- cientes garantías, no sea que el "invento" escape a nuestro con-
tiva de algunas enfermedades o deficiencias —de lo que se habla- trol. Dos actitudes extremas a evitar son el sistemático rechazo
rá más adelante—, se piensa en los beneficios sociales de la gené- de las iniciativas en este sector por una visión falsa de la naturale-
tica no humana: posible producción de productos farmacéuticos, za, como si ésta fuera una realidad intocable, y el optimismo utópi-
aunque hasta el momento no se ha dado ningún logro revolucio- co que aprueba acríticamente cualquier iniciativa. La ciencia no es
nario; por ejemplo, por medio de bacterias que se reproducen con sinónimo de humanidad y, desde un punto de vista cristiano, la
gran rapidez, se podrían obtener sustancias difíciles de sintetizar, creencia en la fuerza del pecado obliga a una actitud crítica: la
como la insulina. Aislando el gene que preside la síntesis de esta ciencia puede dejarse llevar de un orgullo ciego lo mismo que la
hormona en nuestro páncreas, se pensaría en insertarlo en los pereza puede filtrarse en las actitudes negativas.
genes de una bacteria, para así lograr cantidades elevadas de in- La manipulación de bacterias o virus patógenos en los labora-
sulina. Y algo semejante se ha dicho en relación con antibióticos torios exige controles rigurosos, sobre todo si se trata de elemen-
u otras sustancias. Por ahora nos movemos en un terreno de tos que, evadidos, pudieran dar lugar a epidemias y catástrofes, al
puras hipótesis. La fantasía se ha extendido a otras posibles apli- no contar con suficientes defensas naturales y farmacológicas; sin
caciones en otros campos: se imagina que por medio de bacterias despeciar, por otra parte, los riesgos para los científicos implica-
se podría suplir al menos parcialmente la necesidad de ciertos dos en esas investigaciones. La mezcla de genes podría dar lugar
fertilizantes y así obtener los cereales suficientes para el consumo a otros con características no existentes o no conocidas capaces
humano. La industria ha pensado en una posible fabricación de de originar males impensados. Por eso "la revolución biológica
seda natural por fermentación y hasta se ha creído que las bacte- debe abrir un debate..., con sus lentitudes, sus incertidumbres, y
rias podrían producir luz, calor y energía. Las bacterias se con- estar asociada a la aparición de una nueva moral. Esta, en conti-
vertirían así en nuestros esclavos del siglo xxi 2 . nuidad con la ética tradicional, deberá reformular los problemas
Este mundo fantástico, que nos invita a soñar, no debe sacar- según las realidades actuales, acoger los nuevos dilemas de la co-
nos de nuestro tiempo y de las preocupaciones actuales. Sí se han lectividad, tener presentes los peligros graves y mal conocidos,
logrado resultados positivos a un nivel de conocimientos de la inherentes a tales investigaciones científicas"4.
estructura de los genes, de su naturaleza y de su funcionamiento; Los esfuerzos por construir un tipo de hombre mejor a través
pero la utilización activa todavía está en una fase muy elemental, de la ingeniería genética no son condenables a priori, ni mucho
aunque se progresa aceleradamente. menos. Todo esfuerzo de humanización es de por sí laudable;
Las intervenciones genéticas suscitan más problemas morales pero los problemas que suscita son tantos, que una aceptación
en la medida en que puedan tender en un futuro hacia la creación acrítica no cumple con los mínimos éticos. Un tema difícil es ya
de un tipo de hombre, no propiamente a una terapia para un la pretendida fijación de un modelo ideal del hombre a reprodu-
cir, que implica profundas cuestiones antropológicas: desde lue-
2
go, sería inaceptable el obedecer a una mentalidad utilitarista o
R. DE VICENTE, La investigación genética, entre la confusión y la esperanza,
en "Arbor", 98 (1977), 167-183; J. R UBIO, Recientes avances en ingeniería genéti-
ca, en "RyF", 192 (1975), 251-270; J. BOTELLA LLUSIÁ, Sociedad y genética, en 3
P. RAMSEY, O. c. (n. 2); R. M. NOGUÉS, La manipulado biológica de l'home
"Arbor", 103 (1979), 295-311; G. GOGLIA, La ingegneria genética: aspetti scienti- en "QüestViCrist", n. 90 (1978), 14-33; A. DI MARINO,É umano progettare e rea-
ftci ed implicazioni morali, en "MedMor", 20 (1980), 136-174; J. A. ABRISQUETA, lizzare l'uomo?, en "RivTeolMor", 10 (1978), 433-446; G. B. G ARBELLI. Manipu-
El hombre y la genética, en "VyV", 36 (1978), 415-426; J. LÓPEZ IGLESIAS, ¿ a lación e investigación biológica, en DETM, 616-625; D. CALLAHAN, The Moral Ca-
genética, arma fundamental de prevención, en "TribMed", n. 806 (1979), 6-7; reer of Genetic Engineering, en "HastCentRep", 9 (1979), n. 2, 9 y 21; J. FLET-
R. ROBLIN, Some Recent Developments in Genelics, en "ThSt", 33 (1972), 401- CHER, Ethical Aspects of Genetic Control, en "NewEngJourMed", n. 285 (1971)
410; C. NORMAN, La manipulación de los genes, en "Revista de Occidente" (1976), 776-783; n. 286 (1972), 48-50; R. A. MCCORMICK, Genetic Medicine: Notes on th'e
n. 9, 93-94; OMS, Manipulaciones genéticas. Ventajas y peligros, en "TribMed", Moral Literature, en "ThSt", 33 (1972), 531-552.
4
n, 792 (1979), 8; P. RAMSEY, El hombre prefabricado, Guadarrama, Madrid 1973. Assumer ¡'avenir, en "Projet", n. 128 (1978), 925.
212 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR I A VIDA Y 1.1 AMOR
GENÉTICA Y EUGENESIA 213
fantasiosa; tampoco se puede asemejar la creación del hombre a
una producción industrial de objetos. El desprecio de lo imperfec- rapéutica. De por sí, toda terapia que tienda a eliminar o prevenir
to o subestándar, se piensa, podría llevar a una pérdida de la enfermedades o deficiencias del ser humano ha de ser acogida
compasión y podría deberse a una especie de sentido de culpabili- con un voto favorable, si atendemos al objetivo buscado. Pero no
dad. En esto no se puede ni jugar a dioses ni sostener que la toda terapia es necesariamente una aportación positiva y humani-
naturaleza lo sabe mejor. Además, sería necesario un esfuerzo de zadora. Un punto a examinar es la existencia de otras alternativas
verdad para evaluar el presunto deterioro del patrimonio genético mejores que en conjunto encierren mayores ventajas; por ejem-
de la humanidad \ Hay que tener presente también que no sólo la plo, si la corrección del astigmatismo pudiera hacerse por una in-
aportación genética contribuye a configurar al ser humano; el tervención genética, no podría escogerse esta solución sin más,
ambiente, la educación son agentes de identificación que no pue- evitando su comparación con otras soluciones, por ejemplo, el
den menospreciarse. uso de gafas. Para no proceder de un modo irresponsable sería
necesario fijar la parte de la herencia y la parte de agentes exter-
nos y del medio social. Hay enfermedades cuyo estigma tiene
un origen social, por lo que quizás la acción debería orientarse
2. Terapia genética más en este sentido que en el de una intervención genética. No
entramos ahora en el problema de la consideración de ciertos
Las técnicas utilizadas para una terapia curativa o preventiva rasgos no deseados (sexo determinado, color de la piel) como
son fundamentalmente las mismas a utilizar por la ingeniería ge- "enfermedades". Desde luego, una terapia genética es mejor que
nética humana no terapéutica. La primera consiste en la sustitu- otras posturas como el cruzarse de brazos, el aborto, el matar a
ción de enzimas: éstos son los catalizadores que dirigen todas las un recién nacido o el cerrar el camino al matrimonio de personas
reacciones químicas en el cuerpo. Cuando sucede una pérdida de afectadas por enfermedades particulares.
actividad de los enzimas pueden faltar en el organismo reaccio-
nes metabólicas esenciales que lleguen a acumular productos tóxi-
cos. El modo de subsanar estas deficiencias a veces pudiera con-
sistir en una alteración del ambiente, pero las más de las veces 3. Chequeo genético
por medio de enzimas introducidos artificialmente. Otro método El progreso en el conocimiento genético y el desarrollo de las
consiste en la recombinación del DNA (ácido desoxirribonucleico): técnicas adecuadas han hecho posible el análisis de un organismo"
aquí se actúa sobre los genes mismos, introduciendo información humano con vistas a descubrir enfermedades o rasgos genéticos
o material genético exterior, para corregir las anomalías observa- desfavorables para el individuo y la especie. El chequeo genético
das en los genes. Esta intervención supone delicados problemas comprende diversos procedimientos con vistas a diagnosticar la
técnicos: primero, aislar el gene que se quiere trasplantar y, luego, presencia de alguna anormalidad que se suele atribuir a la heren-
insertarlo de modo que la célula huésped lo acepte 6 . Otra tercera cia. El chequeo genético más precoz es el diagnóstico prenatal,
técnica consiste en la fusión de células y combinación de su mate- que se aconseja cuando los riesgos de anormalidades son mayo-
rial genético, para formar un solo núcleo con ellas. Todavía esta- res, sea por haber tenido anteriormente un hijo afectado por al-
mos en un campo de promesas, pero seguramente la técnica irá guna enfermedad o deficiencia hereditarias de particular grave-
superando barreras con el paso del tiempo 7. dad, sea por haber tenido lugar el embarazo en edad reproductiva
Desde un punto de vista moral la terapia genética ofrece mu- avanzada. Otro momento en el que se practica de un modo más
chos menos problemas que la ingeniería genética humana no te- extendido es con los recién nacidos para detectar posibles anor-
malidades cromosómicas. Igualmente puede realizarse en época
5
C H E. CURRAN. Teología y genética: un diálogo plurifacético. en "Selec- más adelantada de la vida, en individuos al parecer normales, a la
Teol", II (1972), 67-80. búsqueda de sujetos no afectados por una particular enfermedad,
6
El tema de la recombinación del DNA suscitó grandes recelos por parte de
importantes científicos que durante unos años han logrado mantener una mora- pero sí posibles portadores de un gene que puede dar lugar a su
toria sobre este tipo de investigación a la espera de crear un clima ético y un transmisión a través de la reproducción; el objetivo del chequeo
marco legal adecuados. Pero no todos han sido favorables a mantener un com- puede ser también el descubrir rasgos existentes pótencialmente
pás de espera. CI. Recombinant DNA: From ihe Moratorium lo Patenling Life, en mortales cuyos efectos se revelan pasados unos años. Este che-
"HastCentRep", 10 (1980), n. 5, 10-15. Este tema ha suscitado una literatura
abundantísima, mayoritariamente en lengua inglesa. queo genético mira a descubrir anomalías cromosómicas u otras
' J. LÓPEZ IGLESIAS, a. c. (n. 2). alteraciones genéticas que pudieran ser negativas para el indivi-
duo o para otros a través de la reproducción. Uno de los temas
214 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
GENÉTICA Y EUGENESIA 215
que más revuelo ha suscitado ha sido la pretendida conexión nos quizá más importantes y eficaces, por ejemplo, mejor alimen-
entre un cromosoma Y extra que, según algunos, aunque al pare- tación prenatal, mejores instalaciones para partos, etc. Otra acu-
cer sin pruebas suficientes, predispondría a la criminalidad o a sación contra algunos chequeos se centra en su carga potencial-
una deficiente salud mental. Detectando tempranamente esta mente discriminatoria. El hecho de que algunas enfermedades
anomalía, ¿no se podría dictar una terapia para paliar, al menos, sean más presentes o probables en determinados grupos étnicos
esos riesgos? Un momento en que puede aparecer más oportuno sienta una base médica para aconsejar un chequeo de dichos gru-
el chequeo genético es al ingreso en la escuela o antes del matri- pos. No basta atender a meras consideraciones médicas para
monio, para descubrir rasgos que pueden influir sea en la activi- abordar esta situación, pues frecuentemente los resultados cono-
dad escolar, sea a través de la reproducción 8 . cidos si, por una parte, pueden permitir una cierta acción tera-
El chequeo genético merece algunas consideraciones de orden péutica, aunque no siempre, por otra, son fuente de discrimina-
moral. Cuando se realiza antes del nacimiento puede implicar ciones sociales, como ha sucedido con los negros en Estados
una voluntad abortista o predisponer al aborto; pero este riesgo Unidos 13. La posiblidad de un estigma social como resultado de
no impide que médicos católicos se dediquen a este tipo de diag- un chequeo no puede ser olvidado. En definitiva, el chequeo ge-
nósticos9. Para los interrogantes éticos suscitados desde este án- nético tiene un sitio en la vida humana, como signo de una actua-
gulo acudir al tratamiento del tema del aborto 10. El chequeo ción razonable del hombre, pero ha de ser sometido al tamiz de la
realizado con recién nacidos, caso de descubrirse anomalías im- ética, porque no necesariamente es una acción benéfica. Por ello,
portantes, puede de hecho, con mayor o menor claridad, tra- ha de responder a diversas preguntas: a quién se examina, con
ducirse en una eutanasia abierta o camuflada, para lo cual qué objetivo o significado, qué voluntariedad o imposición supo-
remitimos a otra parte de esta obra 11 . ne, qué hacer con la información obtenida, cuál es la actitud de la
El chequeo masivo descubre facetas que han de ser examina- sociedad ante los resultados obtenidos, qué recursos se dedican a
das desde un ángulo moral, sobre todo si se trata de un chequeo esta tarea 14.
obligatorio. Está, en primer lugar, el peligro de violar la intimi-
dad del sujeto bajo pretexto de interés público, a veces muy cues-
tionable; por otro lado no se ha de caer en una visión privatista e
insolidaria de la persona. No hay que defender un derecho abso- 4. Consejo genético
luto del individuo a la intimidad, pero tampoco podemos perma-
necer insensibles ante las múltiples amenazas de indiscreción en El consejo médico en este campo concreto tiene unas caracte-
nuestra sociedad. Tratándose de adultos hay que velar por respe- rísticas peculiares que lo diferencian del consejo médico en otras
tar su consentimiento informado y, en caso de personas incapa- materias. Los desórdenes o enfermedades son primariamente con-
ces, por el consentimiento de los legítimos representantes. La ver- secuencia de deficiencias o anomalías genéticas; las decisiones se
dad al "paciente" puede implicar a veces particulares dificultades: centran generalmente en los hijos futuros que pudieran verse
si el examen revela una paternidad distinta de la que se creía o si afectados; la preocupación primera no es el individuo, sino la
se constata la presencia de un cromosoma extra Y. En esta última pareja o la familia15.
hipótesis, ¿cómo afectará al sujeto o a la familia una revelación Se puede buscar un consejo genético por diversas causas y en
semejante? n diversas situaciones: cuando se descubre que un pariente está
La asignación de unos recursos para estos objetivos merece afectado por una enfermedad hereditaria y se desea conocer si
ser sometida a una valoración moral, en cuanto que los resulta- uno está también afectado y qué terapia puede seguirse; cuando
dos pueden ser deficientes en relación con las sumas empeñadas; se desea saber el riesgo para hijos futuros, en caso de hijos ante-
por otra parte, ello puede significar retirar fondos de otros desti- 13
L. E. BELLIN, Conning Blacks through Tokenistic Public Health Programs,
8
en "ManMed", 1 (1975-1976), 13-21.
M. LAPPÉ, Genetic Knowledge and the Concept of Health, en "HastCent- 14
W. GAYLIN, Genetic Screening: The Ethics of Knowing, en "NewEngJour-
Rep", 3 (1973), n. 4, 1-3; T. M. POWLEDGE, New Trends in Genetic Legislation, Med", 286 (1972), 1361-1362; Ethical and Social Issues in Screening for Genetic
en "HastCentRep", 3 (1973), n. 6, 6-7. Disease, en "NewEngJourMed", 286 (1972), 1129-1132.
9
J. MAHONEY, A Theologian's Reflection on Pre-Natal Screening, en "Cath- 15
G. KOCH-G. SCHWANITZ, Las tareas y posibilidades actuales del asesora-
MedQuart", 30 (1979), 121-126. miento genético, en "FolHum", 16 (1978), 81-86; G. SCHWANITZ-G. KOCH, Pro-
10
Cf. este mismo volumen de Praxis cristiana, parte primera, cap. II. blemas actuales en el consejo genético y en el diagnóstico prenatal, en "FolHum",
" Cf. Id., parte primera, cap. III. 15 (1977), 1-8; A. SERRA.LÍJ consulenza genética nel consultorio familiare, en
12
J. VERNET, Chromosomes et criminalité, en "Etudes", 329 (1968), 207-217. "MedMor", 25 (1975), 239-254.
216 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR I A VIDA Y EL AMOR
GENÉTICA Y EUGENESIA 217
riores con anomalías genéticas; ante abortos repetidos o inexis-
tencia de embarazos, para ver una posible causa genética, etc. El posiciones que prohibían el matrimonio entre parientes próximos,
número de enfermedades debidas a un solo gene detectable en a las que con frecuencia se les dio una interpretación religiosa 17.
1977 era de unas 2.000. En este tipo de matrimonios se veía una falta de respeto para el
El consejo genético, además de un diagnóstico, supone una grupo de parientes, un peligro de encuentros sexuales prematuros
comunicación con el aconsejado y, eventualmente, un acompaña- por la convivencia en la misma casa, mientras que la prohibición
miento en la toma de decisiones, frecuentemente importantes, contribuía a ensanchar el círculo de los amigos y a ampliar el área
puesto que afectan no raramente a la continuidad de un embara- de la caridad. El incesto se veía como una conducta moralmente
zo; el clima de tensiones emocionales, que suele rodear tales deci- más rechazable y frecuentemente castigada con la esterilidad, con
siones, hace más necesario el poder contar con alguien que sirva la muerte prematura de los eventuales hijos, o con deficiencias
de ayuda en esos momentos. importantes de éstos. Hoy día, en todas esas medidas se descubre
un efecto eugenésico y otros significados sociales. El deficiente
Entre los problemas éticos que presenta esta iniciativa médica conocimiento del proceso de la reproducción humana y la caren-
están el secreto, la verdad al paciente, su autonomía y la armoni- cia de técnicas para intervenir en él fueron siempre un freno para
zación de las obligaciones con el paciente y su familia, por una que las rarísimas referencias al tema de la eugenesia pudieran
parte, y con la humanidad, por otra. Si se descubre un rasgo tener visos de realidad.
perjudicial en un individuo, ¿legitima ese hecho a descubrir esta
circunstancia a otros parientes, potencialmente afectados? Algu- Desde el siglo xix la eugenesia aparece con un carácter cientí-
nos urgen la analogía con las enfermedades contagiosas, para in- fico: sus posibilidades reales se van ampliando al mismo tiempo
sistir en la obligación de una revelación. El proceso obvio es que que se constatan nuevas dificultades. Junto al desarrollo científi-
el afectado ponga en alerta a los posiblemente amenazados; pero co surge un movimiento eugenésico a veces con marcado cuño
son tantos los aspectos a ser tenidos en cuenta, que difícilmente racista y penetrado de un idealismo ingenuo; en la actualidad, el
se pueden dar a nivel general orientaciones más concretas. En movimiento se ha desprendido en gran parte de esta nota de inge-
cuanto a comunicar la verdad al paciente, remito a lo dicho en el nuidad y tiene unas características más realistas. Quizá las prácti-
tratamiento de esta cuestión l6. Simplemente añado que en dos cas inaceptables del nazismo hicieron perder fuerza a este movi-
casos parece especialmente contraindicada la revelación: cuando miento a raíz de la segunda guerra mundial; posteriormente, ha
sin sospecharse se llega a conocimiento de que la paternidad no resurgido con bases más científicas y menos racistas 18.
corresponde a quien se creía; cuando una mujer aparece cromo-
sómicamente varón. En la evaluación de las situaciones no se 1. Nociones y objetivos de la eugenesia
pueden despreciar las previsibles reacciones emocionales, que va- La palabra eugenesia fue utilizada por vez primera por F. Gal-
rían según la naturaleza y gravedad de la enfermedad y las expec- ton. Reconociendo los diversos significados que pueden darse a
tativas de la familia. este término, aquí se entiende por eugenesia el estudio y la ac-
El descubrimiento de algunos trastornos genéticos genera a ción sobre los diversos agentes como medio para conservar y me-
veces una conciencia de culpabilidad difusa pero muy anclada; el jorar el patrimonio genético de la humanidad, así como para im-
afectado se siente víctima de un castigo misterioso y desencadena pedir su deterioro. Quedan así comprendidas tanto una dimen-
reacciones de hostilidad y agresividad. sión teórica cuanto una vertiente práctica.
La eugenesia puede ser negativa o positiva. La negativa tiende
a eliminar características consideradas no deseables para la espe-
cie humana. Para el logro de tal objetivo se puede acudir a medi-
B) EUGENESIA das coercitivas o no coercitivas. Entre estas últimas se cuentan la
educación eugenésica y el uso personal libre de los diversos méto-
Ya desde la antigüedad se soñó en un ideal del hombre perfec- dos anticonceptivos. Entre los medios coercitivos están las res-
to; y en algunas partes se aplicaron medidas para eliminar a los tricciones impuestas al matrimonio (hoy bastante ineficaces por
seres humanos considerados inútiles para determinados fines, es- la proliferación de relaciones al margen del mismo), la esteriliza-
pecialmente para la guerra. El medio más al alcance fue el infan-
ticidio de los deformes o débiles. También existieron algunas dis- 17
S. Th., II-II, q.154, a.9.
18
D. K. DICKENS. Eugenios and the Progressives, Vandebilt University Press,
16 Nashville 1968; L. S. DAWÍDOWICZ, The Failure of Himmler's Positive Eugenics, en
Cf. este mismo volumen de Praxis cristiana, parte 1. a , cap. V I I I . "HastCentRep", 7 (1977), n. 5, 43-44.
/
218 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
GENÉTICA Y EUGENESIA 219
ción obligatoria o la custodia permanente de los defectuosos en
instituciones cerradas para que no se reproduzcan. ción del Santo Oficio, en un breve Decreto sobre la educación
La eugenesia positiva tiende a reproducir rasgos considerados sexual y la eugenesia, por su misma brevedad no ha de ser toma-
deseables para la humanidad. Desde el punto de vista científico, da como la expresión más matizada de esta enseñanza. La pre-
ésta presenta mayores dificultades, aunque, previsiblemente, se gunta versaba sobre: "¿Qué pensar de la llamada teoría eugenési-
irán mitigando con el progreso técnico. Hoy, sin perder la fe en ca, sea positiva, sea negativa, y de los medios indicados por ella
estas posibilidades, no hay un optimismo ciego e ingenuo; se es para mejorar la descendencia humana, sin tener en cuenta las
consciente de la importancia del ambiente, especialmente en las leyes naturales o divinas o eclesiásticas referentes al matrimonio y
primeras fases de la vida intrauterina; se sabe que muchas carac- a los derechos de cada uno?" 21 La respuesta es contundente:
terísticas no son producto de un único gene, lo cual aumenta los Esta teoría es absolutamente rechazable, falsa y condenada por
problemas técnicos; a lo cual se han de añadir interrogantes éticos Pío XI. De hecho el Papa, en el año anterior, había reconocido
y legales, a los que los mismos científicos no suelen ser insen- que la indicación eugenésica y social, dentro de los debidos lími-
sibles. tes y sirviéndose de métodos lícitos, no sólo puede, sino que debe
Los objetivos eugenésicos se pueden concretar en tres campos: ser tenida en cuenta. Pío XI se alza contra los métodos usados
para actuar los programas eugenésicos: aborto, esterilización im-
• acción sobre la fecundidad, impidiendo que individuos
puesta contra la voluntad de los interesados, prohibiciones legales
"defectuosos" determinados generen, y procurando que se
de matrimonio para quienes puedan engendrar una prole defec-
reproduzcan individuos considerados "ideales";
tuosa por transmisión hereditaria.
• acción sobre la dotación genética del individuo, corri- El velar porque el patrimonio genético de la humanidad no se
giendo los rasgos no deseables y creando o favoreciendo los deteriore, sino que se conserve y, en lo posible, se mejore, es una
deseables por medio de las técnicas utilizadas en las inter- responsabilidad moral de los seres humanos. Las posibilidades y
venciones genéticas; modos de actuación de esta responsabilidad no revisten caracte-
• acción sobre los factores ambientales: medio ambiente rísticas iguales en todos los casos.
físico y químico, alimentación en las primeras fases de la En la valoración de políticas, programas y realizaciones en
vida intrauterina, medios profilácticos y disposiciones pro- esta materia no pueden ignorarse los presupuestos o significados
tectoras de la maternidad, de la infancia, del trabajo, de la que vayan implicados en ellas. Por ejemplo, se ha de rechazar
salud individual. A veces, este tercer sector no es tenido cualquier intento basado en criterios racistas. La humanización
como eugenésico, al tener finalidades más amplias y al ser buscada en acciones eugenésicas ha de situarse en una perspectiva
difícil de constatar su alcance, aunque éste es innegable. global, no parcial: esto se refiere, sobre todo, a la eugenesia posi-
En ocasiones, algunas leyes pueden tener de hecho un objetivo tiva, que pretende generar un tipo de hombre. La fijación del
eugenésico; por ej., las que permiten una inmigración selectiva. ideal a propagar, de los rasgos a favorecer o eliminar, se encuen-
tra con dificultades antropológicas serias que implican juicios de
valor, e incluso con reservas científicas. A veces, un gene, en sí no
2. Consideraciones morales 19 deseable, es bueno en un ambiente, en cuanto que significa una
protección contra algunas enfermedades.
La Iglesia católica se ha pronunciado repetidas veces de una
manera oficial sobre la cuestión de la eugenesia20. La interven- Los procedimientos no se han de medir, ni exclusiva ni priori-
tariamente, por su pretendida eficacia en cuanto a los resultados;
" P. TIBKRGHIEN. Médecine et Moro/e, Desclée, Paris 1952; M. LAPPÉ-R. S.
sino por el respeto a la dignidad de la persona. Cuando se trate
MORISON (Eds.), Ethical and Scientific Issues Posed by Human Uses of Molecular de procedimientos que afecten a personas adultas capaces de de-
Genetics, Academy of Sciences, New York 1976; F. DE LA CRUZ-G. D. LA VECK cisiones responsables, en principio se ha de respetar su postura.
(Eds.), Human Sexuality and lhe Mental/y Retarded, Brunner-Mazel, New York En caso de personas incapaces, sus representantes legítimos han
1973; A. MILUNSKY (Ed.), The Prevention of Genetic Disease and Mental Retarda- de velar por el bien de las mismas, y su decisión merece respeto,
tion, W. B. Saunders Co, Philadelphia 1975; J. PUJIULA, La eugenesia ante la
Iglesia y ante la ciencia, en "Revista Internacional de Sociología", 2 (1943), 113- siempre que estén rectamente inspiradas. Cuando la acción tiene
153. por objeto a fetos, téngase presente lo dicho al estudiar el aborto;
'*> Pío XI, en AAS, 22 (1930), 562-656; S. OEICIO. en AAS, 22 (1930), 562-656; sólo quiero insistir ahora en que frecuentemente el aborto euge-
S OFICIO, en AAS, 22(1931), 118-119; S. OEICIO. en AAS, 32 (1940), 73; Pío XII
en AAS, 43 (1951), 843.
21
AAS, 22 (1931), 118.
220 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR I.A VIDA Y UL AMOR

nésico supone el trasladar a otros una comprensión particular


discutible de la felicidad (se los elimina porque no serán felices) y
señala las deficiencias de la sociedad en abordar los problemas
desde otras alternativas más respetuosas de la vida.
En relación con los métodos a utilizar es evidente que los no
coercitivos presentan menos contraindicaciones morales que los
impuestos. CAPÍTULO XI
Por otra parte, el derecho a procrear no es una exigencia ab-
soluta, sino que está sometido a la racionabilidad y a la sensibili-
dad social. TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN HUMANA
Finalmente, los datos manejados en esta cuestión han de in-
tentar una aproximación a la verdad, evitando su manipulación.
Esto se refiere a la real o pretendida amenaza contra el patrimo- La sexualidad y el origen de la vida son dos sectores íntima-
nio genético de la humanidad, a los resultados efectivos, a los mente relacionados, terreno muy favorable a actitudes llenas de
costos económicos y humanos, y a la existencia posible de otras misterio y también de tabúes. La gran impotencia sentida por el
alternativas preferibles en su conjunto. hombre para intervenir técnicamente en el proceso de la repro-
ducción humana ha contribuido sin duda a esas actitudes. Hoy
hemos de acercarnos a estas intervenciones técnicas, no con una
postura de sistemático recelo ni tampoco con un ánimo devasta-
dor y colonizador de la naturaleza, sino con serenidad para
ponerlas al servicio integral de la sociedad humana y desde aquí
valorar sus aciertos o desviaciones.
Voy a desarrollar sucesivamente tres puntos: inseminación ar-
tificial, fecundación en laboratorio o "in vitro", reproducción
clonal.

A) INSEMINACIÓN ARTIFICIAL

La inseminación artificial es un problema familiar, médico y


social que va experimentando entre nosotros un interés creciente,
aunque todavía sus dimensiones son mucho menores de lo que
podrían ser, debido a la escasez de personal preparado, de insta-
laciones y de medios adecuados, de actitudes mentales, etc. Desde
el punto de vista moral, frente a una postura anterior más uni-
forme y de cuño casi totalmente prohibitivo, aparecen posicio-
nes plurales.
La inseminación artificial es un problema complejo, que no
dice relación solamente al ginecólogo y a la pareja interesada; hay
que contar también con frecuencia con un donante, extraño a la
familia, e incluso con los bancos que suministran esperma. Tiene
implicaciones psicológicas, sociales, legales, morales, y no se pue-
de prescindir del contexto sociocultural. La complejidad de toda
decisión referente a la inseminación artificial explica por qué en
algunas partes donde se practica con un alto grado de responsabi-
lidad se cuenta con un equipo interdisciplinar, en el que están
222 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y F.I. AMOR
TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN HUMANA 223
integrados ginecólogos, andrólogos, urólogos, psicólogos, psi-
quiatras, moralistas, etc.' La inseminación homologa tiene como indicaciones por parte
del varón: impotencia, trastornos de la erección, semen deficiente
Después de ofrecer una información sobre los aspectos histó-
eyaculación precoz no corregible, hipospadia (abertura congénita
ricos, técnicos y médicos de esta intervención, me detendré en la
de la uretra en la cara inferior del pene), etc. Por parte de la
vertiente moral.
mujer puede estar indicada en caso de malformaciones anatómi-
cas que dificultan la cópula o la introducción adecuada del esper-
ma: estricturas vaginales y cervicales, toxicidad en las secreciones
1. El fenómeno de la inseminación artificial vaginales. Es obvio que si con un tratamiento adecuado es posi-
ble encontrar la solución a estos problemas, no tiene sentido acu-
Se prefiere el término inseminación artificial al de fecundación dir a la inseminación artificial \
artificial, aun cuando tampoco es del todo exacto. Consiste en la Históricamente, la inseminación artificial ha sido practicada
introducción por medios artificiales del esperma masculino en el antes con animales que con la especie humana. Al parecer, los
aparato genital de la mujer. Algunos han hablado de insemina- primeros casos de inseminación artificial fuera de la especie hu-
ción artificial en sentido amplio cuando la técnica se utilizaba mana se colocan en el primer cuarto del siglo xvill, aunque algu-
simplemente para intentar ayudar en su camino a los espermato- nos aluden a intentos anteriores, si bien sin éxito, ya a principios
zoides introducidos naturalmente; pero esta intervención, que en del siglo XVII. En relación con el hombre, es explicable que se
el fondo refleja una determinada actitud moral, realmente no tiene intentara la inseminación homologa antes que la heteróloga: se
mayor sentido hoy día. piensa que la primera inseminación homologa con éxito se debe a
Atendiendo a ciertas circunstancias sociales en que se encuen- Thouret en 1785, mientras que se atribuye a Pancoast en 1884 la
tran las personas, la inseminación artificial puede llevarse a cabo primera inseminación heteróloga 4 .
en una mujer que esté casada o no; y aun tratándose de una
mujer casada, el esperma puede provenir de su marido (insemina- Diversos factores han contribuido a la favorable acogida que
ción homologa) o de un tercero (inseminación heteróloga). Tam- va teniendo la inseminación artificial, particularmente la heteró-
bién se puede pensar en una inseminación mixta (mezcla del se- loga, aunque todavía permanecen fuertes resistencias psicológicas
men del marido y de un tercero), que no se suele realizar con y morales en algunos sectores: la dificultad creciente de la adop-
frecuencia y que tiene fundamentalmente un objetivo psicológico: ción debido al menor número de niños a adoptar, sea como resul-
dar ciertas bases a la ilusión de que algunos hombres con escasa tado de la difusión de la contracepción y el aborto, sea también
fecundidad son realmente los padres de un hijo así nacido. porque las madres solteras encuentran menores problemas en
La inseminación heteróloga está indicada en casos de infecun- guardar a sus hijos; el progreso técnico en la materia, la mejor
didad o aspermia total o casi total del marido, cuando los esper- información del público, los cambios de actitud ante la sexuali-
matozoides carecen de la motilidad suficiente o, debido a los ca- dad, la evolución del juicio moral.
racteres genéticos del esposo, existe un grave riesgo de transmitir La realización de la inseminación artificial supone, como un
importantes taras hereditarias 2 . elemento previo, el análisis de los casos concretos que lleva a la
conclusión de este procedimiento como indicado. Supuestos estos
1
AA. VV., La fecundación artificial en seres humanos, Studium, Madrid pasos, es necesario determinar lo más aproximadamente posible
1950; Perspeclives nouvelles en matiére de réproduclion humaine. Centre Interna- el momento de la ovulación, para lo cual puede uno contentarse
tional Cardinal Suenens, Louvain 1973; Insémination artiftcielle et réproduclion hu- con la mera observación o bien acudir a ayudas artificiales que
maine. Centre International Cardinal Suenens, Louvain 1973; Law and Ethics of pretenden asegurar la ovulación en un momento concreto, por
A. I. D. and Embryo Transfer, Associated Scientific Publishers, New York 1973;
"JourMedEth", 1 (1975), cinco artículos en las páginas 30-44; P.-J. DOLL, La
discipline des greffes, des lransplantations et des autres actes de disposition concer-
nant le corps humain, Masson et Cié, Paris 1970, 117-136; M. DI IANNI, Fecun- 378-381; G. W. PENNINGTON-S. NAIK, Donor Insémination: Report of a Two-Year
dación artificial, en DETM, 412-422. Study, en "BritMedJour" (1977, I), 1327-1330; J. H. RAVINA, Inséminations arti-
2
G. J. ANNAS. Artificial Insémination: the Best ínteres! of the Donor, en ficielles avec sperme conservé de donneurs, en "NouvPresMed", n. 25 mayo
"HastCenRep", 9 (1979), n. 4, 14-15.43; C. APFELDORFER-J. COHÉN. Réper- (1974), 1359-1361; R. VEYLON. L'insémination artiftcielle avec donneur. Les réac-
cussions de ¡'insémination artiftcielle avec donneur (1AD) sur la psychologie et le tions psychosociales du couple, en "NouvPresMed", n. II marzo (1978), 857-859.
3
comportement des couples, en "MedHom", 36 (1978), 375-377; PH. CREIGHTON. Homologous Artificial Insémination, en "BritMedJour", n. 15 julio (1978),
Artificial Insémination by Donor, The Anglican Book Center, Toronto 1977; 154-155; D. J. CUSINE, Artificial Insémination with the Husband's Semen after
P. HUERRE, Le don du sperme. Aspeas psychologiques, en "MedHom", 36 (1978), Husband's Death, en "JourMedEth", 3 (1977), 163-165.
4
M. DI IANNI, a. c. (n. 1), 414.
224 PRAXIS CRISTIANA -OPCIÓN POR I.A VIDA Y TI. AMOR
TIX'NICAS n i . Rl PRODUCCIÓN HUMANA 225
ejemplo, por medio de inyecciones intramusculares de gonadotro- ble de obtener el esperma, es decir, por la masturbación '\ y por el
pina coriónica humana. Al mismo tiempo, se necesita contar con modo de la fecundación, es decir, al margen del acto sexual.
el esperma, obtenido sea directamente del donante, sea de los ban-
La inseminación artificial heteróloga es considerada igual-
cos de esperma. Con una especie de jeringa o pistolita, se introdu-
mente inmoral por varias razones: la ausencia de un acto sexual
ce el esperma dentro del aparato genital de la mujer en el sitio
al que vaya conectada la fecundación. Se sostiene que la Provi-
considerado más adecuado según los casos, muy frecuentemente
dencia quiso que la raza humana se reprodujera en un abrazo de
en el canal cervical.
amor en el acto sexual de los esposos. Por la inseminación artifi-
cial, la fecundación queda aislada del acto sexual. Esta transgre-
sión de la naturaleza no se justifica por el fin pretendido: tener
2. Va/oración moral hijos, imposibles de otro modo. Además, aunque no se dé la figu-
ra del adulterio, se sostiene que hay una violación esencial de las
leyes del matrimonio. Los esposos al casarse se prometieron la
Dentro de la Iglesia Católica, en la actualidad se dan tres pos- exclusividad de la fecundación, es decir, los óvulos de la mujer
turas claramente definidas en este punto. La primera, más tradi- sólo pueden ser fecundados legítimamente por el marido y el es-
cional y presentada como enseñanza oficial, rechaza como inmo- perma de éste solo debe fecundar los óvulos de su mujer. El he-
ral toda inseminación, homologa y heteróloga. La segunda cho del consentimiento del marido para proceder a la insemina-
posición, intermedia, considera que la inseminación homologa ción heteróloga no justifica este hecho, por violar derechos en los
puede merecer una valoración positiva; no así la heteróloga. La que no se puede ceder. A ello hay que añadir también aquí el
tercera, a mi juicio la más aceptable, y que se irá imponiendo modo normal de obtención del esperma: masturbación.
incluso dentro de la Iglesia, enfoca esta cuestión desde un hori-
zonte personalista, no desde la mera fidelidad a una naturaleza 5 . En cuanto a la inseminación homologa, las dos razones aduci-
das coinciden con lo expuesto anteriormente: malicia de la mas-
turbación, desvinculación de la fecundación del acto conyugal o
a) Posición oficial artificialidad de la intervención.
Estos razonamientos resultan inconvincentes para bastantes
Pío XII es quien ha expresado con amplitud esta postura ofi- cristianos, aunque no todos en el mismo grado. La moral extraí-
cial en repetidos documentos, entre los años 1949 y 19586. Ya da de la naturaleza de un modo tan absoluto e indiscriminado
anteriormente, en el siglo pasado, abordó brevemente este proble- no se ve suficientemente justificada, es una afirmación no proba-
ma el Santo Oficio 7. da. La naturaleza puede ser un indicador a ser tenido en cuenta,
Voy a resumir esta enseñanza tanto en sus afirmaciones fun- pero nunca un dictador inflexible de normas. La licitud o ilicitud
damentales como en sus razonamientos, para, desde este conoci- moral no viene de obrar de acuerdo o en contra de una naturale-
miento, valorar su legitimidad razonable. za biológica, sino del sentido y de la responsabilidad que el hom-
La inseminación realizada con una mujer que no vive en si- bre pone en su acción. Por otra parte, una visión de la naturaleza
tuación matrimonial es rechazable: porque la procreación sólo es no deja espacio suficiente a la caridad y a la solidaridad cristiana
legítima dentro de un matrimonio válido 8 , por el modo presumi- y humana, por medio de la inseminación heteróloga. En cuanto
al modo de la obtención del esperma, pienso que el acto no ha de
5
C. CAFVARRA.Riflessione etico-teulogica sulla inseminazione artificíale, en ser valorado desde su pura entidad física, sino desde el significa-
"MedMor", 20 (1980), 119-135; O. DE DINECHIN. Questions d'éthique biomédicale, do que responsablemente se le da. El caso más problemático es evi-
3. La fécondalion medícale, en "CahActRelSoc", n. 187 (1979), 435-440; G. Du- dentemente la inseminación artificial en una mujer que vive fuera
RAND. lnsémination arlificie/le, en "LavThPh", 33 (1977), 151-164; E. LÓPEZ del matrimonio y de toda relación estable con un hombre. No
AZPITARTE. Inseminación artificial y manipulación genética, en "Proyección", 26
(1979), 51-59; R. SIMÓN, Expérimentations et déplacemenis éthiques. A propos de
sólo desde el punto de vista moral, sino también desde perspecti-
Vinsémination artificie/le, en "RechScRel", 62 (1974), 515-539; R. TROISFONTAI- vas psicológicas y sociales, ofrece particulares dificultades. Mien-
NES. L'insémination artificie/le. Problémes éthiques, en "NouvRevTh", 95 (1973), tras que algunos sectores sociales quieren reconocer a la mujer un
764-778. derecho de procrear al margen de la relación con el varón, hay
6
Pío XII, en AAS, 41 (1949), 559-560; 43 (1951), 850; 48 (1956), 471-473; numerosas resistencias sociales a esta postura. Desde el punto de
50 (1958), 733.
' SANTO OFICIO, en AAS, 29 (1896-1897), 704.
" Cf. los documentos de Pío XII, citados (n. 6).
* ib.
226 I'R-WIS CRISTI ANA-OPCIÓN POR I A VIOA Y 11 AMOR
TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN HUMANA 227
vista moral, este tema está relacionado con el matrimonio en
cuanto institución de la sexualidad '". definir la moralidad o inmoralidad de la inseminación homologa
o heteróloga no ha de tomarse como criterio la fidelidad a la
naturaleza, sino el bien global de las personas implicadas, funda-
b) Posición intermedia mentalmente el bien de la pareja, que no puede tener hijos por la
relación sexual, y el bien del hijo, que pueda nacer por una inter-
Los defensores de esta postura consideran moralmente permi-
vención técnica.
sible la inseminación homologa, pero rechazan la heteróloga.
Según estos autores, es bueno cuanto contribuye al crecimien- Es obvio que los hijos han de ser engendrados en un clima de
to de las personas en sus relaciones mutuas, y malo lo que las amor, y que ordinariamente ese clima de amor se ha de expresar
degrada o separa. No toman como criterio moral la conformidad en una relación sexual fecunda. Pero cuando esa relación es infe-
a la naturaleza, sino la comunión de personas. Pero, en la aplica- cunda, ¿es que la intervención artificial, siempre que sea razona-
ción del principio, hacen una valoración diferente de la insemina- ble y con un sentido humano, elimina esa vinculación entre pro-
ción homologa y la heteróloga. Según ellos, la inseminación ho- creación y amor? El mirar por el bien del hijo que pueda nacer
mologa ordinariamente es una aportación valiosa a la comunión exigirá, es obvio, el cumplimiento de ciertas condiciones: condi-
de los cónyuges; la falta de conformidad con la naturaleza no es ciones por parte del donante del esperma y, eventualmente, por
sinónimo de malicia moral; ésta viene del egoísmo, del bloquear parte de los bancos de esperma, para que se garantice en lo posi-
el crecimiento de la persona. En cambio, la inseminación heteró- ble la exclusión de taras y deficiencias importantes ". Como más
loga, según esta opinión, lleva posibilidades destructoras para la arriba se indicó, una inseminación artificial responsable supone
unión marido-mujer: la mujer soñará con el donante, buscará su un análisis de la pareja, para tratar de identificar los posibles
identidad. El marido, a pesar de haber dado su consentimiento, problemas que pudieran surgir de esta intervención y darles una
sentirá celos de su "contrincante". El hijo nacido por este medio solución humana.
no tiene una relación simétrica a la mujer y al marido, convirtién-
dose en una especie de "censura" permanente del marido. Esta Como se ve, la hipótesis hasta ahora contemplada es la inse-
situación, en definitiva, repercutirá negativamente en el mismo minación artificial para conceder la paternidad a parejas que se
hijo. Por ello, proponen como mejor solución la adopción; pero, ven privadas de ella por los medios naturales. Quiero, con todo,
en este caso, ¿no imponen una renuncia a la mujer, renuncia difí- hacer una breve alusión a la inseminación artificial con una fina-
cil en muchos casos y también generadora de problemas? Esta lidad eugenésica. Los periódicos y revistas se han hecho eco de la
postura parece más razonable que la anterior por abandonar un iniciativa de un millonario norteamericano que promueve una
enfoque de moral naturalista. Pero cae en un dogmatismo no operación destinada a reunir un banco de esperma proporcionado
acorde con la realidad. Es evidente que una inseminación heteró- voluntariamente por varios premios Nobel, con el fin de crear,
loga artificial puede desencadenar conflictos, pero no se puede ol- mediante la inseminación artificial, una raza de hombres selectos
vidar que el carecer de hijos puede también ser un factor disgre- que heredarían las cualidades de sus padres. Para ello, se remite al
gador de la pareja; además, los hechos prueban elocuentemente al capítulo sobre la eugenesia l2.
que esos temores acumulados sobre la inseminación heteróloga
como destructora de la pareja son infundados. Por lo tanto,
pienso que esta postura, en cuanto justificación para descalificar
3. La inseminación y la ley
moralmente toda inseminación heteróloga, carece de fundamento.
Sólo voy a aludir brevemente a esta cuestión. La inseminación
c) Postura personalista homologa no supone problemas significativos desde un punto de
vista legal. Pero la heteróloga crea una situación a la que las leyes
Creo que es la solución más razonable no sólo desde una mo- no han dado hasta ahora respuestas satisfactorias, aun cuando,
ral puramente humana, sino desde una perspectiva cristiana. Para
" M. S. FRANKKL. Human Semen Banking: Social and Public Poney Issues, en
"ManMed", 1 (1976), 289-309; J. K. SIIERMAN. Synopsis of the Use for Frozen
"' Sobre la legitimidad de la inseminación artificial en caso de lesbianismo. Semen Since 1964: State of the Art of Human Semen Banking, en "FertSter", 24
cf. Legitimaey for AID Children. en "BritMedJour", n. 7 ¡ulio (1979), 70; Les- (1973), 397-412; Simposio Internacional sobre inseminación artificial humana y
bian Couples: Should Help Extend to AID?, en "JourMedÉth", 4 (1978), 91-95. conservación del semen,, en "TribMed", n. 808 (1979), 10.
12
Cf. este mismo volumen de Praxis cristiana, parte primera, cap. X.
228 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y KL AMOR 1TCNICAS DI Rl PRODUCCIÓN HUMANA 229
felizmente, la realidad se encarga de obviar de hecho la mayor La obtención del esperma, directamente del donante o de un
parte de estos problemas. Generalmente, las leyes defienden un banco, es una tarea mucho más sencilla. Si la fecundación tiene
concepto de paternidad biológica que ofrece problemas en el caso lugar, el óvulo fecundado se mantiene en el laboratorio hasta la
de la inseminación heteróloga: ¿Quién es el padre legal en ese fase de mórula, e incluso blastocisto, para después trasladarlo al
caso? ¿A quién corresponden legalmente la herencia, la custodia, útero, en caso de que se quiera la continuación del proceso. El
el deber de manutención y de ayuda? La vida en este campo va traslado al útero es una operación muy delicada, en cuanto que,
muy por delante de las leyes y, al parecer, con un sentido para tener éxito, supone una armonización entre la fase de des-
humano 13. arrollo en que se encuentra el óvulo fecundado y la disposición
del útero para acogerlo, de modo que se verifique la anidación.
Cuando sólo se intentan experimentos al margen de engendrar un
ser humano, el proceso se prosigue en el laboratorio mientras es
B) FECUNDACIÓN EN LABORATORIO controlable, lo cual por el momento es enormemente difícil.
La fecundación en laboratorio puede realizarse por dos hipo-
El 25 de julio de 1978 nació Louise Brown, la primera "bebé- téticos tipos de objetivos: para lograr el desarrollo de seres huma-
probeta", cuya concepción tuvo lugar en el medio artificial de un nos ante la imposibilidad de conseguirlo naturalmente, o con fi-
laboratorio, pero con la aportación de los gametos de sus padres, nes de estudio e investigación.
John y Lesley. En el primer caso se trataría, pues, de una técnica de repro-
ducción humana ante la imposibilidad de lograrla por los proce-
dimientos normales. Este método puede estar indicado por diver-
1. Medicina e historia 14 sos motivos. Por ejemplo,- en el caso de algunas esterilidades no
ováricas, cuando la mujer sufre de una obstrucción u oclusión
tubárica irrecuperable. Cuando una mujer sufre una esterilidad
Otros nombres con los que se designa a este mismo tipo de ovárica, entonces habría que acudir al óvulo de una donante,
intervenciones son: fecundación extracorpórea, fecundación arti- algo semejante a lo antes tratado a propósito de la inseminación
ficial, traslado de embriones, ectogénesis preimplantatoria, fecun- heteróloga. Igualmente podría acudirse a los óvulos de una do-
dación "in vitro"; en términos más populares, se habla de los nante en caso de riesgos genéticos por parte de una mujer. Tam-
niños-probeta. bién se ha imaginado la posibilidad de que una mujer "prestara"
La realización de la fecundación en laboratorio supone varios su útero a otra en hipótesis diversas; por ejemplo, si una mujer
pasos. La obtención del óvulo puede hacerse, o bien después de tiene fecundidad ovárica pero es incapaz del embarazo por care-
esperar a que la maduración se produzca de un modo espontá- cer de útero o porque, aun poseyéndolo, el útero no soporta el
neo, o bien después de provocarla artificialmente, suministrando embarazo, o porque el embarazo precipita enfermedades de parti-
en dosis adecuada una hormona que desencadena la ovulación en cular gravedad, o simplemente porque la interesada, aun pudien-
un espacio de treinta y seis horas. Con una pequeña incisión se do, no quiere cargar con el embarazo por egoísmo, trabajo, ocu-
extrae el óvulo del ovario unas pocas horas antes de que pueda paciones, etc. Evidentemente, esta última hipótesis no reviste la
tener lugar la ruptura del folículo; una vez extraído el óvulo se le seriedad de las anteriores.
mantiene en cultivo en un medio especial y, después de algunas
horas de incubación a la temperatura conveniente, se le pone en En el caso de tomar la fecundación en laboratorio simplemen-
presencia de los espermatozoides. te como un experimento, aunque a la búsqueda de objetivos para
bien de la humanidad, pueden preverse diversas finalidades socia-
13
les a esta intervención: estudio del proceso de la fecundación y de
Legitimacy for AID Chitdren, en "BritMedJour", n. 7 julio (1979), 70; Re- las primeras fases de la vida; observación de los eventuales efec-
pon of Panel on Human Artificial Inseminaxion, en "BritMedJour", Supplement,
7 abril (1973), 3-5; R. DIHRKF.NS. Les droits sur le corps el le cadavre de l'homme, tos tóxicos de algunas medicinas en experimentación; creación áe
Masson et Cié, Paris 1966, 66-68. nuevos métodos para la mejor comprensión y tratamiento de al-
14
J. FERIN. Fertilisalion in vitro et transferí d'oeufs, en L'homme manipulé, gunas anomalías genéticas; posible puesta a punto de nuevos mé-
Cerdic, Estrasburgo 1974, 25-34; F. H. MARSH-D. J. SF.LF. In vitro ferti/iza- todos de anticoncepción, etc.
tion: Moving from Theory to Therapy. en "HastCentRep", 10 (1980), n. 3, 5-6;
J.-M. MOREij],L'insémination artificie/le: remede á la stérilité?, en "Etudes", 351 Los logros en la especie humana hasta el momento son muy
(1979), 619-629; M. C. THIBAULT. A partir de l'expérimentation anímale, en Avor- escasos, mientras que en especies no humanas los resultados haf
tement et respect de la vie humaine, Du Seuil, Paris 1972, 71-80. sido más amplios. Aunque se dijo que en 1974 existían tres niños
230 PRAX1SCRISTIANA-OPCTON POR l.A VIDA Y I I . AMOR
TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN HUMANA 231
nacidos por este sistema, de hecho no hay pruebas dignas de cré-
dito que lo avalen; por lo tanto, con suficiente garantía se puede humano que supone una liberación del control y de las limitacio-
considerar como el primer ser humano nacido por fecundación en nes de la naturaleza. Evidentemente, este progreso técnico presen-
laboratorio a Louise Brown, gracias a la colaboración de tres ta aspectos positivos, pero éstos no son valores humanos más
investigadores ingleses: R. G. Edwards, B. D. Bavister y P. C. que en la medida en que tienen un significado humanizador.
Steptoe.
b) Aceptación crítica condicionada
2. Aproximación moral ^
Pienso que una valoración de esta intervención técnica ha de
ser más matizada que las dos anteriores. En primer lugar, se ha
a) Posiciones extremas de evitar toda actitud de desconfianza y recelo sistemáticos, inspi-
rados en una sacralización y en un respeto absoluto que conside-
Por lo dicho anteriormente sobre la inseminación artificial se ra totalmente intangibles los procesos naturales en este terreno.
puede colegir sin dificultad que la moral católica oficial muestra Por otro lado, se ha de evitar caer en el orgullo fáustico de la
una oposición absoluta a la fecundación en laboratorio, técnica técnica, que la valora positivamente desde su mera eficacia y es-
más agresiva y más alejada de los procesos naturales. Los moti- pectacularidad, independientemente de los servicios que preste.
vos de rechazo vienen a coincidir fundamentalmente con los allí La separación entre sexualidad y procreación, que para la pri-
expresados. Según esta postura, aquí asistimos a una degradación mera opinión es una inmoralidad absoluta, en todo lugar y condi-
de la paternidad y maternidad, que se alejan del modelo imperati- ción, no merece tal estigma moral cuando la procreación resulta
vo de la naturaleza. La concepción se realiza en un marco distin- imposible desde el acto sexual y esta situación encuentra una so-
to del natural, marco que, según una moral de inspiración rígida lución humana en la técnica; en cambio, cuando la reproducción
en la naturaleza, es el único aceptable en cualquier eventualidad natural es humanamente posible, el recurso a la fecundación en
para una paternidad humana tal como Dios la quiere. Otro capí- laboratorio no parece una opción seria y sensata. El carácter na-
tulo para el rechazo de esta técnica procede de la obtención del tural o artificial de la fecundación no se considera moralmente
esperma fuera de un acto sexual legítimo, tema sobre cuya valo- determinante desde una moral de cuño personalista: tanto lo na-
ración ya se apuntaron referencias. Igualmente, dado el carácter tural como lo artificial han de valorarse desde criterios más glo-
experimental de esta técnica, se considera que la manipulación de bales y personales. Un aspecto importante es el carácter de expe-
esos procesos vitales conlleva un riesgo grave de interrumpir la rimentación que todavía en el presente tiene esta técnica, con un
vida iniciada, con malicia análoga a la del aborto; este reproche riesgo evidente de que el proceso de esa vida humana se malogre,
se hace mucho más visible cuando la fecundación en laboratorio a pesar de todas las buenas intenciones aportadas por los implica-
no tiene por objeto solucionar un problema de infecundidad, sino dos en este tipo de intervenciones. Es una experimentación que
realizar una experimentación con vistas a ciertos beneficios tiene lugar en un proceso vital con implicaciones humanas: para
humanos. valorar adecuadamente este punto, remito al apartado sobre el
En el extremo contrario se sitúan quienes valoran la fecunda- status de esta vida " y a las indicaciones expuestas a propósito de
ción en laboratorio como una intervención de rango moral supe- la experimentación humana 17 . Algunos se oponen a la fecunda-
rior a la fecundación natural, por el mero hecho de ser un logro ción en laboratorio por ser perjudicial o constituir una amenaza
para la normalidad del ser que pueda nacer por este procedimien-
15 to; pero parece que estos temores no están suficientemente funda-
M. V. AITARD. Dimensión/ etiche de/la medicina genética: la moralilá dei
bambini in provetta, en "RivTeolMor", II (1979), 367-384; N. BLÁZQUEZ. Fabri- dos. Con la distancia que pueda existir entre la especie humana y
cación de niños en tubos de ensayo, en "Studium", 10 (1971), 437-469; R. A. las especies no humanas, los datos favorecen la conclusión de que
BRUNOS. A proposito della fecondazione "in vitro", en "CivCatt", 130 (1979, I), por el mero hecho de realizarse la fecundación en un ambiente no
217-231; CH, E. CURRAN. Fécondation in vitro el transferí d'embryon du point de natural no aumentan los riesgos para el así nacido. La obtención
vue de la théologie morale, en "Supplément", n. 130 (1979), 307-328; J. GAFO.
El niño-probeta; significado antropológico, en " R y F " , 198 (1978), 225-228; del esperma, como antes se dijo, y la obtención del óvulo no han de
R. A. MCCORMICK, Notes on Moral Theology 1978, en "ThSt", 40 (1979), 99-112; considerarse procedimientos inmorales cuando responden a un de-
G. PERICO. La fecondazione artificíale, en "AggSoc", 29 (1978), 571-582;
L. WALTERS, Human in Vitro Ferlilization: A Review of the Ethical Literature, en 16
"HastCentRep", 9 (1979). n. 4, 23-43. En este mismo volumen, parte primera, cap. II.
17
Ib., cap. IX.
232 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR ÍTCNICAS 111 Rl PROIH C 'C'ION tll'M \N \ 233
signio de sensatez humana. Desde este enfoque, compartido por J. B. Gurdon y V. Vehlinger informaron sobre la creación de
importantes moralistas católicos y que aparece como razonable a siete ranas por este procedimiento; el capital genético de los hijos
muchos cristianos, la fecundación artificial con voluntad de solu- era igual al del "padre", igual también su identidad morfológica e
cionar graves problemas de parejas infecundas no presenta dificul- incluso la mayor parte de ellas tenían capacidad reproductora.
tades insalvables y puede integrarse dentro de una moral cristiana Posteriormente, se han hecho experiencias con otros animales,
centrada en el bien real del hombre. Más problemas ofrece una pero no hay noticias fidedignas de éxitos conseguidos con mamí-
fecundación con fines experimentales; pero no parece tampoco feros. En cuanto a su realización dentro de la especie humana,
que, respetando ciertos límites, esta hipótesis sea totalmente hay quien la sitúa en torno al 1990, mientras que otros la colocan
rechazable 18 . hacia el año 2000. Ello explica el escepticismo con que en el mun-
do científico se acogió la noticia divulgada de la existencia en
Norteamérica de un ser humano nacido por este procedimiento :o ;
C) REPRODUCCIÓN CLÓNICA
unos meses más tarde se informaba de haberse logrado un embrión
clónico humano hasta la fase de siete días 21 .
Este es un campo puramente potencial en el momento presen-
te por lo que se refiere a la especie humana y también a especies Las posibles aplicaciones de esta técnica se han apuntado en
superiores de animales. Pero se prevé que no pasarán muchos diversas direcciones. De esta forma se podrían perpetuar caracte-
años hasta que esta técnica pueda aplicarse para la reproducción res y tipos considerados como buenos para la especie humana por
humana. Como tantos otros temas en punta de la medicina, éste sus valores de inteligencia, arte, belleza física, longevidad, etc.
merece una atención y una reflexión, pero sin convertirse en una Pero no podemos ser excesivamente ingenuos en cuanto a la efi-
especie de evasión de otras urgencias mucho mayores ". cacia de esta técnica para este objetivo. En el caso de parejas que
Abundan los nombres para designar este modo de reproduc- pudieran engendrar hijos con taras genéticas por medio de la re-
ción: cloning, reproducción clonal o clónica, por injerto, hijos- producción sexual, se podría optar porque cada uno tuviera sus
calco, hijos-fotocopia, etc. El procedimiento, ya aplicado en algu- hijos-copia sin riesgos genéticos. Un uso masivo seleccionado po-
nas especies de animales, consiste en quitar el núcleo a un huevo dría servir para mejorar el stock genético de la humanidad, aun-
y después trasplantarle o injertarle el núcleo de una célula no que sobre este punto se deberían hacer matizaciones importantes.
sexual que tiene la dotación cromosómica completa. Tratándose La elección del sexo resultaría mucho más fácil. Al contar con
de la especie humana, desnucleado un óvulo, se injertaría en él el individuos tan iguales, la tarea de trasplantes se vería facilitada
núcleo de una célula de nuestro cuerpo exceptuando el núcleo de entre ellos. Y se ha pensado también en la utilización con fines
otro óvulo o espermatozoide. Una vez realizado el trasplante se políticos: pero ello supondría una acción masiva en este campo,
coloca el nuevo producto en el útero o, cuando se llegue, en una que presenta dificultades y problemas de mayor envergadura.
placenta artificial, con vistas a que se continúe allí el embarazo Desde el punto de vista moral, este tema merece una atención
hasta su resultado final. Este proceso, en teoría, puede repetirse discreta; desarrollos amplios serían moralmente antipedagógicos
las veces que se quiera con la misma persona para multiplicar las por fomentar una concentración de preocupaciones sobre un
reproducciones de la misma. Así llegaríamos a un ser lo más pa- tema por el momento muy secundario, con perjuicio seguramente
recido posible a uno mismo; la igualdad total y absoluta no se da, para exigencias mucho más inaplazables en nuestra sociedad. Por
porque la influencia del ambiente no se puede descartar de una eso me limito a indicar simplemente referencias para una posible
manera radical y completa. utilización humanizadora de esta técnica. Por supuesto, la postu-
La técnica de la reproducción clonal no es imposible ni es ra oficial de la Iglesia Católica, que condena la inseminación arti-
tampoco algo totalmente nuevo, pues tenemos precedentes en ficial y la fecundación en laboratorio, rechaza igualmente de un
plantas y animales. modo absoluto esta técnica para la reproducción humana. Un
uso político dictatorial o racista de este procedimiento sería inad-
" R. BORK, Das Retortenbaby. Anmerkungen aus juristiche Sicht, en "Die misible moralmente. Se ha de atender también al peligro, en caso
Neue Ordnung", 33 (1979), 197-202; T. M. POWLEDGE, A Repon from the Zio de utilización masiva, de empobrecer la herencia genética de la
Trial, en "HastCentRep", 8 (1978), n. 5, 15-17.
19
humanidad: la reproducción sexual es un factor de enriqueci-
L. ISAACS. The Once and Future Clone, en "HastCentRep", 8 (1978), n. 3, miento y variedad, mientras el cloning es factor de uniformidad.
44-46; A. STUDDARD, The Lone Clone, en "ManMed", 3 (1978), 109-114;
L. EISENBERG, The Outcome as Cause: Predestinalion and Human Cloning, en
2,1
"JourMedPhil", I (1976-1977), 318-331. Cf. "Ya", 4.3.1978, p. 9.
21
Cf. "ABC", 29.4.1979, p. 31.
234 PRAXIS CRISTI ANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y El. AMOR \
La selección de modelos a reproducir plantea interrogantes pro-
fundos de signo antropológico. Puede existir el peligro de narci-
sismo, de autoestima, de orgullo del hombre, que cae en un pro-
meteísmo arrogante; se alude también a los problemas psicológi-
cos posibles de los hijos de los genios, etc. Es muy legítimo
pensar en todos estos aspectos, pero con una dosis de realismo.
En el fondo, aquí se plantea una vez más el interrogante ante la
técnica, que, como se ha insistido más de una vez, ha de ser valo- CAPÍTULO XII
rada desde su capacidad de servicio al hombre.
LA DROGA. ACCIÓN SOBRE EL PSIQUISMO
Y EL COMPORTAMIENTO

A) L A DROGA

La droga casi se ha convertido en una palabra mítica dentro


de nuestra sociedad. El conocimiento que tenemos de este fenó-
meno social es muy fragmentario debido a su clandestinidad,
pues es fruto predominantemente de acciones policiales.
La utilización de productos para modificar las condiciones
psíquicas no es un hecho nuevo, sino que aparece frecuentemente
a lo largo de la historia. Sin embargo, la aceptación social varía
de unos tiempos y de unos lugares a otros: en Oriente, el opio ha
sido de consumo corriente; en los Países andinos, la coca; en el
Islam, los derivados del cáñamo. Dentro de la sociedad occiden-
tal, la toxicomanía más difundida es el alcoholismo; el tabaco
produce también reflejos muy negativos: hace pocos años se con-
cluyó que en Inglaterra el número de horas perdidas como conse-
cuencia del tabaco superaba veinte veces a las perdidas por huel-
gas. Una característica del fenómeno de la droga en el mundo
occidental es su penetración cada vez más amplia en sectores cada
vez más jóvenes ', lo cual puede, en un futuro no muy lejano, mo-
dificar los planteamientos con vistas a la legalización de algunas
drogas 2 .
1
S. DE BARBUAT, Les adolescents et la drogue: une réalité, pas une fatalité, en
"MedHom", n. 124 (1980), 14-21; E. BASELGA. Jóvenes que usan drogas, en
"RyF", 185 (1972), 329-340; G. ZUANAZZI, II fenómeno della farmacodipendenza
nei sogelti in etá evolutiva, en "MedMor", 26 (1976), 240-243.
2
Sobre los aspectos técnicos y sociales de la droga, de una inmensa biblio-
grafía, selecciono los siguientes títulos: E. BASELGA, Las drogas, en "RyF", 200
(1979), 120-132; G. BRUNETTA, // pumo sul problema della droga, en "AggSoc",
29 (1978), 527-538; G. LÓPEZ HERNÁNDEZ, La drogadicción en la sociedad actual,
en "IgVi", n. 84 (1979), 569-575; O. APARICIO, Drogas y toxicomanía, Editora
Nacional, Madrid 1972; S. LUCARINI, Informe sobre la droga. Sigúeme, Salaman-
ca 1976; V. MARCOZZI,// simposio del Consiglio d'Europa sulle droghe, en "Civ-
Catt", 123 (1972, II), 393-399; E. MUÑOZ ALEMANY, Los toxicómanos son cada
vez más numerosos en los países del Consejo de Europa, en "TribMed", n. 797
(1979), 15; C. OLIVENSTEIN, Las drogas, Studium, Madrid 1971; C H . VAILLE.
J. Las drogas y sus efectos
OROCA V ACCIÓN SOHRl I I PS1QU1SMO 237
Es muy difícil dar una definición de la droga, dado el amp]¡
espectro que presenta. Con todo, podríamos considerar c o m 0 nervioso, aun cuando otros órganos o sistemas pueden también
drogas los productos con un poder activo sobre el sistema nerv¡ 0 sentir las consecuencias; así, por ejemplo, está bien establecida la
so, a los que se acude para mejorar el rendimiento intelectual 0 conexión entre tabaco y cáncer de pulmón, entre alcohol y cirro-
físico, para lograr nuevas sensaciones o para llegar a un estad^ sis hepática. Los efectos nocivos a veces se producen cuando se
psíquico más agradable. La característica más importante es J^ está bajo el efecto de la droga; en ocasiones, aparecen años más
derivación fácil hacia un consumo habitual y abusivo 3 . tarde.
La tolerancia y la dependencia son dos efectos bastante vincu-
Si la noción precisa de droga ofrece serias dificultades, no h^
lados a la utilización de la droga. La tolerancia consiste en que, a
de extrañar que su clasificación sea muy variada. J. L a p o r t e ^
igual dosis de droga, progresivamente los efectos buscados van
desde un punto de vista práctico, las clasifica así:
disminuyendo, lo cual impulsa a un aumento creciente de la dosis.
No todas las drogas necesitan el mismo período de tiempo para
• DEPRESORAS que este efecto se dé: en los derivados del opio aparece a los dos
1. Opio y derivados (morfina, heroína). o tres días de uso continuado; para el alcohol se necesitan de dos
2. Hipnóticos, sedantes y tranquilizantes. a tres semanas.
3. Alcohol. El concepto de dependencia es más complejo. Suele distinguir-
se entre dependencia psicológica y física. Para la OMS la depen-
• ESTIMULANTES dencia psicológica es " u n a necesidad que pide la administración
periódica o continua de una droga para producir placer o evitar
1. Coca y cocaína. malestar. Esta necesidad es el factor más poderoso en la intoxica-
2. Cafeína y bebidas que la contienen (café, cacao, té, ción crónica con drogas psicótropas y, con algunos tipos de dro-
colas).
gas, puede ser el único factor implicado en la perpetuación del
3. Anfetamina y derivados.
4. Tabaco. abuso, incluso del deseo más intenso. La dependencia psicológi-
ca, por ello, es la característica más universal de la dependencia
• ALUCTNÓGENOS O PSICODÉLICAS
en drogas. De un modo operativo, se reconoce su existencia por
el hecho de que la persona dependiente continúa t o m a n d o la dro-
1. Dietilamida del ácido lisérgido (LSD), peyote y mes- ga a pesar de admitir conscientemente el perjuicio que causa a su
calina. salud, a su inserción social o familiar, y los grandes riesgos que
2. Derivados del cáñamo (Cannabis sativa): marihuana, asume para lograr y mantener el suministro de la droga". La
hashish, grifa, etc. Su principio activo (tetrahidrocanna- dependencia física es definida por la misma Organización como
binol).
"un estado patológico producido por la administración repetida
de una droga y que conduce a la aparición de un grupo caracte-
El abuso de la droga produce numerosos efectos nocivos tan- rístico y específico de síntomas, designados como el síndrome de
to para la sociedad como para el consumidor. El recurso a la abstinencia, cuando la administración de un droga cesa o, en el
droga o el deseo de obtenerla causa con frecuencia una conducta caso de algunas drogas, se reduce de un modo significativo. Para
antisocial y supone unas cargas económicas elevadísimas para la evitar la aparición de un síndrome de abstinencia, se exige el uso
sociedad. Su acción más señalada en el usuario afecta al sistema continuado de la droga. La dependencia física es un factor impor-
tante para reforzar la dependencia psicológica en la continuación
Quelques réflexions sur les toxicomaníes en 1980, en "MedHom", n. 124 (1980), del uso de la droga o en las recaídas después de una interrupción".
22-30; L. YZEBE, La loxicomanie, un signe pour notre temps, en "MedHom", En el cuadro reproducido a continuación se expresan tres
n. 84 (1976), 14-18; P. LAURIE. Las drogas. Alianza, Madrid 19733, "MedHom",
n. 84 (1976) y n. 124 (1980); una amplía bibliografía en castellano sobre la dro- efectos de la droga: su tolerancia, la dependencia y la conducta
ga, cf. "Pastoral Misionera", 15 (1979), 509-510. antisocial 5 :
3
Para los aspectos técnicos de la droga aquí recogidos, cf. J. I. APORTE. As-
pectos biológicos del abuso de drogas, en "Boletín Informativo de la Fundación
Juan March", n. 61 (1977), 3-18.
4
J. LAPORTE. a. c. (n. 3), 8.

5
El cuadro está tomado de J. L APONTE, a. c. (n. 3), 8.
238
PRAXISCRISTIANA-OPCION POR I.A VIDA Y f l . AMOR DROGA Y ACCIÓN SOBRE EL PSIQUISMO 239

Dependencia Conducta antisocial LOS ALUCINÓÜENOS (L.S.D., mescalina psilocibina)


Producto • Tolerancia
Durante en absti- Efectos inmediatos:
Emocionall Física adm. nencia — náuseas, palidez, transpiración, taquicardia;
Opiáceos — alucinaciones o ilusiones de la visión y del oído;
Hipnóticos barbitúri
+ + + + ++++I++++ o +++ — alteraciones del humor: angustia ("el abismo") o euforia.
eos
Alc ++ ++++ ++++ ++ +
4
+++ Accidentes:
°bo\..Z]Z[Z".'.'.'.Z -+++ ++++ + +++ + +++ — pánicos ansiosos, raptos agresivos o suicidas;
Cocaína O T+++ O) ++++ + ++ — imprudencias (defenestración);
Cafeína ++ o o o — reacciones prolongadas más allá de 48 h.;
Anf'etamina + +++ + ++ o — reacciones recurrentes;
Tabaco + +++ o o o — arrebatos de delirio.
LSD y análogos ++ I ++ o ++
++ o
Tetrahidrocannabinoi +
+
+ o
. o 1 Período de estado:
•— asociación constante con otras drogas;
— desocialización, confusión;
LA HEROÍNA
— riesgo genético.
Efectos secundarios:
miosis, fotofobia, prurito, anorexia, náuseas; LAS ANFETAMINAS
— indiferencia, apatía, aislamiento; Efectos inmediatos:
— huellas de pinchazos, negligencia corporal; — efectos físicos: taquicardia, vértigos, temblores y tics,
períodos de angustia (necesidad) con bostezos, impa- palabra rápida, tartamudeo, calambres musculares,
ciencias, sudores, irritación y lagrimeo. inestabilidad en el andar;
Accidentes: — efectos psíquicos: hiperexcitabilidad rabiosa, irritabili-
— sobredosis: coma más o menos rápido con cianosis (an- dad, desorden de los actos, confusión, alucinaciones.
tídoto; nalorfina);
— accidentes infecciosos, focos pulmonares, abscesos, fle- Accidentes:
bitis, hepatitis p o r virus. — impulsos suicidas y homicidas;
Período de estado: — psicosis delirantes agudas;
— decadencia intelectual, confusión mental; — hepatitis viriásicas.
— decaimiento físico, adelgazamiento, individuo postrado. Período de estado:
C Á Ñ A M O INDIO ( = kif = m a r i h u a n a = hachís) — decadencia física (adelgazamiento, insomnio);
— agresividad, confusión mental, interpretaciones deli-
Efectos inmediatos: rantes;
— efectos somáticos: taquicardia, carne de gallina, conjun- — asociación con otras d r o g a s . 6
tivitis ("las gafas negras"), trastornos de la acomoda-
ción, calambres epigástricos, cefaleas;
— efectos psíquicos: euforia o angustia, embriaguez, tras-
tornos de ilusión o alucínatorios, visuales y auditivos, 2. La extensión de las drogas
desorientación temporo-espacial.
Complicaciones: A p e s a r d e la c l a n d e s t i n i d a d q u e r o d e a el m u n d o d e la d r o g a ,
— conjuntivitis, bronquitis; sí se p o s e e n d a t o s i m p o r t a n t e s s o b r e las t e n d e n c i a s e n el u s o n o
— pánicos ansiosos, impulsos suicidas, agresivos o sexua-
t e r a p é u t i c o d e las d i v e r s a s d r o g a s .
les, arrebatos de delirio, con evolución variable, a veces
psicosis cannábicas, intoxicación aguda (colapso). D e n t r o d e l o s d e r i v a d o s d e l o p i o , la h e r o í n a c o n s t i t u y e el p r o -
b l e m a m á s d e s t a c a d o . S u d i f u s i ó n c r e c i e n t e y la d i f i c u l t a d p a r a
Efectos secundarios:
u n c o m b a t e eficiente c o n t r a ella se e x p l i c a n p o r d i v e r s a s c a u s a s :
— pasividad, abulia, vagabundeo;
la f a c i l i d a d r e l a t i v a p a r a o b t e n e r l a , p a r t i e n d o d e f u e n t e s n a t u r a -
— confusión mental crónica;
— escalada, asociación a otras drogas, alcoholismo. 6
Cuadro reproducido de Enciclopedia de la psicología y pedagogía, tomo III,
Sedmay, Madrid 1979, 355.
240 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y I I . AMOR
ORCKiA Y ACCIÓN SOHR1 11 l'SIOLISMO 241
les; su elevada potencia, que permite la distribución en dosis muy i:
les o de psicopatías" . Estas conclusiones tan optimistas distan
pequeñas, con la consiguiente posibilidad de evadir los contro- mucho de ser compartidas; quizás algunas de ellas se vean modi-
les 7. Aunque la extensión de esta droga tan peligrosa va afectan- ficadas simplemente por circunstancias como la situación del em-
do a núcleos cada vez mayores, de hecho en los países occidenta- pleo; por ejemplo, ante un desempleo juvenil elevado, el uso de
les la toxicomanía que ocupa el primer puesto es el alcoholismo"; estas drogas blandas puede ser un determinante de acciones aso-
también el tabaco ocupa un puesto destacado 9 . cíales''.
El LSD (dietilamida del ácido lisérgico) no es una droga que
tienda a un uso muy amplio; más bien se utiliza de una manera
esporádica, intercalándola en ocasiones dentro del recurso a otras
3. El porqué del boom de las drogas
drogas. Esta tendencia se explica por los graves riesgos que con-
lleva su uso, y por las frecuentes reacciones desagradables produ-
cidas en el sujeto ,0. Junto al estudio científico, éste es otro de los aspectos más
importantes en el análisis de este mundo. Podríamos decir de un
Por el contrario, la extensión del uso de los derivados del cá- modo resumido que el recurso a la droga es el resultado de un
ñamo (hachís, marihuana, grifa, etc.) ha ido ampliándose de un encuentro de un producto por una persona en un momento socio-
modo vertiginoso en los últimos años". Estas son la "droga del cultural. Circunstancias como el que un producto sea accesible o
pobre", no sólo en cuanto que grandes masas de países pobres, no, que sus efectos sean conocidos mejor o peor, influyen en al-
como la India, las utilizan de un modo habitual, sino también gún modo. Por otra parte, está la persona situada en contextos
porque ha penetrado en el proletariado de las grandes ciudades, muy diferentes. La interacción de todos estos factores produce el
llegando a constituir una epidemia entre los jóvenes de los países resultado 14.
industrializados, de modo que, según cálculos de la OMS, pasan El conocimiento de los factores que inciden en la toxicoma-
de 200 millones los usuarios de alguna droga perteneciente a este nía es muy condicionante para una adecuada terapia que no se
grupo. Quizás esta misma difusión va sensibilizando a algunos contente con un enfoque unilateral del complejo problema 15.
sectores de la opinión pública, que hoy insistentemente piden la Juan Pablo II 16 , haciéndose eco de las investigaciones psicoló-
legalización en cierta medida de estas drogas blandas; otros, por gicas y sociológicas, se ha referido a tres situaciones que impulsan
el contrario, se oponen con fuerza a toda concesión en este terre- a la experiencia de la droga: la falta de motivaciones de vida, la
no. Existe al respecto una gran división entre los científicos sobre estructura social deficiente y la incomunicación. Como causa pri-
los riesgos de estos derivados del cáñamo. "En estos últimos mera señala "la falta de claras y convincentes motivaciones de
tiempos los temores han quedado prácticamente disipados por lo vida. En efecto, la falta de puntos de referencia, el vacío de los
que respecta a la posibilidad de que el uso habitual de estos pro- valores, la convicción de que nada tiene sentido y que, por tanto,
ductos conduzca al empleo de otras drogas más peligrosas, a un no vale la pena vivir, el sentimiento trágico y desolado de ser
aumento de la criminalidad o a la producción de lesiones cerebra- viandantes desconocidos en un universo absurdo, puede impulsar
a algunos a la búsqueda de huidas rabiosas y desesperadas" ".
7
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"CivCatt", 130 (1979, IV), 209-221; G. PERICO. Somministrazione controllata 12
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8
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9
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18 (1980), 171-176. 17
ID., 10.
242 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR I.A VIDA Y I L AMOR DROGA Y ACCIÓN SOBRIi EL PSIQUISMO 243
Un segundo motivo para la búsqueda de estos "paraísos arti- 4. Indicaciones morales
ficiales" es una estructura social deficiente e insatisfactoria. Se-
gún la propia concepción de la sociedad, las deficiencias sociales
La aproximación moral que se dé al fenómeno de la droga
pueden identificarse en unos ámbitos u otros. De hecho Juan Pa-
depende de muchos factores: la atención a los efectos de estos
blo II ha mencionado éstos: "La desocupación, la falta de vivien-
productos es un elemento primario, pero aun esto viene condicio-
das, la injusticia social, el arrivismo político, la inestabilidad in-
nado por la imagen ideal que se proyecta sobre la sociedad. Una
ternacional, la impreparación para el matrimonio, la legalización
concepción más lúdica enfoca la cuestión desde un ángulo distin-
del aborto y del divorcio" l8.
to al que lo hace una sociedad en la que se da mayor puesto al
El tercer factor es "el sentimiento de soledad y de incomuni- trabajo, a la eficacia, al voluntarismo, como solución de los
cabilidad que desgraciadamente pesa en la sociedad moderna, al- problemas.
borotadora y alienada" 19.
Desde otro análisis 20 se apuntan las siguientes causas: socie- La aportación de la moral en la lucha contra la droga pasa
dad no respetuosa de los valores humanos fundamentales y cada necesariamente por el camino del convencimiento, de la interiori-
vez con más dudas sobre sí misma, consumismo, curiosidad, ig- zación, traducidos en acciones coherentes 23 . Es distinta de un en-
norancia de la droga, tendencia a acudir a una pildora para cada foque médico 24 o policial25.
dificultad, ausencia de modelos sólidos y durables de identifica- Dentro del amplio panorama en este terreno, voy a distinguir
ción, vacío espiritual, falta de aventura y misterio en la vida ordi- la aportación moral en cuatro momentos: consideración "objeti-
naria, débil tolerancia ante el dolor, frustración, búsqueda del va" de la droga, el drogadicto, el tráfico, la sociedad26.
placer inmediato sin excesiva preocupación por las repercusiones En la medida en que la droga supone secuelas deshumanizado-
en los demás. ras para el individuo y para la sociedad, merece un juicio moral
También se han analizado los rasgos más frecuentes encontra- negativo; por lo tanto, para no caer en valoraciones incorrectas,
dos en los toxicómanos para tratar de descubrir las raíces de la es necesario que los presupuestos de hecho sean válidos.
toxicomanía: falta de confianza en sí mismos, miedo a ser recha- Como hemos visto antes, la toxicomanía con frecuencia con-
zados, huida ante lo difícil pero posible, búsqueda de relación de lleva un deterioro importante para la salud física y psíquica e
dependencia muy acusada, tendencia a pensar que hay que "pa- incluso, a veces, un serio peligro para la vida. Si ya la vida en
gar un precio" para ser querido, a quererlo todo e inmediata- sociedad impone muchas limitaciones a la libertad, la droga acu-
mente, sentimientos intensos de culpabilidad hacia los padres, mula una esclavitud añadida, una pérdida de libertad y de auto-
exigencias afectivas muy fuertes, ideal frecuentemente elevado nomía, una regresión en el dominio sobre sí mismo. El desarrollo
pero carente de realismo, negativa a aceptarse con sus defi- de las potencialidades personales se ve truncado de un modo más
ciencias21. o menos importante. Además, la droga no suprime las dificultades,
En la historia personal de cada toxicómano la droga se inser- no es un medio adecuado para lograr los objetivos. Ello no impide el
ta en un contexto siempre cargado de originalidad, aunque exis- reconocimiento del peso de ciertos valores buscados a través de la
tan ciertos rasgos o tendencias más comunes. Por lo tanto, la toxicomanía, como pueden ser el conocimiento de sí mismo, la
droga nos remite a significados muy diversos según los pueblos,
los individuos y el momento de evolución de éstos. Lo que co- 25
G. GIUSEPPE,// punto sul problema della droga, en "AggSoc", 29 (1978);
mienza muchas veces como curiosidad, como búsqueda de una H. BOUR-TH. VON KRF.YLING, Toxicologie und Ethik.en ZEE, 16 (1972), 147-166;
originalidad juvenil, puede en el fondo responder a vacíos a di- G. CAPRILE. Una plaga del nostro lempo, en "CivCatt", 124 (1973, I), 279-282;
versos niveles: corporal, psíquico, legal, familiar, afectivo, religio- W. KAY. Drugs and Human Valúes, en "JourMedEth", 5 (1975-1976), 295-302;
B. A. M. PETERS. Las drogas y la moral, Perpetuo Socorro, Madrid 1969.
so, etc. El conocimiento de todo este complejo mundo es funda- 24
Cf. varios artículos en "MedHom", n. 84 (1976).
mental para una terapia adecuada, aunque no sea la única 25
COMITÉ EUROPÉEN POUR LES PROBLEMES CRIMINELS, Aspects pénaux de
exigencia22. l'abus des drogues. Consejo de Europa, Estrasburgo 1974; J. N. CURRAN, Legal
Aspea of Drug Dependency. en "CathMedQuart", 28 (1976), 97-100; G. PERICO.
18
Nuove leggi contro la droga, en "CivCatt", 123 (1972, II), 111-128; G. DE ROSA.
Id, 11. Una legge piü efficace per combatiere la droga, en "CivCatt", 123 (1972, I),
" Ib. 51-59.
20 26
J. C. RicoiJRT.a. c. (n. 15), 35. Cf. R. M. NOGUÉS. La droga: descubrimiento o evasión, en "CuadOrFam",
21
Id, 34-35. n. 71 (1978), 43-54; B. A. PETERS, O. C. (n. 23); L. Rossi, Droga, en DETM, 247-
22
J. E. VALDEÓN. a. c. (n. 15). 254.
PROCIA Y ACCIÓN SOBRI II PSIQIIISMO 245
244 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR I A VIDA Y El. AMOR
austeridad derivado, no de un ascetismo sospechoso, sino de si-
búsqueda de la felicidad, de una existencia más verdadera y tuar acertadamente al hombre y a las cosas, degenera frecuente-
autentica. mente en seres humanos tiránicos, con un concepto de libertad
Desde el punto de vista social, la droga incorpora objetiva- absoluta. Esta acción "moralizadora" de la sociedad es una tarea
mente una falta de solidaridad. Dejando a un lado la posibilidad de largo alcance, pero necesaria si queremos planteamientos tera-
de que el toxicómano degenere en acciones criminales, no puede péuticos globales contra la droga.
silenciarse la carga económica elevadísima que la sociedad ha de
pagar si quiere atender a la recuperación de los afectados por la
droga. Esta pérdida de energías humanas, para una transforma-
ción crítica de la sociedad, es como una evasión de capital huma- B) ACCIÓN SOBRE EL PSIQUISMO Y EL COMPORTAMIENTO
no. No aparece, pues, la droga como un ideal a perseguir cuando
se parte de la consideración global del significado predominante- Viviendo en sociedad, las interferencias sobre el psiquismo y
mente negativo y deshumanizador que tiene. el comportamiento de las personas son absolutamente inevitables;
Un intento fiscalizador de las responsabilidades del individuo tendríamos que salir del mundo para evitarlas. En cierta medida,
en su toxicomanía, aparte su gran temeridad, no trae aportacio- son totalmente necesarias para un desarrollo del ser humano. Las
nes válidas para una corrección significativa de esta plaga. No intervenciones en este sentido varían mucho con el correr de los
niego la posible existencia de culpabilidad en este terreno, pero tiempos y según las diversas culturas. Desde siempre han existido
no tiene mayor sentido una gran preocupación por precisarla. procedimientos especiales más allá de lo común —siempre es difí-
El traficante ve la droga como una mera fuente de ganancias cil establecer una clara barrera al respecto—, que producían o
económicas, sin importarle las consecuencias para las personas y parecían producir resultados de mayor envergadura sobre el psi-
para la sociedad. Esta perspectiva unfiaterai, que reduce ía digni- quismo o el comportamiento de los demás. Las incursiones espe-
dad del hombre a puro objeto de mercado, es condenable en cual- ciales en la personalidad ajena podían hacerse con distintos fines:
quier sector de la vida humana. Este planteamiento, válido para sobre todo, como terapia o también como medio para investigar
los traficantes ilegales, conserva igualmente un cierto valor para una verdad o arrancar un secreto.
todo tráfico legal de productos que se revelan como agentes gra-
vemente nocivos para el bienestar personal y social. El tráfico es Gracias al mejor conocimiento del funcionamiento del psi-
particularmente censurable cuando va dirigido a sujetos con me- quismo humano y de los mecanismos que afectan al comporta-
nor capacidad de defensa contra las manipulaciones de que son miento, y gracias igualmente a diversos medios técnicos, las posi-
objeto, como niños, adolescentes o jóvenes 27 . Refiriéndose a la bilidades de intervenir en la intimidad de las personas son
vertiente legal del tráfico, Pablo VI se ha mostrado favorable a crecientes. El uso principal actual se caracteriza por una finalidad
"severas medidas legales contra los que buscan una ganancia en terapéutica, y a esta hipótesis me voy a referir ante todo. Tam-
el tráfico sistemático de la droga. Hemos expresado ya nuestra bién se acude a estas técnicas como medio de castigo, de intimi-
convicción de que el fenómeno de la droga no existiría, al menos dación o de investigación, lo cual nos acerca al campo de las
en las proporciones actuales, si no existiera igualmente una red de torturas, especialmente de las psíquicas29.
conspiradores responsables: los productores clandestinos y los Al tratar de corregir ciertos comportamientos o rasgos juzga-
traficantes" 28 . dos no beneficiosos para la persona, las técnicas utilizadas pue-
Desde un punto de vista social, en relación con el fenómeno den ser muy variadas. Voy a centrarme en los siguientes pro-
de la droga, la moral ha de denunciar los rasgos que en nuestra cedimientos y en su problemática moral: psicocirugía, terapia
sociedad son favorables a su extensión. Las insensibilidad ante convulsiva, psicofarmacología, psicoterapia, terapias conduc-
ciertos valores crea un clima favorable a la drogadicción. En la tistas 30.
familia y en la sociedad se instalan estilos de vida que no dejan
espacio suficiente para la comunicación, la solidaridad, la libertad,
2g
el respeto a la persona y a la vida. La falta de un sentido de 30
Para el tema de la tortura, cf. este mismo volumen, parte primera, cap. IV.
J. M. DKLGADO. Control físico de ¡a mente, Espasa-Calpe, Madrid 1972;
" L. CHATERLON. El tráfico de drogas, Rodegar, Barcelona 1963. P. CHAUCHARD. La moral del cerebro. Razón y Fe, Madrid 1965; J. GAVo.fi
28
PABLO VI, La drogue, en "DocCath", 74 (1977), 55. Para otros documen- hombre ante la alternativa de la manipulación de su propia biografía, en "SalT",
tos de la Jerarquía sobre la droga, cf. la misma revista, 67 (1970), 805-806; 1006- 67 (1979), 575-591; G. LYONNAIS. La acción del hombre sobre el psiquismo huma-
1007; 68 (1971), 589-590; 70 (1973), 13-16; 74 (1977), 55-56; 75 (1978), 1083; cf. no. Razón y Fe, Madrid 1966.
también "Ecclesia", n. 1956 (1979), 1372-1373.
246 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR I A VIDA Y I I . AMOR
DROGA Y ACCIÓN SOBRh EL PSIQUISMO 247
1. Psicocirugía
2. Terapia convulsiva
Esta terapia de las enfermedades psíquicas consiste, como la
misma palabra lo indica, en una intervención quirúrgica sobre el Consiste esta técnica en la utilización de corrientes eléctri-
cerebro. El gran introductor de esta técnica fue el portugués Egas cas, con el fin de producir en el sujeto convulsiones que puedan cu-
Moniz en la década de los treinta. También se la conoce con el rar algunos trastornos psíquicos. En 1932 el psiquiatra húngaro
nombre de lobotomia. En la actualidad, las técnicas posibles de L. Meduna introdujo la terapia convulsiva y, en 1938, los psiquia-
intervención en el cerebro en esta perspectiva son variadas: accio- tras italianos V. Cerletti y L. Bini introdujeron la convulsión por
nes cauterizadoras, por medio del frío, colocando partículas ra- medio de la electricidad, logrando que un enfermo, antes silencio-
diactivas, etc. so, comenzase inmediatamente a cantar arias de ópera. Por este
procedimiento se suele producir una convulsión de unos quince
El uso realizado de este procedimiento está bastante restringi- segundos de duración semejante en la apariencia a un ataque epilép-
do por una serie de factores. La introducción de los psicofárma- tico; parece que, aplicado por personal competente, con anestesia y
cos, método de uso mucho menos complicado en su pura dimen- relajación, no conlleva incomodidad para el paciente. Hoy no se
sión física, ha contribuido a relegar a un puesto inferior a la utilizan procedimientos anteriores para producir las convulsiones
psicocirugía. Además, dentro de la clase médica, desde el princi- por medio de inyecciones intravenosas o por inhalaciones.
pio existió un sector fuertemente opuesto a este tipo de terapia.
En este campo las posturas, no sólo entre la gente no especia-
La existencia hoy de alternativas menos complicadas hace que
lizada, sino incluso entre los profesionales, están muy divididas y
esta técnica tenga, en el conjunto de tarapias sobre el psiquismo,
enconadas. Ya el mismo término frecuentemente usado —elec-
menos importancia. Sin embargo, se sigue utilizando selectivamen-
trochoque— suscita fuertes resistencias. Las posiciones de uno u
te como terapia de trastornos mentales, para lesiones cerebrales más
otro signo parecen carecer de fundamentos suficientes por el sim-
pequeñas y en sitios más definidos que antes. En cirugía de urgencia,
ple hecho de que no existe una investigación científica garante,
en casos de graves heridas en el cerebro que pueden suponer un
tanto sobre la utilización de este método como sobre sus efectos.
peligro para la vida del sujeto, sigue teniendo una aplicación 3 '.
Por eso, hace muy pocos años, se pedía en Inglaterra una investi-
Desde el punto de vista moral los problemas más específicos gación al respecto 32 . Pero no faltan quienes creen tener razones
se plantean en estas áreas: el consentimiento informado del pa- suficientes para considerar esta terapia como altamente positiva,
ciente, el conflicto entre investigación y bien del enfermo, la com- cuya pérdida sería un error lamentable 33 . La opinión mayoritaria
petencia del personal médico y la exigencia de procedimientos y y más reflexiva no se pronuncia de un modo elogioso ni profiere
controles. Desde el punto de vista científico hay opiniones en- condenas tajantes; sostiene la necesidad de un estudio más serio,
contradas sobre si en la psicocirugía prevalece el valor investiga- antes de proceder a una valoración con bases científicas adecua-
dor y experimental o el terapéutico, lo cual influye en la morali- das34. De hecho, este procedimiento ha perdido mucho terreno
dad de la decisión. En general, se piensa que esta técnica, fuera de en los últimos veinte años por el avance en la medicina a base de
casos contados, no ha de ser mirada como un primer recurso. Se psicofármacos, por la mala utilización hecha de él, por la mala
han de sopesar las ventajas (alivio de grandes dolores psíquicos) y prensa de que ha gozado entre el público y hasta entre especialis-
desventajas (personalidad embotada, disminución de la memoria, tas, y por los grandes intereses comerciales vinculados a los fár-
de la creatividad y de la capacidad de afecto). Fundamentalmen- macos psicótropos. En la mentalidad de algunos, la terapia elec-
te, se ve que nos encontramos con problemas comunes a otros troconvulsiva posee una imagen muy negativa: para unos suscita
sectores de la moral médica, con algunas peculiares caracterís- recuerdos de ejecución judicial, de brujería medieval, de castigo
ticas. inhumano; para otros, va asociada a la idea de método punitivo y
de control social, aplicados sobre todo a personas internadas y a
" C. DEL SAZ-OROZCO. La psicocirugía y sus problemas, en "RvF", 151 (1955), grupos radicales y minoritarios. Entre los ambientes psiquiátri-
582-596; A. DE LORENZO. Psicocirugía, en "TribMed", n. 709 (1977), 16-17; cos, las encuestas revelan que un porcentaje alto de psiquiatras
G. PERICO. ¿¡7 lobotomia, en "AggSoc", 29 (1978), 227-232; G. A. KoNATi.Surgica/ son opuestos y que sólo una minoría la practica; incluso a veces
Control of Behavior, en "LinQuart", 41 (1974), 193-199; Hostility to Psychosurgery,
en "Lancet" (1979), 367-368; G. J. A NNAS, Psychosurgery: Procedural Safeguards.
en "HastCentRep", 7(1977), n.2, 11-13; A. CUSCHIERI. Utrum is qui patitur psycho- 32
Proposed Inquiry into Electroconvulsion Therapy, en "Lancet" (1978), 220-
chirurgiam frontalem versetur in lucido intervallo, an vero in statu umbratae quietis, 221.
en "Angelicum", 46 (1969), 103-117. 33
Electroconvulsive Therapy, en "JourAmMedAss", 242 (1979), 545-546.
34
ECT. Forty Years On. en "Lancet" (1978), 888-889.
248 PRAXISCRISTIANA-OPCION POR I A VIDA V I I AMOR
DROGA Y ACCIÓN SOHRI II PSIQUISMO 249

aparece entre ellos un cierto sentimiento de culpabilidad impreci- De entre las diversas clasificaciones de los múltiples productos
sa por este uso. que han proliferado en este campo, ofrecemos la siguiente 36 :
Desde el punto de vista moral poco se puede decir mientras
no se superen estas ambigüedades que rodean a la terapia electro- CLASIFICACIÓN Di: I.AS SUSTANCIAS PS1CÓTRQPAS
Convulsiva: en sus efectos, en su carácter de terapia o experimen- I. Psicoléplicos (disminuyen la actividad psíquica)
to, en sus condiciones para un recto uso por parte de "terapeutas" a) Hipnóticos (inducen al sueño)
competentes, que miren con fundamento por el bienestar del pa- b) Tranquilizantes (reducen la angustia)
ciente. Sobre su posible utilidad, la terapia convulsiva está abso- c) Neurolépticos (calman la agitación y el delirio)
lutamente contraindicada para los tumores cerebrales, y relativa- d) Normotímicos (previenen las reincidencias maníacas
mente para los enfermos de arteria coronaria o con ataques y melancólicas)
cardíacos recientes. Su valor, en los desórdenes del comporta- 2. Psico-analépticos (estimulan la actividad psíquica)
miento o de la personalidad y en la neurosis, no está bien funda- a) Estimulantes de la vigilancia (psicotónicos, anoréxicos)
mentado. Su eficacia en el control de las manías y esquizofrenias
b) Estimulantes del humor (antidepresivos)
activas está muy controvertido. Al principio, se utilizó para la
esquizofrenia y, en la actualidad, las previsiones más favorables se 3. Psicodislépticos (drogas que perturban el psiquismo)
hacen con vistas a la depresión o para trastornos de la afecti- a) Alucinógenos
vidad. b) Euforizantes
c) Excitantes

Además de los problemas comunes a otros tipos de terapia


3. Psicofarmacología que actúan sobre el psiquismo, aquí queremos, desde el punto de
vista moral, señalar algunos de incidencia particular. Se plantea
J u n t o con la psicoterapia y la terapia conductista forma los el complicado problema de la supermedicación de la sociedad.
tres métodos más importantes para el tratamiento de los tras- No faltan quienes cuestionan la existencia de una supermedica-
tornos psíquicos y de la conducta. Su comienzo se coloca en los ción en nuestro m u n d o "desarrollado"; sin embargo, con mayor
primeros años de la década de los 50. Otro de los nombres con frecuencia se denuncia esta situación, que suscita sus interrogan-
que se la designa es el de quimioterapia psicótropa, para distin- tes. ¿No estamos cayendo en una excesiva confianza en los fárma-
guirla de la psicoterapia y de la fisioterapia. Su acción sobre las cos para el tratamiento de los problemas del hombre? ¿Hasta qué
estructuras cerebrales, y mediante ellas en el psiquismo, se realiza punto una solución de los conflictos personales y sociales por
a través de sustancias químicas introducidas en el organismo 3 5 . medio de pildoras es la solución más humana? ¿No incurrimos en
En nuestra sociedad asistimos a una verdadera invasión de la una concepción determinista y mecanicista de la existencia? ¿La
psicofarmacología, con sus efectos beneficiosos innegables, pero obtención de situaciones gratificantes puede, por el mero hecho,
también con graves reservas. Gracias a este procedimiento el ni- considerarse una verdadera terapia? A ello habría que añadir el
vel de confinamiento en los hospitales psiquiátricos se ha reduci- peligro de daños físicos, como consecuencia de una hipermedica-
do de un modo notable y muchos sujetos han sido recuperados ción, para el hígado, la sangre y los cromosomas, más los riesgos
para una inserción aceptable en la sociedad. Una de las quejas de dependencia y tolerancia.
más graves dirigida contra esta terapia es que muchas veces se
trata sólo de un cambio de lugar del paciente: en vez de dejarlos 4. Psicoterapia
relegados en los hospitales psiquiátricos, se los asila en la casa,
Bajo este término pueden encerrarse terapias muy distintas en
con la familia, sin solucionar verdaderamente sus dificultades.
sus presupuestos y en sus técnicas, tanto de grupo como indivi-
55
duales. De entre las psicoterapias dinámicas individuales, las cua-
J. LóphZ IGLKSIAS. Debate sobre los psicótropos, en "TribMed", n. 801 tro más importantes son: el psicoanálisis clásico; las terapias in-
(1979), 26; B. PFTBRS. La va/eur mora/e de l'inümité personnelle, en "StMor", 2
(1964), 181-254; C. L. CAZZULLO, Persona umana e farmaci psicoiropi. en "Sacra terpersonales o del ego, en la línea de Jung y Adler, a las que
Doctrina", 10 (1965), 281-299; Controlling Behavior Through Drugs. en "Hast- E. Erikson y E. Fromm dieron una dirección más de tipo social;
CentSt", 2 (1974), n. 1, 65-67; C. MONTKRVINO. Psieofarmaa' e mora/e, en "Ami- la terapia del instinto, que por medio del counseling intenta elimi-
Cler", 46 (1964), 542-543; G. L. KLHRMAN. Psycholropic Drugs as Therapeutic
Agenls. en "HastCentSt", 2 (1974), n. 1, 81-93. 36
Enciclopedia... (n. 6). 456.
250 I'RAXISCRISIIANA-OI'Í ION l'OR I A VIDA Y 1 I. AMOR
DROGA Y ACCIÓN SOBRE El. PS1QUISMO 251
nar la rigidez neuromuscular, y la terapia centrada en el cliente,
de la que representante muy significativo es Cari Rogers. toma de posición que incluye una valoración. El segundo peligro
es el de una manipulación del paciente que no respeta su autono-
La técnica terapéutica común en la psicoterapia dinámica in-
mía. Otra acusación lanzada contra ciertos métodos psicoanalíti-
dividual es el coloquio entre el terapeuta y el paciente. Se parte
cos es su concepción individualista de la persona. También el psi-
del presupuesto de que los trastornos se manifiestan en acciones
coanálisis, ante ciertos enfermos que tienden a la evasión, puede
cuyos motivos no son conscientes: el enfermo reprime los moti-
favorecer una huida de las propias responsabilidades del sujeto 38.
vos, por ansiedad, con maniobras defensivas. La terapia consisti-
rá fundamentalmente en hacer conscientes esos motivos y some-
terlos al control de la persona. 5. Terapias conductistas
En la imposibilidad de descender a un análisis detallado de los
múltiples interrogantes suscitados por los diversos procedimien- Las terapias del comportamiento, que desde finales de la dé-
tos de psicoterapia, voy a contentarme con unas indicaciones cada de los 50 han conocido un gran auge en los países anglosajo-
generales 37. nes, con mucha lentitud van entrando en otros medios. Poco a
Se cuestiona a veces la eficacia de la psicoterapia. No parecen poco van ganando terreno a costa de la psicoterapia tradicional
existir pruebas empíricas científicas sobre la validez y eficacia de de corte psicoanalítico.
este tratamiento. Algunos subrayan que las peculiares caracterís- Según las diversas teorías dentro de este grupo, los trastornos
ticas de esta terapia hacen que sus resultados no puedan ser cons- psíquicos, los desajustes del comportamiento no son fruto de
tatados simplemente por la conducta observada, siendo así que la complejos, sino el resultado de un aprendizaje. Muchas veces es-
psicoterapia incluye muchos aspectos no visibles pero importan- tos desajustes se extinguen espontáneamente, pero en ocasiones,
tes. La terapia de este tipo se parece más a la amistad, a la educa- ante su resistencia a desaparecer, se hace necesario acudir a algu-
ción o a la relación sexual. na de las terapias que a través de otro aprendizaje elimine esas
Pero el interrogante más radical se refiere a los valores que reacciones que hacen sufrir a la persona. De esta forma se produ-
nos han de servir de criterios para evaluar unos resultados, lo cen respuestas condicionadas.
cual nos remite a concepciones globales sobre el hombre. Cuando Hay dos tipos de condicionamiento: el clásico (Pavlov) y el
las exigencias o deseos del cliente no responden al ideal que de- operante (Skinner). Pavlov hizo el siguiente experimento: si du-
fiende el terapeuta, ¿cómo abordar la terapia? Un ejemplo servirá rante unos ensayos suena una campana unos momentos antes de
para aclararlo: si una mujer pide ver reducida su sensibilidad ante dar alimento a un perro, al fin el perro llega a insalivar con el
las infidelidades de su esposo, para no comprometer su matrimo- sonido de la campana, aunque al sonar la campana el alimento
nio, ¿qué hacer? ¿Acostumbrar al paciente a una situación que no aparezca. El condicionamiento operante tiende a crear una
cree no correcta, o dejarle en unas circunstancias desagradables, respuesta, pero mediante una acción positiva. Por ejemplo, se co-
que le harán sufrir mucho? loca a un animal en una caja donde puede moverse; en una de las
Otro aspecto es la proliferación de psicoterapeutas que mu- paredes se instala un dispositivo (manecilla, botón, etc.) que, ac-
chas veces no parecen ofrecer las necesarias garantías de compe- cionado, permitirá al animal obtener una cantidad de alimento.
tencia. Igualmente, se presenta la ambigüedad de la función del El animal hace exploraciones y ensaya diversas acciones hasta
psicoterapeuta, en su calidad de médico de un paciente, pero con que al fin acciona el dispositivo y logra al alimento. En el condi-
su trasfondo social y político, en cuanto que puede favorecer acti- cionamiento operante el sujeto colabora activamente, mientras
tudes de rebeldía o de acomodación al sistema y a los valores que en el clásico se mantiene pasivo.
sociales. Las observaciones hechas por B. Haring a propósito del
psicoanálisis pueden ser válidas, al menos en parte, para otras 3
" B. HARING. Moral y medicina. Perpetuo Socorro, Madrid 1972, 171-173; de
técnicas. El psicoanálisis con frecuencia afirma su independencia entre la inmensa producción sobre psicoanálisis y religión, psicoanálisis y moral,
de todo sistema de valores, aunque esta misma postura es ya una _ sólo indico unos pocos títulos. M. F. MANZANEDO, Psicoanálisis, religión y moral,
en "Studium", 19 (1979), 375-389; H. VALKS, Psicoanálisis y moralidad, Herder,
37 Barcelona 1967; E. DE AÑÉCAR, Reflexiones sobre el psicoanálisis, en "RevEspir",
J. T. DULIN. Psychotherapy and the Problem of Valúes, en "LinQuart", 41
24 (1965), 75-86; L. H. BASTEMEIER, Psychanalyse et religión, en "Supplément",
(1974), 174-180; P. BOWDEN. Liberty and Psychiatry, en "BritMedJour", n. 11 oc-
n. 80 (1967), 176-184; M. BELLET, Foi et psychanalyse, Desclée, Paris 1973;
tubre (1975), 94-96; H. BLATTE. Evaluating Psychotherapies, en "HastCentRep", 3
J. DOMINIAN. Psychanalyse et vie spirituelle, en "Supplément", 22 (1969), 29-44;
(1973), n. 4, 4-6; TH. L. DOYI.E. Ethics and the Spiritual Dimensions in Psychothe-
J. DURANDEAUX, / cristiani al vaglio deIla psicanalisi, Cittadella, Asís 1976;
rapy. en "LinQuart", 41 (1974), 181-186; P. LONDON, The Future of Psychothe-
A. M. TORNOS. Psicoanálisis y trabajo sacerdotal, en "RyF", 66 (1966), 353-362;
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P. VALORI, Psicanalisi e morale, en "CivCatt", 120 (1969, I), 564-573.
252 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR I.A VIDA Y I I . AMOR

Dentro del condicionamiento clásico, las tres técnicas más fre- I HMX IA Y ACCIÓN SOBRE EL PSIQUISMO 253
cuentes son: la desensibilización, la inundación y el modelling. La nene en cuenta su visión del mundo y de sí mismo. La relación
desensibilización consiste en asociar al estímulo que produce una • ni re el paciente y el terapeuta se mecaniza, se despersonaliza. No
reacción otras respuestas que vayan eliminando o reduciendo la e atacan las causas de un trastorno, sino los síntomas. El presu-
reacción considerada anómala; por ejemplo, si una persona tiene puesto de que todo desajuste de conducta se deba a un falso
una respuesta de miedo ante un objeto, como un gato, se procura .aprendizaje, entendido en términos tan absolutos, es cuestionado,
asociar a ese mismo objeto otras respuestas, v. gr., de alegría, pues muchos fenómenos anómalos parecen deberse a mecanismos
relajación, tranquilidad. biológicos o a la personalidad del sujeto.
La inundación (o jlooding o terapia implosiva) tiende a que el Se acusa a estas terapias de constituir un atentado a la liber-
sujeto viva con la mayor intensidad posible la situación anómala; i.ul del ser humano, por tratar de modificar la enfermedad con
por ejemplo, si una persona necesita lavarse las manos continua- medios mecánicos, lo cual revela un concepto determinista del
mente a cualquier objeto que toca, se le hace tocar objetos sucios hombre. Sin embargo, un examen más profundo de la realidad
hasta lograr evitar la obsesión. i evela que a veces este tipo de control trata de eliminar compor-
En el modelling el paciente va detrás del terapeuta, el cual le i.nnientos que generan coacciones para la persona. Por tanto, esta
sirve de ejemplo y estímulo en la realización de ciertas acciones: sí .uiisación, al menos afirmada con carácter general, no siempre
el sujeto no se atreve a tocar a un perro, se le hace ver con el ••cría válida.
ejemplo cómo el tocarlo no produce los efectos temidos. Este mé- La complicidad con el conformismo social en terapias dirigi-
todo parece particularmente indicado tratándose de niños. das contra comportamientos asocíales en casos de homosexuali-
También se utiliza la terapia de aversión, la más criticada por dad, alcoholismo, etc., es otra de las críticas que se le dirigen.
los adversarios. Su utilización se centra más en conductas des- Las terapias de conducta no pueden sustraerse a una serie de
aprobadas socialmente, como el alcoholismo o la homosexua- interrogantes: ¿Quién ejerce el control de conducta? ¿Sobre
lidad. quién? ¿Con qué derecho? ¿A la búsqueda de qué intereses? ¿Qué
A los estímulos que provocan las reacciones consideradas aso- otras alternativas están accesibles? ¿Qué tipo de hombre que-
cíales se vinculan respuestas desagradables para el sujeto, con el remos?40
fin de crear una aversión al anterior comportamiento: un ejemplo Estas terapias dan una solución al conflicto frecuentemente
lo tenemos en el film "La naranja mecánica". suscitado entre el derecho a una vida soportable, que no esté bajo
A pesar de que algunos defensores de estas terapias las consi- la amenaza de un continuo sufrimiento, y el derecho a la digni-
deran aplicables a cualquier comportamiento y a todos los sínto- dad y libertad del ser humano.
mas, un juicio más objetivo debe distinguir. Los resultados son
muy decepcionantes tratándose de psicosis; aparecen positivos o
muy positivos en algunos síntomas como fobias, tics, inhibiciones
sexuales y sociales, pero menos favorables en el tratamiento de
obsesiones e histerias.
Las críticas contra las terapias conductistas, especialmente
contra el condicionamiento operante, son bastantes, tanto desde
el punto de vista científico como desde la ética. "No sólo es dis-
cutible en su eficacia, sino peligroso y hasta inaceptable en sus
principios y en la filosofía que lo anima" 39. Otros no comparten
este juicio tan negativo.
Según los críticos, en esta terapia se da un desinterés, un des-
conocimiento del sujeto como tal: no interesan las experiencias
vitales de la persona, sino su comportamiento observable; no se

" H. BISSONNIER, Critique de l'approche comportementale opéralionnelle, en


"MedHom", n. 127 (1980), E. DALTON. Elhical Issues in Behavior Control:
A Preliminay Investigation, en "ManMed", 2 (1976-1977), 1-40; G. DWORKIN.
Autonomy and Behavior Control, en "HastCentRep", 6 (1976), n. 1, 23-28. 40
D. WIDLOCHER, Saigner ou rééduquer: les thérapies du comportement,
"MedHom", n. 127 (1980), 6-10.
PARTE SEGUNDA

MORAL DEL AMOR Y LA SEXUALIDAD


EDUARDO LÓPEZ AZPITARTE

Doctor en Teología. Licenciado en


Filosofía. Vice-Rector y Catedrático
de Teología moral en la Facultad de
Teología de Granada

CAPITULO I: Planteamientos para una reflexión


ética.
CAPITULO II Simbolismo de la sexualidad hu-
mana.
CAPITULO III: Visión bíblica de la sexualidad.
CAPITULO IV: Fundamentación de una ética sexual.
CAPITULO V: La masturbación.
CAPITULO VI: La homosexualidad.
CAPITULO VII: Las relaciones prematrimoniales.
CAPITULO VIII: La regulación de nacimientos.
CAPITULO IX: La indisolubilidad del matrimonio.
CAPITULO X: La virginidad como forma de vida
cristiana.
\

CAPÍTULO I

PLANTEAMIENTOS PARA UNA REFLEXIÓN ETICA

Un punto de partida:
la realización del proyecto ético

La conducta que el hombre acepta en su vida constituye como


una respuesta adecuada al proyecto que cada uno ha hecho de su
propia existencia. Se vive con un estilo característico o de U na
forma determinada, porque así se consigue la meta propuesta. El
camino que nos lleva hacia ese ideal exige un comportamiento
concreto. La ética no es nada más que un itinerario en nuestra
aventura humana para obtener lo que parece digno y deseable '.
Este mismo sentido, que buscamos darle al conjunto ¿e
nuestra existencia, hay que irlo descubriendo también en cada
una de nuestras actividades personales. Se trata de encontrar aho-
ra el significado y destino de la sexualidad, en coherencia co n e l
proyecto ético, que oriente nuestra conducta y ayude a la realiza-
ción del hombre como persona en esta dimensión específica de
nuestro ser. En función de este esquema más concreto y determi-
nado —cuál es la función del sexo como realidad humana—- po-
dremos deducir aquellos valores éticos fundamentales que huma-
nizan la conducta sexual. Cualquier comportamiento que no
respete estas exigencias básicas o impida su realización habrá que
catalogarlo como negativo y deshumanizante.
Ya insistimos anteriormente en la dificultad que encierra el
descubrimiento de los valores éticos, cuando se pretende aplj ca r
los principios más evidentes y universales a las múltiples situacio-
nes de la vida real. Saber lo que es mejor para el hombre no se
realiza sin un diálogo abierto y sincero con todas las ciencias y
bajo la influencia de una determinada óptica cultural, que expli-
can su carácter histórico y evolutivo2. Por eso, la historia de las
costumbres sexuales revela una variedad impresionante de éticas,

1
Cf. E. LÓPEZ AZPITARTE, Functamentación de la ética cristiana (cap. III) e n
Praxis cristiana, 1. Fundamentación, donde expusimos la urgencia y necesi-
dad de este proyecto ético.
2
Ib., especialmente el cap. V.
258 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR l.A VIDA Y I I . .' MOR l'l ANITAMII-NTOS 259
de acuerdo con el sentido otorgado a la sexualidad. Conductas Tabú, miedo y rigorismo
perfectamente coherentes —tal y como aparecen en los diferentes
códigos morales y sin tener en cuenta las transgresiones que siem- El sexo, en primer lugar, ha sido un terreno abonado para la
pre han existido— con el grado de conocimientos científicos y la génesis y el crecimiento de muchos tabúes 4 . Cuando una zona
cultura latente en cada época histórica o en las diversas áreas resulta arriesgada y peligrosa por su aspecto misterioso, se levan-
geográficas 3. ta de inmediato una barrera a su alrededor que impide el simple
acercamiento. Es como una frontera que conserva en su interior
algo cuyo contacto mancha, cuya violación, aunque involuntaria,
produce una sanción automática. Las costumbres más antiguas
Paradoja y ambivalencia de la sexualidad: de todos los pueblos testimonian este carácter de la sexualidad.
explicación de una doble actitud Determinados fenómenos biológicos y naturales exigen una serie
de ritos y purificaciones. La abstinencia sexual es obligatoria en
La concretización de estos valores, sin embargo, reviste una algunas épocas especiales, como durante el período de guerra o
dificultad especial. La sexualidad se ha vivido siempre, a lo largo de siembra. Ante el asombro que revela lo desconocido, se inten-
de la historia, en un clima de enigma y de misterio y como una ta evitar cualquier contagio y huir lo más posible de lo que se
realidad asombrosa y fascinante que ha provocado con mucha vivencia como un peligro inconcebible. Es una actitud de aleja-
frecuencia una doble actitud paradójica. Produce instintivamente miento respetuoso frente al miedo que brota de un misterio inex-
una dosis de miedo, recelo y sospecha, y despierta, al mismo plicable 5.
tiempo, la curiosidad, el deseo, la ilusión de un acercamiento. Es El rigorismo de la antigüedad en torno a estos temas fue im-
un hecho fácilmente constatable en la psicología de cada persona, presionante. La distinción clásica entre el logos (la razón) y el
donde aparece, si no se ha reprimido ningún elemento, esta ten- alogon (lo irracional) adquirió una importancia extraordinaria.
sión contradictoria. Se busca, se desea e incomprensiblemente se Para la filosofía estoica lo fundamental consistía en vivir de
teme y se rechaza. Si el hombre nunca puede acercarse a la reali- acuerdo con las exigencias de la razón humana, mientras que el
dad de una manera fría y aséptica, mucho menos podrá hacerlo placer y los deseos corporales se convierten en los enemigos bási-
cuando se enfrenta con el fenómeno sexual. Se trata de una esfera cos de ese ideal. La virtud aparece como una lucha constante
cargada de riqueza simbólica y emotiva y existe el peligro de eli- para evitar todo tipo de placeres. Su moral se centraba en un
minar alguna de estas dimensiones para estudiarlas sólo desde esfuerzo heroico y continuado para eliminar las pasiones y liberar
una perspectiva aislada. al hombre de sus fuerzas anárquicas e instintivas hasta conducirlo
a una apatía (falta de pasión) lo más completa y absoluta posible.
Es lo que ha sucedido con mucha frecuencia en la historia, La sentencia de Séneca: "La temperancia nunca busca el placer
cuando se ha intentado comprender su naturaleza insistiendo con por sí mismo", o la máxima atribuida a los pitagóricos: "No ha-
exclusividad en el aspecto negativo y misterioso o, por el contra- gas nada por mera delectación" son bien expresivas del clima
rio, subrayando únicamente su carácter atractivo y placentero. rigorista en los mismos ambientes paganos.
Desde la antigüedad esta doble postura se ha ido entretejiendo de
manera casi continua en todos los tiempos, y explica el desliza-
miento operado tanto hacia un rigorismo absoluto como hacia Una mentalidad de fondo:
una concepción egoísta y demasiado ingenua. Son dos visiones la desconfianza hacia lo corporal
extremistas y radicales, que impiden un análisis totalitario y obje- Lo más opuesto a la dignidad humana era el obnubilamiento
tivo, al caer en un puritanismo que fomenta la turbación, el silen- de la razón que se opera en el placer sexual. Esta lucidez intelec-
cio, la preocupación, o en un naturalismo biológico que se toma
la revancha con un exceso de morbosidad. 4
El tabú se opone a noa (lo que es vulgar y ordinario) y significa que deter-
minados objetos no pueden ser utilizados con normalidad, sin una serie de pre-
3
cauciones. Quedan elevados a un rango superior, sagrado, y encierran por ello
Pueden verse algunas anotaciones históricas en J. J. LÓPEZlBORy otros, una amenaza para el que los utilice indiscriminadamente.
El libro de la vida sexual. Danae, Barcelona 1968, 33-98. También en AA. VV.[ 5
Véanse los estudios de J. GOETZ. Le peché dans les primitifs. Tabou et
La sexualité, I, Marabouth, Verviers 1964, 164-209. AA. VV., Estudios sobre se- peché, en AA. VV., Théologie du peché. Desclée, Tournai 1960, 125-188, y Tabou
xualidad humana. Morata, Madrid 1967, 39-183. Una breve síntesis de la ética et morale. en "StMiss", 27 (1978), 1-34. P. FRANCO BEATRICE. Continenza e
sexual cristiana en M. VIDAL, Moral de actitudes. II, Perpetuo Socorro, Madrid matrimonio nel cristianesimo primitivo en R. CANTALAMESSA (dir.), Etica sessuale
1979", 308-345. e matrimonio nel cristianesimo delle origini. Vita e pensiero, Milano 1976, 3-67.
260 P R A X I S C R I S ' M A N A - O P C I O N POR I.A V I D A Y I I A M O R PLANTEAMIENTOS 261

tual se mantenía como norma suprema por otras corrientes de tendencias maniqueas y estoicas en el ambiente greco-romano
pensamiento. Por eso el acto matrimonial, donde el hombre re- tendrán su prolongación posterior en los cataros de la edad me-
nuncia precisamente a esta primacía de la razón, es algo indigno dia, en los alumbrados y místicos del renacimiento y en las exage-
y animalesco. El mismo nombre de pequeña epilepsia, como era raciones más recientes del jansenismo. Todos ellos no son sino
considerado por la ciencia médica de entonces, supone ya un brotes acentuados, entre otros varios, de una ideología oculta y
atentado contra la condición básica del ser humano 6 . El espíritu permanente en el espíritu humano que comparte, en este terreno,
tiene que avergonzarse de todo lo que diga relación con el la misma mentalidad de fondo: una desconfianza, lejanía y miedo
instinto. frente a todo lo relacionado con el cuerpo, el placer, la sexuali-
Las tendencias maniqueas añaden un nuevo aspecto pesimista dad, el matrimonio, aunque las razones que han conducido hasta,
en esta atmósfera cargada de sospechas y desconfianzas. El cuer- este desprecio hayan sido muy diferentes.
po y la materia han sido creados por el reino de las tinieblas y se
han convertido en la cárcel y tumba del alma, que de esa forma "Bajo el influjo de ideas platónicas, el cuerpo fue consi-
queda prisionera y sometida a las exigencias de la carne. De nue- derado a lo largo de muchos siglos como algo inferior al
vo el cuerpo aparecía como el lugar sombrío, como la fuente del alma. Por tanto, la mejor postura vital consistía en liberarse
mal, como la caverna del pecado. Su ética será también un inten- de lo corporal con sus necesidades y tendencias, y aspirar a
to por evitar el contacto con la materia, que mancha, culpabiliza la pureza espiritual de la vida del alma retirada del mundo;
y rebaja el espíritu a una condición brutal. su influjo se extendió a la moral del amor, a la educación, a
El esfuerzo, como una lógica consecuencia, estaba orientado la reflexión filosófica del hombre, a las ideas sobre el bien
hacia la liberación progresiva de esta prisión para el conocimien- y el mal, a los conceptos teológicos y otras muchas cosas
to limpio de la verdad y de la belleza eterna. La muerte aparece similares" 8.
en el horizonte —recuérdese el Fedón de Sócrates— como el mo-
mento cumbre de conseguir la libertad. Las rejas y mazmorras de En busca de la reconciliación: el nacimiento de nuevos mitos
los sentidos dejan paso al alma, liberada ya de sus bajas pasiones
y sin obstáculos para la contemplación 7. Pero, por otra parte, la sexualidad aparece como atractiva y
De ahí toda la corriente ascética y rigorista que se manifesta- tentadora, y siempre se ha encontrado el camino para lograr con
ba en las máximas y consejos de aquellos autores. El matrimonio ella una plena reconciliación, que supere el ambiente de misterio
era una opción prohibida para los verdaderos elegidos y si se y sospecha de la postura anterior. De una o de otra manera se ha
toleraba para aquellos que no pudieran contenerse, era con la buscado sacralizar su existencia para que el hombre la viva sin
condición de no procrear a fin de que no se multiplicaran las miedo, como una realidad benéfica o positiva. Es la función que
esclavitudes del alma en el cuerpo. Podría elaborarse un amplio han tenido los mitos de todos los tiempos. Si el tabú asusta y
florilegio de frases y sentencias, donde la hostilidad hacia la ma- aleja, el mito hace del sexo una realidad sagrada con la que es
teria, el alejamiento de la mujer, la malicia de la procreación, la necesario llegar a encontrarse y vivir en perfecta armonía.
pecaminosidad del acto sexual, el desprecio del matrimonio, el El mito relata siempre una historia sagrada que tuvo lugar en
odio a la carne constituirían una monótona repetición, mientras la aurora de los tiempos. Algo que los dioses realizaron como un
se defendía, por el contrario, las excelencias de la continencia y acontecimiento primordial. Es un mundo de arquetipos, cuyas
virginidad. imitaciones quedan reflejadas en la naturaleza y sociedad huma-
Esta corriente negativa seguirá teniendo otras múltiples tra- na. Así, la sexualidad encuentra también un modelo en el mundo
ducciones históricas. Los gnósticos de los primeros tiempos y las de los dioses, donde la fecundidad, el amor y el matrimonio son
funciones sagradas. La encarnación de estas realidades se mani-
6
El mismo santo Tomás habla en esa línea: "... el hombre se vuelve bestial fiesta no sólo en los fenómenos de la naturaleza, como la siem-
en la cópula, porque no puede moderar con la razón el placer del coito y la'
fuerza de la concupiscencia", S.Th. I, 98,2 ad 3. Sobre el estoicismo, cf. M. SPAN-
NEUT. Le stoTcisme des Peres de l'Eglise, Du Seuil, Paris 1957. AA. V.,Les Stoiciens, * F. P. FIORENZA-J. B. METZ, El hombre como unidad de cuerpo y alma,
Gallimard, Paris 1962. E. ELORDUY-J. PÉREZ ALONSO. El estoicismo, Gredos, en MS, II, II, 665, nota 3. Un resumen de las influencias que todas estas
Madrid 1972. J. ETIF.NNE, Sagesse el prudence selon le stoTcisme, en "RevThLouv", doctrinas tuvieron en el cristianismo en M. VIDAL, Sexualidad y cristianismo: del
1 (1970), 175-182. conflicto a la reconciliación, en "Concilium", n. 109 (1975), 374-386, y en el
7
Cf. H. C H . PUECH, Le manichéisme, Civilisation du Sud, Paris 1949. estudio interesante y documentado de C. TRESMONTANT, La méthaphysique du
F. DECRET, Main et la tradition manichéenne, Du Seuil, Paris 1974. christianisme et la naissance de la philosophie chrétienne, Du Seuil. Paris 1961.
262 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR I.A VIDA Y I I . AMOR
Pl ANTIAMIINTOS 263
bra, sino en los gestos humanos y acciones rituales que imitan los
comportamientos divinos. El hombre se asocia a lo sagrado con de relación sexual diversa del coito. Se hablará de una liber-
esta imitación y el hecho profano se consagra de esta manera. De tad sexual reducida, si la elección es l i m i t a d a " " .
ahí el sentido religioso que se descubre incluso en las orgías y en
la prostitución sagrada. Vincularse con estos ritos no es una pro- W. Reich, símbolo para muchos de esta nueva revolución, tra-
bajaba ya hace años, desde una perspectiva psicológica, por una
fanación religiosa, sino un pretendido encuentro con la misma
sociedad menos enfermiza y neurótica 12. A la regulación del ins-
divinidad v.
tinto p o r la moral oponía la "auto-regulación por la economía
Aunque con tonalidades bastante diferentes, el hedonismo ha sexual". La primera "es en sí patológica y crea el caos mismo que
hecho del placer el fin último de todas las acciones, como regla y ella pretende comprobar". La esencia de la segunda "consiste en
norma de la misma moralidad '". Desde los postulados clásicos de el rechazo de toda norma o regla absoluta" 13. Su pensamiento se
Epicuro hasta las soflamas más recientes de la llamada revolución basa en la estructura del carácter h u m a n o , como coraza que re-
sexual, se ha repetido la misma cantinela, aunque ahora con una prime y obstaculiza la pulsión sexual. El conflicto no se da desde
letra distinta. El reconocimiento del placer como un fenómeno dentro del psiquismo h u m a n o , como pretendía Freud, sino entre
que puede abrazarse sin ningún temor por su bondad innata; el el m u n d o exterior y la satisfacción de sus necesidades. El hombre
derecho a seguir las apetencias biológicas y naturales, a las que normal es el que no encuentra ningún obstáculo y puede dar sali-
no se puede renunciar sin caer en la represión; la exaltación del da tranquilamente a estas exigencias orgásticas, mientras que el
gozo sexual como fuente de bienestar y alegría; la denuncia y neurótico se siente reprimido por la familia y la sociedad. Lo
aniquilamiento de todo obstáculo que impida la búsqueda de único importante es liberarlo de su esclavitud y orientarlo hacia
cualquier satisfacción; la libertad en la utilización del propio una actividad sexual completa.
cuerpo sin ninguna cortapisa se proclama como un nuevo men- Al recorrer sus páginas comprueba u n o las consecuencias ra-
saje de salvación. dicales de semejante postura. N o hay que mantener la abstinencia
La ruptura con la mentalidad anterior es completa y en mu- de ningún tipo, pues además de ser "peligrosa y nociva a la sa-
chos alcanza ya un extremismo radicalizado. Las afirmaciones de lud", ella misma constituye " u n síntoma patológico" 14. Nadie
los que se consideran en cabeza de este movimiento progresista puede reprobar el adulterio, la poligamia o la infidelidad en el
son de una claridad impresionante: amor, ya que "ninguno pretendería reprochar a alguien el no
querer llevar durante años el mismo vestido o dejar de comer el
mismo plato de siempre" 15. Las mismas comunas han fracasado
"Un individuo y una colectividad tienen más libertad se- porque no se ha .conseguido todavía "la aptitud a cambiar de
xual, si dispone de más opciones posibles, entre un más relación durable sin dolor ni p e n a " 16. Y es que la tesis fundamen-
espeso número de actividades posibles. Llamaremos libre a tal sigue siendo para todos la búsqueda del placer en todas sus
aquella sociedad en la cual vengan aceptadas sin ninguna posibilidades, sin ninguna limitación prohibitiva. "El amor es un
limitación la masturbación, los juegos sexuales entre ado- féretro cuando sobre él se funda u n a familia" " .
lescentes, el coito prematrimonial, la homosexualidad, to-
En el fondo de esta concepción se encuentra también un claro
das las posturas del coito, así como todas las otras formas y perfecto dualismo. Si antes se despreciaba todo lo corpóreo y
sexual como indigno del hombre para fomentar un espiritualismo
9
M. ELIADE, LO sagrado y lo profano, Guadarrama, Madrid 1967, especial- descarnado, ahora se cae en u n a visión puramente biológica y
mente el capítulo II. L. CENCTLLO, Mito: semántica y realidad, Edica, Madrid materialista, con olvido de la dimensión espiritual, como si el ser
1970. P.-C. COURTHS, Le mythe et le sacre, en "RevThom", 72 (1972), 392-407.
Ver también algunas de las afirmaciones condenadas de los begardos, beguinas y 11
alumbrados en J. DE G UIBERT. Documenta ecclesiastica christianae perfectionis J. VAN USSEL, La repressione sessuale. Bompiani, Milano 1971, 10.
12
studium spectantia. Gregoriana, Romae 1931, 153 y ss., 236 y ss. y algunos de Sobre su historia compleja y accidentada, E. DÍEZ ARAUJO. Wilhem Reich,
estos fenómenos en ambientes religiosos en M. ALCALÁ, "Tercera vía" y antigüe- sexo y revolución, en "Verbo", 17 (1978), 551-595, y M. SIMÓN. Comprender la
dad cristiana, en "RyF", 194 (1976), 333-348. sexualidad hoy, Sal Terrae, Santander 1978, 73-98.
15
10
Una síntesis de las diferentes posturas en J. LECLERCQ, Las grandes líneas La révolution sexuelle, Plon, Paris 1968, 78 (vers. cast.: en Ruedo Ibérico
de la filosofía moral, Gredos, Madrid 19603, 82-116. J. ETIENNE. La philosophie París 1970).
14
du plaisir dans I'antiquité. en "RevThLouv", 2 (1971), 202-210. F. LAPLANTINE. Ib.. 172 y 175.
15
Les ideologies contemporaines du plaisir, en "LetVie", n. 114 (1973), 41-64. Ib.. 198.
16
G. GARCÍA GUAL-E. ACOSTA, Ética de Epicuro. La génesis de una moral utilita-
Ib., 333.
17
ria, Barral, Barcelona 1974. M. VILLEGAS. Placer en DETM. 1447-1454. N. M AiLLER. // prigionero del sesso, Bompiani, Milano 1971, 130.
264 P R A X I S C R I S I I A N A - O P t I O N POR I A V I D A Y I I . A M O R
PIANTliAMIKNTOS 265
l!<
humano fuese un simple mono desnudo . Rigoristas y libertinos denunciar el riesgo oculto en este proceso. Su punto de vista es
parten de una antropología común: la absoluta separación entre puramente psicológico y tal vez por ello su grito de alerta sea más
el psiquismo y la corporalidad, entre el espíritu y la materia, entre significativo:
lo racional y lo biológico. La única diferencia consiste en la valo-
ración que se otorga a cada uno de esos elementos. Lo que para "El que hayamos desenmascarado un intento de conver-
unos tiene la primacía, no cuenta apenas para los otros. La opción tir a la sexualidad en un demonio, no significa que ésta sea
entre angelismo y zoología aparece como la única alternativa. inofensiva... la contraposición popular entre amor y odio es
demasiado burda. La frase 'haz el amor y no la guerra'
significa muchas veces: haz el amor, que es una forma mu-
Un camino intermedio: cho más divertida de hacer la guerra. Al silenciar las posibi-
razones para una condena lidades que tiene lo sexual de deslizarse hacia lo agresivo, se
abren caminos a nuevos tabúes y nuevas ideologías.
Frente a esta doble actitud extremista la Iglesia ha querido La 'oleada sexual', en la medida en que suprima tabúes,
seguir un camino intermedio. Su magisterio ha ido condenando será apta para provocar la emancipación del hombre y el
de manera constante todas las herejías y exageraciones relativas empeño del psicoanalista habrá de ser que se realice con
al sexo, al cuerpo o al matrimonio. Las razones para esta conde- prudencia y con cuidado. Pero en la medida en que la olea-
na han sido muy variadas, pues existen argumentos de todo tipo. da sexual va a implantar nuevas dependencias y nuevos ta-
Pero resulta reconfortante y consolador encontrarse con uno, en búes, es preciso estar alerta" 20 .
concreto, que se utiliza con mucha frecuencia y constituye Un
rotundo mentís de cualquier pesimismo exagerado. Dios es el Contra esta falsa ilusión la Iglesia ha levantado su voz. Creo
autor de la sexualidad y del matrimonio y no podrá ser nunca que si tuviéramos que descubrir el significado más hondo de sus
perverso lo que ha brotado de sus manos y ofreció como un rega- enseñanzas, a pesar de todas sus limitaciones y lagunas, sería pre-
lo a los hombres en aquella primera aurora de la creación. La cisamente éste: un grito constante de alerta para no tropezar en el
idea aparece ya en los primeros Padres y se repite de nuevo siem- lado opuesto de las tendencias pesimistas y acercarse al sexo con
pre que sobre estos temas volvía a recaer una acusación extremis- una excesiva y engañosa naturalidad. En este sentido, su magiste-
ta y radicalizada l9. A un nivel ideológico, la actitud eclesial, fren- rio ha querido ser un servicio y una ayuda a los hombres para
te a todas las corrientes negativas y rigoristas, ha sido clara y tenerlos en guardia contra cualquiera de ambos extremismos.
explícita.
Y todavía con más fuerza, si cabe, se ha mantenido también
firme ante cualquier clase de hedonismo, que redujera al hombre El peso de la historia en la enseñanza de la Iglesia
a simple biología. No ha querido tampoco caer en la ingenuidad
de que lo referente al sexo está libre de peligros, como si se trata- Con esto, sin embargo, no hemos dicho todo. El equilibrio
ra de algo que, además de bueno, se conservara siempre en un pretendido no se ha conservado siempre en el centro, si tenemos
clima de inocencia. La experiencia demuestra, con objetividad y en cuenta las consecuencias prácticas que muchas veces se han
desde todos los ángulos, que es un área donde puede brotar la derivado de su doctrina. Hoy está de moda echar en cara a la
anarquía, el caos y el libertinaje. El gran error de muchos ideólo- Iglesia su obscurantismo y hacerla responsable de todos los con-
gos de la revolución sexual consiste en creer que, cuando se des- flictos, neurosis y represiones en este terreno. Sería absurdo negar
truyan las barreras de una opresión, el instinto aparecerá como su influencia negativa, como veremos de inmediato, pero no con-
una fuerza dócil y perfectamente canalizada. Y es que resulta de- vendría olvidar tampoco que la explicación última se halla en
masiado ingenuo pensar que la simple ruptura con ciertos tabúes otros factores ajenos a ella. "El cristianismo tiene menos culpa en
o la negación de cualquier normativa vaya a posibilitar por sí la actitud antisexual típicamente occidental que la que muchos
misma una mayor emancipación del hombre. Meyer ha escrito (incluso autores cristianos) le han atribuido" 21 . El peso y el lastre
unas páginas breves, pero de una densidad extraordinaria, para que conserva su historia tiene causas mucho más complejas, aun-
18 20
D. MORRIS. El mono desnudo. Plaza-lanés, Barcelona 1969. A. MEYER. Consecuencias de la "destabuización" sexual, en "SelecTeol", 11
" Cf. J. DE GUIBF.RT. o. c. (n. 9), donde ofrece abundantes testimonios de las (1972), 359.
condenas efectuadas por la Iglesia en diferentes épocas. 21
J. VAN USSEL, O. C. (n. 11), 7.
266 PRAXISCRISTIANA-OPCION POR LA VIDA Y EL AMOR PLANTEAMIENTOS 267
2
que su instrucción religiosa y su moral hayan marcado decisiva- le para responder y no para pedir el débito conyugal" \ Las
mente la actitud de muchos cristianos. prácticas cristianas, que aconsejaban una abstinencia sexual los
El rigorismo de las ideologías paganas en torno al placer se- días de comunión o en determinadas épocas litúrgicas y festivida-
xual era bien significativo, como dijimos. Y hubiera resultado in- des, se consideraban como el ideal más perfecto del matrimonio y
comprensible, y hasta escandaloso, que el cristianismo predicara lian permanecido hasta tiempos recientes26.
una moral más laxa y amplia que la de los filósofos paganos. Las
citas y ejemplos de los autores clásicos se utilizan con frecuencia
cuando se abordan los temas sexuales. De esta manera, el paga- Consecuencias negativas:
nismo se convierte en una fuente de autoridad para fundamentar dificultades para la educación
las exigencias cristianas. Lo mismo que, en épocas posteriores,
autores y corrientes determinadas más rigoristas influirían tam- Es verdad que todas estas posturas pudieron tener su explica-
bién en la traducción cristiana de estos problemas. El intento por ción histórica y que fueron ya superadas en la ética cristiana,
evitar los peligros del sexo le ha hecho fomentar, en la práctica, pero una cierta mentalidad de fondo permanece todavía latente.
una aptitud de sospecha a veces demasiado excesiva. La historia Son muchos los prejuicios que dificultan un acercamiento limpio
ofrece abundantes testimonios de esta orientación 22 . y espontáneo al fenómeno de la sexualidad. Nos ha faltado una
actitud de mayor transparencia, prudente sí, pero también sin te-
A pesar de que el matrimonio se ha considerado siempre
mores tan acentuados. Porque las consecuencias que de ahí se
como un sacramento de gracia, no ha constituido nunca un ver-
han derivado, y que sufrimos todavía en parte, tenemos que con-
dadero camino de santidad. El seguimiento verdadero de Cristo
siderarlas como negativas. No dudamos de que el fin pretendido
sólo era posible en la opción virginal, que se consideraba como
resultaba aceptable: evitar, en lo posible, los engaños escondidos
un estado superior y más perfecto23. La vida conyugal quedaba
en la fuerza sexual. Y lo mejor sería levantar una buena muralla
relegada a los que por una u otra causa no podían aspirar a una
que ocultase, cuanto pudiera, las llamadas e insinuaciones prove-
perfección tan sublime. La división clásica de la moral sexual,
nientes de esa región. El miedo se convertía, entonces, en una
mantenida hasta nuestros días, resultaba ya expresiva al contra-
frontera que impedía el paso por un terreno peligroso, aunque
poner la castidad perfecta de los solteros con la castidad imperfec-
con frecuencia quedara disfrazado bajo la máscara de una ética
ta propia de las personas casadas 24 , como si la cima de esta vir-
rigorista. Lo importante era mantener el sexo alejado. El silencio
tud estuviera reservada exclusivamente para aquéllos.
y la ignorancia constituían a su vez una buena ayuda para seme-
Durante mucho tiempo la entrega sexual exigía un motivo jante finalidad.
justificante, pues la simple expresión de amor no parecía suficien-
te para evitar todo pecado. La procreación y dar el débito son las En un clima como éste de nerviosismo y suspicacia, lógica-
únicas razones para permitir el "uso del matrimonio" —término mente la educación sexual tendía a evitarse. Era necesario acudir
tradicional suficientemente significativo—. Todas las demás ex- a mentiras piadosas y fábulas para no saciar la curiosidad normal
presiones que no estén orientadas hacia esa meta, no serán actos sobre estos temas, y el conocimiento se efectuaba a escondidas,
propiamente matrimoniales, sino dignos más bien de la prostitu-
25
ción. Las mismas caricias entre los cónyuges, sin esa finalidad, C H . BILLUART. Summa Sancli Thomae hodiernis accademicarum moribus
han de considerarse pecados mortales. De ahí que uno de los accommodata. Vives, Paris 1886, vol. 2,2 ad obi. 5. Como en caso de no casarse
podrían cometer otros mayores, conviene disimular y no hacer hincapié en los
autores más eminentes y famosos del siglo xvm explica, por citar posibles pecados de su matrimonio. Este autor murió a mitad del siglo xvin. Cf.
un ejemplo revelador, que la autorización dada por la Iglesia K. LÓPKZ AZPITARTE, Sexualidad y matrimonio, hoy. Sal Terrae, Santander 19803,
para contraer matrimonio a los viejos y estériles sólo es lícita con 195-221, donde podrá verse una visión histórica de la ética matrimonial. Además
"la intención de vivir castamente o usar el matrimonio únicamen- de la bibliografía ahí citada, L. VEREECKE, L'éthique sexuelle des moralistes post-
tridentins, en "StMor", 13 (1975), 175-195.
26
J. V. Pote. Vita coniugale e communione quotidiana dei laici, en "Latera-
22
Una breve síntesis en A. M LOTEK, // rigorismo morale delta Mesa primitiva num", 42 (1976), 203-238. F. LF.IST, Amour, sexe et mariage, Paulines, Québec
occidentale. en "RivTeolMor", 11 (1979), 419-433. 1970, 65-89, con variados testimonios. "Ahora bien, si hay un punto que no
23
Ver lo que diremos más adelante en el capítulo X. Santo Tomás coloca al ofrezca ninguna duda en la doctrina cristiana es que la continencia definitiva,
matrimonio en el último rango de los sacramentos, "pues posee lo mínimo de completa, en el matrimonio debe ser considerada como el ideal objetivamente más
espiritualidad" (IV Sent. d.2, q.I, a.3 ad 1). perfecto, que todo pastor de almas puede y debe presentar como tal y hacia el
24
Así aparecía en todos los manuales de moral, incluso en algunos posterio- cual debe exhortar a los fieles" (F. DANTEC, Voyez comme ils s'aiment, Quimper
res al Vaticano II, como A. VAN KOL, Theologia Moralis, Herder, Barcinone 1963, 192. Ver también 125-127; 191-198 y 253-258. Los subrayados son del
1968, I, 376. autor).
268 l'RAXISCRISTIANA-Ol'CION POR 1 A VIDA Y l-l. AMOR TI ANT1AM1HNTOS 269
en una atmósfera clandestina y chabacana, como si la sexualidad larvado, pues cuando se oculta lo sexual con énfasis, nace un
fuese un coto cerrado, adonde había que entrar por la fuerza y de instinto de curiosidad mayor, que nunca llega a saciarse por vivir-
manera subrepticia. se en esa atmósfera semioculta. Como los psicólogos dicen, el
O la educación ofrecida resultaba más bien contraproducente desnudo natural no es pornográfico, a no ser que el sujeto esté ya
por una sencilla razón. La primera norma pedagógica exige que "pervertido", porque no hay nada que descubrir. El deseo carac-
el educador esté convencido y entusiasmado de aquello que ense- terístico de lo erótico necesita un estímulo para levantarse, y que-
ña. No basta manifestar este aprecio con la palabra. Los conteni- da movilizado cuando se conserva una oscilación permanente en-
dos más auténticos y eficaces son aquellos que transmitimos sin tre lo real y lo imaginario. En el momento en que lo imaginado
querer, de forma insconsciente, los que descubren nuestra verda- desaparece, tal deseo resulta satisfecho y se apagaría con poste-
dera actitud interior, encerrada muchas veces bajo nuestras ideas rioridad. Por eso en los mecanismos eróticos de todo tipo hay
y mensajes externos y racionalizados. Aunque se "piense" de una que mantener siempre un juego constante entre lo visto y lo no
manera se puede "vivir" por dentro de otra y esta vida es la que visto, entre lo oculto y lo manifestado, como una promesa ofreci-
verdaderamente comunicamos a través de un lenguaje mucho da, pero que nunca llega a realizarse. Se busca descubrir algo,
más significativo: el de nuestras reacciones afectivas. El rubor, el pero creando la conciencia de que otras cosas quedan sote-
miedo, las medias palabras, el cambio de conversación, el nervio- lerradas 3().
sismo, la falta de naturalidad, el pudor obsesivo... como la espon-
taneidad artificial, el prurito de información, la morbosidad y
chabacanería... impiden que todo lo bueno que se afirme consiga
/•.'/ riesgo de un esplritualismo exagerado
su objetivo. No creo exagerado afirmar, por ello, que en nuestros
ambientes cristianos la vivencia profunda del sexo era demasiado
Si aplicamos estos datos a la pedagogía practicada en muchos
problemática 27 para poder transmitir una estima y aprecio equili-
ambientes, comprenderemos cómo hemos fomentado, sin querer
brado de su valor personal. Cada uno recordará múltiples anéc-
y con buena voluntad, situaciones malsanas desde un punto de
dotas de su historia anterior y de la que hemos vivido hasta épo-
vista psicológico, en las que el deseo se rechaza por las presiones
cas recientes28. Pero lo importante no son los hechos en sí,
de una rígida educación, pero, al mismo tiempo, es alimentado en
curiosos y superficiales en muchas ocasiones, sirio el simbolismo
su dinámica interna precisamente por esas barreras psíquicas de
que todos ellos revelan: hemos temido demasiado al sexo.
las medias palabras y del misterio, que lo impulsa al descubri-
Y lo curioso es que se ha conseguido lo contrario de lo que se miento de lo imaginado.
pretendía. En lugar de olvidarlo se ha convertido en el centro del A veces se ha conseguido una reacción contraria, pero todavía
interés y la preocupación cristiana. Mientras que nos mantenía- más absurda y desastrosa: la de poner entre paréntesis la sexuali-
mos insensibilizados a otros problemas éticos más urgentes e im- dad, marginarla Je la vida, como si se tratase de un dato del que
portantes, el esfuerzo religioso recaía de ordinario sobre este es posible prescindir. El ideal cristiano se ponía en la búsqueda de
tema, que se vivía con una dosis mayor de ansiedad e inquie- un cierto angelismo que eliminara todo lo relativo al mundo del
tud 29. Podría decirse incluso que se fomentaba un cierto erotismo sexo, incluidas las más mínimas reacciones o mecanismos instinti-
vos. La castidad ha sido siempre designada como la virtud angéli-
27
Recomiendo, por sus interesantes observaciones, la lectura de J. M. Po- ca por excelencia. No dudamos de que esta denominación pueda
HIER. El cristiano ante el placer, en "Concilium", n. 100 (1974), 497-506, y Les entenderse de manera aceptable: la anarquía instintiva de la libi-
chrétiens devant les problémes poses par la sexualilé... aux chrétiens, en "Supplé- do debe evolucionar hacia un estado de integración y de armonía,
ment", 27 (1974), 490-511. También J. E. KERNS, La teología del matrimonio.
Euramérica, Madrid 1968. La influencia de estos factores inconscientes en que busque imitar desde lejos la situación radicalmente distinta
R. AFFEMANN. La sexualidad en la vida de los jóvenes. Sal Terrae, Santander de los seres espirituales. Pero la expresión no deja de ser ambi-
1979, 271-287.
28
gua, porque, de hecho y en la práctica, muchos la han traducido
F. BLÁZQUEZ, Cuarenta años sin sexo. Sedmay, Madricl 1977, donde recoge como un intento por suprimir la sexualidad en cualquiera de sus
abundantes anécdotas y hechos que testimonian esta realidad.
29
Cf. F. LEIST, Sesso e religione, A. Mondadori, Verona 1974. La 2." parte
manifestaciones. "Pretender vivir como un ángel cuando se
está dedicada a testimonios personales. Lamentando la publicación por su me-
todología y admitiendo un enfoque demasiado unilateral, es significativo el 30
AA. VV., L'érotisme, Ed. Universitaires, Paris 1971, especialmente los ar-
libro de N. VALENTINI-C. DI MEGLIO,// sesso in confessionale, Marsilio Editori, tículos de Y. PELLÉ-DOUEL. Notes sur l'érotisme, 7-12, y B. MULDWORF, Les pa-
Padova 1973. Sobre esta publicación, ver L. Rossi,// sesso in confessionale, en radoxes de l'érotisme, 55-71. También P. AULAGNIER-SPAIRANI. Aspectos teóricos
"RivTeolMor", 5 (1973), 549-560. de las perversiones, en Estudios sobre sexualidad, o. c. (n. 3), 241-254.
270 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
PLANTEAMIENTOS 271
tiene un cuerpo, aboca muy pronto a cierto desequilibrio gran- El fin de la clandestinidad:
de de la persona, si no es también a algún exceso de inmo- urgencia de un nuevo planteamiento
ralidad" 31 .
Un ideal de pureza que no tuviese presente esta dimensión, Frente a estas sombras más o menos acentuadas del pasado,
caería en un irrealismo catastrófico, pues el ser sexuado es una que nadie se atreverá a negar, encontramos hoy una actitud dife-
exigencia fundamental de la persona e implica un mundo de fuer- rente que busca sustituir el miedo y el temor por la verdad del
zas, pulsiones, deseos, tendencias y afectos que se habrán cierta- sexo 35 . Esto supone la superación de antiguas barreras, pues si
mente de integrar, a través de un proceso evolutivo, pero del que hay algo característico en el hombre moderno es su ilusión por
nunca se puede prescindir. La castidad no es sinónimo de conti- escapar del misterio, de un destino inexplicable y simplemente
nencia. Esta puede darse también en sujetos inmaduros, sin pro- impuesto sin mayor convencimiento o aclaración.
blemas aparentes en este campo, pero cuya tranquilidad es perifé- No cabe duda de que el estudio científico de la sexualidad ha
rica por haberse obtenido con una fuerte represión 32. Las con- disipado muchas de estas ignorancias y purificado en muchos as-
secuencias no tardan en manifestarse por otros caminos, que pectos la atmósfera que se respiraba. El psicoanálisis, en concre-
aparentan no estar en relación con el sexo, pues lo reprimido to, ha servido para destrozar muchos idealismos ingenuos y para
conserva una tensión constante por salir, aunque necesita de un encuentro con la realidad al desnudo, sin máscaras, que ocul-
otras máscaras y disfraces para no ser reconocido por la concien- tan a veces comportamientos menos limpios. Penetrar en las re-
cia. La psicología ha sabido denunciar el auténtico significado de giones del insconsciente ha sido una conquista de primer orden
algunos comportamientos pseudo-éticos cuya motivación perma- para intentar descubrir la dimensión sexual no armonizada, in-
nece desconocida al individuo 33 . madura, que se da en conductas a primera vista alejadas de este
Semejante riesgo aumenta en este terreno concreto. Como problema.
constatar la realidad instintiva del sexo, con todo lo que ella su- Todas las demás ciencias han aportado también datos de inte-
pone, rompería nuestra imagen ideal y narcisista, lo mejor es evi- rés extraordinario para comprender mejor la naturaleza del sexo
tar esos desengaños mediante la represión de los deseos, tenden- y ayudarnos a deducir su riqueza de contenido y expresividad. El
cias, impulsos, curiosidades naturales. El hombre así se cree mundo de los primitivos, el comportamiento de los animales, los
casto, pues no experimenta ninguna "tentación", pero sólo habrá datos sociológicos, los conocimientos actuales de la medicina, los
conseguido, durante el tiempo que pueda mantenerla, una pura mecanismos de la biología, las enseñanzas de la historia, las dife-
continencia biológica. Su psiquismo quedará herido y antes o rentes ideologías filosóficas constituyen diversas aportaciones,
después surgirán otros síntomas de su conflictividad interior 34 . entre otras, que iluminan y enriquecen nuestra visión actual. El
La castidad no trata de eliminar la pasión ni el impulso, sino que que se quiera engañar o permanecer ignorante no será ya por
busca el vivirlo de una manera adulta, madura e integrada. Es la falta de medios y posibilidades. Podríamos decir que hemos llega-
virtud que humaniza el mismo deseo para canalizarlo armónica- do definitivamente al fin de una clandestinidad 36 , en la que el
mente. Y mientras no partamos de la realidad que todos lleva- sexo estaba prisionero y oculto, como si fuera un peligroso delin-
mos, como seres sexuados, no existe ninguna posibilidad de pro- cuente, y sólo así pudiera evitarse la amenaza de su liberación.
greso y maduración.
Este acercamiento progresivo a la verdad no será nunca un
obstáculo ni un reto a la ética cristiana, sino una ayuda necesaria
31
V. COSTA, Psicopedagogía pastoral de la castidad, Marfil, Alcoy 1968, 69. a su mejoramiento y perfección. No tener en cuenta semejantes
32
La represión no es un fenómeno consciente por el que se renuncia a un avances y las correcciones consecuentes que de ellos se derivan es
determinado impulso, sino un mecanismo inconsciente que imposibilita el cono- un atentado contra la credibilidad y permanencia de la misma
cimiento de la propia realidad, pues elimina de tal manera lo que le resulta mo- moral. Las exigencias sexuales que no tengan una suficiente fun-
lesto e inaceptable, que hace desaparecer cualquier síntoma que haga sospechar
su existencia. Recomiendo la lectura de L. CENCILLO, Libido, terapia y ética, damentación racional no provocan ningún eco en amplios secto-
Verbo Divino, Estella 1974. res del mundo moderno, al considerarlas sin el crédito y la garan-
33
Véase lo que ya dijimos en Praxis cristiana, 1. Fundamentación, parte ter- tía indispensable para un compromiso posterior. La necesidad de
cera, capítulo II.
34
Como ejemplo, J. LEMAIRB-E. LEMAIRE ARNAUD, La imagen católica de la 35
A. HESNARD, Apunte sobre el desconocimiento que, en general, hay sobre lo
sexualidad a través de los conflictos conyugales, en "Concilium", n. 100 (1974),
sexual en AA. VV., La sexualidad, Fontanella, Barcelona 1969, 259-261.
463-474. 36
P. BALVET.ñ'n de una clandestinidad en AA. VV., o. c. (n. 35), 261-267.
272 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR PLANTEAM1ENTOS 273

un planteamiento renovado por este camino es una de las tareas La solución autoritaria
más urgentes de la ética sexual 37 .
Hay que reconocer, de cualquier manera, que la enseñanza Ante una situación como ésta, en la que todos estamos sumer-
oficial de la Iglesia se encuentra en un momento de crisis profun- gidos, caben diferentes posturas. Para unos la explicación es de-
da. No es sólo que hoy se quebrante sus normas vigentes, como masiado obvia: hemos llegado hasta aquí como consecuencia de
ha sucedido siempre en la historia y en todos los campos de la un relajamiento progresivo, producto de la excesiva tolerancia,
praxis, sino que existe un rechazo positivo y un disentimiento del confusionismo ideológico, del simple dejar hacer, del miedo
claramente manifestado 38 . por ir contra corriente. La solución habría que buscarla por el
La vida sigue unos cauces bastante diversos a los señalados extremo contrario: una vuelta a las normas claras y taxativas, que
por la moral, hasta el punto de que muchos se preguntan si no se regulan la conducta del hombre. Dejarse de concesiones en la
ha perdido ya la batalla en este terreno. El fenómeno de la sexua- interpretación de los principios, para no terminar en una práctica
lidad es un hecho patente que ha desbordado, en casi todas las cada vez más liberal y relajada. La desconfianza, motivada por
sociedades, los límites éticos, culturales o sociológicos manteni- teorías llamadas modernas y que han minado la seguridad de lo
dos hasta el momento como pautas orientadoras. Es más, cual- antiguo, ha llevado a este libertinaje. El fracaso ha sido demasia-
quier normativa produce de inmediato una reacción contraria, do evidente para continuar por el mismo camino. Hay que levan-
pues el derecho a una plena libertad, respetando exclusivamente tar la voz con fuerza y denunciar con valentía esta deshumaniza-
el querer del otro, no admite ninguna limitación. La liberación ción actual. La culpa de tales excesos recae, en parte, sobre
sexual forma parte y se convierte casi en símbolo de la conquista aquellos responsables que no han sabido, o no han querido, con
que el hombre ha de conseguir en todos los campos de su activi- su autoridad tomar unas medidas más eficaces.
dad. La "contestación", manifestada en esta zona del sexo, ad- El problema es demasiado complejo para tratarlo aquí con
quiere así un significado mucho más amplio y extensivo: la ruptu- mayor amplitud, pero desde luego no parece ésta la solución más
ra de otros valores que se han considerado demasiado alienantes. adecuada ni suficiente. Hoy no basta ya la repetición de unas
El sentido de las comunas, por citar un caso concreto, no es la normas, por muy verdaderas que sean, si no se indican, al mismo
mera promiscuidad —en la que algunas se han quedado—, sino tiempo, los valores que en ellas se encierran. La imposición auto-
un intento de producir un cambio más radical en otros niveles39. ritaria de unas normas éticas sólo sirve para mantener una sumi-
sión infantilizada en aquellos que no aspiran a vivir de una mane-
37
F. BOCKLE, Iglesia y sexualidad. Posibilidades de una moral sexual dinámica, ra adulta. La gente tiene derecho a saber el porqué de lo
en "Concilium", n. 100 (1974), 507-523. Un intento de renovación ha sido efec- mandado como imperativo moral y esa pregunta no es siempre
tuado por AA. VV., La sexualidad humana. Nuevas perspetivas del pensamiento fruto de rebeldía o falta de docilidad, aunque a veces se proponga
católico. Cristiandad, Madrid 1978. Cf. F. J. EUZAM, La sexualidad humana. Bo-
letín bibliográfico, en "Moralia", 2 (1980), 71-83, donde recoge y comenta dife- en ese clima, sino una manifestación de la madurez humana y
rentes juicios sobre la obra. evangélica. El esfuerzo por encontrar la respuesta adecuada es la
38
D. MONGILLO, Esperienza e norma. La proposta morale contemporánea, tarea de una ética actual y no la mera repetición de lo que siem-
en "RivTeolMor", 6 (1974), 491-501. K. KRIECH, Crisis actual de la moral sexual pre se ha dicho. Si esa respuesta no existe, o no sabemos darla, de
en la comunidad católica, en "Concilium", n. 100 (1974), 418-431. X. THÉVENOT,
Les chrétíens et les deviances sexuelles, en "Supplément", 32 (1979), 424-444, don-
poco sirve lo que vayamos a decir. Esta es la razón de que una
de se analizan algunas encuestas realizadas en medios católicos. Otras manifesta- moral como la presente en nuestros manuales de teología, no pue-
ciones de los cambios operados en W. SKRZYDLEWSKI, Etica e sesso, en "Angeli- de ya elaborarse. Y el problema no está tanto en la permanencia
cum", 55 (1978), 341-365. T. GOFFI, Etica coniugale ufficiale e la odierna acultura- o no de sus principios cuanto en el estilo en que se habían fragua-
zione pastorale e teológica, en "RivTeolMor", 11 (1979), 489-497. Datos sociológicos do. A nadie se le puede obligar a la aceptación de una ley sin
en M. SCHOFIELD, El comportamiento sexual de los jóvenes, Fontanella, Barcelona
1972. M. HUNT, La conducta sexual hoy, Edhasa, Barcelona, 1978. Sobre el am- convencimiento interno. De nada sirve hacer materialmente cas-
biente español, G. RODRÍGUEZ DE ECHEVARRÍA, El adolescente español, Inst.Est. tos si con anterioridad no hemos formado hombres convencidos.
Pol., Madrid 1974, sobre todo 181-228. A. DE MIGUEL, Mujer, sexo y natalidad Si la honradez conduce en algunas ocasiones a matizar o a dar
en España, Edicusa, Madrid 1975. / / / Encuesta nacional a la juventud 1975, por superados antiguos presupuestos, este amor a la verdad no
en "RevInstJuv", n. 64 (1976), 190-201. M. SANZ AGÜERO, La sexualidad españo-
la. Una aproximación sociológica, Paulinas, Madrid 1975. M. GUTIÉRREZ CALVO,
Sexualidad de los universitarios, Autor, Salamanca 1978. NELLO-P. M ÉRIE, Théorie et pratique de la vie en communaulé, Belibaste, Paris 1972.
39
B. WILHELMER, La commune. Le lien dune transformation révolutionnaire de S. S. ACQUAVIVA, ln principio era il corpo, Borla, Roma 1977. C. PEREDA, Fami-
la conscience, en "Supplément", 23 (1970), 341-352. A. ROUET, Les jeunes en lia y comunidad: dos formas de convivencia, en "MisAb", 72 (1979), 248-259.
unión libre. Une reflexión pastorale, en "Supplément", 26 (1973), 330-349. R. Di-
274 PRAXIS CRISTIANA -OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR PLANTEAMIENTOS 275
tiene por qué llevar a una degeneración de la conducta, si no es a tes. Si la conducta estaba regida con anterioridad por una norma-
los que buscan aprovecharse de todo para su interés. tiva rigorista, hoy existe la "obligación" de comportarse como
Mantener en teoría los principios no ha sido tampoco nunca mandan las nuevas formas libertadoras, "si no se quiere caer en
un método válido para encauzar la vida humana. Aun en las épo- la sospecha de alguna anomalía" 41 . Lo de menos es cómo se ma-
cas de un rigorismo social extraordinario, la relajación y el mal nipula, que supone un aspecto secundario. Lo importante es
seguían existiendo. Es verdad que no es lícito renunciar al ideal y constatar que ni unos ni otros han sido libres y auténticos. La
al bien teórico como metas hacia donde conviene orientar la con- meta de toda manipulación tiende justamente a esto. Es una for-
ducta. Sin embargo, parece como si lo que se pretendiera fuese ma de violencia psíquica que entorpece la capacidad de juicio y
sólo una especie de respeto y adoración de la ley, aunque la pra- dificulta el ejercicio de la libertad. Una verdadera tiranía, que no
xis vaya por otros derroteros lejanos. No es difícil encontrarse deja de ser paradójica por instalarse en un clima donde se mantie-
con personas que mantienen una rigidez impresionante en sus cri- ne el derecho a la más completa libertad sexual. Con razón se
terios, intolerantes en el mundo de los principios, y que después, plantea la pregunta de si nos encontramos ante un proceso de
en la práctica, tienen una comprensión y tolerancia benévola. Lo liberación o de manipulación descarada 42 . Y cuando la libertad
fundamental consiste en defender los esquemas tradicionales, que se defiende y exalta es una pura ilusión, el engaño se hace
aunque no influyan casi nada en la realidad de la vida. La psico- mucho más trágico y lamentable.
logía podría decir una palabra para revelar el significado oculto
de este comportamiento. No cabe duda de que los principios se
convierten para algunos en una madre buena y acogedora. La deshumanización moderna del sexo ,
Los mitos actuales han rebajado el sentido de la sexualidad
hasta despojarla de todo contenido humano, como si fuera un
Una postura de resignación y silencio simple fenómeno zoológico o una forma vulgar de entretenimien-
to y diversión. De esta manera se ha convertido en un hecho
Al hablar así no intentamos eliminar el valor y la importan- insignificante, en una palabra vacía, en una expresión sin mensa-
cia de la normativa ética, sino señalar simplemente los límites de je 43 . Hoy más que nunca, la literatura de información sexual se
una solución autoritaria. Por eso tampoco aceptamos una postu- ha multiplicado y está al alcance de todos. No tenemos nada en
ra de resignación y silencio que pretenda construir la moral con el contra de este conocimiento mayor que evite las ignorancias de
imperativo de los hechos. Estos intentos de acomodación para otros tiempos. Lo que resulta desolador es recorrer tantas pági-
reducir las exigencias a los datos sociológicos son fruto de un nas escritas en las que el sexo es pura anatomía, mera función
conformismo cobarde y el servicio que se prestaría por este cami- biológica44. A este nivel, la sexualidad humana sería una copia
no a la humanidad sería demasiado pequeño. El aplauso popular
y el deseo de no contradecir se hacen tentadores, cuando provo- 41
H. SCHELSKY, Sociología de la sexualidad, Nueva Visión, Buenos Aires
can un abstencionismo cómodo y una aprobación silenciosa o 1963, 212. En este estudio sobre los aspectos sociológicos se insiste en el carácter
irreflexiva. coercitivo de los modelos y formas de conducta, hasta el punto de hablar de
"una libertad forzada", de "una imposición de la libertad sexual". J. BRUN, Alie-
El simple dejar hacer no provoca ninguna maduración ni lleva nación y sexualidad en AA. VV., o. c. (n. 35), 189-201.
a una mayor libertad. El análisis crítico permite descubrir que en 42
F. GIADINI, Liberazione o manipulazione oggi?, en "Antonianum", 50
el fondo de tal "liberación" existe un nuevo tipo de esclavitud. (1973), 192-223. Sobre el tema de la manipulación, M. VIDAL, Manipulación de la
Los antiguos ídolos quedan sustituidos por otras imágenes nue- conciencia moral, en "Moralia", 1 (1979), 163-180, con bibliografía. Con poste-
rioridad, R. BURGALETA ALVAREZ, La manipulación frente a la autorrealización
vas igualmente falsas. De ahí, como nos recuerda Cox, la urgen- personal, en "EstFil", 29 (1980), 9-31. Desde el punto de vista psicológico son
cia de exorcizar los demonios modernos del sexo 40 . Y es que el interesantes las reflexiones de CH.Í>J. NODET, Liberation de l'homme... Réflexions
puritanismo exagerado de antes y el desenfreno de ahora tienen psychanalitiques, en "Supplément", 27 (1974), 424-444, para no olvidar los meca-
nismos inconscientes de muchas liberaciones.
idénticas raíces: la sumisión ante la sexualidad como un destino 45
P. RICOEUR, La maravilla, lo errático, el enigma en AA. VV., o. c. (n. 35),
impuesto. Las formas concretas de esta imposición serán diferen- 9-21. "El levantamiento de los entredichos sexuales ha producido un curioso
efecto que la generación freudiana rio había conocido, la pérdida del valor a
40
H. Cox, La ciudad secular. Península, Barcelona 1962, cap. 9. Aunque no causa de la facilidad: lo sexual vuelto prójimo, disponible y reducido a una sim-
ple función biológica se vuelve propiamente insignificante" (p. 17).
comparta todos sus puntos de vista, véase la crítica tan fuerte que hace contra la 44
Las críticas que se han hecho a los estudios de W. MASTER y V. JOHNSON,
aparente liberación sexual A. A. GUHA, Moral sexual y represión social, Granica,
Respuesta sexual humana, ínter-Médica, Buenos Aires 1967, van por aquí. Se tra-
Barcelona 1977.
PLANTEAMIENTOS 277
276 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
La consecuencia última de este liberalismo sexual es un senti-
exacta de la que aparece en el mundo de los animales. Un meca- miento hondo de vacío y decepción. Cuando sólo resta el placer
nismo anónimo y despersonalizado, donde el psiquismo queda instantáneo, el hastío amenaza al hombre, que no puede quedarse
sustituido por la simple zoología. satisfecho con tales experiencias. Las olas de protesta que se han
Al romper su relación con la persona, el sexo se desliza insen- levantado a veces en la misma juventud no tienen por qué tener
siblemente hacia una mercancía de consumo. Todos somos cons- un origen moralizante o religioso. Pueden interpretarse como un
cientes de la esclavitud profunda creada en la sociedad por estas cansancio psicológico que produce la saturación. Es el desencan-
exigencias artificiales. Lo único que interesa es abrir cada vez más to de una experiencia que ya resulta aburrida y frustrante, aun-
las apetencias para que el campo de las necesidades se amplíe con que se repite con obsesión como un intento de compensarse por
unos intereses muy concretizados y la sexualidad se utilice cons- el engaño sufrido. La sensación de que se ha ido demasiado lejos
tantemente con este fin lucrativo, como un objeto de compra- no brota de los ambientes o ideologías puritanas 48 . Un psicólogo,
venta. El mayor mérito de Marcuse ha sido sin duda la denuncia discípulo de Reich, después de una larga estancia prolongada en
de este chantaje socialmente admitido, del que la masa y el pue- la India, se ha atrevido a dar el siguiente juicio sobre nuestra
blo no puede nacerse consciente. El hombre unidimensional es un civilización erótica occidental:
perfecto robot al servicio de una sociedad que lo domina y le
concede una pseudo-Iiberación, que le hace sentirse libre 45 . Para "Cuando he vuelto a Occidente he descubierto que exis-
caer en la cuenta de esta instrumentalización basta echar una tían tres cosas, de las cuales era mejor no hablar, para no
mirada al fenómeno del erotismo y de la pornografía tal y como desacreditarse. La primera era Dios: me di cuenta de que el
se vive en muchos ambientes actuales 46 . solo nombre de Dios era ofensivo y susceptible de provocar
Por este camino es natural que el sexo ya no se viva como un la cólera. La segunda era el amor, que no resultaba admisi-
compromiso de la persona, sino más bien como una forma de ble sino cuando está precedido del verbo 'hacer'. La terce-
entretenimiento y diversión, como si se tratara de un juego infan- ra incongruencia, en fin, era el afirmar que el celibato y la
til. Algunos sociólogos han contestado el hecho de que, en una soledad pueden ser experiencias positivas, enriquecedoras e
sociedad tan sexualizada, la prostitución ha disminuido en contra incluso gratificantes" 49 .
de lo que cabría pensar. Sin embargo, la explicación del fenóme-
no resulta sencilla: el papel que antes representaba la prostituta lo En el extremo de esta pendiente aparece la posibilidad de la
desempeña ahora la compañera. La facilidad y frecuencia de unas misma perversión, como un escape para encontrar nuevos y origi-
relaciones sexuales cambiantes disminuye la necesidad del pros- nales estímulos, cuando lo normal sólo provoca el aburrimiento.
tíbulo 47. Parece un hecho comprobado que allí donde el progresismo se-
xual ha dado mayores pasos y facilita las experiencias sexuales
taba de experiencias de laboratorio completamente artificiales —escenas filma-
con toda naturalidad, el índice de comportamientos anormales ha
das, observadores constantes, personas pagadas a sueldo...—, en las que sólo im- ido en aumento. Las estadísticas de los países así lo confirman 50 .
portaba el control de las pulsaciones, la presión sanguínea, la frecuencia El hombre se esfuerza por cuantificar sus experiencias, disminu-
respiratoria, los tiempos de reacción, etc. En estas circunstancias, el aspecto yendo progresivamente el elemento normal y cualitativo.
anímico y afectivo —el más característico de la sexualidad humana— no ocupa
ninguna consideración. La misma perspectiva se observa en El informe Hite. Es-
tudio de la sexualidad femenina. Plaza-Janes, Barcelona 1977, y en otros por el
estilo.
45
El simbolismo de la sexualidad
Ver fundamentalmente sus dos obras más conocidas, Eros y civilización,
Seix Barral, Barcelona 1968, y El hombre unidimensional, Seix Barral, Barcelona Una vez más nos encontramos obligados a mantener el equili-
1969. La bibliografía sobre Marcuse ha sido abundante. Un buen resumen de su brio entre dos extremos. No hay que imponer con la fuerza exclu-
pensamiento en M. SIMÓN, O. C. (n. 12), 99-118. J. GÓMEZ CAFFARENA, Medita-
ción sobre Marcuse, en "RyF", 200 (1979), 216-225.
46 48
Cf. V. MORIN-J. MAJAULT. Un mythe moderne, l'érotisme, Casterman, Ver, por ejemplo, las críticas contra las costumbres sexuales de los "hip-
Tournai 1964. V. BACHY, L'invasion sexuelle des moyens de communication social pies" en S. LABIN, Hippies, drogues et sexe, La Table Ronde, París 1970, especial-
en Occident, y J. GONDONNEAU, L'érotisme, les choses et la société de consomma- mente 260-310. J. SARANO, La sexualidad liberada, Marova, Madrid 1971.
49
tion, en AA. VV., o. c. (n. 30), 73-90 y 91-101. A. BLANCH, Erotisme y pornogra- . -W. GROSSMAN,~¿e gorou, le sexe et le veritable orgasme, en "Psychologie",
fía, en "RyF", 197 (1978), 477-486. J. SOBRINO, Pornografía y manipulación del 63 (1975), 29.
hombre, en "RyF", 194 (1976), 315-332. 50
Cf. J. J. LÓPEZ IBOR y otros, o. c. (n. 3), 150-151. R. AFFEMANN, O. c.
47
G. STRUCK, Sexo y moralidad, en "Concilium", n. 35 (1968), 316. Cf. tam- (n. 27), 79-111.
bién los datos analizados por M. HUNT, O. c. (n. 38), 178-184.
278 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR

siva de la autoridad, pero tampoco basta la tolerancia que renun-


cia al intento de convencer. La sexualidad requiere un cauce para
convertirla en una expresión humana, ni es posible estar de acuer-
do con las múltiples manifestaciones deshumanizantes, que se ob-
servan con tanta frecuencia, aunque la forma mejor de iluminar
el camino no sea tampoco el recuerdo impositivo de la ley51. Es
necesario, ante todo, descubrir los valores que en ella se encierran
CAPÍTULO II
desde una perspectiva humana y sobrenatural. Las exigencias que
de ahí dimanan orientarán la manera de realizarnos, como perso-
nas humanas y como hijos de Dios, en esta zona de nuestra exis-
tencia. El primer paso será, pues, acercarnos al significado y sim- SIMBOLISMO DE LA SEXUALIDAD HUMANA
bolismo de la sexualidad humana.
Hacia una antropología unitaria

Todo intento de acercarse al hombre desde una óptica dualis-


ta se encuentra condenado al fracaso, por el peligro de caer en
cualquiera de los extremismos apuntados con anterioridad. El
hombre aparece como ángel o como bestia según la dimensión
que se haya acentuado. La eliminación del sentido psicológico,
trascendente de la materia, o el olvido de la condición encarnada
del espíritu, da al ser humano un carácter demasiado animal o
excesivamente angélico. Y entre ese reduccionismo biológico e
idealismo ingenuo se desliza el hombre real y ordinario de cada
día.
Una antropología con estos presupuestos está viciada desde
sus raíces para captar el sentido y la dignidad de la materia, del
cuerpo y de la sexualidad. Lo corpóreo constituye la parte som-
bría de la existencia, en la que el alma se siente prisionera y con-
denada a vivir escondida como en su propia tumba. O las meras
exigencias biológicas prevalecen de tal manera, que lo humano ya
no tiene cabida ni merece alguna consideraciaón.
La materia y el espíritu —aunque entendido de formas
diferentes— han sido siempre considerados como los principios
constitutivos del hombre. La mutua relación existente entre am-
bos, sin embargo, no se ha explicado de una misma manera. Sin
entrar ahora en el análisis de otras interpretaciones, quisiéramos
insistir en la que nos parece más convincente y eficaz. Desde la
intuición clásica de santo Tomás sobre el alma como forma del
cuerpo, hasta las más modernas reflexiones con sus variados ma-
tices, se insiste en una tonalidad de fondo común, que se caracte-
riza por su oposición a toda clase de dualismo'.

1
Cf. F. P. FIORENZA-J. B. MF.TZ, El hombre como unidad de cuerpo y alma, en
51
M. BELLET, Realidad sexual y moral cristiana, Desclée, Bilbao 1973. MS, II, II, 661-715. J. GEVAERT, El problema del hombre. Introducción a la antro-
J. GAFO, Una pastoral del sexo que supere las "rebajas" y el arcaísmo moral, en pología filosófica. Sigúeme, Salamanca 1978, 69-114. A. VERGOTE, Le Corps. Pen-
sée contemporaine el categories bibliques, en "RevThLouv", 10 (1979), 159-175.
"SalT". 67 (1979), 843-853.
M. J. NICOLÁS. Le corps humain, en "RevThom", 79 (1979), 357-387.
280 PRAXISCRISTIANA-OPCION POR LA VIDA Y 11 AMOR SIMHOI ISMO ni: i A S E X U A L I D A D 281
Si hay algo que especifica a la persona humana es su unidad los múltiples elementos de ésta y darles una permanencia, en me-
misteriosa y profunda. Es una totalidad que no está compuesta dio de los cambios y evoluciones que experimente.
por dos principios, como si se tratara de una simple combinación Tal vez el nombre de alma resulta insostenible para algunos,
química de elementos para dar una nueva reacción. La teoría hi- pero el lenguaje que otras muchas concepciones modernas utili-
lemórfica —composición de materia y forma— ha podido inducir zan en la explicación del ser viviente —principio vital, entelequia,
en ocasiones a una excesiva separación, sobre todo cuando el idea directriz o inmanente y, sobre todo, el término estructura
pensamiento cristiano se traducía bajo los nombres de cuerpo y empleado por los mismos mecanicistas— apunta a esta misma
alma. Esta, como sustancia espiritual, era inmortal e incorrupti- finalidad \
ble, a pesar de su vinculación con la materia, destinada a desapa- Por ello, no es exacta la afirmación de que el ser humano
recer. El dualismo aparecía de nuevo con todas sus lamentables tiene un cuerpo. La categoría del tener no es aplicable en este
consecuencias2. El espíritu humano tendría, entonces, un cuerpo ámbito de la corporalidad 6 . Habría más bien que decir que el
en el que se injerta y permanece como algo distinto de la simple hombre es un ser corpóreo, un espíritu encarnado que exige, ac-
materia. Sería como un ángel venido a menos, como una libertad túa y se manifiesta en todas sus expresiones somáticas. La única
encadenada, como una luz sumergida en la opacidad. Sin embar- posibilidad de revelarse, de entrar en comunión con los demás, de
go, su visión es mucho más unitaria y profunda de lo que aparece expresar su propia palabra, tiene que efectuarse mediante una
en estas expresiones de tipo platónico, que resultaban populares encarnación. Hasta las realizaciones más sublimes del pensamien-
por su esquematismo y sencillez. to están marcadas por este sello, sin poder nunca renunciar a esta
fusión con la materia. Sólo es capaz de actuar cuando está com-
prometido con el cuerpo y encuentra en él su apoyo y expre-
La dimensión corpórea del espíritu sividad.
Lo que vulgarmente designamos como cuerpo humano no es
La experiencia humana nos lleva al convencimiento inmediato uno de los elementos, sino el resultado de esa misteriosa unión,
de que el sujeto de todas las operaciones espirituales y corporales donde el alma ya se encuentra incluida. Su ausencia haría de esa
es la persona humana. El mismo que piensa, ama, comprende y realidad un simple cadáver, un montón de materia disgregada.
desea es el que siente el dolor y el hambre, contempla el paisaje o No existe, pues, dualidad entre el alma y el cuerpo, ya que al
escucha la música 3 . No existen principios diferentes para cada adjetivarlos como humanos estamos diciendo que se trata de un
una de nuestras actividades. Lo que llamamos cuerpo y alma no alma encarnada o de un cuerpo animado, que es exactamente lo
son, pues, dos realidades distintas que se dan en nuestro ser, ni mismo. En esta antropología vivir corporalmente no constituye
como dos estratos o niveles que pudieran limitarse en su interior.
Tenemos una dimensión que nos eleva por encima de la materia - "Podemos poner el nombre que nos guste a esta estructura o a esta forma
inorgánica, de las plantas y de los animales, pero esa fuerza tras- subsistente, que es el sujeto que permanece durante toda la vida, mientras que
cendente, que muchas veces designamos como alma 4 , no tiene los elementos materiales se van renovando incesantemente. Aristóteles la llamó
con la palabra griega psyque, traducida posteriormente al latín por anima, de
nada que ver con el mundo de los espíritus puros. El nuestro, a donde ha derivado nuestro término románico alma. Si esta palabra desagrada se
diferencia del angélico, se encuentra todo él transido por la cor- puede buscar otra. No tiene importancia esta cuestión de terminologías. Lo im-
poralidad. No es como el conductor de un automóvil, el jinete portante es tener un vocablo que signifique esta realidad estructural, que no es
que domina al caballo o el marino que conduce la embarcación, un elemento material, sino que integra una multiplicidad material y que perma-
nece inmutable a lo largo de la vida del organismo" [C. TRF.SMONTANT. O. C.
sino como la forma que configura una imagen: no puede existir (n. 2), 143].
sin una íntima fusión con la materia. Su tarea consiste en integrar 6
En esta línea no podemos olvidar el lenguaje privilegiado de la liturgia, la
danza y los ritos humanos, que la cultura y costumbres de cada época han ¡do
2
creando y que resulta ininteligible para el no iniciado en este idioma. Para am-
Ver el interesante estudio de C. TRF.SMONTANT. El problema del alma, Her- pliación del tema, A. AUER. // senso de la corporalita e della sessualitá dell'uomo
der, Barcelona 1974. Con esto no queremos negar la inmortalidad del alma, ni la en AA. VV., L'uomo e la sua sessualitá, Queriniana, Brescia 1968, 13-46.
resurrección del cuerpo tal y como lo explica la fe cristiana. M. J. NICOLÁS. Le G. SCHKRER, Nueva comprensión de la sexualidad, Sigúeme, Salamanca 1968, 67-
corps humain el sa résurrection, en "RevThom", 79 (1979), 533-545. 104. M. JOUSSE. L'anlropologie du geste. Resma, París 1970. J. MARÍAS. Antropo-
3
"El mismo e idéntico hombre es el que percibe que el que entiende y sien- logía metafísica. La estructura empírica de la vida humana. Alianza, Madrid 1970.
te", S. Th., I, 76, 1. J. FASI. El lenguaje del cuerpo, Kairós, Barcelona 1971. M. MERLFAU-PONTY. Fe-
4
ST. STRASSFR. Le probléme de l'áme, Nauwelaerts, Louvain 1953, donde ex- nomenología de la percepción. Ediciones 62, Barcelona 1975; la 1.a parte está de-
plica con mayor detención la multiplicidad de significados que el término reviste. dicada al cuerpo.
282 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA V LL AMOR SIMBOLISMO DL LA SLXUAI IDAD 283

para el "alma" una especie de castigo, rebajamiento o humilla- servir, sobre todo, para esta otra función: la de ser epifanía de
ción, sino la plenitud de todas sus posibilidades. Al ser un espíri- nuestro interior personal, como un idioma común para entrar en
tu carnal necesita constantemente de la materia para realizar comunión con los otros.
cualquiera de sus funciones. Por eso la presencia silenciosa de dos cuerpos-almas humanas
pueden convertirse sin más en un diálogo significativo y con un
gesto sencillo hablar más fuerte y enérgico que con muchas pala-
El significado espiritual del cuerpo bras. Como un verdadero sacramento simboliza y hace presente
lo que de otra forma no se podría conocer, ni llegaría a existir. Su
Por esto la totalidad del cuerpo humano se nos manifiesta miseria, como su grandeza y dignidad, no radica en las limitacio-
también, por otra parte, como una realidad radicalmente distinta nes o en las complejidades maravillosas de sus mecanismos, sino
de cualquier otro fenómeno viviente. Nuestras estructuras corpó- en la calidad o bajeza del mensaje que se quiera transmitir. Es la
reas tienen una cierta analogía cuando las comparamos con las voz que resuena para despertar un diálogo y crear compañía o
del mundo animal, por ejemplo. Muchos mecanismos y reaccio- para descubrir el desprecio y odio que se experimenta. Por el
nes poseen un parecido orgánico con las que observamos en otros momento no necesitamos más. Sólo hemos querido subrayar esta
animales e incluso en los seres animados. Desde este punto de dimensión comunicativa para caer en la cuenta, desde el princi-
vista puede ser objeto de estudio para el zoólogo, el físico, el pio, de que lo corporal tiene un sentido trascendente, de apertu-
cirujano, o el investigador, que se queda en el análisis de tales ra y revelación, más allá de un enfoque simplemente biológico. El
peculiaridades externas. Esta dimensión orgánica, sin embargo, cuerpo humano es algo más que un conjunto armónico de células
no agota el significado de la corporalidad cuando la adjetivamos vivientes7.
como humana. El cuerpo no es un simple elemento de la persona.
Es el mismo hombre el que se revela y comunica a través de esas
estructuras. De ahí que su expresividad más profunda no logre La sexualidad humana:
descubrirse, si leemos sólo el mensaje de su anatomía o de las un doble estilo de vida
leyes biológicas que lo determinan.
Un médico podrá indicar la terapia más adecuada para una Ahora bien, esta corporalidad aparece bajo una doble mani-
infección ocular o el método más conveniente para una fractura festación en el ser humano. El hombre y la mujer constituyen las
en la mano, pues cuando observa el ojo o el brazo del hombre no dos únicas maneras de vivir en el cuerpo, cada una con su estilo
tiene otro objetivo que la curación de tales órganos para que pue- peculiar y con unas características básicas diferentes. Estas dife-
dan cumplir con una determinada función: la de ver lo mejor rencias sexuales no radican tampoco exclusivamente en una de-
posible y poder utilizarla sin otras limitaciones. Los conocimien- terminada anatomía. Sus raíces primeras tienen un fundamento
tos necesarios e imprescindibles en el cumplimiento de su misión biológico en la diversidad de los cromosomas sexuales, que influ-
los habrá aprendido en las clases, libros, hospitales y laborato- yen en la formación de la glándula genital (sexo gonádico), encar-
rios. Pero un estudiante que conozca sólo la anatomía de estos gada de producir las hormonas correspondientes para la forma-
órganos no podrá comprender sin más el auténtico significado ción de los caracteres secundarios de cada sexo 8 . Pero por encima
hasta que no se enfrente con unos ojos llenos de ternura o sienta el de ella encontramos también una tonalidad especial, que reviste a
cariño de una caricia. Y es que la mirada y la mano del hombre no cada uno con una nota específica. El espíritu se encarna en un
sirven sólo para ver y tocar. cuerpo, que necesariamente tiene que ser masculino o femenino, y
El cuerpo queda de esta manera elevado a una categoría hu-
mana, henchido de un simbolismo impresionante, pues hace efec- 7
G. MARCKL, Étre et avoir, Aubier, Paris 1968, 225-226. R. GERBER, Mareéis
tiva una relación personal, sostiene y condiciona la posibilidad de phenomenology of the human body, en "IrThQuart", 4 (1964), 443-463.
todo encuentro y comunicación. Cualquier expresión corporal 8
Una exposición más detallada de estos procesos en G. SANTORI, Compendio
aparece de repente iluminada cuando se hace lenguaje y palabra de sexología, Razón y Fe, Madrid 1969. R. FENART, Significación biológica de la
para la revelación de aquel mensaje que se quiere comunicar. Es sexualidad en M. GAUDEFROY y otros, Estudios de sexología, Herder, Barcelona
1969, 19-36. A. FERNÁNDEZ CRUZ, La sexualidad femenina en su versión biológica,
la ventana por donde el espíritu se asoma hacia afuera, el sendero en "Arbor", 100 (1978), 307-314. Para la importancia de los conocimientos ana-
que utiliza cuando desea acercarse hasta las puertas de otro cora- tómicos, B. FORCANO. Moral sexual biológica, en "Claretianum", 6 (1967), 175-
zón. Su tarea no consiste principalmente en unos objetivos bioló- 218. M. ERBF.R, La Iglesia católica ante la concepción biológico-antropológica de la
gicos, indispensables sin duda para la propia existencia, sino en sexualidad, en "Concilium", n. 100 (1974), 432-443.
284 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
S1MHOI 1SMO OÍ 1 ASI XUA1 lOAO 285
por esa permeabilidad absoluta de la que antes hablábamos, el
ser del hombre entero, desde sus estratos genéticos hasta las ex- llevar necesariamente a consecuencias lamentables. La renuncia
presiones más anímicas, se siente transido por una singular al ejercicio de la genitalidad implicaba un rechazo de todo lo
peculiaridad. sexual, o la idea de que es necesaria una maduración, en este
La sexualidad adquiere así un contenido mucho más extenso último campo, consideraba imprescindible la aceptación plena de
que en épocas anteriores, donde quedaba reducida al ámbito de lo genital. Distinguir con mayor precisión estos aspectos supon-"
lo exclusivamente genital. Ella designa las características que de- dría la posibilidad de obtener una evolución plena de nuestro ser
terminan y condicionan nuestra forma de ser masculina o femeni- masculino o femenino, con todo lo que ello supone, sin penetrar
na. Es una exigencia enraizada en lo más profundo de la persona en otro terreno, cuando, por las razones que sean, no se quiere
humana. Sólo podemos vivir como hombres o como mujeres. Y acceder. El diálogo sexuado no tiene por qué identificarse con el
el diálogo que surge de la relación entre ambos no tiene ni puede genital. La misma sexología ha insistido en esta clarificación: "Se
tener el mismo signo que el mantenido con las personas del pro- puede decir que en su aspecto esencial, es decir, en su aspecto
pio sexo. En el primer caso existe un enfrentamiento recíproco, psíquico, la sexualidad humana puede alcanzar un desarrollo
que no se da en el otro, como consecuencia de la bisexualidad considerable, prescindiendo casi por completo de la colaboración
humana en todos los niveles. En este sentido, el simple hecho de del sistema genital" 10.
nuestra existencia nos hace sexuados y convierte nuestra comuni- Que hombre y mujer mantengan una relación psíquica no su-
cación en un encuentro sexual. pone introducir ahora ningún otro elemento que haga referencia
Negar esto supondría un error pedagógico lamentable, ya que a la genitalidad. Si no fuera así, tendríamos que negar por com-
nadie puede prescindir de esta dimensión. La meta educativa se pleto la existencia de cualquier amistad seria y verdadera o creer
centra en que el niño llegue a vivir con plenitud su destino de que la única explicación válida tiene su origen en otras pulsiones.
hombre o de mujer. Dos vocaciones diferentes caracterizadas por Es más, un síntoma de armonía e integración radica en el hecho
su personalidad y que matizan los demás componentes psicológi- de mantener relaciones sexuales, sin que éstas despierten resonan-
cos, afectivos y espirituales de la persona. El hombre queda confi- cias a otros niveles. Frente al otro sexo habría que fomentar
gurado de tal manera que la misma anatomía adquiere un signifi- siempre una actitud equilibrada y realista. Lo que ha pasado con
cado trascendente, como atributo de unos rasgos peculiares., La la imagen de la mujer es también un síntoma de este confusionis-
vinculación de este doble nivel bio-psíquico se hace patente en el mo. Se ha hecho de ella un objeto de tentación o apetencia, como
lenguaje simbólico del psicoanálisis9. si fuera una amenaza peligrosa, o se ha idealizado como una es-
pecie de virgen simbólica y protectora. Parece como si no hubiese
otra alternativa, mientras que entre ambos extremos —Eva o
Características de la genitalidad: María— se escapa la realidad de la única mujer existente".
diferencias fundamentales

La genitalidad, por el contrario, hace referencia a la base bio- la reciprocidad de los sexos:
lógica y reproductora del sexo y al ejercicio, por tanto, de los un fenómeno universal
órganos adecuados para esta finalidad. A su esfera pertenecen La experiencia de todos los tiempos ha constatado un fenóme-
todas aquellas actividades que mantienen una vinculación más o no universal: la llamada recíproca y mutua entre estas dos formas
menos cercana con la función sexual en su sentido estricto. Será de existir y comportarse. Hombre y mujer se sienten invitados a
siempre una forma concreta de vivir la relación sexual, pero no la
única ni tampoco la más frecuente y necesaria. Estas dos dimen- 10
A. HFSNARD, La sexologie nórmale el pathologique, Payot, Paris 1950, 10
siones de la misma persona se hallan a veces vinculadas, aunque (vers. cast.: Caralt, Barcelona 1970). Esta diferencia es tratada admirablemente
en otras muchas ocasiones no tenga por qué darse esa identi- por P. CHAUCHARD. L'equilibre sexuel, Fayard, Paris 1961. "Que la sexualidad
ficación. no deba identificarse con la genitalidad, que representa solamente uno de los
Esta falta de claridad ha motivado muchas ambivalencias y aspectos de aquélla, es cosa sabida y hartas veces repetida; pero no siempre nos
damos cuenta de que esta distinción tiene su preciso fundamento biológico".
equívocos, ya que la identificación de ambos conceptos tenía que (i. SANTORI. Aspectos médico-biológicos de la educación sexual en M. PERETTI
(dir.). La educación sexual, Herder, Barcelona 1975, 69.
' M. ORAISON, Le mystére humain de la sexualité, Du Seuil, Paris 1966. " Cf. las reflexiones sobre este punto de J. M. POHIFR. Psicología y teología.
R. SUBLON, Masculinité el féminité, en "RevDrCan", 24 (1974), 177-201. Herder, Barcelona 1969, 390-391. Ver algunos testimonios en L. LFLOIR. La fem-
me et les Peres du déser't, en "CoIlCist", 39 (1977), 149-159.
286 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR I.A VIDA Y I I . AMOR
SIMBOLISMO DE LA SEXUALIDAD 287
un diálogo humano, como si buscasen una complementación ul-
terior que sólo puede alcanzar'el uno frente al otro. La explica- yaba santo Tomás, habría que definirla como un ser que se ha
ción de este hecho la encontramos ya en el mito conocido de la quedado a medio camino, sin alcanzar el grado pleno de evolu-
media naranja, tal y como Platón lo descubre en El banquete. El ción y desarrollo propio del hombre 15. La complementariedad
hombre, en la aurora primera de los tiempos, cobija el poder y la con éste quedaba restringida al ámbito de la procreación, pues no
fuerza del ser humano completo y fue Júpiter quien, para debili- tiene otro papel relevante dentro de la existencia humana: "ya
tarlo en su fortaleza casi divina, lo partió en dos mitades. Desde que para cualquier otra tarea el varón es ayudado mejor por otro
entonces cada una camina con la ilusión de un nuevo encuentro, hombre que por la mujer" 16. La idea era común en muchos am-
en busca de aquella unidad primera y para recuperar la superiori- bientes desde la antigüedad. El pasaje del Génesis, donde aparece
dad perdida. La descripción es significativa para interpretar una como ayuda y compañera, sugiere a san Agustín la siguiente re-
vivencia común. La mujer sólo puede descubrirse como tal ante flexión: "Si la mujer no fue creada para ayudar al hombre en la
la mirada complementaria del nombre, y el hombre sólo llega creación de los hijos, ¿para qué ayuda fue creada? Si para traba-
también a conocerse cuando se sitúa delante de la mujer. Por ello jar juntos la tierra, aún no existía el trabajo que necesitara su
permanece oculta la nostalgia de una mayor sintonía, que se des- ayuda; y si hubiera sido necesaria, mejor hubiese sido la compa-
pierta y explicita en ese deseo mutuo por el que se sienten atraí- ñía del hombre; lo mismo puede decirse sobre la compañía, si la
dos n. Negar esta llamada sería una nueva forma de represión o soledad fuera lo que le molestaba. ¿No es mejor para convivir y
ingenuidad. charlar la reunión de dos amigos que la del hombre y la de la
Es cierto que esta polarización de los sexos ha sido elaborada, mujer?" n
en gran parte, por la cultura dominante y nadie podrá negar tam- Defender la igualdad de derechos para ambos es una empresa
poco que semejante cultura contenía un marcado carácter ma- de reciente creación, que todavía tardará tiempo en conseguir sus
chista ". Esto significa, sin duda, que la imagen del "eterno feme- objetivos. Superar los prejuicios colectivos inconscientes y las
nino" no responde en muchos puntos a ningún dato objetivo y imágenes estereotipadas que persisten sobre el tema no es trabajo
realista, sino a otros intereses ocultos del hombre como domina- a corto plazo 18. Tanto en la sociedad civil como en la eclesiástica
dor. Las críticas de muchos contra esta falsificación está funda- se requieren unas nuevas Convicciones que impulsen a una menta-
mentada, aunque no estemos de acuerdo en todos sus conteni- lidad práctica de signo diferente. Esta misoginia por la que per-
dos M. Lo que más destaca, sobre todo, en una visión histórica del manece relegada a una categoría inferior es un hecho social a
tema, es el papel inferior, negativo y subordinado que ha repre- lodos los niveles, a pesar de las declaraciones y denuncias contra-
sentado la mujer.
15
A. BERNAL PALACIOS, ¿ a condición de la mujer en Santo Tomás de Aquino,
en "EscVed", 4 (1974), 285-336. J. F LAMAND, La femme. Nature et sexualité.
Visión negativa de la feminidad l/heritage d'Aristote, en "ScEccl", 27 (1975), 107-120. J. WINANDY, La femme: un
homme manqué?, en "NouvRevTh", 99 (1977), 865-870, afirma, sin embargo, que
En su mismo nacimiento aparece ya con una radical imperfec- el texto de Aristóteles no significa un hombre imperfecto, sino que tiene las apa-
ción. Según los presupuestos científicos, en los que todavía se apo- riencias de un macho mutilado. Y una interpretación más benévola del pensa-
miento de santo Tomás en P. CAMUS, Le mythe de la femme chez Saint Thomas
12 d'Aquin, en "RevThom", 76 (1976), 243-265 y 394-409.
Las diferentes explicaciones históricas de este fenómeno en A. JEANNILRE
16
Antropología sexual, Estela, Barcelona 1966. También el libro más clásico de S. Th., 1.92,1.
17
V. KLEIN, El carácter femenino. Historia de la ideología, Paidós, Buenos Aires De Genesi ad litteram, 1, IX, c.5, n. 9. PL. 34,396. Con estos presupuestos,
1951, o los estudios de F. J. BUYTF:NDUK. La mujer. Naturaleza-Apariencia- su conclusión es evidente: "no encuentro, por tanto, qué ayuda puede prestar al
Existencia, Revista de Occidente, Madrid 1955. PH. LERSCH, Sobre la esencia de hombre la mujer, si eliminamos la de dar a luz". Ver también el cap. 2, n. 4. PL.
los sexos. Autor, Madrid 1968. 34,395. K. E. BORRESEN, Subordination et equivalence. Nature et role de la femme
13
L. VELA, ¿ a relación varón-mujer, en "MisAb", 69 (1976), 418-422. Ya es d'aprés Augustin et Thomas d'Aquin, Mame, París 1968.
18
significativo el hecho de las interpretaciones diferentes dadas al relato de la crea- Cf. A. M. ROCHEBLAVE-SPENLE, Contribution a l'études des roles masculin et
ción. Cf. M. DE HERODE, "Une aide qui luí corresponde". Vexégése de Gen 2,18- femenin, P. U. F., Paris 1964, de donde tomo las conclusiones de una encuesta:
24 dans les écrils de l'Ancien Testamenl, du judahme el du Nouveau Testament, en De los 12 rasgos por los que se define al sexo masculino, 11 de ellos son cualida-
"RevThLouv", 7 (1977), 329-352. des positivas, mientras que los 8 característicos de la mujer se consideran como
14
S. DE BEAUVOIR, El segundo sexo. Siglo XX, Buenos Aires 1972. J. STUART defectuosos. V. KLEIN, o. c. (n. 12), 204-207, ha constatado, como socióloga, que
MILL-H. TAYLOR MILL. La igualdad de los sexos, Guadarrama, Madrid 1973. los rasgos típicos femeninos tienen mucho de común con los de otros grupos
B. FRIEDAN. La mística de la feminidad, Júcar, Madrid 1975. A. MARTÍN marginados, tales como inmigrantes, judíos, negros americanos. E. VANHAELEN,
GUERRERO. Antología del feminismo. Alianza Editorial, Madrid 1975. Clichés, caricatures et dépassement de la situation acluelle, en "LetVie", n. 106
(1972), 5-12. M. VIDAL, Mujer y ética, en "Moralia", 3 (1981), 29-55.
288 PRAXIS CRISTIANA -OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR SIMBOLISMO DE LA SEXUALIDAD 289

rias 19 . Decir que existe reciprocidad y complemento no significa, ción, habría que aceptarla de todas formas como un fenómeno de
pues, que los contornos de la masculinidad y feminidad estén di- enorme valor positivo 22 . No es preciso eliminar su existencia,
bujados con exactitud y justicia. sino la desigualdad, la alienación y el machismo que tantas veces
le ha acompañado.
Que la antropología anterior haya absolutizado la visión mas-
culina con evidentes exageraciones no supone, sin embargo, que
todos los intentos por concretar esas características haya sido una Dinámica del encuentro: el diálogo entre hombre y mujer
pura ilusión. Aunque no sea posible trazar una frontera definida
entre los datos culturales y los ofrecidos por la naturaleza, la Lo que ahora nos interesa, al margen de todas las discusiones
alteridad y peculiaridades del hombre y de la mujer son de alguna que puedan darse, es descubrir el sentido humano de esta alteri-
manera irreductibles. A las diferencias biológicas y corporales co- dad. Si el cuerpo es la gran metáfora del hombre, sería absurdo
rresponden otras anímicas, aunque el medio ambiente y la pre- quedarse en la pura literalidad de esa palabra, sin llegar a com-
sión social acentúen, eliminen o impongan ciertos patrones de prender su mensaje simbólico. Cuando el eros se despierta —in-
conducta 20 . cluso dentro de una tendencia homófila— provoca una irradia-
Es más, me atrevería a decir que lo más importante no es ción psíquica agradable, que orienta hacia el punto de atracción.
descubrir los diversos tipos de factores que la determinan, sino Los elementos constitutivos de ese impulso encierran una dinámi-
constatar el valor y la función que encierran. En todas las cultu- ca de cercanía y encuentro, pero aquí tampoco es lícita una pos-
ras ha existido siempre una división de tareas entre ambos sexos, tura superficial frente a este fenómeno.
aunque se haya repartido de forma diferente. "Ser hombre" y Son muchas las formas de convertir la tensión recíproca en
"ser mujer" no son accidentes del ser humano, sino que pertene- una búsqueda interesada, con una dosis profunda de egoísmo,
cen inseparablemente a su esencia21. Por eso los psicólogos in- donde el lenguaje pierde todo su contenido humano y enriquece-
sisten en la necesidad de esta polarización, aun en la hipótesis de dor. El diálogo se mantiene con una palabra inexpresiva y hasta
que la tipología de cada uno surgiera exclusivamente de unos grosera, porque no hay nada profundo que comunicar. El acerca-
condicionamientos culturales. Si no tuviese ninguna otra explica- miento se produce por una simple necesidad. El cuerpo y la pre-
sencia del otro vienen a llenar un vacío. Se anhela y enaltece,
porque gratifica, complementa, gusta o entretiene. Todo menos
" Como bibliografía general, me remito a M. SALAS, Selección bibliográfica caer en la cuenta de que lo humano de esta relación exige un
sobre problemática femenina, en "RyF", 192 (1975), 235-240. Ver también mensaje interpersonal. El otro permanece ignorado para utilizar
J. M. AUBERT, La mujer. Antifeminismo y cristianismo, Herder, Barcelona 1976 solamente lo más secundario de su ser.
(con bibliografía), donde ofrece multitud de datos y anécdotas interesantes.
M. MARTINF.LL, Igualdad mujer y hombre en la Iglesia, en "CuadOrFam", n. 59 Cuando el encuentro sexual, en este sentido amplio del que
(1975), 107-139. M. ALCALÁ, La mujer y los ministerios en la Iglesia, Madrid 1979 ahora hablamos, se reduce a la superficie, permanece cautivo de
(con abundante bibliografía). N. RIBES, La mujer en la sociedad actual, en las manifestaciones más externas y secundarias o no termina, más
"VyV", 38 (1980), 103-120. AA. VV., ¿Mujeres en una iglesia de hombres?, en
"Concilium", n. 154 (1980), 5-148, y La mujer en la sociedad y en la Iglesia, en
allá de las apariencias, en el interior de la otra persona, la sexuali-
"MisAb", 73 (1980), 323-479. AA. W.,Lesfemmes: l'église en cause, en "LetVie", dad humana ha muerto. Hemos matado lo único que la vivifica y
n.° 151 (1981), 2-117. Los avances en este campo en M. RONDEAU, La promoción se ha postergado a un nivel radicalmente distinto e inferior. El
de la mujer en el pensamiento de la Iglesia contemporánea, Studium, Madrid 1975. epitafio más bello sería aquella frase de Valerie: "Yo soy también
20
Estos influjos podrían explicar la diversidad de costumbres en otros pue- el cuerpo, que tú quieres que sea solamente" 23 . Y ya dijimos que,
blos y culturas, como se constata en los múltiples estudios realizados. B. MALI-
NOWSKI. La vida sexual de los salvajes, Morata, Madrid 1971. A. TÜLLMANN, Vida cuando del cuerpo se elimina el espíritu, sólo resta un pedazo de
amorosa de los pueblos naturales, Leria, Barcelona 1963. R. MOHR, La ética cris- carne.
tiana a la luz de la etnología, Rialp, Madrid 1962. B. DE RACHEWILTZ, Eros negro. Todavía existe un paso ulterior, en el que el hombre y la mu-
Costumbres sexuales en África desde la prehistoria hasta nuestros días. Sagitario, jer alcanzan una comunión más honda y vinculante, a través de la
Madrid 1967. R. BASTIDE, La sexualidad entre los primitivos, y L. THORÉ, Lengua-
je y sexualidad en AA. VV., Estudios sobre sexualidad humana, Morata, Madrid genitalidad. El impulso sexual lleva, en ocasiones, hasta el abrazo
1967, 57-71 y 73-101. M. MEAD, Sexo y temperamento en las sociedades primiti- de los cuerpos como la meta final de todo un proceso evolutivo.
vas, Laia, Barcelona 1973. A. MORALI-DANINOS, Evolución de las costumbres se-
xuales, Guadarrama, Madrid 1974. 22
21
Aunque es algo antiguo, conserva un gran interés el artículo de E. METZ- R. AFFEMANN, La sexualidad en la vida de ¡os jóvenes, Sal Terrae, Santan-
KE, Antropologie des sexes, en "LetVie", n. 43 (1959), 39. AA. VV., Desarrollo de der 1979, 132-145.
23
las diferencias sexuales, Marova, Madrid 1972. En la novela de A. MALRAUX, La condition humaine, Paris 1933, 57.
290 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
SIMBOLISMO DE LA SEXUALIDAD 291

¿Qué significado reviste este gesto corporal? ¿Cuál es el simbolis- Si observamos la conducta sexual del animal, se manifiesta en
mo y la finalidad que manifiesta? seguida como un fenómeno sincronizado, dentro de un ritmo,
con una evidente finalidad procreadora. El mecanismo interno de
los ciclos del estro depende de las diferentes hormonas que lo
La pulsión genital: despiertan y estimulan, pero sólo tiene lugar en aquellos momen-
necesidad de una perspectiva humana tos en que la fecundación se hace posible. El hecho indica un
marcado carácter fecundo. La concepción constituye siempre el
La conducta instintiva es una forma de comportamiento in- término final del apareamiento, ya que la sexualidad no parece
nata, sin necesidad de ningún aprendizaje, que aparece como la tener otra meta, al menos a primera vista, y queda perfectamente
respuesta del organismo ante un estímulo específico. Todos tene- regulada por la fisiología de su ciclo. Cuando la parada no se
mos experiencias concretas de cómo se patentiza en la vida ordi- efectúa durante el tiempo de la ovulación, existen mecanismos
naria. El gesto de mamar por parte del niño desde su nacimiento accesorios para la guarda y retención del esperma, a fin de obte-
o el picoteo del ave al salir del cascarón son ya una reacción de ner con posterioridad el único objetivo: la reproducción y subsis-
este tipo. Los mecanismos del impulso sexual tienen una estructu- tencia de la especie26.
ra biológica bastante parecida a la de cualquier otro instinto, y La misma limitación de la prole se realiza de una forma natu-
los múltiples elementos que entran en juego para ponerlos en mo- ral y espontánea, en función de otras circunstancias que la ecolo-
vimiento son semejantes en casi todas las especies. Todos ellos gía moderna ha podido conocer y examinar con mayor precisión.
poseen una teleología hacia el apareamiento en los animales y la Cuando las crías, por ejemplo, resultan inaceptables por la densi-
entrega corporal en el hombre 24 . dad excesiva del espacio vital, el impulso genésico se apaga e im-
Hablar, sin embargo, de la pulsión sexual como si se tratara posibilita nuevos nacimientos. La demografía queda así regulada
de un fenómeno idéntico al instinto de los animales, sería lamen- por un descenso del instinto sexual. En este sentido puede admi-
table por muchas razones. La raíz de tanta imprecisión o parcia- tirse que el sexo, en el mundo de los animales, encierra una teleolo-
lismo para una lectura humana del sexo nacía en esta identifica- gía armoniosa para conseguir su destino. Su regulación a ciertos
ción inadmisible. De acuerdo con la definición clásica de que la períodos y a las necesidades de la especie le dan un sentido exclu-
ley natural revela aquello que la naturaleza enseña a todos los sivamente procreador.
animales 25 , el hombre debería encontrar en las estructuras bioló-
gicas de aquéllos el destino de su propia naturaleza. La orienta-
ción y sentido de la sexualidad animal iluminaba el comporta- El destino procreador:
miento básico que debiera darse también en la humana. un horizonte incompleto
Ahora bien, si queremos descubrir el valor típicamente huma-
no de su contenido, hay que partir de este presupuesto: "la índole A medida que se avanza hacia los primates superiores, se co-
sexual del hombre y su facultad de engendrar supera maravillosa- mienza a constatar un uso del sexo, que excede a las necesidades
mente lo que hay en los inferiores niveles de la vida" (GS 51). La de la reproducción. Este fenómeno en el hombre alcanza ya una
misma biología señala diferencias muy específicas para descifrar evidencia completa. Existe una desarmonía profunda entre la
esta superación admirable. La siguiente constatación ya es de por búsqueda de la procreación y el deseo que invita y estimula al
sí representativa. encuentro de la pareja. Cuando la fecundidad no es posible —pe-
ríodos agenésicos normales, época de embarazo, lactancia o me-
24
L. BONOURE, El instinto sexual. Estudio de psicología animal, Morata, Madrid nopausia—, la llamada sexual puede levantar su voz. Aquí se
1962. C H . W. LLOYD y otros, Reproducción humana y conducta sexual, Jims, da, en contraposición a lo observado en los animales, una escasa
Barcelona^ 1966, 373-403. M. DE CECCATY, Ensayo de enunciado biológico en AA.' fertilidad, pero unida a una atracción genésica permanente. El
VV., La sexualidad Fontanella, Barcelona 1969, 71-85.
25
Fue dada por Ulpiano, el famoso jurista de Roma. "De esta manera, la
hombre busca la entrega corporal fuera de los tiempos fecundos y
norma orientadora del hombre queda configurada precisamente por la dimen- el índice de su dimensión procreadora se revela, por el contrario,
sión menos racional. 'Lo que la naturaleza enseña a todos los animales' es el muy pequeño en relación con el ejercicio de su sexualidad. Esta
punto básico de toda conducta, mientras que lo más específico del hombre se
mantiene como accidental y secundario. Las exigencias de nuestra condición ani-
26
mal aparecen, entonces, como más importantes y fundamentales que las típica- E. A. DAUGHERTY, Enseñanzas de la zoología, en A A . VV., El control de
mente humanas" (E. LÓPEZ AZPITARTE, Fundamentación de la ética cristiana natalidad. Cristiandad, Madrid 1966, 111-132, y las interesantes observaciones de
en Praxis cristiana, 1. Fundamentación, parte 3. a , cap. IV). P. FRAISSE, Las dos fuentes de la sexualidad en AA. VV., o. c. (n. 24), 86-94.
292 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR SIMBOLISMO DE LA SEXUALIDAD 293

aparece como un lujo inútil y exuberante, como una abundancia estado de tranquilidad y reposo absoluto. Para algunos incluso
superflua, si su destino exclusivo fuera la función reproductora 21 . aquí estaría el ideal hacia el que tender, ya que no encuentran otra
¿Cuál es, entonces, el sentido pleno que encierra? dimensión al ejercicio del sexo. Los animales vendrían a conver-
Es cierto que el estudio y análisis de todo su complejo maravi- tirse así en unos modelos típicos y ejemplares de la conducta hu-,
lloso, desde cualquier perspectiva que se examine, nos confirma mana. Lo que no está regulado por una dinámica instintiva natu-
su ineludible orientación hacia la fecundidad. Excluir que el hijo ral, debería obtenerse con el sacrificio y la educación.
está completamente dentro de su horizonte sería cerrar los ojos a
una realidad que se impone por sí misma. Todo el proceso goná-
dico, hormonal, anatómico y psicológico, en sus diferentes etapas Las influencias psicológicas en el reino animal
y reacciones, está programado para que esta finalidad pueda al-
canzarse y en sus mismas estructuras biológicas aparece escrito Precisamente los estudios pacientes y minuciosos sobre el rei-
con evidencia este mensaje, que no se debe ocultar o reducir al no animal aportan observaciones de enorme interés para consta-
silencio. "La respuesta sexual humana es una secuencia ordenada tar algo que podría resultarnos paradójico. Deberíamos decir
y muy racional de acontecimientos fisiológicos, cuya meta consis- simplemente que los animales no son tan animales como nosotros
te en preparar los cuerpos de dos miembros del sexo opuesto para creemos. Su conducta parece transida por otra serie de tendencias
que se cumpla la reproducción de la especie" 28 . y reacciones, que superan con mucho la mera instintividad. Cual-
El hombre, cuando se deja conducir por los datos que detecta quier amante y conocedor de sus costumbres y comportamientos
en su naturaleza, llega sin dificultades a esta conclusión. De la hallará un amplio anecdotario, para cuya explicación tendría que
misma manera que el ojo es un órgano que sirve para ver o el acudir al lenguaje humano del psiquismo. Actúan y se comportan
oído posibilita la captación de sonidos, la sexualidad tiene como con unas manifestaciones muy parecidas a las humanas, como si
destino y tarea la procreación. En todas las épocas y culturas, el miedo, la soledad, el cariño, la fidelidad, el agradecimiento, la
aun cuando los otros aspectos se mantuvieran más en el olvido, compañía, el éxito, el bien del otro... tuviesen profundas resonan-
este otro permanecía firme e inalterable. El hijo aparecía siempre cias en su psiquismo. Y es que la sorpresa resulta tan mayúscula,
como una consecuencia posible de todo el proceso anterior. Es lo que nos inclinaríamos a negar su verosimilitud si no fuese porque
que se ha exaltado de una manera constante a lo largo de toda la tales comportamientos han sido observados y analizados con
tradición y constituía, como veremos después, el principio básico toda clase de garantías y de una manera científica30.
de la ética sexual. En el campo de la sexualidad estas influencias psíquicas jue-
Pero de igual modo que no podemos negar esa orientación, gan un papel relevante. Hoy se conoce con bastante precisión la
tampoco es lícito limitarse a ella, como si agotara por completo riqueza de contenido oculta en los ritos pre-copulatorios, que no
todo su significado. Habría que insistir de nuevo en el simbolis- sólo tienen un efecto evocador, como estímulo para el aparea-
mo de la corporalidad como lenguaje de una comunicación más miento —tal y como antes se creía—, sino que presentan un ca-
humana y personalista. Una reducción de este tipo imposibilitaría rácter marcadamente simbólico. Entre gran número de pájaros,
comprender el auténtico valor de la sexualidad, de la misma ma- sobre todo marinos, se requiere la entrega y aceptación de una
nera que las expresiones de un rostro no sirve sólo para distinguir ofrenda "nupcial" —la pesca de un pez—, imprescindible para
en un fichero a los diferentes individuos 29 . Es más, si aquélla realizar la cópula. No parece que los animales vivan en un estado
tuviera una función exclusivamente fecunda, hubiera sido mejor y de promiscuidad sin que, al poco tiempo, surja la formación de
mucho más perfecta una libido reglamentada de forma idéntica a parejas, dentro de una jerarquía perfectamente organizada, donde
como se vive en el mundo de los animales. El deseo sexual se la fidelidad, muchas veces, tiene una importancia extraordinaria.
manifestaría exclusivamente vinculado con los mecanismos de la Las consecuencias del "adulterio" han conducido a estados de-
reproducción, y cuando ésta no fuera posible permanecería en un presivos y de abatimiento, de los que sólo llegan a recuperarse
con la vuelta del "ser querido", cuando de nuevo es posible la
27
Puede verse el bonito estudio sobre el significado del sexo en J. GUITÓN,
entrega sexual. "Todo sucede como si el psiquismo animal pre-
L'amour humain, Montaigne, Paris 1963, 161-205. E. FUCHS, Le désir el la ten- sentase, a ese nivel, las mismas estructuras y la misma riqueza (en
dresse, Labor et fides, Genéve 1979, 5-27. el plano afectivo) que el psiquismo humano" 31 .
28
H. SINGER, La nueva terapia sexual, Alianza Editorial, Madrid 1978, I, 23.
M
"El papel tan importante de esta forma de lenguaje se comprende fácilmen- 30
Recomiendo la lectura tan interesante de R. CHAVIN, Conductas sexuales
te por el desconcierto que se siente ante un ciego de nacimiento, en el que no se del animal en AA. VV., o. c. (n. 20), 23-36 y el libro de L. BONOURE, O. C. (n. 24).
ha desarrollado este lenguaje" LJ. GEVAERT, O. C. (n. 1), 97]. 31
R. CHAVIN, a. c. (n. 30), 35.
294 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y TI AMOR SIMBOLISMO DE LA SEXUALIDAD 295

La comparación tal vez parezca excesiva, pero sabiendo que puede fiar sin temores. El miedo a una sorpresa molesta, al enga-
no se trata de fábulas piadosas o historias edificantes, habría que ño, a la violación psicológica, impide una mayor sintonía y co-
aceptar la importancia de los factores psíquicos por encima de los municabilidad. La seducción exige una previa conquista, llena de
puramente biológicos u hormonales. Ni siquiera en el reino ani- sinceridad y ternura, que abra las puertas del corazón 34. Cuando
mal los mecanismos sexuales tienen su explicación definitiva en el cariño acerca y funciona con plenitud, la ofrenda del cuerpo se
estos últimos. Lo que resultaba demasiado insignificante y anodi- hace símbolo y palabra de ese diálogo íntimo.
no, como si se tratara de una perfecta máquina sincronizada, se De esta manera la sexualidad manifiesta también una dimen-
hace mucho más variado y flexible. El ritmo del instinto puede sión unitiva. La explicación del exceso y abundancia con que se
quedar roto por la presencia de otros elementos que impiden su presenta en el hombre no puede ser otra que ésta: además de
programación o la llenan de un contenido diferente. ¿No se po- para procrear y mantener la especie, que sólo llega a realizarse en
dría decir que los animales tienen también su pequeño corazón? muy contadas ocasiones, su misión radica en ser un vínculo de
Y es que al no tener otro lenguaje para expresar ese mundo, tene- cercanía y amor personal. Si el hombre expresa, habla y se revela
mos que designarlo con las mismas palabras que explican la con- a través de sus gestos corporales, el sexo participa también de este
ducta personal. lenguaje comunicativo. La entrega corporal es la fiesta del amor,
la palabra repetida de dos personas que se han ofrecido el cora-
zón como un regalo mutuo y significativo.
Dimensión unitiva de la sexualidad humana
Estas influencias psicológicas adquieren ya en el hombre un "Este amor se expresa y perfecciona singularmente por la
relieve extraordinario. Bastaría recordar los múltiples conflictos misma actuación del matrimonio, de ahí que los actos en
sexuales de toda índole, que no tienen ninguna patología orgáni- que los cónyuges se unen entre sí íntima y castamente sean
ca 32. El sexo encierra una resonancia de exquisita sensibilidad honestos y dignos, y cuando se ejercitan de un modo autén-
para recoger los sentimientos más profundos, incluso aquellos ticamente humano significan y fomentan la mutua dona-
que escapan a nuestro control o son reprimidos al inconsciente. ción con la que uno al otro se enriquecen con agradeci-
La armonía o el desajuste sexual no es problema de química. Sus miento y alegría'" (GS 49).
raíces penetran por todos los rincones del psiquismo, favorecien-
do u obstaculizando una plena comunión. Y es que el encuentro Sólo así, cuando la actividad sexual se halla transida por el
sexual, para vivirlo en un clima humano, requiere unos presu- amor, deja de ser una función biológica para integrarse de lleno
puestos afectivos como condición indispensable". en una atmósfera humana, sin la cual es imposible comprender
Para la entrega absoluta hay que superar una serie de barreras su verdadero simbolismo. La posibilidad permanente de ejercitar-
inhibitorias, que impiden la satisfacción inmediata del deseo. El la en circunstancias donde la procreación queda excluida por la
intervalo entre éste y aquélla puede prolongarse durante mucho naturaleza es un ofrecimiento a la inteligencia y libertad del
tiempo, aunque ese blocaje se desconozca con frecuencia. Son hombre para que descubra este nuevo sentido.
múltiples las actitudes internas y sociales que dificultan el acerca-
miento a lo sexual y cuya función consiste, además de otras posi- Amor y procreación:
bles explicaciones, en una revalorización de los actos instintivos. mutuas vinculaciones
La estimulación erótica tiene siempre en sus comienzos una va-
lencia agresiva, una dosis de hostilidad y expectación. Cualquier La unidad de esta doble corriente unitiva y procreadora es un
individuo que se acerca a ciertas zonas de nuestra intimidad se dato que se descubre oculto en el fondo de otras reflexiones. Esta
experimenta de inmediato como un huésped o extranjero. Para vinculación afectiva brota como una exigencia de la misma pro-
dejarle caminar hacia dentro tiene que resultar conocido, descu- creación y la procreación aparece como un deseo insistente de!
brirse como un ser benéfico, amigo y compañero del que uno se amor conyugal. Para probar esto último bastaría caer en la cuen-

32 34
L. CENCILLO, Raíces del conflicto sexual, Guadiana, Madrid 1975. J. Wn.i, Dentro del mismo matrimonio esta experiencia resulta frecuente. Cuando
La pareja humana: relación y conflicto, Morata, Madrid 1978 (con abundante y ha existido una lejanía o ruptura por cualquier acontecimiento, aun insignifican-
moderna bibliografía en castellano). H. SINGER, O. C. (n. 28). te, no es posible la totalidad en la entrega si una palabra de cariño y reconcilia-
33
Me remito al estudio de F. DUYCKAKRTS, La formación del vínculo conyu- ción no cicatriza antes las pequeñas heridas. Cf. E. AMFZÚA, Amor, sexo y ternu-
gal, Guadarrama, Madrid 1966, de indudable interés y profundidad. ra. Adra, Madrid 1976.
296 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y El. AMOR SIMBOLISMO DL LA SEXUALIDAD 297
ta de algunas vivencias ocultas. Cuando el amor se intensifica de madurez el que las diferentes pulsiones de la infancia queden
hasta una altura conyugal, la nostalgia latente de un hijo, con esa centralizadas y ordenadas a la procreación como meta final. Lo
persona a la que así se quiere, aflora de una manera espontánea. contrario sería una "inhibición del desarrollo" 37 . Incluso lo ca-
A veces dará miedo explicitar ese deseo, porque supondría una racterístico de todas las perversiones sexuales es el desconoci-
infidelidad con el propio cónyuge o una entrega que no debe ad- miento de esta función 38.
mitirse por otras razones, pero esta ilusión tímida y secreta anida Las repetidas afirmaciones en este sentido nos pueden parecer
silenciosa en el corazón. Y es que el hijo aparece siempre en el ya algo exageradas. Sin embargo, hay una verdad indiscutible en
horizonte psicológico de dos personas como la encarnación y todo su pensamiento. La maduración de la libido lleva consigo
prolongamiento del amor que se profesan. esa capacidad, que no se reduce tampoco a la simple biología de
Pero el camino inverso también se realiza. El amor no es algo la reproducción, como si el hombre fuese un simple semental. El
que se injerta desde fuera para cumplir con la tarea procreadora, proceso hacia la paternidad es algo más que poseer las capacida-
sino una exigencia intrínseca de esta función. Está comprobado des fisiológicas y la misión procreadora no radica sólo en la mul-
que la unión entre las parejas de los animales es tanto más dura- tiplicación de los hijos39.
dera cuanto más necesaria resulta para la supervivencia de la es-
pecie. Ahora bien, el hombre es el mamífero que nace en un esta- De igual manera, acentúa la necesidad de que el amor y la
do mayor de indigencia, va a necesitar por más tiempo del apoyo ternura se hagan presentes para que el comportamiento sexual
de sus padres y requiere un clima de amor, como condición indis- resulte humano: "La no coincidencia de ambas corrientes da con
pensable para su desarrollo y madurez 35 . La procreación humana frecuencia el resultado de que uno de los ideales de la vida sexual,
no es un puro fenómeno reproductivo que termina con el alum- la reunión de todos los deseos en un solo objeto, no pueda ser
bramiento, sino que supone un largo período de tiempo y unos alcanzado" 40 . Es más, la disociación de estos dos elementos cons-
condicionantes psicológicos y ambientales que condicionan su tituye la raíz de ciertas conductas patológicas y, en concreto, la
evolución posterior. Cualquier psicólogo podría señalar las múlti- impotencia de aquellos que "si aman a una mujer, no la desean, y
ples heridas que se dan en este proceso por falta de acogida, segu- si la desean no pueden amarla" 41 . Sin rodeos de ningún género,
ridad, cariño y protección. El hijo, como persona, es mucho más no tiene miedo en proclamar que, para ser feliz con una conducta
fruto del amor que de la biología paterna. libertina, se requiere, como condición previa, haber superado el
Los zoólogos han constatado, en sus estudios sobre los prima- respeto a la mujer. Es decir, el rechazo y la renuncia a las exigen-
tes, una serie de peculiaridades que se hallan en estrecha correla-
ción. A medida que aumenta la actividad sexual suele darse un 37
S. FREUD, OC, IV, Biblioteca Nueva, Madrid 1972-1975, 1216. Tres ensa-
decrecimiento en el número de hijos, unos períodos más largos de yos para una teoría sexual, "El final del desarrollo está constituido por la llama-
gestación, mayor dependencia de las crías, una solicitud materna da vida sexual normal del adulto, en la cual la consecución del placer entra al
servicio de la función reproductora" {Ib, 1209).
más pronunciada 36 . Todo parece ordenado a reforzar lo que lla- 38
"Calificamos, en efecto, de perversa toda actividad sexual que, habiendo
maríamos la vida de familia. La acentuación de estas característi- renunciado a la procreación, busca el placer como un fin independiente de la
cas en el hombre explicaría además otros fenómenos más especí- misma" {Lecciones introductorias al psicoanálisis en OC, VI, 2319).
ficamente suyos, como la menopausia*—no podría procrear hasta 3
* En este sentido, el mismo Freud admite lo que hoy designamos como una
el final de la vida sin negar la posterior ayuda a su prole— y paternidad responsable y considera "necesario auxiliar con el consejo médico a
la tendencia monogámica para fortalecer la unión amorosa en el un matrimonio que se propone limitar el número de hijos... y teóricamente cons-
hogar. Amor y procreación se exigen y complementan cuando la tituiría uno de los mayores triunfos de la Humanidad y una de las más impor-
tantes liberaciones de la coerción sexual" (La sexualidad en la etiología de las
genitalidad se efectúa dentro de una relación personal. neurosis en OC, I, 325).
40
O. c. (n. 37), 1211.
La maduración de la libido: exigencias psicológicas •" Sobre una degradación general de la vida erótica en OC, V, 1712. Poco an-
tes había dicho: "El fundamento de la enfermedad es de nuevo, como muy pro-
Freud ha sido uno de los autores que ha insistido más en este bablemente en todas las perturbaciones neuróticas, una inhibición del proceso
doble carácter del sexo. Por una parte, considera como un signo evolutivo que conduce a la libido hasta su estructura definitiva y normal. En el
35
caso que nos ocupa no han llegado a fundirse las dos corrientes cuya influencia
R. SPITZ, El primer año de la vida del niño, Aguilar, Madrid 1973\ 108-116, asegura una conducta erótica plenamente normal: la corriente 'cariñosa' y la co-
donde habla de los estudios realizados sobre los trastornos por carencia afectiva. rriente 'sensual'" {ib., 1710-1711). Y "La normalidad de la vida sexual se produ-
D. STERN, La primera relación madre-hijo, Morata, Madrid 1978. ce por la confluencia de las dos corrientes dirigidas sobre el objeto sexual y el
36
E. A. DAUGHERTY, o. C. (n. 26). fin sexual, la de ternura y la de sensualidad" [o. c. (n. 37), 1216].
SIMBOLISMO DE LA SEXUALIDAD
299
298 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR l.A VIDA Y EL AMOR

cias primeras del amor42. Por eso no es extraño que uno de los Esquema de la evolución sexual en el individuo
síntomas más reveladores de la perversión, en sentido psicológi-
eo, sea el carácter apersonal de la conducta, cuando no liega a
establecerse ninguna comunicación humana. 3.a Etapa
El desarrollo progresivo de la madurez sexual apunta hacia 1.a Etapa 2.a Etapa Homo-
infantilismo Masturbación sexualidad
esa meta, en la que confluyen las dos corrientes citadas. La sexua-
lidad, conforme se aleja de la etapa infantil —en donde la separa-
ción es radical—, va vinculándose de manera constante con el
afecto hasta alcanzar la cumbre suprema, en la que sexo y amor / Momento:
se unifican por completo. El impulso sexual que busca sólo la Elemento físico __
gratificación solitaria, que se orienta hacia la otra persona, sea de la sexualidad "•*—••—-._
cual fuese su sexo, pero de forma confusa e indeterminada, o que
se entrega a una concreta, aunque sin firmeza ni estabilidad, no
son nada más que etapas introductorias de una fase, que señala el
se descubre
camino ascendente hacia la maduración psico-sexual definitiva y la dualidad
plena. La renuncia a esta tarea supone el estancamiento y la fija-
ción en un estadio infantil e inmaduro 43 .
Los psicólogos insisten en esta urgencia por superar las etapas Elemento emo-
evolutivas. Desde una sexualidad oral hay que conducir al indi- cional de ¡a "' '
sexualidad
viduo, mediante una educación lenta y constante, hasta una sexua-
Se descubre
lidad genital, que se caracteriza precisamente por su aspecto obla- Se descubre a el placer
tivo, por su actitud para un cariño interpersonal y auténtico 44 . Las Cunfusión solas el placer con otro
diferentes fases que atraviesa, por encima de los términos alegóri-
cos utilizados, marcan una linea progresiva, hasta hacer del sexo
una palabra dócil en manos del hombre. Las energías y pulsiones
del instinto no desaparecen, sino que se encauzan e integran de

42
"Aunque parezca desagradable y, además, paradójico, ha de afirmarse que
para poder ser verdaderamente libre, y con ello verdaderamente feliz en la vida
erótica, es preciso haber vencido el respeto a la mujer" [o. c, (n. 41), 1714].
45
Cf. cuadro adjunto, tomado de J. J. LÓPEZ IBOR y otros, El libro de la vida
sexual, Danae, Barcelona 1968, 303. El original se halla en O. SCHWARB. Psycho-
logie sexuelle, París 1952. Las consecuencias de este desajuste pueden tener una II Momento:
influencia decisiva sobre la fidelidad conyugal, pues ocurre que "como la psique Elemento físico
y el sexo no tienen nada en común, una persona de estas características se vea de la sexualidad
imposibilitada para tener una experiencia sexual intensa con alguien que le es
psicológicamente muy cercano..." o que "aquellos hombres que poseen un alto
grado de interioridad y que se sienten psíquicamente muy unidos a su esposa se descubre la
echan una cana al aire" o "una integración deficiente de la sexualidad acarreará reciprocidad
tras de si un frecuente cambio de pareja (a no ser que existan represiones que lo
impidan)" [R. AFFF.MANN, o. c. (n. 22), 206-207].
44
Un resumen sintético de cada etapa, con sus características especiales, en
L. CENCILLO. O. C. (n. 32), 91-93. Para ¡os educadores recomiendo la lectura de Elemento emo-
R. AFFF.MANN, o. c. (n. 22), 35-37. También M. T. CORCUERA, Algunos elementos cional de la
psicológicos de la sexualidad en AA. VV., Sexualidad y moral cristiana, Herder, sexualidad
Barcelona 1972, 79-129. L. ANCONA. Implicaciones psicológicas de la educación Se descubre Se descubre
sexual en M. PERETTI (dir.), o. c. (n. 10), 81-105, y D. ORLANDO. Lo educación Se descubre el el placer con • el placer en
sexual en la infancia y en la niñez (ib.), 113-135. C. DBSTOMBES. Evolución de la placer con el una persona la unión
sexualidad en la infancia y en la adolescencia en M. GAUDEFROY. O. C. (n. 8), 167- otro sexo del otro sexo , personal
180.
300 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y El. A M n
SIMBOLISMO DE LA SEXUALIDAD 301
manera armoniosa en una comunión cada vez más profu nr j la cercanía emocional aún siguen estrechamente ligados para mu-
Como la fuerza del agua, que puede ser una fuente de riq U e z a ' cha gente" 47 . Es lo que se ha dado en llamar la permisividad Con
aprovechamiento si está bien canalizada, o producir la catástrofe s afecto48. Hasta los autores que han analizado la sexualidad desde
no se consigue una buena regulación. ' una perspectiva puramente biológica han confirmado esta expe-
riencia. Si el simple placer puede lograrse mediante cualquier tipo
de actividad genital, el placer humano y totalizante exige un con-
Entre una doble alternativa: texto de amor y compromiso 49 . Tal vez por aquí pudiera explicarse
la opción por el amor el hastío y aburrimiento de aquellos que, después de tantas liberta-
des, han quedado con un sentimiento de frustración.
Creo que aquí se plantea el núcleo fundamental de toda l a Todo ello nos hace creer que esta opción es algo razonable,
problemática reciente. Suele decirse que el rasgó más típico de l a más de acuerdo con la dignidad de la persona y cuya validez se
sexualidad moderna es haber superado su destino primario y casi confirma con la práctica concreta de muchas parejas. Al que no lo
exclusivo a la procreación. Todas las encuestas manifiestan esta comprenda no se le puede imponer. Cuando un idioma se hace
ruptura entre sexo y fecundidad, y estos hechos se aceptan corno ininteligible hay que comenzar aprendiendo el significado de cada
un postulado común, que no se discute hoy en la mayoría de l 0 s palabra para convertirlo después en un signo de relación. Proba-
ambientes 45 . Lo difícil, entonces, es llenar con otro contenido 1 0 blemente al que no haya querido nunca, le será difícil captar este
dejado por la concepción anterior. Si el sexo no sirve sólo p a r a mensaje. El problema no se resolvería con la discusión, sino con
procrear, ¿qué otro sentido podemos encontrarle? En el fondo, no ese aprendizaje previo del amor 50 .
existe nada más que una doble alternativa: o lo ponemos al servi- La raíz de lo dicho hasta ahora nos llevaría a una última refle-
cio del amor, que dignifica a la persona e integra sus otros objeti- xión. Se trataría de comprender por qué la felicidad que anhela el
vos 46, o se convierte sólo en un placer y diversión, al margen de corazón humano, no llega a encontrarse en la búsqueda del puro
toda vinculación afectiva. Las consecuencias de una u otra opción placer hacia el que se siente atraído. Aquí tropezamos con un dato
serán muy diversas, pues cada proyecto, hacia el que se orienta la sorprendente: ¿Cómo es posible que la satisfacción placentera no
praxis, señalaría un itinerario bastante divergente. ¿Qué razones conduzca a la felicidad? El placer ha surgido siempre como ilusión
tenemos para elegir el primer camino? salvadora, que ofrece una respuesta al ansia de plenitud. ¿Por qué
No parece que exista un argumento definitivo que imponga no llena esta esperanza? ¿Por qué termina sin cumplir la palabra
esta visión como la única posible y con todas sus conclusiones. que prometió?
Muchos se acercan a la sexualidad desde otros puntos de vista para
encontrar en ella un desahogo fisiológico, un escape de tensión,
una forma de entretenimiento, una gratificación personal, o una
droga que estimula y eleva el tono. Si el sexo ha dejado ya de estar La ambigüedad del placer
vinculado con la procreación, se requiere ahora una nueva con-
quista: hay que dejarlo también desligado del amor. Su lenguaje es El tema ha sido motivo de estudio en toda la reflexión filosófi-
más prosaico y realista de lo que hemos señalado y, desde luego, ca desde que el hombre experimentó en su propia carne la antino-
resulta incomprensible para una mayoría. mia paradójica entre esas dos invitaciones atrayentes: la llamada
Sin embargo, hay un síntoma que por su importancia llama la
47
atención. A pesar del mayor liberalismo de nuestro mundo actual, 48
M. HUNT, La conducta sexual hoy, Edhasa, Barcelona 1978, 277.
existe una tendencia acentuada hacia el amor como constitutivo V. PACKARD, La sociedad y el sexo. Tolerancia y represión en el mundo des-
arrollado, Cuarto Mundo, Buenos Aires 1974, 16-17. M. SANZ AGÜERO, La sexua-
del sexo. "El análisis de los datos previamente ofrecidos en esta lidad española, Paulinas, Madrid 1975, 59-67. AA. VV., La sexualidad humana.
investigación ha demostrado que, al contrario de lo que suelen Nuevas perspectivas del pensamiento católico. Cristiandad, Madrid 1978, 97-99.
sostener ciertos apologistas de la libertad sexual, el placer sexual y •" Ver las condiciones de W. H. M ASTER-V. E. JOHNSON, Respuesta sexual hu-
mana. ínter-Médica, Buenos Aires 1967. El informe Hite. Estudio de la sexualidad
45 femenina. Plaza-Janes, Barcelona 1977, 373-381. Sobre el enfoque de estos aná-
Véase la bibliografía citada en la nota 38 del capítulo I de esta 2.a parte. Es lisis, ver nota 44 del capítulo I de esta 2.a parte.
verdad que en la tradición se hablaba también de otros fines, pero siempre con 50
Podríamos hacer aquí el mismo comentario de J. P. Sartre ante un texto
un carácter secundario y subordinado a la procreación. impresionante de Odón de Cluny, que describe a la mujer como algo nauseabun-
46
J. DURS-VON WERDT, Polivalencia de la sexualidad, en "Concilium", n. 100 do, puerco y asqueroso: "Para sentir la imperdonable idiotez de esta homilía es
(1974), 488-496. suficiente haber amado una vez".
302 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR l-A VIDA Y l-.L AMOR SIMBOLISMO DE LA SEXUALIDAD 303
M
del placer y el deseo de felicidad . Seria demasiado simplista caer su sed insaciable con unas pequeñas gotas de satisfacción. El pla-
de nuevo en un radicalismo extremo, que negara al placer su con- cer satisface a la felicidad, pero en la medida en que la empequeñe-
sistencia y significado, como si fuera algo negativo e indigno, o lo ce y subordina a sus limitadas posibilidades. Por eso cuando la
convirtiera en el centro mágico de la existencia humana, como su actividad sensible y placentera se hace objeto de la felicidad, la
valor definitivo. Ninguna de estas exageraciones explicaría la para- condena al fracaso no tiene remedio. Es querer lo imposible y
doja apuntada. Sólo el camino intermedio nos haría comprender recibir, como fruto, una consecuencia natural.
su sentido y, al mismo tiempo, su ambigüedad. Lo mismo sucede con el encuentro hombre-mujer. La satisfac-
Si hay algo evidente es la sensación de bienestar que el placer ción que de ahí se deriva es recíproca, pero también limitada.
produce cuando acompaña y se vincula con una actividad sensible. Ninguno de los dos puede convertirse para el otro en un mero
En el momento en que dejara un sitio para la insatisfacción, por- objeto saturante. El placer vivido en una relación así quedaría
que la conciencia no se sintiera rebosante, no podríamos catalo- marcado por un vacío lamentable cuando, al desaparecer, dejara a
garlo como tal. Su tarea consiste en satisfacer los deseos y necesi- cada uno sumido en el abandono y soledad. El adagio de los
dades de cualquier tipo que todavía están sin respuesta. Alcanzarlo antiguos era muy revelador al referirse en concreto a la relación
supone la conquista de una meta soñada y es lógico que, después sexual: Omne animalposí coitum triste. La tristeza surge al final del
de obtenerla, brote un estado de reposo y tranquilidad. Por eso el placer, porque nunca podrá dar lo que a veces se le exige.
placer descansa, tonifica, recompensa... El hombre se siente invita-
do a sumergirse en él para hacer llevadera la vida, para buscar un
alivio a sus preocupaciones y dificultades. Allí experimenta una /.'/ camino hacia la felicidad
alegría acogedora, donde ya nada puede molestarle. Es como si ese
momento denso quedara paralizado, sin pasado ni futuro, al abri- Si existe algo capaz de cubrir el deseo de felicidad, hay que
go de cualquier otra inquietud. Pero es aquí precisamente donde referirse de inmediato al amor. Sólo él consigue cerrar cualquier
radica el carácter tentador. herida humana para no dejar el dolor de la insatisfacción, de lo
Su llamada e invitación está llena de una ambigüedad confusa. que no ha podido realizarse. En esta tendencia hacia el cariño
El hombre busca poseerlo, porque quiere satisfacer su deseo de como meta es donde el placer adquiere su sentido verdadero,
felicidad e infinitud, pero el placer por su propia naturaleza es pues se revela como signo y expresión de una conducta que no se
limitado, trágicamente pasajero. Una vez pasada la experiencia sostiene por él, con su fragilidad momentánea, sino por una fuer-
momentánea, nos devuelve al contacto con la vida y sus proble- za que lo trasciende y permanece incluso cuando haya desapareci-
mas, como si despertáramos de un sueño a la realidad. Lo que do. Al convertir la relación sexual en una ofrenda amorosa, ya no
parecía suficiente para hacernos felices provoca un desengaño pos- hay sitio para la tristeza y el vacío. Si el placer se oculta, la llama
terior. Es la frustración del que comprende de pronto que todo es tic! amor calienta, como un rescoldo, y el gozo de la entrega con-
mentira, cuando la felicidad estaba ya al alcance de la mano y la ve linúa, llenando de felicidad el corazón de los que así se quieren.
alejarse de nuevo hasta otra ocasión. Como fenómeno pasajero, Seguir por un camino diferente fomentaría un diálogo erróneo
quebradizo y minúsculo, no alcanza los límites sin fronteras de la o mentiroso, ya que la promesa de ofrecer lo que el otro busca,
felicidad, la dimensión inabarcable, henchida de plenitud, escondi- latente y escondida en el ansia de satisfacción, no llega a cumplir-
da en ese deseo. Por ello el placer se revela como su mayor adver- se. Al contrario, la frustración repetida de estas experiencias pro-
sario, pues busca encerrar, en el instante caduco y dentro de unos vocará, si existe todavía un espacio mínimo para la ternura y el
límites reducidos, lo que es ilimitado e infinito, y pretende apagar afecto, una sensación de repugnancia y rechazo, y si han desapa-
51
recido también todas las resonancias sentimentales, la sexualidad
C H . DUQlioc. Reflexión théologique sur la sexualité, en "LetVie", n. 97 se reduce a una repetición mecánica y absurda, como el que bus-
(1970), 89-108. J. M. POHIER. En el nombre del Padre. Estudios teológicos y psi- cara en la droga el objetivo de su felicidad. De esta manera, el
coanalíticos. Sigúeme, Salamanca 1976, 172-185, donde analiza estas antinomias
del placer y de la felicidad. "Porque cuanto más se olvide el paciente de la perso- placer queda desvinculado de lo único que podría darle consisten-
na amada, y más se concentre exclusivamente en el placer, tanto más se le escapa cia y llenarle de toda su densidad humana. En vez de ser un lugar
éste. Por este motivo la prevención de los trastornos sexuales de carácter neu- de encuentro y una cita para el amor, se convierte en un factor
rótico se basa en la educación para que el individuo sea capaz de amor y entre- destructivo. Porque cuando dos seres se aman no es sólo la fuerza
ga... La fuga de la frustración existencial hacia la compensación sexual conduce
a la caza del placer. Pero cuanto más esté un individuo a la caza del placer, del placer lo que los lleva a unirse. También ello, pero su motivo
tanto más lo espanta y ahuyenta por ese mismo hecho" (V. FRANKI.,Psicoanálisis último no radica ahí, sino en el carácter simbólico y figurativo de
y existencialismo. Fondo de Cultura Económica, México 1978, 219). un cariño que necesita encarnarse.
304 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR

Si hemos hablado del sexo como lenguaje de amor, esto supo-


ne la necesidad de un aprendizaje. Nadie nace con el idioma
aprendido y los conocimientos básicos para entablar una conver-
sación. El hombre pasa aquí por una situación parecida a la del
niño para hablar. Necesita recorrer un camino que le lleve, desde
los primeros balbuceos infantiles, hasta la posibilidad de una ex-
presión adulta. Y la sexualidad requiere una idéntica andadura: CAPÍTULO III
sus gestos inexpresivos deben hacerse palabra y mensaje52.
Resumiendo un poco lo dicho podríamos decir que la sexuali-
VISION BÍBLICA DE LA SEXUALIDAD
dad se nos manifiesta como una fuerza compleja y llena de ambi-
güedades; abarca la vida entera del individuo y se vincula con la
totalidad de la persona; radica en su biología y se hace transpa- /•.'/ contenido de la revelación:
rente en su mensaje; realidad animal cargada de humanismo; tie- una luz sobre las reflexiones humanas
ne una historia íntima y secreta y se desarrolla a través de la
comunidad; es un lugar para el gozo y la alegría, y puede llevar a No tratamos de encontrar ahora las normas concretas que so-
la amargura, a la anarquía, a la catástrofe o al fracaso; ser comu- bre el comportamiento sexual pudieran darse en la Escritura.
nión o lejanía, inocencia o perversidad. Es el hombre libre quien Acercarse a la revelación con una mentalidad moralizante no es
puede descifrar el misterio y la paradoja que encierra, cuando fácil por un doble motivo. En primer lugar, porque cada texto
hace de ella una forma de comunión y encuentro, y ese amor se necesitaría una exégesis detallada y minuciosa reservada al espe-
transforma en vida fecunda si es vivido a un nivel conyugal. cialista. Encontrar su interpretación y significado auténtico es un
El punto de partida de nuestras reflexiones nace, pues, de esta camino difícil y complicado, que impide alcanzar algunas veces
doble dimensión unitiva y procreadora de la sexualidad como una cierta unanimidad '. Y por otra parte, no bastaría la enseñan-
fundamento de la ética. Por ello, la educación sexual no puede za aislada de una frase o de un libro, pues la palabra de Dios se
reducirse a una simple información de las diferentes funciones y nos revela también en una evolución progresiva, paralela a las
mecanismos biológicos. Como tampoco el espiritualismo igno- diferentes culturas y ambientes en que se encarna, o con las mati-
rante de otras épocas cumplía con esta tarea. Si ahora hemos /aciones propias y acomodadas a una situación especial. La vi-
rescatado al cuerpo de su prisión y oscurantismo mediante el co- sión del Pentateuco no puede ser idéntica, por ejemplo, a la que
nocimiento técnico y las aportaciones científicas, sería vergonzo- aparece en los libros Sapienciales, ni la virginidad se valora de la
so olvidar la reconquista del espíritu. misma manera en el Antiguo que en el Nuevo Testamento. Un
Pero antes de examinar qué consecuencias se derivan de estos estudio en esta línea sería ingenuo intentar realizarlo aquí, para
planteamientos concretos, veamos cómo la palabra de Dios ilu- aplicar los datos bíblicos a nuestros problemas de ahora, sin tener
mina y confirma esta misma orientación de base. en cuenta una serie de presupuestos metodológicos 2.
1
Entre los estudios más recientes, P. VAN IMSCHOST, Teología del Antiguo
Testamento, Eapsa, Madrid 1969, 641-660 (sobre la moral sexual en el AT).
R. C. DE KRUIJF, La sessualitá nella Bibbia, Paoline, Bari 1970. H. HUMBERT, Les
piches de sexualité dans le Nouveau Testament, en "StMor", 8 (1970), 149-183.
M. LEKO, // problema etico del corpo (Un saggio di teología bíblica), en "StMor",
II (1975), 67-107. A. RODENAS, ¿a moral sexual en los catálogos de virtudes y
vicios del epistolario paulino, en "AnCal", 19 (1977), 265-299. A. MORENO, Signi-
licado de la sexualidad en el Antiguo Testamento, en "TyV", 18 (1977), 251-268.
M. A. FERRANDO. La sexualidad humana en el Nuevo Testamento, en "TyV", 18
(1977), 269-286. M. DUMAIS, Couple et sexualité selon le Nouveau Testament, en
52
D. VASSE, Le plaisir et la joie, en "LetVie", n. 114 (1973), 82-103. "IxtTh", 8 (1977), 47-72. E. HAMEI . La sexualité illuminée par la révélation, en
E. BARBOTIN. La sexualité d'un point de vue anthropologique, en "Supplément", 27 "SlMiss", 27 (1978), 309-325. E. FUCHS, Le désir et la tendresse, Labor et lides,
(1974), 445-447. H. LARRAIZ, Especificidad de la sexualidad humana en AA. VV. (ieneve 1979, 29-78. F. LAGE, Naturaleza, cuerpo y alma en la antropología bíblica
o. c, (n. 44), 133-154. P. BRAIDO. La sexualidad en la persona en M. PERETTI (Antiguo Testamento), en "Moralia", 2 (1980), 319-336.
2
(dir.), o. c. (n. 44), 45-66. W. ROMO, Amor y sexualidad, en "TyV", 18 (1977), Por ello, no comparto todas las afirmaciones de N. M. Loss, Bibbia e ses-
287-302. A. DONVAL, Un avenir pour l'amour. Une nouvelle éthique de la sexualité. Mialitá. Una situazione "moderna" interroga la parola di Dio scritta, en "Salesia-
Le Centurión, París 1976, 47-64. num", 38 (1976), 285-325. Cf. M. SCHÜRMANN, La question du caractére des juge-
306 P R A X I S C R I S T I A N A - O P C I Ó N POR LA V I D A Y EL A M O R VISION B Í B L I C A DI-: LA S E X U A L I D A D 307

Para saber si una conducta es buena o pecaminosa no hay Como faltaba el concepto de creación, la sacralidad del sexo no
por qué apoyarse en una cita bíblica, que con tanta frecuencia se derivaba de su pertenencia a lo divino, donde la vida de los
acomodamos a nuestras categorías actuales. De la misma manera dioses era considerada como prototipo de los comportamientos
que el silencio sobre algún determinado comportamiento no es humanos. Las relaciones entre el dios padre y la diosa madre
signo de su licitud ética. Pero sí resulta útil contemplar cómo la quedaban reflejadas en las relaciones hombre-mujer. La conducta
revelación valora e ilumina nuestras reflexiones humanas sobre sexual era santificada, por tanto, en cuanto que reproducía una
un fenómeno universal como éste. Por ello, nos reducimos a acción divina. El politeísmo de los pueblos antiguos había permi-
una labor de síntesis muy generalizada, dejando al exegeta el sen- tido encontrar una representación sagrada para los diferentes as-
tido más literal de las distintas afirmaciones. ¿Qué es, por tanto, pectos de la experiencia sexual, y cada uno de los ritos en torno a
lo que la Biblia afirma sobre la sexualidad en su conjunto? ella que los hombres realizaban se captaban como formas sacra-
mentales del encuentro con la divinidad. Dicho de otra manera,
la sexualidad y sus múltiples manifestaciones aparecían como sa-
gradas por ser una imitación de Dios. De hecho, el proceso de
Lo sagrado y lo profano del sexo transformación operada era en sentido inverso. Se quería sacrali-
en el marco de la creación zar a la sexualidad proyectando sobre los dioses la conducta hu-
mana, y esto se hizo a tal extremo que en ese otro mundo lejano
En el marco grandioso de las primeras páginas del Génesis se daba, como un reflejo fiel del de los mortales, el adulterio, la
existe ya una meditación profunda sobre el fenómeno humano de prostitución, la infidelidad, la poligamia o el divorcio 3.
la sexualidad. Sabemos que en ellas se ha querido dar una expli- La oposición del pensamiento bíblico a este ambiente fue to-
cación teológica del mundo que nos rodea y como un dato más, tal. De los arquetipos sexuales paganos, el lenguaje de la creación
que requiere aclaración, el hombre se enfrenta con su existencia no conserva nada más que uno: la creencia en un solo Dios crea-
bisexuada. dor y padre, pero sin ninguna otra relación con otros dioses o
La primera reflexión sobre este hecho está llena de un opti- diosas. La imagen de Dios que se presenta al israelita tiene un
mismo extraordinario. Cuando Dios deja posar sus ojos en la carácter original e inédito comparada con la de otros pueblos. No
obra entera de la creación, capta su bondad y su pureza internas. ha surgido del pensamiento humano, ni su vida sexual es un mito
Cada una de las realidades que han ido brotando de sus manos que pueda servir de modelo a la de los hombres. La sexualidad
amorosas quedan consagradas por este nacimiento sobrenatural. aparece libre de todos los ritos mágicos, que la transforman en una
"Y vio Dios que era bueno". Es la antífona de gozo repetida realidad sagrada, pues la revelación rechaza de plano el funda-
después de cada versículo creador. Porque todo es transparente y mento mítico de la sacralidad.
limpio, no hay lugar para el miedo o para el pecado. El mundo La violencia de esta íuptura resultó tan excesiva, que Israel no
entero se convierte en una teofanía gigantesca de Dios, porque su llegó a asimilarla por completo. A lo largo de su historia sintió el
amor, su poder, su hondura, su misterio se han ido dibujando de peligro constante de una vuelta a las costumbres idólatras y mági-
una forma lejana en este lienzo maravilloso de la creación. cas, de las que no siempre se supo apartar. Sin embargo, no por
De esta visión sacralizada no puede excluirse tampoco la se- este proceso de desacralización el sexo se considera como un
xualidad. Es buena y santa, porque su origen se remonta también mero dato profano. Aunque no sea reflejo de lo que ocurre en el
a esta génesis divina y nada de lo que ha nacido de Dios queda mundo divino, ha recibido de él su consagración por llevar consi-
manchado por la iniquidad. Una postura como ésta supone una go la marca y el signo creador que Dios ha puesto en todas las
ruptura completa y radical con todo el ambiente religioso y con cosas. Como todo aquello que comenzó a existir al comienzo de
las culturas de aquellas épocas. El relato de estas primeras pági- los tiempos, la sexualidad ha recibido una significación religiosa.
nas, si se le compara con las concepciones de las tribus vecinas a No serán ya los ritos sagrados los que harán de ella una realidad
Israel, aparece como un intento evidente de desmitificación. santa, sino el gran rito consecratorio que Dios realizó en la crea-

1
ment des valeurs el direclives morales du Nouveau Teslament, en "DocCath", 72 Como fuente de documentos y material iconográfico, siguen siendo insusti-
(1975), 763-766. T. GOFFI. L'USO della parola di Dio in teología morale, en "Riv- luibles las obras de J. B. PRITCHARD. The Anclen Near Easter Text Relating to the
TeolMor", 3 (1975), 13-23. M. DUMAIS, Le langage évangélique et la vie en cours. OT, University Presse, Princenton 19552. The Anclen Near East in Pictures Rela-
Reflexión sur le modele biblique, en "EetTh", 7 (1976), 147-170 y Le caractére ting to the OT (ib., 1954) y The Anclen Near East: Supplementary Texts and Pictu-
normatif des écrits du Nouveau Teslament, en "EetTh", 10 (1979), 129-145. res Relating to the OT (ib. 1969).
308 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR VISION BÍBLICA DE LA SEXUALIDAD 309
ción. El gesto de benevolencia divina explica por sí mismo su hombre-mujer como el culmen y corona de toda la obra creado-
carácter sagrado 4 . ra, acentúa el aspecto procreador de la sexualidad: "Y los bendijo
Dios y les dijo Dios: creced, multiplicaos, llenad la tierra..." El
mandato no deja lugar a dudas: es el destino asignado a la prime-
Los relatos fundamentales del Génesis: ra pareja humana, y a las que de ahí van a surgir, para que asegu-
la dimensión procreadora ren la multiplicación de los seres sobre la tierra. Con esta finali-
dad han sido creados como varón y hembra a imagen de Dios.
La lectura de los relatos fundamentales del Génesis revela la Lo específico del hombre, expresamente señalado, es convertirse
presencia directa de Dios en la formación de la primera pareja. en icono, en una epifanía del ser que le ha dado vida.
Tanto el relato del capítulo I, 26-28, perteneciente a la llamada
En esta insistencia con que se describe al ser masculino y fe-
fuente sacerdotal, como el capítulo II, 18-24, un texto más anti-
menino, como el hombre-imagen de Dios, se ha querido ver tam-
guo tomado del documento yahvista, explicitan esta intervención
bién un reflejo de la vida trinitaria 7. Creo que, al menos, es una
divina de una manera directa: "Y dijo Dios: hagamos al hombre
perspectiva que encaja dentro de la revelación, apuntada frecuen-
a nuestra imagen y semejanza... y creó Dios al hombre a su ima-
temente por los Santos Padres, una vez que conocemos ese miste-
gen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó" 5. En el
rio. Dios, en efecto, no vive en la soledad que imagina nuestra
otro texto se descubre la misma voluntad soberana: "El Señor
razón cuando subrayamos su unicidad. También en El se da
Dios se dijo: no está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle
como una sociedad de amor, un intercambio de comunión entre
el auxiliar que le corresponde. Entonces el Señor Dios echó sobre
las personas que forman su única naturaleza. Según nuestra ma-
el hombre un letargo, y el hombre se durmió. Le sacó una costilla
nera de hablar, y manteniendo intactos los datos que la revela-
y creció carne desde dentro. De la costilla que le había sacado al
ción y la teología nos aportan, tendríamos que decir que en Dios
hombre, el Señor Dios formó una mujer y se la presentó al
existe una familia, cuyo reflejo se patentiza en este diálogo del
hombre" 6 .
hombre y de la mujer, y su despliegue correspondiente en la fe-
Ambas descripciones coinciden en esta síntesis fundamental: cundidad del matrimonio. El padre, la madre y el hijo constitu-
la creación del hombre, en su doble cualidad de varón y hembra, yen la comunidad familiar, que muestra una gran analogía, por
no tiene su origen en ningún principio mitológico, ni su dimen- su mutua referencia, con la comunidad amorosa de Dios. Tal vez
sión sexual ha sido causada por alguna potencia maligna, sino por ello san Pablo recuerda, en sentido inverso, que los que no
que todo es fruto de la palabra imperante y creadora de Dios. La quisieron glorificar a Dios e hicieron de El una imagen semejante
polaridad sexual no es una fuerza divina, sino una realidad profa- al hombre corruptible, han llegado al extremo de la perversión,
na, pero si el sexo comienza a existir, como el mundo entero, por señalando de forma concreta la negativa total a la fecundidad en
esa libre voluntad, también entra en relación inmediata como sus relaciones sexuales (Rom 1,21-28).
prioridad exclusiva del Señor y con finalidad concreta. Por ello,
el prototipo de la bisexualidad humana queda dibujado en estas
primeras páginas, tal y como brota de las manos cariñosas de
Dios y en función de los designios por El señalados. ¿Cuáles son La dimensión unitiva:
éstos en la enseñanza de este doble relato? el gran regalo de Dios
El primer texto del Génesis, donde aparece el binomio
El otro relato de la creación, mucho más antiguo que el ante-
4
P. GRELOT, La pareja humana en la Escritura, Euramérica, Madrid 1963. rior, está lleno de imágenes poéticas, que en otro tiempo tal vez
J. B. BAUER, La visión de la protohistoria en la Biblia en J. SCHREINER (dir.), tuvieron un significado mitológico 8 , pero no por eso reviste me-
Palabra y mensaje del Antiguo Testamento, Herder, Barcelona 1973, 116-132.
5
nos importancia desde nuestro punto de vista. Al contrario, la
Ya san Juan Crisóstomo había insistido en el carácter netamente conyugal riqueza de sus expresiones, a través de su estilo literario, contiene
de este texto: "hablando de dos, Dios habla de uno solo" (In epistolam ad ephe-
sios, Hom XX, PG 62,135).
6 7
Para el estudio de este doble relato, además de la bibliografía citada en Esta concepción ha sido ampliamente desarrollada por K. BARTH, Dogmati-
la n. 4, puede consultarse cualquier buen comentario. Entre otros, P. VAN quc. Labor et fides, Genéve 1960, III, 1, 195-209, y criticada por otros.
IMSCHOST, o. c. (n. 1), 135-146. G. VON RAD, Teología del Antiguo Testamento, * Cf. J. E. BRUNS, Influencia del Antiguo Testamento en la ética sexual en
Sigúeme, Salamanca 1972, I, 189-204. P. F. ELLIS, LOS hombres y el mensaje AA. VV., La nueva moral. Sigúeme, Salamanca 1972, 35-58. Sobre el célebre
del Antiguo Testamento, Sal Terrae, Santander 1970, 74-99. A. AMMANSSARI, Un poema de Gilgamesh puede verse J. ERRANDONF.A, Edén y paraíso, Marova, Ma-
proftlo bíblico del matrimonio, AVE, Torino 1977. drid 1966.
310 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR l.A VIDA Y Hl AMOR VISION BÍBLICA DE l.A SEXUALIDAD 311

datos interesantes para comprender el significado de la atracción El grito de exclamación manifiesta esa alegría inmensa de la
entre el hombre y la mujer. que el hombre se siente lleno al haber encontrado por fin el refle-
Así como en la narración sacerdotal parte su explicación del jo suyo, su enfrente, la compañera y ayuda que anhelaba en su
caos que se observa en el cosmos, esta otra supone, como punto dentro, lo único que ha podido elegir y hacia lo que se siente
de arranque, un desierto árido y seco, que Dios irá transforman- atraído entre todos los seres que acaban de desfilar ante él. Acaba
do en un oasis encantador, donde el hombre aparece como dueño de brotar una comunidad más fuerte que ninguna otra —"por
y soberano. A partir de ahí la descripción adquiere una fuerza eso un hombre abandona padre y madre y se junta a su mujer"—
singular. La soledad del hombre produce en Dios por vez primera en la que los dos se sienten identificados en una sola carne y en
la impresión de que algo no estaba bien en su obra creadora: "No un solo corazón 10.
está bien que el nombre esté solo. Voy a buscarle un auxiliar que La ayuda y comunión es claro que no se refiere sólo a una
le corresponda" (Gen 2,18). Cuando se nos describe la creación atracción sexual. El diálogo que aquí aparece entre el hombre y la
del hombre en el texto sacerdotal —"varón y hembra los creó" mujer tiene resonancias afectivas y personales mucho más ínti-
(Gen 1,27)—, se había dicho también: "Y vio Dios todo lo que mas. Cuando el AT afirma que "Dios es la ayuda" del hombre,
había hecho y era muy bueno" (Gen 1,31). Ahora no se atreve a su significado es de una profundidad extraordinaria. Es la roca
emitir un juicio tan positivo, pues no acepta como un bien que el firme, el báculo donde uno se puede apoyar, la luz que ilumina, el
hombre sea un ser solitario. escudo que defiende y alegra, el auxilio en que se confía, el ba-
luarte y fortaleza de los débiles, asilo en la tormenta, escucha
La presencia de los otros vivientes —animales y aves— no ha atenta y cariñosa, sustento y alivio en el trabajo, lugar para el
bastado para cubrir la soledad humana, a pesar de su dominio y reposo, ciudadela en el día de la angustia..." Por ello, no es
superioridad sobre ellos: "El hombre puso nombre a todos los extraño que el Eclesiástico, haciendo una alusión manifiesta a
animales doméstico?, a los pájaros del cielo y a las fieras salvajes, este texto del Génesis, dé también al encuentro con la mujer un
pero no encontró 'el auxiliar que le correspondía'" (Gen 2,20). horizonte infinitamente más amplio:
En el momento en que utiliza sus atributos de rey de la creación,
imponiendo el nombre como un signo de su poder, se hace sentir
de nuevo la necesidad de una ayuda, y el sentimiento de esta "Mujer hermosa ilumina el rostro y sobrepasa todo lo
soledad le domina sobre el gozo mismo de su soberanía. Ahí que- deseable; si además habla acariciando, su marido no es un
da como una nostalgia profunda, un vacío de tristeza que es nece- mortal; tomar mujer es el mejor negocio: auxilio y defensa,
sario eliminar con una compañía humana. El Génesis pretende columna y apoyo. Viña sin tapia será saqueada, hombre sin
demostrar que el animal no participa de nuestra propia naturale- mujer andará vagabundo" (36,27-30).
za y que se muestra incapaz, por tanto, de llenar también nuestro
No se puede expresar mejor, ni con menos palabras, la inten-
corazón.
ción profunda de Dios sobre la realidad sexual. La llamada recí-
En esta situación afectiva es cuando la mujer se hace presente proca entre el hombre y la mujer queda orientada, desde sus co-
como el gran regalo de Dios. El éxtasis que va a sufrir el hombre, mienzos, hacia esa doble finalidad. Por una parte, es una relación
sinónimo de estupor, de la suspensión de sentidos, anuncia, como personal, íntima, un encuentro en la unidad, una comunidad de
en otras ocasiones, un gran acontecimiento 9 : amor, un diálogo afectivo pleno y totalizante, cuya palabra y ex-
presión más significativa se encarna en la entrega corporal; pero
"Entonces el Señor Dios echó sobre el hombre un letar- por otra, esta misma donación, producto del cariño, se abre hacia
go, y el hombre se durmió. Le sacó una costilla y creció una fecundidad que brota como destino y consecuencia. Cuando
carne desde dentro. De la costilla que le había sacado al a Cristo, en una ocasión, le argüyeron sobre un problema que
hombre, el Señor Dios formó una mujer y se la presentó al
hombre. El hombre exclamó: ¡Esta sí que es hueso de mis 10
M. DE H ERODE, 'Une aide qui lui corresponde'. Uexégése de Gen 2,18-24
huesos y carne de mi carne! Su nombre será Hembra, por- dans les écrils de l'Anden Testament, du judaísme el du Nouveau Testament, en
que la han sacado del hombre. Por eso un hombre abando- "RevThLouv", 7 (1977), 329-352. M. GILBERT. 'Une seule chair' (Gen 2,24), en
na padre y madre, se junta a su mujer y se hacen una sola "NouvRevTh", 100 (1978), 66-89, donde prueba cómo esta expresión no se refie-
carne" (Gen 2,21-24). re sólo a las simples relaciones sexuales, sino a un compromiso personal mucho
más profundo.
" Sobre todo en algunos salmos aparecen con mucha frecuencia estas y otras
9
Otros casos de sopor en Gen 15,12; 1 Sam 26,12; Is 29,10, etc. imágenes parecidas.
312 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR VISION BÍBLICA DL LA SEXUALIDAD 313

afectaba a la relación conyugal, no dudó un momento en referirse /•.'/ matrimonio como símbolo e imagen de la alianza
a este proyecto primero como el modelo típico que había de man-
tenerse por encima de todas las limitaciones humanas: "¿No ha- La insistencia de la Biblia en la fecundidad no disminuye, sin
béis leído aquello: Ya al principio el creador los hizo varón y embargo, la importancia del amor ni lo considera como una di-
hembra?" (Mt 19,4). Y al nombre no le queda otro remedio que mensión añadida o superílua. El sentido completo de la bisexuali-
aceptar el orden establecido por Dios. dad humana hay que seguir encontrándolo, según la línea del
(iénesis, tanto en fundar una familia como en la creación de una
comunidad de amor. Por eso, durante la época de los libros histó-
La fecundidad en la Biblia: ricos, aparecen con frecuencia una serie de parejas ideales que, en
diferentes motivaciones medio de los condicionantes sociológicos y limitaciones de aquel
tiempo, sirven como modelos concretos de amor conyugal. Su
Esta doble dimensión de la sexualidad humana ha sido des- ejemplaridad no resulta hoy tan convincente, pues se vive con
pués ampliamente acentuada por toda la Biblia, pero no de una serias lagunas como el cuncubinato, cierta libertad sexual, despre-
manera tan sintética y exacta l2. La fecundidad ha sido preocupa- cio y utilización de la mujer, etc., pero no olvidemos que por el
ción constante en el pueblo de Israel, aunque no sólo por motivos momento no eran posibles otras exigencias mayores 16.
religiosos. Dentro de la vida moral y agrícola los hijos se con- La pedagogía de Dios dará un nuevo paso con la enseñanza
vierten en seguida en una fuente de riqueza, y en aquellas épocas, de los profetas, cuya voz se alza como una denuncia impetuosa e
sobre todo, en las que la idea de la inmortalidad no estaba afir- irresistible contra tantas falsificaciones religiosas. El pueblo en-
mada claramente, el deseo oculto de ésta quería suplirse de algu- tero y sus representantes más cualificados oyen con asombro la
na manera por la superviviencia de los hijos. Pero sin excluir ésta cruzada emprendida. Hay que volver de nuevo a la interioridad
y otras motivaciones diferentes, la procreación aparece como un seria, a vivir la alianza con toda su profundidad, a no olvidar que
valor religioso fundamental. Desde la primera invitación a llenar el amor de Dios por los hombres es la explicación última de su
la tierra, como fruto de la bendición divina (Gen 1,28), la prome- existencia y comportamiento. Pero lo verdaderamente inédito
sa de una posteridad numerosa aparece vinculada, como un rega- hasta ese momento es el simbolismo que van a emplear los profe-
lo de Dios, a la fidelidad del hombre 13. tas como fondo de sus enseñanzas: el matrimonio como signo e
Ser rico en hijos es sentirse al mismo tiempo depositario de la imagen de la alianza divina.
promesa hecha a Abraham: "Mira al cielo; cuenta las estrellas si
puedes. Y añadió: así será tu descendencia" (Gen 15,5). De ahí la
dimensión religiosa de la misma genealogía: el que no ha nacido
de esta familia no pertenece al pueblo de la alianza; el que no ha /.as enseñanzas de los profetas:
llegado a ser padre ha roto la historia salvífica, que desborda de Oseas o el testimonio de una vida
una a otra generación. En este contexto la esterilidad es conside-
rada como un castigo, una vergüenza, una terrible maldición 14, y Oseas es el primero que utiliza el nuevo lenguaje para explicar
la fecundidad como un bien absoluto, algo que es necesario con- la comunidad de amor entre Yahvé y su pueblo (cap. 1-3). Sabe-
seguir de la forma y por los medios que sea, sin pararse en escrú- mos cómo los profetas, y en general los autores sagrados, se han
pulos excesivos 15. valido siempre de gestos simbólicos para expresar el mensaje di-
vino n , pero en este caso es la misma vida del profeta y su matri-
12
A. M. DUBARLE, Amor y fecundidad en la Biblia, Paulinas, Madrid 1970.
13
Cf. Ex 23,26; Dt 7,5 y 12; Lev 26,9. También M. GILBERT, •Soyez fécond et cuando un hombre ha muerto sin descendencia, uno de sus hermanos tiene que
multip/iez' (Gen 1,28), en "NouvRevTh", 106 (1974), 729-742. procurar darle un hijo a la viuda, pues "así su nombre no se borrará de Israel".
14
Y así es vivida incluso por las mujeres preferidas de los patriarcas, antes Dt 25,5.10; Gen 38,11 y 16,1-16.
16
de sentirse bendecidas por Dios: Sara con Abraham (Gen 11,30 y 16,2); Rebeca Ver las parejas ideales en P. GRELOT, O. C. (n. 4). Sobre la situación de la
con Isaac (Gen 25,21); Lia y Raquel con Jacob (Gen 29,31 y 30,1); Ana, la ma- familia y del matrimonio en aquellos tiempos, R. DE VAUX. Instituciones del Anti-
dre de Samuel (1 Sam 1,5-8); la misma Isabel en el Evangelio (Le 1,7). Ver tam- guo Testamento^ Herder, Barcelona 1964, 49-76.
17
bién Is 4,1 y 47; Jer 18,21; Os 9,12. Absalón hace un monumento con su nom- La mentalidad semítica captaba perfectamente el valor de los símbolos,
bre, "pues se había dicho: no tengo hijo para perpetuar mi nombre" (2 Sam que son utilizados con frecuencia por los libros sagrados: 1 Re 11,29.39 y 22,10-
18,18). 12; 2 Re 13,14-19; Me 11,12-14; Heb 21,10-13. Cf. P. DIEL, Le symbolisme dans la
15
Tamar, por ejemplo, llega a prostituirse para obtener descendencia a su Bible, Payot, Paris 1975. J. FRANCOIS, De la Genése á l'Apocalypse. Le langage
marido difunto. Gen 38,15. La misma ley del levirato buscaba esta finalidad: méthaphysique et symbolique de la Bible, Table Ronde. Paris 1976.
314 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y LL AMOR
315
VISION BÍBLICA DL LA SEXUALIDAD
nionio, en concreto, los que se convierten en símbolos de la ver- idolatría, los excesos sexuales ligados al culto de los dioses que-
dad que predica. Oseas es invitado por Dios a tomar como dan estigmatizados en la alegoría de la unión conyugal. Hay un
esposa a Gomer, una prostituta entregada a los cultos de fecundi- primer momento de nostalgia: "Recuerdo tu cariño de joven, tu
dad cananeos. Después de algún tiempo, ésta lo abandona para amor de novia, cuando me seguías por el desierto, por tierras
caer de nuevo en el adulterio, dándose a otros amantes. Según las yermas" (2,2); pero la vida ulterior ha cambiado por completo el
leyes vigentes en aquella época (Dt 24,1; Lev 21,7), una mujer en panorama de esperanzas e ilusiones: "Igual que una mujer trai-
estas condiciones no podrá volver a su primer marido, pero él, sin ciona a su marido, así me traicionó Israel" (3,20). La imagen del
embargo, por obedecer a la palabra de Dios, prescinde de la ley y adulterio se hace familiar en sus afirmaciones y una vez más se
vuelve junto a ella, a quien recibe y perdona con un cariño impre- alude a la prohibición legal de un segundo matrimonio en estas
sionante. "Vete otra vez, ama a una mujer amante de otro y adúl- condiciones: "Si un hombre repudia a su mujer, ella se separa
tera, como ama el Señor a los israelitas, a pesar de que siguen a y se casa con otro, ¿volverá él a ella?, ¿no está esa mujer infama-
dioses extranjeros" (3,1). da? Pues tú has fornicado con muchos amantes, ¿podrás volver a
El mensaje testimoniado con su vida no puede ser más explíci- mí?" (3,1).
to. Oseas ha amado, ama todavía, olvida y perdona a una mujer Sin embargo, a pesar de todas las amenazas, el profeta termi-
que no ha respondido a su amor. El pueblo de Israel ha caído na señalando la fidelidad infinita de un amor que no acaba ni se
también en la prostitución y en la infidelidad: "El país está pros- consume: "Con amor eterno te amé, por eso prolongué mi leal-
tituido y alejado del Señor" (1,2). Esta apostasía se manifiesta tad; te reconstruiré y quedarás construida, capital de Israel"
sobre todo en los múltiples ritos paganos, que habían contamina- (31,3-4).
do la práctica del verdadero yahvismo. Israel ha tomado la inicia- Más allá todavía se vislumbra a lo lejos la nueva v definitiva
tiva del divorcio, por eso los hijos del profeta reciben nombres alianza, que constituye la cumbre espiritual del mensaje de Jere-
que denotan una creciente severidad de Dios. Al último se le lla- mías: "Meteré tu ley en su pecho, la escribiré en su corazón, yo
ma 'no-pueblo-mío', porque vosotros no sois mi pueblo y yo no seré su Dios y ellos serán mi pueblo" (31,33). La vivencia del
estoy con vosotros" (1,8). Yahvé se siente abandonado una vez amor conyugal implica una perspectiva de fidelidad, dentro de los
más, después de haber establecido una alianza de amor en el Si- límites reconocidos del derecho vigente, y por ello puede servir
naí. Ninguna palabra mejor para expresar este hecho que el tér- como un símbolo apto para intuir el significado de la alianza de
mino adulterio, pues se trata de una auténtica infidelidad, y nin- gracia; pero Dios rompería incluso estas mismas limitaciones jurí-
gún otro símbolo más expresivo e hiriente que el propio matri- dicas para descubrir la eternidad del amor que ha prometido en
monio de Oseas para proclamar el cariño de Dios: así también su matrimonio con los hombres.
Dios ama a su pueblo. Un matrimonio concreto ha servido de
vehículo para el conocimiento de una verdad revelada; a través de
una experiencia tan dramática y llamativa, una realidad se nos ha
hecho mucho más comprensible. El testimonio de una vida con- La alegoría de Ezequiel y los cantos de Isaías
yugal es la acción profética en la que se encarna un mensaje con
El profeta Ezequiel, en una larga alegoría, reproduce toda la
más fuerza que la sola palabra 18.
historia de Israel con un relieve singular. El capítulo XVI es de
una ternura impresionante. Jerusalén aparece como una niña re-
La imagen del adulterio en Jeremías cién nacida, desnuda y abandonada en pleno campo, cubierta por
su propia sangre, sin nadie que le lleve los cuidados y el cariño
El libro de Jeremías emplea también de manera constante el necesarios. Dios pasa junto a ella, la recoge, la guarda y la cuida
símbolo del matrimonio. El pecado de Israel, su infidelidad, su hasta llegar a enamorarse: "Te comprometí con juramento, hice
alianza contigo... y fuiste mía" (16,8). La descripción es ampliada
,s
P. GRELOT, Oseas, profeta del amor conyugal, en "SelecTeol", 5 (1976), 76- con los múltiples y valiosos regalos, que le otorgan el esplendor y
78. M. ADINOLFI. Appunti sul simbolismo in Osea e Geremia, en "EuntDoc", 25 la majestad de una reina. La unión parece afirmada aún más por
(1972), 126-178. J. MKJÍA. Amor, pecado, alianza. Una lectura del profeta Oseas,
UCA, Buenos Aires 1977. L. LÓPEZ DE LAS HERAS, El mensaje del profeta Oseas, el nacimiento de hijos e hijas (16,20). Una infidelidad así revestiría
en "Studium", 20 (1980), 3-36. Véanse también los comentarios a éste y a otros el carácter de un crimen, imperdonable, pero la tragedia entra de
profetas en G. VON RAD, O. C. (n. 6), II, Teología de las tradiciones proféticas en nuevo en escena, ahora con un dramatismo especial.
Israel. E. SCHILLEBEECKX, El matrimonio: realidad terrestre y misterio de salvación,
Sigúeme, Salamanca 1968. El pago vuelve a ser la prostitución, pero efectuada de una
manera constante: "En las encrucijadas instalabas tus puestos y
316 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR VISION BÍBLICA DE LA SEXUALIDAD 317

envilecías tu hermosura; abriéndote de piernas al primero que con sus progresos y crisis, con sus gozos y tinieblas, fue el reflejo
pasaba, continuamente te prostituías" (16,26); olvidó por comple- de una intimidad profundamente misteriosa. El corazón de Dios
to su historia pasada: "Con todas tus abominables fornicaciones, se nos hace de esta manera mucho más comprensible.
no te acordaste de tu niñez, cuando estabas desnuda y en cueros, Al proclamar este mensaje de salvación, los profetas nos han
chapoteando en tu propia sangre" (16,22); y el motivo de su peca- hecho también una teología del matrimonio y han acentuado con
do era precisamente "para irritarme" (16,26). Es más, en lugar de una fuerza extraordinaria, aunque sin buscarlo de manera direc-
recibir el precio de su comportamiento, ella misma ofrece los re- ta, cuál debe ser el significado de la entrega conyugal. Es más, el
galos y joyas de su matrimonio para atraer a los amantes: "A las vínculo del matrimonio es tan consistente que el término emplea-
prostitutas les hacen regalos; tú, en cambio, diste tus regalos de do para designarlo —berith— es el mismo que se utiliza para
boda a tus amantes; los sobornabas para que acudieran de todas nombrar la alianza de Dios con los hombres. No se puede pensar
partes a fornicar contigo. Tú hacías lo contrario que las otras ([lie la dimensión unitiva no haya estado presente en la palabra de
hembras: a ti nadie te solicitaba, eras tú la que pagabas y a ti no Dios.
te pagaban y obrabas al revés" (16,33-34). Pero la perspectiva Esta comunidad de amor no se refiere sólo a su aspecto más
queda de nuevo abierta al arrepentimiento y al perdón: "Yo me espiritual, sino que abarca también la relación sexual más íntima.
acordaré de la alianza que hice contigo cuando eras moza y haré Sabemos cómo el verbo utilizado por la Biblia para expresar la
contigo una alianza eterna" (16,60)". donación corporal es "conocer", y Dios se queja constantemente,
Los cantos de Isaías reproducen las líneas apuntadas: la rup- sobre todo a través de Oseas, de que su pueblo no ha llegado a
tura con Sión no será definitiva y el retorno al hogar de la esposa conocerlo de verdad2(). La cercanía que él esperaba, como res-
abandonada se realizará más adelante: "Como a mujer abando- puesta a su entrega, no se ha conseguido nunca con plenitud. Hay
nada y abatida te vuelve a llamar el Señor; como a esposa de una falta de intimidad y conocimiento por parte del hombre, que
juventud, repudiada —dice tu Dios—. Por un instante te abando- se echa de menos en el marco de la mutua amistad. "Conocer un
né, pero con un gran cariño te reuniré" (54,6-7). Serán tiempos de hombre a su mujer" nos evoca, por tanto, este hondo sentido de
amor permanente: "No se retirará de ti mi misericordia ni mi la intimidad, de la entrega profunda en todos los órdenes, de la
alianza de paz vacilará" (54,10). El resultado de este matrimonio revelación progresiva y recíproca hasta formar una sola carne,
restablecido es impresionante. La esposa de Yahvé no será sólo el una sola vida, como una sola persona. Malaquías ha sintetizado
pueblo, sino la humanidad entera transformada por la gracia lo que hemos visto hasta ahora, al hablar contra el divorcio con
(54,1-3). En el fondo late la idea de una Jerusalén escatológica, estas palabras: "Porque el Señor dirime tu causa con la mujer de
que san Pablo aplica a la Iglesia del cielo (Gal 4,27). tu juventud, a la que fuiste infiel aunque era compañera tuya,
esposa de alianza. Uno solo los ha hecho de carne y espíritu, ese
uno busca descendencia divina; controlaos para no ser infieles a
El simbolismo pro/ético: la esposa de vuestra juventud" (Mal 2,14-15).
significado de la entrega conyugal

Lo importante de todo este lenguaje profético para nosotros 1.a literatura sapiencial:
reside en su presupuesto de base. Si los profetas se han valido del principales características
matrimonio para que el hombre vislumbre cómo son sus propias
relaciones con Dios, a nivel personal y colectivo, es necesario que Toda la literatura sapiencial nos enseña el lado profundamen-
el amor conyugal sea capaz de descubrir este misterio de alianza. te humano del amor y de la sexualidad. La mayor parte de estas
La vinculación de dos personas reviste así un carácter de comu- obras surgieron de la comunidad judía de Alejandría y en contac-
nión extraordinario o, al menos, es posible que adquiera esta den- to con la civilización griega, de mentalidad bastante diferente. La
sidad significativa. Como gesto y experiencia humana tiene que experiencia del exilio produjo cambios sociológicos que afectaron
estar llena de este valor trascendente y amoroso: ser un signo e a la vida moral, familiar y religiosa del pueblo. De ahí que el
imagen de la amistad y el cariño divino. La historia de un amor conjunto de sus enseñanzas tenga matices diferentes a los de las
otras épocas.
Un primer aspecto revelador. La fecundidad no aparece más
" La historia simbólica de Israel, expresada en este capítulo, se renueva en el
23 por medio de un paralelismo entre Jerusalén y Samaría. En el fondo, late la
costumbre existente de tener una mujer legitima y otra concubina. E. SCHILLEBEECKX. O. C. (n. 18), 82-83.
318
PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR l.A VIDA Y Ll. AMOR VISIÓN BÍBLICA DE; I.A S K X U A L I D A D 319
a b s o l u t o n i la
fim ° " " " esterilidad, por tanto, es considerada apremiante y decisiva. El texto contiene abundantes alusiones a
v h P i >C ° í ^ m ° m a l d i c i ó n - Desaparece en gran parte la poligamia toda la literatura bíblica y, por ello, se ha interpretado con mu-
Don ^ > , ' e v ' r a t o n o l ' e n e vigencia. La virilidad no hay que cha frecuencia, a la luz de la revelación, con un sentido alegóri-
P er a en el hecho de tener hijos, sino en otras actitudes éticas co 23 . El Dios vivo del Sinaí se comprometió un día con su esposa
mas importantes. Una fecundidad puramente biológica no tiene para darle su vida y su amistad, y este diálogo seguirá caminan-
sentido sin el temor del Señor 2 '. do, a través de los siglos, hasta el momento de la gracia final, del
-n segundo lugar, se acentúa la grandeza del amor conyugal y amor definitivo. Una vez más nos encontramos con el símbolo
e
, *e l^ve <iue toma la mujer como ayuda y compañera. Hay, no clásico de la alegoría nupcial para describir las relaciones entre el
cabe duda, una tonalidad mucho más cercana al segundo relato Señor y su pueblo. La literatura cristiana ha visto también aquí
el Génesis. Con las citas abundantes de estos autores podría un modelo de la unión mística entre Cristo y el alma" 2 4 .
acerse una espléndida descripción de lo que significa la mujer en Finalmente, en el libro de Tobías el aspecto unitivo de la se-
a vida del hombre: "Quien encuentra mujer encuentra un bien, xualidad se explícita con plena evidencia. Es más, las variantes en
alcanza favor del Señor" (Prov 18,22). "Vale mucho más que las algunos de sus capítulos manifiestan una doble tendencia signifi-
perlas (Prov 31,10), pues "tomar mujer es el mejor negocio" cativa, acentuándose en una la importancia de la procreación,
(Eclo 36,24). Por ello, "dichoso el marido de una mujer buena... mientras que en la otra —la versión original y más auténtica— se
sea rico o pobre estará contento y tendrá cara alegre con toda subraya la primacía del amor. San Jerónimo en su Vulgata recoge
razón (Eclo 26,1-4). Los elogios que recibe en el canto último de
la primera orientación, más de acuerdo con la línea fundamental
los Probervios alcanzan una altura y belleza excepcional (31,10
y ss.). La función femenina es algo más que la sola maternidad. del Pentateuco. La muerte de los siete maridos que hasta el mo-
El porqué de tales alabanzas no tiene otra explicación que el cari- mento había tenido Sara se debía a la realización del acto conyu-
ño presente en el centro del hogar. gal en busca del placer y sin motivo procreador (Vul. Tob 6,17-
22). El consejo del ángel para evitar la muerte del propio Tobías
era no ceder, por tanto, a los impulsos de la carne y mantener,
Un evangelio del amor: durante las tres noches posteriores a la boda, una abstinencia
el Cantar de los Cantares sexual, para unirse después con la finalidad de traer hijos y conti-
nuar la raza de Abraham. La insistencia en la fecundidad es ma-
Y es que en esta corriente hay un influjo escondido de aquella nifiesta. Tobías se acercará a su mujer, cumplido el plazo, por
otra que nació con anterioridad en el Cantar de los Cantares, una amor de la sola posteridad, en la que el nombre de Dios sea
auténtica antología de coplas, llenas de encanto y poesía, "un bendito por los siglos25. Sin embargo, el texto original prescinde
evangelio del amor erótico y de la sexualidad" 22 . La visión del
amor queda enaltecida hasta límites que resultaron desconcertan- 25
Para las diferentes interpretaciones L. KRINETZKI, Notas introductorias a la
tes para muchas mentalidades. No era explicable que el Espíritu c\égesis del Cantar de los Cantares, en "SelecTeol", 5 (1966), 98-92. M.-L. RAMLOT,
pudiera comunicar su mensaje a través de las expresiones usadas /./ Cantar de los Cantares, "una llama de Yahvé", en "SelecTeol", 5 (1966), 82-
entre dos amantes ardientemente enamorados. Cualquiera de sus 88. E. ASENSIO en AA. VV., Sagrada Escritura. Texto y comentario, IV, Edica,
Madrid 1969, 587-591. Antiguo Testamento, R. TOURNAY,£/ Cantar de los Canta-
estrofas rebosa esta atmósfera a primera vista profana. Lo que res. Texto y comentario, Eapsa, Madrid 1970.
aquí aparece es un amor cargado de emociones y afectos, enraiza- 24
Múltiples testimonios en P. PÁRENTE, The Canticle of Canticles in Mystical
dos en la belleza física de la persona amada. Sin embargo, el que Thcology, en "CathBiblQuart", 6 (1944), 142-158. J. DE MOLEON, Le cantique des
este libro forme parte integrante de la Biblia es suficiente para Cantiques. Commentaires mystiques d'aprés les Peres de l'Eglise, Nouvelles Edi-
que no provoque recelos. lions Latines, Paris 1969.
" He aquí el texto de la Vulgata: "Al mismo tiempo, Tobías exhortó a la
Ya hemos visto cómo Dios se ha dirigido a los hombres con doncella y le dijo: Levántate, Sara, y hagamos oración a Dios hoy y mañana y
un lenguaje de amor y es aquí donde su palabra se hace más después de mañana, porque estas tres noches las pasaremos unidos con Dios y,
pasada la tercera noche, haremos vida matrimonial, pues nosotros somos hijos
21 de santos y no podemos juntarnos a manera de los gentiles, que no conocen a
Ci., por ejemplo, Sab 3,13-14; Eclo 16,1-3. Dios. Levantándose ambos, oraban juntos con mucho fervor, para que se digna-
22
E. SCHILLEBEECKX, o. c. (n. 18), 73. J. B. WITF:, A Study of the Language
se Dios conservarlos sanos. Y dijo Tobías: ¡Señor, Dios de nuestros padres, ben-
of Love in the Song of Songs and Ancien Egyptian Poelry, Scholard Pres, Misson-
dígante los cielos y la tierra y el mar y las fuentes y los ríos y todas las criaturas
la 1978. D. LYS. Le cantique des canriques. Pour une sexualité non ambigüe. en
"LetVie", n. 144 (1979), 39-53. R. E. MURPHY, Un modelo bíblico de intimidad que hay en ellos! Tú formaste a Adán del lodo de la tierra y le diste a Eva como
humana: "El Cantar de los Cantares", en "Concilium", n. 141 (1979), 95-102. ayuda. Ahora tú sabes, Señor, que tomo a mi hermana como esposa no movido
por la lujuria, sino por el solo deseo de tener hijos que bendigan tu nombre por
los siglos de los siglos" (8,4-9).
320 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y LL AMOR
VISION BÍBLICA Di: LA SLX1IA1.IDAD 321
de todas esas consideraciones para mantener solamente la bella
plegaria de Tobías en su misma noche de bodas. La alusión al partícipes de las gracias y bendiciones (2,27); la ruptura operada
Génesis se limita al recuerdo de Eva como ayuda y compañera: exige que la palabra de Dios se dirija a cada uno por separado
para escuchar su propia condena (3,6-17). La dialéctica del sufri-
"Bendito eres, Dios de nuestros padres, y bendito tu miento, como estructura radical del hombre en sus tareas más
nombre por los siglos de los siglos. Que te bendigan el cielo específicas —maternidad y trabajo (Gen 1,16-19)—, sustituye al
y todas tus creaturas por los siglos. Tú creaste a Adán, y gozo anunciado de la fecundidad y del dominio sobre la tierra
como ayuda y apoyo creaste a su mujer, Eva: de los dos (2,28). Y es que la pareja, modelo de unidad y compenetración, y
nació la raza humana. Tú dijiste: no está bien que el hom- símbolo de la raza humana sexuada, ha quedado rota en su base.
bre esté solo, voy a hacerle alguien como él que le ayude. Si El egoísmo instalado desde entonces, en lo más profundo del ser
yo me caso con esta prima mía, no busco satisfacer mi pa- humano, hace ya difícil la actitud de apertura y entrega, la di-
sión, sino que procedo lealmente. Dígnate apiadarte de ella mensión personal, extática, en tensión amorosa hacia el otro. La
y de mí, y haznos llegar juntos a la vejez" (8,5-8). razón fundamental de que el sexo no se viva con un gesto de
inocencia ahonda sus raíces en esta primera experiencia trágica y
dolorosa. No es extraño que la sexualidad adquiera, entonces,
Explicación de una realidad: una tonalidad sombría, y se convierta casi en algo impuro y
la tragedia del pecado malvado.

La Biblia, por otra parte, no cierra los ojos a la trágica reali-


dad del hombre en este terreno. Frente al mundo luminoso de la Orientaciones generales del Nuevo Testamento
creación se alzan las sombras de la sexualidad corrompida. Los
múltiples desórdenes que destrozan esta orientación humana y Frente a esa situación, la esperanza iluminada que se intuye
religiosa son condenados repetidas veces de una forma concreta. en la interpretación mesiánica del protoevangelio va a convertir-
El capítulo III del Génesis nos explica también la etiología de se en una gozosa realidad con la venida de Cristo. La recreación
estos hechos lamentables. El pecado ha dejado sentir sus resonan- de lo que estaba perdido será un nuevo comienzo en la historia
cias en la sexualidad, rompiendo la bondad y armonía de su crea- del hombre. Es verdad que en los Evangelios la preocupación
ción. La concupiscencia y el deseo sexual se vivirán, desde ese fundamental se refiere a otros problemas mucho más básicos,
momento, como una tara de nuestra naturaleza caída. La anar- pero los datos que nos aportan vienen a coincidir en su conjunto
quía del instinto tiene su origen en aquella experiencia cismática con los que ya hemos visto en el AT.
del paraíso, que provocó en la primera pareja un sentimiento de
El simbolismo nupcial, aplicado esta vez a la alianza de Cristo
culpabilidad. El relato de la caída va inserto muy significativa-
mente entre dos afirmaciones paralelas, pero contradictorias. La con su Iglesia, continúa en la revelación neotestamentaria. Basta-
primera cierra el anuncio gozoso de la comunidad nueva y gran- ría recordar las numerosas veces que el reino de Dios se nos des-
diosa que acaba de surgir en el matrimonio: "Los dos estaban cribe bajo la alegoría de las bodas o como el banquete que hace el
desnudos, el hombre y su mujer, pero no sentían vergüenza" rey por el matrimonio de su hijo 26 . "Esta idea está de tal manera
(2,25). La segunda expresión, colocada inmediatamente después indicada en la literatura neotestamentaria, que el término gamos
de la caída, indica el cambio que viene a operarse: "Se les abrie- no designa directamente el matrimonio humano, sino más bien
ron los ojos a los dos, y descubrieron que estaban desnudos" las bodas escatológicas de Cristo y de los rescatados" 27 .
(3,7). En esta atmósfera conyugal, la clásica imagen de san Pablo
(Ef 5,25-33) no resulta extraña ni sorprendente. Cuando quiso
El diálogo mantenido con Yahvé está lleno de matices con expresar el misterio de la revelación divina, la nueva alianza sella-
una enorme riqueza psicológica, los cuales señalan el ambiente de da con la sangre de Jesús no tuvo otro símbolo más explícito que
cisma y de separación. La pareja en la que Dios había soñado la misma amistad matrimonial. En el texto del Génesis (2,24) des-
estaba construida sobre una solidaridad perfecta. El hombre ha- cubre una prefiguración profética de la unión de Cristo con su
bía acogido a la mujer con un grito de alegría incontenible (Gen Iglesia, una verdad largo tiempo oculta y misteriosa, pero que
2 23), pero ahora la culpa está "en la mujer que me diste por
compañera" (Gen 3,22). Ya no es posible referirse a los dos, 26
como al hombre en singular del relato primero, para hacerlos Mt 8,11; 9,15; 22,2-14; 25,1-12; Le 5,34-35; 12,35-36; 14,16-24; Jn 3,29;
2 Cor 11,2-3.
" E. SCUILLHBKKCKX, o. c. (n. 18), 115-116.
V2 VRAMS CRISTI ANA-OPCIÓN POR I A VIDA Y 11 AMOR
VISIÓN BÍBLICA DI: I.A si XUAI IDAD 32.1
ahora so nos hace más comprensible y patente por esta experiencia
del cariño conyugal. Aquí también, como en el pasaje de san Ma- Por razón del bautismo el hombre entero, hasta en sus estruc-
teo sobre el matrimonio (19,4-6), la referencia al ideal primero de turas corporales, ha sido transformado por la presencia salvadora
' la creación aparece claramente explicitada y la línea profética, de Cristo. El cuerpo participa también de este destino, que le
que habíamos visto con anterioridad, es llevada hasta sus últimas lleva a convertirse en una realidad sagrada, propiedad exclusiva
consecuencias: "Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo de Dios, a cuyo dominio ha sido transferido. Camina desde ahora
amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella" (Ef 5,25). Si impregnado por la fuerza pneumática, que ha resucitado el cuer-
Cristo, impulsado por su amor, ha hecho lo indecible por llenar a po de Jesús 29. De ahí la urgencia de glorificar a Dios en el propio
su esposa de gracia y santidad, de igual manera la entrega del cuerpo; pero esa glorificación no es posible mientras la unión
hombre a la mujer tiene que estar transida por el mismo cariño. sexual no manifieste la plenitud y totalidad de su significado.
La unidad entre ambos se hace tan profunda que desaparece toda La entrega corporal, en efecto, no es un gesto periférico e
posibilidad de ruptura y división, pues "el que ama a su mujer a insignificante, sino que expresa, desde un punto de vista antropo-
sí mismo se ama" (Ef 5,28). A más ya no es posible aspirar. lógico, un mensaje profundo. No se reduce a una simple necesi-
dad biológica, como "la comida es para el estómago" (1 Cor
6,13), sino que la donación del cuerpo, como símbolo del hombre
Carácter sagrado y personalista de la relación sexual entero, supone la ofrenda de toda la persona, que no se realiza en
la unión con una prostituta.
La presencia de ciertos gnósticos libertinos, para los que cual- Con esta dimensión simbólica y religiosa, la vida sexual no se
quier actividad sexual no llega a manchar el espíritu —el único concibe nunca como pecaminosa. La tentación de la continencia
heredero del reino—, provoca en san Pablo una exposición reli- no era una ilusión lejana entre la comunidad de Corinto. Bajo la
giosa que demuestra, al mismo tiempo, el carácter profundamen- influencia del espiritualismo griego, para el que las realidades
te humano y personalista de la relación sexual. Preocupado por- corpóreas son malas por su naturaleza e imposibilitan la vida del
que los neófitos convertidos no vivan como los paganos, su espíritu, se predicaba una abstención matrimonial: "Está bien
enseñanza se apoya en una exigencia bautismal y en una reflexión que uno no se case" (1 Cor 7,1). Los consejos del apóstol mues-
antropológica: trají un equilibrio realista extraordinario. Un comportamiento
como éste supondría el desconocimiento de los deberes mutuos
"Pero el cuerpo no es para la lujuria, sino para el Señor. entre los esposos, pues por la entrega matrimonial se pertenecen
Y el Señor para el cuerpo, pues Dios, que resucitó al Señor, el uno al otro: "La mujer ya no es dueña de su cuerpo, lo es el
nos resucitará también con su poder. ¿Se os ha olvidado hombre; ni tampoco el hombre es dueño de su cuerpo, lo es la
que sois miembros de Cristo? Y ¿voy a quitarle un miembro mujer" (7,4). La continencia, aunque sea un ideal del que hablará
a Cristo para hacerlo miembro de una prostituta? ¡Ni pen- a continuación, puede darse también en el matrimonio, pero de
sarlo! ¿No sabéis que unirse a una prostituta es hacer un una forma temporal y pasajera para fomentar la vida de oración.
cuerpo con ella?; lo dice la Escritura: 'Serán los dos un solo Lo contrario sería imprudencia y un posible engaño, ya que
ser'. En cambio, estar unidos al Señor es ser un espíritu con "cada uno tiene el don particular que Dios le ha dado" (7,7). Por
él. Huid de la lujuria; cualquier perjuicio que uno cause ello, "siga cada uno en el estado en que Dios lo llamó" (7,20)30.
queda fuera de uno mismo; en cambio, el lujurioso perjudi-
ca a su propio cuerpo. Sabéis muy bien que vuestro cuerpo La conducta de los cristianos no debió siempre responder a
es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros porque ese ideal de la castidad. También en el NT se hallan innumerables
Dios os lo ha dado. No os pertenecéis, os han comprado testimonios de los desórdenes que en este terreno se producían.
pagando; pues glorificad a Dios con vuestro cuerpo" La inmoralidad era un hecho manifiesto, sobre todo en las gran-
(1 Cor 6,12-19)28.
•"' "Toda la moral sexual enseñada por el apóstol está fundada en la idea
28 del cuerpo de Cristo" (O. CULLMAN, Des sources de l'évangile a la formation de la
"Cuando trata de cuestiones sexuales, el Nuevo Testamento no cita nunca
théologie chrétienne, Delachaux et Niestlé, Neuchátel 1969, 94).
el texto del Génesis de la tradición P., que pone de relieve la dimensión procrea-
dora de la sexualidad... Es claro que en el tiempo del Nuevo Testamento no se "' Para un estudio más profundo de este tema, me remito a F. LAGE. La en-
concibe vida conyugal concreta sin la perspectiva de los hijos, pero no es menos señanza de san Pablo sobre el matrimonio, en "Pentecostés", 13 (1975), 153-172
claro que los textos neotestamentarios ponen el acento sobre otra dimensión del (con la bibliografía ahí citada). Con posterioridad R. PUIGDOLLHRS. Notas para
sentido de la sexualidad que la eficacia procreadora" [M. DUMAIS. a. c. (n. 1), una interpretación de l Cor 7, en "RevCatTeol", 3 (1978), 245-260. J. M. C AMBIER.
67, nota 37]. Itoctrine paulinienne du mariage chrétien. Elude critique de 1 Cor 7 et d'Ep 5,21-
}J el essai de leur traduction actue/le, en "EetTh", 10 (1979), 13-59.
VISION BÍBLICA DE LA SEXUALIDAD 325
324 PRAXIS CRISTI ANA -OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
es la expresión empleada para señalar la situación pecadora de
des ciudades, donde el relajamiento llevaba a una creciente dege- cualquier actividad humana, incluso aquellas que designamos
neración, y las exhortaciones a huir de los vicios de la impureza como estrictamente espirituales. En la carne se fundamentan tam-
se repetían de manera frecuente. Por ello es posible enumerar un bién los pecados de "idolatría, hechicería, odios, discordias, ce-
catálogo amplio de comportamientos explícitamente condena- los, envidias, rencillas, disensiones, divisiones, homicidios" (Gal
dos 31 . 5,20-21), que no están vinculados para nada con el cuerpo huma-
no. Los deseos corporales no son contrarios a los del alma, sino
que el hombre completo, en su doble dimensión, es el que se
Un antagonismo en el hombre: revela contra la llamada e invitación de Dios. Por lo mismo, el
la carne y el espíritu espíritu no equivale a la parte espiritual, como contrapuesta a la
materia, sino que significa la posibilidad ofrecida al hombre de
La raíz de esta situación la volvemos a encontrar en el hecho vivir, en cuerpo y alma, su nueva apertura al Señor. De esta ma-
del pecado. El hombre vive una lucha a muerte entre la carne y el nera la siembra del espíritu transforma nuestra propia corporali-
espíritu como consecuencia de su desarmonía original. Esta opo- dad en un lugar privilegiado de gracia (1 Cor 15,44).
sición es tema bien repetido en las cartas paulinas y explica el
Cuando san Pablo habla de este dualismo entre carne y espíri-
fenómeno de no poder hacer aquello que quisiéramos: "Quiero
tu no hace, por tanto, una reflexión filosófica sobre los compues-
decir: proceded guiados por el espíritu y nunca cederéis a deseos
tos del ser humano, sino una teología de la doble posibilidad
rastreros. Mirad, los objetivos de los bajos instintos son opuestos
existente en su enfrentamiento con Dios: "Los que viven sujetos a
al espíritu y los del espíritu a los bajos instintos, porque los dos
los bajos instintos son incapaces de agradar a Dios. Vosotros, en
están en conflicto. Resultado: que no podéis hacer lo que quisie-
cambio, no estáis sujetos a los bajos instintos, ya que el Espíritu
rais" (Gal 5,16-17).
de Dios habita en vosotros" (Rom 8,9).
Para la exégesis de este y de otros textos parecidos hay que
Esto supone, por una parte, admitir la posibilidad de que,
superar la mentalidad propia del dualismo griego, ajena por com-
tanto en nuestras funciones corporales como espirituales, el des-
pleto a la concepción cristiana más auténtica. La explicación tan
orden y el pecado se hagan presentes, pero, por otra, la recrea-
frecuente de que el alma es la sede de las virtudes y el cuerpo
ción operada'por Cristo manifiesta la esperanza de un rescate
aparece como el receptáculo de todos los vicios, no representa de
para nuestra corporalidad ya redimida. Si vivimos en un mundo
ninguna manera la oposición bíblica de la carne y del espíritu 32 .
de pecado, las amenazas y los riesgos consiguientes son idénticos
La simple lectura de otros pasajes paulinos nos orienta hacia para ambas actividades. La necesidad de estar alerta se impone
otra interpretación ". Según ella, el hombre entero puede encon- en cualquier tipo de conducta, se encuentre o no relacionado de
trarse bajo la esfera de la carne o del espíritu, pero teniendo en forma directa con la dimensión material, y si creemos que Jesús
cuenta que la carne no aparece en este lenguaje como sinónimo nos ha liberado, el cuerpo no queda excluido tampoco de esta
de cuerpo, sino que significa, al menos en estos textos concretos, salvación.
un estilo de vida ajeno al mundo de la gracia. Vivir según la carne

31
Cf. los estudios de H. HUMBERT, A. RODENAS y M. DUMAIS citados en I.a glorificación del cuerpo en el mensaje cristiano
n. 1.
32
El siguiente texto de Lactancio expresa esta ideología, frecuente dentro del
pensamiento cristiano: "Así pues, según ya lo hemos dicho, lo mismo que (el En la carta a los romanos, san Pablo nos vuelve a dar una
hombre) está compuesto de dos elementos, de un alma y de un cuerpo, así en perspectiva luminosa, al mencionar el destino interno del cosmos
una están contenidas las virtudes y en otro los vicios, y mutuamente se pelean. y del estado actual de su redención. Lo que se afirma del universo
Porque los bienes del alma, que consisten en la dominación de los deseos, se puede aplicarse con la misma fuerza al ámbito de la sexualidad.
oponen al cuerpo, y los bienes del cuerpo, que consisten en toda suerte de place-
res, son los enemigos del alma. Mas cuando las fuerzas del alma, al combatir los Allí aparece el mundo sujeto a la vanidad, a la nada, como conse-
deseos, logran reprimirlos, se hace verdaderamente semejante a Dios" (De ira cuencia de su situación pecadora (Rom 8,20). La decisión interna,
Dei, 9,1). Otros textos en la misma línea en F. LEIST, Amour, sexe et mariage, espiritual, por la que el hombre ha querido alejarse de Dios, rom-
Paulines, Québec 1970, 25-44. pió la armonía de las cosas y en ellas, como en un espejo, resplan-
33
B. MARIANI, Corpo-anima-spirito in S. Pao/o, en "EuntDoc", 14 (1961), dece el desorden íntimo introducido por el pecado. Ahora cual-
304-318. J. A. T. ROBINSON, El cuerpo. Estudio de teología paulina, Ariel, Barcelo-
na 1968. J. MURPHY O'CONNOR. L'existence chrétienne selon saint Paul, Du Cerf, quier realidad humana se convierte en una fuerza destructora,
Paris 1974. M. LEKO. a. c. (n. 1). F. LACE, La imagen bíblica del cuerpo, en "Com- que puede llevarnos hacia el vacío y la más completa soledad.
munio", 2 (1980), 541-552.
326 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR l.A VIDA Y 11 AMOR VISION B Í B L I C A D\:. l.A SI A I IAI.1I1AD 327
Como el dinero, la inteligencia, el prestigio, también la sexuali- definitiva de Dios. El cuerpo es el lugar destinado para construir
dad y el cuerpo aparecen como posibles aliados de la seducción. nuestra eternidad, lo mismo que no es posible otra salvación que la
Que el mundo es vano, caduco y sin consistencia no significa de esta tierra redimida por Jesús y transformada dolorosamente en
nada más que la ambigüedad dolorosa en la que se halla coloca- un espacio de gracia.
do: ser un lugar de condena o de salvación. De ahí que sin caer Como resumen de todo lo dicho podríamos afirmar que la
en un pesimismo exagerado, tampoco hay motivo para una exce- revelación, en su conjunto, confirma los mismos datos que había-
siva ilusión. La posibilidad de resbalar hacia esa zona oscura del mos encontrado en la reflexión humana sobre el sexo: su doble
pecado pesa sobre nosotros —sobre nuestra alma y sobre nuestro dimensión unitiva y procreadora y la ambigüedad en él presente a
cuerpo— como una amenaza permanente. causa del pecado. Precisamente por esta situación y para conse-
San Pablo no olvida, sin embargo, añadir que si la creación guir estos objetivos la ética se nos revela como una exigencia
está sometida a la esclavitud, encierra también una esperanza de imprescindible.
que "se verá liberada" (8,21). Las imágenes empleadas para com-
prender esta actitud de cara al futuro no pueden ser más signifi-
cativas. "La humanidad otea impaciente" (8,19), con un dolor
ilusionado como la mujer que sufre cuando va a dar a luz (8,22),
con un anhelo interior por "el rescate de nuestro ser" (8,23). El
amor de Dios penetra por su encarnación hasta en las raíces de
nuestra corporalidad, y encarnación significa que el cuerpo hu-
mano ha de ser elevado hasta una comunión con Dios. Cuando
san Pablo dice que los cuerpos son miembros de Cristo (1 Cor
6,5), no es ninguna consideración piadosa o una afirmación exa-
gerada. La naturaleza humana de Cristo ha sido constituida
como cabeza del universo, y esto supone que el mundo entero, de
una forma misteriosa que no nos ha sido revelada, queda someti-
do al influjo y presencia de Jesús. El término bíblico utilizado
—anakephalaiosis— indica claramente esta incorporación bajo la
cabeza.
Los milagros no son, entonces, un mero signo del poder, sino
un descubrimiento de las nuevas posibilidades que encierra la na-
turaleza en manos del Salvador. Prefiguran, por así decirlo, la
existencia definitiva que nos aguarda, donde el orden quedará de
nuevo restablecido y el cuerpo liberado de su angustia y dolor.
La curación de enfermos y la resurrección de los muertos anun-
cian la transformación que se efectuará "para alcanzar la libertad
y la gloria de los hijos de Dios" (Rom 8,21). Esta realidad salva-
dora no se ha manifestado por completo para nosotros, "pues
con esta esperanza nos salvaron" (Rom 8,24), pero para el cuerpo
de Jesús el anuncio profético de lo que nos espera se ha hecho ya
un espléndido presente con la Resurrección y Ascensión a los
cielos. Lo mismo podríamos decir del misterio de la Asunción en
cuerpo y alma de la Virgen. En esos cuerpos, transidos de gloria,
podemos leer el desfino del nuestro y la renovación que poseemos,
aunque todavía como semilla y embrión. El Espíritu permanece
como herencia para llevar a cabo esta tarea transformadora.
El mensaje cristiano se aleja de esta manera de cualquier con-
cepción pesimista, en la que el cuerpo aparece como una cárcel o a
lo más como una sala de espera hasta el momento de la visita
CAPÍTULO IV

FUNDAMENTACION DE UNA ETICA SEXUAL

Necesidad de una ética:


radical insuficiencia del instinto

Vivir la sexualidad con este perfil humano no se consigue de


una manera espontánea siguiendo las leyes del instinto. La educa-
ción se hace imprescindible en todos los órdenes para superar ese
estadio infantil y egoísta en el que sólo se busca la satisfacción
inmediata de las propias apetencias y caprichos. La conducta,
abierta a cualquier posible configuración, necesita un esfuerzo as-
cético y una dosis seria de renuncia, si quiere alcanzar un mínimo
de madurez y equilibrio humano'. El paso de la naturaleza a la
cultura es obra de la libertad, en función de los valores proyecta-
dos, que no concuerdan de ordinario con los intereses instintivos.
El niño no es un hombre en miniatura, como si encerrara escon-
didas todas sus posibilidades posteriores. Su capacidad es más
bien de tipo embrionario, porque no podrá desarrollarla mientras
no se la oriente por el camino adecuado.
La pulsión sexual no escapa tampoco a este presupuesto. El
gran error de Reich, y otros ideólogos, ha sido la creencia de que,
cuando el ser humano se libere de toda normativa, la libido apa-
recerá como una fuerza dócil e integrada, ya que sus componen-
tes destructores, agresivos y egoístas son ana consecuencia exclu-
siva de la represión moral. En el momento en que ésta des-
apareciera descubriríamos el rostro inocente y benéfico de una
sexualidad armónica y sin conflictos2. Semejante optimismo no
1
Recuérdese lo que, sobre la génesis de la moral, ya dijimos en Fundamenta-
ción de la ética cristiana, en Praxis cristiana, 1. Fundamentación, pp. 243 ss.
2
Véase la crítica de Reich en A. DEL NOCE, Alie radici della crisi en
AA. VV., La crisi della societá permissiva, Milano 1972, 110-142. No creemos,
sin embargo, que H. Marcuse acepte sin más este planteamiento, aunque algunos
autores así lo interpretan (entre otros el citado Del Noce), pues él mismo afirma
que semejante liberación "llega a ser para Reich una panacea para los males
individuales y sociales" y que en sus primeros ensayos "prevalece un restante
primitivismo que anticipa las salvajes y fantásticas ocurrencias de los últimos
años" (Eros y civilización, Seix Barral, Barcelona 1966, 220). Cf. L. CENCILLO,
Raíces del conflicto sexual, Guadarrama, Madrid 1975, 19-41.
330 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y FL AMOR
I t N1)\M! NI U ION DI IINA I'TICA SI AUAl 331
deja de parecer a la mayoría un sueño demasiado ingenuo. La do insuficientes, han creado los hombres otras convencio-
historia de las costumbres sexuales aporta una conclusión signifi- nales, para que el amor constituya verdaderamente un goce.
cativa, que constituye, al mismo tiempo, un mentís rotundo a! Esto puede decirse tanto de los individuos como de los pue-
mito de la absoluta libertad en este terreno, tan repetido por cier- blos. En épocas en que la satisfacción erótica no tropezaba
tos movimientos, como si en la vuelta a ese supuesto primitivismo con dificultades (por ejemplo, durante la decadencia de la
pudiera encontrarse la solución a los problemas actuales. civilización antigua), el amor perdió todo su valor, la vida
El hecho tiene una comprobación científica: a lo largo de to- quedó vacía y se hicieron necesarias enérgicas reacciones
das las culturas, a pesar de las manifestaciones diferentes y por para restablecer los valores afectivos indispensables. En este
encima de las ideas religiosas o profanas que las sustentan, nunca sentido puede afirmarse que la corriente ascética del cris-
ha faltado una cierta normatividad. Ni siquiera en los pueblos tianismo creó para el amor valoraciones psíquicas que la
primitivos donde la sexualidad produce la impresión de vivirse en antigüedad pagana no había podido ofrendarle jamás. Esta
un clima espontáneo, sin límites o prescripciones, la libertad de valoración alcanzó su máximo nivel en los monjes ascé-
comportamiento es plena, sino que se halla sujeta por múltiples ticos" 4 .
normas higiénicas, culturales o religiosas de todo tipo 3 . Aunque
sus fundamentos resulten para nosotros desfasados o se hayan
ido superando por el progreso de la ciencia, el dato es objetivo: Para que el individuo no quede prisionero del placer instinti-
determinadas trabas han impedido siempre el ejercicio anárquico vo se requiere una serie de obstáculos que provocarán sin duda
del sexo. Si nunca han sido las mismas, tampoco han dejado de malestar y tensión interior, pero que son los que llevan adelante
existir todas. Y es que, en el fondo, se ha dado una intuición más el proceso evolutivo. No se trata de fastidiar con las normas, ni
o menos consciente, pero cuya veracidad no es posible ponerla en de imponerlas autoritariamente a beneplácito del educador, sino
duda: la radical insuficiencia del instinto para regular un compor- por un motivo auténtico, con intención altruista, en el momento
tamiento humanizante. oportuno y con la intensidad adecuada. La vía del menor esfuer-
zo no conduce nunca a la maduración y reduce paulatinamente el
ámbito de la libertad. El ser humano que nos presenta la psicolo-
gía profunda está plagado de contradicciones y deseos contra-
Exigencias psicológicas para la maduración
puestos, que la educación habrá de integrar en una personalidad
unitaria y con mayor armonía. Si cualquier tensión se libera de
Purificar a la libido de sus elementos anárquicos y convertirla
inmediato en la búsqueda del placer, el desajuste inicial no mejo-
en palabra, como signo de un encuentro personal, no se realiza
ra. La energía necesaria para crecer, desde la multiplicidad anár-
sin un empeño educativo y sacrificado. Las mismas exigencias
quica hasta el mayor grado posible de integración, se ha gastado
psicológicas para una maduración se convierten aquí en imperati-
en otras funciones sin sentido y el hombre queda sin hacer, en las
vos éticos. La meta suprema de la psicología, que impulsa hacia
manos de una instintividad primitiva y sin horizonte.
un sexo oblativo y amoroso, es a la que orienta también la moral.
Las alabanzas de Freud para toda la corriente ascética cristiana
no nace de su fe, ni de su aprecio al catolicismo, sino de su admi-
ración por la riqueza psíquica que ha podido aportar a una hu- Dificultades actuales
manidad demasiado corrompida.
La pulsión sexual encierra desde sus comienzos una dosis
"No es difícil comprobar que la necesidad erótica pierde luerte de egoísmo, agresividad y anarquía incontrolada, cuya
considerable valor psíquico en cuanto se le hace fácil y có- existencia aparece en muchas manifestaciones, aunque a veces ca-
moda la satisfacción. Para que la libido alcance un alto gra- mufladas bajo apariencias superficiales engañosas. Tendencias
do es necesario oponerle un obstáculo, y siempre que las negativas que impiden una relación madura y que imposibilitan
resistencias naturales opuestas a la satisfacción han resulta- una vinculación afectiva y totalizante. El esfuerzo de purificación
no puede eliminarse, y para ello no existe otro camino que la
3
Me remito a los estudios citados en el cap. II, nota 20. Malinowski, por negativa a muchas de las gratificaciones inmeditas. Hay otro des-
ejemplo, constató que en las islas Trobiand, donde la tolerancia es grande, uno tino posterior, que justifica y compensa cualquier renuncia nece-
de los tabúes más fuertes es no desear ni mirar a la propia hermana, que es
precisamente lo que muchos sueñan y pretenden.
4
Sobre una degradación general de la vida erótica, OC. V. 1715.
332 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
5 I UNDAMI NTACION DI UNA LTICA SIX1JA1 ?<?>?<
saria . Es verdad que el ambiente consumista de nuestra sociedad
dificulta una ética basada en el aguante y en la espera de un futuro que las anteriores en algunos puntos; pero lo que sí se necesita es
mejor, pues no se soporta la tensión de una necesidad presente, ni que broten de una visión más completa del simbolismo sexual.
se acepta el displacer provocado por una ascética educativa. El Un recorrido por toda la tradición nos llevaría a este princi-
hambre de consumo ha convertido el sexo en una fuente de pla- pio, que se ha mantenido siempre como la norma suprema y
cer, dejando al hombre en una etapa primaria de su evolución. orientadora, para la rectitud o falsedad de cualquier comporta-
Por ello la moral sigue siendo hoy un requisito de primera necesi- miento: "el semen humano y el deleite venéreo han sido ordena-
dad, a pesar de todas las actitudes hostiles que proliferan. dos por Dios únicamente a la procreación de los hombres en legí-
Tal vez exista una corriente de fondo mucho más trascenden- tima unión conyugal" 6 .
te. Es la idea difundida con aires científicos de que el dominio de San Agustín fue sin duda el primero que hizo una síntesis
la sexualidad no es posible o, incluso, de que semejante control bastante completa de esta orientación, que perdurará durante
predispone o indica ya una base neurótica. La abstinencia sería el muchos siglos en la Iglesia. Un enfoque pecaminoso y negativo de
mejor fruto de la inmadurez, la explicación de otras patologías. la sexualidad le lleva a encontrar en la procreación un motivo
Negar esta posibilidad iría contra la evidencia de los hechos, justificante para la admisión de ese placer: "con la propagación
cuando el esquema de conducta se hace represivo, autoritario e tic los hijos se compensa lo que se cede a la incontinencia en el
inconsciente. Pero la afirmación contraria sería también una matrimonio" 7.
realidad si en lugar de abstinencia habláramos de la absoluta Aunque con santo Tomás se da un paso adelante, ya que su
liberación. Y es que los excesos de una ética o pedagogía castra- visión del sexo es mucho más positiva, sin embargo la dimensión
dora no pueden servir de pretexto para un laxismo sin límites, fecunda continúa apareciendo como la más importante y funda-
como las exageraciones y barbaridades de éste no justificarían el mental. Es el destino que la naturaleza señala a todos los anima-
retorno a una ascética absurda e incomprensible. El problema no les. Si no se requiere ya ninguna causa para hacer bueno su ejerci-
consiste en la defensa o eliminación de la moral, sino en conocer cio, sí necesita orientarse en función de sus exigencias naturales.
cuáles son los criterios fundamentales, que habrán de ir después Todos los actos deben tener como meta la procreación y realizar-
concretizándose, para conseguir el humanismo y maduración del se de tal manera que no imposibiliten esa tarea 8. La sexualidad
sexo. aparecía sólo como una fuerza reproductora y el hijo venía a ser
el precio exigido por la experiencia gratificante del acto conyugal.
Todavía Pío XI, al condenar el onanismo, mantenía esta postura:
Presupuesto de la ética tradicional: "Criminal licencia esta que algunos se arrogan, porque sólo de-
importancia de la función procreadora sean satisfacer su placer sin la carga de los hijos" 9.
Ya sé que no siempre se ha formulado la ética con esta crude-
Las enseñanzas de la Iglesia han intentado siempre denunciar za extraordinaria, pero leyendo los manuales que acentúan con
las ambigüedades ocultas en este terreno, pero me parece que el tanto énfasis este carácter, surge una sospecha muy seria de que
defecto mayor de sus normas tradicionales no ha sido el rigoris-
mo en que se gestaban, sino el presupuesto básico de toda su k
normativa concreta, que no abarcaba el significado pleno de la A. M. ARRLGUI-M. ZALBA. Compendio de teología moral. Mensajero, Bilbao
1965, 215. El subrayado es del autor.
sexualidad. Un nuevo planteamiento ético no tiene por qué redu- 7
De coniugiis aduherinis, II, c. 12, n. 12, PL. 40,478-479. Los estudios sobre
cir las exigencias, cuya formulación podrá ser incluso más severa el tema en san Agustín han sido abundantes. L. JANSSKNS, Matrimonio y fecundi-
dad. De la 'Casti Connubii' a la 'Gaudium el spes'. Mensajero, Bilbao 1968. R. SI-
5 MÓN. Sexualité el mariage chez saint Agustín, <n "Supplément", 27 (1974), 155-
"En los ambientes de la nueva izquierda se propugna la ilusión de que úni- 176. E. SAMKK LUDOVICI. Sessualitá, matrimonio e concupiscenza in sant Agostino
ca y precisamente por medio del dejar crecer puede la sexualidad alcanzar un en AA. VV., Etica sessuale e matrimonio nel cristianesimo del/e origini, Vita e
desarrollo óptimo para bien del particular y de la sociedad. Esa forma de "edu- Pensiero, Milano 1976, 212-272. A. TRAPE. La contraccezione in S. Agostino, en
cación" conducirá a una fijación de la sexualidad infantil, a la perversión de los "l.ateranum", 44 (1978), 32-47. Y los trabajos de D. Covi. El valor y el fin de la
instintos parciales, al vacio del sentido de la sexualidad genital y, con ello, a una actividad sexual según san Agustín, en "Augustinus", 19 (1974), 113-126 y 118-
pérdida de la capacidad de amar en el individuo y en la sociedad" (R. Ai ITMANN. 126, y Libido e suo contesto operativo secondo l'antropología agosliniana, en
La sexualidad en la vida de los jóvenes. Sal Terrae, Santander 1979, 50-51). "l.aurentinum", 21 (1980), 3.26. P. LANGA, Equilibrio agusliniano entre matrimo-
Desde esta perspectiva psicológica, es llamativa la insistencia que sobre la nece- nio y virginidad, en "RcvAgust", 21 (1980), 73-134.
sidad de soportar las tensiones y huir de la liberación inmediata, aparece en el * Para una visión histórica más completa en E. LÓPLZ AZFMTARTK. Sexualidad
libro. Cf. pp. 51, 70, 72, 89, 156-159, 207-208, 225, 254. v matrimonio, hov. Sal Terrae, Santander 1980', 195-221.
" Casti Connubii, A AS, 22 (1930), 559.
334 PRAXIS CRISTI ANA-OPCIÓN P.OR LA VIDA Y EL AMOR
I IINDAMENTACION DE UNA ETICA SEXUAL 335
lo único, o al menos lo que más interesaba, era la salvaguardia de
semejante orientación 10. De ahí que la casuística haya girado secular de la Iglesia donde se afirme, como se ha hecho por vez
constantemente en torno a esta problemática y la razón última de primera en la Humanae Vitae, que todo acto que no nazca del
cualquier pecado radicara en esta negativa a la fecundidad. amor va contra el recto orden 12. La ética sexual no puede redu-
cirse, por tanto, a cumplir con esta función procreadora.

Olvido de la dimensión unitiva: el pecado contra el amor ¡.a negación del carácter lúdico:
hacia una revalorización humana del placer
Sin negar este aspecto, ni detenernos ahora en las discusiones
que plantea, sí creo imprescindible superar de una vez este unila- Esta misma insistencia, junto con el recelo tradicional fren-
teralismo evidente. La experiencia demuestra que para regular la te al placer, ha hecho que la sexualidad pierda para muchos
libido no basta la aplicación de este principio, que resulta insufi- cristianos su carácter festivo. La satisfacción que provoca debía
ciente. Más aún, habría que defender que tampoco es el de mayor quedar al servicio de la especie, como un estímulo y compensa-
importancia, pues si todo quedara ordenado por la búsqueda po- ción para el cumplimiento laborioso de esa tarea 13 . El ideal
sible del, hijo, el matrimonio podría llegar a vivirse como una sería casi intentar eliminarlo, pues la búsqueda exclusiva de la
especie de prostitución: el encuentro de dos personas que satisfa- experiencia plancentera constituía para muchos un motivo de
cen su necesidad, mediante el pago de un compromiso fecundo en pecado hasta épocas recientes. Y desde luego, nunca se presen-
lugar de dinero. Comprendo que la expresión es un tanto exage- taba como un comportamiento digno del cristiano, ya que lo
rada y caricaturesca, pero indica las posibles consecuencias de degrada a un nivel inferior 14.
una postura que sólo insiste en la urgencia de la procreación. Y es Nadie puede negar los riesgos inherentes a todo goce sensi-
que el acto sexual, antes de ser fecundo, tiene que hacerse unitivo ble. Esta plenitud de la sensibilidad es una invitación a sumer-
y amoroso. De lo contrario, no se comprende cómo la simple girse en ella y a valorizarla de tal manera que el placer aparezca
búsqueda y apertura a la fecundidad justifique por sí misma una como un absoluto de la vida. Lo que es un fin secundario, un
conducta vacía de cariño. 12
"Justamente se hace notar que un acto conyugal impuesto al cónyuge, sin
Es verdad que todo esto estaría de alguna manera presente en considerar su condición actual y sus legítimos deseos, no es un verdadero acto
la tradición, pero nunca se explicitaba con un cierto relieve", y de amor, y prescinde, por tanto, de una exigencia del recto orden moral en las
este olvido mantenía la conciencia tranquila, aun cuando la co- relaciones entre los esposos" (n. 13). Con esto recogía la orientación del Concilio,
munión personal no existiera. De hecho, muy pocas personas se que subrayaba en este campo la necesidad de unos criterios "que mantienen ín-
tegro el sentido de la mutua entrega y de la humana procreación, en un contexto
sentían culpables por falta de cariño en su vida sexual y muchas de auténtico amor" (GS, 51).
las que se preocupaban exclusivamente por no pecar contra la " "La providencia de Dios para impulsar suavemente al hombre, no sólo
procreación. Hasta la misma terminología conserva un significa- con la razón, sino con el gozo sensible, a aquellas operaciones con las que debía
do restrictivo. Usar mal del matrimonio equivale en las confesio- buscar la conservación de la especie, vinculó a ellas un gran placer, para que con
su deseo los hombres se movieran a procrear y tuvieran alguna compensación
nes a impedir ese fin, como si la única manera deshonesta de vivir por los trabajos y preocupaciones de la procreación" (M. ZALBA, Theologiae
el encuentro conyugal radicara en esa negación. La poca impor- Moralis Compendium, Edica, Matriti 1958, 739).
tancia otorgada a las exigencias del cariño es tan llamativa, que 14
J. M. POHIER, El cristiano ante el placer, en "Concilium", n. 100 (1974),
no creo que exista ningún documento eclesiástico en la enseñanza 497-506. Una buena síntesis sobre la valoración del placer en la tradición en
li. SCHLEGELBERGER, Rapporti sessuali. Prima e fuori del matrimonio, Paoline,
Roma 1973, 40-47. Baste recordar como ejemplo los problemas suscitados por el
'" Un resumen, por ejemplo, de la ética matrimonial: "Entre los cónyuges libro de P. CHANSON, Art d'aimer et continence conjúgale, Ed. Familliales, Paris
son: a) licitas las acciones que favorecen a la procreación...; b) levemente ilícitas... 1949, donde se defiende el valor del encuentro sexual, de un sano erotismo, y
las acciones que la entorpecen, pero no gravemente; c) gravemente ilícitas son explica el método del abrazo reservado. Al año siguiente se suprime el imprima-
las acciones que impiden gravemente la generación" [A. M. ARREGUI-M. ZALBA, tur, poco después se retira de la venta, con una condena explícita del epílogo del
o. c. (n. 6), 718]. dominico H. M. FERET, Art d'aimer et vie spirituelle chrétienne, 131-158, y en
" El mismo M. ZALBA acepta que, al hablar del amor, los teólogos anterio- 1952 aparece un monitum del Sto. Oficio. Los diferentes acontecimientos históri-
res "no lo ignoraron por completo, aunque le atribuyesen menor importancia cos del problema en J. C FORD-G. KELLY, Problemas de teología moral contem-
que los autores actuales y trataron con mayor parquedad de él" [De dignitale poránea, II, Sal Terrae, Santander 1966, 191-196. Ver las reflexiones de
matrimonii el familiae fovenda. en "Periódica", 55 (1966), 339]. J. FucHScree, sin R. SIMÓN, ^jcése et éthique, en "Supplément", 32 (1979), 483-497. L. VEREECKE,
embargo, que "la teología muy poco o casi nada lo trataba" (De castitate et Mariage et plaisir sexuel chez les théologiens de l'époque moderne (1300-1789), en
ordine sexuali. PUG, Romae 1963, 42). "StMor", 18 (1980), 245-267. R. LARRAÑETA, El olvido del placer en la moral
cristiana, en "CienTom", 108 (1981), 41-87.
I INDAM1 N l'-UMON DI UN A I I K A SI XI1 Ai 337
336 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR I A VIDA Y lü. AMOR
cuerpo humano —y hasta el de los mismos animales— aparecía
aspecto accidental, una adjetivación de la conducta, se diviniza
escrupulosamente dividido en zonas anatómicas cuya valoración
como valor supremo. El hombre siente la tentación, cuando
radicaba en su poder estimulante, según fuera el sentido que sobre
experimenta su calor y cercanía, de convertirlo en un ídolo,
ellas actuara y teniendo en cuenta otras circunstancias personales.
pero el pecado no nace de la satisfacción producida, sino del
la moral consideraba pecaminoso cualquier comportamiento que
gesto idolátrico con que lo acepta y adora. Desmitificar las
pudiera despertar esa reacción venérea sin ningún motivo justifi-
múltiples formas con que se absolutiza el placer ha sido una
cante '6. Algunos autores llegaban a defender que la simple acepta-
tarea educadora de todos los tiempos.
ción de ese riesgo, aunque no se consintiera en el placer, si tenía
Ahora bien, para evitar este peligro no podemos condenarlo lugar, era ya suficiente para una falta grave ".
negándole su propio valor. Esta condena absoluta manifiesta que La imperfección de este planteamiento no está en lo que
somos culpables de estimarlo en demasía. Al tener miedo de que se afirma, que podría admitirse como orientación básica, elimi-
convierta en todo, queremos desprestigiarlo hasta su completa nando mucho de su casuismo extremo, sino en lo que olvida y
eliminación. Su legitimidad no proviene de que esté al servició de deja por completo en la penumbra. La ética tiene que ir más
otra función, como recompensa permitida por haber conseguido allá de la pura genitalidad, pues en toda relación sexuada pue-
otra finalidad. Dentro de su ambigüedad y con los peligros que. den darse actitudes que, sin repercutir para nada en esa zona,
encierra, es un fenómeno éticamente neutro. constituyen una conducta deshumanizante. El encuentro entre
Cuando se idolatra, esta actitud de adoración es una menti- sexos diferentes es posible que adquiera matices utilitarios y
ra y, si brota de una conducta perversa, el placer queda herido egoístas. La búsqueda del otro no interesa como persona, sino
por esa misma malicia. Pero si se rechaza como norma o se le como un motivo de satisfacción solitaria, aunque afecte sólo a
considera pecaminoso, fuera de esas circunstancias, no hay otra su psicología y no produzca resonancias a otros niveles.
explicación que el error o la patología. Entre ambos extremos, Si el interés que despierta el compañero se sustenta en la
la reconciliación y su defensa se hacen necesarias. El encuentro utilidad que reporta, o crea una actitud cerrada para instalarse
sexual debería recuperar, entonces, para sí esta dimensión pla- en el gozo que no se comparte, los gestos, las palabras, la mira-
centera. Es una exaltación gozosa para celebrar la fiesta del da, la sonrisa o el paseo están manchados en sus raíces prime-
amor, donde no deben estar ausentes el juego, la alegría y la ras. Existe una falsificación de fondo que impide un auténtico
satisfacción más plena. El cuerpo se hace lugar de cita y expre- diálogo humano. Aunque lo genital no intervenga es necesaria
sa, al compartir, la felicidad de una comunión. la denuncia de aquellos comportamientos que adulteran la re-
lación sexual en su sentido más amplio.
Peligro de un reduccionismo excesivo:
preocupación exclusiva por la genitalidad El amor como base y fundamento:
necesidad de una purificación progresista
Al insistir en la función procreadora, finalmente, la ética
quedó reducida a la pura genitalidad, como si la excitación Para no caer en estas limitaciones apuntadas, nuestro punto
venérea constituyese la única fuente posible de pecado. Los ma- de partida coloca al hombre en el centro, para hacer de su sexua-
nuales sólo se ocupaban de este aspecto, e incluso cuando ha- lidad una relación amorosa que, cuando se viva en el matrimonio
cían referencia a otras acciones se analizaba exclusivamente el como donación y entrega corporal, quede orientada también ha-
peligro más o menos remoto que tenían de provocar una reac- cia la procreación. Esto significa que el eje de toda la ética tiene
ción genital y la causa más o menos justificante que pudiera
existir para la aceptación de ese riesgo 15. La complejidad de
16
estos factores, en sus diferentes grados, motivaba una serie de La casuística, según estos principios, era de una prolijidad exuberante. La
orientaciones concretas que se multiplicaban sin fin. vista y el tacto, sobre todo, se consideraban desde todas las perspectivas posibles
y daban lugar a una larga enumeración de pecados más o menos graves, que se
La problemática sobre los bailes, besos, caricias, espectácu- pueden leer en cualquier manual. Precisamente por las concretizaciones tan mi-
los, lecturas, miradas, etc., estaba tejida con esta mentalidad. El nuciosas es curioso observar la relatividad de los juicios morales que aparecen
en las diferentes épocas históricas. Un ejemplo reciente de esto en A. VAN KOL.
15
I'heo/ogia Moralis, I, Herder, Barcinone 1968, 399-408.
El nombre clásico y ordinario era el de acciones impúdicas, acciones que, 17
Las controversias sobre este punto en J. C. FORD-G. KELLY, Problemas de
por otra parte, pueden ser buenas, meritorias y limpias, pero que se las designa- teología moral contemporánea. I, Sal Terrae, Santander 1966, 133-144.
ba así con un sentido peyorativo.
338 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR I.A VIDA Y II AMOR I UNDAMIiNTACION DL UNA [TICA SliXUAL 339

que ser el amor. La afirmación tal vez parezca demasiado abs- ya en aquello que permanece como instransferible, como algo
tracta y subjetiva y hasta podría considerarse como una escapato- que nunca falta ni desaparece. Aquí se encuentra el punto deci-
ria para cualquier tipo de libertinaje. Camuflada bajo capa de sivo para el análisis de su autenticidad. Mantener a la persona
amor estamos asistiendo a una serie de atropellos impresionantes en el centro de esa vivencia y saber que cuando todo lo demás
y de conductas mentirosas. Y es que una de las asignaturas más que posee —belleza, cualidades, simpatía, inteligencia, poder,
difíciles de aprender y de vivir sigue siendo el arte de amar 18 . riqueza, etc.— interesa por sí mismo o por su utilidad, es que no
Cuando decimos que el sexo tiene que llenarse de cariño y valoramos lo único que tiene mayor importancia. Sus cualidades
de ternura no conviene crear ambigüedades y confusiones. La han podido servir para invitar a un conocimiento profundo, para
imagen del amor que se dibuja en nuestra sociedad es muchas ir descubriendo el misterio de su interior, y hasta un estímulo para
veces una auténtica caricatura, un producto falsificado de su continuar la difícil aventura, pero una vez que haya nacido, el
verdadero rostro. En todos los idiomas modernos hacer el amor amor no necesita de más fundamentos.
ha venido a significar desgraciadamente cualquier tipo de rela-
ción sexual. Pero tal vez cuando descubramos su contenido nos
daremos cuenta de que la moral sexual mantiene una meta alta Totalidad y universalidad de la entrega
y todavía más exigente, aunque los caminos que a ella condu-
cen no sean siempre los mismos que recorríamos con anteriori-
De igual modo, su respuesta exige una entrega total. La dona-
dad. ¿Qué supone, entonces, amar a una persona? I9
ción de aquello que tengo sería demasiado insignificante si no
Lo primero que deberíamos recordar es la impureza de todo simbolizara la entrega de algo mucho más profundo. Si para que-
amor en sus comienzos. Es el equívoco tan corriente de que el rer a los demás bastara desprenderse de ciertas cosas, pero reser-
hecho de amar se confunde con la experiencia de sentirse queri- vándose eJ corazón, eJ cariño se transformaría en una máscara
do, de encontrar en el otro algo que me interesa, me sirve, me farisaica, en un gesto de disimulo. Cuando san Pablo dice que
llena o me gratifica. La persona queda instrumentalizada en cualquier acción, por extraordinaria que fuese —mover los mon-
función de mis necesidades, la quiero en tanto en cuanto pueda tes, repartir la hacienda a los pobres o disfrutar de algún
servirme de provecho, la busco por lo que ella me da, aunque carisma—, no sirve para nada sin amor o es como una campana
se encubra y disimule de múltiples maneras ese egoísmo natu- ruidosa o unos platillos estridentes (1 Cor 13,1-3), no afirma sólo
ral e innato en el corazón del hombre. Hablar de cariño no es una verdad religiosa, sino que subraya un presupuesto humano
posible mientras no caminemos en busca del carácter único, anterior: la exigencia de una interioridad para valorar los gestos y
exclusivo y singular de cada persona para amarla por lo que expresiones externas.
ella es, y no por lo que ella tiene, manifiesta o comunica. Es un
proceso de purificación que separa cada vez más del propio Si porque se ha dado algo pudiéramos quedar tranquilos,
egoísmo, para poner en el tú ajeno el centro de gravedad de como tantas veces sucede, es por no haber comprendido todavía
nuestra existencia. Se llega poco a poco a que el interés no lo que el único regalo significativo tiene que nacer del corazón,
despierte ya lo que el otro posee o me comunica, sino lo intrans- que se abre y se despliega en las múltiples pequeneces de los
ferible y exclusivo de su persona. gestos diarios. Amar es la comunión de dos personas que mu-
tuamente se han ofrecido como regalo su yo más íntimo y pro-
El amor va más allá de las cualidades que el ser amado con- fundo. El que se guarda una zona acotada, que no está dispues-
tiene. Es verdad que cuando se le quiere en serio, se desea para to a entregar nunca, no ha llegado todavía a querer de verdad,
él lo mejor, pero también es verdad que el cariño seguirá exis- l a reserva es un límite fronterizo que el amor jamás construye.
tiendo aunque no tuviera o se quedara sin nada, porque se apo-
La auténtica experiencia amorosa tiene siempre una dimen-
18
sión universal, con destino a todos los hombres. Cuando las
Recomendamos el pequeño libro de E. FROMM. El arle de amar. Una inves- fronteras se cierran hacia afuera, para instalarse en el gozo inti-
tigación sobre la naturaleza del amor, Paidós, Buenos Aires 1977.
" Además del libro de Fromm citado en la nota anterior, ver V. F. FRANKL. mista y sin ningún compromiso externo, hay que dudar del
Psicoanálisis y existencialismo. Fondo de Cultura Económica, México 1978, 184- cariño por una sencilla razón. Si alguna vez se ha descubierto el
234. J. GUITÓN. L'amour humain, Montaigne, Paris 1963. K. WOJTYI.A. Amor y valor de la persona y se ha experimentado la gracia inmensa de
responsabilidad. Razón y Fe, Madrid 1969, 73-154. P. LAÍN ENTRALGO, Sobre la una amistad, a través de un individuo concreto, las relaciones
amistad. Revista de Occidente, Madrid 1972. No conviene olvidar, sin embargo,
las interesantes observaciones de M. BELLET. Sur un malheur posible du "don to- con los demás aparecen con un signo diferente. Lo primero que
tal", en "Etudes", 352 (1980), 81-96. enseña el amor es el conocimiento de lo que significa ser perso-
340 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR I.A VIDA Y II. AMOR
I I N H A M I N I ACIÓN 1)1 IINA I 1 K A Sl-XIIAI. 341
na: alguien que vale por sí mismo y que supera la categoría de lán hechas cada vez más para un servicio momentáneo, tene-
lo útil y de lo práctico. mos que afirmar con más fuerza que nunca que el amor es un
Esto no significa que todos sean queridos con la misma in- gesto fiel con ansias de eternidad.
tensidad. Las resonancias afectivas no son idénticas, pues psi- El amor conyugal tiene todavía otros rasgos que lo especifi-
cológicamente resulta imposible sentir hacia todos la misma can y distinguen. Diríamos, de forma sintética, que adquiere
fuerza sentimental. No es igual el cariño de los padres, de los un carácter exclusivo y totalizante. Así como la amistad puede
amigos o de los esposos20. Cada uno conserva sus características repartirse entre varios, la conyugalidad no brota mientras el tú
peculiares, pero todos ellos coinciden en una base común: se no se convierta en alguien único e insustituible. Es la experien-
trata de una relación con personas y no con cosas o instrumen- cia afectiva más profunda que se pueda sentir: en el mundo no
tos. El que haya querido una vez está preparado para enfrentar- hay nadie con tanto relieve y significado como esa persona sin-
se a los demás con una tonalidad de espíritu apropiada. Ya gular. Desde ahora en adelante existe un nuevo centro de grave-
sabe el respeto impresionante que todo hombre se merece. dad, que representa la ilusión más bella en el áspero camino de
la vida. Se ha vivenciado de pronto que la felicidad no tiene
otra meta que el servicio, la entrega y la donación total al ser
Hacia una fidelidad eterna: amado.
exclusivismo del amor conyugal
Esto provoca en el otro cierto narcisismo, porque le hace
Finalmente el amor supone una estabilidad y permanencia, sentirse cargado de un valor impresionante. Ser amado así sig-
algo muy próximo a lo que llamamos perpetuidad, pues si las nifica conocerse, a pesar de la propia pobreza y limitación,
cualidades psíquicas o físicas son factibles de cambio, el ser de como una persona tan grandiosa que no admite ninguna riva-
la persona, lo que constituye su meollo más auténtico, es algo lidad. Es el gozo de saber que para el otro no existe nadie tan
que permanece por encima de todas sus mutaciones. La histo- valioso como el propio yo. Pero si hay un amor recíproco, la
ria de cada uno lleva consigo un proceso constante de evolu- gratificación se acepta no para sumergirse y recrearse solitaria-
ción en el que, lo mismo que adquirimos nuevas realidades, mente en ella, sino porque se ha comprendido que en esa in-
estamos sometidos a la pérdida de otras muchas. Si amo a la mensa alegría ha puesto el amante su misma felicidad. La res-
persona, la seguiré queriendo a pesar de sus cambios superfi- puesta mejor es hacerle comprender y sentir que ha conseguido
ciales, porque la razón de la entrega radica precisamente en su mayor ilusión: la plena felicidad del amado. A estas alturas,
algo que no pasa ni podrá desaparecer. si la infidelidad produce un amargo dolor, no es tanto por el
Cuando hoy se constata el miedo, tal vez con más intensidad hecho de haberlo perdido, es más bien la tristeza de haber cons-
que en otras épocas, a un compromiso definitivo, la explica- tatado la propia incapacidad de hacerlo feliz.
ción podría encontrarse por aquí. La fidelidad no es problema
de sentimientos 21 . Es un caminar por encima de los estados
superficiales, un superar el trágico mundo del haber, de lo cósi- El camino hacia el ideal:
co, para permanecer en lo fundamental. La ignorancia de lo aplicaciones al campo de la relación hombre-mujer
que vaya a suceder da a la promesa su valor meritorio, pues
supone que el compromiso no está hecho con la imagen que se La más grave dificultad contra lo afirmado hasta ahora se-
forma o que se quisiera del otro, al que no se intenta limitar en ría considerarlo como demasiado utópico e ingenuo. Cuando
el futuro con ningún esquema, sino que la palabra fiel se ha observamos las formas de amor ordinario, tal y como hoy se
convertido en una invitación a que la otra persona se realice manifiestan en la mayor parte de nuestra sociedad, es cierto que
como tal y me reconozca a mí también como sujeto libre y res- no encontramos mucho parecido con el esquema anterior. Al-
ponsable. Frente a una sociedad utilitaria, en que las cosas es- gunos creen incluso que se trata de un intento imposible. El
nombre está podrido en lo más íntimo de su naturaleza y ha
20
destrozado por completo la dinámica del amor. Tal vez con esto
Los análisis de los diferentes matices en E. FROMM, O. C. (n. 18), 60-99. se pretenda hallar una justificación a la propia debilidad, pero
21
En H. WATTIAUX. La fidélité: reperes bibliographiques, en "RevThLouv",
puede encontrarse abundante material sobre el tema. Con posterioridad, reco- de lo que no cabe duda, como la experiencia también lo señala,
miendo el trabajo de V. AYFX. Invenler la fidélité au temps de certitudes provisoi- es que la aspiración hacia esa meta constituye una posibilidad
res. Chalet, Lyon 1976. I. LEDURE, De la fidélité, en "Supplément", 30 (1977), al alcance del hombre. No será fácil subir hasta el extremo y
323-332, y el número especial Visages de la fidélité, en "EetTh", 2 (1980), 5-153. • remontarse hasta la cumbre más alta, pues la única benevolen-
342 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR I.A VIDA Y I I. AMOR HJNDAMI-:N'1 ACIÓN DI; UNA ETICA SLXUAL 343
cia total se da en Aquel que no tiene indigencia ninguna, pero El pudor sexual oculta aquello que, aunque sea bueno, no
un intento de ascensión progresiva, de avance continuo, está se debe revelar por el momento o a cualquier persona. Es una
dentro de nuestra pobre libertad. La ética impulsa semejante exigencia con raíces biológicas, pero que descubre la significa-
tentativa para no permanecer dormidos en la propia comodidad, ción supra-utilitaria del cuerpo humano, que no está hecho
para que, aunque hayamos desviado la mirada, no quedemos para convertirlo en un objeto de placer, de entretenimiento, o
satisfechos en el fracaso. en una forma de comercialización. Por eso hay circunstancias
Si aplicamos ahora estas exigencias fundamentales al cam- en que la desnudez no tiene nada de impúdico y el vestido, sin
po de la sexualidad, nos daremos cuenta de las numerosas acti- embargo, puede constituir un atentado contra el pudor, si lo
tudes negativas que pueden instalarse, sobre todo, en este tipo único que intenta es ofrecer el cuerpo como una mercancía. El
de relación. El deseo sexual surge a veces vacío y solitario, respeto a ese recinto humano de la corporalidad está impuesto
como una simple tendencia que busca la satisfacción inmediata por el valor expresivo e íntimo que contiene y, por ello, no se
de una necesidad. La humanización de esta libido, en todas sus da en el mundo de los animales o de los niños, donde el cuerpo
expresiones, es el requisito primero para una conducta sexual. no alcanza este nivel de expresión.
Cualquier normativa busca defender, en cada uno de los niveles Las manifestaciones corporales tienen que vivirse como un
en que se aplique, la pureza y la verdad del cariño, descubrir la don responsable, como gesto de amor encarnado, aunque no
superficialidad de los sentimientos, desenmascarar los engaños lleguen a la entrega absoluta del matrimonio, ni pueden jamás x
sutiles, impedir la comercialización y el juego de las personas, desvincularse de la persona que las entrega o de aquella que las
poner en guardia contra los peligros del placer, evitar un estan- recibe. Están cargadas de un lenguaje que no debería convertir-
camiento en el desarrollo y maduración del hombre, no dejarse se en mentira o en burla hiriente. Y la única palabra válida que
arrastrar por el instinto, que dificulta el diálogo transparente, se afirma en las miradas, conversaciones y caricias es la del res-
respetuoso y sensible. Se trata de condenar, en una palabra, la peto y aceptación del otro como persona 24 .
mentira de actitudes que se adjetivan muchas veces como amo- Impúdico, según esto, es toda forma de comportarse que,
rosas. al acentuar el sexo, disminuye el valor de la persona y au-
menta el peligro de cosificarla. Lo mismo que el pudor psi-
cológico protege ei centro íntimo de la mirada curiosa e in-
Significado verdadero del pudor: oportuna, el pudor sexual mantiene una atmósfera de reverencia
el respeto a la intimidad y delicadeza hacia el cuerpo. Y si una apertura psicológica per-
manente sería insoportable, la falta total de aquél acabaría
A la luz de estas consideraciones deberíamos enfocar todos también por destrozar todo el encanto del sexo. Directamente es
los problemas éticos, comenzando por las primeras manifesta- una defensa de la castidad, pero indirectamente supone una
ciones de la cercanía y atracción sexual. La educación del pu- protección de la persona.
dor aparece como paso previo para esta humanización. Santo Cuando el amor, por el contrario, ha creado una plena co-
Tomás lo considera como una pasión que provoca cierta ver- municación, ya no hay motivo para temer una conducta indis-
güenza y malestar cuando se penetra en este terreno 22 . Es un creta que pisotee los valores personales. El deseo está orientado
mecanismo psicológico e instintivo de defensa, una reacción hacia el bien del otro, que no podrá sentirse utilizado, ni expe- '
espontánea, que actúa como un freno frente a impresiones o rimentar la necesidad de ocultarse como medida precautoria. El
posturas que pudieran herir la sensibilidad. Aunque se mani- sentimiento de vergüenza ha sido superado por la cálida fuerza
fieste a veces como un sentimiento casi patológico, que se ex- del cariño. Si el pudor no desaparece por completo, es que exis-
plicaría por diversas causas, su función en el hombre tiene una ten otras raíces más ocultas o queda el miedo de que el egoísmo
exquisita finalidad, pues intenta mantener el clima íntimo y intente aprovecharse de la confianza y libertad otorgada.
necesario para que el sexo no pierda su misterio y su candor. La moralidad no reside sólo en el peligro de lo genital, sino
Ocupa un lugar intermedio entre la desvergüenza sin límites y en la forma de enfrentarse con la otra persona como simple
la mojigatería absurda e ignorante 23 . objeto de interés, cuando lo único que se aprecia y busca son

22 intimidad y el sentido auténtico del pudor como defensa y salvaguarda. También


S. Th., Il-II, 144 y 145.
23 K. WOJTYLA. o. c. (n. 19), 193-214.
B. PF.TERS, La valeur morale de l'intimité personelle, en "StMor", 2 (1964), 24
191-254, donde hace un precioso análisis f'enomenológico de lo que supone la Cf. las reflexiones de L. Rossi, Naturismo/Nudismo en DETM, 1442-1446.
344 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y 11 AMOR I l M I AM1 NTAUON 1)1 l'NA MICA SI XUA1 345
los aspectos secundarios y marginales del otro. Se trata de valo- que nunca se acaba y desde luego, como decía Byron, es mucho
res canjeables que cualquiera puede ofrecer, porque no importa más fácil morir por la persona que se ama que vivir siempre
casi nada la dimensión personal del que los tiene. La acentua- con ella. La construcción de esta comunidad tiene mucho de
ción excesiva de las cualidades o de la belleza y anatomía del artesanía, en la que el corazón trabaja mucho mejor que el mis-
cuerpo demuestra que no hay apenas espacio para una valora- mo cuerpo.
ción más humana y comprometida. Es el fenómeno que apare- En este contexto la ética sexual aparece como un requisito
ce en muchos juegos eróticos, en los que la relación no tiene para que el diálogo comunitario entre el hombre y la mujer, en
consistencia ni seriedad, pues la gratificación afectiva que pro- sus diferentes facetas, adquiera una maduración oblativa y que
duce está llena todavía de excesivas impurezas psíquicas. La cualquier tipo de relación a través del cuerpo no viole el miste-
imagen publicitaria de la mujer, por citar un ejemplo, simboli- rio y la dignidad de la persona, ni olvide lo que ello significa:
zaría el relajamiento y degradación con la que tantas veces se algo más que estancarse en la superficie de su piel27.
contempla esta relación heterosexual.
exigencias comunitarias y sociológicas
La regulación del impulso genésico:
exigencias personales Su grito de protesta, sin embargo, no ha de levantarse sólo
contra los fallos individuales, sino contra las condiciones socia-
De la misma forma, el amor debería regular las necesidades les existentes que dificultan e impiden este humanismo del
del impulso genésico, para que se viva de acuerdo con sus exi- sexo. Los análisis de Marcuse han insistido mucho en este in-
gencias teleológicas y con las que se derivan por estar situado llujo social. No basta la lucha y la ascesis del instinto para doble-
en un contexto de diálogo y comunión. garlo a otros valores superiores, sino que se requiere un paso
Comprendo que un enunciado así permanece demasiado más. Si el hombre moderno ha llegado a esta dosis de erotización
abstracto e indeterminado, o que pudiera tacharse de idealista. desenfrenada no es consecuencia exclusiva de su perversión, sino
Son muchas las concepciones existentes para saber si una con- de las condiciones económicas y laborales en las que se halla su-
ducta concreta es o no expresiva de un cariño verdadero 25 . La mido. La principal realidad que se impone, como una fuente
ética tiene que explicitar aquellos valores que emanan de una constante de renuncia a sus satisfacciones, es el factor productivo,
reflexión antropológica y teológica sobre la sexualidad, para dentro de un sistema donde no caben otros valores que la eficacia
deducir de ahí algunas normas fundamentales de conducta. Los y el consumo. El trabajo se ha convertido en una verdadera alie-
capítulos restantes serán un intento de concretización en esta nación, más deshumanizante todavía por la presencia de la má-
línea. Pretendemos encontrar justamente las exigencias básicas, quina, que anula todo sentido creador.
que hacen posible la manifestación de ese amor y sin las cua- En esas condiciones de asfixia humana, por faltar espacio
les su expresión no alcanza un nivel suficiente de significado para el ocio y la tranquilidad, el sexo busca un desahogo instinti-
humano. vo, una compensación meramente genital. El hombre, vasallo del
El ser "una sola carne", con todo su profundo significado, sexo, es un fruto de tantas esclavitudes laborales. De ahí la pers-
obliga a un comportamiento que trasciende la simple informa- pectiva utópica de que, al ser liberado de estas condiciones, al-
ción técnica y hasta las obligaciones de su carácter procreador. cance una libertad más humana y pueda vivir la sexualidad en
El deber de la amistad y compañerismo en la pareja, tan fre- loda su dimensión. Por ello repite de manera constante que el
cuentemente olvidado, es más urgente y difícil que el oficio progreso no debe continuar en una línea cuantitativa —más dine-
paterno o materno 26 . La convivencia permanente es una tarea ro, más libertad, más comodidades, más sexualidad—, sino que
ha de dar un salto cualitativo, que rompa las ideologías y los
25
Véase la crítica que hace de este planteamiento G. FOURF.Z, Choix élhique sistemas provocadores de la insatisfacción reinante en la sociedad
et conditionnement social, Centurión, Paris 1979, 169-179. Sin embargo, lo mismo actual 28 .
que él dice acerca del amor podría aplicarse al sentido de liberación, que él pone
como fundamento de la ética sexual. Tanto las exigencias del amor auténtico Y es que cuando la sexualidad se legitima como puro valor
como las de la auténtica liberación necesitan posteriores concretizaciones, que
no van a ser admitidas por los que defiendan una concepción e ideología dife- 27
Sobre las formas deficientes del encuentro, en P, LAÍN ENTRAI.GO. Teoría y
rente en la significación de esos vocablos. realidad del otro, II, Revista de Occidente, Madrid 1965, 135-152.
26
E CUETO, Algunas reflexiones en torno a la sexualidad del hombre contem- * Cf. la bibliografía citada en la nota 45 del cap. 1. Además, J. M. PoHlER./f.v
poráneo, en "VyV", 18 (1977), 305-306. unidimensional el cristianismo?, en "Concilium", n. 65 (1971), 187-199. R. RF.1-
346 PRAXJS( RJSTJANA -OPCIÓN POR I A VIDA Y 1:1 AMOR I UNDAMENTACTON DE UNA ETICA SEXUAL 347
de consumo, como búsqueda compensatoria de fracasos afecti- comportamiento que ayude a la consecución de los objetivos pro-
vos, laborales o económicos, cuando se impone un modo de puestos. Por el contrario, y desde un punto de vista negativo, el
conducta contrario a la dignidad del sexo, como normal y acep- pecado va a consistir en una búsqueda deshumanizante, egoísta y
table, se necesita mucha fortaleza y autonomía para no caer en privada de estos contenidos. Toda falta se convierte por este mo-
los esquemas de comportamiento ajeno a nuestro ideal. Si la tivo en una individualización aislante de la sexualidad, en cuanto
educación es un elemento insustituible, sería absurdo presentar ésta desintegre y rompa el sentido relacional o mantenga parali-
una ética que no tuviese en cuenta los presupuestos básicos zada su evolución. La ética tiene, por tanto, como quehacer fun-
para que aquélla pudiera efectuarse. Educar es hacer al hombre damental la ruptura de todo narcisismo. Pero ¿cómo podemos
sensible para sentirse impresionado por los valores humanos, valorar la importancia de estos comportamientos negativos?
pero esta sensibilidad valorativa no es posible sin un mínimo Las dos fuentes de la moral católica han sido siempre la pala-
de cultura, ambiente y educación. Antes de exigir una determi- bra de Dios explicada por la Iglesia y la reflexión humana sobre
nada moral hay que protestar y mejorar primero una serie de las exigencias de la ley natural 30 . Sin embargo, cuando queremos
circunstancias que condicionan, en gran parte, la misma ma- catalogar la gravedad de un pecado, no basta acudir con ingenui-
duración del individuo. dad a cualquier cita de la Escritura, pues las categorías en que
Decir que la sexualidad es un lenguaje de amor cuando to- ella se mueve no corresponden a las nuestras tradicionales. Decir
davía no se ha conseguido vivir como personas, es una especie que la fornicación o impureza es un pecado mortal, porque "los
de burla perversa. Algunas normas elementales servirán para que se dan a eso no herederán el reino de Dios" (Gal 5,21), es
regular un mínimo de convivencia, pero no hay derecho a im- omitir que para san Pablo la misma consecuencia producen las
poner otras exigencias mientras no exista acceso a un nivel hu- discordias, envidias, rencillas, divisiones, iras y celos, que no al-
mano superior. Entre otras razones, porque se utilizaría un canzan de ordinario en nuestra moral una idéntica condenación.
idioma que para esa persona concreta, por el clima social que Aunque la impureza aparece como pecado importante, no es fácil
ha respirado, le resulta desconocido e incomprensible. Como el deducir siempre de tales afirmaciones la dosis de culpabilidad que
absurdo de enseñar a leer a quien todavía no conoce el abece- encierra cualquier comportamiento de acuerdo con la división en-
dario: tre pecado mortal y venial 31 . La cosmovisión que sobre el hom-
bre y el sexo aparece en sus páginas ilumina y fundamenta la
"En este caso, como entre tantos otros, el camino verda- reflexión posterior, aunque no pueda encontrarse siempre la im-
deramente real de la moralidad sexual pasa por la trans- portancia concreta de cada conducta. Como dice la Conferencia
formación de las condiciones económicas. No me meto en episcopal alemana, "la Escritura no contiene enseñanza alguna
cómo llevarlas a cabo. Pero lo que no se puede negar de detallada sobre la conducta sexual, pero aduce respuestas impor-
ninguna manera es que esa transformación social es lo tantes a los interrogantes que nos formulamos" 32 . Por ello no
que quiere la moral sexual y no seguir predicando y con- queda otro camino que la meditación sobre el significado del sexo
denando tranquilamente instalados en un confort —qui- para descubrir el valor ético pisoteado en una conducta.
zá bien relativo— adquirido precisamente gracias al tra- La moral tradicional ha clarificado con exactitud los pecados
bajo de esas gentes" 29. en esta materia. Cualquier comportamiento aislado y solitario
(masturbación), o con personas del mismo sexo (homosexuali-
Valoración del pecado sexual: dad), sin amor (prostitución), o sin estar ya institucionalizado
Escritura y Tradición (relaciones prematrimoniales), que nieguen la procreación (anti-
conceptivos), o la fidelidad del matrimonio (adulterio), lo consi-
Así pues, la moral explícita como exigencia lo que la naturale- dera siempre como pecaminoso. En abstracto, no podemos negar
za misma de la sexualidad postula. Éticamente será positivo todo la objetividad de tales afirmaciones. Cualquiera de ellas señala un

CHE, Sessualilá e hita di c/asse, Laterza, Bari 1969. H. DE LAVALETTE. Sexualité 111
Sobre el tema, E. LÓPEZ AZPITARTE. O. c. (n. 1), 279-298.
el politique. en "RechScRel", 62 (1974), 55-80. J. M. AUBERT. Sexualité et vie 31
Cf. bibliografía citada en la nota 1 del cap. III. Por eso no podemos admi-
sociaie, en "Supplément", 27 (1974), 458-479. A. VALSECCHI. Nuevos caminos de tir la argumentación bíblica de M. ZALBA. O. C. (n. 13), 751 y 753, donde cita
la ética sexual, Sigúeme, Salamanca 1974, 56-61. J. BASABE. Sexualidad y política, diferentes pasajes del NT para probar la malicia grave de los pecados sexuales.
en "MisAb", 69 (1976), 403-409. Interesante desde este punto de vista el plantea- 32
El cristiano ante la sexualidad humana, 2. Puede'encontrarse este documen-
miento de G. FOUREZ, o. c. (n. 25). to en La sexualidad. Actuales orientaciones cristianas, Acción Católica, Madrid
2
* M. BELLET, Realidad sexual y moral cristiana, Desclée, Bilbao 1975, 70. 1975, 54.
I UNDAMENTACTON DE UNA ETICA SEXUAL 349
348 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR

atentado contra alguna de las exigencias inherentes a la sexuali- das no aparecen con un carácter doctrinal absoluto: "la Iglesia no
dad. Cerrarse al amor o a su tendencia fecunda es la razón de ha decretado nada en esta materia con un juicio definitivo" 36. Y
fondo para cada una de esas condenas. por ello, dentro de una valoración teológica, esta doctrina se ha
El interés específico de la moral radica en la defensa de ambos mantenido siempre como-una opinión común 37 . El argumento
aspectos, que han de ser asumidos en una tarea responsable, y el más fuerte había sido el consentimiento unánime de los autores,
hombre que no se preocupa por evitar los riesgos del instinto e sobre todo a partir del siglo XVII38. Sin embargo, la unanimidad
integrarlo armoniosamente en una personalidad, de acuerdo con de esta doctrina no resulta un hecho tan evidente como se creía 39 ,
estas orientaciones, está cerrado a un valor serio y trascendente. y parece tener como base otros factores ajenos a la ciencia moral.
Desde una perspectiva ética habría que designar esta postura Entre estos últimos no cabe duda de que el decreto del
como grave. Es la negativa a una exigencia básica del ser huma- P. Aquaviva, en 1612, prohibiendo a los jesuítas defender, ni si-
no, como grave sería la actitud de quien no se preocupa en abso- quiera como tolerable, la doctrina de la parvedad de materia,
luto por la veracidad de sus relaciones con los demás. Al descen- tuvo un influjo extraordinario hasta la época actual 40 . En esas
der a los actos concretos, por el contrario, las enseñanzas de los condiciones, aunque se admitiera oficialmente la posibilidad in-
manuales han sido valoradas hoy con nuevas matizaciones. trínseca de la sentencia contraria, la casuística moral, que tuvo su
origen en la Compañía y cuyos autores fueron criticados de un
cierto laxismo, quedó orientada de manera casi definitiva por esta
línea rigorista 41 .
El problema de la gravedad:
razones de un planteamiento
36
M. ZALBA, O. C. (n. 13), I, 753. El mismo Zalba, al comentar la afirmación
El principio de la no parvedad de materia resulta ya para mu- de Persona humana, 10 —"La sexualidad comporta para la vida humana valores
tan elevados, que toda violación directa de este orden es objetivamente
chos de un rigorismo excesivo y poco fundamentado ". Con él se grave"—, afirma que tal vez ha sido dicha incidentalmente y "resulta, por tan-
aceptaba en la práctica que, fuera del matrimonio, cualquier acto to, menos obligatoria" y sobre los argumentos en que se apoya comenta: "La
venéreo directamente voluntario, por muy pequeño e insignifican- demostración por estas citas no es muy consistente. Hay que confesar también
te que fuese, debía considerarse como materia grave e importan- que un argumento de razón... se hace para muchos... difícilmente probativo"
te. Es decir que, a no ser por falta de libertad o de conocimiento [Declaratio de quibusdam quaestionibus ad sexualem elhicam spectantibus, en "Pe-
riódica", 66 (1977), 111].
indispensable, supondría siempre un pecado mortal 34 . " Así al menos se enseña en todos los últimos manuales que he repasado.
Parece claro que ni la Escritura ni los santos Padres aportan Sin embargo, algunos libros de bachillerato han presentado esta doctrina como
datos para semejante opinión, pues ningún moralista pretende de- enseñada por la fe. Cf., por ejemplo, V. SÁNCHEZ.La moral católica, SM, Madrid
fenderla hoy por ese camino 35. La doctrina de la Iglesia no es 1962, 189.
38
J. M. DÍAZ MORENO, La doctrina moral sobre la parvedad de materia "in
tampoco definitiva ni obligatoria, aunque de ordinario ha preferi- re venérea" desde Cayetano a san Alfonso. Estudio antológico y ensayo de síntesis,
do la interpretación más estricta, ya que sus intervenciones aisla- en "ArchTeolGran", 23 (1960), 4-138. E. ORSENIGO. La parvitá di materia nella
luxuria: riflessioni storico-dottrinali, en "ScCatt", 92 (1964), 425-442. El primer
33 autor, sin embargo, ha cambiado posteriormente de opinión [La parvedad moral
Para no citar una lista larga de nombres, me remito a la afirmación de de la lujuria. Notas de teología pastoral en torno a la parvedad de materia, en
B. HXRING: "En vista a una mejor información de la tradición global de la Igle- "SalT", 62 (1974), 604-617].
sia y de la psicología actual, los autores más representativos de la teología moral 59
Ver el documentado estudio de K. H. KLEBER, De parvitate materiae in
son del parecer de que en materia del sexto mandamiento o de castidad existe la sexto. Ein Beitrag zur Geschichte der katholischen Moraltheologie, Pustet, Regens-
parvitas materiae. No debemos poner diferencia entre moral sexual y la justicia y burg 1971, quien analiza los documentos de la tradición para demostrar cómo
otros mandamientos y virtudes" (DETM, 1014). no se ha dado un pleno consentimiento en este punto. También M. BAJEN, Pen-
34
Este último era el camino seguido por algunos autores que, sin negar el samiento de Tomás Sánchez S. I. sobre moral sexual, Universidad de Granada,
principio de la no parvedad, se mostraban más benévolos y tolerantes en la Granada 1976, sobre todo los documentos finales, y Nuevos datos acerca de la
práctica. M. ORAISON, Vie chrélienne et problémes de la sexualilé, Lethielleux, Pa- parvedad de materia "in re venérea", en "Pentecostés", 15 (1975), 95-103.
rís 1952. G. HAGMAIFR-W. GLFASON, Orientaciones actuales de psicología pasto- 40
La Congregación General IX extendió la prohibición del P. Aquaviva so-
ral. Sal Terrae, Santander 1964, 97-119. La misma enseñanza de la Iglesia. Cf. bre la lujuria procurada a la lujuria libremente admitida. Pueden verse los prin-
Carta pastoral de los Obispos de Lombardía y Venecia, 19, y la Declaración Perso- cipales documentos en J. ADLOEE. Luxure en DThC, IX, 1, ce. 1342-1343,
na humana, 8 y 9, en La sexualidad, o. c. (n. 32), 29, 81 y 83. E. ORSENIGO, a. c. (n. 38), 441-442, y K. H. KLEBER, o. c. (n. 39), 171-177.
35
"Para probar el principio establecido, no podemos aportar absolutamente 41
Cf. la respuesta de Roma a la provincia franco-belga sobre la probabilidad
nada de la Escritura o de los Padres y muy poco de la autoridad eclesiástica. El de la sentencia contraria, donde se admite que un confesor de la Compañía pue-
mayor argumento proviene del consentimiento de los teólogos, que además es de y debe absolver al penitente que defienda la parvedad de materia y no quiera
protegido por la autoridad eclesiástica de tal manera que la doctrina expuesta abandonar esta opinión. Se encuentra en la bibliografía citada en la nota ante-
hay que considerarla como cierta" [A. VAN KOL. O. C. (n. 16), I, 395].
350 I'RAXISC'RIS'I'IANA-OPC'ION POR l.A VIDA Y IX AMOR
I UNDAMINTAC ION DI UNA I.TICA SI Xl!AI 351
Por eso, al leer los diversos autores resulta curioso y llamativo
no encontrar nunca una razón válida y convincente para todos. del sexo constituye un desorden, que debería catalogarse como
Da la impresión de que sólo se intenta justificar lo que con ante- grave por atentar contra una estructura tan fundamental del ser
rioridad estaba aceptado por un sentido de obediencia. Su funda- humano 43 . Ni creo que nadie, fuera de algún extremista radicali-
mentación ética no llega a probar la gravedad de sus conclusio- zado, ponga en duda semejante principio. Lo que ya resulta mu-
nes. El hecho de que los argumentos de unos sean rechazados por cho más difícil hoy día aceptar es que la más mínima transgresión
otros y que los de éstos no sean admitidos por los primeros indica constituya objetivamente un pecado grave. La malicia del acto
ya una falta de solidez y consistencia42. radica en la renuncia a vivir los valores de la sexualidad que en
Tal vez una de las razones más convincentes sea el peligro que cada gesto concreto se eliminan. Si una conducta aislada no llega-
ra a herir gravemente el sentido de aquélla, se debería admitir,
supone una actuación incoada del instinto sexual. Poner en movi-
como en otros campos de la moral, la parvedad de materia.
miento un dinamismo como éste incluye el riesgo de no poderlo
detener cuando se quiera, como el que se lanza por una pendiente Por otra parte, la abundante superproducción de pecados
helada e intentara pararse a mitad de camino. Pero aun así no mortales ha descendido de forma impresionante en la actualidad.
resulta claro el porqué la más mínima aceptación tiene que ser Es la consecuencia lógica de un análisis que ha penetrado mucho
mortal en este terreno y, en otros muchos, con los mismos peli- más a fondo en la esencia misma de lo que significa una ruptura
gros podrá considerarse sólo como venial. La discriminación con Dios. Toda la literatura en torno a la opción fundamental
efectuada entre el sexo y los restantes problemas éticos es dema- ilumina, con una nueva visión más realista y evangélica, el valor
siado evidente para que no surjan sospechas sobre su falta de ético de nuestros actos particulares. Ellos participan de la morali-
dad en la medida en que sirven para crear, mantener o producir
objetividad. A lo mejor, si hubiéramos tomado en serio las afir-
un cambio de actitud. Serán buenos o malos en cuanto colaboran
maciones tan repetidas de Cristo sobre el peligro de las riquezas, o dificultan la realización del ideal que nos hayamos propuesto.
y la experiencia histórica de tantas injusticias elaboradas con el Y es evidente que desde esta perspectiva, sin caer en el extremo
dinero, nuestra moral económica sería hoy mucho más rigorista contrario de negar que un acto concreto pueda cambiar la op-
que la ética sexual. El evangelio, al menos, se muestra mucho más ción, habrá que descubrir la densidad humana de éste y ver si
comprensivo con las deficiencias sexuales, aunque también las posee la tensión suficiente e indispensable para romper con la
condena, que con otros pecados en los que hemos admitido una opción tomada 44 .
benevolencia mayor para no enjuiciarlos siempre como graves.
Lo que se apunta como regla de prudencia y un aviso contra la Todo esto no puede eliminar la condena objetiva de tantos
ligereza de comportamiento para justificar la moral anterior no comportamientos ilícitos. Nadie podrá decir que la masturbación,
puede constituir en todas las circunstancias un pecado mortal. como forma aislada y solitaria, sea el mejor camino para vivir la
sexualidad, o que una vida conyugal cerrada caprichosamente a
la procreación constituye el ideal del matrimonio. Creemos en la
existencia del pecado y del pecado mortal, pues humanamente
Las nuevas matizaciones sería ingenuo lo contrario y teológicamente una barbaridad, pero
no estamos tan seguros de las aplicaciones rigurosas en algunos
Con esto no pretendemos negar la importancia y gravedad de casos, ni que todos los actos concretos expresen siempre un cam-
las faltas en este terreno. La sexualidad tiene una función decisiva bio profundo de actitud. En este sentido la claridad tradicional
en la maduración de la persona y en su apertura a la comunidad en la clasificación de los pecados queda algo difuminada. No es
humana. Una negación teórica o práctica del significado profundo problema de matemáticas, sino de una valoración compleja de
muchos elementos, que no resulta fácil dilucidar en todas las oca-
rior. El miedo a las críticas aparece también en algunos documentos aportados
siones. Una aplicación concreta de estos principios generales la
por K. H. KLEBER. O. C. (n. 39), 219-221. Como un ejemplo de estas críticas, iremos realizando en los capítulos siguientes.
recuérdense los ataques de Pascal y de todo el movimiento jansenista.
42
El juicio de J. M. DÍAZ MORKNO sobre los dos argumentos fundamentales
aportados es el siguiente. Sobre el primero de la ordenación natural al placer
completo "nos interesa dejar anotado que, aunque los últimos principios experi-
mentales en que se apoyan no sean totalmente valederos, es con todo un notable
intento de análisis..." Y sobre el peligro próximo de un consentimiento poste- 41
Cf. J. GRUNDEL. Sexualidad en SM, 6,330-331, cuya postura me parece
rior afirma: "No será un argumento apodíctico, pero sí una razón bastante satis- justa y equilibrada.
factoria" [a. c. (n. 38), 137-138]. 44
E. LÓPEZ AZPITARTE. o. c. (n. 1), cap. X.
CAPÍTULO V

LA MASTURBACIÓN

Entre la obsesión y la trivialidad

Ante un fenómeno como la masturbación existe el peligro to-


davía de mantener una doble actitud extremista y radicalizada.
Por una parte, hay quien sigue obsesionado con él, como si se
tratara del problema básico y más importante de la vida cristiana.
Se mantiene una constante preocupación que quisiera evitar, a
cualquier precio, toda experiencia relacionada con un gesto como
éste. Y se olvida que la castidad no consiste en la simple ausencia
de semejante manifestación, sino en la maduración progresiva e
integrada de la libido, que puede estar ausente de una persona
aparentemente "casta" cuando la conducta ha sido reprimida por
el miedo o una excesiva culpabilidad'.
Por otro lado, frente a las exageraciones y excesos de otras
épocas, es fácil caer en el extremo contrario, presentando la mas-
turbación como un hecho cargado de valores positivos y que la
hacen, en muchos casos, deseable, benéfica y hasta obligatoria. El
único peligro consistiría en un falso sentimiento de culpabilidad,
que debería excluirse con una adecuada educación, lejos de toda
mentalidad puritana. No hay que darle ya ninguna importancia, a
no ser que se trate de un síntoma patológico, en el ámbito de la
pedagogía o de la moral. Admitir la malicia de este comporta-

1
Me impresionó mucho la siguiente afirmación del doctor M. ECK: "Puedo
afirmar que en todos los ambientes, laicos o de Iglesia, he encontrado muchos
más casos anormales en los individuos que no habían conocido la fase mastur-
batoria que en los otros" (Sacerdoce el sexualilé, Fayard, Paris 1973, 61). Venía
a confirmar una experiencia que la práctica pastoral me había ya enseñado. Y es
que, como señalan los psicólogos, existe otro tipo de "erecciones" psicológicas
más graves y, a veces, más perjudiciales, como consecuencia de una represión en
este terreno. Una "virtud" que lleva a esos otros comportamientos no parece que
tenga mucho de cristiana. A. HORTELANO las llama "masturbaciones espirituali-
zadas", pues el sujeto "puede incluso abstenerse de lo que es materialmente se-
xual" (Problemas actuales de moral. II, Sigúeme, Salamanca 1980, 568). Intere-
santes también las observaciones sobre las formas espirituales de autosatisfac-
ción en F. VON GARGERN. El tiempo de la madurez sexual. Marfil, Alcoy 1963,
96-101.
354 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR I.A VIDA Y I T AMOR I A MASTURBACIÓN 355
miento iría contra las conclusiones más unánimes de la ciencia cen en la mayoría de ellas —excitación sexual de manera solitaria
moderna 2 . y egoísta— no resultan válidos para todas las ocasiones.
Sin llegar tal vez a este realismo, es cierto que para muchos, En primer lugar, porque la masturbación no debiera quedar
en la práctica, es un comportamiento aceptado con una dosis reducida, como toda la ética del sexo, a lo puramente genital, sin
grande de tranquilidad, y sin apenas ninguna connotación peca- darle mayor trascendencia a ¡as otras actitudes autoeróticas que
minosa, cuando se trata de una manifestación tan amplia y se revelan en el psiquismo. Lo único que interesaba era la reali-
generalizada. dad del orgasmo o del placer experimentado, cuando la verdad es
Según esto, ¿ha sido exagerada la postura de la moral en este que, sin la existencia de tales gestos externos, se puede uno en-
punto? ¿Podemos seguir condenando la masturbación como antes frentar a la sexualidad —en su sentido más amplio— con una
o se ha dado un cambio radical en la valoración ética? ¿Es sim- actitud que reviste el mismo significado narcisista e inmaduro que
plemente un fenómeno natural y biológico o implica otros aspec- la búsqueda solitaria de lo genital 4 . De la misma forma que una
tos más profundos de la persona? Para intentar la formación de relación heterosexual en sus apariencias, y hasta dentro del matri-
un juicio ético equilibrado resultan necesarias una serie de consi- monio, podría tener un carácter masturbatorio mucho más pro-
deraciones previas que nos lleven más allá de la obsesión o fundo que la misma experiencia aislada de un adolescente. Lo
trivialidad. que reviste verdadera importancia para la maduración y equili-
brio de la persona es la forma de vivir el sexo en su conjunto y no
la mera genitalidad. Hay, pues, que examinar por debajo de todo,
La complejidad de un hecho: aun cuando se diera una aparente continencia, la cara interna del
diferentes significados instinto sexual para ver la dinámica y orientación que lleva.
Tampoco basta insistir en sus motivaciones egoístas, como si
Nos encontramos ante todo, y en contra de lo que pudiera el masturbador fuese siempre un ser doblado sobre sí mismo y sin
parecer a primera vista, frente a una conducta de extraordinaria ninguna apertura hacia la alteridad, con miedo hacia el ambiente
complejidad, cuyo significado puede ser múltiple y variado, de que le rodea y que hace al individuo sumergirse placenteramente
acuerdo con las circunstancias y momentos peculiares de cada en un clima de imaginación y afecto solitario. El problema puede
individuo. De ahí la dificultad de encontrar una definición ex- tener también otras raíces y ni siquiera la búsqueda gratificante
haustiva y aplicable a todos los casos, pues sería imposible en- del placer explica su génesis o permanencia posterior. La gama de
marcar dentro de una sola todas las posibilidades latentes en ese significados es abundante y se requiere, por tanto, una individua-
comportamiento 3 . Los dos rasgos más característicos que apare- lización bastante personal.
Hay que reconocer, sin embargo, que la masturbación se vive
2
"... Una sociedad no autoritaria no pondría ningún obstáculo a la satisfac- con mayor frecuencia a un nivel genital y, cuando se habla de
ción de las necesidades naturales. No se contentará, por ejemplo, con no prohi- ella, conserva de ordinario esta impostación. Vamos a fijarnos
bir una relación amorosa entre los adolescentes; le dará su plena protección. No ahora en esta su forma más universal y corriente para ver los
se contentará, por ejemplo, con no prohibir la masturbación infantil; tratará se-
veramente a los padres que impidan al niño el desarrollo de su sexualidad natu- diferentes factores que la condicionan, antes de entrar en su valo-
ral" (W. RKICH. La révolution sexuelle, Plon, Paris 1968, 72). "A través de nues- ración ética.
tras consideraciones... hemos asumido que el autocrotismo no sólo es esen-
cialmente normal, sino bueno" (H. HliNi. La conduela sexual hoy, Edhasa.
Barcelona 1978, 130-131). "No faltan autores que adoptan un lenguaje poético para Descubrimiento de una nueva realidad
defender la masturbación, que en vez de un vicio combatido por maestros mora-
listas es 'el paso natural por el que se llega al amor cálido y generoso de la ju-
ventud y al amor sereno y positivo del matrimonio en la madurez'" (AA. VV., La sexualidad, aunque presente desde el comienzo de la vida
La sexualidad humana. Nuevas perspectivas del pensamiento cató/ico. Cristiandad, humana 5 , se corporaliza con una fuerza impresionante a partir de
Madrid 1978, 251).
4
' "La dificultad de una definición exhaustiva y aplicable a todos los casos A pesar de que el aumento de la masturbación femenina es un dato eviden-
resulta de la multiplicación de los puntos de vista tal como puede apreciarse en le ¡cf. M. HUN'l, o. e. (n. 1), 103-106], esto mismo explicaría su incidencia menor
la elección, de los términos... Definir la masturbación presenta, pues, ardua ta- con relación a los hombres. El sexo de la mujer está menos genitalizado, pero en
rea, porque presupondría ya resueltas algunas cuestiones litigiosas que se refie- ella se daría con más frecuencia esta masturbación con tonalidades psicológicas.
ren especialmente a su carácter natural, su frecuencia, el papel exclusivo del pro- La coquetería excesiva, la búsqueda del adorador, el deseo incesante de seducir
pio cuerpo, el grado de importancia de la descarga sexual. La cuestión de la podrían ser algunos ejemplos simbólicos.
5
terminología es reveladora, a su vez, de idénticas dificultades" (A. AI.STIÍKNS. La Sobre la sexualidad infantil me remito a la bibliografía dada en la nota 46
masturbación en el adolescente, Herder, Barcelona 1972, 61 y 63). del cap. II.
356 P R A X I S C R I S T I A N A - O P C I Ó N POR [.A V I D A Y EL A M O R
1 A MASTURBACIÓN 357
la adolescencia. En la época de la pubertad no solamente las es- 7
yor dificultad . La falta de confianza o la impresión latente de
tructuras anatómicas han alcanzado una mayor evolución, sino que es un hecho irremediable cortarán sin duda muchas de las
que las funciones glandulares y los diferentes estímulos específi- energías necesarias. Cualquiera puede constatar el influjo negati-
cos provocan la llamada del instinto e invitan a la correspondien- vo de estos sentimientos en el momento decisivo, por ejemplo, de
te gratificación. La unión de todos estos elementos hace que, des- una competición deportiva o de otras múltiples acciones de la
de un punto de vista biológico, aparezca una dosis de tensión, vida ordinaria.
que busca ser liberada a través de las secreciones naturales. Por
ello, cuando no son provocadas, suelen tener lugar de una forma
espontánea, sobre todo en el sueño, aunque a veces pasen inad- Etapa evolutiva hacia una integración personal
vertidas y su ausencia tampoco suponga ninguna anomalía
especial6. La adolescencia es, además, una etapa de transición, en la que
El joven descubre un mundo inédito y fascinante, a pesar del el joven debe renunciar a una actividad infantil, como la mastur-
negativismo que haya tenido su educación, cuando se encuentra bación, pero sin poder alcanzar todavía una relación heterose-
con los fenómenos psíquicos y biológicos de su propia naturaleza xual. Se trata de una situación incómoda e inestable. La madura-
sexual. La curiosidad, despierta ya en épocas muy anteriores, al- ción conseguida en su anatomía no se produce con la misma
canza aquí una invitación suprema por la transformación que ex- celeridad en su vida anímica y psicológica. Se encuentra biológi-
perimenta en su cuerpo. Las circunstancias harán que un día tro- camente preparado para el ejercicio de una actividad que no le
piece con el placer escondido y misterioso, que intuía desde antes resulta posible por muchos motivos en el campo de su psiquismo.
sin comprenderlo, o que se le manifieste de pronto sin saber el La masturbación sería, en este sentido, una primera apertura ha-
porqué. cia la heterosexualidad, que no llega a realizarse en toda su pleni-
tud. El acercamiento al otro sexo comienza de una forma aislada
Una experiencia masturbatoria, que supone el encuentro, por y solitaria en la realidad, pero como un prólogo introductorio
encima de todo, con una emoción placentera, tiende a repetirse hacia el encuentro con la otra persona.
por la vinculación profunda entre la percepción y las emociones De ahí la importancia otorgada por los psicólogos al mundo
agradables que de ella se derivan. Cuando ambos aspectos se ca- imaginativo de los adolescentes 8. En él se manifiesta el carácter
nalizan hacia una situación gratificante, el simple recuerdo de esa ambivalente de la etapa evolutiva, la postura intermedia entre
experiencia es suficiente para despertar el deseo de repetirla. una fase autoerótica y la nueva apertura incipiente hacia los de-
Como toda función psico-física, la emoción deja un residuo ocul- más. Por eso es frecuente que tales actos solitarios estén acompa-
to que favorece e incita a una especie de toxicomanía. La aparen- ñados ya por imaginaciones que revelan un deseo más o menos
te facilidad de conseguir lo que se busca es también un factor implícito de relación y comunión amorosa. Lo que a primera vis-
positivo para la formación del hábito. Podría crearse incluso cier- ta aparece como soledad y aislamiento tiene una corriente de
tos reflejos condicionados, unidos a situaciones que no constitu- fantasía claramente heterosexual. En el fondo, se despierta un
yen por sí mismas estímulos específicos. Determinadas acciones deseo de encuentro con el otro, que por el momento no puede
normales e indiferentes motivarán, por sus vinculaciones afectivas llegar a realizarse. A través de la imaginación se mantiene una
con ese gesto, la existencia de una tensión característica que im- tendencia vaga de intimidad, de cercanía amorosa. Por ello, en
pulsa a la gratificación. contra de lo que pudiera creerse, la ausencia de estos pensamien-
El mismo miedo, provocado por una educación rigorista y tos no es un síntoma positivo y benéfico, pues manifestaría más
por el sentimiento consecuente de culpabilidad, podría crear una bien que la gratificación masturbatoria no constituye ya un puen-
sensación de vértigo que llevase a la caída. Como el temor a caer- te hacia la etapa posterior, sino una regresión o estancamiento de
se, en el que aprende a montar en bicicleta o se acerca al borde de signo diferente. El hecho de que las primeras experiencias psico-
una altura, produce de inmediato un descontrol que imposibilita
conseguir lo que, en circunstancias normales, no supondría ma- 7
"El yo, psicológicamente precoz y bombardeado obsesivamente por lo eró-
tico, termina muchas veces por sentir una especie de vértigo. Ve que se cae, se
6
da perfectamente cuenta de ello, no quiere caerse y, sin embargo, el abismo ter-
Para los mecanismos diferentes que despiertan la excitación sexual y sus mina por engullirle y se cae irremediablemente" [A. HORTELANO, o. c. (n. 1),
repercusiones biológicas, G. SANTORI. Compendio de sexología. Razón y Fe, Ma- 569].
drid 1969, 134-141, y Cu. W. LLOYD y otros. Reproducción humana y conducta 8
El que mejor ha tocado este aspecto ha sido A. ALSTLLNS. O. c. (n. 3),
sexual, Jims, Barcelona 1966, 419-437. 85-91.
358 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y IX AMOR I \ MASTI'RBACION 359

afectivas con el otro sexo resuelven o aminoran en gran parte este Otros factores posteriores:
fenómeno, es índice evidente de lo que significa con frecuencia diferentes significados
esta etapa primera de la juventud.
En esta época no podemos olvidar tampoco el papel estimu- Este comportamiento suele reducirse después de la adolescen-
lante que representa la vida afectiva y sentimental del adolescen- cia, en circunstancias normales, aunque a veces se prolonga y
te. Los sentimientos de soledad afectiva, de independencia y auto- estabiliza en una etapa posterior. La masturbación adulta reviste
nomía personal, de incomprensión por parte del ambiente que le significados diferentes. Habrá ocasiones en las que mantenga un
rodea, de frustración frente a los ideales abstractos y un tanto carácter sustitutivo, cuando la abstinencia de las relaciones hete-
imaginarios, las dificultades y primeros tropiezos, los fracasos en rosexuales, por las razones que sean, lleva a encontrar en ella una
los estudios, etc., impulsan a encontrar una especie de com- especie de sustitución imperfecta, donde el factor imaginativo jue-
pensación agradable y placentera. Es una experiencia demasiado ga, por ello, un papel importante. A falta de otra posibilidad
cercana y asequible para no buscar en ella un consuelo y pequeño mejor se opta por este recurso. Se buscaría un desahogo fisioló-
refugio ante las situaciones que se presentan como negativas. El gico a una cierta tensión, que no se llega a dominar, sobre todo si
calor y el placer, que la vida real niega, se equilibra así de alguna los viejos hábitos dificultan una actitud de mayor resistencia. La
manera. falta de esfuerzo e integración, que lleva al abandono inmediato
Todo este cúmulo de circunstancias hace que la tendencia ha- en manos del placer, puede suponer un serio obstáculo al des-
cia la masturbación, durante este período de crecimiento madura- arrollo personal, pues indica una dosis de egoísmo y aislamiento
tivo, pueda considerarse normal desde una perspectiva psico- digna de atención. El grado extremo sería el de aquellos que en-
biológica. Patológico sería precisamente lo contrario —la ausen- cuentran aquí su mayor felicidad. Lo que comenzó siendo un
cia completa de esta inclinación—, pues indicaría que existe algún simple medio se ha convertido ya en un fin casi absoluto. Hasta
obstáculo o problema de diversa índole que dificulta el desarrollo dentro de la vida matrimonial, esta práctica resulta más deseable
lógico y coherente de la sexualidad. La normalidad, de la que y gratificante.
hablan muchos psicólogos, hay que situarla a este nivel de ten- Sin embargo, existen otras series de factores explicativos de
dencia e inclinación como etapa pasajera hacia una fase poste- esta misma realidad, que se dan con mayor frecuencia todavía
rior. Las transformaciones fisiológicas de la pubertad con su fuer- que en la época anterior de la juventud. Me refiero en concreto a
za y aspecto novedoso, junto con la lejanía y recelo frente al otro todo el mundo de motivaciones más o menos inconscientes, cuya
sexo, y teniendo en cuenta la inestabilidad de todo el período influencia práctica es absurdo minusvalorar. Los mecanismos del
evolutivo, explican por qué, en la práctica, esta tendencia se ma- hombre son demasiado complejos para saber de inmediato cuáles
nifiesta a través de los actos masturbatorios con una frecuencia son las raíces auténticas de su comportamiento. Y en este terreno
estadística elevada 9 . Pero, aunque sea comprensible, fácil y co- son múltiples las causas que condicionan y fomentan un hábito
rriente este último hecho, no significa que se trate de una expe- semejante. Agresividades y venganzas ocultas, miedos irraciona-
riencia necesaria para la maduración de la personalidad, como si les, deseo de castigo personal por la culpabilidad engendrada con
al que no la hubiera realizado le fuese imposible conseguirla. Sólo tales prácticas, ilusiones profundas inconfesadas, nostalgias que
cuando este dominio sea producto de una fuerte represión, como no se quieren reconocer, ciertas gratificaciones "buenas" que no
antes dijimos, podría catalogarse como deficiencia psicológica culpabilizan, pero despiertan la dinámica sexual y otras mil varie-
más o menos profunda 10 . dades de todo tipo se ocultan por debajo de la masturbación.
A veces hasta crear un círculo vicioso. La angustia y deprava-
'' Las múltiples estadísticas sobre este comportamiento señalan siempre un ción experimentada, al sentirse arrastrado por una fuerza que no
alto porcentaje, que alcanza el 90 ó 95 por 100 en el sexo masculino. Cf. se llega a dominar, aumenta los sentimientos negativos y, al mis-
A. AISTII.NS, o. c. (n. 3), 65-69. A. V ALFSSO. L'auloerotismo neWadolescente, Ma-
rietti, Torino 1970, 82-85. M. VIDAI . Moral del amor y de la sexualidad, Sigúeme,
mo tiempo, tal situación afectiva engendra esta práctica como un
Salamanca 1971, 339-341. Puede verse una amplia información sobre este com- intento de disminuir la angustia, como una función defensiva
portamiento en las diferentes culturas y civilizaciones en H. ELLIS. Eludes de contra la ansiedad. El sujeto comprende que es absurda su postu-
psychologie sexuelle. Alean, Paris 1964, 163-248 (vers. cast.: Estudios de psicología ra, pero no consigue eliminarla. La misma confesión juega un
sexual, Studium. Madrid 1969).
10
El mismo ALSTKHNS. que insiste en la "normalidad" de este proceso, afir-
ma sin reticencias que: "A lo sumo diremos que la ausencia de masturbación y necesario a esta frecuencia estadística. Como dice la Declaración Persona hu-
puede ser ambigua y responder, si viene el caso, a una consigna represiva mal mana, 9, "los hechos no constituyen un criterio del valor moral de los actos hu-
integrada" jo. c. (n. 3), 68], pero sin darle por supuesto un sentido obligatorio manos".
360 PRAXISCRISTIANA-OPCION POR LA VIDA Y IX AMOR 1 A MASTURBACIÓN 361
papel mucho más psicológico que religioso. Es una búsqueda sentido de lo afirmado en épocas anteriores. Se han superado
para obtener la tranquilidad, que posibilita el paso a un nuevo algunos presupuestos morales que no resultan del todo con-
intento de superación posterior, más que la manifestación de un vincentes.
arrepentimiento por la posible ruptura de una relación personal. La base bíblica en la que apoyaba su condena no parece tan
En estas situaciones suelen darse hasta reacciones de tipo mágico, clara y explícita como se había creído con anterioridad ' 2 . En la
que intentan recuperar la "limpieza" perdida. Escritura existen abundantes textos que afectan de un modo
En el extremo de este camino la masturbación aparece como genérico al sexo y condenan de forma específica determinadas
el síntoma de una patología más aguda, de un desajuste psicológi- desviaciones y comportamientos, pero un análisis de las diferen-
co de la personalidad, hasta llegar a vivirse como una fuerza tes afirmaciones lleva a la siguiente conclusión, generalmente
compulsiva. Las reacciones pueden resultar incomprensibles, con admitida por los autores: no aparece ninguna condenación
una falta elemental de lógica, pues ni siquiera el placer ocupa una directa y expresa contra esta práctica determinada 13 . Esto no
especial relevancia y no existen motivaciones racionales que justi- supone admitir que la masturbación no sea pecado. Sería una
fiquen semejante comportamiento. Revelan ya una falta de armo- conclusión demasiado ligera y sin la lógica más elemental, pues la
nía e integración interna, que requeriría un tratamiento peculiar. Biblia no es un manual para confesores donde se encuentran
No es la causa sino la expresión de que existe algo por dentro que (odas las conductas pecaminosas. Es fácil incluso que una acción
no funciona con un mínimo de normalidad". como ésta deba incluirse en las condenas generales que se dan
Con esto no hemos pretendido elaborar una lista completa de contra las impurezas y desórdenes de todo tipo H . Lo único que
los factores que motivan o condicionan el fenómeno de la mas- decimos es que así como otros comportamientos quedan exclui-
turbación. El único objetivo era insistir en la complejidad de su dos de la vida cristiana, contra éste no existen afirmaciones tan
etiología para no quedarse en una interpretación demasiado sim- categóricas y explícitas. El vocabulario empleado en los diferentes
plista, que se reduce a la pura manifestación de ese gesto sin tener textos no responde nunca a los términos griegos que se utilizaban
para nada en cuenta sus posibles lecturas o significados. Cual- para hablar de este acto 15 .
quier planteamiento pastoral o educativo, e incluso su misma va- La tradición de la Iglesia ha sido mucho más taxativa. Es
loración ética, en gran parte tiene que encontrar aquí su punto de verdad que, según los estudios realizados, no es fácil encontrar
partida y fundamento. tampoco una clara condena en la literatura patrística: "Los
De estos dos puntos trataremos a continuación. Padres de la Iglesia han silenciado prácticamente el tema de la
masturbación" 16. Sin embargo, resulta curioso la importancia y
La fundamentación teológica: 12
Escritura y Tradición Los textos más frecuentemente empleados han sido los siguientes: Lev
15,16; Dt 23,9-12; Gen 38,6-10; Eclo 23,16-17; 1 Cor 6,9-10; Ef 5,7; Gal 5,19-21;
Rom 1,24; 1 Tes 4,3-4.
Tanto la argumentación teológica como su fundamentación " Ver el estudio completo de H. HUMBERT. Le peches de sexualité dans le
ética admiten hoy nuevos matices, que las diferencian en cierto Nouveau Testament, en "StMor", 8 (1970), 149-183. Una de las conclusiones del
autor es la siguiente: "Ninguna condenación es formulada contra la bestialidad
" De ahí las diferentes divisiones que aparecen entre los autores. B. CALLIE- (a diferencia del Antiguo Testamento) y el vicio solitario" (p. 183). "Hay que
RI-L. FRIGHI distinguen entre un acto, que conduce a la satisfacción sexual concluir, pues, que el Antiguo Testamento, lo mismo que el Nuevo, no ofrece
autoerótica; un comportamiento, cuando el acto se convierte en un hecho repeti- ningún texto seguro referente a la condena de la masturbación" (A. PLE-
do; y masturbación propiamente dicha, cuando la impostación psicológica que se B. HARING. La masturbación, Paulinas, Madrid 1971, 21).
14
revela descubre ya una regresión inmadura, egocéntrica, cerrada a la presencia "Aunque no se puede asegurar que la Sagrada Escritura reprueba este pe-
del otro. Relazione introdutliva sugli aspetti psiquiatría en AA. VV., L'autoerotis- cado bajo una denominación particular del mismo, la tradición de la Iglesia ha
mo. Ateneo Salesiano, Roma 1964, 58. F. BEDNARSKI (ib., 172-176) insiste, desde entendido, con justo motivo, que está condenado en el Nuevo Testamento cuan-
un punto de vista pedagógico, en la diferencia entre autofilia, autoerotismo y do en él se habla de 'impureza', de 'lascivia' o de otros vicios contrarios a la
autosexualismo. A. HORTELANO, o. c. (n. 1), 566-568, se refiere a tres tipos dife- castidad" (Persona humana, 9). El sentido procreador y unitivo otorgado a la se-
rentes: masturbación patológica, fisiológica y psicológica. A. ALSTLLNS, O. C. xualidad humana haría poco comprensible el no rechazo de la masturbación. La
(n. 3), 113-115, recoge la división de F. VON GAGERN entre not-onanie y onanis- tradición talmúdica, sin embargo, se muestra mucho más rigorista cuando dice
mus, según exista la capacidad de mantener relaciones sociales o dificulte la co- que "quien eyacula en vano el semen se parece a quien versa la sangre" ¡cf.
munión con los demás. AA. VV., o. c (n. 2), 252-254, dividen la masturbación de A. PÍE. o. c. (n. 13), 20J.
15
los adolescentes en compensatoria, por necesidad, patológica, por razones médi- Cf. A. P I E . o. c. (n. 13), 31, nota 10.
cas y hedonista. En último término, se trata de ver la mayor o menor importan- "• CH. E. CURRAN, New Look al Christian Morality, University Press. Notre
cia que tiene según sus raíces y motivaciones. Dame 1968, 213.
3 62 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
1 A MASTURBACIÓN 363
17
preocupación existente en torno a las poluciones nocturnas .
Parece como si el deseo de pureza ritual, muy cercano a la biológicos y sobre la sexualidad en general motivaran confusiones
mentalidad del Antiguo Testamento sobre estos temas, prevale- desprovistas de fundamento científico y que los mismos moralis-
ciese todavía sobre la pureza ética, la única que limpia verdade- tas católicos encontrasen en estos escritos una confirmación
ramente el corazón del hombre. estupenda a sus valoraciones éticas.
Como en otros puntos de la moral cristiana, la práctica de las
confesiones, sobre todo a partir de los libros penitenciales de la
alta Edad Media, motivó los célebres catálogos de pecados y sus La enseñanza de los manuales
correspondientes penitencias. La lista de posibles faltas, en todos
los campos, es de una amplitud impresionante. La masturbación Las intervenciones de la Iglesia, desde el nacimiento de los
tiene también una mención frecuente, aunque la penitencia manuales de moral, evitaron cualquier intento de mayor laxitud.
impuesta sea de ordinario mucho más leve, máxime si se trata de Las proposiciones que parecían algo más avanzadas quedaban
adolescentes, que cuando se habla de otros pecados sexuales18. Se condenadas de inmediato. Uno de los autores, considerado como
acepta como un pecado más, pero sin alcanzar todavía el relieve el príncipe de los laxistas, era el cisterciense Juan Caramuel. De
impresionante que comienza a partir del Renacimiento. su obra Theologia moralis fundamentalis fueron sacadas dos
Se ha insistido en que fue Gerson el primer autor rigorista proposiciones que condenaron, como escandalosas y perniciosas
sobre este punto. Desde luego algunas de sus afirmaciones no para la práctica, Alejandro Vil e Inocencio XI, respectivamente.
dejan lugar a dudas. Para subrayar la gravedad de esas faltas en Sus afirmaciones son exageradas aun hoy día y, en este sentido,
los pequeños, afirma sin temor que, "aun cuando, por razón de la no revisten mayor interés. La condena recae no sobre el hecho en
edad, no se haya concluido la polución... hace perder la virgini- sí, sino sobre todo el contexto que se afirma. En una se identifica
dad a un niño más que si éste, a la misma edad, hubiese la masturbación con la sodomía y bestialidad, como pecados de
frecuentado las mujeres" ". Por este tiempo se publican también especie leve idéntica 21 . Y en la otra se afirma que la masturbación
una serie de libros en los que sus autores, médicos y escritores no está prohibida por el derecho natural y que sería buena, por
—algunos afectiva e ideológicamente tan lejanos del catolicismo tanto, y hasta obligatoria, en algunas circunstancias, si Dios no la
como Rousseau y Voltaire—, describen las trágicas y funestas hubiese prohibido bajo pena de pecado mortal 22 .
consecuencias, en todos los órdenes, que produce el vicio solita- La tradición de los manuales ha sido unánime en este punto,
rio 20. No es de extrañar que la ignorancia sobre los procesos l a doctrina de la Iglesia se configuró con bastante exactitud en
el siglo xvn y, sin apenas variaciones de importancia, se ha
17
A. PLE, O. C. (n. 13), 24. Más adelante afirma: "Apenas existe un autor mantenido hasta la época actual. Sus puntos fundamentales
monástico o medieval que no haya tratado de la polución nocturna" (13, no- podrían sintetizarse de la siguiente manera.
ta 15).
18
"Los niños, sin embargo, entre los doce y veinte años que cometan los crí-
La masturbación directa y voluntaria es siempre por su propia
menes apuntados serán castigados con la mitad de la pena dicha" (L. BIELER, naturaleza un pecado grave, sin que deba eximirse de esta
The Irish Penitentials, Institute for Advanced Studíes, Dublin, 1963, 100). En culpabilidad a los niños y adolescentes en circunstancias norma-
otros penitenciales, a pesar de todos los posibles pecados que se enumeran con- les y ordinarias 23 . La búsqueda del placer sólo será admisible
tra la castidad, no aparece para nada la masturbación. Así en ALAIN DE LILLE,
Líber poenitentialis, Nauwelaerts, Louvain 1965. Más adelante, incluso he encon-
trado algunas sumas de confesores en las que se habla mucho de las imaginacio- muertes dolorosas e imprevistas, voz ronca, idiotez de la mente. Todavía
nes nocturnas y absolutamente nada de la masturbación. Por ejemplo, THOMAE A. TANQUEREY en su conocida Sinopsis theologiae moralis et pastoralis, Desclée,
CHOBHAN, Summa confessorum, Nauwelaerts, Louvain 1969. l'urisiis 1945, II, Suppl., 17-18, enumera todos estos males imaginarios. Lo inte-
" J. GERSON, De confessione mollitiei en Oeuvres completes, VIII, Desclée, resante es que tales afirmaciones estaban confirmadas por las autoridades médi-
Paris 1971, 72. El tratado es un modelo perfecto de lo que no se debe hacer en cas de la época. Así, S. ANTONIO M.J CLARIT. La llave de oro. Librería religiosa,
el confesonario. Barcelona 1860, 72-83, recoge muchos de estos testimonios médicos. Mayor
20
El libro publicado por S. A. TISSOT, médico suizo (1728-1797), y que tuvo documentación en A. NERET. Document pow une histoire de l'éducation sexuelle.
numerosas ediciones en diferentes lenguas, tiene ya un título significativo: Traite Ncrct, Paris 1957.
de l'onamisme, dissertalion sur les maladies produites par la masturbation. Ver 21
DS. 2040 (1124).
también J. J. ROUSSEAU, L'Emile ou l'éducation, Garnier, Paris 1961, lib. IV, 415- 22
DS. 2149 (1199).
418. Un típico ejemplo puede verse en A. FONTANA, Manuale per ieducazione, -'' Pío XII expresó su pensamiento claramente: "Por lo tanto, rechazamos
Milano 1834, 203-204, donde se acentúan con fuerza extraordinaria aspectos que
como errónea la afirmación de quienes consideran como inevitables las caídas en
se han mantenido presentes en nuestra educación: la falta de apetito, la palidez
del rostro, obnublación de la vista, dolores de cabeza y de la espina dorsal, los años de la pubertad que, por ello, no merecerían que se hiciera gran caso de
cijas, como si no fuesen faltas graves, porque de ordinario, añaden, la pasión
suprime la libertad necesaria para que un acto sea moralmente imputable" ¡AAS
364 - " PRAXIS C'RISTIANA-OPC'ION POR I.A VMM Y hl. AMOR
I A MASTURBACIÓN 365
cuando esté orientada a la procreación y dentro del matrimonio.
Por ello, no es lícita su aceptación, aunque se produjese de Los autores están de acuerdo en que no todas las razones son
manera casual o involuntaria, a no ser que, con una distinción un suficientes, ni es fácil tampoco encontrar una argumentación que
tanto abstracta y retorcida, la voluntad se gozase sólo en el hecho pudiera considerarse unánime 26 . Se han superado ya posturas
de constituir un alivio a la naturaleza 24 . Ni tampoco es admisible precientíficas que consideraban a la polución como un aborto en
con fines terapéuticos, pues se temía que con tales excepciones potencia, ya que sólo en el semen masculino se halla encerrado el
quedara socavado el principio básico de la ética sexual: que el hombre 27 , o la juzgaban como una pérdida inútil que iría contra
la conservación de la especie humana 28 . Tampoco resulta definiti-
placer venéreo está destinado exclusivamente a su finalidad
vo probar su malicia, como se ha hecho hasta tiempos muy re-
procreadora 25 .
cientes, porque si el placer sexual pudiera buscarse fuera del ám-
Existe una malicia diferente entre el placer solitario que va
bito procreador, nadie aceptaría la posibilidad de un hijo y los
acompañado de orgasmo (acto completo) y aquel otro que no
deberes del matrimonio. El placer sería como un premio y gratifi-
llega a producirlo (acto incompleto). Este último, para las perso-
cación por la búsqueda de la fecundidad29. El argumento, sin
nas no casadas, constituye también un pecado mortal.
embargo, con más frecuencia utilizado ha sido el designarla como
La malicia de la masturbación indirectamente voluntaria, un pecado contra la naturaleza. Así se denomina en todos los
como consecuencia de actos o situaciones que pudieran provo- textos. Pero ¿qué significa esta afirmación? ¿Contra qué atenta un
carla (actos indirectos o impúdicos —así se llamaban en los gesto como éste?
manuales—), dependerá del peligro más o menos próximo que
presenten tales circunstancias y de las razones más o menos El siguiente párrafo de uno de los manuales mejores y más
graves y justificantes para aceptar ese riesgo. recientes sintetiza con claridad el argumento más clásico y fre-
cuente: "Como la facultad generativa y su actuación ha sido dada
al hombre únicamente para el bien de la procreación y a ésta no
La fundamentación ética: puede proveerse adecuadamente si no es en el matrimonio, se
importancia de la procreación sigue que ningún uso deliberado de aquella facultad se permite a
los solteros" 30.
La valoración teológica de estas enseñanzas no parece a La razón, por tanto, de la malicia intrínseca reside en su nega-
muchos moralistas que tengan un carácter definitivo e inmutable. tiva radical a la procreación. Eliminar esta finalidad primera del
Representan la opinión común de una larga época, pero esto no sexo es la esencia del pecado y el único motivo para negar su
impide que se aporten nuevas matizaciones que no pudieron licitud en cualquier hipótesis, aun cuando se trate de admitir el
tenerse en cuenta con anterioridad. Las ciencias humanas han ido placer involuntariamente provocado, o se buscara por otras razo-
aportando nuevos datos para una visión del problema más justa y nes no libidinosas, como en el caso, por ejemplo, de un análisis
adecuada. En las motivaciones de esta condena y en el plantea- espermático. Si la sexualidad no tiene sentido al margen de la
miento ético de algunos casos es donde la evolución se ha
planteado con mayor claridad. 26
El mismo M. ZAI.BA. O. C. (n. 24), afirma: "Los teólogos aceptan unáni-
memente que la polución directamente voluntaria está prohibida por el derecho
44 (1952), 275J. Ver también el discurso a los psicoterapeutas [AAS 45 (1953), natural, aunque al construir la argumentación racional no todos aporten pruebas
279-280]. Baste recordar, por estos años, las reacciones que se produjeron en tor- constringentes" (p. 773).
27
no a la tesis doctoral de M. ORAISON. Víe chrélienne el problémes de la sexualité, Con este presupuesto la argumentación de santo Tomás resultaba lógica:
Lethielleux, Paris 1952, hasta su inclusión en el índice de libros prohibidos por "Por tanto, después del pecado de homicidio, que destruye una naturaleza hu-
un decreto del 3-1-1955 [AAS 47 (1955). 46]. La historia de todo lo sucedido en mana viviente en acto, este tipo de pecado parece ocupar el segundo puesto"
M. ORAISON, Reconciliación. Memorias. Sigúeme, Salamanca 1969, 190-198. {Summa contra gentiles. III, 122). La idea era una opinión común en la antigüe-
24 dad griega. Cf. J. Fi.AMANO. La femme. Nature el sexualité. L'heritage d'Aristote.
Las diferentes divisiones sobre la polución indirectamente voluntaria y pa- en "ScEccl", 27 (1975), 107-120.
siva en M. ZAI BA, Compendium theologiae moralis. I, Edica, Matriti 1958, 776- 2
779. * Todavía santo Tomás tiene que hacer equilibrios para permitir el uso del
25 matrimonio a las personas viejas y estériles, pues se trata, según él, de un mero
Cf. la respuesta negativa del Sto. Oficio sobre la masturbación procurada accidente: "Toda ley mira a las situaciones más comunes, no a los accidentes y
para un análisis espermático en AAS (1929), 490. La misma doctrina en el dis- particularidades" (De malo. 15,2,14).
curso de Pío XII al congreso de urología en AAS 45 (1953), 378, y a los parti-
" Es el argumento principal que da Tomás Sánchez (cf. M. BAJI':N. Pensa-
cipantes al I) Congreso mundial de la fertilidad y esterilidad en AÁS 48 (1956),
miento de Tomás Sánchez S. I. sobre moral sexual. Universidad, Granada 1976),
472. Un resumen completo de las principales intervenciones de la Iglesia en y que se ha mantenido hasta en los manuales más recientes, como confirmación
AA. VV., o. c. (n. 2), 246-250, y G. DURAND. Sexualité el foi. Symhése de al menos de la doctrina enseñada.
théologie mora/e. Fides, Montreal 1977, 214-226.
•'" M. Z A L B A . o. c. I (n. 24), 761.
366 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
I A MASTURBACIÓN 367
procreación, y si cualquier fallo en esta esfera hay que considerar-
lo, por la no parvedad de materia, como gravemente pecaminoso, ilio narcisista, la excesiva genitalización del sexo, el utilizarlo
la masturbación bajo cualquier forma y condiciones será siempre como una droga para escapar a otros compromisos o convertirlo
un pecado mortal. Es una conclusión que se impone con toda en analgésico para encubrir otros problemas, son las consecuen-
lógica y exactitud. cias más frecuentemente señaladas, aun cuando no aparezca
como síntoma de un desajuste más profundo. Y es que la dinámi-
ca del instinto requiere una superación de esta etapa, que nunca
La maduración de la sexualidad: jamás constituye el ideal de la maduración y del equilibrio
requisitos psicológicos humano.
Los sentimientos de culpabilidad no tienen siempre raíces reli-
Nadie se atreverá a negar hoy la dimensión procreadora del giosas. Son la manifestación de una incoherencia interna, puesto
sexo, pero tampoco parece que tenga que ser el único criterio, ni que el alterocentrismo aparece como un movimiento característi-
el más importante, para iluminar su valoración ética. Si tenemos co del crecimiento personal y su negativa provoca una sensación
en cuenta el significado de la sexualidad humana, tal y como la de vacío y falta de plenitud, con resonancias psicológicas que
planteamos en un capítulo anterior, podremos comprender mejor pueden detectarse incluso en aquellos que conscientemente no ex-
lo que representa el fenómeno masturbatorio dentro de una refle- perimentan ningún complejo de culpa 34 . Hasta el mismo placer
xión más totalizante y personalista. No es sólo una negativa a la obtenido resulta insatisfactorio por ausencia de las emociones
fecundidad, sino que habría que darle mucha más importancia al que despierta el compañero, en un clima donde la relación y el
carácter solitario, autista, egocéntrico, como un obstáculo grave a iliálogo humano no tienen relevancia35.
su aspecto unitivo, de encuentro y comunión 31 . listas consideraciones fundamentales, que sólo apuntamos
Dentro de esta perspectiva sería falso mantener que la mejor con brevedad, son suficientes para que el juicio ético y objetivo
forma de maduración humana y sexual sea precisamente esta sobre la masturbación tenga que ser negativo. La sexualidad po-
práctica concreta. El que quisiera vivir su sexualidad de esta ma- see una significación decisiva para la madurez del hombre y su
nera tendría razón para sentirse preocupado, pues opta por un integración con los demás. Tiene un destino y una meta hacia la
camino opuesto al sentido relacional que aquélla encierra. El sim- que se debe orientar el esfuerzo y la educación. Aquel que no se
ple abandono a la necesidad que se experimenta, sin una dosis de preocupe y comprometa en la realización de esa tarea renuncia a
esfuerzo y renuncia para superarla, supone una dificultad seria una obligación grave e importante de su vida. Quien por haber
para la evolución posterior, pues "sólo el soportar la tensión pue- llegado al autoconvencimiento de que es un gesto sin mayor tras-
de hacer que el desarrollo progrese 32 . Los mismos psicólogos no cendencia, elimina el intento de superar esta práctica, adopta una
han dejado de señalar los peligros que le son inherentes y que se postura absurda y lastimosa, en la que el único perjudicado será
manifiestan con relativa facilidad cuando se convierte, sobre su propia persona. No parece que entre los moralistas exista la
todo, en un hábito adquirido 33 : el riesgo de quedarse en un esta- menor duda en la objetividad de este planteamiento. ¿Significa
esto que todo acto masturbatorio ha de considerarse necesa-
t ¡tímente como pecado grave? Su aplicación a los individuos
" La mayoría de los moralistas prefieren seguir hoy esta forma de argumen- concretos requiere una mayor matización, que imposibilita un
tación. La misma declaración Persona humana ha supuesto un avance en relación inicio único y generalizado para todos los casos y situa-
a los anteriores planteamientos, cuando afirma: "Le falta, en efecto, la relación
sexual requerida por el orden moral: aquella relación que realiza el sentido inte- ciones.
gro de la mutua entrega y de la procreación humana en el contexto de un amor
verdadero" (9). Cf. el comentario de M. BINZO, El auíoerolismo en AA. VV., Al-
gunas cuestiones de ética sexual. Comentario a la Declaración "Persona humana" sexual hayan dicho, sin fundamento alguno, que la masturbación es categórica-
de la Sagrada Congregación para la doctrina de la fe. Edica, Madrid 1976, 131- mente buena, que no tiene malas consecuencias y que jamás ha de ser excesiva"
135, donde insiste en esta orientación. |». c. (n. 2), 132].
M
'- R. Al itMANN. La sexualidad en la vida de los jóvenes. Sal Terrae, Santan- P. BLOS, Les adolescents. Stock, Paris 1967, 193.
der 1979. 156. " "Si cuando se recurre a la masturbación... el individuo ya exige un objeto
" En cualquier autor que trate de estos temas pueden encontrarse parecidas exterior para entablar relaciones sexuales, pese a que se encuentre todavía cen-
consideraciones. A. Hi SNARD. La sexologie nórmale el patho/ogique. Payot. Paris trado sobre el objeto de su propio cuerpo, no podemos esperar en modo alguno
1959. 285-306. A. A I S I I I N S . O. C. (n. 3), 118-134. El mismo M. HtiNt.a pesar de que la masturbación le produzca una satisfacción sexual completa, y la angustia
su liberalismo, no duda en afirmar: "La probabilidad de que recurran a ella ha vendrá a ser la consecuencia natural de este onanismo" [cita de Tausk, tomada
aumentado seguramente ante el hecho de que algunos entusiastas de la libertad ile A. ALSTEKNS, O. C. (n. 3), 124-125]. Lo mismo Y. SI-ARNAUD-M. GRtMinR.
Taime. Essai sur l'experience d'aimair, Cim, Montreal 1970, 37, 51.
368 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR I A MASTURBACIÓN 369
La culpabilidad subjetiva: Existe, además, un dato objetivo que hace reflexionar para no
dificultades para una exacta valoración caer en un moralismo estrecho. Todos sabemos el porcentaje tan
alto de jóvenes —y no sólo en esta época de mayor erotización—
Es justo reconocer que, en el campo de la culpabilidad subjeti- que pasan por esta etapa masturbatoria. Ahora bien, sería una
va, ha existido, desde hace algún tiempo, una actitud benevolente tremenda injusticia afirmar que, desde el punto de vista religioso,
en el enjuiciamiento ético de cada acto personal. De hecho, y a la casi totalidad de la juventud, al menos masculina, vive unos
pesar de algunas advertencias oficiales, muchos autores habían ya años sin tensión ni ideales éticos, abandonada por completo a la
limado ciertos rigorismos sobre la frecuencia y gravedad de las impulsividad instintiva, y en una situación que se considera
caídas 36 . Ya indicamos antes la complejidad enorme de un fenó- como gravemente pecaminosa.
meno como éste. Son muchos los factores que entran en juego Con esto deseo evitar una vez más los dos extremos: condenar
para tener siempre una idea neta de la propia culpabilidad. Cuan- sin misericordia y con rigor, o absolver por completo con inge-
do la masturbación es una búsqueda compensatoria por el re- nuidad. Afirmar que todo acto de masturbación es siempre subje-
chazo sufrido en el hogar; una venganza sutil contra Dios, por- tivamente grave en cualquier circunstancia o que la falta de liber-
que El no ha solucionado los problemas que interesaban; la forma tad y conocimiento hay que suponerla sólo en rarísimas ocasio-
de llamar la atención o el síntoma de un conflicto más hondo, y nes, es demasiado gratuito y tal exageración no sirve siquiera
el individuo ignora este mecanismo e intenta corregir, sin éxito, como una ayuda pedagógica 39 . Pero creer que no hay tampoco
por no dar con la raíz del problema, ¿hasta qué punto su conduc- por qué preocuparse de cara a la maduración sexual, y que los
ta puede ser gravemente pecaminosa? ¿Quién sabrá el grado exac- actos concretos no pueden ser significativos de una actitud ocul-
to del influjo ejercido por tales motivaciones inconscientes? ta, ambigua, poco limpia y descuidada, sería también un engaño
Aunque los autores hablan de las notas y características para y un falso servicio a la educación. En cualquier hipótesis, aunque
diferenciar los casos normales, en los que la libertad parece sufi- con toda certeza no existiese la más mínima culpa moral, resulta-
ciente, de aquellos en los que suele darse una disminución llama- ría desaconsejable una total despreocupación, pues queda un ca-
tiva 37, es difícil, sin embargo, trazar una frontera nítida entre una mino todavía por recorrer para una integración humana, y nadie
y otra situación. Si hay ocasiones en las que se puede tener una debería sentirse psicológicamente satisfecho hasta no alcanzar esa
adecuada certeza, en otras sería atrevimiento una aseveración ab- última meta.
soluta en cualquier sentido. No son las apariencias superficiales, La importancia de una actitud masturbatoria debe tener tam-
sino los procesos interiores que escapan a primera vista, los que bién un valor diferente, de acuerdo con el significado característi-
pueden determinar a la acción. Lo que para uno resulta suficien- co que revista. No es lo mismo cuando se realiza con una des-
temente libre podría estar más condicionado de lo que se cree, y preocupación hacia los valores profundos del sexo, cuyo ideal no
lo que otro acepta como una realidad dolorosa e irremediable, de se trabaja por conseguir, que cuando brota esporádicamente en
la que está convencido que no es posible prescindir, a lo mejor es una etapa evolutiva. Siempre será una deficiencia y una laguna
la consecuencia de otras decisiones anteriores en las que el indivi- objetiva, pero si un acto aislado y pasajero no compromete grave-
duo tuvo la posibilidad de elegir y no quiso 38 . mente la evolución armónica de la persona, ni destruye plena-
mente el sentido de la sexualidad, son muchos los autores actua-
36
Así, A. SNOKCK, Masturbation el peché grave en AA. VV., Puberté el pro- les que lo juzgarían con mayor benevolencia40.
blémes sexuels de l'adolescence, Lethielleux, Paris 1956, 141-158. J. C. FORD-
G. Ka LY. Problemas de teología moral contemporánea. I, Sal Terrae, Santander
1963, 215 (la primera edición castellana apareció en 1958). Ya entonces se afir- los márgenes de la propia libertad y en ocasiones hasta puede que desaparezcan"
maba, poco después de la alocución citada de Pío XII (n. 23), que "la teología jR. AI-FEMANN. o. c. (n. 32), 154-155].
moral está dispuesta a admitir que dificultades e impedimentos subjetivos de la " Esta misma enseñanza aparece en Persona humana: "La inmadurez de la
libertad excusan al hombre ordinario, o a la mujer, de pecado grave con más adolescencia, que a veces puede prolongarse más allá de esta edad, el desequili-
frecuencia de lo que se hubiera sospechado en el pasado" [R. Gl FASON. Aspectos brio psíquico o el hábito contraído pueden influir sobre la conducta, atenuando
morales de la masturbación en Orientaciones actuales de psicología pastoral. Sal el carácter deliberado del acto y hacer que no haya siempre falta subjetivamente
Terrae, Santander 1964, 248 (la edición original data de 1959)]. erave. Sin embargo, no se puede presumir como regla general la ausencia de res-
37 ponsabilidad grave" (9).
V. COSÍA, Psicopedagogía pastoral de la castidad. Marfil, Alcoy 1978, 40
46-49. Cf., por ejemplo, CH. E. J. F. DEDEK, Contemporary Sexual Morality,
38
"Las más de las veces únicamente a posteriori se llega a percibir hasta qué Shced and Ward, New York 1971, 58-61. A. AUKR, La masturbación en AA. VV.,
punto el curso de la propia vida ha quedado influenciado por la suma de deci- í.tica v medicina, Guadarrama, Madrid 1973, 122-127. M. VIDAL, Moral de acti-
siones semejantes, equivalentes a cambios de aguja de un trayecto. Si al llegar a tudes, II, Perpetuo Socorro, Madrid 1977, 466-468. L. Rossi, Masturbación en
esos momentos de decisión se sigue la vía del menor esfuerzo, se habrá reducido
370 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR I A MASTURBACIÓN 371
De cualquier manera, lo más importante es descubrir la peda- brota como consecuencia de una crisis evolutiva, si ha creado ya
gogía adecuada y la orientación pastoral más apta para que, evi- un cierto hábito o un reflejo condicionado, sería muy difícil su
tando cualquier extremismo, se consiga una progresiva supera- eliminación repentina e incluso hasta contraproducente. En estos
ción de esta fase, sin aceptar el estancamiento o una ulterior casos la masturbación, como la fiebre, constituye un síntoma o
regresión. En esta línea van los siguientes consejos prácticos. una señal de alarma, y el hecho de que desapareciera de forma
artificial no significaría que la infección quedaba superada. Y lo
importante no es sólo eliminar el síntoma, sino purificar la raíz
Orientaciones pastorales: morbosa que lo condiciona.
necesidad de una evolución progresiva

La maduración de la persona en todos sus niveles constituye Sentido de los gestos aislados:
la meta del humanismo cristiano. Hay que abrir al hombre hacia visión optimista y evangélica
la comunión y oblatividad. Donde domina el caos y el libertinaje
del sexo se revela siempre una desarmonía más íntima: "pode- En estos casos, la responsabilidad moral no debería caer tanto
mos, pues, concluir que el comportamiento sexual (no sólo como sobre los actos concretos y determinados; lo que habría que hacer
actuación, sino como tendencia y necesidad) es 'una expresión, es valorar la actitud básica de la persona de cara a su maduración
una manifestación de la persona', y las modalidades de expresión sexual. Al individuo que pusiera su interés en un esfuerzo serio
de la sexualidad dicen, con un lenguaje sutil, aunque diáfano, las por superar estas dificultades, que intentara con ilusión acercarse
actitudes más profundas del ser humano" 41 . En este sentido, el poco a poco al ideal y a las exigencias de su maduración, habría
sexo será un termómetro para medir el avance, retroceso o estan- que juzgarlo con benevolencia, pues sus caídas aisladas serían
camiento de la personalidad. Indispensable para esta madurez es consecuencias todavía molestas de una situación complicada y en
la aceptación de la propia realidad con sus deficiencias y limita- vías de solución. En orden a la eficacia educativa, ayudará mucho
ciones, sin culpabilidades ni autojustificaciones infantiles. Ello más esta visión optimista y estimulante que no la amenaza teme-
exige una imagen de Dios verdadera, un sentido serio de lo que es rosa de una culpabilidad, de la que puede incluso dudarse 42 . La
el pecado, un enfrentarse, en último término, con el significado mayor culpa se revelaría con certeza en la negativa libre y acepta-
auténtico de la moral. da a este trabajo de superación progresiva.
Esto supone que aquí, más que en otros puntos de la ética, No llegar a saber con exactitud el grado de pecaminosidad
hay que instaurar una pastoral de progreso. No es posible, sobre será preocupante para el narcisista o el fariseo, que se satisface
todo en ciertas circunstancias, alcanzar un dominio suficiente de con su propia imagen y necesita estar seguro del pecado grave
manera rápida. Dicho de otra forma, es necesaria a veces la re- para recuperar su belleza interior, aunque sea de una manera tan
nuncia a un éxito inmediato. A un enfermo no se le puede decir superficial y ritualista, pero no para el que de veras ama a Dios y
nunca que mañana estará completamente sano, ni darle más espe- le tiene su corazón abierto, que es lo único que le importa.
ranzas de las posibles. Por no aceptar esta necesidad de avance
La confesión no debería quitar, por ello, un cierto malestar
progresivo vienen los desánimos, después de las deficiencias tal
psicológico, una insatisfacción humana de que resta un camino
vez inevitables por el momento.
largo de superación, y no servir, como sucede con frecuencia,
La masturbación no es siempre problema de voluntad. Tene- además de para perdonar la culpa en el grado que la hubiere,
mos sólo una, que puede mostrarse firme y con fortaleza en todas para producir también una tranquilidad psíquica de que todo se
las actividades de la vida menos en ésta, y no vamos a decir que ha arreglado con la penitencia sacramental. El perdón y la paz de
sólo en este terreno se encuentra debilitada. Ni tampoco supone Dios debe tener un significado diferente a esta otra tranquilidad
necesariamente un egoísmo voluntario y culpable, aunque se dé de contenido humano, fruto de la integración y armonía sexual.
casi siempre una actitud psicológica egocéntrica e inmadura. Si es
la manifestación de otras situaciones internas más complejas, si
42
"No hay que recurrir al miedo, a las amenazas o a las intimidaciones de
carácter físico o espiritual, si no se quieren favorecer estados obsesivos que com-
OETM, 630-631. A. A L S U I N S . O. C. (n. 3). 209-214. A. HoRTli.ANO, o. c. (n. 1), prometen el equilibrio sexual y fijan al sujeto sobre si mismo (Oriemamenti edu-
573-574. G. D U R A N D . O. C. (n. 25). 228-229. R. A i i I.MANN. O. C. (n. 32), 159-166. calivi per la formazione al celibato sacerdotale. Documento de la Sagrada Con-
41
V. C O S T A , O. C. (n. 37), 159. gregación para la educación católica, Vaticano, Roma 1974, 73).
372 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR LA MASTURBACIÓN 373
Descubrimiento de las motivaciones más hondas: co, que ni siquiera el recurso a Dios puede arreglar la situación
los consejos superficiales planteada. Pero el fracaso no estaría en el individuo afectado,
sino en los que se han atrevido a orientarlo de esa manera.
Una terapia apropiada no puede darse mientras no se conozca Así, sin negar la meta de la sexualidad humana, ni la respon-
la razón de fondo que motiva tal comportamiento. Es verdad que sabilidad del hombre en su trabajo para conseguirla, buscamos
el tiempo y las circunstancias variantes producen muchas veces una actitud positiva de ilusión y de esfuerzo personal, y el intento
un mejoramiento y curación sin otras razones aparentes, pero si de encauzarlo por los caminos que parecen más eficaces y
se logra intuir qué posibles motivos determinan su existencia, el auténticos.
camino se hace mucho más rápido y eficaz. Todos estamos de
acuerdo en que el que roba para cometer un adulterio es más un
adúltero que un ladrón. La afirmación podría traducirse al caso
que nos ocupa con la misma lógica. El que se masturba por bus-
car un refugio a su fracaso, por no encontrar un mínimo de hos-
pitalidad y cariño, por huir de su propia realidad o para mentirse
a sí mismo, etc., habría que decir que es un cobarde, un inge-
nuo, o un mentiroso más que un impuro. Mientras no se logre
trabajar contra estas motivaciones profundas, los otros remedios
serán más bien secundarios y marginales 43 . Y si aquellas motiva-
ciones existen, como sucederá de ordinario, habrá que insistir
mucho más en su propia eliminación que en atajar directamente
sus consecuencias. Las condiciones sociológicas, el clima familiar,
la educación dada pueden tener más trascendencia sobre el indivi-
duo que su propia responsabilidad.
Por eso no basta aquí una pastoral de paños calientes o de
consejos superficiales. No hay derecho a decir que todo es cues-
tión de interés o de falta de voluntad y que bastan unas determi-
nadas prácticas, aunque sean religiosas, para la curación de un
hábito como éste. No dudamos de la fuerza que supone la gracia
y de su influjo a nivel psicológico, pero pediríamos un milagro mo-
ral si quisiéramos exigir de la devoción a la Virgen o de la comu-
nión frecuente la solución de un problema que pertenece más
bien a otras esferas. Lo mismo que si para curar cualquier otra
anomalía psíquica o biológica intentáramos fomentar sólo una
mayor vivencia religiosa. Esta no dejará de tener validez para
descubrir un sentido a todos los acontecimientos y como ayuda a
las exigencias humanas y sobrenaturales que recaen sobre la res-
ponsabilidad del individuo, pero la actuación de Dios no repercu-
tirá, salvo en casos muy excepcionales, sobre las dificultades psico-
lógicas 44. Es más, si la última posibilidad que se ofrece para la
curación es el recurso a los medios sobrenaturales, existe el peli-
gro de crear una profunda decepción al comprobar, como es lógi-
43
"La acción pedagógica deberá ser orientada más sobre estas causas que
sobre la represión directa del fenómeno; sólo así se podrá favorecer eficazmente
la evolución del instinto del muchacho" (ib., 53).
44
"La superación se obtiene en la medida en que se consigue tomar concien-
cia de la causa del disturbio" (ib.. 53). Cf. L. Bl IRNAIRT. Experiencia cristiana y
psicología, Estela, Barcelona 1969, 113-121.
CAPÍTULO VI

LA HOMOSEXUALIDAD

El rigorismo sociológico:
una condena sin paliativos

Hay que reconocer que nos encontramos frente a un fenóme-


no ante el que resulta difícil una postura objetiva y neutral. Pare-
ce que no cabe otra alternativa posible que la de su aceptación o
rechazo. Y cualquiera de estas actitudes que se tomen —a favor
o en contra, de mayor tolerancia o condena— tiene el peligro de
una interpretación exagerada desde el ángulo opuesto. Como si la
defensa de ciertos aspectos y la aceptación de los nuevos datos
científicos fuera necesariamente una manifestación interesada y
proselitista, o como si la crítica de algunas hipótesis y plantea-
mientos recientes tuviera que ser un signo de conservadurismo
sospechoso y alienante. Frente a la alegría triunfalista de algunos
por haber conseguido, en parte, una discusión pública, sin necesi-
dad de ocultar lo que es un hecho innegable y que se había man-
tenido oculto en el más estricto silencio, se ha producido también
en otros grupos un sentimiento de lucha y animadversión por lo
que consideran un intento de laxismo y relajamiento social'.
Como sucede de ordinario en todos los problemas candentes, las
ideologías se han radicalizado por ambos extremos.
La actitud más frecuente de cara a este comportamiento ha
sido sin duda muy negativa. En el fondo de la conciencia popular
se da un rechazo sin paliativos y en todos los órdenes. El homo-
sexual es un pervertido indeseable, sobre quien caen las más du-
ras críticas y condenas, una especie de cáncer para la sociedad,
que debería defenderse por todos los medios de semejante peli-

1
Como ejemplo recuérdese la reacción masiva, capitaneada por Ana Bryand,
c]uc lia conseguido la abolición de un decreto antidiscriminatorio en mate-
ria de trabajo, aprobado en 1976. por el consejo municipal de Miarni. Fin-
iré sus pancartas figuraban algunas tan brutales como "Matad un homosexual
por amor a Cristo". Por el lado contrario, no han faltado tampoco manifesta-
ciones pintorescas. Abundantes testimonios en F:. H. A. R. (Frente homosexual
de acción revolucionaria). Documentos comía la normalidad, A. Bosch, Barcelo-
na 1979.
376 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIUA Y EL AMOR l.A HOMOSEXUALIDAD 377
gro. Es algo vergonzoso y terriblemente humillante para nuestra eso construimos sin darnos cuenta una serie de barreras para de-
cultura. Son objeto de chistes y burlas en la conversación y am- fendernos de cualquier posible amenaza o peligro de contagio.
bientes ordinarios, pues hablar de ellos, al menos sin una sonrisa Ahora bien, la misma psicología nos enseña que, incluso en la
despectiva y lacerante, se toma como indicio de una posible com- persona heterosexuada, puede darse con mucha frecuencia una
plicidad. Muchos experimentan a lo sumo un sentimiento de dimensión homófila en proporciones diferentes, aunque no se
compasión y lástima ante esos pobres desgraciados que viven de convierta en la componente más fuerte y pronunciada. De la mis-
forma clandestina, al margen de la sociedad, como una secta de ma manera que en el homosexual se da también una fuerza hete-
viciosos pervertidos. rófila, que no es tampoco la dominante.
Todos los datos históricos que pudiéramos recoger en torno al Si tenemos en cuenta ambos factores —miedo inconsciente y
tema van casi siempre en la misma dirección: el clima sociológico una dosis real de homosexualidad, como datos científicamente
ha sido y es francamente hostil, y la misma Iglesia ha reforzado objetivos—, resulta explicable que uno de los mecanismos incons-
este clima de hostilidad, existente en la cultura de otras épocas12. cientes de defensa sea precisamente la agresividad, desprecio y
Bastaría analizar la reacción espontánea que produciría en cada rechazo de los homosexuales. De esta forma, al proyectar sobre
uno de nosotros el simple hecho de saber que un buen amigo ellos nuestra indignación, puede producirse un sentimiento positi-
tiene esa tendencia. Y para que esta actitud haya fraguado con vo, pero engañoso, de que semejante realidad no tiene que ver
tanto esfuerzo, como un inconsciente colectivo, se ha requerido nada con la propia psicología. El que así se comporta podrá tener
un bombardeo sociológico constante de forma negativa 3 . la sensación de que posee una personalidad "limpia", lejana por
Cada uno se acerca desde una perspectiva diferente, pero con completo de aquellos que teme y cuya simple posibilidad no está
un fondo peyorativo semejante en todos: el policía como a un dispuesto a reconocer de ninguna manera. Quiero decir con esto
posible transgresor, el psiquiatra como a un enfermo neurótico, el que cuanto mayor sea el fanatismo y la repugnancia frente a la
padre de familia como a un corruptor de menores, el sacerdote homosexualidad, será probablemente porque existe una necesidad
como a un pecador, el hombre ordinario como a un ser lamenta- mayor de ocultar su existencia o una negativa plena a reconciliar-
ble. De ahí el drama silencioso y solitario de tantas personas, se con la propia verdad.
encerradas en su propio dolor por tener y experimentar una ten- En la base de todo racismo existe un miedo a perder la pro-
dencia distinta de la mayoría y de la que muchas veces no se es pia seguridad frente al diferente, al extraño, al desconocido que,
responsable. por ello, se cataloga como peligroso e inferior5. ¿Tiene, pues, la
homosexualidad todas estas características negativas? ¿Es el ho-
mosexual un ser perverso, enfermizo, anormal o pecador?
Necesidad de un nuevo planteamiento: Un conocimiento más humano y científico de este fenómeno
los datos de la ciencia ha provocado un cambio significativo de actitud, al menos en
grupos y ambientes más reducidos, que han intentado una refle-
Las raíces de este rigorismo tan frecuente penetran en los ni- xión actualizada sobre el tema. Se busca la eliminación de anti-
veles más ocultos del corazón humano. Los psicólogos consta- guos prejuicios, que han caracterizado de una manera tan lamen-
tan, en efecto, que uno de los temores inconscientes más profun- table el perfil humano del homosexual hasta impedir incluso el
dos es el miedo a la homosexualidad, como a la castración 4 . Por enfrentamiento y la relación con una persona. Ciertas afirmacio-
2 nes, como veremos, han desaparecido ya del vocabulario científi-
Sigue siendo fundamental el estudio de D. S. BAILE, Homosexuality and the
Western Christian Tradilion, Longmans, London 1955. Ver también J.-C. Vn- co y una parte de la sociedad se ha hecho más respetuosa y com-
BF.RT, Aux origines d'une condamnation: l'homosexualité dans la Rome anlique el prensiva al haber salido a la superficie lo que se mantenía en
l'église des premiers siécles, en "LetVie", n. 147 (1980), 15-28. Un mero análisis secreto y silenciosamente hasta hace poco. La abundante biblio-
del lenguaje castellano descubriría este matiz humillante y despreciativo que se grafía, en estos últimos años, es un signo evidente de esta notorie-
aplica a los homosexuales. J. MARTÍN. Diccionario de expresiones malsonantes en
español. Léxico descriptivo. Istmo, Madrid 1974. dad, y manifiesta también esta evolución paulatina que se va
5
En una reciente encuesta, el 80 por 100 de los consultados (84 por 100 va- operando 6 .
rones y 77 por 100 mujeres) apoyarían sin reserva una ley contra la homosexua-
lidad. Y este rigorismo no decrece demasiado entre las jóvenes generaciones (74 5
Cí. E. AMADO LÉVY-VAI ENSIN. Le grand désarroi: aux source de l'énigme ho-
por 100 hasta los treinta y cuatro años y 87 por 100 después de los cincuenta y mosexuelle, Ed. Universitaires, París 1973, y su artículo Qui est homosexuel? ou
cinco). M. SANZ AGÜERO, La sexualidad española. Una aproximación sociológica. l'accusateur accusé, en "LetVie", n, 147 (1980), 5-14.
Paulinas, Madrid 1975, 98. 6
A. M. KRICH. LOS homosexuales vistos por sí mismos y por sus médicos,
4
L. CENCILLO, Raíces del conflicto sexual, Guadiana, Madrid 1975, 38-40. Morata, Madrid 1966. ÁA. VV., Homosexualité, Mame, Tours 1967. M. ECK.
378 PRAXIS CRISTIANA- OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR LA HOMOSEXUALIDAD 379
Hacia una valoración diferente: los debates actuales ciad desalentada. Es, pues, natural que los chicos jóvenes prefie-
ran a las chicas" 8 . Lo ideal sería lo contrario de lo que hoy acon-
Los intentos para una nueva valoración ética no han faltado tece. Si una mayoría de personas fueran homosexuales no habría
tampoco en el campo de la moral. Frente a la condena tajante de por qué preocuparse. El esfuerzo por conseguir esta "igualdad de
la Iglesia contra estas prácticas se han presentado otras hipótesis derechos" nos conducirá a una cultura diferente, donde la hetero-
y planteamientos, que llevarían a la aceptación, o a la tolerancia sexualidad no se imponga ni tenga prevalencia, aunque todavía
al menos, de este comportamiento cuando el sujeto se encuentra sea un sueño demasiado lejano por desgracia9.
de tal forma determinado por su tendencia, que sería peor negarle En la cumbre de estas aspiraciones encontraríamos los postu-
tal posibilidad 7 . lados de ciertos movimientos homófilos, que defienden el "orgu-
Más todavía. No se trata ya de eliminar posturas, argumentos, llo de ser gay" como la forma más plena y totalizante de relación
motivos o imágenes desfasadas en torno al homosexual, en lo y como el único camino para una sociedad igualitaria. Incluso
cual todos deberíamos estar de acuerdo. Hay una ambición pos- por debajo de ciertas exigencias objetivas y con la bandera de
terior, que se hace patente en algunas publicaciones. Se busca su unas reivindicaciones justas, se defiende una libertad sexual sin
defensa absoluta, como una forma de relación plenamente com- fronteras, la eliminación absoluta de otros valores personales y
parable a la heterosexualidad. Que el instinto se oriente hacia el sociológicos, que no tienen por qué destruirse. Con el nombre de
otro o el propio sexo es consecuencia exclusiva de la cultura y de tabú y represión —y de esto ha existido mucho— se denomina
la educación. La sociedad tiene una fobia tan marcada contra cualquier tipo de normatividad, hasta la de aquella que sirve para
comportamientos no aceptados por ella, que reprime de inmedia- la maduración del sexo y de la persona 10. No dudo de que cuan-
to cualquier sentimiento o deseo no heterosexual. Si la atracción do estos movimientos trabajan y luchan de una manera pintores-
entre los sexos diferentes aparece como la más ordinaria, la razón ca y exaltada, en vez de fomentar una toma de conciencia serena
"se debe a que la heterosexualidad es animada y la homosexuali- y objetiva sobre muchos aspectos de este fenómeno, provocan
más bien un aumento del rechazo colectivo y de los prejuicios
Sodoma. Ensayo sobre la homosexualidad, Herder, Barcelona 1969. M. SCHO- anteriores. El proselitismo rabioso descarado no ayuda desde lue-
riELD, Aspectos sociológicos de la homosexualidad Fontanella, Barcelona 1969. go a la causa homosexual.
W. J. SENGER, Se reconnaitre homosexuel? Vers une situation nouvelle, Mame, Pero, sin caer en estas últimas exageraciones, habría también
Tours 1970. J. CORRAZE. La homosexualidad y sus dimensiones, Eapsa, Madrid que preguntarse: ¿Es una conducta plenamente natural y acepta-
1972. E. Gius, Una messa a punto della omosessualitá, Marietti, Torino 1972.
E. AMADO, o. c. (n. 5). M. DANIEL-A. BAUDRY, Les homosexuels (Vie affective et ble? ¿Supone un camino verdadero para la realización humana y
sexuelle), Casterman, Paris 1973. M. S. WEINBERG-C. J. WILLIANS, Homosexuales sexual? ¿Se trata de un comportamiento ético? Para la respuesta a
masculinos, Fontanella, Barcelona 1977. A. GARCÍA PÉREZ, La rebelión de los ho- éstas y a las anteriores preguntas se requiere un examen previo
mosexuales. Autor, Madrid 1977. E. NÚÑEZ, Homoeróticos, Autor, Madrid 1977. de algunos datos fundamentales sobre la naturaleza y génesis de
C. ALVAREZ, Liberación homosexual, Laia, Barcelona 1977. B. MONTOYA, Los ho-
mosexuales, Dopesa, Barcelona 1977. M. SAGHIS-E. ROBINS, Hombres y mujeres esta orientación.
homosexuales, Fontanella, Barcelona 1978. G. SORIANO, Homosexualidad y repre-
sión. W. H. MASTER-V. E. JOHNSON, Homosexuality in Perspective, Brown and 8
M. HOFFMAN. L'univers homosexuel, R. Laffont, Paris 1971, 162, una idea
Company, Boston 1979 (con abundante bibliografía en inglés). A. P. BELL- que repite en otros lugares. En la misma línea se mueven M. DANIEL A. BAU-
M. S. WEINBERG, Homosexualidades. Informe Kinsey, Debate, Madrid 1979. DRY. o. c. (n. 6), 54.
7
Sin duda, el libro más significativo y polémico ha sido el de J. J. M e 11
Ver M. HOFFMAN, o. c. (n. 8), 237-241, las últimas conclusiones de su libro.
NEILL, La Iglesia ante la homosexualidad, Grijalbo, Barcelona 1979. Un amplio y 10
Diferentes textos en F. H. A. R., o. c. (n. I). Así, por ejemplo: "Pero no
documentado estudio sobre esta obra y los problemas surgidos con su publica- existe amor igualitario sin lucha, porque la sociedad ha hecho del amor un me-
ción en M. ROZADOS TABOADA, La Iglesia y la homosexualidad, en "RevEspDer dio de perpetuar la desigualdad. Y la forma concreta de esta lucha, no hay esca-
Can", 35 (1979), 531-583. Otras críticas del libro en M. ALCALÁ, La Iglesia y el patoria posible, es el paso por la homosexualidad" (p. 105). "Muchas lesbianas
homosexual, un libro polémico, en "RyF", 195 (1977), 603-611. F. GIUNCHEDI, La organizadas que comparten estas tareas feministas radicales siguen la estrategia
Chíesa e I omosessualitá, en "CivCatt", 130 (1979), 468-478. J. A. LLINARES.LO de esperar a que todas las mujeres se conviertan en lesbianas" (U, LINNHOFF. La
Iglesia y el homosexual según J. McNeil, en "CienTom", 107 (1980), 161-204. Estos homosexualidad femenina. ¿Sometimiento a la norma o emancipación?. Anagrama,
nuevos planteamientos pueden verse también en M. ORA\SON, El problema homose- Barcelona 1978, 50). También J. NICOLÁS. La cuestión homosexual, Fontama-
xual, Taurus, Madrid 1976. N. PmiUGER, Time for Consent. A Christian's Approach ra, Barcelona 1978. Entre las exigencias de algunos movimientos homófilos es-
lo Homosexuality, S. C. M. Press, London 1976. H. VAN DESPUKER.Homotropía, pañoles se encuentran la supresión de roles macho-hembra; de los conceptos
Atenas, Madrid 1976. AA. VV., Omosessualitá e coscienza cristiana, Claudiana, de matrimonio, pareja y familia; absoluta libertad para el aborto; supresión
Torino 1976. M. MACOURT, Towards a Theology of Gay Liberation, S. C. M. de toda pena por escándalo público, corrupción de menores, etc. Cl. A. DE
Press, London 1977. AA. VV., La sexualidad humana. Cristiandad, Madrid 1978 FIUVIÁ. Los movimientos de liberación homosexual en el Estado español, apén-
226-248. dice a M. S. W F I N B F R G - C J. WILLIANS, O. je. (n. 6), 485-501.
380 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
1 A HOMOSEXUALIDAD 381
Características fundamentales de la homosexualidad 13
sentido estricto, el homoerotismo y la homofilia . No se trata
sólo de una división teórica, sino que tiene su aplicación en la
Es necesario ante todo delimitar el concepto de lo que enten- vida ordinaria. Es una atracción psico-erótico-sexual que se cen-
demos por homosexualidad en su verdadero sentido. La imagen traliza con un signo distinto a la que se vivencia entre el hombre
popular que lo identifica con un tipo afeminado, o algunas esta- y la mujer.
dísticas que la incluyen en cualquier forma de relación con el Esto no excluye una absoluta incompatibilidad con una incli-
propio sexo, no tienen ninguna base objetiva. El homosexual nación diferente. Lo mismo que el ser humano posee hormonas y
auténtico no suele tener nada de afeminado. Puede ser un tipo rasgos morfológicos masculinos y femeninos, no habría por qué
ordinario y corriente, sin que haya podido comprobarse con cer- excluir una cierta bisexualidad más o menos acentuada hacia un
teza científica unos rasgos morfológicos específicos que lo dife- lado u otro. Es un dato proclamado también con fuerza por los
rencien de otros sujetos heterosexuales. Las pequeñas diferencias defensores de la homofilia 14.
halladas por algunos autores, y que no pueden considerarse como Sin entrar ahora en las posibles explicaciones de este hecho,
determinantes, no se relacionan de ordinario con formas femeni- los autores están de acuerdo en que aquélla no se perfila sólo por
nas o viriloides que hagan encontrar en el propio sexo un aspecto su inclinación, sino fundamentalmente por el rechazo y repug-
complementario. Estos sujetos, motivos de comentarios chistosos nancia hacia el sexo opuesto. La fuerza de este sentimiento será
y grotescos, no suelen ser siempre homosexuales, a pesar de sus variable, según el grado de bisexualidad reinante en cada indivi-
apariencias. La correlación entre el moríotipo y el comportamien- duo. A medida que los componentes heterosexuales disminuyan,
to psicosexual no resulta demasiado evidente". esta incapacidad se irá haciendo mayor. Es decir, sólo cuando
Del mismo modo, no basta constatar que un sujeto ha tenido estas características se dan en proporciones superiores a las con-
alguna o varias experiencias sexuales con personas del mismo trarias habría que hablar de homosexualidad auténtica. Si no,
sexo para catalogarlo como homosexual. Es una extrapolación también podría decirse que muchos homosexuales no lo son, por
poco seria y suele utilizarse por quienes pretenden demostrar la haber tenido otro tipo de experiencias o conservar una dosis de
normalidad y frecuencia de este fenómeno, que afectaría al 50 por atracción hacia el otro sexo 15. En este sentido, según las dife-
100 de la población n. Una experiencia como ésta puede tener un rentes estadísticas, no parece que la media supere el 6 por 100 de
mero valor gratificante o estar motivada por factores ajenos a la población 16.
una homosexualidad verdadera: la ausencia del otro sexo en de-
terminados ambientes, etapa transitoria de la evolución sexual,
seducción y curiosidad por un cornportamiento desconocido. Lo Otros factores personales:
que sí es evidente es que no todos los que han tenido estas prácti- sus diferentes manifestaciones
cas han de considerarse homosexuales. De la misma manera que Bajo una misma denominación, sin embargo, pueden ence-
su ausencia no significa tampoco poseer una orientación hete- rrarse comportamientos muy diferentes. Como en medicina, ha-
rosexuada. 13
Muchos creen que este último es "el término preferido por los mismos ho-
Lo que caracteriza al homófilo no es tanto el ejercicio, sino la mófilos, quienes estiman expresa mejor el conjunto de su personalidad" [M. DA-
tendencia hacia las personas del propio sexo, de idéntico sabor y NIEL-A. BAUDRY. O. c. (n. 6), 17]. Otros, sin embargo, afirman que se trata de
significado a la que se obtiene en la relación heterosexual. Si en la una maniobra evidente, ya que el vocablo homófilo asusta menos que el de ho-
libido entran el sexo (lo genital), el eros y el amor, también aquí mosexual y puede seducir a algunos ingenuos, persuadidos de que el peligro es
podría darse un encuentro donde predominara alguno de estos menor, cuando parece excluirse lo sexual. Asi, M. ECK, o. c. (n. 6), 15.
14
"Se debe, por tanto, rehusar sin ninguna duda la división de la humanidad
componentes. De ahí que, aunque en la práctica se utilizan como en homosexuales y heterosexuales, sobre la cual se funda el maniqueísmo conde-
sinónimos, debería distinguirse entre la homosexualidad en su natorio de muchos de los moralistas tradicionales" [M. DANIEL-A. BAUDRY O C
(n. 6), 43],
15
"No dejaría de ser razonable suponer que puede hallarse un fuerte compo-
" J. CORRAZI. o. c. (n. 6), 98-104. nente heterosexual en aproximadamente la tercera parte de los hombres homose-
12
Así, M. DANIH.-A. BAUDRY, O. C. (n. 6), 48-49. Una supuesta base científi- xuales que suelen participar en este tipo de investigaciones" ¡A. P. BKLL-
ca para esta afirmación pudieron ser las estadísticas publicadas por A. KINSEY. M. S. WEINBERG, O. C. (n. 6), 79]. Cuando ambos componentes fuesen iguales
Un autor, poco sospechoso de conservadurismo, afirma: "Las exageraciones y nos encontraríamos ante un sujeto ambisexual. El estudio de este aspecto en
las distorsiones en que incurrió han desorientado a innumerables personas y se W. H. MASTER-V. E. JOHNSON, O. C. (n. 6), 144-176.
han vuelto mitos" (M. HUNT. La conducía sexual hoy, Edhasa, Barcelona 1978, 16
Con relación a otras épocas, "nuestros datos no nos otorgan prueba alguna
362). Ver tamben E. BERGI.ER. La homosexualidad y la encuesta Kinsey, en de un incremento en las incidencias de la conducta homosexual" [M. HUNT O C
A. M. KRICH. o. c. (n. 6), 324-355. (n. 12), 357].
382 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
I A HOMOSEXUALIDAD 383
bría que decir que no existe la homosexualidad, sino personas
homosexuales, y evidentemente cada una llegará a vivirla de ma- para la propia persona. Los rasgos, sin embargo, más distintivos
nera distinta, según sus rasgos personales. Tal vez un concepto parecen tener su explicación en su estructura peculiar " .
demasiado unívoco y abstracto ha absolutizado ciertos signos es- Para nuestro punto de vista, por su mayor importancia pasto-
pecíficos que a lo mejor no corresponden sino a un grupo deter- ral, habrá que tener en cuenta una doble división, señalada por
minado y concreto. Esto explicaría los dogmatismos existentes lodos los autores. Aquella que podríamos denominar como peri-
por ambas partes. Si unos insisten, por ejemplo, en la incapaci- férica, más de superficie, producto más bien de ciertas condicio-
dad de una auténtica relación amistosa, por la presencia de múlti- nes o circunstancias accidentales y motivadas sobre todo por fac-
ples elementos psicológicos perturbadores, otros creen hallar en tores externos o ambientales. Su arraigo y profundidad suele ser
ella un modelo de altruismo y servicialidad muy superior al de la mucho menor que cuando nos encontramos con una homosexua-
amistad heterófila. lidad definitiva y estable, cuyas raíces penetran en el psiquismo
Lo mismo podría decirse de otras características, tanto positi- de la misma personalidad y por causas más primitivas e incons-
vas como negativas, que se han adjudicado al homosexual 17 . Es cientes. Los criterios para esta valoración no resultan siempre evi-
verdad que algunos han hecho del sexo una obsesión, que en su dentes, pues esta última, tal vez oculta y reprimida, podría reve-
comportamiento se traslucen a veces problemas interiores, que larse por medio de una situación fortuita y pasajera.
manifiestan ciertos síntomas de fragilidad psicológica, o que vi-
ven en un clima de perversidad, pero sería injusto creer que todo
esto es un patrimonio exclusivo de ellos o que todos necesaria-
mente tienen que actuar así. l.a génesis y explicación de la homosexualidad:
Las mismas deficiencias, inmadureces y limitaciones se hallan complejidad del problema
con mucha frecuencia en las relaciones heterosexuales. El hecho
de que un hombre se sienta atraído por la mujer no es signo La complejidad se aumenta todavía al intentar descubrir su
suficiente de que su normalidad psicológica sea mucho mayor. Su génesis y las causas que la hacen posible. Hasta épocas muy re-
encuentro podría estar cargado de múltiples elementos negativos cientes se ha insistido mucho en su carácter perverso y anormal.
—interés, posesividad y acaparamiento, búsqueda exclusiva del Aunque las hipótesis presentadas hayan sido muy diferentes —fac-
placer, falta de comunión, exceso de narcisismo, etc.— que a lo tores genéticos, somáticos, endocrinos, psicológicos o sociales—,
mejor no se dan con tanta fuerza en otros homosexuales. Des- lodos estaban de acuerdo en que se trataba de una verdadera ano-
de una perspectiva psicológica, la libido —sea cual sea su malía. Los mejores tratadistas, en los diferentes campos, la colo-
orientación— es posible vivirla de una forma inmadura, pues al- caban siempre en el apartado de las desviaciones sexuales y pa-
canzar un nivel de oblatividad, como meta de la maduración, tológicas 20.
resulta difícil para todos. Por eso, dentro del mundo homosexual,
pueden darse sin duda bastantes diferencias y divisiones, de
acuerdo con la personalidad de cada individuo 18. Las diferencias más llamativas pueden verse en el estudio citado de
A. P. BELL-M. S. WEINBERG (n. 6): mayor presencia de elementos heterosexuales,
Es evidente que la homosexualidad en la mujer —llamada menor actividad genital, más propensas a la relación personal continuada y a la
también lesbianismo— encierra otros matices que la diferencian, lidelidad, número menor de compañeras, mayor incidencias de matrimonios, ex-
en parte, de la masculina. Su carácter menos genitalizado y el perimentan menos dificultades sociales. Otros trabajos sobre el tema, F. S. CA-
i'Kio. Omosessualilá della donna, Roma 1961. M. ECK. o. c. (n. 6), 306-345.
hecho de que la sociedad les permita ciertas manifestaciones afec- M. LAGO-F. PARAMEI LE. La femme homosexuelle, Aubier, Paris 1976. M. ALONSO
tivas, inadmisibles para los nombres, hace que su existencia sea MIGUEL ¿OÍ problemas de la homosexualidad femenina, en "RyF", 192 (1975),
menos percibida e incluso que permanezca oculta y larvada hasta 157-170. S. HITE, Estudio de la sexualidad femenina. Plaza-Janes, Barcelona
1977, 306-327. R. SERRANO VICENS. Informe sexual de la mujer española. Líder,
Madrid 1978. F. PERRIER-W. GRANÓLE, Le désir et le fémenin, Aubier, Paris
17
Sería largo citar testimonios de estas visiones diferentes. La simple lectura 1979.
de la bibliografía dada en la n. 6 aportará de inmediato abundantes ejemplos.
18
En esta línea consideramos de enorme interés los trabajos ya citados de Cf. A. HLSNARD, La sexologie nórmale el pathologique. Payot, Paris 1959,
A. P. BELL-M. S. WEINBERG y W. H. MASTER-V. E. JOHNSON, o. C. (n. 6). So-
'73-400. G. SANTORI, Compendio de sexologia, Razón y Fe, Madrid 1969, 453-
bre otras diferentes divisiones, A. OVERING. Aspéis psyquiatriques de l'lwmosexua- 474. J. CHAZAUD. Las perversiones sexuales, Herder, Barcelona 1976, 55-75. Lo
lité, en AA. VV., o. c. (n. 6), 31-35. G. SPRAGE. Variabilidad de las manifestacio- mismo muchos diccionarios: F. DORSCH, Diccionario de psicología, Herder, Bar-
nes homosexuales, en A. KRICH. O. C. (n. 6), 252-269. F. PACHE. A partir de celona 1976, 705. J. LAPLANCHE-J. B. PONTALIS. Diccionario de psicoanálisis, La-
ll
Freud, Payot, Paris 1969, 207-214. "r, Barcelona 1971, 285-288. L. EIDEI BERG. Enciclopedia del psicoanálisis, Es-
l'i'xs, Barcelona 1971, 213-215. Un amplio resumen de las diferentes teorías
explicativas, en E. Gius. o: c. (n. 6), 39-134.
384 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
I A HOMOSEXUALIDAD 385
Hoy existe un movimiento de signo contrario para liberar al
lA punto decisivo:
homófilo de todas estas sospechas enfermizas, producto exclusivo
de una visión que estaba enormemente matizada por el prejuicio ¿qué tendencia tiene la sexualidad?
heterosexual21. Los esfuerzos van en todas las líneas y se busca el
Con enorme respeto para los que afirmen lo contrario, creo
mayor número de argumentos para llegar a esta conclusión: la
que la heterosexualidad aparece para la gran mayoría como el
homosexualidad es un hecho tan aceptable y válido como la mis-
destino y la meta hacia la que se debe tender 23 . No es sólo la
ma heterosexualidad.
consecuencia de una cultura determinada, aunque nadie niegue su
Y el problema se acentúa por la falta de un vocabulario co- influjo, sino que algo más debe existir en la realidad cuando se ha
mún en la utilización de tantos términos demasiado ambiguos. mantenido de una manera tan constante y generalizada.
Cuando se trata de conocer si nos encontramos ante un compor- Será difícil distinguir lo que es producto de una y otra, pero
tamiento normal o anormal —aquí reside, según creo, el plantea- parece incomprensible que lo cultural no tenga ninguna raíz en la
miento de fondo—, no cabe duda de que semejante denomina- naturaleza y que, en este sentido, sus concretizaciones no estén a
ción reviste múltiples significaciones, según sea el punto de vista su vez condicionadas por los datos naturales del hombre. A pesar
que tengamos delante. Un mismo hecho podrá ser normal y expli- de las posibles falacias y extrapolaciones, la cultura tiene también
cable cuando se conocen las causas que lo condicionan, y no serlo su explicación y fundamento, y no parece que la humanidad ente-
desde otra perspectiva si se valora su frecuencia estadística o el ra se haya equivocado por completo al proponer este camino
dinamismo de su teleología. para la realización sexual. Si la homofilia fuera uno de los ideales
Por eso la lectura de tantas opiniones es difícil de armonizar. de la sexualidad humana, deberíamos admitir que una sociedad
Al que no domina la materia no le queda otro camino que refle- en la que sólo ella existiera, o en la misma proporción que hoy
xionar sobre los datos o confiarse en la autoridad de los especia- alcanzan los heterosexuales, sería plenamente lógica y aceptable.
listas. Los primeros no deben ser tan evidentes cuando los segun- Semejante hipótesis constituiría una opción tan buena como la
dos no llegan a ponerse de acuerdo. Tal vez ello indique la presente, sin que existiera ningún motivo de preocupación o
necesidad de proseguir estos estudios hasta alcanzar una ma- extrañeza.
yor aclaración en varios puntos que no parecen del todo defi- Que la homosexualidad se dé en el mundo de los animales y
nitivos. de los primitivos, o que haya florecido con un cierto auge en
Sobre estos dos temas tan discutidos —la etiología de la ho- algunas culturas 24 , no tiene otro valor que el de probar que es
mosexualidad y su valoración científica—, me atrevería a propo- posible, dentro de la biología y psicología humana, como un fe-
ner modestamente la siguiente explicación mayoritaria. Sin negar nómeno más de los que pueden instalarse en el hombre. Sin pre-
la posibilidad de otros elementos biológicos, que pueden predis- tender ahora compararlas con otras, también existen en la vida
poner y condicionar de alguna manera 22 , las influencias psico- muchas formas de comportamiento que no por eso se consideran
sociológicas parecen ser las prevalentes. Ello supondría que si no ideales.
se llega a la heterosexualidad es por un "algo", por una "defi- Para aceptar como prácticos y orientadores unos principios,
ciencia" —como la tienen tantos heterosexuales en su madura- que afectan profundamente no sólo a la vida de los individuos,
ción—, por un condicionante determinado que impide u obstacu- sino a toda la comunidad, y en un punto tan básico e importante,
liza el acceso. Evidentemente que a ella se llega también por un no se requiere una certeza absoluta. Basta que se presenten como
"algo", a pesar de las deficiencias y por ciertos condicionantes. El los más seguros y aconsejables. Un comportamiento contrario se-
problema radica entonces en ver qué alternativa resulta mejor ría sólo admisible cuando existiera una plena garantía y seguri-
para el hombre. dad de que constituye un auténtico valor, un bien para el hombre
y para la sociedad en que vive. Ahora bien, creo que hay una
21
Cf. C. DOMÍNGUEZ, Homosexualidad, I: dalos y reflexiones, en "Proyec- 21
ción", 27 (1980), 51-68. El mismo Freud no escapa tampoco a esta crítica, aun- Véase, por ejemplo, la siguiente afirmación: "La homosexualidad nunca
que su pensamiento no parezca tan negativo como algunos creían. Homosexuali- puede ser un ideal. Estoy totalmente de acuerdo. Pero, por otra parte, la hetero-
dad, II: origen e interpretación según S. Freud, en "Proyección", 27 (1980), sexualidad en cuanto tal no puede ser nunca tampoco un ideal" ¡J. J. Me
NI.II i . o. c. (n. 7), 211].
227-242. G. BONNET, Une forme inconnue du désir, en "LetVie", n. 147 (1980), 24
51-65. Véase, por ejemplo, la doble interpretación dada a la cultura griega por
22
Para no minusvalorar estos elementos, J. GAFO. Los factores biológicos en J. Ll Biosn. Sexualidad en el mundo griego, en AA. VV., Estudios sobre sexuali-
el problema de ¡a homosexualidad, en "SalT", 65 (1977), 623-634. dad humana, Morata, Madrid 1967, sobre todo 48-55, y por M. DANHI-
A. BAUDRV.O. C. (n. 6). 20-27.
386 PRAXIS CRISTI ANA-OPCIÓN POR L A VIDA Y El. AMOR LA HOMOSEXUALIDAD 387
base suficiente, a pesar de algunas opiniones contrarias, para no otras categorías que no radican en la existencia pura y simple de
admitir la homosexualidad como un camino válido en la evolu- un fenómeno psicológico, sino que supone la aceptación libre y
ción y desarrollo del sexo, como una meta hacia la que se pueda voluntaria de las prácticas homosexuales.
dirigir la educación. En la Biblia existen abundantes testimonios que las consideran
Aquí reside, a mi manera de entender, el punto clave de cual- como pecado, como conducta contraria a los designios de Dios 28 .
quier planteamiento. Si se pudiera probar que es una inclinación Sobre el célebre pasaje de Gomorra (Gen 19,1-29) algunos auto-
tan humana y deseable como la contraria, no existiría ningún res no están de acuerdo, a pesar de haber dado su nombre a este
problema. La historia la ha contemplado con un rigorismo ex- comportamiento, en que la condena recaiga sobre la homosexua-
traordinario, que estamos empezando a superar gracias a los nue- lidad de sus habitantes. Sin embargo, hay que reconocer que a su
vos enfoques y perspectivas, pero, por el momento y según la favor existen fuertes presunciones 29 . De igual manera insisten en
opinión mayoritaria de los mismos científicos, no alcanza una la necesidad de una hermenéutica que supere los límites históricos
idéntica valoración objetiva. Con toda la comprensión y fraterni- y culturales de esas enseñanzas y su interpretación aislada fuera
dad que se quiera —porque todos somos hombres "inacabados, del contexto. La consecuencia de tal exégesis lleva a la conclusión
anormales e imperfectos"—, debería mantenerse que la "situa- de que no existe fundamento bíblico para su valoración negativa.
ción homosexual en un sujeto —como a su vez otras muchas si- Los condicionantes de la cultura o el manifestar su rechazo, cuan-
tuaciones o manifestaciones de la vida afectiva— es algo anor- do se vive en un ambiente de orgía, desenfreno y perversidad,
mal" 25 . impiden la utilización de esos textos en los planteamientos
No deja de ser significativo que hasta sus más acérrimos de- actuales 30 .
fensores, aunque también por motivos externos, afirmen: "Prácti-
camente, todas las autoridades concuerdan en que el primer obje- Es indudable que los criterios hermenéuticos son necesarios
tivo del asesoramiento debe ser guiar a la persona que tiene un para eí estudio de la Biblia, pero con ellos también son muchos
problema homosexual a una adaptación heterosexual siempre que los autores que descubren en sus páginas una visión de la sexuali-
sea posible... Esta dirección debería emprenderse con independen- dad claramente heterófila, con su doble dimensión amorosa y fe-
cia del juicio moral que uno tenga de las prácticas homosexua- cunda. Si hay motivos para creer que interpretaciones erróneas
les" 26. ¿Qué valoración ética tendría, entonces, este compor- han exagerado el carácter nefando de los actos homosexuales,
tamiento? tampoco están exentos de error los que niegan por completo el
valor de tales enseñanzas. Por eso no estamos de acuerdo con que
"una exégesis bíblica incorrecta ha conducido a la Iglesia, duran-
te dos mil años, a aumentar la repulsa que hiere al prójimo ho-
Los datos de la revelación

Lo primero que conviene dejar claro, aunque sea de sentido "RassTeol", 20 (1979), 426-443. X. THÉVENOT, L'action pastorale auprés des ho-
común, es que el simple hecho de tener tendencias homosexuales, mosexuels, en "LetVie", n. 147 (1980), 83-98.
28
de sentir atracción hacia el propio sexo, no entra en el campo de Dt 23,18-19; Lev 18,22 y 20,13; Jue 19,22-30; 1 Re 14,24; Rom 1,26-27;
la moralidad. Nadie es malo ni bueno por encontrarse con una 1 Cor 6,9; 1 Tim 1,10. Cf. H. HUMBERT, Les peches de sexualité dans le Nouveau
Testament, en "StMor", 8 (1970), 149-183.
orientación y unos sentimientos que no puede alejar de sí y que, 29
incluso, los experimenta como un destino impuesto al margen de Creen que puede referirse a un pecado contra la hospitalidad o por haber
deseado una carne diferente, como la de los ángeles. Así, A. J. R. BRUSSARD, La
su voluntad, de manera parecida a como nacemos hombre y mu- Bible el l'homosexualité, en AA. VV., Dieu les aime tels qu'ils sont. Pastorale pour
jer. Desde el momento en que la homofilia no ¡je basa en una les homophiles, Fayard, Paris 1972, 43-59. E. FUCHS, Le désir et la tendresse.La-
opción elegida no hay lugar para la culpa 27 . El pecado tiene bor et Fides, Genéve 1979, 31-36.
30
Después de su análisis bíblico, J. J. MCNEILL, O. C. (n. 7), 62-103, conclu-
25
ye: "No parece haber una condena clara de tal relación en la Escritura; más aún,
M. ORAISON, o. c. (n. 7), 51. en tales circunstancias quizá pudiera admitirse que una relación homosexual satisfa-
26
J. J. MCNEILL, O. C. (n. 7), 228. ce los ideales positivos de las Sagradas Escrituras". Como el mismo autor afir-
27
Juan Pablo II lo recordaba explícitamente en su alocución a los obispos ma, consciente de su absoluta oposición a toda la doctrina tradicional, "el valor
de Estados Unidos, en "OssRom", 7-X-1979, 61. Para su valoración ética puede de mis conclusiones no se apoya en más autoridad que la del razonamiento y los
verse también, con un criterio equilibrado, B. HARING, Homosexualidad, en datos que he proporcionado", nota 61. Y es en este punto donde las críticas a su
DETM, 454-461. G. DURAND, Sexualité eí foi. Synthése de ihéologie morale, Fi- libro han sido más duras. Lo mismo H. VAN DE SPIJKER, La inclinación homose-
des, Montreal 1977, 235-281. M. ALCALÁ, l a homosexualidad, en "RyF", 200 xual, Fontanella, Barcelona 1971, 60-92, y o. c. (n. 7), 29-32. N. PITTINGER,
(1979), 64-76. F. GIUNCHEDI, Rilievi e prospeltive sulla questione omosessuale, en o. c. (n. 7), cap. 10.
I A HOMOSEXUALIDAD 389
388 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
síntesis de las diferentes posturas adoptadas sobre el tema, pero
motilo" 31 . Ni las interpretaciones en su conjunto han sido tan creo que en casi todas se da un denominador bastante común. La
incorrectas, ni ello tampoco tendría que suponer un cambio en la permisividad ética de actos homosexuales, en una relación per-
valoración. sonal de afecto y cariño, quedaría aceptada por la siguiente consi-
Dejando al margen, como hemos dicho, prejuicios y rigoris- deración de fondo, expresada con suma brevedad 34 .
mos, el mensaje revelado viene a confirmar lo que la reflexión El ideal de una persona homófila podría ser la sublimación de
humana mantiene todavía como una meta: la orientación hetero- esa tendencia, pero puesto que una conducta así le resulta heroica
sexual de la persona aparece objetivamente el destino mejor. Por e imposible, sólo le resta una doble posibilidad: vivir de una ma-
eso no admitimos tampoco que "la condición homosexual esté de nera clandestina, perversa, en el anonimato de la promiscuidad y
acuerdo con la voluntad de Dios" 32, como si ella fuese también de los bajos fondos, o intentar, al menos, una mayor humaniza-
un auténtico valor para el hombre. ción del instinto mediante una comunión personal y afectiva.
Considerar estos últimos gestos como pecaminosos supondría
quitarle el único camino de reconciliación con su propia verdad;
Valoración ética: hundirla en una conducta más represora y despersonalizante, y
nuevas perspectivas mantenerla en un clima neurótico y de constante culpabilidad. La
homosexualidad no debe reprimirse, como ningún instinto, ni vi-
Con esto sólo hemos hablado de su valoración abstracta y virla como un mero placer egoísta. Entre ambos extremos podría
objetiva, pero aun aceptando este presupuesto, del que parte la aceptarse como expresión de amor, pues aunque tenga aspectos
gran mayoría, queda su aplicación posterior a los individuos par- negativos —no alcanza el ideal del sexo— manifiesta sin duda
ticulares. Si el tener una inclinación como ésta no es muchas ve- algunos positivos, en cuanto se aparta de otros comportamientos
ces imputable a la propia voluntad, ¿cómo deberían juzgarse los peores y más perversos. Por ello las exigencias objetivas de la
actos concretos de una persona homófila? moral deberían acomodarse a las situaciones y posibilidades con-
Se oye decir con frecuencia que la Iglesia ha mantenido una cretas de cada individuo.
postura intransigente de absoluto rechazo, muy distinta a la que
34
Jesús tuvo con los más necesitados, y cuyas consecuencias han La aceptación de este planteamiento se presenta con diversos matices.
sido trágicas y lamentables. Los homosexuales que no quieren Para M. ORAISON la norma ha de buscarse por el camino de la mayor humaniza-
ción posible y el placer intercambiado, en una mutua y respetuosa relación, pue-
perder su fe y desean encontrar en ella un motivo de ayuda y de ser el único nivel accesible. "¿Puede hablarse en tal caso de un pecado?"
esperanza terminan cayendo en una profunda neurosis depresiva; \o. c. (n. 7), 131]. CH. E. CURRAN acepta la teoría del compromiso: "En un senti-
se sienten criminales y pecadores ante su propia conciencia. Y si do, la acción concreta homosexual no es objetivamente mala, porque ante la
logran superar este sentimiento interno de culpa, a pesar de todas presencia del pecado constituye la única alternativa viable para el individuo",
aunque, desde otra perspectiva, en ella se manifiesta la fuerza del mal (Catholic
las prohibiciones, saben que no pueden mantenerse en comunión Moral Theology in Dialogue, University Press, Notre Dame 1975, 216-217). El li-
oficial con una doctrina que los condena 33 . ¿No cabría la posibili- bro de N. PITTENGFR está lleno de mayores ambigüedades y de un cierto confu-
dad de admitir como lícita una relación homosexual, al menos en sionismo. Si la condición o estado homosexual no es pecaminoso, tampoco pue-
determinadas situaciones? ¿Por qué si esta persona es así no den catalogarse como culpables los gestos físicos, pues la abstención sería
puede vivir de acuerdo con su inclinación? ¿Es humano exigir un "inhumana, injusta y sobre todo anticristiana". Si existe, por tanto, una inten-
cionalidad amorosa, los actos no serán pecaminosos, en cuanto contribuyen al
comportamiento que resulta inalcanzable para tantos individuos? desarrollo de la personalidad; en caso contrario, deberían considerarse como
Estas y otras preguntas parecidas han hecho surgir nuevas re- malos [o. c. (n. 7), ce. 5 y 8], VAN SPIJKER ha evolucionado desde una postura
flexiones en el campo de la moral. Sería difícil dar ahora una tolerante —"como la máxima realización de las posibilidades personales", aun
sin alcanzar todavía "el estado de la perfección objetiva" [o. c. (n. 30), 205]—
hasta creer que esa meta resulta absurda, pues "una abstinencia total o temporal
31
H. J. KIMBALL. Towarit a Chrislian Underslanding of thc Homosexual. en sus manifestaciones amorosas a nivel sexual es algo que nos remite a aquel
S. C. M. Press, London 1967, 71. dualismo, que no se toma verdaderamente en serio al hombre..." [o. c, (n. 7),
32
J. J. MCNEIIL. O. C. (n. 7), 273. La frase podría admitirse en un sentido 41-42]. El mismo se cataloga como maniqueo por su actitud simplemente "tole-
amplio, como todos los hechos que acontecen, nacen al menos del "querer" per- rante" en su anterior publicación. MCNEILL rechaza también el lenguaje del mal
misivo de Dios. menor, de un compromiso inevitable con la realidad, pues ello supone la búsque-
33
Las estadísticas demuestran que los homosexuales suelen estar más aleja- da progresiva de un ideal mayor —el de la renuncia y abstinencia—, para afir-
dos de las prácticas religiosas que los heterosexuales y que sus sentimientos reli- mar que "esta forma de expresión sexual podrá estar moralmente justificada si
giosos aumentan el malestar por la experiencia de culpa, bajo concepto de sí y alcanzaba a ser expresión de un amor humano de verdad y constructivo" [o. c.
un índice mayor de no aceptabilidad. Cf. A. P. B E U - S . W I I N B I R G . O. C. (n. 6), (n. 7), 60].
195-205.
390 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR I A HOMOSEXUALIDAD 391
No juzgo desacertado que la eticidad de una conducta se anali- mo pasivo, que eliminaría por completo la búsqueda de otras
ce también por sus consecuencias. Estábamos acostumbrados a posibilidades 37.
una moral demasiado esencialista, donde lo bueno y lo malo se Aun en la hipótesis de que semejante situación fuese irreversi-
medían por unas categorías abstractas y ajenas muchas veces a la ble por alguna causa, no conviene olvidar que la licitud de una
realidad. La reflexión moderna, en el campo de la ética, se orien- conducta no se justifica por lo que se es, sino por lo que se debe
ta decididamente por una argumentación teleológica, donde la ser. Quiero decir que si los homosexuales tienen derecho a vivir
primacía se otorga a las consecuencias dramáticas o positivas que como ellos son, este principio habría que aplicarlo con la misma
puedan seguirse de una acción determinada. Si un comportamien- lógica a cualquier otro comportamiento. Por idéntico motivo el
to provoca, en su conjunto, muchos más efectos benéficos y posi- heterosexual o el fetichista podrían dejarse conducir por sus ten-
tivos que lamentables, no se podría juzgar como pecaminoso, dencias respectivas, sin tener en cuenta que una simple inclina-
aunque tampoco constituya ningún modelo de imitación 35 . Sin ción no es suficiente para humanizar el instinto.
embargo, la aplicación de esta teoría a cualquier forma de con- Dentro y fuera del matrimonio, los que no han querido y los
ducta debe tener en cuenta algunos presupuestos fundamentales. que no han podido casarse necesitan una integración del sexo
Y en el campo concreto de la homosexualidad sería conveniente para vivirlo de acuerdo con su objetivo. Si la mera instintividad
proponer otras reflexiones previas. De lo contrario, lo que pudie- fuese criterio suficiente para normativizar la conducta, la moral
ra ser aceptable en teoría tal vez no lo fuera tanto en su aplica- quedaría reducida a un biologismo brutal y anárquico. Sentir una
ción práctica. necesidad sería signo de una exigencia ética y cada una de aqué-
llas tendría derecho a pedir las normas adecuadas a su propia
psicología. Al hombre que se entrega a una mujer porque no ha
Presupuestos fundamentales: podido casarse, no tendríamos nada que decirle. Por ello, sí cree-
¿conformismo o superación? mos discutible ía opinión de que "nada se opone a que ¡os homó-
filos tengan una moral propia fundada sobre su sistema de valo-
El primer problema que exige un estudio mayor es el de su res y su concepción del mundo" 38 . La ética, como ciencia de
posible terapia. Si damos por razonable la opinión generalizada valores que ilumina la conducta, debería sufrir un cambio cons-
de que la heterotropía es la mejor orientación del instinto, hacia tante en función de las situaciones personales. Y es que el hombre
ella debiera dirigirse la educación como profilaxis, y la misma necesitará siempre una dosis de esfuerzo y trabajo para la bús-
readaptación posterior, en la medida de lo posible. Con la misma queda de los auténticos valores humanos. El déficit y la limita-
firmeza y experiencia con que algunos autores niegan la curación ción, patrimonio universal en todos los campos, no justifican
de la auténtica homosexualidad, otros defienden la eficacia de un abandonarse a la propia realidad, pues por encima de ella se en-
tratamiento que serviría, por lo menos, para una profunda mejo- cuentra la meta hacia la que debemos dirigir nuestra conducta.
ra 36. Dar por supuesto que no es posible ningún tipo de curación
o mejoramiento, significaría adoptar desde el principio una acti-
tud demasiado conformista. A nadie, sobre todo si se trata de La superación de un dilema:
una tendencia adquirida o superficial, habría que desanimarlo de el camino hacia el ideal
un intento como éste, ni fomentar por las buenas este conformis-
35
Por otra parte, el dilema de fondo, que con frecuencia se plan-
Cf. E. LÓPEZ AZPITARTE, La ética personal. ¿Existen valores absolutos?, en tea, no me parece exacto y plenamente objetivo, al menos en to-
"Proyección", 27 (1980), 37-51. das las ocasiones: a la persona homófila se le deja ejercer el sexo
36
Entre las opiniones contradictorias, véanse estos dos ejemplos. "Según los
conocimientos actuales de la ciencia, la homotropía de un hombre no puede de acuerdo con su inclinación y con una dosis de amor y de cari-
transformarse en una heterotropía" [H. VAN SPIJKER, O. C. (n. 7), 50]. Por el con- ño o, de lo contrario, llegará a vivirlo de una manera perversa,
trario, "a pesar de lo que a priori (o a posteriori, pero no habiéndose aplicado en
estos casos una terapia adecuada o adecuadamente orientada) puedan decir algu-
37
nos autores..., en nuestra práctica clínica hemos comprobado que los comporta- Por ello no comprendo la postura de M. ORAISON, quien, admitiendo que
mientos homosexuales se superan y tal tipo de personalidad se cura" [L. CEN- se trata de una deficiencia (cf. n. 25), afirma que no se debe buscar esta posible
CILLO, o. c. (n. 4), 142]. W. H. MASTER-V. E. JOHNSON, O. C. (n. 6), 401, conside- mejora o curación [o. c. 37), ni desear que viva "como uno piensa que es nece-
ran que "la idea corriente de que... no puede ser tratada sin un 80 ó 90 por 100 de sario que se comporte" (p. 111). Sobre estas limitaciones de su libro, ver la críti-
fracasos es simplemente errónea", y que el número de éstos es, aproximadamente, ca de M. CUYAS, en "ActBibl", 13 (1976), 114-122.
38
del 33 por 100. M. D A N I E L - A . B A U D R Y . O. C. (n. 6), 124.
392 PRAXISCRISTIANA-OPCION POR LA VIDA Y El. AMOR I A HOMOSEXUALIDAD 393

libertina o neurótica. De ahí la posibilidad ética de una opción Directivas pastorales:


por lo que se considera como un mal menor, un compromiso, o aceptación y respeto de la persona
hasta un derecho.
No convendría olvidar, sin embargo, aunque esta afirmación Hay un primer punto fundamental en el que no insistiríamos
parezca demasiado conservadora, que una de las características nunca demasiado. Mientras no seamos capaces de aceptar al ho-
de la sexualidad humana es la capacidad que ella encierra de po- mosexual como una persona, todo intento de ofrecer una ayuda
der ser asumida sin el ejercicio de la genitalidad. "Cuántos desas- resulta falso y mentiroso. Y para ello se requiere una purificación
tres serían evitados si ciertos médicos dejaran de considerar que previa de tantos prejuicios conscientes e inconscientes que dificul-
el ejercicio de la sexualidad es absolutamente indispensable a la tan esta relación. El que tropecemos con individuos que han he-
salud y al equilibrio" 39. Es evidente que la simple abstención fo- cho de su tendencia una forma de pervesión, que se aprovechan
mentaría una actitud neurótica cuando los mecanismos psicológi- de la clandestinidad y del engaño, que mantienen un proselitismo
cos no funcionen con normalidad, cuando con ella el instinto, en lleno de amenazas y violencias psicológicas, no es motivo para
lugar de integrarse armónicamente en el conjunto de la persona, considerar a todos los demás con el mismo criterio. La indigna-
queda soterrado y reprimido; pero nadie podrá afirmar que ésta ción que pudiera provocar es tan justificada como la que nace ante
sea siempre la única alternativa. Si así fuera, tendríamos que apli- otras conductas perversas. Pero frente a este grupo se halla el de
car el mismo criterio a otras situaciones más o menos parecidas. aquellos que llevan con dolor y con una tristeza solitaria el no ser
El que permanezca soltero contra su voluntad, porque la vida no como los demás.
le haya ofrecido otras posibilidades, o el cónyuge de un matrimo-
nio fracasado tendría el mismo "derecho" para buscar otras com- Que una persona se atreva a descubrirnos su situación inte-
pensaciones. Son muchos los homosexuales que, a pesar de su rior, sobre todo en nuestros ambientes, donde se siente con más
inclinación, pueden vivir sin una expresión genital, como muchos intensidad la vergüenza y el rechazo, es suficiente para tomar una
heterosexuales pueden hacerlo sin necesidad de ceder a sus impul- actitud de agradecimiento, de respeto grande. Esta acogida que
sos diferentes. brota desde dentro, y no como una obligación de compromiso, es
indispensable y benéfica para todo el diálogo posterior 41 . Al me-
Admito que en ciertas patologías homófilas —como se dan nos existe la posibilidad de compartir con otros y de manifestar
también en la persona heterosexual—, incluso por otros factores hacia fuera lo que hasta ahora se vivía como una tragedia íntima
más marginales, se haga más difícil esta integración. La libertad y personal.
llegará a encontrarse disminuida por una serie de condicionantes
o a desaparecer por completo 40 , pero entre los extremos del dile-
ma —perversidad o una cierta humanización por el cariño— que-
daría el camino intermedio propio de todos los hombres que se La búsqueda de un mejoramiento:
esfuerzan por alcanzar el ideal, a pesar de sus deficiencias y limi- límites y posibilidades
taciones, en un trabajo constante de superación. El hecho de no
conseguir la meta, si creemos que vale la pena aspirar a ella, no es Como segundo paso habría que llegar a un conocimiento so-
motivo para situarse cómodamente en niveles anteriores. En la bre el grado y la fuerza de esta inclinación. Saber distinguir si se
aventura de la vida nunca debemos olvidar nuestra vocación de trata de una raíz profunda e inveterada, o es producto de circuns-
peregrinos, que impide aquí, como en otras zonas, dejarse vencer tancias más o menos pasajeras; si es absoluta y completa o parti-
por el cansancio. Si de verdad me encontrase con una persona cipa también de una cierta bisexualidad. Sobre todo en aquellos
cuya única posibilidad fuera el dilema propuesto, también acepta- casos más superficiales y ligeros, no se debe excluir una posible
ría un "compromiso" que evitase mayores consecuencias negati- mejora y hasta un éxito bastante definitivo hacia la heterosexuali-
vas. Esto supuesto, ¿qué orientaciones fundamentales deberíamos dad. Algunas organizaciones homófilas y significativas, como la
ofrecer en la pastoral con esias personas? Mattachine Society, comparten esta orientación de fondo: "Ba-
sándonos en nuestra experiencia (la angustia, la vergüenza y la
" AA. VV., Célihal el sexua/ilé. Coloque ilu Centre ealhvlique des métlecin.i humillación que tanto hemos padecido), aconsejaríamos sin vaci-
(raneáis, Du Seuil, París 1970, 129. La afirmación podría confirmarse con múlti- lar a cualquiera que no se haya convertido aún en homosexual
ples citas desde un punto de vista humano y psicológico.
40
"Indudablemente, esas personas homosexuales deben ser acogidas, en la
acción pastoral, con comprensión... También su culpabilidad debe ser juzgada " "Probablemente nuestro hallazgo más sobresaliente se refiere a los efectos
con prudencia" (Persona humana. 8). de un ambiente acogedor" [M. S. WI-.INBKRC¡-C .1. WIIIIAMS. o. e. (n. 6), 433].
394 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR I A HOMOSEXUALIDAD 395
activo, pero que tenga dudas respecto a sí mismo, que elija el otro significa una transformación automática de los instintos, ni mu-
camino si puede" 42 . cho menos una represión generadora de otros gestos perturbado-
Estos casos benignos son de un diagnóstico bastante positivo res, patológicos e incoercibles. Se busca dar salida a la libido
y sería absurdo que, por defender unos derechos utópicos, cerrá- dentro de una orientación global, que abarque la vida entera y
ramos las puertas de una posible adaptación al alcance de la que satisfaga, por otros medios y al servicio de otras tareas, las
mano. Aun para aquellos sujetos decididamente homófilos, un exigencias del sexo. Sin negar que tal mecanismo se hace más
tratamiento psicológico suele ser provechoso: penoso en algunas psicologías, hay que reconocer sus posibilida-
des e intentar aprovecharlas al máximo.
"Hay que subrayar aquí el hecho de que, en contra de Aun a riesgo de parecer demasiado espiritualista, no dudo de
una opinión bastante difundida, la homosexualidad es que la fe auténtica constituiría una ayuda profunda en tales cir-
con mucha frecuencia susceptible de ser influenciada favo- cunstancias. Un sentimiento neurótico de culpabilidad no es da-
rablemente por los diversos tratamientos terapéuticos... y ble en quien haya conocido más de cerca el rostro verdadero de
es, por tanto, necesario que el médico abandone la actitud Dios. La salvación es una gracia ofrecida sobre todo a los que se
negativa, sin ceder, sin embargo, a un exagerado optimismo sienten más débiles e impotentes. Lo único que obstaculiza este
que, entre otras cosas, podría incluso tener una actitud con- don es precisamente la autosuficiencia y el creerse justificado por
traproducente" 43. una vida perfecta (Le 18,11). Lo cual significa que el sendero para
acercarse con mayor facilidad a Dios es sentir el peso de la propia
No se pretende aquí cambiar la estructura que parece definiti- incapacidad, cuando, a pesar de los esfuerzos, no llega a conse-
va, sino de buscar una reconciliación consigo mismo, que integre guirse la meta pretendida. Y es que a través de un paso lento y
un dato más de la vida del que ya no podrá prescindir. La expe- cansino, con una conducta que por fuera parece condenable, el
riencia médica confirma el mayor equilibrio que se deriva de este corazón puede sentirse henchido de una gracia gigantesca. "A
intento, hasta conseguir una integración suficiente para una vida quien nada más puede ofrecer, tal vez Dios no le pida más que un
normal, sin graves complicaciones. Una condición elemental para sollozo de impotencia" 45 .
esta armonía psicológica reside, sin duda, en esta comunión con
la propia realidad, sea cual fuere, que elimina tantas tensiones,
inconformismos y rebeldías interiores del que no se acepta como El camino de la amistad:
es. Como condición indispensable para esta terapia, se insiste en un intento justificado
la necesidad de que sea una opción del mismo cliente y que nazca
de una fuerte motivación 44 . Dentro de la literatura actual sobre el tema se insiste
también en la conveniencia de una amistad estable como el medio
más asequible de sobrellevar una vida solitaria cargada de tantas
Hacia una auténtica sublimación dificultades. Para algunos esto supondría necesariamente el reco-
nocimiento, incluso social y jurídico, de la pareja homosexual con
La misma renuncia al ejercicio de la sexualidad no tiene por la consiguiente justificación para toda clase de prácticas. Otros,
qué resultar neurotizante ni problemática. Como en la soltería sin embargo, ofrecen esta posibilidad, pero sin llegar a tales
impuesta por otras circunstancias, hay siempre un lugar para la extremos 46 .
sublimación, difícil de conseguir, pero no imposible. Depende Sin negar la ambigüedad y los peligros que en ella pudieran
mucho de la intensidad de los estímulos sexuales y de la actitud encerrarse, la integración de la homofilia es posible dentro de una
práctica que el sujeto adopte ante ellos. Existen homosexuales amistad personal y responsabilizada. Cuando existe una ilusión
que logran sin mucha dificultad dominar la propia inclinación, progresiva nadie tiene derecho a descalificar un intento en el que
mientras que en otros la lucha y el esfuerzo para contenerse se
hace dura y continua. 45
M. VAN DLR MF.F.RSCH, La máscara de carne, Plaza-Janes, Barcelona
La sublimación, que puede darse por múltiples caminos, no
1961, 121.
46
Como ejemplo de los primeros, ya hemos citado las obras de M. HOFT-
Tomado de J. J. MCNEILL, o. c. (n. 7), 228. MAN. VAN DE SPUKF.R, M. DANIEL, etc. La posibilidad de una amistad positiva, a
G. SANTORI, Compendio de sexología, Razón y Fe, Madrid 1969, 472. pesar de sus dificultades, la aceptan también otros muchos, que no llegan a esos
Cí. W. M. MASTER-V. E. JOHNSON, o. c. (n. 6), 272, 333-341, 391-392. extremos.
396 PRAXISCR1STIANA-OPCION POR LA VIDA Y EL AMOR
I,A HOMOSEXUALIDAD 397
se busca la superación de la mera sexualidad dentro de un clima
mucho más humano y respetuoso. "Las mismas razones que desaconsejan recurrir a las re-
También las relaciones amistosas entre el hombre y la mujer laciones heterosexuales con fines terapéuticos, valen tam-
están llenas de elementos eróticos y, en ocasiones, ocultan otros bién por lo que se refieren al matrimonio, que no puede y
motivos poco transparentes. Aquí no cabe otra norma que la no debe considerarse como una cura de la homosexualidad,
honradez limpia y el estar dispuestos a evitar las posibles conse- sino solamente como una meta que, en el momento oportu-
cuencias negativas. El esfuerzo humano por este ideal asequible no, podrá ser indicada al paciente y que éste podrá en una
es digno de respeto y admiración, siempre que no constituya un parte de los casos alcanzar, si su modo de comportarse y de
obstáculo para personas que podrían reorientarse, o se convierta responder a la terapia ha demostrado un suficiente viraje a
en una fuente de perversión. Sólo la prudencia y un conocimiento su psicosexualidad y permite alimentar una razonable segu-
de las situaciones concretas darán pie para los consejos oportu- ridad para el ulterior desenvolvimiento de su vida por los
nos en cada caso. caminos de la normalidad" 48 .
Aunque esta amistad llevara en ocasiones a prácticas homo-
sexuales, no habría que imponer sin más la ruptura. En cualquier Las dudas objetivas que pudieran existir deberían resolverse
hipótesis sería muchas veces un mal menor que el peligro de la con el diagnóstico de una persona especializada.
promiscuidad o que los desequilibrios de una vida solitaria en Si el matrimonio, donde es posible el amor y la ternura, no es
tales sujetos47. Se buscaría evitar los males mayores, aunque no remedio eficaz para el mejoramiento, mucho más hay que excluir
sea posible eliminarlos por completo. Estamos hablando de per- la relación sexual con personas de otro sexo. La práctica demues-
sonas que desean una superación progresiva y que no eligen esta tra los traumas mayores que produce, con tanta frecuencia, el
posibilidad para aprovecharse tranquilamente de las facilidades encuentro con la prostitución. Los sujetos que pretenden salir de
que pudieran encontrar. Si el único camino que les queda para la duda o creen que desaparecerá su tendencia por tener tales
seguir hacia adelante, sobre todo en casos extremos de soledad relaciones, suelen terminar en peores condiciones y con mayores
depresiva, tiene estos peligros, habría motivos suficientes para perplejidades. El clima de esos ambientes y la situación psicológi-
aceptarlos dentro de los principios generales de la moral, sabiendo ca con que se acercan son elementos propios para crear un con-
que avanzan y sueñan con una etapa superior. flicto, incluso en aquellos individuos capaces de una vida hetero-
sexual. La inhibición psíquica que provoca fácilmente su fracaso
les refuerza el sentido de su anormalidad y aumenta la descon-
Frente a la posibilidad del matrimonio: fianza de su mejoramiento y curación.
necesidad de un diagnóstico previo
Entre los consejos posibles no se debe incluir nunca el matri-
monio, como se hacía en otras épocas. Tal experiencia no tiene La reforma de la legislación:
ningún sentido terapéutico para los verdaderos homosexuales. No límites de una condena
se requiere mucha perspicacia para comprender que el remedio
resulta peor que la enfermedad y que los problemas serán todavía Finalmente, otro problema distinto sería la legislación civil
mayores con el agravante de afectar aquí a otra persona. Sólo en sobre la homosexualidad, cuya reforma ha sido siempre uno de
aquellos casos de bisexualidad o que hayan superado una homo- los puntos exigidos por todos los movimientos de liberación.
filia periférica, el matrimonio podría servir también de ayuda Creo que aquí demandan una petición justa y objetiva, y habría
para una completa normalización; pero es indispensable haber que trabajar lógicamente para que se eliminara todo carácter dis-
demostrado con anterioridad un cambio positivo y cierto, que criminatorio que los excluya como seres diferentes e indignos de
permita ver con optimismo y sin complicaciones serias el ulterior alguna actividad o los considere peligrosos, como cualquier otro
desarrollo de su vida matrimonial. tipo de vago y maleante 49 . Ser homosexual, en teoría, puede ser

47 4
Hablo de mal menor para que nadie pueda creer que acepto esas situacio- * G. SANTORI, o. c. (n. 43), 470.
49
nes como meta e ideal y para evitar falsas interpretaciones; pero me parece mu- Cf. V. DOMINGO LORHN. LOS homosexuales ame la ley, Plaza-Janes, Bar-
cho más lógico y humano utilizar aquí, como en otros campos de la moral, un celona 1978. Hasta la reforma de la Ley de peligrosidad y rehabilitación social del
término positivo: seria la búsqueda del mayor bien posible, teniendo en cuenta 26 de diciembre de 1978 estaban implicados en ella "los vagos habituales, ho-
todas las circunstancias que entran en juego. mosexuales, mendigos habituales, ebrios y toxicómanos, etc." Entre los estados
ile peligrosidad, de acuerdo con la reciente reforma, no se encuentran ya los ho-
398 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR

tan peligroso, perverso o rechazable como ser heterosexual. El


peligro y la perversidad no existen por tener una u otra tendencia,
sino en la orientación práctica que se le dé a cualquiera de ellas.
El descontrol, la perversión de menores, el escándalo público, la CAPÍTULO VII
corrupción del ambiente no es patrimonio exclusivo de una incli-
nación determinada. Una ley de peligrosidad social no debe redu-
cirse a lo que las personas son, sino a lo que las personas hacen. LAS RELACIONES PREMATRIMONIALES
Que la honestidad, el respeto a los demás, la delicadeza, el com-
promiso, la responsabilidad y otros muchos aspectos positivos se I os motivos tradicionales de una condena:
encuentran con idéntica proporción en estos individuos. La sim- interrogantes actuales
ple razón de experimentar esta tendencia no es motivo justificante
1.a Iglesia ha condenado siempre todo tipo de relación sexual
para negar ciertas posibilidades, mientras no demuestren con su
,il margen del matrimonio, bajo el nombre de fornicación. El
conducta, como cualquier otra persona, que son indignas de tal
punto de partida de esta enseñanza era la dimensión procreadora
confianza.
ild sexo. Su destino primario no podría conseguirse por otro ca-
En esta línea la reforma del derecho penal, para no conside- mino, pues la ausencia de un clima amoroso y acogedor haría
rar como actos criminales las relaciones homófilas que no atenten imposible la evolución y desarrollo del hijo. La procreación, en
contra el bien común, es también aceptable. Lo que dos indivi- electo, no es un simple mecanismo biológico. El nombre nace en
duos realicen en la esfera de su intimidad no tiene por qué ser un estado de indigencia y orfandad absoluto y su maduración
castigado, aunque constituyera una falta ética, de igual modo que lequiere, como dijimos, una dosis impresionante de cariño. Por
la ley no penetra en la vida privada de personas heterosexuales ello, la familia ha tenido a lo largo de la historia esta función
cuyas relaciones fueran deshumanizantes y pecaminosas, cuando acogedora y educativa, para la que no se ha encontrado todavía,
no se traspasan los límites del bien social. El porqué un mismo ;i pesar de todas las críticas que se le pueden hacer, una alternati-
comportamiento, deshonesto en ambos casos, es juzgado de dis- va mejor'. El cumplimiento de esta obligación fundamental exi-
tinta manera tiene su explicación en lo dicho anteriormente. El H¡a la estabilidad de un compromiso, sin que otros factores ajenos
rigorismo personal se ha convertido en jurídico. Sin embargo, pusieran en peligro la permanencia de un amor indispensable.
una despenalización absoluta, como también se exige, supondría Si el matrimonio aparecía como el único lugar adecuado para
no defender el derecho de otros individuos frente a una posible el ejercicio de la genitalidad era por una razón constatada y de
seducción50. Aquí, como en otros campos de la conducta, la de- larga experiencia: la libertad absoluta, al margen de la pareja, se
fensa encuentra su apoyo en una justa legislación. ha vivido siempre como una herida profunda en el corazón de los
cónyuges. De ahí la sexualización exclusiva del matrimonio en
todas las culturas, con una mayor o menor amplitud y tolerancia,
para que la extraconyugalidad del sexo no se convierta en una
mina del hogar 2 .
1
Para el que desee un conocimiento mayor sobre el tema de la familia, en el
i|iii' no vamos a detenernos, me remito a las recientes monografías: La familia.
Hacia nuevos modelos de convivencia familiar, en "MisAb", 71 (1978), 325-476.
iamilia y caridad, en "Corintios XIII", n. 9 (1979). Famiglia e pastorale oggi, en
"ScCatt", 108 (1980), 3-139. Familles d'ici demain, en "Proyet", n. 144 (1980).
mosexuales. Para las deficiencias, sin embargo, que todavía presenta, F. BUENO I amilia, comunidad a construir, en "MisJov", n. 45 (1980). Vivre d'aimer; ma-
A RUS, Críticas formuladas a la Ley de peligrosidad y rehabilitación social, en imgc et famillc, en "CommctLit", n." 6 (1980). Ver también A. VALSECCHl.Fam/-
"RyF", 200 (1979), 30-40. ha, en DETM, 380-392. P. BELTRÁO, Sociología de la familia contemporánea,
50
Cf. las reflexiones sobre este punto en R. AFFEMANN, La sexualidad en la Sigúeme, Salamanca 1975. M. GÓMEZ RÍOS, El matrimonio y la familia, sujetos de
vida de los jóvenes, Sal Tarrae, Santander 1979, 181-183. Como dice posterior- estudio, en "Pentecostés", "15 (1977), 89-123. A. PASCUAL, La familia, a examen.
mente, "cuando demandamos aquí que la realización de la comunidad conyugal se Mañana Ed., Madrid 1977. R. BENJAMÍN,Devenir de la famille, en "Supplcment",
produzca dentro de un marco social cerrado, no lo hacemos con una intención i.l (1980), 461-475. O. HENRIVAUX.Famille el éducation chrétienne, en "LumVit",
discriminadora y en base al viejo tabú. Yo lo propongo en razón de una madu- <5 (1980), 275-285.
2
ración lo menos perturbada posible del joven hacia la capacidad de amar hetero- Cf. M. VIDAL, ¿El matrimonio, única institución para la sexualidad?, en
sexualmente" (188-189). AA. VV., Sexualidad prematrimonial. Sigúeme, Salamanca 1973, 55-101.
I AS RELACIONES PREMATRIMONIALES 401
400 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
una mayor gratificación, los elementos afectivos se van haciendo
Frente a esta normativa se levantan una serie de comporta- más imprescindibles5.
mientos que, aunque bajo el mismo concepto, revisten significa- Como esta posibilidad es hoy mucho más frecuente que en
ciones muy diferentes. No puede valorarse de idéntica forma la épocas anteriores, acudir a la prostituta se hace menos urgente y
relación mantenida con una prostituta que la de una pareja de necesario. La cosificación de una persona resulta demasiado gro-
novios llena de cariño y respeto mutuo. Entre ambos extremos sera si no existe un mínimo de afecto y cercanía. La búsqueda
quedarían otras múltiples prácticas —simple aventura sexual, la del otro como simple instrumento de placer es un atentado que
entrega como signo de amistad sin ningún compromiso, la unión nadie se atreverá a justificar. Es cierto que su práctica se oculta
libre, el adulterio y hasta el cambio de pareja o matrimonio ahora bajo formas más sofisticadas y elegantes, pero se necesita
colectivo— que tienen en común la negativa a vivir el sexo dentro una falta casi total de sensibilidad para no darse cuenta de su
de la institución matrimonial. carácter deshumanizante. No es poco ya que una fuerte mayoría
El aumento de la mayoría de estas conductas no es problema haya superado esta primera etapa, donde aparece la absoluta se-
sólo de libertinaje o relajación. Existen intentos para demostrar paración entre sexo y amor.
que, al menos en determinadas circunstancias, son portadoras de Sin embargo, parece insuficiente todavía este primer presu-
valores positivos y benéficos, que impedirían su rechazo total y puesto. La entrega plena en la comunión corporal no puede ser
absoluto 3 . Es evidente que en algunas de estas actuaciones po- expresión de una simple amistad o de una cercanía afectiva más o
drían encontrarse ciertos aspectos enriquecedores, que no siempre menos profunda, sino que requiere una densidad amorosa, que
se dan con el matrimonio, pero me parece que un planteamiento sólo se encuentra en el cariño conyugal. Es decir, cuando hacia el
así no abarca la totalidad del problema. otro se desliza el afecto con un sentido totalizante y exclusivo,
Sin enumerar ahora los motivos de diversa índole que han pues amar conyugalmente significa que la otra persona se ha con-
fomentado esta nueva actitud, en el fondo de todas las discusio- vertido en un alguien único e insustituible. Ya no es posible una
nes actuales hay una triple interrogación a la doctrina tradicional donación mayor ni un cariño más fuerte que vaya dirigido hacia
de la Iglesia: ¿Por qué la sexualidad debe ser expresión de un otro sujeto. ¿Por qué ha de vivirse el sexo con esta plenitud? ¿No
amor conyugal? ¿Por qué este amor tiene que estar institucionali- puede ser también un lenguaje entre personas amigas y compa-
zado? ¿Por qué con anterioridad a su institucionalización no son ñeras?
lícitas las relaciones sexuales? La respuesta a estas preguntas La argumentación tradicional, al insistir casi exclusivamente
constituirán el motivo de nuestras reflexiones. en la dimensión fecunda, era mucho más lógica y evidente. No
era lícita ninguna relación que eliminara el destino primario del
sexo. Las preguntas surgen cuando la sexualidad aparece, al mar-
La urgencia del cariño conyugal gen de la procreación, con toda su fuerza unitiva.
Sin negar este último aspecto, que hemos subrayado en un
Hay un hecho constatable según las más recientes estadísticas: capítulo anterior, tampoco podemos olvidar que el hijo entra
la decadencia progresiva de la prostitución como fenómeno so- también en el horizonte de la pareja y forma parte de su proyecto
cial, aunque no se haya eliminado, por supuesto, ni jamás llegue totalitario. En este sentido la reflexión clásica, como decíamos al
a conseguirse4. La razón no se debe, como es lógico, a un mayor principio, sigue teniendo vigencia: el sexo libre constituye un
ascetismo virtuoso, sino a una experiencia bastante común, que atentado contra la conyugalidad y destruiría esa atmósfera nece-
no deja de ser significativa: la necesidad de vincular el sexo con saria para su acogida y aceptación.
una vivencia de cariño. Aunque sea nada más que para obtener
3
R. BLONDON. Mariage collective, en A A. VV., Teach-in sur la sexualitc, Ed.
L'Homme. Montreal 1970, 97-106. G. y N. O'NLIL, Le mariage open, Harchette, El simbolismo de la sexualidad:
Paris 1975. AA. VV., La sexualidad humana. Cristiandad, Madrid 1978. 165-174. un lenguaje verdadero
4
Sólo un 19 por 100 se ha iniciado con ellas frente al 52 por 100 de hace
unos años. Se acude la mitad de las veces y sólo un 3 por 100 había acudido en Pero no es sólo su carácter procreador lo que fundamenta esta
el periodo de un año. Cf. H. HUNT, La conducta sexual hoy, Edhasa, Madrid postura. La intuición de fondo existente en ella encierra un nuevo
1978, 180-183. Para un estudio de este fenómeno, AA. VV., Esludios sociológicos significado desde una óptica más personalista. La entrega corpo-
sobre la prostitución en España, Dis, Madrid 1974. N. BIÁZQUI /.. Prostitución, en
DETM, 874-889. D. DALLAYRAC. Dossier prostitución, Aymá, Barcelona 1975
s
(con bibliografía). R. OSBORNE. Las prostitutas, Dopesa, Barcelona 1978. L. UR- Ver las referencias dadas en el cap. I. notas 49. 50 y 51.
BFZ. La prostitución femenina, en "RyF", 200 (1979), 77-95.
402 PRAXIS CRISTI ANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR I AS RELACIONES PREMATRIMONIALES 403
ral revela un simbolismo mucho más profundo: lo que expresa y mensaje. Si el amor al otro no reviste estas características de tota-
produce es precisamente la conyugalidad. Es decir, que aunque lidad y exclusivismo —a nadie como a él—, la palabra que el
no busque la procreación, cuando se vive a un nivel humano, es cuerpo pronuncia dice mucho más de lo que existe en realidad y
una fuerza procreadora de amor. Por eso las relaciones extracon- el gesto se convierte, entonces, en una mentira. No se puede dar,
yugales se han vivido siempre y todavía se vivencian como un por tanto, a una persona con la que no se comparte la vida defi-
atentado contra la comunión conyugal. Su ejercicio llevaría lógi- nitivamente y para siempre. Es el simbolismo de una comunión
camente, si no existen otras reservas o impedimentos, a la crea- tan profunda, que sería falso utilizar ese lenguaje cuando aquélla
ción de otra nueva comunidad afectiva. La herida y el dolor del se hace imposible por diferentes motivos. La experiencia podrá
adulterio no es producto exclusivo de prejuicios y tabúes, sino resultar positiva y benéfica, porque se vive en una relación huma-
que atenta contra la integridad del yo, como h\muerte o aleja- na que supera la gratificación egoísta —de ahí la facilidad ética
miento de un ser querido 6 . El mismo fracaso de las comunas, con que a veces se acepta—, pero en el fondo queda siempre un
cuando el sexo se ha querido repartir entre todos, no se explica margen de falsedad. Se promete y expresa lo que, al menos por el
tampoco por motivos éticos o religiosos7. La psicología tiene momento, no están todavía dispuestos a entregarse.
unas leyes que el hombre no puede transgredir sin ninguna Así la vida conyugal aparece como el ámbito más adecuado
impunidad. para que el sexo pueda vivirse con todo su significado y plenitud.
Y es que cuando el hombre y la mujer comulgan a través Ahora bien, si sólo aquí la sexualidad alcanza su más completa
de sus cuerpos están utilizando un lenguaje de extraordinaria im- expresión, ¿es necesario institucionalizar de algún modo la forma-
portancia. La frase bíblica que los destina a ser una sola carne ción de esa pareja?
—sinónimo de persona— tiene resonancias populares y psicológi-
cas. Se trata de un gesto apocalíptico, en su sentido etimológico, Rechazo de los elementos jurídicos
por el que mutuamente se revelan su propia intimidad y buscan
gozosamente como una compenetración sin límites ni fronteras 8 . La existencia de matrimonios que viven su amor sin ninguna
Se celebra la fiesta del amor, que transforma la propia existencia, vinculación jurídica se presenta como un fenómeno sociológico e
para entregarla como ofrenda y recibir también la del otro como importante. Discuten si esta práctica seguirá en aumento allí don-
un regalo. El éxtasis del placer es el sendero por el que dos cora- de ya se vive con cierta normalidad. Una mayoría de tales parejas
zones se juntan para repetirse de nuevo lo de siempre: la alegría no parecen rechazar esa posible institucionalización para más
de haberse conocido, de sentirse privilegiados por un amor que adelante —de hecho, terminan por casarse—, cuando hayan ex-
los fusiona. Son una sola carne no porque se junten sus cuerpos, perimentado en la práctica una armonía y convivencia suficiente
sino porque ellos manifiestan que ya han donado el corazón. para el futuro. Se trataría más bien de un matrimonio de prueba.
Por eso, aunque el encuentro no se realice en el anonimato, ni Quieren un conocimiento lo más completo posible, en todos los
esté privado por completo de una vinculación afectiva, la simple órdenes, para aminorar los riesgos de un posible fracaso poste-
amistad parece demasiado poco para lo que se expresa con ese rior. Los motivos de otros para vivir así nacen de una ideología
contestataria, que huye de la actual sociedad burócrata e inhuma-
6
na, a la que quisieran enterrar en aras de una nueva radicalmente
Recomiendo la lectura de B. MULDWORF, El adulterio, Guadarrama, Madrid distinta. Su rechazo es signo también de otra negativa más amplia
1979, por sus interesantes y prácticas reflexiones. M. HUNT, O. C. (n. 4), afirma:
"Varias encuestas recientes sobre actitudes han revelado, por ejemplo, que la re- y profunda 9 .
probación tradicional de las relaciones extramatrimoniales no se ha debilitado" De cualquier manera, hay que reconocer que lo jurídico, en el
(p. 305). Y poco después explica: "La mayor parte de la gente continúa desapro- campo del amor, no goza de buena prensa, pues la ley no parece
bando tal conducta, porque cree que en cuanto deje de ser fantasía para ser rea- siempre puesta al servicio de la vida y de la persona. Un senti-
lidad socavará y pondrá en peligro la relación humana más importante de su
vida" (p. 307). miento como el cariño conyugal es algo tan íntimo, exclusivo y
7
Para evitar problemas, en algunas comunas se han prohibido las relaciones
sexuales con miembros del grupo. Cf. G. SITBON, Retour á Kana, en "Le Nouvel 9
Observateur", 21-VIII-72, 22-24. Ni en todas ellas la comunidad exige una parti- B. WILHEMER, La commune. Le lien d'une transforma!ion révolutionaire de la
cipación a esos niveles: J. M. LAHIDALDA, La familia conyugal en las experiencias conscience, en "Supplément", 23 (1970), 341-352. J. C. SAGNE, La communauté,
de los Kibbutzin de Israel, hoy: una valoración critica, en "Lumen", 26 (1977), lieu du plasir, en "LetVie", n. 114 (1973), 24-40. A. RONET, Les jeunes en unión
254-280. libre. Une reflexión pastorale, en "Supplément", 26 (1973), 330-349. AA. VV.,
8
M. GILBERT, "Une seule chair" (Gen 2,24), en "NouvRevTh", 100 (1978), Dossier. Cohabitation juvenil, Chalet, Lyon 1979. M. LEGRAIN, La vie de couple
66-89. chez certains jeunes, en- "Etudes", 354 (1981), 59-75.
404 PRAXISCRISTIANA-OPCION POR ¡.A VIDA Y EL AMOR I AS RELACIONES PREMATRIMONIALES 405
privado, que el intento de darle una normativa resulta casi incon- brota, como una consecuencia, un compromiso de fidelidad que
cebible, como un atentado contra la naturaleza misma del querer. no desea agotarse con el tiempo. Quisieran caminar juntos hasta
El matrimonio, se repite con frecuencia, es la tumba definitiva del la eternidad para compartir siempre las penas y los gozos de la
amor y termina por convertirse muchas veces en una prostitución vida. Los dos buscan la entrega mutua para realizar una tarea
legalizada. Si dos personas no se sienten comprometidas por común, un proyecto que desean construir unidos más allá de una
amor en su mutua fidelidad, mantenerlas unidas por una obliga- atracción fugaz, de una complacencia afectiva pasajera, de un en-
ción jurídica provoca una fuerte repugnancia. Sería hacer de la tretenimiento esporádico. Con anterioridad al sí, realizado ante la
pareja un lugar de odio y amargura. Y en estas condiciones ya autoridad competente, ha nacido ya un compromiso serio de fide-
sabemos lo mucho de infierno que se oculta bajo las apariencias lidad, que constituye el corazón de la nueva actitud creada.
externas de algunas familias. ¿Para qué sirven, entonces, los pape- Una vivencia de este tipo siente, además, la necesidad de ha-
les, la burocracia y la institución? cerse pública y visible. La experiencia más ordinaria descubre la
En toda caricatura hay siempre ciertos rasgos que responden tendencia a comunicar a los otros la nueva situación que ha sur-
a la realidad. Sería injusto negar todas las críticas que se hacen gido en la vida. No hay razón alguna para ocultar lo que se expe-
contra la institucionalización concreta del matrimonio y los múl- rimenta como dicha gozosa, que llena de sentido la existencia
tiples deseos manifestados de una reforma profunda del dere- presente y futura. Pensemos, como un síntoma revelador, en el
cho 10. El tema es amplio y discutido para abordarlo, ni tampoco sufrimiento de un amor "imposible" cuando no puede vivirse,
parece necesario. Ahora sólo quisiera enfocar la problemática del por los motivos que sea, en un clima abierto, de cara a los demás.
amor y de la institución desde otro ángulo que ayude a clarificar La clandestinidad roba al cariño una parte de su naturalidad y
sus mutuas implicaciones. A partir de la experiencia y fenomeno- alegría, como el que mantiene y oculta algo que no le pertenece.
logía del mismo cariño se podría descubrir más fácilmente el ca- Si descubrimos ahora lo que significa la institucionalización,
rácter complementario del elemento institucional". caeremos en la cuenta de que no puede considerarse nunca como
un obstáculo o una amenaza al amor. Ella viene a realizar preci-
samente lo que la palabra significa. Manifiesta y confirma el de-
El amor y la institución: seo más profundo de los mismos cónyuges. Si lo que ellos buscan
dos aspectos complementarios es hacer de su cariño una realidad estable, creadora de una nueva
comunidad, y hacer partícipes a los otros de su nacimiento y con-
La palabra de amor que dos personas se ofrecen supone un sistencia, el compromiso jurídico manifiesta y garantiza esta mis-
cambio radical en la existencia de cada una. Cuando un chico le ma orientación. Institucionalizar el amor es dejarse llevar de sus
dice a una chica, después de un período de conocimiento mutuo, propias exigencias, confirmar lo que él mismo anhela desde su
que la quiere como a su esposa, el significado de esa expresión dinamismo interior.
está lleno de contenido y tiene una consistencia mucho mayor
que un gesto ordinario de amistad o compañerismo.
Lo que desea manifestarle, en el fondo, es que ya se ha con-
vertido para él en un valor único e insustituible, del que no puede La dimensión social y comunitaria de la conyugalidad
prescindir. Su vida adquiere una nueva orientación, cuyo centro Por otra parte, aunque parezca extraño, conviene insistir con
de gravedad comienza a ser el tú de la persona amada. Por eso fuerza en la dimensión social del amor, a pesar de su carácter
íntimo y personalizado. Es curioso que en un mundo donde la
10
J. M. DÍAZ MORÍ NO. La regulación canónica del matrimonio. Problemática y preocupación por lo social ocupa la primacía de muchas reflexio-
posibilidades, en "Pentecostés", 13 (1975), 227-252. W. F.RNSI. Le mariage comme nes no se quieran aceptar las exigencias comunitarias de la con-
institution el sa mise en cause acluelle. Paris 1978. M. VIDAI . Institución matrimo-
nial: perspectivas éticas, en "Moralia", 2 (1980), 20-31. yugalidad. A nadie se le puede imponer un compromiso como
" "Sobre estos puntos, CH. DUQUOC. Le mariage aujourd'hui. Amour et institu- éste, pues sería monstruoso e imposible crear una obligación jurí-
tion. en "LetVie", n. 82 (1967), 33-62. J. P. THIF.L, La antropología cultural y la dica allí donde el corazón no se siente cogido, pero, una vez que
institución del matrimonio, en "Concilium", n. 55 (1970), 169-182. A. ALSTEENS, brota y es libremente aceptado, la sociedad no puede permanecer
Institución y vida del matrimonio, en AA. VV., Matrimonio civil y matrimonio re-
ligioso, Paulinas, Madrid 1973, 97-103. J. BERNHARD. Evolution du sens de la for- indiferente ni en silencio ante esa situación. Semejante cariño ha
me de célébration du mariage dans l'Eglise d'Occident, en "RevDrCan", 30 dejado de ser un hecho privado para convertirse en un fenómeno
(1980), 187-205. CH. LEFEBVRE, Interférences de la jurisprudence matrimoniale et de social y público por las múltiples influencias que de él se derivan.
I'anthropologie au cours de I'histoire, en "RevDrCan", 27 (1977), 84-102. El bien común se apoya en gran parte sobre la estructura de la
406 PRAXISCRISTIANA-OPCION POR LA VIDA Y EL AMOR LAS RELACIONES PREMATRIMONIALES 407
familia, y esta comunidad primera no puede desligarse, entonces, cias trágicas que pudieran derivarse contra la comunidad civil y
de sus obligaciones sociales, como si se tratara de una realidad eclesiástica, no habría que pensar en ninguna otra reglamenta-
solitaria e independiente. ción. Pero la experiencia ha enseñado que para ello es necesario
La mutua donación total y definitiva sitúa a los cónyuges en saber al menos cuándo el compromiso matrimonial se realiza, y el
un nuevo ámbito que por su propia naturaleza exige un vínculo mínimo de condiciones indispensables para que se convierta en
con la sociedad. Ella es la única que puede legitimar la constitu- una realidad pública 14.
ción de esta célula y declarar oficialmente su existencia con todas
sus obligaciones y derechos. La autoridad dejaría de cumplir una
función básica si no buscara integrar, con una reglamentación El derecho como una garantía para la seriedad
justa, la existencia de la familia dentro de los esquemas comunita-
rios. Es evidente que tal intervención requiere un carácter jurídi- Aunque hoy exista una queja generalizada contra las estructu-
co, aunque lo importante no sea la forma que revista, sino la ras de cualquier tipo, el hombre no puede desarrollarse, en nin-
urgencia y necesidad de alguna reglamentación. De ahí que la gún campo de su trabajo, sin la ayuda y el apoyo que le prestan.
legalización del matrimonio haya sido una constante histórica a Nadie tiene capacidad de valerse por sí mismo si no encuentra un
través de las diferentes épocas, culturas e ideologías. La pareja entorno que complemente sus posibilidades. No negamos los ries-
que buscara una escapatoria a esta exigencia no tiene ningún de- gos anejos a toda institucionalización, que la convierten a veces
recho a que se le confiera un estatuto real, como algo objetivo y en una fuerza destructora de lo que debería fomentar, pero tam-
existente 12. poco conviene subrayar con exceso sus límites e imperfecciones.
Si además admitimos, desde una perspectiva religiosa, que el La vida también demuestra que lo individual tiende a desapare-
amor humano adquiere una resonancia sacramental, eso significa cer, pierde eficacia y se inclina hacia la desintegración cuando no
que el cariño de los cónyuges participa de la gracia que Dios ha encuentra una base que le dé consistencia y estabilidad. Toda
ligado a su Iglesia. Aquí aparece una realidad nueva en el seno de obra que pretenda una cierta permanencia requiere un mínimo de
la comunidad salvadora. La vocación de esas personas a vivir su institucionalización. Es una exigencia del ser humano y, por eso,
amor queda consagrada a través del sacramento, que no puede hasta los más acérrimos individualistas se aprovechan constante-
ser un simple rito o un acto legal mandado por krtglesia, sino un mente de las estructuras sociales, con las cuales, sin embargo, no
gesto de Jesús, que se hace presente en ese mismo amor y lo quieren comprometerse.
transforma para convertirlo en símbolo de realidades trascenden- Tal vez podría creerse, en una hipótesis demasiado ingenua,
tes, cuyo contenido sobrenatural supondrá también una vincula- que el ideal de las relaciones conyugales debiera ser el compromi-
ción profunda con toda la familia eclesiástica 13. El amor no será, so privado de fidelidad, sin ningún otro recurso a elementos ex-
pues, nunca algo aislado y solitario dentro de la pareja humana y ternos. Pero aquí, lo mismo que en otras esferas, no conviene
cristiana. Institucionalizarlo es tomar conciencia de su dimensión olvidar lo frágil y quebradizo de la condición humana, que po-
social, de su exigencia comunitaria a todos los niveles. Pero la dría superarse, en gran parte, por esta garantía legal desde una
institución es, al mismo tiempo, una salvaguarda para defender triple perspectiva.
su permanencia e invitar a un mejoramiento constante. Lo más importante de la conyugalidad no es ciertamente el
La historia del derecho matrimonial civil y eclesiástico aporta compromiso público, sino la vinculación amorosa que se ha ido
enseñanzas valiosas para demostrarnos cómo cualquier reglamen- gestando en silencio, de una manera latente y progresiva. La pa-
tación ha ido surgiendo con este carácter de defensa. El cambio y reja se siente casada por dentro antes de su regulación civil o
la evolución de las exigencias jurídicas se ha efectuado precisa- eclesiástica. Pero buscar esta última supone una dosis mayor de
mente en función de los valores fundamentales del matrimonio. reflexión y seriedad, que por necesidad psicológica aumenta y se
Se trataba de evitar, por encima de todo, las grietas que pudieran clarifica cuando la promesa queda institucionalizada y ante tes-
minar sus cimientos. Si bastara la pura manifestación del cariño tigos.
realizado en la más estricta intimidad para evitar las consecuen- La densidad y firmeza de un pacto jurídico no se la puede
equiparar con la que nace de un gesto privado, por muy sincero
12
Cf. las páginas dedicadas a la socialización del amor por A. HORTIIANO. que parezca. El amor no es un juego o un sentimiento veleidoso,
Problemas actuales de moral, II, Sigúeme, Salamanca 1980, 359-414.
" Ver E. LÓPEZ AZPITARTF. Sexualidad y matrimonio hoy. Sal Terrae, Santan- 14
Bajo este aspecto resulta interesante [:. S(mi i I-.BI-I-.CKX. El matrimonio.
der 1980', 273-301. Realidad terrestre y misterio de salvación. Sigúeme, Salamanca 1968, 203-332.
408 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR I -\N RELACIONES PREMATRIMONIALES 409

que ofrece una fidelidad para romperla de nuevo al menor incon- persona. Esto significa que la fidelidad como deber tiene que sus-
veniente. Antes de otorgar un sí tan comprometido hay que pen- liluir en ocasiones a la fidelidad como sentimiento. No será nun-
sarlo mucho y su dimensión jurídica es una invitación a ello. Si in el ideal del matrimonio, pero mayor injusticia sería aprove-
tenemos en cuenta los múltiples engaños y condicionamientos charse de unas vivencias pseudoamorosas o imponer una ruptura
que penetran en nuestro mundo sentimental, la unión libre no i|iie olvidase por completo las obligaciones contraídas y los dere-
vendrá a favorecer la limpieza y transparencia de la opción amo- chos de otras personas.
rosa. La falta de contrato no constituye un signo de mayor auten- Comprendo que la realidad ha podido ir a veces por otros
ticidad, ni una búsqueda más responsable por dentro. Sentirse caminos y que lo jurídico llegue a convertirse en un legalismo
dispensado de lo jurídico pudiera ser una forma de eludir fácil- vacío. La ley no suple nunca al compromiso de fidelidad interior,
mente la última seriedad del cariño y hacer que esta moneda con- pero no por ello podemos minimizar su función y sus valores,
tinuara bajando hacia una devaluación progresiva. lilla se pone al servicio del amor, como su confirmación, signo y
garantía, y lo acompaña como un recuerdo y estímulo para que
progrese y madure. Si a pesar de todo viene su muerte, la ley no
La fidelidad de un compromiso: una invitación a superarse podrá ser el asesino, pues sólo estaba para su defensa y protec-
ción. Y son muchos los factores que trabajan para que el cariño
termine destruido, para que se agote con el tiempo. Si hay algún
La comunidad creada por el amor de dos personas participa
peligro en la institucionalización es sentirse asegurado con exce-
también de una cierta fragilidad. Ese "nosotros", que se abre al
so y dormirse amparado por ella, olvidando que el amor es una
futuro con la ilusión de una permanencia indefinida, está someTi-
recreación y un nacimiento constante, que sólo puede efectuarse
do a las presiones del tiempo, cambios psicológicos, crisis y difi-
desde el corazón y no por ninguna fuerza legal. \
cultades por las que hay que atravesar sin remedio. La relación
humana se hace en ocasiones una historia vacilante, y nadie está Entendido de esta manera, el problema cambia por completo.
seguro de no sentirse afectado algún día por esas inquietudes. Los La preocupación se plantearía no para ver por qué hay que acep-
conflictos, en proporción diferente según las situaciones y perso- tarla, sino en descubrir por qué precisamente se desea rechazar y
nas, forman parte del ser matrimonial y su existencia tiene un suprimir. Un análisis sincero sobre las motivaciones de fondo que
significado análogo a la crisis de maduración y crecimiento de aparecen en estas actitudes agresivas de cara a la ley, podría acla-
cualquier hombre 15. La institucionalización por parte de la socie- rar ciertas obscuridades y mentiras que no siempre interesa
dad aparece, entonces, como una garantía y un estímulo para conocer.
mantener la promesa.
Es cierto que el derecho defiende al amor desde fuera y nunca
podrá sustituir a la dinámica interna que lo mantiene, pero en el Un problema de fondo:
momento en que esta capacidad de comunión se debilite, está el miedo a lo definitivo
dispuesto a intervenir como ayuda salvadora. Su obligatoriedad
restaura muchas veces las posibles grietas que lo ponen en peligro Todos tenemos experiencias múltiples de que la última —y a
y es una invitación constante a salir del cansancio y monotonía, veces más verdadera— motivación queda oculta a nuestra con-
que había cubierto el rostro de la persona amada. ciencia por una serie de racionalizaciones y argumentos que nos
Esta misma garantía recíproca nos abre también a otra pers- impiden conocer su existencia real. El rechazo y la crítica que hoy
pectiva fecunda, que no es lícito tampoco marginar: la necesidad despierta en muchos —sin negar su objetividad en algunos
de justicia que lleva consigo el amor. Es verdad que éste la tras- aspectos— podría tener otras raíces más ocultas y generalizadas:
ciende y va más allá, pero el auténtico cariño no podrá nunca el miedo al compromiso 16.
contradecirla. Es más, ni siquiera llegaría a hacerlo si no parte de El hecho tiene su explicación en nuestra cultura actual, some-
un reconocimiento y aceptación de los derechos del otro como tida con más fuerza que nunca al reino de lo provisorio. La movi-
lidad y el cambio se convierten en valores positivos frente al or-
15
den y dogmatismo de otras épocas. Lo carismático tiene una
J. LEMAIRH, Los conflictos conyugales. Desclée, Bilbao 1971. A. C H A P M A N ,
Conflictos en el matrimonio, Bruguera, Barcelona 1977. J. Wn.l. La pareja huma-
fuerza mayor que lo institucional, hasta el punto de que el com-
na: relación y conflicto, M o r a t a , Madrid 1978. J. ARROYO, Veinticinco lecciones de
16
convivencia matrimonial. Sal Terrae, Santander 1980. L. F. Vil ,c l u z . Las rupturas Ver las sugerentes.observaciones de V. AYI-.L. Inven!IT la jidelité aux temps
matrimoniales, en " M o r a l i a " , 3 (1981), 56-70. de certitudes provisoires. Chalet, Lyon 1976.
410 PRAXIS CRISTI ANA-OPCION POR LA VIDA Y EL AMOR I AS RELACIONES PREMATRIMONIALES 411
promiso se realiza precisamente por la ruptura y renuncia al siste- lo consideraban existente desde el momento en que los novios,
ma establecido. La mayor infidelidad consiste en el sometimiento comprometidos con los esponsales, tuvieran el acto conyugal, no
a ciertos imperativos sociales, que no responden a la propia con- afirmarían que se trataba de una relación previa 18. Otros incluso
ciencia. Lo importante es quedarse libre para tomar cualquier defendían, aunque para nosotros no tienen ninguna vigencia
nueva decisión que pudiera presentarse. La provisionalidad/de práctica, que estos esponsales constituían una especie de matri-
todo aparece como una nueva exigencia del hombre, un ser hjstó- monio incoado, donde la entrega sexual era moralmente lícita 19.
rico y evolutivo. El que se compromete es por miedo a enfrentar-
se con su propia libertad.
Si esto es cierto, en parte, hay que reconocer que existe tam- (iénesis de una doctrina:
bién una libertad con miedo al compromiso. El hombre de la ley, los nuevos planteamientos
que busca la perseverancia absoluta de la idea por encima de las
circunstancias personales y de los nuevos datos históricos, como A lo largo de la historia y a medida que se han ido clarifican-
el hombre del instante, que reniega de sus compromisos pasados do algunos aspectos de la institución matrimonial, la postura ne-
o futuros para gozar solamente del momento presente, no quieren gativa ha sido constante, sobre todo a partir del siglo xvn. Al-
vivir en el tiempo. Ambas posturas implican una seria falta de gunos moralistas clásicos mantenían una diferencia entre Jo
madurez. Y el haber caído con exceso en un legalismo puede permitido a los novios y a las personas solteras, aunque no todos
llevarnos ahora a una libertad sin sentido. están de acuerdo en la lectura crítica de estos textos por la termi-
Hoy habría que insistir en la función positiva y enriquecedora nología utilizada y su significación diferente. Sin embargo, ningu-
del compromiso. No es ahora el momento de hacerlo. Un hombre no aceptaba como ética la plena unión sexual20. Esta mayor aper-
es infinitamente más de lo que sería si se redujera a lo que tiene tura fue también desapareciendo en los autores posteriores hasta
en este momento. Es un ser de lejanía y futuro. Por eso no puede llegar a una normativa común para todos: la entrega sexual y
haber sumisión a lo inmediato, sino que debe acoger las nuevas cualquiera de sus manifestaciones previas no deben efectuarse
situaciones, los cambios y el crecimiento para integrarlos en un fuera del matrimonio 21 . Por eso la moral del noviazgo no tenía
proyecto. Mantenerse fiel en el cambio y cambiar en la fideli- ningún apartado especial, sino la añadidura de unos cuantos con-
dad. Y si no fuera por las amenazas del tiempo, no comprobaría- sejos finales para la guarda de la castidad durante ese tiempo.
mos nunca la autenticidad de nuestras fidelidades. Del hombre Aunque con nuevas matizaciones, los documentos más recientes
que no arriesga su futuro con una promesa, ni sabe mantener su de la Iglesia han venido a confirmar la misma negativa22.
palabra, bastante poco se puede esperar. El compromiso es lo que
da sentido a la vida y evita el incesante "turismo" del que simple- 18
Era la teoría preconizada por Graciano, al que siguieron otros autores. Cf.
mente se pone a andar, sin ningún itinerario por delante. H. SCHIL.I.EBKECKX, o. c. (n. 14), 252-265.
|g
Supuesta la necesidad de esta institucionalización, queda el Las diferentes concepciones históricas y las discusiones planteadas sobre el
tema, en M. VIDAL. Moral y sexualidad prematrimonial. Perpetuo Socorro, Ma-
último problema que resolver: por qué, hasta ese momento, las drid 1972.
relaciones sexuales se consideran ilícitas. 20
T. SÁNCHEZ. De sánelo matrimonii sacramento, lib. 9, d.46, n. 48, afirma:
Tal vez no sea fácil encontrar en la tradición datos suficientes "Los esponsales excusarían de pecado mortal a aquel placer que es comienzo de
para responder a esta pregunta, tal y como se presenta en la ac- la unión conyugal y que en las personas del todo libres sería pecado mortal".
tualidad. La situación psicosociológica la creemos bastante dife- De manera parecida pensaban algunos otros autores. Véase, sin embargo, la di-
ferente interpretación dada a estas afirmaciones de Sánchez por A. VERMEERSCH,
rente. La esencia y los elementos constitutivos del matrimonio no De castitate el de vitiis contrariis, PUG, Romae 1921, nn. 30-32, y por F. CA-
quedaron clarificados de manera unánime hasta el siglo xii y PÍ 1 LO. De sacramentis, Marietti, Torino 1953, V, nn. 139-143.
sólo dentro de nuestra cultura y mundo cristiano ,7. Saber cuándo 21
Ya los salmanticenses creen más probable la sentencia contraria a Sán-
comienza el matrimonio es indispensable para hablar o no de chez, Cursus Theologiae Moralis, VI, n. 57. En la misma línea seguirán casi todos
los autores posteriores. S. ALFONSO, Theologia Moralis, lib. III, tr. IV, cap. II,
relaciones prematrimoniales. Aquellos autores, por ejemplo, que dub. II, dice: "La segunda sentencia, mucho más probable, y a la que hay que
seguir por completo, enseña que tales actos (se refiere a los llamados en la teolo-
17
J. P. THIEL. a. c. (n. 11). E. HILLMAN, El desarrollo de las estructuras matri- gía clásica 'impúdicos') están prohibidos a los novios de la misma manera que se
moniales cristianas, y PH. DELHAYE, Fijación dogmática de la teología medieval, en prohiben por completo a los solteros". Todos los manuales posteriores, excepto
"Concilium", n. 55 (1970), 183-197, y 243-248. J. G AUDEMET. El vínculo matrimo- el de A. VERMEERSCH. O. c. (n. 20), repetirán la misma doctrina.
nial. Incertidumbre de la alta edad media, y G. FRASEN, La formación del vínculo 22
Pueden encontrarse con su comentario en A. LUNEAU. La permissivité
matrimonial en la Edad Media, en AA. VV., Matrimonio y divorcio. Sigúeme Sa- hétero-sexuelle chez les jeunes adultes. Documents du magistére: présentalion, réfle-
lamanca 1974, 85-110 y 111-133. xions, suggestions, en "EetTh", 8 (1977), 9-46.
412 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
I AS RELACIONES PREMATRIMONIALES 413
I aba en esas concepciones no hay por qué lamentarlo, sobre todo
Sin embargo, "la doctrina de la Iglesia cristiana, según la cuaK mando se buscaba mantener exclusivamente la mera integridad
las relaciones sexuales han de restringirse al matrimonio, se ve) anatómica, como si se tratara de un auténtico mito. Sin embargo,
frecuentemente impugnada como teoría, y en la práctica se la todavía persiste, ocultada en medio de tanta libertad progresista,
ignora casi por completo" 2i. Las estadísticas así lo demuestran y una doble óptica para enfocar el comportamiento del hombre y la
lo más significativo de todo es la falta creciente de culpabilidad mujer, ya que muchos siguen exigiendo para su matrimonio una
frente a un fenómeno como éste, aunque todavía los motivos reli- chica virgen, sin que para ellos se requiera ninguna condición 26 .
giosos sean los más eficaces y primarios para su no aceptación 24 . Hoy no se puede ya admitir tampoco, como preparación
Hay que reconocer, no obstante, que una gran mayoría las acepta aconsejable, la lejanía y vigilancia de otros tiempos, durante la
como lícitas sólo cuando en la pareja existe ya un serio vínculo (.'poca del noviazgo 27 . La mayor frecuencia y posibilidades, las
afectivo. Hasta el punto de que, según las observaciones recogi- circunstancias sociológicas, que impiden a veces la celebración
das, se requerirían las siguientes condiciones: "1.a) Las relaciones del matrimonio, cuando los jóvenes se encuentran ya preparados
sexuales prematrimoniales se consideran convenientes sólo cuan- v con ilusión para realizarlo, hacen más difícil mantener durante
do la pareja tenga una relación de confianza, lealtad, dedicación muchos años una tensión constante entre la llamada genésica y la
y amor ya puesta a prueba en el tiempo. 2.a) ...sólo cuando la renuncia a esa gratificación. El mismo ambiente erótico en que
pareja sea lo suficientemente madura para comprender las conse- vivimos aumenta la dificultad. Los estímulos sexuales, a través de
cuencias que esas relaciones pueden tener para ellos mismos, sus múltiples medios, producen un bombardeo continuo más hondo
familias y los niños que puedan resultar de su unión. 3.a) ...sólo v estimulante de lo que a primera vista se cree. Insistir en ello no
cuando cada miembro de la pareja sea tan devoto del otro y haya significa caer en una obsesión sexual. H. Cox no ha tenido miedo
llegado a un grado tal de madurez que ambos comiencen a pensar en señalarlo sin eufemismos de ninguna clase:
en planes conjuntos a largo plazo. Esta devoción mutua sería co-
nocida y reconocida por sus amigos íntimos y sus padres" 2 i . "De esta forma hemos creado para los adultos jóvenes
Al margen de los abusos y falsas libertades, no cabe duda de solteros una combinación particularmente desdichada de
que este planteamiento tiene una dosis de seriedad objetiva. Vivi- ambientes emocionales. Son constantemente bombardeados
mos en un ambiente muy distinto al de épocas pasadas, en el que —por medio de estilos de vestir, diversiones, anuncios,
existía una serie de factores sociológicos y ambientales que prote- etcétera— con lo que quizás constituya la fuerza más hábil-
gían una abstinencia sexual. La eliminación de algunos podrá su- mente trazada de estímulos eróticos que jamás ha sido ama-
poner un avance sin duda, pero su influjo era decisivo para la sada. Sus temores y fantasías sexuales son estudiados por
guarda de una norma que no revestía mayores dificultades. investigadores motivacionales y despiadadamente explota-
dos por los buhoneros de los mass media... y, sin embargo,
Condicionantes de la situación actual
26
El valor simbólico de la virginidad femenina ha decaído con P. L E MOAL, Una educación sexual auténtica, Marfil, Alcoy 1966, 121-122,
recoge los siguientes datos, que no necesitan comentario: El 57 por 100 de los
una fuerza extraordinaria. Haber perdido lo que de tabú se ocul- hombres creen preferible que ellos tengan relaciones sexuales prematrimoniales,
pero sólo un 15 por 100 las acepta para la mujer. Tratándose de sus hijos, el 45
23
Sexo y moralidad. Informe presentado al Consejo británico de las Iglesias, por 100 las juzga convenientes, si es varón, y sólo el 4 por 100 las acepta para su
Mester, Madrid 1968, 19. hija. Las mismas preguntas son respondidas por las mujeres, con la proporción
24
Ver algunos datos en M. SCHOHF.LD, El comportamiento sexual de los jóve- consiguiente: 49 y 8 por 100 en general y, cuando se refiere a sus hijos, el 36 por
nes. Fontanella, Barcelona 1972. A. BAF.N, Nuestra actitud ante el incremento de 100 y el 1 por 100 según sea varón o mujer.
27
las relaciones prematrimoniales, en "RevlnstJuv", 24 (1969), 55-74. K. KRIF.CH, Bastaría leer los consejos prácticos dados a veces en los manuales de mo-
Crisis actual de la moral sexual, en "Concilium", n. 100 (1974), 406-430. M. SANZ ral. Para evitar los peligros posibles se aconsejaba la rapidez del noviazgo y la
AGUF.RO, La sexualidad española. Una aproximación sociológica, Paulinas, Madrid poca frecuencia en el trato. El mismo san Alfonso creía demasiado benévola la
1975, 135-152 y 171-180. En la encuesta de M. HUNT, O. c. (n. 4), 176, aparecen opinión de Roncaglia, que permitía a un joven visitar a su novia para poder
los motivos religiosos y morales, incluso entre los más jóvenes, como la primera conocerla: "Especulativamente esta opinión parece razonable, pero, aleccionado
causa —muy superior a las restantes— para no realizar esta experiencia. No se por la experiencia, yo no permitiría a un joven ir a casa de su prometida, ni a
debe olvidar tampoco que las encuestas manifiestan más una tendencia que una ésta o a sus padres recibirlo en su casa más de una o dos veces. Pues rara vez
practica y que su aceptación reviste un sentimiento de mayor progresismo y encontré a uno que no haya pecado en tales visitas, al menos de palabra o con
puesta al día. Por eso los resultados dependen a veces de los ambientes consul- el pensamiento, puesto que todas las miradas y conversaciones entre los prometi-
tados. dos son incentivo y no pueden dejar de sentir impulsos impuros hacia aquello
V. PACKARD. La sociedad y el sexo. Tolerancia y represión en el mundo des- que tendrá lugar en el matrimonio" [o. c. (n. 21)].
arrollado. Cuarto Mundo, Buenos Aires 1974, 16-17.
414 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR\ I AS RELACIONES PREMATRIMONIALES 415

transmitimos a nuestra juventud inalterada una serie de ta- Parece absurdo no admitir que, bajo ciertos aspectos, podría
búes de comportamiento, que en una sociedad saturada de ser una experiencia positiva. Es una expresión y una forma de
sexo parece diabólicamente creada para producir al alto ni- perfeccionarse en el amor, como sucederá después en el matrimo-
vel la duplicidad y desesperación" 28 . nio. Me resisto a creer que un acto cargado de cariño y un gesto
ile donación deba considerarse una cosa fea e impura. No veo por
Ante esta situación, cuando lo sexual va a formar parte tam- qué la simple fórmula jurídica llene de belleza y ternura lo que
bién de su vida futura, son muchos los que se preguntan por qué antes se catalogaba como inmundo y degradante. Es en el cora-
retrasar hasta el momento del matrimonio una expresión de su zón y no en la ley donde se escribe el mensaje de la sexualidad.
amor. Lo mismo que se tantean otras posibilidades antes del sí Por otra parte, entre la maduración afectivo-sexual y el matri-
definitivo, ¿no sería buena la experiencia de una plena armonía monio suele darse un largo período de espera, que se prolonga de
conyugal en todos los órdenes? ¿Qué motivos existen para seme- ordinario contra la propia voluntad de los novios. Si tenemos en
jante condena? cuenta esta situación tan frecuente, la etapa de continencia, como
una negativa constante a los impulsos sexuales, parecería inhu-
mana, sobre todo porque ese amor tiene también una dimensión
Para una valoración ética: genésica, estimulada con las expresiones normales y lícitas de su
reflexiones previas cariño. Algunos insisten incluso en que los sentimientos de ansie-
No parece posible acudir a la Escritura para encontrar allí la dad, miedo y culpa son aptos para provocar un rechazo del sexo
respuesta adecuada. Los autores están de acuerdo en que las en la vida futura y una serie de conflictos, más o menos acentua-
orientaciones bíblicas no pueden aplicarse sin más al problema dos, en las relaciones interpersonales. La falta de naturalidad en
tal y como hoy se presenta. Si "resulta claramente del conjunto este terreno dificultaría el equilibrio y la armonía posterior, como
de las cartas paulinas, que son condenadas todas las relaciones consecuencia de una prolongada renuncia a las exigencias profun-
sexuales fuera del matrimonio" M , no tendrían por qué incluirse damente sentidas y rechazadas por otras motivaciones. Dentro de
en esa condena cuando se dan entre personas comprometidas y la misma esfera religiosa, un comportamiento que parece lógico,
con el deseo incluso de casarse en un próximo futuro, que no al vivenciarse como contrario a la voluntad de Dios y de la Igle-
depende exclusivamente de ellos 30 . sia, puede producir un ambiente de malestar interior, propicio
para la eliminación de otros valores sobrenaturales, incompati-
En el campo de la moral nunca debe aspirarse a una argu- bles con esta conducta 31 .
mentación de tipo matemático cuya evidencia se imponga sin la
menor duda o vacilación. Cuando se trata de optar entre varias Estas posibles dificultades no podemos negarlas del todo,
conductas, hay que descubrir en su conjunto cuál de ellas resulta pero tampoco conviene amplificarlas. Los riesgos aparecen siem-
menos peligrosa y más humanizante. En nuestro caso, se pretende pre en un clima que no tiene por qué ser normal ni necesario.
conocer lo que sería mejor para la maduración y éxito del amor Con otra actitud más sana, consciente, natural, que brota de una
conyugal: una libertad de relaciones con anterioridad al matrimo- postura positiva y madura ante el sexo, los peligros suelen redu-
nio o su exclusión hasta el momento de institucionalizarlo. cirse al mínimo o desaparecer por completo.
La misma armonía sexual no es ninguna garantía para el éxito
28
en el matrimonio, que depende sobre todo de otros factores per-
La ciudad secular, Ed. Península, Barcelona 1968, 227. sonales mucho más importantes y necesarios. Si a veces se apunta
29
A. HUMBERT, Le peches de sexualité dans le Nouveau Testament, en
"StMor", 8 (1970), 175, y A. RODENAS, La moral sexual en los catálogos de virtu- como una de las causas —nunca entre las primarias— de los con-
des y vicios del epistolario paulino, en "AnCal", 19 (1977), 292-293. flictos conyugales, su explicación radica en una falta de conoci-
30
Así piensan la mayoría de los moralistas actuales. F. BocKi.n, Ethos del miento y hábito fácilmente superable, o se encuentra, por el con-
amor, en AA. VV., o. c. (n. 2), 22-29. C. J. SNOKCK. Matrimonio e institucionali- trario, en otras zonas más hondas de la personalidad. En el
zación de las relaciones sexuales, en "Concilium", n. 55 (1970), 279. D. TKTTA-
MANZI, Rapporti prematrimoniali e morale cristiana, Deverio, Milano 1973, 44-54. cuerpo se explicitan con enorme resonancia los problemas afecti-
L. Rossi, Relaciones prematrimoniales, en DETM, 923. B. SCHLEGELBERGER, Rap- vos del corazón, pues al tratarse de una donación total todos los
porti sessuali prima e fuori del matrimonio, Paoline, Roma 1973, 19-32. A. Lu- factores psíquicos y espirituales la ayudan o dificultan. Difícil es
NEAU, a. c. (n. 22), 19-22. El estudio más completo es, sin duda, el de M. Du-
MAIS. Couple et sexualité selon le Nouveau Testament, en "EetTh", 8 (1977), 31
47-72. M. ZALBA, Declaratio de quibusdam quaestionibus ad sexualem ethicam Cf. las observaciones —a mi entender, un tanto exageradas— de J. y
spectantibus, en "Periódica", 66 (1977), 96, afirma que el documento ofrece sólo li. LEMAIRE, La imagen católica de la sexualidad a través de los conflictos conyu-
"un intento modesto de confirmación bíblica, no una estricta demostración". gales, en "Concilium", n. 100 (1974), 463-474.
416 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOft

que una pareja fracase por este solo motivo. Y si el fracaso se da


por otras razones es lógico que también en este terreno reper-
cuta 32 .
Habría que demostrar, por fin, que los matrimonios que no
han tenido estas relaciones son más problemáticos que los que las
han tenido, o que éstos han alcanzado un grado mayor de madu-
rez que los anteriores. Y hasta ahora parece demostrarse en la
práctica que allí donde ha habido una mayor liberalización en
este terreno los valores profundos del amor no se han descubierto
con más fuerza y plenitud. Por eso, incluso admitiendo la conve-
niencia de estas relaciones para algunos aspectos, y las posibles
dificultades, que no tienen por qué darse, tendríamos todavía que
examinar los valores positivos que aporta una abstinencia acepta-
da con normalidad y que la siguen haciendo aconsejable.

La autentiflcación del amor:


un requisito del noviazgo

Ya hemos dicho que entregar el cuerpo cuando el corazón no


está seguro de su cariño, es una mentira e hipocresía. El sexo no
puede ser nunca la fuerza que mantiene y fomenta unas relacio-
nes personales maduras. Lo primero que se requiere, pues, es que
el amor, como realidad independiente y básica, se haga expresivo
a través del diálogo corporal. El noviazgo debería ser, entonces,
una etapa educativa y pedagógica hacia la maduración de ese
amor y que sirviera, al mismo tiempo, como prueba para la veri-
ficación de su autenticidad.
Saber si dos personas se quieren no es fácil, sobre todo en sus
comienzos y en una etapa de maduración. Decirle a dos enamo-
rados que a lo mejor lo que sienten no es cariño auténtico es una
verdad de la que sólo se van a dar cuenta más adelante, cuando
hayan descubierto lo que es amar en serio o cuando se hayan
alejado el uno del otro. La experiencia demuestra lo fugaz y que-
bradizo de muchos enamoramientos, que se consideraban poco
menos que indestructibles. El mundo afectivo es demasiado inten-
so para no sentirse muchas veces engañado.
En esta situación primeriza no hay todavía posibilidad para
discernir si el cariño verdadero está presente en esas relaciones.
Como el amor es siempre en sus comienzos egoísta y el sexo una
realidad que se presta a gratificaciones interesadas de todo tipo,
se requiere un tiempo de espera y purificación que ayude a descu-
32
J. DOMINIAN, Fracaso matrimonial, Lohlé, Buenos Aires 1969, 100-102. Me
ha llamado la atención —y es un dato signiíícativo— que, entre algunas peque-
ñas encuestas que he visto, a la desarmonía sexual, como causa del fracaso, se le
atribuye mayor importancia entre los solteros que entre los mismos casados.
LA REGULACIÓN DE NACIMIENTOS 433
ponsable. Sus autores intentaban demostrar cómo se trataba de
una posible evolución del magisterio de la Iglesia, que no suponía
un corte completo con las enseñanzas anteriores. De cualquier
forma, el debate se había hecho público y la seguridad y firmeza
de otros tiempos dejaban paso a un planteamiento inédito y con
muchos interrogantes 20 .
Así, en las vísperas finales del Concilio, cuando se iban a tra-
tar los temas referentes al matrimonio, nos encontramos con una
situación compleja y delicada, de la que el mismo Pablo VI se
hizo eco con estas prudentes y matizadas palabras: "El problema
está sometido a un estudio lo más extenso y profundo posible, es
decir, lo más grave y honesto, como debe ser en materia de tanta
importancia... decimos que está en estudio, que esperamos con-
cluir pronto con la colaboración de muchos insignes estudiosos.
Pronto, pues, daremos sus conclusiones en la forma que más ade-
cuadamente se considere, según el objeto tratado" 21 .
En este clima de vacilación y búsqueda, se abrieron las discu-
siones sobre el capítulo del matrimonio en la Constitución pasto-
ral sobre la Iglesia en el mundo moderno. Desde el principio se
sabía que el tema más espinoso de los métodos de regulación
había sido asignado a la comisión nombrada por el Papa y que el
Concilio, por tanto, no podría dar la solución definitiva como se
esperaba. Pero el problema estaba latente en el fondo de casi
todas las intervenciones. Aunque no se discutiera sobre las for-
mas concretas de regular los nacimientos, la tensión se centraría
en torno al problema de los fines, pues las consecuencias éticas
serían diferentes según se admitiera o rechazara la primacía de la
procreación. Para unos el no reafirmarla podría suponer la posi-
bilidad de una valoración positiva sobre los métodos anticoncep-
tivos, condenados hasta el momento, y para otros buscar esta
nueva confirmación equivaldría a frenar un posible avance en
este terreno. ¿Cuál fue, entonces, la postura del Concilio sobre el
tema?

Un problema de fondo:
la duplicidad y jerarquización de los fines
Los comentarios posteriores no han sido tampoco unánimes.
Algunos autores insisten en la vigencia de la doctrina clásica, que
20
Al que le interese un conocimiento mayor de las diferentes posturas y dis-
cusiones existentes por aquellos años, puede leer el amplio y completo estudio de
A. VALSIX'CHI, Regulación de los nacimientos. Diez años de reflexión teológica, Si-
gúeme, Salamanca 1968. Un resumen breve en F. BOCKLI:, La regulación de naci-
mientos y discusión del problema dentro de la Iglesia, en "Concilium", n. 5
(1965), 101-129.
21
Discurso al sacro Colegio cardenalicio, 24-VI-1964, en AAS, 56 (1964),
588.
434 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR LA REGULACIÓN DE NACIMIENTOS 435
si no queda explícitamente reafirmada es por tratarse de un texto reflexión acerca de los principios de la doctrina moral del matri-
pastoral, sin mayor precisión teológica, y en el que se han omiti- monio" (HV, 4), hubiera repetido sin duda una fórmula tradicio-
do ciertas expresiones técnicas. Que la procreación siga siendo el nal y, al mismo tiempo, tan discutida en los años recientes. Sin
fin primario del matrimonio constituye una verdad incuestionable embargo, no aparece por ninguna parte la terminología de fin
de la que no se debe prescindir 22 . primario y secundario. En su análisis sobre la naturaleza del
Creo sinceramente que una lectura desapasionada y analítica amor conyugal observamos ya un giro significativo:
de los diferentes textos es suficiente para ver cómo, en aquellas
ocasiones donde se habla de los diversos fines —amor y fecun- "El matrimonio... es una sabia institución del Creador
didad—, no aparece nunca una determinada jerarquización entre para realizar en la humanidad sus designios de amor. Los
ellos. El hecho resulta significativo, pues sabemos que no se trata- esposos, mediante su recíproca donación personal, propia y
ba de una opción inadvertida o sin ninguna intencionalidad. Con exclusiva de ellos, tienden a la comunión de sus seres en
cierta frecuencia se había pedido una confirmación clara de la orden a un mutuo perfeccionamiento personal, para cola-
enseñanza tradicional, pues la exaltación del amor y la comunión borar con Dios en la generación y en la educación de nue-
en algunos párrafos parecía incompatible con el magisterio ante- vas vidas" (HV, 8).
rior de la Iglesia. Sin embargo, las respuestas y correcciones no Y, poco más adelante, cuando enumera "las notas y exigen-
irán jamás en la línea de lo pedido 23 . Para la mayoría de los cias características" de este mismo amor plenamente humano, sin
autores se ha superado ya una doctrina, cuya fundamentación se reservas y cálculos egoístas, fiel y exclusivo hasta la muerte, ter-
explica por motivos históricos y culturales que rodearon a la mina: "Es, por fin, un amor fecundo, que no se agota en la comu-
sexualidad. nión entre los esposos, sino que está destinado a prolongarse
suscitando nuevas vidas" (HV, 9). Es más, al recordar la "doctri-
na coherente... sobre la naturaleza del matrimonio", que la Igle-
Doctrina del Vaticano II: sia ha dado en los tiempos antiguos y actuales, no se cita ninguno
a la espera de una solución de los documentos claves en esta materia, con lo fácil que hubiese
sido una alusión concreta a cualquiera de los muchos existen-
El planteamiento de la Humanae Vitae ha venido a confirmar tes 24.
la superación de la enseñanza clásica sobre los fines del matrimo-
nio. Si ésta constituye un punto tan importante y básico, como El mismo Concilio no quiso prejuzgar en nada las futuras de-
algunos defienden, y el Papa pretendía "una nueva y profunda cisiones de la comisión pontificia sobre los métodos de control.
Siempre que se urgían normas concretas o aplicaciones particula-
res sobre el tema, la respuesta era la misma: "Esto no parece
22
Cf. M. ZALBA. De dignitale matrimonii et familiaefovendae, en "Periódica", corresponder al Concilio, pues tal encargo ha sido pedido a la
55 (1966), 381-429, y Num Concilium Vaticanum II hierarchiam finiium malrimonii comisión pontificia" 25 . Incluso cuando varios Padres se atrevie-
ignoraverit, immo et transmutaverit. en "Periódica", 68 (1979), 613-635. P. FEDE- ron a preguntar si el onanismo sería lícito para una pareja con
LK, "L'ordinatio ad prolem" e i finí del matrimonio con partieolare riferimento alia
Constituzione "Gaudium et spes" del Concilio Vaticano II. en "EphlurCan", 23
cinco o diez hijos, la solución quedó en suspenso: "En este núme-
(1967), 60-130. L. GUTIÉRREZ. Matrimonii essentia. finis, amor coniugalis, en ro solamente se enuncian principios generales" 26 .
"Apollinaris", 46 (1973), 97-147, y 47 (1974), 416-470. F. GIL. LOS bienes del ma-
trimonio en la Gaudium et spes, en "ScrTh", 11 (1979), 127-180. E. Lio. Natura 24
Sólo en la nota 4, donde se citan 11 documentos, podría encontrarse una
sacra e ordinazione intrínseca del matrimonio nella dottrina de/la "Gaudium et referencia a esta doctrina de los fines en tres de ellos, pero téngase en cuenta
spes", en "Renovatio", 15 (1980), 9-63. que, en estos casos, se remite a varias páginas del documento y la doctrina de
23
Schema Conslitutionis Pastoralis de Eeelesia in mundo huius temporis. Ex- los fines siempTe aparece en la última página citada. Como los temas centrales
pensio modorum partís secundae, Typis Poliglottis Vaticanis, 1965, 7-44. Cf. las que ahí se tocan son otros (obligaciones generales del matrimonio, necesidad de
respuestas a los siguientes modos: 1 c y e; 15, c, f; 19, b; 23, a, b, d; 25, e, f, g; la educación, respeto a la vida incipiente, felicidad del matrimonio, ilicitud de la
43; 51, b; 52, c, d; 56, d; 71; 72, b; 79. U. NAVARRETE, Structura iuridica matri- esterilización, problema demográfico, impedimentos y doctrina del Vaticano II),
monii seeundum Concilium Vaticanum II. Momentum iuridicum amoris coniugalis, no parece que esos últimos párrafos tengan que entrar dentro de las amplias y
PUG, Romae 1968. Entre sus conclusiones afirma: "2) En ningún sitio, sin em- prolongadas citas. De haberse querido indicar, hubiese sido mucho más fácil,
bargo, aparece la enumeración de los fines que Dios ha otorgado al matrimonio, como decimos, la referencia explícita a cualquiera de los muchos documentos
como se hace en el can. 1013,1 y en la ene. "Casti Connubii". 3) Y a fortiori en existentes sobre el tema. Ver, por ejemplo, los citados en la nota 19.
ningún sitio de la Constitución se encuentra una proposición explícita de la je- 25
rarquía de fines. Además, es cierto que el Concilio quiso evitar las cuestiones Schema Conslitutionis.... o. c. (n. 23), las respuestas a los modos 42, a;
-técnicas sobre este punto y no decidir nada sobre él" (p. 42). 51, b; 93; 98, a.
26
Ib. Cf. la respuesta al modo 102.
436 PRAXIS CRISTIANA OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR I A REGULACIÓN DE NACIMIENTOS 437
De esta orientación mucho más personalista dada a la ética ma- Este miedo sincero de algunos, que no veían ya posibilidad de
trimonial no era posible deducir consecuencias prácticas que la conseguir sus propuestas, debió llegar hasta el mismo Papa. Se
Iglesia no aceptara. Por eso, con el deseo de que "los criterios buscaba eliminar cualquier esperanza de un cambio y cerrar para
objetivos tomados de la naturaleza de la persona y de sus actos, siempre las puertas a ulteriores avances sobre este punto concre-
criterios que mantienen íntegro el sentido de la mutua entrega y to. Y esta esperanza se quiso precisamente excluir con uno de los
de la humana procreación, en un contexto de auténtico amor", célebres modos pontificios. En él se pedía la reforma siguiente en el
no llevasen a conclusiones excesivas, se añadieron unas líneas so- párrafo último del número 50: "En la regulación de los nacimien-
bre la obediencia al Magisterio, para que el silencio sobre él, se- tos no les está permitido a los hijos de la Iglesia ir por caminos que
gún se decía, no produjera dudas en la práctica moral: "En la el Magisterio ha reprobado o reprobará". Y para que no quede
regulación, pues, de la procreación no les está permitido a los duda de los caminos reprobados se pide añadir en nota los dos
hijos de la Iglesia, en virtud de estos principios, ir por aquellos documentos fundamentales de esta enseñanza: la Casti Connubii y
caminos que el Magisterio, al explicar la ley divina, no aprueba" la alocución de Pío XII a las comadronas 29 .
(GS, 51). El camino para la aceptación de los métodos anticon- Después de muchos esfuerzos para ver si estos modos eran
ceptivos no estaba abierto, pero tampoco se quiso cerrar definiti- obligatorios o impositivos, se mantiene el mismo texto aprobado
vamente semejante posibilidad para el futuro. Hasta que el Papa en el aula y se le añade la nota 14, cuyo contenido expresa con
hablase, después de los informes que le entregaría la comisión, nitidez la postura que deseaba conservarse. Además de los docu-
quedaba un compás de espera, aunque nada cambiaba por el mo- mentos señalados por el Papa, se cita también, sin que lo hubiera
mento. Esta esperanza de un posible cambio produjo la crisis en pedido, su discurso reciente a los cardenales, donde comunica los
los últimos días del Concilio 27 . estudios que se están realizando y, al decir que no existen motivos
para considerar superadas las normas tradicionales, apunta sin
duda la posibilidad de un hipotético cambio: "Por tanto, deben
La negativa a un posible cambio: ser consideradas como válidas, al menos hasta que en conciencia
un intento frustrado nos sintamos obligados a modificarlas"30. Por ello, continuará la
Después de quedar fijado el texto para la votación definitiva, nota:
nace una fuerte oposición de los que no quieren admitir el con-
junto del capítulo. Al haber sido aprobado en sus líneas genera- "Ciertas cuestiones que necesitan más diligente investiga-
les, no podían incluirse aquellas modificaciones que suponían un ción han sido confiadas, por orden del Sumo Pontífice, a la
cambio radical en contra de la opinión mayoritaria. Estas tensio- comisión pro estudio de población, familia y natalidad,
nes hicieron proponer una reunión extraconciliar de todos los para que, cuando ésta acabe su tarea, el Sumo Pontífice dé
miembros que formaban la subcomisión sobre el matrimonio su juicio. Estando así la doctrina del magisterio, el Santo
—en la que participaban ya los obispos y teólogos de la comisión Sínodo no pretende imponer inmediatamente soluciones
pontificia—, para examinar el valor del texto y la conveniencia o concretas" 31 .
no de publicarlo. Según parece, la mayor parte emite un juicio
positivo con diversas matizaciones y un grupo pequeño se mues-
tra contrario a su publicación si no va acompañada de algún Enseñanza de Pablo VI:
comentario o discurso pontificio que elimine las ambigüedades y diferentes interpretaciones
el confusionismo peligroso "tanto por sus silencios como por su
manera de abrir nuevos aspectos que permitían conclusiones Esta posible apertura del Concilio, que se mantuvo por enci-
opuestas a las tradicionales" 28 . La Iglesia no podía cambiar una ma de todas las presiones, parece indicar que la doctrina de los
doctrina que había enseñado durante tanto tiempo y en un cam-
2
po de tan extraordinaria importancia pastoral. ' El modo tenía una doble versión gramatical, que no afectaba a las ideas.
El original latino puede verse en J. GROTAERS, o. C. (n. 27), 175-176.
30
27
AAS, 56 (1964), 588.
Una historia documentada de todos estos sucesos en H. et L. BUELKNS- 31
El último párrafo tuvo una primera redacción, en la que se decía "sic du-
J. GROTAERS. Mariage catholique el contracepcion, Epi, París 1968, 167-192 bitante" (en esta situación de duda), pero se cambió por "sic stante" para no
(vers. cast.: Matrimonio católico y anticoncepción. Península, Barcelona 1969). crear mayor incertidumbre. Por ello esta última fórmula no puede traducirse,
28
Rapport de la session commune de la sous-commission conciliaire "de matri- como se ha hecho en muchas ediciones castellanas, por "permaneciendo así fir-
monio" et des théologiens de la Commission pontificóle (21-XI-1965), 12. me la doctrina del Magisterio". Precisamente se quiso decir que el tema estaba
438 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
LA REGULACIÓN DE NACIMIENTOS 439

anticonceptivos no debía considerarse como infalible y definitiva. problemas propuestos a su consideración de todas las partes del
Resultaría demasiado duro que una enseñanza con semejantes ca- mundo; operaciones éstas quizás largas y no fáciles"34.
racterísticas no se hubiera mantenido con toda firmeza. La exis-
tencia de la misma comisión pontificia indicaba la necesidad de
un estudio actualizado, que respondiera a los problemas de siem- Los documentos de la comisión pontificia:
pre con los nuevos datos planteados. Si la doctrina tradicional dos posturas irreconciliables
permanecía tan clara como algunos creían, no se explica la mis- La publicación de los documentos secretos elaborados por la
ma postura de Pablo VI en unas palabras dirigidas a los miem- comisión pontificia aumentó todavía esta mayor apertura ideoló-
bros de la comisión: gica y pastoral. El hecho era bastante significativo si tenemos en
cuenta toda la evolución que en ella pudo observarse 35 . El final
"En este caso, el problema que se plantea puede resumir- de un trabajo, que había durado casi tres años con diferentes
se así: ¿en qué forma y de acuerdo con qué normas deben vacilaciones y dificultades, se cerró en junio de 1966.
llevar a cabo los esposos el ejercicio de su amor mutuo, en Un grupo reducido de unos 20 teólogos fue encargado de pre-
servicio a la vida que su vocación les pida?... sentar las conclusiones del abundante material obtenido por la
Hemos querido que fuera amplia la base de nuestras in- comisión. Los primeros votos sobre los trabajos efectuados, en
vestigaciones; que estuvieran mejor representadas en ella las estas últimas reuniones, manifiestan que una mayoría —excepto
diversas corrientes del pensamiento teológico; que los paí- cuatro— se inclinaban hacia soluciones abiertas. Los teólogos de
ses que se enfrentan con graves problemas en el plano so- la minoría redactan, entonces, un escrito en el que declaran su
ciológico pudieran hacer oír su voz entre nosotros; que los postura sin ambigüedad: la doctrina tradicional no podrá nunca
seglares y especialmente los esposos tuvieran sus calificados cambiarse "porque la Iglesia católica, instituida por Cristo para
representantes en una empresa tan grave" 32 . indicar a los hombres el camino seguro de la vida eterna, no ha
podido equivocarse tan pésimamente durante todos los siglos de
En esas condiciones creo demasiado ingenuo afirmar, como su historia" 36 . En una segunda parte intentan refutar los argu-
se hizo, que no existía duda alguna sobre esta enseñanza, o que la mentos aducidos para un cambio de doctrina.
posibilidad de un nuevo planteamiento hubiera que rechazarla Como respuesta a este escrito se elabora otro que firmarán
por completo. Es verdad que el Papa, siempre que habló sobre el los restantes, en el que se matiza el sentido que ha tenido la ense-
tema, indicaba la obligación de atenerse a las normas tradiciona- ñanza de la Iglesia, y se intenta responder a las dificultades ex-
les. Por última vez manifestaba su deseo en 1966: "Recordare- puestas por el grupo anterior 37 .
mos aquí nada más lo que en nuestro discurso del 23 de mayo de A finales de junio, después de las reuniones tenidas en el con-
1964 expusimos: el pensamiento y la norma de la Iglesia no han sejo supremo de cardenales y obispos, quedará aprobado por ma-
cambiado; están vigentes en la enseñanza tradicional de la Igle- yoría el Esquema del documento sobre la paternidad responsable,
sia" 33 . que habría de presentarse al Papa. Los criterios utilizados en él
Estas indicaciones eran necesarias para no admitir como váli- para la vida matrimonial quedan sintetizados en los siguientes
dos comportamientos que estaban todavía en una fase de estudio párrafos, que copiamos en su integridad:
y reflexión. Pero, precisamente por esto, no se interpretaron de
ordinario como obligatorias, sino más bien como disciplinares y "De igual manera, con relación a los medios escogidos
para una orientación pastoral. De ahí que muchos admitieran para regular responsablemente la amplitud de la familia,
una práctica diferente, en situaciones más difíciles y extremas,
hasta que el Papa diera su palabra definitiva, sobre todo teniendo 14
U-II-1966, en AAS, 58 (1966), 219. Cf. J. GIMBERNAT-E. LÓPEZ AZPITARTE,
en cuenta, como él mismo afirmó, que "para conseguir esta certe- Situación de la doctrina sobre el control de la natalidad, en "Proyección", 14 (1967),
za la Iglesia no está dispensada de investigar ni examinar muchos 49-55, para ver la interpretación dada a estos discursos.
35
Puede verse el interesante y documentado estudio de J. GROOTAERS, O. C.
(n. 27), 141-272.
36
en estudio y que había que esperar para saber qué soluciones concretas podrían Status quaestionis, I, E, 1. Se hicieron varias traducciones españolas. El
aceptarse. Cf. V. HKYI.KN, La note 14 dans la Constitution pastora/e "Gaudium el original latino está publicado en J. M. PAUPERT, Controle de naissances et théolo-
spes", en "EphThLov", 42 (1966), 555-566. gie. Seuil, París 1967, 156-189.
31
32
25-111-1965, en AAS, 57 (1965), 388. Bajo el nombre de Documentum syntheticum de moralilate regulationis nati-
33
29-X-1966, en AAS 58 (1966), 1168-1169. vitatum.
440 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR I A REGULACIÓN DE NACIMIENTOS 441
existen criterios objetivos que bien aplicados permiten a los Publicación de la Humanae vitae:
esposos encontrar y determinar su propio comportamien- sentido de la encíclica
to..." (después de excluir el aborto por completo y la esterili-
zación como forma ordinaria para regular los nacimientos, Por ello, en el momento en que muchos se abrían a las nuevas
señalan los siguientes criterios objetivos "para la recta elec- perspectivas, la Humanae Vitae produjo no sólo una cierta sorpre-
ción de los medios)". sa, sino un movimiento de repulsa y contestación frente a la ense-
"Entre estos criterios, el primero debe ser que la cópula ñanza pontificia, como nunca se había dado probablemente
esté de acuerdo con la naturaleza de la persona y de sus dentro del catolicismo.
actos para que se conserve plenamente el sentido de la mu- El ambiente estaba demasiado tenso para acercarse con tran-
tua entrega y de la fecundidad en un clima de auténtico quilidad al texto de la encíclica. Las adhesiones y las críticas se
amor (cf. Gaudium et spes, II, C. I., número 51). Segundo: manifestaron con una gama de tonos muy diferentes y en comen-
los medios que se elijan deben tener una eficacia proporcio- tarios nerviosos y a veces precipitados. Tanto el excesivo triunfa-
nada al grado de obligación o necesidad de impedir, por lismo de unos como la fuerte agresividad de otros impidieron en
el momento o para siempre, una nueva concepción. Terce- ocasiones una lectura objetiva. El tiempo que ha pasado y la
ro: todos los métodos de regulación —sin excluir la conti- enorme literatura producida en torno a ella39 han hecho posible
nencia periódica o absoluta— comportan algún elemento una reflexión más serena, completa y equilibrada, aunque las in-
negativo o malestar que afecta a los cónyuges más o menos terpretaciones no hayan alcanzado en algunos puntos una sufi-
gravemente. Este elemento negativo o mal puede serlo bajo ciente unanimidad.
diferentes aspectos: biológico, higiénico, psicológico, desde Ciertamente que la encíclica ha recogido las nuevas aportacio-
el punto de vista de la dignidad personal de los cónyuges o nes del Vaticano II sobie el matrimonio, aunque en ella no pueda
de la posibilidad de expresar suficiente y debidamente la encontrarse una visión completa sobre el tema 40 . Lo que preten-
relación interpersonal amorosa. El método a elegir, cuando día fundamentalmente era responder a un interrogante básico que
existan varios posibles, será aquel que en la situación con- se había creado, como hemos visto, en la conciencia de muchos
creta de los esposos suponga el menor elemento negativo cristianos: "¿No sería indicado repensar las normas éticas hasta
posible. Cuarto: por último, la elección concreta de los mé- ahora vigentes, sobre todo si se considera que las mismas no pue-
todos depende mucho de cuáles sean aquellos de los que den observarse sin sacrificios, algunas veces heroicos?" (HV, 3).
puedan disponerse en una determinada región, en un tiem- Junto a este nuevo enfoque general mucho más personalista e
po determinado o para un matrimonio en concreto; lo cual inteligible, quería completar lo que había quedado sin respuesta en
debe depender, incluso, de la misma situación econó- la Gaudium et spes sobre los métodos concretos de regulación. Y
honradamente hay que decir que cualquiera de las opciones que
hubiera tomado el Papa quedaría enmarcada dentro del Concilio,
Unas conclusiones prácticas, tan diferentes a las mantenidas pues éste permanecía abierto a cualquier tipo de solución. Es ver-
con anterioridad, entraban para los autores del documento den- dad que, al interpretar sus principios generales, los ha restringido
tro de la evolución constante y progresiva del magisterio. Sin em- de alguna manera en su posible aplicación práctica, pues de nue-
bargo, Pablo VI no llegaría a considerarlas como definitivas, vo recuerda que "cualquier acto matrimonial debe quedar abierto
"entre otros motivos porque en el seno de la comisión no se a la transmisión de la vida" (HV, 11) y, por tanto, hay que excluir
había alcanzado una plena concordancia de juicios acerca de las
normas morales a proponer y, sobre todo, porque habían aflora- w
A titulo de ejemplo, G. BESUTTI, Contribulo bibliográfico sulla Humanae vi-
do algunos criterios de soluciones que se separaban de la doctri- tae, en "Lateranum", 44 (1978), 276-364, con más de 2.000 títulos, sin ser ex-
na moral sobre el matrimonio propuesto por el magisterio de la haustivo. F. J. ELIZARI, A los diez años de la "Humanae vitae". Boletín bibliográfi-
co, en "Moralia", 1 (1979), 235-253, con referencia a trabajos publicados en
Iglesia con constante firmeza" (HV, 6). 1978 y no incluidos en la bibliografía de Besutti.
411
"Es la clarificación de un capítulo fundamental de la vida personal, con-
yugal, familiar y social del hombre, no es un tratado completo de todo lo que se
" Schema documenti de responsabili paíernitate, P. 1, IV, n. 2. La lectura de refiere al ser humano en el campo del matrimonio, de la familia, de la honesti-
estos documentos es muy interesante para ver las diferentes formas de cómo se dad de las costumbres, campo inmenso en el que el Magisterio de la Iglesia po-
plantea el problema y por la seriedad con que fueron elaborados. Para las tra- drá y deberá tal vez volver de nuevo con una visión más amplia, orgánica y
ducciones he acudido al original latino. sintética" [AAS, 60 (1968), 527].
442 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR I A REGULACIÓN DE NACIMIENTOS 443
no sólo el aborto, sino "toda acción que, o en previsión del acto La misma fundamentación ética de esta doctrina ha sido muy
conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuen- diferente a lo largo de la historia, aunque de ordinario se presen-
cias naturales, se proponga, como fin o como medio, hacer im- taba como un postulado de la ley natural, a pesar de las múltiples
posible la procreación" (HV, 14). El rechazo de los métodos y variadas significaciones que ésta ha tenido 45 . La dificultad de
anticonceptivos se repite con absoluta claridad 41 . Y esta conclu- un intento como éste quedó confesada por la minoría de la comi-
sión, la más concreta e importante, es la que ha provocado mayo- sión pontificia: "Si pudiéramos aportar argumentos claros y con-
res dificultades y discusiones. En qué se fundamenta, cuál es su vincentes, puramente racionales, no sería necesaria nuestra comi-
valor y cómo explicarla es lo que veremos a continuación. sión, ni se daría en la Iglesia la situación actual" 46 . Por eso no
resulta extraño que la argumentación ética de la HV haya sido
objeto de serias críticas, cuando los principales defensores de su
La fundamentación de su doctrina: doctrina, antes de ser publicada, coincidían en la debilidad de
argumentos bíblicos y éticos esta argumentación.
No creo que nadie defienda hoy el carácter revelado de tal Es evidente que aquí, como en otros muchos campos del orga-
enseñanza sobre el célebre texto del Génesis: "Onán, sabiendo nismo, lo ideal sería no tener que intervenir para nada en los
que la descendencia no iba a ser suya, cuando se llegaba a la procesos biológicos. Los mecanismos naturales poseen sin duda
viuda de su hermano, derramaba por tierra para no procurar des- sus ventajas, que no conservan siempre lo artificial, pero tal enfo-
cendencia a su hermano. Desagradó al Señor lo que hacía y lo que pertenece más al médico que al moralista, para examinar si
hizo morir también" (38,9-10). San Agustín había encontrado en los posibles riesgos se compensan con los beneficios pretendi-
este pasaje una confirmación bíblica de su pensamiento, "pues dos 47. Ni esta consideración es suficiente para una negativa moral
ilícita y torpemente se acerca uno también a su legítima mujer absoluta, pues su licitud es admitida cuando se utilizan como
cuando se evita la concepción de los hijos, como hacía Onán" 42 . remedios terapéuticos.
La mayor dificultad exegética ha radicado siempre en saber Tampoco negará nadie los peligros éticos de su utilización
con exactitud la razón última de ese castigo. Algunos interpretan egoísta y discriminada tanto en el ámbito de la familia como del
la culpa de Onán como una violación exclusiva de la ley del levira- estado. Cuando el dominio necesario para la expresividad del ges-
to, sin ninguna referencia a la moral del matrimonio. Otros ven sólo to conyugal y el respeto debido a la otra persona, que a veces se
un pecado contra la fecundidad de las relaciones conyugales. Y "imponía" para evitar un embarazo, se suplantan por la seguri-
un grupo intermedio lo considera culpable por ambos motivos 43 . dad del método, la experiencia enseña que la calidad de la rela-
Lo menos que puede decirse es que las diferentes opiniones tienen ción disminuye hasta perder su contenido más humano y especí-
la fuerza suficiente para no aceptar como cierta una sola interpre- fico. Y "un acto conyugal impuesto al cónyuge sin considerar su
tación. Incluso se ha discutido si la Casti Connubii admite este condición actual y sus legítimos deseos no es un verdadero acto
fundamento bíblico o sólo señala la explicación defendida por de amor" (HV, 13). Habría, pues, que plantearse con seriedad si
san Agustín 44 . De cualquier manera, nadie se atrevería a decir el recurso a estos métodos, incluso cuando se emplean lícitamen-
hoy que semejante condena está revelada.
41
castigándolo a veces con la pena de muerte, como atestigua san Agustín", AAS,
Por eso me resulta extraña, entre otras afirmaciones de su artículo —cf. 22 (1930), 559. De hecho, la HV no apoya su doctrina sobre la fundamentación
D. TF.TTAMANZL La "Humanae vitae" nel decennio 1968-1978. Continuitá di ma- bíblica de este texto, ni las consideraciones bíblicas sobre esta enseñanza tienen
gistero e riflessione teológica, en "ScCatt", 107 (1979), 3-62—, aquella en que nada que ver con el problema fundamental de la encíclica, como pretende
hace una diferencia entre los métodos clásicos y la pildora, para decir que la S. CIPRIANI. Alcune riflessioni bibliche sulla Humanae vitae, en "Lateranum", 44
condena de los primeros tiene un valor de magisterio infalible, que no se daría (1979), 3-31.
en los anovulatorios (p. 37). 45
Para un estudio histórico del problema, J. T. NOONAN, Contraception et ma-
42
De coniugiis adulterinis, 2,12. PL. 40,479. riage, Du Cerf, Paris 1969.
43
Como ejemplo para cada una de estas opiniones pueden verse, respectiva- 46
O. c. (n. 36), D. Cf. N. E. VÁRELA AGUILAR, Ley natural y paternidad res-
mente, H. ZAMORA, El pecado de Onán en la Sagrada Escritura y en la tradición ponsable en la Encíclica Humanae vitae, en "EstTeol", n. 10 (1978), 71-174.
eclesiástica, en "VyV", 28 (1970), 5-46. I. B. SCHAUMBKRGER, Propter quale pec- 47
G. TOGNONI. I metodi contraccettivi, en "RivTeolMor", 10 (1978), 491-501.
catum morte punitus sil Onam?. en "Bíblica", 9 (1927), 209-212. S. Gozzo. La F. J. ELIZARI, Anticonceptivos orales, en "Pentecostés", 16 (1978), 277-288, donde
doltrina storico-religioso-morale di Gen 38. Opinioni moderne e domina del/a chie- recoge la literatura reciente en lengua inglesa sobre el tema. No incluimos aquí a
sa, en "EuntDoc", 25 (1972), 13-108. los DIU por su probable acción abortiva. Cf. J. GAFO. Los dispositivos intrauteri-
44
"Por lo cual no es de admirar que la misma Sagrada Escritura atestigüe nos, ¿una alternativa a la .anticoncepción hormonal?, en "RyF", 199 (1979), 475-
con cuánto aborrecimiento la Divina Majestad ha perseguido este nefasto delito, 484.
444 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR I A REGULACIÓN DE NACIMIENTOS 445

te, como después diremos, sirven para una experiencia más pro- torio no sólo por las razones aducidas, sino sobre todo por la luz
funda de amor o terminan en una banalización e insignificancia del Espíritu Santo, de la cual están particularmente asistidos los
del acto. La moral no reside sólo en los motivos que justifiquen pastores de la Iglesia para ilustrar la verdad" (HV, 28). Y así lo
su posible empleo, sino sobre todo en el mensaje puesto por el han manifestado también con claridad varios episcopados:
corazón y manifestado a través de la entrega. De la misma mane-
ra que, en la mayoría de los países subdesarrollados, la encíclica "En particular, los argumentos y la base racional de la
se recibió como una defensa frente al imperialismo de aquellas encíclica, que no están sino brevemente indicados, no han
naciones, para quienes resultaba más económico una implanta- conseguido, en algunos casos, ganar el asentimiento de
ción del control que una ayuda al desarrollo 48 . hombres de ciencia y de alta cultura educados conforme al
pensamiento empírico y científico de nuestra época" 52 .

Dificultades para una argumentación racional No he hallado ninguna declaración que pretenda apoyarse en
una base racional. Lo cual significa que este problema de la ética
El problema de fondo radica en la justificación filosófica de debe plantearse a un nivel teológico. No serán las premisas de un
por qué "cualquier acto matrimonial debe quedar abierto a la silogismo, sino otros motivos superiores los que hagan aceptarlo
transmisión de la vida". "Esta doctrina... está fundada sobre la con docilidad y obediencia. Por encima de todo está el valor y la
inseparable conexión, que Dios ha querido y que el hombre no autoridad de la Iglesia en el ejercicio de su magisterio. ¿Cuál es la
puede romper por propia iniciativa, entre los dos significados del valoración teológica de esta enseñanza?
acto conyugal: el significado unitivo y el significado procrea-
dor" (HV, 12). El último y definitivo argumento parece encon-
trarse en la obligación que existe de respetar las leyes biológicas y
los ritmos naturales, como reveladores de la voluntad de Dios 49 . El magisterio de la Jglesia:
El punto decisivo se halla justamente aquí. De acuerdo con la su valoración teológica
óptica desde la que cada uno se acerca, este planteamiento resulta
convincente para algunos y otros no lo consideran válido ni filo- Todos sabemos por la más clásica teología que la doctrina
sóficamente aceptable 50 . enseñada por la Iglesia no exige siempre el mismo grado de asen-
Una discusión más completa no la creo ahora necesaria. Ni he timiento, ni su obligatorierad obliga a las conciencias con la mis-
apuntado las dificultades con el deseo de obstaculizar su acepta- ma fuerza. El hecho de que el episcopado en pleno haya
ción, sino porque me parece justo y objetivo el que se comprenda recordado el deber de aceptar la HV no dilucida su posterior
que, por la vía de la argumentación racional, no son pocos los valoración. Aquí también, como entre los mismos teólogos, se ha
que experimentan una serie de dudas y vacilaciones. Como afir- dado una doble interpretación.
maba el documento citado de la minoría, "el problema no es La primera está representada por todos aquellos para los que
mera y principalmente filosófico, sino que depende de la natura- el rechazo de los métodos anticonceptivos constituye una doctri-
leza de la vida y la sexualidad humana, tal y como ha sido inter- na infalible, definitiva y sin ninguna posibilidad de cambio. Aun-
pretada por la Iglesia desde un punto de vista teológico" " . El que este carácter no se deduzca exclusivamente por la publicación
mismo Pontífice, al recordar a los sacerdotes la necesidad de una de la encíclica, su contenido representa una tradición, enseñada
obediencia, afirmaba que "tal obsequio, bien lo sabéis, es obliga- de una manera tan constante y firme, que la Iglesia no ha podido
equivocarse. De tal forma se ha comprometido en su defensa que,
48
Cf. diferentes testimonios en J. GOROSQUIETA,La Humanae Vilae como de- si ahora se descubriera un error, la confianza de los fieles caería
nuncia de las sociedades opulentas, en "RevFomSoc", 30 (1975), 257-265.
49
por tierra con el consiguiente desprestigio de su magisterio en el
La idea se repite en diferentes ocasiones: HV. 10,11,13 y 16. campo de la moral. Nos encontramos, por tanto, frente a "una
50
Como intentos de argumentación filosófica, ver G. MARTELET, Amor con-
yugal y renovación conciliar, Desclée, Bilbao 1968. B. HONING. IIprincipio di ins-
verdad inalterable, irreformablemente propuesta con la asistencia
cindíbililá. Un segno per due significati, en "Lateranum", 44 (1978), 169-194. Las
dificultades de tal argumentación, en G. PEZZUTO, Analisi critica de/la Humanae 52
Vitae Proposta di una nuova ipotesi di valutazione mora/e delta conlraccezione Canadá, 17. Cf. también Inglaterra, 6; Bélgica, III, 2; Portugal, 3; España,
4; Francia, 18. La mejor recopilación de documentos que conozco, no sólo por
en "RivTeolMor", 10 (1978), 545-585.
51 la abundancia, sino por los índices complementarios, es L. SANDRI, Humanae Vi-
O. c. (n. 36), D, 5. tae e magisterio episcopales Dehoniane, Bologna 1969.
446 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR I A REGULACIÓN DE NACIMIENTOS 447
del Espíritu Santo, aunque no esté inspirada ni se contenga for- utilidad que pueda tener, pero la experiencia enseña que cuando la
malmente en la revelación" 53 . moral se reduce a un breve recetario de soluciones, la dimensión
Una valoración distinta puede encontrarse, sin embargo, en más personal, la auténticamente evangélica, se difumina y un es-
otro grupo de Conferencias episcopales y autores que, sin rebajar píritu farisaico puede envenenar nuestra conducta. A veces, será
la enseñanza pontificia a una simple orientación pastoral, no en- difícil distinguir determinadas controversias morales de aquellas
cuentra tampoco en ella las características de una afirmación in- otras de las que Jesús se reía, recriminando a los escribas y fari-
falible. Su doctrina pertenecería al campo de lo que teoló- seos (cf. Mt 23,16 y ss.). A la sombra de estos planteamientos se
gicamente se llama magisterio ordinario, que la Iglesia ejercita en ocultarían a veces actitudes muy poco cristianas, que pretenden
muchas ocasiones sin darle un carácter más solemne o definitivo. sólo mantener, de cara a la ley, una falsa tranquilidad de concien-
Los que así piensan conocen las afirmaciones constantes de la cia, como si todo lo cumplieran a la perfección, cuando las moti-
tradición, pero también creen que "la doctrina sobre el matrimo- vaciones más profundas continúan siendo interesadas y egoístas.
nio y sus valores esenciales se mantiene idéntica e íntegra, aunque Advertidos de este riesgo y supuesta la doctrina de la Iglesia,
por un conocimiento más completo se aplique ahora de manera la intervención en los procesos generativos puede estar permitida
diferente" 54 . Por ello, a pesar de que la publicación posterior de de acuerdo con los principios clásicos del doble efecto y totali-
la encíclica impidió un cambio, incluso en sus aplicaciones, no le dad. Es lo que la HV había designado como "el uso de los me-
dan a este magisterio la misma fuerza e irreformabilidad del gru- dios terapéuticos verdaderamente necesarios para curar enfer-
po anterior 55 . medades del organismo" (HV, 15). Y antes de su publicación
Tampoco se trata en este momento de discutir, analizar y to- existía una abundante literatura sobre sus múltiples aplicaciones,
mar una opción por cualquiera de estas interpretaciones, sino de sin que en la práctica todos los autores estuvieran de acuerdo
caer en la cuenta de que, supuesta la complejidad del tema y los para cada solución. Bastantes episcopados afirmaron la necesidad
argumentos y competencias que ambas poseen, cualquiera de de estudios ulteriores sobre estos remedios terapéuticos 56 , cuya
ellas podría aceptarse, con la seguridad de que ninguna defiende explicación ha revestido una diferente amplitud. Creo que las in-
posturas ajenas e incompatibles con la Iglesia. ¿Cómo aplicar, terpretaciones que apuntamos con brevedad a continuación gozan
entonces, su doctrina a las situaciones concretas de la vida de la suficiente garantía, aunque no todos las acepten, y pueden
matrimonial? constituir una ayuda para los que viven con amor su vida matri-
monial y desean atenerse a la enseñanza pontificia5?.

Aplicaciones pastorales:
los peligros de una interpretación casuística Los remedios terapéuticos: diferentes posibilidades
Nos encontramos en primer lugar con el camino difícil y mo-
lesto —hay que reconocerlo— de la casuística. No negamos la Desde el comienzo se conocieron los efectos beneficiosos de
las pastillas anovulatorias, en el terreno de la ginecología, para el
53 tratamiento de diversas patologías femeninas y como terapia para
M. ZALBA. La regulación de la natalidad, Edica, Madrid 1968, 140.
J. C. F O R D G . GRISKZ, Contraception and ihe Infallibiliiy of the Ordinary Magis- la esterilidad funcional, de cuya licitud no ha llegado ni siquiera a
lerium", en "ThSt", 38 (1978), 258-312. Un resumen-comentario de este artículo discutirse.
en M. ZAI BA. Infallibilitá del Magistero ordinario universale e conlraccezione, en Su empleo parece también útil para la regulación del ciclo
"Renovado", 14 (1979), 79-90, y en R. SIIAW. Anticoncepcionismo, infalibilidad y femenino, y para mantener un reposo ovárico después del parto,
magisterio ordinario, en "Burgense", 19 (1978), 257-270. Era el presupuesto de la
minoría de la Comisión, cf. o. c. (n. 36), E.l, y de algunas Conferencias episco- que sirvieran como ayuda a las leyes biológicas del organismo,
pales como España, 5; México; Alemania oriental, 1; Filipinas, II, B; Brasil, I. aunque no todos comparten los presupuestos médicos de esta
A veces resulta difícil descubrirlo, pues no tratan explícitamente del tema y sólo utilización.
se deduce de sus aplicaciones generales, que pudieran interpretarse de otra ma- Son muchos los que admiten cualquier anticonceptivo cuando
nera.
54 se busca defender el derecho de la persona, para evitar el embara-
O. c. (n. 38), 111.
55
Cf. J. A. KORNONCHAK, Humanae Vitae and its Reception: Ecclesiological zo como consecuencia de una relación injusta, que no se quiere ni
Reflections, en "ThSt", 39 (1978), 221-257. En seguida veremos, al tratar del po-
sible disentimiento, cómo muchas Conferencias episcopales suponen esta misma 56
Austria, p. 111; Inglaterra y Gales, 9; Canadá, 27; Suiza. 15.
valoración, pues si se tratara de una enseñanza infalible, aquél no podría permi- 57
Pueden verse con mayor amplitud y abundante bibliografía en E. I.ól'i z
tirse. AZPITARTF, Sexualidad v matrimonio hov. Sal Terrae. Santander 19X0'. 247-258.
448 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR I A REGULACIÓN DE NACIMIENTOS 449
se debe tener, aun dentro del matrimonio, y no es posible evitarla (os factores biológicos pueden prevenir o aumentar una patología
por otro camino. Seria la defensa contra una maternidad involun- psicológica. No se trata de curar al cuerpo o al espíritu, según la
taria e indebida. clásica dicotomía helenística, que tanto ha pesado sobre nuestra
De la misma manera que una esterilidad temporal provocada cultura occidental, pues los síntomas de uno pueden tener sus
podría ser, en opinión de los psiquiatras, un elemento importante raíces en el otro. Se busca la curación del enfermo, de la totalidad
en el tratamiento de la ciesofobia o neurosis del embarazo. Aun- de su persona. De igual modo que la salud no se reduce al bienes-
que la opinión de los moralistas es más bien desfavorable, el em- lar del organismo, sino al enriquecimiento más pleno del ser
pleo de los anticonceptivos, en tales circunstancias, sería un humano.
intento por redescubrir el sentido de la maternidad a una persona Por aquí había ido toda la reflexión moral para defender la
que se ha vuelto estéril por razones psicológicas, y no creemos, licitud de los trasplantes orgánicos entre vivos, ya que una inter-
por tanto, que se pueda rechazar como inaceptable. pretación literalista de los discursos de Pío XII sobre el principio
Otro caso, ampliamente discutido desde hace mucho tiempo, de totalidad dificultó, al comienzo, su admisión en el campo de la
es el de la licitud de la histerectomía (ablación del útero) para ética. Hoy son muchos los que aceptan que el bien de la persona
evitar las graves consecuencias de una gestación, después de va- no hay que situarlo sólo en la integridad del organismo, sino que
rias cesáreas. Es evidente que el útero puede considerarse patoló- debe ampliarse al enriquecimiento producido por otros valores
gico e inepto para su función y el peligro sería causado no tanto espirituales. El hombre que entrega un riñon sano para que otro
por el embarazo —una simple ocasión—, sino por el estado anor- sobreviva pierde algo biológico, pero tal mutilación queda justifi-
mal en que se encuentra. La solución positiva es aceptable para cada por el gesto de solidaridad que lo dignifica como persona 58 .
muchos y lógicamente no habría tampoco dificultad en hacer una La perspectiva de la HV hace referencia al nivel corporal,
ligadura de trompas o utilizar cualquier anticonceptivo, que trae- pues explícita sólo "las enfermedades del organismo". Pero no
ría a lo mejor menos inconvenientes y peligros que la citada ope- creo que con esto niegue la interpretación de un principio como
ración. La misma respuesta podría darse a las mujeres que, por el de totalidad, que se acepta en la solución de otros problemas
diversos motivos, sean incapaces de gestar una prole viva. Aquí éticos y que no fuera aplicable al caso que nos ocupa. Por ello me
no sólo es el útero, sino toda la facultad generativa la que se parece válida la siguiente interpretación: "Una auténtica terapia
encuentra inepta para el cumplimiento de su función. no debe ocuparse únicamente del organismo, sino que en todo
Dentro, pues, de la línea trazada por la HV existen dos cami- caso debe interesarse por el concepto total de salud de un ser
nos para su interpretación. El acto puede quedar privado de su personal, que en su vida corporal y espiritual está constantemente
aspecto procreador para ayudar a la naturaleza en sus leyes bio- en camino hacia una mejor integración y perfección. La clase de
lógicas fundamentales, o cuando la esterilidad no sea directamen- cura que ayude a acercarse más y más a esta meta es una terapia
te pretendida como fin o como medio. El primero no ha sido auténtica" 59.
suficientemente recorrido, a pesar de ciertos avances, y quedan
todavía algunas preguntas abiertas cuya respuesta no resulta por
el momento fácil de encontrar. Por el segundo camino se ha pro- Posibilidad de disentimiento frente al magisterio ordinario
gresado más allá de las orientaciones de Pío XII, explicando las
nuevas posibilidades con matizaciones que precisan mucho más el Si se admite que la doctrina enseñada por la HV pertenece al
concepto de esterilización directa. magisterio ordinario y no infalible de la Iglesia, como antes expu-
simos, esta valoración lleva consigo la posibilidad de disentimen-
lo, que no podrá aceptarla quien la juzgue como inalterable y
Interpretación más personalista de la terapia
definitiva. Semejante postura, que no era ajena a la teología de
otros tiempos, ha sido afirmada por muchos episcopados como
El mismo concepto de remedio terapéutico necesitaría hoy
un dato informativo para la conciencia de sus fieles. Los obispos
también una interpretación de signo personalista. Dentro de la
alemanes, en una carta pastoral un año anterior a la encíclica,
medicina moderna ya quedó superada una visión exclusivamente
biológica de lo que supone la enfermedad. Determinadas anoma-
w
lías, incluso en sus manifestaciones anatómicas, son típicas del ser Las diferentes posturas sobre este tema en A. RKGAN-I. J. KUNICI, Los
humano precisamente por su condición espiritual. Lo mismo que /Hispíanles. Perpetuo Socorro, Madrid 1969.
vi
la curación psíquica es necesaria para una terapia orgánica, cier- B. HARING, Shalon: Paz. El sacramento de la reconciliación, Herder, Barce-
lona 1970, 270.
450 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR I A REGULACIÓN DE NACIMIENTOS 451

habían tratado ampliamente este punto para que los católicos no Como tampoco puede caer sobre los que así obren, en las condi-
pusieran "en contingencia su fe o su incondicional confianza en el ciones jque en seguida veremos, un juicio negativo y falso, como a
magisterio eclesiástico". Tras proclamar la necesidad de una veces se ha oído y escrito: "Puesto que no están contra ningún
obediencia, aun en los casos de decisiones no infalibles, añaden: punto de la fe divina o católica ni rehusan el principio de autori-
dad en la Iglesia, estos católicos no deben ser considerados, ni
"Aquel que, en su opinión particular, crea poseer ya la considerarse ellos mismos, fuera del cuerpo de los fieles"64. Con
opinión que la Iglesia alcanzará en el futuro, deberá pre- más fuerza, si cabe todavía, se definen los obispos escandinavos:
guntarse, objetivamente ante Dios y su conciencia, si sus "Que ninguno, por tanto, sea considerado como mal católico por
conocimientos teológicos especializados son de tal amplitud la sola razón de un tal disentimiento" 65 .
y de una suficiente profundidad que le permitan apartarse,
en la teoría y en la práctica, de la enseñanza que la Iglesia
presenta como provisional. Semejante caso puede darse Condiciones fundamentales:
ciertamente con fundamento, pero la presunción subjetiva y motivos para una sincera decisión
la precipitación en formarse un juicio tendrán que asumir
toda su responsabilidad ante Dios" 60 . Naturalmente que esta posibilidad lleva también consigo el
riesgo de un subjetivismo excesivo o el cómodo autoengaño de
Después de publicarse la encíclica no tienen inconveniente en sentirse liberado de una obligación sin razones justificantes. Cual-
hacer la aplicación al caso concreto: "Sabemos que muchos son quiera podría convertirse en partidario de sus propios criterios
de la opinión de que no se pueden aceptar las afirmaciones de la frente a la enseñanza de la más alta autoridad de la Iglesia. Por
encíclica sobre los métodos de control de natalidad. Estamos con- ello, todos los episcopados que han hablado en este sentido no
vencidos de que aquí se da el caso de excepción, del que hablába- han dejado tampoco de señalar la seriedad y el carácter honda-
mos en nuestra carta del año pasado" 61 . Es la misma respuesta mente responsable que debe fundamentar una decisión como
que da el episcopado autríaco: ésta: "Quien crea deber pensar así que se pregunte en conciencia
"Dado que la encíclica no contiene en materia de fe nin- si él, libre de toda presunción inconsiderada y de todo subjetivis-
gún juicio infalible, pudiera darse el caso de que alguno mo, puede responder ante el tribunal de Dios de su punto de
estime no poder aceptar el juicio dado por el magisterio de vista" 66 . Su buena fe sólo podrá mantenerse firme cuando nazca
la Iglesia. Sobre este punto hay que responder lo siguiente: de "un sincero examen de sí mismo para precisar los verdade-
el que en este campo sea competente y después de un serio ros motivos y fundamentos en que se basan para la suspensión
estudio, y no de una forma ligera y afectiva, ha llegado a de su asentimiento, y deberán continuar esforzándose por com-
esta convicción, puede seguirla. No se equivoca si perma- prender y profundizar su conocimiento sobre la enseñanza de la
nece dispuesto a proseguir su investigación y mostrar ade- Iglesia"67.
más respeto y fidelidad a la Iglesia" 62 . Es verdad que "cuando se trata de una divergencia teológica a
propósito de una doctrina no infalible, debemos acordarnos de
Por ello no debe extrañarnos la afirmación taxativa de los que existe siempre una presunción a favor del magisterio" 68 , pero
obispos belgas: "Si alguno competente en la materia y capaz de esto no excluye que "por razones de peso", "después de un serio
formarse un juicio personal bien establecido —lo que supone ne- examen anterior", guardando "sinceramente su adhesión a Cristo
cesariamente una información suficiente— llega en ciertos pun- y a su Iglesia" y sin poner "en duda el principio mismo de
tos, después de un serio examen ante Dios, a otras conclusiones, autoridad", una persona tome en conciencia una actitud diferente
está en el derecho de seguir en este terreno su convicción con tal a la doctrina oficial69. Tal vez algunos episcopados no hayan
que siga dispuesto a continuar lealmente sus investigaciones" 63 .
M
Canadá, 17; Inglaterra y Gales, 6; Japón.
65
60 Escandinavia, III.
"DocCath", 65 (1968), 324. Sobre el tema en el último Sínodo, J. GAFO,Z.Ü 1,6
Alemania, 12.
anticoncepción en el Sínodo. Claroscuros del valor profético de la Humanae Vitae, 67
Canadá, 17.
en "SalT", 69 (1981), 29-44, y el n.fi extraordinario de "Moralia", 3 (1981), 6,1
Estados Unidos.
133-229. m
Las condiciones para este disentimiento están tomadas de Escandinavia,
" Alemania, 12. III; Bélgica, II, 4 y III. 4. Ver también Canadá, 16 y 17; Francia, 18; Austria.
62
Austria. Sobre el tema, E. LÓPKZ.AZPITARTIÍ. Etica v magisterio de la Iglesia, en "Proyec-
" Bélgica, II, 4; Suiza, 7 y 23; Estados Unidos en el apartado sobre las nor- ción", 27 (1980), 271-279.
mas para el licito disentimiento.
452 PRAXIS CRISTIANA -OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
1 A REGULACIÓN DE NACIMIENTOS 453

querido exponer esta posibilidad para no dar pie a malas puedan cumplirse con todos por ser incompatibles, como sucede
interpretaciones, o por creer que tales circunstancias son muy tantas veces en la vida ordinaria, no queda otro remedio que ele-
limitadas, pero no conviene olvidarla tampoco para no negar su gir uno de ellos, el más importante y preferente, aunque suponga
licitud a cualquier disentimiento responsablemente aceptado. lamentablemente el abandono de otro.
Semejante elección no debería nacer del gusto, interés o capri-
cho personal, sino que requiere la existencia de un motivo ade-
El conflicto de valores: cuado, que la oriente y determine hacia el mayor bien posible, ya
explicación de un planteamiento que, por hipótesis, no se puede alcanzar la plena realización de
todos los valores que entran en juego. De esta forma, lo que en
Como señalan los obispos de Inglaterra, "mientras los téc- circunstancias normales sería moralmente ilícito se convierte en
nicos en estas materias continúan su investigación, los problemas un simple desorden, en un mal físico que no reviste la categoría
personales tienen que ser afrontados por los matrimonios cristia- de ético, pues responder a su llamada concreta supondría otras
nos que tienen genuina voluntad de cumplir los designios de consecuencias morales todavía peores y de mayor trascendencia.
Dios, pero se debaten ante obstáculos formidables. Ellos saben
que sus medios naturales no les permiten en un próximo futuro
educar un nuevo hijo. Para algunas mujeres la perspectiva del La anticoncepción:
embarazo es un riesgo para la salud y quizás para la misma vida. un desorden no siempre culpable
Estos católicos se encuentran no ante disputas académicas, sino
ante graves decisiones humanas" 70. Los problemas agudos e in- En este contexto conviene situar la afirmación de los obispos
mediatos de tantos matrimonios exigían acercarse a ellos con una franceses sobre el tema de la regulación:
profunda sensibilidad y comprensión. Una característica de casi
todos los episcopados ha sido, como era lógico, este sentido pas- "La contracepción no puede ser nunca un bien. Siempre es
toral y, en esta línea, ofrecen un aspecto de sumo interés cuando un desorden, pero este desorden no es siempre culpable. Se
se refieren al llamado conflicto de valores. da el caso, efectivamente, de que los esposos se encuentran'
El tema lo abordan con realismo y sinceridad diferentes con- ante un verdadero conflicto de deberes (GS, 51). Nadie ig-
ferencias y muchos teólogos, y ha constituido —también hay que nora las angustias espirituales en las que se debaten los es-
decirlo— un objeto de discusión y de criterios diferentes, entre los posos sinceros, especialmente aquellos a los que la obser-
que aceptan su posibilidad o la niegan por completo, al menos en vancia de los períodos naturales no consigue 'darles una
el orden objetivo. La explicación de esta doble actitud tiene sus base suficientemente segura sobre la regulación de naci-
raíces en un planteamiento anterior de la misma moral, que no mientos' (HV, 24). Por una parte, son conscientes del deber
podemos desarrollar ahora aquí 71 . Tal perspectiva nos parece de respetar la apertura a la vida en todo acto conyugal.
aceptable para aplicarla a la HV, a pesar de las críticas contrarias Creen igualmente que deben evitar en consecuencia —o
que se hayan dado. aplazar para más adelante— un nuevo nacimiento. Al mis-
mo tiempo, están privados del recurso a los ritmos biológi-
Es lógico que, cuando hablamos de conflicto, no lo entende-
cos. Por otra parte, no ven en lo que les concierne cómo
mos como una contraposición entre los valores éticos o religiosos
renunciar entonces a la expresión física de su amor sin po-
y los valores que pertenecen a un nivel inferior. Nadie niega la
ner en peligro la estabilidad de su matrimonio (GS, 51,1).
jerarquización existente entre todos ellos y nunca se aceptará
como lícita la opción por uno de estos últimos que lleve consigo A este respecto, recordamos simplemente la enseñanza
la eliminación de los primeros. Por mantener la fama social no se constante de la moral: cuando uno se encuentra ante una
permitirá el sacrificio de una vida inocente. El comportamiento alternativa entre deberes, en la que, sea cual fuese la deci-
tendrá que tener siempre en cuenta, para no caer en un situacio- sión que se tome, no se puede evitar una, la sabiduría tradi-
nismo ético, la objetividad de todos los valores, pero cuando no cional prevé que se busque ante Dios qué deber es mayor
en este caso. Los esposos tomarán su decisión después de
711
una reflexión en común, hecha con todo el interés que re-
Inglaterra y Gales, 9. quiere la grandeva de su vocación conyugal.
71
El problema lo tratamos ampliamente en la tercera parte, cap. IV, de
Praxis cristiana, 1. Fundamentación, donde podrá encontrarse la biografía co- No pueden olvidar ni menospreciar jamás ninguno de los
rrespondiente. deberes que entran en conflicto. Por tanto, mantendrán su
454 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR 1 A REGULACIÓN DE NACIMIENTOS 455
corazón disponible a la llamada de Dios, atentos a cual- agenésicos tiene por qué hacer del encuentro sexual un gesto ruti-
quier nueva posibilidad que postule una nueva reconsidera- nario y ficticio, cuando el lenguaje del amor está en el fondo de
ción de su elección o comportamiento actual" 72 . cualquier comportamiento y es lo que más importa e interesa.
Para la misma medicina sería incluso el camino más aconsejable,
Lo primero que conviene aclarar ante un texto como éste si no fuera por el alto grado de inseguridad, cuya eliminación no
—aquí se fundamenta la mala interpretación de muchos— es que ha logrado reducirse mucho, a pesar de las técnicas utilizadas 73 .
no se trata de justificar lo que objetivamente ha sido declarado Esta incertidumbre imposibilita a otras muchas parejas su em-
como desorden. Que el fin justifique los medios no es precisamen- pleo como solución eficaz para una regulación responsable, pues
te, como nos recuerdan los obispos, "la enseñanza constante de la son múltiples las circunstancias de diversa índole, ajenas a la vo-
moral", e iría contra la afirmación categórica de la encíclica: "No luntad de los cónyuges, que lo hacen desaconsejable. Y existen
es lícito, ni aun por razones gravísimas, hacer el mal para conse- ocasiones en las que el riesgo de embarazo hay que excluirlo con
guir el bien" (HV, 14). Interpretar, pues, en este sentido las afir- plena certeza. La única salida, entonces, consistiría en una absti-
maciones de diferentes episcopados sería negar un principio bási- nencia absoluta y completa, cuando la periódica no resultara via-
co de la ética cristiana, y no nos atrevemos a pensar, aunque en ble como en tantas ocasiones. Ahora bien, el mismo Concilio fue
algún escrito se ha insinuado, que la conferencia haya pretendido sincero y explícito al señalar las consecuencias graves e impor-
negarlo o que su ignorancia llegue a tal punto que lo desconozca. tantes que pueden derivarse de ahí para la comunidad conyugal:
¿Cómo es posible, entonces, acercarse a Dios escogiendo lo que la
encíclica dice "que hay que excluir absolutamente como vía líci- "El concilio sabe que los esposos, al ordenar armoniosa-
ta"? Con otras palabras, si la contracepción es un grave desor- mente su vida conyugal, se ven muchas veces impedidos por
den, ¿cómo puede ser empleada en algunas ocasiones sin que ciertas condiciones de la vida moderna y metidos en cir-
constituya un pecado mortal? cunstancias tales en las que no es posible, al menos por un
determinado tiempo, aumentar el número de los hijos y,
entonces, ni el desarrollo del amor leal ni la total comuni-
Los diversos valores de la ética matrimonial dad de vida se pueden conservar sin dificultad. Por otro
lado, cuando se interrumpe esta intimidad de la vida conyu-
La situación de conflicto entre los diversos valores morales gal puede sufrir menoscabo el bien de la fidelidad no rara-
propios del matrimonio podría sintetizarse en los siguientes mente, como también corre su riesgo el bien de la prole; en
puntos. estos casos la educación de los hijos y la fortaleza que hace
La paternidad responsable, en primer lugar, constituye una falta para seguir recibiendo el aumento de la familia se
obligación ética para no tener más hijos de los que cada pareja hallan en peligro" 74 .
juzgue en conciencia, con una actitud generosa y no egoísta, que
deba tener. Esto significa que también se puede pecar por irres- Si la abstinencia produce tensiones, lejanías afectivas, debilita-
ponsabilidad en la procreación (GS, 50). Si una madre pusiera en miento progresivo del amor, nerviosismo profundo, que ponen en
peligro su vida al quedar embarazada, por hablar de un caso ex- peligro la paz, la convivencia, el clima necesario para la educa-
tremo, es evidente que existiría una obligación moral de no crear ción y hasta la misma fidelidad —sin analizar ahora las causas de
esa situación. La paternidad responsable constituye, pues, un de- tales efectos—, constituye un atentado contra la primera obliga-
ber ético. Aquí, como en otros muchos casos más frecuentes y ción básica de la pareja: mantener por encima de todo una comu-
ordinarios, la paternidad responsable constituye un auténtico de- nidad profunda de amor. Un comportamiento que destruye estos
ber, cuando por razones serias la fecundidad tuviera que excluirse. valores más fundamentales e importantes no se debe exigir. La
Para cumplir con esta obligación queda el recurso de la conti-
nencia periódica. El método ha sido objeto de críticas —y 73
Cf., por ejemplo, Dr. J. BILLINGS. Regulación natural de la natalidad. Méto-
caricaturas—, que no responden siempre a la verdad. La expe- do de la ovulación. Sal Terrae, Santander 1975.
74
riencia de muchos matrimonios ha sido positiva, hasta para enri- GS, 51. El primer texto oficial era todavía más explícito en la presentación
de estas dificultades hasta afirmar que, sin la expresión amorosa, "los esposos
quecer la delicadeza y el diálogo mutuo. Ni la elección de los días se convierten con frecuencia en extraños el uno al otro". Se abrevió y suavizó el
texto para dar gusto a los que pedían que "al presentar los problemas se utiliza-
72
Francia, 16. También apuntan esta posibilidad Suiza, 7; Canadá, 26; Bélgi- ra un lenguaje más suave" [Schema Constitutionis... o. c. (n. 23), Textus recogni-
ca. II. 5: Inglaterra y Gales, 6. lus el relationes, Pars II, 20].
456 PRAXIS CRISTI ANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
I A REGULACIÓN DE NACIMIENTOS 457
misma enseñanza clásica de los manuales permitía —para evitar
el adulterio, por ejemplo— el encuentro sexual, aunque el emba- ra de las otras posibilidades, a pesar de sus propias limitaciones,
razo trajera como consecuencia la muerte de la madre. Es decir, podría constituir una elección válida de acuerdo con los princi-
lo que en un principio no era lícito ni aceptable por el peligro que pios enunciados. El nacimiento de un nuevo hijo o la aceptación
incluía, se aceptaba como ético, a pesar de su tragedia, como de una mayor abstinencia, aunque trajera algunas consecuencias
forma correcta de evitar otros daños que se consideraban peores. negativas, podrían considerarse también como de menor impor-
tancia. Aquí habría que aplicar lo que dice el Concilio a propósi-
to de la paternidad responsable: "Este juicio se lo han de formar
en última instancia los mismos esposos ante Dios" (GS, 50). Se
La opción por el valor preferente: requiere, pues, un esfuerzo sincero para que la decisión no brote
sinceridad de una elección
del propio interés o comodidad, sino que esté motivada y sirva
para la conservación del valor más preferente.
Si existe, por tanto, la obligación de no tener más hijos, pues
lo contrario sería un mal; si la manifestación del cariño a través Sin esta honradez sobrenatural no tiene sentido la conducta
de la entrega corporal parece necesaria o conveniente en orden a posterior. No será difícil que algunos quieran encontrar por aquí
conseguir una comunión y cercanía más profunda; y si la absti- una justificación al egoísmo personal, como si las consideraciones
nencia, en tales circunstancias, provocara otra serie de males que anteriores sirvieran para "legalizar" lo que sólo tiene explicación
irían contra las obligaciones primarias de los cónyuges, no cabe cuando se busca en serio lo que parece mejor. Pero este peligro
otra salida que el empleo de los anticonceptivos, cuya utilización no elimina tampoco el que otros descubran por ese camino la
el Papa nos recuerda que es también un mal. Es decir, nos encon- solución cristiana a un problema que juzgaban como el único
tramos ante una triple alternativa inaceptable, en teoría, pues nin- obstáculo para un encuentro sincero con Dios.
guna de ellas respeta todos los valores que deberían salvaguardar-
se: la paternidad responsable, el cariño conyugal y la doctrina
pontificia. Buscar cualquiera de ellos llevaría, por hipótesis, al Conclusión
incumplimiento de alguno de los restantes. La pareja que, en es-
tas circunstancias, optara por uno de esos tres males con la con- Aceptamos, por tanto, la HV con un sentimiento de obedien-
ciencia y la honradez de que es el de menor importancia, el me- cia filial hacia el magisterio de la Iglesia, pero la admisión de su
nos grave para ella, no podría ser acusada de pecado. Entre las doctrina no puede cerrar las puertas que ella misma deja abiertas,
diversas posibilidades negativas ha escogido aquella que conside- ni excluye otros principios de interpretación de la moral, que le
ra la mejor. Aunque su opción suponga no tener en cuenta algún son también aplicables. Comprendo que no todos estén de acuer-
valor en concreto, lo hace buscando precisamente el mayor bien do con algunas de estas explicaciones, como respeto a los que
posible, aquel que considera de mayor trascendencia, como una piensan de otra manera, pero tal disconformidad no significa que
obligación más urgente. sean inaceptables como normas orientadoras. Cuando han sido
defendidas por autores numerosos y de prestigio y por conferen-
Con ello no se pretende justificar ninguna conducta. El matri-
cias episcopales en pleno, sin que se haya dado ninguna condena
monio puede tener conciencia de su limitación y vivir ilusionado
oficial, deben tener la suficiente garantía y fundamento para
a la espera de que tales circunstancias cambien y posibiliten el
aceptarlas en la praxis cristiana 76 .
cumplimiento de todos los valores, pero por el momento no re-
sulta factible este ideal. Deseando aspirar a lo mejor, evitan en
esas situaciones difíciles lo que les parece más negativo desde el
punto de vista ético: "en conformidad con los principios acepta-
dos de teología moral... pueden tener la certeza de que (estas per-
sonas) no están separadas del amor de Dios desde el momento
que eligen honradamente el camino que estiman mejor" 75.
76
Para los que juzguen que una interpretación como ésta va contra la ense-
ñanza de la encíclica, recuerdo simplemente que G. MARII I I I. la existencia hu-
Que esto sea verdad no significa que el mayor bien posible mana y el amor. Para comprender mejor la encíclica Humanae Vilae, Desclée, Bil-
tenga que ser siempre el empleo de los anticonceptivos. Cualquie- bao 1970, la acepta también. Y no olvidemos que este autor fue citado
explícitamente por Pablo VI como buen intérprete de esta doctrina |AAS 60
75
Canadá, 26. De igual manera concluyen las restantes Conferencias episco- (1968), 527], fue uno de los redactores finales de la HV. encargado de su presen-
pales que tocaron el tema. Cf. n. 72. tación en Francia y el gran inspirador de la declaración hecha por este episco-
pado.
CAPÍTULO IX

LA INDISOLUBILIDAD DEL MATRIMONIO

La salvaguarda de la ley y el bien de la persona

El amor auténtico, en su más pura fenomenología, aparece


como algo indisoluble y definitivo. Nadie puede querer a una per-
sona de verdad limitando su cariño a un tiempo determinado.
Esto último constituiría una prueba evidente de que el amor se
había confundido con otras realidades marginales. Sobre este as-
pecto no puede haber duda, ni es necesario insistir. Lo trágico del
amor humano nace precisamente de su fragilidad, de ese carácter
quebradizo, que hace posible la ruptura de una comunión acepta-
da en sus comienzos para siempre. Por eso cuando el amor des-
aparece de la vida conyugal y sólo se mantiene una coexistencia
externa, impuesta por la ley y la sociología, pero sin la más míni-
ma vinculación afectiva, viene a la memoria la frase de Marx de
que el matrimonio burgués es una prostitución legal. La afirma-
ción será exagerada, pero expresa en el fondo una realidad que
choca hoy contra la conciencia de muchos hombres. Mantener
unidas a dos personas que ya no se quieren, e incluso que viven
en una profunda lejanía, llena de agresividad y repugnancia mu-
tua, es lo más opuesto humana y religiosamente a lo que debiera
ser una comunidad y una alianza de amor. Parece, en estos casos,
que la fidelidad a una idea tan santa y significativa como la indi-
solubilidad es mucho más importante y necesaria que la acepta-
ción y reconocimiento real del tú, de la otra persona.
Es verdad que lo jurídico es una garantía, que asegura la su-
pervivencia de la sociedad y de sus valores fundamentales. En la
ética se integra la dimensión social y no podemos negarla dentro
de la institución matrimonial, pero, por otra parte, el reconoci-
miento social del amor no puede ser tampoco meramente jurídi-
co. Si así fuese, la institución se convertiría en un imperativo va-
cío de significado. Se mantendría una fidelidad a la idea del
matrimonio, no al ser amado. Y una postura que busca la salva-
guarda de una ley por encima del bien de las personas se hace
incomprensible para muchos. Sería un legalismo demasiado buro-
crático para que la gente hoy se sintiera convencida.
La verdad es que son muchos los que, en situaciones trágicas,
460 PRAXIS CRISTIANA -OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
I A INDISOLUBILIDAD DEL MATRIMONIO 461
no aceptan como solución el divorcio por presiones sociales, por- unos datos, que influyen en nuestro mundo actual . Ni siquiera el3
que no pueden civilmente, o por una obediencia religiosa que no convencimiento' religioso entre los católicos es capaz de disminuir
acaban de comprender. siempre estos porcentajes, eTi relación con otras confesiones cris-
lianas que admiten la posibilidad del divorcio 4 .
El divorcio en la sociedad actual: Todo ello ha motivado, sobre todo en estos últimos años, un
las nuevas condiciones ambientales rcplanteamiento de la postura católica, con una enorme biblio-
grafía que alcanza ya una amplitud inabarcable 5 . Quisiéramos,
De hecho, en una gran mayoría de naciones admiten la exis- por ello, dar una panorámica de conjunto de las reflexiones he-
tencia del divorcio civil1, y el nuevo matrimonio, cuando no se chas sobre el tema y apuntar, al mismo tiempo, la complejidad
trataba de personas problemáticas, ha podido suponer para mu- del problema, para no ser tampoco demasiado simplistas en la
chos —también entre los católicos— un nuevo encuentro espe- aceptación de todas las soluciones propuestas. Es un problema
ranzado con la existencia y la alegría de mirar el futuro con reno- que hoy se discute en la calle y pudiera ser útil tener una visión
vada ilusión. Incluso han descubierto, a lo mejor por vez primera, lilobal de todos los datos que entran en juego.
lo que significa el amor y el matrimonio. Lo único que faltaría
para la completa felicidad del hogar, si nos referimos a católicos
practicantes, sería la aceptación, de una u otra manera, de esta I.a indisolubilidad intrínseca:
nueva comunidad por parte de la Iglesia. Aquéllos, sin embargo, contra el divorcio por simple consentimiento mutuo
que no pueden o no han querido esta solución, pero que verían
en ella el remedio de la amargura profunda de su propio fracaso, El punto de partida podría ser un dato sobre el que todos
es lógico que se pregunten las razones de semejante prohibición. estamos de acuerdo. Aunque el amor conyugal sea fundamental-
Si la Iglesia sigue fiel a su concepción de la indisolubilidad, ¿está mente una realidad personal e íntima, no podemos negar tampo-
fomentando una exterioridad farisaica y legalista, o salvaguarda co su dimensión comunitaria. La necesidad de una cierta regla-
con ello valores esenciales que están en peligro de desaparecer? mentación nace como consecuencia de su carácter social, de su
¿Se mantiene dócil a las exigencias de Cristo o es producto de un
rigorismo y de una mentalidad ajena al Evangelio?
No hay que caer en el pesimismo para intuir que los índices ' .1. M. AUBERT. L'indissolubilité du mariage face aux mutations de la societé
divorcistas irán en aumento, como lo demuestran las estadísti- moderne, en "RevDrCan", 24 (1974), 322-333. A. CUADRÓN-G. GONZÁLEZ. Con-
dicionamientos sociológicos del divorcio, en "Pentecostés", 15 (1977), 185-216.
cas 2. Las nuevas condiciones socioeconómicas, la menor presión I. I'ARRA JUNQUERA, Sociedad, Familia y Matrimonio (Apuntes sobre la inestabili-
de los valores religiosos sobre la conciencia, la reducción del nú- dad de la familia contemporánea), en "Studium", 18 (1978), 227-244.
mero de hijos, la posibilidad del divorcio civil en casi todas las 4
En Alemania, por ejemplo, el divorcio no es más raro entre los esposos
naciones, los conocimientos más profundos de las ciencias rela- católicos que entre los cristianos evangélicos de condición económico-cultural
parecida. W. BREUNING. a. c. (n. 2), 549.
cionadas con el hombre, los nuevos planteamientos teológicos, s
Me remito a dos boletines bibliográficos, R. METZ-J. SCHLICK, Bibliografía
que debilitan la seguridad doctrinal que se tenía hasta la fecha, y internacional 1970-1972. en AA. VV., o. c. (n. 2), 253-271, y J. CASTAÑOS, Nota
otra serie amplia de factores, facilitan esta previsión sin jugar a bililiographica circa indissolubilitatis matrimonii quaeslionem actualissimam, en
profeta. No juzgamos ahora sobre el valor positivo o negativo de "Angclicum", 49 (1972), 463-502. Con posterioridad, además de la que citemos a
estas condiciones, sino simplemente constatamos la realidad de lo largo del capítulo, T. MERINO, La discusión teológica en torno al divorcio: pano-
rámica actual, en "Studium", 14 (1974), 592-617. J. SNOECK, O que Deus uniu o
liotncn nao separa. Consideracbes en torno da indissolubilidade do matrimonio, en
1 "RcvFclBrass", 35 (1975), 37-58. J. ALONSO D Í / Z La indisolubilidad del matrimo-
G. GARCÍA CANTERO, El divorcio en los Estados modernos, en AA. VV., El nio o el divorcio hoy visto por escrituristas y teólogos, en "StOv", 3 (1975), 203-
vinculo matrimonial. ¿Divorcio o indisolubilidad?. Edica, Madrid 1978, 435-514. .'26. Cu. E. CURRAN, Le divorce. Point de vue de la théologie morale, en "Supplé-
M. CID. Divorcio: Panorama legal en diferentes Estados, en "MisAb", 72 (1979), IIK-III", 28 (1975), 237-272. S. J. KEI.I EHER, ¿Divorcio y nuevo matrimonio entre los
287-293. católicos?. Sal Terrae, Santander 1976. A. CARRILLO AGUILAR, Disolución del
2
J. CARBONNIER, Las estadísticas del divorcio, en AA. VV., Matrimonio y di- vinculo y potestad de la Iglesia. ¿Puede la Iglesia disolver el matrimonio sacramen-
vorcio. Sigúeme, Salamanca 1974, 11-37. Y los artículos de R. SIMÓN, W. BREU- tal consumado?, Caja de Ahorros, Córdoba 1976. G. GARCÍA CANTERO, El divorcio.
NING y CH. E. CURRAN sobre el divorcio en Francia, Alemania y Estados Uni- Iclica, Madrid 1977. M. M. CAVERO, Disolubilidad-indisolubilidad matrimonial, en
dos, recogidos en el número especial de "RechScRel", 61 (1973), 491-624. "Sll.eg", n. 19 (1978), 131-150. J. F. CHAMORRO, Reflexiones teológicas sobre la
F. RAPHAEL, Images el realité du mariage el du divorce dans la societé francaise indisolubilidad y sacramentalidad del matrimonio cristiano, en "Studium", 18 (1978),
contemporaine, en "RevDrCan", 27 (1977), 57-83. S. DEL CAMPO, LOS españoles 259-277. J. ALONSO DÍAZ, El sí y el no del divorcio inlraeclesial. en "MisAb", 72
y el divorcio, en "CyR", n.° 2 (1981), 85-91.
(1979), 232-238. A. MATABOSCH. Divorcio e Iglesia. Marova, Madrid 1979.
462 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR I.A INDISOLUBILIDAD DEL MATRIMONIO 463
trascendencia para la familia humana. Aun en los países donde Aunque los matrimonios de los no bautizados se considera-
está permitido el divorcio por la ley civil, no es posible efectuar la ban auténticos, podrían ser disueltos por no tener la firmeza de
disolución por la simple voluntad de los contrayentes, sino que se los contraídos por los cristianos. De hecho, durante el siglo XVI
hace imprescindible la intervención de la autoridad competente. hubo diversas resoluciones papales para los problemas plantea-
Resultaría absurdo e inaceptable, por muchos motivos, que dos dos en las colonias españolas y portuguesas, como aplicaciones
individuos privados tuviesen capacidad jurídica de romper un de este privilegio, mediante ciertas acomodaciones jurídicas. Es lo
vínculo que encierra también un interés público y que la sociedad que más adelante se llamó la "potestad vicaria" en el nuevo dere-
debe proteger contra cualquier arbitrariedad. cho canónico, sin hacer mención del privilegio paulino. El Papa,
A esta imposibilidad de disolver el matrimonio por el mutuo en cuanto vicario de Cristo, tiene poder por su propia autoridad
acuerdo de los cónyuges se la llama indisolubilidad intrínseca y para'disolver determinados matrimonios 8 . Esta doctrina habría
casi todas las legislaciones están concordes en este punto y en el de tener todavía ulteriores ampliaciones con la disolución "en
valor ético de su iundamentación. Ella prohibiría el divorcio por favor de la fe" 9 .
simple consentimiento mutuo, en el que la autoridad no tendría La existencia de estas diferentes excepciones otorgadas por la
ningún derecho a intervenir en contra de la voluntad privada de Iglesia manifiesta la disolubilidad extrínseca del matrimonio, bajo
los cónyuges. La mayor liberalidad de algunos códigos civiles en determinadas circunstancias y en virtud de unos poderes recibi-
este punto intenta eliminar la existencia de un culpable, evitando dos de Cristo. Esto significa que la indisolubilidad no es un abso-
el carácter condenatorio que a veces revisten semejantes procesos. luto ni constituye una exigencia imprescindible de la ley natural.
Pero sin necesidad de esta condena debería mantenerse siempre Sería demasiado duro decir que la Iglesia, cuando disuelve deter-
el principio de que el vínculo conyugal ha dejado de ser un asun- minadas uniones plenamente válidas, va contra un postulado bá-
to privado y, en ciertas ocasiones y por justas causas, el juez com- sico e irrenuciable de la naturaleza humana. La afirmación de
petente no debe acceder a una determinada petición para evitar que el matrimonio indisoluble pertenece a la esencia del derecho
mayores abusos. ¿Es posible, entonces, disolver el matrimonio ex- natural y que la negativa al divorcio radica en esta imposibilidad
trínsecamente, no por la voluntad de los propios esposos, sino absoluta de quebrantarlo, supone el olvido de esta serie de disolu-
en virtud de la autoridad competente? ciones que la Iglesia ha concedido, por una u otra razón, siempre
que el matrimonio o no era sacramental o no había llegado a
consumarse 10.
La disolubilidad extrínseca: Hay que admitir, por tanto, que la indisolubilidad extrínseca
aceptación del divorcio en algunos matrimonios —es decir, la imposibilidad de disolución por parte de la autori-
Si analizamos el proceso histórico de cómo se ha llegado a
esta práctica, y prescindiendo de la problemática teórica que de doctores no admita esta libertad al marido y, sin embargo, sin decirlo claramen-
ahí se deriva, la Iglesia católica, sin negar nunca el principio de la le san Pablo, se haya interpretado la disolución del vínculo por otra causa dis-
tinta de la señalada por Cristo y únicamente admitida" {Episiolae Pauli el alio-
indisolubilidad matrimonial, ha concedido a lo largo de la histo- rum aposiolorum. Paris 1542, 123). Cf. F. VAN G UNTEN. La doctrine de Cajétan
ria una serie de disoluciones en determinadas circunstancias 6 . sur iindissolubilité du mariage, en "Angelicum", 43 (1966), 62-67. R. SCHNACKEN-
El llamado "privilegio paulino" (1 Cor 7,12-16) ha interpreta- IHIRIÍ. El testimonio moral del Nuevo Testamento, Rialp, Madrid 1965, 203-204,
do y explicado las palabras de Jesús de tal manera, que el matri- cambia de opinión, con referencia a la edición primera, y piensa que san Pablo
monio entre dos no bautizados puede ser disuelto, después del no habla para nada de un nuevo matrimonio. J. TOMKO, De dissolutione matri-
monii in favorem fidei eiusque fundamento theologico. en "Periódica", 64 (1975),
bautismo de uno de los consortes, si la parte infiel no quiere co- 99-133.
habitar pacíficamente7. * CDC. c. 1806, con la interpretación de cualquier comentarista.
II
Puede verse con mayor amplitud el estudio de todos estos casos en P. Hui-
/IN<¡. La disolución del matrimonio desde el Concilio de Tiento, en AA. VV.,
* J. M. DÍAZ MORCNO. Ante los provéelos ele ley civil ilivorcista: una leelura o. c. (n. 2), 135-154, e Indisolubilidad matrimonial y regulación de la Iglesia, en
cristiana, en "SalT", 68 (1980), 563-576. "Concilium", n. 38 (1968), 199-212. También M. ZAI.BA, Favor fidei an salus ani-
7
Parece que la práctica corriente en los primeros siglos fue no autorizar un marum?. en A A. VV., De matrimonio coniectanea. PUG, Romae 1970, 905-917.
nuevo matrimonio, sino permitir la sola separación. Del texto de san Pablo no III
Por eso no creo exacta esta afirmación, aunque se repite con demasiada
se deduce exegeticamente la posibilidad de nuevas nupcias, a no ser por la prác- frecuencia. L. DI: GUZMÁN, ¿Matrimonio indisoluble? Una cuestión disputada, en
tica de la Iglesia, sobre todo a partir del siglo vn. Todavía Cayetano declaraba a "Uurgense", 20 (1979), 407-453, resume bien todas las dificultades apuntadas
propósito de este privilegio: "Y no sólo me admiro, sino que me pasmo de que, contra esta formulación, aunque no me convencen todas las respuestas que da
exceptuando Cristo de una manera clara la causa de fornicación, el torrente de para defenderla.
464 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
LA INDISOLUBILIDAD DEL MATRIMONIO 465
I.a fundamentación ética:
dad competente y, en este caso, la Iglesia— no es total ni definiti- una respuesta insuficiente
va, pues muchos matrimonios han quedado desligados por la
aplicación de estos privilegios ". Una afirmación que partiera de la pura reflexión ética no
parece hoy totalmente convincente por muchos motivos. En la
El matrimonio sacramental y consumado: esfera del derecho natural un matrimonio no sacramentalizado
su absoluta indisolubilidad debería tener la misma firmeza y consistencia que el realizado en
la Iglesia y, sin embargo, ya hemos visto cómo quedan disueltos
En medio de las vicisitudes y tanteos que la doctrina sobre el en determinadas ocasiones. Las razones clásicas apuntadas de
vínculo matrimonial ha tenido en la historia 12, la Iglesia fue acep- que el divorcio iría contra el bien de la sociedad, la misma institu-
tando la indisolubilidad absoluta, pero sólo cuando se trataba de ción familiar o la educación de los hijos serían también válidas
los matrimonios ratos (sacramentales) y consumados. Durante el para los matrimonios disueltos. Y sobre todo se trata de argu-
siglo XII existe la incertidumbre sobre el elemento esencial y mentos que demuestran la necesidad de darle al matrimonio una
constitutivo del matrimonio. Frente a las discusiones existentes firmeza y estabilidad seria y eviten los graves daños de una legis-
sobre si basta sólo el consentimiento o se requiere además la có- lación divorcista fácil y un tanto superficial, pero no la imposibi-
pula para la plenitud del vínculo, se buscó una armoniosa y pací- lidad, en cualquier hipótesis, de conceder una disolución cuando
fica síntesis de ambas tendencias. El principio básico de que el se buscase una salida para ciertas tragedias y situaciones dramáti-
matrimonio es constituido por el consentimiento y no por la có- cas. Por ello no he encontrado apenas autores en estos últimos
pula se aceptó como base y nacimiento de la comunidad conyu- años que prohiban el divorcio como una exigencia absoluta de la
gal, pero se mantuvo también el criterio de que mientras no se ley natural, ni siquiera al referirse a los matrimonios ratos y
realizara la consumación, el vínculo no alcanzaría su densidad consumados.
absoluta y definitiva. La siguiente afirmación sintetiza bien la postura incluso de los
Fuera de algunas vacilaciones aisladas de otras épocas anti- autores más tradicionales:
guas, esta doctrina constituye hasta hoy día un principio funda- "Por ello, repetimos de nuevo, la doctrina de la absoluta
mental de la enseñanza católica. Hay que reconocer que la prácti- indisolubilidad del matrimonio rato y consumado no se
ca de la Iglesia no ha tenido ninguna fisura en estos últimos siglos basa en argumentos tomados de la reflexión filosófica sobre
y los Pontífices han manifestado, de una manera taxativa y uná- la naturaleza humana —el bien de la prole, de los cónyuges
nime, que la disolución de estos matrimonios escapa por comple- y de la sociedad—, sino en la palabra de Dios enseñada e
to al poder de la Iglesia ". interpretada por la Iglesia. Cualquier argumentación, por
El objeto de nuestra reflexión en adelante van a ser precisa- tanto, contra esta doctrina que provenga de razones bioló-
mente estos matrimonios que la Iglesia afirma no poder disolver. gicas, psicológicas o sociales podría manifestar a lo sumo
Y la pregunta que subyace en el fondo de toda la problemática que por la sola luz natural no se demuestra que el matrimo-
actual es simplemente ésta: ¿Por qué no puede permitirse el di- nio es absolutamente indisoluble, lo cual admiten incluso
vorcio en estos casos? los grandes doctores católicos" ' 4 .
11
La potestad de disolver los matrimonios no sacramentales o no consuma- Si la ética no puede darnos una respuesta clara y definitiva,
dos, al menos después del sacramento, y que no encajaba dentro del privilegio ¿podemos encontrar un apoyo más sólido en la palabra de Dios?
paulino, ha sido designada frecuentemente con el nombre de privilegio petrino.
Sobre las diversas acepciones y su ambigüedad, U. NAVARRETE. De termino "pri- 14
U. NAVARRETE. Indissolubilitas matrimonii rali et consummati. Opiniones
vilegium petrinum" non adhibendo. en AA. VV., o. c. (n. 9), 375-411, y Privilegio recentiores et observaliones, en AA. VV., o. c. (n. 9), 464. Entre estos autores
de la fe. Constituciones pastorales del siglo XVI. Evolución posterior de la prácti- católicos se encuentran R. Belarmino, T. Sánchez, J. Perrone, P. Gasparri,
ca de la Iglesia en la disolución del matrimonio de infieles, en AA. VV., o. c. I). Palmieri... Ver S. ABRIL CASTELLÓ, ¿Autores clásicos favorables a la disolución
(n. 1), 239-304. del matrimonio rato y consumado?, en "RevEspDerCan", 26 (1970), 261-280. Hay
12
Véanse los artículos de J. GAUDIMENT. G. FRANSKN y P. HUIZINC, sobre la algunos autores, sin embargo, que todavía mantienen la validez absoluta de la
evolución histórica en AA. VV., o. c. (n. 2), 83-154. N. VAN DER WAL. Aspectos limdamentación- ética, como A. GONZÁLEZ ALVAREZ, Divorcio y ley natural, en
de la evolución histórica en el Derecho y en la doctrina, y PH. DIÍLHAYI;. Fijación "Studium", 18 (1978), 279-306. Sobre el argumento más aducido del bien co-
dogmática del matrimonio en la teología medieval, en "Concilium", n. 55 (1970), mún, L. y C. DiiPRÍ;. La indisolubilidad del matrimonio cristiano y el bien
236-242 y 243-248. M. GÓMFZ RÍOS, Indisolubilidad y divorcio. Momentos críticos común, en W. BASSET (ed.), El matrimonio, ¿es indisoluble?. Sal Terrae, Santander
de su evolución en el Occidente, en "Pentecostés", 13 (1975), 173-211. 1971, 155-173.
" Los principales documentos en G. GARCÍA CANTERO, o. c. (n. 6), 128-152.
466 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR LA INDISOLUBILIDAD DEL MATRIMONIO 467
La enseñanza de la revelación: Más adelante de nuevo, en su diálogo con los fariseos acerca
interpretación de las palabras de Cristo del repudio, Cristo presenta el primitivo esquema de Dios, que
había sido desdibujado y roto por el divorcio en el pueblo de
No es necesario recordar aquí toda la teología del matrimonio, Israel:
que se deduce del conjunto de la revelación. Desde el ideal prime- "Por lo testarudos que sois, por eso os consintió Moisés
ro del Génesis hasta las últimas enseñanzas del NT, el amor con-
repudiar a vuestras mujeres, pero al principio no fue así.
yugal está llamado a vivirse, como imagen de la alianza, en un
Ahora os digo yo que si uno repudia a su mujer —salvo
clima de fidelidad total y definitiva, que no siempre se mantuvo
en la práctica 15. Las palabras de Jesús sobre el divorcio, si nos caso de adulterio— y se casa con otra, comete adulterio"
atenemos a Lucas 16,18, que parece reproducir con mayor exacti- (Mt 19,9).
tud el texto original, son terminantes: "Todo el que repudia a su
mujer y se casa con otra comete adulterio; y el que se casa con la ¿Se habla en estos textos de una excepción a la indisolubilidad
repudiada, comete adulterio". Cristo define como ilegítima una del matrimonio? La respuesta depende de la interpretación que se
conducta que, según el derecho judío, era permitida: el repudio dé a los términos empleados por el evangelista.
de una mujer por su marido y el nuevo matrimonio de éste, lo Una gran parte de autores católicos se ha inclinado de ordina-
mismo que el casamiento de una mujer legalmente repudiada por rio por la negativa. El hecho de que esta excepción no se halle en
su marido '6. los pasajes paralelos de los otros sinópticos (cf. Me 10,1-12 y
Sin embargo, las palabras de Jesús tuvieron ya una interpreta- Le 16,18) y el análisis del contexto ha inclinado a muchos a esta
ción matizada en la misma tradición primitiva. Ya vimos cómo interpretación restrictiva. En el Sermón del monte se da una ma-
Pablo hace la aplicación del mandamiento del Señor a las cir- nifiesta contraposición entre la justicia antigua y la nueva que
cunstancias concretas de la comunidad de Corinto, por la que aporta Cristo: "Si vuestra fidelidad no sobrepasa la de los letra-
concede al cristiano la separación del cónyuge infiel si no es posi- dos y fariseos, no entraréis en el Reino de Dios" (Me 5,20). Aho-
ble vivir en armonía. Otra de ellas podría ser la consignada por ra bien, resultaría bastante extraño que Jesús volviese de nuevo a
San Mateo en sus célebres perícopas, que han motivado desde permitir, sin un intento de superación, lo que era una práctica
antiguo multitud de comentarios 17. En el Sermón del monte, común en la legislación judía. Si así fuese, no se daría en este
frente a las prácticas judías de repudiar fácilmente a la mujer, punto la radicalidad que emana de todas sus enseñanzas.
Jesús manifiesta las nuevas exigencias de su mensaje: En el diálogo posterior con los fariseos sobre la licitud de
repudiar a la mujer por cualquier causa (Mt 19,3), es también
"Pues yo os digo: 'Todo el que repudia a su mujer, ex- significativa la admiración que producen en los apóstoles las exi-
cepto en caso de fornicación, la lleva al adulterio, y el que gencias matrimoniales que acababan de oír: "Si tal es la situación
se casa con la repudiada comete adulterio" (Mt 5,32). del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse". Parece lógico
que no hubieran reaccionado así si la doctrina recibida hubiese
15
R. VOELTZEL. Divorcio e indisolubilidad del matrimonio en la Biblia, en AA. estado de acuerdo con la mentalidad vigente de conceder el repu-
VV., Divorcio e indisolubilidad del matrimonio, Herder, Barcelona 1974, 65-105. dio, al menos en caso de adulterio. Es más, algunos han interpre-
G. CERETI. Matrimonio e indissolubilitá: nuove prospettive, Dehoníane, Bologna tado el inciso posterior de los eunucos —"y hay quienes se hacen
1971, 19-65. G. BOURCF.AULT, Fidélité conjúgale et divorce. Essai de théologie bi-
blique. en "ScetEsp", 24 (1972), 155-175. A. G I L DE SANTIBÁÑEZ, Indisolubilidad eunucos por el reinado de Dios" (19,12)—, como un testimonio
matrimonial. ¿Ley o ideal testamentario?, en "RyC", 24 (1978), 199-215. R. TREVI- de los que por fidelidad a este ideal evangélico han sido capaces,
.IANO. Matrimonio y divorcio en la Sagrada Escritura, en AA. VV., o. c. (n. 2), en estas circunstancias, de vivir en adelante como auténticos vír-
3-59. A.-L. DF.SCAMPS. Les textes évangéliques sur le mariage, en "NouvRevTh",
9 (1978), 259-286, y 11 (1980), 5-50. genes 18.
16
Las discusiones se centraban en los motivos que justificaban el divorcio. La
escuela de Shammai lo permitía sólo en caso de fornicación, mientras que la es-
cuela de Hillel lo aceptaba por cualquier causa pequeña. 1973, 43-68. A. V ARGAS-MACHUCA.LOS casos de "divorcio" admitidos por S. Mateo
17
P. HoFEMANN, Las palabras de Jesús sobre el divorcio y su interpretación en (5,32 y 19,9). Consecuencias para una teología actual, en "EstEcl", 50 (1975),
la tradición testamentaria, en "Concilium", n. 55 (1970), 210-225. D. CROSSAN. 5-54. CH. WACKENHEIN, OÜ est la norme, oü est l'exception? Approche théologique,
Divorcio y matrimonio posterior en el Nuevo Testamento, en W. BASSF.T (ed.), en "RevDrCan", 28 (1978), 54-62.
o. c. (n. ¡4), 19-47. R. N. SOULEN, Matrimonio y divorcio. Un problema de inter- '* Así, Q. QuhSNELL, "Eunucos por el reino" (Mt 19,10-12) e indisolubilidad
pretación del NT. en "SelecTeol", 9 (1970), 249-264. S. GAROI A L O . / > vinculo ma- matrimonial, en "SelecTeol", 9 (1970), 265-271. J. DUPONT. Mariage et divorce
trimonii in Novo Testamento en AA. VV., Vinculum matrimonia/e. PUG, Romae dans l'Evangile. Desclée, Bruges 1959, 161-220, aunque no de una manera tan
radical.
468 PRAXIS CRISTIANA -OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
LA INDISOLUBILIDAD DEL MATRIMONIO 469
Con esta explicación de base, que orienta hacia una solución
negativa, las interpretaciones concretas han sido variadas y múlti- nios contraídos con infieles. El adulterio es usado con frecuencia
ples a lo largo de la historia. Apuntamos algunas más impor- en la Escritura como una profanación de las relaciones con Dios,
tantes. que se darían también en estos casos. El evangelista, según esta
explicación, confirmaría la postura adoptada por san Pablo con
el mencionado privilegio paulino 22 .
Discusiones en torno a los textos de san Mateo Frente a este grupo de autores, que de una u otra manera se
inclinan por una interpretación restrictiva, encontramos también
Durante mucho tiempo se mantuvo como clásica la interpre- la explicación de otros que aceptan el texto de san Mateo en su
tación dada por san Jerónimo. La cláusula de san Mateo demos- más estricta literalidad. Lo mismo que san Pablo no dudó en
traría la licitud de una separación entre marido y mujer, pero no aplicar el mandamiento del Señor a las circunstancias concretas
incluiría la posibilidad de un nuevo matrimonio ". Se admite, di- de la comunidad de Corinto, algo parecido habría realizado el
ríamos, la excepción, pero se la interpreta de forma restrictiva. La evangelista. Mateo, fiel a la tradición recibida, añade la cláusula
dificultad más seria contra ella nace de que esa simple separación en cuestión de acuerdo con la problemática especial planteada a
era una realidad desconocida por completo para los judíos, y la sus fieles: en el caso de adulterio es posible una excepción a la
respuesta de Cristo hubiera sido, por tanto, ininteligible para sus negativa general de conceder el repudio 23 .
auditores. La legislación judía sobre el divorcio en tiempos de Jesús se
A las partículas utilizadas por san Mateo se les ha querido fundaba en el célebre texto discutido del Deuteronomio 24,1-4:
dar un sentido preteritivo o inclusivo 20, pero la primera interpre- "Si un hombre toma una mujer y llega a ser su marido, y ésta
tación no encajaría con la pregunta que se le hace precisamente a luego no le agrada, porque ha notado en ella algo torpe, le escri-
Jesús, y la segunda parece demasiado rebuscada desde un punto birá el libelo de repudio y, poniéndoselo en la mano, la mandará
de vista filológico y gramatical. a su casa". La ampliación de este motivo se había alargado tan-
En estos últimos años tuvo gran resonancia el estudio realiza- to 24, que el encontrar otra mujer más bella, haber quemado la
do por J. Bonsirven21. Tras un análisis detallado del término comida, tener un verruga o mal aliento se consideraba, entre
"porneia" llegó a la conclusión de que aquí se refería a los matri- otros hechos parecidos, como razón suficiente para conceder el
monios contraídos contra las leyes vigentes del Levítico (Cap. 18) divorcio. No es extraño, por tanto, que la pregunta a Jesús fuese
y que habrían de considerarse como uniones ilegales. Jesús prohi- precisamente si es lícito repudiar a la mujer por cualquier causa.
bía el repudio de la mujer, a no ser en caso de concubinato, por Su respuesta vendría a rechazar esta tradición demasiado am-
tratarse de un vínculo inexistente. La solución parece a otros de- plia y libertina, para sólo admitir una excepción en el caso de
masiado clara para que Cristo hubiera insistido en ella. adulterio. Conceder esta posibilidad no va contra la exigencia de
Algunos han querido ver también en este término un significa- esa "justicia mayor", que se manifiesta en la antítesis del sermón
do de tipo más bien religioso, que haría referencia a los matrimo- de la montaña. Mateo no sólo radicaliza, sino que también inter-
preta y modifica, como Pablo, para aplicar en la práctica las en-
señanzas de Jesús. Pero estas modificaciones tendrán que ser
'" S. JERÓNIMO, ¡n Matheum 19.9. PL 26,140. La haría suya STO. TOMÁS.
Supplemenlum. 62.5 ad 4, y otros muchos autores católicos antiguos y recientes. siempre, comparadas con la conducta normal, superiores a la
211
Significaría "ahora no vamos a tratar", "prescindimos del caso de adulte- "fidelidad de los letrados y fariseos". En el evangelio se encontra-
rio" o, por el contrarío, "ni siquiera en caso de adulterio". En el primer sentido, ría, pues, una excepción a la indisolubilidad, según estos au-
S. ACÍUS'IÍN. De coniugiis adulterinis. 1,9. PL. 40,456. Recientemente T. V. FU- tores 25 .
MINO. Christ and Divorce. en "ThSt", 24 (1963), 106-120. Para la segunda inter-
pretación, M. BRUÑÍ.c. Terlio de clausulis divorlii. en "VerbDom", 27 (1949),
3-16. 22
T. SiRAMARE. Matteo divorzista?. en "Divinitas", 15 (1971), 213-235.
21
J. BONSIRVI N. Le divorce dans le Nouveau Teslament. Desclée, Paris 1948. S. BARTINA, Jesús y el divorcio, en "EstBibl", 32 (1973), 385-388.
Con anterioridad ya había sido apuntada por otros autores y es seguida por 23
El término "porneia", que hemos traducido como adulterio, tiene múlti-
otros muchos, como M. ZLRWICK. De matrimonio et divorlio in Evangelio, en ples sentidos: prostitución, sexualidad salvaje y perversa, falta cometida con an-
"VerbDom". 38 (1960), 193-212. J. B. BAIJIR. De coniugali foederi quid edixerit terioridad al matrimonio y descubierta después, etc. Por el contexto hemos pre-
Maiheus?. en "VerbDom", 44 (1966), 74-78. J. MATEOS. Nuevo Testamento. Cris- ferido la traducción de la mayor parte de los autores.
tiandad, Madrid 1974, traduce también así en los pasajes citados. Y algunos 24
De hecho, el término "erwath dabhar" es bastante confuso y sujeto tam-
autores protestantes, H. BAITENSWEIEER. Desarrollo actual de la teología del ma- bién a varias interpretaciones.
trimonio en la Iglesia de la reforma, en "Concilium", n. 55 (1970), 305. 25
Ha sido la interpretación generalmente dada por los protestantes, aunque
«tros explican los textos de forma mucho más restrictiva. Así, E. Fi'CHS, Le désir
470 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR LA INDISOLUBILIDAD DEL MATRIMONIO 471
La praxis actual de la Iglesia católica: l.a Iglesia de Oriente:
su último fundamento el principio de economía
La interpretación exegética, como se ve, no ha conseguido Las discusiones actuales en torno a los testimonios de la tradi-
una plena unanimidad. La gran mayoría de los católicos, sobre ción sobre este punto son numerosas y encontradas. Desde los
todo en épocas anteriores, se ha inclinado por una solución que creen encontrar abundantes autores que aceptan la posibili-
negativa. Pero aun en la hipótesis de que se pudiera probar con dad del divorcio en caso de adulterio, hasta los que apenas admi-
toda certeza la imposibilidad del divorcio, ni siquiera en caso de ten algún testimonio como válido y más significativo27. Sería
adulterio, habría que hacerse una pregunta posterior. Esta ley de absurdo intentar una aclaración cuando los especialistas sobre el
la indisolubilidad ¿es para Cristo una ley inhabilitante —el víncu- tema no llegan a ponerse de acuerdo.
lo no puede ser nunca roto, ni un nuevo matrimonio será Por una parte, nos encontramos con toda la tradición de la
posible—, o es sólo una ley moral —el vínculo no debe ser disuel- Iglesia oriental, basada en una costumbre muy antigua de la que
to y un nuevo matrimonio sería pecaminoso—? Dicho de otra testimonian algunos Padres, que conceden la disolución del víncu-
manera, la enseñanza de Jesús ¿constituye un imperativo ético, lo al cónyuge inocente y abandonado. Sobre la base escriturís-
una llamada hacia la plenitud del ideal, o manifiesta una incapa- tica de Mateo, la tradición ortodoxa ha admitido la posibilidad
cidad jurídica de disolución? En el primer caso, el divorcio y el del divorcio y del nuevo matrimonio. Sin negar tampoco nunca la
nuevo matrimonio sería una falta, un fracaso a la vocación de santidad e indisolubilidad del sacramento, ha mostrado una soli-
Dios, que podría ser perdonado por su misericordia. En el segun- citud pastoral y una benevolencia, que justifica por el principio
do existiría una imposibilidad jurídica de contraer nuevas de economía: la posibilidad que tiene la Iglesia de ejercitar la
nupcias. misericordia cuando ha fallado cualquier otro medio de solucio-
Admitamos incluso, aunque algunos se orientan hoy hacia una nar situaciones familiares desesperadas28.
interpretación moralizante, que se trata de un no poder, una inca- Esta práctica, que se ha mantenido con interpretaciones más o
pacidad. Todavía cabe una segunda pregunta: ¿Puede darse algu- menos amplias, no ha sido nunca condenada de manera oficial
na excepción a esta regla? Resultaría inadmisible un no rotundo por la Iglesia católica. En la profesión de fe impuesta a Miguel
si tenemos en cuenta la misma práctica de la Iglesia, que desata
determinados vínculos, como antes dijimos, aun admitiendo el 27
principio de indisolubilidad. Cuando Cristo habla de ella se refe- Como símbolo de una y otra tendencia podemos citar el libro de V. J. Pos-
ría, en concreto, al matrimonio natural, tal y como aparece en la i'ismi. Divorce el remariage. Pour un renouvellement de la doctrine calholique,
Desclée, Tournai 1969, donde hace un elenco numeroso de los autores favora-
creación, sin tener en cuenta para nada las distinciones posterio- bles al divorcio, y el estudio de H. CROUZLL. L'Eglise primitive face au divorce,
res admitidas entre matrimonios ratos y consumados. Si Jesús fue Ueauchesne, Paris 1971. Ambos autores han sido considerados por la critica de-
categórico en su afirmación, lo fue para cualquier tipo de masiado extremistas en sus conclusiones. El primero utiliza con exceso el argu-
matrimonio. mento ex silentio, y el segundo fuerza los textos para hacerlos restrictivos. Cf.
G. PF.L.LAND. De controversia recent i relativa ad testimonium traditionis de divortio,
La Iglesia, no obstante, se ha creído con capacidad de disolver en "Periódica", 62 (1973), 413-421. P. ADNLS. De vinculo malrimonii apudpaires,
algunos matrimonios, y con otros —los sacramentales y consuma- en AA. VV., o. c. (n. 17), 69-97. E. BLLLINL Separazione e nuovo matrimonio
dos— se ha sentido impotente para hacerlo. Es claro que la razón nella chiesa árnica (a proposito di una polémica recente), en "ScCatt", 103 (1975),
376-385. Con posterioridad, G. CnRE-Ti, Divorzio, nuove nozze e penitenza nella
de esta práctica no puede partir de la Biblia, que desconoce tales chiesa primitiva. Dehoniane, Bologna 1977 [Dos juicios divergentes sobre esta
distinciones26. Su fundamento reside más bien en una larga tradi- obra en G. PLLLAND. A propos d'un ouvrage récent sur les divorcés remanes, en
ción, que ha mantenido cuidadosamente. Veamos, pues, lo que "ScetEsp", 29 (1977), 321-328, y CH. MUNILR. Divorce. remariage el pénitence
ella nos aporta. dans l'Eglise primitive. en "RevScRel", 52 (1978), 97-117]. T. GONZÁLLZ. El ma-
trimonio en la Iglesia primitiva, en "Studium", 18 (1978), 199-225.
2
* E. MILIÁ. El vínculo matrimonial a la luz de la teología sacramental y de la
teología moral de la Iglesia ortodoxa, en AA. VV., o. c. (n. 2), 187-205.
et la tendresse. Labor et fides, Oenéve 1979, 62-68. Entre los católicos siempre O. ROUSSI-.AU. Divorcio y nuevas nupcias. Oriente y Occidente, en "Concilium",
hubo autores que se inclinaron por ella desde un punto de vista exegético, y en n. 24 (1967), 118-139. L. BRLSSAN, // divorzio nelle chiese orientali. Ricerca storica
la actualidad son ya muchos los que la defienden. sull'atteggiamenlo catlolico. Dehoniane, Bologna 1976. C. PUJOL. El divorcio en las
26
Por ello no veo cómo pueda decirse que la absoluta indisolubilidad del iglesias ortodoxas orientales, en AA. VV., o. c. (n. I), 371-433. P. L'Hun.l M-R,
matrimonio rato y consumado "lo deduce el magisterio eclesiástico al interpretar I.'espace du principe d'"économie" dans le domaine matrimonial, en "RevDrCan",
el derecho natural en las fuentes de la Revelación divina" |A. DI: LA HLRA. Indi- 28 (1978), 46-53, y L'attitude de l'Eglise orthodoxe vis-a-vis du remariage des di-
solubilidad y consumación del matrimonio, en "RevDrCan", 26 (1976), 362], vorcés, en "RevDrCan", 29 (1979), 44-59.
472 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR

Paleólogo no se dice una palabra acerca del divorcio, y en el


I A INDISOLUBILIDAD DEL MATRIMONIO 473
concilio de Florencia el problema se suscita una vez que se había Hay que reconocer, sin embargo, que los testimonios contra-
firmado el decreto de unión. Los obispos, que permanecían toda- rios a cualquier excepción son más numerosos y abundantes y
vía allí, fueron invitados de forma privada a que modificasen se- que, dentro de la teología y jurisprudencia de Occidente, se obser-
mejante práctica, pero la respuesta de ellos fue taxativa: Nosotros va un avance progresivo hacia la práctica actual de la Iglesia. A
disolvemos los matrimonios no sin motivo justificado. En seguida partir más o menos del siglo XII la doctrina es terminante y no
veremos la sensibilidad que se tuvo en Trento para no herir a las se concede nunca la disolución del vínculo en los matrimonios
iglesias orientales y, en el mismo Vaticano I, donde se quiso una ratos y consumados, sino sólo la separación imperfecta o la de-
condena más clara y explícita, no se atrevieron a dificultar tam- claración de nulidad 32. En Trento se fijaría ya de forma definitiva
poco el acercamiento a los orientales, sobre todo si asistían al la doctrina católica sobre el divorcio. La condena del canon 7, el
concilio, pues la historia demostraba que era posible la comunión más interesante para nuestro problema, sólo puede ser compren-
sin exigir en este punto la doctrina romana 29 . Todo esto si no indi- dida exactamente si tenemos en cuenta la historia de su re-
ca una aprobación de la praxis oriental, sí, al menos, un intento dacción ".
de condescendencia o de una cierta tolerancia con algo en lo que
ella no estaba de acuerdo.
El canon de Trento:
la doctrina de los reformadores
La tradición de Occidente: Todavía en este tiempo se encuentran autores católicos que
evolución progresiva hacia la indisolubilidad admitían la interpretación de Mateo en un sentido amplio. Los
padres conciliares sabían también que, con anterioridad a Ino-
Por otra parte, en Occidente se encuentran algunos textos tan cencio III, la tradición de la iglesia latina no había sido tan uni-
claros y explícitos que resulta muy difícil negar su carácter per- versal y unánime. Estos autores quedaban señalados en las discu-
misivo frente al divorcio 30 . No sólo algunos autores, sino tam- siones como "Ambrosio y los otros", que concedían nuevas
bién ciertos concilios provinciales, demuestran un sentido de con- nupcias por adulterio a la parte inocente. Anatemizar a un Padre
descendencia frente al cónyuge inocente. Un canon del concilio de la Iglesia, cuando el anatema tenía un significado evidente de
de Arles, que tuvo un significado e importancia especial, al reunir excomunión, era algo que quedaba excluido por completo. En
obispos de casi todo el Occidente y con legados del Papa, decía: diferentes ocasiones este motivo afloró en las discusiones para
"Sobre aquellos que han sorprendido en adulterio a su mujer, evitar una condena, que la mayor parte de los asistentes, con
aun si se trata de jóvenes cristianos a los que no está prohibido excepción de algunos pocos, no querían de ninguna manera ad-
casarse, agradó al concilio que, en cuanto fuera posible, se les mitir.
diera el consejo de no casarse con otras mientras vivieran sus Por otra parte, los representantes de Venecia habían insistido
mujeres, aunque fuesen adúlteras" 3I. mucho en que no se condenara tampoco la práctica de la Iglesia
oriental por la situación específica de la República. Allí existían
muchas comunidades griegas, sobre todo en las islas del Medite-
" L. BRESSAN, // canotié tridentino sul divorzio per adulterio e l'inlerpretazione rráneo, gobernadas en su mayoría por obispos latinos, que deja-
degli autori, PUG, Roma 1973. No obstante, algunos Pontífices urgieron la ley
de la indisolubilidad a los griegos católicos. ban al pueblo y al clero seguir sus tradiciones y ritos ortodoxos.
30
J. GAUDEMENT, L'interprelation du principe d'indissolubiliié du mariage
chrétien au cours du premier millénaire, recogido en su obra Sociétés et mariage.
12
Cerdic, Strasbourgs 1980, 230-289, y El vínculo matrimonial. Incertidumbre de la F. CANILLAR. La indisolubilidad en la doctrina de la Iglesia desde el si-
alta Edad Media, en AA. VV., o. c. (n. 2), 85-110. A. GARCÍA Y GARCÍA. La indi- glo xit hasta Trento, en AA. VV., o. c. (n. 1), 165-217. G. FRANSIN. La formación
solubilidad matrimonial en el primer milenio, con especial referencia a los textos del vínculo matrimonial en la Edad Media, en AA. VV., o. c. (n. 2), 111-133.
divorcistas, en AA. VV., o. c. (n. 1), 117-164. J. SCHMITT, Tradition et relectures CH. LEEEBVRE, Evolution de la doctrine canonique du mariage en jonction de si-
au premier siécle chrétien, en "RevDrCan", 30 (1980), 55-68. tuations de fait et des requétes des chrétiens. en "RevDrCan", 29 (1979), 60-78.
" Lo hemos traducido de acuerdo con el estudio de P. NAUTIN, Le canon du A. LEFÉBVRE-TEIU.ARD, Regles et réalité dans le droit matrimonial a la fin du
Concite d'Arles de 314 sur le remariage aprés divorce, en "RevScRel". 61 (1973), moyen-áge, en "RevDrCan", 30 (1980), 41-54.
33
353-362. El mismo Crouzel, que lo interpreta de otra manera, concede que al Cf. L. BRESSAN. O. C. (n. 29). Un resumen de este trabajo en La indisolubili-
menos es un testimonio de tolerancia por las dificultades que encontrarían los dad del matrimonio en el Concilio de Trento, en A A. VV., o. c. (n. 1), 219-238.
obispos para llevar a la práctica una doctrina más rigurosa [o. c. (n. 27), 112], Ver también P. FRANSEN.' Divorcio en caso de adulterio en el Concilio de Trento.
en "Concilium", n. 55 (1970), 249-260.
I \
474 PRAXIS CRISTIANA -OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
I A INDISOLUBILIDAD DEL MATRIMONIO 475
Se sabe, por tanto, que el objeto de la condena lo constituían los
principales errores protestantes, sin querer entrar en otras discu- Si alguno dijere que la Iglesia se equivoca: es decir, "se excede
siones o problemas dogmáticos. Por ello se eliminaron aquellas en su potestad", según la significación más amplia en el contexto
redacciones que pudieran incluir un anatema para las costumbres del siglo xvi. Se quería señalar que la Iglesia en su conjunto, a
orientales o las opiniones de otros católicos. Y éstas eran cierta- través de toda su doctrina, incluidos los cánones, no había ido
mente distintas a las defendidas por los reformadores. contra la enseñanza de Cristo y los derechos fundamentales de la
Lutero no atacó desde el comienzo la indisolubilidad del ma- persona, como afirmaba Lutero. No se quiso añadir católica o
trimonio. Sólo a partir de su escrito De captivitate babylonica se romana, como algunos querían, y se dejó sin mayor determina-
planteó el problema del divorcio, que trataría después con mayor ción para evitar otras discusiones.
amplitud. Su pensamiento sobre este punto giraba en torno a es- Cuando enseñó y enseña inspirada (iuxta) en la doctrina evangé-
tas ideas fundamentales. lica y apostólica: Iuxta se puso como término medio entre los que
Al no admitir su carácter de sacramento, el matrimonio apa- pretendían poner un cum = doctrina sacada de la Escritura, y los
rece como una simple unión natural, cuya competencia pertenece que preferían un praeter = no era contraria a la revelación. Lo
exclusivamente al poder civil. La Iglesia no tiene ningún derecho primero sería adoptar una interpretación exegética controvertida
para intervenir en este campo y su legislación se ha convertido en entre los católicos y orientales, y lo segundo parecía demasiado
una forma de tiranía, cuando niega la libertad concedida por poco.
Cristo en caso de adulterio, y en una manifiesta usurpación, Que no se puede desatar el vínculo del matrimonio de uno de los
cuando anula el vínculo por otros motivos diferentes, sobre todo cónyuges: indica una incapacidad y no sólo que era ilícito, como
por dispensa del Papa o por entrada en religión. Más adelante, él alguno propuso, aunque no se dice nada si esta incapacidad es
mismo aceptaría también otras causas justificantes del divorcio, de derecho divino o eclesiástico. Se trata, al menos, de la indisolu-
dentro de su doctrina un tanto imprecisa. De cualquier manera, bilidad intrínseca, aunque las discusiones conciliares parecían in-
el núcleo básico de su enseñanza era un ataque directo contra la cluir también la extrínseca, pero de ésta no se trató por no ser
legislación eclesiástica, a la que adjetiva con una violencia y agre- objeto de la condena. Se insistió en hablar del vínculo y no sólo
sividad impresionantes, considerándola errónea y equivocada. del matrimonio, para que no se entendiese que la separación de
Sólo los cristianos de mutuo acuerdo deberán decidir su sepa- cuerpos estaba prohibida por el adulterio.
ración, sin necesidad de recurrir para nada a los poderes eclesia- Y que ninguno de los dos, ni siquiera el inocente, que no dio
les, pues se acepta la disolubilidad intrínseca del vínculo. Y con motivo para el adulterio, puede contraer nuevo matrimonio mientras
algunas matizaciones los otros escritores protestantes de la épo- viva el otro cónyuge: la indisolubilidad abarca a los dos cónyuges,
ca pensaban de forma parecida. sin que el concilio se muestre más tolerante, como otras tradicio-
nes antiguas, con el hombre que con la mujer, con el inocente o
con el culpable.
Y que adultera lo mismo el que después de repudiar a la adúltera
La lectura de una condena se casa con otra, como la que después de repudiar al adúltero se
casa con otro, sea anatema. Según esto, ¿qué valor dogmático tie-
La condena del canon iba directa y explícitamente contra esta ne esta doctrina?
doctrina. Aunque algunos católicos y la práctica de Oriente acep-
taban el texto de san Mateo como verdadera excepción, nunca se /
acusó a la Iglesia, fuera de algún caso aislado, de haberse equivo-
cado en su enseñanza concreta. De ahí la frase primera, admitida Valor dogmático de la indisolubilidad matrimonial
después de muchas discusiones, que centra con exactitud el objeto
de la condena: "Si alguno dijere que la Iglesia se equivoca". Sólo La historia de esta interpretación no sería fácil resumirla en-
los que partieran de este presupuesto quedarían anatemizados. Se- tre tantas opiniones y estudios que se han dado sobre ella35. Hay
gún esto, podríamos traducir el texto del canon de la siguiente que tener presente que no todas las expresiones del canon están
manera 34 . claramente delimitadas en su significado, ni las discusiones reco-
34
Lo hacemos de acuerdo con P. FRANSEN, a. c. (n. 33). Para las diferentes 55
discusiones y redacciones, L. BRESSAN, O. C. (n. 29), 79-196. L. BRESSAN. O. C. (n. 29), 225-245. Aquí pueden verse las diferentes gamas
de valoraciones: desde lá proclamación de un dogma de fe hasta la mera y sim-
ple defensa de la legislación eclesiástica.
LA INDISOLUBILIDAD DEL MATRIMONIO 477
476 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
Según lo dicho, la valoración dogmática de este último caso,
gidas en las actas hacen desaparecer las dudas y oscuridades. Jun- el único que ahora nos interesa, tiene que ser diferente, pues sólo
to a la afirmación central de la inerrancia de la Iglesia en su puede realizarse de una manera bastante indirecta, o al margen
doctrina sobre el divorcio, hay una serie de afirmaciones que no del mismo Concilio, apoyándose en una enseñanza tradicional.
se quisieron delimitar con mayor exactitud y que permanecen un Tampoco encontramos aquí unanimidad en la cualificación. No
tanto indeterminadas. Para intentar una clarificación en los pun- falta algún autor insigne que la propone como defide catholica,
tos fundamentales conviene tener en cuenta lo siguiente. ¿Hinque no se encuentre definida en ningún concilio ecuménico 38,
El anatema del concilio no significa, como se interpretó en la pero la mayor parte la considera como doctrina católica, al ser
neoescolástica, que la doctrina enseñada constituya un dogma de una enseñanza del magisterio ordinario de la Iglesia39.
fe, una verdad defide divina et catholica, cuya negación fuese una
herejía en sentido estricto. Los autores están hoy de acuerdo en
esta interpretación 36. Se trata más bien de una enseñanza cierta y Argumentación teológica:
común, a la que sería temerario oponerse. Pensar u obrar de ma- sacramento y consumación
nera distinta supondría un comportamiento contrario a la vida
eclesial, ajeno a la unidad y al sentir de la Iglesia. Si intentáramos descubrir la reflexión teológica en la que se
El Concilio tenía además, como meta y finalidad única, la ha fundamentado esta doctrina, nos encontraríamos con la pleni-
reafirmación de la verdad católica contra las afirmaciones protes- tud simbólica que representa la sacramentalidad consumada. La
tantes. Se puede decir, por tanto, que la Iglesia Romana condena unión de ambos elementos —el sacramento y la consumación—
sólo esta doctrina, en el sentido arriba explicado, de una manera daría una estabilidad definitiva al vínculo, en la medida en que
directa y explícita. Es decir, a los que admiten que la Iglesia se constituye, de una manera más profunda y total, el símbolo de la
equivoca en sus enseñanzas sobre el divorcio, cuando niega la unión de Cristo con su Iglesia. Sólo cuando el matrimonio se
disolubilidad intrínseca del matrimonio, o la posibilidad de realiza en el Señor y los esposos han llegado a ser "una sola
nuevas nupcias en caso de adulterio 37 . Desde este punto de vista
negativo y estricto no se puede deducir más, ni siquiera se afirma carne", se alcanza el grado supremo de la indisolubilidad. En esta
que no sea posible otra interpretación del texto evangélico, o que línea se ha movido la argumentación teológica de los manuales
pudiera permitirse el divorcio por una disolubilidad extrínseca en dogmáticos y del magisterio pontificio40.
otras situaciones. Pero esta justificación no aparece del todo convincente41. A lo
Es cierto que la mayoría de los padres iban más allá de lo más, llegaría a deducirse una cierta mayor conveniencia de la in-
afirmado estrictamente en el canon. Ya entonces era una opinión
común y casi universal la doctrina que hoy se acepta en la Iglesia, '* L. B E E E O I . De Ecclesiae sacramentis, P U G , Romae 1929, 440.
pero debido a las circunstancias del momento no parece que qui- w
P. A D N Í S . El matrimonio, Herder, Barcelona 1969. 192, U. NAVARRETE.
sieran referirse a la indisolubilidad extrínseca, ni se habló tampo- a. c. (n. 14), 471-472.
40
co en concreto del matrimonio rato y consumado. Ya el gran teólogo del matrimonio T. SÁNCHEZ. De sánelo malrimonii sa-
cramento, lib. II, d. 13,7, afirmaba: " L a indisolubilidad absoluta no corresponde al
16
matrimonio por el derecho natural, ni por razón del sacramento, sino por la sig-
A. VACANT, Analhéme, en DT/iC. I, 1168 y ss. H. LENNERZ. Nolulae triden- nificación con la que Cristo lo elevó, a fin de representar su unión indisoluble
linae, en " G r e g o r i a n u m " , 27 (1946), 136-140. R. FAVRE, Les condamnalions avec con la Iglesia realizada por la encarnación; y porque esta significación sólo es
analhéme au Concile du Trente, en " B L i t t E c l " , 17 (1946), 226-241, y 18 (1947), 3 1 - propia del m a t r i m o n i o c o n s u m a d o " . Pío XI la explicaba también así: "Fácil-
48. P. FRANSEN. Ré/Iexion sur /'analhéme au Concile de Trente, en " E p h T h L o v " , mente encontraremos la razón (de la indisolubilidad absoluta) en la significación
29 (1953), 657-672. Z. A L S Z F G H Y - M . FLICK, La domina tridentina sulla necessitá mística del matrimonio cristiano, que se da plena y perfectamente en el matri-
delta confessione en A A . VV., Mora/e e magistero. Dehoniane, Bologna 1972,
monio c o n s u m a d o entre cristianos" [Casti Connubii, en A A S , 22 (1930), 552].
126-134. A. MARRAZINI, Valore dell'anatema dei canoni tridenlini, en " R a s s T e o l " , 41
AI menos ha sido discutida siempre en la historia de la teología. Ver, por
9 (1968), 27-33. A estas interpretaciones se ha opuesto F. G A R C Í A M A R T Í N E Z ,
ejemplo, lo que afirmaba J. PERRONE. De matrimonio christiano, Leodi 1861, III,
Una novísima interpretación de los cañones tridentinos. en " R e v E s p T e o l " , 15
145: " L a razón de sacramento y la significación de la unión de Cristo con la
(1965), 637-653, y Las notas teológicas, en " M i s c C o m " , 27 (1957), 243-256.
37
Por ello no suele aceptarse esta doctrina como dogma de fe y, en caso de Iglesia no es propiamente la causa de la indisolubilidad, sino más bien un signo
admitirse c o m o tal, sólo se referiría a la inerrancia de la Iglesia en su interpreta- a posteriori... por el cual deducimos que la disolubilidad extrínseca ha cesado
ción. La indisolubilidad sería una definición indirecta y aplicable sólo a la intrín- totalmente". Por eso la única justificación la ve en la voluntad de Cristo, q u e ,
seca. T a m p o c o se valora como un texto p u r a m e n t e disciplinar, según la opinión "si hubiera querido, ciertamente hubiese podido establecer también que el matri-
de J. Pospishil y otros autores modernos. La nota teológica más frecuente que monio c o n s u m a d o entre cristianos se pudiese disolver" (ib., n. 356). Esta dificul-
he e n c o n t r a d o es la de próxima fidei, aplicada, como antes decíamos, a la ine- tad la admite Navarrete y, por ello, afirma que hay que distinguir, c o m o lo hace
rrancia de la Iglesia y a la indisolubilidad intrínseca. la Casti Connubii, entre la existencia de la ley y su fundamentación, desconocida^
o poco convincente para algunos [el. a. c. (n. 14), 476].
478 PRAXIS CRISTI ANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR 1 A INDISOLUBILIDAD DEL MATRIMONIO 479
disolubilidad en estos casos, pero no se ve por qué la unión de determinadas circunstancias, algunas situaciones dramáticas e
estos elementos, que por sí mismos no dan una firmeza total al irreversibles42. La dificultad mayor nacería de la enseñanza ac-
vínculo, constituye ya un matrimonio indisoluble. tual del magisterio basada en la tradición. Ahora bien, ya hemos
Haciendo un resumen de los pasos dados hasta ahora, halla- visto cómo ésta no ha sido tan unánime en sus comienzos, y lo
mos en la revelación un ideal claro y definido de la indisolubili- que para otros constituye un progreso teológico, para éstos justi-
dad, aun cuando san Pablo, en unas circunstancias admitidas por fica un replanteamiento de esta doctrina a la luz de los datos
todos, y san Mateo en otras, según la interpretación de algunos, primitivos. Por otra parte, la valoración teológica de esta ense-
concedan la posibilidad de un nuevo matrimonio. Junto a la tra- ñanza pertenece a lo que llamamos magisterio ordinario y no
dición oriental, claramente permisiva, en Occidente se dan tam- constituiría, por tanto, una dificultad insuperable, si la Iglesia
bién durante el primer milenio, aunque cada vez menos, testimo- ampliara su práctica con una nueva toma de conciencia de sus
nios favorables al divorcio en algunos santos Padres, concilios poderes.
provinciales y libros penitenciales. El porqué, a partir de un mo-
mento, la Iglesia católica no concede la disolución del vínculo Partiendo de este presupuesto último, la indisolubilidad se
rato y consumado no parece que pueda fundamentarse totalmen- concebiría como una ley establecida por la Iglesia, pero cuya fun-
te en un argumento de razón, en una reflexión teológica, ni en damentación radica en la exigencia ética, tanto divina como hu-
una definición dogmática de ningún Concilio. La única explica- mana, de la fidelidad, y en la significación religiosa y simbólica
ción tendríamos que encontrarla en la práctica tradicional de la del matrimonio cristiano. Esta ley está dada para determinar que,
Iglesia, que ha interpretado así las enseñanzas de Cristo. Si no en la alianza entre el hombre y la mujer, hay una serie de efectos
disuelve un matrimonio rato y consumado no ha sido porque, jurídicos que no pueden ser anulados. Supone, pues, la existencia
como en el caso del celibato sacerdotal hasta hace poco, no haya de determinados efectos, que, unidos al consentimiento de los es-
querido hacerlo, sino porque tiene conciencia de que no puede posos, hacen que el matrimonio deje de ser una unión privada y
efectuar tal disolución. ¿No hay, entonces, posibilidad alguna de se convierta en una realidad social, reglamentada por el derecho y
cambio? protegida por la legislación.
Esto significa que los cónyuges no podrían nunca por sí mis-
mos anular las consecuencias de su compromiso, pero la autori-
dad pública y competente —en nuestro caso la eclesiástica— ten-
Frente a un replanteamiento de la doctrina: dría capacidad para conceder semejante disolución, aunque no
una doble postura esté obligada a realizarla. La existencia de esta ley quedaría justi-
ficada por la búsqueda del bien común. Habrá circunstancias his-
La respuesta a esta pregunta ha sido claramente negativa con tóricas y situaciones determinadas en las que se debería mantener
anterioridad, y lo sigue siendo todavía para muchos autores, pues la universalidad del principio sin excepción, para evitar mayores
el peso de una tradición como ésta constituye por sí mismo un males, pero podrían darse otras diferentes, en las que se evitarían
valor teológico definitivo e inmutable. Desde este presupuesto, no peores tragedias, si hubiera la posibilidad de una dispensa. De
resulta difícil encontrar solución a las dificultades enumeradas. acuerdo con esta finalidad comunitaria, la indisolubilidad del ma-
En este terreno no es la ética la que tiene la primacía, sino la trimonio, como imperativo humano y religioso, se convertiría tam-
revelación tal y como es enseñada por la Iglesia. Frente a las bién en una indisolubilidad jurídica absoluta, o se admitiría algu-
vacilaciones de los primeros tiempos se ha dado un avance pro- na excepción para situaciones extremas y lamentables. El pro-
gresivo hacia la doctrina actual, como sucedió con otros muchos blema posterior consistiría en examinar si el bien común de la
problemas morales y teológicos. Si nunca se ha pretendido conde- Iglesia exige el mantenimiento de esta ley, como hasta ahora, o
nar a los orientales, ha sido una benevolencia pastoral y permisi- convendría modificarla43.
va para no dificultar más su acercamiento y vinculación. Y por
encima de todo la palabra de la Iglesia ha quedado demasiado
comprometida para volverse atrás. 42
La lista sería muy numerosa. Me remito a los estudios de A. CARRILLO
Otros autores católicos, sobre todo en estos últimos años, se ACÍUILAR y A. MATABOSC'H. O. C. (n. 5), por ser más significativos y recientes en
han atrevido a dar como hipótesis una respuesta contraria. Para el ámbito español.
43
ellos la imposibilidad de disolver estos matrimonios no es absolu- Así lo explica, por ejemplo, J. G. GFRHARTZ. La indisolubilidad del matri-
monio y su disolución por, la Iglesia en la problemática actual, en AA. VV., o. c.
ta y creen que tal poder lo tiene la Iglesia para solucionar, en (n. 2), 207-243.
480 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
LA INDISOLUBILIDAD DEL MATRIMONIO 481
Declaraciones de nulidad: 46
hacia un derecho renovado mación ampliarían las declaraciones de nulidad a bastantes más
casos de los que ahora se admiten. "La Iglesia tiene en cuenta
La gravedad e importancia de un tema tan complejo como cada vez más los progresos de la psicología, antropología y otras
éste excluye, por el momento, un posible cambio de la praxis ciencias del comportamiento humano a la hora de solucionar los
actual, en cuya defensa han salido repetidas veces los últimos do- casos verdaderamente conflictivos de matrimonios que, aunque
cumentos oficiales del magisterio. Aun en la hipótesis de que un en principio mostraban visos de indisolubilidad, por diversos de-
día se aceptara esta solución, que para muchos sigue siendo inad- fectos y fallos en la personalidad de algunos contrayentes, pueden
misible, no se trata, desde luego, de una posibilidad cercana. Para ser declarados nulos" 47 .
la solución de ciertos problemas no queda hoy otro camino que
la declaración de nulidad. Se busca no disolver el vínculo, sino Actitud pastoral frente a los matrimonios irregulares
constatar su no existencia desde el comienzo por determinados
impedimentos. Sin tocar para nada el tema de la indisolubilidad y otros as-
Según la doctrina de la Iglesia, el matrimonio plenamente vá- pectos teológicos adyacentes, hoy se plantea también el problema
lido, sacramental y consumado es siempre indisoluble. Cuando sobre la actitud pastoral que debiera tomarse frente a los divor-
falta alguno de estos elementos —consentimiento pleno, sacra- ciados que han contraído nuevo matrimonio, inválido para la
mento, consumación—, o no existe o no alcanza una total indiso- Iglesia, o viven por cualquier otro motivo en una situación irre-
lubilidad. Dentro de este esquema sería deseable y necesaria una gular. La exclusión de los sacramentos era una de las consecuen-
reforma de la legislación vigente, para prefijar con mayor exacti- cias obligadas, mientras no se consiguiera la normalización jurídi-
tud cuándo se da cada una de esas condiciones que otorgan al ca de su estado. Tal exigencia parece claro que debería man-
matrimonio una firmeza definitiva y absoluta. tenerse cuando este arreglo resultara posible. No se puede
Las ciencias humanas, y en concreto la psicología, han avan- favorecer una apatía o una falta de seriedad y compromiso cris-
zado mucho desde la promulgación del derecho canónico para tiano con una actitud de falsa benevolencia y comprensión. El
iluminar ciertos aspectos que se mantenían aún con demasiado que pudiendo no quiere vivir de acuerdo con las obligaciones re-
simplismo, a pesar del avance constante experimentado en los tri- queridas por la Iglesia, él mismo se aleja y separa de ella.
bunales eclesiásticos. Un estudio más profundo de lo que consti- El hecho se presenta en toda su agudeza cuando esas situacio-
tuye la opción matrimonial y de sus correspondientes exigen- nes son jurídicamente insolubles por la existencia de un matrimo-
cias 44, de la fe y condiciones básicas requeridas para el sa- nio anterior. Si estas personas lamentan lo trágico de esa anorma-
cramento 45 , y una dimensión más personalista de la consu- lidad, están profundamente arrepentidas de las posibles respon-
44
W. LA DIJE. Ampliación de límites en los casos de falla de la discreción debi- R. DlDllR. Sacrement de mariage, balépme et foi, en "Maison-Díeu", n. 127
da, en "Concilium", n. 87 (1973), 63-74. J. DÍAZ MORENO, El consentimiento ma- (1976), 106-138. J. GOITIA. Fe y sacramento del matrimonio, en AA. VV., Nuevos
irimonial. Problemas que plantea actualmente, en "EstEcl", 49 (1974), 507-519. planteamientos sobre el matrimonio cristiano. Mensajero, Bilbao 1978, 131-161.
J. W. HIGGINS, Influencias psicológicas en el vínculo matrimonial, en W. BASSET L. DI NAUROIS. Le mariage des baptisés de l'Eglise ealholique qui n'ont pas la foi.
(ed.), o. c. (n. 14), 175-189. L. DE NAUROIS, Extensions des exceptions au principe en "RevDrCan", 30 (1980), ¡51-174.
d'indissolubilité. en "RevDrCan", 28 (1978), 104-133. M. WEGAN. ¿'incapacité 46
El que más detenidamente ha propuesto esta opinión ha sido J. BERN
d'assumer les ob/igations du mariage dans la jurisprudence récente au tribunal de la HARD. Reintrepelación (existencial y en la fe) de la legislación canónica concer-
Rote, en "RevDrCan", 28 (1978), 134-157. N. VILAIN, Quelques interpellations des niente a la indisolubilidad del matrimonio, en AA. VV., o. c. (n. 15), 19-61.
sciences humaines comme approches des procédures canoniques matrimoniales, en M. C. C. MARINE Una nuova ipotesi sulla consumazione del matrimonio, en
"RevDrCan", 30 (1980), 69-115. "RivTeolMor", 8 (1976), 595-607. A. GUINDON. Case for a" Consummated" Sexual
45
W. BASSET, El matrimonio de los cristianos: ¿contrato válido, sacramento vá- Bond befare a "Ratified" Mariage, en "F.etTh", 8 (1977), 137-181.
lido?, en o. c. (n. 14), 107-153. K. RICHTER, La celebración litúrgica en el matri- 47
CONI ERENCIA EPISCOPAI. ESPAÑOLA. Matrimonio y familia hoy, PPC, Ma-
monio. Su problemática a la vista de las nuevas concepciones teológicas y jurídicas drid 1979, n. 106. Hasta el punto de que algunos creen que, con este nombre, lo
de la unión matrimonial, en "Concilium", n. 87 (1973), 75-91. J. M. AUBERT. Foi que se concede de hecho en ocasiones es una verdadera disolución encubierta y
et sacrement dans le mariage. A propos du mariage des baptisés incroyants, en camuflada. Cf. Los artículos de J. BERNHARD. L'exclusion de l'indissolubilité du
"Maison-Díeu", n. 104 (1970), 116-143. U. NAVARRETE. El matrimonio de los ca- mariage dans la practique canonique de l'Eglise, Le sens des interventions des offi-
tólicos "no practicantes" y "no creyentes", en "SalT", 61 (1973), 875-885. cialités en matiére d'incapacité morale y Por une platique canonique plus "dialecli-
J. GÓMEZ CUESTA, Reflexiones en torno al matrimonio de los bautizados no creyen- que". plus "historique". en "RevDrCan", 26 (1976), 91-99; 27 (1977), 159-173, y
tes, en "StOv", 3 (1975), 227-258. E. PÉREZ. ¿Todo matrimonio entre cristianos es 28 (1978), 158-166. Algunos intentan reducir ciertos casos límites a esta declara-
sacramento? Apuntes históricos (ss. X1V-XVI), en "EscVed", 6 (1976), 9-50. ción de nulidad. Así, C. DE SANCTIS. // pensiero della Chiesa su/ problema del
coniuge abbandonato senza colpa, en "Apollinaris", 48 (1975), 402-440.
482 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
LA INDISOLUBILIDAD DEL MATRIMONIO 483
sabilidades que hayan tenido en provocarla, y desean recibir el
perdón y la eucaristía, ¿no podrían obtener un nuevo acceso a los la tarea y función de los poderes públicos consiste en la búsqueda
del mayor bien posible en cada comunidad. Ello comporta, entre
sacramentos? Hasta ahora no existía otro remedio que la previa
otros aspectos, un doble requisito, que quisiéramos exponer sin
separación, pero ¿no es mucho peor el destrozo de un hogar y de mayor ampliación.
unas vidas que la misericordia y tolerancia frente a un hecho la-
mentable? La existencia de compromisos familiares, a los que en Por una parte, ha de respetar la libertad de conciencia de cada
justicia y afectivamente ya no se puede renunciar, hace difícil e individuo, ofreciendo las posibilidades de actuar conforme a sus
incomprensible esa única alternativa, como si lo jurídico, cuya convicciones personales. La declaración conciliar es clara y deter-
obligatoriedad aceptamos y defendemos, tuviera que constituir minante en este punto. Siendo significativo que el Concilio no
siempre el valor definitivo. prejuzgue para nada de la buena o mala fe del hombre en la bús-
queda de la verdad, ni del contenido objetivo de la opción que
Es cierto que habría de evitarse todo posible escándalo y no cada uno realice: "El derecho a la libertad religosa no se funda en
dar nunca la impresión de que se facilita o se aprueba las infideli- una disposición subjetiva de la persona, sino en su misma natura-
dades al compromiso conyugal. Cada caso concreto, teniendo en leza. Por eso el derecho a esta inmunidad permanece también en
cuenta las múltiples circunstancias personales y comunitarias, exi- quienes no cumplen con la obligación de buscar la verdad y darle
giría la búsqueda de una solución adecuada para encontrar unos su admisión". El único límite señalado es que "no se puede impe-
cauces humanos y evangélicos que defiendan el ideal y se hagan dir su ejercicio, con tal que se guarde el justo orden público" 51 .
comprensivos con la falta o equivocación.
Según esto, todo ciudadano tiene un derecho inalienable para
Hay que reconocer que, contra esta práctica, se han levantado actuar conforme a su conciencia, aunque ésta, como es lógico, no
opiniones muy autorizadas, sobre todo por parte de la jerarquía responda a la enseñaza católica. Si para muchas ideologías religio-
eclesiástica, que desea mantener la disciplina tradicional 48 . Esto sas y hombres de buena voluntad el divorcio es una solución
elimina la esperanza de unas orientaciones públicas y oficiales, aceptable, supuesta la ruptura del matrimonio anterior, no se ve
como habían comenzado a realizarse en algunas diócesis y se pe- en virtud de qué principio el Estado tiene que exigir en su legisla-
día con insistencia en otras 49 . Sin embargo, no parece con ello ción una absoluta indisolubilidad. De acuerdo con lo dicho ha-
excluida la posibilidad de una solución más comprensiva en el bría que afirmar más bien lo contrario. El "justo orden público"
ámbito de su vida privada 50 . no se mantendría así —impidiendo la libertad de conciencia—,
sino evitando las arbitrariedades que pudieran darse, mediante
La legislación del divorcio civil: una jurisprudencia lo más justa posible. Encontrar una salida le-
la libertad religiosa gal a los problemas matrimoniales resueltos, según los imperati-
vos de su propia fe o de su ética, es un derecho a defender, inclu-
Otro problema diferente sería el juicio n.Mal sobre la legisla- so en una legislación que se quiera adjetivar como cristiana.
ción que permitiera el divorcio civil. La ética política enseña que

48
Cf. F. BERSINI, / divorziati risposati e l'anuHisiior-e ai sacramenti, en El principio de tolerancia:
"CivCatt", 130/2 (1979), 550-567. donde recoge los principales documentos del obligación ética y licitud jurídica
magisterio.
49
Ver, por ejemplo, la carta de A. F. LE BOURGEOIS, Le probléme des divorcés
remariés, en "DocCath", 73 (1976), 885-887, sobre la que tuvo que hacer, con Por otra parte, esta búsqueda del mayor bien posible postula
posterioridad, algunas precisiones. Cf. "DocCath", 74 (1977), 645-646. también en ocasiones la tolerancia de ciertos abusos y deficiencias
50
Cf. i. M. DÍAZ MORENO. Reflexión jurídica sobre la pastoral de las uniones que sería mucho mejor por supuesto que no se diesen en la reali-
irregulares, en "EstEcl", 53 (1978), 291-320, con el que estoy plenamente de dad. Pero la vida no está compuesta exclusivamente de ideales, ya
acuerdo. Ahí puede encontrarse la bibliografía principal. Posteriormente se ha
publicado, AA. VV., Le remariage des divorcés, Du Cerf, Paris 1978. F. DELTOM- que la existencia del pecado y de la fragilidad humana explica la
BF, Pour une solution pastorale du probléme des divorcés remariés, en "Supplé- multitud de comportamientos que no se ajustan a los valores éti-
ment", 32 (1979), 329-354. C H . M. GUILLET, Divorcés remariés et communion cos o religiosos de cada persona. Por ello, un problema planteado
eucharistique, en "Supplément", 32 (1979), 355-364. F. COCCOPAEMERIO, Posizio-
ne ecclesiale dei divorziati risposati e dei cristiani acattolici in relazione al proble-
ma dell"ammissione ai sacramenti, en "ScCatt", 108 (1980), 235-284. F. JAVIER 51
ELIZARI, Pastoral de los divorciados y de otras "situaciones irregulares", Paulinas DH, 2. Estas limitaciones aparecen repetidas, de una o de otra manera, en
Madrid 1980. L. Rossi. Divorcio, en DETM, 1309-1313. los primeros números de la Declaración. Una síntesis buena, a lo largo de la
historia, en F. MOLINARI, Tolerancia, en DETM, 1076-1094.
484 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR LA INDISOLUBILIDAD DEL MATRIMONIO 485
desde los tiempos más antiguos es la distinción entre lo legal y lo precisamente la que debe imponer, de una manera externa y coac-
moral, la licitud jurídica y la licitud ética52. tiva, lo que debería nacer de un convencimiento religioso e inte-
Esto supone que, desde el punto de vista moral, puede ser rior. Si Dios mismo respeta nuestra libertad para que podamos
lícita una legislación que permita o tolere un mal, aunque para la negarle nuestra adhesión, sería absurdo que los poderes públicos
conciencia de esa persona constituya también una auténtica falta. no aceptasen semejante posibilidad y obligaran a la fuerza, cuan-
La razón última de esta postura pertenece al ámbito de la pru- do los individuos no desean actuar de acuerdo con sus exigencias
dencia política. Tolerar una conducta, aunque fuese deshonesta, religiosas. Esta intromisión sólo estaría justificada para la defensa
mediante una determinada legislación, puede resultar en su con- del bien público y común. Y no parece que el hecho del divorcio,
junto más beneficiosa que la absoluta prohibición, cuando se como ya hemos dicho, sea un atentado contra el derecho natural,
sabe que con ésta no se pueden evitar las prácticas contrarias. pues la misma Iglesia lo concede en algunos casos.
Con un régimen de tolerancia se busca conseguir el mayor bien La aceptación del divorcio civil no significa, pues, renegar de
posible, o evitar otros males peores que pudieran darse. El tema la propia fe o caer en un indiferentismo religioso. Serviría para
con sus diferentes aplicaciones había sido tocado por todos los posibilitar a unos el cumplimiento de sus propias creencias perso-
grandes teólogos clásicos. Y la conclusión de santo Tomás, al nales, para no exigir a otros por medios jurídicos lo que resulta
reflexionar sobre este problema, es de una claridad impresionan- obligatorio por motivos religiosos o, en general, evitar consecuen-
te: "Por lo tanto, la ley humana no puede prohibir todas las cosas cias peores, si legalmente se impusieran todos los imperativos
que prohibe la ley natural" 53. morales y cristianos, sobre todo cuando "en la sociedad actual
Siempre serán un motivo de discusión las aplicaciones de este no todos los ciudadanos entienden el matrimonio desde nuestra
principio a los hechos reales y concretos, como el aborto, la pros- perspectiva cristiana" 54 . Y si hay algo claro en los tiempos en que
titución y el divorcio, por citar los más frecuentes. Pero es claro vivimos es que —estemos o no de acuerdo, lo creamos positivo o
que si en una sociedad concreta el número de divorcios ilegales y negativo— el cristiano tendrá que aprender a vivir cada vez más
uniones ilegítimas fuese llamativo, resultaría más beneficioso sin el apoyo de seguridades legales, en un clima psicológico que
para la comunidad, de acuerdo con la prudencia política, regular no le servirá de ayuda para el cumplimiento de sus compromisos
de alguna manera esos "matrimonios" clandestinos, para impe- evangélicos.
dir, al menos, otras posibles consecuencias negativas, ya que la
praxis resulta imposible eliminarla a pesar de las prohibiciones
legales existentes.
El divorcio no será nunca un ideal

A pesar de todo lo dicho hay que reconocer también las difi-


Exigencias religiosas y coacción legal cultades concretas que cualquier legislación sobre el divorcio
comporta, y no ser tan ingenuos como para ignorar sus conse-
Tal vez esta última causa no se dé todavía en alguna sociedad cuencias y peligros.
concreta, pero quedaría por analizar la postura del Estado frente Su aceptación civil puede tener el riesgo de olvidar un punto
a los católicos que, contra la enseñanza actual de su credo, bus- que me parece muy importante: el divorcio debe considerarse, en
quen en el divorcio civil una solución para sus propias dificulta- cualquier hipótesis, como un fracaso, como un hecho lamentable
des insuperables. Cuando no se quiere vivir un ideal evangélico, y en ocasiones también —¿por qué negarlo?— como una auténti-
que exigiría a veces una actitud heroica, porque la fe personal es ca infidelidad. Aunque su reglamentación jurídica fuera lícita des-
irrelevante y sin apenas intluencia en la vida, no es la ley civil de una perspectiva ética, y para otros incluso una solución moral-
mente aceptable, nunca podremos presentarlo como la meta y el
52
ideal del matrimonio. Lo ideal sería ciertamente que nada ni nadie
Cf. C H . ROBF.RT, Le legal el le moral, en "DocCath", 71 (1974), 883-890. destruyese el amor definitivo y la fidelidad mutua que se.habían
R. HKCKKL. Loi sur le divorce el platique chrétienne de la politique. en "CahAct
RelSoc", nn. 97-98 (1976), 1-66. Es evidente, por tanto, que no todo lo que está prometido. Podrá ser una solución de emergencia para situaciones
permitido legalmente es lícito desde el punto de vista moral.
53
5. Th-, I-II, 96,2 ad 3. Por ello la misma Conferencia episcopal española 54
afirma que el legislador no está "obligado siempre a elevar a la categoría de Instrucción colectiva del episcopado español sobre el divorcio civil, n. 5, en
norma legal todo lo que es exigencia ética, o que debe reprimir con medidas Divorcio, enseñanza y misiones. PPC, Madrid 1980, 11-12. Un comentario de esta
legales todos los males en la sociedad" [o. c. (n. 47), n. 114]. Instrucción en J. M. DÍAZ MORUNO. La instrucción colectiva del episcopado espa-
ñol y el proyecto de ley civil de divorcio, en "RyF", 201 (1980), 292-298.
486 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
LA INDISOLUBILIDAD DEL MATRIMONIO 487
difícilmente sostenibles y hasta heroicas, pero en el fondo de todas
ellas habrá que admitir la existencia de un error, de una equivoca- Por ello la ley debe evitar al máximo las consecuencias deplo-
ción o de una culpa. rables del divorcio, cuando su práctica se transforme en una cos-
El cariño conyugal no puede ser, en teoría, un compromiso tumbre fácil, en una solución inmediata, que ponga en peligro la
pasajero, algo que se utiliza mientras sirve o interesa, como si se seriedad y permanencia, al menos, que debe tener el matrimonio.
tratara de un objeto que se abandona cuando sale un nuevo mo- Lo que se justifica por un respeto a la conciencia ajena o se tolera
delo en el mercado. Supongo que nadie irá al matrimonio con la para evitar males mayores, no puede convertirse en un atentado
ilusión de constatar un día que ya no se quieren, ni es posible la contra la estabilidad de la familia, o en una sutil invitación para
convivencia. La conyugalidad es una invitación a lo definitivo, a no afrontar los problemas y dificultades que suelen presentarse y
la permanencia fiel, a la unión más profunda entre dos personas, que constituyen a veces el sendero difícil para una mejor armonía
a la encarnación del amor en los hijos, a una vida compartida en y reconciliación posterior.
su totalidad, aunque después, por desgracia, no siempre llegue a Un peligro que aumenta todavía cuando el tema se utiliza
realizarse. como instrumento político. Lo que interesa, entonces, no es bus-
Este presupuesto elemental conviene subrayarlo, pues la exis- car el mayor bien posible para las personas y para la comunidad,
tencia del divorcio puede oscurecer estos valores fundamentales, sino valerse de una promesa demagógica que facilite la obtención
de unos votos populares. Y es comprensible que cuanto mayor
como si la permisividad religiosa o moral —para los que la
amplitud y facilidad se ofrezca, se despierte también, sobre todo
acepten—, o la simplemente jurídica, supusiera una negación de
en ciertos ambientes, una mayor simpatía que, en el fondo, es lo
lo afirmado. Mucha gente tendría la impresión de que lo verdade- único que se pretende 55.
ramente importante y decisivo es que los cónyuges tengan la posi-
bilidad de divorciarse, cuando lo verdaderamente importante y
decisivo es que los cónyuges aspiren a quererse con plenitud y
autenticidad. Conclusión
Por eso la reflexión sobre el matrimonio no debe realizarse, en
cualquier caso, desde una perspectiva pesimista, como sería que- La opción a favor o en contra de su tolerancia civil puede
darnos sólo en el fracaso de la pareja. Si el drama de ciertos estar, por ello, justificada desde un punto de vista ético, según
matrimonios debe constituir un motivo de preocupación, de ayu- prevalezcan, en la óptica personal de cada individuo, las ventajas
da fraterna, de estímulo para nuevas iniciativas, nunca será, sin o inconvenientes de esa alternativa. Un juicio que podrá variar
embargo, el lugar más oportuno para descubrir todas sus posibili- mucho de acuerdo con la legislación concreta que en cada situa-
dades. El ideal del matrimonio y de la familia abre nuevos hori- ción se presente.
zontes —modestos y limitados si se quiere, como todo lo Por todo lo dicho, no parece conveniente —respetando otras
humano— que impiden centrarse sólo en lo negativo y lamenta- opiniones más autorizadas— que la Iglesia, en las actuales cir-
ble de la misma realidad. Una legislación que subraye exclusiva- cunstancias, ponga todo su esfuerzo en evitar a toda costa cual-
mente el lado oscuro del matrimonio olvidaría otros muchos as- quier posible legalización civil del divorcio. La gran mayoría de
pectos de mayor urgencia e interés. las naciones lo tienen ya reglamentado de alguna manera. Creo
que se trata de un proceso irreversible, por una serie de razones
que no siempre comparto ni considero positivas. En hipótesis,
sería mucho mejor para todos que el fracaso matrimonial, como
Otros valores comprometidos:
la estabilidad del matrimonio
55
"La experiencia enseña que este tipo de legislación es prácticamente irre-
Y es que lo que aparece en el fondo de muchas discusiones versible y mueve a los propios legisladores a deslizarse por el plano inclinado de
la progresiva multiplicación de las causas que declaran legalmente roto el com-
actuales es algo más que la conveniencia o no de reglamentar su promiso conyugal. Y así resulta verdad que 'divorcio engendra divorcio', ya
licitud jurídica. Lo que está en juego muchas veces es una concep- que prácticamente sirve de incitación a matrimonios sin problemas insolubles,
ción auténtica del cariño, de la familia, de la fidelidad, para con- pero víctimas del medio ambiente" [Instrucción..., o. c. (n. 54). n. 4c]. Para la
vertir el matrimonio en una especie de amor libre y periférico anterior ley existente en España, durante la República. R. SANZ ni: Dii-:<¡o. Los
españoles pudieron divorciarse, en "RyF", 195 (1977), 58-69. Sobre las consecuen-
donde el más mínimo cansancio o dificultad justificara otras nue- cias de la última ley de divorcio en Francia, M. DARMON. Le divorce aujowd'hui.
vas aventuras. en "Etudes", 348 (1978), 753-768.
488 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR

la enfermedad, no se diese en la vida, pero una vez que existe el


enfermo habrá que buscarle alguna terapia.
Su trabajo debería orientarse para que esa legislación fuera lo
más justa posible y respetara, al menos, ciertos valores que en
ninguna hipótesis se deberían sacrificar. Ella podrá seguir mani-
festando al mundo en su enseñanza el ideal del matrimonio y
preparando a los cristianos para que aspiren a vivirlo por convic-
ción, sin necesidad de coacciones legales, y ofrezcan así con su CAPÍTULO X
compromiso sincero un testimonio luminoso de amor conyugal.
LA VIRGINIDAD COMO FORMA DE VIDA CRISTIANA

La realidad del celibato:


interrogantes que plantea

No es una paradoja hablar de la virginidad en un libro que


trata sobre el sexo y el amor, a no ser que aquélla se conciba
como una negación de todo lo relacionado con la esfera afectiva
y sexual. Pero una concepción de este tipo traería lamentables
consecuencias y quien así viviera no tendría nada de virgen por
muy continente que fuese. La vida virginal es una forma de en-
frentarse y de vivir esa dimensión básica del ser humano, aunque
por un camino diferente al del matrimonio. La renuncia al ejerci-
cio de lo genital y a compartir la existencia con una persona no
supone dejar en el olvido un aspecto imprescindible también en la
vida del célibe. La capacidad para el amor y el desarrollo de su
sexualidad constituyen una tarea de la que nadie puede eximirle.
Por ello, el tema no sólo encaja dentro de esta problemática, sino
que resultaría incompleto de no apuntar esta nueva perspectiva.
De hecho, son muchas las personas que por unas razones o
por otras viven el celibato en nuestra sociedad. Su número va
además en aumento, debido a una serie de circunstancias que
posibilitan el que no se acuda al matrimonio como la única so-
lución para asegurarse el futuro. Todas ellas deberían encontrarle
un sentido a esta situación, aunque a veces sea impuesta en contra
de la propia voluntad, y descubrir los valores y características
que le son inherentes. Tal forma de vida específica encierra una
serie de aspectos positivos y enriquecedores para el conjunto de
la comunidad, que sería injusto no tener en cuenta cuando se da
una aceptación libre e integradora de un dato que no ha sido
objeto con frecuencia de una previa elección. El enfoque cristiano
tendría que abarcar a los diferentes tipos de célibes, cuyo deno-
minador común radica en no haberse casado, con todo lo que
ello comporta'.

1
Entre lo poco que se ha escrito sobre el tema puede verse M. MONNOYIR,
Reflexiones sobre el celibato involuntario, en AA. VV., Matrimonio y celibato, Estela,
490 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
LA VIRGINIDAD CRISTIANA 491
Sin embargo, nuestras reflexiones van a centrarse fundamen- El hecho me parece bastante evidente. La idea de que el ma-
talmente sobre el celibato religioso. Su motivación y las condicio- trimonio puede ser también un auténtico camino de santidad,
nes psicológicas para vivirlo le dan un relieve especial, que lo una forma de plenitud cristiana para aquellos que aspirasen al
nacen más inteligible. Desde ahí podrán iluminarse otros aspec- más alto ideal evangélico, resultaba demasiado desconocida en la
tos del celibato no consagrado, y mucho de lo que digamos sobre tradición. La mentalidad más común era precisamente la contra-
aquél tendrá también su aplicación en éste, con ciertas diferencias ria: no cabía la posibilidad de un encuentro serio con Dios mien-
ogicas y comprensibles. De la misma manera que sin compren- tras no se renunciara a esta experiencia humana del amor conyu-
der y captar su valor humano, sería difícil intentar una elabora- gal, que se consideraba como un verdadero obstáculo.
ción teológica2. La abundancia de textos que podrían recogerse sería impre-
. Primero que tendríamos que preguntarnos es sobre el sen- sionante 3 . Es cierto que la Iglesia en su conjunto nunca ha acep-
tido de una vida como ésta y sobre los riesgos y dificultades que tado el matrimonio como estado pecaminoso, pero las limitacio-
conlleva. En casi todas las culturas los celibatarios han sido ob- nes espirituales y religiosas puestas por los autores eran tan
jeto de una profunda incomprensión, que no ha desaparecido por grandes, que su imagen ideal quedaba infravalorada y sin relieve
completo de nuestros ambientes actuales. Todavía se les observa para la conciencia cristiana 4 .
con un cierto recelo, como si se tratara de personas raras, egoís- El célebre texto de san Pablo (1 Cor 7,32-35) sobre los proble-
as o sin mayor atractivo para despertar algún interés. Incluso el mas del matrimonio y la libertad del virgen, que se preocupa sólo
niismo celibato religioso ha perdido mucho de su carácter sagra- de agradar al Señor, fue interpretado de una forma demasiado
P e idealista, como lo demuestran las múltiples discusiones re- restrictiva. La idea de fondo suponía una imposibilidad de querer
lentes sobre su obligatoriedad en los sacerdotes, y el no conside- conyugalmente a una persona y servir al mismo tiempo a Dios.
rarlo ya como un signo de privilegio. Parece como si la elección tuviese que realizarse entre dos opcio-
nes contradictorias: "Aquel que se casa no peca, pero él mismo
encadena su espíritu, porque se vuelve ansioso de agradar a su
Influencias ideológicas y culturales: mujer. Mucho más feliz sería si su solo deseo fuera agradar a
'a división del corazón Dios" 5. San Agustín, a pesar de su tono matizado, explícita con
claridad su pensamiento: "Esto no significa que la esposa católi-
Una primera constatación se impone en el campo de las moti- ca no se preocupe de agradar a Dios, sino que piensa mucho en
• c l o n e s históricas. Hoy no podemos aceptar como válidas y ob- ello, porque piensa también en las cosas de este mundo y en agra-
J Uvas todas las razones que se han dado en las diferentes épocas dar a su marido" 6 .
P^ra justificar la virginidad. Con esto no negamos la validez de Tanto en Oriente como en Occidente la temática sobre la divi-
infl C S t a d o c o r n o éste > sino simplemente afirmamos que muchas sión del corazón ha sido constante en la literatura cristiana 7 . Y
hiendas ideológicas y culturales sobre el sexo y el matrimonio todavía en tiempos muy recientes Pío XII recordaba esta inter-
Provocaron una inexacta valoración de la vida celibataria; in- pretación: "El Apóstol no condena a los maridos por tener cui-
dad n C I a S q U e n o s r e s u l t a n incomprensibles para nuestra mentali- dado de sus esposas, ni a las mujeres porque pongan todo su
a
y con muy poco fundamento. Todas ellas nacen de un idénti- esfuerzo en agradar a sus maridos. Pero afirma que sus almas
co
presu u están divididas entre el amor a Dios y el cariño a sus esposos" 8.
r P e s t o : la concepción peyorativa de la sexualidad y los
vid6 y sos echas
P q u e e n torno al matrimonio, como forma de 3
a
cristiana, se han dado con tanta frecuencia. E. KCRNS. Teología del matrimonio, Euramérica, Madrid 1968, cap. VII.
4
La sacramentalidad del matrimonio es una condena clara de todas las con-
ductas maniqueas y pesimistas. Sin embargo, el mismo santo Tomás lo coloca
O a -pe f» I
como el último de todos, porque posee el mínimo grado de espiritualidad
ves i n 1 9 6 9 ' 2 6 9 " 2 7 5 - M. ORAISON. Le célibal. Aspect négatif, réaliiés positi-
(IV Sent. d.2, q.I, a.3 ad 1). De hecho, hasta épocas muy recientes, para el que
¿a'j C Centurión, Paris 1973. G. MANCO. Les celibalaires. París 1973. M. ECK. quisiera aspirar a la perfección, no le quedaba otra alternativa que esta renuncia.
L
'homm"e dU celibataire- Ed
- Universitaires, Paris 1974. AA. VV., Le célibal.
X lutt Sam comPaSne- La femme sans compagnon. Université, Bruxelles 1974. El quedar reservado para los cristianos de tropa era una idea demasiado universal.
5
¿ "fVRNOT, Les célibais. Risques et chances, en "Eludes", 352 (1980), 559-577.
S. AMBROSIO. Expositio in ps. 118.32, PL. 15,1300. Para una recta interpreta-
ción del texto paulino, cf. L. LÜGRAND. San Pablo y el celibato, en J.'COPHI-NS
197o 66 I fV7 LOCHT ' Z ' í ' célibaU e n A A - v v -> Célibal el sexualilé. Du Senil, París (dir.), Sacerdocio y celibato. Edica, Madrid 1971, 254-267.
h
¡én ' M R U n l i b r o t u y a lectura recomendamos por su gran interés. Cf. tam- 6
rra De bono coniugali. c. 11, nota 13, PL. 40,382-383.
e Sa OND!;T ' 1 - RAÜUIN, El celibato evangélico en un mundo mixto. Sal Te- 7
J. E. KFRNS. O. f ..(n. 3). c. VIH.
d
f'ea'suli ™ 1 9 8 ° - U n a a m P l i a bibliografía en M. AUGE. Rassegna bibliogra- 8
Sacra Virginitas, A AS, 46 (1954), 168.
"° verginita consacrata (1966-1976). en "Claretianum", 19 (1980), 97-125.
492 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR LA VIRGINIDAD CRISTIANA 493
De ahí que los que aspiren a una mayor perfección deban deci- 14
tarlo . El trabajo por los demás, la ilusión de vivir para los otros
dirse por la virginidad. Como diría san Agustín, explicando el y jamás para sí —como decía san Juan Crisóstomo—, que debe-
deseo de san Pablo de que los que tengan mujer vivan como si no ría ser un motivo cristiano para abrazarlo, lo convierten en algo
la tuvieran: "De todo esto concluyo que en nuestro tiempo sólo temerario y desaconsejable. Cualquiera que leyese estos textos y
aquellos que no tuviesen dominio de sí deberían casarse" 9 . otros semejantes podría creer que la virginidad es válida precisa-
mente por ofrecer una vida más cómoda y exenta de preocupa-
ciones. Con la ventaja, además, de haber escogido una vida más
Visión negativa del matrimonio
perfecta y meritoria.
Pero la explicación de todo esto tiene raíces más profundas.
Este deseo por fomentar la virginidad y alejarse del matrimo- Lo que no se podía superar de ninguna forma era el' concepto
nio era impulsado de múltiples maneras. A veces las motivacio- peyorativo sobre la sexualidad. Más que el mismo matrimonio
nes son puramente humanas y de una parcialidad manifiesta, sin
son las relaciones sexuales las que no podían integrarse dentro de
mantener el más mínimo equilibrio objetivo. San Jerónimo afir-
ma que "las mujeres envejecen muy pronto, sobre todo aquellas una dinámica que aspirase a la perfección. Sobre el sexo, como
que tienen marido" 10, y san Ambrosio cree que si no es posible la ya hemos visto, han caído demasiadas sospechas y recelos para
condena del matrimonio, sin menosprecio de la verdad, tampoco vincularlo, aunque se viva con toda su densidad humana, con la
nadie que tenga sentido común negará las cargas impresionantes esfera de lo religioso y sagrado. Cuando él se hace presente, des-
de ese estado ". En la descripción de estas dificultades concretas aparece el gusto por las cosas de Dios 15, el hombre se hace "ente-
la imaginación supera con creces a toda realidad. Parece como si ramente carne" 16, ni hay posibilidad de entregarse a la oración y
no hubiese otro estado con más tragedias y calamidades y sin a la práctica de la virtud. San Agustín lo había afirmado sin
otro alivio y consuelo. El siguiente texto de san Juan Crisóstomo ninguna clase de reparos: "Para mí nada hay que deba ser tan
es suficiente para ver hasta dónde llegan las exageraciones: radicalmente evitado como las relaciones sexuales. Creo que
nada rebaja tanto el alma de un hombre como las caricias de una
"Es cosa seria casarse con una mujer pobre y otra distin- mujer y las relaciones conyugales, que forman parte del matri-
ta hacerlo con una rica. La una disminuye la fortuna del monio" n .
hombre y la otra su autoridad y libertad. Es una carga
pesada tener hijos, más grande todavía el no tenerlos. En el
primer caso queda sometida a una gran esclavitud; en el La pureza cultual:
segundo resulta inútil haberse casado con una mujer. El
niño cae enfermo, miedo grande. Muere joven, dolor gran- el celibato de los sacerdotes
de. A cada época de su crecimiento viene la ansiedad, la
inquietud, el trabajo por él..., tal es la vida. Teodora, que La historia del celibato sacerdotal confirma esta visión negati-
lleva un alma comprometida con tantos cuidados, que sirve va. Una de las motivaciones más influyentes en su existencia fue
a los otros, vive para ellos y jamás para sí" u . sin duda la pureza cultual. El sexo se vive como una mancha y

Y lo más curioso de todo es que, a pesar de los sufrimientos ley al rehusarlo, entonces esto sería ciertamente posible. Pero si un hombre, libre
que lleva consigo, el matrimonio no es una fuente de méritos ni para rehusar el yugo del matrimonio, escogiese más allá de toda obligación y
recompensa sobrenatural, porque su elección no es impuesta a sin que nadie lo fuerce, el ponerse a sí mismo en esas molestias para que se haga
más difícil la conquista de la virtud, esto no tiene ningún valor" (S. JUAN CRI-
nadie como obligatoria, sino que es producto exclusivo de la pro- SÓSTOMO. De virginitate, c. 45. PG. 48,567).
pia libertad l3 y, por ello, disminuye el mérito en vez de acrecen- 14
"Con frecuencia, los imprudentes se casan contra el consejo del Señor y
para responder a la llamada de la carne y de su concupiscencia. El resultado es
que estas tribulaciones y molestias tienden a disminuir el mérito más que a acre-
* De bono coniugali. c. 10, n. 10. PL. 40,381. Ver también De .sánela virgini- centarlo" (A. SALMERÓN, Comentara in Evangelicam historiam, Coliniae 1612,
lale, c. 9, n. 9. PL. 40,400. 50-51).
10
Epistolae. 117, n. 10. PL. 22,959. 15
"El placer de la carne engendra la fatiga y el disgusto por las cosas de
" De virginitate, c. 6, nn. 32-33. PL. 16,274. De viduis, e. 13, n. 81. PL. 16,259-260. Dios y hace al hombre incapaz de acciones virtuosas" (DIONISIO EL CARTUJANO,
12
Ad Theod. Lapsum. 1,2, n. 5. PG. 47,314. In Lucam, 14, a.37). Ver también los comentarios en In I Cor 7, n. 7; In I Pe-
15
"Decidme: ¿Quién lo lia forzado a tomar una carga tan pesada? Si esco- tri, 3,a.6; In Tob., 6,6.
giendo el matrimonio el hombre obedeciera a un mandato, o si violara alguna 16
PEDRO LOMBARDO, Collectanea in I Cor, 6, PL. 191,1593.
17
Soliloquia, 1,1, c. 10. PL. 32,878.
494 PRAXIS CRISTI ANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOfl
LA VIRGINIDAD CRISTIANA 495
como una especie de profanación que aleja al hombre de la esfera
sagrada y del ámbito religioso. Ya en el AT se ordenaba a los papa Dámaso refleja con nitidez cómo se concebía la sexualidad
sacerdotes israelitas abstenerse de las relaciones sexuales antes de y su relación con el sacerdocio:
su servicio en el templo, y los participantes en la guerra santa
quedaban sometidos a parecidas restricciones. La ablución se uti- "Quienes se ponen al servicio de las criaturas realizando
liza como un rito frecuente para eliminar determinadas impurezas la función de la procreación pueden llevar el nombre de
y entrar en el reino de lo sacro. Esta misma mentalidad va a estar sacerdotes, pero no son dignos de él..., no puede confiarse
latente en muchas prescripciones eclesiásticas para imponer el celi- el misterio de Dios a hombres como éstos 'incrédulos man-
bato, y constituye uno de los argumentos fundamentales para su cillados' (Tit 1,15), en quienes la impureza y la incontinen-
defensa y exaltación '8. El sacerdote, que está llamado a un servicio cia manchan la santidad del cuerpo...; sacerdotes y diáco-
constante en su ministerio, debe renunciar a todo lo que dificulte nos osan rebajarse y comportarse como los animales" 21.
su encuentro con Dios. Y el ejercicio de la sexualidad, más todavía
que el hecho de estar casado, se hace incompatible con las exigen- La idea, por tanto, de que las relaciones sexuales tienen algo
cias de su vocación. de impuro y son incompatibles con el culto litúrgico penetra en
todos los ambientes cristianos. El mismo Pío XII lo manifiesta
Por eso la legislación se irá haciendo cada vez más rigorista.
explícitamente en su encíclica sobre la virginidad:
En un principio no se aceptan para las órdenes a los que hubie-
ran contraído nuevas nupcias, ni éstas son permitidas a los sacer- "Pero los sagrados ministros no renuncian al matrimo-
dotes que hayan enviudado 19. Durante los primeros siglos, aun- nio tan sólo porque se dedican al apostolado, sino también
que el celibato no es requerido para la ordenación, al clérigo porque sirven al altar. Si ya los sacerdotes del Antiguo Tes-
ordenado ya no le es lícito casarse. A partir del Concilio de Elvi- tamento, cuando servían en el templo, habían de abstenerse
ra se extiende la costumbre de no tener relaciones sexuales, ni temporalmente del uso del matrimonio para no contraer una
siquiera con la legítima esposa, después de las órdenes, y ya en el impureza legal, como los demás hombres, ¿cuánto más nece-
siglo v los obispos empiezan a ser elegidos entre el clero célibe. saria no será la castidad perpetua en los ministros de Jesu-
Más tarde se proclamó la nulidad del matrimonio intentado por cristo, que diariamente ofrecen el sacrificio eucarístico?22
los clérigos de órdenes mayores y fue desapareciendo casi por
completo la ordenación de personas casadas 20 . La decretal del Incluso entre los laicos cristianos, la unión conyugal, en de-
terminados días de fiesta o de comunión, se desaconsejaba hasta
18
El estudio más completo sobre este punto es el de R. GRYSON. Les origines tiempos muy recientes.
du célibal ecclésiastique du premier au septiéme siéele, Ducuiot, París 1970, y Dix
ans de recherches sur les origines du célibal ecclésiastique. Réflexions sur les
publications des années 1970-1979. en "RevThLouv", 11 (1980), 157-185. También
H. CROUZEL, El celibato y la continencia eclesiástica en la Iglesia primitiva, en J. Un presupuesto diferente:
COPPENS (dir.), o. c. (n. 5), 268-300. G. SLOYAN. Motivos bíblicos y palristicos del la vocación cristiana del matrimonio
celibato de los ministros de la Iglesia, en "Concilium", n. 78 (1972), 169-186.
" Es la interpretación dada a los consejos de san Pablo (cf. 1 Tim 3,2-5 y 12;
Tit 1,6) de que los encargados del gobierno de la Iglesia fuesen "hombres de una Las únicas causas que motivaron el esplendor y la frecuencia
sola mujer". La traducción más exacta, según la exégesis moderna, sería que se de la vida virginal no fueron éstas exclusivamente, ni el hecho de
mantienen fieles a su mujer. Cf. S. LYONNET, "Unius uxoris vir. en "VerbDom", rechazarlas supone un ataque directo contra la virginidad. Si las
45 (1967), 3-10.
20
Para la evolución histórica del tema, cf. A. M. STIEKLER, La evolución de la
hemos criticado es para intentar una purificación en el campo de
disciplina del celibato en la Iglesia de Occidente desde el final de la edad patrística al las motivaciones.
Concilio de Tremo, en J. COPPENS (dir.), o. c. (n. 5), 301-358. C. CAFFARRA. A nadie podemos decirle hoy para entusiasmarlo con la virgi-
Riflessioni inlroduttive alia storia del celibato sacerdotale. en "RivTeolMor", 2 nidad que, si se casa, no podrá amar a Dios con todo su corazón
(1970), 71-85. L. MERINO BARRAGÁN, Origen y vicisitudes históricas del celibato y que va a encontrarse dividido entre este amor y el cariño a su
ministerial, en "Burgense", 12 (1971), 91-161. M. RODRÍGUEZ, El celibato. Herder,
Barcelona 1975, 144-180. J. BUGGE. Virginitas. An Essay in the History of a cónyuge, porque, además de ser falso —el amor humano es tam-
Medieval Ideal, Nijhoff, The Hague 1975. M. SOTOMAYOR, Sobre la ley del celibato bién una vereda hacia el de arriba—, no es verdad que el hecho
en el clero latino; puntualizaciones históricas, en "Proyección", 24 (1977), 21-28. J.
ALONSO DÍAZ. El celibato eclesiástico a través de la historia, en "ByF", 5 (1979),
229-240. Para Oriente un buen resumen en D. J. CONSTANTELOS. Matrimonio y 21
Decretal a los obispos de las Galias. Citada por R. GRYSON. o. c. (n. 18).
celibato en la Iglesia ortodoxa, en "Concilium". n. 78 (1972), 187-196. 129.
22
Sacra Virginitas. AAS, 46 (1954), 169-170.
496 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR LA VIRGINIDAD CRISTIANA 497
de no casarse evite esa división. Ni el que rehuya el matrimonio no será nunca un egoísta interesado. Ante estas personas, capaces
para evitar sus problemas y dificultades y entregarse a una vida de renunciar a sentimientos muy legítimos y naturales por cubrir
más tranquila, cómoda y meritoria, demuestra una madurez hu- una necesidad que para ellas les resulta insoslayable, no hay más
mana y mucho menos haber comprendido el sentido evangélico remedio que descubrirse con respeto, sea cual sea la función que
de lo que significa hacerse "eunucos por el reinado de Dios" (Mt desinteresadamente pretendan realizar.
19,12). La renuncia finalmente al ejercicio de la sexualidad por Incluso cuando la vida lo impone de una manera forzosa o
considerarlo como algo impuro e indigno en cualquier hipótesis, involuntaria habría que reflexionar muy en serio sobre las posi-
manifestaría una estructura neurótica, carente de toda valoración bilidades abiertas a esas personas, en el campo de la servicialidad
humana y sobrenatural. comunitaria, y no admitir, como única alternativa, la frustración
Nuestro punto de partida, para aceptar la validez y riqueza de o la nostalgia en donde muchas se encierran. El hombre maduro
semejante forma de vivir, nace de un presupuesto diferente. El ser se enfrenta con realismo a las condiciones adversas, hasta encon-
matrimonial es una vocación cristiana con todas sus exigencias, y trarles un sentido que ilumine su propia situación. La libertad
los casados no se santifican a pesar de su matrimonio. Ellos se consiste en asumir un proyecto, que cada uno elabora con todos
encuentran también llamados a la plenitud del amor, aunque su los datos de la existencia, muchos de los cuales no serán nunca
forma de conseguirlo sea distinta, porque cumplen otra función elegidos por nosotros mismos.
en el cuerpo de la Iglesia. Ni se puede negar la belleza del sexo
cuando se vive con cariño y alcanza su grado máximo de expresi-
vidad en la entrega mutua de los cónyuges. ¿Qué sentido tiene,
entonces, la virginidad? Hacia una fundamentación sobrenatural:
eunucos por el Reino

Justificación humana de la virginidad Esto, que tiene validez y justificación como fenómeno huma-
no, alcanza también un significado religioso23. En tiempos de
Jesús se aceptaba la castración de hombres para desempeñar
Sin acercarse siquiera a las motivaciones religiosas, creo que ciertas funciones específicas. El eunuco aparecía como guardián
en la misma esfera de lo humano podemos encontrar una plena del harén en cargos administrativos y militares, que le estaban
justificación a este género de vida. Se trata de una situación vi- más bien reservados por su condición especial, al no tener heren-
vencial en la que la entrega plena a un valor, que se considera cia ni otras ambiciones dinásticas. Se convertían en tales para
urgente e inmediato, lleva consigo la necesidad existencial de per- prestar un servicio al reino. En aquel ambiente, la invitación de
manecer soltero. El celibato aparece así como un actitud creado- Cristo no aparecía tan extraña; Predicó un ideal para los hom-
ra para el fomento y la realización de un valor determinado que bres comprometidos que quisieran vivir, como El, para entregar-
exige la supresión de otro tan bueno y apetecible como el amor se a la tarea de la evangelización. Desde entonces hubo quienes
conyugal. La vivencia, para realizar una tarea o prestar un servi- se sintieron tan cogidos por la persona de Jesús y su obra, que
cio concreto, resulta tan exigente que el sacrificio de otros valo- sintieron la necesidad de seguirlo, dejando a un lado otras posibi-
res, que podrían constituir un obstáculo o dificultad, se considera lidades y valores. Son aquellos que abandonaron todo "por mí y
secundario. Es una preocupación experimentada por dentro para por la buena noticia" (Me 10,29). Los que no se atrevieron a
entregarse con mayor independencia a lo que se considera digno contraer matrimonio para vivir como eunucos al servicio de su
de semejante opción, pero que no tiene por qué menospreciar las
otras opciones, ni rebajarlas de categoría.
23
El celibato verdadero —no cuando se acepta por otras moti- Como estudios de conjunto, L. LIGRANIX La doctrina bíblica sobre la virgi-
nidad. Verbo Divino, Estella 1967. E. Senil i CBIIXKX. El celibato ministerial, Si-
vaciones inconscientes e inmaduras— supone siempre una actitud gúeme, Salamanca 1968. M. NICOI.AU. Virginidad y continencia en la Sagrada Es-
de disponibilidad y servicio a los otros. Jamás estará motivado critura, en "Manresa", 47 (1975), 19-40. P. FRANQLJISA. La virginidad en el Nuevo
por un narcisismo egoísta y cómodo, como puede darse en el Testamento, en "ViRel", 40 (1976), 7-30. F. FISTORAZZI. La scelta celibataria alia
típico solterón. La chica que no se casa por cuidar de unos pa- luce delta S. Scritlura. en AA. VV., // celibato per il Kegno, Ancora, Milano 1977.
dres o de un enfermo que la necesita, o el que no quiere distraer C. Qut-i.i.l-:. Celibato y virginidad a la luz de la reflexión evangélica, en "ByF", 5
(1979), 268-286. J. I. GONZÁI.FZ FAUS. La teología de cada día. Sigúeme, Sala-
su energía y su tiempo para trabajar con mayor plenitud en bien manca 1976, 62-93. G. G. GAMBA. La "eunichia" per il regno dei cieli. Annotazio-
de la humanidad ó de una ideología que le llena por completo, ni in margine a Matteo 19.10-12. en "Salesianum", 42 (1980), 243-287.
498 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR LA VIRGINIDAD CRISTIANA 499
24
reino (Mt 19,12) . El valor del celibato no lo constituye la ne- Dimensión escatológica:
gativa de contraer matrimonio, sino la orientación definida ha- la promesa definitiva de Dios
cia la persona de Cristo y su obra, que imposibilita a algunas
personas, de manera concreta y existencial, la preocupación por Por otra parte, la virginidad es también un enigma que mani-
otras tareas diferentes. Se da, como si dijéramos, una dedica- fiesta la trascendencia de nuestra realidad presente y de nuestros
ción exclusiva, que facilita la realización de un proyecto de- valores actuales. Como Jesús había explicado a los fariseos, las
terminado. ideas sobre la vida futura que mantenían no estaban de acuerdo
Por aquí va toda la dimensión cristológica y eclesiológica de con la verdad: "Estáis muy equivocados, porque no comprendéis
la virginidad. Jesús, como persona, puede constituir el centro de las Escrituras ni el poder de Dios. Porque cuando llegue la resu-
la vida y mantenerse con El una familiaridad tan íntima, que rrección ni los hombres ni las mujeres se casarán, serán como án-
excluya la entrega matrimonial con otra persona. El deseo de geles del cielo" (Mt 22,29-30). Deducir de aquí que el amor celes-
encontrarse con los demás y ponerse a su servicio no irá en la te es deshumanizante o que la existencia venidera se convertirá en
línea de la conyugalidad. Hay ya alguien con el que el célibe se una espiritualización platónica y desencarnada sería una lamen-
siente definitivamente comprometido en su existencia. A partir de table equivocación. La transformación que supone el mundo fu-
esa unión personal el celibato se manifiesta como un servicio turo resultará siempre enigmática, pues nuestra imaginación no
de disponibilidad al servicio de la Iglesia. La libertad de com- puede sospechar lo que ella es y cómo se realiza. Cristo no ha
promiso y obligaciones familiares, tan dignas y sagradas como venido a revelarnos la naturaleza de la resurrección eterna, sino a
cualquier otra, posibilita la intensidad de un trabajo y ciertas descubrir la dimensión escatológica y definitiva de la existencia
formas de realizarlo, que no puede exigirse con una vida de actual, a enseñarnos que el matrimonio y el amor humano tienen
familia. también una forma trascendente y distinta, sin que sepamos
Creo que todo el tema del cor indivisum contiene un realismo cómo será. Cerrarnos a esa dimensión sería mutilar'un aspecto
extraordinario. No porque al amar al otro cónyuge el corazón se básico de nuestra vida cristiana, y el hombre, apegado a la inme-
divida y limite la capacidad de querer a Dios con toda plenitud, diatez de los valores presentes, tiene el peligro de olvidar lo que
sino porque ese hecho del amor matrimonial supone una serie de va a venir. El célibe se convierte, por ello, en una llamada cons-
obligaciones y exigencias que dificultan una dedicación sin lími- tante hacia esa eternidad.
tes ni condiciones. El problema no es simplemente de sentimien- Que dos personas se quieran mucho y que lleguen a contraer
tos, como si Cristo y el cónyuge se disputaran el corazón de una matrimonio no plantea ninguna interrogación. Es una cosa natu-
persona, sino de realidades más profundas: estar disponibles con ral, cuya explicación no sale del ámbito humano. El que se casa
facilidad para cualquier tarea, sin tener que contar con el peso no formula una pregunta a la que tenga que responderse con el
gozoso de una familia. Serían auténticos profesionales del evan- más allá, pero el que renuncia a ella por motivos religiosos pre-
gelio, dispuestos a una vida de perpetuo riesgo (1 Cor 15,13)25. senta un enigma, que no se puede resolver con un sentido inma-
nente. La única respuesta válida tiene un origen sobrenatural y
24
Q. QUESNELL, "Eunucos por el reino" (Mt 19,10-12) e indisolubilidad matri- eterno. La fe en lo que ha de venir, en lo que todavía no está al
monial, en "SelecTeol", 9 (1970), 265-271, refiere esta perícopa exclusivamente a alcance de su mano, le hace ya vivir de una forma anticipada el
los que se hacen eunucos por mantenerse fieles al ideal evangélico del matrimo- mundo futuro. Hace ya presente, de alguna manera, en este mun-
nio indisoluble. Sin embargo, casi todos los exegetas afirman que ahí aparece do la promesa definitiva de Dios, advierte y recuerda que el senti-
también, al menos, una invitación a la virginidad. G. GALOT, La motivation évan-
gélique du célibat, en "Gregorianum", 53 (1972), 731-757. G. Ruiz, "Eunucos por
do más profundo de la vida no se agota aquí abajo, dentro de
el Reino" (Mt 19,12). ¿Dos interpretaciones contradictorias?, en "SalT", 61 (1973), nuestras coordenadas temporales, sino allí donde el tiempo deja
83-92. F. MARÍN, Más sobre Mt 19,12. en "SalT", 61 (1973), 533-546. TH. MA- paso a la eternidad 26 .
TURA, Le célibat dans le Nouveau Testament, daprés l'exégése récente, en "Nouv-
RevTh", 107 (1975), 481-500 y 593-604. Desde una óptica antropológica la paternidad humana es
25
Bajo esta perspectiva se interpreta hoy, con diferentes matices, el célebre una forma parcial de vencer a la muerte. El hijo es como una
texto de san Pablo. El mismo Vaticano II modificó otras redacciones anteriores prolongación de la propia existencia hasta el punto de que, cons-
que mantenían ésta como rivalidad entre el amor a Dios y al cónyuge. Como
tampoco quiso admitir aquellos modos en los que aparecía una concepción pesi-
mista de la sexualidad. Cf. los documentos en G. MOIOLI. Per una rinnovata ri- Cf. LG, 44, donde, al hablar de los religiosos, se apunta de nuevo esta
flessione sui rapporti tra matrimonio e verginitá. 1 principali documenti del Magis- triple dimensión cristológica, eclesiológica y escatológica, de la que hemos trata-
tero, en "ScCatt", 95 (1967), 234-248, la parte dedicada a este Concilio. do. L. GUTIÉRREZ VEGA, La virginidad en su dimensión de sit;no v de escaiología.
en "ViRel", 40 (1976), 31-42.
500 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
LA VIRGINIDAD CRISTIANA 501
cíente o inconscientemente, es utilizado muchas veces para col-
mar el narcisismo, encubrir dificultades conyugales o compensar El mismo problema del celibato sacerdotal no puede plantear-
otros vacíos internos. La renuncia a convertirlo en objeto de la se desde otra perspectiva. Hablar de una ley que se impone a los
felicidad personal supone un desprendimiento doloroso. De algu- clérigos de la Iglesia latina me parece un vocabulario inexacto e
na manera hay que morir —y hoy los padres experimentan esta inaceptable. Nadie puede obligar a un género de vida que tiene
sensación con mayor frecuencia que antes— para que el otro que ser, por su naturaleza, carismático, pues una obligatoriedad
viva, desprenderse de la imagen idealizada con tanta ilusión para que naciese de la ley resultaría insoportable. Y aquí creo que
que sea él quien la construya. Sin insistir, entonces, en una visión puede encontrarse la raíz de muchas reducciones al estado laical.
sobrenatural, el equilibrio de un celibatario puede cuestionar y El hecho de tener una vocación clara al sacerdocio no significa,
purificar el verdadero sentido de esta paternidad. La muerte es por ello, poseer el carisma de la virginidad. Lo mismo que se inten-
aquí también semilla de un futuro mejor. ta discernir los signos de la llamada al sacerdocio, habría que
El sacrificio que supone una elección de este tipo es algo se- descubrir también si existen las señales de ese carisma. Aquella
cundario. Lo primero es la opción gozosa por un estilo de vida persona que se ordenara de sacerdote y aceptara el celibato como
que compromete en su totalidad y que la llena de sentido. Sin una mera condición o requisito necesario tendrá necesariamente
embargo, Lucas, el evangelista de las exigencias más absolutas y que sentir lo imperfecto de su elección. Sin una auténtica voca-
radicales, señala también este último aspecto como una forma de ción previa hacia la virginidad, la Iglesia romana no quiere otor-
la cruz que nos vincula con Cristo (14,26-27). Renunciar a la gar el ministerio a los candidatos al sacerdocio.
mujer y a los hijos es una manifestación del radicalismo, que se Se podrá discutir si es conveniente o no mantener la exigencia
nos puede pedir y que se verá más adelante recompensado (18,29- de un verdadero carisma para poder ser ordenado, pero en caso
30) 27 . positivo el sacerdote tendrá que experimentar la llamada virginal
lo mismo que siente su vocación al sacerdocio. Esto significa,
como es lógico, que la Iglesia latina, entre las posibles vocaciones
Descubrimiento de un doble carisma: que pudiera tener, sólo quiere aquellas que sienten, además, esta
virginidad y sacerdocio segunda vocación hacia el celibato. Las razones, repito, de esta
limitación serán discutibles y de hecho motivan hoy la abundante,
La elección de este camino no es una posibilidad ofrecida a literatura sobre el tema, pero si se acepta su conveniencia ya no
todos. Justificar esta forma de vida, tan brevemente señalada, no se podrá hablar de una ley, de una imposición obligatoria, sino
es suficiente para sentirse comprometido con ella. En el campo de una opción libre y descubierta por el valor mismo de la virgi-
de las opciones más fundamentales, como la profesión y el amor, nidad.
no bastan las puras ideas. Nadie se enamora por las razones que
se afirman con posterioridad para explicar el hecho. Se quiere a
una persona porque uno ha descubierto algo que permanece Virginidad y matrimonio:
oculto y sin relieve para los demás. enseñanzas de la tradición
Algo parecido podríamos decir del celibato. Se pueden com-
prender intelectualmente las razones que motivan su existencia, Si se acepta el matrimonio y el celibato como dos funciones
pero permanecer fríos e indiferentes cuando se trata de su acepta- diferentes y complementarias dentro de la Iglesia, la superioridad
ción. Descubrir su sentido personal, como opción válida para de uno u otro estado aparece como una cuestión accidental y de
una vida en concreto, es producto exclusivo de una revelación: bastante poco interés en nuestros días. Ambas vocaciones hay
"No todos pueden con eso que habéis dicho, sólo los que han que vivirlas como exigencias necesarias a la vida cristiana, evitan-
recibido el don" (Mt 19,11). Experimentar con la cabeza, y sobre do el orgullo sutil de la exclusividad o mayor importancia de
todo con el corazón, que vale la entrega definitiva a este valor, alguna de ellas.
como es válida la entrega matrimonial que se hace a otra perso-
La tradición ha insistido siempre en la superioridad del esta-
na, es indicio de que se ha recibido este carisma especial. En este
do virginal sobre el matrimonio. Postura que parece lógica cuan-
caso la invitación de Cristo es categórica: "El que pueda con eso
do la valoración de la vida conyugal partía de unos presupuestos
que lo haga" (Mt 19,12).
negativos, como hemos visto. La definición de Trento constituyó
27 después una base firme para insistir en la misma doctrina: "Si
El aspecto sacrificial de la virginidad en L. LKGRAND. O. C. (n. 23), 65-84.
alguno dijere que el estado conyugal se ha de anteponer al estado
\
502 PRAXIS CRISTI ANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMO^
LA VIRGINIDAD CRISTIANA 503
de la virginidad o del celibato, y que no es mejor y más feli?
permanecer en la virginidad o en el celibato que unirse en matri- una completa degradación. El voto de castidad se oponía al evan-
monio (cf. Mt 19,1 lss; 1 Cor 7,25ss, 38-40), sea anatema" 28 . gelio y a las exigencias más elementales del sentido común. Sólo
A primera vista, el sentido de esta declaración resulta claro. es posible en aquellos casos en que manifiestamente Dios lo acep-
Pío XII lo interpretó así en la encíclica sobre la virginidad: tara y esto no es posible saberlo hasta cumplir, por lo menos, los
sesenta años. Por ello, se defendía como un derecho el abandono
"Esta doctrina, que establece las ventajas y excelencias
de la virginidad contraída cuando alguno se sintiera impotente
de la virginidad y el celibato sobre el matrimonio, fue pues-
con semejante compromiso. Romper el voto, en estos casos, es
ta de manifiesto, como lo llevamos dicho, por nuestro divi-
como el que roba en caso de necesidad. La Iglesia, pues, no tiene
no Redentor y por el Apóstol de las gentes y, asimismo, en
ningún derecho a imponer esa obligación permanente como re-
el santo concilio de Trento (Ses. XXIV, Can. 10) fue solem-
quisito previo para el sacerdocio n.
nemente definida como dogma de fe y declarada siempre
por unánime sentir de los santos Padres y Doctores de la En este contexto la definición tridentina requiere una doble
Iglesia" 29 . interpretación. La visión antropológica de enfocar el matrimonio
no parece la más objetiva o adecuada, y, sobre todo, se busca
Sin embargo, la interpretación de esta enseñanza creo que condenar la concepción protestante, que supervaloraba el estado
puede ser matizada con el Vaticano II y con los estudios que conyugal como el único posible al hombre caído y rechazaba casi
tenemos para el análisis de los documentos conciliares. Para por completo el valor de la vida virginal. Trento defiende la pure-
comprender el exacto sentido de la declaración tridentina, hay za de la fe católica y excluye aquellos valores que no están de
que tener en cuenta el contexto cultural y polémico en que se acuerdo con la tradición. La doctrina protestante iría contra el
fraguó. En las actas del concilio se percibe claramente una orien- sentido cristiano auténtico del matrimonio y de la virginidad,
tación que identifica a la castidad con la continencia perfecta. El pero tal vez, como una hipótesis fundada, podría pensarse en una
matrimonio se insinúa, una vez más, como el estado de aquellos formulación más completa, cuando se tratara de precisar el pro-
que no saben contenerse y que no consiguen, por tanto, una blema planteado sobre la superioridad de un estado sobre otro ".
auténtica virtud. Es una concesión hecha a la incapacidad del La Sacra virginitas nace también en un clima polémico. Se
hombre caído, que no puede dominar su propia sexualidad30. trata de "condenar los errores que con frecuencia se presentan
La ideología protestante constituía, además, un ataque direc- con apariencia de verdad", y entre los cuales aparece de nuevo
to contra ciertas verdades fundamentales en este terreno. Ya con una supervaloración del matrimonio, como "instrumento más
anterioridad a la reforma se habían levantado voces contra el eficaz aún que la misma virginidad para unir las almas con
celibato obligatorio. Los abusos frecuentes hacían creer a mu- Dios... y un medio de santidad más perfecto que la soledad de
chos que sería mejor permitir el matrimonio de los clérigos y corazón de las vírgenes y los célibes". La virginidad, por el con-
dejar como opcional esa renuncia 31 , pero la doctrina de los refor- trario, se considera como un estado en el que el hombre no puede
madores iba mucho más adelante. No sólo se pretende defender cohibir la fuerza del instinto sexual sin causar graves daños a la
la superioridad del matrimonio sobre la virginidad, sino que ésta salud y equilibrio de su persona, y por el que permanece alejado
era considerada en términos bastante negativos. Las alabanzas y de la comunidad humana. De ahí que se "atrevan a aconsejar
excelencias de ¡a vida solitaria fueron transferidas por completo a
32
la vida del hogar. El camino más apto y eficaz para conseguir la S. E. OZMENT. Matrimonio y ministerio en las Iglesias protestantes, en
perfección era la vida de familia, mientras que la virginidad, fue- "Concilium", n. 78 (1972), 197-216, donde trae abundantes testimonios de la
doctrina protestante sobre el celibato. Algunas posturas cercanas se encontraban
ra de algún caso excepcional y extraordinario, era un semillero de también en autores católicos. Cf. J. COPPLNS. Erusmo y celibato, en .1. COPPI-.NS
perversiones y crímenes sexuales, un ideal absurdo abocado a (dir.), o. c. (n. 5), 359-372.
33
Así concluye su documentado estudio G. MOIOI i: "Debe, por tanto, rete-
28 nerse como infaliblemente cierto, ya que está definido, que la negación protestan-
DS, 1810 (980).
2 te va contra el sentido auténtico del matrimonio y de la virginidad; mientras, en
' Sacra Virginitas, en AAS, 46 (1954), 174.
30 el extremo contrario, debe retenerse infaliblemente cierto el carácter cristiano de
Algunos documentos y citas en G. MOIOLI. a. c. (n. 25). 205-215 principal-
la afirmación tradicional. No está, sin embargo, precisado —según nuestra
mente.
opinión— qué es lo que en tal afirmación, homogénea con el espíritu cristiano,
" Ver J. LYNCH. Crítica de la ley del celibato en la Iglesia católica del renaci-
se encuentra formalmente revelado y qué es, por el contrario, lo que representa
miento a nuestros días, en "Concilium", n. 78 (1972), 217-235. Y sobre todo
una formulación de este dato, en el que se contienen 'suposiciones implícitas'
A. M. STICKLER. O. C. (n.- 20), 346-358.
que, en cuanto tales, no pertenecen a la fe y hacen, por tanto, contingente tam-
bién una determinada expresión tradicional" \u. c. (n. 25), 228].
504 LA VIRGINIDAD CRISTIANA 505
PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR

Rué es más deseable vivir en matrimonio que consagrarse del mente quiere la disponibilidad total, nota distintiva de esta mi-
todo a Di os" 34 sión, acepta también libremente la vida célibe" 37 .
Una mentalidad como ésta permanece ajena a toda la doctri- Querer encontrar en estas afirmaciones un desprecio o minus-
na anterior de la Iglesia. El Papa rechaza esta forma extremista valoración de la virginidad sería completamente inexacto. He
de plantear el problema y, en ese contexto, reafirma de nuevo la querido sólo insinuar una posible matización en la postura más
enseñanza del Tridentino, pero las mismas precisiones hechas so- tradicional, para que no se vea en ella algo que resulta bastante
bre el significado del Concilio, en relación a la condena protes- incomprensible. Decir que la virginidad es un estado superior y
tante, podrían hacerse a la encíclica de Pío XII, con relación al más perfecto que el matrimonio ha surgido de una concepción
naturalismo de ahora, sin olvidar que la visión antropológica so- antropológica hoy superada, y cuando los errores del momento
bre la sexualidad y el matrimonio no había cambiado todavía, propugnaban el extremismo contrario. Siempre se ha estado de
como en tiempos más recientes. acuerdo en que la mayor perfección depende de la caridad perso-
nal y que cada uno debe seguir la vocación a que Dios le tiene
destinado. Esto es lo principal y lo más importante. El otro plan-
teamiento comparativo, explicable en otras circunstancias dife-
rentes, no tendríamos por qué subrayarlo. La virginidad sigue
Doctrina actual de la Iglesia: teniendo pleno sentido, sin tener que mirar desde arriba la voca-
nuevas matizaciones ción de otros cristianos, que pueden seguir también con plenitud
la llamada de Dios.
Por ello creemos mucho más positiva la postura del Vatica-
no II, que ha querido prescindir, según parece, de una confronta-
ción en términos comparativos. Al menos, es significativo que, en La maduración psicológica en el celibato:
algunos de sus documentos, al tratarse sobre el tema, no se hayan una constatación de la realidad
citado los textos clásicos del Concilio de Trento ni de la Sacra
virginitas, o cuando se refiere a esta última es para exponer el Supuesta la fundamentación humana y bíblica de la virgini-
valor del celibato en función del sacerdocio 35. Sólo al hablar de dad, el sentido que tiene como forma de vida cristiana, quedaría
la formación de los seminaristas se cita la encíclica de Pío XII un segundo aspecto por considerar. Si el amor matrimonial debe
para insistir en "la mayor excelencia de la virginidad consagrada a ser una ocasión propicia para la apertura al otro y, en cierto
Cristo" (OT 10). sentido, un camino normal para la maduración psicológica, ¿no
Los documentos oficiales, después del Concilio, han conti- sería el celibato una especie de mutilación, la causa de los des-
nuado en la línea indicada por éste. Pablo VI, en su encíclica equilibrios de muchos célibes con todas sus consecuencias?
sobre el celibato, no recuerda para nada el tema de la superiori- Antes de responder a esta pregunta se impone una consta-
dad de éste sobre el matrimonio y, cuando cita a Trento o a la ción nacida de la experiencia. También en el matrimonio es posi-
Sacra virginitas, entre otros documentos, lo hace para confirmar ble encontrar desequilibrios, rarezas y neurosis más o menos
esta obligación y "estimular al clero a esta observancia" 36 . Algo compensadas. El conocimiento cercano de la pareja por dentro es
parecido podríamos decir del documento elaborado por el Síno- suficiente para caer en la cuenta de múltiples actitudes regresivas
do de Obispos (1971) sobre el sacerdocio ministerial. Lo que inte- e inmaduras de tantas personas que se quedaron a mitad de ca-
resa ahora es insistir en el sentido de la virginidad y en la múltiple mino en su proceso de evolución. Lo mismo que sería injusto
coherencia existente entre la misión pastoral y el celibato, que le cerrar los ojos a la riqueza humana y afectiva de muchos célibes,
hace mantener a la Iglesia su legislación vigente: "Quien libre- que han sabido explotar al máximo sus posibilidades psicológi-
cas. Esto demuestra la dificultad de una objetiva confrontación
34
35
Las expresiones están tomadas de A AS, 46 (1954). 174-177. para ver dónde, de hecho y en teoría, se alcanza un equilibrio
Se omiten esas citas en LG, 42 y 44. Cl. L. CABMILIS. Vocación universal a mayor. Si en uno como en otro estado existen personas con un
la santidad y superioridad de la vida religiosa en los capítulos V y VI de la Cons-
titución "Lumen gemium", en "Claretianum", 19 (1979), 5-96. En elPO, 16, nota 41,
psiquismo excelente, normal, pobre o patológico, esto significa
sólo se cita la Sacra virginitas para confirmar el valor escatológico del celibato.
Y tampoco se habla para nada en PC, 12. 37
El sacerdocio ministerial, PPC, Madrid 1972, 18. Cf. D. MARZOTTO. Sulla
36
De sucerdotali coelibatu, en AAS, 59 (1967), 671-672. natura del celibato sacerdotale. Analisi degli ultimi documenti del magistero, e"
"ScCatt", 107 (1979), 591-628.
506 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR I A VIRGINIDAD CRISTIANA 507
que no es tanto el género de vida cuanto la situación individual licaciones que, cuando se viven de una manera armónica y positi-
de cada uno la que facilita o entorpece su maduración. La re- va, constituyen un importante factor de equilibrio y felicidad. La
nuncia al amor conyugal o al ejercicio del sexo no son por sí vida sexual de los cónyuges es un lugar privilegiado para dar
mismas determinantes de ninguna anomalía psíquica38. De la salida también a otras pulsiones arcaicas, primitivas e insatisfe-
misma manera que la vida sexual y el matrimonio no sirven de chas que, de no encontrar este cauce, podrían hacerlo con otras
terapias eficaces para la curación de todos los conflictos. manifestaciones más peligrosas. El placer es además un lenitivo
Cada estado de vida tiene sus propias dificultades e inconve- de muchos problemas y compensa de alguna manera la fatiga y el
nientes, como también poseen sus ventajas y aspectos positivos. aburrimiento que provoca con tanta frecuencia la vida. El que
Lo importante es que cada uno descubra su vocación, en la que experimenta hacia él un sentimiento de repugnancia, desprecio o
llegue a centrarse por completo, y desde ahí trabaje en la realiza- temor tendría que examinar más a fondo los motivos de su elec-
ción plena de su personalidad. ¿Cómo conseguirla dentro del ción. Su renuncia en el célibe no se basa en la apatía o indife-
celibato? rencia, sino en la opción por otros valores que le resultan
Ningún célibe puede ser maduro y equilibrado si no fuese preferentes.
capaz psicológicamente de hacer feliz a otra persona en el matri- Un segundo aspecto de mayor importancia consiste en la
monio. La virginidad no debería estar reservada para los fracasa- ausencia del compañero con el que compartir la vida entera y
dos en el amor por limitaciones personales, como tampoco debe- sentirse privilegiado como sujeto de un amor único, exclusivo y
ría casarse ninguna pareja por ciertas necesidades o exigencias totalizante. La soledad humana descubre aquí su remedio más
falsas o inconscientes. La relación oblativa, humilde y respetuo- oportuno. El encuentro definitivo con el otro, en todos los nive-
sa, es la meta de todo el proceso evolutivo. Y para mantener se- les de la existencia, es un remanso de fortaleza, dinamismo y
mejante orientación en la vida virginal me parecen imprescindi- bienestar. En medio de las dificultades y problemas queda un
bles estas dos condiciones previas y fundamentales. espacio reservado para recuperar la ilusión y la alegría. Es el
maravilloso sentimiento de que todo tiene sentido, porque la feli-
cidad se hace posible con el cariño que se comparte y experimen-
La opción por la virginidad: ta. No es raro que al pasar el ecuador de los años —los antiguos
consecuencias de un compromiso designaban esta etapa como el diablo meridiano— se produzca
un cierto tedio y monotonía existencial, precisamente en el mo-
El punto de partida tendría que ser la libre aceptación volun- mento en que muchas cosas se vienen abajo y el realismo penetra
taria de lo que significa la virginidad: la renuncia a la más bella y en el alma, sin ilusiones ni otras ingenuidades, como una fuerza
profunda de las experiencias humanas 39 . En el fondo, aunque desoladora. La búsqueda de alguien que, como refugio mutuo y
expresada ahora de forma negativa, es vivir para siempre con una compañía amorosa, compense el mundo solitario se añora con
cierta soledad básica, que nada ni nadie podrá nunca llenar. Ni mayor urgencia que la misma gratificación sexual. La participa-
siquiera el amor del Otro responde directamente a las urgencias ción común en los misterios de dolor y gozo hace de la pareja un
humanas que el corazón necesita. pequeño oasis. A pesar de todo, el epitafio de Adán sobre la
Hay un primer vacío de todo lo que dice relación con el ejer- tumba de Eva deja de ser ficción literaria para convertirse en
cicio de la sexualidad. La continencia, ya hemos dicho, que no es realidad: "Donde quiera que estuvo ella, estuvo el paraíso" 40 . Y
el virgen no tiene este aire único, que refresca y tonifica el duro
dañina ni patológica, pero evidentemente que priva de unas grati-
desierto de la vida.
38
Cf. Psychopatologie et célibat, en AA. VV., o. c. (n. 2), 113-159. P. CHAU- Finalmente no podemos olvidar tampoco que el instinto de
CHARD. Celibato y equilibrio psicológico, en J. COPPENS (dir.), o. c. (n. 5), 499-518. paternidad es una nostalgia escondida en el corazón del hombre
M. ECK. Sacerdoce et sexualité, Fayard, Paris 1973. L. ANCONA, Perfección huma- y más todavía en el de la mujer. El hijo, aun sin ser un reflejo del
na y espiritual en el matrimonio y en el celibato consagrado, en Matrimonio y celi-
bato, o. c. (n. 1), 79-113. narcisismo paterno, despierta poder e iniciativas creadoras y
39
Todo lo que digamos a continuación se refiere a un ideal que no siempre completa de alguna manera el ansia de permanencia y sucesión.
llega a realizarse. La tragedia intima de muchos matrimonios, que muchas veces Detrás queda alguien por quien valió la pena el esfuerzo y ayudó
no se traduce hacia afuera, puede hacerse tan dolorosa que, aun humanamente, a enfrentarse con tantas "muertes" —incomprensión, rebeldía e
el celibato aparezca como una solución mejor, aunque ya inaccesible. Y desde
luego, la convivencia continua con una persona a la que no se quiere, resulta
mucho más difícil de soportar que una vida más solitaria. M. TWAIN, Diario tic Adán y Eva, Corregidor, Buenos Aires 1973.
508 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR

independencia de los propios ideales— antes de la última y defi- LA VIRGINIDAD CRISTIANA 509
nitiva. Si además constituye un triunfo, el retiro hacia la vejez se despertar un sentimiento de culpa y destruir con ello la buena
hace mucho más soportable 41 . conciencia que se quiere mantener. Entonces la persona se con-
Comprometerse con la virginidad supone, pues, la margina- tenta con una imagen ilusoria y narcisista de un yo virgen,
ción seria y gozosa de estos elementos, que facilitan de ordinario cuando el fondo no queda tan limpio y transparente como pien-
el éxodo de nuestro caminar por el mundo, y el convencimiento sa. Con el riesgo, además, de que todo ese mundo desintegrado
íntimo de esta posibilidad en las circunstancias concretas y perso- encuentre salidas falsas y se revele bajo otras manifestaciones en
nales del individuo. Sin una conciencia lúcida de esta situación apariencia más inocentes y virtuosas. Ni el desconocimiento ni la
especial y característica, la opción virginal tiene el peligro de ha- justificación mentirosa ayudan a una virginidad adulta. Toda
cerse ambigua y algo confusa. Como consecuencia nacería una maduración tiene que partir de un análisis sincero de la propia
sensación oculta e inconsciente del que no se encuentra a gusto ni realidad, cuyo encuentro no siempre resulta agradable 44 . Lo con-
centrado por falta de claridad en su decisión. Las verdades a trario conduciría a un posible autoengaño, que, como sucede mu-
medias, sobre todo cuando se encubre con una cierta mala fe chas veces, es captado desde fuera por las otras personas con
pseudojustificada42, desencadenan conflictos y proyecciones, cuya mayor facilidad que por el propio sujeto interesado.
raíz se ignora o no interesa conocer. La famosa "tercera vía",
entre matrimonio y virginidad, no se ha revelado hasta el mo- El equilibrio de la virginidad no resulta siempre estable y defi-
mento como un camino estable de maduración y perseverancia, nitivamente adquirido. La evolución hacia la madurez exige un
justamente porque se trata de individuos que no han clarificado cambio permanente, con sus correspondientes crisis para irse
todavía por qué desean optar, como si no quisieran excluir nin- adaptando a las nuevas exigencias personales, como sucede tam-
guna de las dos posibilidades43. bién en la biografía del amor matrimonial. Cuando la vida descu-
bre con realismo lo que significa la promesa hecha como un pro-
yecto lejano, hay que repetirla de nuevo con una dosis mayor de
autenticidad, eliminando lo mucho de imaginario que al principio
Análisis de la propia realidad: existía. Ser fiel consiste precisamente en la respuesta y acomoda-
la crisis de una evolución ción a las circunstancias presentes, dentro de la misma orienta-
ción fundamental45. El hombre maduro es el que sabe asumir los
Por ello se requiere, como segunda condición para madurar, acontecimientos, sorpresas con las que va tropezando, para
un discernimiento honesto de la situación en que cada uno se integrar todo en su primitiva elección. Y asumir es aceptar libre-
encuentra, y que posibilita llamar a cada cosa por su nombre. mente la novedad que se presenta sin quererla cambiar, cuando
Esta actitud de honradez y sinceridad consigo mismo es impres- no es posible, ni seguir adelante por otro camino.
cindible para evitar los múltiples engaños y autojustificaciones,
que evitan el enfrentamiento con la propia verdad. El peligro que Es normal, por tanto, que muchas ilusiones se rompan y apa-
existe en el celibato es que no interesa conocer los deseos, tenden- rezcan determinados conflictos o surjan con fuerza ciertas necesi-
cias, ilusiones, curiosidades y anhelos más íntimos, por miedo a dades, que habían permanecido demasiado silenciosas. Lo mejor,
entonces, no es dejarse llevar por las racionalizaciones, que justi-
41
fican otras experiencias inéditas en la vida virginal. Es el momen-
Cf. A. CHAPLLLE. Sexualité el sainlelé, Institut d'Etudes Théologiques, to de la reflexión y lucidez para recordar el significado del com-
Bruxelles 1977, 59-95.
42
Un estudio interesante, desde el punto de vista psicológico, para compren- promiso y, sin temor por los errores, fallos y equivocaciones, que
der esta "mala fe" puede verse en E. DREWERMANN. Angustia y culpa en el relato también pueden convertirse en una experiencia positiva, volver a
yahvista ele la caída (Gen 3.1-5). en "Concilium", n. 113 (1976), 369-381. una conducta coherente. Las situaciones irreversibles, en la hipó-
41
Pocos estudios existen sobre el tema, pero una amplia experiencia pastoral tesis de una auténtica llamada, son de ordinario consecuencia de
me ha confirmado que lo normal, después de un período más o menos largo de una actitud prolongada donde ha escaseado la luz o la decisión.
experiencias, es que se vuelva a una virginidad íntegra o se cambie de estado. Lo
difícil es que el individuo, mientras se halla en esa situación ambigua, acepte la Al fin y al cabo, para comprender muchas "razones", hay que
objetividad de este planteamiento, que lo siente demasiado externo e impersonal.
La necesidad de cambio surgiría por haber constatado que no se tuvo vocación 44
Recuérdese lo que ya dijimos en la tercera parte (cap. II) de Praxis cristia-
o porque ésta se hace ya incompatible y desaparece con este nuevo estilo de vi-
na. 1. Fundamentación, sobre la autenticidad del comportamiento.
vir. Cf. M. ALCALÁ, "Tercera vía" y antigüedad cristiana, en "RyF", 194(1976), 45
Una bibliografía amplia sobre la fidelidad en H. WATIAUX. La fidélité: re-
333-348, y G. CRUCHON. Celibato y madurez. La hora de la elección, en J. COP-
péres bibliographiques, en "RevThLouv", 5 (1974), 211-219 y 349-458. Recomien-
PENS (dir.), o. c. (n. 5), 479-498.
do de nuevo la lectura de V. AYEL. ¡nventer la fidélité aux lemps de certitudes
provisoires. Chalet, Lyon 1976.
510 PRAXIS CRISTIANA-OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR
LA VIRGINIDAD CRISTIANA 511
comenzar primero por vivirlas. Y ninguno captará el valor de su
propio celibato si no se ha comprometido a fondo con anterio- masiado enfermiza, destruye múltiples valores y fomenta una
ridad. serie de rarezas y comportamientos extraños, fronterizos con lo
Es posible, incluso, que problemas de diversa índole surjan en patológico, pues el corazón queda duro y reseco por una falta de
determinados períodos cruciales. La integración de la libido, aun riego afectivo. Sin creer que sea patrimonio exclusivo de los céli-
en los casados, no se consigue desde el comienzo y exige un es- bes, es evidente que algunas manifestaciones de esta sequedad
fuerzo permanente. Todo fracaso en la tentativa de continencia —rigorismo, incomprensión ante problemas humanos, reacciones
no es sistemáticamente un pecado. La voluntad no es omnipoten- infantiles, deseo de dominación, inflexibilidad... y hasta el mismo
te para dominar de inmediato los deseos incontrolados, cuya trabajo desenfrenado como excusa— pueden darse en ellos con
existencia resultaba desconocida hasta el momento por una cierta mayor propensión 47 .
represión e influjos ambientales. Ni siquiera el que las motivacio- Si ser virgen condujera sin remedio hacia ahí, sería algo
nes no fueran limpias al principio o quedaran inconscientes signi- monstruoso e inadmisible. El aprendizaje del amor por la vereda
fica falta de vocación, si hay capacidad de que evolucionen hacia de los encuentros personales es un punto de orientación para
un planteamiento más verdadero. Pero este descubrimiento y todo el mundo.
adaptación requiere tiempo, y no todos lo realizan sin una crisis La misma relación afectiva heterosexual no hay por qué re-
más o menos profunda y prolongada. Entonces, puede nacer la chazarla como elemento de equilibrio y maduración. El recelo
tentación del estancamiento, del conformismo, de hacer compati- excesivo de otras épocas, que superaba la prudencia imprescindi-
bles algunas conductas con las exigencias de la virginidad, que mu- ble, no sé si ha tenido un precio demasiado caro, aunque haya
tuamente se excluyen. Aunque el éxito pleno no fuera posible por fomentado la continencia. Un ambiente de mayor naturalidad
cualquier motivo, sería más evangélico el reconocimiento humil- parece mucho más sano y enriquecedor, con los presupuestos an-
de de la propia condición, al no disponer a lo mejor de los reme- teriores que acabamos de señalar. Incluso se ha discutido si una
dios necesarios, que el intento por justificar lo que no llega a amistad privilegiada con el otro sexo constituye una ruptura de la
vivirse. consagración virginal48. Me parece que ser virgen y estar "casa-
do", aunque sea nada más que con vinculaciones afectivas, son
realidades que se excluyen. Pero creo que lo característico del
La relación afectiva del virgen: "matrimonio" no reside en la fuerza del cariño vivenciado, sino
el encuentro con la mujer en hacer del otro el centro de gravedad, que determina y especifi-
ca la propia existencia. El célibe no se orienta por el camino de la
Supuestas ambas condiciones, el tema de la amistad adquiere conyugalidad, pues renuncia a compartir la vida en plenitud con
una importancia extraordinaria en la vida del célibe. Renunciar a otra persona, pero experimentar un amor, que le llevaría en cir-
la conyugalidad no significa cerrarse al amor. Es más, el que cunstancias normales hasta ello, no supone necesariamente una
nunca haya tenido una experiencia semejante ha perdido sin pertenencia exclusiva, una pérdida de autonomía y libertad, un
duda una posibilidad de maduración. Nadie alcanza un equilibrio nuevo esquema de valores y preferencias en su trabajo, ni un
humano suficiente, por muy santo que pueda ser en lo religioso, paso atrás en su compromiso anterior. Sabe lo que ha prometido
si no ha descubierto lo que significa amar a una persona 46 . Y y mantiene su palabra. Sólo que ahora puede vivirla con una
amar de verdad supone una experiencia afectiva, con profundas renovada ilusión y en un accimiento de gracias. La historia y la
resonancias, que no tienen nada que ver con otros idealismos experiencia ofrecen abundantes testimonios y documentos 4 '.
platónicos, demasiado espirituales.
4
Aunque el cariño no sea puro sentimiento, y hasta deba man- ' Cí. A. P1 í. La vie aff'ective du célibataire consucré, en "Supplément", 22
tenerse en su ausencia —según las diferentes categorías—, si al- (1969), 215-223.
4
* Recomiendo la lectura de E. GLNTILI. L'amour dans le célibat, Lethielleux,
canza un cierto nivel desborda necesariamente como algo inevita- Paris 1970. Un resumen de su pensamiento en Amor y amistad y Amor y consa-
ble. Una continencia que elimine la sensibilidad resulta de- gración, en DETM, 31-55. Del mismo autor, L'uomo, la donna e Dio, Pignerol,
Alzani 1968. L. RINSIR. Le célibal sacerdotal el la femme, en "Supplément", 22
4b
Lo mismo que no podemos amar a Dios sin amar a los hermanos, tampo- (1969), 175-206. J. H. MCGOIY. ¿Me arriesgaré a amar?. Sal Terrae, Santander
co podemos querer bien a Dios sin querer bien a los otros. La calidad humana 1974.
será idéntica en ambas relaciones. Sin embargo, una experiencia profunda y. "" J. HARANO. Temoignages. en "Supplément", 22 (1969), 207-216. E. GINTI-
auténtica de Dios podría servir, a su vez, para un enriquecimiento y maduración l.l. Consecrazione e amóte, Gribaudi, Torino 1972, especialmente 52-98. R. PER-
del encuentro personal. NAUD, Amitiés spirituejles. Les letlres de Jourdain de Saxe a Diane d'Ándalo, en
"VieSpir", 61 (1980), 817-830.
512 PRAXIS CRISTIANA - OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR I A VIRGINIDAD CRISTIANA 513

Requisitos fundamentales: que tal vez no se pueda prescindir. A través de las frustraciones,
cuando sabe integrarlas con elegancia, el hombre prosigue su ca-
la pobreza bienaventurada de un amor mino de evolución hacia la madurez, aunque no haya vivido en
Sin embargo, sería ingenuo e injusto no señalar, al mismo las mejores condiciones. Y es probable que los valores de esta
tiempo, los riesgos y equivocaciones que la vida nos enseña. Ad- amistad no produzcan sus frutos, mientras no se haya tragado
mitir en teoría que la amistad, incluso la más profunda, es buena la posibilidad de una vida solitaria, e incluso experimentado por
y enriquecedora no debería servir de justificación para ocultar dentro el realismo de esta situación.
una serie de equívocos, cuyas consecuencias no se constatan has-
ta que la situación se hace crítica o irremediable. Es muy difícil
superar los engaños cuando las relaciones se hacen demasiado
interesadas, y son muchas las motivaciones ocultas que dinami- Necesidad de una verdadera sublimación
zan el mundo afectivo. Lo que había comenzado como una expe-
riencia tan buena y extraordinaria termina donde nunca se había De cualquier manera, renunciar a una forma concreta de
soñado ni pretendido llegar. amor no supone ninguna regresión o estancamiento si las exigen-
Por muy fuerte que fuera el cariño hay un presupuesto que cias fundamentales del hombre se alimentan y satisfacen por
no debiera olvidarse: el amor del virgen será siempre el de una otros caminos. Esto significa que la sublimación, en el sentido
persona pobre, impotente, cuya expresividad queda limitada por más pleno de la palabra, es una urgencia para el celibato. Entien-
su compromiso anterior. Ser eunucos, como afirma el Evangelio, do por ella el proceso por el cual se ponen al servicio de otras
no hace referencia a un dato biológico, sino a la libre aceptación tareas superiores o de otro tipo aquellos instintos que originaria-
de lo que ya hemos dicho que significa la virginidad. No es posi- mente estaban orientados hacia metas más primitivas e inmedia-
ble el tipo de entrega propio de los cónyuges, porque ya se ha tas. En contraposición a otros mecanismos de defensa, tan pro-
ofrecido la vida por un camino diferente. Si el amor humano y pios de la neurosis, no conduce a un bloqueo de la personalidad,
todas sus manifestaciones están determinados por el respeto hu- sino que es algo dinámico y positivo, aunque a veces se la designe
milde y sincero al otro, aquí también los dos se encuentran orien- también como un mecanismo neurótico e inconsciente.
tados por un tercero. Cualquier vinculación afectuosa debe respe-
La falta de sublimación suele producir una tensión molesta.
tar esa lejanía, que exige todo un compromiso previo y más im-
El individuo no llega a sentirse centrado y a gusto en sus tareas,
portante. No es la falta de cariño o su poca fuerza lo que impide
porque la opción efectuada no llena todas las exigencias de su
una mayor donación, sino el hecho sencillo de no poder dar
personalidad. Humana o religiosamente queda una serie de lagu-
aquello que no es de uno, ni ya le pertenece. Por eso una relación
nas que impiden la sensación gozosa de que aquélla vale la pena
así participa del misterio doloroso de la cruz, porque supone el
y sirve para la realización del proyecto soñado. El punto decisivo
silencio de un lenguaje que de alguna manera separa y mantiene
para mantenerse fiel en cualquier vocación y trabajar con eficacia
distancias, pero al mismo tiempo se experimenta la bienaventu-
radica en la consistencia interior, cuando los ideales, las necesida-
ranza de una pobreza, que termina enriqueciendo y recrea el
des y las aptitudes se satisfacen por ese camino 50 . De lo contra-
corazón.
rio, va surgiendo progresivamente un sentimiento íntimo de des-
Por otro lado, es necesario enfrentarse con otra nueva posibi- integración, de hastío e inutilidad, que conduce a un cambio de
lidad. El amor será siempre una ofrenda y un regalo de la vida vida o a encontrar otras compensaciones de signo diferente. El
que no se puede jamás conquistar ni merecer. Es una experiencia auténtico solterón, con todas sus derivaciones consecuentes, es
de gratuidad absoluta, donde juegan muchos factores y, por ello, un producto típico de un celibato sin integrar. El llenar ciertas
hay ocasiones frecuentes en las que se capta su ausencia con un exigencias de manera distinta al común de los hombres reviste
sentimiento de nostalgia profundo. Una amistad auténtica consti- dificultades características y, por ello, debería exigirse un mayor
tuye un privilegio del que no es posible siempre disfrutar, al equilibrio que para el mismo matrimonio.
menos en sus niveles más íntimos. El remedio no es lanzarse
como un mendigo hambriento a la búsqueda y aventura de al-
guien que llene ese vacío interior. Cuanto más hambre y obsesión 511
Cf. L. RULLA. Psicología del profondo e vocazione, 2 vol., Marietti, Tormo
se experimente, más difícil será la maduración. Esta requiere 1976, y AA. VV., Slrullura psicológico e vocazione. Molivazioni di éntrala e di
como primer paso la reconciliación serena con una verdad, de la abandono. Marietti, Torino 1977. Ambos con abundante bibliografía.
514 PRAXIS CRISTI ANA -OPCIÓN POR LA VIDA Y EL AMOR

La dimensión sobrenatural:
prevalencia de los motivos religiosos ABREVIATURAS UTILIZADAS
Si la virginidad es de tipo religioso, la motivación básica debe
tener un fuerte contenido sobrenatural. El "por mí y por el Evan- AAS Acta Apostolicae Sedis
gelio" o el mensaje escatológico, como aparece en la revelación, "ActBibl" Actualidad Bibliográfica
serán los valores fundamentales vivenciados. Esto no significa ne- "AggSoc" Aggiornamenti Sociali
"AmerEcclRev" American Ecclesiastical Review
gar la conveniencia, e incluso necesidad —en la medida en que el "AmiCler" L'Ami du Clergé
progreso espiritual sea menor—, de otras gratificaciones y subli- "AnCal" Analecta Calasanctiana
maciones humanas. El problema reside en la proporción que de- "ArchTeolGran" Archivo Teológico Granadino
biera existir entre ambas.
"BLittEccl" Bulletin Litterature Ecclésiastique
Que el celibato se haya vivido por otras motivaciones menos "BritMedJour" British Medical Journal
religiosas ha sido una realidad de todos los tiempos. Bastaría "ByF" Biblia y Fe
pensar en la imagen sociológica que ha rodeado con tanta fre-
cuencia al sacerdote o religioso. El poder y la dignidad que repre- "CahActRelSoc" Cahier d'Action Religieuse et Sociale
"CahL" Cahier Lae'nnec
sentaba como depositario de lo sagrado, la autoridad y el presti- "CathBiblQuart" Catholic Biblical Quarterly
gio dentro de la comunidad humana, la aureola de lo que se "CathMedQuart" The Catholic Medical Quarterly
consideraba como la mejor profesión posible, el dominio pater- CFT Conceptos Fundamentales de Teología (Cristiandad)
nal que ejercía sobre los otros, el depositario y consejero en tan- "CienTom" Ciencia Tomista
tas confidencias, la palabra casi definitiva en muchos problemas "CivCatt" La Civiltá Cattolica
"CollCist" Collectanea Cisterciensia
y otros elementos semejantes, producían una alimentación psico- "CommetLit" Comminautés et Ljfurgies
lógica mucho mayor de lo que se creía 51 . "CuadDial" Cuadernos para el Diálogo
Hoy muchos de estos aspectos han disminuido de manera no- "CuadOrFam" Cuadernos de Orientación Familiar
"CuadRealSoc" Cuadernos de Realidades Sociales
table o desaparecido casi por completo. La gratificación humana "CyR" Cuenta y Razón
que provenía del ministerio se ha reducido en gran parte y no
puede encontrarse ahí una sublimación excesiva. Tal vez ahora DETM Dic. Ene. de Teología Moral (Paulinas)
eso mismo se busque por otros caminos 52 , pero entonces no ha- DMC Dic. de Moraf Cristiana (Herder)
bría que hablar de celibato religioso. No podemos caer en un "DocCath" La Documentation Catholique
DS Enchiridion Symbolorum (Denzinger-Schonmetzer)
esplritualismo exagerado, como no lo somos en el campo de la DTM Dic. de Teología Moral (Ed. Litúrgica Española)
alimentación o de otras necesidades biológicas. Negar las gratifi-
caciones humanas que la vida ofrece es propio de un neurótico o "EcclRev" Ecclesiastical Review
de un masoquista, pero tampoco podemos aceptar la virgini- "EetTh" Eglise et Théologie
"EnvirEth" Environmental Ethics
dad por un simple humanismo, pues además de no ser para siem- "EphlurCan" Ephemerides Iuris Canonici
pre un sólido y seguro fundamento, no existiría una dimensión "EphThLov" Ephemerides Theologicae Lovanienses
sobrenatural. Dicho con otras palabras y sin necesidad de otras "EscVed" Escritos del Vedat
explicaciones: Dios y el Evangelio tienen que pesar mucho en la "EstBibl" Estudios Bíblicos
vida afectiva del célibe y, como sucede en las grandes opciones, "EstEcl" Estudios Eclesiásticos
"EstFil" Estudios Filosóficos
será el sentimiento mucho más que las ideas lo que dé consisten- "EstTeol" Estudios Teológicos
cia a la vida. "EthScMed" Ethics in Science and Medicine
"EuntDoc" Euntes Hocete
sl
Cl'. E. Driles. Valor simbólico del celibato, en "Concilium", n. 78 (1972),
243-251. "FertSter" Fertílity and Sterility
52 "FolHum" Folia Humanística
No dudo de que, entre otras razones, ésta sea también una por la que, en
oposición a otras épocas todavía recientes, no se tiene interés especial en mani-
festarse con los distintivos característicos del sacerdote. Si antes el simple hecho GS Gaudium et Spes (Vat. II)
de serlo provocaba una ordinaria aceptación, ahora se teme por lo mismo un
cierto rechazo, y si aquélla se da, queremos que sea por la persona y no por lo "HastCentRep" The Hasling Center Report
que ella representa. Aunque me parece que unlversaliza demasiado, son intere- "HastCentSt" The Hasling Center Studies
santes las reflexiones de M. ECK. o. c. (n. 39), 97-111. HV Humanae Vitae
516 ABREVIATURAS ABREVIATURAS 517
"IgVi" Iglesia Viva "SalT" Sal Terrae
"IntPhQuart" International Philosophical Quarterly "ScCatt" La Scuola Cattolíca
"IrThQuart" Irish Theological Quarterly "ScEccl" Sciences Ecclésiastiques
"ScetEsp" Science et Esprit
"JourAmMedAss" Journal of the American Medical Association "ScriptVict" Scriptorium Victoriense
"JourMedEth" Journal of Medical Ethics "ScrTh" Scripta Theologica
"JourMedPhil" Journal of Medicine and Philosophy "SelecTeol" Selecciones de Teología
"SettCler" Settimana del Clero
"LavThPh" Laval Théologique et Philosophique "StLeg" Studium Legionense
"LetVie" Lumiére et Vie "StMiss" Studia Missionalia
"LinQuart" Linacre Quarterly "StMor" Studia Moralia
"LumVit" Lumen Vitae "StOv" Studia Ovetensia
"ManMed" Man and Medicine "ThSt" Theological Studies
"MedHom" Medicine de l'Homme "TribMed" Tribuna Médica
"MedMor" Medicina e Morale "TyV" Teología y Vida
"MisAb" Misión Abierta
"MiscCom" Miscelánea de Comillas "VerbDom"
"MisJov" Misión Joven Verbum Domini .
MM Mater et Magistra (Juan XXIII) "VieSpir" La Vie Spirituelle
"VÍN" Vida Nueva
"VyV" Verdad y Vida
"NewEngJourMed" The New England Journal of Medicine
"NouvPresMed" Nouvelle Presse Medícale ZEE Zeitschrift für Evangelische Ethik
"NouvRevTh" Nouvelle Revue Théologique
ZKTh Zeitschrift für Katholische Theologie
"OssRom" L'Osservatore Romano
OT Optatam Totius (Vat. II)

"PalCler" Palestra del Clero


"Periódica" Periódica de Re morali, canónica et litúrgica
PP Populorum Progressio (Pablo VI)

"QüestViCrist" Qüestions de Vida Cristiana

"RassTeol" Rassegna di Teología


'RechScRel" Recherches de Science Religieuse
"RevAgust" Revista Agustiniana
"RevCatTeol" Revista Catalana de Teología
'RevDrCan" Revue de Droit Canonique
"RevEclBras" Revista Eclesiástica Brasileira
"RevEspDerCan" Revista Española de Derecho Canónico
"RevEspir" Revista de Espiritualidad
'RevEspTeol" Revista Española de Teología
"RevFomSoc" Revista de Fomento Social
"RevFrSoc" Revue Francaise de Sociologie
'RevHistPhilRel" Revue d'Histoire et de Philosophie Religieuses
"RevInstJuv" Revista del Instituto de la Juventud
"RevNouv" Revue Nouvelle
"RevScPhTh" Revue des Sciences Philosophiques et Théologiques
"RevScRel" Revue des Sciences Religieuses
'RevThLouv" Revue Théologique de Louvaín
'RevThom" Revue Thomiste
'RevUnMad" Revista de la Universidad de Madrid
'RyC" Religión y Cultura
'RyF" Razón y Fe
'RivIntFilDir" Rivista Internazionale di Filosofía del Diritto
'RivTeolMor" Rivista di Teología Morale
ÍNDICE ANALÍTICO
ABORTO, 81-103 Consejo genético, 215s
Acción sobre el psiquismo y el com- Continencia periódica, 426-428
portamiento, 245, 253 Crecimiento demográfico, 84
Actitud: ante el cuerpo, 31 Cuerpo: glorificación del, 325-327
— ante matrimonios irregulares, 481- — significados del, 27-29, 282s
484 Culpabilidad subjetiva, 368-370
— ante la sexualidad, 259-267 Cultura, 11
Actividades arriesgadas, 109s — y sexualidad, 255ss
Agresiones:
— contra la naturaleza, 155-170 CHEQUEO GENÉTICO, 213-215
— contra la propia vida, 105-120
— contra la vida ajena, 121-134 DERECHO: a la salud, 187s
Agresor injusto, 130-134 — y matrimonio, 407s
Amor: base y fundamento de la se- Derechos de la persona en el terreno
xualidad, 337-339 sanitario, 183-196
— evangelio del, 318-320 Desprivatización de la moral, 41-45
— y felicidad, 303s Dimensión de la sexualidad:
— y procreación, 295s — procreadora, 291-293, 308s, 322-324,
Anidación, 88-90 363-366
Antagonismo en el hombre, 324s — unitiva, 294s, 309-312, 334s
Anticoncepción: — social y comunitaria de la conyuga-
— deficiencias en la, 83 lidad, 405-407
— desorden no siempre culpable, 453s Disolubilidad extrínseca del matrimo-
— postura de la Iglesia ante la, 430-432 nio, 462-464
Antropología: Distanasia (cf. Eutanasia)
— bíblica, 29-31 Divorcio:
— dimensión escatológica, 30 — en la praxis actual de la Iglesia,
— unitaria, 279-283 470-475
Autoerotismo (cf. Homosexualidad) — no será nunca un ideal, 485-488
Autoridad de Dios y vida humana, — y Biblia, 466-469
61-63 — y pastoral, 478-485
BIBLIA:
— y sociedad actual, 460
— y teología, 475-478
— y aborto, 93s
— y Tradición, 466-469
— y divorcio, 466-469
Drogas: boom de las, 241s
— y guerra, 163s
— y homosexualidad, 386-388 — efectos de las, 236-239
— y pena de muerte, 125-127 — extensión de las, 239-241
— y salud, 173 — indicaciones morales, 243-245
— y sexualidad, 305-327, 346-348, Dualismos: cuerpo-espíritu, 26-31
360-363 — más allá de los, 29-31

CALIDAD DE VIDA, 64-66 ECOLOGÍA y moral, 155-162


Cariño conyugal, 400s Educación sexual, 267-269
Carta del enfermo, 184s Encarnizamiento terapéutico, 119
Carrera de armamentos, 142-144 Encuentro hombre-mujer, 289s
Castidad en el noviazgo, 419s Energía nuclear, 162-168
Celibato: interrogantes, 489s Enfermedad-salud, 171-173
Conflicto de valores, 452, 454, 457 Enfermo: carta del, 184s
Control de natalidad (cf. Regulación de — decir la verdad al, 120
nacimientos) Entrega en el amor, 339s
Consentimiento del enfermo, 188-193 Espiritualismo exagerado, 269s
Corteza cerebral, 90s Estabilidad del matrimonio, 486s
520 ÍNDICE ANALÍTICO ÍNDICE ANALÍTICO 521
Ethos cristiano ante la enfermedad, — argumentación teológica, 477s — de la inseminación artificial, 224- Público-privado: significado, 41-43
171-177 — extrínseca, 462-465 227 — relación dealéctica, 44s
Etica: individualista, 31ss — intrínseca, 461s — de la legítima defensa, 132-134 Pudor, 342-344
— matrimonial, 454-457 — replanteamiento actual, 478-480 — de la objeción de conciencia, 147- Pulsión genital, 290s
— de los sistemas de salud, 177-182 — valor dogmático de la, 475-477 149
— sexual, 329-351 Intimidad: respeto a la, 193-196, 343- — de la pena de muerte, 121-127 REGULACIÓN DE NACIMIENTOS, 425-457:
— y Vaticano II, 32-34 344 — de la tortura, 129s — métodos para la, 435ss
Escatología en realización, 21s — de los trasplantes, 199-203 — motivaciones actuales, 428s
Eugenesia, 216-220 (cf. Valoración moral) — tendencias innovadoras en la, 432-
LEGÍTIMA DEFENSA, 130-134
Eutanasia, 110-120 Muerte: definición de, 114-116 434
Ley:
Experimentación humana, 203-207 — digna, 116-119 Reproducción clónica, 232-234
— y aborto, 98-103
Mujer, emancipación de la, 84 Relaciones prematrimoniales, 425-457:
GENÉTICA, 209-216
— y divorcio, 482-485
— e inseminación artificial, 227s — nuevos planteamientos, 411-414
Genitalidad: NOVIAZGO, 416-424 — valoración ética, 414-424
— y eutanasia, 112-114
— características, 284s Nulidad: declaraciones de, 480s Relación sexual, 322-324
— y homosexualidad, 397s
— preocupación excesiva por la, 336s Reproducción humana, 221-234
Libido: maduración de la, 296-300
Guerra, 135-141 Reciprocidad de los sexos, 285s
Literatura sapiencial: y matrimonio, OBJECIÓN DE CONCIENCIA, 145-149
317s Opción: por el amor, 300s Rigorismo sociológico, 375s
HOMBRE:
— con-vocado, 12ss — por la virginidad, 506-510
Orientaciones éticas sobre: SALUD-enfermedad, 171-173
— existencia dramática del, 15 MADURACIÓN:
— ecología, 157-159 < Sexualidad, 258-278:
— hermano, 14 — de la sexualidad, 330-332, 366s, 417s — actitudes ante la, 259-267
— hijo de Dios, 14 — psicológica en el" celibato, 505s — energía nuclear, 164-168
Orientaciones pastorales sobre: — en la Biblia, 305-327
— nuevo, 12 Magisterio de la Iglesia: — educación, 267-271
— persona en Cristo, 22-25 — posibilidad de disentimiento al, 449- — anticoncepción, 446-457
— homosexualidad, 393-397 — nuevos planteamientos, 171-178
— protagonista de su vida, 58-61 452 — simbolismo de la, 277s, 279-304,
— señor y dominador, 13 — valoración teológica del, 445s — matrimonios irregulares, 481-484
— masturbación, 370-373 401-403
Homosexualidad, 375-398 Manuales de moral, 363s — tendencia de la, 385s
Masturbación, 353-373: Otro, aceptación del, 91s
— características fundamentales, 380- Sistemas sanitarios, 177-182
383 — actitudes extremistas ante la, 353s Socialización, 34-41:
— génesis y explicación de la, 383s — y adolescencia, 355 PATERNIDAD RESPONSABLE, 426-428,
— discernimiento moral de la, 36-38
Huelga de hambre, 108s — Escritura y Tradición, 360-363 454, 457 — principios y criterios, 38
Humanae vitae, 441-445 — Orientaciones pastorales sobre la, Pecado: en la Biblia, 320s — signo de los tiempos, 34-36
370-374 — sexual, 346-351
Pena de muerte, 121-127 — y personalización, 39-41
IDEAL y sexualidad, 341s, 391s — significados de la, 354s, 359s Sociedad abortista, 81
Iglesia: y aborto, 94-98 — valoración ética de la, 364-369 Permisividad legal, 82s
Suicidio, 105-108
— y divorcio, 470-475 Matrimonio: Persona: características de la, 23-25
— y ecología, 159-162 — y alianza, 313-317 — en Cristo, 22-25
— y enfermedad, 173-177 — fines del, 433-436 — derechos de la, en el terreno sani- TABÚ ante el sexo, 259
— y guerra, 137s — y virginidad, 501-505 tario, 183-196 Teología moral especial:
— y objeción de conciencia, 164s — vocación al, 495s Personalismo integral, 25-45 — indicaciones generales, 45s
— y pena de muerte, 122-124 Matrimonios irregulares, 481s Personalización y socialización, 39 — estructuración, 46s
— y sexualidad, 264-269 Medicina e historia, 228-230 Placer, 301-335s Terapia: y anticoncepción, 447-449
Individualismo: de lo privado al, 43s Medios ordinarios y extraordinarios, Poderes públicos y vida humana, 63-65 — conductista, 251
Individualización de la ética (cf. Des- 68-72 Principios morales: — convulsiva, 247s
privatización) Métodos anticonceptivos: — conflictos de valores, 452s — genética, 212s
Inseminación artificial, 221-228 — postura de la Iglesia, 430ss — directo e indirecto, 66-68 Terrorismo, 149-153
Instinto: radical insuficiencia del, 329s — (cf. Anticoncepción, moralidad de — totalidad, 72-75 Tortura, 127-130
Impulso genésico: regulación del, 344- la Regulación de nacimientos) Privado (cf. Público) Tóxicos (cf. Drogas)
346 Mitos y sexualidad, 261-263 Privatización de la moral (cf. Despri- Tradición y sexualidad, 346-348, 360-
Ingeniería genética, 209-212 Moralidad: del aborto, 93-98 vatización) 363
Inseminación artificial, 221-228 — de la droga, 243-245 Procreación, 364-366, 425s Trasplantes, 197-203
Instinto: radical insuficiencia del, 329s — de la eugenesia, 218-220 Progreso técnico, 82
Institución: — de la eutanasia, 11 ls Proyecto ético, 257s V A L O R A C I Ó N ÉTICA:
— y amor, 404s — de la experimentación humana, 204- Psicocirugía, 246 — de la homosexualidad, 378s, 388-
— y matrimonio, 403s 207 Psicofarmacología, 248s 390
Indisolubilidad del matrimonio, 459 — de la fecundación en laboratorio, Psicoterapia, 249-251 — de las relaciones prematrimoniales,
488: 230-232 Psiquismo; acción sobre el, 245-253 414-424
522 ÍNDICE ANALÍTICO

— del pecado sexual, 346-351 — dimensión escatológica, 499s


(cf. Moralidad) — fundamentación de la, 496-498
Verdad, 189-192 — motivaciones de la, 490-495, 514s
Vida humana: — opción por la, 506-510 ÍNDICE DE AUTORES
— calidad de la, 64-66 — y matrimonio, 501-505
— contexto hostil a la, 75-79 — y sacerdocio, 500s
— dignidad de la, 54s Vocación del hombre: ABRECHT, P., 164 Asociación Americana de Hospitales,
— orientaciones generales sobre la, — al matrimonio, 495s Abril Castelló, 64, 465 192
53-79 — características, 20s Abrisqueta, J. A., 210 Áster, W., 273
— status anterior al nacimiento, 86-93 — terrena, 13 Acosta, E., 262 Atanasio, 138
Violencia bélica y terrorista, 135-144 — trascendental, 12s Acquaviva, S. S, 273 Attard, M. V., 230
Virginidad, 489-514: — y Vaticano II, 18-21 Adnés, P., 471, 477 Aubert, J. M., 37, 122, 288, 346, 461,
Adinolfi, M., 314 480
Adloff, J., 349 Auer, A., 176, 281, 369
Affemann, R., 268, 277, 289, 299, 332, Auge, M., 490
366, 368, 398 Aulagnier-Spairani, P., 269
Agustín (san), 62, 138, 287, 333, 342, Aumente, J., 187
443, 468, 491, 492, 493 Ayel, V., 340, 409, 509
Angelini, F., 187
Alain de Lille, 362 BABBINI, L., 148
Alberdi, R., 39 Bachy, V., 286
Alcalá, M., 114, 262, 288, 378, 386, 508 Baen, A., 412
Aldunate, A., 130 Baile, D. S., 376
Alejandro VII, 363 Bainton, H. R., 137, 141
Aleksandrowicz, J., 158 Bajen, M., 349, 365
Alessandri, G., 158 Baltensweiler, H., 468
Alfonso de Ligorio (san), 411, 413 Balvet, P., 271
Alonso Díaz, J., 461, 494 Barber, A., 194
Alonso Fernández, F., 241 Barbotin, E., 304
Alonso Miguel, M., 383 Barth, H. M., 65
Alsteens, A., 354, 357, 358, 360, 366, Barth, K., 61, 106, 309
357, 370, 404 Bartina, S., 469
Alvarez, C , 378 Barbwart, S. de, 235
Alszeghy, Z., 476 Basabe, J., 346
Amado Lévy-Valensin, E., 377 Baselga, E., 235
Ambrosio (san), 138, 491-492 Baselga, J., 148
Amezúa, E., 295 Basset, W., 465, 480
Ammanssari, A., 308 Bastemeyer, L. M., 251
Ancona, L., 299, 506 Basterra, F., 428-429
Annas, G. J., 183, 188, 195, 222, 246 Bastide, R., 288
Añécar, E. de, 251 Batzill, H., 427, 430
Aparicio, O., 235 Baudry, A., 378, 379, 380,381, 385,391
Apfeldorfer, C , 222 Bauer, J. B., 308, 468
Appendino, F., 109, 156 Beanlieu, Ph., 163
Aquaviva, P., 349 Beauvoir, S. de, 286
Argaya, J., 129 Becker, E., 114
Arias, G., 148 Bednarski, F., 360
Aries, Ph., 114 Beinaert, L., 193, 372
Arkoun, M., 122 Belda, R., 130
Arnaud, Y. St., 367 Belknap, R., 129
Arpaillange, F., 206 Belsey, A., 205
Aritken-Swan, J., 189 Beltrao, P. C , 156, 399, 428
Arregui, A. M., 333-334 Bell, A. P., 378, 381, 382, 383
Arribas Valiente, S., 194 Bellet, M., 251, 278, 338, 346
Arroyo, J., 408 Bellin, L. E., 215
Asamblea General de la ONU, 128 Bellini, E., 471
Asamblea Médica Mundial, 128 Bellot, L., 477
Asensio, F., 319 Benzo, M., 12, 366
524 ÍNDICE DE AUTORES ÍNDICE DE AUTORES 525
Bergler, E., 380 Caffarra, C , 224, 494 Conferencia Episcopal de Escandina- Chamorro, J. F., 461
Bernardou, A., 189 Calahan, D., 81, 172, 211 via, 451 Chapelle, A., 508
Beristain, A., 122 Callieri, B., 360 Conferencia Episcopal Española, 150, Chapman, A., 418
Bernal Palacios, A., 287 Cambier, J. M., 323 445, 446, 481, 485, 486 Chaterlón, L., 244
Bernhard, J., 404, 481 Camelot, Th., 54 Conferencia Episcopal de Filipinas, 446 Chauchard, P., 203, 245, 285
Bersini, F., 482 Camus, P., 287 Conferencia Episcopal Holandesa, 77, Chauson, P., 335
Besulti, G., 441 Cantalamessa, R., 259 141 Chavin, R., 293
Beauchamp, A., 158 Camelar, F., 473 Conferencia Episcopal Inglesa, 445, Chazaud, J., 383
Bieler, L., 362 Canteras Burgos, F., 56 447, 451, 452, 454 Chenu, M.-D., 31
Billings, Dr. J., 455 Capello, F., 411 Conferencia Episcopal de Japón, 451 Chevata, C , 423
Billuart, Ch., 267 Caprile, G., 96, 98, 121, 243 Chiavacci, E., 18, 32, 47, 51, 70, 109,
Conferencia Episcopal de México, 446
Birch, Ch., 161 Caprio, F. S., 383 130, 133, 134, 138
Bissonier, H., 252 Conferencia Episcopal Portuguesa, 445 Childrens, J. F., 138
Capron, A. M., 116 Conferencia Episcopal Suiza, 447, 450,
Blanch, A., 276 Carbonier, J., 460 Chouchena, S., 423
Blatte, H., 250 454 Christiens, L., 241
Caruso, A., 150
Blázquez. F., 268 Conferencia Episcopal USA, 69, 121,
Carrillo Agurlar, 461, 479
Blázquez, N., 230, 400 Cassell, E. J., 171 450, 451
Blos, P., 367 Congar, Y., 174 DAYLEY, Th. G., 121
Castaños, J., 461 Dalton, E., 252
Bloudon, M., 400 Castello, P., 179 Congregración para la Doctrina de la
Bóckle, F., 57, 66, 88, 141, 204, 272, Fe, 69, 71, 79, 88, 94, 96, 110, 111, Dallagrac, D., 400
Castiglioni, G., 197
414, 422, 433 119, 348, 359, 361, 369, 392 Daniel, M., 378, 379, 380, 381, 385, 391,
Cattelain, J. P., 145
Boff, L., 16 Congregación para la Educación Cató- 395
Cavero, M., 461
Bompiani, A., 100 lica, 371-372 Dangherty, E. A., 291, 296
Cayetano, 462
Boné, E., 158, 160 Connell, F. J., 129 Dantec, F., 267
Cazullo, B. L., 248
Bonnet, G., 384 Connery, R. A., 141 Darmon, M., 487
Ceccaty, M. de, 290 Davanzo, G., 51, 145
Bonnet, H., 84 Consejo Ecuménico de las Iglesias, 129,
Cencillo, L., 262, 270, 294, 299, 329, Davis, A., 182
Bonnin Ángulo, B., 203 376, 390 166
Bonoure, L., 290, 293 Consejo Permanente del Episcopado Dawidowicz, L. S., 217
Ceretti, G., 466, 471 Decret, F., 260
Bonsirven, J., 468 Cicognani (card.), 36, 38 francés, 111, 143
Bork, R., 232 Constantelos, D. J., 494 Dedek, Ch. E. J. F., 369
Ciccone, L., 428 Delgado, J. F., 186, 245
Borresen, K. E., 287 Cid, M., 460 Constitución francesa de 1958, 187
Bosch, R., 138, 139 Constitución española de 1978, 187 Delhaye, Ph., 464
Cipriani, S., 443 Deltombe, F., 482
Botella Llusiá, J., 210 Clair, A., 175 Coppens, J., 491, 494, 503, 506, 508
Bozal, J„ 191 Corcuera, M. T., 299 Demijov, V. P., 201
Claret, A. M. (san), 363 Descamps, A. L., 466
Bour, H., 143 Coccopalmerio, F., 482 Cordero, J., 97
Bourgeault, G., 466 Coreth, E„ 22 Destombes, C , 299
Cohén, H., 222 Diamond, J. T., 87
Bowden, P., 250 Cohén, S., 240 Corraze, J., 378, 380
Bragne, R., 31 Costa, V., 270, 368, 370 Diaz Moreno, J. M., 349, 350,404,462,
Colcombet, F., 122
Braido, P., 304 Costas Lombardía, E., 179, 183 480, 482, 485
Comes. J. A., 241
Bressan, L., 471, 472, 473, 474, 475 Costé, R., 140, 141 Díaz Nava, A. F., 199, 203
Comisión Episcopal Española para la Courtes, P. C , 262 Dickens, D. K., 217
Breuning, W., 460, 461 Doctrina de la fe, 76, 78, 79, 82, 88,
Bresnaham, J. F., 122 Cousine, D. J., 233 Didier, R., 481
94. 96 Covi, D., 333 Diel, P., 313
Brieskorn, N., 150 Comité Européen pour les problémes
Brun, J., 275 Cox, H., 274, 413 Dierkens, R., 200, 228
criminéis, 243 Creiggton, Ph., 222 Diez Araujo, E., 263
Brunet, M., 468
Compagnoni, F., 122 Crossan, D., 466 Dinechim, O. de, 224
Bruneta, G., 235
Conferencia Episcopal Alemana Oc- Crouzel, H., 471, 472, 494 Dinello, R., 273
Brungs, A., 230
Bruns, J. E., 309 cidental, 116, 120, 150, 166, 347, Cruchon, G., 419, 508 Dionisio el Cartujano, 493
Brussard, A. J. R., 387 450 Cruz, F. de la, 218 Dittes, E., 514
Bugge, J., 494 Conferencia Episcopal Alemana Orien- Cuadrón, A., 461 Dolí, P. J., 197, 200, 222
Buelens, H. et L., 436 tal, 446 Cueto, E., 344 Domingo Loren, F., 397
Bueno Arús, F., 398 Conferencia Espiscopal de Austria, Cullmann, O., 323 Domínguez, C , 384
Burgaleta Alvarez, R., 275 447, 450 Curran, Ch. E., 137, 212. 230, 361, 38S Dominian, J., 251, 416
Burroni, U., 91 Conferencia Episcopal Belga, 445, 450, 460, 461 Doms, H., 28, 432
Buytendijk, F. J., 286 451, 454. 456 Curran, J. N., 243 Donceel, J. F., 87
Conferencia Episcopal de Brasil, 446 Curran, W. J., 187 Donval, A., 304
CABIELLES, L., 504 Conferencia Episcopal Canadiense, Cuschieri, A., 346 Dorsch, F., 383
Cachera, J. P., 115 445, 447, 451, 454 Cuyas, M., 100, 391. r i Doyle, T. A., 250
526 ÍNDICE DE AUTORES ÍNDICE DE AUTORES 527
Drewermann, E., 508 Fleming, T. N., 468 Goffi, T., 272, 306, 419 Herode, M. de, 286, 311
Dubarle, A. M., 312 Flick, M., 476 Goglia, G., 209, 210 Hertz, A., 51
Duchesne, G., 83 Fluviá, A. de, 379 Goitia, J., 481 Hesnard, A., 271, 285, 366, 383
Duchesne, H., 240 Forcano, B., 97, 283 Gol, J., 116 Heylen, W., 438
Dulin, J. T., 250 Fontana, A., 362 Gómez Caffarena, J., 276 Higgin, J. W., 480
Dumas, A., 112, 430 Ford, J. C , 335, 337, 368,427,431,432, Gómez Cuesta, J., 480 Higuera, G., 99,108, 111, 148,199, 204,
Dumais, M., 305, 306, 322, 324, 414 446 Gómez Ríos, M., 130, 142, 399, 464 205
Dupont, J., 467 Fouchet, A., 121 Gondonneau, J., 276 Hilleger, A., 179
Dupré, L. y C , 465 Fourez, G., 344, 346 González, G., 461 Hulmán, E., 410
Duquoc, Ch., 302, 404 Franco Beatrice, P., 259 González, J. L., 240 Hitte, S., 383
Durand, J., 97, 224, 364, 370, 386 Francois, J., 313 González, T., 471 Hoffman, M., 379, 395
Durandeaux, J., 251 Fraise, P., 291 González Alvarez, A., 465 Hoffmann, P., 466
Durs-von Veerdt, J., 300 Frankl, V., 302, 338 González Castellanos, P., 64 Hoffner, J., 37
Dworkin, G., 252 Franckel, M. S., 227 González Faus, F., 497 Holderegger, A., 106
Duycaerts, F., 294 Franquesa, P., 497 González Molina, A., 241 Honecker, M., 122, 199
Franse, G., 410, 464, 473 Gorosquieta, J., 444 Horning, B., 444
EASSON, E. C , 189 Franse, P., 473, 476 Gozzo, S., 442 Horan, D. J., 115
Eck, M., 353, 378, 381, 383, 490, 506, Freedman, L. R., 182 Gould, J., 164 Hormann, K., 193
514 Freud, S., 297, 298, 330, 384 Grabner-Haider, A., 30 Hornus, J.-M., 137
Echánove, A., 65, 163 Freund, P. A., 203 Graciano, 411 Horobin, G., 182
Eidelberg, L., 383 Frighi, L., 360 Granoff, W., 383 Hortelano, A., 51, 353, 357, 360, 406,
Eiff, A. W. von, 204 Fromm, E., 12, 338, 340 Greenwalt, K., 196 421, 423
Eisenberg, L., 232 Gregorios, P., 161 Húerre, P., 222
Eliade, M , 262 GAFO, J., 51, 86, 89, 97, 203, 204, 206, Grelot, P., 306, 313, 314 Hufftier, M., 68
Elizari, F. J., 272, 441, 443, 482 230, 245, 278, 384, 428, 443 Gremier, M., 367 Huizing, P., 463-464
Elorduy, E., 260 Gaglin, W., 215 Grisez, G., 81, 446 Hunt, M., 272, 276, 301, 354, 355, 366,
Ellis, H., 358 Gaia, M., 163 Gritti, J., 163 380, 381, 400, 402, 412
Ellis, P. F., 308 Gaja, G., 140 Grossman, W., 277
Episcopado francés, 122, 123, 124, 127 Galot, G., 498 IGLESIA GONZÁLEZ, M., 56
Grotaens, J., 436, 437, 439
Erasmo de Rotterdam, 503 Gamba, G. G., 497 Illich, I., 179
Grúndel, F., 351
Erber, M , 283 Ganten, F. van, 463 Imbert, J., 122
Gryson, R., 494, 495
Ernst, W., 404 Garbelli, J. B., 211 Informe Hite, 276, 301
Guha, A. A., 274
Errandonea, J., 309 García Cantero, G., 460, 461, 464 Iniesta, A., 122
Guibert, J. de, 262, 264
Estébanez, E. G., 155 García y García, A., 472 Inocencio XI, 363, 426
Guijarro, G., 12 Isaacs, L., 232
Exner, A., 426 García Gual, G., 262 Guillet, Ch. M., 482
García Martínez, F., 476 Guindon, A., 481 JACOB, P., 161
FAGONE, V., 86, 91 García Pérez, A., 378 Guius, E., 378 Janini, J., 68
Failla, L., 163, 164 García Pérez, J., 163, 182 Guitton, J., 292, 338 Janni, M. di, 222, 223
Falice, P., 187 García Valdés, G., 121 Günthor, A., 51 Janssens, L., 333
Faricy, R., 65 Gargern, F. von, 353, 360 Gurdon, J. B., 233 Jardine, D. R., 158
Fast, J., 281 Gasparri, P., 465 Gutiérrez, L., 434 Jasper, K., 141
F. H. A. R., 375, 379 Garofalo, S., 466 Gutiérrez Calvo, M., 272 Jeannier, A., 286
Favre, R., 476 Gaudefroy, M., 283, 299 Gutiérrez Vega, L., 499 Jerónimo (san), 468, 492
Fedele, P., 473 Gaudemet, J., 410, 469, 472 Gustafson, T. M., 97 Jiménez, J., 145
Federación protestante de Francia, 164 Gentili, E., 511 Guzmán, L. de, 463 Johnson, V. E., 275, 301, 378, 381, 382,
Fenart, R., 283 Gerber, R., 283 390, 394
Feret, H. M., 335 Gerber, R. J., 87 HAELEN, E. van, 287 Jones, G. E., 129
Ferin, J., 228 Gerson, J., 362 Hagmaer, G., 348 Jonsse, M., 281
Fernández Cruz, A., 283 Gevaert, J., 23, 25, 27, 28, 279, 292 Hamel, E., 305 Juan XXIII, 34, 429
Ferrando, M. A., 305 Giadini, F., 275 Hamel, F., 107 Juan Crisóstomo (san), 308, 493
Ferrero, F., 97, 111 Gil, F., 474 Harang, J., 511 Juan Pablo II, 15," 17, 150, 152,241-242,
Festorazzi, F., 497 Gil de Santibáñez, A., 466 Háring, B., 51, 86, 89,91. 175, 176,203, 386
Feuerbach, L., 11 Gilbert, M., 311, 312 251, 348, 361, 386, 428, 449 Jullien, J., 96
Friedan, S., 286 Gimbernat, J., 439 Heckel, R., 484 Justicia y Paz, 141
Fiorenza, F. P., 27, 279 Giuseppe, G., 293 Heeger, R., 138 Justicia y Paz Europea, 121
Flamand, J. F., 287, 365 Gleason, R., 368 Heir, J. B., 131
Flecha, J. R., 141 Gleason, W., 348 Hengei, M., 137 KANT, M., 24
Fletcher, J., 211 Goetz, J., 259 Hera, A. de la, 470 Kautzkig, R., 182, 204
528 ÍNDICE D E AUTORES ÍNDICE DE AUTORES 529
Kay, W., 47, 243 Lenner, S., 141 Martínez de la Hidalga, J., 122, 402 Mossu, L., 175
Keleher, S. J., 461 Lennerz, H., 476 Martínez Diez, G., 129 Mulago, V., 423
Kelly, G., 335, 337, 368, 427, 431, 432 Leoni, A., 240 Marzotto, D., 505 Muldworf, B., 269, 402
Kerns, J. E., 268, 490 Lepagneur, F. H., 173 Marrazzini, A., 476 Munier, Ch., 471
Kilgallen, J., 193 Lersch, Ph., 286 Master, W. H., 301, 378, 381, 382, 390, Muñoz Alemany, E., 235
Kimball, H. J., 388 Leture, I., 340 394 Murphy, R. E., 318
Kinsey, A., 380 Levine, R. J., 204 Matabosch, E., 461, 479 Murphy O'Connor, X, 324
Kleber, K. H., 349, 350 L'Huillier, P., 471 Mateos, X, 468
Klein, V., 286-287 Limido, A., 189 Mattai, G., 150, 151, 158, 168 NAIK, S., 223
Klerman, G. L., 248 Lio, E., 434 Matura, Th., 498 Naurois, L. de, 480
Koch, G., 215 Locht, P. de, 490 McCornyck, R. A., 66, 70, 97, 111, 141, Nautin, P., 472
Koch, K. L., 161 Lombardi, F., 163-164 158, 199, 203, 211, 230 Navarrete, U., 423, 434, 464, 465, 480
Kol, A. van, 266, 337, 348 Lombardo, P., 493 McGoey, J. H., 511 Nelkin, D., 156
Konati, G. A., 246 López, J. P., 141 McNeil, J. X, 378, 385, 386, 387, 388, Nenot, J. C , 163
Kornochak, J. A., 446 López de las Heras, L., 314 389, 394, 400 Neret, A., 363
Kreyling, Th. von, 243 López Hernández, G., 335 Mead, M., 288 Nicolás, M. X, 279, 280, 379
Kirch, A. M., 377, 380, 381 López Ibor, J. J., 258, 277, 297 Melchiorre, V., 45 Nicolau, M., 497
Krieck, K., 272, 412 López Iglesias, J., 210, 212, 248 Meglio, C. di, 268 Niedemeyer, A., 173
Krinetzki, L., 319 London, P., 250 Mejiá, X, 314 Noce, A. del, 329
Kunici, J., 199, 449 Lorenz, K., 11 Meliá, E., 471 Noel-Baker, Ph., 142
Kutz, S., 189 Lorenzo, A. de, 99, 115, 155, 187, 189, Melinski, M. A. H., 51 Nodet, Ch. N., 275
Kruijf, R. C. de, 305 196, 246 Mellor, A., 127 Nogués, R. M., 211
Loss, N. M., 305 Méric, P., 273 Noona, T., 443
LABIN, S., 277 Lortat-Jacob, J. L., 206 Merino, T., 461 Noonan, X T. Jr., 81, 94
Lactancio, 324 Lucarini, F., 235 Merino Barragán, L., 494 Norman, C , 210
Ladne, W., 480 Lucas, F. de, 86 Merleau-Ponty, M., 281 Núñez, E., 378
Lage, F., 27, 323 Lugwwod, M., 158 Messineo, A., 141
Lago, M., 383 Lumhoff, U., 379 Mertens, C , 429 Obispos belgas, 146, 147
Laín Entralgo, P., 155, 338, 345 Luneau, A., 411, 414, 424 Metz, J. B., 21, 26, 27, 41, 279 Obispos de Bilbao, 146, 149
Lambourne, R. A., 173, 176 Lynch, J., 502 Metz, R., 461 Obispos franceses, 240
Lane-Petter, W., 207 Lyonnais, G., 245 Metzke, E., 288 Obispos de Pamplona, Tudela, Bilbao,
Lanzas, D., 189 Lyonnet, S., 494 Meyer, A., 265 San Sebastián y Vitoria, 152
Laplanche, J., 283 Lys, D„ 318 Meynard, L., 107 Obispos suizos, 168
Laplantine, F., 262 Michel, A., 87 O'Connor, D. T., 138
Laporte, J., 236, 237, 241 LUNARES, J. A., 39 Miguel, A. de, 272 Odón de Cluny, 301
Lappé, M., 214, 218 Lloyd, Ch. W., 290, 356 Miguel, J. J. de, 179 Oelmüller, W., 174
Larrabe, J. L., 177 Milunsky, A., 218 Olivenstein, C , 235
Larrainz, H., 304 MACHAULT, J., 276 Milliez, P., 206 Onán, 442
Laurent, S., 156 Maguire, D. C , 116, 137 Mlotek, A., 266 ONU, 158
Lauret, J. C , 127 Marcel, G., 26, 283 Moerman, F., 187 Oraison, M., 284, 348, 364, 378, 386,
Laurie, P., 236 Macourt, M., 378 Mohr, R., 288 389, 391, 490
Lassierra, R., 127 Marcuse, H., 276, 329 Moioli, G., 498, 502, 503 Organización Mundial de la Salud
Lavalette, H. de, 346 Mahoney, J., 214 Moleon, R. de, 319 (OMS), 172, 210
Lavalette, M. de, 122 Mailler, N., 263 Molinari, F., 483 Orlando, D., 299
Leach, E., 171 Malinowski, B., 288, 330 Mols, R., 429 Orsenigo, E., 349
Le Blond, X, 385 Malroux, A., 289 Mongillo, D., 272 Osborne, R., 400
Le Bourgeois, A. F., 482 Maluquer, J., 148 Monnoyer, M., 489 Otto, S., 54
Leclerq, J., 262 Manco, G., 490 Montervino, C , 248 Overing, A., 381
Lecomte, Y., 182 Manzanedo, M. F., 251 Montfalcon, Ch., 173 Ouwerkerk, C. A. X van, 141
Lefebvre-Teillard, A., 473 Marcozzi, V., 115, 116, 207, 235, 241 Montoya, B., 378 Ozment, E., 503
Lefebvre, Ch., 404, 473 Mariani, B., 324 Mora, G., 17, 22
Legrand, L., 491, 497, 500 María, J., 281 Moral-Dañinos, A., 288 PABLO VI, 129, 135, 141, 146, 244, 335,
Lejeune, J., 86 Marín, E., 498 Morao, A., 429 433, 434, 438, 440, 441, 504
Leko, M., 27, 29, 305, 324 Marini, M. C. C , 481 Moreno, A., 305 Packard, V., 301, 412
Leloir, L., 285 Marino, A. di, 211 Moretti, J. M., 228 Pache, F., 382
Lemaire, E., 270, 415 Marsh, F. H., 228 Morin, V., 276 Palmieri, D., 465
Lemaire, J., 270, 408, 415 Martelet, G., 444, 457 Morison, R. S., 218 Paranelle, F., 383
Le Moal, P„ 413 Martín Guerrero, A., 286 Morris, D., 264 Párente, P., 319
530 ÍNDICE DE AUTORES ÍNDICE DE AUTORES 531
Parra Junquera, J., 461 Rahner, K., 23, 86, 193 Sánchez, T., 349, 365, 411, 465, 477 Soria, J. L., 179
Pascual, A., 399 Rovina, J. H., 223 Sánchez, V., 349 Soriano, G., 378
Paupert, J. M., 439 Regan, A., 122, 199, 449 Sandri, R., 463 Sotomayor, M., 496
Pelland, G., 471 Regont, R. H. W., 138 Santo Oficio, 218, 219, 224, 364, 432 Soulen, R. N., 466
Pellé-Donel, Y., 269 Reich, W., 263, 329, 345, 354 Santori, G., 283, 285, 356, 386, 394, 397 Sournia, J. Ch., 182
Pelletier, M., 241 Rene, L., 129, 182 Sarano, J., 277 Steiner, H., 178
Pereda, C , 273 Ricoeur, P., 275 Sastre, J. P., 301 Stendler, F., 172, 178
Peretti, M., 285, 299 Ricourt, J. C , 241, 242 Sanz Agüero, M., 272, 301, 376, 412 Stern, D., 296
Pereña Vicente, L., 145, 163 Richter, K., 480 Sanz de Diego, R., 487 Stiekler, A. M., 494, 502
Perico, G., 51, 100, 109, 189, 199, 204, Riedmatten, H. de, 410 Sanz Jiménez, J., 240 Stramare, T., 469
230, 240, 243, 246 Rigaux, F., 423 Saz-Orozco, G. del, 246 Strasser, St., 280
Pérez, E., 480 Rinser, L., 511 Scoppola, P., 43 Struck, G., 276
Pérez Alonso, J., 260 Rivera Pérez, L., 182 Schaumberger, I. B., 442 Stuart Mili, J., 286
Permington, G. W., 223 Rives, B., 100, 111 Schelsky, H., 275 Studdard, A., 232
Pernau, R., 511 Riz, C , 108, 109 Scherer, G., 281 Sublon, R., 284
Perpiñán, R., 428 Robert, Ch., 484 Schillebeeckx, E., 13, 314, 317, 318, Sueiro, D., 121
Perrier, F., 383 Roberti, F., 108 321, 407, 411. 497 Susini, J., 241
Perrone, J., 465, 477 Robins, E., 378 Schippergers, S., 150 Schwarb, O., 298
Petiton-Vespieren, J., 203 Robinson, J. A. T., 324 Schlick, J., 461
Peters, B. A. M., 243, 246, 342 Roblin, R., 210 Schmitt, J., 472 Taboada Vázquez, R., 145
Pezzuto, G., 444 Roncaglia, 413 Schofield, M., 272, 378, 412 Taliercio, G., 189, 193
Pieper, J., 176 Rocheblave-Spende, A. M., 287 Schooyans, M., 85 Tanquerey, A., 363
Pío XII, 34, 69, 73, 74, 129, 146, 191, Rodenas, A., 305, 324, 414 Schnackenburg, R., 463 Taylor Mili, A., 286
200, 203, 205, 218, 224, 225, 363, Rodríguez, M., 494 Schreiner, J., 308 Telfer, E., 178
364, 427, 429, 431, 432, 437, 491, Rodríguez de Echevarría, G., 272 Schüller, B., 60 Tehillavd de Chardin, 34
492, 495, 502, 504 Rodríguez Ugarte, J. J., 130 s Schürmann, M., 305 Terán Alvarez, M. de, 428
Pío XI, 73, 202, 333, 430, 431, 437, 477 Rof Carballo, J., 65, 155 Schwanitz, G., 215 Tesson, E., 203
Pittinger, N. S., 78, 387, 389 Romo, W., 305 Selberg, W., 171 Tetaz, M., 106
Piulachs, P., 171 Rondeau, M., 288 Self, D. J., 228 Tettamanzi, D., 414, 442
Pié, A., 365 Rondet, M., 490 Senger, W. J., 378 Thébenot, X., 272, 387, 490
Pohier, J. M., 268, 285, 302, 335, 345 Ronet, A., 272, 403 Serra, A., 215 Thibault, M. C. T., 228
Rosa, G. de, 243 Serrano Vicens, R., 383
Polaino Lorente, A. M., 240 Thiebaut, C , 45
Rossa, R., 122 Setién, J. M., 102, 129
Pole, J. V., 267 Sgreccia, E., 173 Thiel, J. P., 404, 409
Pontalis, J. P., 383 Rossi, L., 63, 67, 243, 268, 343, 369, Thils, G., 21
Sharo, R., 446
Portes, L., 51 414, 421 Shelton, R. L., 179 Thoma, ('., 122
Portugal, J. de, 171 Rott, P., 240 Sherman, J. K., 227 Thomac Chobhan, 362
Posada Restrepo, E., 155 Rouse, R., 173 Schuman, S. H., 187 Thoré, I.., 288
Pospishil, V. J., 471, 476 Rousseau, J. J., 362 Siegwalt, G., 158 Tiberghicn, 1. P., 218
Pousset, E., 86 Rousseau, O., 471 Simeone, L., 427 Tissot, S. A , 162
Powledge, T. M., 214, 232 Rozados Taboada, M-, 378 Sínodo de los Obispos, 146, 504 Tognoni, < i , 443
Prada, M. A., 148 Rubio, J., 240 Singer, H., 292 Tomás ilr A«|inn<> (santo), 55, 65, 72,
Prieto Cienfuegos, G., 83 Rubio, M., 23, 60 Sitbon, G., 402 108, MI. J! 17. 260, 266, 280, 287,
Pritchard, J. B., 307 Rulla, L., 513 Skrzydlewski, W., 272 342, ,1f>V 425, 4Í6, 468, 484, 491
Puech, H. Ch., 260 Ruoz, G., 498 Slooyan, G., 494 Tomás Bunio, .1., 197
Puigdollers, R., 323 Russell, F. H., 138 Snoeck, A., 368, 414, 423, 461 Tomko, .1 . 47.1
Pujiula, J., 218 Spicq, C , 54 Tornos, A M., 116, ,'51
Pujol, C , 471 SACHS, M., 378 Spijker, H. van de, 378, 387, 389, 390, Trape, A., III
Saghís, M., 378 Tresmontanl, (',, 2fi|, 280, 281
Quelle, C , 497 Sagne, J. C , 403 395 Trevijano, R., 4AA
Quesnell, Q., 467 Sagrada Penitenciaría, 427 Spithakis, R., 189 Troisfontainrs, K,. UN), 224
Salasj M., 288 Spitz, R., 296 Tüllmann, A., 21K
RACHEWILTZ, B. de, 288 Salman, D. H., 290 Spinsanti, S., 173, 175, 176, 177 Turquet, !•., 177
Rad, G. von, 308, 314 Salmanticenses, 411 Sporken, P., 51, 116 Twain, M., 507
Radtke, H., 127 Salmerón, C , 493 Sprage, G., 382
Raguin, I., 490 Samek Ludovici, E., 333 Spermeau, H. M. S., 260 URBEZ, L., 4(H)
Ramlot, M. L., 319 Sanctis, C. de, 481 Sobrino, J., 276 Urdánoz, T. II., Ii'
Rarnsey, P., 70, 140, 210, 211 Sanchis, A., 97 Sociedad Española de Medicina, 128 Ussell, van J., 2fH
Raphael, F., 460 Sánchez, M., 199 Sola, F., 179 U. von Blathasw ! 174
532 ÍNDICE DE AUTORES

VAUX, R. DE, 121 Vignes, S., 163


Vacant, A., 476 Vilain, N., 480
Vaille, Ch., 235 Vilbert, J. C , 376
Valadier, P., 121 Villaverde, J. A., 193 ÍNDICE GENERAL
Valdeón, J. E., 241, 242 Villegas, M., 262
Págs.
Valentini, N., 268 Visintainer, S., 130, 131, 133
Valesso, A., 358 Vitoria, F. de, 62 INTRODUCCIÓN A LA ETICA TEOLÓGICA ESPE-
Valks, H., 251 Voeltzel, R., 465 CIAL 11
Valory, P., 251 Volta, G., 163
Valsecchi, A., 346, 399, 421, 432
(por R. Rincón Orduña)
Valtueña, J. A., 189, 241 WACKENHEIM, Ch., 467
Vallet, O., 156 E L HOMBRE NUEVO: UN HOMBRE CON-VOCADO 12
Walters, L., 230
Vallin, P., 429 Wasserstrom, R., 286 La vocación terrena del hombre 12
Van der Meersch, M., 395 Wattiaux, E. H., 340, 509 Existencia dramática del hombre 15
Van der Wal, M., 464 Weber, H., 204, 205 Vivir como hijos en el Hijo 17
Van Geuns, H., 129 Wegan, M., 480
Van Iraschost, P., 305, 307 La vocación del hombre al filo del Vat. II 18
Weinberg, M. S., 278, 279, 281, 382,
Várela Aguilar, N. E., 443 388, 393 Intermedio: escatología en realización 21
Vargas-Machuca, A., 467 White, L., 160 El hombre es persona en Cristo 22
Vasse, D., 304 Widlocher, D., 253
Veacht, R. de, 182 Wilhelraer, B., 272
Veck, G. de la, 218 PERSONALISMO INTEGRAL 25
Wili, J., 294, 408
Vehlinger, V., 233 Williams, C. J., 378-379, 393 1. Ser-en-el-mundo: más allá del dualismo cuerpo-
Vela, L., 286 Winandy, J., 287 espíritu 26
Vereecke, L., 426 Wite, J. B., 318 Significados humanos del cuerpo 27
Vergote, A., 279 Wojtyla, K., 338, 343
Vermeersch, A., 411 Más allá de los dualismos 29
Wrigh (card.), 19
Vernet, J., 214 2. Superar la ética individualista: moral de la persona-
Versluis, N., 114 en-sociedad 31
Verspieren, P., 116, 199 YZEBE, L, 236
Al jilo del Vaticano II 32
Veylon, R., 223
Vialatoux, J., 130 ZAHAN, D., 423
Socialización: signo de los tiempos 34
Viansson-Ponte, P., 122 Zalba, M., 75, 191, 199, 201, 202, 333, Socialización: discernimiento moral 36
Vicente, R. de, 210 334, 347, 349, 364, 365, 414, 427, Socialización: principios y criterios 38
Vidal, M., 24, 25, 34, 51, 53, 66, 111, 433, 446, 463 Personalización del hombre y de la ética 39
158, 258, 261, 275, 358, 369, 399, Zamora, H., 442
404, 411, 421 Zuanazzi, G., 235 3. La esquizofrenia público y privado: desprivatiza-
ción de la moral 41
De lo privado al individualismo 43
Público y privado: relación dialéctica 44

TEOLOGÍA MORAL ESPECIAL: INDICACIONES GENERALES 45

PARTE PRIMERA

MORAL DE LA VIDA Y LA SALUD 49


(por F. Javier Elizari Bastcrra)
Introducción 51
Capítulo I. ORIENTACIONES GENERALES 53
1. Dignidad de la vida en sí misma: no sólo desde el
don de Dios 54
2. Coherencia en el aprecio a la vida 55
534 ÍNDICE GENERAL ÍNDICE GENERAL 535
Págs. Págs-
3. La vida como entrega 56 c) Doctrina oficial actual 96
4. El hombre, protagonista de su propia vida 58 d) Juicio sobre la doctrina oficial 97
5. Con la autoridad de Dios todo es posible 61 4. El aborto ante la ley 98
6. Menor confianza en los poderes públicos 63 a) Modelos legislativos 99
7. La calidad de vida 64 b) Enfoque de ética política 100
8. La distinción directo-indirecto 66 c) Anotaciones para este debate 102
9. Medios ordinarios-extraordinarios 68
10. Principio de totalidad 72 Capítulo III. AGRESIONES CONTRA LA PROPIA VIDA 105
a) Situación dentro de una misma persona 73 A) Suicidio 105
b) Situaciones que implican a dos personas 74 1. La realidad del suicidio 105
11. Contexto hostil a la vida 75 2. Enfoque moral 106
a) Vertiente subjetiva 106
a) Concepción utilitarista del hombre 76
b) Consideración objetiva 107
b) Consumismo 76
c) Tiranía de la programación 77 B) Huelga de hambre 108
d) Tiranía de las emociones 77 C) Actividades arriesgadas 109
e) Dogmatismos fanáticos 77 D) La eutanasia 110
f) Violencias de todo orden 78
1. Moralidad de la eutanasia \\\
g) Idolatría técnica 78
h) Manipulación de los casos conflictivos 78 2. La eutanasia ante la ley \\2
J) Concepto absolutista de libertad 78 3. Eutanasia y muerte digna 114
4. La definición de muerte 114
Capítulo II. E L ABORTO 81 5. La muerte digna 116
a) Respeto al modelo de muerte de la persona.. 117
1. Una sociedad abortista 81 b) Alivio del dolor ; 117
a) Progreso técnico 82 c) Rechazo del encarnizamiento terapéutico.... 119
b) Creciente permisividad legal 82 d) La verdad al enfermo 120
c) Aceptación social del aborto 83 e) Acompañamiento del enfermo.,,
d) Deficiencias en la anticoncepción 83
e) Idea de la emancipación de la mujer 84 C a p í t u l o IV. D I V E R S A S ACCIONES CONTRA I \* VIDA
VIDA
f) Abanico más amplio de motivaciones 84 AJENA 121
g) Crecimiento demográfico 84
h) Horror a las vidas disminuidas 85 A) La pena de muerte 121
i) Intereses políticos y económicos 85 1. La Iglesia: cada vez más opuesta a l>i , / ;;,. ,/,.
j) Datos científicos 85 muerte 122
k) Corrientes filosóficas y morales 85 2. La sinrazón de la pena de muerte. 124
3. Biblia y pena de muerte 125
2. Status de la vida humana anterior al nacimiento... 86
a) Importancia de la fecundación 87 B) La tortura 127
b) La anidación 88 1. Concepto de tortura 128
c) Desarrollo de la corteza cerebral 90 2. Pasado justificador de la tortura 128
d) Aceptación del otro 91 3. Condena de la tortura • 129
e) Conclusiones 92 C) La legítima defensa y la muerte del injusto ; I' I t |
1
130
3. Valoración moral del aborto 93 1. Concepto de legítima defensa 1. 130
a) La Biblia y el aborto 93 2. Condiciones para que la defensa sea le\ '•' • » .
131
b) Vivencia secular de la Iglesia 94 3. Justificación de la legítima defensa. f .
13?.
536 ÍNDICE GENERAL ÍNDICE GENERAL 537

Págs. Págs.

Capítulo V. L A VIOLENCIA BÉLICA Y TERRORISTA 135 Capítulo IX. TRASPLANTES Y EXPERIMENTACIÓN HU-
MANA 197
A) La guerra 135
1. El Antiguo Testamento 136 A) Los trasplantes 197
2. Nuevo Testamento 136 1. El mundo de los trasplantes 197
3. Iglesia preconstantiniana 137 2. Clasificaciones de los trasplantes y su aspecto
4. Teoría de la guerra justa 138 técnico 198
5. Vaticano II y actitud posterior 139 3. Indicaciones para una valoración moral 199
B) Carrera de armamentos y desarme 142 B) Experimentación humana 203
1. Carrera de armamentos 142 1. Utilidad y miras 203
2. Desarme 143 2. Aspecto moral de la experimentación 204
C) La objeción de conciencia 145 Capítulo X. GENÉTICA Y EUGENESIA 209
1. Actitud de la Iglesia 146
A) Genética 209
2. Aproximación moral 147
1. Ingeniería genética 209
D) El terrorismo 149 2. Terapia genética 212
1. Factores desencadenantes del terrorismo 150 3. Chequeo genético 213
2. Responsabilidades individuales y condiciona- 4. Consejo genético 215
mientos sociales 152
B) Eugenesia 216
Capítulo VI. L A AGRESIÓN A LA NATURALEZA 155 1. Nociones y objetivos de la eugenesia 217
A) La preocupación ecológica 155 2. Consideraciones morales 218
1. Respuestas falsas o deficientes 156 Capítulo XI. TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN in \.... .221
2. Indicaciones éticas 157
A) Inseminación artificial .... 221
3. El cristianismo y la crisis ecológica 159
1. El fenómeno de la inseminación arin .. 222
B) Energía nuclear 162
2. Valoración moral .. 224
1. Riesgos de la energía nuclear 163 a) Posición oficial 224
2. Orientaciones éticas 164 b) Posición intermedia 226
N O T A INTRODUCTORIA A LOS CAPÍTULOS VII-XII 169 c) Postura personalista 226
3. La inseminación y la ley 227
Capítulo VIL ETHOS CRISTIANO ANTE LA ENFERMEDAD.. 171
B) Fecundación en laboratorio 228
1. Salud-enfermedad 171
2. El cristiano ante la salud 173 1. Medicina e historia 228
3. La ética de los sistemas de salud 177 2. Aproximación moral 230
a) Posiciones extremas 230
Capítulo VIII. Los DERECHOS DE LA PERSONA EN EL TE- b) Aceptación crítica condicionada.. 231
RRENO SANITARIO 183
C) Reproducción clónica 232
1. Sentido de este planteamiento 183
2. El derecho a la salud 187 Capítulo XII. L A DROGA. ACCIÓN SOBRE EL PSHJMKI^I
3. Consentimiento informado 188 Y EL COMPORTAMIENTO 235
a) La verdad al enfermo 189 A) La droga 235
b) Respeto a las decisiones del enfermo 193 1. Las drogas y sus efectos (. 236
4. El respeto a la intimidad 193 2. La extensión de las drogas ». 239
t
538 •'" ÍNDICE GENERAL ÍNDICE GENERAL 539
Págs. Págs.
3. El porqué del boom de las drogas 241 La reciprocidad de los sexos: un fenómeno universal 285
4. Indicaciones morales 243 Visión negativa de la feminidad 286
B) Acción sobre el psiquismo y el comportamiento 245 Dinámica del encuentro: el diálogo entre hombre y
1. Psicocirugía 246 mujer 289
2. Terapia convulsiva 247 La pulsión genital: necesidad de una perspectiva hu-
3. Psicofarmacología 248 mana 290
4. Psicoterapia 249 El destino procreador: un horizonte incompleto 291
5. Terapias conductistas 251 Las influencias psicológicas en el reino animal 293
Dimensión unitiva de la sexualidad humana 294
Amor y procreación: mutuas vinculaciones 295
La maduración de la libido: exigencias psicológicas... 296
PARTE SEGUNDA
Entre una doble alternativa: la opción por el amor... 300
*La ambigüedad del placer 301
El camino hacia la felicidad 303
MORAL DEL AMOR Y LA SEXUALIDAD 255
(por E. López Azpitarte)
Capítulo III. VISIÓN BÍBLICA DE LA SEXUALIDAD 305
Capítulo I. PLANTEAMIENTOS PARA UNA REFLEXIÓN
ÉTICA 257
El contenido de la revelación: una luz sobre las refle-
xiones humanas 305
Un punto de partida: la realización del proyecto ético.... 257 Lo sagrado y lo profano del sexo en el marco de la
Paradoja y ambivalencia de la sexualidad: explicación creación 306
de una doble actitud 258 Los relatos fundamentales del Génesis: la dimensión
Tabú, miedo y rigorismo 259 procreadora 308
Una mentalidad de fondo: la desconfianza hacia lo La dimensión unitiva: el gran regalo de Dios 309
corporal 259 La fecundidad en la Biblia: diferentes motivaciones... 312
En busca de la reconciliación: el nacimiento de nuevos El matrimonio como símbolo e imagen de la alianza 313
mitos 261 Las enseñanzas de los profetas: Oseas o el testimonio
Un camino intermedio: razones para una condena.... 264 de una vida 313
El peso de la historia en la enseñanza de la Iglesia .. 265 La imagen del adulterio en Jeremías 314
Consecuencias negativas: dificultades para la educación. 267 La alegoría de Ezequiel y los cantos de Isaías 315
El riesto de un espiritualismo exagerado 269 El simbolismo profético: significado de la entrega con-
El fin de la clandestinidad: urgencia de un nuevo plan- yugal 316
teamiento 271 La literatura sapiencial: principales características 317
La solución autoritaria 273 Un evangelio del amor: el Cantar de los Cantares.... 318
Una postura de resignación y silencio 274 Explicación de una realidad: la tragedia del pecado.. 320
La deshumanización moderna del sexo 275 Orientaciones generales del Nuevo Testamento 321
El simbolismo de la sexualidad 277 Carácter sagrado y personalista de la relación suxual 322
Un antagonismo en el hombre: la carne y el espíritu 324
Capítulo II. SIMBOLISMO DE LA SEXUALIDAD HUMANA... 279 La glorificación del cuerpo en el mensaje cristiano.... 325
Hacia una antropología unitaria 279
La dimensión corpórea del espíritu 280
El significado espiritual del cuerpo 282 Capítulo IV. FUNDAMENTACIÓN DE UNA ÉTICA SEXUAL.. 329
La sexualidad humana: un doble estilo de vida 283 Necesidad de una ética: radical insuficiencia del instinto. 329
Características de la genitalidad: diferencias fundamen- Exigencias psicológicas para la maduración 330
tales 284 Dificultades actuales 331
540 ÍNDICE GENERAL ÍNDICE GENERAL 541
Págs.
Presupuesto de la ética tradicional: importancia de la Capítulo VI. L A HOMOSEXUALIDAD 375
función procreadora 332
Olvido de la dimensión unitiva: el pecado contra el El rigorismo sociológico: una condena sin paliativos 375
amor 334 Necesidad de un nuevo planteamiento: los datos de la
La negación del carácter lúdico: hacia una revalori- ciencia 376
zación humana del placer 335 Hacia una valoración diferente: los debates actuales.. 378
Peligro de un reduccionismo excesivo: preocupación Características fundamentales de la sexualidad 380
exclusiva por la genitalidad 336 Otros factores personales: sus diferentes manifesta-
El amor como base y fundamento: necesidad de una ciones 381
purificación progresiva 337 La génesis y explicación de la homosexualidad: comple-
Totalidad y universalidad de la entrega 339 jidad del problema 383
Hacia una fidelidad eterna: exclusivismo del amor con- El punto decisivo: ¿qué tendencia tiene la sexualidad?.... 385
yugal 340 Los datos de la revelación 386
El camino hacia el ideal: aplicaciones al campo de la Valoración ética: nuevas perspectivas 388
relación hombre-mujer 341 Presupuestos fundamentales: ¿conformismo o supera-
Significado verdadero del pudor: el respeto a la inti- ción? 390
midad 342 La superación de un dilema: el camino hacia el ideal 391
La regulación del impulso genésico: exigencias perso- Directivas pastorales: aceptación y respeto de la
nales 344 persona 393
Exigencias comunitarias y sociológicas 345 La búsqueda de un mejoramiento: límites y posibili-
Valoración del pecado sexual: Escritura y Tradición. 346 dades 393
El problema de la gravedad: razones de un plantea- Hacia una auténtica sublimación 394
miento 348 El camino de la amistad: un intento justificado 395
Las nuevas matizaciones 350 Frente a la posibilidad del matrimonio: necesidad de
un diagnóstico previo 396
Capítulo V. L A MASTURBACIÓN 353
La reforma de la legislación: límites de una condena 397
Entre la obsesión y la trivialidad 353
La complejidad de un hecho: diferentes significados 354 Capítulo VIL LAS RELACIONES PREMATRIMONIALES 399
Descubrimiento de una nueva realidad 355
Etapa evolutiva hacia una integración personal 357 Los motivos tradicionales de una condena: interrogan-
Otros factores posteriores: diferentes significados 359 tes actuales 399
La fundamentación teológica: Escritura y Tradición 360 La urgencia del cariño conyugal 400
La enseñanza de los manuales 363 El simbolismo de la sexualidad: un lenguaje verdadero... 401
La fundamentación ética: importancia de la procrea- Rechazo de los elementos jurídicos 403
ción 364 El amor y la institución: dos aspectos complemen-
La maduración de la sexualidad: requisitos psicoló- tarios 404
gicos 366 La dimensión social y comunitaria de la conyugalidad... 405
La culpabilidad subjetiva: dificultades para una exacta El derecho como una garantía para la seriedad 407
valoración 368 La fidelidad de un compromiso: una invitación a supe-
Orientaciones pastorales: necesidad de una evolución rarse 408
progresiva 370 Un problema de fondo: el miedo a lo definitivo 409
Sentido de los gestos aislados: visión optimista y evan- Génesis de una doctrina: los nuevos planteamientos 411
gélica 371 Condiciones de la situación actual 412
Descubrimiento de las motivaciones más hondas: los Para una valoración ética: reflexiones previas 414
consejos superficiales 372 La autentificación del amor: un requisito del noviazgo... 416
542 ÍNDICE GENERAL
ÍNDICE GENERAL 543
Págs.

La maduración de la sexualidad: exigencias personales Capítulo IX. LA INDISOLUBILIDAD DEL MATRIMONIO 459
del instinto 417
Dificultades para un conocimiento mutuo 418 La salvaguarda de la ley y el bien de la persona 459
Una doble obligación: la castidad y el orden jurídico 419 El divorcio en la sociedad actual: las nuevas condiciones
El argumento más utilizado: diversas interpretaciones... 420 ambientales 460
Reflexiones actuales sobre el tema 422 La indisolubilidad intrínseca: contra el divorcio por
Conclusión 423 simple consentimiento mutuo 461
La indisolubilidad extrínseca: aceptación del divorcio
en algunos matrimonios 462
El matrimonio sacramental y consumado: su absoluta
Capítulo VIII. L A REGULACIÓN DE NACIMIENTOS 425 indisolubilidad 464
La fundamentación ética: una respuesta insuficiente 465
Primacía de la procreación: la génesis de una doctrina.... 425 La enseñanza de la revelación: interpretación de las
La evolución posterior: continencia periódica y paterni- palabras de Cristo 466
dad responsable 426 Discusiones en torno a los textos de san Mateo 468
Regulación de la natalidad: motivaciones actuales 428 La praxis actual de la Iglesia católica: su último funda-
La condena de los anticonceptivos: postura de la Iglesia. 430 mento 470
Tendencias innovadoras: la búsqueda de nuevos ca- La Iglesia de Oriente: el principio de economía 471
minos 432 La tradición de Occidente: evolución progresiva hacia
Un problema de fondo: la duplicidad y jerarquización la indisolubilidad 472
de los fines 433 El canon de Trento: la doctrina de los reformadores 473
Doctrina del Vat. II: a la espera de una solución 434 La lectura de una condena 474
La negativa a un posible cambio: un intento frustrado... 436 Valor dogmático de la indisolubilidad matrimonial.... 475
Enseñanza de Pablo VI: diferentes interpretaciones 437 Argumentación teológica: sacramento y consumación... 477
Los documentos de la comisión pontificia: dos pos- Frente a un replanteamiento de la doctrina: una doble
turas irreconciliables 439 postura 478
Publicación de la Humanae Vitae: sentido de la en- Declaraciones de nulidad: hacia un derecho renovado.... 480
cíclica 441 Actitud pastoral frente a los matrimonios irregulares 481
La fundamentación de su doctrina: argumentos bíblicos La legislación del divorcio civil: la libertad religiosa. 482
y éticos 442 El principio de tolerancia: obligación ética y licitud
Dificultades para una argumentación racional 444 jurídica 483
El magisterio de la Iglesia: su valoración teológica.... 445 Exigencias religiosas y coacción legal 484
Aplicaciones pastorales: los peligros de una interpreta- El divorcio no será nunca un ideal 485
ción casuística 446 Otros valores comprometidos: la estabilidad del matri-
Los remedios terapéuticos: diferentes posibilidades.... 447 monio 486
Interpretación más personalista de la terapia 448 Conclusión 487
Posibilidad de disentimiento frente al magisterio ordi-
nario 449
Condiciones fundamentales: motivos para una sincera
decisión 451 Capítulo X. L A VIRGINIDAD COMO FORMA DE VIDA CRIS-
TIANA 489
El conflicto de valores: explicación de un planteamiento. 452
La anticoncepción: un desorden no siempre culpable 453 La realidad del celibato: interrogantes que plantea.... 489
Los diversos valores de la ética matrimonial 454 Influencias ideológicas y culturales: la división del
La opción por el valor preferente: sinceridad de una corazón 490
elección 456 Visión negativa del matrimonio 492
Conclusión 457 La pureza cultual: el celibato de los sacerdotes 493
544 ÍNDICE GENERAL

Págs.
Un presupuesto diferente: la vocación cristiana del ma-
trimonio 495
Justificación humana de la virginidad 496
Hacia una fundamentacion sobrenatural: eunucos por
el Reino 497
Dimensión escatológica: la promesa definitiva de Dios.. 499
Descubrimiento de un doble carisma: virginidad y
sacerdocio 500
Virginidad y matrimonio: enseñanzas de la tradición 501
Doctrina actual de la Iglesia: nuevas matizaciones 504
La maduración psicológica en el celibato: una constata-
ción de la realidad 505
La opción por la virginidad: consecuencias de un com-
promiso 506
Análisis de la propia realidad: la crisis de una evolución. 508
La relación afectiva del virgen: el encuentro con la
mujer 510
Requisitos fundamentales: la pobreza bienaventurada
de un amor 512
Necesidad de una verdadera sublimación 513
La dimensión sobrenatural: prevalencia de los motivos
religiosos 514

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