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Efesios 4:24 Y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad

de la verdad.

Cuando Dios creó al hombre lo hizo sin ropas, pues no había nada qué esconder, nada
de que avergonzarse. La relación entre el hombre y Dios era perfecta, sin embargo, el
hombre cae en pecado, traspasa la voluntad del Señor y de allí tiene su origen
precisamente la ropa.

Génesis 2:7 Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban
desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. El pecado hace
que el hombre vea su condición, se da cuenta que su exterior puede delatar o
descubrir lo que hay en su interior. Por lo tanto, el hombre al sentirse avergonzado
trata de ocultar su pecado, y para ello hace ropas para ponerse encima con el fin de
esconder, disimular o aparentar.

Pero estas ropas que se hicieron no les servían, por lo que Dios mismo tuvo que
confeccionarles su primer vestido con las pieles de los animales sacrificados. Génesis
3:21 Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.

Desde entonces, el hombre ha buscado esconder, aparentar o disimular lo que es.


Existe una gran variedad de ropa como la de trabajo, la deportiva, la formal, de playa,
de descanso, de gala, de noche, etc.

El vestido tiene como propósito principal dar una imagen ante los demás, y con ello se
muestra la personalidad del individuo.

El vestido nos permite establecer relaciones con los demás. Si vas a buscar empleo, te
pones traje o por lo menos vas de la manera mejor presentable; buscarás dar una
buena imagen a quien te entrevistará. De la misma forma nuestra personalidad nos
permite socializar con los demás: nuestra forma de hablar, de tratar, de saludar, de
sonreír, etc., nos ayudan a abrirnos puertas o cerrarlas. Hay gente que tiene cara de
enojada, y nadie se le acerca, deducen que es agresiva, y se convierte en una persona
aislada y solitaria, hecha así por ella misma.

Hoy el Señor quiere que usemos un nuevo vestido, es decir, que tengamos una nueva
personalidad, una nueva forma de ser: la de Jesucristo.

Para adquirir el carácter y la personalidad de Jesucristo es necesario volver al estado


original. Génesis 1:27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó;
varón y hembra los creó.
a. Recuperar Su imagen en mí. (Col. 3:10; 2 Cor. 3:18) Este es el propósito:
adquirir la imagen de Dios en mí. Una imagen perdida por el pecado, y que tiene
que ver con la personalidad de Jesucristo. Que nuestra personalidad sea como
la de Jesús. Como él era. Inspirar a los que nos rodean lo que Jesús inspiraba.
Influir en los demás conforme a su propósito.

b. Recuperar Su semejanza en mí. (1 Jn. 3:2) Esta es la otra parte, a Su


imagen y conforme a Su semejanza, ambos propósitos se han de cumplir,
debemos trabajar para volver a adquirir las características con las que Dios al
hombre y que nosotros echamos a perder.

c. Llegar a ser incorruptibles. (1 Co. 15:53) Es necesario que nos analicemos


para saber si realmente estamos vistiendo de tal forma que dejemos de ser
corruptos. Dios no es corrupto, por tanto ser a Su imagen y a Su semejanza,
significa que hemos de ser tal como Él es, dejando a un lado aquellas cosas que
tenemos y que Jesús no tiene en su personalidad.

d. Que nuestra apariencia exterior sea la de Cristo. (Ro. 13:14; Gá.


3:27) Estamos revestidos de Cristo para que cumplamos con el propósito de
Dios. Esta vestidura tiene que ver con nuestra lucha continua contra nuestra
propia carne, donde nosotros somos los culpables de que la carnalidad se
manifieste, pues somos nosotros quienes le proveemos para sus deseos.

Existen dos tipos de ropa: la interior y la exterior. En el sentido espiritual también


existe la ropa interior y la ropa exterior, la ropa que nadie ve que traemos puesta va
siempre debajo del vestido exterior. ¿Por qué ponerse un vestido que nadie ve? Para
sentirnos cómodos, bien, a gusto. Y la falta de la ropa interior o la exterior nos traerá
graves consecuencias a nuestra vida.

En lo espiritual, el vestido interior, el que nadie ve, nos permite estar bien con Dios,
resistir los ataques de la carne y del enemigo y salir victoriosos. Es el vestido que nos
ponemos cuando estamos en la intimidad con Dios, igual que la ropa interior, conocida
también como ropa íntima. Hay muchos cristianos que desean agradar a Dios, pero que
viven en derrota, que quieren abandonar el pecado, pero no pueden, que desean
alcanzar las promesas de Dios, pero las ven tan lejos que se les hacen
inalcanzables (Ro. 7:15-25).

¿Cuál es el vestido espiritual interior? La Armadura de Dios Ef. 6:10-11 Este


vestido interior tiene varios propósitos:
 Te da la victoria cuando te ataque el enemigo. Ef. 6:12-13 Quienes nos
acarrean problemas no son los que nos rodean: el cónyuge, los hijos, los
hermanos, no es el jefe, que son de sangre y carne, sino un enemigo espiritual al
que no vemos, pero que molesta, ataca, fastidia, pues vino a hurtar, matar y
destruir.
 Dan poder para vencer y vivir en el Espíritu. Is. 52:1 La vida cristiana se
vive en el Espíritu, hablamos de andar de triunfo en triunfo, pero en ocasiones,
andamos de derrota en derrota, en realidad es que se nos olvida el vestido
interior, el espiritual, el que nadie ve, y que pensamos que no es tan importante.
 Permiten andar en la luz. Ro. 13:12 Jesucristo es la luz y quiere que
nosotros como Su imagen y semejanza seamos luz. Satanás opera en el terrenos
de las tinieblas, pero cuando nosotros nos vestimos conforme el Señor, no nos
puede hacer frente.

¿Cuál es el vestido exterior? Las actitudes hacia los demás. El que todos ven, el
que refleja lo que realmente somos ante los demás. Es la ropa que todos pueden ver,
que les puede llamar la atención, que les puede gustar, la que les puede causar una
grata impresión, una molestia, puede ser fea, maloliente, sucia, rota, puede causar
asco, lástima o rechazo. Cuantas ocasiones hemos visto a alguien sumamente sucio en
el metro, el microbús o en un lugar público y nos apartamos para que no nos ensucie.
Cuidado con tus actitudes para con los demás porque la gente se apartará de ti. ¿Qué
debemos mostrar a quienes nos rodean?

 Rectitud y justicia. Job 29:14 Una característica de Dios es se justo.


Tratar con amor, sin abusar, dando a cada quien lo que necesita o se merece.
Cuando alguien es justo, la gente se le acerca, confía en él, le agrada tratar con
una persona así. Lo contrario a cuando alguien es reconocido como injusto.
 Fruto del Espíritu. Col. 3:12-14 Desarrollar como parte de nuestra
personalidad el fruto espiritual. Un árbol frutal, da frutos para la gente, nunca
he visto un árbol comiéndose sus propios frutos, siempre quienes disfrutan de
ellos son quienes están alrededor del árbol. La ropa usted la usa, pero quien la
ve es le gente que está a su lado.
 Cambio de hábitos y deseos. 1 Pe. 2:2 ¿Qué deseaba antes y qué deseo
ahora? ¿Qué hábitos tenía antes y cuáles ahora? Los hábitos afectan a quienes
nos rodean. Hoy día se habla de la contaminación intramuros, ocasionada por el
hábito del cigarro y sus efectos en quienes conviven con fumadores. Pero
cualquier hábito afecta o beneficia a quienes nos rodean, les son molestos, o les
son de bendición. Los vicios son hábitos que perjudican a quienes rodean a la
persona con vicios.
 Justicia, santidad y verdad. Ef. 4:24 Cualidades de un vestido digno. Una
persona que se viste de santidad y de verdad, bendice además de que recibe
bendición en sí mismo.
¿Cómo cambiar mi vestido? Esta podría ser la pregunta natural a hacer y por lo tanto
hay una respuesta de un proceso natural que es: desvestirse, bañarse y vestirse, ya
que nunca nos debemos vestir con ropa limpia sin bañarnos primero, ni nos ponemos
ropa limpia encima de ropa sucia.

Zacarías 3:3-4 Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba delante del
ángel. 4Y habló el ángel, y mandó a los que estaban delante de él, diciendo: Quitadle
esas vestiduras viles. Y a él le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho
vestir de ropas de gala.

No hagas más el pecado, vive en santidad.


Dios te bendiga.

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