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TEMA 2

LA ESTRUCTURACIÓN DEL DICCIONARIO DE LENGUA

LOS CONCEPTOS DE MACROESTRUCTURA Y MICROESTRUCTURA

LA MACROESTRUCTURA

PREPARACIÓN DEL TEMA 2

SECO, Manuel (2002). “El primer nivel: la macroestructura del diccionario”. El laberinto de las palabras:
Introducción a los diccionarios. Ciclo de conferencias. Madrid: Fundación Juan March:
http://www.march.es/conferencias/anteriores/voz.asp?id=55

ÍNDICE

1. LA ESTRUCTURACIÓN DEL DICCIONARIO DE LENGUA ............................................................ 2

2. LOS CONCEPTOS DE MACROESTRUCTURA Y MICROESTRUCTURA ...................................... 4

3. LA MACROESTRUCTURA ................................................................................................................... 4

3.1. EL LEMA ......................................................................................................................................... 5


3.1.1. LA LEMATIZACIÓN ................................................................................................... 6
3.1.2. LA SELECCIÓN DE LAS ENTRADAS ...................................................................... 9

4. LA CONSIDERACIÓN SOCIAL DE LA MACROESTRUCTURA............................................... 12

BIBLIOGRAFÍA CITADA ........................................................................................................................ 13

LECTURAS RECOMENDADAS ............................................................................................................. 13

EJERCICIOS DE AUTOCOMPROBACIÓN ........................................................................................... 15

SOLUCIONES A LOS EJERCICIOS DE AUTOCOMPROBACIÓN ..................................................... 16

1
Uno de los placeres de la vida es encontrar las
imbecilidades de los diccionarios. Para mí, en especial,
constituyen una cierta forma de venganza contra el
destino, porque mi abuelo el coronel me enseñó desde
muy niño que los diccionarios no sólo lo sabían todo, sino
que además no se equivocaban nunca.

García Márquez, "La vaina de los diccionarios",


El País, 19, mayo, 1982

1. LA ESTRUCTURACIÓN DEL DICCIONARIO DE LENGUA

En general, un diccionario de lengua está integrado por varias partes, con pocas
variaciones de unos a otros. En primer lugar, se presentan el título de la obra y los nombres de
los autores. A continuación, el índice; un preámbulo (a veces, también un prólogo de una
persona ilustre ajena a la ejecución de la obra1), una descripción de las características del
diccionario, unas instrucciones para su uso dirigidas al lector, la relación de las abreviaturas,
símbolos y signos que se han utilizado, todo ello paginado en números romanos. A
continuación numerado ya en arábigos y empezando en la página 1, a la derecha, el
cuerpo del diccionario; es decir, lo que conocemos como definiciones, en general ordenadas
alfabéticamente de la A a la Z. En muchos casos, tras el cuerpo del diccionario se pueden
encontrar apéndices de muy distinto tipo; por ejemplo, gramaticales, con la conjugación de los
verbos, las declinaciones de los pronombres… Pero también, a veces, ilustraciones, tablas,
listados, etc., etc.
El cuerpo del diccionario está constituido por los denominados artículos lexicográficos,
unidades autónomas encabezadas por una unidad léxica que se conoce como lema (o entrada,
palabra entrada, cabecera, o voz guía, entre otros términos, según los autores), que suele
figurar en minúsculas (a no ser que se trate de un nombre propio que exija la mayúscula
inicial), con una tipografía algo mayor que la del resto del artículo y letra negrita. A continuación
en general, tras un punto sigue el resto del artículo (lo que a grandes rasgos conocemos
como definición), compuesto por diferentes partes que veremos al tratar la microestructura del
diccionario (tema 3).
Veamos un ejemplo de artículo lexicográfico del DRAE de 2001 (Diccionario de la
lengua española, de la Real Academia) cuya entrada o lema es año y que contiene varias
subentradas:

1 Gabriel García Márquez prologó el diccionario CLAVE con un relato memorable.


2
Artículo o entrada
Definición
Lema o entrada, o
palabra entrada

año1. (Del lat. annus). 1. Astr. Tiempo que tarda la Tierra en dar
una vuelta alrededor del Sol y que equivale a 365 días, 5 horas, 48
minutos y 46 segundos. || 2. m. Período de doce meses, a contar
desde el día 1 de enero hasta el 31 de diciembre, ambos inclusive.
|| 3. m. Período de doce meses, a contar desde un día cualquiera.
(…)
Acepciones
~ común. 1. m. año que consta de 365 días.
~ de gracia. 1. m. año de la era cristiana.
~ de jubileo. 1. m. año santo.
~ de la nana, ~ de la nanita, ~ de la pera, o ~ de la polca. m.
coloqs. Época remota. (…)

Subentradas

Aunque en lo fundamental todos los diccionarios se rigen por criterios muy similares,
cada uno tiene su sistema de convenciones y una mayor o menor complejidad de lectura en
función muchas veces de la información que ofrezcan.
Veamos, por ejemplo, el artículo caramelo, más sencillo que el anterior, en el DLE:

caramelo. (Del port. caramelo, ‘carámbano’, ‘caramelo’). m. 1. Azúcar fundido y


endurecido. || 2. m. Golosina hecha con caramelo y aromatizada con esencias
de frutas, hierbas, etc. || 3. Filip. azucarillo. ➤ punto de ~.

Y el mismo artículo en el DEA, con tres grupos de acepciones (I, II, III), correspondientes al
sustantivo, al adjetivo y a una locución adverbial, respectivamente; y cuatro acepciones (1, 2, 3,
4), la última de las cuales está constituida por una subentrada (a punto de caramelo):

caramelo I m 1 Pasta de azúcar fundido al fuego y dejado después enfriar. |


Calera Postres 15: Se hace caramelo en un molde con 60 gramos de azúcar.
2 Dulce pequeño hecho a base de caramelo [1] con adición de una esencia. |
SVozC 25.7.70, 2: Fabricación de galletas, caramelos, bombones, chocolates.
II adj invar 3 [Color] del caramelo [1]. | * Un frasco de color caramelo. b) De color
caramelo. | Delibes Príncipe 118: Había allí [en el armarito del baño] .. seis
cepillos de dientes –blanco, transparente, amarillo, azul, rojo y caramelo-.
III loc adv 4 a punto de ~  PUNTO

3
2. LOS CONCEPTOS DE MACROESTRUCTURA Y MICROESTRUCTURA

Utilizando los símiles que emplea Manuel Seco, podemos comparar el diccionario con
el cuerpo humano, compuesto por un esqueleto (la macroestructura) y una parte carnosa (la
microestructura), inseparables la una de la otra si no queremos que se derrumbe el organismo
completo. También lo compara Seco con un edificio habitado por palabras que podemos
observar desde dos perspectivas: por un lado, podemos fijarnos en las palabras que se alojan
dentro de él (la macroestructura) y por otro, en las habitaciones que ocupan esas palabras, y
en las que guardan todas sus pertenencias, que enseñan a quienes vamos a visitarlas (la
microestructura).

Los términos macro y microestructura los acuñó la lingüista francesa Josette Rey-
Debove (1971: 21). Dio el nombre de macroestructura (o nomenclatura) al «conjunto de las
entradas ordenadas, siempre sometida a una lectura vertical parcial», mientras que
denominaba microestructura al «conjunto de las informaciones ordenadas de cada artículo (…)
que se leen horizontalmente después del lema». Sin embargo, la mayoría de los autores
actuales utiliza el término macroestructura en un sentido mucho más amplio; el que le da
Haensch (1997: 39) de «la ordenación del conjunto de materiales que forman el cuerpo de un
diccionario (por ej., orden alfabético u orden sistemático), conjuntamente con el prólogo o
prefacio, a veces una introducción fonética y gramatical, las instrucciones para el usuario y los
posibles anexos (glosarios de nombres geográficos, listas de abreviaturas y siglas, glosarios de
nombres de pila, etc.)». Sería algo así como el índice del diccionario; la lectura vertical a la que
aludía Rey-Debove, entendida en un sentido muy amplio, desde la primera hasta la última
página.

3. LA MACROESTRUCTURA

Siguiendo a Josette Rey-Debove (1971), a Seco (2003)2 y a Porto Dapena (2002), y por
cuestiones fundamentalmente prácticas, centraremos el estudio de la macroestructura en el
conjunto de las entradas del diccionario y dejaremos aparte el resto de los elementos que
Haensch y muchos otros consideran como pertenecientes también a la macroestructura, pero
que no entrañan mayor dificultad.

Antes de entrar en los principales aspectos que hay que considerar en el análisis de la
macroestructura de un diccionario, conviene precisar una cuestión terminológica que afecta

2Seco se hizo eco de la terminología de Rey-Debove en la 1.ª edición de sus Estudios de lexicografía
española (Paraninfo, 1978).
4
precisamente a la «palabra» que se va a definir. Es frecuente en lexicografía utilizar los
términos unidad léxica, o lexía, como sinónimos de palabra, pero no hay que olvidar que el
concepto de ‘palabra’ es muy amplio y plantea demasiados problemas
Porto Dapena (2002: 136-174) defiende que las entradas del diccionario deberían estar
constituidas, no por palabras, sino por monemas, o morfemas, tanto léxicos como gramaticales,
puesto que el diccionario no se limita a la definición de palabras con contenido léxico, sino que
incluye las palabras gramaticales. Sin embargo, resulta mucho más práctico continuar con la
tradición que hace de la palabra (y no del lexema) la unidad léxica básica del diccionario,
puesto que es la que le resulta más familiar al lector medio que va a utilizar el diccionario.
Generalmente, se utilizan como sinónimos palabra, vocablo, voz y término, aunque no en todos
los contextos tienen el mismo sentido. Porto Dapena llama palabra léxico-gramatical a la
unidad abstracta, perteneciente al sistema de la lengua, con la que se identifican todas las
formas o variantes integradas en un único paradigma flexional. Por ejemplo, amar, que engloba
a su paradigma verbal: amo, amas, ama, amamos, etc.; o gato, que reúne los dos géneros y
los dos números del sustantivo: gato, gata, gatos, gatas.

3.1. EL LEMA

Definimos el lema como la unidad de la macroestructura que constituye la palabra


entrada de un artículo lexicográfico independiente. Sin embargo, hay autores que consideran
también como palabras entrada las unidades que figuran en la microestructura como
subentradas, y sobre las que también se aporta una información.
La subentrada está constituida por una unidad léxica compuesta o compleja, del tipo
año de la pera. Es una expresión fija, frase hecha, refrán, proverbio, etc., que funciona como
una palabra. Por ejemplo, serán subentradas de año: año común, año de jubileo, año santo, de
la nana, de la polca, etc. O serán subentradas de mar: mar cerrada, mar de fondo, mar gruesa,
arar en el mar, hacerse a la mar, la mar de…
Tipográficamente, el lema (año, o mar en estos casos) se sustituye por un signo
convencional, en general por un gusanito: ~.

[año] ~ académico, ~ de la pera, ~ de la polca, ~ santo de Santiago.

Las diferencias fundamentales entre entrada y subentrada son:


― La entrada pertenece a la macroestructura, mientras que la subentrada forma parte de la
microestructura (de “las habitaciones de las palabras”, como diría Seco), puesto que se localiza
en el interior del artículo lexicográfico.
― La entrada está constituida por una unidad abstracta que se lematiza (de ahí su
denominación); es decir, se representa mediante una forma que aglutina a todas sus variantes
flexivas, como veremos más detalladamente en 3.1.1. La subentrada está constituida por una
expresión fija, frase hecha, refrán, proverbio, etc., que funciona como una palabra.
5
― La entrada se somete a la ordenación del diccionario, generalmente, alfabética. La
ordenación de las subentradas ―cuando hay varias en el mismo artículo― también es
alfabética, teniendo en cuenta las palabras gramaticales, pero formando dos grupos que se
ordenan independientemente; el primero, integrado por las locuciones de sustantivo más
adjetivo o complemento determinativo; y el segundo, por todas las demás. Por ejemplo, en el
artículo mar del DLE, entre otras subentradas, encontramos las siguientes en el orden que se
expone: mar cerrada, mar de fondo, mar gruesa, arar en el mar, hacerse a la mar, la mar de,
picarse el mar…

Por lo que respecta a la ordenación alfabética, recordemos que los dígrafos ch y ll


fueron considerados como letras simples en español, por representar fonemas diferentes a los
representados por c y l 3. Por esa razón, su alfabetización sui generis era diferente a la que se
utiliza en el resto del mundo. Sin embargo, ya desde hace unos años varios diccionarios (entre
ellos, el DRAE de 2001) optaron por la ordenación universal, que ha sido sancionada por la
Real Academia en su Ortografía de la lengua española, publicada en 1010. En consecuencia,
ch y ll se alfabetizan ya por separado; es decir, por la c y por la l.

3.1.1. LA LEMATIZACIÓN

Se llama lematización o encabezamiento a la selección de una forma que representa a todas


las variantes de la palabra. Por ejemplo, todas las formas procedentes de la conjugación verbal
se representan por medio del infinitivo4, de modo que tanto cantamos como cantarían o cantó
se representan en el diccionario bajo el encabezamiento o lema cantar.
Aunque no todos los diccionarios se rigen por el mismo procedimiento, veremos aquí las
principales normas que utiliza el DLE, que son las más comúnmente adoptadas.
Los sustantivos con doble forma de género se representan por la del masculino
singular, seguida de la femenina singular:
profesor, ra.
perro, rra.
rapaz, za.
Por supuesto, los sustantivos que tienen distinto significado en masculino que en
femenino encabezan artículos independientes en su lugar alfabético correspondiente, incluso
cuando solamente una de las acepciones corresponde a la forma femenina pero no la

3 Los dígitos ch y ll representan los fonemas africado palatal sordo y lateral palatal sonoro, respectivamente.
4Sobre la lematización y otros aspectos de la macroestructura, trata la primera parte de la conferencia
de Manuel Seco “El segundo nivel: la microestructura del diccionario”:
http://www.march.es/conferencias/anteriores/voz.asp?id=56

6
masculina, como es el caso de perra, que remite con V. (véase) a perro, donde, en la 8.ª
acepción, encontramos el significado ‘Rabieta de niño’ marcada como coloquial.
Igual que los sustantivos, los adjetivos se lematizan siempre por la forma masculina
singular seguida por la terminación femenina:
bueno na.
gótico, ca.
pausado, da.

El mismo sistema se sigue en artículos y pronombres:

el, la. (Del lat. Ille). art. deter. Formas de singular en masculino, femenino y
neutro.

él, ella. (Del lat. ille, illa, illud ‘aquel’. ♦ Neutro lo1. ♦ Pl. los, las ♦ Se usa la
forma el ante s. f. sing. que empieza por /a/ tónica). art. deter. m. y f. 1.
Antepuesto a un sustantivo o a un sintagma nominal forma una expresión
definida de referente consabido. Espérenme en el restaurante. La familia se
llevaba bastante bien. || (…)

El DRAE se decantaba siempre por el singular en los sustantivos que admiten el uso
indistintamente en singular y en plural, como portaequipaje/portaequipajes,
portafolio/portafolios, portalámpara/portalámparas, portaobjeto/portaobjetos, o
portarretrato/portarretratos. Pero este sistema ha cambiado en la edición de 2014, en la que
solamente en portafolio se prefiere el singular, mientras que en los demás casos se lematiza
por el plural, añadiendo la indicación Tb. más la forma en singular: portaequipajes. Tb.
portaequipaje. En el caso de los sustantivos que designan objetos compuestos por dos partes
simétricas, y que tradicionalmente se han usado con más frecuencia en plural, aunque su
significado no varía al usarlos en singular, como gafas, pantalones, bragas, calzoncillos,
leotardos, tenazas, alicates, tijeras, anteojos, etc., se lematizan exclusivamente en la forma
singular, aunque dentro de la definición, en todos los casos se precisa que “se usa también en
plural con el mismo significado que en singular”5:

gafa. (De or. inc.). f. 1. Anteojos que se sujetan a las orejas o de alguna manera
por detrás de la cabeza. U. t. en pl. con el mismo significado que en sing. (…)

Es curioso que la palabra de arranque de la definición de gafa sea anteojos, que no se


lematiza así en el DLE, sino también en su forma singular, anteojo. Pero más curiosa aún

5
Este uso en plural no se indica, sin embargo, en la definición de pinza, a pesar de que se aportan varios ejemplo
con este número: pinzas de depilar.
7
resulta la contradicción que se produce entre el DLE y el DPD (s. v. plural: § 2.5), que se
inclina por el uso en plural de este grupo de sustantivos:

Sustantivos que se usan en singular o en plural para designar un solo objeto.


Hay sustantivos que, por designar objetos constituidos por partes simétricas, se
usan normalmente en plural para referirse a uno solo de dichos objetos. Es el caso
de palabras como gafas, pantalones, bragas, leotardos, tenazas, alicates, tijeras,
etc.: Me encantan los pantalones que llevaste a la fiesta; Le rompió las gafas de
un puñetazo; Necesito unas tenazas para sacar el clavo. En estos casos resulta
igualmente válido, aunque suele ser menos frecuente, el empleo de la forma de
singular: Me he manchado el pantalón; Esa gafa te favorece; Tráeme la tenaza
que está sobre la mesa. Hay otros casos, como el de bigote o nariz, en que se usa
normalmente el singular, reservándose el plural para usos expresivos: Me he
afeitado el bigote; Me duele la nariz; pero Se atusaba los bigotes con parsimonia;
Tiene unas narices enormes. En las expresiones fijas suele predominar el uso en
plural: Estoy hasta las narices; La cosa tiene narices; Hace un frío de narices6.

Las unidades léxicas complejas del tipo año de la pera se lematizan por el primer
sustantivo que aparece en ella, por lo que en este caso habrá que buscarla en el artículo año, y
efectivamente, ahí encontramos:

~ de la nana, ~ de la nanita, ~ de la pera, o ~ de la polca. m. coloqs. Época


remota.

Un caso especial de lematización es el de las formas que presentan homonimia por


homografía, es decir, las palabras que tienen el mismo significante y diferentes significados y
que son, por lo tanto, palabras diferentes con igual significante, como, por ejemplo, bota
(‘calzado’ y ‘recipiente de cuero’), hinojo (‘planta’ y ‘rodilla’), don (‘regalo’ y ‘tratamiento de
respeto’)7. Tradicionalmente, los homónimos homógrafos se registran en artículos diferentes y
numerados con un superíndice, mientras que las palabras que presentan polisemia (una misma
palabra con varios significados) se tratan en un solo artículo con tantas acepciones como
significados tenga. Por ejemplo, pestiño: ‘fruta de sartén’ y ‘persona o cosa pesada y aburrida’;
o trama: ‘conjunto de hilos que forman una tela’, ‘confabulación’, ‘ligazón entre las partes de un
asunto’, ‘flor de los árboles, especialmente del olivo’. El problema es muchas veces cómo
distinguir la homonimia de la polisemia8.

Ejemplo de homónimos homógrafos es:

6 V.: http://buscon.rae.es/dpdI/SrvltConsulta?lema=pantalón
7 Como es lógico, en el caso de los homónimos homófonos (hola/ola, basto/vasto, poyo/pollo) no se
produce ningún conflicto, puesto que cada forma se registra en el lugar alfabético correspondiente.
8 Los dos criterios más sencillos son la categoría gramatical y la etimología. Podremos hablar casi con

total seguridad de homonimia cuando la distancia entre los significados sea tal que no permita encontrar
ningún punto (o sema) en común.
8
zueco1. (Del lat. soccus). m. 1. Zapato de madera de una pieza. || 2. Zapato de
cuero con suela de corcho o de madera. || 3. p. us. En oposición al coturno,
estilo llano de la comedia.

zueco2, ca. adj. Alb. Y Cuen. zurdo. U. t. c. s.

Como ejemplo de palabra polisémica:

pestiño. (Del lat. pistus, majado, batido). m. Fruta de sartén, hecha con
porciones pequeñas de masa de harina y huevos batidos, que después de fritas
en aceite se bañan con miel. || 2. m. coloq. Persona o cosa pesada, latosa o
aburrida. Esta novela es un pestiño.

También es palabra polisémica maría, que ofrece varias acepciones con los significados
de ‘galleta’, ‘moneda española del siglo XVII’, ‘maruja’, ‘asignatura que no requiere esfuerzo’.
Pero además, tiene un homónimo homógrafo, que figura como maría2, con el significado de
‘marihuana’.
Un caso especial de lematización es el que se produce en el tratamiento de las
variantes lexicográficas, que veremos en el tema 3 (§ 2.3).

3.1.2. LA SELECCIÓN DE LAS ENTRADAS

Los criterios de selección de las entradas que deben integrar la macroestructura


dependen fundamentalmente del tipo de diccionario de que se trate. Sin embargo, en general,
podemos hablar, siguiendo a Haensch (1997: 394), de dos tipos de criterios: externos o
extralingüísticos e internos o lingüísticos.

a) Los criterios externos o extralingüísticos se basan fundamentalmente en:


 La finalidad del diccionario, en la que es determinante el tipo de público al que va
dirigido, pues no se puede realizar la misma selección de entradas para un diccionario
general que para uno escolar o para uno especializado, como puede ser un diccionario
turístico de lenguaje elemental.
 El tamaño. La misma selección será forzosamente diferente para un diccionario en
dos volúmenes, por ejemplo, que para uno de bolsillo.
 Determinados factores y prejuicios culturales, morales o ideológicos que pueden
interferir en la selección, pues no hay que olvidar que todo diccionario es el reflejo de la
sociedad en la que nace y que, consciente o inconscientemente, el lexicógrafo vierte en
él sus principios. De hecho, durante muchos años, los diccionarios españoles de la
lengua evitaban en lo posible las palabras malsonantes.

9
b) Los criterios internos o lingüísticos, en función, por ejemplo, de:
 La frecuencia de uso, que es un factor cada vez más en alza, aunque difícil de
llevar a la práctica, por los problemas que pueden acarrear los sistemas
estadísticos, por las dificultades que presenta el trabajo con corpus, e incluso por las
diferencias entre la lengua hablada y la escrita9.
 La corrección lingüística, que solo admite las palabras que se consideran dentro
del “buen uso”, sin la contaminación de extranjerismos o neologismos innecesarios.
 La presencia o ausencia de tecnicismos, asunto muy debatido y nada fácil de
solucionar en los diccionarios de lengua, ya que estos “inmigrantes técnicos”, como
los llama Seco, se introducen cada vez con más fuerza en la lengua común y se
asientan en ella de modo que a veces resulta complicado establecer su identidad
exclusivamente científica. Así ocurre, por ejemplo, con bilirrubina, supernova, DNA,
hardware o software, quásar, que incluso ha dado nombre a una colonia masculina,
y muchos más; ¿deben adaptarse su grafía y su forma fónica a las normas de
nuestra lengua o debe respetarse su forma original? Y, en este último caso, ¿deben
figurar en cursiva como palabras no totalmente pertenecientes a la lengua o bien, si
decidimos aceptarlas, les otorgamos la letra redonda de las palabras “con papeles”?
La RAE se ha pronunciado al respecto en la Ortografía de la lengua española (2010:
596-622) y ha marcado la pauta que se debe seguir en estos casos.
 El tratamiento de los préstamos, tema estrechamente relacionado con el anterior,
pero que afecta también a palabras de la lengua común. Es este un aspecto
especialmente interesante y, como el de los tecnicismos, problemático por motivos
diversos.
 El tratamiento de las siglas, que muchas veces responden a las iniciales de una
unidad léxica compleja perteneciente a una lengua extranjera, como ocurre con el
recientemente adoptado USB (universal serial bus), pero también con DNA
(deoxyribonucleic acid), que el DLE registra junto a su versión española ADN (ácido
desoxirribonucleico). Este es otro tema digno de estudio más detenido por la
tendencia del español a lexicalizar las siglas, es decir, a pronunciarlas como palabras
siempre que sea posible, de modo que muchas de ellas aunque no todas siguen
un proceso de cambios a veces muy rápido, como ocurrió, por ejemplo con AISD, que
seguramente por su dificultad de pronunciación en inglés, se popularizó adaptada al
castellano como SIDA, pero que al poco tiempo se lexicalizó y con la forma sida entró
ya en el DRAE de 1992. Pocos hablantes reconocen ahora el origen de siglas o de
acrónimos en palabras como bit (binary digit), cuásar (quasy-stellar radio source),
radar (radio detecting and ranging), o láser (light amplification by stimulated emission

9Sobre la representatividad de las listas de frecuencias, V. Seco: “Los pilares de un diccionario


moderno”, en Seco 2003: 81-90. Especialmente, pp. 88-89.
10
of radiation), que reciben en los diccionarios el mismo tratamiento que cualquier
palabra de la lengua común.
 La presencia o ausencia de variantes dialectales o dialectalismos léxicos. ¿Hasta
qué punto, por ejemplo, debe figurar en un diccionario general y normativo como el
DLE la entrada huácala, interjección para expresar asco usada en El Salvador?, ¿o
cebollento, adjetivo coloquial usado en Chile con el significado de ‘lacrimógeno’,
especialmente referido a una serie televisiva, una novela o una canción? En cambio,
en un diccionario específico sobre variantes dialectales, deben incluirse
precisamente las palabras propias de esas variantes que no existan en la lengua
estándar, o que tengan en ella significados diferentes. Sería el caso, por ejemplo, de
fregar, que tiene en Hispanoamérica el significado de ‘fastidiar, molestar, jorobar’ (y
que así registra el D DLE RAE en la acepción 3, como coloquial), pero no el de
‘restregar’ ni ‘limpiar’ que tiene en el español europeo y que el DLE sitúa como 1.ª y
2.ª acepciones, respectivamente.
 La presencia o ausencia de nombres propios, que, por aludir a cualidades
individuales, no deben figurar en un diccionario de lengua, a no ser que estén
lexicalizados y se escriban, en consecuencia, con minúscula inicial, como, por
ejemplo, el epónimo leotardo (“De J.-M. Léotard, 1838-1870, acróbata francés”, dice
el DLE), o los procedentes de marcas comerciales, que no están registrados de
momento por la RAE, dodotis o minipímer, entre muchos otros. (Seco cita, por
ejemplo, michelín, quevedos, túrmix y gramófono). Sin embargo, es este un tema
digno de un estudio más detenido por la cantidad de peculiaridades que se
encuentran en relación a ellos en el DLE. Por ejemplo, no se ha suprimido de la 23.ª
edición del DLE la entrada Jesús, con mayúscula inicial, pero sí la primera acepción
que figuraba en la anterior:

Jesús. (Del lat. bíblico Iesus, y este del hebr. Yĕhošūa‘). m. Para los cristianos,
segunda persona de la Santísima Trinidad, hecha hombre para redimir al género
humano. (…)

Ahora Jesús se define como interjección “para expresar admiración, sorpresa o indignación”.

Otro ejemplo de acertada supresión de un nombre propio en la última edición del DLE
es la del lema Asturias, que figuraba así en la de 2001:

Asturias. V. corona del príncipe de ~, princesa de ~, príncipe de ~

11
En general, los escasos nombres propios que encabezan un artículo son integrantes de
lexías complejas, dichos o refranes, como, por ejemplo:

Roma. a ~ por todo. expr. coloq. U. para dar a entender que se acomete con
ánimo y confianza cualquier empresa, por ardua que sea. || mover, remover, o
revolver, ~ con Santiago. locs. verbs. Esp. Poner en acción todos los recursos
imaginables para conseguir algo.

4. LA CONSIDERACIÓN SOCIAL DE LA MACROESTRUCTURA

Aparentemente, el tratamiento de la macroestructura es mucho más sencillo que el de la


microestructura, pero es fundamental en la construcción del diccionario, puesto que constituye
el esqueleto, los cimientos que lo sostienen, y debe ir adaptándose al paso del tiempo en la
misma media en que varía el uso de las palabras, por lo que ha de estar sometida a una
continua revisión, no solo para incorporar las nuevas unidades léxicas, o las nuevas
acepciones, que se van introduciendo en el lenguaje, sino también para eliminar las que han
dejado de ser rentables. Curiosamente, mientras que la microestructura es el objeto de estudio
más arduo al que se enfrentan los teóricos de la lexicografía, los medios de comunicación se
decantan con diferencia por las peculiaridades de la macroestructura y, cada vez que se
aproxima la publicación de una nueva edición del DLE, la acogen con enorme expectación y se
ocupan con gran entusiasmo del número de entradas que va a contener y, sobre todo, de la
aceptación de tal o cual palabra, o de tal o cual expresión, mientras que es difícil encontrar
alguna alusión al contenido de las definiciones. Un buen ejemplo es el artículo que publicó el
diario El País en noviembre de 2014, con ocasión de la publicación de la 23.ª edición del
Diccionario académico:
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/10/15/actualidad/1413390996_138377.html

12
BIBLIOGRAFÍA CITADA

CASTILLO CARBALLO, M.ª Auxiliadora (2003). “La macroestructura del diccionario”. En


Medina Guerra, Antonia M. (coord.) (2003). Lexicografía española. Barcelona: Ariel. Pp. 79-
101.

HAENSCH, Günther (1997). Los diccionarios del español en el umbral del siglo XXI.
Problemas actuales de la lexicografía. Los distintos tipos de diccionarios; una guía para el
usuario, en Bibliografía de publicaciones sobre lexicografía. Salamanca: Ediciones
Universidad de Salamanca. (2.ª edición corregida y aumentada, en colaboración con Carlos
Omeñaca (2004), con el título Los diccionarios del español en el siglo XXI).

PORTO DAPENA, José-Álvaro (2002). Manual de técnica lexicográfica. Madrid: Arco/Libros.

REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (2010). Ortografía de la lengua española. Madrid: Espasa


Calpe.

REY-DEBOVE, Josette (1971) Etude linguistique et sémiotique des dictionnaires français


contemporains. The Hague-Paris : Mouton.

SECO, Manuel (2003). Estudios de lexicografía española. Segunda edición aumentada.


Madrid: Gredos.

DICCIONARIOS

REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (2001). Diccionario de la lengua española (DRAE) (22.ª ed.).
Madrid: Espasa Calpe.

REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (2005). Diccionario panhispánico de dudas (DPD). Madrid:


Santillana.

REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (2014). Diccionario de la lengua española (DLE) (23.ª ed.).
Madrid: Espasa Calpe.

SECO, Manuel; ANDRÉS, Olimpia y RAMOS, Gabino (2011) [1999]: Diccionario del español
actual. 2 vols. Madrid: Aguilar.

VV. AA. (1996). CLAVE. Diccionario de uso del español actual. Madrid: SM. [En línea]. Disponible
en: http://www.smdiccionarios.com/

LECTURAS RECOMENDADAS

CASTILLO CARBALLO, M.ª Auxiliadora (2003). “La macroestructura del diccionario”. En Medina
Guerra, Antonia M. (coord.) (2003). Lexicografía española. Barcelona: Ariel. Pp. 79-101.
Vista previa en books google (http://books.google.es/). Disponible en:
http://books.google.es/books?id=zJ6bBsYttscC&pg=PA34&dq=La+lexicograf%C3%ADa+esp
a%C3%B1ola&hl=es#v=onepage&q&f=false

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PORTO DAPENA, José-Álvaro (2002). Manual de técnica lexicográfica. Madrid: Arco/libros. Pp.
134-181.

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EJERCICIOS DE AUTOCOMPROBACIÓN

1. Lematice, siguiendo el procedimiento habitual en el DLE, las siguientes unidades léxicas


y razone el sistema que siga:

quisieron, verdaderas, agua de borrajas, egipciaco, egipcíaco, chavola, chabola, papel

2. ¿Qué opina Manuel Seco, en su conferencia “La macroestructura del diccionario”, sobre
la inclusión de palabras procedentes del español de América en el diccionario general
de la lengua?

3. ¿Qué opina Manuel Seco, en su conferencia “La macroestructura del diccionario”, sobre
la inclusión de extranjerismos en el diccionario general de la lengua?

4. ¿Qué actitud adopta Covarrubias frente a las palabras malsonantes en su Tesoro?

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SOLUCIONES A LOS EJERCICIOS DE AUTOCOMPROBACIÓN

1. Lematice, siguiendo el procedimiento habitual en el DLE, las siguientes unidades léxicas y


razone el sistema que siga:
quisieron, verdaderas, agua de borrajas, egipciaco, egipcíaco, chavola, chabola, papel

 Los verbos se lematizan en infinitivo. Por lo tanto quisieron debe lematizarse como
querer.
 En general, los adjetivos como los sustantivos, se lematizan en masculino, añadiendo la
terminación del femenino, si la tiene, y singular; por lo que la forma verdaderas debe
lematizarse como verdadero, ra.
 Agua de borrajas debe figurar como subentrada de agua, puesto que las unidades
léxicas complejas se lematizan por el primer sustantivo que aparece en ellas.
 Egipciaco, egipcíaco son variantes debidas a polimorfismo léxico y, como la única
diferencia entre ellas es la presencia o ausencia de la tilde, en egipciaco, que es la
forma preferida y, por lo tanto, la portadora de la definición, se indica entre paréntesis
que se usa también la forma esdrújula, con tilde, egipcíaco.
 En el caso de chavola y chabola también tenemos dos variantes por polimorfismo léxico,
pero las dos formas deben encabezar sendos artículos independientes, ya que tienen
que figurar en su lugar alfabético correspondiente. Solo la forma preferida (en este caso,
chabola) llevará definición, mientras que en la secundaria (chavola) se remitirá a la
primera con Véase: chavola. V. chabola.
 Papel es una palabra polisémica; es decir, con más de un significado, por lo que debe
figurar en un solo artículo con tantas acepciones como significados tenga, ‘hoja’,
‘credencial’, ‘parte de una obra teatral’, ’personaje de una obra teatral’, ‘cargo’,etc.

2. ¿Qué opina Manuel Seco, en su conferencia “La macroestructura del diccionario”, sobre la
inclusión de palabras procedentes del español de América en el diccionario general de la
lengua?

En palabras de Manuel Seco: “Es frecuente que los diccionarios pregonen el contenido
de numerosos americanismos. Aparte de que el único en el que resulta cierta esta abundancia
es el Diccionario de la Academia, es misteriosa salvo en este último la procedencia de
esas riquezas. Los dialectalismos españoles pueden haber tenido como fuente, además de la
académica, los vocabularios dialectales, relativamente numerosos, aunque de desigual
fiabilidad, pero las voces americanas, si no proceden del manantial académico, ¿de dónde
están tomadas, cuando, según los autores, superan en cantidad a este? Naturalmente, pueden
servirse de diccionarios particulares de americanismos de algunos países, pero la
heterogeneidad de estas colecciones de desigual calidad y ricas en informaciones inútiles
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sobre flora y fauna locales, hacen que la presencia de esas voces americanas, totalmente
asistemática, tenga un alto valor ornamental y un bajo valor lexicográfico. Mientras no
dispongamos de buenas bases de datos del español de América, y de buenos diccionarios
integrales, que todavía no existen, de todos aquellos países, la presencia de su léxico en
nuestros diccionarios será más bien testimonial, o peor aún, engañosa, y tendrá una eficacia
eminentemente publicitaria”.

3. ¿Qué opina Manuel Seco, en su conferencia “La macroestructura del diccionario”, sobre la
inclusión de extranjerismos en el diccionario general de la lengua?

Al tratar sobre la inclusión de los préstamos de lenguas extranjeras en el diccionario,


diferencia Seco tres formas de extranjerismos:
1) La voz extranjera en su estado natural, con su grafía propia y con su fonética;
por ejemplo, boutique, suite, hall o pizza. Pero también travestí (que se suele
pronunciar como llana: travesti) y èlite, que se pronuncia como esdrújula:
élite.
2) La palabra que se ha adaptado a la fonología y a la grafía del español; por
ejemplo, fútbol, gol, penalti, béisbol.
3) La voz extranjera que conserva la forma nativa, pero conviviendo con una forma
adaptada; por ejemplo, smoking/esmoquin, que unas veces se escribe con la
grafía inglesa y otras veces con la grafía españolizada; lo mismo ocurre con
cock-tail/cóctel o coctel (grafía inglesa y grafía española);
violoncelo/violonchelo (grafía italiana y grafía española), y kiwi/quivi, que
encontramos con k y w o con q y con v, aunque curiosamente la Academia se
decanta por la primera forma
.
“Hasta mediados del siglo XX, los diccionarios solo registraban las formas adaptadas,
tanto las que se habían hecho exclusivas, como las que coexistían con las auténticas.
Después, en los comienzos del último tercio del siglo, fueron entrando en algunos diccionarios
unas pocas voces con su grafía original, como pizzicato, hokey o jeep. Solo en los años más
recientes han ingresado en los diccionarios, en cantidad apreciable, extranjerismos con sus
grafías propias, aunque solo en uno se registran de manera sistemática aquellos que disfrutan
de vigencia normal dentro del uso vivo del español”.

4. ¿Qué actitud adopta Covarrubias frente a las palabras malsonantes en su Tesoro?

Covarrubias optó por registrar algunas palabras malsonantes, pero definiéndolas en


latín, para que solo las personas formadas tuvieran acceso a ellas.

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