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2018
JURISPRUDENCIA TALLERES PROCESAL PENAL
3) Debido Proceso e Imparcialidad: (…)El derecho del debido proceso lo constituye un conjunto
de garantías que la Constitución Política de la República, los tratados internacionales ratificados
por Chile y en vigor y las leyes le entregan a las partes de la relación procesal, que procuran que
todos puedan hacer valer sus pretensiones en los tribunales, que sean escuchados, que puedan
reclamar cuando no están conformes, que se respeten los procedimientos fijados en la ley,
veredictos motivados o fundados, etc.; en tanto que, por la imparcialidad del tribunal, se
comprenden tres garantías individuales de que gozan las personas de cara a la organización
judicial del Estado, a saber, el derecho al juez independiente, neutral y natural, referidos
principalmente a que los asuntos criminales deben ser conocidos por los tribunales establecidos
por la ley con anterioridad a la perpetración del hecho punible, sin que otro poder del mismo
Estado pueda avocarse a esa función, y a la forma de posicionarse el juez frente al conflicto, de
suerte que no medie compromiso con los litigantes o el asunto, desde que en todo proceso penal
aparece comprometido el interés público de la comunidad en el esclarecimiento de los sucesos y
el castigo de los delitos o la imposición de medidas de seguridad, como también la absolución del
inocente. (…) (Considerando 10°)
4) Debido Proceso e Investigación Penal: Que las dos irregularidades preliminares develadas por
el recurso se extienden al axioma del debido proceso, aunque debe señalarse por lo pronto que
aquél consiste en un conjunto de garantías que la Constitución Política de la República, los
tratados internacionales ratificados por Chile en vigencia y las leyes le entregan a los integrantes
de la relación procesal, por medio de los cuales se procura que todos puedan hacer valer sus
pretensiones en los tribunales, que sean escuchados, que puedan protestar cuando no están
conformes, que se respeten los procedimientos determinados en la ley, resoluciones motivadas o
fundadas, etc., desde que en todo proceso penal aparece comprometido el interés público de la
comunidad en el esclarecimiento de los hechos y castigo de los delitos, como también la
absolución del inocente, ese interés debe ser tutelado exclusivamente por el Ministerio Público
como órgano predispuesto por el Estado justamente con ese fin, que comprende por cierto la
exclusiva y excluyente promoción de la acción penal y la carga de probar la culpabilidad del
inculpado, pero al mismo tiempo debe actuar con imparcialidad y objetividad (Considerando 8°).
6) Debido Proceso y Víctima: Por debido proceso se entiende aquel que cumple integralmente la
función constitucional de resolver conflictos de intereses de relevancia jurídica con efecto de
cosa juzgada, protegiendo y resguardando, como su natural consecuencia, la organización del
Estado, las garantías constitucionales y, en definitiva, la plena eficacia del Estado de Derecho.
Desde una perspectiva constitucional, y de derechos fundamentales, el debido proceso se
traduce no sólo en las garantías del imputado, sino también en el derecho a acceder a la justicia
de la víctima para perseguir la reparación del mal causado y el castigo a los culpables, a través de
los medios establecidos en la ley procesal y traducidos en el proceso en contra del imputado. Por
ende, deben descartarse todas las interpretaciones que, a pretexto de las garantías del
imputado, lesionen el derecho de la víctima y de los organismos encargados de protegerla para
buscar la aplicación de la sanción prevista por la ley y la reparación del mal causado
(considerando 17).
7) Calidad de Imputado: Los derechos y garantías del imputado –en la línea que señala el artículo
7º del Código Procesal Penal–, podrán hacerse valer desde la primera actuación del
procedimiento que se dirija en su perjuicio, hasta que la sentencia se halle completamente
ejecutoriada. Bajo este presupuesto normativo quedan cubiertas las actuaciones policiales, entre
ellas la toma de declaración (que es la pertinente a este caso). En este mismo orden de ideas, el
derecho a defensa letrada corresponde desde la primera actuación, situación que no le fue
reconocida al sujeto pasivo, en concordancia con esta garantía se deben entender aquellas que el
artículo 93 consagrada a favor del imputado, algunas de éstas también fueron violentadas por el
actuar policial en el procedimiento.
Si bien el artículo 332 del Código Procesal Penal contempla la posibilidad de contrastar el
testimonio prestado en el juicio oral con el registro que exista de una declaración previa dada en
la etapa de investigación, se trata tan solo de una eventualidad, que, en su carácter de tal, no
puede ser entendida como una limitante para la admisión de la prueba. (…) (Considerando 2°)
Que de conformidad con los antecedentes reseñados en lo que antecede, esta Corte estima que
el ente acusador no justificó suficientemente la omisión de su interrogación, la que, en la especie,
resulta especialmente gravosa para la defensa, toda vez que se trataría de un testigo presencial
del hecho delictivo, respecto del cual no es posible presumir el tenor de la declaración que podría
prestar en juicio oral, por tratarse de la apreciación subjetiva de lo que pudo o no observar el día
correspondiente.
De lo expuesto aparece que se coarta la defensa técnica de los imputados, se le impide preparar
adecuadamente su teoría del caso, enterarse anticipadamente de los hechos ignorados que esta
prueba podría aportar en el juicio oral y proceder a la interpelación del testigo ya referido y
realización del ejercicio estatuido en el artículo 332 del Código Procesal Penal, lo que se traduce
necesariamente en una vulneración al debido proceso, compartiendo así lo resuelto por la señora
Juez a quo. (…) (Considerando Quinto)
Sin desconocer las atribuciones de los Jueces para aquilatar las condiciones y circunstancias que
les permitan decretar, rechazar o sustituir la prisión preventiva de un imputado, tales facultades
han de ejercitarse en el contexto de los postulados antes recordados y manteniendo la
concordancia con la Constitución Política de la República, que en su artículo 19, Nº 7, letra c),
consagra la libertad del imputado como regla general, a menos que su detención o prisión
preventiva sea considerada como necesaria para los precisos objetivos allí señalados, debiendo
entenderse que el establecimiento por la ley de los requisitos y modalidades para obtenerla no
puede tornarla en inalcanzable en un juicio, antes que se pronuncie sentencia condenatoria, que
es el estadio procesal en que se manifiesta la convicción de haberse cometido el hecho punible
objeto de la acusación y que en él hubiere correspondido al acusado una participación culpable y
penada por la ley. (Considerando 5°)
Para que no resulte objetable la validez del control de identidad, los indicios deben fundarse en
conductas concretas de un individuo que permitan suponer su participación en la ejecución de un
ilícito penal, es decir, tiene que haber una conducta sospechosa más otros indicios, como pueden
ser la hora y el lugar, que hagan presumir la comisión de un ilícito, pero no puede atenderse a
criterios fundados en el aspecto personal, origen, condición social, religiosa o lugar de domicilio
del sujeto. En síntesis, no sólo basta la existencia de un indicio para legitimar el control de
identidad, se requiere que sea fundado (considerandos 3, 4 y 5).
En este contexto, el artículo 91 del Código Procesal penal dispone “Declaraciones del imputado
ante la policía. La policía sólo podrá interrogar autónomamente al imputado en presencia de su
defensor. Si éste no estuviere presente durante el interrogatorio, las preguntas se limitarán a
constatar la identidad del sujeto. (…) (Considerando 6°)
Por lo que la intervención del policía no se ajustó a los requerimiento del artículo 91 del Código
Procesal Penal, pues las declaraciones de los imputados que él recibió, no fueron prestadas en
presencia de su defensor, no del fiscal, ni bajo responsabilidad o con autorización de éste, lo que
significó, en los hechos, la producción de prueba de cargo por parte del acusador obtenida con
inobservancia de garantías fundamentales. (Considerando 9°)
(…) Cuando el tribunal decide valorar positivamente y fundar una decisión de condena en el
relato de un funcionario policial que ha recibido la declaración de los imputados con
prescindencia del tenor de la ley y con total desconocimiento de ésta, no sólo excede los
márgenes de lo legalmente permitido sino que lo que hace en realidad es suplir eventuales
insuficiencias en la indagación y en la información transmitida por el persecutor, lo que no puede
ser tolerado.
(…) La declaración del imputado prestada sin atender las normas que la gobiernan no puede ser
utilizada para fundar una decisión que lo perjudique. Se trata de la necesidad de extremar los
recaudos formales para garantizar la libertad de la decisión del imputado al prestar su
declaración. Así, “La decisión judicial contraria al interés del portador de la garantía no puede ser
fundada en elementos de prueba obtenidos mediante su inobservancia o con violación de las
formas previstas en resguardo de la garantía”. (Considerando 13°)
Del examen del artículo 91 del Código Procesal Penal se colige que no es lo mismo interrogar que
declarar, dado que en aquella actuación el inculpado es objeto de un cuestionamiento, en tanto
que en la segunda voluntariamente se quiere expresar algo. La regla general, en consecuencia,
estriba en que el imputado no puede ser interrogado sin su abogado presente, pero sí puede
declarar si así lo desea, en cuyo caso no se requiere la presencia del defensor sino la del fiscal o su
autorización para proceder, sin perjuicio que el profesional puede incorporarse cuando lo desee.
La jurisprudencia ha dicho que el derecho a contar con un abogado desde los actos iniciales del
procedimiento no conlleva la nulidad de todas las actuaciones que se verifiquen en su ausencia,
pues la misma ley regula los casos precisos que acarrean ese efecto y aquellos otros en que, con
la anuencia del imputado, se puede prescindir de él. La Constitución y la ley garantizan el derecho
a guardar silencio y a tener defensa técnica, de modo que lo que se debe asegurar es la debida
comunicación de esas prerrogativas al inculpado; nada impide que éste, en conocimiento de esas
facultades, renuncie a ellas y consienta en declarar bajo determinadas condiciones. En la especie,
las actuaciones de la policía se ajustaron a los artículos 19 Nº 3 inciso final de la Carta
Fundamental, y 91 y 93 letra g) del Código Procesal Penal, pues el trayecto de los imputados al
cuartel policial fue voluntario, recorrido durante el cual uno de ellos narró a un policía haber dado
muerte a la víctima, adoptándose a partir de ese instante las medidas conducentes para que
dicho relato se prestara ante el fiscal, lo que efectivamente sucedió, previa lectura de sus
derechos a guardar silencio y a ser asistidos por un abogado defensor, a lo que renunciaron
expresamente (considerandos 7º a 9º de la sentencia de la Corte Suprema).
3) Nerviosismo como Indicio: Que, en el presente caso, del mérito de los antecedentes, en
especial lo señalado por los intervinientes en estrados, permiten tener por establecido que el día
de los hechos, Carabineros de Chile constató que el vehículo que le antecedía verificó “una
conducta inadecuada”, lo que los lleva primeramente a fiscalizar el vehículo; luego, al detectar el
nerviosismo de sus ocupantes, proceden a controlar la identidad de sus estas y, posteriormente,
el registro del móvil. En efecto, de conformidad a la reseñada regla legal, los funcionarios
policiales, en su oportunidad, constataron la existencia de indicios suficientes acerca de quienes
se encontraban al interior del vehículo hubieren cometido un crimen.
Que, entonces, no cabe duda que en el presente caso se está en presencia de indicios suficientes
que permitían a los funcionarios policiales solicitar la identificación de los ocupantes del vehículo.
En efecto, aquéllos constataron elementos tales que al ser relacionados, unidos a la circunstancia
de que en su interior se encontró, en el asiento trasero, una mochila en cuyo interior se contenía
una cantidad considerable de sustancia prensada de origen vegetal de similares características a
la de marihuana, esto es, de 6.428 gramos, constituyen, en concepto de estos sentenciadores,
datos fácticos suficientes que hacen procedente el control de identidad de Nicole Angélica
Miranda Brown y de Yesenia Ivette Arévalo Obregón, configurándose así, una de las hipótesis
que contempla el artículo 85 del Código Procesal Penal, que legitiman la actuación de los policías
respecto de la detención de las mencionadas imputadas, pues el conjunto de indicios
concurrentes son complementarios, temporáneamente conexos, y de distinta fuerza de
convicción, que deben analizarse conjuntamente en la situación de hecho acaecida.
Que conforme a lo razonado precedentemente, a la luz de las disposiciones legales que rigen la
materia, resulta que no existe reproche legal alguno en el control de identidad que se efectuó a
las mencionadas imputadas, y, además, se encuentra ajustada a derecho su detención, en
consecuencia, corresponde enmendar la resolución impugnada.
1) Filmaciones en Vía Pública: El artículo 226 del Código Procesal Penal, que faculta al juez para
ordenar, a petición del Ministerio Público, la fotografía o filmación de imágenes conducentes al
esclarecimiento de los hechos, está concebido en el contexto de una afectación del derecho a la
intimidad y de la privacidad, que ciertamente no existe en la vía pública, al menos en lo relativo a
la imagen. En efecto, quien se encuentra en un lugar público no puede tener una pretensión de
privacidad que el mismo espacio no le puede proporcionar. En consecuencia, los videos donde
aparece el imputado en la vía pública no precisaban de autorización judicial para su realización,
por tratarse de una diligencia que no atentaba contra garantía alguna (considerando 11º).
No resulta lógico extender los efectos de esta garantía a aquellos espacios de carácter público,
como serían por ejemplo los parques, plazas y aceras, lugares en los cuales no se puede
pretender que podamos realizar actuaciones que puedan estimarse privadas, ahí estamos sujetos
al escrutinio público y podemos ser objeto de fotos o filmaciones por terceros, sin perjuicio de la
responsabilidad que pudiera corresponder al tercero por el mal uso que pudiere dar a las
imágenes obtenidas (Considerando 6°)
Que, la norma del artículo 226 del Código Procesal Penal debemos entenderla referida a la
reglamentación de la utilización de medios técnicos de investigación por parte de los agentes
policiales en el curso de una investigación encomendada por el órgano prosecutor, y que
implique la afectación del derecho a la intimidad, en cuyo caso debe requerir la autorización
previa del Juez de Garantía, lo que no sucede en la especie por tratarse de una filmación que
pudo haber sido obtenida legítimamente por cualquier transeúnte de una vía pública;
(Considerando 7°)
Que de la manera expuesta, esta Corte concluye que el disco compacto que contiene una
filmación efectuada el día 9 de mayo de 2007, por personal de la Brigada Antinarcóticos de la
Policía de Investigaciones de Chile, en la que aparecen los acusados cargando unos bolsos en el
maletero de un vehículo estacionado en la vía pública, no ha sido obtenido con infracción o
vulneración de alguna garantía constitucional, de manera que no corresponde su exclusión del
auto de apertura del juicio oral, y en tal caso la decisión adoptada por el señor Juez a quo deberá
ser enmendada por medio del presente recurso de apelación, disponiéndose la incorporación del
referido medio de prueba, conforme fuere ofrecido por el ente persecutor en su acusación.
(Considerando 8°)
Que, en el caso en estudio, la medida se dictó en el contexto de una resolución que suspende
condicionalmente el procedimiento, de manera que la resolución no era de carácter permanente,
toda vez que podía ser dejada sin efecto en cualquier momento dentro del período fijado por el
tribunal, dándose las condiciones señaladas por la ley.
Además, fue el propio legislador el que estableció las consecuencias de la infracción a las
condiciones impuestas por el juez en la suspensión condicional del procedimiento, en el artículo
239 del Código Procesal Penal.
1) Sobreseimiento: Que la letra d) del artículo 250 del Código Procesal Penal señala que el
sobreseimiento definitivo procederá en el caso que se hubiere extinguido la responsabilidad por
motivo legal, lo que nos remite al artículo 93 del Código Penal.
Esta norma, a su vez, señala siete causales para dar lugar a ello: la muerte del responsable, el
cumplimiento de la condena, la amnistía, el indulto, el perdón del ofendido en una causa de
acción penal privada, la prescripción de la acción penal y la prescripción de la pena.
En este caso, no se da ninguna de las características de los cinco primeros elementos señalados,
ni la prescripción de la pena, por cuanto ésta aún no se ha impuesto.
En cuanto a la prescripción de la acción penal, ésta se halla reglada en el artículo 94 del Código
Penal, no cumpliéndose en ningún respecto el cómputo de plazos allí señalado; (Considerando 5°)
A mayor abundamiento, uno de los pilares básicos del sistema procesal penal es que todo
imputado tiene el derecho a ser oído, cuestión que en la especie no ha ocurrido por su
declaración de rebeldía. (Considerando 5°)
4) Acusación de varios imputados: Que, prosiguiendo con esta línea de razonamiento, debe
reiterarse que si se acusa a varias personas, debe indicarse con precisión qué hechos se imputan
en forma específica a cada una, ya que de otro modo se afectan no sólo los derechos del
ofendido, porque se corre el riesgo muy cierto de que los jueces no logren convencerse de la
efectividad del delito y de la participación de todos o alguno de los acusado, al ver tanta
imprecisión, procediendo a absolver, sino que también se afecta el derecho de defensa, y de
modo severo, pues cada participación individual queda en una suerte de nebulosa, de la cual
nadie puede defenderse.
Los imputados tienen derecho a conocer los hechos que se imputan a cada uno, así como la
calificación jurídica de los mismos y el grado de participación que se le atribuye, a partir de la
descripción de los hechos materiales.
Esto significa simplemente que debe haber un mínimo de prolijidad en la conducción del juicio.
(…) (Considerando 11°)
Este juicio de valor debe superar el nivel de la mera probabilidad, hablando en términos de
posibilidad, hasta llegar al nivel de la certidumbre jurídica, pues no debe olvidarse que la función
de tal teoría no es sanar o convalidar una actuación irregular que no podría haberse obtenido en
modo alguno; es la convicción de que el resultado, la evidencia, habría podido obtenerse de
haberse obrado lícitamente, la que permite excepcionar la regla de exclusión.
Los límites son la prohibición de actuaciones dolosas, atajos, que tendieren a anticipar la
obtención de la evidencia, aprovechando la estrategia de actuar por vías más rápidas y seguras,
aún ilícitas, desdeñando intencionadamente el empleo de los cauces legales ortodoxos; y en
segundo lugar la línea de actuación investigadora previa a la transgresión del derecho que
hubiere llevado al mismo resultado, evitando así que las transgresiones de derechos se
conviertan en el punto de arranque de la labor investigadora, invirtiendo el fundamento mismo
de la cláusula de excepción.
Sin embargo, su aplicación se hace depender de una actitud por parte del funcionario o autoridad
judicial que haga presumir una conducta regida por el principio de la buena fe, la creencia de
estar obrando dentro de los márgenes de la licitud. (Considerando 3°)
1) Cadena de Custodia y Teoría del doble filtro: En cuanto a la exclusión de prueba de evidencia
vertida en juicio y otros medios de prueba introducidos en audiencia, ésta tiene por objeto evitar
que el Tribunal resuelva un caso contaminado con determinada información, ese es el objeto de
la exclusión. Entonces una vez anunciada la existencia de la prueba, el Tribunal ya se impuso de la
misma y sólo resta valorarla, porque es imposible que los Jueces hagan de cuenta que nunca
supieron lo que ya saben. Además, el argumento de esta defensa relativa a la denominada teoría
del doble filtro , base sobre la cual fundó incidencias respectivas para obtener la exclusión de
prueba durante la audiencia de juicio oral, basado en la idea de que el Tribunal oral puede excluir,
porque sólo una vez que la prueba se rinde es jurídicamente una prueba, no parece convincente
porque con ese dicho predicamento, ningún Tribunal de garantía podría excluir ninguna
probanza, pues aún no se ha rendido la prueba, lo que vulnera el texto expreso del artículo 276
del Código Procesal Penal, que señala una oportunidad procesal determinada para la exclusión de
prueba para el juicio, cual es la audiencia de preparación de juicio oral. Ofrecida la prueba en la
audiencia preparatoria no procede, a juicio de estos sentenciadores, decretar su exclusión
durante la audiencia de juicio oral, sino que proceder a dar o no valor probatorio a la misma, en su
caso. Que, en cuanto a las objeciones que se han realizado en lo que toca a la interrupción de las
cadena de custodia de las interceptaciones telefónicas o la prueba material incorporada por el
Ministerio Público, es lo cierto que ésta es un mecanismo o medio para establecer
indubitadamente el origen de la prueba que se pretende incorporar al juicio, eximiendo a quien la
introduce del onus probandi al respecto según lo establecido en el artículo 187 del Código
Procesal Penal. Entonces el efecto de la interrupción o vulneración de la cadena de custodia no es
otro que imponer al ente persecutor la carga probatoria acerca de su origen e integridad y en el
caso concreto de las interceptaciones objetadas, el origen o la procedencia de éstas se encuentra
suficientemente acreditada por las razones que latamente se expondrán en la sentencia,
especialmente, en lo que toca a las grabaciones del teléfono de Sepúlveda por la conversación
signada con el Nº 801, en que expresamente el interlocutor dice ser Juan Sepúlveda y en lo que
toca a los teléfonos de Morales Vásquez y Martínez Shaw por haberles sido incautados los
teléfonos monitoreados al momento de su detención. Sin perder de vista que en todos estos
casos el resultado de la diligencia es indiciario del número intervenido. (Considerando 16º Nº 2 de
la sentencia del Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Santiago, ratificado por Corte Suprema).
2) Usar refrescamiento de memoria con declaración ante policías: Que el artículo 332 del Código
Procesal Penal contempla la posibilidad de leer en el interrogatorio parte o partes de las
declaraciones anteriores de los testigos, que hayan prestado ante el fiscal, el abogado asistente
del fiscal –en su caso–, o el juez de garantía, cuando ello fuera necesario para los efectos que esa
disposición señala.
Si bien es cierto, esa norma no contempla la posibilidad de confrontar al testigo con los dichos
prestados ante un funcionario policial que ha actuado por delegación del fiscal, aparece como
propio que ello sea también posible, desde que la coherencia en la interpretación de las normas
legales así lo aconseja. El artículo 180 del Código Procesal Penal encomienda a los fiscales la
dirección de la investigación y la ejecución por sí mismos de todas las diligencias que sean
conducentes al esclarecimiento de los hechos, pero se les permite encargarlas a la policía, del
mismo modo que el artículo 91 autoriza a los funcionaros policiales a tomar declaración al
imputado que desea declarar, previa autorización del fiscal.
En tal escenario, si se permite a los funcionarios policiales tomar declaraciones de testigos, ello
no puede conllevar cercenar las posteriores facultades de cualquiera de las partes en juicio oral
para pedir las aclaraciones que sean procedentes en los términos que plantea el artículo 332 del
Código Procesal Penal, disposición que no está contemplada para el solo uso del Ministerio
Público. (Considerando 7°)
Que en este mismo orden de ideas esta Corte ha dicho que la exigencia de fundamentación no
sólo armoniza con lo dispuesto en el inciso 2° del artículo 36 del Código Procesal Penal, aplicable
en la especie por ser común a todo tipo de resoluciones dictadas en el juicio oral, sino que
encuentra respaldo constitucional en el inciso 6° del N° 3° del artículo 19 de la Constitución Política
de la República. (…) (Considerando 6°)
En nuestro Código Procesal Penal dicho principio se encuentra recogido en el artículo 341 inciso 1º
que señala; “La sentencia condenatoria no podrá exceder el contenido de la acusación. En
consecuencia no se podrá condenar por hechos o circunstancias no contenidos en ella”.
1) Nulidad y exclusión de prueba en tribunal ad quem: Que en el caso concreto de que se trata, el
Tribunal de alzada estaba conociendo de la exclusión de prueba solicitada y obtenida por la
defensa, asilada en la vulneración de garantías constitucionales en su obtención.
Demás está decir que uno de los pilares fundamentales sobre los cuales descansa el sistema
penal, es la aportación de prueba, que tiene por preciso objeto la destrucción de la presunción de
inocencia que ampara a todos los imputados de un delito.
De ahí también, la relevancia que tiene la audiencia preparatoria del juicio oral, que es la instancia
en que las partes ofrecen, ante el Juez de Garantía; los medios probatorios de que piensan
valerse para demostrar, sea la comisión de un hecho delictivo y la participación que en aquél
correspondió al acusado, sea su inocencia o inexistencia de delito alguno, sin perjuicio de las
demás circunstancias que puedan alterar su responsabilidad.
En esa audiencia, el Juez de Garantía escuchó a las partes sobre aquellas objeciones que tenían a
las pruebas recíprocamente ofrecidas y una a una las fue aceptando o excluyendo, fuera esto
último, por innecesarias, superabundantes, dilatorias o ilícitas, en los términos de lo dispuesto en
los artículos 272 y 276 del Código Procesal.
Ese mismo principio debe regir la revisión por el Tribunal superior que conoce de la enmienda
requerida por el Ministerio Público de las decisiones adoptadas por el Juez de Garantía.
La trascendencia de lo que aquí se decida tanto por el Juez de Garantía, como en su caso, por la
Corte de Apelaciones explica también la necesidad de que el Juez que interviene en la
preparación del juicio y los que lo deciden, sean diferentes.
Ello por cuanto el Juez que escucha a las partes; en la preparación del juicio, toma conocimiento
sobre la existencia de todas las pruebas que las partes han reunido, tanto las conducentes, como
las que no lo son, tanto las legítimamente obtenidas, como aquéllas que lo han sido con
infracción de garantías constitucionales.
En cambio, los Jueces del tribunal oral sólo apreciarán las pruebas que ya habrán sido revisadas
previamente por el otro órgano jurisdiccional, con la posibilidad cierta y esperada que no lleguen
a su conocimiento pruebas ilegítimamente obtenidas.
Esta cuestión responde a la exigencia que el artículo 297 impone a los Jueces del Tribunal Oral en
lo Penal en cuanto los obliga a hacerse cargo de toda la prueba producida, incluso aquella que
hubiere desestimado, debiendo indicar en tal caso, las razones tenidas en cuenta para hacerlo.
No es lo mismo desestimar un testigo o una prueba material por dilatoria o porque no produce
convicción, que hacerlo porque se estima, en esa oportunidad, que ha sido obtenida con
violación de garantías constitucionales.
Ello no quiere decir que el Tribunal oral no pueda ponderar negativamente una prueba por ese
hecho, pero eso impone a los Jueces un esfuerzo mayor al que se espera de ellos, que consiste en
poder resistir e ignorar lo que esa prueba ilícita o ilegítima permitía tener por demostrado.
La experiencia indica que realizar la ponderación negativa y, por ende, rechazar los efectos de
una prueba ilícita, siempre será posible ante el Tribunal Oral en lo Penal, pero la contaminación
que se ha querido evitar de esos magistrados, impone que el trabajo desarrollado por el Juez de
Garantía y por la Corte de Apelaciones, en su caso, sea riguroso y ajustado a la ley.
Preciso es advertir que con ello no se está significando que en este caso en particular
obligadamente tenga que prosperar el rechazo de la exclusión, porque ese asunto no ha sido
sometido al conocimiento de este Tribunal, que sólo se pronunciará sobre la forma ilegítima en
que se decidió aquella cuestión por el órgano llamado a conocerla.
La Corte será libre para adoptar la decisión que estime en derecho, pero debe dar lugar tanto al
Ministerio Público como a la defensa para expresar la totalidad de sus argumentos y ante su falta
o del poco conocimiento de los hechos que el Tribunal se forme, éste debe hacer uso de la
facultad que el artículo 358 le entrega, para extraer la información que le parezca faltante o
necesaria de los mismos intervinientes y en la misma audiencia en que se conozca el asunto.
El artículo 358 del Código Procesal, al establecer las reglas generales para la vista de los recursos,
indica de modo expreso que, tras el anuncio, en la audiencia pública, se otorgará la palabra a él o
los recurrentes para que expongan los fundamentos del recurso, así como las peticiones
concretas que formularen.
Esa norma dice precisamente que se permite intervenir a los recurridos y finalmente se volverá a
ofrecer la palabra a todas las partes con el fin que formulen aclaraciones respecto de los hechos
o de los argumentos vertidos en el debate.
Se contempla, asimismo, la posibilidad que los miembros del Tribunal formulen las preguntas que
estimen necesarias a los representantes de las partes, o pedirles que profundicen su
argumentación o la refieran a algún aspecto específico de la cuestión debatida.
Que es necesario recordar en esta parte que el artículo 361, ubicado en el Título I de las
disposiciones generales de los recursos, prescribe que éstos se rigen por las normas de ese libro y
en forma supletoria, lo serán por las del Título III del Libro Segundo de ese código.
El Libro II, Título III, es el que señala las normas que rigen el juicio oral, de modo que no
corresponde hacer aplicación supletoria de las prescripciones del Código de Procedimiento Civil.
En este sentido, la revisión de cada una de las disposiciones del señalado título permiten concluir
sin lugar a dudas que la iniciativa probatoria nunca es del Juez, sino siempre de las partes,
quienes tienen completa libertad para demostrar los hechos y circunstancias pertinentes para la
adecuada solución del caso sometido a enjuiciamiento.
Por último, el artículo 360, relativo a las decisiones de los recursos, circunscribe el
pronunciamiento del Tribunal exclusivamente a las solicitudes formuladas por los recurrentes,
quedándole vedado extender el efecto de su decisión a cuestiones no planteadas por ellos o más
allá de los límites de lo solicitado
De todo lo expresado, es posible extraer como conclusión, que la Corte de Apelaciones cuando
conoce del recurso deducido por el Ministerio Público contra el auto de apertura por la exclusión
de pruebas determinadas por el Juez de Garantía, debe limitarse a escuchar los hechos y
argumentos que las partes le exponen y los antecedentes que ya obren en la carpeta que ha
recibido.
Cualquier duda que se le presente puede salvarla de inmediato, ante las mismas partes, por
cuanto ello tiene el objeto que lo dicho por una de ellas pueda ser siempre conocido por la otra y
controvertido o complementado, en su caso.
En la reforma penal, las dudas del Tribunal deben ser satisfechas por las partes, en este proceso,
fiscal y/o querellante en su caso, y defensor.
Ellos deben poner en conocimiento del Tribunal todos sus argumentos y plantear los hechos de
forma acabada y suficiente para que el Tribunal quede bien informado sobre aquello que ha sido
sometido a su conocimiento, de modo que de subsistir cualquier duda o de haber verificado
alguna inexactitud, el Tribunal pregunta a las mismas partes, en la audiencia, sobre lo que le ha
resultado oscuro o desconocido.
Esta forma de llevar adelante la audiencia y la vista de las causas ante las Cortes de Apelaciones,
es una manifestación del principio contradictorio que rige en el nuevo sistema penal y que
constituye un elemento del derecho a defensa y, además, del debido proceso, por cuanto la
imparcialidad del Tribunal se asegura y garantiza a través del veto a su iniciativa probatoria.
Es este último, también, el motivo por el cual se ha asegurado a los intervinientes el derecho a
ejercer sus facultades con tiempo y con los medios adecuados.
El Ministerio Público dispone de un plazo para investigar y para reunir todos los elementos
necesarios para establecer el hecho ilícito, así como la participación del delincuente e incluso,
para determinar la existencia de circunstancias especiales que puedan atenuar, modificar o eximir
de responsabilidad a este último.
Por su parte, la defensa tiene garantizado el tiempo y los medios, al igual que el Ministerio
Público y tiene también el derecho para acceder a todos los medios de prueba que se han reunido
en la investigación, con el preciso objeto de controvertirlos, refutarlos, o simplemente
explicarlos.
Esta defensa que ha sido circunscrita en este procedimiento a los abogados habilitados, para
garantizar su experiencia, debe ser eficaz y técnica, razones todas por las cuales no se ve cuál
podría ser la necesidad de dotar al Tribunal, además, de facultades probatorias o para mejor
acierto de lo que se somete a su conocimiento.
En este sentido, cuando el Tribunal decide de propia iniciativa disponer una determinada
diligencia, lo que hace en realidad es suplir la insuficiente exposición del persecutor y/o de la
defensa, de modo que se entromete en el debido desarrollo del proceso, quebrando el principio
de contradicción y, de paso, afectando su propia imparcialidad. (Considerando 9°)
Que como se ha analizado hasta aquí, aparece evidente que la Corte de Apelaciones de Puerto
Montt, al decidir solicitar la carpeta de investigación del Ministerio Público, para el mejor acierto
de la apelación planteada, incurrió en una violación de las garantías constitucionales que
aseguran al imputado el derecho a defensa y su debido proceso.
El empleo de esa carpeta como aporte de conocimiento faltante o necesario de los datos de la
causa, para resolver la apelación pendiente, queda en evidencia de la sola lectura del fallo
pronunciado con motivo de ese arbitrio procesal, y donde es posible advertir, por ejemplo en su
motivo tercero, que la Corte decidió con el mérito de los antecedentes de la carpeta de
investigación.de cuyo contexto tuvo por establecidos ciertos hechos. (Considerando 10°)
Que la disposición del artículo 373 letra a) del Código Procesal Penal, exige que la infracción de
derechos o garantías sea sustancial.
Pudiera pensarse que se ignora en este caso si la infracción cometida es o no sustancial, porque
no es posible determinar a priori si la apelación del Ministerio Público prosperará o no o, si como
sostuvo el representante del ente persecutor y ya se analizó, bastaba con que el Tribunal Oral en
lo Penal desechara algunos de esos medios probatorios.
Sin embargo, este concepto de sustancialidad debe ser abordado también desde la óptica
constitucional, toda vez que se trata de la tutela de los derechos que ella misma garantiza, o que
reconocen los tratados internacionales.
Esa norma tiene su correlato en el artículo 160 del Código Procesal Penal, que presume de
derecho la existencia del perjuicio, cuando la infracción ha impedido el pleno ejercicio de las
garantías y de los derechos reconocidos en la Constitución, o en las demás leyes de la República.
En el caso en estudio, al procederse como lo hizo la Corte de Apelaciones de Puerto Montt, que
adoptó su decisión en base a antecedentes que no le fueron entregados por las partes y sin
permitirles a ellas particularmente a la defensa en este caso poder ejercer los derechos que la
Constitución Política les garantiza, limitó a tal punto los derechos involucrados, que la infracción
resultó ser sustancial, en los términos que prescribe el artículo 373 letra a) del Código Procesal
Penal. (Considerando 11°)
Que, finalmente, para concretar adecuadamente el respeto a los derechos aquí afectados, es
preciso que no sólo se invalide la sentencia y el juicio oral de la cual es fruto, sino que ha de
retrotraerse la causa al estado de proceder a una nueva vista del recurso de apelación deducido
por el Ministerio Público contra el auto de apertura, tal como lo pidió la defensa, lo que deberá
ser materializado por Jueces no inhabilitados de la Corte de Apelaciones respectiva.
Entonces se señaló que el efecto propio de toda nulidad es la invalidación del acto que ha
provocado el perjuicio y de todos aquéllos que sean consecuencia necesaria de aquél.
En este sentido, la sola invalidación de la sentencia y del juicio oral, no son suficientes para sanear
el grave defecto que se aprecia en autos, razón por la cual ha de extenderse el efecto anulatorio
hasta aquel momento en que efectivamente se da inicio a la afectación esencial de los derechos
de la inculpada.
Al respecto valga tener presente que de conformidad a lo dispuesto en los artículos 159 y 160 del
Código Procesal, Existe perjuicio cuando la inobservancia de las formas procesales atenta contra
las posibilidades de actuación de cualquiera de los intervinientes en el procedimiento,
presumiéndose de derecho la existencia del perjuicio, cuando la infracción ha impedido el pleno
ejercicio de los derechos reconocidos en la Constitución, o en las demás leyes.
Por su parte, recogiendo el principio general, en el artículo 165 del mismo cuerpo legal antes
citado se establece que La declaración de nulidad del acto conlleva la de los actos consecutivos
que de él emanen o dependieren .
Y aun cuando esa norma señala en su inciso tercero, el impedimento de retrotraer la causa a
etapas anteriores, se contempla como excepción precisamente los casos en que ello
correspondiera de acuerdo a las normas del recurso de nulidad, agregando en su inciso final, que
la solicitud de nulidad constituye preparación suficiente del recurso de nulidad, para el caso que
el Tribunal no resolviere la cuestión de conformidad a lo solicitado. ...
El hecho que el artículo 373 del Código Procesal, indique que Procederá la declaración de nulidad
del juicio oral y de la sentencia , en los casos que señala, y por su parte, que el artículo 374,
precise que El juicio y la sentencia serán siempre anulados en los otros casos que esa disposición
deletrea, no significa necesariamente, que por el recurso de nulidad, la extensión del efecto
invalidante pueda llegar temporalmente, sólo hasta el juicio oral, porque ello no resulta
coherente con las demás normas del mismo código antes mencionadas y con los principios que
orientan los recursos de nulidad o casación.
Avala este aserto, la disposición del artículo 386, que ordena a la Corte, en los casos que ha
acogido el recurso, con excepción de los mencionados en el artículo 385 (que se refieren sólo a la
nulidad de la sentencia), que determine el estado en que hubiera de quedar el procedimiento,
ordenando la remisión al no inhabilitado que corresponda para la realización de un nuevo juicio
oral.
Carecería de sentido, ordenar de modo expreso a la Corte determinar el estado en que hubiere
de quedar el procedimiento, cuando se está refiriendo justamente a los casos en que es necesario
invalidar sentencia y juicio oral si sólo pudiese invalidarse hasta este último.(Motivo
decimocuarto de la sentencia citada). (Considerando 12°)
En este contexto, el artículo 91 del Código Procesal penal dispone “Declaraciones del imputado
ante la policía. La policía sólo podrá interrogar autónomamente al imputado en presencia de su
defensor. Si éste no estuviere presente durante el interrogatorio, las preguntas se limitarán a
constatar la identidad del sujeto. (…) (Considerando 6°)
Por lo que la intervención del policía no se ajustó a los requerimiento del artículo 91 del Código
Procesal Penal, pues las declaraciones de los imputados que él recibió, no fueron prestadas en
presencia de su defensor, no del fiscal, ni bajo responsabilidad o con autorización de éste, lo que
significó, en los hechos, la producción de prueba de cargo por parte del acusador obtenida con
inobservancia de garantías fundamentales. (Considerando 9°)
(…) Cuando el tribunal decide valorar positivamente y fundar una decisión de condena en el
relato de un funcionario policial que ha recibido la declaración de los imputados con
prescindencia del tenor de la ley y con total desconocimiento de ésta, no sólo excede los
márgenes de lo legalmente permitido sino que lo que hace en realidad es suplir eventuales
insuficiencias en la indagación y en la información transmitida por el persecutor, lo que no puede
ser tolerado.
(…) La declaración del imputado prestada sin atender las normas que la gobiernan no puede ser
utilizada para fundar una decisión que lo perjudique. Se trata de la necesidad de extremar los
recaudos formales para garantizar la libertad de la decisión del imputado al prestar su
declaración. Así, “La decisión judicial contraria al interés del portador de la garantía no puede ser
fundada en elementos de prueba obtenidos mediante su inobservancia o con violación de las
formas previstas en resguardo de la garantía”. (Considerando 13°)