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La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) es el componente de justicia del Sistema Integral
de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición, creado por el Acuerdo de Paz entre el
Gobierno Nacional y las Farc-EP. La JEP tiene la función de administrar justicia
transicional y conocer de los delitos cometidos en el marco del conflicto armado que se
hubieran cometido antes del 1 de diciembre de 2016. La existencia de la JEP no podrá ser
superior a 20 años.
La JEP fue creada para satisfacer los derechos de las víctimas a la justicia, ofrecerles
verdad y contribuir a su reparación, con el propósito de construir una paz estable y
duradera.
El trabajo de la JEP se enfocará en los delitos más graves y representativos del conflicto
armado, de acuerdo con los criterios de selección y priorización que sean definidos por la
ley y los magistrados. En particular, podrá conocer de los delitos que hubieren cometido
excombatientes de las FARC-EP, miembros de la Fuerza Pública, otros agentes del Estado
y terceros civiles. Sobre estos dos últimos, la Corte Constitucional aclaró que su
participación en la JEP sería voluntaria.
Adicionalmente, se cuenta con las comisiones y comités que fueron creados por el
Reglamento General de la JEP (Acuerdo 001 del 9 de marzo de 2018 proferido por la Sala
Plena):
Por lo tanto la Jep tiene como misión administrar justicia para consolidar la transición hacia
la paz y restaurar el tejido social, garantizando los derechos de las víctimas y la seguridad
jurídica de los comparecientes, con enfoque territorial, diferencial y de género.
Su visión es que en el año 2033 haber hecho justicia, esclareciendo y estableciendo las
responsabilidades penales individuales sobre los crímenes más graves y representativos
cometidos durante el conflicto armado colombiano y resolviendo la situación jurídica de
todos los comparecientes a la JEP, contribuyendo así a la construcción de la paz y la
reconciliación nacional.
Sus objetivos principales son:
En ese orden de ideas, es verdad que la academia exige tomar distancia de las
problemáticas, pero también es cierto, que es sumamente difícil entender la problemática de
la guerra de Colombia sin hallar sus causas; las cuales son principalmente políticas y
económicas, y si no se tiene una posición política clara, es difícil ser eficaces y planear
rutas educadas a la solución de la violencia del país.
No hay que prestarnos a ambigüedades, ni a puntos intermedios, los psicólogos debemos
tomar posición política a favor de la salida negociada al conflicto y proveer de herramientas
y recursos profesionales para apoyar este proceso.
Seguramente encontraremos algunos desconfiados sobre el éxito de la salida negociada al
conflicto, pero se trata de una apuesta.
No hay garantías de que el proceso culminará con éxito, pero tampoco hay certeza de su
fracaso. La moneda está en el aire, y debemos apostar.
La probabilidad de perder existe, pero el futuro, y las categorías de paz y democracia no se
imponen, sino se construyen. Empecemos entonces la tarea de ser constructores de paz, en
medio de una apuesta incierta pero decidida a favor del fin de la guerra y tramitar nuestros
problemas de otra manera.
Los psicólogos seremos fundamentales en proponer miles de estrategias y aportes a la
sociedad que hoy ya nos mira con suma atención y expectativa.