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Por qué tomar apuntes a mano es mucho mejor que con el

ordenador o la tablet

Tecnología y Redes
18 de abril de 2016

Las aulas de las universidades se están llenando de ordenadores y


tabletas. Los alumnos prefieren teclear lo que les dice el profesor a usar el
método tradicional: escribir los apuntes en un papel con un boli. Con la
tecnología se gana comodidad -existen aplicaciones que transcriben el
discurso del docente- y también practicidad, ya que los archivos no tienen el
peso físico de una montaña de hojas.

Pero despreciar el método tradicional no es una buena idea. A pesar de


que es un trabajo mucho más lento y laborioso, a la larga es más útil y
beneficioso que utilizar la tecnología punta.

Así lo ha demostrado un estudio publicado en la revista Psychological


Science y realizado por investigadores de la Universidad de California
(Estados Unidos).

“Cuando la gente usa un ordenador o una Tablet y teclea en clase, tiene


la tendencia a ser lo más literal posible y respeta cada palabra de su
profesor”, explica la psicóloga Pam A. Mueller, una de las autoras del trabajo,
a la web NPR.org. “La gente que utiliza el sistema clásico de boli tiene que
ser más selectivo, porque nunca se escribe tan rápido como se teclea. Y ese
extra de esfuerzo les beneficia, al menos eso hemos descubierto en nuestra
investigación”.

Mueller y su compañero Daniel M. Oppenheimer explican que el acto de tomar


notas puede ser categorizado de dos maneras:

de forma generativa y de forma no generativa.

En la primera, hay que resumir, parafrasear y conceptualizar. Es decir,


hay que pensar. Sin embargo, en la no generativa se actúa como un robot:
transcribiendo lo que dice alguien.
Los dos científicos defienden que al escribir a puño y letra se está haciendo
funcionar el cerebro y se están iniciando los procesos del aprendizaje.

Es verdad que pueden haber errores, porque alguna palabra importante se


pierda en el proceso, pero en general las ideas van asentándose en la cabeza,
mientras que al teclear se entra en un estado más simple de actuación en el que
no hay ningún razonamiento.

Para llegar a estas conclusiones, Mueller y Oppenheimer mostraron varias


charlas grabadas en vídeo a un grupo de estudiantes y les pidieron que
tomaran apuntes: unos con tecnología y otros sin ella.

A continuación, comprobaron que los que habían utilizado ordenadores y


tabletas habían conseguido registrar muchas más palabras que los que
habían tomado apuntes a mano.

Pero tras someterles a una serie de test para poner a prueba su memoria sobe
lo escuchado en las charlas, los estudiantes que usaban papel recordaban
mucho mejor la idea general de las charlas y los conceptos más abstractos
que aquellos que estaban con sus productos Apple o sus PC. Respecto a datos
conceptos como fechas o nombres, los dos grupos puntuaron de forma
similar.

Los psicólogos aseguran que el esfuerzo extra que supone escuchar y


escribir en sus propias palabras lo que ha dicho otra persona es un
ejercicio de aprendizaje en sí mismo, y que genera una serie de habilidades
de conceptualización y de capacidad de resumir que no son nada desdeñables.

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