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NAVIER STOKES

Las ecuaciones de Navier-Stokes reciben su nombre de Claude-Louis Navier y George


Gabriel Stokes. Se trata de un conjunto de ecuaciones en derivadas parciales no lineales que
describen el movimiento de un fluido. Estas ecuaciones gobiernan la atmósfera terrestre, las
corrientes oceánicas y el flujo alrededor de vehículos o proyectiles y, en general, cualquier
fenómeno en el que se involucren fluidos newtonianos.
Estas ecuaciones se obtienen aplicando los principios de conservación de la mecánica y
la termodinámica a un volumen fluido. Haciendo esto se obtiene la llamada formulación
integral de las ecuaciones. Para llegar a su formulación diferencial se manipulan aplicando
ciertas consideraciones, principalmente aquella en la que los esfuerzos tangenciales guardan
una relación lineal con el gradiente de velocidad (ley de viscosidad de Newton), obteniendo de
esta manera la formulación diferencial que generalmente es más útil para la resolución de los
problemas que se plantean en la mecánica de fluidos.
Como ya se ha dicho, las ecuaciones de Navier-Stokes son un conjunto de ecuaciones en
derivadas parciales no lineales. No se dispone de una solución general para este conjunto de
ecuaciones, y salvo ciertos tipos de flujo y situaciones muy concretas no es posible hallar una
solución analítica; por lo que en muchas ocasiones es preciso recurrir al análisis
numérico para determinar una solución aproximada. A la rama de la mecánica de fluidos que
se ocupa de la obtención de estas soluciones mediante métodos numéricos se la
denomina dinámica de fluidos computacional (CFD, de su acrónimo anglosajón Computational
Fluid Dynamics).

Derivada sustancial o material[editar]

Debido a que generalmente adoptamos la descripción euleriana la derivada ordinaria ya


no representa toda la variación por unidad de tiempo de una determinada propiedad del fluido

(o magnitud fluida) siguiendo a la partícula fluida. Esto se debe al movimiento del fluido.
Para reflejar esta variación usaremos la derivada sustancial (o derivada siguiendo a la
partícula fluida). La derivada sustancial o derivada material se define como el operador:

Donde es la velocidad del fluido. El primer término representa la variación de la


propiedad en un punto fijo del espacio y por ello se la denomina derivada local, mientras que
el segundo representa la variación de la propiedad asociado al cambio de posición de la
partícula fluida, y se la denomina derivada convectiva. Este es el procedimiento que
sigue José Echegaray para demostrar la derivada material. Véase una demostración de cómo
llegar a una derivada material. Tomando las coordenadas de Euler como:

.
Calcularemos la aceleración para estas coordenadas:

Desarrollamos cada derivada total de cada componente, así podremos seguir un desarrollo
fácil de recordar:
Si se suma término a término y se saca factor común, puede obtenerse:

Vemos que la parte de las derivadas parciales espaciales se pueden

escribir como:

Si ahora sustituimos velocidad por obtenemos formalmente la


expresión de la derivada material:

Teorema del transporte de Reynolds[editar]


Artículo principal: Teorema del transporte de Reynolds

Si la derivada sustancial permite calcular la variación de una magnitud


fluida ligada a una partícula fluida, el teorema del transporte de Reynolds
permitirá calcular la variación de una magnitud fluida extensiva ligada a
un volumen fluido. Existe por tanto una analogía entre ambos conceptos,
pues una partícula fluida no es más que un volumen fluido infinitesimal.
En su forma general el teorema del transporte de Reynolds se expresa
como:

donde es la magnitud fluida extensiva definida por unidad de


volumen (una magnitud extensiva por unidad de volumen es una

magnitud intensiva), es un volumen fluido, es un volumen de

control que coincide con en el instante t, la superficie de dicho

volumen de control, la velocidad del fluido y la velocidad de la


superficie de control.
El segundo término del miembro derecho representa el flujo convectivo de
la magnitud fluida extensiva a través de la superficie de control que limita
el volumen de control. Se define el flujo convectivo de una magnitud fluida
extensiva a través de una superficie de control como la cantidad de dicha
magnitud que, transportada por el fluido, atraviesa la superficie de control
en la unidad de tiempo.
Expresado en términos coloquiales puede decirse que el teorema del
transporte de Reynolds viene a decir que la variación de una propiedad
extensiva en un volumen fluido, es igual a la variación de dicha propiedad
en el interior de ese volumen más la cantidad de dicha propiedad que
atraviesa la superficie del volumen.

Teorema de la divergencia[editar]
Artículo principal: Teorema de la divergencia

El teorema de la divergencia (o teorema de Gauss) permite, bajo ciertas


hipótesis, transformar integrales de superficie en integrales de volumen (
y viceversa). En el caso particular de tres dimensiones podemos
expresarlo como:

Las ecuaciones de Navier-Stokes[editar]


Esta expresión representa el principio de conservación del momento
lineal aplicada a un fluido general:

.
La ley de conservación de la masa se escribe:

En estas ecuaciones ρ representa la densidad, ui (i = 1,2,3) las


componentes cartesianas de la velocidad, Fi el campo de
aceleraciones creado por las fuerzas aplicadas sobre el cuerpo,
como la gravedad, P la presión del fluido, y μ la viscosidad
dinámica.

donde Δ = eii es la divergencia del fluido y δij la delta de


Kronecker. D / Dt es la derivada total o derivada material
temporal siguiendo el fluido:

La no linealidad de las ecuaciones se debe


precisamente al término relacionado con la derivada total.
Cuando μ es uniforme sobre todo el fluido las ecuaciones
de fluido se simplifican de la manera siguiente:

O en forma vectorial:
En 1822, el matemático e ingeniero francés Claude-Louis Navier(con
una extensa carrera investigadora a pesar de fallecer a los 41 años)
deduce un sistema de ecuaciones que describe el comportamiento de
algunos fluidos. Veinte años después, Sir George Gabriel Stokes,
partiendo de un modelo diferente, completa la descripción de esas
ecuaciones, bautizadas como ecuaciones de Navier-Stokes en honor
a ambos. Simplificando, digamos que se obtienen aplicando los
principios de conservación de la mecánica y la termodinámica a un
volumen fluido. Así se obtiene la llamada formulación integral de las
ecuaciones, aunque se suele trabajar con ellas a partir de su formulación
diferencial, como la que aparece en la imagen adjunta (que representa el
caso concreto de un fluido viscoso pero incompresible).

Estas ecuaciones determinan el comportamiento de los llamados fluidos


newtonianos. Un fluido newtoniano es aquel cuya resistencia a
deformaciones (viscosidad) puede considerarse constante en el tiempo.
El ejemplo más socorrido es el agua (viscosidad nula), aunque otros
fluidos habituales en nuestro quehacer diario, bajo condiciones normales
de presión y temperatura, se comportan como newtonianos, como el
aire, algunos aceites, etc. Fluidos no newtonianos serían los geles, el
pegamento, la miel o la sangre, por citar algunos de los más comunes.
Para los fluidos newtonianos, si representáramos gráficamente la
relación entre la fuerza ejercida (en un eje de coordenadas) y la velocidad
de deformación del fluido (en el otro eje) nos aparece una línea recta
(dicho de otro modo, esa relación es lineal), por lo que se trata de los
fluidos más sencillos de describir.
Tratemos al menos de saber qué representa cada término de las
ecuaciones: hay valores constantes (ρ la densidad, μ la viscosidad), las
velocidades de desplazamiento en cada dirección (vx, vy, vz), las
derivadas parciales de estas velocidades respecto a cada dirección y
respecto al tiempo, y sus derivadas de segundo orden, P es la presión del
fluido y g la fuerza de la gravedad. El problema es que desconocemos una
solución general para ese tipo de sistemas de ecuaciones, que los
matemáticos llamamos no lineal de segundo orden.
La turbulencia
En los años treinta del siglo pasado, el matemático francés Jean
Leray avanzó en el intento de resolución demostrando que existen
soluciones (otra cosa es encontrarlas) y son únicas, pero solo localmente
(en el entorno de un punto), definiendo conceptos que se aproximen a la
solución (soluciones débiles) y probando su existencia, entre otras cosas.
Muchos especialistas han venido trabajando en el tema desde su
propuesta. Pero el asunto es aún más complejo por culpa de una
característica adicional que presentan los fluidos: la turbulencia. No
existe a día de hoy una explicación matemática rigurosa de cómo un
fluido pasa de tener un flujo regular a uno turbulento. Ya Leonardo da
Vinci observó en su tiempo la aparición de remolinos a diferentes
escalas. Y los matemáticos han definido un concepto que cuantifica la
rotación de un fluido dándole un nombre identificativo: el rotacional.
Leray conjeturó que el fenómeno de la turbulencia podría tener que ver
con la existencia de lo que los matemáticos denominamos singularidad es
de las soluciones del sistema de ecuaciones. Para hacernos una idea de la
complejidad del problema, el físico alemán Werner Heisenberg nos
dejó una reflexión que ha quedado como un icono: “Cuando me
encuentre con Dios, le haré dos preguntas: ¿Por qué la relatividad? y
¿por qué la turbulencia? Estoy seguro de que me sabrá contestar a la
primera”.
En matemáticas, y en la ciencia en general, cuando nos encontramos
estancados ante un problema, los investigadores tratan de hacerlo frente
por otros caminos diferentes. Es como cuando un aventurero al escalar
una montaña, o tratar de profundizar a través de la espesura de la jungla
se encuentra con algo imposible de superar. Entonces busca otra vía que
le permita llegar a donde desea. Y muchas veces esos nuevos enfoques
nos permiten realizar nuevos descubrimientos. Este es el caso.

El meteorólogo Edward Lorenz se planteó en los años sesenta del siglo


pasado la siguiente cuestión: resueltas las ecuaciones de Navier-Stokes,
¿podríamos predecir el tiempo meteorológico con mayor precisión y a
más largo plazo? ¿Cómo es posible que conociendo exactamente las
ecuaciones que rigen la circulación atmosférica y las condiciones de
partida no se llegue a predecir con un grado de fiabilidad aceptable el
tiempo que hará tres días después? Lo que hizo para experimentar fue
simplificar extraordinariamente las ecuaciones, dando valores numéricos
concretos y tratando de aproximarlas (en vez de en modo exacto, con
números decimales). Tampoco consiguió resolver el “aparentemente
sencillo” sistema. Pero encontró algo que nunca hubiera podido
imaginar.
Al tratar las ecuaciones numéricamente, con los ordenadores de aquellos
años, descubrió algunos comportamientos singulares:
1.- La evolución de cada una de las componentes de la solución era tan
extraña que indicaba un comportamiento que parecía fruto del azar.

2.- Al representar gráficamente la sucesión de valores que toman las


soluciones en el transcurso del tiempo, obtuvo una trayectoria que se
enrolla sobre un curioso objeto de dos lóbulos. Dicho objeto, que atrae
toda trayectoria, no tiene volumen, pero tampoco es una simple
superficie. No era plano (aparentaba tener algo más que largo y ancho,
dos dimensiones), pero no llegaba a ser tridimensional (largo, alto y
ancho). Así apareció el primer “atractor extraño” (ver imagen; hoy se
conoce como atractor de Lorenz) y motivó el estudio de la geometría
fractal.

3.- Al querer rehacer con más detalle el cálculo de la solución para un


tiempo largo, Lorenz introdujo en el ordenador los valores que había
obtenido para un tiempo menor, observando que las soluciones no tenían
ninguna relación con las previas. Se percató de que las soluciones
dependían del número de cifras significativas consideradas en los
cálculos (el ordenador proporcionaba seis decimales, pero la impresora
sólo le daba tres). Este pequeño error crecía exageradamente lo que
ponía en evidencia la sensibilidad del sistema de Lorenz respecto de las
condiciones iniciales. Pequeñas variaciones provocaban soluciones muy
diferentes (sistema mal acondicionado lo llamamos). Traducido a su
campo de investigación, un mínimo error de observación cambiaba
completamente el tiempo que haría al cabo de una semana. Lorenz
bautizó este efecto con una imagen muy impactante y mediática,
el Efecto Mariposa (El aleteo de una mariposa en Japón puede
provocar un huracán en Los Ángeles), origen de la teoría del Caos.
Esto zanjaba negativamente la posibilidad de conocer la evolución del
tiempo que va a hacer en un plazo de tiempo largo, porque nos
encontramos con un sistema impredecible. Cosas que prueban las
matemáticas.

El día de mañana
Para finalizar, un hecho que nos confirma una vez más que los
descubrimientos realizados teóricamente, pueden tener aplicaciones
insospechadas en el futuro. En el cine, cuando se deseaba quemar una
casa, o que hubiera una inundación, literalmente se incendiaba un
edificio real o una maqueta en el primer caso, y se utilizaba una gran
piscina en el segundo. Hasta que, a Nick Foster, ingeniero de software, se
le ocurrió hacer lo que a Edward Lorenz con las ecuaciones de Navier-
Stokes: trocearlas quedándose sólo con aquellas partes que tratadas
numéricamente en el ordenador fueran capaces de captar la esencia del
movimiento del fluido que se desee representar (agua en su caso). El ojo
humano percibe una cantidad limitada de información, así que se le
puede “engañar” sin que se dé cuenta. Dejó en las ecuaciones aquellas
expresiones que transmiten la turbulencia y el chapoteo del agua de
forma realista, despreciando el resto, hasta crear una imagen
convincente. Y ganó el Oscar a los mejores efectos especiales por
HormigaZ (1999) gracias a ello. Pero no sólo eso. Desde entonces, a
partir del software que desarrolló con este procedimiento y otros que lo
han perfeccionado, ya no hace falta que un especialista se queme bajo un
chaleco ignífugo, ni haya que retocar los fotogramas o echar mano de
maquetas para poder inundar completamente ciudades como Nueva York
como se ve en la imagen de El día de mañana (2004). Permitan que
me reitere: gracias a las matemáticas. Y eso que aún no hemos
encontrado la solución general de las ecuaciones de Navier-Stokes, uno
de los problemas que la fundación Clay premia con un millón de
dólares al que lo resuelva. Aunque sinceramente creo que deberían
incrementar ligeramente la recompensa, al menos proporcionalmente al
número de años que lleve sin resolverse y a su utilidad, ¿no creen?
El ABCDARIO DE LAS MATEMÁTICAS es una sección que
surge de la colaboración con la Comisión de Divulgación de
la Real Sociedad Matemática Española (RSME)

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