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Por Maimonides

Los 13 principio figuran en Introducción de Rambam al Perek jelek


Los cuales son la esencia del judaísmo
Traducción y comentarios Rabino Issak Sakkal
Es importante recalcar en este contexto, por ser el más apropiado para
ello[154], que los fundamentos de nuestra religión son 13 principios[155], a
saber:

1º Principio
Saber[156] que existe el Creador, es decir, una existencia absolutamente
perfecta en todo aspecto posible, y ella es la causa de todo lo existente[157].
En Él reside la posibilidad de ser de todo lo demás y por Él existen[158].
Es absurdo suponer que no exista, pues al dejar de existir, todo lo demás se
anularía y no quedaría nada que pudiera subsistir por sí mismo[159]. Si
pudiéramos suponer que todo dejará de existir con excepción de Él, no se
anularía la existencia de Dios y en nada Lo afectaría, pues Le basta consigo
mismo para existir y no precisa de nada ajeno a Él[160]. Todo lo demás, desde
lo celestial, me refiero a los ángeles, hasta lo terrenal y lo que entre ellos hay,
todo precisa de Él para existir[161]. Invoca este principio lo dicho: “Yo soy el
Señor tu Dios[162]”

2º Principio
La unicidad de Dios. Es decir, saber que esa existencia, que es la causa de todo,
es única. No es una unidad que tiene semejantes, ni tampoco uno como un
individuo de una especie, ni como un hombre que está compuesto[163] y por lo
tanto se puede dividir en varias unidades[164].
Tampoco es uno como una unidad material que puede ser divisible
infinitamente[165]. Sino que Él, elevado sea, es una unidad única e indivisible,
que no hay otra igual en ningún aspecto[166].
Sobre este segundo principio atestigua lo escrito: “Escucha Israel, el Eterno es
Dios, el Eterno es Uno”[167].

3º Principio
[168] La negación de cualquier tipo de corporación de Dios[169]. Se refiere, a
saber que ese Único que mencionáramos, no es corporal ni fuerza en un
cuerpo[170].
Asimismo, no le afectan aquellas cosas que afectan a la materia[171], como por
ejemplo, el movimiento, el tiempo o el reposo[172], no en forma constante ni
casual[173], es por eso que nuestros sabios descartan la posibilidad en Él de
una composición o división afirmando: “en las alturas, no existe sentarse ni
pararse, no espalda ni frente”. Tal como dice el profeta: “¿A quién, entonces
se equipara Dios, o con quién podréis compararle?”, “¿A quién Me asemejaréis
para que se Me parezca?, dice el Santo Bendito Él” (Isaías 40:18 y 25), y si fuera
corpóreo se asimilaría en algún aspecto a los demás cuerpos[174].
Todo pasaje bíblico que describe a Dios con atributos físicos tales como:
Encaminarse, sentarse, hablar y semejantes, todo está expresado en un
lenguaje figurativo, así dijeron los sabios: “se expresó la Torah en lenguaje
humano” y se han extendido bastante al respecto[175].
Este tercer principio es lo que nos encomienda al decir: “Pues no han visto
ninguna imagen[176]”, ya que Él, tal como expusimos, no es material ni fuerza
expandida en un cuerpo.

4º Principio
La eternidad de Dios. Saber que este Ser Único, al que nos referimos, es
absolutamente eterno[177].
Nada de lo existente, fuera de Él, es anterior a Él[178], prueba de ello son los
abundantes versículos que hablan de este tema, en especial el que versa: “El
Dios desde tiempos remotos” (Deuteronomio 33:27).

5º Principio
Sólo a Él es apropiado alabar y servir, difundir Su excelsitud y cumplir sus
preceptos, y no a cualquier otro que este por debajo de Él, ya sean ángeles,
constelaciones o cualquier tipo de ente[179], puesto que todos ellos son
limitados, no son ellos los que juzgan ni poseen libre albedrío para actuar como
les place[180], sino solo a Dios es digno glorificar.
Asimismo, no es correcto apelar a nada ni a nadie para que nos sirva de
intermedio entre nosotros y Dios[181], sino sólo hacia Él deben ser dirigidos
todos nuestros ruegos y dejar de lado otro medio fuera de Él.
A este 5º principio hacen referencia todas las transgresiones referentes a la
idolatría y la mayoría de la Torah hace alusión a esto[182].

6º Principio
[183] Existe la profecía[184]. Esto es, que en la especie humana, existen
individuos con potencial y cualidades sobresalientes y dueños de una plena
perfección, con un espíritu sabio e inteligente, hasta adquirir una mente
sublime[185]. Es entonces cuando esta mente humana se apega a una “mente
superior”, siendo iluminada intensamente por ella. A este tipo de individuos se
los denomina: profetas y esa experiencia[186] es la profecía siendo esa[187] su
naturaleza.
Aclarar más este tema sería arduo extenso[188] y no es nuestra intención aquí
aportar pruebas irrefutables sobre cada principio, ni tampoco elucidar la
esencia de esta percepción profética, puesto que para ello sería necesario como
requisito, incursionar y tener noción de todas las ramas de la sabiduría, mas en
este coloquio sólo enumeraremos los principios en forma esporádica. En cuanto
a la profecía abundan en la Torah eventos que atestiguan acerca de la profecía
de varios profetas.

7º Principio
La profecía de Moisés, nuestro maestro. El punto principal es saber que Moisés
es el nivel superior[189], el “maestro” de todos los profetas anteriores o
posteriores a él, todos están por debajo de su nivel. Moisés fue el selecto de
toda la humanidad que captó respecto al conocimiento de Dios más de lo que
cualquier otro, en el pasado o en el futuro percibió o percibirá[190].
Moisés logró la superación humana hasta alcanzar el nivel celestial y
mantenerse en la categoría de los ángeles[191].
No se le interpuso a Moisés ningún obstáculo o velo entre él y Dios. Asimismo
ningún impedimento físico[192] ni carencia grande o pequeña. En él se anularon
por completo la imaginación[193] y desapareciendo los deseos, los impulsos y
la voluntad, quedándole sólo la mente[194] y al respecto fue dicho: “él hablaba
con Dios, no por medio de ángeles”.
Mi intención era esclarecer aquí este tema maravilloso, echando luz sobre
aquellos pasajes oscuros de las escrituras, explicar la expresión: “Boca a boca
hablaba Dios con él” y el resto de los conceptos ocultos en ese versículo,
empero, visto que estos temas son demasiados delicados y precisaría aportar
muchísimas pruebas, antecediendo abundantes y largas introducciones y
ejemplos, además requeriría explicar previamente la esencia de los ángeles y
sus niveles en que se distinguen de Dios, elevado sea, como así también ahondar
en el alma humana y sus capacidades[195], sería imperioso también, explicar
los distintos términos con que se expresaron los profetas, dignos de ser
aplicados a Dios y a los ángeles, asimismo, explicar lo que el libro “Baal
Koma”[196] se refirió, más aun todo esto no sería suficiente, y aunque quisiera
resumirlo al extremo, me demandaría por lo menos más de mil páginas, por
todo esto lo dejaremos para otro compendio, tal vez en el libro de la explicación
de los dichos de los sabios, que me he propuesto componer[197], o quizás en
aquel otro acerca de la profecía el cual me encuentro actualmente
escribiendo[198], sino, lo incluiré en uno especialmente dedicado a la
elucidación de estos principios[199].
Volviendo al tema de este séptimo principio, diremos que la profecía de Moisés,
nuestro maestro, se diferencia de las profecías de los demás profetas en cuatro
aspectos:

1º diferencia: Cualquier otro profeta, no se comunica con Dios [directamente]


sino por medio de un intermediario[200], en cambio Moisés, no precisaba de
intermediarios, tal como dice: “boca a boca hablaré con él” (Números 12:8)
2º diferencia: Todo profeta no recibe la profecía sino cuando están
durmiendo[201], como versa: “en sueños nocturnos” (Génesis 31:24) “en sueños
o visión nocturna” (Job 23:15) y otros ejemplos. Es factible que le sobrevenga
de día, pero luego que haya recaído sobre aquel hombre un profundo sopor, de
forma tal que queden neutralizados todos sus sentidos y permanezca su mente
libre, tal como ocurre al soñar. Esto es lo que se denomina “Visión” o
“Percepción”, sobre esto fue dicho “con visiones Divinas” (Ezequiel 8:3), en
cambio Moisés, venía a él la palabra de Dios, aun en pleno día, (en estado
lucido) mientras permanecía de pie (la voz surgía) por entre los dos Querubines
(que estaban por sobre el arca sagrada) , tal como dice: “Me revelaré a ti ahí,
y hablaré contigo por sobre el arca” (Éxodo 25:22). Dijo el Altísimo: “Escuchad
ahora Mis palabras: si surgiere vuestro profeta, Yo, el Eterno, en visión Me
manifestaré a él, en sueño hablaré con él. No es así con Mi servidor Moisés, …
Boca a boca hablo con él” (Números 12:6-7-8).

3º diferencia : Todo profeta, al advenirle la profecía, aunque sea en “visión” y


por medio de un ángel, se aflojarán sus fuerzas, su cuerpo se debilitará y se
apoderará de él un profundo pavor, hasta sentir que su alma está por salir de
su cuerpo, tal como lo expresa Daniel cuando (el ángel) Gabriel habló con él en
visón: “Y no quedaron en mí fuerzas pues la lozanía de mi semblante se
convirtió en palidez de muerte y me faltaron las fuerzas” (Daniel 10: 8 y 9) y
más aún: “caí en profundo sueño con mi rostro hacia el suelo” y dice: “por
causa de la visión me han sobrevenido dolores y no me quedan fuerzas” (Daniel
10:16). No ocurría así con Moisés, sino que le sobrevenía la palabra de Dios sin
causarle temblor o debilitamiento de ningún tipo, tal como dice: “y habló el
Eterno con Moisés frente a frente, tal como habla un hombre con su prójimo”
(Éxodo 23:11) es decir, así como el hombre no se llena de pavor al hablar con
su compañero, de la misma manera ocurría con Moisés, él no se estremecía
cuando le sobrevenía la palabra de Dios, a pesar de estar Moisés en el grado
supremo de cercanía a Dios, como dice: “frente a frente”[202], esto hace
alusión al profundo nivel de percepción mental, como dejamos expresado.[203]

4º diferencia: Los demás profetas no poseen la capacidad de profetizar en


cualquier momento que lo desean, sino sólo cuando Dios así lo dispone, pues es
factible que pasen años sin que el profeta perciba ninguna profecía, o que el
profeta pretenda saber algo por medio de la profecía y tenga que esperar días
o meses hasta recibir la profecía o sencillamente no se le revele. Encontramos
entre los profetas, quienes se prepararon (para alcanzar la profecía) tratando
de lograr un ánimo alegre, tal como lo hizo Eliseo: “Y ahora, traedme un
músico” y luego le sobrevino la profecía, mas es factible que no le sobrevenga
visión alguna a pesar de predisponerse para ello[204]. En cambio Moisés,
nuestro maestro, en todo momento que él quería lograba (comunicarse con
Dios) pues está dicho: “esperad aquí y habré de escuchar lo que el Eterno
prescribirá para vosotros” (Números 9:8) y dice: “habla con Aarón, tu hermano,
y que no se acerque al santuario en todo momento” (Levítico 16:2), explicaron
los sabios: “Aarón está en el nivel de ´no en todo momento`, empero Moisés,
no está en el nivel de ´no en todo momento`”[205].

8º Principio
La Torah es de origen Divino[206]. Esto es, saber que toda la Torah que se
encuentra en nuestras manos hoy en día, es la que recibimos por mano de
Moisés, nuestro maestro, y que en su totalidad procede de Dios, es decir, que
la Torah se le reveló a Moisés en forma completa, por parte de Dios, elevado
sea[207].
Esto es lo que se denomina metafóricamente: “hablar”[208], ignorando cómo
le llegaba la palabra de Dios, a excepción de Moisés, que fue el que la
recibió[209], no obstante Moisés era cual escriba a quien le dictan y él
escribía[210] tanto los sucesos, los relatos como los preceptos, es por ello que
se lo denominó: “el escriba”[211], por lo tanto no hay diferencia entre aquello
que dice: “y los hijos de Jam: Kush, Mitzraim, Put y Cnaan” (Génesis 10:6) o
aquel otro: “y el nombre de su esposa: Meetavel hija de Jatred” (Génesis 36:39)
o el que dice: “Timná era concubina” (Génesis 36:12) con el que dice: “Yo soy
el Señor tu Dios” (Deuteronomio 5:6) o: “Escucha Israel el Eterno es nuestro
Dios, el Eterno es uno”[212] (Deuteronomio 6:4), puesto que todo es de origen
Divino y la Torah de Dios es completa, pura, sagrada y verdadera[213].
Todo aquel que afirma que estos versículos[214] como los relatos, fueron
agregados por Moisés, es considerado por los sabios y los profetas como un
renegado[215], pues rebaja a la Torah más que cualquier otro apóstata, ya que
cree que en la Torah hay cosas importantes y otras superfluas, sin encontrarle
sentido[216]. (Pensar de esta manera) es esencialmente, negar que la Torah es
de origen Divino.
Afirmaron los sabios: “Aquel que sostiene que toda la Torah es de origen Divino
a excepción de un solo versículo que no fue dicho por Dios, sino que Moisés lo
agregó de sí mismo, sobre él dicen las escrituras: ‘porque la palabra del Señor
despreció’”.
Sino que cada expresión y explicación de la Torah, posee mucha sabiduría y
profundidad para aquel que las entiende[217], siendo su sabiduría inconcebible,
como dice: “Su medida es mayor que la tierra y más ancha que el mar” (Job
11:9), por lo tanto es apropiado que el hombre se encamine por las sendas
trazadas por David el ungido de Dios, quien suplicó: “descubre mis ojos y
muéstrame las maravillas de Tu Torah”[218] (Salmos 119:18).
Lo dicho anteriormente es válido también con respecto a la explicación que
hemos recibido de la Torah[219], también ella es de origen Divino.
Aquellas cosas que ponemos en práctica hoy, por ejemplo: la construcción de
la Sucá, las cuatro especies, el shofar, las filatelias y otros, es exactamente tal
como Dios encomendó a Moisés y él nos lo trasmitió, pues aquel
mensajero[220], es digno de confianza.
El versículo que atestigua acerca de este principio es el que dice: “Dijo Moisés:
Con esto sabrán que el Eterno me envió a realizar todas estas cosas, pues no
han salido de mí” (números 16:28).

9º Principio
Se refiere a la invariabilidad de la Torah, es decir que la Torah de Moisés no
será anulada[221] ni cambiada[222] por Dios, como así tampoco Él la
reemplazará por otra[223]. Asimismo no se le puede agregar ni quitar
nada[224], tanto la Torah escrita como la Torah oral, como está escrito: “No le
agregarán a ella ni menguarán nada de ella” (Deuteronomio 13:1) y ya hemos
explicado lo que era necesario aclarar con respecto a este principio en la
introducción que he compuesto a la Mishná[225].

10º Principio
[226] Que Él, elevado sea, conoce todos los actos del hombre y no les están
ocultos[227]. No es como aquellos que opinan: “Dios ha abandonado al
mundo”[228] (Ezequiel 8:12), sino, más bien, como está escrito: “grande en
consejo y poderoso es Dios, cuyos ojos están puestos sobre todos los caminos
del hombre[229]” (Jeremías 32:19) y fue dicho: “y vio Dios que se multiplicó la
maldad del hombre sobre la tierra” (Génesis 6:5) y más aún: “las quejas de
Sodoma y Gomorra, pues son inmensas” todos ellos nos hablan acerca de este
décimo principio[230].

11º Principio
Él, exaltado sea, recompensa a aquel que realiza los preceptos de la Torah, y
castiga[231] a todo el que transgrede sus prohibiciones[232].
Con respecto a la recompensa mayor, indudablemente se trata del mundo
venidero y el peor castigo, es la aniquilación del alma, ya nos hemos extendido
lo suficiente sobre este tema[233].
Apela a este undécimo principio lo escrito: “Y ahora, absuelve su causa, de lo
contrario, bórrame de Tu libro” (Éxodo 32:32) a lo que le responde Dios: “Aquel
que haya transgredido contra Mí habré de borrarlo del libro” (Ibídem) esto nos
comprueba que sabe quién transgrede y quién Le es fiel, para dar castigo a uno
y recompensa al otro[234].

12º Principio
La época mesiánica[235]. Es decir, saber con certeza que vendrá (surgirá) el
Mesías[236] y no pensar que se atrasará[237] y ”por más que se demore lo
aguardaremos”[238].
No se le debe asignar un tiempo (a su llegada) ni tampoco se hacen
especulaciones de las escrituras para establecer la fecha (o la época) de su
surgimiento[239]. Los sabios sentenciaron: “se entontezca el espíritu de los que
sacan deducciones de la fecha”[240].
Asimismo, debemos saber que el Mesías poseerá honra, grandeza, honor y
superioridad[241], más que cualquier otro rey[242] que haya existido. Es
nuestro deber engrandecerlo, amarlo y rogar por él[243], tal como profetizaron
sobre él desde Moisés hasta (el último de los profetas) Malaquías.
Todo aquel que pone en duda o se burla de la venida del Mesías, reniega de la
Torah, pues en ella se asegura textualmente acerca de su llegada[244], tanto
en el episodio de Bilam[245] como en Deuteronomio 30: 3-5.
Parte de este principio es ser consciente que no se considera rey de Israel sino
sólo a aquel que desciende de la dinastía del Rey David y en particular del Rey
Salomón, y todo el que contradice este punto [246], reniega de Dios y de Sus
profetas[247].

13º Principio
[248] La resurrección de los muertos [249], esto ya fue explicado[250]
anteriormente[251].

[154] Por ser que se menciona quiénes son los que no tienen parte en el Mundo
Venidero, quedando fuera de la congregación de Israel, es el lugar más
apropiado para mencionarlos en forma ordenada y codificada, así
observaremos que los 13 principios fueron ordenados en base a estos puntos
que menciona la Mishná, tal como lo veremos en la nota siguiente.

[155] Los trece principios están divididos en tres categorías: 1)Del 1º al 5º


inclusive, tratan acerca de Dios, 2) Del 6º al 9º inclusive, hablan acerca de la
profecía y 3) Del 10º al 13º tratan de la recompensa y el castigo. Es factible
que este orden derive directamente de nuestra Mishná que dice: “Estos son
los que no tienen parte en el Mundo Venidero, los que dicen que no habrá
resurrección de los muertos, o que la Torah no es de origen Divino y los
Apicorós –apóstata-” Así al decir “resurrección de los muertos” se refiere a
la tercera categoría – Recompensa y Castigo, al decir: “que la Torah no es de
origen Divino” se refiere a la segundo categoría – Acerca de la profecía, y al
decir “Apicorós” hace alusión a la primer categoría –Acerca de Dios. Así
también, observamos que en el Mishné Torah, el autor nos los cita todos los
trece principios juntos, sino que los primeros 9, los que tratan acerca de Dios
y los que tratan acerca de la profecía, los menciona y explica al comienzo del
primer tomo: Isodé Hatorah – Fundamentos de la Torah, comenzando luego
por los temas relacionados con Dios, por ser lo más importante, trascendental
y básico y luego pasa al tema de la profecía, que depende de lo anterior.
Después la tercera categoría, la de recompensa y castigo, una parte es
mencionada al final de este primer tomo, en Hiljot Teshuvá – Leyes del
arrepentimiento, y otra parte (lo referente a la era mesiánica) lo hará al final
de toda su obra, al final del tomo 14, Hiljot Melajim – Leyes acerca de los
Reyes. Esta división entre las dos primeras categorías, que son citadas al
principio y las dos juntas de la tercera categoría que figura al final del tomo
o de la obra, probablemente se debe a la idea que tanto insistió el autor,
“Kabalat Ol Maljut Shamaim veol Mitzvotav” es decir, la concepción de un Ser
Supremo y Perfecto, nuestro sometimiento absoluto a Él y obediencia a lo que
emana de Su sabiduría, como ya lo describió extensamente cuando habló del
servicio a Dios por amor, y es por eso que aleja el tema de la recompensa para
el final, es decir, la recompensa venir vendrá, pero no es lo más apropiado que
sirvamos a Dios por ello.

[156]El principio en su máxima expresión es saber y no sólo creer. Hay tres


tipos de saber: 1) El saber por tradición o testimonio (me dijeron que existe
un país que se llama Japón). 2) El saber por medio de los sentidos (ciencia
empírica) por ejemplo yo veo que el cielo es azul. 3) El saber lógico (ciencia a
priori) por ejemplo el entero siempre es mayor que el ½ .

Esta última categoría del saber, es superior a las otras dos, por ejemplo, por
más que con mis propios ojos vea a alguien que introduce dos caramelos en
una bolsa, luego pone otros dos y luego saca cinco, sostengo, sin lugar a dudas,
que se trata de un truco, pues lógicamente es imposible que 2+2=5,
claramente vemos que al contraponerse el saber por medio de los sentidos
contra el saber lógico, este último predomina. Análogamente, el saber lógico
se antepone al tradicional o testimonio, por ejemplo si bien nunca estuve en
Japón, sé que existe por medio del testimonio o lo que me cuenta la gente,
pero si yo no sé si el anillo que me quieren vender es de oro o no, no puedo
fiarme solamente en lo que me dice el vendedor, pues este tipo de
conocimiento tiene valor siempre y cuando no haya interés de engañarme y
que no contradiga la lógica. Por supuesto que en todo caso la excepción es el
milagro, es decir, aquella situación en la cual la norma es violada
momentáneamente, para luego volver a la norma. No obstante, los milagros no
atentan contra la lógica (un milagro no puede sostener: uno que son tres pero
siguen siendo uno) Aceptar la situación del milagro, no contradice la lógica,
aunque sí contradice las leyes naturales constantes.

No se nos escapa que la sabiduría humana es limitada, pero este nivel de


racional “saber de la existencia Divina” es el más alto al que puede acceder
un hombre normal. Por sobre este nivel racional, se encuentra el de los
profetas que sobrepasan el nivel racional, ya sea por inspiración Divina o por
profecía.

[157] “Existencia”, es la palabra que más se repite, no es algo que se le haya


pasado por alto al autor, con la misma persistencia reitera esta expresión en
el Mishné Torah, Hiljot Iesodé HaTorah.

[158] No está queriendo decir que fuera de Él nada existe pues el mundo
existe y éste no forma parte de Dios, pues el judaísmo rechaza el panteísmo
de Espinosa. Tampoco está negando que fuera de Él exista algo, pues el mundo
no es una ilusión, sino que en lo que está poniendo hincapié el versículo, es que
no hay otra verdad como la de Él, excepto la de Él.

En resumen, hasta aquí hemos afirmado: Dios existe, no depende de nada y


todo depende de Él. Se desprende de aquí, que hay dos tipos de existencias:
la obligatoria (Dios) y la opcional (el resto de lo existente)

[159] Ya que al depender todo de Él, si Él no existiera, nada podría existir,


tal como un edificio de 10 pisos, si quitamos el primer piso, los que se apoyan
sobre éste se derrumbarían.

[160] Es decir no hay otra Existencia verdadera como la Suya, que no dependa
de nada y que todo dependa de ella. Existen distintos niveles de verdades. El
nivel físico, por ejemplo, tenemos cinco objetos y al cabo de un tiempo uno de
ellos se deteriora, ahora quedan cuatro. Esto no quiere decir que no era
verdad que habían cinco objetos. Lo que sucede es que era una verdad relativa
y muy susceptible a ser modificada por múltiples factores. El próximo nivel
es el de la Ética, por ejemplo, amar al prójimo, casi siempre esta premisa es
válida, pero existen excepciones, aquellas situaciones en que abandonamos
esta regla, por ejemplo el caso de un asesino. Es decir, que no es algo
inamovible, constante, sino que puede cambiar. El tercer nivel, el de las leyes
físicas, por ejemplo la ley de la gravedad, donde dos cuerpos se atraen
mutuamente, pero hipotéticamente, puede existir un sistema diferente en el
cual esta ley no rija, es decir, en teoría, esta ley podría ser distinta. El cuarto
nivel, es el de las matemáticas, en realidad, es más estable que los anteriores,
tanto en el tiempo como en el espacio, pero las matemáticas son conceptos
inventados por el hombre, que utilizados lógicamente funcionan en la realidad
(muchos de estos conceptos jamás podrían aplicarse en el mundo físico, tal
es el caso de los números negativos). El quinto nivel es el que ostenta la Torah,
si bien la Torah nunca cambiará, fue creada por Dios, por ende tuvo un
comienzo, no existió desde siempre. Lo que queda claro entonces es que cada
uno de estos niveles puede existir o no existir (de hecho hubo momentos en
que no existían, antes de ser creados), por lo tanto no son absolutos, y
entonces no poseen el grado de “verdad obligatoria de ser” (en hebreo:
“Mejuiav hametziut” ). En cambio Dios es la verdad absoluta, obligatoria e
imperturbable, hasta el punto tal, que si Él dejara de existir, todo dejaría de
existir, al ser que desaparece el agente base, tal como el edificio de varios
pisos, al quitarle su base, todos los pisos caen.

[161] Causa primera. La relación de Dios con la creación no es similar a la


relación de un artista con su obra, en donde una vez finalizada la obra no
existe relación ni precisa del artista para existir; no ocurre así con Dios y la
creación, sino que ésta existe todo tiempo que Dios quiere que ella exista.
Nótese que el autor no utiliza ninguno de los nombres con los que se denomina
a Dios, esto no es casualidad, pues no quiere definir a Dios con algo externo
a Él. Así, encontraremos que otros pensadores judíos, describen a Dios como
“El Dios de Israel”, el Dios de la historia de Israel, el que lo acompaña, lo
protege y lo conserva. A pesar de que esto es verdadero, todavía se puede
lograr una definición mejor, pues en esta definición, al no percatarse de la
presencia de Dios en la historia, fácilmente pueden creer que no es correcta
esta premisa y así suponer que todo es falso. Además, esta definición, estaría
poniendo a Dios al servicio del hombre, haciendo del hombre el centro, cuando
en realidad es al revés. Por último, esta definición, no me habla de la esencia
de Dios sino de Sus actos. Hay quienes lo definen como el Juez supremo, aquel
que controla y juzga, castigando a los culpables y recompensando a los
correctos. También esto es correcto y cierto, pero nuevamente el hombre es
el centro y Dios es el que preserva su entorno, además este es un acto de
Dios, es lo que Él hace, no lo que Él es. Otros lo definen como el Creador; tal
como en el anterior, no me habla de la esencia sino de Sus actos, nuevamente
pone al hombre como centro es por eso que Maimónides no lo define en base
a la creación del mundo, pues cabría la pregunta: ¿Antes de la creación del
cosmos, Dios no era definible?, además, el tema de la creación ex-nihilo es
indemostrable con pruebas indiscutibles (no confundirse, el hecho que veamos
un orden magistral en la naturaleza, eso me habla de alguien que la ordena, y
no de un Creador); y entonces, al no poder demostrar la creación, podría
también poner en duda la existencia de un Creador. Otros prefieren definir
a Dios como Todopoderoso. Esta definición, a diferencia de las anteriores,
(Creador, Juez Supremo o Protector de Israel) tiene la supremacía de no
estar poniendo al hombre como centro y a Dios a su servicio (Me creo, Me
juzga, Me protege), y además es menos factible que se pierda la fe al no poder
comprobarlo en la realidad (por ejemplo cuando no puede comprobar la
Creación ex nihilo, entonces concluye que no existe Creador, o cuando ve
aparentes injusticias, concluye que no hay Juez; o cuando le parece que el
pueblo judío fue abandonado, entonces no hay un Protector), si bien esta
definición de Todopoderoso, sigue refiriéndose a Sus actos y no a Él mismo,
está exenta de estas falencias; no obstante debe enfrentarse a un
despropósito mayor, tal es que a diferencia de las definiciones anteriores,
esta descripción (Todopoderoso), está despojando a Dios de todo valor ético,
cosa que no sucede al precisarlo como Creador, Juez o Protector, que imperan
en estos conceptos valores tales como: bondad, ética, justicia, etc.
Maimónides estuvo muy pendiente de todos estos temas al tener que definir
a Dios, y es por eso que la definición de Dios que utilizará proviene de lo que
Él es, es decir, lo poco que nuestra mente flaca puede comprender de Dios, o
sea, ¿Quién es Dios? La única existencia verdadera, el que existe siempre, ¿
Cuál es su peculiaridad? Que existe y en eso se diferencia de todo lo demás
ya que Su existencia no es como la de los demás. Es una existencia que difiere
de cualquier otra no en cantidad sino en calidad, en esencia es distinta, pues
todo lo que existe depende de otras cosas para existir, mientras que Él,
elevado por sobre todo, no precisa de nada. Esto es lo que expresa el término
hebreo: “Matzui”= existencia independiente, necesaria, contingente;
mientras que “Nimtzá” = existencia dependiente; todo esto lo analizará el
autor en los próximos párrafos. Esta definición de Dios, no depende de este
mundo, ni del hombre

[162] En algunas ediciones, como por ejemplo al final de los libros de


oraciones, este primer principio está expresado de otra manera: “Dios existe
y controla todo”, en realidad esta expresión contiene otro concepto además
del que menciona Maimónides, pues la idea de que Dios controla todo, figura
parte en el 10º principio y parte en el 11º. Y es lógico que así sea, pues en esta
primera categoría trata acerca de Dios en sí mismo, independientemente de
la existencia de este mundo, en cambio en la tercera categoría en donde se
inscriben el 10º y 11º principio, allí trata de la relación de Dios con la Creación,
es decir, recompensa y castigo.

[163] No es un todo formado por varias compuestos, como por ejemplo un


cardumen que está compuesto por varios peces, o el ser humano que está
formado por varios órganos

[164] Forma parte de este principio saber que Dios es indivisible, que no tiene
partes, es por eso que no se debe confundir y suponer que el Nefesh o alma
humana es “parte de Dios” pues esto implicaría que Dios tiene partes, y que
esto atenta contra el principio de unidad, tal como lo expresó Maimónides en
“Hiljot Isodé HaTorah” capítulo 1º. Lo que llevó a pensar así a aquellos que
pregonaron esta idea es el versículo de Génesis 2:7, “E insufló Dios, -en el
hombre- el alma viviente…” y lo ejemplifican con alguien que infla un globo,
primero debe llenar sus pulmones con aire, y luego ese aire que ya pasó a
formar parte de él, ahora lo pasa al globo, entonces, resulta, que en el interior
del globo hay una parte de aquel individuo, así también, ocurre con Dios, al
insuflar, es decir soplar dentro del hombre el hálito de vida, concluyen que
este soplo, efectivamente es una parte de Dios, tal como lo dijo en el ejemplo
del globo, pero la analogía no es correcta, en primer lugar el ejemplo no es
bueno, pues Dios para insuflar el hálito de vida no necesariamente debe
hacerlo a la forma en que lo hacen los humanos al soplar, pues Dios no tiene
pulmones, ni tampoco la expresión “insuflar” como cualquier otra que implique
un –antropomorfismo- corporación de Dios no debe ser entendida
literalmente. Por lo tanto al ser un ejemplo errado, lógicamente su conclusión,
-en este caso, de que el alma es una parte de Dios- también lo es. Por lo tanto
las expresiones de este tipo hecha por los grandes rabinos cabalísticos deben
ser entendidas teniendo en cuenta que no pueden contradecir estos principios
del judaísmo, que son sostenidos por todos los sabios, incluyendo los grandes
sabios de la cabalá, entonces, al tener esto presente y percibirnos de que no
se están refiriendo a los que a simple vista se ve, entonces podremos
enfocarnos en otros aspectos y entender entonces la verdadera y profunda
idea que intentaron transmitirnos con esa expresión. En nuestro caso, lo que
quisieron decir los sabios cabalísticos, es que el alma del hombre proviene de
Dios, no es algo de este mundo sino que es de origen celestial, pero esto no
implica que es parte de Él, lejos de Él semejante imperfección.

[165] Pues toda materia es divisible. Al principio se creía que el átomo era la
unidad básica. Luego el núcleo del átomo. Hoy en día y así sostenía
Maimónides, la idea es que toda materia puede ser divisible.

[166] Por cuanto que la diferencia es de calidad y no de cantidad, es imposible


asimilar a Dios a cualquier cosa que conozcamos. Ni siquiera en forma parcial.
Es por eso que afirmar que se puede comparar algunos aspectos de cualquier
otra existencia sería contradecir este punto. Por esta misma causa, al afirmar
que el alma es parte de Dios, se debe tener extremo cuidado, y no imaginar
que se trata de que el alma es una parte de Dios, aunque sea una parte
minúscula, sino que, como ya dijimos, debe ser entendido como que el alma
“proviene” de Dios, es decir que Él la formó.

Concluyendo pretender imaginar o comparar a Dios con cualquier cosa es


sencillamente una pérdida de tiempo, por no decir una gran equivocación. Esto
es lo que Maimónides expresa en la Guía de los Perplejos: “-Percibirte es
percatarse de la incapacidad de contemplarte plenamente. Para Ti el silencio
es alabanza, mas en cuanto a vuestros labios vigilad los que pronuncian. Porque
Dios está en los cielos elevado por sobre todo, y tú, ser mortal, eres de la
tierra, por lo tanto, sean pocas tus palabras”.

Es por eso que cuando Moisés pide conocer a Dios, Dios le dice: “No podrá
percibirme el hombre ni ningún ser vivo” esto no implica que después de
muertos podremos percibir a Dios, sino que se debe entender como que nadie
puede captar a Dios, ni el hombre ni ningún ser, es decir nada ni nadie, pues
percibir a Dios es ser Él, pues Su conocimiento y Él son una sola cosa, una
unidad absoluta, como dijimos no tiene partes que puedan dividirse, por lo
tanto sólo Él puede concebirse. Pero lo máximo que puede llegar el hombre es
descubrir qué no es Dios, es decir lo que Dios no es, esto fue denominado Vía
Negativa, de esta manera sin tener un conocimiento directo de Dios,
igualmente estamos más cercanos pues nos vamos alejando de los conceptos
erróneos, y esto es lo que Dios le dijo a Moisés: “Verás Mis espaldas más Mi
rostro no percibirás”, así tal como el que ve a un individuo de espaldas, si bien
no puede conocerlo plenamente, no obstante, si en un interrogatorio policial
en el cual el testigo vio al ladrón de espaldas esa visión (de espaldas) le sirve
para poder diferenciarlo de los demás, pues puede saber que no es aquel pues
este es más alto o es más gordo, etc. y así ir eliminando a los demás no
obstante no podrá afirmar cien por ciento que es aquel. Igualmente ocurre
con la percepción de Dios, al saber qué cosas no se le pueden atribuir a Dios,
qué cosas en realidad son fuerzas naturales, etc., entonces en realidad
estamos más cercanos al conocimiento verdadero de Dios a pesar que todavía
no sabemos nada de Él en forma positiva. Es decir puedo decir qué no es Dios,
pero eso no implica que puedo decir qué es Dios. Esto es lo que Dios le dijo a
Moisés: “Haré pasar todo Mi bien delante de ti…” refiriéndose a toda la
creación, pues en cada cosa que Dios creó, dijo: “Y vio Dios que era bueno”
(bueno y bien en hebreo se escriben de la misma mera) es decir Dios hizo
pasar ante Moisés todo lo creado (incluyendo a los ángeles que también fueron
creados) para que de esa manera Moisés sepa que esas son creaciones y no
Dios y de esa manera alejar de su concepción de Dios cosas ajenas a Él, pues
al ver algo no se apresurará a suponer que eso es Dios o que fue hecho
directamente por Él, sabrá que en realidad eso es un ángel (como le ocurrió a
Manoaj en Jueces) o una fuerza natural.

No obstante todos los apelativos de la Torah o los sabios acerca de Dios, no


se refieren a lo que Dios es sino a acciones de Dios. No es que Dios es bueno,
sino que actúa con lo que nosotros, los humanos, denominamos bondad, no es
que la esencia de Dios sea ser misericordioso o justo sino que Él actúa con
misericordia y con justicia y así con todo lo demás.

En palabras de la cabalá “Let majshabá tfisa ve clal ” – Ningún pensamiento


puede captarLo para nada.

[167] En resumen, cuando hablamos de la unicidad de Dios, nos referimos a:


1º Uno, (no como un lápiz , que puede haber otros lápices), 2º Único (es decir
no existe otro) 3º Indivisible, (no tiene partes) 4º Incomparable (es decir
que no podemos compararlo con otros seres ni siquiera parcialmente), 5º
Inimaginable (no podemos ni siquiera imaginarlo, pues la imaginación funciona
utilizando y combinando cosas que ya conocemos).

Es importante destacar que el primer precepto que está encomendado el judío


(al cumplir los 13 años) es recitar el “Shemá Israel” es decir, concientizarse
de estos dos conceptos; que son los dos conceptos a los que nos referimos
hasta ahora: Que Dios existe y que es Uno

[168] Este principio, es un claro ejemplo, de que el autor menciona por


separado principios que probablemente podrían ser incluidos o derivados
lógicamente de otro principio. Pues la negación de cualquier tipo de
corporación de Dios, es un derivado lógico del principio anterior, la unidad,
como ya fue explicado, que todo lo físico es divisible y posee partes. No
obstante Maimónides consideró adecuado contarlo como un principio aparte,
pues no todos pueden descender hasta la profundidad del principio de
unicidad absoluta y todas sus consecuencias lógicas.

[169] El que piensa que Dios tiene cuerpo o forma, es más grave que el que
hace idolatría, pues el que hace idolatría suponiendo que esa es la manera de
servir a Dios, o tal vez cree en Dios pero cree que Él actúa por intermedio de
otras fuerzas a las que hay que servir para ganarse su favor, tiene en su
mente la idea verdadera de un Dios único y Todopoderoso, es decir, su
problema es técnico, la manera de servirLo, en cambio el que no hace idolatría
en la práctica pero piensa que existen dos dioses o que tiene cuerpo o cosas
por el estilo, a pesar que no lo lleve a la practica con algún acto, se encuentra
en una posición más grave pues es un error conceptual, de base, que lo
mantiene apartado sin importar si realiza o no algún acto, tal vez se dé el caso
de que suponga que Dios tiene cuerpo o forma y esa persona cumpla los
preceptos, no obstante, de nada le sirve pues este individuo en realidad está
sirviendo a otro dios.

[170] Y si el Creador tuviera cuerpo o forma, tendría que tener límite y fin,
tanto en lo físico como en el tiempo.

[171] Es por eso que no es correcto decir que “Dios está en algún lugar” ni
tampoco que “Dios está en todos lados” pues “estar” implica un accidente de
la materia, una cualidad de lo físico y Dios no tiene físico, por lo tanto tampoco
tiene un lugar. Así como el sentimiento del amor no tiene un lugar, pues no es
algo físico. Los sabios del Midrash los expresaron diciendo: “El mundo no es
Su lugar, sino que Él es el lugar del mundo”

[172] Esta es la respuesta a la famosa pregunta: “Si Dios es Todopoderoso,


¿Él puede crear una piedra que sea lo suficientemente grande que Él mismo
no la pueda alzar?” A simple vista, es una pregunta que nos deja acorralados,
cualquiera sea la respuesta, estamos concediendo que Dios no es
Todopoderoso. Pero para el entendido, esta es una pregunta cuya respuesta
es muy fácil: “La pregunta no es pregunta”, es decir no tiene sentido, pues
está suponiendo que Dios tiene parámetros humanos o físicos, arriba y abajo,
fuerza física, etc., y una vez que da por sentado este antropomorfismo
intelectual (otorgarle a Dios conceptos humanos, que piensa como pensamos
los humanos, que actúa como actuamos los humanos, etc.) entonces la pregunta
tiene cabida, pero si le demostramos que esta pregunta está partiendo de una
base errónea, (otorgándole a Dios atributos que no le corresponden) entonces
la pregunta jamás comienza. Es como preguntarle a alguien “¿Qué es más
grande el color rojo o 40 grados de calor?” sencillamente esta pregunta no
tiene respuesta pues no tiene sentido.

[173] Pues para que haya un cambio debe existir antes Acto y Potencia, es
decir un huevo es un pollo en potencia y para que algo pase de Potencia a Acto
precisa algo externo a él para que lo haga pasar de Potencia a Acto, pues si
no era algo externo a él, lo que lo haga pasar de potencia a acto, sino que era
algo interno de él, cabría preguntarse: ¿Qué es lo que le impedía pasar de
Potencia a Acto? Y por ser que no existe nada que Lo influencie a Dios, tal
como dejamos claro en los primeros principios, pues sólo Él es la causa primera
y no precisa de nada ni nada lo influencia, por lo tanto deducimos lógicamente
que Dios no tiene cambios.

[174] De aquí concluimos que es imposible aun imaginarse de alguna manera a


Dios, ya que la imaginación funciona asociando o uniendo imágenes o partes de
cuerpos que conocemos, pero la capacidad imaginativa no puede proyectar
algo que jamás percibió en forma parcial, total o asimilativa; tal como a un
ciego de nacimiento jamás se le podrá describir para que se imagine el color
rojo, ya que los parámetros que utilizaríamos para describirlo le son
completamente desconocidos al ciego (color fuerte, brillante, similar al color
de la sangre, etc.)

[175] En el lenguaje humano solemos utilizar expresiones cuyo sentido no es


el literal, por ejemplo: “…se arrojó sobre su amigo como un león…”en donde no
se refiere a que lo atacó a la manera de los leones, sino que está haciendo
alusión a la fiereza del ataque. O cuando se dice: “lo acosó con el filo de su
lengua”, que se refiere a que lo interpeló con palabras duras y agresivas.

[176] Este versículo que cita Maimónides para testimoniar acerca de este
principio, nos habla claramente que no vieron ninguna representación física
de Dios cuando Él se reveló a todo el pueblo en le monte Sinai, sino que
solamente escucharon la palabra de Dios. Esto debe ser entendido
correctamente, pues de lo contrario podríamos caer en otro error, pues
también la voz es producto de algo físico, es por eso que Maimónides explica
en la Guía de los Perplejos, II parte, capítulo 32 y 33, donde explica que aun
esa voz de Dios que escucharon en los diez mandamientos, no se trataba de
una voz acústica, sino de una voz intelectual, el ruido que escucharon
acústicamente era el sonido del Shofar, y eso no es Dios, de esa manera el
autor aleja todo tipo de corporación de Dios, aun la más leve como podría ser
atribuirle a Dios la voz acústica.

[177] Cuando hablamos de eternidad, no sólo nos referimos a alguien inmortal,


es decir que vivirá para siempre, sino que al referirnos a Dios como Eterno,
aludimos a que existe desde siempre, o sea eterno tanto hacia el futuro, como
hacia el pasado, en otras palabras que Dios existe existirá y existió siempre.
Ver Guía de los Perplejos 57-58.

[178] Esto implica que no puede haber nada que existe antes que Él, por lo
tanto todo lo que existe fuera de Dios, ya sean existencias materiales como
espirituales (ángeles) fueron creadas y no que existen eternamente. Sostener
este principio implica afirmar la creación exnihilo y no como sostiene
Aristóteles que el mundo es eterno, es decir existió desde siempre. Lo que
llevó a Aristóteles a pensar así es la gran pregunta teológica que La creación
implica un cambio en la voluntad de Dios, es decir que la creación lleva a
preguntar ¿Qué es lo que hizo que Dios quiera crear ahora y no antes o
después? En otras palabras el problema sería que lo hizo pasar de Creador en
potencia (como lo era antes de la creación) a Creador en acto, con todos los
problemas teológicos que esto implica, y como ya explicamos en la nota
correspondiente al 3º principio. No obstante Aristóteles reconoce que la
existencia de Dios es la causa de todo aun de este universo y que su existencia
es más perfecta y sin Él el universo no existiría, y esta aparente contradicción
(de que si Dios es el que antecede a todo entonces el universo no puede ser
eterno, pues Dios existe antes que él, por lo tanto no es eterno el universo)
Aristóteles soluciona este conflicto explicando que en realidad el universo
depende de Dios y esto no contradice la idea de que sea eterno, pues es
automático, existe Dios – existe el cosmos, sería como el ejemplo de la luz y
la sombra, indudablemente la sombra es causada por una luz, sin luz no hay
sombra, no obstante, no podemos decir: la luz está antes que la sombra, sino
que ocurren al unísono, hay luz – hay sombra, así el universo sería como la
“sombra” de Dios. Hoy en día la ciencia demostró que Aristóteles se equivoca,
porque las estrellas no existieron desde siempre, sino que nacen y
desaparecen, es decir esto, junto con la teoría el Big Bang, dan por tierra con
la idea de un universo estático y eterno. En La Guía de los Perplejos,
Maimónides demuestra que Aristóteles no tiene pruebas lógicas tajantes e
irrefutables de que todo es eterno, sino que Aristóteles se inclina más por
esa opinión, pero no por razonamiento lógico. No obstante Maimónides
sostiene que la idea de un universo creado y no eterno, es más lógica, máxime
cuando tenemos la profecía que así lo afirma, entonces ¿por qué descartar lo
que afirma la profecía en Génesis basándonos en una “inclinación aristotélica”
que no está sustentada en axiomas lógicos? Con respecto a la pregunta
teológica que plantea la idea de la creación, Maimónides le recrimina a
Aristóteles, el hecho de que haya caído en el mismo error que él le recrimina
a los demás, tal es pensar en Dios con conceptos humanos, “antropomorfismo
intelectual” que ya comentamos en el 4º principio. Pues comprender la
Voluntad de Dios significaría conocer a Dios plenamente, lo que implicaría ser
Dios, pues ya dijimos que Dios y Su vida, son uno solo, tal como Dios y Su
voluntad y Dios y Su saber, y no que son dos cosas separadas como ocurre en
el ser humano, por lo tanto lo que está sucediendo en aquellos que plantean
esta pregunta es que parten de premisas erróneas entonces, por más que la
lógica sea correcta llegarán a conclusiones erróneas, y el punto es que al
suponer que la Voluntad de Dios funciona y actúa como el ser humano, (es
decir que tiene acto y potencia esta es la premisa errónea de la que parten)
entonces concluyen que no puede ser que haya una creación por parte de Dios
(pues implicaría un cambio), conclusión lógica correcta si la premisa fuera
correcta, pero al no serlo, tampoco lo es la conclusión. Y por ser que nosotros
los humanos, no sabemos cómo funciona la Voluntad de Dios, entonces no
podemos llegar a la conclusión de que la idea de la creación contradice la idea
de un Dios sin cambios.

Platón sostenía que todo parte de una materia que siempre existió, es decir
eterna. Lo que lo llevo a pensar eso es la ley física de que nada se pierde todo
se transforma, no puede de la nada existir algo, pues esto sería como decir
que a un triángulo se le agregue otro lado y no se transforme en un cuadrado
sino que siga siendo un triángulo, algo imposible, pues al agregarle otro lado
dejaría de ser triangulo, ya que la definición de un triángulo, como su nombre
lo expresa, es que tenga tres ángulos, y al agregarle un cuarto lado, poseerá
cuatro ángulos, lo que hace que sea un cuadrado y no un triángulo. La
respuesta, a Platón es que el absurdo lógico es absoluto pero el absurdo
científico (conocimiento del mundo) no es absoluto, puede ser que nosotros
todavía no conozcamos, ignoramos otros aspectos, pero eso no quiere decir
que es imposible, la ciencia empírica por definición no es absoluta, tomemos
por ejemplo un niño que desde que nació se lo puso en una isla sin ningún ser
humano y nunca vio una mujer, luego al hacerse adulto nos presentamos ante
él y tratamos de explicarle como funciona la naturaleza y explicarle que en
realidad él nació del vientre de una mujer, para este joven será imposible
creer semejante cosa, pues cómo sería posible entrar allí adentro, y poder
vivir sin oxígeno etc. Este razonamiento del joven es perfectamente normal
y es pura ciencia empírica, pues al vivir él en un mundo en el que desconoce
completamente semejante cosa que no la vio nunca ni se la imagina, entonces
jamás podrá pensar que es posible, hasta que lo vea, y ésto ocurrirá cuando
ya no esté en esa isla, o cuando le traigan una mujer embarazada y pueda
analizarla y comprobar cómo es posible, pero para ese entonces ya habrá
dejado de estar en la misma situación en la que estaba, es decir una isla sin
ningún ser humano. Igualmente le ocurre a Platón, que no puede concebir la
idea de una Creación de la nada.

¿Por qué para el judaísmo es tan importante el tema de la creación? Por tres
motivos, el 1º motivo es porque ello implica un objetivo, es decir que si hubo
una creación esto implica un Creador inteligente, y si es inteligente, entonces
Su creación implica un objetivo, pues ningún ser inteligente realiza actos sin
sentido. Por lo tanto el mundo tiene un objetivo, el ser humano tiene una
función en este mundo y por lo tanto debería tratar de alcanzarla (y eso se
hace por intermedio de los preceptos y la percepción de Dios) El 2º motivo es
que la creación hace que el milagro sea posible, pues cada milagro implicaría
que Dios está sumido en el tiempo y atentaría también contra la idea de que
Dios no cambia en cada instante, y al afirmar la creación, decimos que todos
los milagros ya fueron incluidos en el momento de la creación para que sucedan
en el momento que deben ocurrir, tal como dice el Pirke Abot: “Diez cosas
creó Dios en el crepúsculo del sexto día…” en donde nos relata la mayoría de
los milagros que luego veremos que ocurren en los distintos pasajes de la
Torah. Es decir que Dios, conocedor de todo, ya sabía que iba a llegar un
momento tal que el mar rojo debería partirse para dejar pasar a los hebreos,
que la tierra se iba a abrir para tragarse a Koraj, y así con el resto de los
milagros. El 3º motivo es fundamentar el tema del milagro mayor, que es la
Hashgaja –Providencia-, que existe relación entre el comportamiento humano
y el comportamiento de la naturaleza, es decir que dependerá de las acciones
del hombre; esto es algo que la ciencia no tiene cómo explicarlo y lo niega
rotundamente, ¿qué relación hay entre la lluvia y que yo me porte bien? Tal
como lo afirma el judaísmo. Pero si creo en la creación por parte de un Creador
inteligente cuya obra tiene un sentido, entonces Él es el que “programó” a la
naturaleza para que actúe de cierta manera pero cuando el hombre actúa bien
las cosas pueden ser distintas.

Si bien en el mundo observamos un orden perfecto, a pesar que esto


contradice la cuarta Ley de la termodinámica que todo tiende al desorden,
por lo tanto el orden nos está hablando de que esto no puede ser producto
del azar, por más que observemos un tarro de tinta derramado sobre un libro
no podemos creer que con el transcurso de millones de años ese libro de
tantas páginas fue escrito por casualidad al derramarse la tinta, máxime al
tratarse de un libro con una exquisita literatura. No obstante no debemos
confundirnos y suponer que ésta es la prueba tajante e irrefutable de que
existe un Creador, pues ésto se asemeja más a aquel que paseando por la luna
observa a lo lejos la bandera de Estados Unidos plantada allí desde hace
muchos años, esto no implica que los americanos hayan creado la luna, sino que
alguien además de él estuvo allí. En síntesis, el orden perfecto del cosmos me
está hablando de Alguien que lo ordenó y no necesariamente de que alguien lo
creó. (Seder y mesader). El Midrash explica este punto en forma fantástica,
allí nos cuenta acerca de Abraham y su búsqueda de Dios, y nos dice que el
descubrimiento de Dios por parte de Abraham ocurrió cuando Abraham vio
luz en el interior de la casa entonces supo que hay alguien en la casa. Nótese
que no dice que vio a alguien construyendo una casa, sino que vio a alguien en
el interior de ella.

[179] Maimónides en el Mishné Torah, Hiljot Avoda Zara -Leyes de la


idolatría- Cap 1º, nos explica que así fue como comenzó la idolatría. En la
generación de Enosh los hombres sabían que el sol y la luna, como todas las
estrellas eran creaciones de Dios y que cumplían Su Voluntad, como los
ministros del rey. Entonces ellos razonaron: “parte del honor del rey es
honrar a sus ministros” Así fue como comenzaron a rendirles honor al sol y la
luna, no pensando que se trataba de dioses o semi-dioses, sino como parte del
Honor y respeto a Dios. Con el tiempo las próximas generaciones vieron que
sus ancestros servían a los astros y también ellos continuaron haciéndolo,
pero ignorando que se trataba de honrar a los servidores de Dios, y así fueron
considerando semidioses a los astros para luego olvidarse completamente de
ese Dios incorpóreo, sustituyéndolo por esos cuerpos inertes. Sin duda al
principio la intención era servir mejor a Dios, pero en la práctica se tornó en
idolatría, es por eso que para el judaísmo el que reza a cualquier otro ente
(ángeles, almas de fallecidos, etc.) se considera como que está haciendo
idolatría (Mishné Torah, Hiljot Avoda Zara cap 2º)

[180] Por lo tanto no es a ellos a quien debe dirigirse para implorar


misericordia o que se apiade de nosotros, o que nos cure, etc. Ya que ellos no
tienen la posibilidad de cambiar el veredicto sino sólo Dios.

[181] Esto incluye la prohibición de rezarle a los muertos para que pidan
misericordia por los vivos. No obstante, dirigirse a las tumbas de los grandes
sabios y pedir a Dios para que por el honor o el mérito de esas ilustres
personas se apiade de nosotros, no contradice este principio pues le está
rezando a Dios y no a un intermedio.

[182] Este quinto principio es el que cierra la primera categoría de los


principios que tratan acerca de Dios. Además es un puente entre esta primera
categoría y la segunda, la que trata acerca de la profecía, pues aquí ya se hace
mención de que sólo a Dios es digno de Servir, por lo tanto este Servicio
Divino ya nos conecta con la profecía y la Torah que es donde nos es
encomendado el Servicio Divino y la manera de ServirLo.
[183] Este sexto principio, en algunas ediciones fue colocado erróneamente
en el séptimo lugar, debido a que en el sexto lugar fue contado el décimo
principio, como por ejemplo al final de los libros de oraciones, no obstante el
lugar original y más apropiado es el que figura aquí, que es el que le otorgó el
mismo Maimónides.

[184] Aquí comienza el segundo grupo de los trece principios, los que tratan
acerca de la Torah. El primero de este grupo es la profecía pues antes de
hablar de la Torah en sí primero hay que dejar sentada la idea de que existe
la profecía y luego entonces hablar de la Torah que se basa en la profecía.

[185] Profeta no es el que predice el futuro ni el que tiene poderes, esta no


es la esencia del profeta, a pesar que vemos que muchos profetas tienen estas
cualidades, sino que la esencia es que Dios habla con él y esto no ocurre con
cualquier persona, tal como piensan otras religiones. Maimónides en La Guía
de los Perplejos II parte capítulo 32 explica que hay quienes creen que Dios
hace profeta a cualquier persona ingenua de buenas a primeras, con tal que
sea una persona honesta. Esta no es la postura judía que sostiene que para
ser profeta primero hay que ser sabio, rico (no en dinero) y fuerte (no
físicamente hablando) es por eso que antes de pedirle que haga un milagro a
cualquiera que pregona o pretende ser profeta, nos fijamos si posee las
cualidades para serlo, de lo contrario por más que se trate de una buena
persona, con excelentes intenciones y que jamás haya mentido, no lo
consideramos profeta.

[186] El contacto con la “mente superior”

[187] La descripta en las líneas anteriores.

[188] Para una mayor profundización del tema, citaremos a Maimónides en


Hiljot Isodé HaTorah Capítulo 7º

I.- Una de las bases de la religión [Base de todo sistema religioso es la


existencia de un profeta que es el que trae la palabra de Dios, sin ello ¿cómo
podemos saber cuál es Su voluntad? ], es saber que Dios hace que el hombre
[A diferencia de otros sabios judíos (por ej. El Kuzari) Maimónides sostiene
que la profecía puede recaer aun sobre los no judíos. Como dice el Talmud,
“Atestiguo, que tanto hombre o mujer, siervo o sierva, el espíritu Divino, se
posa sobre ellos acorde a sus actos” es decir no dice como condición para que
tenga profecía el hecho de ser judío.] tenga profecía [Es decir derrama sobre
el profeta el espíritu de la profecía ].

La profecía no recae sino sobre el sabio grande en sabiduría [Esta opinión,


hecha por tierra la ingenua creencia de que Dios hace profeta a quien Le
plazca, de la noche a la mañana, sin depender de que aquel hombre sea sabio
o ignorante. Para profundizar sobre este tema, ver Guía de los Perplejos
parte II capitulo 32. Tal como afirma en el “Pirké Abot”, La profecía no recae
sino sobre el que es sabio, rico y fuerte. Rico es aquel que está contento con
lo que tiene, es decir que no corre detrás de las posesiones], y vigoroso en
cualidades; aquel que no es superado jamás por sus impulsos {o pasiones} de
ningún tipo, sino que con su propia capacidad, domina constantemente sus
impulsos {o pasiones}; además, es poseedor de un amplio, {agudo} y certero
discernimiento, en extremo.

Aquel que está ceñido de todas estas cualidades, con un cuerpo sano, habiendo
penetrado en el Pardes (física y Metafísica), imbuido por la profundidad de
esos temas, perfeccionando sus cualidades racionales para analizar y
concebir; elevándose cada vez más, apartándose del camino del vulgo que
transcurre en las tinieblas {de la ignorancia}; entrenando su espíritu hasta no
encontrarse en él ningún pensamiento mundano ni la insensatez de lo cotidiano
[El correr detrás de vanas y perniciosas grandezas], ni fantasías, sino que su
mente está orientada hacia las alturas [Aspectos espirituales], aferrada al
Trono Celestial, para concebir aquellas entidades superiores, elevadas y
sagradas, vislumbrando la sabiduría del Santo Bendito Él, desde el ente
superior, hasta el nivel terrenal, percibiendo la grandeza de ellos {alcanzado
este grado de perfeccionamiento}, inmediatamente la inspiración Divina se
posa sobre él.

En el momento en que la inspiración Divina recae sobre él, su alma se


entremezcla con el nivel de los ángeles llamados Ishim [los del nivel más
cercano al hombre], convirtiéndose en otra persona, y percibe por sí mismo,
que no es el mismo que era antes, sino que superó el nivel de los demás
hombres sabios, tal como fue dicho con respecto a Saul: “de manera que tú
profetizarás y serás transformado en otro hombre”(Samuel I 10:6)
II.- Los profetas ostentan diversos grados, tal como en la sabiduría hay
sabios superiores que otros sabios, así en la profecía hay profetas superiores
que otros. Todos {los profetas, cualquiera sea su nivel,} perciben la imagen
profética sólo en sueño o visión nocturna; o durante el día si han caído en
trance, tal como dice: ”en visión Me revelaré, en sueños le hablaré” (Números.
12:6). {Los profetas} en el momento de profetizar, todos sus miembros se
estremecen y su cuerpo desfallece hasta que queda inconsciente, {es cuando}
su mente queda libre para discernir lo que verá, tal como dice con respecto a
Abraham: “He aquí que un pavor y una gran oscuridad se abatían sobre él”
(Gen. 15:12), y como dice en Daniel: “Y vi la gran visión, y no me quedaron
fuerzas porque la lozanía de mi semblante se convirtió en palidez y me
faltaron las fuerzas” (Daniel. 10:8).

III.- Las nociones que se le revelan al profeta en la visión profética, se le


presenta en forma alegórica, quedando inmediatamente grabada en su mente,
la elucidación de dicha alegoría, hasta saberlo {claramente}. Como la “escalera
que vio Yaacob, nuestro padre, con los ángeles ascendiendo y descendiendo
por ella (Gen. 29:12), siendo todo ello una alegoría sobre los reinos y su
avasallamiento, tal como los “seres vivientes” que contempló Ezequiel
(Ezequiel. 1:5), como la “olla hirviendo” y la vara de almendro” que vio Jeremías
(Jeremías. 1:11-13), y el “rollo escrito” que divisó Ezequiel (Ezequiel. 2:9) y la
“medida (efá)” que contempló Zacarías (Zac. 5:6) y así el resto de los
profetas. En ocasiones perciben la alegoría y su aclaración, como los casos
citados, otras, donde nos relatan sólo la dilucidación y otras donde nos
describen la alegoría solamente sin descubrirnos su esclarecimiento, como
algunos pasajes de Ezequiel y Zacarías; mas, está claro, que todos los
profetas perciben sus profecías por medio de la alegoría o parábolas.

IV.- Los profetas, no profetizan en el momento que les place, sino que
predisponen su mente, logran un ánimo alegre y benévolo, y buscan
distanciarse, ya que la profecía no se obtiene por medio de la melancolía, ni
por medio de la ociosidad, sino por medio del regocijo.

Es por esto que los discípulos de los profetas portaban arpas, tambores,
flautas y violines, procurando {por intermedio de ellos} alcanzar la profecía,
a esto se refiere cuando dice: “Encontrarás un grupo de profetas bajando del
alto con un salterio y un tambor, una flauta y un arpa delante de ellos y
estarán profetizando”(Samuel. I 10:5) es decir se encaminan por los senderos
de la profecía, hasta que profetizaban, tal como suele decirse: “Fulano se
engrandece”.

V.- Los que aspiran a profetizar, se los denomina: “discípulos de los profetas”,
no obstante que preparen su mente, es posible que se pose la Presencia Divina
sobre ellos o que no se pose.

Es decir, la profecía, no es algo que depende solamente del hombre, puede


ocurrir, que el individuo haga todo lo que de él depende y aun así no reciba la
profecía, pues Dios no lo quiso. En otras palabras, para que alguien tenga
profecía depende de dos cosas: 1º que el individuo haga todo su esfuerzo y 2º
De la Volutad Divina.

[189] ¿Cómo saber si era un profeta verdadero o no? Maimónides cita en


Mishné Torah, Hiljot Isodé HaTorah, capítulo 8º: “El pueblo de Israel no
creyó en Moisés, nuestro maestro, por los prodigios que realizó, ya que aquel
que cree por los milagros, en su corazón anida la duda, al ser que es factible
que la señal fuera realizada por medio de un engaño o artimaña. Sino que todos
los milagros que realizó Moisés en el desierto, respondían a necesidades del
momento, no para aportar una prueba acerca de {la veracidad de} su profecía,
{por ejemplo:} fue necesario eliminar a los egipcios, entonces abrió el mar y
los hundió en él; precisaban sustentarse, les hizo descender el mana; estaban
sedientos, golpeó pues la roca {y extrajo agua de ella}; se revelaron contra él
la congregación de Koraj, fueron tragados por la tierra, y así con el resto de
los milagros.

Entonces, ¿en {base} a qué creyeron en Moisés? {La confianza en él quedó


sellada} en la escena del monte Sinaí. *Que nuestros ojos contemplaron y no
extraños, nuestros oídos lo escucharon y no otros; el fuego, los ruidos, el
fulgor, y Moisés se internó en la niebla y la Voz le hablaba a él y nosotros
escuchamos: “Moisés, Moisés, ve diles a ellos tal y cual cosa”, y así dijo él:
“cara a cara, habló el Eterno con vosotros” (Deuteronomio 5:4) y fue dicho:
“no con nuestros padres concertó el Eterno este pacto” (ibídem)”.

* También en el hebreo original utiliza adrede la primera persona del plural


(nosotros), aunque lo apropiado hubiera sido utilizar la tercera persona del
plural (ellos)(“sus” ojos vieron), en mi opinión no se trata de un detalle que se
le pasó por alto al autor, sino que se oculta una profunda enseñanza en este
pequeño cambio, algo que nos quiso insinuar entre líneas, ver Guía de los
Perplejos parte II capitulo 33. Si bien un profeta puede hablarnos y obrar
maravillas, nunca podremos tener una prueba 100 % segura, pues ¿Cómo puedo
saber yo realmente qué es lo que está pasando por su cabeza, tal vez me dice
algo, pero en realidad no es eso lo que está pensando, por lo tanto la única
manera de saberlo es poder escuchar cuando Dios habla con él, y para ello
hace falta ser profeta, esto es lo que va a suceder en la escena del monte
Sinaí en la cual todo el pueblo llegó a ese “nivel profético” en el cual percibió
que Dios le hablaba a Moisés.

[190] Vale la pena citar aquí lo que Maimónides escribe en Mishné Torah,
Hiljot Isodé HaTorah, capítulo 8º II:

“Ocurre entonces, que aquellos a quienes fue enviado {Moisés}, se


convirtieron en testigos de que su profecía es verdadera.

Demás está realizar para ellos una señal, ya que en este aspecto él y ellos
están en el mismo nivel, tal como dos testigos que presenciaron un evento
juntos, cada uno es manifestante de que su compañero está diciendo la
verdad, y no precisa exponerle pruebas al otro, así Moisés, nuestro maestro,
todo Israel puede testimoniar acerca de él luego de la revelación del monte
Sinaí, y por lo tanto, no precisa realizar para ellos un prodigio; esto es a lo
que le dijo el Santo Bendito Él a Moisés al comienzo de su profecía, cuando le
proveyó las señales a realizar en Egipto, y le dijo: “Escucharán tu voz” (Éxodo
4:1) Sabía Moisés, que el que cree por los prodigios, en su corazón anida la
duda, la desconfianza y los cuestionamientos, es por eso que se negaba a ir
argumentando: “Ellos no creerán en mi” (Éxodo. 4:1) hasta que finalmente el
Santo Bendito Él le hizo saber: “que esas señales no eran sino hasta la salida
de Egipto, luego de que hubieran salido y hubiesen presenciado la escena del
Monte Sinaí, se apartará de ellos las dudas con que desconfían de ti, puesto
que Yo te otorgo ahora un prodigio, para que sepan que soy Yo el que te envié
desde un principio y no queden dudas en sus corazones” es lo que dicen las
escrituras: “y ésta será la señal de que Yo te envié, al sacar al pueblo de
Egipto, servirán a Dios en este monte” (Éxodo 3:12).

En conclusión, todo profeta que surja después de Moisés, nuestro maestro,


no creemos en él sólo por los milagros que realiza, para que afirmemos: “Si
realizara una señal, le obedecerán en todo lo que les ordene”, sino {que
creemos en él} por el precepto que nos encomendó Moisés en la Torah: “Si
realizara una señal, a él obedecerán” (Deuteronomio 18:22) tal como se nos
prescribió decretar una sentencia con el testimonio de dos personas, a pesar
que no {podemos} saber plenamente si en realidad estos testigos dicen la
verdad o mienten, de la misma manera debemos escuchar al profeta, a pesar
de que exista una {mínima} duda acerca de la señal que realiza, si es verdadera
o pudo haber sido realizada por medio de trucos mágicos.

[Es decir, el milagro no es lo que va a determinar si creemos en él o no. Es por


eso que los judíos no se molestaron en determinar si Jesús realizó milagros o
no sobre las aguas o curando enfermos, pues aun otorgándoles a modo de
crédito esas maravillas que imaginan que hizo, todavía eso no lo hace un
profeta al que debemos oír, sino y principalmente lo que determinará si lo
escuchamos y obedecemos o no será lo que Maimónides dice a continuación.]
III- Por lo tanto, si un profeta hizo grandes prodigios y maravillas
persiguiendo contradecir la profecía de Moisés, nuestro maestro, es nuestro
deber desoírlo, y nos es claro que dichos prodigios y maravillas {que realizó}
fueron producto de engaños y trucos; por ser que la profecía de Moisés,
nuestro maestro, no está sustentada sobre milagros como para comparar las
señales de éste con aquel, sino que nuestros ojos vieron y nuestros oídos
oyeron, tal como él lo oyó. Este caso es comparable a testigos que pretenden
convencer a un individuo que vio con sus propios ojos un suceso, y ellos
aseguran que no vio {lo que vio}; en dicho caso, no los escuchará ya que tiene
la seguridad de que se trata de testigos falsos.

Por eso mismo nos advierte la Torah, que no obstante cumplirse la señal o
maravilla, no debemos escuchar las palabras de ese profeta, ya que él viene
con señales y prodigios para negar algo que hemos visto {claramente} con
nuestros propios ojos, y al ser que nosotros no basamos nuestra creencia en
los milagros, sino por el precepto que nos encomendó Moisés [Es decir que el
motivo por el cual otorgamos cabida a los futuros profetas, es porque la Torah
estableció dicho contacto con Dios], cómo podríamos desplazar con esta
señal, la profecía de Moisés que vimos y oímos [Pues sería una absurda
contradicción ya que la autoridad de dicho profeta emana de la Ley de Moisés
contra la que él está atentando, por lo cual, al burlar la Torah, pierde la
jerarquía que ella le otorga. Es como que está cortando la rama del árbol en
la que él mismo se sostiene, de seguro caerá}.”

[191] Cuando fue el evento del monte Sinaí y todo el pueblo escuchó cómo
Dios hablaba con Moisés, Dios le dijo que eso sería para que todo el pueblo
sepa que Él hablaba con Moisés y le creerían para siempre, es decir que esta
prueba serviría para siempre y no sospecharían nunca más de él. Por lo tanto,
forzosamente debemos admitir que en ese momento Moisés perdió el libre
albedrío para siempre, pues cómo Dios puede afirmar que Moisés será fiel
para toda la eternidad y creerán en él para siempre, todo tiempo que Moisés
tenga libre albedrío existe la posibilidad (aunque sea hipotética) que cambie
de opinión Moisés, se vuelva atrás o se vuelva un falso profeta (fuera de él
semejante cosa), es por ello que al llegar Moisés al nivel superior, allí le
entregó la Torah. Cuando estuvo en ese nivel dejó de tener libre albedrío y
entonces no cabe la posibilidad de que se vuelva atrás, tal como los ángeles
que no poseen libre albedrío (No nos referimos al libre albedrío para decidir
si quiere tomar té o agua, sino a temas trascendentes)

[192] Alguna limitación en su capacidad mental.

[193] Como ya vimos el profeta precisa tener una buena imaginación para
poder captar el mensaje Divino que viene a él como imagen hasta que el
profeta capta su sentido verdadero. Cuando más desarrollada sea su
imaginación, mayor será el grado de su profecía. Pero no hay que confundirse,
se trata de imaginación supeditada totalmente por la razón, como cuando un
profesor de física nuclear, al explicar un complejo sistema de reacción en
cadena, recurre a un ejemplo ilustrativo, que si los alumnos aplican
correctamente la imaginación podrán hacer las analogías necesarias entre el
caso y el ejemplo y entender mejor de qué está hablando el profesor, pero si
no lo hace así, sino que se deja llevar por los delirios de su imaginación sin que
ésta esté al servicio de la razón entonces estamos hablando de un lunático.
Para una mayor profundización del tema, aconsejamos leer la introducción al
Pirke Avot (Shmoná Perakim) de Rambam que traducimos junto a los
comentarios que allí agregamos. Así existen personas que poseen un
desarrollo imaginativo excepcional, como por ejemplo Mozzart que a pesar de
haber perdido la audición, siguió componiendo sinfonías y dirigiendo
orquestas, pues podía imaginarse cómo sonaría cada nota en cada instrumento
tocando al unísono. Sin duda esto requiere un desarrollo imaginativo bastante
elevado. Pero Moisés llegó a un nivel aún superior, pues él ya no precisaba de
su imaginación para captar el mensaje Divino, y este nivel no fue, ni será
alcanzado por otro mortal fuera de él, como ya lo expondrá al nombrar las
cuatro diferencias entre Moisés y los demás profetas.
[194] Maimónides en Shemoná Perakim divide al alma en cinco funciones
básicas, 1) Nutritiva, 2) Sensitiva, 3)Imaginativa, 4) Volutiva y 5)Racional.
Entonces resulta tal como ya lo mencionara Maimónides: {Los profetas} en el
momento de profetizar, todos sus miembros se estremecen y su cuerpo
desfallece hasta que queda inconsciente, {es cuando} su mente queda libre
para discernir lo que verá [Es decir, desconectada de la realidad (todas las
sensaciones corporales, sentidos, impulsos nerviosos, etc.) asignando la mente
los recursos mínimos indispensables para subsistir, dejando el cerebro
completamente disponible para ocuparse de pleno en los temas proféticos] y
en Moisés este nivel fue potenciado aún más pues también la facultad
imaginativa no era necesaria para hablar con Dios, así que también ella cesaba.

[195] Esto lo hará en la introducción al Pirke Avot, conocido como Shemoná


Perakim.

[196] Libro místico que fue escrito en forma alegórica y no literal.

[197] En realidad este compendio jamás lo realizó, aunque mucho de ello


figura en la Guía de los Perplejos, no obstante, su hijo: Rabí Abraham Ben
Harambam sí lo hizo, en el libro “Miljamot Ashem – Maamad al Dibre Jazal”
versión que hemos traducido bajo el nombre: “Coloquio acerca de los
aforismos y dichos de los sabios Hebreos”

[198] Se refiere a la introducción a la Mishná que estaba componiendo.


Aunque luego desarrollará el tema más profundamente en la Guía de los
Perplejos.

[199] Así lo hizo finalmente en Isodé HaTorah, en el segundo capítulo, inciso


10:.- ¿Qué es lo que Moshe pretendía captar cuando dijo: “Permíteme ver Tu
gloria?” (Éxodo. 33:18)? Lo que pretendía concebir era la verdadera esencia
de Dios, hasta conocerlo plenamente en su mente, tal como el conocimiento
de algún individuo que vio. Pretendiendo percibirlo en forma tan clara como
{por ejemplo} cuando divisamos el rostro de una persona cuya imagen queda
claramente grabada en nuestra mente, hasta el punto tal, de poder
diferenciar a dicha persona de todas las demás. De igual manera, ansiaba
Moshe, que la noción de Dios fuera tan clara que quedase diferenciada de
toda otra existencia; hasta poder concebir la verdadera esencia de Dios tal
cual Es. Y Dios le respondió que el ser humano, compuesto por cuerpo y
espíritu, no está capacitado para captar la verdadera naturaleza de este tema
en forma clara. Y le hizo saber Dios {a Moisés}, lo que ningún otro hombre
supo antes que él ni después de él, hasta el punto tal que captó algo de la
verdadera esencia, de modo que con este nuevo conocimiento, pudo
diferenciar al Santo Bendito Él, de las demás existencias. Tal como cuando
divisamos a una persona de espaldas con todas sus vestimentas, y con este
conocimiento queda diferenciada de todas las demás personas [Cuando
divisamos a alguien de espaldas, si bien no podemos reconocerlo a simple vista,
podemos diferenciarlo de los demás, por ejemplo: no es tal individuo porque
el que yo vi era mas bajo, ni es aquel otro porque el que yo ví tenía pelo largo,
etc.], esto es lo que insinuó la escritura al decir: “Verás Mis espaldas, mas Mi
rostro no verás” (Éxodo. 33:23).

[200] Ángeles. Pues los demás profetas no llegaron al grado tal de percepción
Divina como el que llegó Moisés. Sino que llegaron a percepciones inferiores,
el nivel de los ángeles, y eran ellos los que les transmitían la Voluntad o
mensaje Divinos. Así lo expresa Maimónides en el capítulo 2:7 de Isodé
HaTorah: Los diferentes nombres de los ángeles corresponden al nivel de
cada uno de ellos. Se los denomina: 1) Jaiot Hakodesh, son los que están en el
nivel superior, 2) Ofanim, 3) Arhelim, 4) Jashmalim, 5) Serafim, 6) Malhajim,
7) Elohim, 8) Bene Elohim, 9) Kerubim y 10) Ishim, Cada uno de estos nombres
con que son denominados los ángeles, corresponden a los 10 niveles {distintos}.
El nivel supremo, que sólo es superado por el nivel de Dios, es el nivel del ente
llamado Jaiot, es por ello que en visión profética fue dicho que están debajo
del Trono Celestial.

El décimo nivel, es el grado del ente denominado Ishim, y a este grupo


pertenecen los ángeles que se comunican con los profetas, o que se les
aparecen en visiones proféticas; por ello fueron llamados Ishim [En hebreo el
sustantivo Ish significa hombre (los nombres de los ángeles están citados en
plural, el singular de Ishim es: Ish )] , porque el nivel de ellos es cercano al
grado de percepción del hombre.
[201] En sueños.

[202] Para una mayor comprensión de este término ver Guía de los Perplejos1º
parte capítulo 37.

[203] En el sexto principio.

[204] Como es el caso de Baruj ben Neriá, ver Jeremías 45.

[205] Es decir, Aarón estaba en el nivel que no percibía la profecía en


cualquier momento que él quería.

[206] Se refiere a que la Torah, la totalidad del Pentateuco fue entregada


por Dios a Moisés y no como sostienen los gentiles o la crítica bíblica, que sólo
los diez mandamientos fueron dichos por Dios y el resto fue compuesto por
Moisés con su gran sabiduría y otras cosas fueron agregadas más adelante en
otras épocas. No obstante el alcance de este principio va más allá de la idea
de que la Torah fue entregada por Dios y no “inventada” por los sabios, pues
si es así cabe preguntarse: ¿Por qué decir que sólo la Torah es de origen
Divino y no decir que todo el TaNaJ (Biblia) de origen Divino? Al fin de
cuentas también los demás profetas es la palabra de Dios y no un invento de
ellos. La respuesta es que cuando decimos “Torah min Hashamaim” (Torah de
origen Divino) nos estamos refiriendo a que es la palabra de Dios en el nivel
de Moisés nuestro maestro. Tal como mencionamos en el principio anterior el
grado de profecía de Moisés es distinto que el de los demás profetas, es
superior no sólo en cantidad (Por ejemplo: ellos son 8 y Moisés es 10) sino que
es diferente en calidad, es distinta.

Cada profeta capta a Dios en su nivel y en sueño, en cambio, Moisés, en su


carácter de máximo nivel al que puede alcanzar un ser humano, Lo captó en el
máximo nivel, es decir que lo que Moisés dice es exactamente lo que Dios
quiso decir. Este tema merece una explicación aparte, no debemos pensar que
sólo Moisés es el que dijo la Voluntad de Dios y los demás profetas no, nada
más lejos de esto, sino que todos los profetas, en su carácter de profetas
verdaderos, expresan la Voluntad de Dios. Lo que sucede es que los demás
profetas, cada uno tiene su manera y estilo lingüístico para expresar lo que
percibieron, mientras que Moisés no posee un estilo propio sino que es
exactamente lo que captó; a este nivel se lo denominó “Dibur” “Habló”, en los
demás profetas no encontramos nunca esta expresión “Dibur” sino que dice
“Vaiomer” – “Y dijo”.

En los demás profetas, cuando expresan la visión que tuvieron, entra un poco
la personalidad de ellos en el relato, pues es como que cada profeta percibe
a Dios detrás de un velo, así por ejemplo, si el velo que ellos poseen es rojo,
verá las cosas con un tinte rojizo, mientras que otro profeta que posea su
velo color verde, verá lo mismo pero con un tinte verde, la imagen es la misma,
los dos vieron lo mismo y es verdadera su visión, lo que sucede es que en el
momento de describirlo con sus palabras ambos utilizarán su propio estilo, así
se dice que en el momento que el profeta Isaías va a describir la misma visión
que tuvo el profeta Ezequiel, lo hará en forma sencilla y sin explayarse,
mientras que el profeta Ezequiel relatará con muchos detalles, hasta el punto
de que los sabios dijeron: “Isaías es como un miembro del palacio que ve el
carruaje del rey a diario, mientras que Ezequiel es como un campesino que no
está acostumbrado a estar en el palacio y ver el carruaje del rey, es por eso
que lo describe con tanto lujo de detalles, mientras que Isaías no lo hace, a
pesar que los dos vieron exactamente lo mismo” Pero en el caso de Moisés,
nuestro maestro, él se anuló completamente, y por eso lo que él describe es
puro, exacto, la voluntad Divina expresada de la manera más exacta posible.

Insisto, no se trata de que los demás profetas están percibiendo otra cosa,
sino que si por ejemplo el profeta Eliahu hubiera tenido que escribir la
profecía de Génesis, probablemente hubiera utilizado otras palabras para
expresar esa idea que captó. Es por esta perfección de la Torah que sólo en
ella se aplican las 13 reglas hermenéuticas con las que se estudia y se deducen
cosas de la Torah, y no se aplican en el resto de los profetas, pues sólo en la
Torah cada palabra y cada letra está en su justo lugar, precisa y exactamente.

Debemos tener claro, que cuando Dios se comunica con un profeta no lo hace
utilizando palabras, los profetas captan conceptos, visiones y luego ellos lo
traducen en palabras para expresarlo a los demás. Moisés lo expuso con las
palabras más adecuadas cuyo campo semántico incluyen exactamente esa idea
y no dan lugar a otra cosa, no es que Moisés juega un papel, es decir que pone
algo de si, Moisés fue tan trasparente, ese velo que se interponía entre él y
la visión profética, que llegó al nivel máximo en el cual se anuló
completamente, no hay ego por parte de Moisés. Para ilustrar mejor lo que
queremos decir, tomemos por ejemplo cualquier traducción, siempre habrá en
ella algo del traductor, cómo él ve las cosas o cómo lo interpretó en base a
ello utilizará las palabras que a su criterio expresan la idea del autor de la
manera más clara y exacta posible. Si tomásemos dos buenos traductores,
observaremos que los dos traducirán el mismo texto pero no exactamente
igual, uno utilizará algunas palabras y el otro otras, en cambio en Moisés no
ocurre así. Entonces “Torah min hashamaim” quiere decir que es exactamente
la Voluntad Divina sin nada más.

Existen tres niveles distintos que son los que componen el “TaNaJ” (Biblia):
Torah, Neviim y Ketubim, uno es el de “Ruaj Hakodesh”-Inspiración Divina,
que es el nivel con el que fueron escritos los “Ketuvim”-Escritos, otro nivel
superior es el de la “Nevuah”-Profecía, que es el nivel de los “Neviim”-
Profetas y por último el nivel de Moshé que es la Torah. Todos estos son
distintos niveles de captación; la Torah es el máximo nivel, el de Moisés. Los
“Neviim” es el nivel de los profetas, cada uno con su estilo y el tercer nivel
de Inspiración Divina, ya no se trata del nivel de profecía.

Es por eso que este principio de “Torah de origen Divino” fue formulado
después de dejar en claro el nivel de supremacía de Moisés, pues para poder
entender esto previamente hay que saber el nivel de Moisés.

[207] Maimónides en la introducción al comentario de la Mishná relata la


forma en que eran transmitidos los preceptos de Dios a Moisés y de Moisés
al pueblo. Dios le dictaba a Moisés lo que escribir en la Torah escrita y luego
le explicaba los detalles de eso que le acababa de dictar (Torah oral).

[208] Esto hace referencia a lo que dijimos al comienzo de este principio al


referirnos al nivel superior de profecía de Moisés, que fue denominado
“Dibur”-“Habló”

[209] La palabra de Dios.

[210] Es decir no agregaba nada de él mismo. Tal como lo escuchaba lo escribía


sin agregar ni quitar nada.
[211] En hebreo literal: “MEJOKEK” -el tallador- ya que en aquella época, la
escritura era por medio del tallado sobre la piedra.

[212] Es decir, que tanto los versículos aparentemente más insignificantes,


como los más importantes, tienen el mismo estatus.

[213] Por ende no puede tener enmiendas o agregados, pues entonces no


estaba completa hasta que realizó la enmienda.

[214] Como los que citó en el párrafo anterior, versículos aparentemente más
insignificantes.

[215] Y no es considerado judío.

[216] Ya que sostiene que hay cosas más insignificantes que no hay que
prestarle atención, sólo hay que prestar atención a las cosas más importantes.
Pero si sostenemos que todo proviene de Dios, entonces aun los versículos
más insignificantes cobran importancia y nos cuestionamos ¿Qué es lo que
Dios quiso transmitirnos al agregar ese versículo, qué viene a agregarnos?,
¿Qué me enseña?, etc. Pues al considerar la Torah toda de origen Divino,
entonces ninguna letra está de más, como así también las palabras, pues si me
lo podía haber dicho utilizando una sola palabra y utilizó dos, entonces debe
haber algún motivo, pues la obra de Dios es perfecta.

[217] Por lo tanto si se topa con algún pasaje que no le encuentra sentido a
simple vista, no debe pensar que se trata de algo hueco y vacío, sino que debe
abocarse, dedicarle tiempo, leer qué opinaron los exegetas al respecto, de
esta manera, si se inviste de la humildad necesaria, es decir si puede asumir
la idea de que tal vez no todo lo sabe, entonces quizás esté abierto a escuchar
otras opiniones y aprender algo que no sabía y así descubrir la profundidad y
el sentido de ese pasaje.
[218] Es decir: “Dios, dame la posibilidad y la sabiduría para poder entender
la profundidad de la Torah”

[219] Es decir, la Torah Oral también es de origen Divino y no como sostienen


algunos, que se trata de la “interpretación” de los sabios, sino que en realidad,
como ya dijera Maimónides, Dios le dictaba a Moisés el precepto y luego Él le
explicaba verbalmente los detalles de ese precepto los cuales no eran
escritos sino que eran transmitidos oralmente y es lo que se dio en llamar:
Torah Oral. Por lo tanto, aquel que reniega de la Torah Oral y no la acepta o
sostiene que es un “invento de los rabinos” se autoexcluye del judaísmo.

En realidad, es imposible comprender o cumplir con la Torah escrita si no


contamos con la Torah oral, pues la Torah escrita es como títulos, pero sin
dar detalles, sólo están enumerados los preceptos pero los demás detalles
figuran en la Torah oral. Así sería imposible cumplir con el precepto del
Tefilín –Filatelia, si no contamos con la tradición oral, pues en la Torah
escrita, sólo fueron nombrados, pero no nos dice nada acerca del tamaño,
forma, color, contenido, de qué material confeccionarlos, etc Igualmente
ocurre con los demás preceptos. Aun más, sería imposible saber cómo leer la
Torah si no contáramos con una tradición oral, pues en la Torah no figuran las
vocales, que en hebreo se escriben con puntuaciones debajo de las
consonantes, por lo tanto cuando dice: “Guedí vejalab imó” podría leerse en
lugar de “Jalav”-leche, “Jelev”-sebo, entonces la prohibición no sería
entonces no comer carne con leche sino no comer carne con sebo y se
permitiría comer carne con leche, algo que no es así. El Talmud lo ilustró con
la siguiente historia, cierta vez, un hombre se presentó ante el sabio Hilel y
le dijo que estaba dispuesto a aprender la Torah a condición que sólo le enseñe
la Torah escrita y no la Torah oral pues no cree en ella. Hilel aceptó, para ello
le explicó que antes debe aprender a leer en hebreo y para ello debe saber
las letras, el hombre estuvo de acuerdo y ese mismo día le enseñó las cinco
primeras letras, la Alef, Bet, Guimel, Dalet y Hei. Eso fue todo por ese día,
al otro día cuando se presentó a estudiar, comenzó mostrándole las mismas
letras que aprendió el día anterior, pero ahora le dijo que no era la Alef, sino
que ese signo era la Lamed (otra letra hebrea), el hombre protestó y le dijo:
-¡Pero si ayer me dijiste que era la Alef!, a lo que Hilel le respondió: – ¡Pero
tu mismo dijiste que no aceptarías la tradición oral, ¿por qué me creíste lo
que te dije ayer?, ¿dónde está escrito que esa es la Alef y no la Lamed?! Así
queda claro, que es imposible entender el texto si no se cuenta con una
tradición oral.

[220] Moisés

[221] Esto quiere decir que no se anula, pero este concepto, tolera la
posibilidad de sumarle otra, como por ejemplo el nuevo testamento o el Corán,
para ello dice lo que sigue, “que no será cambiada”, pero esto tolera la
posibilidad de agregarle y quitarle cosas, para dejar eso de lado vienen los
demás conceptos, “no se puede agregar o quietar nada”, es decir el cuerpo de
la Torah, sus 613 preceptos no se puede modificar para nada. Los dos
primeros vienen para proteger a la Torah de influencias externas, como
nuevas religiones, lo otro es para la influencia interna del judaísmo, que
pretenda agregar, quitar, o reformar el cuerpo de la Torah.

[222] Es decir que no es algo cuya vigencia era para cierta época, sino que los
preceptos encomendados en la Torah son para todas las épocas, no como
sostienen ciertas tendencias dentro del judaísmo que afirman que ciertos
preceptos eran en aquellos tiempos, por ejemplo al referirse a las tareas
prohibidas en Shabbat aseguran por ejemplo que el encender fuego era digno
de ser prohibido en aquellos tiempos ya que encenderlo implicaba un “trabajo”
de frotar piedras hasta que salga una chispa, pero hoy en día es mucho más
sencillo encender un fuego, por lo tanto no está prohibido, esto es una
equivocación, pues no se percatan que la Torah es eterna y no cambia, y que
al decir no encender fuego, no se refiere al “Trabajo” de encenderlo sino a la
acción en sí de encenderlo. Igualmente hay quienes sostienen que el motivo
por el cual se prohíbe comer cerdo, es porque en la antigüedad existían varias
enfermedades en los cerdos como la triquinosis, etc. pero hoy en día que
existen las vacunas no deberíamos abstenernos de comerlo, también esto es
un error. Como dijimos la Torah no depende de las restricciones de la época
o la moda del lugar, sino que sus leyes eternas no pasan de moda. El respetar
a los padres, el no mentir, el no matar, no son cosas que regían en la
antigüedad pero que ahora son obsoletas, pues los valores y la verdad no
dependen de alguna época en particular, son para siempre.
[223] No como dicen los cristianos que hay un nuevo testamento, es decir que
Dios mismo la cambia por otra y deja de tener valor esta, algo así es
inconcebible, pues esto implica un profundo error en la concepción de Dios,
ya que estamos pensando que Dios es como los humanos, que dice algo y luego
se arrepiente.

[224] ¿Cuál es el motivo por el cual no se puede agregar nada? Porque la Torah
represente la verdad absoluta, lo más perfecto, y entonces no puede cambiar,
2+2=4 no cambia, siempre es así, tal como lo mencionamos en el principio
anterior, es por eso que este principio viene luego de afirmar el nivel de
profecía superior de la Torah.

¿Por qué los sabios agregaron más cosas? En realidad lo que los sabios hacen
es agregar cosas que ayuden a preservar los preceptos de la Torah y que no
pasen a ser poca cosa a los ojos de la gente. En ningún momento los sabios
sostienen que se agregue un precepto, sino que siempre los preceptos
entregados por Dios, serán 613, las normas que estipulan los sabios están en
otra categoría: ordenanzas de los sabios, cuyo rango es inferior a un precepto
de la Torah. Es decir que los sabios no agregan ni quitan nada a los preceptos
de la Torah, sino que estipulan normas que tienen un rango menor y cuyo
objetivo es proteger, hacer un cerco a la Torah. Cabe aclarar que los
mandamientos rabínicos tienen otro estatus, normas y reglas que son
completamente distintos a los mandamientos Divinos, tal como la diferencia
entre una orden dictada por el presidente de un país, para que rija en todo el
territorio y en todo momento y una orden dada por el celador de una clase
para mantener la disciplina en la escuela.

[225] Vale la pena agregar aquí lo que Maimónides escribe en Isodé HaTorah,
capítulo 9:1 1.- Está clara y expresamente dicho en la Torah que sus leyes son
de eterna vigencia, no son susceptibles de modificación, merma o añadidura,
pues está escrito: “Todo lo que Yo os ordeno, esto guardaos para cumplir;
nada le añadiréis ni le restaréis” (Deuteronomio 13:1) y fue dicho: “Herencia
para nosotros y nuestros hijos eternamente para hacer conforme a todo lo
escrito en esta Torah” (Deuteronomio 29:28).

De aquí se infiere que todos los preceptos de la Torah nos competen


eternamente, es lo que dice: “Leyes eternas para todas vuestras
generaciones”(Levitico 23:14) y está escrito: “Pues ella no está en los cielos”
(Deuteronomio 30:12); de donde se deduce que a ningún profeta le está
permitido introducir innovaciones en la Torah.

Por lo tanto, cualquiera, ya sea judío o no judío, que presentando señales y


prodigios, afirme que el Eterno lo envió para añadir o restar un precepto [se
refiere a la Torah escrita], o para dar una interpretación de cualquiera de los
preceptos [se refiere a la Torah oral] contraria a la que hemos oído de
Moisés, o diga que aquello que Israel tiene como preceptos no son para
siempre ni para todas las generaciones sino sólo temporarios [esto se refiere
a anular completamente la Torah], he aquí que se trata de un falso profeta,
puesto que viene a contradecir la profecía de Moisés.

{Quien afirme esto en nombre de la profecía}, es pasible de la pena capital,


por la perversidad de hablar en nombre del Eterno cuando Éste no se lo
ordenó, ya que Él, bendito Su Nombre, ordenó a Moisés que esta Ley fuera
para nosotros y para nuestros hijos hasta la eternidad, y Dios no es un hombre
como para mentir. O cambiar de parecer, es decir que una vez que se afirmó
que serían leyes eternas, es imposible que Dios le revele a un profeta que ya
no es necesario realizar tal precepto, (tal como presumen los cristianos, que
explican estos versículos acerca, que la Torah no cambiará, diciendo que Dios
se arrepintió, y al ser que ellos suponen que Dios puede cambiar o puede
arrepentirse, a la manera de los humanos, no es de extrañar entonces, que
hagan de un ser humano un Dios. Vemos que las diferencias son más de fondo,
es por eso que el judaísmo no tiene lo qué discutir con el cristianismo) por lo
tanto nos es claro que se trata de un falso profeta que está diciendo cosas
que Dios no le ha declarado y que de su propio corazón ha inventado tales
cosas.

[226] Como ya mencionáramos en la nota al comienzo del sexto principio, en


algunas ediciones este principio está ubicado, erróneamente, en sexto lugar,
mas en realidad su verdadero lugar es aquí, lo que posiblemente motivo tal
equivocación en el orden, sea, tal vez el hecho que este principio, otorga otras
perspectivas acerca de la perfección de Dios, me refiero a que, saber lo que
ocurre es más perfección que ignorarlo. Este principio tiene un aspecto
teológico claro, tal es el Conocimiento Divino, es decir Sus cualidades, y por
el otro lado, este principio incluye una parte básica para el ser humano en
forma personal, ya sea observante de los preceptos de la Torah o no, es decir,
la pregunta íntima que todos tienen: ¿Dios me conoce y sabe acerca de mí,
presta atención a lo que hago o no? Es por este segundo aspecto que es lógico
que la ubicación de este principio sea aquí, en esta tercera categoría, pues en
la primera categoría de los principios se trata acerca de Dios en sí mismo,
independientemente de la existencia de este mundo, y nuestro principio se
inscribe temáticamente en la tercera categoría en donde se trata de la
relación de Dios con la Creación, es decir, recompensa y castigo y para ello es
indispensable que Dios sepa lo que ocurre. Así también, este principio que es
el primero de la tercera categoría, marca el puente entre la segunda
categoría – que trata acerca de la profecía y el origen Divino de la Torah- y
la tercera categoría –que trata acerca de la recompensa y el castigo- pues,
como ya quedó claro en el sexto principio, para poder adquirir la profecía hace
falta que el individuo alcance ciertas perfecciones, tanto intelectuales como
morales, y sólo entonces es cuando es posible que Dios, si Él así lo desea, haga
recaer sobre tal individuo el espíritu de la profecía, esto implica que Dios
debe conocer el estado de cada individuo. Además, es la Torah la que asegura
que Dios conoce todo lo que sucede, tal como lo atestiguan los versículos que
cita Maimónides para corroborar este principio.

[227] El hecho de que Dios conoce todo es algo que se impone para los que
sostienen que Dios es perfecto y que controla el mundo, Providencia Divina, y
además tal como se afirmó en el principio anterior, el de la profecía, Dios
debe conocer al individuo para saber si es digno que sobre él se pose la
profecía o no, más aún, es indispensable para el establecimiento de
recompensa y castigo, es por esto que este principio antecede al que le sigue
en el cual pregona la recompensa y el castigo, pues si no conoce lo que cada
individuo hace, ¿cómo podrá saber a quién le corresponde recompensa y a
quién castigo?

[228] Esta es la opinión de Aristóteles. Lo que lo llevó a pensar así, tal como
lo explica Maimónides en La Guía de los Perplejos, parte II, es el hecho que
Dios está por sobre el tiempo, y afirmar que Dios sabe lo que hacen los
hombres -sostiene Aristóteles- implica rebajar a Dios a las limitaciones del
tiempo, pues el hombre actúa en ese ámbito (bajo las coordenadas de espacio
y tiempo). Además el saber de Dios impediría al hombre de su libre albedrío
–este tema lo expone también Maimónides en las leyes acerca del
arrepentimiento, [Hiljot Teshubá 5:5]- Pues si Dios lo sabe todo, entonces ya
sabe si este individuo va a hacer tal cosa o no, y una vez que Dios sabe con
anticipación que tal individuo va a realizar determinada cosa, es imposible que
ese individuo no lo haga, pues si así fuera, resultaría que Dios no supo, y esto
es algo absurdo. Entonces como consecuencia, aquel individuo está
“condenado” a hacer lo que Dios ya sabe que ocurrirá sin tener la posibilidad,
el individuo, de hacer otra cosa, y si no lo hace, entonces resultaría que Dios
no sabía que no lo haría, algo que ya descartamos.

Esta pregunta que aparentemente deja como alternativa que Dios no se mete
con lo que ocurre en la Tierra, es decir “Él elige no saber”, es la postura
preferida por Aristóteles, mas tú lector atento, percátate en la trampa
absurda en la que han caído con este razonamiento, fíjate cuán grande fue su
omisión, pues para alejar de Dios la imperfección del tiempo, le han atribuido
una falencia aun mayor, tal es la ignorancia de lo que ocurre.

Existe una segunda alternativa en la que deberíamos afirmar que


efectivamente el hombre no posee libre albedrío. Pero también esta postura
es irracional y ridícula para quien sostiene la fe judía y la lógica, pues toda la
Torah carecería de sentido, ¿cómo ordenar a alguien que haga determinada
cosa o que sea justo y correcto cuando ese individuo no posee el libre albedrío
para poder realizarlo?, ¿Cómo castigarlo por no hacer algo, que al fin y al
cabo, no disponía de la facultad de poder elegir hacerlo? -No obstante, no es
el lugar para extendernos en este punto, lo explicaremos en extensión en la
nota al final del principio número 11º. Sin embargo, la agudeza mental del gran
Maimónides nos abre la posibilidad a otra opción y de esta manera le responde
a Aristóteles demostrándole su error. Es lo que explica en el capítulo quinto
de las leyes acerca del arrepentimiento, [Hiljot Teshubá], donde esboza la
respuesta a este paradigma “Tal vez te preguntes: ¿Acaso Dios no sabe todo
lo que ocurrirá antes de que ocurra? ¿Sabía que determinado individuo iba a
ser justo o malvado o no lo sabía? Si ya sabía que iba a ser un justo, es
imposible que [ese individuo] no sea un justo y si dijeras que Él sabía que sería
un justo pero es factible [igualmente que ese individuo] sea un malvado,
resulta que Él no sabía. Has de saber que la respuesta a esta pregunta es más
extensa que la tierra y más profunda que el océano y muchos principios
fundamentales y nociones trascendentales están ligados a esta respuesta,
empero es preciso que sepas y comprendas esto que voy a exponerte: ya te
he explicado en el segundo capítulo de las Leyes de los Fundamentos de la
Torah [Hiljot Isodé HaTorah], que el Santo bendito Él, no sabe por medio de
un saber externo a Él, a la manera del hombre, en donde él y su saber son dos
[entes separados], sino que Él, elevado sea Su Nombre, y Su saber, son uno,
y le es imposible a la mente humana alcanzar a comprender esto plenamente,
tal como le es vedado a la mente humana la capacidad de comprender la
esencia misma del Creador, como fue dicho: “No me verá el hombre ni ningún
ser vivo” (Éxodo 33:20) así tampoco está en la capacidad humana captar y
comprender el pensamiento del Creador, es lo que el profeta dice: “Pues no
son Mis pensamientos como vuestros pensamientos y no son Mis caminos como
vuestros caminos” (Isaías 55:8) y por cuanto que así es, no poseemos la
capacidad para comprender cómo es que el Santo bendito Él, conoce a todas
las criaturas y sus respectivas acciones, pero sabremos, sin la menor duda,
que los actos de los hombres están en manos de ellos y Dios no lo obliga o
decreta sobre él actuar de determinada manera…” es decir que a pesar de
que Dios conoce los pensamientos y acciones del ser humano, éste sigue
conservando su libre albedrío, es algo que la mente humana no está capacitada
para comprender. Aparentemente pareciera que Maimónides no está
respondiendo a la pregunta, o que la respuesta es que nosotros no sabemos,
(tal como le recrimina a Maimónides el comentarista Raavad) pero en realidad
el que profundiza en las palabras de Maimónides y comprende la agudeza de
lo que se dijo, (tal como lo hace el sabio y uno de los mejores comentaristas
del Mishné Torah, Or Sameaj-Rabi Meir Simja Cohen) lo que en realidad nos
está diciendo es que arribar a esta conclusión -que el conocimiento por parte
de Dios de las acciones del hombre anula su libre albedrío- se debe a lo que
se conoce con el nombre de “antropomorfismo intelectual”, antropomorfismo
es atribuirle a Dios formas humanas, “antropomorfismo intelectual” es
atribuirle a Dios actitudes intelectuales humanas, es decir que pensamos que
Dios piensa a la manera que piensan los hombres y esto no es así, tal como lo
dijo el profeta Isaías: “Pues mis pensamientos no son como vuestros
pensamientos y mis caminos no son como los vuestros” Por lo tanto las
conclusiones a las que arribamos utilizando el “antropomorfismo intelectual”,
al ser que la premisa es errónea -pues Dios no piensa a la manera que pensamos
nosotros- su conclusión también lo es. Es decir también en este caso, por ser
que no podemos saber cómo funciona ni cómo es el conocimiento de Dios –pues
conocer la forma en que Dios sabe, implicaría conocer a Dios, pues Él, bendito
es, y Su saber son uno- entonces no podemos arribar a ninguna conclusión en
ese ámbito. Y este es el error que cometen quienes creen que el conocimiento
de Dios anula el libre albedrío, pues ellos están dando por sentado que Dios
piensa a la manera que pensamos los hombres, primero sabemos algo y luego
eso ocurre, e imaginan que de idéntica manera ocurre con Dios, por lo tanto
ellos razonan erradamente: “Si Él ya lo sabe así, es imposible que no ocurra
eso, por lo tanto una vez que Dios sabe lo que hará determinado individuo es
imposible que ese individuo deje de hacerlo” pero en realidad no es así, como
ya lo hemos explicado y aclarado.

Percátate de este punto, pues es muy sutil y muchos lo han pasado por alto.
Esta respuesta magistral de Maimónides a Aristóteles, ha dado por tierra
con el razonamiento de Aristóteles, y lo genial es que lo hizo utilizando el
propio método que Aristóteles sostuvo, tal es que Dios es distinto a nosotros,
más no se percató Aristóteles, que su propio razonamiento, en este caso, se
encontraba impregnado de este error.

[229] Si bien este versículo está expresado en leguaje humano, no debe


entenderse en su literalidad sino en su sentido figurativo. Esto es claro y
obvio para cualquiera, pues nadie en su sano juicio puede suponer que Dios
tenga ojos, o que necesite de ojos para ver. Dios sabe todo sin necesidad de
estar ahí, pues tal como ya mencionáramos anteriormente, Su saber es
distinto al nuestro, no se trata de una diferencia de cantidad sino que es de
calidad. Y así como la ciencia de Dios es distinta a la nuestra, también es
distinta la manera en que esa ciencia llega a Él es decir la manera en que Él
percibe es distinta a la manera en que nosotros percibimos.

[230] Es decir que Dios sí sabe lo que ocurre y lo que hace cada uno, aun en
sus fueros más íntimos. Los sabios suelen afirmar, que cuando el ser humano
es juzgado luego de su muerte todos sus actos son traídos a su presencia para
demostrarle la veracidad y justicia del juicio y el veredicto que se ha dictado
acerca de él y si no lo ve así, podrá argumentar en su defensa, aun las
conversaciones más íntimas entre él y su esposa serán expuestas en su juicio.

[231] Este principio encierra en sí la idea de que Dios castiga y recompensa a


los hombres, este es un tema muy espinoso pues muchas veces en la realidad
vemos que ocurren cosas que acorde a nuestro juicio no le deberían haber
pasado a esa persona. Hubieron quienes, ante la imposibilidad de poder
explicar la existencia del mal junto al conocimiento de Dios, es decir, la
pregunta ¿Si Dios sabe que determinado individuo va a hacer algo mal o causar
daño a alguien, por qué no actúa y lo detiene? ¿Por qué le permite dañar a los
demás que no se lo merecen? Y para justificar a Dios –como si Dios precisara
abogado defensor- en su insensatez, argumentaron que en realidad Dios no
quería que las cosas sucedan así, pero en realidad “no pudo hacer nada” para
impedirlo (como lo hace en el libro: “¿Por qué a las personas buenas les pasan
cosas malas”) Fíjate a lo que han llegado a afirmar estos individuos, en sus
delirios, es decir para justificar este problema y debido a que la ignorancia
los alejaba de la respuesta correcta, rebajaron a Dios, de Todopoderoso a
limitado -¡Fuera de Él semejante imperfección!- algo ridículo a todas luces.
Sobre este tipo de opiniones se aplica lo dicho: “El tonto, cuando abre su boca
–para hablar- anuncia a todos su estupidez” (Eclesiastés) y cualquier mente
sana sabrá darse cuenta que este tipo de opiniones son esgrimidas por quienes
tienen más buena voluntad que sabiduría y esa buena voluntad no los califica
para hablar y opinar sobre estos temas profundos y delicados pues su
insensatez supera por mucho a su inteligencia.

[232] Este tema merece un análisis más profundo, que tal vez lo edite como
tema separado, pues en este principio se esconde la gran pregunta: Si Dios
recompensa a los buenos y castiga a los malos ¿Por qué observamos en la vida
diaria que a las personas buenas le pasan cosas malas? Y ¿Por qué a las
personas malas les va bien y prosperan?, si bien esta segunda pregunta es más
fácil de contestar, la primera fue producto de muchos debates y dilemas
desde tiempos remotos se ha tratado de dar una respuesta satisfactoria a
este dilema. En la Biblia se aborda este tema con su respuesta en el Libro de
Job y en Salmos en el Cántico para Shabbat, entre otros, no obstante estas
respuestas son muy profundas y no todos las han logrado captar y entender,
hasta el punto tal que se han dado distintas explicaciones al libro de Job cada
cual explicando la respuesta a esta pregunta, de otra manera.

Son varias las respuestas clásicas que se han esbozado para este dilema:

a) Algunos, entre ellos los cristianos, opinan que el sufrimiento de los justos,
es para expiar por los pecados de los malvados y es por ello que veremos a
personas completamente buenas que padecen grandes sufrimientos, pero eso
se debe a que él debe expiar los pecados de sus contemporáneos. Esta opinión,
es totalmente ajena y contraria a lo que judaísmo pregona, pues está claro
que la Torah sostiene que cada hombre es juzgado por sus propias acciones y
no por lo que hagan los demás, tal como dice el versículo: “No serán muertos
padres por hijos ni hijos por padres, cada hombre por su propia trasgresión
será condenado”, el Talmud, también es claro en este tema al expresar: “¿Los
padres comerán dulces y sus hijos sufrirán el dolor de muelas?”

b) Dentro del judaísmo están las que sostienen que en realidad se trata de
una prueba, es decir que cuando vemos a una persona buena sufriendo en
verdad se trata de una prueba a la que está siendo sometido por parte de
Dios, para demostrar que realmente es un justo y merece gran recompensa.

c) Hay quienes dicen que cuando observamos que a una persona buena le
suceden cosas malas en realidad eso ocurre para hacer a aquel individuo más
meritorio y de esa manera acrecentar su recompensa en el mundo venidero.

d) Otros, recurriendo a la justicia Divina estricta, aducen que en realidad los


sufrimientos que padecen las personas justas en este mundo son para espiar
por aquellos pequeños errores o transgresiones que han realizado en sus vidas
para que de aquella manera, cuando muera, sólo le quedará disfrutar de la
recompensa por las cosas buenas que realizó. En cambio con los malvados,
ocurre al revés, es decir, Dios les recompensa en este mundo por las pequeñas
cosas buenas que hizo para que de esa forma, al morir, sólo le quede afrontar
su castigo, pues la recompensa ya la ha recibido.

e) Otra opinión sostiene la teoría de la reencarnación (a diferencia de las


anteriores esta respuesta no fue esbozada por ninguno de los sabios del
Talmud, no obstante figura en el libro Zohar y en el Ari z”l–sabio cabalista-
por otro lado, fue cuestionada por otros sabios como por ejemplo Abraham
Ibn Ezra y Maimónides) Esta teoría responsabiliza a los pecados cometidos
en vidas anteriores como la causa de los sufrimientos del justo sin aparentes
motivos en el presente.

f) Una cuarta opinión sustenta la idea de que se trata de algo que aparenta
ser malo pero en realidad se trata de algo bueno para él, y que muchas veces
transcurrido una etapa de tiempo él mismo puede comprobar que lo que
sucedió y que pensaba que era algo malo, en realidad fue para bien, por
ejemplo una muerte prematura de alguien bueno puede ser explicada, acorde
con esta opinión, diciendo que fue quitado de este mundo para que no sufra
cosas malas que sucederán, o para que muera como justo porque Dios sabía
que si seguirá con vida en medio de esa sociedad terminaría él mismo
estropeándose.

g) Otros afirman que los humanos, con nuestra limitada mente, no podemos
juzgar qué es bueno y qué es malo, pues venimos a la vida cuando la historia
ya ha comenzado y nos vamos de ella antes de que ésta acabe, por lo tanto no
podemos emitir un juicio al respecto.

h) Otra respuesta a este tema, nos habla de lo que los sabios talmúdicos
denominaron: “Isurim veahaba” –sufrimientos por amor- es decir que no
necesariamente todos los sufrimientos deben ser tomado como castigo,
producto de algo malo que realiza el ser humano, sino que el dolor, también
pueden ser un trampolín que lo eleve aun más. Si bien esta postura se parece
a la expuesta anteriormente en el inciso c), se diferencia de aquel en el hecho
de que allí se establece como seguro que ese sufrimiento le hará alcanzar un
nivel superior, mientras que este concepto de “Isurim veahaba”, no da por
garantizado que alcanzará un nivel más elevado, dependiendo de la actitud
moral e intelectual del individuo que lo padece.

i) Existe otra opinión más elevada y compleja, como así también completa,
sostiene que en realidad el verdadero mal y el verdadero bien tienen que ver
con la lejanía y cercanía-percepción- de Dios que posee ese individuo, por lo
tanto si se observa con detenimiento veremos que muchas de las cosas que
llamamos “buenas” en realidad no son así, pues en realidad no nos acercan a
Dios y muchas cosas “malas”, nos acercan a Él, es decir, el verdadero bien es
el mundo venidero donde podremos alcanzar la mayor percepción de Dios y el
mayor mal, la lejanía de Él. Es lo que se puede observar del libro de Job y de
varios salmos por ejemplo el versículo de Salmos que dice: “Aunque anduviere
por el valle de la muerte, nada temeré, pues Dios está conmigo” No se refiere
a no temer porque Dios lo salvará, pues si así fuera debería haber dicho: “No
temeré, porque nada me pasará” sino que el significado es que cualquier cosa
que pase, no es verdaderamente mala, siempre que se nos permita conservar
la cercanía de Dios, que es el verdadero y más preciado bien que puede
alcanzar el hombre.

Pero ya me extendí demasiado sobre este tema y no es este el lugar para ello.
Lo importante es saber que aunque nuestra mente todavía no haya alcanzado
la madurez intelectual ni esté entrenada en esta área, como para poder
elucidar estos temas –es decir poder comprender la justicia Divina- debemos
saber que ella –la justicia Divina- existe, y que es justa, que Dios sí
recompensa a los justos y castiga a los malvados.

Debe quedar claro que no me estoy refiriendo a lo esgrimido en la postura del


inciso g) de esta misma nota, sino que me refiero a que todo judío debe tener
manifiesto y claro que Dios hace justicia, a pesar de que, todavía su mente no
logre entender por qué ocurren tales cosas, no obstante, cuando se vuelva
más versado en el estudio de la Torah y el Talmud, tal vez llegue a ser de
aquellos estudiosos que pueden comprender la forma con que Dios maneja al
mundo y poder él manejar sus asuntos de esa manera, tal como se nos
encomendó en el precepto: “Y te encaminarás en Sus sendas” es decir obrar
como actúa Dios.
[233] Al principio de este compendio, cuando trata acerca de la recompensa
verdadera para el que cumple los preceptos, en donde cita los distintos grupos
de creencias y expone Maimónides la verdadera y más elevada recompensa.

[234] Cabe preguntarse, ¿por qué Maimónides no incluyó el libre albedrío


como uno de los principios básicos del judaísmo? Si el judaísmo, a diferencia
del islamismo, no cree en el fatalismo, es decir que todo ya está destinado,
sería propio que lo exprese como uno de los principios del judaísmo. El motivo
lo explica el propio Maimónides en la introducción que compuso al comentario
de la Mishná de Avot, más conocido como: “Shemoná Perakim”, pasaré a citar
textualmente parte del octavo capítulo:

La falacia del destino.

Ciertamente te hemos aclarado este tema, para que no consideres verídicos


los delirios con los que suelen engañar los astrólogos; pues ellos afirman que
la fecha de nacimiento es lo que caracterizará al hombre como virtuoso o
denigrado, y que tal persona está destinada a comportarse de tal forma. No
obstante, tú sabes que es algo aceptado dentro de la Torah y también por los
filósofos griegos, como ya se han verificado sus verdaderos argumentos, que
los actos del ser humano dependen únicamente de él. No hay determinismo
con respecto a ellos ni tampoco hay una influencia exógena que lo incline hacia
las buenas cualidades o hacia las malas; si bien existe la disposición de su
temperamento, como ya aclaramos, que le hace más fácil o más difícil una
conducta; no obstante, (la idea) de que ya está condenado a actuar de tal
manera o abstenerse de algo, no existe en absoluto.

Si el ser humano hubiese estado determinado en sus conductas, a) no tienen


sentido los preceptos de la Torah y sus advertencias, siendo todo una gran
falacia, ya que no habría libre albedrío en el actuar del ser humano.

b) Del mismo modo, la postura del determinismo, quita sentido al estudio y la


educación, además del aprendizaje de los oficios, ya que todo esto sería vano,
pues de todas formas, según esta teoría, el ser humano estaría determinado
de modo exógeno según los que sostienen así, a ser atraído a realizar
determinado hecho, a adquirir cierto conocimiento e incluso a adquirir
conducta ética establecida.

c) Más aún, la recompensa y el castigo serían una injusticia absoluta, ya sea


entre el hombre y su prójimo, como entre Dios con los humanos. Así, acorde
al determinismo, si Shimón que asesinó a Reubén, si hubiera estado destinado
a asesinar a Reubén, y este último destinado a ser asesinado: ¿por qué Shimón
ha de ser castigado? Y ¿cómo es posible que Dios, Justo y Recto, lo castigue
por un hecho que estaba determinado a realizar, e incluso si hubiese intentado
no hacerlo no hubiera podido?

d) Asimismo, se anularían además todas las preparaciones: construir


viviendas, ahorrar dinero, escaparse en momentos de miedo, y todo lo
semejante, porque si se decretó que algo debe ocurrir es imposible que no
ocurra.

Todo esto es una completa mentira, que contradice a la lógica y lo que se


percibe (en la vida diaria), además, destruye la construcción de la Torah y
atribuye injusticia a Dios, fuera de Él semejante falta.

El libre albedrío.

Sin embargo, verdaderamente, no cabe duda que los actos de los seres
humanos dependen únicamente de él, si quiere lo hace, si quiere no lo hace,
sin nada que lo destine ni obligue al respecto, por lo tanto es apropiado
encomendar al ser humano: “¡Observa! he puesto hoy ante ti la vida y lo bueno,
la muerte y lo malo… y escogerás la vida.” (Debarim 30:15-19)

De tal modo, el libre albedrío fue entregado a nosotros, y se impone entonces


el castigo para el trasgresor y la retribución para el disciplinado: si escuchan
(habrá bendición), si no escuchan (habrá maldición (Deu.m 11:27-28). Por lo
tanto es un deber el estudio y la enseñanza: “Las enseñarás a tus hijos y
meditarás en ellas, en tu casa y cuando andes por tu camino, al acostarte y al
levantarte” (Ibíd. 11:19). “Llamó Moshé a todo Israel y les dijo: Escucha
Israel los decretos y los juicios que yo te he declarado en tus oídos hoy, las
enseñarán y cuidarán de hacerlas.” (Ibíd. 5:1)

Maimónides era conciente que en el Talmud existen algunos sabios aislados


que opinan distinto, es decir que aparentemente sostienen la doctrina del
destino y en su responsa al respecto a los sabios de Marceille propone tres
posibilidades para explicar la opinión de esos sabios: 1) Que en realidad aquel
sabio del Talmud, no quiso decir lo que nosotros entendemos literalmente de
sus palabras, es decir que se está expresando en forma alegórica, 2) Que
aquel sabio del Talmud, se expresó en un lenguaje exagerado, es decir para
darle mayor énfasis a lo que quería transmitir, recurrió a la exageración o 3)
El tema estaba lejano a su entendimiento, es decir, utilizó una expresión
respetuosa y sutil para afirmar que el sabio que sostenía la doctrina del
destino, estaba equivocado.

[235] La era mesiánica, pertenece a este mundo material; y como toda cosa
de este mundo, es un intermedio para alcanzar un ideal superior, es decir el
Mundo Venidero. Tal como dijo más arriba, en esta misma introducción: “En
aquel tiempo la rectitud, integridad y espiritualidad abundarán y de esta
manera se harán meritorios del mundo por venir” o como dijo en el Mishné
Torah, “Hiljot Melajim”, que es donde establece las normas y leyes de los
reyes de Israel y el Mesías: “No ambicionaron los sabios y los profetas la era
mesiánica, sino para poder disponer de más tiempo para la dedicación a la
Torah y su sabiduría… para poder hacerse acreedores de la vida en el Mundo
Venidero, como dijimos en Hiljot Teshubá –Leyes del arrepentimiento.” A
continuación citaremos textualmente lo que dice allá en el capítulo 9:2: “Por
este motivo, anheló todo Israel, profetas y sabios la era mesiánica, para que
sean liberados del dominio de los reinos –imperios- malvados que no le
otorgaban a Israel tiempo ni permiso para dedicarse con tranquilidad al
estudio de la Torah y sus preceptos… para aumentar su sabiduría y de esa
forma alcanzar un mayor nivel en el Mundo Venidero, pues en aquellos días –
la era mesiánica- abundará la sabiduría la inteligencia y la verdad, pues está
dicho: ‘Se llenará la tierra del conocimiento de Dios’ y ‘No se entrenarán más
para la guerra’ y está dicho: ‘Y les transformará Dios vuestro corazón de
piedra’ y por ser que el Mesías será un rey de la dinatía de David, estará
dotado de mucha sabiduría, más que la del Rey Salomón, y será un gran
profeta, cercano a Moisés, nuestro maestro, por lo tanto –él- enseñará a todo
el pueblo y les indicará el camino de Dios, y todos los pueblos acudirán a
escucharlo, como está escrito,… mas la recompensa última y el bien póstumo
que carece de falencia, es la vida en el Mundo Venidero, pero la época
mesiánica es en este mundo, el cual seguirá su curso natural, -el único cambio
será- que el reino –autonomía e independencia- retornará a Israel, y ya han
expresado los sabios: ‘la única diferencia entre nuestros días y los del Mesías,
es el sometimiento a las demás naciones

-retornará el reinado a Israel-. Maimónides, rechaza enfáticamente la visión


ilusoria de una época mesiánica como un mundo completamente distinto,
milagroso, todo celestial. A los ojos del autor esto es una percepción infantil,
en sus palabras: “No te imagines que el Rey Mesías, debe realizar milagros y
maravillas o crear cosas nuevas en el mundo o revivir muertos o cosas por el
estilo que sostienen los insensatos, pues Rabí Akiva, uno de los más grandes
sabios de la Mishná, era el escudero de Bar Kojbá y él –Rabi Akiva- solía decir
acerca de bar Kojba, que era el Mesías, y supuso él como la mayoría de los
sabios de aquella época, que en efecto se trataba del Rey Mesías, hasta que
finalmente fue muerto –Bar Kojba- y por cuanto que murió, se supo que no era
el Mesías, mas los sabios no demandaron de él un milagro ni alguna maravilla.”

[236] El término Mesías proviene del vocablo hebreo Meshiaj, que


literalmente significa: ungido. Se consagraban así a los reyes y profetas de
Israel, pues se los ungía con el aceite de unción (con el cual Moisés ungió a
Josué como líder después de él)

[237] Es decir, suponer que no vendrá.

[238] Jabakuk (2:3)

[239] En las distintas épocas han surgido falsas especulaciones acerca de la


fecha en la que surgirá el Mesías, pero esto, en todos los casos tuvo un efecto
negativo, a pesar que la intención era buena y muchas veces eran sugeridas
por algunos rabinos cuya intención era incentivar y estimular al pueblo en el
cumplimiento de los preceptos ante la inminente llegada del Mesías, no
obstante, como dijimos en la mayoría de los casos a la larga fue negativo pues
la gente de a poco fue perdiendo su convicción en este tema pues veían que
no se cristalizaba en la realidad y suponían que era todo mentira, no solamente
lo relacionado con este tema sino que ahora dudaban de todos las demás cosas
que dice la Torah profiriendo un daño muy grande al judaísmo, es por eso que
no se deben hacer especulaciones ni premoniciones acerca de la llegada del
Mesías, pues es algo que Dios no nos lo ha revelado.

Existen en el Talmud dos opiniones acerca de los detonantes que acercarán


la llegada del Mesías, hay quienes afirman que surgirá cuando la mayoría del
pueblo judío se aleje completamente de la Torah y sus preceptos, y otros que
sostienen que el Mesías surgirá en una generación en la que la mayoría de la
gente respete la ley de la Torah. Maimónides se inclina a favor de esta última
opinión.
[240] Talmud Babilónico, tratado Sanedrín, pagina 97 folio b.

[241] Acorde a lo que escribe Maimónides la responsa a los habitantes de


Temán –Higueret Temán- y en el Mishné Torah, “Hiljot Melajim”, que es donde
establece las normas y leyes de los reyes de Israel y el Mesías, pareciera que
la visión del autor con respecto a la era pre-mesiánica sería algo así: primero
regresará parte del pueblos Israel a la tierra de Israel (porque no puede
haber un rey sin un pueblo) y se establecerán un rey para ellos (alguien que
los gobierne), pues no puede existir un rey de Israel fuera de la tierra de
Israel, y recién después, posiblemente luego de varios reyes, se revelará el
Mesías y materializará las visiones proféticas acerca de la era mesiánica,
vencerá a las naciones que lo rodean y que se le oponen, reconstruirá el Templo
de Jerusalem (todas estas acciones, obviamente precisan que parte del
pueblo de Israel se encuentre ya en la tierra de Israel) y luego reunirá a todo
el restante del pueblo de Israel en la tierra de Israel.

[242] El Mesías no será un súper hombre o un ángel, Maimónides, como ya lo


mencionara más arriba cuando se refiere a los Tiempos Mesiánicos, sostiene
que se trata de un hombre de carne y hueso que será muy sabio, más que el
rey Salomón y que reinará haciendo prevalecer la justicia de Dios, la Torah y
haciendo el bien, llegando la sociedad a su máximo apogeo y realización, una
época y un reino ideal. No obstante Maimónides enuncia al final del Mishné
Torah, leyes acerca de los reyes de Israel –Hiljot Melajim- que en aquella
época nada de la naturaleza cambiará, sino que las cosas continuarán
funcionando acorde a las leyes naturales igual que hasta ahora; el gran cambio
será en el aspecto socio-político, en el cual el pueblo judío será regido por un
sabio rey que los acercará al conocimiento de Dios y Sus leyes. Llevando
también al resto del mundo hacia el camino de la verdad y la justicia.

Maimónides es consciente que en el Talmud existen dos opiniones, una que


sostiene que en la época del Mesías la naturaleza cambiará y viviremos cosas
milagrosas, y otra opinión sostiene que las leyes naturales no cambiarán y
todos aquellos versículos que aparentemente nos describen una naturaleza
distinta a la que conocemos hoy en día, como ser que el cordero convivirá con
el león, se refieren a una metáfora, es decir que ya los hombres o empresas
más agresivas no perseguirán ni se aprovecharán más del indefenso, y así con
el resto de los versículos. Maimónides se inclina por esta segunda opinión.
[243] Tal como lo expresó el autor más arriba: “El motivo de nuestro anhelo
y sed por la era mesiánica, no es por estos beneficios y riquezas, ni para
montar en lujosos vehículos, tampoco para beber exquisitos vinos, tal como
piensan los simples dentro de nuestra religión, sino que el verdadero motivo
por el cual los profetas y los virtuosos aspiraban tanto la época mesiánica y
con tanto empeño se aferraban a ese anhelo, es por la sociedad de justos que
se erigirá y las buenas costumbres que en ella imperará, como así también la
abundancia de la sabiduría, la justicia e integridad de aquel rey grande en
erudición y cercano a Dios, como dice: “ el Señor me dijo, tú eres mi hijo, hoy
te he dado a luz” (Salmos 2:7) El cumplimiento de los preceptos de la Torah
en aquella época no será una molestia o fastidio ni los harán por imposición,
pues está dicho: “Y no dirá más el hombre a su compañero, ni el hombre a su
hermano: ¡conoce a Dios!, ya que todos Me conocerán, desde los pequeños
hasta los grandes” (Jeremías 31:33), “puse mis fueros en medio de ellos”
(Jeremías 31:32), “Y mudaré vuestro corazón de piedra por un corazón de
carne” (Ezequiel 36:26) y abundan los versículos al respecto. De esta forma
obtendrán una gran percepción del mundo por venir, que es el verdadero
objetivo”.

[244] Y al burlarse, está poniendo en ridículo a la Torah y lo que ella afirma.

[245] Números capítulos 23 y 24.

[246] Se refiere al que contradice la norma de que el rey de Israel sólo puede
ser aquel que desciende de esa familia real. Si bien Maimónides sostiene que
puede surgir un rey para el pueblo de Israel que no sea de la dinastía de David
quien reina en forma temporal y no sobre la totalidad del pueblo, no obstante
al referirse al Mesías imperiosamente éste debe ser descendiente del rey
Salomón. No sólo esta condición debe cumplir, sino también debe pelear las
luchas de los judíos, es decir, en contra de todo aquel que se levante contra
los principios judíos o contra Dios, como así también contra los antisemitas.
Otro aspecto en el cual se destacará el Mesías es que acercará a los judíos
al cumplimiento de los preceptos. Si posee estos tres aspectos: linaje real,
luche las guerras de los judíos y acerque el corazón de los hebreos a la Torah,
entonces este individuo tiene las propiedades que lo califican para ser Mesías
y si logra hacer regresar a los judíos a Israel y fortalece el reino y construye
el Templo de Jerusalem entonces sabremos con certeza que se trata del
verdadero Mesías. Es por eso que uno de los más ilustres sabios talmúdicos,
el famoso Rabí Akiva consideró a Bar Kojba como el Mesías, pues guerreaba
las guerras de los judíos contra los romanos que los acosaban e impedían el
cumplimiento de la Torah, era descendiente de la dinastía de David, mas
cuando Bar Kojba murió en manos de los romanos, supo que en realidad no era
el Mesías”, hasta aquí es cita de lo que Maimónides enuncia en el Mishné
Torah, leyes acerca de los reyes de Israel.

Así también en nuestros días, varios eruditos y grandes sabios judíos poseían
el potencial para ser Mesías en caso que Dios así lo disponga, no obstante una
vez que estos sabios fallecieron, sabremos con certeza que no eran Mesías.
Cabe recalcar que en el judaísmo no existe la creencia cristiana de que el
Mesías morirá y luego resucitará.

[247] Como ya lo mencionara más arriba El Mesías, fallecerá, y su hijo reinará


en su lugar, y luego el hijo de su hijo, dato que viene a confirmar, que el mundo
continuará su curso natural también en la época del Mesías. No obstante
Maimónides afirma: “Su reinado se extenderá por muchos años y los años de
vida de los hombres también se incrementarán” y como dijeron los sabios: “la
gran asamblea cuando se reúna, no se dispersará rápidamente”. Cabe
preguntarnos: ¿Qué ocurrirá luego de esos muchos años? Pues las
expresiones: “Su reinado se extenderá por muchos años” o “no se dispersará
rápidamente” nos hablan expresamente que no se trata de una realidad
eterna. ¿Acaso sostiene Maimónides que el hombre y el mundo serán
destruidos o se inclina por la idea que el mundo existirá para siempre? En la
presente obra, Maimónides no encara esta cuestión, pero en su Opus Mágnum,
La Guía de los Perplejos, en la segunda parte capítulo 27 y 28 le consagra un
destacado lugar a esta cuestión. La conclusión a la que arriba es que no existe
ninguna obligación de creer que este mundo dejará de existir en algún
momento. Si bien el mundo fue creado, es decir no existió desde siempre, sino
que tuvo un comienzo, esto no quiere decir que análogamente tendrá un final.
En el capítulo 29 establece Maimónides que la idea de que el mundo dejará de
existir es algo que no figura en los profetas ni en las palabras de los sabios;
no obstante lo afirmado en el Talmud, Sanedrín 97a : “Seis mil años se
mantendrá este mundo y luego se desmoronará”, esta afirmación es
rechazada por Maimónides con tres argumentos: 1) La frase que dice: “se
desmoronará” no implica necesariamente que el mundo dejará de existir, sino
que existirá pero en un estado de destrucción, 2) Esta postura es minoritaria
y es sustentada por un solo sabio y hay otros sabios que se oponían a esa
postura, por ejemplo en el Talmud Rosh Hashaná 31 a, además de las palabras
del propio Rey Salomón quien sostiene: “No hay/habrá nada nuevo bajo el sol”
y la destrucción del mundo, si en efecto ocurre, es una gran novedad. 3) Esta
opinión fue dada en un aspecto especial, es decir, que no se trata
necesariamente de una comprensión textual. Es factible que Maimónides haya
interpretado esta frase como un desmoronamiento o destrucción espiritual
que ocurrirá luego del sexto milenio, que tal vez acarree junto con ello una
gran destrucción material. Tal vez esto ocurra luego de la era mesiánica, pues
a pesar que “la gran asamblea cuando se reúna, no se dispersará rápidamente”
se entiende que finalmente, después de mucho tiempo, también ella será
dispersada, posiblemente por las debilidades humanas; y luego de esto
comenzará un nuevo ciclo de la historia de la humanidad. Tal vez sea esta la
respuesta de Maimónides al cuestionamiento: Si los trece principios del
judaísmo son eternos y para todas las épocas, resulta que en la era mesiánica,
ya no serán 13 sino 12, pues el principio de la llegada del Mesías ya no será
actual, y esto no es así, sino que seguirán siendo 13, pues de estas últimas
palabras podemos deducir que será un ciclo en la historia de la humanidad,
que por períodos tendrá épocas de oscurantismo y bajeza, pero Dios hará
surgir luego un Mesías, justo que ayudará a la humanidad a remontar los
niveles superiores a los que el ser humano está capacitado para llegar.

[248] Aquí concluye la tercera categoría de los principios, los cuales podrían
ser resumidos de la siguiente manera: Conocimiento por parte de Dios de lo
que hacen los hombres, juicio y castigo, control de Dios de la historia y lo que
sucede y la intervención Divina mediante el milagro.

[249] Si bien aquí lo menciona en forma escueta, este principio se refiere a


que los muertos resucitarán, no se trata de un lenguaje metafórico o
alegórico, sino que en realidad se refiere a lo que se entiende literalmente.
Obviamente estamos hablando de algo “anti-natural” o para hablar con
propiedad, algo que está fuera de la norma, algo anormal. No obstante esto
no es un impedimento pues la naturaleza la estableció Dios desde los seis días
de la creación, por lo tanto si Él dispuso la resurrección de los muertos,
entonces necesariamente esto es parte de la naturaleza, no obstante es algo
fuera de lo que normalmente estamos acostumbrados a ver.
¿Cuál es el objetivo de esta resurrección?, ¿Para qué hace falta que vuelvan
a vivir? ¿Acaso no había aclarado ya el autor al principio del presente tratado,
que el objetivo final y el máximo bien es el mundo por venir? Entonces si ya
lo alcanzaron ¿Para qué hacerlos volver a este mundo?

Lo primero que hay que aclarar es que la resurrección de los muertos no le


ocurrirá a todos, sino sólo a los justos, tal como dijeron los sabios del Talmud:
“Las lluvias benefician tanto a los justos como a los malvados [pues hace
crecer la cosecha que alimenta a todos indistintamente] pero la resurrección
de los muertos es sólo para los justos” Entonces, podríamos explicar que la
resurrección de los muertos no es una meta en sí misma, sino que es un medio
para alcanzar el gran objetivo de la vida, que, como ya dijera el autor, se trata
del mundo venidero. No obstante, está claro que la manera de alcanzar el
mundo venidero y hacernos merecedores de él, depende de este mundo y la
manera en la que nos preparamos para eso, hasta el punto que los sabios
compararon este mundo con el pasillo o la antesala del palacio real, es el lugar
por el cual debemos atravesar para llegar ante el palacio del rey, no podemos
ingresar en él sin antes transitar por ese pasillo; también la antesala es el
lugar en donde nos podemos arreglar, corregir y retocar nuestra “apariencia”
antes de presentarnos ante el rey. Así entonces este mundo es el lugar en el
cual podemos prepararnos y “entrenar” nuestra alma para que pueda percibir
a Dios y de esa manera nuestra alma quedará ligada a Él y Su eternidad. Si no
lo hacemos aquí entonces nada tendremos allí, tal como dijeron los sabios en
forma alegórica: “Aquel que no preparó su comida antes de Shabbat, entonces
¿qué comerá en Shabbat?” y el Shabbat fue comparado al mundo venidero.
Nótese qué fino hilaron los sabios al expresar esta frase, pues no dijeron: “El
que no prepara, no comerá” como si se tratase de un castigo, sino que más
bien se trata de la consecuencia lógica y natural de su actitud, ¿si no se
preparó cómo podrá percibir a Dios?

Es importante saber que en el mundo venidero existen distintos niveles, no se


trata de estar adentro o afuera, sino que así como en un teatro no sólo
importa si entra o no a la sala, sino que es importante la ubicación que posee,
habiendo mejores lugares que otros para disfrutar la función, así también
ocurre con el mundo venidero, dependiendo de nuestros méritos el lugar que
alcanzaremos en el más allá.

Todos sabemos que no en todas las épocas el estudio de la Torah y el


cumplimiento de los preceptos fue algo sencillo, no era lo mismo dedicarse al
estudio y profundización de la Torah en la época del rey David que en la época
de la inquisición, entonces, no sería justo que alguien que vivió en una época
en la cual el cumplimiento de los preceptos era difícil, mal visto y hasta
perseguido, motivo por el cual, ese individuo no pudo alcanzar su máximo
potencial, tenga un nivel inferior en el mundo venidero que aquel que alcanzó
el que se crió en otra sociedad en la cual se fomenta el crecimiento espiritual
y el cumplimiento de los preceptos, que con poco esfuerzo ya superó por
mucho al que vivía en una sociedad hostil al mundo de la Torah. Para ello Dios
dispuso, que aquellos que realmente sean meritorios, puedan tener otra
oportunidad y re-vivir en una época ideal [la del Mesías] para poder entonces
alcanzar su máximo potencial y hacerse merecedores de un nivel superior en
el mundo venidero, que, como ya está claro, ese es el verdadero objetivo. Es
decir se trata de otra chance que Dios otorga a los justos para que viviendo
en una sociedad ideal puedan elevarse más y alcanzar una recompensa mayor,
esto es, un nivel superior en el mundo por venir.

[250] En esta misma obra, el inciso Nro. 5, no obstante el autor se vio obligado
a escribir todo un compendio sobre este tema titulado: “Coloquio acerca de
la resurrección de lo muertos” que se encuentra entre sus responsas.

[251] Cabe preguntar aquí: Si este es uno de los trece principios eternos del
judaísmo, ocurrirá que cuando los muertos resuciten, y dejará de existir este
principio, y entonces ya no serán más trece sino doce. Para responder a esta
pregunta ver el final de la nota del principio anterior. Pues como ya dejará
explicado Maimónides, el objetivo final es el Mundo Venidero, mientras que
este mundo continuará su curso natural, eso quiere decir que continuarán
naciendo y muriendo nuevos seres humanos y los justos entre estos últimos,
es decir los que nacieron luego de la resurrección de los muertos, también
tendrán ellos mismos el mérito de la resurrección de los muertos, como
mecanismo para poder ascender en su posición en el Mundo Venidero.

Fuente: http://masuah.org/filosofia-y-preceptos/pensamiento-judio/13-
principios-de-la-fe-por-maimonides/

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