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1º Principio
Saber[156] que existe el Creador, es decir, una existencia absolutamente
perfecta en todo aspecto posible, y ella es la causa de todo lo existente[157].
En Él reside la posibilidad de ser de todo lo demás y por Él existen[158].
Es absurdo suponer que no exista, pues al dejar de existir, todo lo demás se
anularía y no quedaría nada que pudiera subsistir por sí mismo[159]. Si
pudiéramos suponer que todo dejará de existir con excepción de Él, no se
anularía la existencia de Dios y en nada Lo afectaría, pues Le basta consigo
mismo para existir y no precisa de nada ajeno a Él[160]. Todo lo demás, desde
lo celestial, me refiero a los ángeles, hasta lo terrenal y lo que entre ellos hay,
todo precisa de Él para existir[161]. Invoca este principio lo dicho: “Yo soy el
Señor tu Dios[162]”
2º Principio
La unicidad de Dios. Es decir, saber que esa existencia, que es la causa de todo,
es única. No es una unidad que tiene semejantes, ni tampoco uno como un
individuo de una especie, ni como un hombre que está compuesto[163] y por lo
tanto se puede dividir en varias unidades[164].
Tampoco es uno como una unidad material que puede ser divisible
infinitamente[165]. Sino que Él, elevado sea, es una unidad única e indivisible,
que no hay otra igual en ningún aspecto[166].
Sobre este segundo principio atestigua lo escrito: “Escucha Israel, el Eterno es
Dios, el Eterno es Uno”[167].
3º Principio
[168] La negación de cualquier tipo de corporación de Dios[169]. Se refiere, a
saber que ese Único que mencionáramos, no es corporal ni fuerza en un
cuerpo[170].
Asimismo, no le afectan aquellas cosas que afectan a la materia[171], como por
ejemplo, el movimiento, el tiempo o el reposo[172], no en forma constante ni
casual[173], es por eso que nuestros sabios descartan la posibilidad en Él de
una composición o división afirmando: “en las alturas, no existe sentarse ni
pararse, no espalda ni frente”. Tal como dice el profeta: “¿A quién, entonces
se equipara Dios, o con quién podréis compararle?”, “¿A quién Me asemejaréis
para que se Me parezca?, dice el Santo Bendito Él” (Isaías 40:18 y 25), y si fuera
corpóreo se asimilaría en algún aspecto a los demás cuerpos[174].
Todo pasaje bíblico que describe a Dios con atributos físicos tales como:
Encaminarse, sentarse, hablar y semejantes, todo está expresado en un
lenguaje figurativo, así dijeron los sabios: “se expresó la Torah en lenguaje
humano” y se han extendido bastante al respecto[175].
Este tercer principio es lo que nos encomienda al decir: “Pues no han visto
ninguna imagen[176]”, ya que Él, tal como expusimos, no es material ni fuerza
expandida en un cuerpo.
4º Principio
La eternidad de Dios. Saber que este Ser Único, al que nos referimos, es
absolutamente eterno[177].
Nada de lo existente, fuera de Él, es anterior a Él[178], prueba de ello son los
abundantes versículos que hablan de este tema, en especial el que versa: “El
Dios desde tiempos remotos” (Deuteronomio 33:27).
5º Principio
Sólo a Él es apropiado alabar y servir, difundir Su excelsitud y cumplir sus
preceptos, y no a cualquier otro que este por debajo de Él, ya sean ángeles,
constelaciones o cualquier tipo de ente[179], puesto que todos ellos son
limitados, no son ellos los que juzgan ni poseen libre albedrío para actuar como
les place[180], sino solo a Dios es digno glorificar.
Asimismo, no es correcto apelar a nada ni a nadie para que nos sirva de
intermedio entre nosotros y Dios[181], sino sólo hacia Él deben ser dirigidos
todos nuestros ruegos y dejar de lado otro medio fuera de Él.
A este 5º principio hacen referencia todas las transgresiones referentes a la
idolatría y la mayoría de la Torah hace alusión a esto[182].
6º Principio
[183] Existe la profecía[184]. Esto es, que en la especie humana, existen
individuos con potencial y cualidades sobresalientes y dueños de una plena
perfección, con un espíritu sabio e inteligente, hasta adquirir una mente
sublime[185]. Es entonces cuando esta mente humana se apega a una “mente
superior”, siendo iluminada intensamente por ella. A este tipo de individuos se
los denomina: profetas y esa experiencia[186] es la profecía siendo esa[187] su
naturaleza.
Aclarar más este tema sería arduo extenso[188] y no es nuestra intención aquí
aportar pruebas irrefutables sobre cada principio, ni tampoco elucidar la
esencia de esta percepción profética, puesto que para ello sería necesario como
requisito, incursionar y tener noción de todas las ramas de la sabiduría, mas en
este coloquio sólo enumeraremos los principios en forma esporádica. En cuanto
a la profecía abundan en la Torah eventos que atestiguan acerca de la profecía
de varios profetas.
7º Principio
La profecía de Moisés, nuestro maestro. El punto principal es saber que Moisés
es el nivel superior[189], el “maestro” de todos los profetas anteriores o
posteriores a él, todos están por debajo de su nivel. Moisés fue el selecto de
toda la humanidad que captó respecto al conocimiento de Dios más de lo que
cualquier otro, en el pasado o en el futuro percibió o percibirá[190].
Moisés logró la superación humana hasta alcanzar el nivel celestial y
mantenerse en la categoría de los ángeles[191].
No se le interpuso a Moisés ningún obstáculo o velo entre él y Dios. Asimismo
ningún impedimento físico[192] ni carencia grande o pequeña. En él se anularon
por completo la imaginación[193] y desapareciendo los deseos, los impulsos y
la voluntad, quedándole sólo la mente[194] y al respecto fue dicho: “él hablaba
con Dios, no por medio de ángeles”.
Mi intención era esclarecer aquí este tema maravilloso, echando luz sobre
aquellos pasajes oscuros de las escrituras, explicar la expresión: “Boca a boca
hablaba Dios con él” y el resto de los conceptos ocultos en ese versículo,
empero, visto que estos temas son demasiados delicados y precisaría aportar
muchísimas pruebas, antecediendo abundantes y largas introducciones y
ejemplos, además requeriría explicar previamente la esencia de los ángeles y
sus niveles en que se distinguen de Dios, elevado sea, como así también ahondar
en el alma humana y sus capacidades[195], sería imperioso también, explicar
los distintos términos con que se expresaron los profetas, dignos de ser
aplicados a Dios y a los ángeles, asimismo, explicar lo que el libro “Baal
Koma”[196] se refirió, más aun todo esto no sería suficiente, y aunque quisiera
resumirlo al extremo, me demandaría por lo menos más de mil páginas, por
todo esto lo dejaremos para otro compendio, tal vez en el libro de la explicación
de los dichos de los sabios, que me he propuesto componer[197], o quizás en
aquel otro acerca de la profecía el cual me encuentro actualmente
escribiendo[198], sino, lo incluiré en uno especialmente dedicado a la
elucidación de estos principios[199].
Volviendo al tema de este séptimo principio, diremos que la profecía de Moisés,
nuestro maestro, se diferencia de las profecías de los demás profetas en cuatro
aspectos:
8º Principio
La Torah es de origen Divino[206]. Esto es, saber que toda la Torah que se
encuentra en nuestras manos hoy en día, es la que recibimos por mano de
Moisés, nuestro maestro, y que en su totalidad procede de Dios, es decir, que
la Torah se le reveló a Moisés en forma completa, por parte de Dios, elevado
sea[207].
Esto es lo que se denomina metafóricamente: “hablar”[208], ignorando cómo
le llegaba la palabra de Dios, a excepción de Moisés, que fue el que la
recibió[209], no obstante Moisés era cual escriba a quien le dictan y él
escribía[210] tanto los sucesos, los relatos como los preceptos, es por ello que
se lo denominó: “el escriba”[211], por lo tanto no hay diferencia entre aquello
que dice: “y los hijos de Jam: Kush, Mitzraim, Put y Cnaan” (Génesis 10:6) o
aquel otro: “y el nombre de su esposa: Meetavel hija de Jatred” (Génesis 36:39)
o el que dice: “Timná era concubina” (Génesis 36:12) con el que dice: “Yo soy
el Señor tu Dios” (Deuteronomio 5:6) o: “Escucha Israel el Eterno es nuestro
Dios, el Eterno es uno”[212] (Deuteronomio 6:4), puesto que todo es de origen
Divino y la Torah de Dios es completa, pura, sagrada y verdadera[213].
Todo aquel que afirma que estos versículos[214] como los relatos, fueron
agregados por Moisés, es considerado por los sabios y los profetas como un
renegado[215], pues rebaja a la Torah más que cualquier otro apóstata, ya que
cree que en la Torah hay cosas importantes y otras superfluas, sin encontrarle
sentido[216]. (Pensar de esta manera) es esencialmente, negar que la Torah es
de origen Divino.
Afirmaron los sabios: “Aquel que sostiene que toda la Torah es de origen Divino
a excepción de un solo versículo que no fue dicho por Dios, sino que Moisés lo
agregó de sí mismo, sobre él dicen las escrituras: ‘porque la palabra del Señor
despreció’”.
Sino que cada expresión y explicación de la Torah, posee mucha sabiduría y
profundidad para aquel que las entiende[217], siendo su sabiduría inconcebible,
como dice: “Su medida es mayor que la tierra y más ancha que el mar” (Job
11:9), por lo tanto es apropiado que el hombre se encamine por las sendas
trazadas por David el ungido de Dios, quien suplicó: “descubre mis ojos y
muéstrame las maravillas de Tu Torah”[218] (Salmos 119:18).
Lo dicho anteriormente es válido también con respecto a la explicación que
hemos recibido de la Torah[219], también ella es de origen Divino.
Aquellas cosas que ponemos en práctica hoy, por ejemplo: la construcción de
la Sucá, las cuatro especies, el shofar, las filatelias y otros, es exactamente tal
como Dios encomendó a Moisés y él nos lo trasmitió, pues aquel
mensajero[220], es digno de confianza.
El versículo que atestigua acerca de este principio es el que dice: “Dijo Moisés:
Con esto sabrán que el Eterno me envió a realizar todas estas cosas, pues no
han salido de mí” (números 16:28).
9º Principio
Se refiere a la invariabilidad de la Torah, es decir que la Torah de Moisés no
será anulada[221] ni cambiada[222] por Dios, como así tampoco Él la
reemplazará por otra[223]. Asimismo no se le puede agregar ni quitar
nada[224], tanto la Torah escrita como la Torah oral, como está escrito: “No le
agregarán a ella ni menguarán nada de ella” (Deuteronomio 13:1) y ya hemos
explicado lo que era necesario aclarar con respecto a este principio en la
introducción que he compuesto a la Mishná[225].
10º Principio
[226] Que Él, elevado sea, conoce todos los actos del hombre y no les están
ocultos[227]. No es como aquellos que opinan: “Dios ha abandonado al
mundo”[228] (Ezequiel 8:12), sino, más bien, como está escrito: “grande en
consejo y poderoso es Dios, cuyos ojos están puestos sobre todos los caminos
del hombre[229]” (Jeremías 32:19) y fue dicho: “y vio Dios que se multiplicó la
maldad del hombre sobre la tierra” (Génesis 6:5) y más aún: “las quejas de
Sodoma y Gomorra, pues son inmensas” todos ellos nos hablan acerca de este
décimo principio[230].
11º Principio
Él, exaltado sea, recompensa a aquel que realiza los preceptos de la Torah, y
castiga[231] a todo el que transgrede sus prohibiciones[232].
Con respecto a la recompensa mayor, indudablemente se trata del mundo
venidero y el peor castigo, es la aniquilación del alma, ya nos hemos extendido
lo suficiente sobre este tema[233].
Apela a este undécimo principio lo escrito: “Y ahora, absuelve su causa, de lo
contrario, bórrame de Tu libro” (Éxodo 32:32) a lo que le responde Dios: “Aquel
que haya transgredido contra Mí habré de borrarlo del libro” (Ibídem) esto nos
comprueba que sabe quién transgrede y quién Le es fiel, para dar castigo a uno
y recompensa al otro[234].
12º Principio
La época mesiánica[235]. Es decir, saber con certeza que vendrá (surgirá) el
Mesías[236] y no pensar que se atrasará[237] y ”por más que se demore lo
aguardaremos”[238].
No se le debe asignar un tiempo (a su llegada) ni tampoco se hacen
especulaciones de las escrituras para establecer la fecha (o la época) de su
surgimiento[239]. Los sabios sentenciaron: “se entontezca el espíritu de los que
sacan deducciones de la fecha”[240].
Asimismo, debemos saber que el Mesías poseerá honra, grandeza, honor y
superioridad[241], más que cualquier otro rey[242] que haya existido. Es
nuestro deber engrandecerlo, amarlo y rogar por él[243], tal como profetizaron
sobre él desde Moisés hasta (el último de los profetas) Malaquías.
Todo aquel que pone en duda o se burla de la venida del Mesías, reniega de la
Torah, pues en ella se asegura textualmente acerca de su llegada[244], tanto
en el episodio de Bilam[245] como en Deuteronomio 30: 3-5.
Parte de este principio es ser consciente que no se considera rey de Israel sino
sólo a aquel que desciende de la dinastía del Rey David y en particular del Rey
Salomón, y todo el que contradice este punto [246], reniega de Dios y de Sus
profetas[247].
13º Principio
[248] La resurrección de los muertos [249], esto ya fue explicado[250]
anteriormente[251].
[154] Por ser que se menciona quiénes son los que no tienen parte en el Mundo
Venidero, quedando fuera de la congregación de Israel, es el lugar más
apropiado para mencionarlos en forma ordenada y codificada, así
observaremos que los 13 principios fueron ordenados en base a estos puntos
que menciona la Mishná, tal como lo veremos en la nota siguiente.
Esta última categoría del saber, es superior a las otras dos, por ejemplo, por
más que con mis propios ojos vea a alguien que introduce dos caramelos en
una bolsa, luego pone otros dos y luego saca cinco, sostengo, sin lugar a dudas,
que se trata de un truco, pues lógicamente es imposible que 2+2=5,
claramente vemos que al contraponerse el saber por medio de los sentidos
contra el saber lógico, este último predomina. Análogamente, el saber lógico
se antepone al tradicional o testimonio, por ejemplo si bien nunca estuve en
Japón, sé que existe por medio del testimonio o lo que me cuenta la gente,
pero si yo no sé si el anillo que me quieren vender es de oro o no, no puedo
fiarme solamente en lo que me dice el vendedor, pues este tipo de
conocimiento tiene valor siempre y cuando no haya interés de engañarme y
que no contradiga la lógica. Por supuesto que en todo caso la excepción es el
milagro, es decir, aquella situación en la cual la norma es violada
momentáneamente, para luego volver a la norma. No obstante, los milagros no
atentan contra la lógica (un milagro no puede sostener: uno que son tres pero
siguen siendo uno) Aceptar la situación del milagro, no contradice la lógica,
aunque sí contradice las leyes naturales constantes.
[158] No está queriendo decir que fuera de Él nada existe pues el mundo
existe y éste no forma parte de Dios, pues el judaísmo rechaza el panteísmo
de Espinosa. Tampoco está negando que fuera de Él exista algo, pues el mundo
no es una ilusión, sino que en lo que está poniendo hincapié el versículo, es que
no hay otra verdad como la de Él, excepto la de Él.
[160] Es decir no hay otra Existencia verdadera como la Suya, que no dependa
de nada y que todo dependa de ella. Existen distintos niveles de verdades. El
nivel físico, por ejemplo, tenemos cinco objetos y al cabo de un tiempo uno de
ellos se deteriora, ahora quedan cuatro. Esto no quiere decir que no era
verdad que habían cinco objetos. Lo que sucede es que era una verdad relativa
y muy susceptible a ser modificada por múltiples factores. El próximo nivel
es el de la Ética, por ejemplo, amar al prójimo, casi siempre esta premisa es
válida, pero existen excepciones, aquellas situaciones en que abandonamos
esta regla, por ejemplo el caso de un asesino. Es decir, que no es algo
inamovible, constante, sino que puede cambiar. El tercer nivel, el de las leyes
físicas, por ejemplo la ley de la gravedad, donde dos cuerpos se atraen
mutuamente, pero hipotéticamente, puede existir un sistema diferente en el
cual esta ley no rija, es decir, en teoría, esta ley podría ser distinta. El cuarto
nivel, es el de las matemáticas, en realidad, es más estable que los anteriores,
tanto en el tiempo como en el espacio, pero las matemáticas son conceptos
inventados por el hombre, que utilizados lógicamente funcionan en la realidad
(muchos de estos conceptos jamás podrían aplicarse en el mundo físico, tal
es el caso de los números negativos). El quinto nivel es el que ostenta la Torah,
si bien la Torah nunca cambiará, fue creada por Dios, por ende tuvo un
comienzo, no existió desde siempre. Lo que queda claro entonces es que cada
uno de estos niveles puede existir o no existir (de hecho hubo momentos en
que no existían, antes de ser creados), por lo tanto no son absolutos, y
entonces no poseen el grado de “verdad obligatoria de ser” (en hebreo:
“Mejuiav hametziut” ). En cambio Dios es la verdad absoluta, obligatoria e
imperturbable, hasta el punto tal, que si Él dejara de existir, todo dejaría de
existir, al ser que desaparece el agente base, tal como el edificio de varios
pisos, al quitarle su base, todos los pisos caen.
[164] Forma parte de este principio saber que Dios es indivisible, que no tiene
partes, es por eso que no se debe confundir y suponer que el Nefesh o alma
humana es “parte de Dios” pues esto implicaría que Dios tiene partes, y que
esto atenta contra el principio de unidad, tal como lo expresó Maimónides en
“Hiljot Isodé HaTorah” capítulo 1º. Lo que llevó a pensar así a aquellos que
pregonaron esta idea es el versículo de Génesis 2:7, “E insufló Dios, -en el
hombre- el alma viviente…” y lo ejemplifican con alguien que infla un globo,
primero debe llenar sus pulmones con aire, y luego ese aire que ya pasó a
formar parte de él, ahora lo pasa al globo, entonces, resulta, que en el interior
del globo hay una parte de aquel individuo, así también, ocurre con Dios, al
insuflar, es decir soplar dentro del hombre el hálito de vida, concluyen que
este soplo, efectivamente es una parte de Dios, tal como lo dijo en el ejemplo
del globo, pero la analogía no es correcta, en primer lugar el ejemplo no es
bueno, pues Dios para insuflar el hálito de vida no necesariamente debe
hacerlo a la forma en que lo hacen los humanos al soplar, pues Dios no tiene
pulmones, ni tampoco la expresión “insuflar” como cualquier otra que implique
un –antropomorfismo- corporación de Dios no debe ser entendida
literalmente. Por lo tanto al ser un ejemplo errado, lógicamente su conclusión,
-en este caso, de que el alma es una parte de Dios- también lo es. Por lo tanto
las expresiones de este tipo hecha por los grandes rabinos cabalísticos deben
ser entendidas teniendo en cuenta que no pueden contradecir estos principios
del judaísmo, que son sostenidos por todos los sabios, incluyendo los grandes
sabios de la cabalá, entonces, al tener esto presente y percibirnos de que no
se están refiriendo a los que a simple vista se ve, entonces podremos
enfocarnos en otros aspectos y entender entonces la verdadera y profunda
idea que intentaron transmitirnos con esa expresión. En nuestro caso, lo que
quisieron decir los sabios cabalísticos, es que el alma del hombre proviene de
Dios, no es algo de este mundo sino que es de origen celestial, pero esto no
implica que es parte de Él, lejos de Él semejante imperfección.
[165] Pues toda materia es divisible. Al principio se creía que el átomo era la
unidad básica. Luego el núcleo del átomo. Hoy en día y así sostenía
Maimónides, la idea es que toda materia puede ser divisible.
Es por eso que cuando Moisés pide conocer a Dios, Dios le dice: “No podrá
percibirme el hombre ni ningún ser vivo” esto no implica que después de
muertos podremos percibir a Dios, sino que se debe entender como que nadie
puede captar a Dios, ni el hombre ni ningún ser, es decir nada ni nadie, pues
percibir a Dios es ser Él, pues Su conocimiento y Él son una sola cosa, una
unidad absoluta, como dijimos no tiene partes que puedan dividirse, por lo
tanto sólo Él puede concebirse. Pero lo máximo que puede llegar el hombre es
descubrir qué no es Dios, es decir lo que Dios no es, esto fue denominado Vía
Negativa, de esta manera sin tener un conocimiento directo de Dios,
igualmente estamos más cercanos pues nos vamos alejando de los conceptos
erróneos, y esto es lo que Dios le dijo a Moisés: “Verás Mis espaldas más Mi
rostro no percibirás”, así tal como el que ve a un individuo de espaldas, si bien
no puede conocerlo plenamente, no obstante, si en un interrogatorio policial
en el cual el testigo vio al ladrón de espaldas esa visión (de espaldas) le sirve
para poder diferenciarlo de los demás, pues puede saber que no es aquel pues
este es más alto o es más gordo, etc. y así ir eliminando a los demás no
obstante no podrá afirmar cien por ciento que es aquel. Igualmente ocurre
con la percepción de Dios, al saber qué cosas no se le pueden atribuir a Dios,
qué cosas en realidad son fuerzas naturales, etc., entonces en realidad
estamos más cercanos al conocimiento verdadero de Dios a pesar que todavía
no sabemos nada de Él en forma positiva. Es decir puedo decir qué no es Dios,
pero eso no implica que puedo decir qué es Dios. Esto es lo que Dios le dijo a
Moisés: “Haré pasar todo Mi bien delante de ti…” refiriéndose a toda la
creación, pues en cada cosa que Dios creó, dijo: “Y vio Dios que era bueno”
(bueno y bien en hebreo se escriben de la misma mera) es decir Dios hizo
pasar ante Moisés todo lo creado (incluyendo a los ángeles que también fueron
creados) para que de esa manera Moisés sepa que esas son creaciones y no
Dios y de esa manera alejar de su concepción de Dios cosas ajenas a Él, pues
al ver algo no se apresurará a suponer que eso es Dios o que fue hecho
directamente por Él, sabrá que en realidad eso es un ángel (como le ocurrió a
Manoaj en Jueces) o una fuerza natural.
[169] El que piensa que Dios tiene cuerpo o forma, es más grave que el que
hace idolatría, pues el que hace idolatría suponiendo que esa es la manera de
servir a Dios, o tal vez cree en Dios pero cree que Él actúa por intermedio de
otras fuerzas a las que hay que servir para ganarse su favor, tiene en su
mente la idea verdadera de un Dios único y Todopoderoso, es decir, su
problema es técnico, la manera de servirLo, en cambio el que no hace idolatría
en la práctica pero piensa que existen dos dioses o que tiene cuerpo o cosas
por el estilo, a pesar que no lo lleve a la practica con algún acto, se encuentra
en una posición más grave pues es un error conceptual, de base, que lo
mantiene apartado sin importar si realiza o no algún acto, tal vez se dé el caso
de que suponga que Dios tiene cuerpo o forma y esa persona cumpla los
preceptos, no obstante, de nada le sirve pues este individuo en realidad está
sirviendo a otro dios.
[170] Y si el Creador tuviera cuerpo o forma, tendría que tener límite y fin,
tanto en lo físico como en el tiempo.
[171] Es por eso que no es correcto decir que “Dios está en algún lugar” ni
tampoco que “Dios está en todos lados” pues “estar” implica un accidente de
la materia, una cualidad de lo físico y Dios no tiene físico, por lo tanto tampoco
tiene un lugar. Así como el sentimiento del amor no tiene un lugar, pues no es
algo físico. Los sabios del Midrash los expresaron diciendo: “El mundo no es
Su lugar, sino que Él es el lugar del mundo”
[173] Pues para que haya un cambio debe existir antes Acto y Potencia, es
decir un huevo es un pollo en potencia y para que algo pase de Potencia a Acto
precisa algo externo a él para que lo haga pasar de Potencia a Acto, pues si
no era algo externo a él, lo que lo haga pasar de potencia a acto, sino que era
algo interno de él, cabría preguntarse: ¿Qué es lo que le impedía pasar de
Potencia a Acto? Y por ser que no existe nada que Lo influencie a Dios, tal
como dejamos claro en los primeros principios, pues sólo Él es la causa primera
y no precisa de nada ni nada lo influencia, por lo tanto deducimos lógicamente
que Dios no tiene cambios.
[176] Este versículo que cita Maimónides para testimoniar acerca de este
principio, nos habla claramente que no vieron ninguna representación física
de Dios cuando Él se reveló a todo el pueblo en le monte Sinai, sino que
solamente escucharon la palabra de Dios. Esto debe ser entendido
correctamente, pues de lo contrario podríamos caer en otro error, pues
también la voz es producto de algo físico, es por eso que Maimónides explica
en la Guía de los Perplejos, II parte, capítulo 32 y 33, donde explica que aun
esa voz de Dios que escucharon en los diez mandamientos, no se trataba de
una voz acústica, sino de una voz intelectual, el ruido que escucharon
acústicamente era el sonido del Shofar, y eso no es Dios, de esa manera el
autor aleja todo tipo de corporación de Dios, aun la más leve como podría ser
atribuirle a Dios la voz acústica.
[178] Esto implica que no puede haber nada que existe antes que Él, por lo
tanto todo lo que existe fuera de Dios, ya sean existencias materiales como
espirituales (ángeles) fueron creadas y no que existen eternamente. Sostener
este principio implica afirmar la creación exnihilo y no como sostiene
Aristóteles que el mundo es eterno, es decir existió desde siempre. Lo que
llevó a Aristóteles a pensar así es la gran pregunta teológica que La creación
implica un cambio en la voluntad de Dios, es decir que la creación lleva a
preguntar ¿Qué es lo que hizo que Dios quiera crear ahora y no antes o
después? En otras palabras el problema sería que lo hizo pasar de Creador en
potencia (como lo era antes de la creación) a Creador en acto, con todos los
problemas teológicos que esto implica, y como ya explicamos en la nota
correspondiente al 3º principio. No obstante Aristóteles reconoce que la
existencia de Dios es la causa de todo aun de este universo y que su existencia
es más perfecta y sin Él el universo no existiría, y esta aparente contradicción
(de que si Dios es el que antecede a todo entonces el universo no puede ser
eterno, pues Dios existe antes que él, por lo tanto no es eterno el universo)
Aristóteles soluciona este conflicto explicando que en realidad el universo
depende de Dios y esto no contradice la idea de que sea eterno, pues es
automático, existe Dios – existe el cosmos, sería como el ejemplo de la luz y
la sombra, indudablemente la sombra es causada por una luz, sin luz no hay
sombra, no obstante, no podemos decir: la luz está antes que la sombra, sino
que ocurren al unísono, hay luz – hay sombra, así el universo sería como la
“sombra” de Dios. Hoy en día la ciencia demostró que Aristóteles se equivoca,
porque las estrellas no existieron desde siempre, sino que nacen y
desaparecen, es decir esto, junto con la teoría el Big Bang, dan por tierra con
la idea de un universo estático y eterno. En La Guía de los Perplejos,
Maimónides demuestra que Aristóteles no tiene pruebas lógicas tajantes e
irrefutables de que todo es eterno, sino que Aristóteles se inclina más por
esa opinión, pero no por razonamiento lógico. No obstante Maimónides
sostiene que la idea de un universo creado y no eterno, es más lógica, máxime
cuando tenemos la profecía que así lo afirma, entonces ¿por qué descartar lo
que afirma la profecía en Génesis basándonos en una “inclinación aristotélica”
que no está sustentada en axiomas lógicos? Con respecto a la pregunta
teológica que plantea la idea de la creación, Maimónides le recrimina a
Aristóteles, el hecho de que haya caído en el mismo error que él le recrimina
a los demás, tal es pensar en Dios con conceptos humanos, “antropomorfismo
intelectual” que ya comentamos en el 4º principio. Pues comprender la
Voluntad de Dios significaría conocer a Dios plenamente, lo que implicaría ser
Dios, pues ya dijimos que Dios y Su vida, son uno solo, tal como Dios y Su
voluntad y Dios y Su saber, y no que son dos cosas separadas como ocurre en
el ser humano, por lo tanto lo que está sucediendo en aquellos que plantean
esta pregunta es que parten de premisas erróneas entonces, por más que la
lógica sea correcta llegarán a conclusiones erróneas, y el punto es que al
suponer que la Voluntad de Dios funciona y actúa como el ser humano, (es
decir que tiene acto y potencia esta es la premisa errónea de la que parten)
entonces concluyen que no puede ser que haya una creación por parte de Dios
(pues implicaría un cambio), conclusión lógica correcta si la premisa fuera
correcta, pero al no serlo, tampoco lo es la conclusión. Y por ser que nosotros
los humanos, no sabemos cómo funciona la Voluntad de Dios, entonces no
podemos llegar a la conclusión de que la idea de la creación contradice la idea
de un Dios sin cambios.
Platón sostenía que todo parte de una materia que siempre existió, es decir
eterna. Lo que lo llevo a pensar eso es la ley física de que nada se pierde todo
se transforma, no puede de la nada existir algo, pues esto sería como decir
que a un triángulo se le agregue otro lado y no se transforme en un cuadrado
sino que siga siendo un triángulo, algo imposible, pues al agregarle otro lado
dejaría de ser triangulo, ya que la definición de un triángulo, como su nombre
lo expresa, es que tenga tres ángulos, y al agregarle un cuarto lado, poseerá
cuatro ángulos, lo que hace que sea un cuadrado y no un triángulo. La
respuesta, a Platón es que el absurdo lógico es absoluto pero el absurdo
científico (conocimiento del mundo) no es absoluto, puede ser que nosotros
todavía no conozcamos, ignoramos otros aspectos, pero eso no quiere decir
que es imposible, la ciencia empírica por definición no es absoluta, tomemos
por ejemplo un niño que desde que nació se lo puso en una isla sin ningún ser
humano y nunca vio una mujer, luego al hacerse adulto nos presentamos ante
él y tratamos de explicarle como funciona la naturaleza y explicarle que en
realidad él nació del vientre de una mujer, para este joven será imposible
creer semejante cosa, pues cómo sería posible entrar allí adentro, y poder
vivir sin oxígeno etc. Este razonamiento del joven es perfectamente normal
y es pura ciencia empírica, pues al vivir él en un mundo en el que desconoce
completamente semejante cosa que no la vio nunca ni se la imagina, entonces
jamás podrá pensar que es posible, hasta que lo vea, y ésto ocurrirá cuando
ya no esté en esa isla, o cuando le traigan una mujer embarazada y pueda
analizarla y comprobar cómo es posible, pero para ese entonces ya habrá
dejado de estar en la misma situación en la que estaba, es decir una isla sin
ningún ser humano. Igualmente le ocurre a Platón, que no puede concebir la
idea de una Creación de la nada.
¿Por qué para el judaísmo es tan importante el tema de la creación? Por tres
motivos, el 1º motivo es porque ello implica un objetivo, es decir que si hubo
una creación esto implica un Creador inteligente, y si es inteligente, entonces
Su creación implica un objetivo, pues ningún ser inteligente realiza actos sin
sentido. Por lo tanto el mundo tiene un objetivo, el ser humano tiene una
función en este mundo y por lo tanto debería tratar de alcanzarla (y eso se
hace por intermedio de los preceptos y la percepción de Dios) El 2º motivo es
que la creación hace que el milagro sea posible, pues cada milagro implicaría
que Dios está sumido en el tiempo y atentaría también contra la idea de que
Dios no cambia en cada instante, y al afirmar la creación, decimos que todos
los milagros ya fueron incluidos en el momento de la creación para que sucedan
en el momento que deben ocurrir, tal como dice el Pirke Abot: “Diez cosas
creó Dios en el crepúsculo del sexto día…” en donde nos relata la mayoría de
los milagros que luego veremos que ocurren en los distintos pasajes de la
Torah. Es decir que Dios, conocedor de todo, ya sabía que iba a llegar un
momento tal que el mar rojo debería partirse para dejar pasar a los hebreos,
que la tierra se iba a abrir para tragarse a Koraj, y así con el resto de los
milagros. El 3º motivo es fundamentar el tema del milagro mayor, que es la
Hashgaja –Providencia-, que existe relación entre el comportamiento humano
y el comportamiento de la naturaleza, es decir que dependerá de las acciones
del hombre; esto es algo que la ciencia no tiene cómo explicarlo y lo niega
rotundamente, ¿qué relación hay entre la lluvia y que yo me porte bien? Tal
como lo afirma el judaísmo. Pero si creo en la creación por parte de un Creador
inteligente cuya obra tiene un sentido, entonces Él es el que “programó” a la
naturaleza para que actúe de cierta manera pero cuando el hombre actúa bien
las cosas pueden ser distintas.
[181] Esto incluye la prohibición de rezarle a los muertos para que pidan
misericordia por los vivos. No obstante, dirigirse a las tumbas de los grandes
sabios y pedir a Dios para que por el honor o el mérito de esas ilustres
personas se apiade de nosotros, no contradice este principio pues le está
rezando a Dios y no a un intermedio.
[184] Aquí comienza el segundo grupo de los trece principios, los que tratan
acerca de la Torah. El primero de este grupo es la profecía pues antes de
hablar de la Torah en sí primero hay que dejar sentada la idea de que existe
la profecía y luego entonces hablar de la Torah que se basa en la profecía.
Aquel que está ceñido de todas estas cualidades, con un cuerpo sano, habiendo
penetrado en el Pardes (física y Metafísica), imbuido por la profundidad de
esos temas, perfeccionando sus cualidades racionales para analizar y
concebir; elevándose cada vez más, apartándose del camino del vulgo que
transcurre en las tinieblas {de la ignorancia}; entrenando su espíritu hasta no
encontrarse en él ningún pensamiento mundano ni la insensatez de lo cotidiano
[El correr detrás de vanas y perniciosas grandezas], ni fantasías, sino que su
mente está orientada hacia las alturas [Aspectos espirituales], aferrada al
Trono Celestial, para concebir aquellas entidades superiores, elevadas y
sagradas, vislumbrando la sabiduría del Santo Bendito Él, desde el ente
superior, hasta el nivel terrenal, percibiendo la grandeza de ellos {alcanzado
este grado de perfeccionamiento}, inmediatamente la inspiración Divina se
posa sobre él.
IV.- Los profetas, no profetizan en el momento que les place, sino que
predisponen su mente, logran un ánimo alegre y benévolo, y buscan
distanciarse, ya que la profecía no se obtiene por medio de la melancolía, ni
por medio de la ociosidad, sino por medio del regocijo.
Es por esto que los discípulos de los profetas portaban arpas, tambores,
flautas y violines, procurando {por intermedio de ellos} alcanzar la profecía,
a esto se refiere cuando dice: “Encontrarás un grupo de profetas bajando del
alto con un salterio y un tambor, una flauta y un arpa delante de ellos y
estarán profetizando”(Samuel. I 10:5) es decir se encaminan por los senderos
de la profecía, hasta que profetizaban, tal como suele decirse: “Fulano se
engrandece”.
V.- Los que aspiran a profetizar, se los denomina: “discípulos de los profetas”,
no obstante que preparen su mente, es posible que se pose la Presencia Divina
sobre ellos o que no se pose.
[190] Vale la pena citar aquí lo que Maimónides escribe en Mishné Torah,
Hiljot Isodé HaTorah, capítulo 8º II:
Demás está realizar para ellos una señal, ya que en este aspecto él y ellos
están en el mismo nivel, tal como dos testigos que presenciaron un evento
juntos, cada uno es manifestante de que su compañero está diciendo la
verdad, y no precisa exponerle pruebas al otro, así Moisés, nuestro maestro,
todo Israel puede testimoniar acerca de él luego de la revelación del monte
Sinaí, y por lo tanto, no precisa realizar para ellos un prodigio; esto es a lo
que le dijo el Santo Bendito Él a Moisés al comienzo de su profecía, cuando le
proveyó las señales a realizar en Egipto, y le dijo: “Escucharán tu voz” (Éxodo
4:1) Sabía Moisés, que el que cree por los prodigios, en su corazón anida la
duda, la desconfianza y los cuestionamientos, es por eso que se negaba a ir
argumentando: “Ellos no creerán en mi” (Éxodo. 4:1) hasta que finalmente el
Santo Bendito Él le hizo saber: “que esas señales no eran sino hasta la salida
de Egipto, luego de que hubieran salido y hubiesen presenciado la escena del
Monte Sinaí, se apartará de ellos las dudas con que desconfían de ti, puesto
que Yo te otorgo ahora un prodigio, para que sepan que soy Yo el que te envié
desde un principio y no queden dudas en sus corazones” es lo que dicen las
escrituras: “y ésta será la señal de que Yo te envié, al sacar al pueblo de
Egipto, servirán a Dios en este monte” (Éxodo 3:12).
Por eso mismo nos advierte la Torah, que no obstante cumplirse la señal o
maravilla, no debemos escuchar las palabras de ese profeta, ya que él viene
con señales y prodigios para negar algo que hemos visto {claramente} con
nuestros propios ojos, y al ser que nosotros no basamos nuestra creencia en
los milagros, sino por el precepto que nos encomendó Moisés [Es decir que el
motivo por el cual otorgamos cabida a los futuros profetas, es porque la Torah
estableció dicho contacto con Dios], cómo podríamos desplazar con esta
señal, la profecía de Moisés que vimos y oímos [Pues sería una absurda
contradicción ya que la autoridad de dicho profeta emana de la Ley de Moisés
contra la que él está atentando, por lo cual, al burlar la Torah, pierde la
jerarquía que ella le otorga. Es como que está cortando la rama del árbol en
la que él mismo se sostiene, de seguro caerá}.”
[191] Cuando fue el evento del monte Sinaí y todo el pueblo escuchó cómo
Dios hablaba con Moisés, Dios le dijo que eso sería para que todo el pueblo
sepa que Él hablaba con Moisés y le creerían para siempre, es decir que esta
prueba serviría para siempre y no sospecharían nunca más de él. Por lo tanto,
forzosamente debemos admitir que en ese momento Moisés perdió el libre
albedrío para siempre, pues cómo Dios puede afirmar que Moisés será fiel
para toda la eternidad y creerán en él para siempre, todo tiempo que Moisés
tenga libre albedrío existe la posibilidad (aunque sea hipotética) que cambie
de opinión Moisés, se vuelva atrás o se vuelva un falso profeta (fuera de él
semejante cosa), es por ello que al llegar Moisés al nivel superior, allí le
entregó la Torah. Cuando estuvo en ese nivel dejó de tener libre albedrío y
entonces no cabe la posibilidad de que se vuelva atrás, tal como los ángeles
que no poseen libre albedrío (No nos referimos al libre albedrío para decidir
si quiere tomar té o agua, sino a temas trascendentes)
[193] Como ya vimos el profeta precisa tener una buena imaginación para
poder captar el mensaje Divino que viene a él como imagen hasta que el
profeta capta su sentido verdadero. Cuando más desarrollada sea su
imaginación, mayor será el grado de su profecía. Pero no hay que confundirse,
se trata de imaginación supeditada totalmente por la razón, como cuando un
profesor de física nuclear, al explicar un complejo sistema de reacción en
cadena, recurre a un ejemplo ilustrativo, que si los alumnos aplican
correctamente la imaginación podrán hacer las analogías necesarias entre el
caso y el ejemplo y entender mejor de qué está hablando el profesor, pero si
no lo hace así, sino que se deja llevar por los delirios de su imaginación sin que
ésta esté al servicio de la razón entonces estamos hablando de un lunático.
Para una mayor profundización del tema, aconsejamos leer la introducción al
Pirke Avot (Shmoná Perakim) de Rambam que traducimos junto a los
comentarios que allí agregamos. Así existen personas que poseen un
desarrollo imaginativo excepcional, como por ejemplo Mozzart que a pesar de
haber perdido la audición, siguió componiendo sinfonías y dirigiendo
orquestas, pues podía imaginarse cómo sonaría cada nota en cada instrumento
tocando al unísono. Sin duda esto requiere un desarrollo imaginativo bastante
elevado. Pero Moisés llegó a un nivel aún superior, pues él ya no precisaba de
su imaginación para captar el mensaje Divino, y este nivel no fue, ni será
alcanzado por otro mortal fuera de él, como ya lo expondrá al nombrar las
cuatro diferencias entre Moisés y los demás profetas.
[194] Maimónides en Shemoná Perakim divide al alma en cinco funciones
básicas, 1) Nutritiva, 2) Sensitiva, 3)Imaginativa, 4) Volutiva y 5)Racional.
Entonces resulta tal como ya lo mencionara Maimónides: {Los profetas} en el
momento de profetizar, todos sus miembros se estremecen y su cuerpo
desfallece hasta que queda inconsciente, {es cuando} su mente queda libre
para discernir lo que verá [Es decir, desconectada de la realidad (todas las
sensaciones corporales, sentidos, impulsos nerviosos, etc.) asignando la mente
los recursos mínimos indispensables para subsistir, dejando el cerebro
completamente disponible para ocuparse de pleno en los temas proféticos] y
en Moisés este nivel fue potenciado aún más pues también la facultad
imaginativa no era necesaria para hablar con Dios, así que también ella cesaba.
[200] Ángeles. Pues los demás profetas no llegaron al grado tal de percepción
Divina como el que llegó Moisés. Sino que llegaron a percepciones inferiores,
el nivel de los ángeles, y eran ellos los que les transmitían la Voluntad o
mensaje Divinos. Así lo expresa Maimónides en el capítulo 2:7 de Isodé
HaTorah: Los diferentes nombres de los ángeles corresponden al nivel de
cada uno de ellos. Se los denomina: 1) Jaiot Hakodesh, son los que están en el
nivel superior, 2) Ofanim, 3) Arhelim, 4) Jashmalim, 5) Serafim, 6) Malhajim,
7) Elohim, 8) Bene Elohim, 9) Kerubim y 10) Ishim, Cada uno de estos nombres
con que son denominados los ángeles, corresponden a los 10 niveles {distintos}.
El nivel supremo, que sólo es superado por el nivel de Dios, es el nivel del ente
llamado Jaiot, es por ello que en visión profética fue dicho que están debajo
del Trono Celestial.
[202] Para una mayor comprensión de este término ver Guía de los Perplejos1º
parte capítulo 37.
En los demás profetas, cuando expresan la visión que tuvieron, entra un poco
la personalidad de ellos en el relato, pues es como que cada profeta percibe
a Dios detrás de un velo, así por ejemplo, si el velo que ellos poseen es rojo,
verá las cosas con un tinte rojizo, mientras que otro profeta que posea su
velo color verde, verá lo mismo pero con un tinte verde, la imagen es la misma,
los dos vieron lo mismo y es verdadera su visión, lo que sucede es que en el
momento de describirlo con sus palabras ambos utilizarán su propio estilo, así
se dice que en el momento que el profeta Isaías va a describir la misma visión
que tuvo el profeta Ezequiel, lo hará en forma sencilla y sin explayarse,
mientras que el profeta Ezequiel relatará con muchos detalles, hasta el punto
de que los sabios dijeron: “Isaías es como un miembro del palacio que ve el
carruaje del rey a diario, mientras que Ezequiel es como un campesino que no
está acostumbrado a estar en el palacio y ver el carruaje del rey, es por eso
que lo describe con tanto lujo de detalles, mientras que Isaías no lo hace, a
pesar que los dos vieron exactamente lo mismo” Pero en el caso de Moisés,
nuestro maestro, él se anuló completamente, y por eso lo que él describe es
puro, exacto, la voluntad Divina expresada de la manera más exacta posible.
Insisto, no se trata de que los demás profetas están percibiendo otra cosa,
sino que si por ejemplo el profeta Eliahu hubiera tenido que escribir la
profecía de Génesis, probablemente hubiera utilizado otras palabras para
expresar esa idea que captó. Es por esta perfección de la Torah que sólo en
ella se aplican las 13 reglas hermenéuticas con las que se estudia y se deducen
cosas de la Torah, y no se aplican en el resto de los profetas, pues sólo en la
Torah cada palabra y cada letra está en su justo lugar, precisa y exactamente.
Debemos tener claro, que cuando Dios se comunica con un profeta no lo hace
utilizando palabras, los profetas captan conceptos, visiones y luego ellos lo
traducen en palabras para expresarlo a los demás. Moisés lo expuso con las
palabras más adecuadas cuyo campo semántico incluyen exactamente esa idea
y no dan lugar a otra cosa, no es que Moisés juega un papel, es decir que pone
algo de si, Moisés fue tan trasparente, ese velo que se interponía entre él y
la visión profética, que llegó al nivel máximo en el cual se anuló
completamente, no hay ego por parte de Moisés. Para ilustrar mejor lo que
queremos decir, tomemos por ejemplo cualquier traducción, siempre habrá en
ella algo del traductor, cómo él ve las cosas o cómo lo interpretó en base a
ello utilizará las palabras que a su criterio expresan la idea del autor de la
manera más clara y exacta posible. Si tomásemos dos buenos traductores,
observaremos que los dos traducirán el mismo texto pero no exactamente
igual, uno utilizará algunas palabras y el otro otras, en cambio en Moisés no
ocurre así. Entonces “Torah min hashamaim” quiere decir que es exactamente
la Voluntad Divina sin nada más.
Existen tres niveles distintos que son los que componen el “TaNaJ” (Biblia):
Torah, Neviim y Ketubim, uno es el de “Ruaj Hakodesh”-Inspiración Divina,
que es el nivel con el que fueron escritos los “Ketuvim”-Escritos, otro nivel
superior es el de la “Nevuah”-Profecía, que es el nivel de los “Neviim”-
Profetas y por último el nivel de Moshé que es la Torah. Todos estos son
distintos niveles de captación; la Torah es el máximo nivel, el de Moisés. Los
“Neviim” es el nivel de los profetas, cada uno con su estilo y el tercer nivel
de Inspiración Divina, ya no se trata del nivel de profecía.
Es por eso que este principio de “Torah de origen Divino” fue formulado
después de dejar en claro el nivel de supremacía de Moisés, pues para poder
entender esto previamente hay que saber el nivel de Moisés.
[214] Como los que citó en el párrafo anterior, versículos aparentemente más
insignificantes.
[216] Ya que sostiene que hay cosas más insignificantes que no hay que
prestarle atención, sólo hay que prestar atención a las cosas más importantes.
Pero si sostenemos que todo proviene de Dios, entonces aun los versículos
más insignificantes cobran importancia y nos cuestionamos ¿Qué es lo que
Dios quiso transmitirnos al agregar ese versículo, qué viene a agregarnos?,
¿Qué me enseña?, etc. Pues al considerar la Torah toda de origen Divino,
entonces ninguna letra está de más, como así también las palabras, pues si me
lo podía haber dicho utilizando una sola palabra y utilizó dos, entonces debe
haber algún motivo, pues la obra de Dios es perfecta.
[217] Por lo tanto si se topa con algún pasaje que no le encuentra sentido a
simple vista, no debe pensar que se trata de algo hueco y vacío, sino que debe
abocarse, dedicarle tiempo, leer qué opinaron los exegetas al respecto, de
esta manera, si se inviste de la humildad necesaria, es decir si puede asumir
la idea de que tal vez no todo lo sabe, entonces quizás esté abierto a escuchar
otras opiniones y aprender algo que no sabía y así descubrir la profundidad y
el sentido de ese pasaje.
[218] Es decir: “Dios, dame la posibilidad y la sabiduría para poder entender
la profundidad de la Torah”
[220] Moisés
[221] Esto quiere decir que no se anula, pero este concepto, tolera la
posibilidad de sumarle otra, como por ejemplo el nuevo testamento o el Corán,
para ello dice lo que sigue, “que no será cambiada”, pero esto tolera la
posibilidad de agregarle y quitarle cosas, para dejar eso de lado vienen los
demás conceptos, “no se puede agregar o quietar nada”, es decir el cuerpo de
la Torah, sus 613 preceptos no se puede modificar para nada. Los dos
primeros vienen para proteger a la Torah de influencias externas, como
nuevas religiones, lo otro es para la influencia interna del judaísmo, que
pretenda agregar, quitar, o reformar el cuerpo de la Torah.
[222] Es decir que no es algo cuya vigencia era para cierta época, sino que los
preceptos encomendados en la Torah son para todas las épocas, no como
sostienen ciertas tendencias dentro del judaísmo que afirman que ciertos
preceptos eran en aquellos tiempos, por ejemplo al referirse a las tareas
prohibidas en Shabbat aseguran por ejemplo que el encender fuego era digno
de ser prohibido en aquellos tiempos ya que encenderlo implicaba un “trabajo”
de frotar piedras hasta que salga una chispa, pero hoy en día es mucho más
sencillo encender un fuego, por lo tanto no está prohibido, esto es una
equivocación, pues no se percatan que la Torah es eterna y no cambia, y que
al decir no encender fuego, no se refiere al “Trabajo” de encenderlo sino a la
acción en sí de encenderlo. Igualmente hay quienes sostienen que el motivo
por el cual se prohíbe comer cerdo, es porque en la antigüedad existían varias
enfermedades en los cerdos como la triquinosis, etc. pero hoy en día que
existen las vacunas no deberíamos abstenernos de comerlo, también esto es
un error. Como dijimos la Torah no depende de las restricciones de la época
o la moda del lugar, sino que sus leyes eternas no pasan de moda. El respetar
a los padres, el no mentir, el no matar, no son cosas que regían en la
antigüedad pero que ahora son obsoletas, pues los valores y la verdad no
dependen de alguna época en particular, son para siempre.
[223] No como dicen los cristianos que hay un nuevo testamento, es decir que
Dios mismo la cambia por otra y deja de tener valor esta, algo así es
inconcebible, pues esto implica un profundo error en la concepción de Dios,
ya que estamos pensando que Dios es como los humanos, que dice algo y luego
se arrepiente.
[224] ¿Cuál es el motivo por el cual no se puede agregar nada? Porque la Torah
represente la verdad absoluta, lo más perfecto, y entonces no puede cambiar,
2+2=4 no cambia, siempre es así, tal como lo mencionamos en el principio
anterior, es por eso que este principio viene luego de afirmar el nivel de
profecía superior de la Torah.
¿Por qué los sabios agregaron más cosas? En realidad lo que los sabios hacen
es agregar cosas que ayuden a preservar los preceptos de la Torah y que no
pasen a ser poca cosa a los ojos de la gente. En ningún momento los sabios
sostienen que se agregue un precepto, sino que siempre los preceptos
entregados por Dios, serán 613, las normas que estipulan los sabios están en
otra categoría: ordenanzas de los sabios, cuyo rango es inferior a un precepto
de la Torah. Es decir que los sabios no agregan ni quitan nada a los preceptos
de la Torah, sino que estipulan normas que tienen un rango menor y cuyo
objetivo es proteger, hacer un cerco a la Torah. Cabe aclarar que los
mandamientos rabínicos tienen otro estatus, normas y reglas que son
completamente distintos a los mandamientos Divinos, tal como la diferencia
entre una orden dictada por el presidente de un país, para que rija en todo el
territorio y en todo momento y una orden dada por el celador de una clase
para mantener la disciplina en la escuela.
[225] Vale la pena agregar aquí lo que Maimónides escribe en Isodé HaTorah,
capítulo 9:1 1.- Está clara y expresamente dicho en la Torah que sus leyes son
de eterna vigencia, no son susceptibles de modificación, merma o añadidura,
pues está escrito: “Todo lo que Yo os ordeno, esto guardaos para cumplir;
nada le añadiréis ni le restaréis” (Deuteronomio 13:1) y fue dicho: “Herencia
para nosotros y nuestros hijos eternamente para hacer conforme a todo lo
escrito en esta Torah” (Deuteronomio 29:28).
[227] El hecho de que Dios conoce todo es algo que se impone para los que
sostienen que Dios es perfecto y que controla el mundo, Providencia Divina, y
además tal como se afirmó en el principio anterior, el de la profecía, Dios
debe conocer al individuo para saber si es digno que sobre él se pose la
profecía o no, más aún, es indispensable para el establecimiento de
recompensa y castigo, es por esto que este principio antecede al que le sigue
en el cual pregona la recompensa y el castigo, pues si no conoce lo que cada
individuo hace, ¿cómo podrá saber a quién le corresponde recompensa y a
quién castigo?
[228] Esta es la opinión de Aristóteles. Lo que lo llevó a pensar así, tal como
lo explica Maimónides en La Guía de los Perplejos, parte II, es el hecho que
Dios está por sobre el tiempo, y afirmar que Dios sabe lo que hacen los
hombres -sostiene Aristóteles- implica rebajar a Dios a las limitaciones del
tiempo, pues el hombre actúa en ese ámbito (bajo las coordenadas de espacio
y tiempo). Además el saber de Dios impediría al hombre de su libre albedrío
–este tema lo expone también Maimónides en las leyes acerca del
arrepentimiento, [Hiljot Teshubá 5:5]- Pues si Dios lo sabe todo, entonces ya
sabe si este individuo va a hacer tal cosa o no, y una vez que Dios sabe con
anticipación que tal individuo va a realizar determinada cosa, es imposible que
ese individuo no lo haga, pues si así fuera, resultaría que Dios no supo, y esto
es algo absurdo. Entonces como consecuencia, aquel individuo está
“condenado” a hacer lo que Dios ya sabe que ocurrirá sin tener la posibilidad,
el individuo, de hacer otra cosa, y si no lo hace, entonces resultaría que Dios
no sabía que no lo haría, algo que ya descartamos.
Esta pregunta que aparentemente deja como alternativa que Dios no se mete
con lo que ocurre en la Tierra, es decir “Él elige no saber”, es la postura
preferida por Aristóteles, mas tú lector atento, percátate en la trampa
absurda en la que han caído con este razonamiento, fíjate cuán grande fue su
omisión, pues para alejar de Dios la imperfección del tiempo, le han atribuido
una falencia aun mayor, tal es la ignorancia de lo que ocurre.
Percátate de este punto, pues es muy sutil y muchos lo han pasado por alto.
Esta respuesta magistral de Maimónides a Aristóteles, ha dado por tierra
con el razonamiento de Aristóteles, y lo genial es que lo hizo utilizando el
propio método que Aristóteles sostuvo, tal es que Dios es distinto a nosotros,
más no se percató Aristóteles, que su propio razonamiento, en este caso, se
encontraba impregnado de este error.
[230] Es decir que Dios sí sabe lo que ocurre y lo que hace cada uno, aun en
sus fueros más íntimos. Los sabios suelen afirmar, que cuando el ser humano
es juzgado luego de su muerte todos sus actos son traídos a su presencia para
demostrarle la veracidad y justicia del juicio y el veredicto que se ha dictado
acerca de él y si no lo ve así, podrá argumentar en su defensa, aun las
conversaciones más íntimas entre él y su esposa serán expuestas en su juicio.
[232] Este tema merece un análisis más profundo, que tal vez lo edite como
tema separado, pues en este principio se esconde la gran pregunta: Si Dios
recompensa a los buenos y castiga a los malos ¿Por qué observamos en la vida
diaria que a las personas buenas le pasan cosas malas? Y ¿Por qué a las
personas malas les va bien y prosperan?, si bien esta segunda pregunta es más
fácil de contestar, la primera fue producto de muchos debates y dilemas
desde tiempos remotos se ha tratado de dar una respuesta satisfactoria a
este dilema. En la Biblia se aborda este tema con su respuesta en el Libro de
Job y en Salmos en el Cántico para Shabbat, entre otros, no obstante estas
respuestas son muy profundas y no todos las han logrado captar y entender,
hasta el punto tal que se han dado distintas explicaciones al libro de Job cada
cual explicando la respuesta a esta pregunta, de otra manera.
Son varias las respuestas clásicas que se han esbozado para este dilema:
a) Algunos, entre ellos los cristianos, opinan que el sufrimiento de los justos,
es para expiar por los pecados de los malvados y es por ello que veremos a
personas completamente buenas que padecen grandes sufrimientos, pero eso
se debe a que él debe expiar los pecados de sus contemporáneos. Esta opinión,
es totalmente ajena y contraria a lo que judaísmo pregona, pues está claro
que la Torah sostiene que cada hombre es juzgado por sus propias acciones y
no por lo que hagan los demás, tal como dice el versículo: “No serán muertos
padres por hijos ni hijos por padres, cada hombre por su propia trasgresión
será condenado”, el Talmud, también es claro en este tema al expresar: “¿Los
padres comerán dulces y sus hijos sufrirán el dolor de muelas?”
b) Dentro del judaísmo están las que sostienen que en realidad se trata de
una prueba, es decir que cuando vemos a una persona buena sufriendo en
verdad se trata de una prueba a la que está siendo sometido por parte de
Dios, para demostrar que realmente es un justo y merece gran recompensa.
c) Hay quienes dicen que cuando observamos que a una persona buena le
suceden cosas malas en realidad eso ocurre para hacer a aquel individuo más
meritorio y de esa manera acrecentar su recompensa en el mundo venidero.
f) Una cuarta opinión sustenta la idea de que se trata de algo que aparenta
ser malo pero en realidad se trata de algo bueno para él, y que muchas veces
transcurrido una etapa de tiempo él mismo puede comprobar que lo que
sucedió y que pensaba que era algo malo, en realidad fue para bien, por
ejemplo una muerte prematura de alguien bueno puede ser explicada, acorde
con esta opinión, diciendo que fue quitado de este mundo para que no sufra
cosas malas que sucederán, o para que muera como justo porque Dios sabía
que si seguirá con vida en medio de esa sociedad terminaría él mismo
estropeándose.
g) Otros afirman que los humanos, con nuestra limitada mente, no podemos
juzgar qué es bueno y qué es malo, pues venimos a la vida cuando la historia
ya ha comenzado y nos vamos de ella antes de que ésta acabe, por lo tanto no
podemos emitir un juicio al respecto.
h) Otra respuesta a este tema, nos habla de lo que los sabios talmúdicos
denominaron: “Isurim veahaba” –sufrimientos por amor- es decir que no
necesariamente todos los sufrimientos deben ser tomado como castigo,
producto de algo malo que realiza el ser humano, sino que el dolor, también
pueden ser un trampolín que lo eleve aun más. Si bien esta postura se parece
a la expuesta anteriormente en el inciso c), se diferencia de aquel en el hecho
de que allí se establece como seguro que ese sufrimiento le hará alcanzar un
nivel superior, mientras que este concepto de “Isurim veahaba”, no da por
garantizado que alcanzará un nivel más elevado, dependiendo de la actitud
moral e intelectual del individuo que lo padece.
i) Existe otra opinión más elevada y compleja, como así también completa,
sostiene que en realidad el verdadero mal y el verdadero bien tienen que ver
con la lejanía y cercanía-percepción- de Dios que posee ese individuo, por lo
tanto si se observa con detenimiento veremos que muchas de las cosas que
llamamos “buenas” en realidad no son así, pues en realidad no nos acercan a
Dios y muchas cosas “malas”, nos acercan a Él, es decir, el verdadero bien es
el mundo venidero donde podremos alcanzar la mayor percepción de Dios y el
mayor mal, la lejanía de Él. Es lo que se puede observar del libro de Job y de
varios salmos por ejemplo el versículo de Salmos que dice: “Aunque anduviere
por el valle de la muerte, nada temeré, pues Dios está conmigo” No se refiere
a no temer porque Dios lo salvará, pues si así fuera debería haber dicho: “No
temeré, porque nada me pasará” sino que el significado es que cualquier cosa
que pase, no es verdaderamente mala, siempre que se nos permita conservar
la cercanía de Dios, que es el verdadero y más preciado bien que puede
alcanzar el hombre.
Pero ya me extendí demasiado sobre este tema y no es este el lugar para ello.
Lo importante es saber que aunque nuestra mente todavía no haya alcanzado
la madurez intelectual ni esté entrenada en esta área, como para poder
elucidar estos temas –es decir poder comprender la justicia Divina- debemos
saber que ella –la justicia Divina- existe, y que es justa, que Dios sí
recompensa a los justos y castiga a los malvados.
El libre albedrío.
Sin embargo, verdaderamente, no cabe duda que los actos de los seres
humanos dependen únicamente de él, si quiere lo hace, si quiere no lo hace,
sin nada que lo destine ni obligue al respecto, por lo tanto es apropiado
encomendar al ser humano: “¡Observa! he puesto hoy ante ti la vida y lo bueno,
la muerte y lo malo… y escogerás la vida.” (Debarim 30:15-19)
[235] La era mesiánica, pertenece a este mundo material; y como toda cosa
de este mundo, es un intermedio para alcanzar un ideal superior, es decir el
Mundo Venidero. Tal como dijo más arriba, en esta misma introducción: “En
aquel tiempo la rectitud, integridad y espiritualidad abundarán y de esta
manera se harán meritorios del mundo por venir” o como dijo en el Mishné
Torah, “Hiljot Melajim”, que es donde establece las normas y leyes de los
reyes de Israel y el Mesías: “No ambicionaron los sabios y los profetas la era
mesiánica, sino para poder disponer de más tiempo para la dedicación a la
Torah y su sabiduría… para poder hacerse acreedores de la vida en el Mundo
Venidero, como dijimos en Hiljot Teshubá –Leyes del arrepentimiento.” A
continuación citaremos textualmente lo que dice allá en el capítulo 9:2: “Por
este motivo, anheló todo Israel, profetas y sabios la era mesiánica, para que
sean liberados del dominio de los reinos –imperios- malvados que no le
otorgaban a Israel tiempo ni permiso para dedicarse con tranquilidad al
estudio de la Torah y sus preceptos… para aumentar su sabiduría y de esa
forma alcanzar un mayor nivel en el Mundo Venidero, pues en aquellos días –
la era mesiánica- abundará la sabiduría la inteligencia y la verdad, pues está
dicho: ‘Se llenará la tierra del conocimiento de Dios’ y ‘No se entrenarán más
para la guerra’ y está dicho: ‘Y les transformará Dios vuestro corazón de
piedra’ y por ser que el Mesías será un rey de la dinatía de David, estará
dotado de mucha sabiduría, más que la del Rey Salomón, y será un gran
profeta, cercano a Moisés, nuestro maestro, por lo tanto –él- enseñará a todo
el pueblo y les indicará el camino de Dios, y todos los pueblos acudirán a
escucharlo, como está escrito,… mas la recompensa última y el bien póstumo
que carece de falencia, es la vida en el Mundo Venidero, pero la época
mesiánica es en este mundo, el cual seguirá su curso natural, -el único cambio
será- que el reino –autonomía e independencia- retornará a Israel, y ya han
expresado los sabios: ‘la única diferencia entre nuestros días y los del Mesías,
es el sometimiento a las demás naciones
[246] Se refiere al que contradice la norma de que el rey de Israel sólo puede
ser aquel que desciende de esa familia real. Si bien Maimónides sostiene que
puede surgir un rey para el pueblo de Israel que no sea de la dinastía de David
quien reina en forma temporal y no sobre la totalidad del pueblo, no obstante
al referirse al Mesías imperiosamente éste debe ser descendiente del rey
Salomón. No sólo esta condición debe cumplir, sino también debe pelear las
luchas de los judíos, es decir, en contra de todo aquel que se levante contra
los principios judíos o contra Dios, como así también contra los antisemitas.
Otro aspecto en el cual se destacará el Mesías es que acercará a los judíos
al cumplimiento de los preceptos. Si posee estos tres aspectos: linaje real,
luche las guerras de los judíos y acerque el corazón de los hebreos a la Torah,
entonces este individuo tiene las propiedades que lo califican para ser Mesías
y si logra hacer regresar a los judíos a Israel y fortalece el reino y construye
el Templo de Jerusalem entonces sabremos con certeza que se trata del
verdadero Mesías. Es por eso que uno de los más ilustres sabios talmúdicos,
el famoso Rabí Akiva consideró a Bar Kojba como el Mesías, pues guerreaba
las guerras de los judíos contra los romanos que los acosaban e impedían el
cumplimiento de la Torah, era descendiente de la dinastía de David, mas
cuando Bar Kojba murió en manos de los romanos, supo que en realidad no era
el Mesías”, hasta aquí es cita de lo que Maimónides enuncia en el Mishné
Torah, leyes acerca de los reyes de Israel.
Así también en nuestros días, varios eruditos y grandes sabios judíos poseían
el potencial para ser Mesías en caso que Dios así lo disponga, no obstante una
vez que estos sabios fallecieron, sabremos con certeza que no eran Mesías.
Cabe recalcar que en el judaísmo no existe la creencia cristiana de que el
Mesías morirá y luego resucitará.
[248] Aquí concluye la tercera categoría de los principios, los cuales podrían
ser resumidos de la siguiente manera: Conocimiento por parte de Dios de lo
que hacen los hombres, juicio y castigo, control de Dios de la historia y lo que
sucede y la intervención Divina mediante el milagro.
[250] En esta misma obra, el inciso Nro. 5, no obstante el autor se vio obligado
a escribir todo un compendio sobre este tema titulado: “Coloquio acerca de
la resurrección de lo muertos” que se encuentra entre sus responsas.
[251] Cabe preguntar aquí: Si este es uno de los trece principios eternos del
judaísmo, ocurrirá que cuando los muertos resuciten, y dejará de existir este
principio, y entonces ya no serán más trece sino doce. Para responder a esta
pregunta ver el final de la nota del principio anterior. Pues como ya dejará
explicado Maimónides, el objetivo final es el Mundo Venidero, mientras que
este mundo continuará su curso natural, eso quiere decir que continuarán
naciendo y muriendo nuevos seres humanos y los justos entre estos últimos,
es decir los que nacieron luego de la resurrección de los muertos, también
tendrán ellos mismos el mérito de la resurrección de los muertos, como
mecanismo para poder ascender en su posición en el Mundo Venidero.
Fuente: http://masuah.org/filosofia-y-preceptos/pensamiento-judio/13-
principios-de-la-fe-por-maimonides/