Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
El ritmo de la danza está unido al ritmo de la luz aunque, como vamos viendo más adelante,
estos dos lenguajes también pueden funcionar independientemente. La luz releva el cuerpo
de los actores, marca el espacio del movimiento del actor y va bailando junto al cuerpo.
Las alturas de las calles permiten jugar con el cuerpo del bailarín mostrando solamente la
parte que nos interesa revelar. Como ya sabemos la luz hasta que no se encuentre con un
objeto no se manifiesta. La iluminación de calles permite un juego muy interesante con esta
característica de la luz. La visibilidad del cuerpo que se va moviendo por todo el escenario
va variando según la posición del actor. La luz puede estar siempre encendida pero
imperceptible para el espectador hasta que el cuerpo no la alcance. Hay que tener mucho
cuidado a la hora de elegir la intensidad de la luz lateral ya que puede deslumbrar a los
actores. Por este motivo se aconseja filtrar los aparatos con colores más saturados. A parte
de la iluminación lateral se usa la luz de contra para crear los ambientes en el escenario y
también luces puntuales para marcar algo concreto en la función.
Cada tipo de danza o de espectáculo en general tiene sus características, sus formas de
expresar, su ritmo. En la mayoría de los manuales de iluminación hay un capítulo que
distingue entre varios diseños de la iluminación según distintos géneros teatrales o
musicales. No obstante, los conocimientos técnicos están para que nosotros, los artistas de
la luz, los evolucionemos abriendo el espectro de nuestra creatividad.
Las normas de clasificar, sea de la luz o de la música, son las que anulan nuestra
imaginación. En la actualidad se va notando cada vez menos las diferencias entre una ópera
y un teatro dramático, hablando por supuesto de la contemporaneidad y de la luz. Saltando
fronteras y escapándonos de los límites que nos pone la realidad abrimos el abanico de la
creatividad y entramos en un espacio “iluminado”.
Loie Fuller, una bailarina, productora, cantante y escritora que nació en el 1862 en los
EE.UU. donde trabajó en varias compañías de teatro y donde descubrió la pasión de su
vida: la danza; decide mudarse a Europa donde empieza a experimentar con la danza
añadiendo a su baile un nuevo elemento: la luz.
El siguiente contacto con la luz en la escena fue cuando le dieron el papel de Ayesha, una
mujer que tenía dos mil años. Disparaba efectos luminosos casi tan increibles como lo hizo
en Aladdin. Por ejemplo simuló una tormenta con truenos y rayos, con inmenso rolling sea
y con una espeluznante puesta de sol (...).
En el año 1891 aparece su primera coreografía Serpentine Dance donde Fuller vestida con
largas y muy ligeras telas de seda (las telas dentro tenían un leve soporte inventado por ella
misma), levantaba y bajaba los brazos imitando a un pájaro, a una mariposa o a una
medusa. La esencia de este dinámico espectáculo no estaba en el movimiento de sus brazos,
de hecho no muy rebuscado, sino en la luz que fue diseñada por ella misma.
Actualmente los artista de luz experimentan con nuevos sistemas de producción lumínica
creando así nuevos espacios en la danza. Éstos se convierten en lugares interactivos, a
veces virtuales y están cada vez más abiertos al diálogo con un espectador considerándole
no solamente como mero observador sino también como participante. El espacio creado por
la luz experimenta y aumenta su dimensión mediante las nuevas tecnologías, la
improvisación y a veces a través del azar.
Iluminación de un concierto
Cualquier iluminador profesional afirmará que iluminar un concierto requiere mucho más
que colocar algunas luces y prenderlas y apagarlas al ritmo de la música. La iluminación
crea el ambiente, permite los cambios entre las diferentes canciones y dirige la atención
hacia los artistas. Si quieres dar un buen espectáculo, debes contar con una iluminación
efectiva.
Cuando oímos Every breath you take del grupo The Police, los músicos se acercan al proscenio y
cantan: “I´ll be watching you”; el público, iluminado con las luces de las cegadoras, se ve obligado
a un contacto directo con los artistas del escenario. Este instante toma una energía poderosa y la luz
es la que marca este momento. Cuando escuchamos Imagine de John Lennon, se apagan las luces y
nos abismamos en la oscuridad, en este momento somos conscientes del valor que tiene “la
imaginación”, de lo lejos que estamos a veces del mundo de una “realidad visual”, infectados con
las fotogramas que galopan en la televisión.
En los dos casos la función de la luz y su composición no depende del género de la música sino del
mensaje que generamos jugando con su intensidad. Los cambios de luz más sencillos que parecen
hasta triviales destapan los contenidos profundos, restituyen “la luz” a nuestros cuerpos y agitan
nuestras mentes.