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Ardiendo en Pasión
Hicieron una encuesta a personas que antes iban a una iglesia y que después
dejaron de asistir. Entre las preguntas que les realizaron se encontraba: “¿Qué
sería necesario que sucediera para que volvieras a la iglesia donde asistías?
Algunas de las respuestas fueron sorprendentes: “Volvería a la iglesia si viera
pasión en la vida de sus miembros y de sus líderes”. La gente en la iglesia
necesita ver fuego y pasión. A nadie le gustaría ir a una iglesia donde el pastor y
los líderes de alabanza están todos agüitados y cabizbajos.
Los partidos de fútbol están lleno de pasión. Cuando la gente platica de algo con
pasión, se contagia. Cuando te hablan de una increíble fiesta que hubo o de un
restaurante buenísimo, quieres saber más. ¿Qué es la pasión? Es una intensa
convicción que motiva a una acción. Una iglesia sana es una iglesia que tiene
pasión por Dios. ¿Hay pasión en tu vida el día de hoy? Si tú tienes pasión por
algo, amas hacerlo. Si quieres ser bueno para algo, tienes que hacerlo con pasión.
“ENTONCES SUS DISCÍPULOS RECORDARON LA
PROFECÍA DE LAS ESCRITURAS QUE DICE: EL CELO POR
LA CASA DE DIOS ME CONSUMIRÁ.” JUAN 2:17 NTV
Cuando Jesús se airó ante los comerciantes en el templo, los discípulos
recordaron que era la pasión y el celo suyos los que lo movían a establecer una
acción que les hiciera ver el verdadero motivo por el que se había fundado el
templo. Jesús tenía un celo y una pasión por la casa de Dios.
Cuando tu mamá tiene pasión por la limpieza, ¡ni los zapatos te deja subir sobre
la mesa! “¡Ahí comemos!”, te dice ella. Surge el celo de la limpieza por la casa.
Cuando tu jugador favorito falla el penal, el celo de tu equipo te consume.
Cuando le mandas un mensaje a la chava que te gusta y no te contesta, el celo de
Whatsapp te consume.
Un Dios Apasionado
“NO SEAN NUNCA PEREZOSOS, MÁS BIEN TRABAJEN
CON ESMERO Y SIRVAN AL SEÑOR CON ENTUSIASMO”.
ROMANOS 12:11
Pasiones Equivocadas
“ERA TAN FANÁTICO QUE PERSEGUÍA CON CRUELDAD
A LA IGLESIA, Y EN CUANTO A LA JUSTICIA, OBEDECÍA
LA LEY AL PIE DE LA LETRA”. FILIPENSES 3:6
Pablo, antes de venir a Cristo, ya era apasionado, pero tenía una pasión
errada. Sin embargo, Dios utilizó esa misma pasión y la redirigió para
glorificarse. ¿Cómo hacemos nosotros las cosas? ¿Cómo asistes a tu iglesia?
¿Cómo sirves en tu congregación? Eso se demuestra en los pequeños detalles: en
la asistencia, en la puntualidad, en la actitud. No asistimos a una reunión para ser
servidos o para “sentir bonito”. La prioridad debe ser siempre Jesús, escuchar Su
Palabra y darle alabanza porque en realidad todo se trata de Él.
Nuestra visión de los padres cambia con el tiempo. Los niños ven a sus papás
como un Superman pero, conforme pasan los años, se empiezan a dar cuenta de
que sus papás no son perfectos. Todo eso, aunado a los problemas emocionales y
hormonales de la adolescencia, termina por desembocar en algún grado de
desprecio hacia los padres. Pero la Biblia nunca baja su estándar: “Honra a tu
padre y a tu madre” (Éxodo 20:12). La pasión se acaba porque no se valoran las
cosas.
El primer día de trabajo en cualquier lugar es fantástico. El metro cuadrado de
escritorio que te asignan como área de trabajo, en donde no caben más de dos
post-it, te parece una oficina presidencial. Unos meses después estarás planeando
cómo prender fuego al edificio entero. Nada cambió, solo la actitud de uno.
Si tú estás sentado en una iglesia pero tu corazón no está ahí, de nada sirve. A la
iglesia no se va “a cumplir”. Si no vas con amor y pasión, no eres más que un
“metal ruidoso”, como un platillo de batería sin ritmo. Si vas servir en un
ministerio o si hay un estudio bíblico en tu casa, ¡prepáralo bien y hazlo con
amor!
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