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Los recientes escándalos empresariales han generado preguntas sobre las prácticas de quienes
hacen los negocios, así como de quienes deben auditarlos: los revisores fiscales. ¿Se están
haciendo los de la vista gorda o tienen exceso de funciones? Debate.
Desde 1935 en el país se estableció la obligación para las sociedades anónimas de tener un
contador independiente que examinara todas las operaciones, verificara las cuentas, avalara con su
firma los balances y se cerciorara de que los negocios se realizaran conforme a la ley. Su deber
además es dar oportuna cuenta de irregularidades en los actos de la compañía.
Esa figura, que existe en muchos otros países, en Colombia se denominó revisoría fiscal y hoy
está en el ojo del huracán por cuenta de recientes escándalos empresariales como los
de Interbolsa, Reficar, Estraval y más recientemente Odebrecht.
Para algunos abogados y empresarios, los revisores fiscales están pasando de agache en estos
descalabros, que tienen algunos de sus protagonistas en la cárcel; pero otros consideran
que a estos profesionales se les está exigiendo más de lo que pueden hacer, pues además de
que cada vez asumen más funciones, tienen una talanquera grande: quienes les pagan el sueldo
son los mismos a quienes deben vigilar, lo que afecta su independencia.
A esto se suman los pocos ‘dientes’ que tiene la Junta Central de Contadores, que es el ente
rector de la profesión, dado que es el responsable del registro, inspección y vigilancia de quienes
ejercen la contaduría, así como de las personas jurídicas prestadoras de esos servicios.
Si el tribunal disciplinario de la Junta detecta a un contador o revisor fiscal que, por ejemplo,
avala pasivos inexistentes, omite ingresos, tramita devoluciones ante la Dian por
exportaciones ficticias –como ocurrió con algunas exportaciones de chatarra–, máximo le
pueden imponer una multa de $12 millones o cancelarle la tarjeta profesional por un
año. Unos castigos muy leves para la gravedad de sus faltas, razón por la cual no hay forma de
impedir que en poco tiempo los profesionales inescrupulosos vuelvan a sus andanzas.
Actualmente, los siete miembros del tribunal investigan 1.177 expedientes y en los últimos 10
años han sancionado a 567 contadores y a 604 revisores fiscales. Advierten que no pueden
hacer su labor de forma más expedita, pues no son funcionarios de dedicación exclusiva,
sino que se reúnen cada 15 días para estudiar los casos y tomar decisiones. En este tribunal
hay representantes de la Dian, del Ministerio de Comercio, de las instituciones de educación
superior, del Consejo Gremial y de las asociaciones de contadores públicos.
Quienes están preocupados por el papel que juegan los revisores fiscales en los recientes conflictos
empresariales, que involucran desfalcos, sobornos y malos manejos en cifras millonarias, admiten
que es muy difícil detectar sobornos como los ocurridos con Odebrecht, ya que es un delito
que se hace por debajo de la mesa, pero también dicen que ese dinero debe entrar o salir de
alguna de las cuentas de las empresas y esos movimientos irregulares son los que deberían
prender las alarmas.
“Su labor no se puede concentrar en mirar que el balance o el P&G cuadren, también tiene
que ver si aparecen sobrecostos extraños o modificaciones de las cuentas. Es un trabajo para
el que no solo se requiere experiencia, sino también malicia”, dice un abogado.
Puede interesarle: Adoptar las NIIF: un reto para las empresas colombianas
Juan Carlos Sánchez, socio líder de auditoría de Deloitte, aclara que la labor de la revisoría fiscal
es clave para dar seguridad a los usuarios de la información financiera, pero que hay que
tener en cuenta que en la mayoría de casos problemáticos con empresas auditadas “se
evidencian generalmente fallas del gobierno corporativo, ya que se han sobrepasado
intencionalmente los controles por parte de la administración y ha habido colusión para ocultar estas
situaciones y no permitir su detección por parte de la revisoría fiscal”, dice y reitera que para la
confianza y transparencia en los mercados es fundamental la existencia de sólidas prácticas de
gobierno corporativo en las empresas.
Prueba de la gran cantidad de responsabilidades que les han endilgado a los revisores es que ahora
se han vuelto indispensables en los conjuntos residenciales, cuando en realidad solo se exigen si el
conjunto tiene locales comerciales. “Es una de las distorsiones de la profesión, porque los
conjuntos requerían de un tercero que revisara los balances, pero eso no es
necesario”, aclara Rodríguez.
Más experiencia
Unos de los factores a los que se atribuye que los revisores fiscales no se hayan dado cuenta de
los problemas de las firmas de libranzas o del derrumbe del Grupo Nule es que, en algunos casos,
quienes ejercen esta labor son jóvenes recién egresados, que no tienen la suficiente
experiencia.
Efectivamente, hoy un contador puede ser revisor fiscal con tan solo dos años de experiencia,
pese a la gran responsabilidad del cargo. A eso se suma que en muchas empresas medianas
y pequeñas no están dispuestos a remunerar correctamente a los revisores fiscales, pues
los ven más como un gasto que como una inversión que les puede ayudar a administrar mejor
sus compañías.
En el caso de las grandes empresas, que a su vez contratan a las grandes firmas de auditoría,
no se ven personas jóvenes como revisores fiscales. Es más, trabajan con equipos de
especialistas en temas como controles de tecnología, valor razonable, impuestos, asuntos legales,
etc.
Sin embargo, Wilmar Franco, presidente del Consejo Técnico de la Contaduría Pública –organismo
encargado de definir las normas para la actividad contable en el país y adscrito al Ministerio de
Comercio, Industria y Turismo–, admite que se requieren mejoras en los requisitos de
calificación y habilitación profesional, así como en los mecanismos de supervisión,
monitoreo y cumplimiento. Probablemente esas debilidades se evidencian en la calidad de los
informes financieros, “pero la mejora en las capacidades solo podrá lograrse con un plan de acción
integral que tenga el apoyo del Gobierno”, subraya.
Otro elemento a considerar es quiénes están obligados a tener un revisor fiscal. Por Ley, este
servicio lo deben contratar todas las sociedades anónimas, las que son sin ánimo de lucro y
aquellas que tienen patrimonios de más de 5.000 salarios mínimos (hoy $3.685 millones) o
ingresos superiores a 3.000 salarios mínimos (hoy $2.211 millones).
Se cree que las Sociedades por Acciones Simplificadas (SAS) no deben tener revisor fiscal;
pero eso no es cierto, lo deben tener si están vinculadas económicamente con una compañía
que sí tenga dicha obligación.
Así las cosas, y teniendo en cuenta que 93,5% de los registros en las Cámaras de
Comercio son de microempresas (2’517.869 firmas) y 4,9% de pequeñas (130.697), la mayoría
de empresas colombianas no tiene revisor fiscal.
También es cierto que los grandes escándalos empresariales con grave impacto en la sociedad no
son los de compañías pequeñas, sino de las grandes, que son justamente las que deben tener más
ojos encima. El universo de las firmas que deben usar este servicio en el país se estima en
unas 22.000.
Estrenando normas
Como parte de este artículo no se pierda: Los revisores fiscales necesitan más independencia y
rotación
Contadores, en la mira por grandes escándalos del país
Casos de Saludcoop, Interbolsa, Sayco, y desfalcos a la Dian cobijan a varios revisores fiscales.
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-13994576
16 de mayo de 2014, 12:12 am
Varios meses después de que estallaran escándalos como la quiebra del Grupo Interbolsa, el caso
Saludcoop, el de la Sociedad de Autores y Compositores de Colombia (Sayco) y hasta los desfalcos
a la Dian, comenzaron a conocerse sanciones a los contadores públicos y firmas de revisoría fiscal
que tuvieron algún papel en esos casos.
En las últimas semanas se abrieron procesos y se aplicaron castigos a personas naturales y firmas
especializadas, varias de las cuales aún están en periodo de resolución de recursos de reposición.
Las aperturas de investigaciones y las sanciones van más allá de los casos mencionados y cubren
a un buen número de contadores públicos y firmas de revisoría fiscal.
De hecho, actualmente hay 1.053 procesos en marcha, de los cuales 419 son irregularidades
cometidas por personas o firmas auditoras contra la Dian, y los 634 restantes corresponden a otros
casos.
Las sanciones son aplicadas por un tribunal disciplinario compuesto por siete miembros, la mayoría
pertenecientes a entidades del Estado como el Ministerio de Comercio Exterior, la Dian y la
Contaduría General de la Nación.
Julio César Acuña, director de la Junta Central de Contadores (JCC), organismo estatal encargado
de vigilar la labor de los contadores y empresas de revisoría fiscal, dice que la entidad adelanta
también visitas a varias firmas de auditoría, incluyendo multinacionales, para verificar que están
cumpliendo a cabalidad con su labor de guardar la fe pública sobre hechos contables y financieros.
Casos concretos
En Colombia hay registrados 196.337 contadores públicos y 1.814 firmas de auditoría que son
vigiladas por la JCC, cuya nómina de funcionarios es apenas de 11 personas.
Uno de los casos del sector privado más sonados en los últimos años fue la quiebra del Grupo
Interbolsa, auditada por la firma Grant Thorton Ulloa Garzón, hoy convertida en Grant Thorton Fast
y ABS Auditores. La JCC abrió de oficio proceso de investigación a la firma, la revisora fiscal
delegada y a un contador público. El proceso está en etapa probatoria posterior a auto de cargos.
En el caso del Grupo Salucoop, el pasado 14 de marzo se suspendió por un año (plazo máximo que
permite la ley) a las sociedades Audiogroup SAS y Procesos y Transacciones P&T Ltda., junto a
sus revisores fiscales delegados y contadores de esas compañías. El proceso está en recurso de
reposición.
En el caso Sayco, el 18 de marzo quedó en firme una sanción al revisor fiscal con la suspensión por
10 meses de su actividad profesional.
Por la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (Dian) –que ha sido objeto de desfalcos y otras
irregularidades– hay varios procesos en curso y sanciones impuestas.
Se destaca el proceso a la revisora fiscal Luz Adriana Matamba, involucrada en un caso de desfalco
a la Dian relacionado con devoluciones del IVA por operaciones ficticias de comercio exterior. El
pasado 10 de abril se aplicó suspensión por un año de su actividad profesional de revisoría fiscal y
está en etapa de recursos de reposición.
Entre abril del 2013 y lo corrido de este año, la JCC ha suspendido a varios contadores públicos
que trabajan de manera simultánea para empresas involucradas en delitos contra la Dian.
Ajustes a la profesión
El director de la Junta Central de Contadores, Julio César Acuña, reveló que habrá ajustes a la
profesión de los contadores públicos para mejorar la calidad de su gestión. Eso implicaría la
realización de exámenes de idoneidad profesional, especialmente ahora cuando el país entrará a
un nuevo modelo de contabilidad para las empresas, que se aplicará a partir del 2015 a manera de
transición, por un periodo de un año, al cabo del cual será de ejecución plena.
FERNANDO GONZÁLEZ P.
Subeditor Economía y Negocios
Fraude. Efectos en la auditoría de estados financieros
https://auditool.org/blog/auditoria-externa/3597-fraude-efectos-en-la-auditoria-de-estados-
financieros
Escrito en 19 Octubre 2016.
A pesar de que en nuestro país existe poca información estadística sobre las incidencias de fraudes
en las empresas, de acuerdo con estudios realizados en años recientes por firmas de auditoría y
consultoría, se estima que 8 de cada 10 compañías han sido víctimas de un fraude, por lo menos
en una ocasión en un año de operaciones. Estas cifras son por demás reveladoras y alarmantes
(2013/2014 Informe Global sobre Fraude, Kroll).
Existen factores múltiples que pueden generan verdaderos caldos de cultivo que llevan a las
organizaciones a estar expuestas a un nivel de vulnerabilidad muy alto, y que en muchas ocasiones
culminan en quebrantos en su contra. Entre esos factores podemos mencionar los siguientes:
ausencia de una cultura de ética del personal, falta o deficiencias en la supervisión del personal y
de las transacciones, escaso interés de la alta dirección y de los órganos de gobierno por
implementar procedimientos de control interno eficaces, presión excesiva por alcanzar metas
presupuestales o de resultados, falta de monitoreo y verificación de procesos relevantes y críticos
en las compañías, entre otros.
Por desgracia, ningún tipo y tamaño de empresa está exenta de ser víctima de fraude, ya que de
acuerdo con estudios realizados, los fraudes han sido perpetrados en compañías de sectores
financieros, de construcción, industria manufacturera, comercio al mayoreo y menudeo, tecnologías,
telecomunicaciones, etc., lógicamente los daños ocasionados han sido mayores en organizaciones
medianas y grandes, pero todas, sin excepción, han resentido las consecuencias nocivas de los
fraudes.
Aunado a lo anterior, el nivel de estrés de las firmas de auditoría se incrementa al escuchar cada
vez con mayor frecuencia noticias sobre escándalos financieros, denuncias de corrupción de
empresarios y funcionarios, malversaciones y alteraciones en reportes financieros, defraudación y
evasión fiscal, etcétera.
En este sentido, el auditor debe sustentar su práctica profesional en las Normas Internacionales de
Auditoría (NIA), emitidas por la International Federation of Accountants (IFAC), por medio del
International Auditing and Assurance Standards Board (IAASB).
En el contexto de las NIA, se requiere que el auditor aplique su juicio profesional y mantenga un
escepticismo profesional durante todo el proceso de la auditoría (planeación, ejecución y emisión
de informes), lo cual le permita realizar lo siguiente:
Identificar y valorar el riesgo de que existan errores materiales, debido a fraude o error.
Obtener evidencia de auditoría suficiente sobre si existen errores materiales, mediante el diseño y
aplicación de procedimientos adecuados a los riesgos valorados.
Formarse una opinión sobre los estados financieros, sustentada en las conclusiones alcanzadas
con base en la evidencia de auditoría obtenida.
Sin duda alguna, las NIA representan un gran reto para los auditores, ya que en todo momento
estamos ante la existencia de riesgos que pueden materializarse y llevar al auditor a incurrir en el
riesgo de auditoría: el riesgo de que el auditor emita una opinión favorable cuando los estados
financieros incluyan errores materiales.
El propósito de esta NIA es establecer los lineamientos sobre la responsabilidad del auditor con
respecto al fraude en una auditoría de estados financieros. Esta norma, entre otros aspectos, define
quiénes son los responsables en relación con la prevención y detección del fraude, así como la
responsabilidad del auditor de los estados financieros respecto al fraude.
La responsabilidad de la prevención y detección del fraude recae en los responsables del gobierno
de la entidad y en la alta dirección, lo cual implica crear y fomentar una cultura de honestidad y
comportamiento ético de quienes conforman la organización, así como de establecer sistemas de
control interno apropiados a las características de la entidad y su entorno.
La responsabilidad del auditor que realiza una auditoría de conformidad con las NIA consiste en
obtener una seguridad razonable de que los estados financieros están libres de incorrecciones
materiales debidas a fraudes o errores.
Es evidente que por las limitaciones inherentes propias de una auditoría de estados financieros,
siempre estará latente la posibilidad de que no puedan detectarse errores materiales en los estados
financieros, aunque el trabajo sea planeado y ejecutado con estricto apego a las NIA.
El auditor no es responsable de detectar errores que no sean materiales, considerando los estados
financieros en su conjunto.
Escepticismo profesional
Una herramienta fundamental que deben mantener los auditores en el desarrollo de su trabajo, sin
duda, es el escepticismo profesional, lo cual implica que el auditor debe mantener un
cuestionamiento mental y una evaluación crítica de la evidencia de auditoría, que incluye
predisposición de reconocer la posibilidad de que existan incorrecciones materiales en los estados
financieros debidas a fraudes, independientemente de su experiencia previa sobre la honestidad e
integridad de los directivos y responsables del gobierno de la entidad.
El fraude consiste en un acto intencional llevado a cabo, ya sea por una o más personas de la
dirección de la entidad, sus empleados o terceras partes, el cual resulta en una aseveración errónea
en los estados financieros. El fraude puede involucrar entre otros:
a) Necesidad/Presión
Los directivos, empleados o terceros, tienen una necesidad, incentivo o están bajo presión, lo cual
les da una razón para cometer fraudes. Esto incluye:
Presiones excesivas a los directivos y/o empleados operativos para alcanzar objetivos financieros
o expectativas de terceros.
Estabilidad económica amenazada por condiciones económicas de la industria o por condiciones
operativas de la compañía.
Compensaciones económicas para los directivos y empleados amenazadas por los resultados
financieros de la entidad.
b) Oportunidad
La naturaleza de la industria.
La complejidad de las operaciones que desarrolla la compañía.
El monitoreo inefectivo o inexistente.
El grado de complejidad o inestabilidad de las estructuras organizacionales complejas.
c) Racionalización/Actitud
Los involucrados son capaces de racionalizar un acto fraudulento en total congruencia con su ética
personal o poseen una actitud, carácter o conjunto de valores que les permite, consiente e
intencionalmente, cometer un acto deshonesto.
No obstante lo anterior, es posible que individuos honestos, lleguen a cometer fraudes en un medio
que les impone demasiada presión. Mientras mayor sea el incentivo o la presión, mayor será la
probabilidad de que un directivo o empleado operativo sea capaz de racionalizar la aceptación de
cometer o participar en un fraude.
El enfoque para detectar riesgos de fraude y actos indebidos es tener presente qué tipos de indicios
debe identificar el auditor durante el proceso de la auditoría, por ejemplo:
Conclusión
No obstante, aun cuando el auditor realice su trabajo con estricto apego a las normas que regulan
su actuación profesional, será indispensable que las entidades logren concientizarse de la
necesidad de invertir los recursos necesarios para implementar mecanismos efectivos de
prevención y detección de los riesgos de fraudes; de esta manera, los principales beneficiarios serán
las propias organizaciones.
C.P.C. Fernando Baza Herrera/Socio de Auditoría, Gossler, S.C. Member Crowe Horwath
International/Miembro de la CONAA
Recuperado de: www.contaduriapublica.org.mx