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1. INTRODUCCIÓN.

TECNOLOGÍAS DE PAPEL

MIRUNA ACHIM

Los siguientes ensayos tratan de listas, cuestionarios, reportes, bo-


rradores, dibujos, litografías, álbumes de ilustraciones, catálogos de
museos, mapas, tablas, demostraciones. En esencia, de las formas en
las cuales se inscribe, se distribuye y se organiza el conocimiento en
papel. En el contexto de un libro sobre instrumentos científicos, de
manera inevitable surge la pregunta: ¿en qué sentido se puede pen-
sar en configuraciones textuales, visuales o táctiles de objetos o de
prácticas sobre papel como instrumentos científicos? Hasta fechas
recientes, pocos historiadores de la ciencia pensaban que el papel,
la madera, la piedra, el grafito, la tinta o el carbón no eran más que
los medios pasivos, aun cuando necesarios, para la inscripción del
conocimiento científico. La cultura material de la ciencia podía
importarles a los bibliotecarios, los historiadores del arte, incluso a
los falsificadores, pero la ciencia era independiente de sus soportes
o de la disposición material o retórica que tomaba (Schmidle 2013).
En la actualidad, la división entre forma y contenido, o idea y
soporte, en la producción del conocimiento científico es difícil de
sostener: estudios recientes se han preguntado sobre la importancia
del sistema de contabilidad de doble entrada para demostrar y
afianzar hechos en la edad moderna (Poovey 1998); sobre cómo el
uso de tarjetas movibles le permitió a Linneo organizar un sistema
de clasificación suficientemente f lexible y normativo a la vez (Mü-
ller-Wille y Scharf 2009); cómo Darwin visualizó sus teorías al di-
bujar árboles genealógicos (Brink-Roby 2009; Voss 2010); o cómo
diferentes modos de “leer” códices prehispánicos —según prácticas
occidentales de lectura de libros, dos páginas a la vez o apercibir
el códice en su totalidad— producen interpretaciones divergentes

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del mismo “texto” (Hamann 2004). Los ensayos incluidos en este para la Exposición Universal París de 1867 unos meses después
apartado dialogan con estos y otros estudios sobre “tecnologías de de la ejecución de Maximiliano en México, se convertiría en el
papel”1 para hacerse las siguientes preguntas: ¿cómo pensar en los escenario macabro para la representación del espectáculo de la
soportes materiales, retóricos o visuales en la producción, repro- barbarie antigua y presente de los mexicanos (Gerber et al. 1992).
ducción y transmisión de conocimientos?, ¿qué valores heurísticos Una edición de lujo podía a la vez investir de valor —simbólico
tienen?, ¿qué efectos de orden o desorden, de disciplina o indiscipli- o monetario— un objeto, pero también invisibilizarlo al hacerlo
na producen diferentes tecnologías de papel?, ¿qué implica pasar de inaccesible para la mayoría de los lectores. Por otro lado, por más
una tecnología a otra, de un dibujo a una fotografía o de una lista a que en la época moderna los manuscritos “corrieran” en paralelo
una descripción, por ejemplo?, ¿cómo llega el papel a mediar las re- con los libros impresos (Bouza 2001), un tratado manuscrito como
laciones entre los humanos y también entre los humanos y las cosas? la Metalogía, de Xavier Alexo de Orrio, estudiado por Elisa Silvana
No es necesario insistir en que el papel, al asegurar la circu- Palomares Torres en esta sección, tuvo un número reducido de lec-
lación de representaciones de objetos que sería imposible mover de tores, mientras que las instrucciones impresas dirigidas a adiestrar
otra forma, por razones de peso o fragilidad, media entre las cosas expedicionarios y viajeros en la colección de especímenes naturales
y sus coleccionistas o estudiosos. A partir de finales del siglo xviii, circularon ampliamente, como señalan María Eugenia Constanti-
la fauna prehistórica, los pájaros colibrí, los volcanes andinos, las no y Juan Pimentel en su ensayo.
ruinas de Palenque o la escultura monumental mexica “transita- A finales del siglo xviii, el empresario teatral Alois Senefelder
ron” por los gabinetes de los eruditos o las sociedades de curiosos inventó una técnica barata para reproducir programas de teatro en
por medio de sus reproducciones (Pimentel 2010; Podgorny 2010). masa: la litografía. Ese “parteaguas tecnológico” del siglo xix pro-
Como sugiero en esta sección del libro, fue a partir de moldes, movió, según cuenta Walter Benjamin, la emergencia de audien-
modelos, dibujos, grabados o fotografías —más que de los objetos cias masivas, el desarrollo de nuevas formas de experiencia social
mismos—, que las antigüedades mexicanas adquirieron visibilidad y la propagación de ideas y valores morales y estéticos (Schwartz y
y se convirtieron en los objetos de las ciencias del pasado, que to- Przyblyski, 2004). La plasticidad del medio —cera— permitía un
maron forma a lo largo del siglo xix en los dos lados del Atlántico. nivel inusitado de detalle. Las nuevas disciplinas científicas, como
No obstante, aunque el papel fue indispensable en el deve- la arqueología, la geología, la paleontología o la anatomía patoló-
nir de estos cuerpos como objeto de la arqueología, no todos los gica, se desarrollaron al mismo tiempo y en relación íntima con
papeles eran iguales ni intercambiables. Los soportes encauzaban estas nuevas tecnologías de representación y comunicación de co-
las formas de experimentar un mismo objeto. El molde de un mo- nocimientos. Hacia mediados del siglo xix, la fotografía haría su
numento, aunque más difícil de transportar que un dibujo, per- entrada como la más novedosa, aunque nunca reemplazaría de ma-
mitía un acercamiento más directo. El modelo de la pirámide de nera absoluta a las demás tecnologías del conocimiento: los aparatos
Xochicalco, reconstruida a escala por el anticuario Léon Méhédin fotográficos eran pesados y sujetos a condiciones de luz y tempe-
ratura, las fotografías carecían de la claridad y tersura que mostra-
1. Retomo el concepto de Hess y Mendelsohn (2010). ban los dibujos. En los objetos fotografiados, una sombra podía ser

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tomada por un detalle, por ejemplo. Por eso, como detallo en este atmósfera o la determinación de la temperatura y la presión ba-
volumen, ninguna expedición anticuaria del siglo xix podía pres- rométrica. En otras palabras, el género del pronóstico astrológico
cindir de un dibujante. constituyó un espacio idóneo para el estudio y la comunicación de
Las tecnologías de papel suponen varias soluciones herme- fenómenos celestes o meteorológicos, aun cuando las interpretacio-
néuticas. Es decir, cada tecnología implica un régimen corporal y nes sobre ellos fueron cambiando. La estabilidad del género se debió
visual, dicta prácticas de observación, registro e interpretación de en gran parte a su f lexibilidad como herramienta de estudio.2 De
objetos, limita y dirige el tipo de preguntas que se le pueden hacer la misma forma, como cuenta Palomares Torres, el jesuita Xavier
a un objeto. Vale la pena, por lo tanto, ref lexionar si una fotografía Alexo de Orrio escribió a mediados del siglo xviii sus averiguacio-
se mira diferente a un dibujo, si una lista norma la relación con nes acerca de nuevos métodos de beneficio de la plata en México
los objetos de modo distinto a como la median una receta o un con fundamento en un género literario que había servido de base
manual, y pensar cómo se expresa la tensión —o el punto de equi- para el estudio de los metales desde el Renacimiento: la metalogé-
librio— entre la norma y la producción de nuevos conocimientos nesis o la ciencia del origen de los metales. ¿Qué ventajas y desven-
científicos. tajas habría, se pregunta Palomares Torres, en “guardar la forma”?
Tomemos un ejemplo concreto: la historia de los géneros lite- Las instrucciones, dispuestas y circuladas en la segunda mitad
rarios novohispanos. Durante más de tres siglos, la lectura más co- del siglo xviii para dirigir la colección de objetos de historia na-
mún en el México virreinal eran los pronósticos astrológicos publi- tural, estructuraban el estudio de la naturaleza, como las metalo-
cados año tras año, que conformaban un género literario compacto génesis, al definir categorías de objetos y prácticas de observación
y estable. Impresos como octavos, comenzaban con un recuento e interpretación. En 1752, las instrucciones de Antonio de Ulloa
de los principales eventos del mundo cristiano, seguido por una para la formación de un Gabinete Real de Historia Natural eran
sección sobre las fiestas “móviles”, como la Pascua, y un “juicio poco precisas: la petición de una gama demasiado amplia de curio-
del año”, en el que se señalaban los eventos celestes más importan- sidades —desde plantas y semillas hasta conchas con dos perlas— lo
tes —eclipses, conjunciones planetarias y cometas— y sus posibles dice todo. Para las últimas décadas del siglo xviii, las instrucciones
consecuencias sobre la salud médica o política de la Tierra. A con- para la colección, conservación y transporte de especímenes expe-
tinuación, se publicaba un calendario que completaba con detalle didas por Alejandro Malaspina o Pedro Franco Dávila se volvieron
la información del “juicio del año”. Este formato se mantuvo inal- cada vez más detalladas y específicas. “Hubiera sido más sencillo
terado por siglos. Lo que cambió fue el tipo de información que se nombrar las tareas que no iban a ejecutar”, advierten Constantino
incluía en cada sección del pronóstico, sobre todo en el calendario y Pimentel (página). Se pretendía, a través del detalle y de la pre-
anual. Mientras en el siglo xvii el calendario presentaba informa- cisión, controlar la acción a distancia del expedicionario: transmi-
ción de índole astrológica o médica —qué días eran propicios para tirle qué objetos se buscaban, disciplinar y entrenar su mirada para
sangrías, purgas, lavado de cabeza o qué efecto nefasto tendría un
eclipse—, en la segunda mitad del siglo xviii, el mismo formato 2. Para un estudio más detallado sobre los pronósticos novohispanos, véase
fomentaba el estudio de fenómenos como la cantidad de luz en la Achim (2011).

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encontrarlos y prescribir una serie de procedimientos que, se es- visibilidad especial a cierto tipo de objetos, y a la vez exclusivas,
peraba, se convertirían en gestos automáticos para asegurar que los pues opacaban otros.
especímenes se conservaran intactos para su estudio y exhibición Como se infiere de los siguientes tres ensayos, el desplaza-
en Madrid. Aunque tuvieron más éxito que las escuetas instruccio- miento de papeles —en forma de manuscritos, libros, instrucciones
nes de Ulloa, las instrucciones de Malaspina y Dávila no acabaron o litografías— dibujó circuitos complejos en los que se definieron
por producir móviles inmutables: en la reproducción del objeto categorías y objetos científicos, y se negociaron los precios y los
—en dibujo, descripción, herbario o taxidermia— intervenían significados de los objetos. Al mismo tiempo, se crearon espacios
juicios personales, técnicas y grados diferentes de entrenamiento, jerarquizados en los que diversos agentes disputaron su autoridad
conocimientos tácitos. La pretensión de imponer orden —sobre —epistémica, política, económica o cultural— para estabilizar el
gestos u objetos— a distancia dio lugar a prácticas divergentes de valor comercial, simbólico o histórico de los metales, la naturaleza
observación e interpretación, a nuevos conocimientos. y las antigüedades americanas. Al final, el desplazamiento de pa-
¿Qué ocurría cuando los objetos no tenían nombre aún o peles produjo todavía más papeles. ¿Qué implica escribir la historia
cuando no existían protocolos para observarlos, describirlos, in- de la ciencia a través de las tecnologías de papel como las estudiadas
terpretarlos, conservarlos o exhibirlos, como fue el caso de las aquí? Por un lado, reconstruir los gestos, las prácticas, las estrategias
antigüedades mexicanas a principios del siglo xix? Las Reales de estudio y de organización del conocimiento, la fundamentación
Expediciones Anticuarias de la Nueva España (1805-1808), a car- de la autoridad, es decir, la formación de disciplinas científicas.
go de Guillermo Dupaix, produjeron un gran volumen de pa- Por el otro, dibujar —entre las sombras de las fotografías o entre
peles de todo tipo —borradores, dibujos, descripciones, reportes la exuberancia de detalles en las listas, los manuales y las instruc-
de viaje, edictos virreinales, cartas— que ref lejan, cada uno a su ciones— los contornos del desorden, de la “indisciplina exótica”
modo, la dificultad de nombrar y pensar qué cosas eran las anti- inseparable de la genealogía de toda disciplina.3
güedades americanas. Bajo la pluma de Dupaix, informada por
lecturas obligadas sobre antigüedades griegas, etruscas, romanas,
egipcias o chinas, los relieves geométricos de Mitla se convirtie-
ron en “mosaicos”, por ejemplo. Como señala Achimseñalo en
mi contribución en este apartado, fueron categorías creadas para
estudiar el arte del Viejo Mundo que invirtieron las antigüedades
mexicanas de relevancia, convirtiéndolas y las transformaron en
pruebas de los vínculos entre el Viejo y el Nuevo Mundo, y en
objetos de una ciencia del pasado. No se trataba de un proceso
uniforme. Como en el caso de las metalogénesis o de las ins-
trucciones de Malaspina o Dávila, las categorías que dictaban el
estudio de las antigüedades prehispánicas eran inclusivas, daban 3. Retomo el concepto de Schaffer (2010).

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