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El orden

Introducción
Desde la antigüedad los relatos mitológicos, filosóficos o científicos
buscaron explicar el origen del universo como el pasaje de un caos
original al orden. Sólo un mundo ordenado parece garantizarnos
comprender el sentido de lo real. Pero entonces ¿hay un orden en las
cosas o el hombre es quien ordena la realidad a su manera?
¿Por qué necesitamos ordenar el mundo?, ¿por qué el caos es lo
malo y el orden lo bueno?, ¿no refleja, tal vez, el orden el interés del
más poderoso?
Desarrollo
En filosofía llamamos cosmocentrismo a la idea de que hay un
orden superior que determina el lugar que ocupa cada cosa;
teocentrismo a que ese orden responde a la voluntad de dios; y
antropocentrismo a que es el hombre el que construye el orden. Pero
si es el hombre la causa del orden, entonces también lo puede cambiar
a su antojo ¿o no?
La primera pregunta que se hicieron lo filósofos fue ¿cuál es el
principio de todas las cosas? O sea, buscaron que la diversidad de lo
real pudiera comprenderse ordenada según principios básicos. Sin
embargo, podemos todavía preguntarnos ¿por qué tiene que haber un
principio ordenatorio?
Pero si el poderoso es quien construye el sentido de lo real, tal vez
lo que concebimos como ordenado no sea más que lo conveniente al
poder. Una de las formas en que el orden funciona es naturalizándose.
En vez de mostrar su procedencia humana - y por ello cambiable - se
asocia al orden con lo real, con lo verdadero y se lo piensa así
inmodificable.
El lenguaje es un gran dispositivo ordenador, hablar es una
manera de ordenar un mundo que en sí mismo no tiene orden. Las
palabras van como resumiendo aquellos rasgos comunes a las cosas,
pero comunes siempre de acuerdo a un criterio que alguien impone.
Porque cada vez que el lenguaje muestra, al mismo tiempo, algo
esconde. Cada vez que la palabra carrito, por ejemplo, hace referencia
a todos los carritos posibles, los estigmatiza en su utilidad y los
destierra de su singularidad y su poesía. Más fácil: un carrito sirve para
llevar productos hacia la caja de un supermercado, y no para que los
chicos se pongan a jugar carreras y divertirse entre las góndolas. Una
vez más, los niños desafían el orden.
El lenguaje es una institución y una institución es un conjunto de
normas que ordenan. No se puede hablar de cualquier manera, y por
ello no se puede pensar de cualquier manera, ya que pensar es hablar.
La gramática es la expresión de esta normativa invisible y por eso
cualquier ruptura tiene que empezar rompiendo con el lenguaje.
Anarquía significa aquello que carece de principio ordenatorio. Una
lectura negativa, propia de la tradición liberal, relaciona la anarquía
con la guerra de todos contra todos. Según esta lectura si no hay orden
no hay ley y por ello el hombre haría uso de su natural propensión a la
violencia y a la ambición egoísta, matándose todos contra todos. La
anarquía, así entendida, es igual al caos.
¿Hay un orden en la naturaleza? Nada es natural o en todo caso
el hombre está siempre interpretando lo natural de diferentes
maneras. No se trata de negar la existencia de la naturaleza, sino de
entender que lo que llamamos natural en una época responde a la
forma en que se piensa en esa época.
Todo orden debe basarse en un sistema de normas, por eso la
cuestión siempre se reduce a lo siguiente: ¿qué tipo de sociedad
ordenan estás normas?
Si el objetivo de la ley es cuidar por la seguridad de los individuos
y sus propiedades, entonces también es lícito preguntarse si no hay
otros modelos de sociedades posibles, desnaturalizando de este modo,
el que las cosas sólo se den de una única manera.
A veces se tiene la impresión de que el discurso del orden busca
hacer incuestionable el actual estado de cosas, garantizando al que
está adentro y condenando a los que quedan afuera.
La ley básicamente determina aquello que queda del lado de
adentro y aquello que queda del lado de afuera, lo propio y lo extraño,
lo permitido y lo prohibido.
Lo interesante, como plantea Walter Benjamin, es que para cuidar
lo permitido se combate lo prohibido haciendo uso de los mismos
mecanismos que se prohíben, o sea, para cuidar que no haya violencia
se violenta a los violentos. ¿Se acaba así la violencia?
Conclusión
Con la globalización se comienza a hablar de un nuevo orden
mundial. Este nuevo orden es el punto de llegada de todo un proceso
de depuración de los elementos irracionales y nocivos de la humanidad.
El capitalismo tardío legitima un orden para algunos y promueve una
ciudadanía formal que no se hace cargo de las demandas masivas de
hambre y de miseria. Por eso si hablamos de un nuevo orden, también
estamos hablando de un nuevo desorden y por eso la cuestión radica
en entender quiénes son ahora los nuevos delincuentes, quiénes son
aquellos que con su sola presencia ponen en evidencia que en el nuevo
orden mundial la gran mayoría de la gente sobra, como si el hambre
tuviera fronteras, como si la miseria fuese una elección. Una vez más,
la cuestión radica en definir quiénes están del lado de adentro y
quiénes del lado de afuera.
Bibliografía
 Agamben, Giorgio; Homo sacer
 Benjamin, Walter; Tesis sobre filosofía de la historia
 Marx, Karl; Manifiesto comunista

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