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Esta introducción consta de tres capítulos. Aquí se resumen los dos primeros, los cuales
forman una unidad, ya que están dedicados al análisis de la obra, primero a partir del
continente literario (IX) y después desde el contenido teológico (X).
3. Lengua y estilo
Se considera desde la época patrística que el griego junto al hebreo de Lc es el más cuidadoso
y elegante en todo el NT. Utiliza en su doble obra, se encuentra una parte el griego literario
aticista en el prólogo del evangelio, así como también, varios tipos de griego parecido a los
LXX. De manera que, la variedad de estilos ha sido causa de que se le acuse de versatilidad
e inconsistencia, pero no se trata de un fenómeno de inconsistencia, sino de un intento de
acomodar la lengua a la materia narrada, por lo que en toda su obra quiere emplear una lengua
sagrada, parecida a lo empleado por los LXX. Pero, hay que tener presente, que Lc quiso
imitar otro tipo de lengua y además porque quiso respetar sus fuentes. Por eso, se puede decir
con verdad que Lc fue un auténtico historiador helenista, algunas veces elegante y otras
vulgares, pero que no alcanza la altura de los grandes literatos de su época.
a) Vocabulario
En general emplea un vocabulario abundante, cuidadoso y bastante parecido al de autores de
la prosa posclásica y al de los LXX. Por ejemplo, en el evangelio utiliza 2.055 palabras
diferentes. Algunas son hapaxlegomena y algunas palabras no son empleadas por Mc ni por
Mt. En Hch se usan 2.036 palabras, también algunas son hapaxlegomena. En común Lc y
Hch usan 1.014 palabras, prefiriendo utilizar verbos compuestos y algunos prefijos que
permitan variar el sentido de las palabras, para que no se tenga la necesidad de parafrasear.
b) Gramática
La gramática lucana es rica, porque emplea una serie de recursos no usados por otros autores
del NT. Ya que, al compararlo con Mc se pone de manifiesto la mejora que hay en su
gramática. Por ejemplo, en los relatos hay un cambio de la parataxis a la subordinación.
Aunque, en algunos casos empeora algunos elementos elegantes usados en Mc. Otras veces
acumula en demasía los kai.
c) Estilo
Con varios elementos Lc puede construir su propio estilo, misma que puede considerarlo
como el mejor del NT y que se manifiesta de una mejor manera en Hch, pues en este escribe
con más libertad, pues en el evangelio sigue a Mc. Con ello hay que decir, que Lc-Hch no es
la obra de un mero estilista, sino la de un pastor. Pues la Lc el lenguaje está al servicio de la
fe y únicamente teniendo la visión de pastor se pude dar una explicación adecuada del estilo
que este utiliza.
Emplea escenas personificadas, cartas, prólogos, oraciones; además, son muy frecuentes el
uso de metáforas, el estilo directo, los discursos, los sumarios y los coros. Además, se pueden
observar rasgos psicológicos que evocan de forma maestra la presencia de lo divino, por
ejemplo, la Transfiguración. Su estilo coherente, evita formar bloques ininterrumpidos
demasiado grandes, pues indica que es una lectura que cansaría al lector. Se puede decir, que
el relato en general es una historia y que aparecen hechos que se entrelazan entre sí.
Asimismo, Lc emplea el quiasmo. De esta manera, hay un respeto hacia los materiales fuente
sobre el contenido y su orden interno. Por otro lado, evita los duplicados grandes, como la
segunda sección del pan de Mc y las repeticiones tan frecuentes, presentado así un relato con
más claridad, aunque no se puede negar, que tiende a pequeños duplicados.
4. Estructura
La estructura de ambas partes han de explicarse como integrantes de un mismo conjunto.
a) Criterios
Para determinar la estructura hay que utilizar criterios objetivos que ayuden a descubrir la
intención del autor sin caer en subjetivismos. Todos estos criterios deben ayudar a descubrir
si existe una lectura continuada, progresiva y con sentido en todo el texto. Se encuentran tres
estilos bíblicos en la obra: el prólogo literario, infancia y el resto de la obra. Por otro lado,
los resúmenes ayudan a descubrir las diversas etapas de la narración, esto según la intención
del autor. Pues en el prólogo literario se puede notar, que se describe la obra como una
narración ordenada, en que los relatos están unidos con orden, pero no necesariamente
cronológicamente.
Por otra parte, el análisis de la geografía permite constatar que Lc narra agrupando
una serie de hechos en una misma situación geográfica. Asimismo, como actores principales
de las narraciones aparece Jesús con los Doce, esto después de un breve relato.
Conjuntamente, se muestra de que existen varios temas estructurantes, que determinan
parcial o totalmente la obra. Finalmente, el estudio de los sumarios permite confirmar y
concretar los bloques narrativos. Por ejemplo. Lc 1,5- 2,52 es un bloque con unidad de
materia (tradiciones sobre la infancia) muy bien ligada cronológica y geográficamente,
empezando y terminando en Jerusalén y concluyéndose todo el relato con un sumario (Lc
2,51ss).
b) Estructura
La obra tiene un sentido coherente al presentar la siguiente estructura: el prólogo literario
(1,1-4) justifica la obra, que ha sido escrita para afirmar la fe de los creyentes. Los relatos de
la infancia (1,5-2,52) tienen carácter de prólogo teológico, proyectando sobre la infancia
algunos temas importantes de la obra.
5. Género literario
El análisis anterior muestra que Lc-Hch constituye un relato seguido y ordenado de los
«hechos acaecidos entre nosotros» referentes a Jesús y a la primera generación cristiana y
destinado a confirmar la fe de los creyentes. Se trata de una historia teológica, similar a la
obra de Mc, cuyo modelo sigue y desarrolla cuantitativa y cualitativamente;
cuantitativamente, porque añade a las tradiciones
sobre Jesús, contenidas en la primera parte, otras sobre la Iglesia primitiva, y
cualitativamente, porque equipara teológicamente éstas a aquéllas, confiriéndoles carácter de
palabra de Dios que invita a la salvación.
a) Es una historia
En el prólogo (Lc 1,1-4), Le muestra su voluntad de escribir con orden un relato seguido,
diegesin, de hechos acaecidos, es decir, un relato de tipo histórico. Es propio de la historia el
presentar una sucesión de hechos en sus interrelaciones mutuas.
b) Es historia teológica
En efecto, predominan los nexos propios de la historia religiosa, que hace intervenir a Dios
y a sus enviados como responsables de la interconexión de los acontecimientos. Dios Padre
es el último responsable de los hechos: sus promesas dirigen la historia y la hace caminar
con necesidad hacia el cumplimiento de lo que ha prometido (Juan, Jesús, la Iglesia y los
hechos importantes, como la incredulidad judía, aparecen como cumplimiento del AT).
Realiza su protagonismo por medio del Espíritu Santo, que dirige a Jesús y a la Iglesia. Por
su parte, Jesús es el gran
protagonista, presente en toda la obra, conforme a su doble estado, primero como profeta
por los caminos de Palestina, después como Señor exaltado que sigue actuando por el
testimonio de su Iglesia. Todo el libro de Hch aparece como obediencia al mandato que da
Jesús en Hch 1,8.
Lucas quiere narrar la realización de un proyecto divino, que todavía sigue actuando
en el presente del lector y camina hacia su plena realización en el futuro. El lector debe
insertarse en esta historia, asumiendo sus propias responsabilidades en su generación, al
igual que hizo la primera en la suya. A la luz de lo expuesto, no es adecuado el título dado a
la segunda parte en el sil, Praxeis Apostolon, relacionándola con un género literario helenista
que tenía por objeto narrar las hazañas de hombres eminentes, como Alejandro Magno,
Aníbal y otros. En realidad, la obra no narra los hechos de todos los apóstoles, ni siquiera
todos los aspectos de Pedro y Pablo.
a) Tipos de semitismos
A pesar del cuidado que muestra Lc en su vocabulario y gramática, en la doble parte de su
obra aparecen diversos tipos de semitismos:
semitismos in genere: participios «diciendo», «respondiendo», que son superfluos; einai
y participio en lugar del imperfecto; hoti recitativo; ei interrogativo, etc.;
hebraísmos: egeneto seguido de verbo finito; tou seguido de infinitivo con sentido
epexegético, consecutivo o final, etc.;
arameísmos: arkhomai superfluo; tote; plural impersonal, etc.
2. Historicidad de Hechos
Hasta el s.XVIII, Hch fue considerado fundamentalmente como obra de historia, en concreto
una biografía de los apóstoles, a la que en el s. II se le dio el nombre de Praxeis apostolon.
El dato de que ya en el s.II se separasen en el canon Lucas y Hechos, colocando el evangelio
entre Mc y Jn y a Hechos después de éste, muestra que no se considera a Hch como
continuación estricta del evangelio, sino como una biografía diferente. En este contexto se
suele utilizar Hch en función de las cartas de Pablo, como una obra que ofrece el marco
histórico que posibilita una mejor comprensión de ellas. Tres fases se pueden distinguir en la
discusión de la historicidad: una primera dominada por la idea de que Hch es tendencia,
falsificación positiva; una segunda en que se mantiene el juicio negativo sobre la historicidad,
pero se atribuye a falta de "información por carencia de fuentes, y una tercera en que se
subraya el escepticismo ante el valor histórico, fundado en el carácter teológico de la obra,
especialmente de los discursos.
c) Escepticismo
Consiste en pensar que por el carácter eminentemente teológico de Hch, especialmente en
los discursos, que son libres creaciones del autor; existe la consecuencia de no ver la obra
como histórica. La Escuela de Bultmann sostiene que Hch incluso es “fruto del pecado” en
cuanto intento de fundamentar la fe y el kerigma en la historia y el de equiparar la obra de
Jesús, único Salvador, a la de la Iglesia, que no es más que una híbrida historia de
autorrealización humana. En cambio, I. H. Marshall defiende que Hch quiere ser teológico a
la vez que histórico, pues la historia es fundamental y básica para la teología.