Sei sulla pagina 1di 5

TEOLOGÍA PAULINA

MA. Dámaris de Jolón

LA IGLESIA

Alumno: Abner Elí Gómez Arreaza


Carné: 1-16-2410
Fecha: 30 de marzo del 2,019
LA IGLESIA
Forma:
La Iglesia estaba formada por grupos de creyentes dispersos por todo el mundo
mediterráneo, desde Antioquía hasta Roma, sin ninguna organización externa o formal que
los uniera. El único nexo de unión era la autoridad apostólica. La idea de que la unidad de
la Iglesia encontró su expresión en alguna forma de organización externa o estructura
eclesiástica no tiene ningún fundamento en el Nuevo Testamento. Además, la idea de las
denominaciones hubiera resultado repulsiva para Pablo.
La arqueología confirma que en los tres primeros siglos, el lugar de reunión de cristianos
fueron casas particulares. Pablo se refiere a “iglesia de la casa de” para denominar a grupos
de creyentes que se reunían en una casa particular (Ro. 16:5; 1 Co. 16:19; Col. 4:15; Flm.
2). La organización de la iglesia local es algo confusa en las cartas paulinas más extensas.
Hechos dice que Pablo nombró a ancianos en las iglesias que fundó (Hch. 14:23). El
lenguaje de Hechos sugiere que los ancianos (presbyteroi) también podían llamarse
supervisores u obispos (episkopoi; Hch. 20:17, 28). En las cartas más importantes de
Pablo, nunca se menciona a los ancianos; en la iglesia de Filipos el liderazgo lo llevaban a
cabo los obispos y diáconos (Fil. 1:1). Que las iglesias paulinas tenían un liderazgo formal
está claro por el llamamiento de Pablo a los tesalonicenses de que respetaran a quienes “os
presiden” (proistamenoi; 1 Ts. 5:12).
En Efesios, Pablo se refiere a evangelistas y pastores-maestros (Ef. 4:11). Los evangelistas
son predicadores que llevan a cabo la tarea misionera de predicar el Evangelio. El término
denota una función más que un oficio. El lenguaje de Efesios 4:11 supone que pastor-
maestro es un solo oficio que contiene una doble función: la de pastorear o supervisar el
rebaño, y la de enseñar. Pablo también enumera uno de los dones del Espíritu como
“administración” (1 Co. 12:28). Es sumamente probable que este término designe el don
ejercido por los episkopoi y los proistamenoi.
La organización de la iglesia aparece en un esquema más claro en las cartas pastorales. En
1 Ti. 5:17-22 se proponen los requisitos y deberes de los ancianos. Ejercen una triple
función: dirigir, predicar y enseñar. Los deberes de los obispos se esquematizan en 1 Ti.
3:1-5. Las mismas cualidades se enumeran en Tito 1:5-9.
En los Padres Apostólicos, especialmente en Ignacio, el obispo aparece como diferente a
los ancianos y superior a ellos, con lo cual se dio origen al oficio de obispo monárquico.
Muchos sostienen que las cartas pastorales reflejan el comienzo de este desarrollo. Sin
embargo, el famoso ensayo de Lightfoot ha persuadido a muchos estudiosos de que los dos
términos son intercambiables. Tanto los ancianos como los obispos se dedican a enseñar y
a dirigir. Parece probable que no hubiera una pauta normativa para el gobierno de la Iglesia
Apostólica.
Charismata:
Algunos estudiosos han argumentado que el liderazgo de las iglesias paulinas fue
totalmente carismático y no oficial. Sin embargo, un estudio cuidadoso de los dones indica
claramente que, aunque algunos son carismáticos, otros son capacidades naturales que el
Espíritu Santo utilizaba.
Las funciones no carismáticas probablemente eran ejercidas por los obispos-ancianos,
maestros y diáconos. Pablo concibe a cada creyente como un miembro activo del cuerpo de
Cristo (1 Co. 12:7), aparte de la prioridad de apóstoles y profetas, él no asigna un orden
especial de importancia a los distintos dones. Apóstoles y profetas eran de importancia
básica porque eran los vehículos de la revelación (Ef. 3:5) y con ello proporcionaban el
fundamento para la iglesia (Ef. 2:20). Los profetas hablaban por iluminación directa del
Espíritu y su propósito era edificar la iglesia (1 Co. 14:3). La profecía es el medio para
manifestar los misterios de Dios (1 Co. 13:2).
El don del Espíritu más deseado en Corinto era el de lenguas o glosolalia. La persona que
hablaba experimentaba una gran exaltación del espíritu, pero no tenía ninguna
comunicación racional de la voluntad de Dios (1 Co. 14:14). La experiencia carecía
totalmente de significado para los oyentes a no ser que se otorgara el don de interpretación
(1 Co. 14:13), entonces los oyentes entenderían lo que se decía y se unirían para decir
“amén” (1 Co. 14:16). Además, Pablo propone el orden justo. Porque la menta no es el
éxtasis personal, sino la edificación de la iglesia (1 Co. 14:26).
Como los dones de apostolado y profecía se dieron para fundar la iglesia (Ef. 2:20), es
posible que pertenezcan al período apostólico. De todos modos, Pablo aclara que la
manifestación más elevada del Espíritu es el amor.
Ekklesia:
En su marco helenista, esta palabra, puede designar una asamblea reunida como cuerpo
político (Hch. 19:39) o una asamblea como tal (Hch. 19:32, 39). Sin embargo, en Pablo, los
antecedentes de ekklesia están en el Antiguo Testamento en referencia a Israel como pueblo
de Dios. Ekklesia puede designar una reunión de cristianos para rendir culto a Dios (1 Co.
11:18; 14:19). El concepto paulino de ekklesia sugiere que la congregación local es la
Iglesia, y la totalidad de los creyentes es también la Iglesia.
Pueblo de Dios:
La Iglesia es el nuevo pueblo (laos) de Dios. En la antigua dispensación, Israel era el
pueblo de Dios. El rechazo a su Mesías hace que Pablo se pregunte; “¿ha desechado Dios a
su pueblo?” (Ro. 11:1). Pablo expone extensamente el problema de Israel (Ro. 9-11) y en el
curso de su explicación aclara que la Iglesia es el nuevo pueblo de Dios. Esto se expresa
con gran viveza por el uso de citas de Oseas. Esto no significa que el titulo laos se le quite a
Israel, sino que sobre una base diferente comienza a existir otro pueblo junto a él.
Israel:
Esto replantea toda la cuestión de la relación entre la Iglesia e Israel. Pablo distingue
claramente entre el Israel empírico y el Israel espiritual (Ro. 9:6). Aunque la nación como
tal ha rechazado a su Mesías, hay un remanente escogido por gracia (Ro. 11:5) que ha
creído. A este remanente creyente se le han añadido los gentiles creyentes (Ro. 11:11, 23-
24). Pablo no especula acerca de cuándo y cómo ocurrirá la salvación de los judíos, pero
probablemente se trate de un evento escatológico que tendrá lugar al fin del siglo.
El templo de Dios:
Otra metáfora que utiliza Pablo para mostrar que la Iglesia es el verdadero Israel es la del
templo. Tanto el Antiguo Testamento como el judaísmo previeron la creación de un nuevo
templo en el Reino de Dios (Ez. 37:26; 40:1). Pablo cree que la comunidad cristiana ocupa
el lugar del templo como lugar escatológico donde Dios mora y es adorado.
La metáfora tenía un triple énfasis: el creyente como persona se ha convertido en el templo
de Dios porque el Espíritu mora en él (1 Co. 6:19). También la congregación local es
templo de Dios porque el Espíritu mora en la comunidad colectiva. El hecho de que la
Iglesia es el templo donde mora Dios excluye la posibilidad de llegar a unirse “en yugo
desigual” (2 Co. 6:14). Pablo aplica la misma metáfora a la Iglesia universal (Ef. 2:19-22).
Los creyentes gentiles ya no son ajenos al pueblo de Dios, son su verdadera casa, son un
templo levantado sobre el fundamento de Cristo, los apóstoles y los profetas.
Un pueblo escatológico:
La Iglesia es también el pueblo del Reino de Dios y por lo tanto un pueblo escatológico.
Esto significa que los creyentes están destinados a heredar el Reino en su consumación
escatológica (1 Ts. 2:12; Ro. 8:17; Ef. 1:18) porque ya han experimentado ese reino (Col.
1:13; Ro. 14:17).
El Espíritu Santo:
La presencia del Espíritu Santo es una realidad escatológica. La Iglesia apareció en la
historia debido a la venida del Espíritu. La Iglesia es pues un producto de los poderes del
Siglo Venidero. Pablo afirma que la posesión del Espíritu es necesaria para pertenecer a
Cristo (Ro. 8:9). La obra del Espíritu es crear la Iglesia (1 Co. 12:13). Por medio del
bautismo del Espíritu toda persona es miembro por igual del Cuerpo de Cristo porque todos
hemos experimentado el derramamiento escatológico del Espíritu.
Comunión:
Una de las facetas más notables de este pueblo escatológico es la comunión (koinonia).
Esto es más que compañerismo humano, es una creación escatológica del Espíritu Santo (1
Co. 13:14). Esta relación existe entre personas porque comparte una relación con Cristo (1
Co. 1:9).
Los escogidos:
La Iglesia es la comunión de los escogidos (Ef. 1:4; 1 Ts. 1:4), no importan el nivel social,
la educación, la riqueza ni la raza (1 Co. 1:27). La Iglesia puede designarse sencillamente
por ser los escogidos de Dios (Ro. 8:33; Col. 3:12; 2 Ti. 2:10; Tito 1:1).
Santos:
Desde el punto de vista divino, la Iglesia es también la comunión de los santos (hagiol) o de
los santificados (hagiasmenoi). La idea raíz de santidad proviene del Antiguo Testamento y
designa todo lo que ha sido separado para uso divino. El reto de Pablo a sus iglesias era que
deberían vivir como santificados en Cristo (1 Co. 1:30; 6:11).
Creyentes:
La Iglesia desde el aspecto humano, es la comunión de los que responden a la Palabra
proclamada por Dios y creen en Jesucristo y le confiesan como Señor (Ro. 10:9). La Iglesia
está formada por aquellos que invocan el nombre del Señor Jesucristo (1 Co. 1:2) y pueden
designarse con el término de “creyentes” (hoi pisteuontes) (1 Co. 1:21; 14:22; Gá. 3:22; 1
Ts. 1:7; 2 Ts. 2:13). La pertenencia al nuevo Israel exige fe personal, infividual y confesión
de Cristo como Señor (Ro. 10:9).
El cuerpo de Cristo:
La metáfora paulina más característica para la Iglesia es la del cuerpo de Cristo. La Iglesia
es el cuerpo en Cristo (Ro. 12:5) o el cuerpo de Cristo (1 Co. 12:27). La razón por la que
Pablo usa esta metáfora se debe a querer dejar establecida una relación adecuada de los
cristianos entre sí (1 Co. 12:24). Y lleva más lejos esta metáfora en las cartas de la prisión y
habla de Cristo como la cabeza del Cuerpo (Ef. 4:15; Col 1:18).
La meta final del ministerio de Cristo es restaurar el orden y la unidad de todo el universo,
que le pecado ha perturbado (Ef. 1:10). Esta unidad cósmica en Cristo ya se ha alcanzado
en principio. La unidad significa ser uno en Espíritu y vida, en fe y comunión. Es una
unidad que debería excluir las divisiones de la congregación local (1 Co. 1:13), lo cual se
expresa en una preferencia humilde por el otro (Ro. 12:3) y en amor y afecto mutuos (1 Co.
12:25-26) y significa el fin de toda distinción racional (ef. 2:16) excluyendo toda aberración
doctrinal o religiosa (Col. 2:18-19).
La Eucaristía:
La unidad del cuerpo de Cristo se ilustra todavía más con la Eucaristía. Debe haber unidad
entre los que participan de ella porque tienen una unidad anterior con Cristo (1 Co. 10:16).
La copa y el pan son un memorial de la muerte de Cristo (1 Co. 11:25).
Bautismo:
Simboliza también la unión con Cristo. Las personas son bautizadas “en Cristo Jesús” (1
Co. 6:3). El bautismo “en Cristo” significa revestirse de él (Gá. 3:2). También significa
unión con Cristo en su muerte y resurrección (Ro. 6:1-4; Col. 2:12).

Potrebbero piacerti anche