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1.1.

Definición

El cambio climático es un proceso multifactorial, de extensión mundial, cuyo principal


protagonista son los gases de efecto invernadero, el cual estaría generando un aumento
gradual de temperatura alrededor del mundo, aproximadamente 0,6°C. Se proyecta un
aumento de 1,4- 5,8ºC durante el siglo XXI, con temperaturas extremas, inundaciones
y sequías que afectaran la fauna y flora mundial. La OMS informó que los efectos del
cambio climático han sido responsable del aumento de 150 000 óbitos para el año 2000,
cifras que aumentarían en el futuro (1).

La atmósfera está constituida por 5 capas concéntricas de gases, formadas por


nitrógeno y oxígeno como componentes principales, que filtran las radiaciones solares,
protegiendo a las especies y manteniendo la temperatura. La capa más baja es la
“troposfera”, donde se genera la temperatura de la superficie de la tierra. Está
compuesta en un 1% por gases denominados “de invernadero”, como el dióxido de
carbono (CO2), metano, óxido nitroso, etc., que son producidos naturalmente y gases
industriales como hidrofluorocarbonos, perfluorocarbonos y hexafluoruro de azufre,
generados artificialmente. En pequeñas concentraciones, estos gases son vitales para
mantener a la tierra dentro de temperaturas viables (2).

Se denomina efecto invernadero al proceso mediante el cual los “gases de invernadero”


absorben la energía solar y la retienen en la tierra manteniendo el calor en la tierra y el
aire, del mismo modo que el calor queda atrapado en los vidrios de un invernadero, por
lo que se denomina efecto invernadero. Las causas principales del incremento de estos
gases de invernadero están generadas por el hombre. El CO2 en la atmósfera aumenta
por la combustión de combustibles fósiles y destrucción de los bosques que son los
absorbentes naturales del CO2. El metano se genera en la agricultura, extracción de
aceites etc.

En el año 1997, se firmó el protocolo de Kyoto para evitar la progresión del deterioro
climático, siendo firmado por 170 países, cuyo objetivo tuvo disminuir las emisiones de
gases con efecto invernadero en un 5% para el año 2012 usando medidas de protección
medioambientales.

Las consecuencias de este efecto invernadero, serian el aumento de la temperatura


media del planeta, con olas de calor, sequías, inundaciones, catástrofes y aumento del
nivel del mar por deshielos polares. También se alteraría los sistemas ecológicos y
biofísicos de la tierra, que se manifiestan por los cambios en la capa de ozono, pérdida
de biodiversidad, daños en la producción alimentaria terrestre y marina, disminución de
las fuentes de agua potable, y aumento de la contaminación ambiental (3).

1.2. Cambio climático y salud pública

Actualmente el cambio climático afecta a grupos más vulnerables como


inmunocomprometidos, ancianos, niños, enfermos cardiovasculares y con escasos
recursos. Las olas de calor, cambios en los vectores, calidad de agua, alimentos, entre
otros, favorece la aparición de enfermedades.

Existe muchos ejemplos sobre como el cambio climático es un tema de salud pública
actual. Por ejemplo, en el 2003 se registró una ola de calor que generó 25700
defunciones en Europa (4). El incremento en el nivel del océano generaría inundaciones
y movimientos migratorios de grandes volúmenes de personas, que muchas veces no
cuentan con agua potable y alimentos. La contaminación atmosférica generaría
enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Las condiciones climáticas y sus
cambios alterarían las enfermedades transmitidas por vectores.

En cuanto a los vectores, los cambios en la temperatura, la humedad, el patrón de


precipitaciones o vientos, o las superficies de agua influyen en la reproducción y
maduración de vectores. No se puede efectuar predicciones lineales debido a que son
procesos ecológicos complejos, sin embargo, la mayor parte de los modelos indican que
el cambio climático podría inducir un incremento en el número de casos y la presencia
estacional de enfermedades transmitidas por vectores, como el paludismo, el dengue o
las encefalitis virales (5).

1.3. Repercusiones en la salud

Existen muchos ejemplos de cómo el cambio climático puede repercutir en la salud del
planeta, por ejemplo, en cuanto a la calidad del agua. En el planeta, se estima que 1.100
millones de personas carecen de suministro de agua potable y 2.400 millones de
personas carecen de saneamiento básico (6), por lo que una reducción de la
disponibilidad de agua y aumento de sequias en diversas regiones del planeta,
incrementaría el número de personas afectadas. Por otro lado, las lluvias intensas e
inundaciones facilitan el transporte veloz de patógenos hacia las fuentes de suministro
de agua.

Muchos microorganismos aumentan su sobrevida y persistencia por la temperatura. Por


ejemplo, se ha demostrado que los principales microorganismos causantes de
gastroenteritis aguda se multiplican más rápidamente en condiciones más cálidas, tal
cual indica la asociación directa observada entre el número de casos mensuales de
salmonelosis en Nueva Zelandia y la temperatura media mensual (7). Por lo tanto, se
espera un aumento en la frecuencia de brotes y epidemias de enfermedades como
cólera y fiebre tifoidea si la calidad del agua se deteriora, en la cual los principales
afectados serían los niños, ya que aproximadamente 1,62 millones de niños bajo 5 años
de edad mueren anualmente por diarrea atribuible al consumo de aguas contaminadas
(8).

El aumento en el número de episodios de diarrea impone también una alta carga


sanitaria a los sistemas de salud. En Perú, el fenómeno del Niño de los años 1997-98
generó un aumento de la temperatura ambiental de 5ºC, lo cual generó un incremento
de 200% en la tasa de ingresos diarios a una Unidad de Rehidratación Oral. En total
hubo 6.225 ingresos (10,9% del total) fueron atribuibles a El Niño, con un costo
aproximado de US$277.000. En base a datos registrados con anterioridad a la presencia
de este fenómeno climático, la investigación demostró un aumento de 8% en la tasa de
ingresos por cada grado de aumento de la temperatura promedio ambiental (9).

Los resultados de esta investigación concuerdan con los reportados por Gil y cols,
quienes demostraron una correlación positiva y significativa entre la incidencia de cólera
y el alza de la temperatura de superficie de las aguas que bañan las costas peruanas
(10). Por consiguiente, es presumible que la carga de enfermedad por el cólera y otras
enfermedades, aumente mientras permanezca en aumento la temperatura ambiental.

Otra repercusión del cambio climático sería la disminución mundial de la oferta


alimentaria, debido a la reducción de terrenos cultivables (secundaria al aumento del
nivel oceánico costero, producto del derretimiento de grandes masas de hielo) y al
aumento de sequías e inundaciones en diferentes regiones del planeta (secundarias a
una mayor evaporación del agua y redistribución de las precipitaciones). Esta situación
podría aumentar la tasa de desnutrición, y con ello un aumento del riesgo de contraer
enfermedades infecciosas (8).
Por último, el desplazamiento de refugiados ambientales debido a inundaciones y
eventos climáticos extremos también ha sido asociado a un aumento de riesgo de
transmisión de enfermedades vía agua y alimentos. En el año 2007, las lluvias e
inundaciones desplazaron cerca de 16 millones de habitantes en el sudeste asiático (11
millones en India, 4,5 millones en Bangladesh y 250 mil en Nepal) (11). Ante la cantidad
de pacientes muchas veces la infraestructura sanitaria del lugar que recibe a los
migrantes se ve superada, asimismo, las instalaciones provisorias como albergues y
campamentos proveen un fecundo escenario para el surgimiento de brotes infecciosos
y de contagio interpersonal (8).

1.4. Variables intermediarias y consecuencias en salud humana

En cuanto a las variables intermedias entre cambio climático y su efecto sobre la salud
humana destacan el aumento de la frecuencia e intensidad de eventos climáticos
extremos (por ejemplo olas de calor, inundaciones, sequías), efectos en el rango y
actividad de vectores y parásitos, cambios ecológicos locales de agentes infecciosos
transmitidos por agua y alimentos, disminución de la productividad agrícola y aumento
del nivel oceánico (8).

La consecuencia de la interacción de estas variables, en un determinado tiempo, y lugar


genera el establecimiento de escenarios epidemiológicos propicios para la emergencia
y reemergencia de enfermedades infecciosas, muchas de ellas consideradas
erradicadas. A continuación, se describirán los cambios observados y proyectados en
dos tipos de enfermedades infecciosas “vectoriales” y “zoonóticas y transmitidas por
agua y alimentos”, posiblemente las más afectadas por el cambio climático (8).

CAPÍTULO 2:
ENFERMEDADES INFECCIOSAS

2.1. Definición

Las enfermedades infecciosas frecuentemente se presentan en forma de brotes.


Algunas de estas enfermedades tienen ciclos epidémicos independientes de factores
externos, como el sarampión, y otras requieren de la combinación de factores internos
como ambientales (1).

El cambio climático perturba los ecosistemas naturales y favorece las condiciones


ideales para la propagación de las infecciones y epidemias, principalmente relacionadas
a vectores, agua y alimentos. Las enfermedades infecciosas, en especial las
transmitidas por vectores, son altamente sensibles a las variaciones climáticas (1). Por
ejemplo, el paludismo dentro de las enfermedades transmitidas por vectores y el cólera
entre las relacionadas con el agua y los alimentos, fueron aquellas enfermedades donde
se observó una fuerte asociación entre el factor de variación climática y la epidemia. Sin
embargo, para otras enfermedades, la variación climática tuvo un rol importante, pero
no determinante, como la leishmaniasis, dengue, encefalitis virales y meningitis
meningocócica, donde aparecen además otros factores relacionados con la epidemia.

En el caso de fiebre amarilla, influenza y diarrea, la influencia de la variación climática


fue moderada, muy baja para Chagas, parasitosis intestinales, esquistosomiasis y
Lyme, y nula para tuberculosis (1).

2.2. Factores relacionados con brotes epidémicos

Entre los factores relacionados con estos brotes epidémicos estaría el comportamiento
humano, efectos sobre el patógeno y el vector que provocan la enfermedad.

Las distintas temperaturas y estaciones del año condicionan cambios en el


comportamiento humano, como trabajos, esparcimiento y movilizaciones. Por ejemplo,
el aumento de la transmisión del virus de la gripe en invierno donde la gente busca
lugares cerrados, o el pico de incidencia de gastroenteritis durante el verano cuando se
acostumbra a estar fuera del hogar (1).

En cuanto al patógeno, existe una relación directa entre los factores climáticos y los
patógenos que provocan enfermedades infecciosas. La mayoría de los virus, parásitos
y bacterias no pueden desarrollarse por debajo de ciertos límites de temperatura, como
es el caso de plasmodium falciparum, que requiere temperaturas mayores a 18ºC para
desarrollarse (1).

En cuanto al vector, la distribución geográfica y la dinámica poblacional de las


enfermedades vectoriales se relacionan con ciertos patrones de temperatura, lluvias y
humedad. La mayoría de los vectores son artrópodos de sangre fría altamente sensibles
a las temperaturas ambientales, por lo tanto, el calentamiento mundial favorece su
desarrollo. Las temperaturas más altas aceleran el metabolismo de los insectos,
incrementan la producción de huevos y la necesidad de alimentarse. Las lluvias además
tienen un efecto indirecto sobre la longevidad del vector, debido al aumento de la
humedad que crea un hábitat favorable para su desarrollo. Las inundaciones pueden
generar efectos catastróficos en la naturaleza al disminuir las fuentes de alimentación,
que al igual que la deforestación favorece el desplazamiento de los insectos a zonas
habitadas por el hombre (12).

2.3. Relación del cambio climático con los brotes epidémicos

El cambio climático genera un cambio en el comportamiento epidemiológico de


numerosas patologías tales como malaria, dengue, fiebre chikungunya y enfermedad de
Lyme, las cuales emergen y reemergen en áreas donde hasta hace poco tiempo se
consideraban erradicadas.

La malaria es responsable de 350-500 millones de casos por año y más de un millón de


muertes. Mientras las temperaturas globales aumentan y se alteran los patrones de
lluvias, el mosquito anófeles expande su hábitat hacia mayores latitudes y altitudes
consideradas áreas libres de malaria, encontrando en dichas zonas un alto número de
personas susceptibles como niños y ancianos (13). El período de tiempo que tarda el
Plasmodium en desarrollarse al interior del anófeles disminuye a medida que aumenta
la temperatura ambiental, lo cual podría favorecer una mayor transmisibilidad de esta
enfermedad conforme aumenta el clima planetario. Sin embargo, el cambio climático no
es la única razón para el resurgimiento de la malaria en diversas áreas del planeta, pues
también se encontraría involucrado la resistencia a antimaláricos, cesación de medidas
de control vectoriales, deforestación y migraciones humanas (8). Este último factor
reviste particular importancia (especialmente en un mundo globalizado), por cuanto los
desplazamientos de individuos y familias entre diferentes países aumentan tanto el
número de personas susceptibles de enfermar como la probabilidad de que mosquitos
no infectados adquieran el parásito, en caso de encontrarse la población migrante
contagiada.

El Aedes aegypti, vector principal del dengue y de la fiebre amarilla, presenta hoy en día
una distribución mundial en los trópicos. Su creciente expansión no solamente ha
ocurrido a consecuencia de la existencia de climas progresivamente más cálidos y
húmedos, sino también por un incremento de la población creando poblados no
organizados y cuyas ciudades ofrecen hábitats idóneos para el desarrollo de las larvas
del mosquito. Tal es la situación de América Latina, región que cuenta con 77% de
población urbana y donde un número considerable de personas viven en comunidades
altamente urbanizadas, con redes sanitarias deficientes y medidas de control vectoriales
insuficientes. Tan alta concentración de personas conviviendo en espacios geográficos
relativamente pequeños aumenta la masa crítica de transmisibilidad del dengue (14).

La evidencia ha demostrado que la incidencia de dengue en áreas endémicas presenta


estacionalidad y periodicidad interanual, refleja de cambios en las condiciones de
temperatura y humedad. Asimismo, la incidencia de dengue ha sido correlacionada
positivamente a los fenómenos climáticos de El Niño/La Niña, cuya frecuencia se ha
visto incrementada a partir de la década de 1970 en comparación a los últimos 100 años
(8).

En cuanto a la malaria, el cambio climático operaría como un catalizador en el cambio


de la epidemiología de dos importantes enfermedades vectoriales. El nuevo escenario
climático planetario no solamente tiene consecuencias sobre países en vía de
desarrollo, sino también en naciones del primer mundo. A partir de 1996 se han
registrado epidemias de virus Nilo Oeste (West Nile) con un número sin precedentes de
muertes y casos graves de encefalitis en Rumania, Rusia y E.U.A. (específicamente
Nueva York) (8).

Se ha reportado, en el 2007, el primer brote de fiebre chikungunya en un área no-


tropical, específicamente en Italia, identificándose entre los meses de julio y septiembre
205 casos. El análisis filogenético del virus chikungunya demostró una alta similitud
entre las cepas encontradas en Italia con aquellas identificadas en un brote ocurrido
previamente en islas del Océano Índico10, reflejo de un intenso proceso de migración
vectorial. Por último, entre los meses de enero y marzo de 2008 se documentó la
ocurrencia de un brote epidémico de fiebre amarilla en zonas urbanas aledañas a la
ciudad de Asunción, Paraguay, confirmándose 24 casos y 8 muertes. En aquel país no
se había registrado un brote a causa de esta enfermedad en los últimos 34 años,
situación que motivó la implementación de una campaña de vacunación masiva (1,5
millones de personas), con el fin de proteger a la población susceptible en áreas
consideradas de riesgo (15).
2.4. Transmitidas por mosquitos, por roedores y por bacterias

El paludismo, el dengue, y los virus neurotropos (encefalitis) son las patologías


transmitidas por artrópodos más involucradas con el cambio climático. En el caso del
paludismo, es transmitido por el mosquito Anopheles que se desarrolla en climas cálidos
y húmedos, más comúnmente en áreas selváticas tropicales alrededor de viviendas
rurales. Su transmisión está influenciada por el clima, debido a que el vector solo vive
en climas mayores a 20ºC, sin embargo, existen 4 casos de paludismo en el altiplano
boliviano relacionados con la adaptación vectorial (16).

Sin embargo, el aumento de casos no está sólo en relación a la temperatura, sino


también a la disponibilidad de medidas de prevención inexistentes en países como los
de África, donde se concentra el 90% de los casos mundiales. En los últimos años se
han observado cambios entomológicos en relación a la aparición de adaptaciones
biológicas del mosquito a situaciones in-habituales como supervivencia a mayores
alturas (>2600 m) y a menores temperaturas (hasta 8ºC), como se comunicó en Bolivia
en 2008, donde se hallaron colas de Anopheles pseudopunctipenis en Oruro, a unos
3710 metros de altura. Esto reafirma las afirmaciones de especialistas que predijeron
que los mosquitos se estaban adaptando a zonas más altas y frías, como altitudes entre
2620 y 3590 m, condiciones muy diferentes a las que existen en su ambiente clásico
tropical y subtropical cálido por debajo de los 2600 m (1).

El virus del dengue genera una enfermedad mundialmente conocida. Aedes aegypti está
bien adaptado al medio urbano, pero no resiste la desecación. La expansión del área de
distribución del Aedes y del dengue están favorecidos por el aumento de la humedad y
la temperatura, como de las lluvias, generados por el cambio climático (17). El
calentamiento mundial, influye en la aparición del dengue, tanto por el aumento de las
temperaturas y precipitaciones cuanto por los fenómenos de deforestación. En
Argentina se observó que el desarrollo del Aedes aparecía luego de varios meses con
temperaturas sobre los 20ºC y lluvias acumuladas por sobre los 150 mm (18) . Un
marcado descenso se observó por debajo de los 16,5ºC y no se observó desarrollo por
debajo de los 14,8ºC (18).
CAPITULO III:
CONSENSO INTERNACIONAL SOBRE EL
ESTUDIO CIENTÍFICO DEL CLIMA Y LA
SALUD: EL TERCER INFORME DE
EVALUACIÓN DEL IPCC

El IPCC fue creado por la OMM y el PNUMA en 1988 y su misión es evaluar la


bibliografía científica publicada en el mundo sobre cómo han influido las alteraciones
antropogénicas de las capas bajas de la atmósfera en los patrones climáticos del
mundo; cómo afecta esto a diversos sistemas y procesos importantes para las
sociedades humanas; y qué respuestas económicas y sociales disponen los
responsables de políticas para impedir el cambio climático y atenuar sus repercusiones
(19).

El primer informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático


(IPCC) publicado en 1991, hace pocas referencias a los efectos sobre la salud. Esto
debido al poco conocimiento del tema en esa época. Sin embargo, en el segundo
informe se trató de manera detenida esta problemática. El tercer informe de evaluación
del 2001, se incluyó pruebas científicas preliminares del verdadero impacto sobre la
salud (19).

En su Tercer informe de evaluación, el IPCC llegó a la conclusión siguiente: "Según las


proyecciones, en general el cambio climático aumentará los peligros para la salud
humana, sobre todo en las poblaciones de menores ingresos de los países tropicales y
subtropicales". El resumen afirma seguidamente: "El cambio climático puede afectar a
la salud de manera directa (consecuencias de temperaturas demasiado altas o bajas,
pérdida de vidas y lesiones en inundaciones y tormentas) e indirecta, alterando el
alcance de los vectores de enfermedades, como los mosquitos, y de los patógenos
transmitidos por el agua, así como la calidad del agua, la calidad del aire, y la calidad y
disponibilidad de los alimentos. El impacto real en la salud dependerá mucho de las
condiciones ambientales locales y las circunstancias socioeconómicas, así como de las
diversas adaptaciones sociales, institucionales, tecnológicas y comportamentales
orientadas a reducir todo el conjunto de amenazas para la salud (20)”.

En términos generales, un cambio delas condiciones climáticas puede tener tres tipos
de repercusiones en la salud: causadas en general por fenómenos meteorológicos
extremos; por procesos de cambio ambiental y perturbación ecológica resultantes del
cambio climático; y diversas consecuencias para la salud (traumáticas, infecciosas,
nutricionales, psicológicas y de otro tipo) que se producen en poblaciones
desmoralizadas y desplazadas a raíz de perturbaciones económicas, degradaciones
ambientales y situaciones conflictivas originadas por el cambio climático (19).

La conclusión de su informe fue que el cambio climático incrementaría la mortalidad y la


morbilidad asociada al calor y reduciría la mortalidad asociada al frío en los países
templados; aumentaría la frecuencia de epidemias después de inundaciones y
tormentas; y tendría efectos considerables sobre la salud tras los desplazamientos de
poblaciones (19).

CAPITULO IV:
RETOS PARA LOS CIENTÍFICOS QUE ESTUDIAN EL
CAMBIO CLIMÁTICO Y LA SALUD
El estudio del cambio climático implica varios retos para los investigadores debido a la
complejidad del tema. La identificación, cuantificación y predicción de los impactos del
cambio climático en la salud plantea retos relacionados con la escala, la especificación
de la "exposición" y la elaboración de cadenas causales, a menudo complejas e
indirectas (20). En primer lugar, la mayoría de los investigadores no están familiarizados
con la escala geográfica de las repercusiones del clima en la salud. En segundo lugar,
la variable "exposición" (que comprende el tiempo, y la variabilidad y las tendencias del
clima) plantea dificultades. En tercer lugar, algunas repercusiones en la salud se
producen por vías indirectas y complejas. Por ejemplo, los efectos de las temperaturas
extremas en la salud son directos. Por el contrario, los cambios complejos en la
composición y el funcionamiento de los ecosistemas median el impacto del cambio
climático en el contagio de infecciones transmitidas por vectores y en la productividad
agrícola (19).

Los investigadores tienen cinco tareas principales:

Modelos predictivos basados en


Establecer relaciones basales entre el escenarios. Los climatlogos pueden
tiempo y la salud. Investigar la sensibilidad modelizar satisfactoriamente las
de determinados resultados sanitarios al Acumular evidencia sobre los efectos consecuencias climticas de escenarios
tiempo, a la variabilidad climática y a los iniciales del cambio climático futuros de emisiones de GEI. Relacionando
cambios ambientales inducidos por el estos escenarios climticos con los modelos
clima. de impacto sobre la salud podemos estimar
las repercusiones probables

Estimar los beneficios y costos


concurrentes de la mitigación y la
adaptación. Las medidas orientadas a
Evaluar las posibilidades de adaptación. reducir las emisiones de GEI (mitigacin) o
aminorar las repercusiones en la salud
(adaptacin) pueden tener otros efectos
concurrentes en la salud.

BIBLIOGRAFÍA

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