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Revista Latinoamericana de Psicología Social Ignacio Martín-Baró, Vol.

2, N° 1, Junio 2013 ISSN 0719-2703

¿Existe la psicología de la liberación fuera


de América Latina?2
Is there a liberation psychology outside latin america?

Autor
Mark Burton
Scholar Activist. Catedrático honorífico en Manchester
Metropolitan University.
mark.burton@poptel.org

Recibido: 31 de diciembre de 2012 Aceptado: 18 de junio de 2013

Citación Burton, M. (2013). ¿Existe la psicología de la liberación fuera de América Latina?


Revista Latinoamericana de Psicología Social Ignacio Martín-Baró, 2(1), pp. 158-170.

Dirección www.rimb.cl/burton.html.

Resumen Este informe considera si hay psicologías de la liberación fuera de Améri-


ca Latina. Primero se establece una aproximación a la psicología de la liberación
desde la obra de Ignacio Martín-Baró, en términos de su vinculación con otras
corrientes de la praxis latinoamericana, la concientización, el realismo crítico, una
orientación realmente social, y su eclecticismo metodológico. Entonces hace una
mirada sobre psicologías que respondieron a la problemática de la opresión y la
exclusión en algunos países seleccionados: Sudáfrica, Filipinas, Nueva Zelandia, Ir-
landa y Gran Bretaña. Concluye que sí existen versiones de la psicología de la liber-
ación fuera de América Latina y además que hay mucho que compartir y aprender
entre las distintas regiones donde surgieron esas psicologías libertadoras. En este
sentido, se puede hablar de una segunda psicología de la liberación, no definida
exclusivamente por la realidad latinoamericana, sino por un marco “analéctico”,
donde el otro, el oprimido, construye, junto con el especialista, una praxis liberta-
dora realizada en la comprensión y la acción, para transformar la realidad vivida.

Palabras clave psicología de la liberación, opresión, marco analéctico, Sudá-


frica, Filipinas, Nueva Zelandia, Irlanda, Gran Bretaña.

Abstract This report considers whether there are liberation psychologies be-
yond Latin America. An understanding is first established of liberation psychol-
ogy which originated in the work of Ignacio Martín-Baró, in terms of its links
with other currents of Latin American praxis, conscientization, ‘realismo crítico’,
a reaaly social orientation, and its methodological eclectisism. Then it considers
psychologies that responded to the problematic of oppression and exclusion in
selected countries: South Africa, The Phillipines, New Zealand, Ireland and Great
Britain. It is concluded that there are versions of liberation psychology beyond
Latin America and tha moreover there is much to share and learn between the dif-
ferent regions where liberatory approaches to psychology have emerged. It is pos-
sible to talk in terms of a second psychology of liberation, not defined exclusively
by the Latin American reality but by an ‘analectic’ framework where the other,

2
Conferencia presentada en el Encuentro Costarricense de la Psicología de la Liberación, Heredia, Costa
Rica, marzo de 2012.
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the oppressed, constructs, together with the specialist, a liberatory praxis, realised
in understanding and action, in order to transform reality as lived.

Key words liberation psychology, oppression, analectic approach, South Africa,


Phillipines, New Zealand, Ireland, Great Britain.

Tabla de contenido

1. Introducción 159

2. ¿Qué es la psicología de la liberación en América Latina?, p.161


2.1. Vinculación con otras corrientes de la praxis latinoamericana, p.161
2.2. La concientización, p.161
2.3. Realismo crítico, p.162
2.4. Una orientación realmente social, p.163
2.5. Eclecticismo metodológico, p.163

3. La psicología libertadora en otras regiones, p.163


3.1. Sudáfrica, p.164
3.2. Filipinas, p.165
3.3. Nueva Zelanda, p.166
3.4. Irlanda, p.166
3.5. Gran Bretaña, p.166

4. Una segunda psicología de la liberación, p.168

5. Agradecimientos, p.169

6. Referencias, p.169

1 Introducción

A lo largo de mi carrera en la psicología, como profesional en sistemas de


atención a personas discapacitadas, así como instructor, investigador y es-
critor, siempre sentí que, parafraseando a Hamlet, “Algo está podrido en
el estado de la psicología”. Esta percepción es bastante común: muchos
estudiantes experimentan una decepción al encontrar la psicología como
disciplina y al sufrir la socialización en su seno. Pero mientras que esta
percepción con frecuencia tiene que ver con cómo la disciplina tiende a
ser “seca”, divorciada de la vida humana, de las causas y azares de la per-
sona, de cómo es ese ser humano, añado que mi problema con la psi-
cología se centra en dos carencias concretas. Primero, la psicología “ofi-

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cial” está alejada de las ciencias sociales, de la política, de la economía no


solamente en sus conceptos, su teoría, sino en cómo se vive la psicología
como práctica en relación con los problemas grandes de la sociedad. Se-
gundo (y vinculado con esto), la psicología no proporciona muchos recur-
sos para el compromiso que llamo “el cambio social con principios”. Y
para mí este compromiso no queda delimitado al nivel del grupo o comu-
nidad: se trata de combatir la exclusión, la opresión, la explotación por
aquí y por allá, tanto dentro de sistemas pequeños como una institución
como a lo largo del sistema mundial de la acumulación económica.

Por eso he estado buscando fuentes para construir una praxis alternativa.
Muchas veces estas fuentes se ubican fuera de la psicología, en otras disci-
plinas como la ecología o la sociología. Pero en la compañía de muchos
otros intelectuales comprometidos, me doy cuenta de que hay un conjunto
de teorías y recursos disponibles que no se ubican en las disciplinas de la
universidad moderna. Eso incluye el marxismo como filosofía de la praxis,
como manera de ver el mundo por otra ventana, una ventana hecha por
una alianza entre la lucha por la justicia social y la necesidad de forjar her-
ramientas adecuadas para entender, organizar y reflejar la realidad que
vivimos. Incluye la inspiración por movimientos y proyectos sociales diversos
(enfocados, por ejemplo, en problemas de desarrollo comunitario, de la
exclusión por etnia, género o discapacidad). Y esa búsqueda me ha condu-
cido a experiencias en lugares fuera de los países centrales. En primer lugar,
quiero destacar varias vivencias, teorías, marcos y movimientos de América
Latina: entre ellos los de la psicología de la liberación (PSL). Esa psicología
se ha hecho gracias a la iniciativa y trabajo de un grupo de psicólogos y
psicólogas de varios países de América. Entre ellos quiero destacar como
pensadores importantes a Ignacio Martín-Baró y Maritza Montero. Pero
también hay muchos otros –además de los del núcleo original– con varios
grados de vinculación con ese movimiento y de autoidentificación.

2 ¿Qué es la psicología de la liberación en América Latina?

En trabajos anteriores (Burton, 2004a, 2004b; Burton y Kagan, 2005)


apunté unas características clave de esa psicología alternativa.

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2.1 Vinculación con otras corrientes de la praxis


latinoamericana

La psicología latinoamericana de la liberación puede entenderse como


parte de un proyecto amplio de teoría y práctica liberadora que surgió en
el contexto del trabajo para y con poblaciones oprimidas en toda América
Latina: junto con la teología de la liberación, la filosofía de la liberación,
la pedagogía popular, el teatro del oprimido, la economía de la depen-
dencia, y con los movimientos sociales vinculados con otras corrientes se-
mejantes (Flores Osorio, 2009, 2011).

2.2 La concientización

Esta práctica, conceptualizada por Paulo Freire (1972), parece siempre


presente en las distintas versiones de la psicología latinoamericana. Como
describió Martín-Baró (1985):

1. El ser humano se transforma al ir cambiando su realidad


(…) por (…) un proceso activo (…) el diálogo.
2. Mediante la paulatina decodificación de su mundo, la
persona capta los mecanismos que le oprimen y deshuman-
izan (…) se abre el horizonte a nuevas posibilidades de ac-
ción.
3. El nuevo saber de la persona sobre su realidad circun-
dante le lleva a un nuevo saber sobre sí misma y sobre su
identidad social (...) le permite no solo descubrir las raíces
de lo que es, sino el horizonte de lo que puede llegar a
ser. Así, la recuperación de su memoria histórica ofrece la
base para una determinación más autónoma de su futuro
(pp.169-170).

Para nosotros (Kagan, Burton, Duckett, Lawthom y Siddiquee, 2011, p.


187) es un proceso cíclico, fuertemente vinculado con las experiencias viv-
idas de la gente, que empieza su propio nivel de conciencia y capacidad
de actuar. Mientras se desarrolla a lo largo del tiempo, mediante el diálo-
go y la reflexión, la agencia de la gente aumenta tanto como su poten-
cialidad y capacidad de luchar por la justicia social.

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Este proceso de cambio surge desde abajo, no como imposición desde


afuera, sino desde la propia gente. Ello desafía el papel de los psicólogos
y otros agentes mientras trabajan con la gente para entender cómo está
enredado en el ciclo de opresión y las fuerzas estructurales responsables,
además de cómo podrían transitar a la acción por la liberación (ver tam-
bién Moane, 2011).

Si hay principios de la psicología con amplia validez transcultural, pensa-


mos que la concientización debe de ser uno. Al menos aparece en diversos
contextos donde grupos diversos llegan a la autoconciencia haciéndose
sistema-consciente actores en situaciones distintas.

2.3 Realismo crítico

Una psicología de la liberación siempre tiene que tener raíces fuertes en


la realidad, y esto determina su epistemología. Para Martín-Baró (1998):

no sean los conceptos los que convoquen a la realidad, sino


la realidad la que busque a los conceptos; que no sean las
teorías que definan los problemas de nuestra situación sino
que sean esos problemas los que reclamen y, por así decirlo,
elijan su propia teorización. Se trata de cambiar nuestro
tradicional idealismo metodológico en un realismo crítico
(p. 314).

Vale aclarar que este uso del término “realismo crítico” no es igual al del
filósofo Roy Bhaskar (1997, 1998), aunque no son contradictorios. Para
Bhaskar significa una ontología donde la realidad sí existe pero no se
puede conocer sin la mediación social: el contraste es por un lado con el
idealismo y por otro con un realismo ingenuo.

Para Martín-Baró hay un matiz diferente. Para él, la realidad social es difícil
de ver claramente y por eso no se trata de un realismo ingenuo. Por eso no
rechaza la teoría, sino que enfatiza su índole dialéctica: sobre una base de
proposiciones metateóricas (por ejemplo, la naturaleza conflictual de la so-
ciedad) la teoría interactúa a través de la acción con la realidad. Las teorías
construidas así con la gente, desde su perspectiva del oprimido, cada vez

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más crítica, tiene su papel en la desideologización de la realidad.

2.4 Una orientación realmente social

En el trabajo de quienes utilizan la PSL como una perspectiva que los guía,
hay una crítica total al individualismo predominante en casi toda la psi-
cología. Pero la orientación social no es solo un asunto de la teoría. La PSL
es un proyecto moral. El compromiso es a fin de cuentas con la liberación.
Esta versión completamente social de la psicología tiene varios aspectos
(entre ellos una concepción distinta del ser humano). Antes que nada, son
fundamentales el reconocimiento de la naturaleza conflictiva de la socie-
dad y la omnipresencia del poder.

2.5 Eclecticismo metodológico

Aunque existe un énfasis en el compromiso freireano con el método de


reflexión-acción-reflexión y la investigación acción participativa, al mis-
mo tiempo me parece que la gente que trabaja dentro de este marco
libertador utiliza una amplia gama de métodos: por ejemplo, las encues-
tas, métodos estadísticos, las representaciones sociales, investigación
cualitativa, la fotografía cooperativa y el drama, la crítica de la ideología.
No se observa el purismo que a menudo existe en la psicología crítica de
los países centrales.

Si estas son características de la psicología de la liberación en América


Latina, ¿existen psicologías semejantes en otras regiones?

3 La psicología libertadora en otras regiones

Antes de reflexionar sobre los acontecimientos en otras regiones, ofrezco


una observación general bastante obvia. Si queremos hallar tipos de psi-
cología libertadoras, hay que buscar donde no solo hay opresión, sino
también una respuesta consciente a ella. Normalmente esto significa mo-
vimientos sociales con una orientación contrasistémica, orientada no al

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pasado, a una sociedad tradicional, sino hacia adelante, a una sociedad


justa e inclusiva.

Los ejemplos siguientes sirven para demostrar que hay aportes relevantes
en distintos lugares fuera de América Latina. Podía haber descrito otros,
por ejemplo en Canadá, Estados Unidos, España (quizás más conocidos
por lectores de esta revista) o en Palestina, Turquía o la India (difícil a
causa de la falta de literatura accesible).

3.1 Sudáfrica

La lucha contra el sistema del apartheid puso en cuestión la psicología


dominante. El proceso de radicalización conllevó la problematización de
aspectos del funcionamiento de la sociedad tanto antes como después de
la victoria contra el régimen de apartheid. Esto se puede ver en fuentes
como la revista Psychology in Society2 o en libros sobre la psicología crítica
(Hook, Kugura y Mkhize, 2004) o comunitaria (Seedat, Duncan y Lazarus,
2001) que a mi juicio tienen una relación más aguda con la realidad que
sus equivalentes de los centros de países ricos.

No es una sorpresa que el eje más importante para la psicología crítica de


Sudáfrica sea el racismo. La complicidad de la psicología con el racismo no
se ve simplemente como fenómeno dentro del país: la psicología an-
gloparlante de las primeras décadas del siglo veinte lo influyó teniendo
una alta dosis de racismo. Para salir efectivamente de esa situación, Mo-
hammed Seedat (1997), en su artículo “La búsqueda para la psicología
libertadora”, hizo un llamamiento por tres prioridades:

1. Orientar la psicología a la experiencia vivida por los


oprimidos.
2. Fomentar que los oprimidos estén al centro de la pro-
ducción de conocimiento, que incluye la formación de más
psicólogos negros.
3. Superar la tendencia positivista de descontextualizar
fenómenos psicológicos haciéndolos como esencial en lu-
gar de producto del contexto económico e histórico.
4. Emplear medios variados para conocer e investigar
fenómenos (p. 267).

2 Ver “Psychology in Society (PINS) aims to foster a socio-historical and critical theory perspective, by
focusing on the theory and practice of psychology in the Southern African context”, en http://tinyurl.
com/caemgok.
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Esto tiene mucha semejanza con el manifiesto de Martín-Baró (1986) de-


scrito en “Hacia una psicología de la liberación”.

3.2 Filipinas

Recientemente obtuve un libro escrito por Virgilio Enríquez (1994), publi-


cado originalmente en 1992: From Colonial to Liberation Psychology: The
Phillipine Experience. A lo largo de sus 177 páginas, Enríquez cuenta la
historia de la psicología en Filipinas.

El capítulo número 3, titulado “Towards a Liberation Psychology” (Hacia


una psicología de la liberación) se trata del Sikolohiyang Pilipino, con én-
fasis en problemas sociopolíticos, la diversidad étnica, el neocolonialismo,
la revalidación cultural y la reorientación teórica. Usa palabras pilipinas (a
partir de los ochenta el idioma se llamará “filipino”) para nombrar con-
ceptos psicológicos que obtienen su sentido dentro del contexto cultural
de los pueblos filipinos. Por ejemplo, el término kapwa no se traduce ad-
ecuadamente al inglés ni, supongo, al castellano. Se trata de la unidad del
yo y los otros: “La kapwa es un reconocimiento de la identidad comparti-
da, un yo interno compartido con los otros” (Enríquez, 1994, p. 45).

Entonces, pasa por la filipinización de la teoría de la personalidad y su


conexión con el carácter nacional (que me recuerda los trabajos de José
Miguel Salazar, que influenció a Montero y Martín-Baró), el desarrollo de
conocimientos y la división cultural (problemática indígena) haciendo una
propuesta muy próxima a algunos aportes latinoamericanos, captado por
el concepto dusseliano de la analéctica (Dussel, 1977, 1998a, 1998b). Con-
cluye con la reclamación de la relevancia en el contexto de la lucha contra
la dictadura de Ferdinand Marcos y la restauración de la democracia, que
rápidamente mostró rasgos neoliberales.

Todavía hay un movimiento de Sikolohiyang Pilipino, aunque Enríquez


está muerto, y parece que ese movimiento psicológico tiene vinculación
significante con los movimientos sociales (comunicación personal con I.
Parker y E. Burman, 2012).

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3.3 Nueva Zelanda

Voy a pasar rápidamente por Nueva Zelanda, donde la presencia de la


minoría indígena maorí influenció mucho a la psicología, sobre todo a la
psicología comunitaria (O’Connor, Tilyard y Milfont, 2011; Robertson y
Masters-Awatere, 2008). Hay un énfasis en las prácticas “culturalmente
seguras”. En este caso, a pesar de las realidades de exclusión históricas y
contemporáneas de aquel pueblo, me parece un poco obsesivo ese realce
de la cultura indígena. Es decir, no estoy seguro de que realmente sirva
para construir una psicología para todos, porque me parece que debe más
al humanismo liberal que a las teorías que critican las raíces de la opresión.
Así no se profundiza en el capitalismo y tampoco en el imperialismo.

3.4 Irlanda

Irlanda fue la primera colonia de Inglaterra fuera del mar. Su independen-


cia se logró en tres pasos constitucionales entre 1922 y 1949, después de
una lucha larga. Pero eso no condujo realmente al fin del colonialismo, en
el sentido de que la economía, así como muchos aspectos de la cultura, se
quedó en un estado de dependencia. Esta problemática es tema de trabajo
de algunos psicólogos irlandeses, entre quienes destacan Geraldine Moane
y Sean Ruth. En su trabajo, Moane (2003, 2010, 2011) toma una perspectiva
informada tanto por el feminismo como por el colonialismo. En ambos ca-
sos apunta a la internalización de la represión y de los procesos de interven-
ción, normalmente en grupos. Usa las ideas de Fanon, Freire y Martín-Baró,
entre otros, para informar la práctica y la teoría. Desde los noventa su prác-
tica ha sido con mujeres y otros grupos oprimidos, combinando la interven-
ción grupal con la capacitación, en una práctica claramente política.

3.5 Gran Bretaña

Obviamente conozco más sobre el desarrollo de la psicología libertadora


en Gran Bretaña (me refiero aquí específicamente a la isla de Gran Breta-
ña, compuesta de Inglaterra, Gales y Escocia, y no al Reino Unido, que

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también incluye los seis condados de Irlanda del Norte). Identifico al me-
nos cuatro áreas colindantes de la praxis:

1. La psicología comunitaria crítica (Kagan et al., 2011).


2. El enfoque del modelo social en torno a la discapacidad y
marcos similares con sobrevivientes del sistema de la saludw
mental (Race, 2002).
3. Trabajos de índole crítica sobre la política social y el tema
de la seguridad estatal (Burton y Kagan, 2007; Roberts,
2007).
4. Trabajos con grupos marginados como refugiados y vícti-
mas de la tortura (Afuape, 2011).

Para algunos, los modelos que surgen desde América Latina son una in-
spiración y fuente de conceptos. Pero mucha gente no lee castellano ni
portugués y muchos trabajos no se han traducido. Por eso, la influencia
está restringida a unas obras clave y por eso hay una producción teórica y
práctica originaria.

Los trabajos con víctimas de la tortura (por ejemplo la ONG Fundación Médi-
ca contra la Tortura [Medical Foundation Against Torture]), aunque parecidos
a grupos como el ILAS, de Chile (Lira, 2000), los desarrollaron profesionales
británicos. En su libro Poder, resistencia y liberación en la terapia con so-
brevivientes de la trauma (2011), Afuape explora enlaces entre este trabajo,
la psicología de la liberación y los trabajos de pensadores de la diáspora afri-
cana como W.E.B Du Bois. Otros ejemplos de la producción británica son el
modelo social de la discapacidad, que surgió en Inglaterra a partir del movi-
miento de gente discapacitada, algunos de ellos sociólogos, y el movimiento
de sobrevivientes de la psiquiatría. Tienen su propia praxis y teoría.

Pienso que la situación es similar en las distintas áreas geográficas y


temáticas que apunté arriba. No es que no hubiera influencias: la teología
de la liberación, por ejemplo, tenía influencia en Filipinas, Sudáfrica e Ir-
landa, tanto como otros antecedentes de la psicología de la liberación,
como la pedagogía popular y los libros de Fanon. Pero me parece que
todo era solo un viento entre otros. Si hay semejanzas entre los esfuerzos
en América Latina y las otras regiones es porque hay semejanzas entre las
estructuras de la opresión, entre los seres humanos, su capacidad de re-
sistencia y los procesos que la impiden o la fomentan. Por eso digo que la

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invención o descubrimiento de la praxis libertadora ocurre de manera


bastante independiente en contextos separados. No significa que no se
puedan compartir las experiencias y perspectivas: al contrario, es muy im-
portante juntarnos para hacerlo, construyendo enlaces para alimentar un
movimiento disperso contra la opresión. Para mí todo esto es parte de
una psicología de la liberación, no aislada en la academia, sino enraizada
en la realidad social.

4 Una segunda psicología de la liberación

Pero verlo así me hace pensar que realmente ya no estamos definiendo la


psicología de la liberación solamente en relación con las mayorías popu-
lares latinoamericanas, ni como algo esencialmente latinoamericano. En
cambio, ampliamos la mirada, reconociendo que los seres humanos llegan
a ser personas por una gama de procesos cuyas dimensiones incluyen la
reificación, la opresión, la incorporación y la socialización, tanto como la
exclusión y la resistencia. Esto es, la realidad en cada barrio, cada familia,
cada institución, cada lugar de trabajo, cada país.

Por eso he usado el término “una segunda psicología de la liberación” para


referir a una praxis transglobal. En lo mejor de esto se parte de un marco
analéctico (Dussel, 1998b), donde el otro, el oprimido, construye, junto con
el especialista, una praxis libertadora realizada en la comprensión y la ac-
ción, para transformar la realidad vivida. Lo curioso es que esta idea tan
sencilla pudiera ser muy ajena a la psicología dominante. Y esto simple-
mente nos dice que ya es hora de compartir una segunda y global, real-
mente social, psicología de la liberación. Dimos un paso adelante en 2011
con el lanzamiento de The English Language Liberation Psychology Net-
work (Red de la Psicología de la Liberación Angloparlante).2 En junio de
2012 organizamos dos talleres con contribuciones internacionales en el IV
Congreso de la Psicología Comunitaria en Barcelona. La red tiene la posi-
bilidad de actuar como un puente entre colegas de varios países del sur del
mundo, quienes hablan inglés o al menos lo usan como medio de comuni-
cación. Sin embargo, nos queda mucho qué hacer para consolidar esta ini-
ciativa. Cabe señalar un riesgo: el idioma inglés tiene una posición

2
http://psylib.org.
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hegemónica y podría funcionar como hilo conductor para la transmisión de


influencia ideológica desde los países centrales del sistema global, es decir,
lo contrario a la propuesta de esta red (Değirmencioğlu, 2011). Sin embar-
go, pensamos que vale correr el riesgo manteniendo la vigilancia, porque
es un hecho que los griegos, turcos, palestinos, filipinos e indios ya se comu-
nican entre ellos utilizando el inglés. Promover el intercambio mediante
una red así solo es el primer paso en la construcción de vinculación entre los
psicólogos de los países con orientación libertadora del sur global.

Esta propuesta no intenta disminuir lo que se ha hecho en América Latina


por redefinir la PSL en términos más generales, sino más bien aumentar su
influencia: la psicología de la liberación es demasiado valiosa como para
pertenecer solo a una región del mundo; ella tiene trabajo por hacer con
todos nosotros.

5 Agradecimientos

A Fernando González-Rey, por su ayuda con la expresión castellana de


una versión anterior de este texto y al equipo de RIMB por su colabo-
ración en torno a las últimas versiones. A Ignacio Dobles, por la invitación
a presentar este tema en el encuentro costarricense de la psicología de la
liberación, en marzo de 2012. A varias colegas latinoamericanas, y de
otros continentes, por los intercambios que me adelantaron el enten-
dimiento de este tema: cualquier error de interpretación es mío.

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