Sei sulla pagina 1di 4

REFLEXIONES DE UN MÉDICO

PARA EL GRUPO “ACÁBIOÉTICA”

Para enhebrar algunas conclusiones primero cuento anécdotas que he vivido estos
últimos tiempos:

ANÉCDOTAS

 Hace 3 años fui al Chaco a unas jornadas de atención primaria para docentes. En
las mismas el servicio de psicología de Rosario refiere la siguiente experiencia:
realizaron 2 encuestas a las docentes; en la primera se investigaba si “se sentían
enfermas o si padecían algún trastorno”, la respuesta fue que entre el 80 y 82% se
consideraban sanas. En la segunda encuesta se profundizaron las preguntas
sumándole aspectos de “padecimiento” (trastornos de ánimos, ira, intolerancia a la
contradicción, desgano, etc.……..algunos síntomas del profesional quemado o
Burnt Out), entre el 82 y 86% refirieron presentar algunos de estos síntomas.
En las mismas jornadas la delegada gremial me cuenta que acaban de ganar un
conflicto salarial importante pero le llamaba la atención que muchas maestras
pedían continuar con el conflicto porque no querían volver a la escuela dados los
problemas que se planteaban en el aula (violencia de los alumnos, violencia de los
padres, falta de límites, etc. etc.)

 La semana pasada conversando con una médica amiga, la cual está terminando el
posgrado en Sexualidad y Reproducción, salió el tema del deseo, el orgasmo, la
masturbación, la existencia o no del instinto materno, las perversiones femeninas y
otros temas. Primero me llamó la atención que me preguntara si sabía algo de
Foucault, ya que algunos disertantes lo nombraban pero no lo había leído. Luego
cuando hablamos del deseo, expresó que era el resultado de un desequilibrio
neuroendocrino, donde era muy importante el dopaje de prolactina. Mi respuesta fue
un poco caricaturesca ya que opiné que pensando así podríamos decir que el
hombre es un mono que habla, que si anda bajo de deseo…….dosemos la
prolactina y si queremos que sea un avión…….inyectemos prolactina y si es
ninfómana, inhibamos la secreción de esta querida hormona.

 Hace aproximadamente 3 meses me llamó la atención la declaración de un


psiquiatra yanqui en cual expresaba que la psicofarmacología había superado a la
psicoterapia. Esto me recordó que una de las mayores críticas que hoy hacemos a
la terapia Psicológica y psiquiátrica, es que medican y tratan la normalidad pero
ante los problemas psiquiátricos verdaderos, su ineficiencia es notoria.

 Hace 2 años me contacté con una epidemióloga mexicana que realizó un estudio en
el Distrito Federal en el cual investigó qué porcentaje de la población de bajos
recursos y con trastornos psicológicos o de ánimo, llegaban a los servicios de salud
mental. La conclusión es que los médicos clínicos son los primeros en ser
consultados, siguen los curanderos, luego los curas y por último un servicio de
salud mental.

 En el 2000 una epidemióloga británica observó que en Argentina había aumentado


el consumo de antidepresivos a costa del consumo de ansiolíticos, teniendo en
cuenta que la relación de precio es de aproximadamente 5 a 1. Constata que el
mismo se inicia con un artículo del diario La Nación (pago por los laboratorios) en el
cual se dice que los argentinos están deprimidos y ello ha llevado al aumento del
consumo de antidepresivos (daba por hecho una realidad que no era cierta). Siguió
investigando y demostró que el profesional que más psicofármacos prescribe es el
médico clínico (está demostrado que la mayoría de los profesionales de la salud
actualizan sus conocimientos a través de los medios de comunicación tanto
escritos, televisivos y hoy por Internet). Continúa la investigación y analiza la política
de comercialización de los laboratorios y ve que a los médicos clínicos le ofrecen
regalos varios, aparte de una información sesgada en la cual incluyen informes de
popes de la psiquiatría. El problema es cómo se estimula a los popes de la
psiquiatría. Es a través de contacto con popes de otros continentes, viajes a
congresos internacionales, etc.

 Por último, el Instituto Nacional de Salud de USA solicita la opinión de 3


renombrados psiquiatras de Massachusset sobre determinados medicamentos. Las
conclusiones son favorables a su consumo excepto que 2 de ellos omitieron en su
informe que habían recibido 1 millón, y el otro 1.600.000 dólares de los laboratorios
que poseían las licencias de los mismos.

ENHEBRANDO ALGUNAS REFLEXIONES

Escribió Foucault en el Nacimiento de la clínica, que el médico y el paciente están


inmersos en una situación común pero no recíproca. Hay un saber y un poder de un
lado, hay desvalimiento, padecimiento del otro.

Lo primero que se me plantea es acerca de los dos deberes que deberían ser
analizados por el profesional de la salud. El primero es el deber moral de pensar en el
enfermo, comprometerse en el proceso salud - enfermedad teniendo en cuenta los
intereses del enfermo, El segundo es el deber epistémico, es decir, poner una mirada
crítica sobre su conocimiento; esto plantearía la necesidad de tener un pensamiento
crítico sobre su profesión.

Pero partamos de la base que el médico es preparado para el “cómo”” (es decir, “cómo
se practica la medicina”) pero no sabemos “por qué”, “para qué” y “para quién”.

Sostengo que la autoridad profesional está basada en el conocimiento y en la ética.


Basarse en el conocimiento no es ser portador de erudición ya que para que la misma
se transforme en conocimiento inteligente debe estar acompañada de la reflexión. Y la
reflexión requiere de tiempo y pensar…….. la sabiduría del hombre sentado.

Los diferentes ejemplos con los cuales comencé este escrito señalan que en el campo
de la salud predomina el paradigma biologista (parecido al pensamiento de que el
hombre es un mono que habla), que el conocimiento de la anatomía y fisiología son
suficientes para “curar” al enfermo, que somos una máquina que expresa a través de
signos y síntomas, desajustes que el médico con su técnica debe superar.

Hay 2 aspectos que me gustaría destacar. Uno es acerca del discurso médico. El
mismo es lineal, individual y a histórico. El enfermo no tiene historia social, todo se
reduce a causa – efecto y la enfermedad es de una persona determinada,
condicionada por su genética y biología. El segundo, es el concepto de “campo de
salud”. Este fue desarrollado en 1973 en Canadá y, si bien tiene aristas muy
discutibles, dice que en la salud intervienen 4 elementos: la biología, el estilo de vida, el
medio ambiente y los sistemas de atención. Cuando se cuantifica cada uno de estos
componentes nos da: biología 19%, estilo de vida 49%, medio ambiente 21%, sistemas
de atención 11% pero los sistemas de atención consumen el 88% del presupuesto total
de salud.

Los médicos se preocupan por la enfermedad pero no por el padecimiento pese a que
para 2020 las consultas por trastornos del ánimo superarán las consultas clínicas, pese
a que dentro de las 10 causas de discapacidades (no motoras), cinco son mentales.

En la UBA predomina entre los estudiantes la siguiente pregunta: ¿Qué especialidad


con enchufe vas a hacer? En los últimos 3 años (inédito) no se cubren las vacantes
para las residencias de pediatría o clínica. El número de pediatras y clínicos decrece
año a año. Esto me lleva a preguntar si cuando juzgo al médico por su accionar no
debería, primero, preguntar: ¿qué le enseñaron? ¿Qué condiciones sociales hay, que la
mayor probabilidad de inserción laboral es deshumanizando al hombre?

Algunos de los que trabajamos en Salud Pública nos hacemos la siguiente pregunta:
¿población sana o población igualmente enferma con mayores alternativas de
atención? Según donde se coloque la respuesta será el tipo de educación médica y
qué políticas de salud se llevarán adelante.

Asistimos al estrepitoso fracaso de la Atención Primaria de la Salud, pensamiento


elaborado y difundido a partir de Alma Ata en 1978. Su consigna era Salud para todos
en el 2000. (Paradoja: por Argentina la firmó Videla y por Chile Pinochet) Luego vino el
desmantelamiento del Estado de Bienestar y las políticas neoliberales en todas las
áreas. Se transformó en Atención Primitiva de la Salud. Se focalizó la atención en los
grupos vulnerables y asistimos también al fracaso de los llamados Programas de
Prevención y Promoción de la Salud.
Como verán en cada uno de estos temas hay tela para rato pero quisiera terminar este
bosquejo con la trascripción de una parte del libro de John Berger “Un hombre
afortunado” que relata la vida de un médico rural inglés que ejercía en una comunidad
rural:

“El médico es un héroe popular: basta con considerar la cantidad de veces que
aparece en la televisión encarnado ese papel. Si la carrera no fuera tan larga y,
por consiguiente tan cara, todas las madres desearían tener un hijo médico. Es la
más idealizada de todas las profesiones. Pero su idealización es abstracta. Es
este ideal abstracto el que lleva a hacerse médicos a algunos jóvenes. Pero yo
me atrevería a sugerir que una de las razones fundamentales de que tantos
médicos terminen decepcionándose con la profesión y convirtiéndose en unos
cínicos es precisamente que, pasado el primer momento de idealismo abstracto,
no están seguros del valor de las vidas reales de los pacientes que tratan. No se
trata de que sean insensibles o inhumanos personalmente: se debe a que la
sociedad en la que viven y aceptan es incapaz de saber cuánto vale una vida
humana.
No se lo puede permitir. Si se lo permitiera, tendría que pasar por alto lo que sabe
y con ello toda pretensión democrática, de modo que se convertiría en totalitaria;
o tendría que tenerlo en cuenta y dar entonces un giro revolucionario. En
cualquiera de los dos casos se transformaría.
Quiero se claro en esto. No estoy afirmando que sepa cuánto vale la vida
humana. No hay respuesta definitiva o personal para esa cuestión, a no ser que
uno esté dispuesto a aceptar una respuesta que sobrevive del pasado, la
respuesta que ofrecía la religión medieval. La cuestión es social. Nadie puede
responderla individualmente. La respuesta reside en la totalidad de las relaciones
que existen en una determinada estructura social en un momento dado. Lo que
vale una persona para sí misma se expresa, finalmente, en cómo esa persona se
trata a sí misma.
Pero dado que la evolución social es dialéctica y que siempre hay
contradicciones entre las relaciones sociales existentes y lo que puede llegar a
ser posible, a veces uno puede percibir que no existe una respuesta adecuada
para las preguntas que le plantean ciertas actividades o ideas nuevas.
Nunca se me ha borrado de la memoria un párrafo de un ensayo de Gramsci que
leí hace años. Gramsci lo escribió en la cárcel hacia 1930:

El problema ¿qué es el hombre?, es, pues, siempre el problema


llamado de la ‘naturaleza humana’, o del llamado ‘hombre en general’,
o sea, el intento de crear una ciencia del hombre (una filosofía) que
parta de un concepto ‘unitario’, de una abstracción en la cual pueda
contenerse todo lo ‘humano’. Pero ¿es lo humano un punto de partida
o un punto de llegada, como concepto y hecho unitario?”

Dr. Edis Buscarons, Médico.

Potrebbero piacerti anche