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5.1 GÉNESIS
En este capítulo se analizan en forma general los factores de formación de los suelos, clima,
relieve, material parental, organismos y tiempo, en los diferentes paisajes identificados en el
presente estudio, con el fin de evaluar tanto su influencia relativa en los procesos físico-químicos
y biológicos responsables de la génesis y evolución de los suelos, como en el desarrollo de las
características morfológicas, químicas y físicas que diferencian entre sí a los suelos representados
por los perfiles modales de las unidades cartográficas.
Las características morfológicas y físico-químicas de los suelos, son el resultado de la interacción
de los factores formadores que dan origen a los procesos pedogenéticos. Los factores activos
(clima, vegetación y hombre) actúan sobre el factor pasivo (material parental), proceso
modificado por las características del relieve a través del tiempo.
Los materiales originales, tanto minerales como orgánicos, al estar sometidos a la acción del
clima y/o de los organismos, se alteran y descomponen, iniciando la formación del suelo. Una
vez que empieza el proceso de alteración, ocurre la reorganización de los materiales hacia
minerales secundarios, transformación que es llevada a cabo a través de una serie de procesos
físicos, químicos y biológicos complejos.
El departamento de Cundinamarca se caracteriza por la complejidad de su relieve y la amplia
variación climática, tipos de vegetación y material parental, por lo cual son numerosos los
ecosistemas, en los cuales los factores formadores de los suelos actúan de diferente manera, ya
sea en forma independiente o en interacción unos con otros.
Por lo anterior, para el análisis de los factores y procesos formadores de los suelos se tomaron
los suelos dominantes y representativos de los diferentes paisajes, y de ellos se identificaron
las principales características que los definen, tales como los aspectos geomorfológicos, litología
con énfasis en los materiales formadores de los suelos, clima ambiental, morfología y
características físicas y químicas de los mismos.
A continuación se describe, en forma sucinta los principales aspectos de los factores y procesos
formadores de los suelos del departamento. Se remite al lector al capítulo de Medio Natural
para el tratamiento pormenorizado del clima y de la geología de la zona de estudio.
La temperatura tiene acción directa en la formación del suelo, por cuanto influye en la velocidad
de las reacciones químicas: a mayor temperatura, mayor velocidad de éstas. Así mismo, en la
meteorización física, las fluctuaciones de temperatura originan los ciclos de expansiones y
contracciones en las rocas, efectos que a su vez determinan el resquebrajamiento y fragmentación
de las mismas. La precipitación pluvial determina la humedad del suelo y ésta su aireación.
Interviene activamente en las reacciones químicas y físicas del material parental; por lo tanto,
es factor fundamental en la formación de los suelos.
En el departamento se presentan la mayor parte de los tipos de climas ambientales (Caldas-
Lang, citado por U. Nacional, 1983), exceptuando los cálidos árido, semiárido y muy seco y,
en general, la provincia de humedad pluvial. Las precipitaciones promedio mínimas se
encuentran alrededor de los 550 a 600 mm/año en clima frío seco y 1000 a 2000 mm/año en
la franja paralela al río Magdalena con clima cálido seco; el promedio máximo se aproxima a
los 3600 mm, lo que refleja marcadas diferencias climáticas en la geografía departamental. Las
menores precipitaciones anuales de clima Frió seco se presentan en la Sabana de Bogotá, en
sectores de los municipios de Chía, Facatativá, Nemocón, Zipacón, entre otros; los balances
hídricos de estos sitios muestran que la evapotranspiración predomina sobre la precipitación
pluvial. Las máximas precipitaciones pluviales se presentan en la vertiente oriental de la
Cordillera Oriental, sectores de los municipios de Medina y Paratebueno con 3600 mm/año y
los balances hídricos de esos lugares reflejan la dominancia de la precipitación sobre la
evapotranspiración. En Guayabetal se reportan las precipitaciones más altas de todo el territorio
departamental con 5364 mm/año, consideradas como una situación atípica para el mismo.
Las temperaturas promedias máximas de 27 a 29°C se presentan en los paisajes de valle,
piedemonte y lomerío con climas cálido seco y húmedo, y las mínimas en las partes más altas
de la cordillera, con valores menores a 8°C.
Con lo anterior, en Cundinamarca, en el piso térmico cálido (0-1000 m) domina la provincia de
humedad seca sobre la húmeda; en el piso medio (1000-2000 m) predomina fuertemente la provincia
húmeda sobre la seca; en el frío (2000-3000 m) hay ligera dominancia de la provincia seca sobre la
húmeda y, en los muy fríos y extremadamente fríos, el ambiente es húmedo en su totalidad.
En general, son abundantes los suelos que permanecen húmedos la mayor parte del año, lo que
se enmarca en el régimen de humedad údico y muy localmente perúdico. Lo anterior ha facilitado
los procesos de transformación de los materiales y la pérdida por lavado de las bases, lo cual se
refleja en la dominancia de los suelos desaturados; sin embargo, es bueno reconocer que algunos
de los materiales primarios de origen se caracterizan por su pobreza en elementos básicos. En
Cundinamarca dominan los suelos distróficos.
En los sectores caracterizados por tener provincia de humedad seca, con niveles de pluviosidad
bajos, aunque no extremos, y/o distribución bimodal, sobresalen los procesos formadores de
suelos de translocaciones, transformaciones y pérdidas en los sectores de fuertes pendientes
por degradación de los suelos. Es frecuente la formación de horizontes diagnósticos argílicos
y, en pocas áreas, cálcicos y nátricos, todos en los sectores topográficamente estables.
En algunas zonas de clima cálido seco, tales como el sector Tocaima-Girardot, se observa un
aparente cambio climático que paulatinamente ha configurado un proceso de desertificación,
con la consiguiente degradación del medio ambiente local.
El Grupo Quetame está integrado de rocas metamóficas del Paleozoico compuestas de esquistos
verdes, filitas, cuarcitas y meta-conglomerados, conocidas en forma genérica como los
esquistos de Quetame. De este grupo sobresale la formación de Areniscas de Gutiérrez,
conformada por rocas sedimentarias epicontinentales del Paleozoico; litológicamente
constituida por conglomerados con clastos de cuarzo, rocas metamórficas y cuarzoarenitas de
grano fino a grueso.
La formación del Guavio, está conformada por un conjunto de calizas grises claras con intercalaciones
de lutitas y limolitas negras fosilíferas, pertenecientes al Cretácico Inferior, que afloran en el extremo
oriental del departamento, en los farallones de Medina y alrededores de Gachalá.
La formación Fómeque, está constituida por lutitas grises intercaladas con lodolitas calcáreas,
limolitas grises y lentes de calizas oscuras a negras. La formación Une consta de areniscas
cuarzosas de color gris claro a blanco amarillento de grano fino a grueso. Chipaque es un
conjunto de rocas formadas en el Cretácico, constituida por lodolitas negras con intercalaciones
esporádicas de caliza; en su parte superior se presentan areniscas cuarzosas de color gris claro
a gris oscuro y esporádicos niveles de carbón.
La formación Guaduas, una de las más conocidas, consta de arcillolitas laminares y no
laminares, grises claras o abigarradas con intercalaciones de cuarzoarenitas y algunas capas
de carbón; aflora en fajas distribuidas en la Sabana de Bogotá, desde el norte en los municipios
de Lenguazaque, Suesca y Cogua, hasta el sur en los municipios de Silvania y Cabrera.
Otras formaciones son Cacho, integrada por rocas sedimentarias del Paleógeno constituidas
por areniscas de cuarzo y conglomerados que presentan localmente lentes de limolitas e
intercalaciones delgadas de lodolitas; se caracterizan por aflorar en forma de escarpes fuertes
a muy fuertes. Formación Bogotá, constituida por areniscas sub-feldespáticas de color gris
verdoso a gris azuloso estratificadas con lodolitas y arcillolitas abigarradas. Formación
Regadera, constituida por conjuntos de areniscas finas hasta conglomeráticas de cuarzo y
feldespatos, y arcillolitas con intercalaciones de capas de cuarzoarenitas y cuarzofeldespáticas.
• Depósitos cuaternarios
Como depósitos Cuaternarios se agrupan: (1) Los depósitos recientes de origen fluvial
localizados en las posiciones bajas activas y las terrazas de los ríos Magdalena y Bogotá, en
los municipios de Puerto Salgar, Guaduas y Guataquí, entre otros; también se incluyen los
depósitos coluvio-aluviales de los vallecitos estrechos intramontanos. (2) Depósitos recientes
de origen fluvio-lacustre, que homogenizaron y cubrieron poco a poco unidades más antiguas;
entre ellos se destacan los depósitos de la Sabana de Bogotá y su composición de niveles de
terrazas, los abanicos de piedemonte, coluviones y abanicos diluviales localizados en la Calera,
embalse del Neusa y sectores de Sesquilé. (3) Depósitos recientes de origen aluvial del
piedemonte de Paratebueno y Medina, los que dieron origen a los abanicos aluviales actuales,
(4) Depósitos piroclásticos y cenizas volcánicas, que cubren sectores relativamente amplios
del departamento, especialmente en los niveles altos de las terrazas y depósitos lacustres de la
Sabana de Bogotá y en los cerros de La Calera, embalse de Tominé, Bojacá, Villapinzón,
Fómeque y sectores medios y altos del Páramo de Sumapaz.
Desde el punto de vista de la evolución de los suelos del departamento, por gran dominancia
y variedad de los materiales de origen sedimentario, estos se han congregado en seis (6)
grupos y, además, se incluyen los depósitos piroclásticos y cenizas volcánicas comunes en el
departamento; todos ellos descritos en forma breve a continuación:
• Areniscas
La formación Areniscas de Gutierrez del Devónico aparece en el flanco oriental de la
cordillera; así mismo, al occidente cerca de San Juan de Rioseco y desde el valle del
Magdalena hacia el Páramo de Sumapaz; forman flancos muy estrechos y alargados de
sinclinales, a veces fallados, con escarpes de frente de cabalgamiento que separan
amplias depresiones sinclinales.
• Arcillolitas
Las arcillolitas se encuentran casi puras en las formaciones Guaduas y Bogotá desarrolladas en
la transición del Cretácico superior al Terciario Inferior y constituyen el núcleo del sinclinal de
San Juan de Rioseco-Guaduas, la estructura de Cabrera-San Bernardo y algunos sitos de la
Sabana de Bogotá, conformando un modelado suave colinado. Son arcillolitas con un alto
grado de impermeabilidad, lo que incrementa la susceptibilidad al escurrimiento difuso y
concentrado en los suelos.
• Lutitas
Las lutitas puras o shales negros aparecen en la vertiente occidental de la cordillera,
representadas por las formaciones del Grupo Villeta Inferior del Cretácico medio y superior.
Generalmente aparecen interestratificadas con delgados bancos de areniscas; están en su
mayor parte alteradas y constituyen materiales de poca resistencia a la erosión, en relación
con las areniscas.
• Conglomerados
Se encuentran representados por la formación Hoyón, expuesta en el sector oeste del
sinclinal de Guaduas, donde conforman el frente del homoclinal orientado hacia el
valle del Magdalena. Los materiales están compuestos por conglomerados con cantos
de cuarzo y liditas, areniscas conglomeráticas e intercalaciones locales de lutitas rojas
en capas delgadas; así mismo la formación San Juan de Rioseco está constituida por
conglomerados con cantos de cuarzo e intercalaciones de liditas, lutitas y areniscas.
Debido a su localización en clima seco, están afectados por escurrimiento superficial
difuso y concentrado, que tiende a eliminar el delgado manto superficial que los recubre.
• Lutitas interestratificadas con calizas
Constituyen un conjunto de rocas de poca resistencia que originan modelados ondulados
como los expuestos en el Sinclinorio de Une, en las formaciones Chipaque y Fómeque,
las que constan principalmente de bancos gruesos de lutitas negras con lentes de caliza,
arenisca y arcillolita, localmente están recubiertas con delgadas capas de conglomerados.
En este estudio, el paisaje geomorfológico de montaña está dominado ampliamente por relieves
fuertemente quebrados a fuertemente escarpados, pendientes mayores de 25%, con excepción
de las formas situadas en las zonas más altas de la cordillera como campos morrénicos y
cumbres andinas; así mismo en las formas intramontanas de origen coluvio-aluvial y aluvial,
en las cuales el relieve es menos complejo. En las formas estructurales dominan los suelos
poco profundos y poco desarrollados, de perfil A-R y A-C-R, debido a la presencia del manto
rocoso cerca de la superficie; en ellas, son amplias las áreas de afloramientos rocosos.
En el lomerío la topografía es compleja, dependiendo de los tipos de relieve que lo conforman,
desde plano a ligeramente plano en los vallecitos, ligeramente ondulado en los glacís y
moderadamente quebrado a fuertemente quebrado de pendientes mayores de 25% en las lomas,
colinas, espinazos, crestas y barras homoclinales. En los relieves más abruptos,
correspondientes a las formas estructurales, el manto rocoso aparece cerca de la superficie de
los suelos (suelos líticos) y en algunos casos aflora en la superficie.
En el paisaje de piedemonte el relieve varía de ligeramente plano y ligeramente inclinado a
fuertemente inclinado y quebrado, afectado por procesos erosivos superficiales de tipo hídrico.
Los suelos de piedemonte tienen diferentes grados de desarrollo que dependen en gran medida
de su localización relativa en el mismo. Dominan los suelos de perfil A-B-C sobre los A-C.
En los sectores más bajos del paisaje, de formas cóncavas, sobresalen los procesos oxidoreductores.
En la planicie, sector Sabana de Bogotá, por ejemplo, el relieve predominante es ligeramente
plano a ligeramente ondulado con pendientes menores de 7%, ha sido suavizado por el aporte
de capas relativamente delgadas de cenizas volcánicas, que cubrieron materiales originales
de tipo aluvial y lacustre. Dependiendo de su localización relativa en la planicie, los suelos
pueden ser profundos y bien drenados, de perfil A-B-C; superficiales por mal drenaje natural,
de perfiles A-B-C y A-Cg, y suelos orgánicos de perfiles muy variables según el estado de
alteración de sus materiales.
En el paisaje de valle, de sección transversal relativamente amplia, el relieve es plano a
ligeramente plano con pendientes menores de 3%; la localización relativa en el paisaje
generalmente determina en las partes bajas la ocurrencia de inundaciones, encharcamientos o
la presencia del nivel freático alto, o en el mejor de los casos un nivel fluctuante estacional, lo
que se refleja en la morfología de los suelos con colores predominantemente grisáceos. En los
niveles medios y altos de las terrazas, con relieves que pueden llegar a ser ligeramente
ondulados, las condiciones de drenajes de los suelos generalmente son mejores, direccionando
procesos formadores de los suelos, diferentes a los primeros.
En general, en los paisajes que han sido recubiertos por capas de cenizas volcánicas de espesor
variable, las laderas y cimas han sido suavizadas presentando una morfología convexa. En
estas áreas el relieve no afecta mayormente la pedogénesis de los suelos y la homogeneidad
de los mismos es grande. El agua penetra fácilmente en el suelo y prácticamente la escorrentía
no tiene gran significación. Sin embargo, en las formas estructurales de laderas largas y
rectilíneas, en las cuales las capas de cenizas volcánicas se encuentran en contacto directo
con los estratos rocosos, se configura un ambiente caracterizado por la sobresaturación de
agua de las cenizas volcánicas, que oficia de plano deslizante, facilitando el desplazamiento y
pérdida del material ladera abajo; ello confirma los movimientos en masa, frecuentes en estos
tipos de materiales.
En los relieves quebrados, sin la presencia de cenizas volcánicas, la pérdida de los materiales
superficiales es relativamente importante y la escorrentía determina el desgaste de los suelos;
la materia orgánica se pierde fácilmente y tienden a desarrollarse suelos de colores claros en
la parte superior del perfil y colores amarillos y rojizos en la inferior; la diferenciación de
horizontes es clara en la mayor parte de los casos. Así mismo, es importante en estos procesos
de pérdidas y translocaciones, el movimiento vertical y lateral del agua en el perfil.
5.1.1.4 Organismos
Este factor formador del suelo involucra la vegetación natural, los cultivos, la población
biológica del suelo (macro, meso y microorgánica), el hombre y la fauna que habita sobre la
superficie. Sobresalen en importancia la vegetación y la microfanuna, debido a que la primera
aporta la materia orgánica y la segunda la transforma. El carácter de la vegetación natural
expresa la suma de los factores climáticos en los cuales se desarrolla. Por esta razón, no
puede ser considerada como un factor independiente, puesto que ella misma está determinada
por el clima. Puede por lo tanto, afirmarse que el clima, como factor de formación, ejerce
influencia directa sobre los suelos e indirecta a través de la vegetación.
La mineralización de la materia orgánica la realizan múltiples organismos (descomponedores,
biosintetizadores, etc), a los cuales corresponde y se debe una buena parte del proceso de
transformación de los suelos.
El papel del hombre en la evolución de los suelos del trópico es importante, en la medida en
que su intervención sobre los suelos sea ligera a fuerte. La intervención humana en este medio
es de efecto regresivo, ya que desencadena procesos de erosión, en cuyo caso, se trata más de
un proceso destructivo que formativo.
En los suelos de Cundinamarca los efectos regresivos debidos a la intervención del hombre
son evidentes y acelerados, con excepción de los ubicados a más de 3200 msnm. A través de
su prehistoria e historia reciente, las tierras del departamento han sido utilizadas en labores
agropecuarias y forestales en forma permanente, con la subsecuente deforestación y eliminación
de las especies nativas. Solamente subsisten en algunos sitios relictos de bosques localizados
en el flanco oriental de la cordillera, con aportes mínimos de materiales orgánicos al suelo. El
campesino ha utilizado, y aún lo hace, prácticas de manejo de los suelos consideradas como
perjudiciales para recursos como Suelo, Vegetación e Hidrología, como la siembra en surcos
a lo largo de la ladera, causando la degradación de los recursos.
En los suelos desarrollados de cenizas volcánicas es abundante la actividad de
macroorganismos, lo que contribuye enormemente al proceso de transformación de las mismas,
mediante actividades de pedo-turbación; entre los macroorganismos más comunes están los
coleópteros (chizas) y lepidópteros.
La mayor parte de la cobertura vegetal de los suelos es de origen antrópico, y se podría decir
que el aporte de materiales orgánicos a los suelos es mínimo. En los páramos medios y altos
(alturas de 3200 msnm y mayores), aún son comunes los aportes de materiales orgánicos en
medios bien y mal drenados, originando suelos orgánicos. Así mismo, en las zonas con cultivos
de café bajo sombrío, el aporte de materiales vegetales se evidencia en mantillos poco espesos.
5.1.1. 5 Tiempo
La acción del tiempo en el desarrollo pedogenético de un suelo se refleja en sus características
específicas. Podría afirmarse que el tiempo de formación determina el grado en el cual los
demás factores alcanzan su máxima expresión. El tiempo cero o punto de partida en la
formación de un suelo lo determina la iniciación de los procesos pedogenéticos que se suceden
cuando se presenta un evento catastrófico.
La relación existente entre un suelo y su tiempo de evolución no puede establecerse
cronológicamente, ya que no siempre los suelos más antiguos son los más evolucionados. Esta
relación puede discutirse con base en la cantidad de minerales intemperizables presentes en un
suelo en un momento dado. De esta forma, se puede afirmar que un suelo será tanto más viejo,
cuanto menor sea la cantidad de minerales intemperizables, a menos que estos se hayan heredado
de ciclos previos. Sin embargo, esta afirmación no es absoluta, puesto que es fácil encontrar
suelos con pocos minerales alterables que no presentan perfil genéticamente desarrollado.
Si bien a nivel departamental se reportan algunos Grupos y Formaciones Geológicas
relativamente antiguas, los materiales parentales son así mismo relativamente recientes
(reflejados en los suelos identificados), debido principalmente a los eventos tectónicos
presentados, la influencia de piroclastos y a las fuertes pendientes de las posiciones de montaña
y lomerío, que han rejuvenecido los paisajes, por lo menos las formaciones superficiales y los
materiales parentales de los suelos.
5.1. 2 Procesos de formación del Suelo
La formación de un suelo resulta del efecto combinado de procesos que implican adiciones,
transformaciones, translocaciones y pérdidas de los componentes químicos del material parental.
Estos procesos determinan, en última instancia, la composición química y mineralógica y las
características físicas y morfológicas de cada uno de los horizontes del perfil de suelo. Los
procesos fundamentales antes mencionados presentan en particular procesos específicos.
A continuación se presenta un breve comentario de los principales procesos formadores de
los suelos en Cundinamarca, con énfasis en aquellos de mayor dominancia en cada paisaje
geomorfológico.
5.1. 2.1 Transformaciones
Las transformaciones se refieren a todos aquellos mecanismos, reacciones, cambios que se
suceden o han sucedido en los componentes minerales u orgánicos de los suelos, rocas o
sedimentos en su continua búsqueda con el equilibrio bioclimático ambiental; ejemplo de
ellas son los compuestos orgánicos que se originan durante la descomposición de la materia
orgánica, a las sustancias resultantes de la meteorización físico-química de las rocas y la
En algunos sectores de piedemonte de clima cálido húmedo, dentro de los procesos de transformación,
sobresale el de la transición a la ferralización, donde hay pérdida de bases y
de alguna sílice coloidal y, a su vez, acumulación de hierro, aluminio y síntesis de arcillas 1:1.
El suelo más representativo, para el área, es el Oxic Dystrudepts, perfil AC-48.
En los valles, el desarrollo de los suelos está directamente relacionado con el clima ambiental y la
ubicación en el paisaje. En los planos de inundación de clima cálido húmedo, los suelos ubicados
en las partes más bajas están sometidos a procesos de oxido-reducción, en los cuales en alguna
época del año se encuentran libres de la tabla de agua. Por acción de las aguas cargadas de materia
orgánica, los óxidos de hierro se reducen al estado ferroso, se hacen más solubles y, por lo tanto,
más móviles. En un medio reductor, los compuestos orgánicos ácidos ejercen una acción agresiva
con respecto al Fe y al Al; además facilitan los desplazamientos del equilibrio por medio del fenómeno
de complejación de los oxi-hidróxidos de Fe y Al. Por el contrario, en medio aireado los fenómenos
de oxidación provocan la liberación del hierro ferroso de ciertos minerales complejos; el hierro al
pasar a la forma férrica, colorea de pardo o de ocre los horizontes de alteración.
En los sectores aluviales, tanto de valles amplios como estrechos intramontanos, con
claro contraste en el régimen de lluvias, predominando las largas épocas secas, los
sedimentos depositados son arcillosos a muy arcillosos (arcillas > 60%), sintetizándose
arcillas montmorilloníticas tipo 2:1 (perfiles CU-14 y M-9); en ellos se reconoce una
marcada propiedad de expansión-contracción, con la cual el proceso de pedoturbación
arcillosa (haploidización) es el dominante. Se generan así, los Vertisoles.
5.1.2.2 Translocaciones
La translocación es un proceso por medio del cual las sustancias minerales y orgánicas
se movilizan de un punto a otro dentro del perfil del suelo, con el flujo del agua que
circula por él. Este proceso puede ser permanente o interrumpido; en el primer caso
puede haber un lavado de cationes dejando como resultado un suelo desaturado y en el
segundo caso una remoción de arcillas originando un horizonte argílico. El lexivaje es
un proceso específico de translocación que se sucede por suspensión.
Las translocaciones de materiales de un horizonte a otro se realizan por una serie de
movimientos identificados como procesos de eluviación e iluviación; éstos han actuado
de manera estrecha con el proceso de migración mecánica de la arcilla, la cual produce
un enriquecimiento en algún sub-horizonte dando origen a un horizonte argílico. Este
horizonte se presenta en el estudio en áreas con bajas precipitaciones y alternancia de
estaciones húmedas y secas, en los pisos térmicos frío y medio.
Existen varias razones que permiten suponer que el mecanismo de movilización y
depositación de arcillas es propiciado por un período estacional de sequía. En primer
lugar, porque los ciclos alternos de humedecimiento y secamiento propician la dispersión
de la arcilla; en segundo lugar, cuando el suelo se seca se producen grietas a través de
las cuales puede percolar el agua retenida a bajas tensiones, y en tercer lugar, la detención
del agua percolante por la mayor tendencia a absorber la humedad de los suelos cuando
están secos.
La mayor parte de los endopedones argílicos identificados en Cundinamarca, son
espesos sobre una matriz de suelo con saturaciones de bases medias a altas, lo que
podría suponer que los materiales han sido poco lavados, manteniéndose en forma regular
las actuales características de clima; sobre ellos se formó el horizonte argílico. Sin
embargo, en pocos suelos (perfil AC-71) con horizontes argílicos espesos (Figuras 152a
y b), se observa que el proceso eluviación-iluviación ocurre en un suelo con bajas
saturaciones de bases, lo que hace pensar que, en épocas pasadas, estas zonas pudieron
tener un clima diferente al actual, en donde la precipitación pluvial más alta permitió
primero el lavado de las bases y después la formación del horizonte argílico mediante
la acción de un cambio climático. A partir de los 35 cm de profundidad del suelo de
referencia, en las secciones delgadas de los horizontes argílicos, y más exactamente en
las paredes, cavidades y planos, se identificaron cutanes arcillosos (argilanes) delgados,
discontinuos y cortos en cantidades apreciables, confirmando sin duda alguna la
existencia del proceso de translocación.
5.1.2.4 Ganancias
El término “ganancia” se utiliza para designar el resultado de un proceso en el cual un suelo
recibe aportes de materiales, bien sea de materia orgánica o materiales minerales, estos últimos
en las planicies de inundación. Generalmente esto sucede cuando un suelo recibe o acumula
el material proveniente de pedones o de suelos vecinos. Tal es el caso de los suelos que
ocupan las posiciones de piedemonte o localmente áreas depresionales.
El proceso de acumulación de materia orgánica es el más frecuente y significativo de las zonas
húmedas y frías del departamento. En estos sitios el material acumulado es de origen vegetal.
En sectores de páramo bajo y medio de la cordillera, de relieves más suaves que los circundantes,
y la presencia de algunos relictos de bosques naturales, es frecuente el proceso de acumulación
de material vegetal, en forma de mantillo (litter) poco a moderadamente espeso, que por las
características extremas de clima sufre poca alteración; el proceso de humificación es muy
lento. Corresponden a los suelos orgánicos de ambientes bien drenados (Folists).
En las zonas coluviales y coluvio-aluviales, es frecuente encontrar suelos enriquecidos por
escurrimiento lateral o por acumulación superficial, tal es el caso de los Hapludolls, escasos
en el presente estudio. En las zonas aluviales los perfiles de suelos están conformados, la
mayor parte de las veces, por una serie de horizontes enterrados con alto porcentaje de carbón
orgánico (proceso de enriquecimiento o adición mineral); se presenta aquí el fenómeno de
discontinuidades litológicas en un suelo. Son los típicos suelos fluvénticos.