Sei sulla pagina 1di 2

Calor del cuerpo

Merlau Ponty había ya advertido que lo que él definía como profundidad, no era
simplemente el espacio, sino el tiempo o el proceso, un sistema heterogéneo compuesto
por momentos, recorridos e instantes que se identifican con las posiciones.

De esta manera, un cuerpo no resulta mas que una especifica relación de velocidad y
lentitud entre elementos no formados, una velocidad del afecto que coincide con la lentitud
de un concepto. Extensión y pensamiento son los atributos donde se erige la noción de
paisaje, y el cuerpo, un modo de la extensión, que implica, a su vez, un modo de
pensamiento y presencia.

Pese a la idea aparentemente reduccionista del paisaje, referida solo a su representación o


a su perspectivización, donde solo acontece un mundo pretendidamente dominado, se
olvida que esa nueva realidad representada, evoca una presencia en el mundo, es decir un
paisaje también. Un poner delante, nos dice Heidegger, que es la representación de lo que
nos acosa como caos.

Esta nueva exterioridad, la de la representación del paisaje, nos asedia como el delirio
mismo del ornamento, el horros vacui y nuestro profundo miedo al vacío. Pese a que la
representación se distancia en su conceptualización del flujo y la diferencia, es en su
propia materialidad, por ejemplo en la pintura como medio, donde acontece su nueva
condición. Su vulnerabilidad a la permanencia.

Como no pensar entonces en que una sala común de casa, sus formas y sus adornos son
por si mismos un paisaje, una exterioridad presente a mi mirada, mis afectos y mi
cuerpo?. Y sin embargo también, como no pensar en las sillas, las de la sala, como un
campo de caza, un campo de domesticación y naturalización?.

Deleuze nos propone pensar lo que define como la diferencia de intensidad , con la
advertencia de que la diferencia no es lo diverso, sino todo lo que son diferencias de
potencial, de tención y de temperatura, aquello por lo que lo dado es dado, Y para hacer
pensable la diferencia, hay que librarla de las exigencias de la representación. Pensarla
incluso a ella como un paisaje corruptible a la diferencia, a la ruina y a la repetición.

El calor del cuerpo se instala como inmanencia, como huella y como mancha en la piel del
paisaje que viste a la silla en su doble domesticación, la del paisaje y la del cuerpo y sin
embargo, esta huella es también, la posibilidad misma de escapar al poder de la
representación.
Justificación del proyecto

El proyecto que pongo a su consideración asiste a este enunciado, es en suma una


taxidermia de una naturaleza que se nos presenta a los ojos como un lugar intermedio
entre la representación y su opuesto.

Pongo en juego el concepto de superficie, no simplemente como la epidermis que se


permea a los ojos, sino como el lugar del transito entre la fisis, la potencia, y el lugar de la
idea. Por ello, implico acá a la pintura como el recurso mas propio para definir la presente
propuesta. Una técnica a la que acude la mancha, descrita ya por muchos teóricos como la
mínima unidad en la pintura, y un concepto, girado entorno a la idea de paisaje como el
lugar mismo de nuestra exterioridad.

Potrebbero piacerti anche