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es como una función donde fuerzas que no controlamos manifiestan nuestra realidad.
por esa misma fuerza, interconectada con todo, aún si se decide no actuar,
los seres inevitablemente realizan sus actos, le dan su sentido a las cosas.
Esta fuerza que todo lo controla está más allá del bien y del mal,
por tanto el bien y el mal son solo elementos reales dentro de la función
por ello, no está dado a ningún ser discriminar efectivamente sin tal visión lo que sucede.
muchos seres buscan resplandecer para los demás, cuando el propósito es inferior,
y romper brutalmente la armonía, pero estos seres nunca quedan así satisfechos.
no se puede suponer lo correcto para la fuerza suprema, complejos acuerdos rigen todo,
movidos por la necesidad humana de justicia, grandes seres han dado falsas leyes,
la naturaleza del hombre tiende a la hipocresía, tiende a la hipocresía para aplacar su fuego,
para aplacar su fuego la fuerza suprema que está en todo trascenderá el juicio y el no juicio.
Dentro de cada ser hay partes no perceptibles para el ojo común
atraerán por su conexión con la fuerza suprema, eventos de aprendizaje para el resto del ser.
como quien busca así lo desagradable termina decepcionado una y otra vez.
son dominados por los opuestos en cualquier matiz, movidos de un polo hacia el otro,
dejan de ser esclavos del placer y del dolor, del vacío y de lo lleno,
del bien y del mal, del amor y del odio, así construyen la paz.
Cuando el ser se libera de esos apegos, aceptando la verdad que surge en su interior,
los deseos remanentes son solo una inercia de lo que fue el ser anterior,
las partes del ser que han completado la comprensión traerán luz al resto.
La puerta está abierta, es cuestión de tiempo, observándose y conociéndose a sí mismo
a ese bienestar como al principio, cuando debe avanzar avanza, cuando debe ceder cede.
cuando debe ser poco es poco, cuando debe ser mucho es mucho,
no existe nada ni arriba ni abajo que llegue a impedir su entrada en el reino de la paz.
Habiendo captado en tu interior estas palabras,
ni el cielo ni el infierno, ni lo que está más allá, nada impide la victoria definitiva de la paz.
Autor: Desconocido