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Navaja Opinel

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Nunca se sabe cuándo va a hacer falta una


navaja. Borges hablaba de ellas con
veneración –‘morir en una pelea a cuchillo,
a cielo abierto y acometiendo, hubiera sido
una liberación para él…’[1], confiesa el argentino a propósito del pastor Johannes Dahlmann
en su relato El Sur -. Entre todas las navajas, muchos han compartido devoción por una de las
más austeras:la Opinel, diseñada por un herrero de Saboya cuando el siglo XIX se extinguía.
Pablo Picasso la utilizó para tallar formas en la madera blanda, Roger Frison-Roche la incluyó
en sus equipajes alpinos y Éric Tabarly la llevó en sus infinitas travesías oceánicas.

Publicidad de navajas Opinel

Joseph Opinel nació en la villa de Gévoudaz en 1872. La economía de la región,


eminentemente agrícola, y la notable tradición en la manufactura de instrumentos metálicos,
alentaron al joven Opinel a fabricar una navaja que cubriese las necesidades de los hombres
de campo. En 1890 produjo de manera artesanal en un taller de Albiez-Le-Vieux las primeras
unidades, que pronto adquirieron notoriedad entre los granjeros, pastores y productores de
vino de los alrededores. El éxito inicial le permitió fabricar, siete años más tarde, la primera
serie de navajas numeradas del 1 al 12 atendiendo a las dimensiones de su filo: desde los
2cm hasta los 12 cm. En 1901, Opinel abrió su primera factoría en Pont de Gévoudaz, e ideó
una máquina capaz de resolver la mayor dificultad en la fabricación de navajas, el horadado
de la empuñadura. Ocho años después registró la marca, y desde ese momento su logotipo –
la Main Couronnée, inspirada en el escudo de armas de la villa saboyana de Saint-Jean-de-
Maurienne – apareció grabado invariablemente en el filo metálico.

Joseph Opinel
Familia Opinel

No hubo un gran secreto en el éxito de Opinel, pero sí una preocupación constante por no
perder de vista el fondo de la cuestión. Aunque a partir de 1914 la factoría comenzó la
producción en masa de navajas, Joseph Opinel nunca descuidó la calidad; las empuñaduras
continuaron siendo fabricadas con madera de haya o peral y el filo de acero siguió siendo
cuidadosamente templado, afilado y pulido. A pesar del paso del tiempo, sus descendientes
no alteraron esta premisa: las hojas pasaron a ser fabricadas en acero al carbono XC90, sus
dimensiones fueron adaptadas a las nuevas necesidades[2]  y el sistema original de apertura
fue modificado para hacer navajas más seguras. Así, en 1955 Marcel Opinel diseñó un
efectivo mecanismo de bloqueo del filo, un collar metálico llamado Virobloc que redujo
sensiblemente la dificultad de manipulación en las navajas de gran tamaño; las empuñaduras,
por su parte, mantuvieron su forma ergonómica, y continuaron siendo fabricadas
principalmente en madera de haya, aunque también se produjeron –en menor número-
ejemplares con roble, nogal u olivo. Los trazos sustanciales del diseño han permanecido
inalterados desde la última década del siglo XIX.
La otra razón que hizo de las Opinel un incuestionable éxito comercial fue la estrategia
urdida por Joseph. En sus primeros años como fabricante de navajas, abrió una pequeña
tienda situada en las proximidades de la estación de Chambéry; desde entonces, comenzaron
a ser utilizadas por trabajadores del ferrocarril, que en sus frecuentes desplazamientos las
dieron a conocer en el resto del país. Pronto, las Opinel se convirtieron en las navajas más
populares de Francia.

Empuñaduras de Opinel
Montaje de navajas Opinel

Sistema de bloqueo de la hoja ‘Virobloc’


Hoja de Opinel, con la Main Couronnée grabada

Navaja Opinel. Por Andrew Stawarz

Sin embargo, no todo fue tan sencillo. En 1926 un gran incendio consumió la fábrica que
Joseph Opinel había puesto en marcha años antes en una curtiduría abandonada en Cognin.
Lejos de abandonar, Joseph –ayudado por sus hijos Marcel y Léon – abrió al año siguiente
unas instalaciones completamente nuevas que incluían mejoras en las máquinas de
producción. Hoy, tras haber producido más de 260 millones de navajas, la empresa continúa
en manos de la familia Opinel y mantiene su sede en Saboya.

Nueva factoría Opinel, 1927


Para Pablo Picasso, Roger Frison-Roche o Éric Tabarly, la Opinel parece haber sido una
prolongación de su mano. Útil para cincelar la materia o para cercenar un cabo; útil para
podar una rama, pelar una manzana o, quién sabe, para saldar una cuenta pendiente.

BLC

[1] La cita ha sido extraída de BORGES, J.L. (1971)2009. Ficciones. Madrid, Alianza Editorial, p.
215-216.

[2] La número 1 era usado casi exclusivamente para cortar el tabaco para pipa, por lo que
dejó de ser producida. Por el contrario, se añadió la número 13, cuyo filo mide 22 cm.

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