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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN AGUSTIN

FACULTAD DE AGRONOMIA
ESCUELA DE AGRONOMIA

ECONOMIA GENERAL
=====================================================

¿CÓMO HA CAMBIADO EL CONCEPTO DE


DESARROLLO DESDE LA APARICION DEL INDICE
DE DESARROLLO HUMANO?

DOCENTE:
Dr.: MATEO POCCO PINTO

INTEGRANTES:

 ARAPA CHIPANA ANTHONY ARNALDO


 PAREDES QUISPE RUTH
 JAVIER ENRIQUE NIEBLES MAGNANI
 MONRROY CUTIPA JULIO CESAR
 MEDINA RODRIGUEZ VICTOR FRANK

AREQUIPA – PERÚ
2018

pág. 1
Contenido
RESUMEN ............................................................................................................................................ 3
INTRODUCCION ................................................................................................................................... 4
INDICE DE DESARROLLO HUMANO (IDH) ........................................................................................ 5
Metodología .................................................................................................................................... 7
El Concepto Sobre Desarrollo De Amartya K. Sen ........................................................................... 9
¿CÓMO CAMBIO EL CONCEPTO DE DESARROLLO DESDE LA APARICIÓN DEL ÍNDICE DE
DESARROLLO HUMANO? (IDH) AMARTYA K. SEN. ........................................................................ 10
Origen ........................................................................................................................................ 11
Evolución ................................................................................................................................... 13
Medición.................................................................................................................................... 14
CONCLUSIONES ............................................................................................................................. 20
BIBLIOGRAFIA ................................................................................................................................ 22

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RESUMEN
Uno de los conceptos más controvertidos es el de Desarrollo de un país. La literatura no
presenta un consenso al respecto, por lo que es posible encontrar variadas definiciones, en
algunos casos incompatibles. En este trabajo se presenta un concepto de Desarrollo
particular, el expuesto por Amartya Sen, y distintas consideraciones acerca del mismo
realizadas por el propio autor, para reflexionar acerca del rol de la educación, salud y
economía en el proceso de Desarrollo. A modo de ejemplo se citan brevemente
características distintivas de los países Latinoamericanos a fin de derivar, bajo el marco
conceptual elegido, algunas consideraciones de política específicas de Desarrollo.

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INTRODUCCION
La literatura nos muestra que el concepto de desarrollo es un concepto tan necesario como
impreciso. La mayoría de los estudiosos de esta problemática comienzan sus análisis
dando por sentado las diferencias semánticas entre “desarrollado”, “en desarrollo” y
“subdesarrollado”. En otros casos se identifica al desarrollo como crecimiento económico,
por ser este último una variable fácilmente cuantificable y normalmente correlacionada
positivamente con otros indicadores sociales. Para otros autores, la distinción es
excesivamente dificultosa: “Definir los países en vías de desarrollo es difícil y hasta cierto
punto irrelevante. El Tercer Mundo es tanto un concepto político como económico” (Ray:
1998, 5). Las posturas encontradas en relación a esta definición se continúan, y existen
numerosas discusiones teóricas sobre la variedad y pertinencia de los conceptos de
desarrollo adoptados desde los inicios de la Ciencia Económica. Sin embargo no es objetivo
de este trabajo adentrarnos en esa interesante discusión (London: 1996).

Lo que sí haremos es adoptar un concepto de desarrollo, y analizar profundamente sus


implicancias. Por ello, nuestro objetivo es concentrarnos en el concepto de desarrollo
brindado por el economista indio Amartya Sen, quien brinda un punto de vista no tradicional
sobre el desarrollo, con el propósito de interpretar el rol que juega la acumulación de capital
humano en general y la educación en particular en el proceso de Desarrollo Económico de
una sociedad. En base a ello, y con especial interés en las economías Latinoamericanas,
intentaremos derivar conclusiones y algunas observaciones respecto a la política
económica y social. En función del objetivo propuesto, en la primera parte se presentará el
concepto de desarrollo de Sen.

Concretamente, las conclusiones girarán en torno a la necesidad de que las políticas para
el desarrollo se orienten a propiciar la creación de Instituciones que fomenten la ampliación
de las libertades fundamentales de los individuos. l entorno institucional debe generar las
condiciones para que todos los individuos tengan potencialmente igualdad de
oportunidades.

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INDICE DE DESARROLLO HUMANO (IDH)
El IDH surge como una iniciativa del economista pakistaní Mahbub ul Haq para clasificar
los países a partir de otras variables que no fueran las usadas tradicionalmente en
economía (PIB, balanza comercial, consumo energético, desempleo, etc.), en educación
(Índice de alfabetización, número de matriculados según nivel educacional, etc.), en salud
(tasa de natalidad, esperanza de vida, etc.) o en otras áreas (gasto militar). El IDH busca
medir dichas variables a través de un índice compuesto, por medio de indicadores que se
relacionan en los tres aspectos mencionados en forma sinóptica.

El IDH es calculado desde 1990 por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD). En gran parte, se basa en las ideas desarrolladas por Amartya Sen.

 Salud: Se utilizó un índice compuesto que refleja condiciones de salud en los


hogares: protección de salud, a través del IGSS o de un seguro, número de
personas por dormitorio, tipo de acceso a agua y saneamiento y tipo de piso en la
vivienda.
 Educación: indicador compuesto que incluye la esperanza educativa en niños y la
escolaridad alcanzada por adultos mayores de 25 años.
 Nivel de vida: Se incluyó un agregado del ingreso laboral y no laboral familiar,
ajustado a precios internacionales (en dólares PPA per cápita). Ingresos laborales
y no laborales per cápita.

El índice IDH aporta valores entre 0 y 1, siendo 0 la calificación más baja y 1 la más alta.
En este sentido, la PNUD clasifica a los países en tres grandes grupos:

 Países con Alto desarrollo Humano (“High Human Development”). Tienen un IDH
mayor de 0,80.
 Países con Medio desarrollo Humano (“Medium Human Development”). Tienen un
IDH entre 0,50 y 0,80.
 Países con Bajo desarrollo Humano (“Low Human Development”). Tienen un IDH
menor de 0,50.

El reporte sobre Desarrollo Humano 2015 del Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD) señala que Perú ha subido una posición en el Índice
de Desarrollo Humano (IDH) 2014 respecto a la edición del 2013.

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Es así que Perú se ubicó en el puesto 84 de 187 países. El informe difundido
por el Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial de la Cámara de
Comercio de Lima (CCL) fue presentado en diciembre del 2015 en donde
nuestro país registró un Índice de Desarrollo Humano de 0,734 ubicándolo en
la categoría de países con Desarrollo Humano (DH) alto, pero sigue ligeramente
por debajo del promedio (0,744). Del mismo modo, sigue ligeramente bajo en
comparación con el promedio de los países miembros de América Latina y el
Caribe (0,748).

El informe también resalta que la esperanza de vida en el país es de 75 años,


un promedio de escolaridad de 9 años, un período de educación promedio de
13 años y un ingreso nacional bruto per cápita de US$ 11 medidos bajo la
paridad de poder adquisitivo (PPA). Respecto a los países que integran la
Alianza del Pacífico, Chile es la única economía que clasifica entre los países
con un índice de desarrollo humano alto. México y Colombia comparten el
bloque "alto" con Perú. (Diario La República, 13 Ene 2016).

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Metodología
Cada uno de los componentes se expresa con un valor entre 0 y 1, para lo cual se utiliza la
siguiente fórmula general total.

Nueva metodología

Desde el informe del año 2010 el PNUD usa un nuevo método para calcular el IDH, en el
cuál el mínimo del INB se sitúa en 100 USD, el mínimo para ambos indicadores de
educación, en 0 y, el mínimo de esperanza de vida, en 20 años:

Vieja metodología

El siguiente es un ejemplo de su cálculo tomando como referencia los valores de España


en el informe 2007 (esperanza de vida al nacer de 80,5 años; tasa de alfabetización adulta
del 99%;4 tasa bruta de matriculación del 98%; PBI PPA per cápita de 27.169 $US):

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El Concepto Sobre Desarrollo De Amartya K. Sen
La literatura económica presenta variadas definiciones del concepto de desarrollo que
abarcan una amplia gama de dimensiones, tanto políticas, sociales, biológicas, como
económicas. En términos generales coinciden en que éste concepto hace referencia a
factores y cambios cualitativos en la vida del hombre y de la sociedad en la que habita,
aunque algunos autores se detienen en el aspecto meramente material (cuantitativo) del
cambio.

En este contexto, Amartya Sen (Sen: 1999a) expresó que para hablar del desarrollo de una
sociedad hay que analizar la vida de quienes la integran, que no puede considerarse que
hay éxito económico sin tener en cuenta la vida de los individuos que conforman la
comunidad. El desarrollo es entonces el desarrollo de las personas de la sociedad. Por este
motivo define concretamente:

"El desarrollo es un proceso de expansión de las capacidades de que disfrutan los


individuos" (Sen: 1999b).

El autor destaca que la palabra capacidad no es atractiva en sí misma (Sen: 2001), y explica
que se ha usado para hablar de las tierras y no de las personas. Sin embargo él elige
utilizarla porque le parece clara para expresar las combinaciones alternativas de lo que una
persona puede lograr hacer o ser: las capacidades simbolizarían las posibilidades que
tienen los individuos de alcanzar desempeños valiosos.

Señala que su concepto de capacidad se asemeja a la palabra griega dunamin que


Aristóteles empleó para analizar algunos aspectos del hombre, que puede traducirse como
“potencialidad” o “capacidad para existir o actuar”. (Sen: 2004)

Cabe mencionar que Sen (Sen: 1999b), diferencia el concepto de capacidad humana del
tradicional concepto de capital humano. Expresa que si bien ambos conceptos centran su
atención en el hombre, la diferencia principal a tener en cuenta está dada porque la literatura
económica sobre capital humano pone mayor énfasis en el rol del ser humano como
productor de bienes y servicios, por lo que es primordial observar y estudiar cómo cada
mejora en la calificación del hombre hace que éste sea más productivo. En cambio, el punto
de vista de la capacidad humana planteado por Sen centra su atención en la capacidad de
los individuos para vivir la vida, y por ello se analizan los motivos que éstos poseen para
valorar y aumentar las alternativas reales entre las cuales poder optar.

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Cada persona, en función de sus características, origen y circunstancias socioeconómicas
con las que convive, entre otros aspectos, tiene la capacidad para hacer ciertas cosas que
valorará por diferentes motivos. Tal valoración puede ser directa o indirecta: la primera está
en función de aquellos elementos que implican que podrá enriquecer su vida, es decir que
le permitirán tener una mejor calidad de vida, como estar bien nutrido o sano ; la segunda
tiene que ver con la posibilidad de contribuir más y mejor en la producción. De esta manera,
la perspectiva de la capacidad humana es más abarcativa que la teoría del capital humano,
esta última una expresión más limitada de la capacidad humana.

Sen (Sen: 1999b) también se refiere a las capacidades como las libertades fundamentales
(o reales) que pueden poseer los individuos. Las define como las diferentes combinaciones
de funciones que el individuo puede conseguir y que le permiten lograr distintos estilos de
vida. “Por ejemplo, una persona rica que ayune puede conseguir los mismos resultados
funcionales en lo que se refiere a comer o nutrirse que una persona desfavorecida que se
vea obligada a pasar hambre, pero la primera tiene un 'conjunto de capacidades' diferente
al de la segunda (la primera puede decidir comer bien y estar bien nutrida, mientras que la
segunda no)" (Sen, 1999b).

¿CÓMO CAMBIO EL CONCEPTO DE DESARROLLO DESDE LA APARICIÓN DEL ÍNDICE


DE DESARROLLO HUMANO? (IDH) AMARTYA K. SEN.
“No veo que el concepto de desarrollo haya cambiado. El IDH surgió en el primer
informe de Desarrollo Humano en 1990, en reconocimiento de las limitaciones
de las medidas estándar de desarrollo, como Producto Interno Bruto o Producto
Nacional Bruto. Éstas medidas se concentraban en el ingreso y los recursos
que tenía la gente, no en el tipo de vida que podían vivir en la práctica.

No creo que el concepto de desarrollo haya cambiado desde entonces. Había


trabajos teóricos sobre desarrollo antes del IDH en los 70 y 80.

Pero desde entonces, los trabajos siguen básicamente la misma línea,


reemplazando características de propiedad, medios y posesión de ingreso, por
características que tienen que ver con la vida humana y la libertad de la gente
para vivir la clase de vida que valora según su propio raciocinio.

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Así que el cambio ha sido desde materias primas hacia la libertad y las
capacidades de las personas, y ese cambio aún sigue en pie.” (Diario “BBC
Mundo” 4 noviembre 2010)

Se ha exhibido como Sen usa el análisis económico y lo relaciona con conceptos más
amplios para medir la pobreza y el desarrollo humano: su enfoque pone el énfasis en el ser
humano y en su libertad: la libertad individual como objetivo primario y principal medio del
desarrollo (Álvarez:2001).

De esta manera, observar al desarrollo desde la óptica del análisis de las libertades
substanciales pone en el centro de la escena no solo los medios (donde muchas veces se
sobrevalora el crecimiento del producto), sino también los fines del mismo. Es decir,
concebir al desarrollo como un proceso de expansión de las libertades fundamentales
permite estudiar con atención los propósitos por los que cobra importancia el desarrollo.

Si bien la riqueza es un importante medio para afectar la calidad de vida de los individuos,
también es necesario detectar y tener en cuenta sus limitaciones. El aumento del producto
no puede considerarse como único determinante. Éste es tan solo un medio primordial para
expandir las libertades de los individuos que viven en sociedad, aunque no el único factor
que influye sobre las mismas. La utilidad de la riqueza se manifiesta en que permite al
individuo conseguir libertades fundamentales. No obstante esta función no es ni exclusiva
(debido a que hay muchos otros elementos que influyen de manera importante en la vida
del hombre) ni uniforme (esto porque la forma en que la que riqueza afecta la vida del
hombre varía a lo largo de la misma).

Lo enunciado en el párrafo anterior debe tenerse en cuenta a la hora de evaluar el


desarrollo, ya que éste no debe ser estimado sin considerar el estilo de vida que pueden
llevar las personas y sus libertades reales.

Origen
El paradigma de desarrollo humano que apareció a finales de los años ochenta
representó un cambio radical por dos razones. En primer lugar, porque cuestionaba
la premisa utilitaria que servía de fundamento a gran parte de la economía del
desarrollo. A partir sobre todo de la obra profundamente innovadora de Amartya
Sen, el proceso de desarrollo se ve como un proceso de ampliación de las
“capacidades” de las personas y no como un aumento de la utilidad y del bienestar

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y satisfacción económicos. Es decir, el objetivo del desarrollo no es incrementar el
producto sino propiciar que la gente disponga de una gama mayor de opciones, que
pueda hacer más cosas, vivir una vida más larga, eludir enfermedades evitables,
tener acceso a la reserva mundial de conocimientos, etcétera. A destacar que
capacidades y opciones están íntimamente relacionadas y que ambas, a su vez,
están estrechamente asociadas a la libertad, ya sea una libertad negativa (verse
libre del hambre, por ejemplo) o una libertad positiva (por ejemplo, libertad para
lograr más plenamente la vida que uno/a ha elegido). Según esta formulación, un
aumento en el suministro de artículos de consumo puede contribuir a aumentar las
capacidades humanas, pero lo hace de manera indirecta, no como un fin en sí
mismo. Dicho de otro modo, el concepto de desarrollo humano destrona al producto
nacional como primer y principal indicador del nivel de desarrollo. Es más, si bien es
cierto que un aumento del producto y de los rentas mejora el desarrollo humano, lo
hace a un ritmo decreciente. Significa que hay rendimientos decrecientes en cuanto
a la aptitud del enriquecimiento material para incrementar las capacidades
humanas, que es algo muy distinto de la noción de utilidad marginal decreciente de
la renta, aunque más de un crítico haya confundido ambas nociones. En segundo
lugar, el concepto de desarrollo humano también cuestiona el supuesto
comúnmente aceptado según el cual el medio para alcanzar el desarrollo es la
acumulación de capital físico, es decir, la inversión en instalaciones industriales y
bienes de equipo. En cambio, y según las tesis igualmente innovadoras de T.W.
Schultz, el desarrollo humano prioriza la acumulación de capital humano. Muchos
estudios empíricos han demostrado que el gasto en educación suele producir
rendimientos económicos tanto o más altos que los que se obtienen con la inversión
en capital físico. Pero el concepto de formación de capital humano excede el mero
gasto en educación para abarcar también el gasto en investigación y desarrollo -
generadores de nuevos conocimientos y de nuevas tecnologías-, el gasto en la
provisión de servicios básicos de salud, en programas de alimentación y en la
provisión de servicios de planificación familiar. Es decir, que la inversión en seres
humanos bajo todas estas formas resulta igualmente productivo, tanto si la meta es
el aumento del producto nacional como la potenciación de las capacidades
humanas. Considerados conjuntamente, el cambio en el objetivo de desarrollo
combinado con la priorización del capital humano como vía al desarrollo tienen
implicaciones de gran alcance para la estrategia global de desarrollo. Se ubica a las

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personas sólidamente en el centro del escenario: son simultáneamente el objeto de
las políticas diseñadas y un instrumento fundamental de su propio desarrollo. La
visión de un desarrollo centrado en las personas sustituye a la visión de un
desarrollo centrado en los bienes de consumo.

Evolución
La insatisfacción respecto al producto nacional bruto como indicador de desarrollo
y en general frente a los enfoques que se centran en la producción de bienes
materiales viene de lejos. A principios de los años setenta se empezó oír voces
desde la OIT, el Banco Mundial y otros sitios propugnando una redistribución
marginal de la renta, utilizando en favor de los pobres parte del producto adicional
creado por el proceso de crecimiento invirtiendo en activos de especial importancia
para ellos. Esta estrategia de “redistribución a partir del crecimiento” era importante
puesto que reconocía tácitamente que el aumento de la producción no era suficiente
por si solo para reducir la pobreza y alcanzar el desarrollo. A mediados de los años
setenta, la Organización Internacional del Trabajo, en un esfuerzo al que estuve
asociado, quiso dar un paso más en el análisis afirmando que las prioridades del
desarrollo tenían que cambiarse a favor de la creación de empleo y la satisfacción
de necesidades humanas básicas tales como la necesidad de alimento, de vivienda
y ropa, de educación primaria y secundaria y de atención primaria de salud. Pero al
principio tanto la “redistribución a partir del crecimiento” como las “necesidades
básicas” continuaban abordándose desde una perspectiva de desarrollo centrada
en la producción de bienes de consumo: pretendían únicamente asegurar que una
parte mayor de los beneficios derivados del aumento de la producción llegara a los
grupos con rentas más bajos. Más tarde la perspectiva de las “necesidades básicas”
empezó a ver los bienes no como fin sino como medio para otros fines. En los años
ochenta se hizo evidente que el crecimiento ya no podía darse por sentado. Gran
parte de África y de América Latina, sobre todo, se hundieron en una profunda crisis
y los planes de desarrollo se focalizaron principalmente en la “estabilización” y el
“ajuste estructural”. Pero las políticas convencionales de estabilización y de ajuste
no sólo provocaron estagnación o, lo que es peor, un empeoramiento de la situación
económica, sino que el peso del ajuste recayó invariablemente en los grupos más
desfavorecidos, lo que generó mayor desigualdad y mayor pobreza. La UNICEF
reaccionó contra la ortodoxia afirmando que era no sólo posible sino deseable

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diseñar programas de ajuste que protegieran a los pobres del grave deterioro de las
rentas y preservara de los recortes del gasto público la salud básica, la alimentación,
la protección de la infancia y los servicios educativos. Este enfoque, llamado “ajuste
con rostro humano”, constituía un gran desafío frente a las corrientes dominantes e
hizo más que cualquier publicación anterior por “situar primero a las personas”. Para
entonces los cimientos intelectuales del desarrollo humano ya estaban colocados y
el momento estaba maduro para su aceptación fuera de los círculos académicos.
Nuevos impulsos vinieron de la Mesa Redonda Norte-Sur (North-South Round
Table) y luego el Comité de Naciones para la planificación del desarrollo (United
Nations Committee for Development Planning). Ese comité decidió incluir en su
informe de 1988 los costos humanos del ajuste estructural. Se creó un grupo de
trabajo y un seminario de investigación en Ginebra que daba como resultado una
edición especial del Journal of Development Planning, reeditada en forma de libro y
formó la base del informe que se me encargó redactar para el Comité de Naciones
para la planificación del desarrollo. Se había plantado la bellota, pero no era nada
evidente que pudiera crecer hasta convertirse en un roble.
El desarrollo humano arraigaría un año después cuando Mahbub ul Haq se trasladó
al PNUD como Asesor Especial del Administrador General y convenció al PNUD
para que respaldara el concepto de desarrollo humano. A partir de 1990 el PNUD
comenzó a publicar anualmente un Informe sobre Desarrollo Humano que
desarrollaba el concepto de desarrollo humano e intentaba demostrar a los
responsables de diseñar las políticas de desarrollo cómo la estrategia podía
traducirse en términos operativos. El Informe sobre Desarrollo Humano se editó
deliberadamente con el mismo formato que la publicación estrella del Banco
Mundial, el Informe sobre Desarrollo en el Mundo, si bien el Informe sobre Desarrollo
Humano estaba escrito en un estilo ameno, sus análisis eran mucho más directos y
sus recomendaciones más provocativas. Ha suscitado un enorme interés en todo el
mundo y ha logrado tener una gran influencia.

Medición
La renta per cápita fue durante mucho tiempo el principal y más importante indicador
del nivel de desarrollo y los cambios en la renta per cápita habían sido
tradicionalmente el indicador más importante de progreso en materia de desarrollo.
Desde la época de Pigou, el bienestar económico había estado sujeto a la “medida

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del dinero”, si bien hubo otros científicos sociales que afirmaban que la renta
calculada en dinero constituía una concepción demasiado limitada de bienestar. El
cuestionamiento más serio del PNB per cápita como índice de desarrollo fue el
Índice de Calidad de Vida Física inventado por M.D. Morris en los años setenta. El
ICVF, como se le conoce, buscaba medir el bienestar o la “calidad de vida”
directamente y no de manera indirecta agregando el producto global de bienes y
servicios y dividiendo el total por el tamaño de la población. El Índice es en sí mismo
muy simple: es el promedio no ponderado de (i) la mortalidad infantil por cada mil
nacidos vivos, en una escala del 0-00, donde el peor resultado recibe un valor cero
y el mejor resultado esperado (o sea, 7/1000) un valor de 100; (ii) la esperanza de
vida a la edad de un año, en una escala del 0-100, donde el peor comportamiento
de cada año puntúa cero y el mejor 100; y (iii) el índice de alfabetización adulta en
términos porcentuales. Con todo, el ICVF nunca consiguió entusiasmar a los
profesionales del desarrollo y no logró desalojar al PNB de su posición privilegiada.
Así que el destronamiento del PNB per cápita aún tendría que esperar a que
Meghnad Desai (hoy Lord Desai), Amartya Sen y otros inventaran el Índice de
Desarrollo Humano (IDH) y el PNUD lo incluyera en su Informe sobre Desarrollo
Humano anual. El IDH se convirtió inmediatamente en un indicador alternativo de
desarrollo ampliamente aceptado. Pero es importante reconocer que el IDH y el PNB
per cápita no pretenden medir la misma cosa. El PNB per cápita es un indicador de
utilidad, de bienestar personal o de bienestar económico, mientras que el Índice de
Desarrollo Humano busca medir el nivel de capacidades humanas. No es lo mismo
bienestar que capacidad. Alguien puede tener la capacidad para obtener una
alimentación adecuada (y el bienestar logrado con ella) y en cambio optar por hacer
huelga de hambre. Una persona con capacidad para viajar y desplazarse puede
decidir quedarse en casa, aun cuando quedarse en casa implique un alto riesgo, en
el caso, por ejemplo, de una guerra civil. Se puede tener asimismo la capacidad de
vivir una larga vida y optar, en cambio, por suicidarse. El Índice de Desarrollo
Humano pretende medir capacidades, el conjunto de opciones de que dispone una
persona y, en última instancia, las libertades de que goza, mientras que el PNB per
cápita pretende medir el disfrute subjetivo que se obtiene del consumo. Así pues,
habría que considerar el IDH y el PNB per cápita no como indicadores
recíprocamente excluyentes, sino como indicadores complementarios que
proporcionan informaciones distintas. El IDH tiene cuatro componentes, a saber, la

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esperanza de vida al nacer, la tasa de alfabetización adulta, la tasa de matriculación
combinada en educación primaria, secundaria y terciaria, y la renta real medida en
términos de paridad de poder adquisitivo. Conviene destacar que algunos
componentes del IDH también forman parte del ICVF, pero la interpretación de
ambos indicadores es totalmente distinta: la primera mediría capacidades y el último
bienestar. El IDH incluye asimismo entre sus componentes el PNB per cápita,
aunque expresado en términos de paridad de poder adquisitivo. Pero también aquí
la interpretación es muy distinta: en el IDH la renta no se utiliza como indicador de
bienestar personal sino como un elemento potenciador de las capacidades
humanas. Se trata de un punto clave para comprender el concepto de desarrollo
humano. Unas rentas más elevadas potencian las capacidades pero, como ya se
ha mencionado anteriormente, lo hacen a un ritmo decreciente. Es decir, hay
rendimientos decrecientes de la renta en cuanto a la capacidad de las rentas más
elevadas para potenciar las capacidades humanas. En el IDH se han experimentado
distintas maneras de introducir la idea de rendimientos decrecientes. Actualmente
se emplea el logaritmo de la renta per cápita. Cabría esperar que el ranking de
países del Índice de Desarrollo Humano fuera más o menos parecido al ranking de
países en función del PNB per cápita, y ello por dos razones: porque en teoría a
mayores rentas, mayores capacidades y porque en la práctica la renta per cápita
(en términos de paridad de poder adquisitivo) tiene en el IDH el peso de un tercio.
Pero lo interesante no es el hecho de que la correlación entre ambos indicadores
sea alta y positiva sino que está lejos de ser perfecta. En efecto, en un número
sorprendente de casos se aprecia una diferencia sustancial en el ranking de países
de ambas escalas. En 1994, por ejemplo, de un total de 175 países para los que
existen dados, había 20 países que presentaban una diferencia entre ambos
rankings de 25 lugares o más. Hay países que estaban claramente mucho mejor
situados en términos de desarrollo humano de lo que su nivel de renta permitiría
predecir. Costa Rica, por ejemplo, estaba en el lugar 33 del IDH mientras que en
términos de renta per cápita ocupaba tan sólo el 60avo lugar, una diferencia de 27.
Lo mismo ocurre con Vietnam, que ocupaba el lugar 121 del IDH en tanto que su
renta per capita le situaba en el lugar 147, una diferencia de 26. Otros seis países,
entre ellos algunos países ex socialistas, estaban relativamente mejor en términos
de desarrollo humano que en cuanto a su capacidad de producir bienes y servicios
medidos según el PIB y el PNB. En otras palabras, una renta relativamente baja no

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tiene por qué ser óbice para que un país adopte políticas que potencien niveles
relativamente altos de desarrollo humano. Pero lo contrario también es cierto. Hay
países que, teniendo un alto nivel de rentas por cabeza, están por debajo de sus
posibilidades por lo que se refiere a desarrollo humano. En 1994 Kuwait, por
ejemplo, ocupaba el sexto lugar de un total de 175 países de todo el mundo en la
escala del PNB per capita real, pero en cambio ocupaba la posición 53 en la escala
del IDH, una diferencia de 47 posiciones. La pauta es parecida en Arabia Saudí,
Mauricio, Senegal y en otros ocho países cuyo comportamiento según la escala del
IDH era extremadamente pobre comparado con el lugar que ocupan en la escala de
la renta real. Dicho de otro modo, un promedio alto de rentas no garantiza un alto
nivel de desarrollo humano. Por consiguiente, si convenimos que el objetivo de toda
política de desarrollo tiene que ser un incremento de las capacidades humanas, la
estrategia de desarrollo tendrá que ampliarse para incluir otras muchas dimensiones
además del crecimiento del PNB. Una de estas dimensiones adicionales es la
distribución de la renta. Una mayor desigualdad reduce el promedio de capacidades,
en parte porque priva a las personas con bajos ingresos de los medios materiales
para mejorar sus capacidades, y en parte porque unos rendimientos decrecientes
de la renta significan que los receptores de rentas altas ganan relativamente poco
con el incremento de sus rentas en cuanto a la potenciación de sus capacidades.
Este fenómeno puede reflejarse mediante un IDH “ajustado según la distribución de
la renta”, bien ponderando el componente de la renta del IDH como 1 menos el
coeficiente Gini (el procedimiento original), bien ponderándolo mediante el
coeficiente de la parte respectiva de la renta percibida por el 20 por ciento más pobre
y el 20 por ciento más rico de la población (el procedimiento actual). En ambos
casos, la desigualdad de un país se ve penalizada y este dato se refleja en el valor
de su IDH. El Índice de Desarrollo Humano también puede ajustarse para incorporar
la perspectiva de género. El PNUD ha elaborado un IDH “sensible al género” capaz
de reflejar diferencias entre mujeres y hombres en materias como la esperanza de
vida, el grado de alfabetización y las rentas. Por lo tanto el IDH ha demostrado ser
un instrumento flexible capaz de medir diferencias entre países en su nivel de
desarrollo humano y cambios en el desarrollo humano a lo largo del tiempo; también
ha sido posible medir el impacto de la desigual distribución de la renta y de la
discriminación de la mujer en el desarrollo humano. Además, algunos estudiosos
han desagregado el IDH nacional y han calculado IDHs regionales y provinciales

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con el fin de medir las diferencias espaciales de desarrollo humano. El PNUD,
coherente con su defensa de un desarrollo humano sostenible, ha intentado
incorporar variables medioambientales al IDH, pero hasta ahora la posibilidad de
elaborar un Índice de Desarrollo Humano “verde” no se ha demostrado factible. El
concepto de desarrollo humano ha obligado a reconceptualizar la noción de
pobreza. La teoría económica dominante en materia de desarrollo, con su
cosmovisión centrada en los productos de consumo, ha definido la pobreza como
ingreso insuficiente, y a menudo como un nivel de ingresos que resulta insuficiente
para que una persona o unidad familiar adquiera la cantidad de calorías necesarias
para asegurar una dieta nutritiva. Es decir, la pobreza ha sido reducida a una
pobreza de ingreso, y la pobreza de ingreso reducida a desnutrición. El concepto de
desarrollo humano, aun cuando no niega la importancia de una alimentación
adecuada, tiene una visión más amplia de la pobreza, considerándola como una
forma de privación que afecta a varias dimensiones. En 1996 el PNUD publicó su
primera tentativa de medir la pobreza dentro de un marco de desarrollo humano19.
El Índice de Pobreza de Capacidad (IPC), como lo llamó, es un simple índice
compuesto que busca medir los déficits en tres dimensiones básicas del desarrollo
humano, a saber, (i) estar alfabetizado y tener acceso al conocimiento, (ii) gozar de
una alimentación adecuada y (iii) poder dar a luz sin riesgo y en buenas condiciones.
El déficit en estas dimensiones se mide mediante el porcentaje de mujeres
analfabetas, la proporción de niños menores de cinco años con peso insuficiente y
el porcentaje de nacimientos no atendidos por personal de salud experimentado. El
IPC se calcula dividiendo por tres la suma de estos tres porcentajes, es decir que
cada indicador de privación tiene una ponderación igual. A pesar de un
procedimiento sumamente sencillo, de unos indicadores bastante rudimentarios y
de ponderaciones arbitrarias, los resultados son reveladores. El ranking de países
varía según se maneje el IPC o un índice de pobreza de ingreso por cabeza.
Vietnam, por ejemplo, tiene una incidencia de pobreza del 20,1 por ciento según el
IPC y del 50,9 por ciento según la estimación de la pobreza de ingreso por cabeza
del Banco Mundial. El PNUD publicó en 1997 un segundo experimento para medir
la pobreza. El número de variables se amplió a cinco para componer el Índice de
Pobreza Humana y se sumaron esfuerzos para seleccionar indicadores de privación
que fueran un reflejo exacto del IDH. Las variables son (i) el porcentaje de la
población susceptible de no llegar a los 40 años, (ii) el índice de analfabetismo

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adulto, y (iii) una variable compuesta de tres indicadores: los porcentajes de la
población sin acceso al agua potable, sin acceso a servicios de salud, y de niños
menores de cinco años con peso insuficiente. Como en el caso anterior, las tres
variables del índice tienen la misma ponderación. El Índice de Pobreza Humana no
difiere mucho del IPC, y no está claro cuál de los dos capta mejor la noción de
privación humana. Seguramente habrá que continuar experimentando con
especificaciones alternativas de indicadores de pobreza humana. De todos modos,
ha habido suficientes avances como para poder afirmar que el concepto ampliado
de pobreza inherente al paradigma de desarrollo humano presenta ventajas tanto a
nivel analítico como a nivel de la formulación e implementación de políticas
concretas. Lo cual no quiere decir que ya no sean útiles las estimaciones de la
pobreza de ingreso, puesto que sí lo son, pero es muy probable que en el futuro se
las considere complementarias de otros indicadores de pobreza que nos den, entre
todos ellos, una visión más equilibrada de la condición humana.

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CONCLUSIONES
El punto principal que nos ha llevado a adoptar el enfoque de Sen frente al de otros autores
que analizan el desarrollo como mejora en la calidad de vida, es que Amartya Sen rescata
no sólo cómo viven las personas, sino también qué alternativas tienen las mismas. Es decir,
se tiene en cuenta el control que las personas tengan de sus vidas. Por eso el enfoque de
Sen parecería ser más amplio a la hora de evaluar el bienestar social.

Y para hacer referencia al control que tienen los individuos sobre sus vidas habla de libertad
en el sentido de “no privación”, usa la palabra libertad para indicar la ausencia de
restricciones particulares, por ejemplo, estar libre del paludismo o de la pobreza. De esta
manera su concepto incluye aspectos que generalmente no son tenidos en cuenta por las
políticas macroeconómicas tradicionales. Un ejemplo que ilustre esta situación puede estar
representado por las libertades que se ven disminuidas por las fuertes desigualdades de
ingreso, el desempleo o la exclusión social.

Equiza (Equiza:2001) manifiesta que el centro del aporte de Sen está dado por como él
analiza qué es el bienestar y quién es sujeto del mismo. Y destaca a Sen, por plantear como
principal característica del bienestar del individuo a la capacidad de conseguir realizaciones
valiosas que estén a su alcance. De esta manera, al igual que ya se ha destacado en este
trabajo, también resalta que la evaluación del desarrollo no se hace sobre el conjunto de
realizaciones alcanzado, sino sobre el conjunto de realizaciones alcanzable, es decir que
la calidad de vida de una persona no se mide por su nivel, sino por la capacidad de la
persona de optar por dicho nivel.

De este análisis, Equiza deriva una importante observación en cuanto a la política


económica. Dado que no se obtiene bienestar si se poseen bienes sin la capacidad en
transformarlos en realizaciones, y tampoco se obtiene bienestar si se tienen capacidades
de funciones personales, pero no los bienes sobre los cuales aplicarlas; la política de
desarrollo no debería focalizarse en uno sólo de estos dos puntos.

A diferencia de lo expresado en el párrafo anterior, la política para el desarrollo suele


centrarse en ampliar los bienes, sin considerar las condiciones que transforman ese
conjunto de bienes en capacidades de realización.

Por ejemplo, si hay dos personas con igual dotación inicial, siendo una discapacitada y otra
no, obtendrán realizaciones diferentes a pesar de poseer los mismos bienes (Equiza, 2001).
30 Economía y Sociedad. Año XI, No. 17. Enero-Junio de 2006.

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Las posibilidades que tenga un individuo para desarrollar capacidades de realización tienen
una limitación personal y otra limitación de carácter comunitario o social. En la sociedad
hay un conjunto de instituciones, formales e informales, que condicionan o impulsan la
transformación de bienes en realizaciones. Dentro de este esquema se incluyen las pautas
familiares, la educación, las costumbres sociales y hasta el mercado (op.cit).

Considerando estos aspectos es que se comprende aún más por qué Sen considera a la
educación como una capacidad primordial, ya que la educación es uno de los medios más
importantes a la hora de proveer herramientas para poder obtener realizaciones. Así, es
posible plantear la necesidad de que las políticas para el desarrollo se orienten a propiciar
la creación de entornos institucionales que hagan posible la ampliación de las libertades
fundamentales de los individuos, y en el caso concreto de la educación, generar las
condiciones para que todos los individuos tengan las mismas oportunidades potenciales.
La generación de dualismos a partir de la mejora educativa de los más ricos y el deterioro
de la educación de los más pobres no pueden tener como resultado más que un país
mediocre e inestable. La educación universal es un paso vital en el proceso de Desarrollo.
La educación permite que los individuos se integren a la vida social, económica y política
de los países. Tal como señala Sen, la participación democrática es fundamental a la hora
de crear políticas que mejoren la calidad de vida de los más desfavorecidos y que busquen
la igualdad (Álvarez:2001).

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BIBLIOGRAFIA
 ALVAREZ J. Francisco (2001). Capacidades, libertades y desarrollo: Amartya Sen.
Publicado en Máiz, R. Teorías políticas contemporáneas, (comp.) Tirant lo blanch,
Valencia, pp. 381-396.
 http://www.bbc.com/mundo/noticias/2010/11/101103_desarollo_libertad_entrevista
_sen_aw.
 https://www.datosmacro.com/idh/peru
 SEN Amartya (1999c). El futuro del Estado de Bienestar. Conferencia pronunciada
en el "Círculo de Economía" de Barcelona.
 SEN, Amartya (1999b) Desarrollo y Libertad. Editorial Planeta.
 SEN, Amartya (2000) ¿Qué impacto puede tener la ética?. Presentacón en la
Reunión Internacional sobre “Etica y Desarrollo” del Banco Interamericano de
Desarrollo. Documento incluido dentro de la Biblioteca Digital de la Iniciativa
Interamericana de Capital Social, Ética y Desarrollo - www.iadb.org/etica.
 SEN, Amartya (2001) Capacidad y Bienestar
www.geocities.com./WallStreet/Floor/9680/amartya3.htm

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