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4 La terapia bioenergética
La esencia de la terapia
Mi viaje personal en busca del descubrimiento de mí mismo, desde que celebré mi
primera sesión terapéutica con Reich hasta el momento presente, duró treinta anos. A
la luz de las experiencias que he dejado descritas en el párrafo anterior, podría decir
que me llevó treinta años llegar a mi corazón, Pero esto no es rigurosamente cierto.
Llegué a mi corazón muchas veces durante ese largo periodo de tiempo. He estado
profundamente enamorado, y de hecho lo estoy todavía. Ya había experimentado
antes la alegría del amor. Sólo que ahora había una diferencia. Anteriormente llegaba
a mi corazón alguien o algo fuera de mí: una persona, una canción, una novela, la
Novena Sinfonía de Bee-thoven, o algo por el estilo. Mi corazón se abría, pero volvía
a cerrarse de nuevo, porque me daba miedo y tenía que protegerlo. Ahora ese medio
ha desaparecido, y mi corazón sigue relativamente abierto.
Los treinta años durante los cuales estuve practicando como terapeuta
bioenergético me enseñaron además muchas cosas respecto a las personas.
Tratándolas, he aprendido de ellas. Sus luchas y afanes se parecían en algunos
momentos a los míos, y al ayudarlas a superarlos, me ayudaba también a mí mismo.
Todos nos esforzábamos por alcanzar la misma meta, aunque pocos lo sabíamos.
Hablábamos de nuestros temores, de nuestros problemas y de nuestras aficiones
sexuales, pero no mencionábamos el miedo a abrir nuestro corazón y a mantenerlo
abierto. Mi formación reichiana me había orientado hacia la meta de la potencia
orgás-mica —que indudablemente es algo de valor—, pero no hacía hincapié en la
relación entre un corazón abierto, la capacidad de amar apasionadamente y la
potencia orgásmica.
2
Lowen, Pleasure, op. cit., donde se explica la importancia de la autoaceptación en
el proceso terapéutico.
La terapia bioenergética / 113
Ya hace muchos años que esta relación no era desconocida para mí. La tesis de
Amor y Orgasmo, publicada en 1965, versa sobre la doctrina de que el amor es la
condición de la reacción orgásmica completa. Amor y sexo se asimilaban allí, porque
el sexo era considerado como expresión del amor. Sin embargo, el libro trataba
específicamente de problemas sexuales, y sólo incidentalmente se aludía al temor y a
la incapacidad de abrir el corazón al amor. No me cabe la menor duda de que mi
propio miedo fue el que me disuadió de tratar este aspecto del tema más
detenidamente. Sólo después de haber disipado ese miedo, pude llegar al centro
mismo del problema terapéutico.
Tenemos que comprender que el corazón es probablemente el órgano más sensible
del cuerpo. Nuestra vida depende de su actividad rítmica y constante. Cuando se
perturba aunque sólo sea momentáneamente ese ritmo, por ejemplo, cuando el
corazón deja de latir o se apresura, experimentamos una ansiedad que llega hasta el
seno más recóndito de nuestro ser. El que ha experimentado esta ansiedad en una
etapa temprana de su vida desarrolla numerosas defensas para proteger su corazón del
peligro de un trastorno en su funcionamiento. No dejará que se conmueva fácilmente
su corazón, y no reaccionará al mundo desde el fondo? del mismo. Estas defensas se
van elaborando en el decurso de la vida, hasta que llegan a formar una poderosa
barrera que impide cualquier intento de llegar al corazón. En un buen tratamiento
terapéutico, estas defensas se estudian y analizan en relación con la experiencia vital
del individuo, y sobre ellas se trabaja cuidadosamente hasta llegar al corazón del
sujeto.
Pero, para esto, tienen que considerarse las defensas como un proceso del
desarrollo. Esto puede explicarse con un diagrama en que figuren las diversas capas
defensivas como círculos concéntricos:
Las capas pueden compendiarse de la manera siguiente, empezando por la exterior: la
capa del ego, que contiene las defensas síquicas y es la más externa de la
personalidad, he aquí esas defensas típicas:
A. Negación
B. Proyección
C. Reproche
D. Desconfianza
E. Racionalizaciones e intelectualizaciones.
114 / Bioenergética
FIGURA 4.1
La ansiedad
Las defensas, tanto síquicas como somáticas, de que hemos hablado en el párrafo
anterior tienen hoy la función de guardar a la persona, es decir, de protegerla contra
la ansiedad. El tipo más grave de ansiedad es el que va asociado con un trastorno en
el funcionamiento del corazón. Ya he dicho antes que cualquier anomalía en el ritmo
cardíaco suele producir por lo general este efecto. Pero también cualquiera
obstrucción en el proceso respiratorio provoca ansiedad.
El que haya observado a un asmático esforzándose por respirar puede apreciar la
ansiedad intensa que ocasiona la dificultad respiratoria. Podemos decir de manera
genérica que cualesquiera circunstancias o conjuntos de circunstancias que
obstaculicen la operación de las funciones vitales del organismo provocan ansiedad.
La respiración es tan importante para la vida de un organismo como la circulación.
FIGURA 4.2
la terapia bioenergética / 119
DIAFRAGMA
CINTURA
FIGURA 4.3
La terapia bioenergética / 125
oxígeno, los alimentos y las estimulaciones s-ensoriales entran por la cabeza. El bajo
vientre y la pelvis se caracterizan por sus funciones de dar, a saber, de eliminación y
descargas sexuales. En bioenergética consideramos las piernas como órganos de
descarga, puesto que transportan al organismo o lo asientan sobre el suelo. Esta
polaridad de las funciones corporales es la base del concepto de que el extremo
superior del cuerpo se encarga de los procesos que llevan a una mayor carga de
energía o excitación, en tanto que el extremo inferior se encarga de los procesos de
descarga de esa energía.
La conservación de la vida no sólo depende de un sumnistro constante de energía
(alimento, oxígeno y estimulación), sino también de la descarga de un volumen
equivalente de energía. La salud, permítaseme que insista en ello, es un estado de
equilibrio relativo, con el debido suministro de energía extra para el crecimiento y las
funciones reproductivas. Cuando éste es insuficiente, se produce el agotamiento de
las reservas de energía con una lentitud mayor en los procesos vitales. Pero, cuando,
por el contrario, el nivel de descarga es inadecuado, el resultado primero que se
observa es la producción de ansiedad. Así ocurre a veces en el tratamiento
terapéutico, cuando, a consecuencia de una respiración más profunda, aumenta la
energía o excitación del organismo, y la persona no puede descargar esta excitación
en un desahogo emocional por estar inhibida su autoexpresión. El individuo se pone
entonces nervioso e inquieto, pero ese estado desaparece en cuanto experimenta una
libración en forma de llanto o de cólera. Ante su incapacidad para entregarse a ese
desahogo, no tiene más remedio que poner restricción a su respiración.
La ansiedad es en la mayor parte de la gente una condición temporal producida por
una situación que excita excesivamente al cuerpo. El individuo tiende a permanecer
en un estado de equilibrio relativo de energía. Pero, lamentablemente, el nivel
energético de este estado equilibrado es bastante bajo, por lo que son muchos los que
se quejan de fatiga y cansancio crónicos. Aumentar la energía puede provocar en
ellos ansiedad, que, por lo general, no pueden tolerar sin algún apoyo terapéutico.
Este apoyo consiste en ayudar al sujeto a entender su ansiedad y a dar rienda suelta a
una descarga de excitación por medio de la expresión del sentimiento. En los
individuos cuya autoexpresión no está inhibida, el nivel energético puede mantenerse
elevado,
126 / Bioenergética
con la consecuencia de que su cuerpo cobra una vida vibrante y llena de reactividad a
los diversos impulsos.
Necesitamos hacer hincapié todavía en otro punto. La vida no es una operación
pasiva. El organismo tiene que abrirse y tratar de salir a apoderarse de lo que
necesita. Esto pasa lo misino con el oxígeno que con el alimento. La función de
respirar y la de comer utilizan en el infante el mismo mecanismo fisiológico que se
traduce en mamar. Mama el aire que pasa a sus pulmones, lo mismo que mama la
leche que pasa al sistema digestivo a través de su boca. Y como las dos funciones
utilizan un mecanismo común, cualquier trastorno en una de ellas afecta a la otra.
Veamos lo que acontece al infante que es destetado antes de tiempo. La mayor
parte no aceptan resignadamente la pérdida del primer objeto de su cariño y de su
amor. Rompen a llorar y buscan el pecho de la madre afanosamente con la boca y con
las manos. Es la forma en que pueden expresar su amor. Al sentirse frustrados en su
intento, se inquietan, experimentan accesos de ira y terminan por llorar de rabia. Esta
manera de conducirse del infante provoca muchas veces una reacción hostil por parte
de la madre, y el bebé no tarda en caer en la cuenta de que tiene que frenar su deseo.
Y esto se traduce en el ahogo del impulso de llegar al seno de la madre y de las ganas
de llorar. Los músculos de su cuello y de su garganta se contraen para frenar la
apertura y bloquear el impulso. Con eso queda afectada la respiración, porque al
apretarse la garganta bloquea además el impulso de buscar y mamar el aire.
En el libro de Margaret Ribble, The Rights of Infant (Los derechos de los infantes),
se explica documentalmente la estrecha relación que hay entre los trastornos de la
crianza y de la respiración.'1
He puesto la crianza del niño como ejemplo de los procesos activos de abrir y
extender las manos o alguna otra parte del cuerpo para apoderarse de lo' que necesita
el .organismo. Abrir y extender para alcanzar son movimientos expansivos del orga-
nismo hacia una fuente de energía o de placer. La misma acción se desarrolla cuando
el niño busca afanosamente el contacto de la madre que cuando quiere alcanzar un
juguete, o más tarde,
4
Margaret Ribble, The Rights of Infants (Nueva York, Columbia University Press,
1948.
La terapia h 'oenergética / 127
ya adulto, a la persona amada. Un beso de cariño es una acción semejante. Cuando el
niño tiene que frenar y bloquear estas acciones, establece defensas tanto en el nivel
síquico como en el muscular, que tiene por objeto inhibir esos impulsos. Al cabo del
tiempo, estas defensas se estructuran en el cuerpo en forma de tensiones musculares
crónicas, y en la sique como actitudes caractenológicas. Al mismo tiempo, se reprime
la memoria de la experiencia, y se crea un ego ideal que coloca al individuo por
encima del deseo de contacto, de intimidad, de mamar y de querer.
En este ejemplo, podemos observar las relaciones y vínculos que existen entre los
diversos niveles de la personalidad. En el superficial —es decir, el nivel del ego—, la
defensa adopta la forma de un ego ideal que dice: "No es de hombres llorar";
y que formula una negación: "De todos modos, no lo quiero". Esta defensa está
íntimamente unida a las tensiones musculares de la garganta y de los brazos, que
bloquean el impulso de abrirse y salir a buscar. A nivel corporal, la cuestión no es si
llorar es de hombres. Cuando las tensiones son muy graves, resulta casi imposible
llorar.
Tensiones parecidas se observan en los hombros, las cuales dificultan también
extender completamente los brazos para alcanzar algo. En el nivel emocional más
profundo hay sentimientos reprimidos de tristeza, desesperación, furia y cólera, con
impulsos concomitantes de morder, junto con miedo y deseos intensos. Hay que
trabajar a fondo para tratar todas estas emociones a fin de que el corazón del
individuo pueda volver a abrirse de nuevo completamente.
Sm embargo, la persona no está muerta: su corazón suspira por amor, sus
sentimientos reclaman expresión, y su cuerpo desea ser libre. Pero, si hace cualquier
movimiento fuerte en esta dirección, sus defensas ahogarán el impulso y provocarán
en él la ansiedad. En la mayor parte de los casos, esta ansiedad es tan grave, que el
individuo se retira y encierra, aunque ello signifique mantener bajo el nivel de
energía, sus deseos al mínimo, y su vida paralizada. Vivir con miedo de estar
completamente vivo es el estado de la mayor parte de la gente que vegeta en la
sociedad contemporánea.
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