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SEMINARIO II

Facultad de ciencias Humanas.


Universidad Nacional de Colombia.
Eduardo Beltrán Moreno.
Dept. Lingüística
2019.

EL LUGAR DEL SIGNIFICANTE, EL SIGNO Y EL SUJETO EN LACAN,


RELACIONES CONCEPTUALES CON EL ESTRUCTURALISMO DE SAUSSURE

ENTRE EL PSICOANÁLISIS Y LA LINGÜÍSTICA…

“El inconsciente está estructurado como un lenguaje.” Desde que fue proferido, el
aforismo lacaniano ha hecho correr ríos de tinta, sobre todo de tinta psicoanalítica: con
algunas notorias excepciones los lingüistas han guardado silencio. Como si el lenguaje al
que se refiere Lacan –y seguramente Freud antes de él, bajo otras formas– no tuviera
ninguna relación con el que es objeto de la lingüística…

1. Introducción

El presente texto tiene como objetivo principal develar las conexiones conceptuales entre la
teoría estructuralista saussureana y la conjugación del proceso de significación propuesto
por Jacques Lacan. Debido a las dinámicas y el contexto en los cuales dio sus primeros
pasos la lingüística, para su instauración y formalización como ciencia, esta se fundamentó
en los preceptos exigidos en el marco de las ciencias positivistas, es por esto que en la forja
de una identidad y el alcance de status la lingüística se la jugó por la constitución de un
objeto de estudio aislado, medible, subyacente y codificado, principalmente en la
estructuración del mismo y como este a partir de ciertas reglas se puede analizar en
diferentes niveles.

Por su parte Lacan en lo que el llamo “retorno a Freud” uso conceptos extraídos de las
disciplinas estructuralistas principalmente de la lingüística y la antropología con Saussure y
Levi-Strauss respectivamente. Pero más allá de entender estas relaciones como simples
apropiaciones se debe tratar a estas bajo el ojo de la adaptación y la “subversión”, los giros
con respecto a los conceptos de significante, signo y sujeto en la obra lacaniana merecen
una deconstrucción para su entendimiento y enmarcación en lo que se propone como el
síntoma de la estructura.

Para el desarrollo de lo anterior el texto se organizara de la siguiente manera: en primer


lugar se construye un contexto conceptual en cual se inscribe el presente. En segundo lugar,
se hace una exposición de los constructos teóricos de la lingüística estructural rastreables en
la teorización del psicoanalista francés. En tercer lugar, se propone una sección donde se
establecen las relaciones presentes en los conceptos tomados por Lacan y desarrolla una
propuesta de la subversión que realiza de estos; además presenta los conceptos de “cadena
significante”, la “barra”, el “sentido” y “significado”. La siguiente sección será dedicada al
nacimiento del sujeto psicoanalítico lacaniano y su posicionamiento frente a las posturas
estructuralistas. Por último se presenta una reflexión acerca de cómo debido a la operación
aislante de la lingüística estructural rígida, surge una explosión del lado de la posición del
sujeto que afirma su presencia como síntoma (posestructuralismo) de todo lo que se
reprimió en la tajante posición inicial.

2. Contexto conceptual

El lenguaje para la organización simbólica, estructurada en el inconsciente, es fundamental


en el proceso de constitución del ser, quien se estructura también como lenguaje. Es justo
en esta premisa –el inconsciente se estructura como un lenguaje- que se atiende a este
problema teórico, pues Lacan quien fuera quien lo profiriera, lo hizo, basado en las
formulaciones de la lingüística moderna saussureana. Es necesario poner entonces claro
cuál fue el axioma detrás de esta afirmación, pues este no es otro que: “la lengua es un
sistema oposicional de diferencias”. Lo anterior, nos sitúa en un punto epistemológico
claro, la primera etapa de teorización lacaniana acerca del signo, que fuera fundamentada a
partir del estructuralismo saussureano.

El psicoanálisis y propiamente dicho Freud quien fuera el fundador del paradigma del
inconsciente psíquico, ha sido posiblemente el mayor analista de la significación humana
en los últimos tiempos, pues los lapsus (olvidos, confusiones), los sueños, la sexualidad, la
poética del lenguaje y en general todos aquellos fenómenos involucrados en el
desplazamiento y condensación que se insertan en la neurosis como síntoma fundador del
inconsciente, han sido y siguen siendo objeto de interés tanto para la filosofía, la psicología,
la antropología, la lingüística y todas aquellas ciencias interesadas en las particularidades
del lenguaje humano.

El problema a tratar aquí debe ser abordado entonces desde las consideraciones
psicoanalíticas de contenido latente y contenido manifiesto, del impulso de todo sujeto
hacia soportarse en significantes, impulso que ha sido doblegado por el nacimiento del
síntoma (signo) a partir de lo negado, de lo imposible de conciliar en la conciencia (cuyo
conjunto principal de significantes que le representan es lo que llamamos lengua), pero que
en un estadio inicial le fue fundamento para el fenómeno destinado a la motivación sígnica,
que en última instancia aprehendemos como lengua, pues está en dicho estadio primario, es
el cuerpo del sujeto que representaría toda conciliación con la existencia que le rodea por
las vías sensibles de su percepción y que le constituirán el deseo y motivación hacia el
sentir en tanto el haber sentido constituye la huella de la experiencia, un saber primitivo
propio de la vida, pero que se verá alterado por la intervención de la negación en la
experiencia no conciliada.

Debido a las dinámicas y el contexto en los cuales dio sus primeros pasos la lingüística se
fundamentó en los preceptos exigidos en el marco de las ciencias positivistas, es por esto
que en la forja de una identidad y el alcance de status como “ciencia” la lingüística se la
jugó por la constitución de un objeto de estudio aislado, medible, subyacente y codificado,
principalmente en la estructuración del mismo y como este a partir de ciertas reglas este se
puede analizar en diferentes niveles.

Estas digamos gramáticas de funcionamiento propendieron por aislar cada vez más el
objeto de estudio, de los distintos procesos que sufre el mismo por estar en uso. Estos
“recortes”, para afinar y presentar el objeto con la mayor trasparencia posible, dieron por si
mismos lugar a un espacio vacío en el análisis del fenómeno que nos atañe “el lenguaje”,
que hizo presente tanto la necesidad de la extensión de los alcances de la lingüística, como
la imperante necesidad de la interdisciplinariedad.

Tras esto se formula una pregunta que atañe a estos procesos y que puede ayudar a dar luz a
las proposiciones lacanianas acerca del signo. ¿La inversión de la función sígnica, esta
correlacionada con la inversión de los ejes de construcción del sentido: “sintagma-
paradigma”, “metáfora - metonimia”, “desplazamiento - condensación”? Basado en las
teorías sobre la elaboración onírica y deformaciones del inconsciente implícitas en la
significación superficial(manifiesta), Freud en esta época de labor analítica llegó a dos de
los conceptos fundamentales para los procesos de semiosis humana, desplazamiento y
condensación, los cuales más tarde Lacan relaciona con la metáfora y la metonimia como
fenómenos de conversión del deseo en el signo producido o pensado, procesos que
meticulosamente podríamos estructurar y corresponden entonces a la relación del ser con el
objeto “significante”, al razonamiento imaginario de construir signos a partir de la relación
de sus partes “metonimia” y de la relación de paralelismo que se da entre dos
representamenes en una representación que supla uno por otro “metáfora”; de lo real a lo
imposible y lo imposible como motivación para los procesos metafóricos o metonímicos
que portan el desplazamiento del significado.

3. Apropiación de los fundamentos teóricos

Hablando acerca de apropiación de la teoría saussureana, una de sus primeras adopciones


conceptuales puede ser encontrada en la correspondencia entre los conceptos de "habla" y
de "lengua", que se proponen como “habla” y “lenguaje” en Lacan. Para el lingüista, el
estudio de la disciplina se divide en dos campos distintos: lo relacionado con la lengua y lo
relacionado al habla, siendo la primera aquella reservada como de objeto por excelencia de
la ciencia lingüística. La lengua se define como "social en su esencia e independiente del
individuo" y su estudio es "únicamente psíquico" (Saussure, 1945, pág. 27). Para el autor,
la lengua no está completa en ningún hablante, es decir, no es un fenómeno individual, pues
ningún individuo lleva consigo todo el universo de la lengua. La lengua entonces sólo se
presenta en la convencionalidad, en la unión de todos los individuos, cada uno con su parte
de ese todo (la lengua). Además, la lengua es registrada a través de un proceso no
consciente, que configura el lenguaje como inconsciente, puesto que el individuo no podría
dar cuenta de cómo adquiere la lengua, ni de cómo se estructura. Sin la lengua, el individuo
no puede insertarse en las relaciones sociales por tanto, a partir de la comunicación a través
del sistema lenguajero es que el inconsciente se estructura como lenguaje y este a su vez
demarca y/o delimita el cuerpo acatante social y axiomático del sujeto.
El “habla”, por el contrario, es reconocido por Saussure como un objeto secundario dentro
de los intereses de la ciencia lingüística. Se confinan sus estudios a la "parte individual del
lenguaje". Es la parte concreta y más material del lenguaje la cual es producida por el
hablante, esta que, para ser articulada, se sirve “con la ayuda del instrumento creado y
proporcionado por la colectividad” (Saussure, 1945), la “lengua”. Dicho de otro modo, el
"habla" es la "lengua" concretada por el hablante.

Lacan entonces adopto la conceptualización de la división entre “lengua” y “habla” de


Saussure, lo que puede ser verificado en el carácter “concreto” que el concepto de “habla”
adquiere en el contexto del psicoanálisis. En las palabras de Lacan: “como agente de
curación, de formación o de sondeo, el psicoanálisis dispone sólo un medio: el habla del
paciente" (Lacan, 1953-1984, pág. 247). También en su discurso en esta misma fecha , el
autor afirma que los medios del método psicoanalítico "[...] son el habla, ya que da un
sentido a las funciones individuales" (Lacan, 1953-1984, pág. 257). Desde entonces se
sedimenta la definición del “habla” como medio del método psicoanalítico, para la cura.

La definición saussureana de “lengua” influenció los constructos de Lacan bajo el aspecto


de "estructura", pues lo definido por este como “lenguaje” es: una estructura que "preexiste
a la entrada de cada sujeto en un momento de su desarrollo mental" (Lacan, 1957-1984). Es
decir, para Lacan, el “lenguaje” es independiente de los individuos, al igual que el concepto
saussureano de “lengua”. En contraposición al concepto de “lenguaje”, el “habla” es
reconocida por Lacan como algo individual una exteriorización del sujeto, tal como en
Saussure.

Se puede rastrear con mejor detalle la inspiración estructuralista del lenguaje adoptado por
Lacan en el texto “Instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud”, de 1957.
Lacan dice que, aparte de las “conversaciones son” […] “toda la estructura del lenguaje que
[la experiencia psicoanalítica] [...] descubre en el inconsciente" (Lacan, 1957-1984). Las
primeras referencias a “estructura del lenguaje” ya habían sido establecidas en el conocido
Discurso de Roma, presentado como el texto “Función y campo de la palabra y del lenguaje
en psicoanálisis” en el año 1953, aquí se puede ver aquello que llamó el “lenguaje del
orden”. En el discurso, el autor utiliza el “fin de la lengua”, como un modelo para explicar
la formación de síntomas, como las distintas construcciones de lo inconsciente en procesos
de formación onírica.

Lacan argumenta en favor de una anterioridad del lenguaje frente a los fenómenos
concretos. Para él, “el concepto [...] genera la cosa, porque aún no es suficiente decir que el
concepto es la propia cosa [...] Es el mundo de las palabras que crea el mundo de las cosas”
(Lacan, Función y campo de la palabra y del lenguaje en Psicoanálisis, 1953-1984).
Diríamos que tomó esto de las ideas del estructuralismo lingüístico que defendían una
anterioridad de la “lengua” en relación al “habla”. Esta posición también aparece
explícitamente en el texto La instancia de la letra… cuando sería precisamente la aparición
del lenguaje el punto de distinción entre la sociedad humana y las “comunidades naturales”.

4. Signo lacaniano vs signo saussureano.

“ ..Sin la duplicidad fundamental del significante y del significado, no hay determinismo psicoanalítico
concebible” (Abel, 1885)

Lacan atribuye a Saussure el establecimiento del objeto de estudio de la lingüística al darle


forma y función al signo con el algoritmo de la dualidad S/s que funda la lingüística
estructural. Sin embargo, más allá de simplemente reconocer al maestro ginebrino como
una influencia epistemológica en el campo estructural, Lacan ve en él, un campo de gran
material para explorar con respecto al proceso de significación humana (aquel que Freud
sedimento), la institución de lo inconsciente y del sujeto barrado.

Para Saussure el código es independiente de los hablantes y configura una significancia en


la dualidad de su tención binaria, es decir, cada significante atañe a un significado y cada
significado vislumbra un significante, estas son dos caras de una moneda o una hoja
“inamovibles y reciprocas” que se revelan en sí mismas sin necesidad de ingresar en el
plano simbólico. Es en este punto donde Lacan difiere de la conceptualización acerca del
proceso de significación y la constitución de signo, pues en su teorización el signo se
completa tras la configuración de una cadena significante (constitutiva por el significante
primario u objeto “a”), ya que un significante solo y aislado no porta sentido, no alcanza
con solo el concepto para cerrar el flujo significante. Como se puede constatar “el signo es
signo para alguien, mientras que el significante no se manifiesta más que como presencia
de la diferencia como tal y nada más” (Lacan, 1972-1973) citado en (Arrivé, 2001). Sobre
esto Arrivé argumenta:

En Lacan, aunque haya, marginalmente, una teoría del signo, [...] no hay
articulación entre ella y el significante, a punto de ser imposible, por ejemplo, en la
teoría lacaniana, decir que el significante es un signo. , el signo lacaniano es
fundamentalmente diferente del signo saussureano. (Arrivé, 2001, pág. 162)

Es claro entonces, cómo este planteamiento del signo es insuficiente para expresar el
proceso de conformación del sentido, en la experiencia del psicoanalista francés. Por tal
motivo es importante precisar que en la teoría lacaniana el concepto de signo no solo fue
“apropiado” sino que más allá de esto, fue “subvertido”.

4.1La subversión del algoritmo saussureano

El algoritmo que sembró el pilar principal para la constitución de la lingüística como


ciencia, es aquel propuesto en Curso de Lingüística General (en adelante CLG):

S/s = Significado sobre significante

En este el (S) y el (s) son dos contrapartes binarias y reciprocas que se sacian el uno al otro,
se mantienen en un flujo hermético que se representa en las flechas que indican el
movimiento del mismo ↑↓. Respecto a esto Lacan emprende varias adaptaciones para dar
lugar a su concepción, estas se podrían enunciar como: trasposición del (S) y el (s),
eliminación de las flechas de flujo y el reconocimiento de una terceridad, relacional entre
los dos conceptos, en el diagrama que se simboliza con la barra ( / ); es entonces no solo
una apropiación sino una subversión que revela, y se rebela contra la represión objetiva, de
la subjetividad impulsada en el seno la cultura, existente en el lugar del código, de la ley: el
gran Otro representado por el otro en sociedad.

La inversión de los conceptos en Lacan es tal vez uno de los ajustes más importantes para
el entendimiento de la construcción del signo.

4.2 Primacía del significante

Se esbozaran las relaciones entre el desarrollo conceptual de inversión en la “función


sígnica” y su contraste referente: “el significado y significante lingüístico” de Saussure,
donde el significante contiene el significado y viceversa; mientras que la significación
lacaniana, se podría explicar como una cadena de significantes por los cuales fluye el
sentido y en el momento de la simbolización se fijan a un significado. Por el contrario de lo
sugerido por el maestro ginebrino: “existe un rudimento de vínculo natural entre el
significante y el significado” (Saussure, 1945, pág. 131). Además de consistir en “ordenes
distintos”; para Lacan si existe una jerarquización entre los dos conceptos “el "significante"
ocupa una "posición primordial”. (Lacan, 1957-1984, pág. 495) Por lo que se podría
concluir entonces que se eliminan las flechas de reciprocidad ↑↓ dando lugar a un nuevo
flujo del sentido. En “Lingüística y Psicoanálisis” Arrivé le atribuye a “Lacan haber
apagado el círculo que circunda el signo saussureano como, también, las flechas que
indican, en Saussure, la relación de dependencia de un elemento hacia el otro dentro del
signo lingüístico. (Arrivé, 2001)

El significante pasa a un lugar de privilegio con respecto al significado; es precisamente la


imposibilidad de lograr una realización real “lo real es aquello que nunca deja de no
inscribirse en lo simbólico” (Lacan, 1953) de lo que se intenta significar, aquello que
develó la existencia de ese S (objeto A) ese gran significante que certifica la “falta” que se
sienta en la estructura como ausencia, que constituye una estructura en falta. Sobre esto:

Bertrand Russell, a principios del siglo XX, propuso y analizó el siguiente


problema: ¿cómo construir un catálogo que contenga todos los catálogos que no se
incluyen a sí mismos como entrada? Ahora bien, la tarea se revela rápidamente
impracticable. Si se incluye en la lista, el catálogo producido no puede ser el
catálogo de todos los catálogos que no se incluyen a sí mismos en las entradas, ya
que se incluye a sí mismo. Por lo tanto, debe estar excluido. Sin embargo, si no se
incluye, el catálogo también estará incompleto, ya que quedará de fuera al menos un
catálogo que no se incluye a sí mismo en las entradas. La tarea es, por lo tanto, del
orden de lo imposible. (Fink, 1998)

Planteamiento también presente en el seminario 11 “los cuatro conceptos fundamentales”


(Lacan, 1964) donde se enuncia una situación similar para ilustrar la función del “cuadro”
en la sección acerca de la esquicia de la mirada.
Bajo el siguiente matema: s/S : A/S --- $/s/ S´: a/S´ donde “S” es el significante existente
como “A” que representa en el otro (lo real, a través de la maquina imaginaria), el sujeto
supuesto idealizado (yo ideal) que será el sujeto barrado “$” para la motivación del
significado, “s” el cual pasará a ser el ideal del yo, “a” que se sujetará a partir de los
significantes del Otro entregados por el otro s/S en su introducción al mundo simbólico,
aquel que atraviesa, que habla al sujeto.

La idea como tal que no parte solo de la posibilidad de crear un signo, sino de la “función
sígnica”, de poderlo combinar con otros, posibilidad que introduce el registro lacaniano de
lo simbólico cuyo soporte será esa falta estructural (la hiancia), los fantasmas de lo negado
que impulsa al sujeto a significar, no solo la falta de lo real sobre lo imaginario en otro
contingente que llamamos “signo”, sino en significar los mismos a partir de otros y entre
ellos mismos dando posibilidad a la semiosis infinita o una infinita manifestación de lo
humano. Esto se sostiene en la proposición de una cadena significante que se encuentra con
el significado en el llamado “punto de basta o tapón” en la eclosión de la significación,
sostenido por una tensión una falta que constituye la estructura, una hiancia: “la barra”
aquella que resiste a la significación, esa censura que enmarca al sujeto en la sociedad y su
cultura, lo estructural, la falta, EL LENGUAJE…

4.3 La barra ( / )

Es extraño para los lingüistas que una (a primera vista) “simple” marca de división usada
para un diagrama se esgrima como un elemento constitutivo y además “determinante” en la
estructuración del signo. Sin embrago, es claro que ha existido una relación de tensión entre
el (S) y el (s) que era mediada por “algo”, ese algo que no se podía simbolizar, aquello de
lo real que cae después de apenas rosar lo simbólico, la tensión instituida en la marca de la
prohibición; ante esto muy asertivamente Lacan señala el elemento que sostenía este
movimiento aparentemente acallado en el estructuralismo lingüístico en la división de
“lengua y habla”, pero que emerge como síntoma de esta partición y se representa en la
barra ( / ).
Respecto a la separación del significante y el significado:

El signo 1– situado entre ( ) manifiesta aquí el mantenimiento de la barra --, que en


el primer algoritmo marca la irreductibilidad en que se constituye en las relaciones del
significante con el significado, la resistencia de la significación. (Lacan, 1957-1984,
pág. 495)

Esta barra contiene lo estructural, la oposición del lenguaje la estructura en falta que
inscribe al sujeto en sociedad, esta barra que sitúa la censura, la prohibición como ruptura
entre lo natural y lo cultural. La cultura marca la pérdida del instinto, generando una
ruptura profunda entre lo natural y lo humano, es entonces inconcebible la acepción de una
referencia hacia una mediación reflexiva pre-humana. Lacan apunta “el ámbito cultural solo
es concebible por “permutaciones autorizadas por el lenguaje” (1957-1984, pág. 500). La
instauración de la prohibición por el incesto como hito mítico de la fundación de la
estructura social propendida por esta restricción, esta simbolizada en la barra, pero se sitúa
como la marca misma de la sociedad y la cultura, y no como se pretendía en ciertas
posturas posfreudianas que era una realidad a priori al sujeto, como un miedo pre-
estructural que obedecía a lo instintivo o natural.

Esta estructura en falta que, si bien preexiste al sujeto justamente por su condición,
dependerá pues de la configuración dada por la delimitación del cuerpo sexuado por el
leguaje, el significante entre cuero y hueso se hace carne, esboza, dibuja, forma el cuerpo
aparece la caída del goce; del cómo la marca de la voz corta al sujeto, lo malea y estruja
para lograr a través de la palabra del padre o “metáfora/función paterna” correlacionar el
aparataje imaginario terminando en su inscripción en el mundo simbólico.

4.4 La cadena significante y el deslizamiento del sentido como proceso de


significación

Para lograr entender como se constata el signo en Lacan, se debe hablar sobre la cadena
significante pues a través de ella se logra la significación. Estos eslabones de la cadena nos
exhorta a interpretarlos como interpuestos y correlacionados, como en una polifonía por la
cual el sentido se desliza y se presenta como significado en el “punto de basta” allí donde

1 F (S…S’) S ≅ S (--) s
se logra simbolizar y se hace libre en las esferas semióticas, es en este tapón donde explota
el sentido donde se cruza el nudo de lo imaginario a lo simbólico, es justo en ese punto
donde el signo se hace signo en la actualización presentada por el otro, el curso del deseo
que fluye desde la marca primera del lenguaje hasta esta la eclosión simbólica. La
significación funciona entonces por los caminos del deseo, fluye hacia un objeto y justo al
estar frente a él, en el roce con la esfera de lo real se hace inalcanzable se presenta de nuevo
la falta, el vacío, muta su destino y entra en lo simbólico de nuevo.

En una mirada escueta hacia lo anterior es imposible (como analista del signo y sus
implicaciones intertextuales) no presentar la duda acerca de: si se podría relacionar este
aparataje de la significación lacaniana con las concepciones semióticas de las relaciones
intersígnicas; referenciando justamente la semiótica Persiana, reconstruida en el nonágono
semiótico (teoría que ha sido poco relacionada con Lacan). Para esto se hipotetiza un
intertexto entre las teorías en el orden de entender la cadena significante como todos los
campos propuestos como resultado de las relaciones intersígnicas que presenta un signo y
que se resuelve en el desencadenamiento del sentido, al hacerse símbolo en la actualización
por un sujeto; momento del encuentro con el signo el cual podríamos ubicar en la casilla del
valor de la existencia del nonágono. Teniendo en cuenta que es al parecer ese el mismo
punto donde se sella la significación, nuestra cuestión es entonces: ¿es la conexión de salida
con el mundo externo al signo: “el valor de la existencia” el mismo “punto de basta o
tapón”?, ¿es tras lo que podríamos llamar proceso de semiosis o el deslizamiento del
sentido por la cadena significante, que el signo se hace signo y se libera en el campo de lo
simbólico? ¿Podría ser que esa terceridad fuera la cultura, aquellos preparativos para el
encuentro con el objeto a través del otro, ese interpretante que se encuentra en lugar de la
ley, de ese gran Otro? Esto sin embargo queda para una reflexión ulterior.

5. El nacimiento del sujeto lacaniano $, aquel barrado por el lenguaje, aquel


sujeto en falta.

“quien ha violado un tabú, por ese mismo hecho se vuelve tabú, deviene en objeto…” (Freud, 1912)

Para Lacan la función de la estructura es el espacio preciso para el surgimiento del sujeto,
el sujeto psicoanalítico barrado por el lenguaje, puesto que será este quien ponga en acción
la maquina estructurante. Esta función, según el autor, actúa “no como modelo teórico, sino
como la maquina original que en ella pone en escena al sujeto” (Lacan) citado en (Couto &
Fonseca, 2013). A primera vista, el situar al sujeto como eje central de la puesta en marcha
de la maquina estructurante, la propuesta lacaniana sentaría su axioma en lado opuesto al
propuesto por sus referentes teóricos de las disciplinas estructuralistas como la antropología
y la lingüística. Pero, es justamente gracias a esa tensión y la existencia del espacio que esta
causa, que el sujeto puede surgir para inmediatamente abandonarse es así que ese sujeto
supuesto se inscribe como sujeto al constatar la falta, la hiancia del sujeto, la marca
presencial del lenguaje.

En la experiencia psicoanalítica el sustrato de su quehacer es justamente el resultado de lo,


por así decirlo, desechado de la acción de las relaciones emprendidas entre “la ciencia” y el
“sujeto”, todo este camino de ruptura o separación del código y quien lo concreta, la puesta
en segundo lugar del sujeto fue germinando el camino que bajo la represión sedimentó un
síntoma, uno que como todo lo verdadero vuelve e insiste en aproximarse a lo simbólico
con gritos desde lo inconsciente, es decir, que para Lacan un sujeto no habla, él es antes
hablado por la estructura que lo precede. Sin embargo, como se mencionó antes es erróneo
pensar en este como una pre-existencia como un a priori natural, sobre esto Couto
comenta:

…por el contrario, por haber una estructura sociolingüística preliminar a la


existencia de un individuo cualquiera es que el sujeto puede venir como tal. De este
modo, el sujeto no es para siempre. No tiene cualidades priori que determinan
previamente el campo de sus experiencias. Él, antes, es actuado, es decir, determinado
por los efectos de la estructura que preexisten a su relación con el mundo. (Couto &
Fonseca, 2013, pág. 186)

Y continúa Lacan

El efecto del lenguaje es la causa introducida en el sujeto, por lo que no es causa de


él mismo, sino que trae en sí el germen de la causa que el escinde, porque su causa es el
significante sin el cual no habría ningún sujeto en el real. (Lacan, 1966) Citado en
(Couto & Fonseca, 2013)
Para el estructuralismo saussureano el sujeto hacia parte de una particularidad que
desconocía y soslayaba en la realizada distinción de la “lengua” como objeto de estudio por
excelencia de la lingüística, lo cual dio lugar a la aparición de una contrapropuesta
enmarcada en una “explosión” de posicionamientos y reflexiones en torno al lugar del
actante y el papel del sujeto en la significancia. En palabras de Dosse “el sujeto se
encuentra preso [...] desde antes de nacer y después de su muerte a manera de un peón, en
el juego del significante”. (Dosse, 1993)

Sería un camino equivocado para tomar afirmar tajantemente el hecho de que la


presentación del sujeto en la teorización lacaniana está ceñida a sus correlatos. Por el
contrario es necesario entender la enmarcación clínica que guarda el psicoanálisis por tal es
claro el distanciamiento que toma en pro de una solución no objetizante; cualquier intento
de sostener la noción original de “sujeto” para el estructuralismo se vuelve obstaculizante
de un trabajo clínico que intente posibilitar al paciente el reconocimiento de sus deseos y el
abandono de la posición de mero "peón en el juego significante”. El sujeto se inscribe pero
no se resigna a la cultura, esto se explica en el ya mencionado seminario 11 (1964) donde
Lacan plantea el “doble movimiento” una correspondencia en constante tensión entre la
alienación y la separación del S con el otro.

6. El retorno: el surgimiento del síntoma estructural “posestructuralismo”

La lingüística se ha propendido un camino de desarrollo basado en la estructura del código,


este visto de manera aislada, sacado de su contexto, presentado como traslucido, inmanente
y todo aquello que atañe al contexto o demás formas del uso se entendía como “ruido”.

Pues todo este “ruido” constituye para el desarrollo de esta ciencia un gran camino, el cual
se ha abordado desde distintas perspectivas y ha llevado a la expansión de la misma. Si el
objeto de estudio de la lingüística es la lengua o las lenguas, de las cuales decimos también
que son dinámicas, vivas, mutables las cuales responden a las necesidades, contextos,
situaciones y demás complejidades socio-culturales de sus hablantes; decimos entonces que
sus procesos de análisis o estudios tendrán pues que alcanzar el rigor que demanda un
objeto con estas características tan especiales. Serán entonces las teorías, estudios y demás
equivalentes a estas condiciones y sus teorías las que deberán ser rebatidas, destruidas,
reformadas o construidas en medida que este se transforme.
Dando paso a la posición del posestructuralismo, concepto acuñado por Jacques Derrida. Se
puede decir que el posestructuralismo surgió como una crítica del rígido determinismo de la
sincronía cerrada de la estructura, el resultado del abandono de los pensadores
estructuralistas de la premisa trascendental (latente) del estructuralismo. Esta es la postura
de Jacques Derrida en "Estructura, signo y juego en el discurso de las ciencias humanas",
que se presentó por primera vez en la conferencia del Centro de Humanidades en 1966. Al
poner en tela de juicio la legitimidad teórica del "centro" de la estructura, Derrida
efectivamente desestabiliza... “Deconstruye”: la aparente fijación de los elementos dentro
de la estructura.

Bibliografía
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