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I. FUENTES FORMALES.
1.1. LA CONSTITUCIÓN
Desde el punto de vista histórico, suele atribuirse a los hebreos el primer
concepto de Constitución, en el sentido de existir una norma suprema a los
gobernantes y gobernados que, a su vez, actuaba como límite a la acción de
aquéllos. Esta norma suprema se identificaba con la ley divina, conteniendo
una fuerte carga ética o moral, cuya actualización era realizada a través de los
profetas”. En la época griega predomina la idea de una Constitución en sentido
material. En esta época la forma de gobierno no supone concepto de soberanía
ni de Estado. (Enrique Álvarez Conde: Curso de derecho constitucional, vol. 1,
Tecnos, Madrid, 3ª ed., 1999, p. 145) sino simplemente, como lo advierte
Mauricio Fioravanti, se hace referencia a “un sistema de organización y de
control de los diversos componentes de la sociedad históricamente dada,
construido para dar eficacia a las acciones colectivas y para consentir, así, un
pacífico reconocimiento de la común pertenencia política”. (Mauricio
Fioravanti: Constitución, Trotta, Madrid, 2001, p. 17.)
1.4. LA JURISPRUDENCIA
Es la interpretación que de la ley hacen los tribunales, cuando la aplicación a
cinco casos concretos sometidos a ellos y la generalizan. Cuando la Suprema
Corte de Justicia de la Nación crea jurisprudencia se convierte en obligatoria
y todos los tribunales inferiores de la república deben acatarla y aplicarla.
(Peniche, 1969)
Además, la jurisprudencia es el conjunto de fallos de los máximos tribunales
jurisdiccionales. Algunos de esos fallos son de efecto vinculante y otros no,
pero, en todo caso, sirven para realizar el Derecho, para renovarlo y recrearlo.
2.1. LA COSTUMBRE
La costumbre, forma inicial del Derecho Consuetudinario que consiste en la
repetición constante de un acto que con el paso del tiempo se vuelve
obligatoria y por necesidad, consentimiento colectivo y apoyo del poder
político llega a convertirse en ley, es fuente porque se convierte en norma
constitucional a través de un proceso reflexivo del legislador.
Generalmente, por costumbre se entiende al conjunto de actos repetidos que
rigen nuestro comportamiento en relación con los demás. Marcial Rubio, lo
define como "una manera de comportarse, de relativa antigüedad,
probablemente aprendida a través de la vida cotidiana o de la enseñanza de
las normas para interrelacionarnos con los demás".
La costumbre jurídica se distingue de la simple costumbre porque su uso es
generalizado, existe conciencia de su obligatoriedad y por el respaldo de la
fuerza del Estado. Los países, adscritos al Civil Law. no reconocen a la
costumbre, entendida como el quehacer o como realidad habitúa en el ámbito
constitucional, valor de fuente de derecho, excepto, como precedente
consuetudinario, cuando llega a dar origen a una norma escrita.
Quizá, en la rama del derecho en dónde más se prestan las normas escritas a
la deformación es, precisamente, en el Derecho Constitucional. Esta
deformación da lugar a las vigencias constitucionales que pueden ser privadas
de validez, pero no de vigencia.
Como se sabe, la costumbre, desde los romanos ha sido clasificada en:
Secundum Legem o Constilutionem, llamada, también, costumbre
interpretativa. Esta no sólo coincide con la Constitución formal, sino que la
desarrolla; Praeter Legem, denominada, también, costumbre supletoria o
integradora, debido a que tiende a cubrir vacíos o lagunas constitucionales, y
Contra Legeim que es contraria a la Constitución. En este caso, su condición
de fuente material esta discutida en la doctrina. Jellinek, que habló del poder
normativo de lo láctico, afirma que las constituciones no pueden impedir el
valor de la costumbre que se desenvuelven junio a ella o contra ella. Así,
frente a una colisión entre una norma constitucional escrita y otra de derecho
consuetudinario, no queda más que dos caminos; o se reforma la Constitución
o se acepta el predominio de lo láctico sobre lo normativo.
2.2.LA DOCTRINA
Algunos estudiosos del constitucionalismo ubican a la doctrina como fuente
material o indirecta debido a que ella explica, desarrolla, critica y expone
científicamente el orden jurídico constitucional, operando como una fuente de
conocimiento de las normas.