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LA MACROESTRUCTURA
SECO, Manuel (2002). “El primer nivel: la macroestructura del diccionario”. El laberinto de las palabras:
Introducción a los diccionarios. Ciclo de conferencias. Madrid: Fundación Juan March:
http://www.march.es/conferencias/anteriores/voz.asp?id=55
ÍNDICE
3. LA MACROESTRUCTURA ................................................................................................................... 4
1
Uno de los placeres de la vida es encontrar las
imbecilidades de los diccionarios. Para mí, en especial,
constituyen una cierta forma de venganza contra el
destino, porque mi abuelo el coronel me enseñó desde
muy niño que los diccionarios no sólo lo sabían todo, sino
que además no se equivocaban nunca.
En general, un diccionario de lengua está integrado por varias partes, con pocas
variaciones de unos a otros. En primer lugar, se presentan el título de la obra y los nombres de
los autores. A continuación, el índice; un preámbulo (a veces, también un prólogo de una
persona ilustre ajena a la ejecución de la obra1), una descripción de las características del
diccionario, unas instrucciones para su uso dirigidas al lector, la relación de las abreviaturas,
símbolos y signos que se han utilizado, todo ello paginado en números romanos. A
continuación numerado ya en arábigos y empezando en la página 1, a la derecha, el
cuerpo del diccionario; es decir, lo que conocemos como definiciones, en general ordenadas
alfabéticamente de la A a la Z. En muchos casos, tras el cuerpo del diccionario se pueden
encontrar apéndices de muy distinto tipo; por ejemplo, gramaticales, con la conjugación de los
verbos, las declinaciones de los pronombres… Pero también, a veces, ilustraciones, tablas,
listados, etc., etc.
El cuerpo del diccionario está constituido por los denominados artículos lexicográficos,
unidades autónomas encabezadas por una unidad léxica que se conoce como lema (o entrada,
palabra entrada, cabecera, o voz guía, entre otros términos, según los autores), que suele
figurar en minúsculas (a no ser que se trate de un nombre propio que exija la mayúscula
inicial), con una tipografía algo mayor que la del resto del artículo y letra negrita. A continuación
en general, tras un punto sigue el resto del artículo (lo que a grandes rasgos conocemos
como definición), compuesto por diferentes partes que veremos al tratar la microestructura del
diccionario (tema 3).
Veamos un ejemplo de artículo lexicográfico del DRAE de 2001 (Diccionario de la
lengua española, de la Real Academia) cuya entrada o lema es año y que contiene varias
subentradas:
año1. (Del lat. annus). 1. Astr. Tiempo que tarda la Tierra en dar
una vuelta alrededor del Sol y que equivale a 365 días, 5 horas, 48
minutos y 46 segundos. || 2. m. Período de doce meses, a contar
desde el día 1 de enero hasta el 31 de diciembre, ambos inclusive.
|| 3. m. Período de doce meses, a contar desde un día cualquiera.
(…)
Acepciones
~ común. 1. m. año que consta de 365 días.
~ de gracia. 1. m. año de la era cristiana.
~ de jubileo. 1. m. año santo.
~ de la nana, ~ de la nanita, ~ de la pera, o ~ de la polca. m.
coloqs. Época remota. (…)
Subentradas
Aunque en lo fundamental todos los diccionarios se rigen por criterios muy similares,
cada uno tiene su sistema de convenciones y una mayor o menor complejidad de lectura en
función muchas veces de la información que ofrezcan.
Veamos, por ejemplo, el artículo caramelo, más sencillo que el anterior, en el DLE:
Y el mismo artículo en el DEA, con tres grupos de acepciones (I, II, III), correspondientes al
sustantivo, al adjetivo y a una locución adverbial, respectivamente; y cuatro acepciones (1, 2, 3,
4), la última de las cuales está constituida por una subentrada (a punto de caramelo):
3
2. LOS CONCEPTOS DE MACROESTRUCTURA Y MICROESTRUCTURA
Utilizando los símiles que emplea Manuel Seco, podemos comparar el diccionario con
el cuerpo humano, compuesto por un esqueleto (la macroestructura) y una parte carnosa (la
microestructura), inseparables la una de la otra si no queremos que se derrumbe el organismo
completo. También lo compara Seco con un edificio habitado por palabras que podemos
observar desde dos perspectivas: por un lado, podemos fijarnos en las palabras que se alojan
dentro de él (la macroestructura) y por otro, en las habitaciones que ocupan esas palabras, y
en las que guardan todas sus pertenencias, que enseñan a quienes vamos a visitarlas (la
microestructura).
Los términos macro y microestructura los acuñó la lingüista francesa Josette Rey-
Debove (1971: 21). Dio el nombre de macroestructura (o nomenclatura) al «conjunto de las
entradas ordenadas, siempre sometida a una lectura vertical parcial», mientras que
denominaba microestructura al «conjunto de las informaciones ordenadas de cada artículo (…)
que se leen horizontalmente después del lema». Sin embargo, la mayoría de los autores
actuales utiliza el término macroestructura en un sentido mucho más amplio; el que le da
Haensch (1997: 39) de «la ordenación del conjunto de materiales que forman el cuerpo de un
diccionario (por ej., orden alfabético u orden sistemático), conjuntamente con el prólogo o
prefacio, a veces una introducción fonética y gramatical, las instrucciones para el usuario y los
posibles anexos (glosarios de nombres geográficos, listas de abreviaturas y siglas, glosarios de
nombres de pila, etc.)». Sería algo así como el índice del diccionario; la lectura vertical a la que
aludía Rey-Debove, entendida en un sentido muy amplio, desde la primera hasta la última
página.
3. LA MACROESTRUCTURA
Siguiendo a Josette Rey-Debove (1971), a Seco (2003)2 y a Porto Dapena (2002), y por
cuestiones fundamentalmente prácticas, centraremos el estudio de la macroestructura en el
conjunto de las entradas del diccionario y dejaremos aparte el resto de los elementos que
Haensch y muchos otros consideran como pertenecientes también a la macroestructura, pero
que no entrañan mayor dificultad.
Antes de entrar en los principales aspectos que hay que considerar en el análisis de la
macroestructura de un diccionario, conviene precisar una cuestión terminológica que afecta
2Seco se hizo eco de la terminología de Rey-Debove en la 1.ª edición de sus Estudios de lexicografía
española (Paraninfo, 1978).
4
precisamente a la «palabra» que se va a definir. Es frecuente en lexicografía utilizar los
términos unidad léxica, o lexía, como sinónimos de palabra, pero no hay que olvidar que el
concepto de ‘palabra’ es muy amplio y plantea demasiados problemas
Porto Dapena (2002: 136-174) defiende que las entradas del diccionario deberían estar
constituidas, no por palabras, sino por monemas, o morfemas, tanto léxicos como gramaticales,
puesto que el diccionario no se limita a la definición de palabras con contenido léxico, sino que
incluye las palabras gramaticales. Sin embargo, resulta mucho más práctico continuar con la
tradición que hace de la palabra (y no del lexema) la unidad léxica básica del diccionario,
puesto que es la que le resulta más familiar al lector medio que va a utilizar el diccionario.
Generalmente, se utilizan como sinónimos palabra, vocablo, voz y término, aunque no en todos
los contextos tienen el mismo sentido. Porto Dapena llama palabra léxico-gramatical a la
unidad abstracta, perteneciente al sistema de la lengua, con la que se identifican todas las
formas o variantes integradas en un único paradigma flexional. Por ejemplo, amar, que engloba
a su paradigma verbal: amo, amas, ama, amamos, etc.; o gato, que reúne los dos géneros y
los dos números del sustantivo: gato, gata, gatos, gatas.
3.1. EL LEMA
3.1.1. LA LEMATIZACIÓN
3 Los dígitos ch y ll representan los fonemas africado palatal sordo y lateral palatal sonoro, respectivamente.
4Sobre la lematización y otros aspectos de la macroestructura, trata la primera parte de la conferencia
de Manuel Seco “El segundo nivel: la microestructura del diccionario”:
http://www.march.es/conferencias/anteriores/voz.asp?id=56
6
masculina, como es el caso de perra, que remite con V. (véase) a perro, donde, en la 8.ª
acepción, encontramos el significado ‘Rabieta de niño’ marcada como coloquial.
Igual que los sustantivos, los adjetivos se lematizan siempre por la forma masculina
singular seguida por la terminación femenina:
bueno na.
gótico, ca.
pausado, da.
el, la. (Del lat. Ille). art. deter. Formas de singular en masculino, femenino y
neutro.
él, ella. (Del lat. ille, illa, illud ‘aquel’. ♦ Neutro lo1. ♦ Pl. los, las ♦ Se usa la
forma el ante s. f. sing. que empieza por /a/ tónica). art. deter. m. y f. 1.
Antepuesto a un sustantivo o a un sintagma nominal forma una expresión
definida de referente consabido. Espérenme en el restaurante. La familia se
llevaba bastante bien. || (…)
El DRAE se decantaba siempre por el singular en los sustantivos que admiten el uso
indistintamente en singular y en plural, como portaequipaje/portaequipajes,
portafolio/portafolios, portalámpara/portalámparas, portaobjeto/portaobjetos, o
portarretrato/portarretratos. Pero este sistema ha cambiado en la edición de 2014, en la que
solamente en portafolio se prefiere el singular, mientras que en los demás casos se lematiza
por el plural, añadiendo la indicación Tb. más la forma en singular: portaequipajes. Tb.
portaequipaje. En el caso de los sustantivos que designan objetos compuestos por dos partes
simétricas, y que tradicionalmente se han usado con más frecuencia en plural, aunque su
significado no varía al usarlos en singular, como gafas, pantalones, bragas, calzoncillos,
leotardos, tenazas, alicates, tijeras, anteojos, etc., se lematizan exclusivamente en la forma
singular, aunque dentro de la definición, en todos los casos se precisa que “se usa también en
plural con el mismo significado que en singular”5:
gafa. (De or. inc.). f. 1. Anteojos que se sujetan a las orejas o de alguna manera
por detrás de la cabeza. U. t. en pl. con el mismo significado que en sing. (…)
5
Este uso en plural no se indica, sin embargo, en la definición de pinza, a pesar de que se aportan varios ejemplo
con este número: pinzas de depilar.
7
resulta la contradicción que se produce entre el DLE y el DPD (s. v. plural: § 2.5), que se
inclina por el uso en plural de este grupo de sustantivos:
Las unidades léxicas complejas del tipo año de la pera se lematizan por el primer
sustantivo que aparece en ella, por lo que en este caso habrá que buscarla en el artículo año, y
efectivamente, ahí encontramos:
6 V.: http://buscon.rae.es/dpdI/SrvltConsulta?lema=pantalón
7 Como es lógico, en el caso de los homónimos homófonos (hola/ola, basto/vasto, poyo/pollo) no se
produce ningún conflicto, puesto que cada forma se registra en el lugar alfabético correspondiente.
8 Los dos criterios más sencillos son la categoría gramatical y la etimología. Podremos hablar casi con
total seguridad de homonimia cuando la distancia entre los significados sea tal que no permita encontrar
ningún punto (o sema) en común.
8
zueco1. (Del lat. soccus). m. 1. Zapato de madera de una pieza. || 2. Zapato de
cuero con suela de corcho o de madera. || 3. p. us. En oposición al coturno,
estilo llano de la comedia.
pestiño. (Del lat. pistus, majado, batido). m. Fruta de sartén, hecha con
porciones pequeñas de masa de harina y huevos batidos, que después de fritas
en aceite se bañan con miel. || 2. m. coloq. Persona o cosa pesada, latosa o
aburrida. Esta novela es un pestiño.
También es palabra polisémica maría, que ofrece varias acepciones con los significados
de ‘galleta’, ‘moneda española del siglo XVII’, ‘maruja’, ‘asignatura que no requiere esfuerzo’.
Pero además, tiene un homónimo homógrafo, que figura como maría2, con el significado de
‘marihuana’.
Un caso especial de lematización es el que se produce en el tratamiento de las
variantes lexicográficas, que veremos en el tema 3 (§ 2.3).
9
b) Los criterios internos o lingüísticos, en función, por ejemplo, de:
La frecuencia de uso, que es un factor cada vez más en alza, aunque difícil de
llevar a la práctica, por los problemas que pueden acarrear los sistemas
estadísticos, por las dificultades que presenta el trabajo con corpus, e incluso por las
diferencias entre la lengua hablada y la escrita9.
La corrección lingüística, que solo admite las palabras que se consideran dentro
del “buen uso”, sin la contaminación de extranjerismos o neologismos innecesarios.
La presencia o ausencia de tecnicismos, asunto muy debatido y nada fácil de
solucionar en los diccionarios de lengua, ya que estos “inmigrantes técnicos”, como
los llama Seco, se introducen cada vez con más fuerza en la lengua común y se
asientan en ella de modo que a veces resulta complicado establecer su identidad
exclusivamente científica. Así ocurre, por ejemplo, con bilirrubina, supernova, DNA,
hardware o software, quásar, que incluso ha dado nombre a una colonia masculina,
y muchos más; ¿deben adaptarse su grafía y su forma fónica a las normas de
nuestra lengua o debe respetarse su forma original? Y, en este último caso, ¿deben
figurar en cursiva como palabras no totalmente pertenecientes a la lengua o bien, si
decidimos aceptarlas, les otorgamos la letra redonda de las palabras “con papeles”?
La RAE se ha pronunciado al respecto en la Ortografía de la lengua española (2010:
596-622) y ha marcado la pauta que se debe seguir en estos casos.
El tratamiento de los préstamos, tema estrechamente relacionado con el anterior,
pero que afecta también a palabras de la lengua común. Es este un aspecto
especialmente interesante y, como el de los tecnicismos, problemático por motivos
diversos.
El tratamiento de las siglas, que muchas veces responden a las iniciales de una
unidad léxica compleja perteneciente a una lengua extranjera, como ocurre con el
recientemente adoptado USB (universal serial bus), pero también con DNA
(deoxyribonucleic acid), que el DLE registra junto a su versión española ADN (ácido
desoxirribonucleico). Este es otro tema digno de estudio más detenido por la
tendencia del español a lexicalizar las siglas, es decir, a pronunciarlas como palabras
siempre que sea posible, de modo que muchas de ellas aunque no todas siguen
un proceso de cambios a veces muy rápido, como ocurrió, por ejemplo con AISD, que
seguramente por su dificultad de pronunciación en inglés, se popularizó adaptada al
castellano como SIDA, pero que al poco tiempo se lexicalizó y con la forma sida entró
ya en el DRAE de 1992. Pocos hablantes reconocen ahora el origen de siglas o de
acrónimos en palabras como bit (binary digit), cuásar (quasy-stellar radio source),
radar (radio detecting and ranging), o láser (light amplification by stimulated emission
Jesús. (Del lat. bíblico Iesus, y este del hebr. Yĕhošūa‘). m. Para los cristianos,
segunda persona de la Santísima Trinidad, hecha hombre para redimir al género
humano. (…)
Ahora Jesús se define como interjección “para expresar admiración, sorpresa o indignación”.
Otro ejemplo de acertada supresión de un nombre propio en la última edición del DLE
es la del lema Asturias, que figuraba así en la de 2001:
11
En general, los escasos nombres propios que encabezan un artículo son integrantes de
lexías complejas, dichos o refranes, como, por ejemplo:
Roma. a ~ por todo. expr. coloq. U. para dar a entender que se acomete con
ánimo y confianza cualquier empresa, por ardua que sea. || mover, remover, o
revolver, ~ con Santiago. locs. verbs. Esp. Poner en acción todos los recursos
imaginables para conseguir algo.
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BIBLIOGRAFÍA CITADA
HAENSCH, Günther (1997). Los diccionarios del español en el umbral del siglo XXI.
Problemas actuales de la lexicografía. Los distintos tipos de diccionarios; una guía para el
usuario, en Bibliografía de publicaciones sobre lexicografía. Salamanca: Ediciones
Universidad de Salamanca. (2.ª edición corregida y aumentada, en colaboración con Carlos
Omeñaca (2004), con el título Los diccionarios del español en el siglo XXI).
DICCIONARIOS
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (2001). Diccionario de la lengua española (DRAE) (22.ª ed.).
Madrid: Espasa Calpe.
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (2014). Diccionario de la lengua española (DLE) (23.ª ed.).
Madrid: Espasa Calpe.
SECO, Manuel; ANDRÉS, Olimpia y RAMOS, Gabino (2011) [1999]: Diccionario del español
actual. 2 vols. Madrid: Aguilar.
VV. AA. (1996). CLAVE. Diccionario de uso del español actual. Madrid: SM. [En línea]. Disponible
en: http://www.smdiccionarios.com/
LECTURAS RECOMENDADAS
CASTILLO CARBALLO, M.ª Auxiliadora (2003). “La macroestructura del diccionario”. En Medina
Guerra, Antonia M. (coord.) (2003). Lexicografía española. Barcelona: Ariel. Pp. 79-101.
Vista previa en books google (http://books.google.es/). Disponible en:
http://books.google.es/books?id=zJ6bBsYttscC&pg=PA34&dq=La+lexicograf%C3%ADa+esp
a%C3%B1ola&hl=es#v=onepage&q&f=false
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PORTO DAPENA, José-Álvaro (2002). Manual de técnica lexicográfica. Madrid: Arco/libros. Pp.
134-181.
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EJERCICIOS DE AUTOCOMPROBACIÓN
2. ¿Qué opina Manuel Seco, en su conferencia “La macroestructura del diccionario”, sobre
la inclusión de palabras procedentes del español de América en el diccionario general
de la lengua?
3. ¿Qué opina Manuel Seco, en su conferencia “La macroestructura del diccionario”, sobre
la inclusión de extranjerismos en el diccionario general de la lengua?
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SOLUCIONES A LOS EJERCICIOS DE AUTOCOMPROBACIÓN
Los verbos se lematizan en infinitivo. Por lo tanto quisieron debe lematizarse como
querer.
En general, los adjetivos como los sustantivos, se lematizan en masculino, añadiendo la
terminación del femenino, si la tiene, y singular; por lo que la forma verdaderas debe
lematizarse como verdadero, ra.
Agua de borrajas debe figurar como subentrada de agua, puesto que las unidades
léxicas complejas se lematizan por el primer sustantivo que aparece en ellas.
Egipciaco, egipcíaco son variantes debidas a polimorfismo léxico y, como la única
diferencia entre ellas es la presencia o ausencia de la tilde, en egipciaco, que es la
forma preferida y, por lo tanto, la portadora de la definición, se indica entre paréntesis
que se usa también la forma esdrújula, con tilde, egipcíaco.
En el caso de chavola y chabola también tenemos dos variantes por polimorfismo léxico,
pero las dos formas deben encabezar sendos artículos independientes, ya que tienen
que figurar en su lugar alfabético correspondiente. Solo la forma preferida (en este caso,
chabola) llevará definición, mientras que en la secundaria (chavola) se remitirá a la
primera con Véase: chavola. V. chabola.
Papel es una palabra polisémica; es decir, con más de un significado, por lo que debe
figurar en un solo artículo con tantas acepciones como significados tenga, ‘hoja’,
‘credencial’, ‘parte de una obra teatral’, ’personaje de una obra teatral’, ‘cargo’,etc.
2. ¿Qué opina Manuel Seco, en su conferencia “La macroestructura del diccionario”, sobre la
inclusión de palabras procedentes del español de América en el diccionario general de la
lengua?
En palabras de Manuel Seco: “Es frecuente que los diccionarios pregonen el contenido
de numerosos americanismos. Aparte de que el único en el que resulta cierta esta abundancia
es el Diccionario de la Academia, es misteriosa salvo en este último la procedencia de
esas riquezas. Los dialectalismos españoles pueden haber tenido como fuente, además de la
académica, los vocabularios dialectales, relativamente numerosos, aunque de desigual
fiabilidad, pero las voces americanas, si no proceden del manantial académico, ¿de dónde
están tomadas, cuando, según los autores, superan en cantidad a este? Naturalmente, pueden
servirse de diccionarios particulares de americanismos de algunos países, pero la
heterogeneidad de estas colecciones de desigual calidad y ricas en informaciones inútiles
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sobre flora y fauna locales, hacen que la presencia de esas voces americanas, totalmente
asistemática, tenga un alto valor ornamental y un bajo valor lexicográfico. Mientras no
dispongamos de buenas bases de datos del español de América, y de buenos diccionarios
integrales, que todavía no existen, de todos aquellos países, la presencia de su léxico en
nuestros diccionarios será más bien testimonial, o peor aún, engañosa, y tendrá una eficacia
eminentemente publicitaria”.
3. ¿Qué opina Manuel Seco, en su conferencia “La macroestructura del diccionario”, sobre la
inclusión de extranjerismos en el diccionario general de la lengua?
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