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Fernando Bermúdez
Universidad de Estocolmo - Universidad de Mälardalen / Suecia
fernando.bermudez@mdh.se
Argumentación y evidencia
Se llama evidencialidad al dominio semántico relacionado con la fuente u origen de la in-
formación expresada en el enunciado; y evidencial, al elemento lingüístico que marca o refie-
re la fuente de información. Todas las lenguas poseen medios para calificar evidencialmente
un enunciado. Algunas lenguas, como el wintú, el tuyuca, el quechua, el turco, el armenio, el
búlgaro, el tibetano, el persa, entre muchas otras, poseen formas gramaticales específicas para
este propósito, esto es, morfemas verbales (obligatorios u opcionales) que refieren a la fuente
de la información, del mismo modo que otras lenguas poseen morfemas verbales que indican
tiempo o modo.
Un wintú nunca dice “esto es pan”. Ellos dicen “Esto me-parece-pan”, o “Esto lo-siento-pan”, o “Esto lo-
he-escuchado-ser pan”, o “Yo-infiero-basándome-en-evidencia-que-esto-es-pan”, o “Yo-pienso-esto-ser-
pan”, o, vaga e intemporalmente, “de-acuerdo-con-mi-experiencia-ser pan”. (Lee 1959, 137, traducción
mía)
En estas lenguas la evidencialidad constituye verdaderamente una categoría gramatical,
como el tiempo o el modo en castellano. En el otro extremo del espectro, las lenguas de Euro-
pa occidental marcan solo léxicamente la fuente de información, por medio de expresiones del
tipo “por lo visto”, “(según) dicen”, “aparentemente”, “(según) parece”, “visiblemente”, etc.
Existe cierto acuerdo en clasificar los subdominios de la evidencialidad –o su espacio
gramatical (Plungian 2001)– según el siguiente esquema (Wilett 1988, 57)1.
Visual
Directa Sensorial Auditiva
Otros sentidos
Endofórica
Tipos de Segunda mano
“hearsay”
evidencia Transmitida Tercera mano
Folklore
Indirecta
Inferida Inferencia
Razonamiento
1
Para la inclusión del subdominio “endofórico” (la fuente de información es un estado interno del hablante) véase Tournadre
(1996); para una discusión sobre el lugar del “mirativo” véase DeLancey (1997)
Fernando Bermúdez
¿De dónde lo sacaste? Elevación del sujeto y gramaticalización de la evidencia en castellano
La diferencia entre los enunciados de (1) y (2) es que mientras los primeros pueden señalar
evidencia directa o indirecta, los segundos marcan que la fuente de información es directa:
Por otro lado, la existencia de las construcciones “elevadas” de (2) hace que las oraciones
de (1) se interpreten preferentemente como señalando evidencia indirecta. Pareciera entonces
que lo que se suele conocer como “elevación de sujeto” es en realidad la gramaticalización de
una oposición evidencial: evidencia directa versus evidencia indirecta o mediada.
Esto explica al mismo tiempo que la elevación de sujeto no pueda practicarse con verbos
cuyo significado implique evidencia indirecta, como por ejemplo “leer” (transmitida) o “de-
ducir” (inferida), ya que se produce una incompatibilidad semántica entre el significado de la
construcción y el significado del lexema verbal:
(3) a. Oí que Ana llegó. a. Leí que Ana llegó. a. Deduje que Ana había llegado.
(4) a. La oí llegar (a Ana). b. *La leí llegar (a Ana). b. *La deduje llegar (a Ana).
Compartimos con Langacker (1991) la idea de que la elevación de sujeto es una configura-
ción de corte metonímico, dado que se evoca una entidad (la escena completa de la cláusula
incluida) por medio de la mención explícita de otra (su sujeto) que es más saliente, de más
interés o más fácilmente codificada. En este proceso metonímico el sujeto de la cláusula in-
cluida puede llegar al extremo de reemplazar por completo al evento entero:
2
Aunque podría decirse que el potencial, al menos en el uso periodístico, tiene un valor evidencial. Por ejemplo en la si-
guiente oración:
(i) El presidente renunciaría en las próximas horas.
la elección del potencial indica no sólo que la información no es segura (valor modal) y que el hablante no se compromete
con la veracidad de la información, sino también que la información es de segunda mano (valor evidencial).
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Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
(5) Vi que probaste la torta con el dedo. Æ Te vi probar la torta con el dedo. Æ Te vi.
Posiblemente sea este movimiento metonímico lo que está en la base de que la elevación
de sujeto implique una evidencia directa, pero no ahondaremos aquí en este punto.
¿Qué ocurre con los verbos que denotan evidencia directa no sensorial? Tomemos por
ejemplo “imaginar”, o “suponer”:
(6) a. Imagino que disfruta de su tiempo libre. b. Supongo que disfruta de su tiempo.
(7) a.??La imagino disfrutar de su tiempo libre. b. ??La supongo disfrutar de su tiempo.
Las oraciones elevadas de (7) son muy dudosas y la gran mayoría de los informantes las
han encontrado directamente inaceptables. Sin embargo el castellano posee otra forma de
construir las oraciones de “elevación de sujeto”, a saber, con gerundio, en la que los verbos
endofóricos se convierten en absolutamente aceptables:
(8) a. La imagino disfrutando de su tiempo libre. b. La supongo disfrutando de su tiempo.
Esta construcción con gerundio, sin embargo, es todavía imposible con los verbos cuyo
significado implica evidencia indirecta:
(9) a. *La leí llegando. b. *La deduje llegando.
De este modo podemos afirmar que la construcción de elevación de sujeto con infinitivo
marca evidencia directa sensorial, mientras que la construcción de elevación con gerundio
implica evidencia directa, pero no necesariamente sensorial. Por su parte, la construcción no
elevada no hace referencia alguna a la fuente de información.3 Esto podemos notarlo en un
verbo más claramente polisémico como “ver”:
(10) Veo que trabaja en el taller.
(11) Lo veo trabajando en el taller.
(12) Lo veo trabajar en el taller.
Por su parte, la oración (11) –la construcción de elevación con gerundio– puede significar
solamente (13a-b), pero no (13c-d), es decir, solamente puede significar evidencia directa. Por
último, la oración (12) sólo puede significar (13a), esto es, evidencia directa sensorial.
3
Como dijimos más arriba, el hecho de que existen las construcciones de elevación hace que las construcciones no elevadas
tiendan a interpretarse como señalando evidencia no directa, pero esto es una inferencia pragmática y no un efecto de signifi-
cado de la construcción
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Fernando Bermúdez
¿De dónde lo sacaste? Elevación del sujeto y gramaticalización de la evidencia en castellano
El enunciado (14b) tiene mayor fuerza argumentativa que (14a), a pesar de que ambos ex-
presan la misma información. Y esto es así porque (14b) expresa que la fuente de tal informa-
ción es la evidencia directa sensorial, por lo tanto más contundente, mientras que (14a) no
hace referencia alguna a la fuente de información.
Del mismo modo, en (15a) el hablante presenta una fantasía con más fuerza de hecho que
en (15b), dado que la elección de la construcción de elevación de sujeto con infinitivo la pre-
senta como si se hubiera tratado de una experiencia visual.
(15) a. Lo imaginé ganar la carrera.
b. Lo imaginé ganando la carrera.
Vemos aquí el mismo escenario: mientras la construcción no elevada puede indicar evi-
dencia de segunda mano, la construcción de infinitivo no la permite:
a) “Puede deducirse de la evidencia directa.”.
Parece que él sabe. Él parece saber.
b) “Dicen.”
Sin embargo se ha notado también que la construcción con elevación de sujeto (16b) es
“más objetiva”, mientras que la construcción no elevada (16a) es “más subjetiva”. Pero ¿qué
es lo que se quiere indicar con esta distinción subjetivo/objetivo? Pareciera estarse refiriendo
a la “calidad” o la “confiabilidad” de la evidencia. Si se posee una evidencia confiable, buena,
la información se verá como “más objetiva”. Por el contrario, si se posee una evidencia débil,
vaga, intuitiva, la información se experimentará como “más subjetiva”. Otra vez, la elevación
de sujeto se encuentra íntimamente relacionada con la codificación de la evidencialidad.
Como sea, pareciera más adecuado replantear esta dimensión de la subjetividad, siempre
dentro del dominio evidencial, en términos del acceso a la fuente de información. En un ex-
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Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
tremo estaría la situación en la que el hablante indica tener acceso exclusivo a la fuente de
información; en el otro, el hablante señala que también el oyente tiene acceso a la fuente de
información. En el primer caso hablamos de un acceso subjetivo a la fuente de la información;
en el segundo, de un acceso intersubjetivo. Un caso intermedio sería cuando el hablante no
hace mención alguna del acceso que los participantes tienen.
Lo que aquí se está proponiendo es que en la construcción no elevada (16a) el hablante no
señala nada respecto del acceso que los participantes tienen a la fuente de información. Por el
contrario, en la construcción elevada (16b) el hablante señala que el oyente también tiene ac-
ceso a la evidencia.
El siguiente ejemplo aclarará los conceptos. Durante la discusión de una novela en un taller
literario algunos de los participantes habían señalado que parecía que los personajes actuaban
como si no supieran lo que estaba ocurriendo. Uno de los integrantes entonces expresa lo si-
guiente:
(17) Sí, los personajes parecen no saber nada, pero al mismo yo al mismo tiempo a mí me parece
que saben mucho.
El hablante elige primero la construcción con elevación de sujeto para indicar que todos los
presentes tienen acceso a la fuente de esa información, dado que justamente se había estado
discutiendo ese tema, pero luego agrega otra información, utilizando el mismo verbo parecer,
y ahora utilizando la construcción no elevada, porque ahora es sólo él el que tiene acceso a la
fuente de esta nueva información expresada, de hecho es una información contradictoria con
lo que se venía discutiendo.
Si analizamos las expresiones de (18):
(18) a. Parece que Laura tiene frío.
b. Laura parece tener frío.
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¿De dónde lo sacaste? Elevación del sujeto y gramaticalización de la evidencia en castellano
aceptable. Y este parece ser el caso. En el siguiente pasaje del Eutifrón se dan las condiciones
mencionadas:
SÓCRATES. —Lo que tú dices, Eutifrón, semeja ser obra de Dédalo, nuestro antepasado.
Y si fuese yo el que dijese y trajese a colocación estas razones, tal vez podrías afirmar, en
tono de chanza, que al descender de aquél las figuras que yo presento en palabras, han de
tratar de huir y no querer permanecer en el lugar que se les señala. Mas, como en este ca-
so las hipótesis son tuyas, conviene que busquemos algún otro motivo de chanza, porque
es claro que no quieren permanecer contigo, según tú mismo afirmas.
EUTIFRÓN. —A mí me parece, Sócrates, que esta chanza va muy bien con lo que ambos
decimos. Porque no soy yo solo el que inspiro la necesidad de que estas hipótesis mero-
deen alrededor de nosotros y no permanezcan fijas. Eres tú precisamente quien me pare-
ces ser Dédalo, puesto que si de mí dependiese haría lo posible para que permaneciesen.
Lo que Eutifrón dice en la expresión resaltada es que es obvio tanto para él como para Só-
crates que Sócrates parece ser Dédalo, y da las razones de tal conclusión. Sin embargo, dado
que Sócrates acaba de decir que es en cambio Eutifrón y no él mismo el que actúa como Dé-
dalo, Eutifrón se ve obligado a presentar la conclusión como subjetiva. El contexto (las nece-
sidades argumentativas del hablante), hace plausible el uso de la construcción elevada junto
con el marcador “me”. Aquí puede verse claramente cómo es importante tomar en cuenta la
evidencialidad codificada en las construcciones sintácticas para poder interpretar adecuada-
mente una argumentación.
Por otro lado, esto podría explicar por qué los verbos de estado mental, como “pensar” o
“creer” no pueden aparecer en construcciones de elevación de sujeto:
(20) a. Creo que Ana tiene frío. b. Pienso que Ana está loca.
(21) a. *La creo tener frío. b. *La pienso estar loca.
Conclusiones
El castellano marca la referencia a la fuente de información de lo dicho –y el acceso que
los participantes tienen a esa fuente– no sólo mediante estrategias léxicas (“según dicen”,
“aparentemente”, “por lo visto”) sino también por medio de estrategias gramaticales. La com-
posición de la categoría evidencial en castellano parece por otro lado adaptarse perfectamente
a la estructura propuesta en otros trabajos para otras lenguas no relacionadas –en especial
Wilett (1988) y Plungian (2001)–, dado que en principio pareciera distinguir entre evidencia
directa (posibilidad de elevación de sujeto) versus evidencia indirecta (imposibilidad de ele-
vación), y dentro de la evidencia directa, entre sensorial (construcción elevada con infinitivo)
y endofórica (construcción elevada con gerundio). Dado que tanto la inclusión de evidencias
como la referencia a la fuente de información y al acceso que los participantes tienen a esa
fuente de información son centrales en la (co)construcción de los movimientos argumentati-
vos, el reconocimiento del castellano como una lengua que (parcialmente) ha gramaticalizado
el dominio evidencial es ineludible para un análisis adecuado de la argumentación.
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Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
Bibliografía
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A CADA FORMA UN SIGNIFICADO
LOS CONECTORES SIEMPRE QUE Y SI
Claudia Borzi
Universidad de Buenos Aires - CONICET / Argentina
cborzi@filo.uba.ar
0. Introducción
En el marco de los presupuestos y resultados de la Lingüística Cognitiva, me ocupo, en el
presente trabajo, del uso de las formas siempre que y si en contexto condicional. Tomo en
consideración ejemplos semejantes a los siguientes: (1) El sector agropecuario va a crecer
siempre que haya créditos versus (2) El sector agropecuario va a crecer si tiene créditos.
1. Estado de la cuestión
En sentido estricto, las gramáticas, diccionarios de uso y artículos especializados, aunque
señalen ciertos valores semánticos secundarios asociados a siempre que, sostienen la equiva-
lencia entre esta combinación de formas y si en contextos de condicionalidad. En el marco de
la clasificación de las expresiones condicionales en general, muchos autores asocian el uso de
siempre que en contexto condicional con el modo subjuntivo y los estudios más recientes in-
corporan el problema de la posición de la cláusula con conector en relación con la cláusula
‘principal’. Estos dos últimos fenómenos quedan, sin embargo, sin explicación. Seguidamente
reseño el estado de la cuestión en lo que respecta a estos dos conectores.
La Gramática de la Real Academia Española de 1959 (§435) dice que la locución siempre
que “se usa también con el valor de la condicional si” (así también S. Gili Gaya y M. Moliner
(1996))1. En la misma línea está el Esbozo (1973:3.22.6.c)), que analiza siempre que entre los
“Otros vocablos o giros condicionales”; cabe señalar que, aunque la Academia no aluda en
ninguno de los dos casos al problema de la posición de la cláusula, como ofrece una casuística
auténtica el ejemplo que presenta muestra la cláusula de siempre que pospuesta.2
J. Mondéjar, que se dedica especialmente a los conectores condicionales diferentes de si, se
refiere a un valor semántico que es retomado por muchos de los otros autores dice “siempre
que [...] no expresa tanto una hipótesis cuanto el ineludible cumplimiento de la condición para
que se realice o no lo que se expone en la principal” (1966:238). Destacando el valor de nece-
sariedad entre los conectados se encuentra también J. Borrego Nieto (1980)3. O. Kovacci
(1992:§2.2.1), sostiene la conmutabilidad de los conectores y la exigencia de subjuntivo para
que siempre que sea considerado un conector condicional. A. López García (1994:§6.3), sin
establecer límites precisos y sin trabajar con ejemplos auténticos ni contar con la orientación
que las estadísticas ofrecen, clasifica las expresiones condicionales en deónticas (promesa,
recomendación, orden –si me escribes te contestaré; si llama, abridle–), dinámicas (expresan
capacidad para –si tienes sed, hay cerveza en la nevera–), aléticas (expresan necesariedad –si
el volumen aumenta, la presión disminuye–) y epistémicas (su posición, posibilidad –si viene
María, Pedro estará contento –). El autor, como otros, señala la importancia del modo verbal
1
Gili Gaya (1955:§248) admite que puede usarse “traslaticiamente” como condicional una conjunción como siempre que y
Moliner (1996) dice: “siempre que o siempre y cuando. Expresiones condicionales equivalentes a «si»: ‘Te llevaré conmigo
siempre que [siempre y cuando] me prometas ser formal’.
2
Cito el ejemplo seguidamente: Mañana comeré en tu casa, siempre que tú comas hoy en la mía.
3
Borrego Nieto (1980:30) sostiene que siempre que restringe “emparejando” el valor de las cláusulas y generando necesarie-
dad.
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
en relación con el análisis de los conectores (a los que llama formantes introductores) y ofrece
una clasificación, aunque luego la relativice. De hecho sostiene que dentro de cada uno de los
grupos de expresiones condicionales, dichos formantes introductores son intercambiables
entre sí y con el formante si. 4 Siempre que con Subjuntivo queda clasificado como deóntico,
el ejemplo que ofrece como característico, siempre que apruebes, te llevaré al cine, resulta, en
primer lugar ambiguo entre una lectura temporal y una condicional, y en segundo lugar, no
muestra la posición que resulta ser la más típica para este tipo de cláusulas. El autor encuentra
seguidamente cercanía de las condicionales “deónticas” con las “dinámicas” (siempre que
tengáis hambre, hay queso en la nevera) –respecto de lo cual no estamos de acuerdo–, y dife-
rencia estos casos de los epistémicos (siempre que venga Juan, se irá María) que, sostiene,
“ya no son expresiones condicionales sino meramente de sucesividad temporal” (1994:147).
En la misma tónica sostiene que con indicativo siempre que es alético (siempre que sube la
presión, disminuirá el volumen) donde “más que la expresión de una ley física, [estas cláusu-
las] constituyen la descripción del funcionamiento de un aparato” (1994:147). López García
atribuye la oposición siempre que deóntico /alético al contraste subjuntivo e indicativo respec-
tivamente (1994:148). Se advierte que el autor desestima la importancia de la posición sintác-
tica para la caracterización del uso de siempre que, dado que en el único caso en que ubica la
cláusula de siempre que en Posición 3 está retomando ejemplos de Borrego Nieto (Lucía está
dispuesta a perdonarte siempre que le prometas volver versus siempre que canta, me duele la
cabeza).
F. M. Marín y colaboradores (1998:456) sostienen el uso de siempre que en la concomitan-
cia temporal de prótasis y apódosis que permite que adverbios o expresiones temporales (co-
mo siempre que) funcionen como transpositores condicionales. En el marco del enfoque en
que abordan el análisis de todos los conectores, diferenciando un conector básico de otros que
no lo son, abonan la conmutabilidad de las formas. No aluden al problema de la posición de la
cláusula.
E. Montolío (1999:§57.6.3.4.), considera siempre que un Conector Condicional Complejo
Afirmativo. Le asigna las siguientes características: a. la cláusula subordinada –que corres-
ponde entender que es la precedida por siempre que– restringe el contenido de la otra cláusu-
la; b. argumentativamente dicha cláusula da una condición favorable para que se cumpla lo
enunciado en la principal (a diferencia de lo que ocurre con sólo, excepto o salvo si); c. en el
período se advierte un valor bicondicional; d. el carácter del período es estrictamente hipotéti-
co; e. la cláusula encabezada por siempre que muestra un carácter netamente remático; f. la
forma siempre que aparece como condicional acompañada solo por subjuntivo; f. se presenta
una tendencia a la posposición de la cláusula. 5
Todos los autores mencionados previamente, con excepción de Montolío, desestiman la
importancia de la posición de la cláusula. Desestiman a su vez el modo verbal para la particu-
larización del uso de siempre que (con excepción de Kovacci y Montolío), sostienen la equi-
valencia de formas y rescatan –retomando a Mondéjar– la bicondicionalidad. Marín y colabo-
radores asocian además siempre que con coincidencia temporal de las cláusulas. No queda claro a
4
López García dice al respecto: “Como es sabido, el paso del latín al romance arruinó casi todo el sistema de las conjuncio-
nes: es sintomático que los nuevos giros conjuntivos [...] hayan tendido a especializarse para alguno o algunos de los nuevos
grupos y que sólo el formante latino si [...] quede como término no marcado” (1994:144).
5
Pon Bordería (1998), Vigara Tauste (1992) y Alcina Franch y Blecua (1975) no tratan siempre que. Martínez J. A. (1994)
trata solamente la forma siempre en contexto temporal. H. Kenniston no registra usos de siempre que en contexto condicio-
nal, sí en contexto temporal con indicativo y subjuntivo (§28.56 y 29.811).
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Claudia Borzi
A cada forma un significado. Los conectores siempre que y si
qué apuntan, ya que de hecho este conector se combina con anterioridad/posterioridad y no con
‘coincidencia’. Es interesante que Montolío preste atención a la distribución de la información.
En lo que respecta a la forma si, y limitándonos a rastrear los contextos sustantivos y con-
dicionales en los que funciona esta cadena, ya sea en un marco homonímico o en uno polisé-
mico, es considerada por todos los autores como el conector condicional por excelencia. El
estudio de los modos fundamenta la clasificación general de las construcciones condicionales,
sin que quede un modo verbal necesariamente asociado con el funcionamiento de este conec-
tor. La posición y la información son aspectos desestimados por la mayor parte de los gramá-
ticos, no así por aquellos estudiosos que siguen la línea de J. Haiman. Sin embargo, estos
elementos no intervienen en el análisis del conector en sí, sino en el de las cláusulas. En re-
sumen, como se verá, si queda identificado como una forma que se combina con indicativo y
subjuntivo y puede encabezar cláusulas con información vieja o nueva y en cualquier posición.
A. Bello, en una concepción polisémica de si que engloba el uso condicional y el sustanti-
vo, diferencia “adverbios demostrativos” (como así) (§394) de “adverbios relativos” (como
si) (§410) y los relaciona en tanto ambos muestran la misma significación, aunque distinta
función. Los adverbios relativos sirven exclusivamente para enlazar proposiciones. De esta
manera, el valor “relativo” de si viene a justificarse en tanto envuelve a su antecedente (así)
(§416) y equivale a la expresión supuesto que o dado que “tomado en el sentido de condi-
ción” (§414).
A diferencia de Bello, la Academia de 1959 y el Esbozo tienen visiones homonímicas y
ven en el si condicional una conjunción subordinante diferenciada del si sustantivo que es
para estos un adverbio o partícula interrogativa (1973:§1.5.Nota 17).
Para J. Alcina Franch y J. M. Blecua, si es una “marca” que funciona como condicional,
conjetural, interrogativa, exclamativa, de valoración, encarecimiento y como expletiva
(1975:§8.4.2.). S. Gili Gaya (§248) y R. Lenz (§346) consideran que la única conjunción (su-
bordinante) condicional es si, la que se diferencia de la conjunción interrogativa.
H.Kenniston (1937:§42.3 y §42.8.) registra usos de si conjunción subordinante condicional
y conjunción anunciativa y muestra el camino histórico.
F. M. Marín y colaboradores clasifican la forma si como una conjunción subordinante con-
dicional o transpositor condicional (pág.455- §5) que diferencian del si sustantivo al que ca-
racterizan como “transpositor de la proposición a la función sustantiva” (pág.307), retoman de
este modo literalmente la clasificación de E. Alarcos Llorach (1994: §300 y §446). 6
Montolío (1999) y M. Pérez Saldanya (1999) analizan si como conjunción subordinante
condicional por excelencia, de hecho sus estudios no están centrados en el conector.
La visión de todos los autores respecto de si, excepto Bello y Alcina Franch y Blecua, es
homonímica y se basa en la identificación de uno de los usos de si como conector condicional
básico que puede ser conmutado, sin alteración del significado condicional, por otros conecto-
res entre los que algunos de ellos tienen en cuenta siempre que. Como se señaló previamente,
algunos autores se ocupan de particularizar (sin aportar evidencia empírica) ciertos valores
semánticos secundarios que siempre que agregaría a la construcción, pero dando por sentado
que las formas son conmutables sin cambio de significado.
6
Cabe señalar también que en página 292 y 293 asignan el nombre de “transpositores” no solamente a las conjunciones que
“establecen” una relación de subordinación sino también a las que establecen una relación de interdependencia, donde por el
mero significado de la relación hjelmsloviana se advierte que no se puede hablar de “transponer” porque ambos funtivos son
Constantes. La Gramática Española de estos autores presenta en el apartado de Elementos de relación (§10.4. Conjunciones)
imprecisiones y ausencia de ejemplos que ayudarían a evaluar el alcance de la clasificación que sugiere.
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Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
El Enfoque Cognitivo-prototípico parte del supuesto de que todo hablante usa la lengua
como instrumento para lograr objetivos específicos y que, en algún sentido, dice siempre ‘lo
que quiere decir’. Es así que cada forma de un mensaje tiene una función comunicativa y un
significado específicos que corresponde que sean descriptos.
2. Problema e hipótesis
El problema puede plantearse, entonces, en los siguientes términos: ¿Se puede probar que
cada forma tiene una función y un significado propios? En contexto de condicionalidad, las
formas siempre que y si ¿son o no son intercambiables? ¿Podemos responder a las preguntas
cuándo, por qué y para qué elige el hablante a veces siempre que y a veces si?
Sostengo que el hablante, en contexto de condicionalidad, elige siempre que cuando, en un
marco descriptivo de los hechos (situación tangible/hechos objetivados), quiere restringir una
aserción recordando o actualizando un contenido informativo que, a diferencia de las otras
voces argumentativas, él no cree o no comparte. Este objetivo motiva la sintaxis (posposición)
y la morfología verbal (subjuntivo). Elige si cuando quiere establecer un marco común (caso
de las prepuestas –no tratadas aquí–) o recuperar ese marco común (pospuestas) para presen-
tar o sostener información vieja o nueva que, en principio, considera compartida por todos.
3. Experimento
Para aportar evidencia empírica a favor de estas hipótesis, procedí a analizar el contexto de
uso de 60 casos de discurso auténtico oral y escrito (30 de cada conector no contabilizados en
las tablas que se presentarán en este trabajo). De dicho análisis surgieron los factores que me-
dí en el experimento final, se corroboraron además la correlación siempre que/subjuntivo (a la
que alude gran parte de la bibliografía) y la Posición 3 para las cláusulas con siempre que.
En cuanto a los factores, para sostener la hipótesis de la influencia del Marco descriptivo
de los hechos (situación tangible/hechos objetivados) en la aparición de siempre que, selec-
cioné contextos descriptivos de actantes [+humanos], identificados, donde hubiera locativos
precisos y verbos descriptivos (distintos de copulativos). Para sostener la influencia de la pos-
tura del Hablante en relación con los hechos descriptos en la cláusula con conector, comparé
contextos positivos y negativos diferenciados entre sí por la presencia o ausencia en el entor-
no de negaciones, de conectores restrictivos, de contraposiciones léxicas, de bases de valora-
ción negativa y de modo subjuntivo.
La Muestra estuvo conformada por 101 hombres y mujeres de 17 a 23 años, estudiantes del
Bachillerato de Adultos de la Ciudad de Buenos Aires. El Material estuvo constituido por una
Prueba escrita dirigida de completamiento. Se ofreció un total de cinco contextos auténticos
en los que los entrevistados debían elegir una de las dos opciones que se ofrecían donde apa-
recían las formas siempre que y si. Se presentaron dos contextos que mostraban los factores
[+hablante no cree/no comparte] combinado con [+situación tangible] y [- situación tangible]
(Cf. luego los ejemplos (3) y (5)); dos contextos que mostraban los factores [-hablante no
cree/no comparte] combinado con [- situación tangible] y [+situación tangible] (Cf. luego los
ejemplos (4) y (6) ) y un contexto de control que mostraba [- hablante no cree/no comparte] y
[+ situación tangible], no contabilizado en las tablas.7
7
Transcribo este último caso: Los indios yawalapitis pasan la mayor parte del tiempo en las cabañas o en las cercanías +
siempre que no estén pescando o recogiendo mandioca/si no están pescando o recogiendo mandioca.
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Claudia Borzi
A cada forma un significado. Los conectores siempre que y si
4. Resultados y discusión
4.1. [+/- hablante no cree/no comparte]
En este apartado se mide la influencia en la elección de siempre que del contexto en el que
el hablante no cree o no comparte el contenido informativo de la cláusula. A continuación se
presenta el ejemplo que muestra marcado el factor [hablante no cree/no comparte] y menos
marcado el factor [situación tangible].
(3) Las cenizas volcánicas son consideradas un excelente abono para los cultivos, siempre que
primen en su composición ciertos minerales. Pero no es la regla. En 1931 las cenizas del Qui-
zapu viajaron de Mendoza hasta Río de Janeiro y echaron a perder muchas cosechas.
El ejemplo que sigue muestra no marcado el factor [hablante no cree/no comparte] y mar-
cado el factor [situación tangible].
(4) ROSARIO. En esta ciudad de creadores, ciudad repleta de bares y de músicos, sentó sus re-
ales el tango con el imponente título de Quinta Cumbre Mundial. Comenzó con buenos auspi-
cios si se tienen en cuenta las actuaciones del bandoneonista rosarino Cholo Montironi y el
Nuevo Quinteto Real, con Horacio Salgán. Mientras la lluvia iba alejándose de la ciudad, los
rosarinos se daban cita en el bello y espacioso Teatro El Círculo. Lo hicieron con auténtica
flema inglesa.
185
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
5. Comentarios finales
La experiencia que describo en este trabajo corrobora lo enunciado en la hipótesis en lo
que respecta a la influencia de la postura del hablante en relación con los hechos descriptos en
la cláusula y a la tangibilidad del contexto que rodea a la cláusula con siempre que. Este últi-
mo factor viene a coincidir con el significado de la forma siempre que primariamente tempo-
ral, descriptivo y ligado más a los hechos que a la argumentación. Se confirma de esta manera
la motivación en la elección de las formas que dan lugar a esta conexión. El primer factor se
relaciona más estrechamente con el modo verbal subjuntivo y con la Posición 3 de la cláusula.
La bibliografía menciona estos dos fenómenos en relación con la combinación siempre que,
pero no los explica ni justifica. El hecho de que el hablante no crea o no comparta el conteni-
do de la cláusula y que esto motive la elección de siempre que repercute directamente no solo
en la elección de ese conector (y no de otro) sino también en la elección del modo y de la po-
sición. En consonancia con las afirmaciones de Borzi (2002b), la postura negativa y de no-
creencia del hablante motiva la elección de subjuntivo en tanto este modo verbal es síntoma
de una conceptualización no asertiva, de información vieja, negada.8 Por otro lado, la Posición
3 de la cláusula viene a ser síntoma de una relación sintáctica poco estrecha (factor medido en
Borzi (2001)).
8
En Borzi (2002b) se presenta una distribución espacial de las zonas modales en una ojiva que muestra dos subzonas semán-
tico-pragmáticas enfrentadas que motivan que el hablante elija subjuntivo. Una de información no asertiva (presuposicional),
vieja y negada y la otra de información no asertiva, no verdadera (no presuposicional).
186
Claudia Borzi
A cada forma un significado. Los conectores siempre que y si
6. Bibliografía
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187
CONTATO E TRANSIÇÃO EM INTERAÇÕES VERBAIS
O USO DE MARCADORES DISCURSIVOS
0. Considerações iniciais
Este trabalho tem como objetivo estudar nas interações verbais, composta por
conversações espontâneas e entrevistas televisivas, o uso de marcadores discursivos de
abordagem ou intimação e convocação, a fim de conhecer alguns traços e características
próprias dessas unidades: o tipo de ação que podem suscitar, sua multifuncionalidade e as
diferenças que podem manifestar em relação aos demais conectores textuais. Para tanto, faz-
se um levantamento rápido de várias ocorrências de tais operadores, descrevendo suas
características e respectivas funções.
Os referidos marcadores são analisados em seus contextos e condições de produção e não
separadamente, visto que se realizam em atividades interacionais entres indivíduos durante a
conversação. As atividades interacionais são enfocadas com base na Etnometodologia, mas
tendo sempre como meta o aspecto lingüísticos. Isso se explica porque é no lingüístico que a
interação apresenta um de seus níveis de concretização. O lingüístico exterioriza o
sociocultural e o paralingüístico, criando a imagem dos interactantes e instaurando a polidez
entre eles. Desse modo, ao produzir o texto falado, os interlocutores deixam marcas que
comprovam os procedimentos adotados durante a elaboração textual, essas marcas
estabelecem o contato inicial entre os participantes, a fase de transição até chegar à orientação
da conversação, instaurando, portanto, a coesão e a coerência textuais.
interacionais. Ao contrário do que ocorre normalmente nas interações verbais entre pessoas
desconhecidas, cada um dos participantes sabe o que o outro está esperando no início da
conversação, desse modo não chega a existir uma verdadeira irrupção no território do outro.
Com efeito, a pessoa que é convidada a participar de uma entrevista de televisão já tem
noção de qual será o tópico a ser desenvolvido durante o evento e todos os interlocutores
podem ser considerados locutores autorizados (André-Larouchebouvy 1984:87). Por isso, é
natural que não se encontrem nos textos do corpus os operadores discursivos tipicamente
destinados a compensar a intromissão que, muitas vezes, abre um intercâmbio. Desse modo,
quase não há em nossas entrevistas operadores de intimação ou de abordagem denominados
“pseudo-apologies” (Wardhaugh 1985:124) como por exemplo: perdão, por favor. Observe-
se o exemplo a seguir:
(1)
L4 mas não tinha uma pesquisa ainda em maio ou junho dizendo que o
primeiro item da pauta de preocupação do brasileiro era a estabilidade da
moeda... mais que emprego... mais do que ( )
[
L2 aí já tinha entrado... em...vigor
o plano....
[
L5 desculpa... Lula mas aí é o seguinte... nós... eu participei de um almoço com
Você em que você previa para trinta dias a grande desilusão nacional...
(Programa Entrevista Coletiva – Lula, 1995)
Nesse segmento, o entrevistado Luís Inácio Lula da Silva estava discorrendo sobre o Plano
Real e a estabilidade da moeda, quando um dos entrevistadores, L5, pede desculpas para
introduzir um argumento a respeito do tópico em pauta, já que vai introduzir algo que se
contrapõe ao que vinha sendo dito. Essa sobreposição e intromissão do entrevistador é
atenuada com o uso do operador desculpa.
De modo geral, as trocas que abrem as entrevistas estudadas são do tipo confirmativo e não
reparador, utilizando termos apresentados por Goffman (1973). Os intercâmbios
confirmativos são de caráter ritual e servem para ratificar a existência de uma relação entre
os participantes; é característicos que os recursos utilizados pelos participantes tenham
idêntica função e inclusive que sejam formalmente idênticos ou muito semelhantes. Veja-se o
segmento a serguir.
(2)
L1 o nosso entrevistado desta noite é o ministro da cultura... o professor Francisco Weffort...
Cientista político.... [...] eu gostaria de abrir indagando... professor Francisco We/Weffort
a respeito ... da ação do seu ministério... né? que coisa é essa... cultura... qual é a cultura...
que objeto da ação do ministério... que que o senhor pretende fazer com esse tema? boa
noite...
L2 boa noite... Chico Pinheiro... o ahn... o tema.... o tema central do... do... do ministério da
cultura em última instância... é o tema da... da cultura nacional... é o tema da identidade
nacional...
(Programa Entrevista Coletiva – Francisco Weffort, 1995)
Por outro lado, a motivação fundamental dos intercâmbios reparadores, que também são
de natureza ritual, assenta-se “sobre o princípio de reparação de uma ofensa territorial”
(Moeschler, 1985:83), dado que nesses intercâmbios um dos participantes é o intrometido e o
outro o possível prejudicado, é claro que o ato ilocutório realizado pelos participantes seja de
natureza diferente (por exemplo, o par: Olhe, perdão. Sim?). Observe-se o exemplo abaixo,
189
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
em que um dos entrevistadores faz uso do marcador desculpa para poder apresentar a sua
discordância em relação ao papel do presidente da república e sua relação com o senado:
(3)
L2 e pra isso é preciso se conhecer o novo congresso... um colégio de líderes
eficiente... afinados com o novo governo e desta maneira se fazer um trabalho
político ...
[
L5 governador... desculpa... mas um colégio de líderes não ocupa esse
papel.... não faze esse papel
(Programa Entrevista Coletiva – Tasso Jereissati, 1995)
Os marcadores de abordagem ou intimação (summonses) incluem tanto os movimentos de
solicitação de contato como as respostas correspondentes a esses movimentos. Definem-se
como unidades destinadas “a estabelecer contato antes de introduzir o tópico discursivo”
(Burton, 1981: 66). Sua função é indicar prontidão para participar da conversação ou advertir
que o interlocutor está atento. Stenström (1994: 85) incorpora à classe dos summonses os
alertadores (alerts), cuja função é a de reclamar a atenção do interlocutor ante uma mudança
de direção no discurso. Alguns alertadores (por exemplo, veja) podem ser usados como
marcadores de abordagem em certas situações comunicativas, como se pode notar no
segmento abaixo:
(4)
L6 o senhor acredita que vai ter a mesma liberdade pra atuar... como atuaria num governo
petista... numa eventual... numa vitória... se fosse do Lula... por exemplo?
[
L2 eu...eu...eu
[
L6 o senhor acha que se
impõem... algumas... limitações?
[
L2 olha... eu devo lhe dizer Salomão... que eu sempre... eu sempre
disse... eu... que... o que pensei... quer dizer... certo ou errado... tá certo? e nunc/
evidentemente em muitas oportunidades eu cometi erros... por exemplo... avaliações...
tentativas de avaliação política... não é?
(Programa Entrevista Coletiva – Francisco Weffort, 1995)
É necessário lembrar que nas entrevistas a disposição estratégico-lingüística se ajusta a
determinados padrões já fixados culturalmente pelo tipo de programa e pelo estilo de seu
entrevistador (jornalístico ou talk-show). Segundo Arcocha (1999:95), isso produz uma
considerável descarga semântica das fórmulas utilizadas no primeiro intercâmbio das
aberturas conversacionais e, de modo correspondente, cria uma especialização pragmático-
discursiva e metaconversacional quase absoluta de tais fórmulas, fato que explica, por
exemplo, a perda de valor propriamente imperativo dos marcadores de abordagem
empregados normalmente no primeiro turno de conversações telefônicas (diga, fala, olha) que
servem apenas para a realização de atos de caráter fático. Assim, essas formas lingüísticas
correspondem a solicitações, mas não a atos diretivos, como poderia pensar alguém que
desconhecesse o valor discursivo de tais elementos: assinalar que o canal de comunicação está
aberto.
(5)
L1 eu tenho uma pessoa que se chama Tata Pierri... que é... ela faz música... ela tem 21
anos... e é de São Paulo e tem uma pergunta pra fazer pra você por telefone... você
tá aí... Tata?
L3 alô...
L1 oi... Tata...
L3 oi... Gabi... tudo bom?
190
Maria Lúcia da Cunha Victório de Oliveira Andrade
Contato e transição em interações verbais. O uso de marcadores discursivos
L1 bem... obrigada...
L3 oi... Arnaldo...
L1 obrigada pela participação...
[
L2 oi...
L3 obrigada vocês... pode mandar?...
L1 pode mandar...
L3 é o seguinte... Arnaldo... eu queria saber... se desde que você saiu dos Titãs você tem::
mais liberdade assim... pra compor o seu som né? que é bem diferente do que você vinha
fazendo com o grupo... é... mas apesar de/do seu sucesso... você não tem mais a fama nem a
mídia de antes que você tinha... quando você tava nos Titãs... você acha que... que perdeu
alguma coisa com isso::... isso te incomoda de alguma forma mesmo não inc/incomodando
os seus fãs verDADEIros?
L2 olha ... é legal você falar dos Titãs só pra eu fazer uma correçãozinha do que falou no
começo que eu... na verdade fui lider dos Titãs... os Titãs nunca tivera um lider né?... eu na
verdade desitribui ali... um... um papel...
(Programa Gabi – Arnaldo Antunes, 2001)
Os turnos iniciais do estabelecimento de contato constituem conjuntos de pares adjacentes
ritualizados e predeterminados por fatores contextuais (especialmente, o gênero textual), e
têm um valor global definido pelo próprio ato de emissão: em tais turnos não importa tanto o
que se diz, mas o fato de que se diga algo adequado ao funcionalmente previsto: os elementos
que aparecem nesses turnos iniciais servem para gerir a conversação como tipo de atividade
interacional que é, portanto, são operadores metaconversacionais ou metainterativos. Pode-se
dizer que existem variantes lingüísticas para o primeiro constituinte das aberturas discursivas,
mas a possibilidade de escolha é um pouco restrita e está relacionada ao tipo convencional de
interação (desde as conversações telefônicas até as mais distintas interações públicas: uma
conferência, um discurso político, um debate, etc.) A escolha de uma variante ou outra dentro
das possibilidades adequadas a cada gênero não tem consequências na interação: cada
interlocutor interpretará o dito como uma forma eminentemente fática.
Gallardo Paúls (1996: 130) afirma que “existem expectativas sociais sobre o momento concreto em
que resulta pertinente um ritual de acesso, por isso se interpretará como tal qualquer conduta que se realize nesse
momento”.
Veja-se, a seguir, o início (apresentação do convidado e cumprimentos) da entrevista feita
por Marília Gabriela ao deputado federal José Genoino do PT:
(6)
L1 o nome dele é José Genoino Neto... filho de Sebastião e Maria Lais... é irmão de
Giovani... Laide... Lais... Liduino... Francisco... Odílio... Guimarães... Wagner...
Ronaldo e Cleidson... acertei todos?
L2 todos...
L1 casado com Yoko... é pai de Miruna... Ronan e Mariana... tem cinquenta e cinco anos
... nasceu em Quixeramobim... e sem ser ator de novela ou astro de televisão ele tem
sido CAMPEÃO nas telinhas na última semana... boa noite José Genoino...
L2 boa noite...
(Programa Marília Gabriela Entrevista – José Genoino, 2001)
Nesse segmento, verifica-se que a jornalista faz uma breve biografia de quem é o
convidado do programa e, a seguir, usa como sinal de contato uma saudação (boa noite).
Os operadores discursivos destinados a realizar o estabelecimento de contato adotam o
esquema próprio de uma frase léxica1 de saudação (Boa noite; Oi, como vai você?; Olá, tudo
1
Termo empregado por Arcocha (1996: 317) para designar construções oracionais lexicalizadas que são empregadas como
recursos lingüísticos associados direta e convencionalmente a atos ilocutórios como: saudar, agradecer, despedir-se, descul-
par-se, etc. Algumas frases léxicas são operadores discursivos, como por exemplo: Olá, boa tarde. Obrigada e boa tarde.
191
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
bem.), criando um ambiente de cortesia. Entretanto, é necessário destacar que não são
especialmente abundantes nas aberturas de nossos textos as marcas explícitas de cortesia,
provavelmente por razões que uma aproximação sociolingüística permitiria desvelar. Se é
verdade que os participantes de nossas entrevistas tendem a evitar termos ou expressões
rudes, também é verdade que é raro encontrar intervenções corteses positivas:
(7)
L1 ela é a estrela da nova novela do SBT... Débora Bloch.... ((aplausos))
como você está bonita... menina... tá... tá cada dia mais bonita...
[
L2 brigada... obrigada...
L1 impressionante... aliás... a gente tinha se encontrado lá na festa
[
L2 é...
L1 do SBT e eu já tinha falado isso... como é que tá esse...
(Programa Jô Soares – Débora Bolch, 1994)
Parece que o operador discursivo (Olá; Boa noite) das aberturas de nossos textos é
empregado em parte como pseudo-saudação, ao contrário do que ocorre em outras situações
interacionais. As observações elencadas a seguir, reforçam essa posição:
a- o fato de que em algumas ocasiões a saudação não é desenvolvida e que se introduza o
tópico discursivo. Uma explicação plausível é que o outro interlocutor estima que o contato
já esteja estabelecido e que, portanto, não é necessário demorar a entrada na fase de
orientação do discurso:
(8)
L1 Oi... diga...
L2 bom... eu apenas gostaria de fazer um pequeno comentário sobre o... que ocorreu
durante a partida de futebol...
(Conversão Espontânea)
192
Maria Lúcia da Cunha Victório de Oliveira Andrade
Contato e transição em interações verbais. O uso de marcadores discursivos
para estabelecer contato não deixa de ser uma saudação, da mesma maneira que uma pergunta
usada para solicitar uma ação não deixa de ser uma pergunta (Você pode fechar a porta, por
favor?).
De modo geral, os marcadores não realizam somente uma ação pragmático-discursiva nos
contextos em que são utilizados. Na verdade, eles podem servir para resolver vários
problemas discursivos ao mesmo tempo. Schiffrin (1987:64) já havia destacado essa
caracterítica ao afirmar que os operadores “podem ser usados em diferentes possibilidades
discursivas simultaneamente”.
Na visão de Arcocha (1996), nos segmentos exemplificados em (8) e (10), os enunciados
Olá... como vai? e Olá... boa tarde! recebem como resposta ou complementação um sinal de
recepção (sim) e uma saudação (bem e você e boa tarde!) comprovam a idéia de que o
operador de estabelecimento de contato conserva seu caráter inicial de saudação. Essa
permanência de uma função primeira pode se comprovada nas ocasiões em que o operador
recebe um reforço com um elemento como e aí tudo bem? ou e aí tudo em cima?
(11)
L1 Oi... e aí tudo bem?
L2 Oi... tudo ótimo e você?
(Conversação Espontânea)
O estabelecimento de contato constitui uma unidade interativa que exige a presença de um
operador que assinale o limite de transição a outra unidade conversacional. Nas entrevistas,
dada sua função de interação social visando a uma informação, o segundo intercâmbio se
destina regularmente a orientar a apresentação do tópico discursivo e definir a posição do
entrevistado em relação a esse tópico
Definimos como macadores discursivos o conjunto de unidades que se ajustam ao esquema
Olá... bom /boa dia/tarde/noite não apenas porque servem para a realização de atos
pragmáticos: observe-se, em primeiro lugar, que os turnos que contituem o intercâmbio de
estabelecimento de contato são interdependentes e, em segundo lugar, que a função geral do
intercâmbio é discursiva, na medida em que pressupõe a existência de outros intercâmbios
posteriores, aos quais se liga globalmente como uma sequência que serve de marco/moldura
para o desenvolvimento da atividade.
193
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
que pode ser aceito explicitamente expressando conformidade com o marcador bom.(marcador
discursivo que exerce a função de introduzir um argumento, enlaçar um tópico discursivo).
Considerações Finais
Como se pôde verificar por meio das análises feitas, o uso de marcadores discursivos é
reflexo de uma necessidade comunicativa associada às estratégias interacionais próprias das
atividades em andamento durante uma entrevista ou em uma conversação cotidiana.
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194
INFORMACIÓN LÉXICA, INFERENCIA PRAGMÁTICA Y ARGUMENTACIÓN
1. Introducción
El universo del significado es un locus de indagación muy atractivo para filósofos y lin-
güistas, entre otros, a la hora de dar algún tipo de explicación para el lenguaje humano. En
este trabajo focalizaré el estudio de la semántica léxica, especialmente en la caracterización de
los rasgos semánticos del ítem léxico porque. Asumiré que este ítem tiene una representación
semántica capaz de facilitar procesos inferenciales que permiten la interpretación del enuncia-
do en el que aparece. Esto supone aceptar que es pertinente la distinción entre dos procesos
cognitivos: la decodificación, por un lado; y las inferencias, por el otro. Desde la perspectiva
cognitiva de la Teoría de la Relevancia (TR) (Sperber y Wilson (1986, 1995)), la distinción
entre semántica y pragmática intenta captar de una manera descriptiva y explicativa estos dos
procesos mentales1.
En términos de TR, la decodificación es un proceso realizado por el sistema lingüístico que
ejecuta una serie de mecanismos computacionales gramaticales, lo que da como resultado un
tipo de representación (forma lógica, en el sentido de la lingüística chomskiana, o algún otro
tipo de representación). El segundo proceso cognitivo, inferencial pragmático, integra la con-
tribución lingüística con otra información accesible. Esta fase inferencial de la interpretación
está restringida y orientada por el principio comunicativo de relevancia.
Intentaré mostrar que porque tiene dos lecturas posibles y que estas lecturas están codifi-
cadas en la representación semántica léxica del ítem.
2. Los datos2
Se publicó hace algunos años una nota en la que se analizaba una carta abierta del ex pre-
sidente Carlos Menem como respuesta a las críticas de la entonces Alianza opositora. En la
misma, el periodista usa en dos ocasiones el conector porque. Me gustaría observar con dete-
nimiento esta situación, en virtud de que en el mismo texto el conector adquiere diferentes
interpretaciones. Si bien este comportamiento es observado en las gramáticas descriptivas, lo
interesante sería explicar cómo el oyente, en tiempo real, asigna diferentes interpretaciones a
las emisiones en las cuales aparecen y en ese caso, cuál es el aporte semántico del ítem léxico
en cuestión. En (1), transcribo dos fragmentos de la nota:
(1)”Ni la táctica ni la dureza presidencial fueron casuales. (Menem) golpeó a Machinea porque
éste es el técnico más prestigioso y con mejores contactos en el establishment… Pero, sobre
todo, lo golpeó por la terrible frase que Machinea utilizó el miércoles ante un auditorio de em-
presarios: –’La fiesta se acabó”
“Aunque ya se conocen porque ambos comparten a menudo las canchas de golf, Menem es-
cuchó con placer a Cirigliano describir –con planos y maquetas incluidas– las reformas que
planea ejecutar si renegocia con éxito la concesión de las líneas (de los ferrocarriles) Mitre y
Sarmiento”
1
Ver Carston (1998)
2
Parte del análisis que propongo en este trabajo fue presentado en Manni (1999). En aquel trabajo se presentaban datos ex-
traídos del análisis de una carta abierta del entonces presidente Menem aparecida en el diario Clarín de año 1998.
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
El uso de porque en (1a.) supone una lectura en la que se establece una relación entre dos
contenidos, uno de causa y el otro de consecuencia: la razón por la que Menem asestó un gol-
pe (verbal) a Machinea es su prestigio y los contactos que éste puede establecer con el esta-
blischment. Mientras que en (1b.), no parece tan claro que la razón por la que ambos se co-
nozcan sea el hecho de que compartan la misma cancha de golf. La lectura que se impone es,
en este caso, la siguiente: el hecho de compartir el mismo sitio es la razón por la cual el autor
de la nota afirma que Menem y Cirigliano ya se conocían antes de la entrevista (aunque simu-
laron lo contrario).
Pongamos en un contexto de intercambio conversacional las expresiones de (1). Obsérvese
en (2) y (3) el resultado que se obtiene intercalando entre ambas otra intervención:
(2) – Menem golpeó a Machinea.
– ¿Por qué decís eso?
– #Porque es el técnico más prestigioso de la Alianza3.
3. El análisis
Asumiré en primer lugar que en el diccionario mental hay una sola entrada léxica para el
ítem porque. Esta suposición se apoya en principios de procesamiento de la información y de
posibilidades de actuación lingüística. En consecuencia, habrá que postular que la semántica
3
El símbolo # lo usaré para indicar falta de coherencia en el texto.
4
Ver Galán Rodríguez (1999)
196
Héctor Mario Manni
Información léxica, inferencia pragmática y argumentación
de porque tiene suficiente información como para dar lugar a las diversas lecturas, en los con-
textos adecuados.
3.1. Niveles de representación
En Pustejovsky (1991, 1995) se ofrece una teoría donde los ítems léxicos son mínimamente
descompuestos en forma estructurada y no en un conjunto de rasgos. La teoría ofrece una in-
teresante concepción del principio de composicionalidad. Si un ítem léxico tiene diversas po-
sibilidades para su interpretación, entonces cómo es posible obtener un sistema que fuera lo
suficientemente amplio para que permita todas las lecturas posibles, pero, a la vez, las sufi-
cientes restricciones para evitar las estructuras mal formadas. La pregunta es, entonces, ¿cómo
se logra una interpretación particular en un contexto dado? La respuesta para Pustejovsky es
que para este fin hay un sistema muy simple de mecanismos generativos, que a través de la
composición, produce “sentidos en contextos”.
Propone diversos niveles de representación. La idea de niveles de representación, usado en
el sentido de David Marr (1982), aporta un importante marco conceptual al aparato descripti-
vo que estoy usando. Las estructuras lingüísticas procesan información que interactúa con
otros componentes del sistema cognitivo. Los que debe definirse, entonces, es el tipo de re-
presentación para la entrada y salida de la información del sistema. Esto es, se definen, por un
lado, ciertos elementos, lingüísticos en nuestro caso, que conforman los objetos formales del
proceso; y, por otro, se definen las operaciones que transformarán las estructuras.
3.2. Porque
Voy a proponer un análisis parcial del modo en cómo, a través del mecanismo de co-
composición, se relacionan las posibles interpretaciones de porque. Usaré algunas categorías
del lexicón generativo propuesto por Pustejovsky (1995).
Por otro lado habrá que definir al menos los tipos de información que se codificará en la
semántica léxica. En esto seguiré TR que sostiene que se codifican dos tipos de informaciones:
una de tipo conceptual: los objetos, los eventos, las intenciones, propiedades, tiempo, cantida-
des conceptualizados en el sistema. Por otro lado, un conjunto de instrucciones que permiten
las interpretaciones posibles con las que opera el sistema de inferencias.
El sistema lingüístico debe codificar estos tipos de información. Tanto el léxico como las
estructuras sintácticas permiten la codificación de esta información, de modo que la interfaz
entre el sistema conceptual y el sistema lingüístico sea posible. Veamos cómo se puede anali-
zar el conector porque usando este aparato descriptivo. Observemos (5) donde se repite la
proposición de (1a.):
(5) Menem golpeó a Machinea.
El predicado golpear tiene una relación entre dos sub-eventos y dos individuos tal que al-
guna relación existe entre el Argumento (1) y (2) en la producción (esto es, el rol agentivo),
del que resulta un estado para (2) (esto es, el rol formal). Este estado no tuvo lugar antes, sino
como consecuencia del e1. En (7), la segunda proposición:
(7) Machinea es prestigioso.
197
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
198
Héctor Mario Manni
Información léxica, inferencia pragmática y argumentación
Bibliografía
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199
POLIFONÍA Y DENEGACIÓN: LOS EDITORIALES DE LA NACIÓN Y CLARÍN
EN LOS PRIMEROS MESES DE 1976
Marta Marín
Universidad de Buenos Aires / Argentina
martamarin@ciudad.com.ar
Introducción
Entre 1976 y 1983, la Argentina vivió una de las dictaduras más sangrientas de su historia.
A pesar de ese carácter, su establecimiento y continuidad en el poder contaron con la acepta-
ción de gran parte de la sociedad, la que esperaba, posiblemente, un cierto ordenamiento de
los actos de gobierno y de la conducción del país, ya que esta había sido una de las carencias
más notables del gobierno constitucional que fue derrocado por el golpe militar (Romero,
1996). A esta confianza y al acatamiento que le siguió habría contribuido en gran parte la
prensa argentina mediante la creación de un consenso para la aprobación, tanto del golpe mili-
tar como hecho puntual, como así también de las actuaciones del gobierno dictatorial (Blaus-
tein y Zubieta, 1998).
Esta comunicación es parte de un trabajo mayor que tiene como propósito general indagar
acerca de cómo en los editoriales de Clarín y La Nación se manipuló el lenguaje para cons-
truir una realidad discursiva que legitimara las acciones del gobierno militar y que favoreciera
ese consenso social general de aceptación.
En efecto, dentro de los variados discursos de la prensa escrita, los artículos editoriales son
los que, canónicamente, han representado de manera explícita la posición política de un pe-
riódico, lo que debería suponer la elección de una discursividad argumentativa y la conse-
cuente presencia de marcas de opinión en los discursos. El género editorial, sin embargo, se
ha caracterizado por el borramiento de esas marcas y por la enunciación de opiniones y posi-
ciones políticas como si se tratara de verdades incontrastables, lo que contribuye a crear una
imagen única de la realidad. En los artículos editoriales, las opiniones sostenidas se constru-
yen discursivamente como hechos demostrables o como entidades referenciales, se los ponde-
ra axiológicamente, y a partir de ellos se plantean generalizaciones éticas y se proponen cur-
sos de acción no sólo legítimos, sino obligados por imperativos deónticos. Así, las argumen-
taciones de los editoriales adquieren carácter de “demostración de verdad” por lo que contri-
buyen a afianzar y difundir la doxa sobre la cual se sostienen.
Para ello estos discursos construyen, naturalizan e imponen sentidos, de los cuales hacen
desprender, “lógicamente”, la necesidad de acciones perentorias. Sería éste un caso, entonces,
de manipulación lingüística y discursiva, concibiendo ésta como la elección de ciertos recur-
sos lingüísticos y discursivos con preferencia a otros, con el fin de obtener la mayor eficacia
persuasiva o de imponer sentidos orientados hacia determinadas conclusiones.
Se dice, por otra parte, que La Nación y Clarín fueron órganos periodísticos mesurados du-
rante los meses previos al golpe militar de 1976 (Díaz, 2002), simplemente porque no pedían
ostensiblemente un gobierno militar. Sin embargo, el análisis lingüístico nos autoriza a pensar
que mientras mantenían esa apariencia de mesura construían –y/o reforzaban– discursivamen-
te la doxa favorable a ese tipo de gobierno.
Marta Marín
Polifonía y denegación: los editoriales de La Nación y Clarín en los primeros meses de 1976
Nuestra hipótesis, para este trabajo, es que uno de los recursos lingüísticos por los cuales
esto se logró, fue el de negar existencia a los puntos de vista que no fortalecieran el propio.
Por esa razón, en esta comunicación se intenta dar cuenta de cómo –en la necesidad de consti-
tuirse en una voz única y de construir un discurso irreversible–, el uso de las negaciones pue-
de llegar a ser un modo de mitigar, acallar, o denegar las posiciones o perspectivas que no
sean las que la institución periodística sostiene.
Corpus
La elección de La Nación y de Clarín está motivada en que se trataba de los diarios de ma-
yor circulación en el ámbito nacional y ese carácter aún perdura, con propietarios que –al me-
nos nominalmente– son los mismos. Por otra parte, responden a lo que se conoce como dia-
rios “serios”, de modo que ofrecerán elementos del corpus más o menos comparables para el
análisis contrastivo. En cuanto al diario La Prensa, por una parte, no tenía una difusión tan
importante como Clarín y La Nación, y, por otro, su doctrina conservadora fue mucho más
estricta que la de La Nación, sin los matices de pensamiento liberal que caracterizan a este
último medio, por lo que sus textos ofrecerían un interés un tanto relativo.
Para este trabajo se han considerado sólo los editoriales publicados entre el 1º de enero y el
30 de marzo de 1976. Se tuvieron en cuenta estas fechas porque se hipotetizó –y los exámenes
posteriores lo confirmarían– que luego del 25 de marzo de 1976, los procedimientos lingüísti-
cos para reforzar la doxa de aceptación serían de índole diversa y que por lo tanto se reduciría
enormemente la cantidad de ocurrencias de la negación.
Por otra parte, dentro de este rango de fechas se hizo una selección con criterio aleatorio
basado en la hipótesis de que la creación y/o reforzamiento de la doxa que finalmente condujo
a la aceptación del golpe militar no necesariamente debería hallarse en aquellos artículos edi-
toriales referidos a grandes aspectos de la política nacional y partidaria de entonces, sino que
el corpus debía incluir editoriales que trataran temas que son políticos de una manera tangen-
cial, es decir, temas del dominio de la sociabilidad, de la cultura y de la economía.
Negación y negatividad
Un rasgo macrodiscursivo frecuente y cuasi-habitual en los editoriales, y que hemos men-
cionado antes, consiste en que el editorial expone una situación factual que es transformada en
ejemplar y llevada al plano de la carencia axiológica1. La transformación consiste en una in-
terpretación de los hechos que dan origen a la argumentación y esa interpretación, a su vez,
da lugar a conclusiones, apelaciones e interpelaciones destinadas a poner fin a esa carencia, es
decir que propone un plan de acción, o programa argumentativo2 para remediarla.
Ahora bien, para que la interpretación pueda dar lugar a esas conclusiones, que se presen-
tan como forzosas, y modalizadas como imperativos deónticos3, es necesario desarrollar un
dispositivo aparentemente lógico que vaya destruyendo todas las voces, posiciones y perspec-
1
La ortodoxia del género indicaría que raramente se escriben editoriales elogiosos porque se rompería la “regla” de la caren-
cia. Significativamente, el 29 de marzo Clarín empieza a quebrar (y luego continuará) esa cuasi -norma al publicar un edito-
rial de aprobación al gobierno militar.
2
Hemos creado este concepto como una derivación del PN de la semiótica de Greimas.
3
La construcción de estos programas de naturaleza deóntica estarían en relación con la ostentación, por parte del enunciador,
de un cierto poder de acción sobre la realidad o, mejor aún, la ostentación de un poder epistémico exclusivo, es decir que sólo
él posee, para el análisis de la realidad extralingüística, lo que lo colocaría en situación de ejercer influencia sobre sus enun-
ciatarios.
201
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
tivas opuestas. Así, lo que caracteriza el desarrollo argumentativo de los editoriales de los
meses previos al golpe es que el punto de partida es la carencia, y la conclusión es una caren-
cia mayor: las terribles consecuencias que sobrevendrán de no atender a las interpretaciones y
advertencias que el discurso despliega.
Entre el punto de partida y la conclusión, es decir entre la carencia y la catástrofe, se des-
pliegan los argumentos, destinados a fundamentar la alta probabilidad de que esas prediccio-
nes catastróficas del programa argumentativo se cumplan. En ese despliegue argumentativo
casi no hay lugar para la contrargumentación, sino que se lo construye básicamente sobre la
refutación y la cancelación misma de cualquier otro punto de vista que no sea favorable a los
del locutor. Ese intento de anulación de los puntos de vista contrarios al propio se realiza me-
diante la negación, y se utiliza para ello tal variedad de procedimientos verbales (sintácticos,
léxicos y morfológicos), que bien podríamos decir que en el discurso se despliega un disposi-
tivo general de negatividad.
El procedimientos gramatical canónico de la negación es la presencia del adverbio no en
posición preverbal, pero también aparecen como portadoras de negación las palabras negati-
vas4, los sintagmas negativos5, las negaciones morfológicas6 y los lexemas que contengan una
negación7.
No es nuestra intención hacer una suerte de inventario numérico, pero digamos a modo de
ejemplo que solo en nueve editoriales de Clarín (publicados entre enero y marzo de 1976)
hemos contabilizado cuarenta y una ocurrencias de negación. El procedimiento se repite tam-
bién en LN 8 y lo que sigue es un ejemplo de la co-ocurrencia de varias de estas formas en un
mismo discurso (la negación metalingüística –con o sin rectificación explícita–, negaciones
morfológicas y negaciones léxicas):
no se ha hecho ningún esfuerzo serio [...] no hay ninguna perspectiva de que tan deplorable [...]. Por el
contrario, [...] no sólo persisten [...] sino que [...] la falta de seguridad personal, los riesgos derivados de
la inestabilidad política [...] no son sino poderosas incitaciones a [...] que aquí no resulta posible.
Nos estamos desangrando doblemente: por los atentados terroristas que se cometen sin pausa y por el
desgarramiento [...]
O este otro:
“[...] los padres deberán impedir durante el curso lectivo de 1976 que con ningún pretexto sus hijos, sobre
los cuales la escuela no tiene en modo alguno derecho absoluto, sean adoctrinados con el objeto de termi-
nar en las filas de la guerrilla” (LN 7-02-76)
Lo que nos interesa especialmente es analizar la posibilidad de utilizar la negación para su-
primir la polifonía en el discurso, por esa razón vamos a considerar aquí –entre todas las for-
mas posibles que pueda adoptar la negación– solamente las construcciones adversativas de
rectificación, la lítote y las condicionales negativas.
4
Nos referimos a los cuantificadores indefinidos como ninguno, nada nadie, etc. (Sánchez López, op.cit)
5
Nos referimos tanto a los sintagmas encabezados por ni como a expresiones de grado extremo de la negación, tales como en
la vida, y otra similares (ib. sup.)
6
Es decir los procedimientos morfológicos que implican la presencia de sufijos negativos como -in o -des (ib. sup.) Se carac-
terizan por que sólo niegan el ítem léxico, no afectan al enunciado.
7
Nos referimos a unidades léxicas como falta, carecer, etc. (Carel, 2000; Ducrot, 2000)
8
“El éxodo que no cesa”, 14 –01-76.
202
Marta Marín
Polifonía y denegación: los editoriales de La Nación y Clarín en los primeros meses de 1976
a) Hay un punto de vista que se enuncia para ser rectificado; se le da cabida material en el
discurso y se niega una parte de él: en eso consiste la rectificación. Dentro de las limita-
ciones de un corpus aleatorio, casi no se hallaron ocurrencias, una de las cuales es la recti-
ficación parcial:
[...] esa circunstancia no se supera mediante el juego espontáneo de las fuerzas económicas, sino que su
modificación se produce únicamente mediante acciones deliberadas, orientadas todas con el mismo pro-
pósito. Cl, 22-03-76
b) Hay otras formas en que la rectificación consiste en aceptar un punto de vista, pero negar
su suficiencia argumentativa (no es sólo esto). El segmento que se encadena acepta esa
declaración de insuficiencia, y enuncia el agregado de algo más (sino también...). La ne-
gación no se prestar para la supresión de la polifonía, sino para subrayar y consolidar el
punto de vista del locutor.
En el ejemplo siguiente, la negación metalingüística tiene alcance sobre la suficiencia ar-
gumentativa, así la rectificación consiste en “agregar más”. Se permite la aparición de la
voz contraria para poder declarar su insuficiencia argumentativa (“no es solamente”), y el
resto del enunciado se encadena sobre esa negación. La rectificación sirve para dar lugar
enfáticamente al punto de vista al que el locutor adhiere:
[...] “la subversión no es solamente una manifestación militar del problema. Es un problema global, de
orden social, político, económico y tiene un matiz militar” 9
c) Las construcciones rectificativas que nos interesan particularmente son las que se formu-
lan como no es sino y no es otra cosa que. Con ellas, el punto de vista que se niega tiene
un carácter virtual, ni siquiera es enunciado y constituye, entonces, un caso de acallamien-
to de puntos de vista que no sean los del locutor. Por ejemplo:
“no son sino poderosas incitaciones”10 ;
“y esa vía no era otra que atacar las causas”11
“no reveló su existencia [...] sino después de agotados los plazos12
No se trata de voces o perspectivas que se refutan, que se descalifican o a las que se les
otorga un alcance restringido, simplemente las voces desfavorables no aparecen en la superfi-
cie discursiva, y son sustituidas por otro punto de vista que las excluye. Es decir, aparece sólo
el enunciado rectificativo (“no es sino”); no aparece el punto de vista que es negado y luego
rectificado y, al no aparecer, no puede vehiculizar el punto de vista positivo que subyace en
toda negación. Este punto de vista positivo es desfavorable al que sostiene el locutor y enton-
ces es acallado mediante este procedimiento.
Pero la denegación de un punto de vista no es la única consecuencia que tiene la negación
rectificativa sobre la polifonía del discurso, ya que su presencia realza el segmento portador
del punto de vista con el cual el locutor se identifica y para el cual quiere lograr la adhesión,
de modo que creemos que este tipo de negaciones es uno de los dispositivos de constitución
de una posición única en el discurso.
9
CL, 25-02-76. Esta cita corresponde a una declaración del comandante general del Ejército, que a renglón seguido CL elo-
gia, diciendo de ella: “una respuesta tan clara y didáctica”.
10
LN, 14 –01-76
11
CL, 18-01-76
12
CL, 23-03-76 En este caso lo que no se enuncia es “a tiempo”
203
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
La lítote
Fue concebida por la retórica tradicional como una figura de atenuación con efectos iróni-
cos ya que se la describía como el modo de decir menos, dando a entender más. Ducrot (1986)
la menciona como un ejemplo de sobrentendido, en el cual algo no está enunciado por la ne-
cesidad de no decir una inconveniencia13. Algunos retóricos actuales la consideran como pro-
duciendo “una plusvalía comunicativa” (Mortara Garavelli, 1991: 203). Nos atrevemos a pos-
tular que esa plusvalía que mencionan reside en la polifonía de la lítote14.
“No parece razonable [...]” LN 13-01-76
“No faltó quien sugiriera demorar la intervención de las Fuerzas Armadas” CL 28-03-76
“[...] no debe llamar tampoco la atención” CL 25-01-76
Los casos son tan abundantes que la lítote se nos apareció como obedeciendo a alguna ra-
zón profundamente argumentativa y no a una suerte de mecanicismo retórico. En relación con
nuestra hipótesis central, diríamos que en la lítote se niega para no enunciar. Es decir que, si
no faltó, se da a entender –pero no se enuncia– que hubo; si se dice que no parece razonable
se evita enunciar que es absurdo, con lo cual el punto de vista que enunciaría “hubo”, “es ab-
surdo” no tiene cabida en el discurso, queda sobrentendido. El análisis polifónico revela la
existencia del punto de vista positivo (parece razonable), como presupuesto de la negación,
que es lo expuesto (“no parece razonable”). Pero hay un primer punto de vista, anterior a
estos dos y sobrentendido (es absurdo) que queda profundamente sumergido y que es difícil
de rescatar. Pero, ¿qué es lo que tiene de inconveniente, de reprensible la enunciación de este
punto de vista para que no pueda aparecer expuesto? Hipotetizamos que la reticencia litótica
es, en muchas de las ocurrencias halladas, una reticencia ideológica. Parece bastante claro en
este ejemplo:
“No faltó quien sugiriera demorar la intervención de las Fuerzas Armadas” CL 28-03-76
en el cual, el punto de vista positivo (“hubo quien sugirió demorar el golpe”) no se enuncia,
es lo que no puede decirse porque sería altamente desfavorable al punto de vista que conside-
raba el golpe como inevitable.
La lítote se presenta en el corpus bajo otras dos formas: una es aquella en la que la nega-
ción está inscripta en el léxico, por ejemplo:
“lo que era inobjetable en el plano teórico distó de haber probado sus virtudes una vez llevado al terre-
no de la práctica” CL 27-03-76
“es difícil entender cómo ha podido ocurrir” LN 12-03-76
“la sorpresa ya es trabajosa” LN 13-01-76
Un caso extremo de negación, de reticencia, de “no decir” y de distanciamiento con lo
enunciado es la lítote con doble negación, que en muchos ocurrencias presenta una de las ne-
gaciones sintáctica y la otra léxica, o sintáctica, léxica y morfológica. Por ejemplo:
no hace falta señalar LN 3-02-76
no ha sido ajena CL 13-01-76
no es posible soslayar CL 18-01-76
no es extraño CL 25-01-76
es inocultablemente difícil LN 6-02-76
no admite mengua LN 6-02-76
13
“[...] cuando La utilización de un enunciado más fuerte tiene algo de desplazado, de inconveniente, de reprensible” (Du-
crot, 1986:24)
14
Muchos de los ejemplos hallados se caracterizan por la doble negación: “No podemos dejar de notar que...” LN 13-01-76.
Por otra parte, también se hallaron ocurrencias de lítote por negación inscripta en el lexema: “lo que era inobjetable en el
plano teórico distó de haber probado sus virtudes una vez llevado al terreno de la práctica” CL 27-03-76
204
Marta Marín
Polifonía y denegación: los editoriales de La Nación y Clarín en los primeros meses de 1976
15
“[...] la relación de carácter implicativo que se produce entre las dos cláusulas de una oración condicional no se produce
entre dos fenómenos existenciales, sino entre dos actos de habla [...] la partícula si tiene un fuerte valor pragmático” (Sánchez
López, 2000).
16
Estas formas sintácticas, además, aparecen en un enunciado que apela al pathos del destinatario, mediante una constelación
léxica que despierta la emoción del temor, necesarias para la efectividad de las amenazas (Oléron, 1983)
205
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
Conclusiones
En el transcurso de este trabajo hemos denominado negatividad a la convergencia, en el
discurso, de una variedad de procedimientos de negación que tienen la función de rechazar, o
17
Obsérvese que es posterior al golpe militar.
206
Marta Marín
Polifonía y denegación: los editoriales de La Nación y Clarín en los primeros meses de 1976
simplemente cancelar, las voces que no sean favorables a los encadenamientos argumentati-
vos del locutor. Esos procedimientos son:
1) la negación metalingüística con rectificación explícita (“no es sino”) sin enuncia-
ción del punto de vista rectificado;
2) el no decir y el distanciamiento con lo enunciado que subyace en la lítote;
3) la formulación de una condición negativa para poder encadenar sobre ella la enun-
ciación de una amenaza.;
4) el uso de “de lo contrario” cuando es ideológicamente inconveniente enunciar una
condicional negativa, pero es necesario encadenar una amenaza.
Estos dispositivos hacen que el discurso vaya constituyendo una voz monolítica e irrever-
sible que no sólo rectifica, descalifica y refuta los puntos de vista desfavorables para su propia
interpretación de los hechos, sino que termina por quitar existencia a las voces que no forta-
lezcan la propia posición.
Por último, una comprobación: después del 24 de marzo comienza a desaparecer la negati-
vidad, se empieza a quebrar el canon discursivo de los editoriales que funda su programa ar-
gumentativo en la carencia: los análisis de la realidad muestran una visión positiva y no nega-
tiva18. Este cambio está, incluso, textualizado: “Torcer una situación adversa y transformarla
en positiva es una empresa estimulante” (LN, 29-03-76) Y, además, y esto aportaría la mayor
significatividad a nuestro análisis, las ocurrencias de negación desaparecen bruscamente.
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18
En el caso de Clarín, el fenómeno se produce tempranamente: el 29 de marzo, 4 días después del golpe, se publica el pri-
mer editorial abiertamente elogioso. De todos modos, a partir del día 25 ambos diarios –y La Prensa hizo lo mismo– desarro-
llaron sus editoriales sobre el programa argumentativo de la necesidad del “cambio”, la “sustitución” o “los acontecimientos”
(como lo denominan), pero todavía utilizando como argumentos los aspectos negativos del gobierno derrocado.
207
PORTUGUÊS DO BRASIL
MECANISMOS ARGUMENTATIVOS DE CONEXÃO INTERFRÁSTICA NO TEXTO PUBLICITÁRIO
Rosane S. M. Monnerat
Universidade Federal Fluminense / Brasil
rmonnerat@cruiser.com.br
0. Considerações iniciais
Este trabalho apresenta os resultados do projeto de pesquisa Estudo das relações
interfrásticas na construção do texto publicitário – Implicações semântico-discursivas,
realizado na Universidade Federal Fluminense (UFF), no biênio 1999/2001.
A pesquisa, desenvolvida com base em textos publicitários extraídos da mídia impressa,
analisa, no estudo das relações interfrásticas, dentre os mecanismos de junção, o recorte
contra(dis)junção, apoiando-se na Macrossintaxe Argumentativa (Ducrot, 1977) e no Estudo
Semiolingüístico das Relações Lógicas, segundo a ótica de Charaudeau (1992). Em relação à
contrajunção, privilegia o conector mas, destacando a diferença entre o mas PA e o mas SN,
ambos polifônicos; já com referência à disjunção, o foco de estudo recairá sobre o ou
inclusivo e o ou exclusivo, destacando-se, ainda, a diferença entre a disjunção lógica e a
argumentativa, para revelar os efeitos semântico-discursivos que se depreendem desses
enunciados e que contribuem para a construção da mensagem de sedução/persuasão do
discurso publicitário.
1. Introdução
Beaugrande e Dressler (1981) chamam junção aos vários processos de seqüencialização
que expressam os diferentes tipos de interdependência semântica das frases. Os conectores
interfrásticos e as pausas são os elementos lingüísticos que exprimem a junção. Para esses
autores, pelo menos quatro grandes classes de mecanismos de junção podem ser
estabelecidas: a conjunção, a disjunção, a contrajunção e a subordinação. Considerando-se a
conexão uma noção semântica, constata-se que sentenças ou seqüências de sentenças podem
expressar relações entre proposições, através de conectivos de várias categorias sintáticas
(conjunções, advérbios etc.). Orações são “conectadas” entre si se os fatos por elas denotados
estão relacionados a mundos relacionados. A similaridade entre mundos e fatos deve ser
especificada a partir de um certo ponto de vista, ou tópico de conversação, cuja noção, com
respeito à similaridade de mundos e fatos, deve ser determinada não apenas por propriedades
semânticas, mas também pragmáticas, ou seja, as sentenças são conectadas (ou não) por
falante e ouvinte num contexto particular de comunicação (Van Dijk, 1977:45). A
contrajunção e a disjunção, como mecanismos de conexão interfrástica, recobrem uma área
sintático-semântica de interesse para os estudos de Análise do Discurso.
2. Os mecanismos de contrajunção
2.1. A macrossintaxe argumentativa
Ducrot (1977), em sua Semântica da Enunciação, procura mostrar que, dentro do que a
Gramática Tradicional considera como coordenação e subordinação, podem-se identificar
Rosane S. M. Monnerat
Português do brasil: mecanismos argumentativos de conexão interfrástica no texto publicitário
209
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
argumentação concessiva veicula pressuposições. O mas que aparece em (1) é o chamado mas
PA (equivalente ao alemão aber e ao espanhol pero), o mas argumentativo em sentido estrito,
que permite uma descrição polifônica. Há, no entanto, um segundo tipo de mas, o mas SN
(correspondente ao alemão sondern e ao espanhol sino), que possui valor pragmático de
retificação, ou ainda de justificação de uma recusa de p. Segue sempre uma proposição
negativa (negativa p MAS q), pode ser substituído por ao contrário e, da mesma forma que o
mas PA, permite uma descrição polifônica:
(3) “Compre batom, Compre batom, Compre batom, Compre batom. Não é de chocolate, mas
seu garoto vai adorar” Claude Bergère (CLÁUDIA, maio de 1999)
(4) “Ela ainda não sabe falar. Mas sabe sentir.” Mon bijou (CLÁUDIA, nov. de 2001).
2.2. Os conectores na semiolingüística
Charaudeau (1992) assinala que os procedimentos lingüísticos de articulação lógica são
categorias da língua que refletem a organização argumentativa da linguagem, embora estas,
como também outras categorias da língua, possam ser colocadas a serviço de outros modos de
organização do discurso. Por operação lógica, entende-se a operação que liga duas asserções
sobre o mundo, de tal modo que a existência de uma dependa da existência da outra e
inversamente. Essas duas asserções são unidas por um laço conceitual (e não formal),
resultante de operações de pensamento que constroem as relações de sentido entre seres,
propriedades e ações, daí essa relação ser chamada lógica. Existem três níveis de construção
das relações lógicas: o cognitivo, onde se constroem os arquétipos lógico-lingüísticos; o
lingüístico, em que a relação é especificada pelo sentido das marcas formais e o discursivo,
em que o contexto e a situação de comunicação integram essa relação num dispositivo
argumentativo, já que para Charaudeau a argumentação faz parte do discurso e não da língua.
A configuração lingüística das relações lógicas se faz através de marcas formais: palavras
gramaticais, palavras do léxico e certas construções particulares. Propõe o autor cinco
categorias lógico-lingüísticas, como arquétipos submetidos a certas condições de realização
semântica: a conjunção, a disjunção, a restrição, a oposição e a causalidade, esta última
agrupando as subcategorias: implicação, explicação e hipótese.
2.2.1. A relação lógica de restrição
A restrição engloba as categorias das adversativas e concessivas da Gramática Tradicional,
além de corresponder ao mecanismo sintático-semântico da contrajunção. A operação de
restrição envolve três asserções (duas com um elemento constitutivo comum), a saber: a
asserção de base, a asserção restritiva e a terceira asserção, geralmente implícita. As duas
asserções são ligadas de maneira que uma delas, geralmente a segunda, nega a asserção
(freqüentemente implícita) que poderia ser uma das conseqüências da outra asserção,
considerada asserção de base (cf. exemplo 1). A marca principal para exprimir essa relação é
o mas, no entanto, há outros relatores que se caracterizam por seu valor semântico, como as
“modalidades”, que indicam sentimentos do falante. É o caso, por exemplo, do advérbio
infelizmente e ainda de outros, esvaziados de seu conteúdo temporal, como já, ou agora:
(5) “Para você, a tecnologia HP Photoret é uma nova era. Já para a concorrência é o
apocalipse.” Hewlett Packard (ISTO É, 21 - 04 - 1999)
(6) “Você vai ficar charmoso e elegante. Agora, bonito é por sua conta.” Mitsubishi
(JORNAL DO BRASIL, 06 - 06 - 1999)
210
Rosane S. M. Monnerat
Português do brasil: mecanismos argumentativos de conexão interfrástica no texto publicitário
3. Os mecanismos de disjunção
A disjunção pode apresentar-se como disjunção argumentativa, ou como disjunção lógica.
3.1. A disjunção argumentativa
Trata-se da disjunção de enunciados resultantes de dois atos de fala distintos, em que o
segundo procura provocar o leitor/ouvinte para levá-lo a modificar sua opinião ou,
simplesmente, a aceitar a opinião expressa no primeiro, e não da disjunção lógica entre o
conteúdo de duas proposições:
(7) “Na sua lista de presentes, não esqueça de incluir um lindo vaso. Ou você não pretende
continuar ganhando flores?” H Stern Presentes (CLÁUDIA, maio de 1999)
(8) “Para um investimento seguro assine com a Globo. Ou você prefere assinar um contrato de
risco?” (ÉPOCA, 07-06-1999)
1
Em “(ou) A ou B”, há uma terceira asserção (geralmente implícita) com uma adversativa: “mas C”. A e B podem ser
mutuamente exclusivos, mas orientam-se ambos, argumentativamente, para C, ou para uma conclusão apoiada em C: “Entre
ou saia, mas não fique aí parado na porta”.
211
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
Com efeito, (13) pode ser parafraseada com uma condicional e a negação: “Se você não
der Keds, ela troca de par”. Assim, a interpretação do ou assimétrico ou não comutativo
baseia-se no fato de que o conseqüente é dependente da negação do antecedente. Vale
observar, ainda, que há casos de disjunção em que os fatos propriamente ditos podem ser
desconhecidos, devendo ser inferidos a partir de outra informação, como ocorre em:
(14) Pedro está em casa, ou as luzes não estariam acesas. (A leitura desse enunciado permite
chegar a duas conclusões inferidas das evidências apresentadas: (a) Pedro está em casa para
acender as luzes, ou (b) alguém acendeu as luzes.
Sweetser (1990:94) considera epistêmico o emprego de ou, em frases como (14). A
compreensão do enunciado envolve a noção de “conhecimento de mundo partilhado”, isto é, a
noção de tópico de conversação, ou tópico de discurso necessária para a conexão de
sentenças: enquanto um dos elementos disjuntos deve ser verdadeiro (em algum mundo atual,
ou pretendido), ambos disjuntos devem estar conectados com o mesmo tópico de conversação
(Van Dijk,1977:66).
3.3. A disjunção na ótica de Charaudeau
A disjunção não é focalizada pela tradição gramatical. Fala-se na conjunção ou, incluindo-
a entre as coordenativas, para expressar alternância. No entanto, a disjunção é uma relação
que possui características próprias. Para que a disjunção ocorra, são necessárias certas
condições discursivas. Como na conjunção, é preciso que haja duas asserções e que, pelo
menos, um elemento de uma das asserções seja semanticamente idêntico a um dos da outra.
Esses elementos podem ser ações, características, ou seres. Essa operação pressupõe a
existência de uma asserção genérica (geralmente implícita e suscetível de ser introduzida por
uma adversativa, que constitui um eixo semântico sobre o qual se encontram os termos
disjuntos, os quais devem pertencer ao mesmo domínio semântico (que corresponde à
asserção genérica, pressuposta em toda a operação da disjunção) e devem-se apresentar numa
relação de oposição paradigmática. O eixo semântico sobre o qual se dá a oposição pode ser
de natureza lexical, cotextual, ou contextual. O sujeito falante ignora a seleção a operar, ou
seja, o enunciador deve ignorar alguma informação, ignorância essa que pode manifestar-se
lingüisticamente, através do emprego da interrogação (direta, ou indireta), do imperativo, de
uma construção hipotética, ou de construções com valor declarativo, que exprimem
alternância no tempo:
(15) “Foi o pão que diminuiu ou a salsicha que cresceu?” Longuete Salsicha Seara
(CLÁUDIA, outubro de 1999)
(16) Eu me pergunto se foi o pão que diminuiu ou a salsicha que cresceu.
(17) “Me ame ou me odeie. Mais ou menos é que incomoda”Free (VEJA, 25-11-1999)
(18) Quer você queira ou não, vai ser assim.
(19) Por uma razão ou por outra, eu espero um sim ou um não.
A terceira asserção, geralmente implícita e que pode ser explicitada através do relator mas,
corresponde ao argumento mais forte, exercendo papel secundário a parte explícita do
enunciado. Por exemplo, em (17) “Me ame ou me odeie” (MAS exprima algum sentimento, a
indiferença é que me incomoda). Para Charaudeau (1992:799), o emprego de ou...ou insere-se
num raciocínio dedutivo ou explicativo, que coloca em oposição duas relações
argumentativas, deixando a possibilidade de escolher entre as duas, ou mostrar a
incompatibilidade que resultaria da conjunção das mesmas. Pode referir-se:
212
Rosane S. M. Monnerat
Português do brasil: mecanismos argumentativos de conexão interfrástica no texto publicitário
4. Conclusão
Em relação aos conectores que expressam contra-expectativa, observa-se o emprego
maciço do mas, o que pode ser explicado pelo viés da relação entre o mas e enunciados
factuais e a característica dos textos publicitários de veicularem constatações, certezas e quase
nunca enunciados não factuais, ou hipotéticos. Dessa forma, evidencia-se a preferência pela
estratégia do suspense em detrimento da de antecipação – o interlocutor é levado a considerar
a posteriori qual a asserção negada.Tanto o mas SN, quanto o mas PA permitem uma
descrição polifônica, Dentre os textos conectados pelo operador mas, a maioria corresponde
ao mas PA, o que permite concluir ser o mas argumentativo por excelência o operador mais
utilizado nesse tipo de texto. Como marca formal da expressão da disjunção, a pesquisa
revelou a prevalência absoluta do ou, que se apresenta isolado ou repetido. O ou isolado
revela a hierarquia entre os elementos disjuntos e o ou repetido, o efeito de focalização
sucessiva, autonomização dos elementos. A disjunção argumentativa apresenta índice de
ocorrências inferior ao da disjunção lógica. Isso talvez se explique pelo caráter manipulador e
de persuasão/sedução do texto publicitário, onde não convém polemizar com o destinatário,
mas sim “capturá-lo”, para levá-lo a adquirir o produto. Esse tipo de disjunção caracteriza-se
por ser sempre assimétrica, ou seja, nunca é comutativa, já que se trata de duas proposições,
resultantes de dois atos de enunciação diferentes, em que a segunda toma a primeira como
tema. A disjunção lógica apresenta-se em suas duas modalidades: a inclusiva (sempre
comutativa) e a exclusiva (comutativa, ou não), com uma ligeira preponderância da exclusiva
sobre a inclusiva, o que já era de se esperar, dado o caráter do texto publicitário que coloca
sempre o receptor diante de uma “dilema” entre positivo e negativo. A escolha, obviamente
será direcionada para o pólo positivo (implica adquirir o produto), ancorado na expectativa de
conquista dos “sonhos de consumo”. Assim, ao aproveitar-se dessa necessidade instintiva do
ser humano de “busca” do que lhe dá prazer, bem-estar e saúde, a publicidade projeta o
receptor num mundo imaginário e não real, próximo ao sonho, condizente com a ideologia da
publicidade - Contrato do Maravilhoso (Charaudeau, 1982), - que sugere a mudança de
perspectiva do pólo do fazer-crer para o do dever-fazer.
213
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
5. Referências bibliográficas
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Doutorado apresentada à Coordenação dos Cursos de Pós-Graduação em Letras, Universidade Federal
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VAN DYJK, T. A. Text and context. Explorations in the semantics and pragmatics of discourse. London: Longman,
1977.
214
O MOVIMENTO REFERENCIAL EM TEXTOS ARGUMENTATIVOS
Introdução
Este trabalho é fruto da Dissertação de Mestrado intitulada “O movimento referencial em
textos argumentativos”, que analisa a referenciação nesse modo de organização textual, mais
especificamente em editoriais de jornal. A perspectiva adotada levou em conta a atuação do
leitor, o que evidencia o caráter semântico-pragmático da proposta apresentada. Tomamos
como ponto de partida a descrição fornecida por Hasan (1984, 1989), que restringe o estudo
da harmonia coesiva ao texto narrativo, deixando uma lacuna para o estudo desse fenômeno
em outros tipos de textos. Além disso, na demonstração da correlação entre o número de elos
coesivos e o grau de coerência (harmonia coesiva), Hasan só trabalhou com relações de
natureza explícita. No entanto, a coesão não deve somente explicar as entidades puramente
lingüísticas, mas também o conhecimento baseado nas inferências dos leitores, nas quais se
incluem o conhecimento lexical e o conhecimento de mundo que é partilhado entre emissor e
receptor. Buscamos suporte teórico para complementar o modelo de Hasan no grupo de
lingüistas franceses que se dedica aos problemas de ordem textual, entre os quais se destacam
Charolles, Combettes, Adam, Ducrot, Apothéloz, Corblin e Reichler & Béguelin. O trabalho
demonstra como as anáforas intervêm no discurso argumentativo para participar de diferentes
estratégias argumentativas. Os resultados da análise evidenciaram a necessidade de, nos textos
argumentativos, levar em conta o papel dos agrupamentos semânticos e das relações lógicas
para o estabelecimento da harmonia coesiva.
Base teórica
Esta análise buscou verificar a relação existente entre o grau de harmonia coesiva e o grau
de coerência em textos argumentativos.
O modelo teórico que motivou a pesquisa foi a proposta de análise encontrada nos artigos
de Halliday & Hasan (1976), Hasan (1984), Halliday (1985) e Hasan (1989).
Um aspecto relevante dessa teoria, estudado aqui, é o das cadeias referenciais. Por cadeias
ou elos, os autores entendem os elementos conectores co-referentes, substituidores ou pausas
que vão compondo a tessitura do texto, o que faz com que a interpretação de um elemento
lingüístico seja dependente da de outro.
Segundo os autores, a coesão depende de algo diferente da estrutura, podendo ocorrer na
mesma frase como em frases diferentes. A coesão constitui uma relação, isto é, envolve um
item lexical que aponta para outro, ou para frente (catáfora), ou para trás (anáfora). Os autores
enfatizam o papel da coesão como recurso revelador da coerência. Sustentam a vinculação
entre os aspectos de coesão e coerência, por entenderem que não é aceitável a desvinculação
entre “forma” e “significado”, respectivamente.
Hasan (1984, 1989), ao se propor verificar a possibilidade da existência de correlação entre
o grau de coerência em textos produzidos por crianças e a sua procedência social, deparou
com o desafio de construir um modelo para a avaliação da coerência textual. Partindo do
pressuposto de que há estreitos vínculos entre coesão e coerência, a autora decidiu avaliar a
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
coerência com base no número de elos coesivos presentes no texto e, caso isso não fosse
suficiente, relacionar esse número à proporção de elos integrantes de cadeias semânticas. Ou
seja, estabeleceu que quanto maior o número total de elos coesivos presentes no texto, tanto
maior seria a coerência desse texto; ou quanto maior o número de elos presentes em cadeias,
tanto maior a coerência. No entanto, em seus estudos, Hasan verificou que somente a
existência de itens lexicais que formam cadeias (itens relevantes) não necessariamente trazem
coerência. Para que haja coerência, é necessário que haja interação entre as cadeias. “Um
requisito mínimo para a interação em cadeia é que pelo menos dois membros de uma cadeia
estejam na mesma relação com dois membros de outra (Hasan, 1989: 91,92). Os itens que
integram cadeias e elos são chamados de itens lexicais relevantes; os que não entram em
nenhum tipo de cadeia ou provocam quebra na representação da interação são chamados
periféricos. O total de itens lexicais, portanto, resulta da soma dos itens relevantes e
periféricos. O itens lexicais relevantes subdividem-se em centrais (que interagem) e não
centrais (que não interagem).
Assim, com o objetivo de buscar uma medida válida de expressão do grau de coerência de
um texto, Hasan estudou as relações que se podiam estabelecer entre os diferentes tipos de
itens lexicais – relevantes, centrais e periféricos – e o total de itens lexicais, até chegar ao
conceito de harmonia coesiva, que é a expressão decorrente da relação entre os itens lexicais
centrais (IC) e o total de itens lexicais de um texto (TIL). O grau de harmonia coesiva é,
então, a percentagem de (IC) em relação ao (TIL). Para efeitos de avaliação, a autora
considera estatisticamente significativa uma percentagem de 50% dos itens centrais sobre o
número total de itens.
Podemos afirmar que o correlato lingüístico da variação da coerência é, segundo Hasan
(1989: 93-4): quanto mais baixa a proporção de itens periféricos em relação aos relevantes,
mais coerente será o texto. Para a lingüista, portanto, a variação da coerência está em função
da variação na harmonia coesiva de um texto.
216
Liane Filomena Muller
O movimento referencial em textos argumentativos
Os resultados da análise nos mostraram que, para os textos narrativos analisados por Hasan
(narrativas infantis), cuja lógica de ações se dá basicamente na relação agente-ação, ato-
atuação, atributo-atribuído, e considerando o conceito de item lexical por ela adotado a
adoção desse sistema teve resultados favoráveis. Entretanto, nos textos argumentativos
analisados por nós, a hipótese levantada por Hasan da relação entre o grau de harmonia e o
grau de coerência, não se confirma. Em virtude da ausência de cadeias verbais, não é possível
interagir cadeias e elos no texto , segundo o modelo de Hasan (1984, 1989). Assim o escore
da harmonia coesiva do texto em estudo corresponde a:
Levando em conta esses dados podemos observar que a hipótese sobre harmonia coesiva
em textos argumentativos, segundo o modelo de Hasan não se confirmou. Uma vez que os
itens centrais teriam de formar 50% do total de itens para indicar que o texto é coerente.
Embora os resultados do texto acima, referentes à percentagem de (IC) sobre (TIL), do
ponto de vista do modelo de Hasan, sejam baixos, não percebemos o texto como menos
coerente.
O levantamento quantitativo, ou seja, a organização dos elos coesivos em cadeias
propiciou que fizéssemos também uma análise qualitativa, uma vez que alguns tipos de elos
encontrados nos textos não correspondiam aos tipos presentes no modelo de Hasan.A partir
do trabalho de Halliday & Hasan (1976), Hasan (1984), Halliday (1985) e Hasan 1984, 1989),
buscamos construir a metodologia a partir da qual analisamos alguns editoriais de Zero Hora.
Após dar início à aplicação do modelo ao qual nos propusemos, vimos que, para agrupar
itens em cadeias, precisaríamos, em primeiro lugar, identificar os que mantêm relação com
outros itens do texto. Entretanto, esse procedimento de identificação e seleção nos trouxe
algumas dificuldades. A primeira diz respeito à seleção e conceituação de item lexical1. Antes
de discutirmos esse assunto, vejamos o procedimento adotado por Hasan (1989: 72) em
relação aos itens do texto:
uma vez havia uma menininha
e ela saiu para passear
e ela viu um adorável ursinho de brinquedo
e então ela levou-o para casa
e quando ela chegou em casa ela lavou-o
[...]
Os itens coesivos desse texto, segundo a autora, são agrupados assim:
a- menininha - ela - ela - ela - ela - ela (cadeia de identidade);
b-saiu - passear - chegou (cadeia de similaridade);
c-casa - casa (cadeia de identidade).
1
Dubois et al (1973: 355) definem item como “todo elemento de um conjunto (gramatical, léxico, etc.) considerado enquanto
termo particular: dir-se-á que os substantivos pai, irmão, irmã, mesa, cadeira são itens léxicos que têm propriedades
semânticas particulares, e que presente, passado são itens gramaticais”. A definição de item lexical de Halliday & Hasan
(1976) se enquadra dentro dessa mesma concepção: “item lexical (membro de um conjunto aberto); item gramatical (membro
de um sistema fechado)” (op. cit. : 274).
217
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
Podemos notar que há um desmembramento dos constituintes dos blocos “levar para casa”
e “chegar em casa”. Entendemos que, para a autora, “item lexical” e “palavra” 2 não possuem
diferenças significativas.
Após a análise prévia dos textos argumentativos em estudo, verificamos que não é possível
aceitar o critério de desmembramento tal como faz Hasan, pois definir item lexical como
“palavra” não levaria em conta características significativas encontradas nos textos.
Expressões como “responsáveis pela venda de produtos medicinais vencidos e adulterados”,
“falsificadores de medicamentos” , entre outras, ao sofrerem desmembramentos, perderiam o
sentido contextual. Cada uma dessas expressões, no texto, constitui um bloco, ou unidade
Embasa teoricamente o conceito de item lexical empregado neste estudo a concepção de
Ducrot (1987: 164-5):
“há coesão em um segmento se nenhum de seus segmentos é escolhido por si mesmo, quer dizer, se a
escolha de cada constituinte é determinada pela escolha do conjunto. [...] Exemplo. Quando, para incitar à
temperança uma pessoa muito gulosa, se lhe recomenda Coma para viver!, o coma [...] é escolhido
somente para produzir a mensagem global, pois o sujeito falante não deu primeiro o conselho coma ao
qual teria acrescentado em seguida a especificação para viver”.
Seguindo o que postula Ducrot, estabelecemos que item lexical, neste trabalho, será toda
palavra ou conjunto de palavras que tiver unidade de sentido.
Na tentativa de aplicar a teoria da harmonia coesiva proposta por Hasan, percebemos as
diferenças e especificidades do texto argumentativo em relação aos textos narrativos,
estudados por ela.
À medida que procedemos à análise, deparamos com aspectos que formam a coesão textual
que não são considerados em seu modelo, tais como, anáfora indireta, anáfora associativa,
anáfora conceitual, como a seguir exemplificamos:
(1) “Tão ou mais perniciosos que os fraudadores da Previdência, os falsificadores de
medicamentos ou os responsáveis pela venda de produtos medicinais vencidos ou adulterados
merecem a mais severa investigação por parte das autoridades”3.
No decorrer do texto, a ação dos falsificadores e dos responsáveis pela venda de produtos
vencidos ou adulterados é assim retomada:
(1’) – a falsificação de medicamentos ou a venda de produtos vencidos ou adulterados
– essa delinqüência
– essa prática
– essa ordem
– essa ação criminosa
– essa ameaça crescente
Como podemos observar, os itens que formam cadeia não retomam os agentes
“falsificadores de medicamentos ou os responsáveis pela venda de produtos medicinais
vencidos ou adulterados” mencionado no início do texto, mas a ação realizada por eles. Nessa
cadeia, os itens de referência, representados pelos demonstrativos associados aos sintagmas
nominais, permitem a busca do antecedente. Além disso, os itens de referência “essa
delinqüência”, “essa ação criminosa”, “essa ameaça crescente”, de acordo com Dénervaud &
Jespersen (1992) constituem, sob o ponto de vista argumentativo, um ato refutativo e são
2
Segundo Dubois et al (1973: 450), palavra é “a unidade do texto inscrita entre dois brancos gráficos”.
3
Os exemplos citados neste artigo foram extraídos de: FRAUDE contra a vida. Zero Hora, Porto Alegre, 29 mai. 1998.
218
Liane Filomena Muller
O movimento referencial em textos argumentativos
219
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
especificidades que devem ser consideradas nas propostas de análise, sem que se busque
enquadrar todos os textos num único e mesmo aparato teórico. Assim sendo, procuramos
apresentar uma sugestão de análise que levasse em conta o tipo texto em foco.
Bibliografia
APOTHELOZ, DENIS. Rôle et fonctionnement de l’anaphore dans la dynamique textuelle. Genève: Librairie Droz,
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220
RAZONAR, OPINAR, CONVENCER Y PERSUADIR
¿CÓMO LO HACEN LOS HABITANTES DE SANTA ROSA, LA PAMPA?
El presente trabajo tiene como finalidad identificar los operadores que, con mayor frecuen-
cia, utilizan los hablantes nativos de la ciudad de Santa Rosa (La Pampa), al introducir una
argumentación en su discurso coloquial.
Dado que el estudio tiene carácter de investigación preliminar, el número de entrevistados
es inferior al que correspondería en un muestreo, de acuerdo a la cantidad de hablantes nati-
vos de la mencionada localidad. Por hablante nativo entendemos a aquellas personas, nacidas
en la ciudad, o con una residencia mayor a treinta años en la misma, capaces de
improvisar, mantener la continuidad del habla y la comprensión, responder inmediatamente a expre-
siones inesperadas, efectuar cambios rápidos de tema y de hablante, etc. Por tanto, el hablante nativo tiene
la capacidad de usar el lenguaje bajo la presión comunicativa (cf. Givón, 1979:105) de procesamiento en
un tiempo real (Stubbs, M, 1993:48).
De esta manera, el corpus de estudio consta de 36 grabaciones de treinta minutos
(aproximadamente) cada una. Las mismas pertenecen a hablantes nativos de la ciudad de
Santa Rosa, (18 del sexo femenino y 18 del sexo masculino), que corresponden a los tres
niveles socioeconómicos predeterminados (-A- alto, -B- medio y -C- bajo) y, dentro de cada
uno de ellos, hemos tomado las tres generaciones (primera: de veinte a treinta y cinco años;
segunda: de treinta y seis a cincuenta y cinco años y, tercera: más de 55 años).
Durante la investigación se optó por grabar conversaciones familiares espontáneas en gru-
pos reducidos, debido a que son conocidos los problemas que se presentan con la grabación
en lugares públicos, donde existe gran cantidad de hablantes. También decidimos que los
hablantes seleccionados no estuvieran en conocimiento del hecho, porque consideramos que
cuando se sienten observados, realizan un cambio en su forma de expresión, hacia un estilo
más formal. Esto quiere decir que varían su lenguaje de acuerdo a la situación y, a su vez,
tienen en cuenta los elementos extralingüísticos que rodean y condicionan la comunicación y
la caracterizan pragmáticamente. Por lo tanto, nos instalamos en el uso, en el habla, en donde
aparecen y se multiplican los signos que son trascendentes en el proceso comunicativo y, por
supuesto, en el área que nos interesa.
Cuando accedemos a la transcripción de los registros obtenidos, observamos que en el de-
sarrollo de los mismos aparecen rasgos que pueden identificarse como tácticas argumentativas
diversas. Esto es así porque la conversación, según Stubbs (op. cit.), al ser polisistémica, hace
depender su coherencia de diversos tipos de mecanismos diferentes entre sí, como la repeti-
ción de palabras y locuciones, los indicadores estructurales, una buena sincronización tempo-
ral y una estructura jerárquica subyacente que relaciona secuencia de actos de discurso.
Por consiguiente, en esta investigación valoramos las estrategias lingüísticas y pragmáticas
que utilizan los hablantes y apreciamos cómo se conjugan las reglas gramaticales con las in-
tenciones comunicativas para llegar a establecer cuáles son los operadores más comunes, con
los que el hablante pone de manifiesto su intención de influir sobre el receptor, y que son uti-
lizados para producir los “encadenamientos argumentativos” que permiten razonar, rechazar
opiniones, convencer y persuadir, entre otras estrategias. Según Maingueneau :
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
Una argumentación se define como una acción compleja finalizada; este fin coincide con la adhesión
de los oyentes a una tesis presentada por el hablante y que da lugar a un encadenamiento estructurado de
argumentos. Esta finalidad se alcanza a través de una serie de “subfinalidades”, que son los diferentes ar-
gumentos, ligados por una estrategia global. Frecuentemente existe una jerarquización de los argumentos:
tal argumento contribuye a establecer tal otro, situado en un nivel superior, y así sucesivamente (Main-
gueneau, D, 1989:182)
De esta manera, intentamos descubrir las diferentes marcas lingüísticas de argumentación,
las cuales -según Ducrot (1980)- componen instrucciones sobre la manera en que se interpreta
un enunciado. Llamamos operadores a estas marcas porque consideramos que, junto a los
conectores argumentativos (conjunción de coordinación y subordinación, adverbios, locucio-
nes adverbiales, entre otros), señalan la orientación argumentativa que posee el discurso y
garantizan la unión entre los distintos actos que constituyen una intervención. Creemos tam-
bién, que, a partir de ellos, se manifiestan los recursos en los que el hablante nativo coloca
toda su fuerza para actuar sobre el oyente. Rossetti y de Gregorio los definen como
señales léxicas, morfosintácticas, semánticas, conceptuales (o lógicas), fónicas y gráficas que marcan
la relación H-O.
Esta se manifiesta en un acto de lenguaje que contiene la fuerza evolucionaria (acto del emisor) y
apunta a un efecto perlocucionario (respuesta del receptor)” (Rossetti, M. M. de - de Gregorio de Mac, M.
I., 1992.14)
Siguiendo la clasificación propuesta por estas autoras, abordamos los operadores encontra-
dos en nuestro corpus. Ellas plantean que se puede acceder a ellos a partir de la función que
cumplen en el discurso. Esto quiere decir que pueden tener una función o más de una. A partir
de esto los clasifican en léxicos, sintácticos, morfológicos, semánticos y conceptuales.
Si observamos los operadores encontrados en las transcripciones nos encontramos con los
siguientes:
- Operadores léxicos. Presentan sólo la función pragmática. Es decir que únicamente nos
indican el acto del lenguaje. Así, refuerzan la aserción sin cambiar el tipo de discurso. Por
ejemplo:
...realmente somos un país demasiado rico... (A - 3° - F)
...por supuesto, siempre está el clásico... (B - 2° - F)
...decididamente lo descartamos. (A - 2° - M)
Ahora bien, según las autoras, si a este operador se le incorpora un verbo, agrega a su fun-
ción pragmática, la sintáctica y se transforma en un operador sintáctico.
- Operadores sintácticos. No son muchos los hallados en el corpus, sin embargo, hemos
podido identificar los siguientes:
es lógico que lo que ofrece de comida.... (C - 3° - M)
todos sabemos que sale a trabajar (A - 1° - F)
Estos operadores buscan reforzar la verdad de lo que se está afirmando en el discurso, con
distintos matices que se apoyan sobre la seguridad del hablante.
- Operadores morfológicos. A partir de su desinencia, ciertos operadores nos permiten
identificar un acto que intenta alertar y producir cierto temor en el oyente. Por ejemplo:
...de un manotazo abren la cartera (C - 3° - M)
También pueden aparecer a partir del prefijo re-, funcionando como un operador apreciati-
vo que intenta reforzar la información para que al oyente no le queden dudas acerca de lo que
se está hablando. Por ejemplo:
...me pegó re-fuerte (C - 1° - F)
la dieta era re-linda porque comías bien (C - 1° - F)
222
Analía E. Nieto González
Razonar, opinar, convencer y persuadir ¿Cómo lo hacen los habitantes de Santa Rosa, La Pampa?
- Operadores conceptuales. Son los más numerosos y aparecen, de una forma u otra, en to-
dos los hablantes. Daremos sólo un ejemplo:
la escuela como institución perdió prestigio e importancia. Los padres no le dan la misma importancia
ahora que cuando nosotros íbamos a la escuela. Seguro que por la realidad social que se está viviendo
en estos momentos. ( A - 1° - F)
En estos casos, el operador produce un razonamiento por parte del hablante, a través del
acto de informar con un recurso lógico de persuasión (relación hechos - conclusión).
Ahora bien, si tomamos cada uno de los operadores encontrados en el corpus, y los anali-
zamos a partir del acto de habla producido, nos encontramos con que aparecen matizadores
conceptuales de carácter enfático, cuyos operadores tienen la función de actuar sobre el recep-
tor para persuadirlo de que acepte la información que se le brinda sin realizar objeciones. Por
ejemplo:
Seguramente se habrá perdido contacto con la familia y es por eso que no tenemos los registros (A - 2° -
F)
Naturalmente son imágenes de archivo filmadas en 1930 o 1940... (A - 2° - M)
Son las cuatro y diez, seguro que X se hizo unas tortas de aquellas (C - 1° - F)
Observamos que los operadores ponen de manifiesto la seguridad o la certeza con que el
hablante enfrenta la información, para que el oyente la acepte sin dudar, sin discutir. “Este
tipo de mensajes manifiesta que lo dicho es obvio y no admite dudas, y en ellos suele darse
por presupuesto el consenso del oyente” (Barrenechea, A. M., 1979: 50).
Existen otros operadores a través de los cuales se espera que el oyente sea partícipe de la
misma opinión, por la información que ya posee o que se le ha brindado. Así, encontramos:
...entonces, lógicamente que hay lugares donde estás atendiendo gente... (B - 3° - F)
En este caso, el hablante se anticipa a las conclusiones que supone que el oyente debe
hacer, aunque también suele aparecer como una muletilla de apoyo, que no tiene justificación
en el discurso.
También nos encontramos ante algunos casos en los que están ausentes los signos de enla-
ce causa-consecuencia y el adverbio aparece destacando un fragmento del discurso como ob-
vio. Por ejemplo:
Lo que iría a ofrecer, lógico, es comida... (C - 3°- F)
Estos matizadores se comportan como auténticos recursos de interacción que facilitan el
fluir discursivo de los hablantes. Si por un lado, podemos prescindir de ellos sin restar lógi-
camente nada a nuestro mensaje, por otro lado, no es fácil asignarles un puesto en la descrip-
ción gramatical, quizá precisamente porque sobran en el enunciado.
Por lo tanto, tenemos operadores que nos indican una actitud del hablante que ha sido pen-
sada, meditada y enfatizan la opinión de este. Estos operadores aparecen modificando la ora-
ción total. El más común es el adverbio realmente. Un ejemplo:
...poner gente que realmente tenga conciencia... (B - 2° - F)
También aparece con frecuencia la frase en realidad, como en:
...en realidad no se nota mucho la diferencia entre la vestimenta de noche y la del día... (B - 2° - F)
Estos dos últimos operadores aparecen también cuando el hablante quiere asegurar que lo
que afirma en su discurso coincide plenamente con la realidad.
A menudo su uso tiene un tono polémico y recalca que lo que se dice debe ser tomado en serio como
cosa real, positiva, concreta, estricta, no como confusión o imaginación o exageración del hablante (Ba-
rrenechea, A. M., op. cit.:55)
Así tenemos, por ejemplo:
223
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
...pensar en sí mismo y no en la clase media y la clase humilde que está realmente desahuciada... (B - 2°
- F)
...y en realidad las diferencias sociales son cada vez más grandes... (A - 1° - F)
Según Barrenechea (op. cit.), existen ciertos verbos de opinión (creo, entiendo, pienso, en-
cuentro, considero, observo, lo veo así, etc.) que suelen figurar en mensajes que enfatizan la
afirmación “cuando el hablante refuerza su punto de vista, apoyándose en la seguridad que
tiene en su criterio personal para emitir los juicios” (Barrenechea, A. M., op. cit.: 48). Entre
nuestros registros sólo aparecen tres de estos verbos: creo, pienso y considero, sin embargo,
debemos decir que estos operadores son los más frecuentes. Así encontramos, por ejemplo:
...yo creo que un muy buen alumno es aquel que... (A - 1° - F)
...considero que el tema de la administración de la justicia es... (A - 1° - M)
...yo pienso que el consumo de frutas depende del costo (B - 3° - M)
Vemos entonces que estas intercalaciones sintácticas, en las que el hablante aclara que
aquello que afirma es “cosa suya” están expresados en primera persona, la del hablante.
Hemos podido observar que, en los distintos actos, los operadores pueden realizarse con
una palabra o a partir de una construcción. Aquellos que se realizan a través de una palabra
son:
- adverbios terminados en -mente, que son utilizados en los niveles A y B, en su mayoría
por la segunda generación tanto femenina como masculina. Los identificados, hasta el mo-
mento, son: realmente, seguramente, naturalmente, decididamente y lógicamente.
- Lógico, que aparece en la tercera generación masculina del nivel C.
Por su parte, los operadores que se realizan a partir de una construcción son los que se de-
tallan a continuación:
- creo que, es utilizado en los tres niveles (A, B y C), con preferencia en la tercera genera-
ción, en ambos sexos.
- Pienso que, aparece en los tres niveles, sobre todo en la tercera generación masculina.
- Considero que, es usado por la primera generación masculina del nivel A y por la primera
generación femenina del nivel B.
- En realidad, es utilizado por la primera generación femenina del nivel A y por la segunda
generación femenina del nivel B.
- Por supuesto que, es reconocido en la segunda generación masculina del nivel B y en la
tercera generación masculina del nivel C.
- Seguro que y el prefijo re-, aparecen únicamente en la primera generación femenina del
nivel C.
- Sabemos que, es reconocido en la primera generación femenina del nivel A.
- Por favor y pensamos que se encontraron únicamente en la primera generación masculina
del nivel B.
Para concluir, podemos decir que este análisis nos ha permitido identificar los principales
operadores que le permiten al hablante nativo de la ciudad de Santa Rosa (La Pampa), influir
sobre el receptor al momento de establecer una conversación coloquial.
Como ya sabemos, la argumentación es una práctica discursiva que responde a una función
comunicativa: la que se orienta hacia el receptor para lograr su adhesión. Muchos son los dis-
cursos que incluyen esta función, son todos los de cualquier persona que quiere influir o sedu-
cir para lo cual activa estrategias sutiles de convencimiento, de persuasión o de seducción con
instrumentos más orientados a la racionalidad (exhibiendo razones) o más orientadas a la
224
Analía E. Nieto González
Razonar, opinar, convencer y persuadir ¿Cómo lo hacen los habitantes de Santa Rosa, La Pampa?
emoción (exhibiendo afectos o apelando a ellos). A partir de esto, hemos podido identificar
operadores realizados a partir de una palabra (sobre todo adverbios terminados en -mente) y
otros, que se producen a partir de una construcción.
Comprobamos que, básicamente, estos operadores, le permiten al hablante influir sobre el
receptor enfatizando el mensaje, haciéndolo partícipe de su opinión sobre el tema. Por eso, los
operadores identificados le permiten al hablante razonar, opinar, convencer y persuadir al
oyente.
Somos conscientes de que también aparecen en el discurso coloquial otros operadores de
carácter fónico y gestual que permiten interpretar determinadas expresiones argumentativas.
Sin embargo, han quedado fuera de nuestro estudio ya que serán abordados en una futura in-
vestigación.
Bibliografía
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ñola de Celina González)
225
EL VALOR ARGUMENTATIVO DE LOS MARCADORES TEXTUALES
EN LAS COMUNICACIONES DE LAS EMPRESAS A SUS CLIENTES
0. Introducción
“En el macrocentro del mundo empresarial y de negocios, las comunicaciones escritas que
se cursan han alcanzado el rango de nuevo género discursivo.” (Botta, 1994: 20). En el ámbito
de la comunicación empresarial se distingue la comunicación interna de la externa. La prime-
ra está dirigida al llamado “cliente interno” que trabaja en la compañía; la segunda tiene como
receptor al “cliente externo”, consumidor de los productos o servicios de la empresa.
Para este trabajo, hemos tomado estos últimos tipos de textos. Se trata de un corpus forma-
do por cartas y folletos remitidos a los domicilios de los clientes en el primer semestre del año
2002 por empresas privadas, de agua, de luz eléctrica, de teléfono, de medicina prepaga, de
cable, de telefonía móvil, de las AFJP, de seguros y de Internet.
A pesar de que muchos autores consideran que los textos empresariales son sobre todo in-
formativos, podemos afirmar que son también, en muchos casos, fuertemente argumentativos.
Intentan siempre persuadir al lector para que realice alguna acción o para que cambie su modo
de pensar respecto de un tema. Partimos, entonces, de la base de que las comunicaciones es-
critas que las empresas remiten a sus clientes poseen no sólo valor informativo sino también
valor argumentativo y pragmático. Esto se manifiesta, entre otros aspectos, en el uso de los
marcadores textuales.
El presente trabajo analiza los marcadores textuales del corpus. Como primer objetivo, de-
tecta los marcadores argumentativos empleados; como segundo objetivo, analiza su valor ar-
gumentativo. Finalmente, sistematiza el uso de estos en este tipo de escritos. La ponencia
concluye con algunas propuestas para el estudio de los textos empresariales y para el abordaje
pragmático de los marcadores textuales.
compiten libremente con otras sino que ejercen una actuación monopólica. En esas circuns-
tancias, la institución impone las reglas de juego. Esta investigadora también distingue las
empresas que brindan prestaciones suntuarias a las que el cliente puede renunciar (el cable o
el celular, por ejemplo) de aquellas que brindan servicios esenciales para la supervivencia
(luz, agua, gas natural). Swiderski demuestra cómo las imposiciones se minimizan mediante
los siguientes recursos: se las presenta como beneficios; se brindan opciones para implemen-
tar cambios; se manifiesta que la situación del cliente ha sido tenida en cuenta; se apela a una
instancia de poder que trasciende la institución.
Respecto del corpus seleccionado, nos hemos focalizado en cartas y folletos o boletines in-
formativos que las empresas envían a sus clientes. No hemos tenido en cuenta el ámbito esta-
tal que ha quedado notoriamente restringido con las privatizaciones.
Debemos diferenciar los dos tipos de textos. El uso de la carta se reserva, generalmente,
para las “malas noticias”: aumentos en las tarifas o en las cuotas, restricciones en los benefi-
cios de los que se gozaba, anuncios de que la empresa fue absorbida por otra no elegida por el
cliente, etc. La carta es siempre un texto más formal y en el que el cliente suele aparecer iden-
tificado con su nombre y apellido y tratado de usted.
En cambio, los folletos o boletines de información son textos de una diagramación fuerte-
mente publicitaria, están impresos en papel de colores, llevan imágenes y gráficos. Es común
que aparezcan textos breves con enumeraciones de beneficios o de alternativas en forma de
viñetas para cuestiones más prácticas como modos de pago, lugares de atención al cliente,
consejos para ahorrar consumo.
En general, las empresas que compiten con otras en los productos o servicios que brindan,
usan un formato revista para estos folletos. Se los llama “boletines informativos” o “resúme-
nes de noticias”. Poseen un sumario con un índice de los temas que se tratan, una nota edito-
rial a cargo de algún alto directivo de la empresa; llevan título, año de edición, número y fe-
cha. Casi todos ellos presentan análisis de la coyuntura que atraviesa el país y tratan de expli-
car cómo la empresa sobrelleva las dificultades, teniendo siempre presente el bienestar del
cliente.
Los folletos de las empresas privatizadas que poseen un cliente cautivo son más breves,
menos formales y se envían generalmente junto con la factura. Comunican cambios en los
modos de la atención al cliente, nuevos productos o servicios, consejos para ahorrar el con-
sumo o noticias institucionales.
1
La designación dada a estas partículas de relación es muy variada. Las más frecuentes son: “conectores”, “enlaces”, “expre-
siones adverbiales”, “conjuntivos” y “marcadores”. Elegimos esta última pues subraya mejor su carácter argumentativo.
227
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
Los autores entienden que es muy difícil sistematizar los marcadores: “No estamos ante
una clase uniforme de palabras...” (1999: 4056)2.
Incluso la Gramática descriptiva de la lengua española (Bosque y Demonte, 1999) titula el
volumen 3 que estudia esta clase de palabras “Entre la oración y el discurso”. García Negroni
y otros (2001) en el capítulo “La conjunción” clasifican estas partículas en conjunciones de
coordinación y de subordinación3. En el primer grupo, incluyen las conjunciones que actúan
como enlaces de elementos intraoracionales pero también aquellas que Martín Zorraquino y
Portolés Lázaro (1999) llaman “marcadores del discurso”, es decir, los llamados enlaces ex-
traoracionales o “supraoracionales” para Fuente Rodríguez (1996).
Las relaciones de subordinación están constituidas por las proposiciones subordinadas. Pa-
ra la gramática tradicional, las proposiciones adverbiales con subordinante fueron siempre un
problema porque la relación que establecían con el resto de la oración no era la misma que la
de las proposiciones sustantivas o adjetivas. Se considera toda la construcción Modificador
del Núcleo Oracional, lo que subraya su carácter de marginalidad respecto del resto de la ora-
ción. Si apelamos a la autoridad de Ofelia Kovacci, tenemos que:
“Desde el punto de vista de la estructura sintáctica la construcción endocéntrica coordinativa se caracteri-
za por la equivalencia funcional de sus constituyentes. Desde el punto de vista semántico, la coordinación
debe cumplir con la exigencia del ‘asunto común’ manifestado por los elementos sintácticos y léxicos que
realizan las funciones.” (1992: 232-233)
Queda claro que la coordinación une elementos del mismo nivel sintáctico y que, por lo
tanto, la subordinación marca relaciones de dependencia de un elemento respecto de otro.
Creemos que los marcadores del discurso, tal vez por su carácter esencialmente pragmático,
no pertenecen a ninguno de los dos tipos de relaciones. Los marcadores textuales aluden al
cotexto pero también al contexto extralingüístico del cual surge más claramente su valor ar-
gumentativo y pragmático4.
Van Dijk sostiene:
“Las relaciones entre oraciones no son sólo de naturaleza semántica sino también pragmática. No se trata
sólo de expresar conexiones entre circunstancias sino también entre actos de habla.” (1996: 98)
Así, las relaciones entre texto y contexto tienen lugar, entre otros aspectos, en la dependen-
cia mutua de las secuencias de oraciones y de las secuencias de actos de habla. En un texto
anterior, el mismo autor entendía que las frases están conectadas por un hablante en un con-
texto particular de comunicación y que poseen propiedades pragmáticas (1977)5. Explica:
“Las diferencias entre el uso ‘sentencial’ y ‘secuencial’ de los conectivos son principalmente pragmáticas
o se infieren de relaciones de significado entre las proposiciones.” (1977: 145)
Por último, Reale y Vitale (1985: 32) entienden que no hay que equiparar los conectores
lógicos con los argumentativos. Los primeros unen exclusivamente proposiciones. Los segun-
dos pueden unir tanto enunciados como enunciaciones o también articular enunciados con
elementos de la situación extralingüística.
Seguiremos en este trabajo la definición de Martín Zorraquino y de Portolés Lázaro:
2
Cfr. Fuentes Rodríguez, C., (1996: 11): “ No entran en las clases de palabras tradicionales.”
3
Halliday y Hassan (1976) también incluyen en el capítulo “Conjunción” todo tipo de marcadores.
4
El capítulo 54 (Bosque y Demonte (1999))trata el tema de parataxis e hipotaxis y tanto su autor, López García, como los de
los capítulos 56, Galán Rodríguez (subordinación causal y final), 57, Montolío (construcciones condicionales) y 59, Flamen-
co García (construcciones concesivas y adversativas) insisten en que el tema exige un abordaje interdisciplinario y en que en
estas construcciones con marcadores está presente siempre la relación con el momento de la enunciación.
5
En este libro van Dijk incluye todos los conectores dentro de la categoría “conectivos de la lengua natural”. El mismo crite-
rio sigue Stubbs (1998).
228
Patricia María Nigro
El valor argumentativo de los marcadores textuales en las comunicaciones de las empresas a sus clientes
“Los ‘marcadores del discurso’ son unidades lingüísticas invariables, no ejercen una función sintáctica en
el marco de la predicación oracional –son, pues, elementos marginales– y poseen un cometido coinciden-
te con el del discurso.” (1999: 4057)
Realizaremos ahora algunas aclaraciones esenciales. En primer lugar, observaremos que
serán marcadores del discurso aquellos signos “que orientan y ordenan las inferencias que
cabe obtener de ellos.”(Martín Zorraquino y Portolés Lázaro, 1999: 4058)
En segundo lugar, hay que destacar que no siempre es fácil discernir si una unidad lingüís-
tica contribuye o no contribuye a las condiciones de verdad de un discurso o si su significado
es de procesamiento y no conceptual; por esto, la enumeración de los marcadores del discurso
puede presentar variaciones (1999: 4059)6.
Para un análisis más exhaustivo del corpus, decidimos incorporar a la clasificación pro-
puesta por los autores algunos marcadores que poseen alta fuerza argumentativa y que no apa-
recen contemplados en su taxonomía. Recurriremos así a algunas de las categorías utilizadas
por Lo Cascio (1998) que estudia los marcadores, específicamente, en el texto argumentativo.
Este autor llama a los marcadores “indicadores de fuerza” y, desde la perspectiva de una gra-
mática de la argumentación, los define como:
“…exponentes lingüísticos que sirven para conectar los enunciados y para indicar su papel dentro de un
discurso. Hacen las veces de conectivos textuales y pueden clasificarse según la función que realizan. Al-
gunos marcan la tesis, otros los datos o los argumentos, otros la regla general y otros la reserva, la fuente,
o categorías mayores como la argumentación misma.” (1998: 199)
En tercer lugar, tenemos que la mayor parte de las formas que se usan como marcadores
discursivos pueden aparecer con distintas funciones lingüísticas, es decir que pueden no ser
marcadores.
En cuarto lugar, pueden estudiarse los marcadores del discurso desde distintas perspecti-
vas: desde la gramática textual, desde la pragmática, desde la lógica. En esta ponencia inten-
tamos un abordaje no sólo desde la gramática textual sino también desde la retórica de la ar-
gumentación y desde la pragmática. Así entendemos que los marcadores funcionan como
“operadores pragmáticos”. Seguimos a Manacorda de Rosetti y a Aguirre de Martínez (1985: 27):
“… consideramos operadores a las señales léxicas morfosintácticas, fónicas, gráficas, conceptuales, que
marcan en el discurso la relación entre hablante, texto y oyente. Son, pues, indicadores explícitos del acto
de lenguaje en la dimensión ilocucionaria, es decir, de su fuerza ilocucionaria.”
Este concepto es más abarcativo que el de los marcadores pero los incluye.
Finalmente, desde el punto de vista pragmático, los distintos marcadores textuales funcio-
nan como operadores en el sentido de que hacen alusión a la relación empresa (emisora del
mensaje), texto, cliente (receptor del mensaje) y contexto (situación espacio temporal que se
está viviendo). Los operadores pragmáticos matizan el acto de habla atenuándolo o enfatizán-
dolo. (Rosetti y otros 1991: 18) y se clasifican en lógicos (refuerzan la aserción pero no cam-
bian el tipo de discurso, no lo modalizan) y en apreciativos (agregan una valoración sobre el
enunciado; son modalizadores). (Manacorda de Rosetti y Aguirre de Martínez, 1985.)
6
Cfr. Van Dijk, T. (1977: 101): “Uno de los problemas de las semántica de los conectivos naturales es su posible ambigüe-
dad: el mismo conectivo puede expresar diferentes clases de conexión, y una clase de conexión puede ser expresada por
varios conectivos.”
229
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
7
Hay que aclarar que existen dos tipos de argumentos: argumento que corresponde a “por causa de, gracias a” de valor causal
y argumento que corresponde a “y es prueba de”, de valor argumentativo. (Lo Cascio, 1998)
230
Patricia María Nigro
El valor argumentativo de los marcadores textuales en las comunicaciones de las empresas a sus clientes
o Nos comunicamos nuevamente con usted para acercarle… (Carta de Siembra AFJP, mayo de
2002)
o Le escribimos por segunda vez en lo que va del año. (Carta de CableVisión, junio de 2002)
o Nuevamente tomamos contacto con usted para informarle… (Carta de Telefónica, abril de
2002)
• Para proveer evidencias que justifiquen los perjuicios para el cliente:
o Debido a los impactos de las medidas… (Carta de Río Seguros, abril de 2002)
o Ya que gran parte de los mismos son de origen importado… (Carta de Telefónica, abril de
2002)
• Para atenuar los efectos sobre el cliente y rescatar la imagen de la empresa:
o Sin embargo, si usted considera…(Carta de Río Seguros, abril de 2002)
o Sin embargo, durante más de tres meses…(Carta de Telefónica, abril de 2002)
o Siendo así, usted verá…; asimismo podrá observar…(Carta de Siembra AFJP, mayo de 2002)
o Pero CableVision decidió…; incluso con mejoras de calidad… (Carta de CableVisión, junio de
2002)
o A pesar del significativo incremento…; inclusive en los últimos meses…(Carta de Fibertel, ma-
yo de 2002)
o Como así tampoco de la tarifa promocional… (Telecom, boletín informativo Comunicándonos
Nº 50 mayo de 2002)
o Aunque no lo parece…; aunque cueste creerlo… (Aguas Argentinas Informa)
o A pesar de la actual coyuntura… (BBVA Consolidar AFJP, resumen de noticias, mayo de 2002)
• Para indicar las consecuencias negativas para el cliente:
o Lamentablemente nos obligan a… (Carta de CableVisión, abril de 2002)
o Pese a nuestros esfuerzos, … (Carta de Telefónica, abril de 2002)
o Por lo tanto, en este envío...(Carta de Siembra AFJP, mayo de 2002)
o Como consecuencia de la devaluación… (Carta de Telefónica, junio de 2002)
o Como consecuencia de ello… (BBVA Consolidar AFJP, resumen de noticias, mayo de 2002)
Los marcadores que aparecen en los textos del corpus son, fundamentalmente, operadores
pragmáticos apreciativos, ya que tratan de atenuar o de enfatizar la fuerza argumentativa del
acto que realizan, modalizando además el mensaje8.
8
Debemos aclarar que está fuera de los límites de este trabajo el análisis de la modalidad en este tipo de textos. Cfr. Main-
gueneau, d., (1980)
231
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
2. Ante este presente marcado por la economía y por el mercado, sería conveniente que se estudiasen más
en profundidad los textos que se escriben en las empresas, que tanto inciden en nuestras vidas, para
comprender mejor el modo que tienen de comunicarnos sus mensajes y para aprender mejor cómo res-
ponder a ellos.
3. Hemos dicho ya que dejamos de lado los textos de organismos estatales, pero sería importante realizar
un trabajo comparativo con las empresas privadas.
4. Además, merecen estudiarse los portales de Internet de las empresas para ver el modo como construyen
su imagen institucional.
Existe mucho campo de trabajo para realizar sobre estos textos: las funciones del lenguaje,
las estrategias argumentativas, los rasgos de estilo, los elementos léxicos, las formas de pre-
sentar al autor y al lector modelo, entre otros.
Para terminar, recordemos las palabras de Ducrot (1984: 168):
“Decir que una oración tiene valor argumentativo es lo mismo que decir que se la presenta como debien-
do inclinar al destinatario hacia tal o cual tipo de conclusión; por lo tanto, hablar de su valor argumentati-
vo equivale a hablar de la continuación que se pretende para ella.”
En los textos empresariales esta continuación queda para el cliente que deberá responder,
como señalamos al comienzo, con acciones concretas que afectarán la vida de la empresa o la
suya propia.
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232
EFICACIA ARGUMENTATIVA DE QUE, “RELATIVO” Y “COMPLETIVO”
1. Introducción
Considerando que “argumentar” es buscar “fuertes argumentos para demostrar otros no tan
fuertes” (Toulmin 1986), la Teoría de la Argumentación abandonó su restrictivo interés por el
silogismo clásico, proyectándose al razonar en estrados judiciales. Oswald Ducrot elaboró una
teoría de la argumentación como conexión discursiva donde se asume que “el significado de
un enunciado contiene una alusión a su eventual continuación.” Muchos conectores (mais,
alors, d´ailleurs, entre otros) fueron estudiados por su capacidad argumentativa. En el presen-
te trabajo, nos ocupamos del conector español que y rastreamos su funcionamiento argumen-
tativo desde este marco. Tanto el llamado que ´relativo´ como el que ´completivo´ establecen
vínculos discursivos con la tesis defendida por el autor, de un modo cuya eficiencia evalua-
mos por medio de posibles alternancias. En 2. y 3. recordamos el contexto teórico de nuestra
búsqueda y presentamos el corpus analizado. En 4. analizamos cualitativamente los factores
que pesan en la posible lectura causal o consecutiva de que. En 5. mostramos algunos datos
numéricos que apoyan nuestra interpretación y en 6. enunciamos conclusiones.
relevar casos en que el conector que admite una lectura causal o consecutiva, y sirve particu-
larmente a los fines del discurso argumentativo. Ejemplos como:
(1) “Yo argentino”. Me borro. No tengo nada que ver. Ponciopilatismo militante QUE hace
lo mismo que desprecia de los políticos: no se hace cargo de nada. [Ponciopilatismo]1
(2) Ahí, Singh les cortó en seco. Con clase, pero contundente, les dijo que él no hablaba de
política, QUE no era analista político sino un técnico económico y QUE sólo hablaba de lo
que conocía. [El indio]
permiten leer a que con valor de porque, del modo siguiente:
(1´) Ponciopilatismo militante, PORQUE hace lo mismo que desprecia [...]
(2´) [...] no hablaba de política, PORQUE no era analista político [...] y PORQUE sólo
hablaba [...]
Y ello, desde luego, no es lo común en los comportamientos de que:
(1) Con la clave “chistes argentinos” se puede acceder a un promedio de 17 mil entradas por
buscador, QUE tiene de diez a cincuenta chistes por página. [Argentinos]
(2) Algunos radicales sostienen QUE tienen las ideas pero no el poder para gobernar...
[Tiempo]
Nos interesó, entonces, saber qué propiedades tiene el contexto que admite lectura causal y
consecutiva de que, y qué diferencias de mensaje produce la alternancia2. Como cambio gene-
ral advertimos que la presencia de porque conduce a focalizar un elemento anterior del dis-
curso, llevando la atención hacia el vínculo que sostiene la nueva información proposicional
con algún segmento de la anterior. Se cumple, entonces, lo afirmado por Borzi 1997, acerca
de que las causales con porque (tanto las de causa lógica como las de causa real) tienden a
mostrar información nueva focalizada en función de argumento para una conclusión y al estar
pospuestas (es decir que el orden de los hechos no es icónico con el orden de las cláusulas)
tiende a prestarse a una relación sintáctica de subordinación retórica.
1
Los textos estudiados son seis:
[Ponciopilatismo] “Ponciopilatismo” - Alfredo Leuco. Revista Noticias, 19/01/02.
[Argentinos] “Ese deseo de ser argentinos” - María Seoane. Clarín, 17/05/2002.
[Pañuelo] “Del pañuelo a la cacerola” - Norma Morandini. Clarín, 10/03/02.
[Tiempo] “Por qué se acaba el tiempo” - Héctor Timerman. Revista Noticias, 04/05/02.
[El indio] “Un mano a mano con el indio” - Elizabeth Pérez. Diario de Cuyo, 13/04/02.
[Remiendos] “La vuelta de los remiendos” – Paulina Roitman. Diario de Cuyo, 31/03/02.
2
Desde el form-content analysis, todo cambio de un signo produce diferencias de perspectiva en los mensajes resultantes
(García 1975).
234
Verónica Orellano de Marra et al.
Eficacia argumentativa de que, “relativo” y “completivo”
conciencia de que “la democracia se construye con mejores políticos pero fundamentalmente
con mejores ciudadanos”.
En “Del pañuelo a la cacerola”, Norma Morandini destaca que hombres y mujeres se en-
contraron en el espacio público, superando viejas divisiones de roles en cuanto a género, y
asumiendo, tardíamente, un proceso ya dado en Europa y Estados Unidos.
Héctor Timerman sostiene, en “Por qué se acaba el tiempo”, que las elecciones deben ade-
lantarse para que el espacio público esté dirigido por gobernantes dignos.
María Seoane, en “Ese deseo de ser argentinos”, aspira a que los argentinos respeten sus
propias fórmulas para construir lo público, como lo hicieron para lograr ser “la sociedad más
armónica y culta de Latinoamérica durante el siglo XX”. Considera que seguir recetas externas
ha sido nocivo para el país, que hoy se analiza escandalizadamente desde el exterior, por di-
versas miradas exentas de autocrítica.
En “Un mano a mano con el indio”, Elizabeth Pérez relata la entrevista que diversos sena-
dores tuvieron con Anoop Singh, representante del FMI para el caso argentino. El técnico eva-
lúa fríamente la crisis argentina, y lo hace restringiéndose a los términos económicos, que son
su especialidad. Evita, entonces, tomar partido acerca de las consecuencias político-sociales
que la crisis puede tener, no sólo para el país, sino para todo el continente.
Paulina Rotman, en “La vuelta de los remiendos” revisa oficios vinculados a distintas for-
mas de reciclado, que volvieron con la devaluación. Reparaciones de electrodomésticos, col-
chonería, zapatería, entre otros, renacen con la crisis, después de los años de convertibilidad y
de importación de bienes desde los más diversos lugares del mundo.
235
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
figura-fondo, percibimos que la presencia del conector causal explicita la conexión –y ‘nos’
indica cómo debe ser entendida una idea con respecto a la otra. Debe completarse la predica-
ción de la principal y para lograrlo completamente necesita de otras estrategias lingüísticas
que le ayuden a poner de relieve su carácter de específico e identificado (Du Bois, 1980). Con
la proposición completa, el porque focaliza algún elemento de ella (en (5´) la predicación cho-
caron, en (6´) el OD, último bastión).
Por el contrario, la codificación a través de las relativas ‘disimula’ la conexión causal, lo
cual permite que la estrategia argumentativa sea más sutil e imperceptible. Por lo tanto, sería
más eficaz. Ayuda a ese enmascaramiento la colocación de atributos inespecíficos que exigen
completar “hacia delante” su referencia.
4.2. Una actitud metadiscursiva
Si, en cambio, la relativa pertenece al tipo explicativo (Kovacci 1990), es decir, que ya
cuenta con pausa y no restringe la cantidad de miembros del conjunto referido en la principal,
los efectos son distintos:
(7) ¿Quién habrá rogado a los milicos que nos sacaran de encima a Isabelita, QUE nos estaba
atosigando de irracionalidad? [Ponciopilatismo]
(8) [la mayoría de los políticos quiere elecciones] Todos menos los radicales, QUE temen perder
hasta la sombra de Yrigoyen. [Tiempo]
(9) Ojo con el infantilismo utópico, QUE es otra forma de frivolidad. [Ponciopilatismo]
Su posible paráfrasis:
(7´) ¿Quién habrá rogado a los milicos que nos sacaran de encima a Isabelita, PORQUE nos es-
taba atosigado de irracionalidad?
(8´) Todos menos los radicales, PORQUE temen perder hasta la sombra de Yrigoyen.
(9´) Ojo con el infantilismo utópico, PORQUE es otra forma de frivolidad.
En estos tres últimos ejemplos, lo que parece focalizarse en la paráfrasis con porque es una
actitud metadiscursiva, que argumenta más primariamente desde el sujeto de la enunciación:
“digo ‘ojo’ porque...”. Nuevamente, el cambio de foco provoca una interesante inversión del
punto de vista, emergiendo en el discurso como figura un elemento que, en el caso del uso
original con cláusula relativa, aparece como fondo de otros argumentos, es decir, como un
atributo del personaje o del fenómeno aludido.
4.3. Detención o avance discursivo
En [El indio] el conector que encabeza cláusulas completivas con el valor de cita en estilo
indirecto:
(10) Después, luego de agradecer la visita de los legisladores –les dijo que era un honor recibir-
los– respondió la pregunta acerca de su pensamiento del país.
Durante unos 10 minutos dijo que la crisis argentina era inédita, una de las más complicadas
que le había tocado vivir. Que el FMI no hace exigencias de ningún tipo, QUE es un organismo
donde los países son los dueños, algunos tienen más y otros tienen menos, y QUE el organismo
está cuando lo llaman.
El enunciador es en este caso el funcionario del FMI, conocido por los argentinos como ‘el
indio’. A él se atribuye un extenso discurso acerca de la crisis económica argentina y el rol del
Fondo Monetario. La cita indirecta se organiza en cuatro cláusulas de las cuales destacamos
las dos últimas por tratarse de contextos que admitirían porque en lugar de que. Como puede
236
Verónica Orellano de Marra et al.
Eficacia argumentativa de que, “relativo” y “completivo”
verse, las cláusulas presentan argumentos que fundamentan la aseveración anterior: el FMI no
hace exigencias de ningún tipo. ¿En qué cambiaría el texto si en lugar de que se hubiera usado
porque? Sin duda, se marcaría más explícitamente la vinculación lógica entre las tres últimas
cláusulas; particularmente se focalizaría sobre la negativa anterior: El FMI no hace exigencias,
que se yergue dialógicamente sobre la afirmación positiva en el mismo sentido, plenamente
vigente en los discursos sociales sobre el organismo. Al explicitar la relación, se expone a la
respuesta, a la crítica o a la discusión. En cambio, el uso original del autor (que) propicia la
presentación acumulativa del contenido, la simplicidad del vínculo, y la equivalencia de las
informaciones, estructuralmente al mismo nivel (OD de dijo). En ese sentido, todas las afir-
maciones se cargan del valor de constataciones aparentemente independientes y no dadas con
propósito argumentativo. Por tanto, son menos discutibles y contestables. Un tono de seguri-
dad o de rápida aseveración de algo obvio caracteriza esos paralelismos.
Otro ejemplo. Así comienza el texto de Leuco:
(11) Un plazo fijo tira más que una yunta de bueyes.
Está claro QUE una parte de la clase media que se levantó en ollas con toda legitimidad cree
que ser un ahorrista estafado es más importante que ser un ciudadano sin futuro. Está claro
QUE una parte de los caceroleros tiene como único objetivo recuperar sus dólares confiscados,
y QUE antes y después de eso, no tiene otro tipo de interés sobre el destino de nuestros hijos en
esta tierra. [Ponciopilatismo]
Los tres casos destacados en el fragmento anterior presentan una estructura sintáctica equi-
valente “Está claro que X”, donde X, el sujeto, es un argumento de la tesis expuesta en el pri-
mer enunciado del texto. Notamos que las tres cláusulas señaladas particularizan, mediante
ejemplos, la tesis inicial, formulada sintéticamente como parodia de un dicho popular, y ade-
más, admiten la alternancia de que con porque. Sin embargo, el uso plausible de porque indu-
ciría a un rumbo hacia atrás en la lectura, a fin de recuperar la afirmación de la cual es argu-
mento la cláusula que sigue (Un plazo fijo tira más que...). En cambio, la presencia de que
impulsa el rumbo hacia adelante, sumando ideas aparentemente distintas a la tesis, cuando en
realidad la explican y ejemplifican.
Casos similares de alternancia que/porque en cláusulas completivas se registraron en el
texto [Remiendos]:
(12) De todos modos, al hacer este tipo de trabajos artesanales el cliente se puede ahorrar hasta
un 60 %. Es QUE los costos de un colchón nuevo aumentaron al doble.
Aquí la conmutación por porque requeriría reponer un sujeto que recupere el contenido del
enunciado precedente: ‘Esto es porque’. En este contexto notamos cómo el conector que con-
tribuye a que la información se incorpore ágilmente –con connotaciones de intervención oral–
al discurso. Siendo por todos conocido el aumento de los precios, no es necesario destacarlo
como causa del reciclado.
En los tres autores, las alternancias de que completivo a porque provocan un movimiento
similar, de recuperación de información anterior, detención en el razonamiento y, por tanto,
mayor exposición del hablante a que sus argumentos sean objetados y contestados. Por el con-
trario el vínculo –más neutral– que produce que estrecha la relación del argumento con su
tesis, dado que lo presenta como una propiedad de los objetos o de las situaciones. Su explo-
tación argumentativa resulta más soterrada y sutil, porque invita al lector a continuar con la
lectura de nuevas informaciones inherentes a los hechos.
Precisamente por esto, no admiten lectura causal los siguientes ejemplos:
237
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
(13) Ni siquiera se trata de hablar de la tragedia social QUE implicaría achicarse hasta tener
un 90 por ciento de pobres. [Argentinos]
(14) ¿Alguien se imagina a Paul O’Neill aceptando negociar con un ministro QUE debe rendir
cuentas a Barrionuevo? [Tiempo]
(15) En el peronismo creen que tienen ambos atributos, pero las peleas internas impiden la lle-
gada de un dirigente QUE ordene a los caudillos provinciales e imponga su mayoría electoral.
[Tiempo]
La proyección hacia delante, que expresan las modalidades de los tres ejemplos (condicio-
nal, deóntica-obligatoria y desiderativa), se vuelve incompatible con la lectura causal de que.
5. Coherencia discursiva
Sobre un total de 131 cláusulas conectadas con que, separamos las que admiten lectura
causal de las que no la admiten, y discriminamos su presencia diferencial en dos grupos de
textos. El primer grupo ([Ponciopilatismo], [Argentinos] y [Tiempo]) resulta discursivamente
marcado por la acumulación de datos referidos a hechos, personajes y opiniones, que se su-
perponen rápida y a veces elípticamente, en oraciones unimembres del tipo:
(16) (Principio de párrafo) Tontos que intentan, en estos tiempos, dar lecciones de cómo deberí-
an ser y qué deberían hacer “estos argentinos”. [Argentinos]
(17) Todos menos Duhalde, quien ya es presidente. [Tiempo]
O que deben completarse cohesivamente con informaciones de la oración anterior, evitando al
máximo la reiteración, como:
(18) [chistes sobre argentinos] Los hay hechos por chilenos, mexicanos, españoles, venezolanos
y peruanos. [Argentinos]
Por tanto, este primer grupo se caracteriza por el abigarrado conjunto de informaciones que
se presentan al lector sin solución de continuidad y exigiendo un grado máximo de coopera-
ción en el comportamiento inferencial. Calificamos como “+ Densos” a este primer grupo.
El segundo grupo de textos ([Pañuelo], [El indio] y [Remiendos]) no participa de estos ras-
gos y es de lectura normal. Particularmente, [El indio] contiene fragmentos descriptivos que
detienen (Genette 1989) el relato de la entrevista, desarrollada paso a paso en todos sus deta-
lles, aun marginales como:
(19) Fue un desayuno –con café y masitas finas de por medio– en un elegante salón del Sheraton,
el cinco estrellas donde se hospeda el enviado del FMI.
Según nuestra hipótesis, es en el primer grupo de textos donde esperamos la concentración
mayor de que con valor causal, es decir, aquellos casos que evitan el detenimiento típico del
conector porque. Los resultados, como siguen:
TABLA: QUE CON LECTURA CAUSAL EN DOS GRUPOS DE TEXTOS: “+ DENSOS” VERSUS “- DENSOS”
238
Verónica Orellano de Marra et al.
Eficacia argumentativa de que, “relativo” y “completivo”
Como esperábamos, en los textos “+ Densos” encontramos más uso de que reemplazando a
porque, con sus efectos discursivos de proyección “hacia adelante” en la interpretación. Preci-
samente, en esos textos no encontramos la partícula causal porque utilizada en ningún caso.
Por el contrario, en el segundo grupo de textos al que llamamos “- Densos” existen ocho ocu-
rrencias de ese conector causal. El mayor detenimiento de la lectura es compatible con el uso
del conector extenso y no con su reemplazo del más elíptico que.
6. Conclusiones
Los mensajes que construimos resultan de la conjunción del valor de los signos, y del con-
texto en que son usados. Aquí el tipo textual argumentativo ha permitido observar un uso de
que compatible con su carácter de conector “neutral” en español. La lectura causal o consecu-
tiva de ocurrencias de que, tanto “relativos” como “completivos”, nos permite validar un nue-
vo aspecto del “polimorfismo sintáctico” que los autores reconocen a este signo de nuestra
lengua. Esta lectura causal-consecutiva produce, a semejanza de porque o de así que, una
cierta detención en el discurrir del autor, volviendo la mirada hacia algún elemento de la tesis
expuesta anteriormente.
Podemos preguntarnos: ¿por qué razón no se usan en estos casos los conectores causales
típicos que producirían de un modo explícito el mismo efecto? Precisamente, porque esa ex-
plicitud debilitaría el efecto, al notarse demasiado la voz del autor en su enunciación. Aquí es
el lector el que debe leer un porque donde hay simplemente un que. A su vez, el dinamismo
del fluir de la información no se detiene, cosa que ocurriría relativamente más con un porque
explícito. Por el contrario, el conector que presenta al argumento como un atributo, propiedad
o afirmaciones del personaje o hecho que forma parte de la tesis. En ese sentido, produce una
mayor intimidad del vínculo entre tesis y argumento, que se vuelve sutilmente persuasivo.
7. Bibliografía
BARTHES, R. (1997) La aventura semiológica. Paidós, Buenos Aires
BORZI, C. (1997) Construcciones causales. FFyL. UBA, Bs. As.
DU BOIS, J. (1980) “Beyond Definiteness: The trace of Identity in Discourse” pp 203-274 En Chafe (Ed.) The pear
stories: cognitive, cultural and linguistic aspects of narrative productions. Norwood, NJ: Ablex.
DUCROT, O (1980b) Les échelles argumentatives. Minuit, Paris.
DUCROT, O (1984) El decir y lo dicho. Hachette, Buenos Aires.
DUCROT, O (1988) “Topoi argumentativos” en Lenguaje en contexto 1-2: 63-84.
DUCROT, O. (1980a) Dire et ne pas dire. Hermann, Paris.
DUCROT, O. et alia (1980) Les mots du discours. Minuit, Paris.
GARCÍA, E. (1975) The role of theory in linguistic analysis: The spanish pronoun system. Amsterdam, North
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GENETTE, G. (1989) Figuras III. Lumen, Barcelona.
KOVACCI, O. (l990), El Comentario gramatical I, Arco Libros, Madrid
ORELLANO, V. (2001) “Mirar a que como prototipo sintáctic”o. VI Congreso Nacional de Hispanistas. UNSJ.
TOULMIN, ST. (1986) The uses of argument. Cambridge UP, London.
239
EL MARCADOR EH EN BUENOS AIRES O CÓMO CONFIRMAMOS LOS PORTEÑOS
1
Ragucci, 1956.
2
La itálica es un agregado nuestro, no aparece en la exposición de la Gramática.
Silvia Ramírez Gelbes
El marcador eh en Buenos Aires o cómo confirmamos los porteños
Para cada uno de los subgrupos mencionados, tenemos ejemplos de partícula eh que se dis-
tinguen no sólo por su función sino, sobre todo, por la entonación que les es característica3:
a. JOSÉ: –Bueno, cien no creo, eeh, pero tiene razón, eeh, por ahí, eeh, somos más.4
En esta emisión, como se ve, la partícula eh es un metadiscursivo conversacional que cola-
bora en la estructuración discursiva, permitiendo al hablante organizar su pensamiento y pro-
ducir su discurso. La entonación resulta llana y la vocal aparece generalmente alargada.
b. OLEGARIO: -Lo habías notao, ¿eh? 5
Aquí, la partícula eh es un marcador de modalidad deóntica porque el hablante busca con-
firmar lo que acaba de decir, pide la aprobación del interlocutor que efectivamente podría
responder “Sí” o “No”. La entonación es interrogativa.
c. JUANCHO: -Alcanzame esos papeles. ¡Eh! ¡Pupi! 6
La partícula eh es en este caso un enfocador de alteridad y se instaura con un valor clara-
mente deíctico, exigiendo la atención del interlocutor. La entonación es enfática y la partícula
aparece delimitada –es decir, precedida y seguida– por pausas largas y muy marcadas.
d. PADRE: -¡Claro! La señorita quería estudiar dibujo. ¡Dibujo! Y ¿qué vas a hacer
con dibujo, se puede saber? Morirte de hambre, ser una carga para nosotros. No te-
nés cabeza, vos. Y andá sabiéndolo, ¡eh! Perito mercantil o nada, ¿me entendés?, o
nada.7
En este último caso, la partícula eh funciona como marcador de modalidad epistémica, ya
que propende a una orientación en la interpretación de que lo dicho por el hablante con segu-
ridad y con firmeza, quiere decirlo, quiere que quede claro que lo dice. La entonación no es
interrogativa, pero sí enfática y ascendente y está precedida por una pausa más breve y segui-
da por una pausa más larga y marcada.
Precisamente, este último es el uso del que intentamos ocuparnos en esta ocasión: el caso
en que la partícula eh aparece sólo en posición final –es decir, con una pausa marcada que la
limita a su término–, con influencia sobre el sintagma que la precede y una entonación ascen-
dente y enfática, pero no interrogativa8.
3
Aunque esta clasificación es provista por la Gramática, no ocurre lo mismo con los usos de eh que nosotros consideramos.
Es por esa razón que preferimos proponer ejemplos legitimados desde la literatura y no simplemente los que nos ofrece nues-
tro conocimiento de hablantes nativos. Nótese que todos los casos son tomados de obras de teatro de autores rioplatenses.
4
Adaptación de Bortnik, A. Papá querido, en Teatro breve contemporáneo argentino. Buenos Aires, Colihue, 1984.
5
Sánchez, F. M’hijo el dotor. Buenos Aires, Colihue, 1997.
6
Halac, R. Tentempié I, en Teatro breve contemporáneo argentino. Buenos Aires, Colihue, 1984.
7
Gené, J.C. La oportunidad. Guión para el programa televisivo “Cosa juzgada”.
8
De acuerdo con la Gramática de Bosque (1999), todos los marcadores de discurso comparten algunas características o
propiedades gramaticales:
a. son unidades lingüísticas invariables
b. tienden a ser inmóviles posicionalmente
c. se encuentran limitados como incisos por la entonación
d. no pueden recibir especificadores ni adyacentes
e. no se coordinan entre sí
f. no pueden ser negados
g. no pueden ocupar por sí solos un turno de palabra
Si analizamos, bajo esta luz, el uso de eh que nos ocupa, comprendemos rápidamente que, incluso desde el punto de vista de
las propiedades, no quedan dudas acerca de su inclusión dentro de los marcadores del discurso:
a. son unidades lingüísticas invariables
La partícula eh no varía, sea precedida por el sintagma que la precediera:
• Buena, eh.
241
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
En su exhaustivo trabajo sobre la interjección eh, Blas Arroyo (1995) propone una clasifi-
cación de su uso organizada sobre las tres dimensiones establecidas por Vion9: la dimensión
ideal o informativa, la dimensión inter.-enunciativa y la dimensión discursiva. La primera –
informativa– corresponde a los casos en que eh solicita la intervención del interlocutor y pre-
senta una entonación interrogativa. La segunda –inter-enunciativa– implica “todos los fenó-
menos discursivos que tienen una relación prioritaria con la construcción de la relación entre
los interlocutores y entre estos y lo expresado por sus enunciados”10. La tercera –discursiva–
tiene que ver con las estrategias dirigidas a orientar el discurso en la configuración de distin-
tos tipos de texto, es decir, en la formulación de repeticiones, interpelaciones, modulaciones, etc.
Como queda claro, el uso de eh que tratamos en el presente trabajo es el que queda com-
prendido, en términos generales, en el segundo tipo previsto por Blas, es decir, el correspon-
diente a la dimensión inter-enunciativa.
Ocupando siempre la posición final, este eh –dice Blas Arroyo– comporta significados ex-
presivos que van desde estrategias que buscan obtener la cooperación hasta otras que impul-
san la oposición discursiva. Es decir, promueve la participación de los coenunciadores en la
construcción de un espacio interactivo complejo en tanto “se convierte en una verdadera mar-
ca de complicidad interaccional”11.
Pero, sea como fuere, la pregunta central que describe nuestro problema –el valor argu-
mentativo de eh como marcador de modalidad epistémica– es:
¿En que se diferencian dos enunciados básicamente similares como “Gracias” y “Gracias,
eh”?
En los próximos parágrafos, ensayaremos algunas de las respuestas posibles.
242
Silvia Ramírez Gelbes
El marcador eh en Buenos Aires o cómo confirmamos los porteños
también usa el ejemplo del dramaturgo y los actores): aun cuando muchas de las manifesta-
ciones de los personajes puedan patentizar las propias representaciones mentales del autor,
debe quedar claro que la voz que aparece en el texto narrativo es la de un personaje más, un
personaje al que llamamos narrador y que, incluso, puede llevar el nombre del autor, pero no
debe nunca confundirse con él. Del mismo modo, decíamos, las voces que aparecen en el dis-
curso no han de atribuirse al sujeto hablante (ser empírico) sino, más bien, al locutor (ser del
discurso).
Pero debe hacerse todavía otra discriminación. El propio locutor ha de describirse como
una entidad que encarna dos nociones de manera simultánea: el “locutor como tal” y el “locu-
tor como ser en el mundo” (al que Ducrot designa con la letra griega lambda). El “locutor
como tal” es el responsable de la enunciación y su carácter reside exclusivamente en esta con-
dición de serlo. El “locutor como ser en el mundo”, por su parte, es una persona completa –
dentro, aun así, de la “ficción discursiva”–, que entre otras muchas propiedades tiene la de ser
el origen del enunciado, es decir, que incluye en sí la existencia del “locutor como tal”.
Considerada desde esta perspectiva, una frase como “Gracias, eh” pone en juego tanto al
“locutor como tal” cuanto al “locutor como ser en el mundo”.
“Gracias” puede atribuírsele al “locutor como ser en el mundo”, quien tiene la propiedad
de producir los enunciados pero, además, de realizar los intercambios con sus interlocutores
expresando que los realiza, verbalizando (como en este caso) su agradecimiento. Claro que
todo esto se repetiría, con otros contenidos, si eligiéramos la misma frase pero en sentido iró-
nico, “Gracias, eh” (sobre la que volveremos más adelante) en la que el “locutor como ser en
el mundo” expresa una ironía, o si propusiéramos cualquier otro enunciado, por ejemplo “Y
andá sabiéndolo, eh”, donde el “locutor como ser en el mundo” se manifiesta como entidad
que tiene el poder para expresar una amenaza.
Por su parte, “eh” debe atribuírsele al locutor como tal, el locutor considerado en su com-
promiso enunciativo. Dice Ducrot (1986):
...el sentimiento, en el caso de los enunciados declarativos, aparece como exterior a la enunciación, como
un objeto de la enunciación, mientras que las interjecciones sitúan el sentimiento en la enunciación mis-
ma, pues esta se presenta como el efecto inmediato del sentimiento que expresa. Postularé pues que en
una interjección el ser a quien se atribuye el sentimiento es el “locutor como tal”, el locutor considerado
en su compromiso enunciativo.
Más aún, desde Aristóteles se ha propuesto que uno de los secretos del orador consiste en
brindar una imagen favorable de sí mismo para persuadir al destinatario, para conseguir el
objetivo de modificar sus representaciones, sus creencias o sus comportamientos. Al modo de
la imagen o face que presentaron Brown y Levinson (1978), el orador conforma la representa-
ción que genera en el destinatario a través de su discurso. Y es por eso que utiliza estrategias
que lo muestran como sincero, confiable, amigable a veces o firme otras, pero siempre com-
prometido con su discurso. Este orador es el “locutor como tal” y no quedan dudas de que el
uso de eh propende a construir esa imagen de la que hablamos, como si el marcador dejara esa
imagen desnuda, sin la intermediación de la palabra.
Dicho de otro modo, la voz inmediata del “locutor como tal” –que se verifica en la presen-
cia del marcador eh– confirma el acto ilocutivo performado por el “locutor como ser en el
mundo”. Si el “locutor como ser en el mundo” cumple el acto de habla de agradecimiento, el
“locutor como tal”, por medio de eh, confirma que el “locutor como ser en el mundo” agrade-
ce; si el “locutor como ser en el mundo” cumple el acto de habla de la ironía, el “locutor como
tal”, por medio de eh, confirma que el “locutor como ser en el mundo” ironiza; si el “locutor
como ser en el mundo” cumple el acto de habla de amenaza, el “locutor como tal” confirma
que el “locutor como ser en el mundo” está amenazando.
243
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
244
Silvia Ramírez Gelbes
El marcador eh en Buenos Aires o cómo confirmamos los porteños
yen la fuerza del topos aplicado– y modificadores realizantes –cuando aumentan la fuerza del
topos–.
Por su parte, García Negroni (1996) propone, sobre esta descripción, la existencia de una
tercera clase de modificadores: los sobrerrealizantes. Los sobrerrealizantes son, como los rea-
lizantes, reforzadores de la orientación argumentativa del predicado que modifican pero, a
diferencia de estos, se destacan por ciertas propiedades semánticas específicas:
• indican el grado extremo en la gradación del predicado al que se aplican
• no pueden ser empleados sin que el locutor los asuma
• no se los puede interrogar
• no se los puede negar
sumadas a un acento de intensidad, pausas y otros rasgos prosódicos que no pueden soslayarse.
Considerado en esta línea de pensamiento, el enunciado “Gracias, eh” propone un sobre-
rrealizante eh que aumenta la fuerza del segmento que lo precede y descalifica la aparición de
un argumento antagónico como “No me lo estás agradeciendo en serio” o “No me lo estás
diciendo en serio”. Y, analizado según las características descriptas para los sobrerrealizantes:
• indica el grado extremo de refuerzo en la orientación argumentativa del segmento que lo pre-
cede, sin admisión de argumentos antagónicos (como hemos propuesto más arriba)
• es asumido plenamente por el “locutor como tal” (como hemos indicado más arriba)
• no se lo puede interrogar: *Gracias, ¿es acaso que eh?
• no se lo puede negar: *Gracias, no eh.
Y se suman a ello los datos prosódicos consignados en la primera parte de esta comunica-
ción: que la entonación de eh no es interrogativa, pero sí enfática y levemente ascendente y
que eh está precedido por una pausa más breve y seguido por una pausa más larga y marcada.
Lo mismo resulta si se considera “Y andá sabiéndolo, eh”, donde eh refuerza el segmento
precedente y descalifica la aparición de un argumento antagónico del tipo “No me estás ame-
nazando en serio” o “No me lo estás diciendo en serio”. O, si elegimos el enunciado “Gracias,
eh” irónico, queda claro que eh refuerza la orientación irónica del primer segmento e invalida
la aparición de un argumento antagónico como “Esta no es una ironía”.
Dicho de otro modo, la presencia de eh provee una instrucción de relectura del segmento
precedente en el sentido de que ese segmento ha de tomarse como que fue dicho en serio, co-
mo que el emisor brinda indicios de que lo que dice lo dice seriamente, lo dice con intención y
no admite oposiciones. Y entonces, en última instancia, el procedimiento argumentativo
conformado por eh consiste en proponer un argumento conclusivo que invalida la aparición de
un contraargumento.
3. Conclusiones
En forma empírica, todos los hablantes de Buenos Aires reconocen que el marcador eh,
siempre en posición final y en frases como “Gracias, eh” o “Y andá sabiéndolo, eh” propor-
ciona cierto énfasis a lo que se dice o propende a una interpretación de compromiso por parte
del emisor con lo que acaba de decir. Dicho de otro modo, el marcador eh parece proveer una
instrucción del tipo:
Tome la proposición como que el emisor dice lo que dice seriamente
Descripto de diversa manera a lo largo del tiempo y por distintos autores, preferimos defi-
nir este uso de eh según la clasificación de la Gramática descriptiva de la lengua española
245
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
como marcador de modalidad epistémica que señala el grado de certeza, de evidencia, etc.,
que el hablante atribuye al miembro del discurso con el que se vincula.
Pero la pregunta central de nuestro análisis podría formularse así: ¿cuál es la diferencia en-
tre “Gracias” y “Gracias, eh”?
Hablar no es describir o informar en relación con el mundo sino, más bien, orientar el dis-
curso en una determinada dirección, en busca de determinadas conclusiones en detrimento de
otras. En este sentido, es evidente que los dos enunciados propuestos están orientados hacia el
mismo tipo de conclusiones pero queda claro, también, que el segundo aparece más fuerte-
mente orientado hacia ese tipo de conclusiones o, dicho de otro modo, provee indicios de que
esa conclusión resulta más convincente.
Instalados en la Teoría de la Argumentación, podríamos proponer algunas respuestas.
En primer lugar, frases como “Gracias, eh” evidencian la presencia tanto del “locutor como
ser en el mundo” para el primer segmento cuanto del “locutor como tal” en el segundo. Y esa
presencia del “locutor como tal” sin mediaciones en la ocurrencia de eh establece la primera
diferencia: el “locutor como tal” necesita evidenciarse porque la mediación del “locutor como
ser en el mundo” en la ocurrencia de Gracias no le resulta suficiente.
En segundo lugar, puede postularse, ya en esa distinción de voces que se acaba de plantear,
la presencia de dos enunciadores diferentes –E1, el “locutor como ser en el mundo” y E2, el
“locutor como tal”– que se hacen visibles en el discurso. Pero, además, podemos hipotetizar la
presencia de un tercer enunciador –el E3, que dice “no me estás hablando en serio”– cuya voz
no se oye, pero que es en realidad a quien el E2 le responde con su eh.
Finalmente, presentamos el análisis del eh que nos ocupa desde la perspectiva de los sobre-
rrealizantes. Considerado como tal por ciertas condiciones semánticas y prosódicas que lo
caracterizan, eh funciona aumentando la fuerza argumentativa del segmento que lo precede y
descalificando los argumentos antagónicos.
Entonces nos queda una última pregunta para responder: ¿qué nos mueve a los porteños a
ofrecer indicios de que lo que estamos diciendo lo decimos en serio? Y sólo se nos ocurre, al
menos provisoriamente, una respuesta: quizá, los discursos vigentes aparecen tan devaluados
en cuanto a su confiabilidad, que nosotros, por aquí y por ahora, andamos echando mano de
todos los recursos posibles para confirmar lo que decimos.
4. Bibliografía
ANSCOMBRE, J.C. Y O. DUCROT (1994). La argumentación en la lengua. Madrid, Gredos.
ARCE CASTILLO, A. (1998) “Los conectores pragmáticos como índices de modalidad en español actual” en Estu-
dios de Lingüística. Universidad de Alicante, 12, pp. 9-23.
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hispánica, 11, pp.81-117.
BOSQUE, I. y V. DEMONTE (1999). Gramática descriptiva de la lengua española. Madrid, R.A.E.
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locutor” en Actas del VI Congreso Nacional de la Sociedad Argentina de Lingüística “La Oralidad”.
RAGUCCI, R. (1956). El habla de mi tierra. Buenos Aires, Don Bosco.
246
SINONIMIA Y ARGUMENTACIÓN
Introducción
La sinonimia está estrechamente relacionada con la argumentación, en el territorio común
y siempre vivo de la Retórica, y en el texto, tal como lo entendemos a la luz de las teorías
sobre argumentación. Sin embargo, demostrar la vitalidad de esta relación supone, necesaria-
mente, la revisión y refutación de un tópico: el de la inexistencia de la sinonimia. Para acer-
carnos a la relación sinonimia-argumentación, es necesario sustituir este preconcepto tradi-
cional, por la clarificación del papel lingüístico de la sinonimia en el sistema. La sinonimia ha
sido –y sigue siendo– objeto de polémica: lingüistas y lexicógrafos, entre los que no faltan,
paradójicamente, los propios autores de diccionarios de sinónimos, la niegan con más de un
lugar común que se viene repitiendo desde los inicios de la historia de la lexicografía sinoní-
mica. La negación de la sinonimia ha penetrado incluso en las teorías más relevantes sobre
argumentación. Baste por ahora un ejemplo, sobre el que volveremos: CH. Perelman y L. Ol-
brechts-Tyteca, consideran que la sinonimia es inadmisible en el proceso de la argumentación:
Sólo como consecuencia de la supresión deliberada o inconsciente de la intención argumentativa se
puede admitir la existencia de sinónimos, de términos que serían susceptibles de utilizarse indistinta-
mente. Sólo entonces, la elección de uno de los vocablos es pura cuestión de forma, y depende de razo-
nes de variedad, de eufonía, de ritmo oratorio.1
1En CH. PERELMAN Y L. OLBRECHTS-TYTECA: Tratado de la argumentación. La Nueva Retórica. Madrid, 1989. Ed. Gredos,
p. 240.
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
2
En Semántica y Lexicología del español. Estudios y lecciones. Madrid, 1985. Ed. Paraninfo, pp. 51-66
3
Lexicografía sinonímica: estudio crítico. Confirmación de la sinonimia. Tesis doctoral dirigida por Gregorio Salvador y
defendida en la Universidad Complutense de Madrid, en 1998.
4
LAUSBERG, Henrinch: Manual de Retórica Literaria, Madrid, 1991, Gredos, & 649-656
5
(P. 2) 1405 a 1
6
(P 2) 1404. b 39 Observó también que eran útiles para el poeta, mientras que las palabras con significado ambiguo lo eran
para los sofistas, ya que les permitía desorientar a los oyentes
7
“Los manuscritos son abundantes y antiguos, y en ellos los dos libros se encuentran aislados, o netamente separados, aun-
que se transmitan dentro del mismo códice: del siglo VIII hay copias originarias de centros irlandeses, como el fragmento
conservado en Milán, Bibl. Ambrosiana D. 23. Sup.; ingleses como Basilea, F. III. 15, o de más al Este, como St. Gallen,
Bibl. Abad. 189. La tradición hispana para estas obras es muy reducida” DÍAZ Y DÍAZ, M. C.: Etimologías. Edición bilingüe.
Madrid, 1982. BAC, tomo I, p. 118-9
8
En GONZÁLEZ PORTO-BOMPIANI: Diccionario Literario de obras y personajes de todos los tiempos y de todos los países.
Barcelona, 1963. Ed. Montaner y Simón.
248
María Luisa Regueiro Rodríguez
Sinonimia y argumentación
En los Synonima, San Isidoro aprovechó las posibilidades expresivas de la sinonimia para
exponer su arrepentimiento ante el pecado, mediante la repetición de sinónimos y de expre-
siones análogas, lo que más tarde ayudó a definir el llamado “estilo isidoriano”9. Los Solilo-
quios, título con el que aparecen en muchos de los manuscritos antiguos, lograron un éxito y
una trascendencia considerables. Serán impresas y reeditadas en Europa mucho antes que en
España, pocos años después de la invención de la imprenta. Palau y Dulcet10 registra, en un
período de cien años, desde 1470, catorce ediciones de los Soliloquios (seis en Alemania,
otras tantas en Italia, y dos sin localización). Las Differentiae se incluyen en la primera edi-
ción de las obras completas isidorianas, en 1580, en París, la misma que sirvió de base para la
OPERUM DIVI ISIDORI HISPAL. EPISCOPI, la primera edición española, elaborada con el patrocinio
de Felipe II, e impresa entre 1579 y 1599.
El redescubrimiento de Aristóteles, Cicerón, Horacio, etc.; el interés filológico; el cultivo
literario de las lenguas modernas y la creciente autonomía de la Retórica respecto de la Poéti-
ca que caracterizan al Renacimiento11 serán, entre otros, los factores que incidan en el interés
humanístico por la sinonimia, como recurso de elegancia y riqueza del estilo. Coincidiendo
con el momento de esplendor de la lexicografía general en España, aparece De synonymis
elegantibus de Alfonso Fernández de Palencia, (1423-1492), editado en Sevilla en 149112,
pero escrito en 1472. El autor del Universal Vocabularium y de las Décadas escribe De sino-
nymis... después de su estancia en Italia, entre 1441 y 1453, donde, como demuestra la serie
de ediciones de los Sinónimos de San Isidoro, la sinonimia seguía interesando, desde un punto
de vista retórico y, sobre todo, elocutivo. Escrito en latín, supone, por su extensión (un corpus
de más de 1.500 vocablos en 188 folios), y por ser el primer “diccionario de sinónimos” im-
preso en Europa, una novedad que, sin duda, es imitada por el más famoso sinonimista del
momento: Stephan Fliscus, autor de Variationies Sententiarum o Libro de los sinónimos (Ve-
necia, 1494). Pero a pesar de este carácter pionero, los historiadores circunstanciales de la
lexicografía sinonímica – incluido La Viñaza– no lo han tenido en cuenta. Varias son los au-
tores que mantienen vivo el espíritu de Alfonso de Palencia: Jerónimo Amiguet13 (Valencia,
1502); Simón Pelegronio 14 (Burgos, 1555); Bartolomé Barrientos 15 (Salamanca, 1570). Juan
de Valdés, en su Diálogo de la lengua, incluye distinciones entre términos de significado pa-
recido, en la búsqueda de la elegancia del estilo: “Duelo y duelos están tenidos por feos voca-
blos, y por ellos usamos fatiga y fatigas” 16
En el siglo XVII, al igual que ocurre en la lexicografía general, España pierde terreno en la
sinonímica frente al resto de Europa: gramáticas, manuales y vocabularios reflejan la crecien-
te preocupación por el léxico en las primeras obras destinadas a los estudiantes de las lenguas
vulgares en plena expansión, frente a la pérdida de hegemonía del latín, y contienen apartados
específicos dedicados a los sinónimos. En 1614, el Tratado de los sinónimos del alemán Enri-
9
La obra, en la que se combinan “oración lírica y meditación ascética”, es seguramente posterior a las Differentiae. Aunque
no se cuenta con datos objetivos al respecto, es probable que se redactara en el 610. Consta de dos libros: en el primero, al
autor adopta la forma retórica en el cual el escritor, en un juego de introspección, descubre la congoja que le causa el recono-
cimiento de su condición pecadora; en el segundo, se ofrece una exhortación a sentir el dolor de los propios pecados y a la
conversión.
10
ANTONIO PALAU Y DULCET, Manual del Librero Hispanoamericano. Por Agustín Palau Claveras. Palacete Palau Dulcet.
Empuries & The Dolphin Book. Oxford. 1986
11
ALBALADEJO, T.: Retórica. Madrid, 1993. Ed. Síntesis, pág. 33
12
Existe un ejemplar en la Biblioteca Nacional de Madrid que es el que hemos consultado.
13
Sinonimia variationu sententiaru elegantiaru eleganti stilo constructa ex italico sermone in valentinum per Hieronimum
Amiguetum dertusenses
14
Synonimorum Sylva
15
Synonimorum liber. Liberalium Artium
16
Diálogo de la lengua, Madrid, 19 , Clásicos Castalia, p. 122
249
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
co Doergangk17 forma parte de su Gramática, escrita en latín, que no reviste ninguna origina-
lidad, ya que es una mera copia de las páginas que el francés César Oudin dedica a los sinó-
nimos en su Gramática18, de 1597. Un Estudio sobre sinónimos castellanos se incluye en la
Gramática Spagnuola ed Italiana de Lorenzo Franciosini, de 1638, que contó con varias re-
ediciones posteriores. También la deuda con Doergangk, y con Oudin, es evidente.
A pesar de esta larga tradición previa, los historiadores de la lexicografía sinonímica sitúan
en 1718, con la publicación de Justesse de la langue française del Abad Girard, la piedra fun-
dacional del planteamiento teórico de la sinonimia y de la lexicografía sinonímica. Se trata del
primer “diccionario” de sinónimos de una lengua moderna y, a la vez, el paradigma de la re-
flexión teórica posterior. El Ensayo de los synónimos, de Manuel Dendo19 y el Examen de la
posibilidad de fixar la significación de los sinónimos de la lengua castellana de Joseph López
De la Huerta20(1789), los primeros repertorios sinonímicos en lengua española, se inspiran en
los principios enunciados por Girard, recogidos, y por tanto refrendados, por la Enciclopedia,
e imitados en otras lenguas, como en la inglesa por Crabb21. Dichos principios son:
Negación de los “verdaderos sinónimos”.
Afán de precisión idiomática entendida como la correspondencia perfecta y exclusiva sig-
no-idea.
Necesidad de “distinguir” los significados de los sinónimos y argumentación de esta nece-
sidad con ejemplificación con falsos sinónimos.
Bajo la influencia francesa y como producto de las reflexiones sobre el lenguaje, la actitud
hacia la abundancia léxica varía sustancialmente. Como dice Manuel Alvar Ezquerra, “Frente
a la creencia –dominante en épocas anteriores– de que una lengua es tanto más rica cuantas
más palabras tiene, la lexicografía de la época, de acuerdo con la lógica del racionalismo car-
tesiano, establece un criterio de selección <... > que condiciona la aparición de los dicciona-
rios de sinónimos, que deslindan los campos semánticos de las palabras”22 La limitación de
Dendo –cataloga 13 falsos sinónimos– contrasta con la fina percepción lingüística de De La
Huerta, altamente valorada por sus continuadores mediatos e inmediatos. Proyectos y obras
suscitaron una encendida polémica que sólo fue posible por el desarrollo creciente de la acti-
vidad periodística y editorial del período.
El interés por la distinción de sinónimos se manifestó en las reediciones, lo que aseguró la
continuidad de principios y creencias en torno al tema. De La Huerta tuvo una decena de edi-
ciones, en distintos formatos, hasta bien entrado el siglo XIX; y sus imitadores y defensores
17
Institutiones in linguam hispanicam, admodum faciles, quales ante hac numquam visae. Quae omnes qui studiose legerint
totas, multis inopinatis ¬ non speratis recreabunt, & ilinguam perfecte docebunt.
18
Hemos consultado la edición de 1632: Grammaire espagnolle, expliquée en francois par CESAR OUDIN, Secretaire Interprete
du Roy, és langues Germanique, Italienne, & Espagnolle, a Paris, Chez Pierre billaine, rüe D. Iacques, a la Bonne- Foy,
deuant S. Yues, M.DC.XXXII, “augmentée en cette derniere edition, par ANTOINE OUDIN, Professeur des mesmes langues”. La
Viñaza señala la existencia de otra edición de 1629, también de París.
19
Madrid, 1757. Órgano impresor: Oficina de Don Antonio Muñoz del Valle, calle del Carmen. 130 Págs. 14 x 18 cm. El
Conde de La Viñaza indica como año de la primera l737, aunque en las “erratas” finales de su Biblioteca... la corrige por
1757. Lázaro Carreter considera errónea esta primera datación de 1737 y propone el año l756. Gregorio Salvador, por su
parte, da como fecha de publicación el año 1736,...”es decir, antes de que concluyera la publicación del Diccionario de Auto-
ridades, del que aún no habían visto la luz los tomos V y VI”
20
Viena, 1789.Órgano impresor: Imprenta de Ignacio Alberti. Formato: 19x 16 cm. Páginas: 251 (xiv págs. + 225+ 7 finales).
Índice alfabético
21
GEORGE CRABB, OF MAGDALEN HALL, OXFORD. English Synonymes explained, in alphabetical order, with copious illustra-
tions and examples drawn from the best writers. London: printed for Saldwin, Cradock, and Joy, 47, Paternoster-Row; and T.
Boosey, Old Broad-Street. 1816.
22
Op. cit., pág. 38
250
María Luisa Regueiro Rodríguez
Sinonimia y argumentación
incorporaron su corpus a sus propias obras23. La nueva tradición se consolida en las compila-
ciones de las obras anteriores, inspiradas en el Dictionnaire Universel des Synonymes de la
Langue Française contenant les synonymes de Girard, (París, 1818). El intento de fundamen-
tación teórica representado por Jonama en su Ensayo sobre la distinción de sinónimos de la
lengua castellana (Madrid, 1806) no es sino la reiteración de creencias: negación de la sino-
nimia –hasta proclama que son contrarios a la riqueza de la lengua–, y distinción semántica.
En un extenso prólogo, a la vez que asume la defensa de De La Huerta, pretende definir una
teoría metafísica del lenguaje que, en conjunto, es la exposición de los principios de la época
ilustrada sobre la sinonimia. Declara su deuda con Condillac, considera fundamental para la
precisión la distinción de sinónimos, ya que éstos impiden la propiedad, son el origen de la
confusión y de los malos raciocinios, y, en definitiva, se constituyen en el mayor defecto del
idioma. Con estas premisas, su corpus, como será norma de la lexicografía sinonímica poste-
rior, incluye falsos sinónimos, hipónimos, hiperónimos, palabras semánticamente afines, y
muy pocos sinónimos verdaderos.
En la segunda mitad del XIX, la lexicografía sinonímica se integra a la “lexicografía comer-
cial”, situación que se prolonga hasta nuestros días. En palabras de G. Salvador, nace la lexi-
cografía como negocio. Los repertorios sinonímicos se multiplican en España y en Hispanoa-
mérica: después de las obras de Jonama o March, esta última Sinónimos de la lengua caste-
llana (1834), un ejemplo de continuidad sin novedad, vendrán, como un eco lejano de la pro-
fusa actividad lexicográfica general, con la consolidación del modelo “diccionario”, asociado
al ordenamiento alfabético: el Diccionario de sinónimos de la lengua castellana, de Pedro
María de Olive y Santos López Pelegrín (1843)24, y el Diccionario de sinónimos castellanos
del Conde de La Cortina (1845) El interés de la RAE por los sinónimos es tardío: encarga a
José María de Mora un diccionario de sinónimos. En el prólogo, el académico Hartzenbusch
ofrece la primera historia de la sinonimia española, y –lo cual es una excepción hasta ese
momento (1855), aunque no menciona los antecedentes de Palencia ni de San Isidoro–, afirma
la existencia de la sinonimia en el sistema y explica el proceso por el cual coinciden los signi-
ficados de dos signos distintos en su forma, por evolución etimológica. El último diccionario
de sinónimos dieciochesco es el de Roque Barcia, publicado póstumamente en 1864 con el
nombre de Filosofía de la lengua española. Sinónimos castellanos: desde criterios etimológi-
cos, se afirma la distinción semántica de –una vez más– falsos sinónimos.
Frente al panorama de la lexicografía sinonímica comercial de la primera mitad del siglo
XX, con subproductos que se limitan a la copia, con mínimas modificaciones, de corpus y
principios, generalmente en catálogos de palabras afines (Sáinz de Robles), o sin autor defini-
do –salvo la honrosa excepción del Diccionario de sinónimos de Gili Gaya25– los sinónimos
ocuparán un lugar especial en los nuevos modelos lexicográficos de calidad: el Diccionario de
uso de María Moliner o el Diccionario ideológico de Julio Casares26, que muchas veces el
lector confunde con diccionarios de sinónimos.
23
Trabajan de espaldas a la labor de la Real Academia Española, que por entonces ofrece en la lexicografía general sus mejo-
res frutos en su Diccionario de Autoridades – que contiene abundantes geosinónimos, – verdadero monumento lexicográfico
general en lengua española.
24
Publicado dentro de un ambicioso pero frustrado proyecto de lexicografía comercial, el Panléxico es el mejor exponente de
la nueva etapa de la lexicografía sinonímica comercial: afán enciclopédico que amplía espectacularmente el corpus, oposi-
ción crítica a la labor de la RAE, y objetivo prioritario de amplia comercialización.
25
Diccionario de sinónimos. Barcelona, 1958. Publicaciones y Ediciones Spes, XIII- 358 pp., Col. Vox
26
La tendencia parece confirmarse en el Diccionario ideológico de Manuel Alvar Ezquerra.
251
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
27
Ibidem
28
CHARLES F. HOCKETT:
Curso de lingüística moderna. EUDEBA. Buenos Aires, 1979, pág.132.
29
La Semántica. Ed. Nueva Imagen. México, 1979, pág. 92. (Cito también aquí por G.S.)
30
En La Semántica. Una nueva introducción. Siglo XXI Editores, México, 1978, pág. 80.
31
Cito por G. SALVADOR, ibidem.
252
María Luisa Regueiro Rodríguez
Sinonimia y argumentación
procedencia interna (estructura de la lengua), sea en el plano de la forma de la expresión o del contenido o
en el de la sustancia del contenido, sea en el plano de cualquier otro aspecto de la lengua, incluyendo el
contexto, la entonación, nivel estilístico se agrega como un halo al contenido conceptual. La complejidad
de este halo de valores estilísticos diferencia e individualiza los sinónimos. En el plano de los signos lin-
güísticos, esto es, en el plano semasiológico, la sinonimia absoluta no existe, ni en la lengua común ni en
la terminología científica, aunque en este último caso se ponga el acento en la sinonimia absoluta que de-
riva del sistema conceptual”32
Los ejemplos podrían multiplicarse casi sin límite (incluso niegan la sinonimia lingüística
Bloomfield, Coseriu, Pottier); pero lo cierto es que los argumentos son similares:
“La autoridad de Bréal, por una parte, y la contundencia con que Darmesteter, previamente, había negado
la existencia de sinónimos, afirmando que los que existen en los repertorios lexicográficos de una lengua
tienen una distribución geográfica determinada y fuera de su área no se usan, tuvieron un influjo decisivo
en el tratamiento dado a la cuestión por los lingüistas posteriores”33
En síntesis, la negación teórica de la sinonimia tiene la fuerza de un axioma, y se funda en
las mismas premisas de los lexicógrafos sinonimistas del pasado: 1) La argumentación con
ejemplificación de falsos sinónimos 2) La confusión entre significado y sentido, entre lengua
y habla, que se percibe tanto en los argumentos de negación en razón de las variantes diastrá-
ticas, diafásicas o diatópicas, como en las explicaciones lexicográficas de las diferencias se-
mánticas de los términos catalogados, en realidad hipónimos, hiperónimos o afines pero no
iguales en su significado. 3) La misma confusión explica la distinción teórica tan extendida de
sinónimos absolutos/parciales. 4) La precisión idiomática, entendida como la corresponden-
cia perfecta y exclusiva entre signo e idea, tal como lo entienden los lexicógrafos del siglo
XVIII, reaparece en la argumentación a partir de supuestas “leyes” semánticas como la de “re-
partición del significado”, y hasta en complicadas teorías contemporáneas que siguen decla-
rando que “la economía de la lengua no tolera ningún sinónimo absoluto genuino” (Wolf). 5)
La contradicción de los lexicógrafos sinonimistas que niegan la sinonimia se corresponde con
la contradictoria – y compleja– formulación teórica de lingüistas como Baldinger, que afirma
la sinonimia en el plano de la función simbólica del signo pero la niega en el sintomático. No
es la única contradicción entre lo formulado teóricamente y lo realizado de modo práctico: se
afirma la ley de la sinonimia respecto de la definición lexicográfica, y, al mismo tiempo, se
niega la sinonimia como relación lingüística. Un efecto es el “horror” a la definición sinoní-
mica34, con lo que se confunde el procedimiento con el uso –y el abuso– del mismo.
1.2.2. Las afirmaciones vacilantes de la sinonimia
John Lyons35, en Introduction to theoretical lingüistics, incluye la sinonimia entre las que
denomina relaciones semánticas bilaterales, junto a la hiponimia (inclusión, oposición término
intenso-extenso); y a la incompatibilidad, relaciones de oposición especiales como la com-
plementariedad, la antonimia y la reciprocidad. La sinonimia se caracteriza como “implica-
ción bilateral” o “hiponimia simétrica” ya que los términos sinónimos no se hallan en relación
de inclusión del menos extenso en el más extenso, sino de simetría de extensión entre ambos.
En Lenguaje, significado y contexto36, Lyons precisa que la sinonimia se inscribe en el marco
de lo que denomina “relaciones de sentido”37, que son de dos tipos: a) sustitutivas, y b) com-
32
Reproducimos el párrafo seleccionado por Salvador (Teoría Semántica, Madrid, 1970. Edics. Alcalá pág. 233), a pesar de
la extensión, porque es harto elocuente de los derroteros expresivos de la investigación sobre sinonimia.
33
Op. Cit., pág. 54
34 Carmen Castillo Peña, en “La definición sinonímica y los círculos viciosos”, en el Boletín de la R.A.E, 1992, pp.
253
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
38
Bernárdez, E.: Introducción a la Lingüística del Texto. Espasa-Calpe. Madrid, 1982. pág.102
39
Bernárdez, 1982, pág. 103.
40
Op. cit., pág. 104
41
Op. cit, pág. 57
42
Op. cit., pág. 56
254
María Luisa Regueiro Rodríguez
Sinonimia y argumentación
a) Palabras que devienen sinónimos, términos que acaban anulando sus rasgos se-
mánticos distintivos sin haberlo sido antes. Dos vocablos perfectamente diferenciados en es-
pañol como asunto (`materia de que se trata´) y tema (`proposición o texto que se toma por
asunto o materia de su discurso´) se están convirtiendo en sinónimos en el uso habitual de
todos los hablantes.
b) Sinónimos recalcitrantes, que no reparten su significado aunque sería fácil la par-
tición. Arrendar/ alquilar, documentados desde el XIII, siguen empleándose como sinónimas
y ambiguas en nuestra lengua. El arabismo alquiler y su derivado castellano alquilar, entraron
como sinónimos de los patrimoniales renta y arrendar.
“Que una lengua posea ambos términos durante más de setecientos años y una casilla vacía en su siste-
ma semántico, la que configura el rasgo de dirección en la acción que opone otras parejas verbales co-
mo vender/comprar, dar/tomar, entregar/recibir, etc. y no reparta el valor de ambos lexemas, es una
clara muestra de la inconstancia y fiabilidad de esta ley formulada por la semántica tradicional” 43
c) Hay en las lenguas ciertos sememas cuya constante y reiterada presencia en la co-
municación los convierte en polos de irresistible atracción sinonímica. Un buen ejemplo lo
constituyen las series en torno a la finalización o al inicio de algo: iniciar, comenzar; acabar,
terminar.
2) Respecto de los geosinónimos aducidos por Darmesteter o Berrito, la experiencia dialecto-
lógica demuestra que:
a) En zonas limítrofes de las diversas áreas dialectales se emplean como perfectos si-
nónimos series como palangana, palancana, zafa, lavamanos, sin que los hablantes muestren
preferencia por ninguno de ellos; o hijastro y entenado; ingle, verija y bienza. “Los informan-
tes han ofrecido los dos términos como perfectos sinónimos, sin mostrar decidida preferencia
por ninguno de ellos”44. Existen series geosinonímicas de las cuales cada hablante, de cual-
quier región peninsular o americana, utiliza indistintamente dos o tres sinónimos, como por
ejemplo, cerdo, puerco, cochino, guarro, marrano, gocho, tocino, chancho, etc.
b) Existen geosinónimos, que corresponden a localizaciones, que quedan reflejados en
los atlas lingüísticos. Tomando como referencia el ALEA, en el estudio del campo semántico
de `ARAR’ en Andalucía, entre otros: romper/roturar se da en Gr 503, donde hay sinonimia
para el sema /I/ `roturar’, y además en Ma 102, Gr 202, Gr 203 y Gr 402.45; en Co 609 Iznájar
se obtuvo la voz roturar para `descuajar’ roturar o romper para `roturar’; en H 202 Aracena
se registran los sinónimos levantar y barbechar para `descuajar´, labrar y romper para `rotu-
rar’ y barbechar para el semema que le es propio46
c) La geografía lingüística demuestra que, en la vasta extensión de nuestra lengua, es
abundante la sinonimia en la designación de plantas y animales; ej.: aguzanieves- nevatilla-
pizpita-pajarita de las nieves; názula- requesón. Se trata de “sinónimos de diccionario, ver-
daderos sinónimos que corresponden a áreas geográficas generalmente bien delimitadas y que
raramente coexisten en el uso de un mismo lugar. Es decir, donde la lavanda se llama esplie-
go, no se llama alhucema y donde se llama alhucema, no se llama espliego; donde la mejora-
ma se llama almoraduj, no se llama mejorama”47.
43
Op. cit., pág. 53.
44
Op. cit., pág. 57.
45
Op. cit., pág. 31
46
Op. cit., pág. 38
47
Op. cit, pág. 190
255
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
48
Como ejemplos de identificación geográfica de los sinónimos en el Diccionario de Autoridades: “Aliaga, lo mismo que
aulaga y jaulaza [...]llámase en Andalucía jaulaga y aunque en Castilla se llama aulaga y en Aragón, Valencia, Murcia y La
Mancha aliaga, es poca la corrupción”; “Alubias. Nombre que se da en algunas partes, como en la Mancha y reino de Murcia
a la legumbre o planta que comúnmente se llama en castellano judías, judigüelos, frijoles o majocas y habichuelas en Anda-
lucía”; “en los Reinos de Murcia y Granada llaman almazara al molino de aceite, y en Rioja trujal”; “alhávega es voz que
designa en el Reino de Murcia lo mismo que es Castilla se llama albahaca”, “en Castilla La Vieja catar las colmenas expresa
lo mismo que en otros lugares castrarlas”, “ababol...nombre que en algunas partes de España se da a la hierba que en lo
restante de ella se llama amapola” AURORA SALVADOR , en “Las localizaciones geográficas en el Diccionario de Autorida-
des”, (LEA, VII, 1985), analiza de modo preciso este tema.
49
Ibídem.
50
Ibidem.
256
María Luisa Regueiro Rodríguez
Sinonimia y argumentación
pectivamente; a su vez, llana es sinónima de grave.51 Puede emplearse una u otra forma de
cada serie, dependiendo de la preferencia o de la cultura –o de la pedantería– del hablante,
pero grave, llana y paroxítona significan exactamente lo mismo. Los libros de texto aportan
abundante ejemplificación de sinonimia terminológica lingüística52: en la denominación de las
funciones del lenguaje, tal vez por las variantes de traducción o por una indefinición del con-
cepto, salvo la metalingüística, se da un verdadero alarde sinonímico. La función fática de
Jakobson, se denomina de contacto; la kundgabe de Bühler aparece como función expresiva,
emotiva, sintomática y de manifestación; la Auslösung como representativa, referencial, sim-
bólica, denotativa, informativa, cognoscitiva, declarativa y de comunicación; la estética al-
terna con poética; la apelativa con conativa. En Retórica, significan lo mismo, son verdaderos
sinónimos, gradación o clímax, a los que podríamos añadir prosopopeya/ personificación,
zeugma/ adjunción/ detractio parentética, expolición/ conmoración, concatenación/ condu-
plicación, retruécano / conmutación, dilogía/ equívoco.
b) Existen sinónimos en la lengua estándar, en el español general, que un hablante
utiliza indistintamente en un contexto u otro, cuya conmutación no supone diferencia de signi-
ficado. Son innumerables las series sinonímicas, por ejemplo, de marcadores: quizás, a lo
mejor, posiblemente, probablemente. E innegable la sinonimia en la conciencia del hablante y
como necesidad estilística para evitar la repetición cercana de la misma palabra en las diferen-
tes lenguas funcionales y que aparecen con frecuencia en el discurso: empezar, comenzar,
principiar; acabar, terminar, concluir, finalizar. Incluso, sinónimos apenas utilizados pero
reales en el uso de ciertos hablantes53: pantorrilla- sura; religionario- protestante; sudor-
diaforesis (desde el s. XVIII); yunque de platero – tas.
No sólo hay sinónimos en cualquier lengua, histórica o funcional, sino que hay determinados
campos semánticos donde la acumulación sinonímica es constante, yo diría que casi obligada.
El temor a repetirse, no es exclusiva del lenguaje literario: también la siente “el humilde
hablante”.
Si se admite que, como en la polisemia o en la homonimia, a un significante puedan co-
rresponder varios significados, también debe admitirse que un significado pueda tener en el
plano de la expresión más de un significante. La argumentación de Gregorio Salvador queda-
ría definitivamente confirmada con las referencias sinonímicas –incluidos los geosinónimos–
que contiene el DRAE en su última edición (2001). Sería un argumento rotundo de cantidad.
Pero los sinónimos de la lengua no son sólo abundantes sino también variados, hasta el punto
de que es posible clasificarlos. La clasificación más frecuente, que es la que utilizan general-
mente sus detractores es la que opone sinónimos parciales y sinónimos absolutos (Hartzen-
busch, Gili Gaya, Ullmann, López García, etc.). Conviene hacer una salvedad: el semantista
Stephen Ullmann54 afirma que no abundan los sinónimos absolutos, pero no niega la sinoni-
mia:
“sería erróneo negar la posibilidad de sinonimia completa. Bastante paradójicamente la encontramos don-
de menos se esperaría: en las nomenclaturas técnicas”. (cetitis/tiflitis `inflamación del colon´; espiran-
te/fricativa) “La sinonimia absoluta no es, en modo alguno, infrecuente”...
Pero como bien dice Salvador: los sinónimos, o son absolutos, o no lo son.
51
Lenguas romances, neolatinas, románicas; palatales y velares son otros ejemplos indudables de sinonimia.
52
Op. cit., pág. 127.
53
Op cit., pág. 150.
54
V. Ullmann: Semántica. Introducción a la Ciencia del Significado. Madrid, Taurus, 1991.
257
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
3. La relación sinonimia-argumentación
La relación entre sinonimia y argumentación ofrece múltiples posibilidades de indagación
y de esclarecimiento mutuo. Entre otras, reconsiderar el papel asignado a la sinonimia por las
teorías sobre argumentación; o aprovechar los nuevos criterios de análisis que las mismas
ofrecen para revisar los argumentos que sobre sinonimia se han venido realizando o que pu-
dieran elaborarse en el futuro, a fin de no reincidir en los errores del pasado.
La sinonimia en las teorías sobre argumentación
Volviendo al texto inicial de Perelman, es innegable que la presentación de los datos no es
independiente de los problemas del lenguaje. La elección de los términos, para expresar las
ideas, pocas veces se produce sin alcance argumentativo. Sin embargo, no podemos compartir
la negación de la sinonimia, en la que es fácil reconocer el lugar común de la tradición de la
que venimos hablando:
“Sólo como consecuencia de la supresión deliberada o inconsciente de la intención argumentativa se pue-
de admitir la existencia de sinónimos, de términos que serían susceptibles de utilizarse indistintamente.
Sólo entonces, la elección de uno de los vocablos es pura cuestión de forma, y depende de razones de va-
riedad, de eufonía, de ritmo oratorio” 58.
Las razones que se apuntan proceden de la confusión, una vez más, entre código y realiza-
ción, como confirma la siguiente aseveración, referida al proceso de selección de sinónimos:
“...cuando se trata de la utilización que de ellas hace un orador en un discurso determinado, sólo se puede
garantizar la equivalencia de los sinónimos en atención a la situación del conjunto en la cual se inserta su
discurso, y especialmente en consideración de ciertas convenciones sociales que pudieran regirlo. A ve-
ces, un término estará destinado a servir de indicio (indicio de distinción, de familiaridad o de sencillez)
Otras veces, servirá más directamente a la argumentación, dado que situará el objeto de discurso dentro
de una categoría mejor de lo que lo haría el uso del sinónimo; la elección de la palabra hexaedro en lugar
de cubo.”59
Hexaedro y cubo son, efectivamente, sinónimos; y la elección de uno u otro, en un discurso
concreto, puede obedecer a razones estilísticas, situacionales, lo que no deshace la sinonimia
lingüística. Se confunden significado y sentido, como ocurre también con el síntoma expresi-
vo estilístico respecto del valor denotativo de los términos que el hablante escoge en situacio-
nes y contextos de argumentación posibles y concretos:
“Generalmente, se descubre la intención argumentativa por el indicio que presenta el uso de un término
que se aleja del lenguaje habitual. Es obvio que la elección del vocablo habitual también puede tener va-
lor de argumento; por otra parte, sería conveniente precisar dónde y cuándo puede considerarse que un
55
En Orbis (XIII.1, Págs. 35-49)
56
Ver Anexo
57
La elaboración de un diccionario de sinónimos de nueva planta, con inclusión de toda la variedad de los mismos.
58
Op. cit., p. 240.
59
Op. cit., p. 241.
258
María Luisa Regueiro Rodríguez
Sinonimia y argumentación
término determinado es habitual; grosso modo, podemos calificar de habitual la palabra que pasa inadver-
tida. No existe la elección neutra, pero hay una elección que parece neutra y, a partir de aquella, se pue-
den estudiar las modificaciones argumentativas. El término neutro depende, evidentemente, del medio.
Por ejemplo: bajo la ocupación alemana, en Bélgica, en ciertos ambientes era normal, sin duda, designar
al alemán con el vocablo boche. De ahí que la voz alemán pudiera indicar, bien la sumisión general de la
actitud hostil que se sentía por el enemigo, bien la estima particular por un alemán determinado que me-
recía tal consideración”.
La argumentación de que los sinónimos no existen insiste en el viejo procedimiento de
ejemplificar con falsos sinónimos (boche/ alemán); como en el siguiente caso, en el que resul-
ta obvio que las expresiones analizadas”persona con disposición a inducir a error”, para
designar al “mentiroso”, no son ni mucho menos sinónimos lingüísticos. Designación no es
significación
“Asimismo, el uso de la perífrasis persona con disposición a inducir a error, para designar al mentiroso,
puede tener por finalidad el despojar a este término, tanto como sea posible, del elemento desvalorizador
para asimilarlo a una voz descriptiva y darle al juicio en el cual interviene la apariencia de un juicio de
hecho; de ahí la significación argumentativa de esta perífrasis, que no posee el vocablo mentiroso”
Entre las posibilidades que se ofrecen al hablante, en la familia de palabras, las cuales no
son voces vinculadas por un sistema de derivaciones, sino expresiones emparentadas por su
sentido60, están sin duda los sinónimos, junto a otras palabras o expresiones relacionadas se-
mánticamente con ellos, pero que lingüísticamente serán hipónimos, hiperónimos, palabras
semánticamente afines, etc. Si en un discurso concreto, la selección de un determinado térmi-
no de esta amplia familia recae en un sinónimo o, más frecuentemente, en una palabra semán-
ticamente afín, más o menos “neutro”, no implica que lo sinónimos no existan.
Si tomamos en cuenta el concepto de superestructura de la argumentación (Van Dijk),
desde la hipótesis a la conclusión, los sinónimos forman parte de ese marco conceptual com-
partido por los participantes que garantiza la argumentación. Es parte de ese territorio común
para argumentador y argumentatario del que hablan también Perelman y Olbrechts: el sistema
de la lengua. Entre las condiciones de legitimidad del argumentador y el argumentatario, el
significado común de los sinónimos es el que permitirá su utilización Y la selección de un
sinónimo de la serie dependerá, sin duda, del contexto social, del marco argumentativo que
concierne a las situaciones pragmáticas en las que se desarrolla la argumentación: del tema,
del tipo de interlocutores, de las situaciones sociolingüísticas y culturales. Reconocer la exis-
tencia de series de sinónimos afectivos, cultos, formales, coloquiales, geosinónimos, etc., su-
pone conocer la variedad de posibilidades ante las que se enfrenta el argumentador. La sino-
nimia es una de las tantas figuras de presencia61, que consiguen que el objeto del discurso esté
presente en la mente de quienes argumentan. Incluso está en los conectores argumentativos:
entre justificadores (puesto que/ porque), conclusivos (por consiguiente/ en consecuencia),
generalizadores (a partir de/ dado que), modalizadores (a lo mejor, tal vez, quizás), garantes
(según/ como dice), relativizadores (a no ser que/ si no), alternantes (no obstante/ sin embar-
go)
60
Op. cit., p. 241
61
Op. cit., p. 281
259
Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
4. A modo de conclusión
Si partimos de la afirmación de la existencia de sinónimos en la lengua, como posibilidad
de elección que se abre ante el individuo que argumenta y que selecciona los términos más
efectivos para su argumentación, comprenderemos de un modo más adecuado la relación si-
nonimia-argumentación:
62
Op. cit., p. 56
63
Op. cit., p. 536.
64
Op. cit., p. 287-8.
65
Op. cit., p. 539.
66
BLOOMFIELD, LEONARD: Lenguaje. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, 1964. pág. 168. La negrita es nues-
tra.
67
Op. cit., p. 126.
260
María Luisa Regueiro Rodríguez
Sinonimia y argumentación
¾ Los sinónimos son, como bien decía Quintiliano, una de las mejores armas para la
argumentación. La selección de la forma técnica, por ejemplo, frente a la general en un dis-
curso que se propone argumentar convincentemente ante un auditorio especializado, sólo será
posible si está en el lexicón del hablante, como posibilidad de uso, toda la serie sinonímica.
No se trata de cambio de significado, sino de posibilidad de elección de acuerdo con la situa-
ción comunicativa.
¾ Igualmente, los geosinónimos podrán ser empleados en diversos contextos, pero no
por ello tendrán distinto significado: en Argentina pediré en un negocio (no una tienda, como
en España) una pollera sin dudarlo, y cuando regrese a España hablaré de falda, porque en mi
lexicón ambos sinónimos son, como todos los sinónimos, absolutos y perfectamente inter-
cambiables. Que se trate de una mayor o menor adecuación a la situación comunicativa, no
implica cambio alguno de significado de los símbolos pollera o falda.
¾ Los estudios sobre el texto, la lingüística del texto y la pragmática, nos han llevado a
comprender los diversos puntos de vista y las distintas perspectivas desde las que abordamos
la realidad lingüística. Los conceptos de adecuación, coherencia, cohesión, y sobre todo, los
de competencia lingüística frente a competencia comunicativa nos han permitido diferenciar
sistema frente a realización, código respecto de uso, de un modo nuevo, que debe ayudarnos a
superar los tópicos que tan negativamente afectan a la cuestión de la sinonimia. En la compe-
tencia lingüística del hablante puede existir una amplia gama de sinónimos, de los que podrá
seleccionar por necesidades expresivas diversas las posibilidades que su competencia comu-
nicativa determine, de acuerdo con cada contexto comunicativo, con cada situación. En el
acto de habla para unos, en la actividad comunicativa para otros, el sistema sigue existiendo
como base de cualquier posibilidad de comunicación: y los sinónimos están ahí, esperando la
oportunidad de manifestarse.
¾ Decir que los sinónimos no existen porque pueda darse en la competencia del hablante
una identificación con palabras semánticamente afines en lugar de verdaderos sinónimos, no
quiere decir que los sinónimos no existan en la lengua: competencia y sistema no son equiva-
lentes. Sería como pensar que la humedad no existe porque el instrumento que utilizamos para
medirla no la detecte. Además, puede ocurrir que simplemente el hablante prefiera otros mati-
ces adicionales, nuevos y distintos, más intensidad de uno de los semas compartidos por los
sinónimos, que pueda darla una palabra afín, no un sinónimo: está en su derecho, pero no to-
memos el uso que hacemos de una cosa por la cosa misma.
¾ El estudio de las sutiles relaciones semánticas entre palabras en todo el corpus de la
lengua es una condición para que se devuelva a la sinonimia su entidad lingüística, perdida
bajo el peso de una tradición de siglos. Es una ardua tarea pendiente de la Lexicología, de la
Semántica y de la Lexicografía, no necesariamente de la lingüística de la argumentación. Pero
se avanzaría mucho si, desde todos los campos lingüísticos, se reflexionara sobre la sinonimia
sin los prejuicios del pasado, sustituyendo el axioma de su inexistencia por la evidencia de su
realidad en el sistema.
¾ La Neorretórica, que tan espléndidos frutos y posibilidades proporciona respecto de la
comprensión del pensamiento discursivo y de la fuerza del lenguaje en la argumentación, en
un sentido tan amplio como enriquecedor, podría proporcionar más de una respuesta a la difí-
cil tarea de esclarecimiento de la sinonimia. Entre otras cuestiones, podría desentrañar el
enigma de por qué un hablante selecciona entre dos sinónimos uno y sólo uno de esta duplici-
dad.
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Léxico y marcadores de la argumentación
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Sinonimia y argumentación
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Actas del Congreso Internacional La Argumentación
Léxico y marcadores de la argumentación
Estándar
De dominio Cient.- técnicos Corteza terrestre/ litosfera. Hemorroide/ almorrana
Literarios Blancura, albura, albor
Sistema
“arrojar, tirar violentamente una cosa”
2
“hierba piojera”, otro sinónimo de la serie, en este caso, pluriverbal
3
“De color rojo, entre negro y leonado” como el que caracteriza al paño buriel
4
En solidaridad lexemática respecto de “ojos”: “de color de aceituna verde”
5
“lo que vive en el agua”, sea planta o pez. Con una restricción por solidaridad: la sinonimia no existe cuando se refieren a objetos: por lo que no se admitiría
* esquí acuátil, pero sí esquí acuátic
1
El contraste entre el mapa 64 y el 3 del Pequeño atlas léxico de la sabana de Bogotá, ofrece para jorobado la distribución local de la siguiente serie sinonímica: en Riofrío: jiboso y jorobado; en Suesca, jorobe-
to; en Villapinzón y en Gachacinpá: jiboso; en Chía, giboso, jibao; en El Salitre, giboso, jibiento; Madrid, jibao, jibo; Cota, giboso, jibao, jibo; Soecha, jibudo; Usme, jorobado.
2
En la acepción de “rudo, tardo en comprender” (DRAE), “el que comprende o aprende difícilmente o falto de habilidad en cualquier cosa” (DUE)
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