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INTRODUCCIÓN A COLOSENSES

Al escribir a los efesios y a los filipenses, Pablo estaba escribiendo a congregaciones


que él conocía personalmente; no sólo las conocía, sino que las había fundado. Pero al
escribir a los colosenses, Pablo estaba escribiendo a una congregación que no conocía
muy bien. Según entendemos, Pablo nunca había visitado Colosas (Col 2:1). Era una
pequeña ciudad, situada en el valle del río Lico, no muy lejos de Laodicea y Hierápolis
(ver mapa bíblico).

Es probable que el evangelio llegó a Colosas por medio de Epafras, quien era oriundo
de ese lugar (Col 1:7; 4:12-13; Film 23). Llegó durante la estadía de Pablo en Éfeso
(Hch 19:10). Por eso Pablo tomó un interés personal en los hermanos que se
congregaban en esa ciudad. Entre los miembros de la iglesia en Colosas, destacan no
sólo Onésimo y Filemón (ver Col 4:9), sino también Arquipo – el anfitrión de la iglesia
(Film 2), y uno de sus líderes (Col 4:17).

La mayoría de los creyentes en Colosas eran gentiles (Col 1:27; 2:13). Sin embargo,
había una comunidad de judíos en la zona, y es probable que algunos de ellos se
habían convertido, y congregaban con los creyentes gentiles. Aunque eran una
minoría, ejercían bastante influencia sobre sus hermanos gentiles (ver Col 2:16; 3:11).

Mientras Pablo estaba en la cárcel en Roma, por el año 60 d.C. (Col 4:3, 10, 18),
recibió una visita de Epafras. Epafras trajo un informe alentador, en cuanto a la fe de
los creyentes en Colosas (Col 1:7-8); pero también mencionó algunas corrientes
teológicas heréticas que estaban afectando a la iglesia. Preocupado por ello, y
sintiendo una responsabilidad apostólica, Pablo se dispuso a escribir a la congregación,
advirtiendo a los creyentes en Colosas del peligro que corrían al prestar atención a
esas herejías.

Las ideas heréticas surgieron de algunos falsos maestros que se habían introducido en
la iglesia. Ellos hablaban mucho de los ángeles (Col 2:18), y enfatizaban la
importancia de cumplir ciertos ritos de origen judío (Col 2:16, 20-22). El peligro con
todo ello era que atentaba contra una fe plena en Cristo. Por eso Pablo escribe a la
iglesia, enfatizando la grandeza de Cristo (Col 1:15-19), y Su obra perfecta de
salvación (Col 1:20-22; 2:11-15). Pablo declara que si tenían a Cristo como Salvador,
no necesitaban nada más (Col 2:9-10). Los creyentes en Colosas tenían que cuidarse
de no ser engañados por los falsos maestros (Col 2:8), y también tenían la
responsabilidad de permanecer en el verdadero evangelio que habían escuchado de
Epafras (Col 1:23).

La carta a los Colosenses complementa Efesios. En ambas cartas, Pablo expone la


grandeza y la gloria de Cristo. La diferencia entre las dos epístolas es que en
Colosenses, Pablo es consciente de estar luchando contra ciertas herejías que
atentaban contra la gloria del Señor. Por eso escribe con un tono más fuerte y
polémico.

El tema central de la carta se resume en Col 2:9-10. Hablando de Cristo, Pablo


declara, “Porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros
estáis completos en Él, que es la cabeza de todo principado y potestad”. Que Dios nos
ayude a leer esta carta con entendimiento, y que aprendamos a valorar al Señor Jesús
sobre cualquier otra persona.

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19 de Diciembre (Col 1:1-8) ‘El Impacto de un Ministerio Fiel’

Pablo incluye a Timoteo en la redacción de la carta (v.1), tal como lo hizo en Fil 1:1.
La única diferencia es que aquí él se distingue de Timoteo, llamándose “apóstol”, y
describiendo a Timoteo como “el hermano”. No lo hace por menospreciar a Timoteo,
sino para resaltar su autoridad apostólica ante una iglesia que no lo conoce
personalmente, y a quien tiene que advertir acerca de ciertas herejías.

El saludo es casi idéntico a las cartas anteriores (Gál 1:3; Efe 1:2; Fil 1:2). Para este
grupo pequeño de hermanos (en Colosas), en una ciudad de poca importancia,
sacudido por corrientes heréticas que amenazaban con naufragar la ‘barca’ de su fe, el
gran apóstol Pablo les desea GRACIA y PAZ (v.2). Qué hermoso para ellos saber que
Dios el Padre y Dios el Hijo se interesaban tanto en su salvación. Fue ellos que
movieron el corazón de Pablo, para que (por medio de la inspiración del Espíritu
Santo), les escribiera una carta que promovería su experiencia de estas dos cosas – el
amor inmerecido de Dios, quien hizo todo lo necesario para salvarlos; y la paz que
viene de saber que no hay nada más que ellos necesitaban hacer para ser salvos,
aparte de confiar en Dios.

Pablo informa a los creyentes en Colosas que, aunque no los conocía personalmente,
se había enterado de ellos por medio de Epafras (v.7-8). Epafras era un “consiervo
[‘doulos’] amado” (v.7a), y “un fiel ministro [‘diakonos’] de Cristo” (v.7b). ¡Qué
hermosas cualidades! Epafras predicó el evangelio en Colosas (v.7a), no tanto por el
gran amor que tenía a los colosenses (por ser sus familiares, amigos y
conciudadanos), sino por su sometimiento a Dios, de quien se consideraba un esclavo
(‘doulos’). Y les predico “la palabra verdadera del evangelio” (v.5b), porque era un
fiel servidor de Cristo.

Siendo fiel a Cristo, y predicando el verdadero evangelio, el mensaje de Epafras tuvo


un impacto grande en esa pequeña ciudad pagana. Produjo “fruto” espiritual
(conversiones), y creció numéricamente (v.6). Eso se debió no sólo a las cualidades
de Epafras, sino al tremendo poder del evangelio (ver Rom 1:16), y a la obra del
Espíritu Santo, llamando a las personas a la salvación (ver 1 Tes 1:4-6).

El trabajo que Epafras desarrolló en Colosas nos enseña algo muy importante. La
clave en el ministerio cristiano no es el método que usamos (¡Pablo ni menciona cómo
Epafras predicó el evangelio!), sino nuestra actitud y nuestra fidelidad al evangelio de
Cristo. Pablo menciona lo segundo, dos veces: “la palabra verdadera del evangelio”
(v.5b), y “la gracia de Dios en verdad” (v.6b). A la luz de las falsas enseñanzas que
ahora estaban amenazando la iglesia en Colosas, cuán importante fue que Epafras
comenzó bien la obra, estableciéndola sobre el fundamento sólido de la verdad.

El verdadero evangelio produjo verdaderas conversiones, que a la vez resultaron en


verdaderas experiencias cristianas: “fe en Cristo Jesús” (v.4a), “amor…a todos los
santos” (v.4b), y una “esperanza…guardada en los cielos” (v.5a). Y su amor no era un
amor humano, superficial; sino un “amor en el Espíritu” (v.8). Con justa razón Pablo
se alegró al escuchar todo esto (v.3). Pero no era asunto sólo de alegrarse, había que
orar por los nuevos creyentes; y Pablo lo hacía constantemente (v.3a).

REFLEXIÓN: Hoy en día, cuantos pueblos, aldeas y caseríos necesitan escuchar el


evangelio. Pidamos a Dios por más personas como Epafras, que
prediquen en esos lugares. Pero quizá Dios querrá usarnos a nosotros.
¿Estamos dispuestos a ir? ¿Seremos fieles ministros de Cristo?

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20 de Diciembre (Col 1:9-14) ‘Entendiendo la Voluntad de Dios'

En la primera parte de la oración de Pablo, él da gracias a Dios por la vida espiritual de


los creyentes en Colosas (v.3-8). En esta segunda parte, él intercede por ellos (v.9-
14). Lo hace en forma perseverante ("desde el día que lo oímos", v.9a) y permanente
("no cesamos de orar", v.9a).

La primera cosa que Pablo pide a Dios es que los creyentes en Colosas tengan
conocimiento. No un conocimiento abstracto; sino un conocimiento práctico - el
"conocimiento de Su voluntad" (v.9b). No sólo un poco de conocimiento, sino que
sean "llenos" de ese conocimiento; que tengan un conocimiento amplio y profundo de
la voluntad de Dios para sus vidas. También que sea un conocimiento caracterizado
por "sabiduría e inteligencia espiritual" (v.9c). Pablo no estaba pidiendo simplemente
que los colosenses sepan cosas como con quién casarse, qué trabajo hacer, o dónde
vivir. La "sabiduría e inteligencia espiritual" se manifestaría en saber por qué casarse
con esa persona, por qué hacer ese trabajo, o por qué vivir en ese lugar.

En anhelo de Pablo no era meramente que los creyentes en Colosas sepan tomar
buenas decisiones en sus vidas. Él anhelaba algo mucho más profundo, que sintetiza
en cuatro cosas puntuales:

i. Que los creyentes vivian vidas dignas del Señor (v.10a).


ii. Que ellos agraden a Dios en todo lo que hacen (v.10b).
iii. Que ellos produzcan abudante fruto espiritual en buenas obras (v.10c).
iv. Que ellos crezcan en su conocimiento de (= 'comunión con') Dios (v.10d).

Para lograr esas cosas, hay que tener un conocimiento amplio de la voluntad de Dios;
y un conocimiento caracterizado por sabiduría e inteligencia espiritual.

La segunda petición de Pablo tiene que ver con poder espiritual. Pablo anhelaba que
los creyentes en Colosas sean "fortalecidos con todo poder" (v.11a). El apóstol no
pone limites humanos a ese poder, sino que pide que sea un poder "conforme a la
potencia de Su gloria" (v.11b). Aquí traemos a la mente las palabras de Pablo en Efe
1:19-22a, que hablan del poder de Dios que levantó a Cristo de los muertos, lo sentó a
Su diestra, y le dio autoridad sobre toda la creación.

Los creyentes necesitaban ese poder, en Colosas, no tanto para hacer señales y
prodigios, sino "para toda paciencia y longanimidad" (v.11c). No era fácil ser un
creyente en esa pequeña ciudad, en el primer siglo. Los miembros de la iglesia
tendrían que ejercer bastante paciencia, soportando la burla y el cuestionamiento de
los paganos (sus familiares, amigos y conciudadanos). Tendrían que evitar reacciones
'carnales' ("longanimidad"), y tendrían que hacerlo todo "con gozo", en un espíritu de
acción de gracias (v.12a). ¡Esa era la voluntad de Dios para sus vidas!

Para animarles, Pablo les hace recordar algunas de las grandes cosas que Dios había
hecho a su favor. Los había hecho "aptos para participar de la herencia de los santos"
(v.12b), redimiéndolos del pecado (v.14), librándolos "de la potestad de las tinieblas"
(v.13a), y trasladándolos al reino de Cristo (v.13b).

REFLEXIÓN: Si somos verdaderos hijos de Dios, tenemos bastante razones por dar
gracias a Dios, y vivir gozosos. Si no lo hacemos, es porque nos falta
entendimiento y poder espiritual. Pidamos a Dios que esas cosas se
manifiesten en nuestras vidas, para Su gloria y honra.

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21 de Diciembre (Col 1:15-23) ‘La Grandeza de Nuestro Salvador'

Aquí tenemos una de las más impresionantes descripciones de Dios el Hijo - El que se
encarnó en la Persona de Jesucristo. Cada frase merece nuestra suma atención. En
primer lugar, Pablo declara: "Él es la imagen del Dios invisible" (v.15a). ¡Qué
paradoja! ¿Cómo puede alguien ser la imagen de algo invisible? La palabra en griego
es 'eikon', que significa 'similitud' o 'representación'. Se usa para un dibujo o cuadro
(ver Mat 22:20). Lo que Pablo está diciendo es que Cristo es la representación exacta
de Dios el Padre. Dios es Espíritu, y no tiene forma. Por tanto, Pablo no se refiere a la
forma física de Dios, sino a Su carácter, Su personalidad. Con justa razón Cristo pudo
afirmar, "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre" (Juan 14:9).

En segundo lugar, Pablo declara que Dios el Hijo es "el primogénito de toda creación"
(v.15b). Esta frase ha dado lugar a cierta confusión. Algunos piensan que Pablo está
afirmando que Cristo es un ser creado; que Él es el primero de la creación. Es cierto
que la palabra en griego ('prototokos') a veces significa, 'primero' en tiempo (ver Mat
1:25). Pero también puede tener el sentido de 'primero' en rango. Por ejemplo, en
Apo 1:5 se describe a Jesucristo como "el primogénito de los muertos". Pero Cristo no
fue el primero en experimentar la resurrección; muchos resucitaron antes que Él. Lo
que Juan está diciendo es que Cristo tiene el mayor rango; que Él está por encima de
todos los que han resucitado. Tenemos otro ejemplo en Sal 89:27, donde la palabra,
"primogénito" es sinónimo de "El más excelso...", en la segunda línea. Aplicando todo
esto a Col 1:15, concluimos que lo Pablo está diciendo es que Dios el Hijo está por
encima de toda la creación; Él es 'el primogénito SOBRE toda creación'.

Esta interpretación queda confirmada por lo que Pablo escribe en el v.16a, "Porque en
Él fueron creadas todas las cosas...". Esto concuerda con Juan 1:3, "Todas las cosas
por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho fue hecho". Si todo lo que
ha sido creado, fue creado por Él, entonces (lógicamente) Él no puede ser parte de la
creación. La expresión, "en Él", significa 'por medio de Él'. Pablo es enfático: TODO,
absolutamente todo "fue creado por medio de Él y para Él" (v.16c). Tanto el mundo
material como el mundo espiritual; cosas terrenales y cosas celestiales; "sea tronos,
sean dominios, sean principados, sean potestades" (v.16b). ¡Él es creador de todo!

Por consiguiente, "Él es antes de todas las cosas" (v.17a). Nada existía antes de Él; Él
es eterno, juntamente con Dios el Padre y Dios el Espíritu Santo. No sólo eso, sino que
todas las cosas dependen de Él para su existencia, "todas las cosas en Él subsisten"
(v.17b). Eso es parecido a lo que el autor de Hebreos escribe, cuando dice de Cristo:
"quien sustenta todas las cosas con la palabra de Su poder" (Heb 1:3b).

Pablo escribió esto a los creyentes en la pequeña ciudad de Colosas por dos razones.
En primer lugar, para darles confianza de que Cristo tiene pleno poder para salvarlos
(v.13-14). ¡Él no necesita la ayuda de nadie! En segundo lugar, para enfatizar que
Cristo es supremo. ¡No hay nadie que se acerca a Él en grandeza y poder! Los falsos
maestros estaban alegando que los creyentes necesitaban la ayuda de los ángeles (u
otros seres espirituales) para ser salvos (Col 2:18b). Pablo dice, '¡No! Cristo es
suficiente'. Los falsos maestros también estaban diciendo que los creyentes
necesitaban seguir ciertas reglas de conducta para ser salvos (Col 2:16, 20-23). Otra
vez Pablo dice, '¡No! Cristo es suficiente'.

REFLEXIÓN: ¿Hemos puesto toda nuestra confianza en Cristo, para la salvación?


Meditemos en lo que Pablo escribe en estos versos, y afirmemos nuestra
confianza en Cristo, como nuestro único y suficiente Salvador.

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22 de Diciembre (Col 1:15-23) ‘Pasión por la Gloria de Dios'

Nos detenemos en este pasaje porque es tan rico en contenido. Habiendo expresado
la grandeza de Cristo, en Su naturaleza divina (v.15-17), Pablo procede a describir la
grandeza de Cristo en términos de Su obra de salvación (v.18-20). Comienza
afirmando que Cristo es "la cabeza del cuerpo que es la Iglesia" (v.18a). ¡Qué
tremendo concepto de la Iglesia! Es nada menos que el Cuerpo de Cristo; lo que Pablo
llama, la "plenitud" de Cristo (Efe 1:23). Sin embargo, por gloriosa que sea la Iglesia,
no se compara con Cristo. Él es Su "cabeza". Cristo tiene autoridad sobre ella; y la
tiene, porque Él es "el principio, el primogénito de entre los muertos" (v.18b).

La "preeminencia" de Cristo (v.18c) se debe a que el Padre hizo que habitase en Él


"toda plenitud" (v.19). Habría que tomar este verso en relación con Col 2:9, y decir
que Pablo está hablando de la encarnación de Cristo. Cristo es plenamente Dios. La
suma de los atributos de Dios se encuentran en Él. ¡Qué gran Salvador!

Dios el Padre envió a Su Hijo al mundo con el propósito de "reconciliar consigo todas
las cosas" (v.20). Una vez más notamos el uso de la frase, "todas las cosas". Todas
las cosas fueron creadas por Él (v.16); Él es antes de todas las cosas (v.17a); todas
las cosas subsisten en Él (v.17b); y Él reconcilia todas las cosas con Dios (v.20). Los
seres humanos necesitamos ser reconciliados con Dios porque somos pecadores, y
estamos enemistados y distanciados de Dios (Rom 5:10; Efe 2:12). Pero, ¿qué del
resto de la creación? ¿En qué sentido necesitan ser reconciliadas con Dios, "todas las
cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos" (v.20)? Debe ser
porque el pecado afectó a todas las cosas. Dios el Hijo creó todo para la gloria del
Padre; ese fue el propósito principal de todas las cosas. Pero, por el pecado de
Satanás, y el pecado de Adán y Eva, todas las cosas están desviadas de su propósito
original; están desviadas de Dios. El propósito de la muerte y resurrección de Cristo
no fue sólo la salvación de los seres humanos, sino la restauración de todas las cosas a
su función original.

Por eso Pablo afirma que el resultado de la muerte de Cristo es la "paz" (v.20b) -
particularmente, paz con Dios. Cristo ha efectuado la paz universal, "mediante la
sangre de Su cruz". La palabra, "paz", significa mucho más que ausencia de luchas y
guerras. Tiene que ver con 'bienestar', en todo sentido de la palabra. Bienestar
mental, emocional, espiritual, material, psicológica, etc. La salvación que Cristo obró
no sólo es cósmica, abarcando todo el universo y los seres espirituales, sino que
también es integral, abarcando cada aspecto de la vida humana, animal, vegetal,
mineral, y espiritual. ¡Qué gran Salvador!

Los falsos maestros que estaba afectando la iglesia en Colosas eran inspirados por
Satanás. Su deseo era quitarle la gloria a Dios, y restarle importancia a Cristo. Pablo
escribe con vehemencia porque tiene un vivo celo por la gloria de Cristo. Él defiende
el verdadero evangelio, no por ser pedante o polémico, sino porque ama mucho a Dios
el Padre y a Dios el Hijo. Se siente indignado que falsos maestros en Colosas estaban
deshonrando a Su Dios y Salvador, y no puede quedar quieto. Tiene que escribir a la
iglesia, por tan pequeña que sea, para advertir a los creyentes del peligro que corrían
al prestar atención a los falsos maestros

REFLEXIÓN: ¿Tenemos nosotros un tremendo celo por la gloria de Dios y la gloria de


Cristo? ¿Qué estamos haciendo por defender Su gloria, y promocionar Su
gloria en este mundo? Pablo estaba en la cárcel, pero no dejó de
preocuparse por la gloria de Dios. ¡Esa era la gran pasión de su vida!

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23 de Diciembre (Col 1:15-23) 'Restaurando Nuestra Relación con Dios'

Continuamos el estudio de este pasaje, notando la manera en que Cristo efectuó la


reconciliación; fue "mediante la sangre de Su cruz" (v.20b). Esta frase es interesante.
¿Por qué no escribió simplemente, "mediante Su cruz" o "mediante Su muerte"? ¿Por
qué Pablo destaca la "sangre"? Para todo judío, la 'sangre' de una persona o de una
animal era de gran importancia. La sangre representa la vida; y con la sangre se hacía
expiación (Lev 17:11, 14). La sangre del animal representaba una vida derramada
para expiar el pecado de un ser humano. Cristo murió en la cruz como un sacrificio
expiatorio; y fue Su sangre (no simplemente Su muerte) la que efectuó la
reconciliación universal.

De la reconciliación universal (v.20), Pablo pasa a la reconciliación personal (v.21-22).


Pablo comienza esta sección describiendo la condición espiritual de cada persona,
antes de conocer al Señor: "erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra
mente, haciendo malas obras" (v.21). La palabra, "extraños", significa que estábamos
alejados de Dios. La RVA traduce, 'estabais apartados'. Es lo que Pablo afirma en Efe
2:12. ¡Qué triste condición de vida! ¡Alejados de nuestro Creador!

Como si eso fuera poco, también éramos "enemigos" de Dios; "enemigos en nuestras
mentes" (v.21). Sentíamos una hostilidad hacia Dios. ¡Estábamos 'peleados' con Él!
Nuestras mentes no pensaban como la Suya. Tenían otros criterios; otros valores. Y
nuestros criterios y valores dominaban nuestras vidas en tal manera que
constantemente desobedecíamos a Dios, y hacíamos cosas que le ofendían. Por eso
Pablo añade la expresión: "haciendo malas obras" (v.21). Esas 'malas obras' eran el
fruto de una mente perversa, enemistada con Dios, y en rebeldía contra Él.

Claramente, nuestra condición espiritual era muy seria. No sólo estábamos viviendo
en el pecado, sino que nos gustaba el pecado, y pensábamos que estaba bien vivir así.
No teníamos ningún interés en cambiar; ningún interés en ser salvos. Estábamos
contentos con nuestra forma de vivir, aunque ella nos ocasionaba muchos problemas.

Fue mientras estábamos en esa condición espiritual (sin esperanza, Efe 2:12), que
Dios hizo algo, en la Persona de Cristo. Él nos reconcilió (v.21b). Él tomó la iniciativa.
Fuimos reconciliados "en Su cuerpo de carne, por medio de la muerte" (v.22a). Cristo
se encarnó para morir por nosotros; no había otra forma de salvarnos (Heb 2:14-17).

El propósito de Su muerte no fue sólo la reconciliación (= la restauración de una buena


relación con Dios), sino también nuestra santificación: "para presentaros santos y sin
mancha e irreprensibles delante de Él" (v.22b). ¡Qué tremenda salvación!

Dios hace todo eso para salvarnos. Pero, ¿cuál es nuestra responsabilidad en el
asunto? Pablo contesta esta pregunta en el v.23. Tenemos que permanecer
"fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis
oído" (v.23a). Nosotros tenemos que creer el evangelio, y seguir creyendo, día tras
día; conformando nuestras vidas al evangelio. Viviendo como aquellas personas que
han sido reconciliadas con Dios.

REFLEXIÓN: El evangelio no sólo había llegado a la pequeña ciudad de Colosas


(v.23b), sino que estaba llevando fruto en todo el mundo (v.6). ¿Qué
fruto está produciendo en nuestras vidas? ¿Qué evidencias tenemos de
que hemos sido reconciliados con Dios? ¿En qué manera han cambiado
nuestras vidas?

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24 de Diciembre (Col 1:24-29) 'Entendiendo Nuestros Sufrimientos'

Aunque Pablo no conocía personalmente a la Iglesia en Colosas, se siente tan


identificado con ellos que en el v.24 puede decir, "Ahora me gozo en lo que padezco
por vosotros...". ¿A qué se refiere? ¿En qué sentido estaba sufriendo por ellos? El
pronombre, "vosotros", no se refiere solamente a los creyentes en Colosas, sino a
todos los creyentes gentiles en general (ver v.25-27). Pablo estaba en la cárcel por
predicar el evangelio a los gentiles; pero, lejos de entristecerse, se gozaba. Él
experimentó lo que Cristo promete y ordena en Mat 5:10-12.

¿Cuál era la fuente de su gozo? Aparte del Espíritu Santo (quien produce el fruto de
gozo espiritual, Gál 5:22, sin importar las circunstancias que nos rodean), el gozo de
Pablo se debió a dos factores: él estaba cumpliendo el ministerio que Dios le había
encomendado (v.25), y estaba completando "las aflicciones de Cristo por Su cuerpo,
que es la Iglesia" (v.24b). Cristo sufrió en la cruz para redimir a Su pueblo. Ese
sufrimiento fue perfecto; no era necesario (ni posible) añadir nada a ello. ¡Cristo es el
único Redentor! Sin embargo, para lograr la extensión del evangelio, y el crecimiento
de la Iglesia, era necesario predicar el mensaje de salvación, y en ese proceso habría
mucho sufrimiento. Cristo, durante Su ministerio terrenal, sufrió como Predicador del
evangelio. A lo largo de los siglos, otros también sufrirían por predicar el evangelio.
Pablo era uno de ellos. Y aunque estaba sufriendo, se gozaba; no tanto por el
sufrimiento en sí, sino por lo que su sufrimiento producía - el crecimiento de la Iglesia.

Pablo sabía que Dios le había hecho un "ministro" (v.25a; griego, 'diakonos'); su
tarea era anunciar "cumplidamente la palabra de Dios" (v.25b). Esa "palabra" (=
'evangelio') estaba relacionada con el "misterio que había estado oculto desde los
siglos y edades" (v.26a). Pablo explica qué es ese 'misterio', en el v.27; es "Cristo en
vosotros (los gentiles), la esperanza de gloria". ¡Qué tremendo mensaje!

El Antiguo Testamento está lleno de promesas para los judíos. Dios había prometido
bendecir a los descendientes de Abraham. Pero el plan de Dios no se limitaba a ellos.
Por medio de los judíos, Él quería bendecir a todo el mundo (ver Gén 12:3). Sin
embargo, ese deseo de Dios no se reveló claramente en el Antiguo Testamento. Por
eso Pablo dice que era un "misterio" (v.26); y que ese "misterio" había estado "oculto
(relativamente) desde los siglos y las edades" (v.26a).

Lo que estuvo relativamente oculto por tantos años, Dios ahora lo había revelado
claramente "a sus santos", incluyendo a Pablo (ver Efe 3:3, 5b). Habiendo recibido
esa revelación espiritual, Pablo se dedicó a la tarea de anunciar, amonestar y enseñar
a todo hombre (v.28a), con el fin de "presentar perfecto en Cristo Jesús a todo
hombre" (v.28b). La tarea no iba a ser fácil, pero Pablo se entregó a ella, trabajando y
"luchando según la potencia de Él, la cual actúa poderosamente en mí" (v.29). Esta
frase es parecida a lo que Pablo escribe en 1 Cor 15:10, "Pero por la gracia de Dios
soy lo que soy; y Su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más
que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo". Fue por esa dedicación al
ministerio que Dios le había encomendado, que Pablo estaba sufriendo en la cárcel.
Pero se goza, sabiendo que sufre conforme a la voluntad de Dios, y para un gran bien.

REFLEXIÓN: Es impresionante cómo Pablo analiza y evalúa su vida y sus sufrimientos.


No lo hace a la luz de la vida en este mundo (¡sus 'derechos' humanos!),
sino a la luz de la eternidad. ¿Cómo estamos evaluando nuestras vidas y
experiencias? ¿Entendemos el plan de Dios para nosotros? ¿Lo estamos
aceptando alegremente?

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25 de Diciembre (Col 2:1-7) 'Fortaleciendo la Vida Espiritual'

Como ya hemos notado, Pablo no conocía personalmente la iglesia en Colosas;


tampoco conocía la iglesia en Laodicea (v.1). Sin embargo, sostenía una "gran lucha"
por ellos (v.1). Pablo no luchaba en la 'carne', sino en el Espíritu (2 Cor 4:3). Luchaba
con el poder de Cristo (Col 1:29). Luchaba con armas espirituales (2 Cor 4:4-5),
orando por ellos (Col 1:9-14), hablando con los líderes espirituales, como Epafras (Col
1:7), y escribiendo a las iglesias (Col 4:16). Como apóstol, llamado por el Señor a
predicar el evangelio, Pablo sentía una tremenda responsabilidad por las iglesias; una
responsabilidad que lo llevaba a esforzarse tremendamente por su fortalecimiento
espiritual - aun estando en la cárcel. ¡Qué buen ejemplo para nosotros!

¿Cuál era el anhelo de Pablo? ¿Por qué luchaba? El v.2 lo aclara:

- Para que los corazones de los creyentes sean "consolados".


- Para que los creyentes sean "unidos en amor".
- Para que ellos tengan un buen entendimiento del evangelio.
- Para que conozcan el "misterio de Dios el Padre y de Cristo" (Col 1:27).

Notemos, en el v.2, la manera que Pablo amontona palabras, para dar énfasis a lo que
quiere decir. Él anhela que los creyentes tengan "entendimiento". No contento con
decir eso, añade la palabra, "pleno entendimiento". Y como si eso fuese poco, habla
de "las riquezas de pleno entendimiento". Finalmente, antecede la palabra: "todas
las riquezas de pleno entendimiento". Nunca debemos conformarnos con un pobre
entendimiento del evangelio, o con nociones rudimentarias de las grandes doctrinas de
la fe. Debemos esforzarnos por profundizar nuestro entendimiento del evangelio.

Cristo no es simplemente un gran líder religioso, o un gran maestro de la ética


cristiana. 'En Él', dice Pablo, "están escondidos TODOS los tesoros de la sabiduría y
del conocimiento" (v.3). Tenemos un tremendo Salvador, a quien no sólo debemos
amar, sino que debemos conocer y entender a fondo; porque teniéndolo a Él, no
necesitamos a nadie más. Teniéndolo a Él, y conociéndolo profundamente, no
seremos engañados "con palabras persuasivas" (v.4), que era lo que estaba
amenazando la iglesia en Colosas (y en Laodicea).

Aunque Pablo estaba lejos de ellos, en una cárcel en Roma, disfrutaba una comunión
'mística' con ellos, "en espíritu" (v.5a), y se gozaba del buen orden y la firmeza de su
fe en Cristo (v.5b). A Pablo no le impresionaba tanto el tamaño de una congregación,
sino la manera en que los miembros de la iglesia vivían la vida cristiana. Percibiendo
que había un buen orden en la iglesia en Colosas, Pablo anima a los creyentes allí a
seguir viviendo en esa manera - disfrutando una comunión íntima con el Señor, que es
la base de la vida cristiana (v.6).

Pablo concluye esta sección (v.7), notando cuatro características que deben
manifestarse en todo creyente: tener rices profundas en Cristo ("arraigados"); estar
edificados sobre Él ("sobreedificados"); tener una estabilidad espiritual en la fe
("confirmados en la fe"); y estar agradecidos ("abundando en acciones de gracias").

REFLEXIÓN: ¿Nos preocupamos por nuestra vida espiritual? ¿Nos estamos esforzando
por mejorar y fortalecer nuestra vida espiritual? ¿Sentimos una
preocupación espiritual por otros? ¿Estamos haciendo algo por fortalecer
la vida espiritual de otros? ¿Tenemos un profundo entendimiento de las
doctrinas cristianas? Dios nos ayude a fortalecer nuestra vida espiritual.

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26 de Diciembre (Col 2:8-15) 'Las Tradiciones de los Hombres'

Pablo ahora comienza a tratar los problemas doctrinales que estaban afectando la
iglesia en Colosas. Lo primero que dice, como advertencia a los creyentes, es que no
deben dejarse engañar por "filosofías y huecas sutilezas" (v.8a). No hay nada malo,
en sí, en la filosofía. El problema surge cuando la mente pecaminosa humana permite
que el amor a la sabiduría ("filosofía") nos lleve a "huecas sutilezas". La palabra,
"sutilezas" ('apate'), significa 'engaño' (Mat 13:22). Esos 'trucos verbales', como por
ejemplo: 'Si Dios existe, ¿por qué no podemos verlo, o comprobar Su existencia?', son
vacíos. Pretenden ser muy sofisticados, pero en realidad son huecos. Según Pablo, se
deben a dos cosas: a "las tradiciones de los hombres", y a "los rudimentos del mundo"
(v.8b). Es decir, se deben, por un lado, a los criterios y valores que los seres humanos
aceptan como dogmas en la sociedad; y por otro lado, a las ideas que Satanás y los
demonios siembran en este sistema mundial que se rebela contra Dios ("mundo").

Todo eso se opone a Cristo, quien es la fuente de la verdadera sabiduría y


conocimiento. Por eso el creyente se ve forzado a escoger entre las "filosofías y
huecas sutilezas" de este mundo, y las enseñanzas de Cristo, plasmadas en las
Sagradas Escrituras. En Colosas, uno de los engaños de los falsos maestros era que
Cristo simplemente no podía haber tenido un verdadero cuerpo humano. Al decir eso,
reflejaban la corriente de pensamiento griego (una de las "tradiciones de los
hombres") que decía que el mundo material es malo, y que lo espiritual (= lo bueno)
nunca se mezclaría con lo material. Los falsos maestros aceptaban que Cristo era
divino; pero no podían aceptar que lo divino se mezclaría con el mundo material. Por
consiguiente, negaban la encarnación de Dios el Hijo en la Persona de Jesucristo.

Para contrarrestar esa noción falsa, Pablo declara contundentemente que en Cristo,
"habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad" (v.9). ¡Qué tremenda definición
de la encarnación! Esta enseñanza de Pablo afirmó la fe de los creyentes en Colosas,
tapó la boca de los falsos maestros, e indicó que cualquier argumento en contra de la
encarnación sería nada más que una 'hueca sutileza'.

OJO: Debemos notar el uso del verbo, "habita", en tiempo presente. Pablo no está
diciendo que en Cristo la plenitud de la Deidad habitó por unos años (durante el
ministerio terrenal de Jesús), sino que habita en forma permanente, aun después
de Su muerte, resurrección y ascensión a la diestra del Padre.

En segundo lugar, a la luz de nuestra unión con Cristo (Juan 15:4-5), el verdadero
creyente no necesita nada más; está completo en Él (v.10a). No hace falta la ayuda
de los ángeles (como decían los falsos maestros; v.18), porque Cristo es "la cabeza de
todo principado y potestad" (v.10b). Cualquier enseñanza que dice que necesitamos
una protección especial contra los demonios, o que necesitamos la intercesión de los
ángeles, es nada más que una 'hueca sutileza'.

En tercer lugar, la afirmación de los falsos maestros, que era necesario ser
circuncidado para ser salvo, también era errónea. Porque al creer en Cristo, el
creyente ya ha sido circuncidado espiritualmente (v.11). Cualquier argumento a favor
de la circuncisión, por muy sofisticado que sea, era un engaño, basado en criterios
humanos, y no en una comprensión verdadera del evangelio de Cristo.

REFLEXIÓN: ¿Puedes ver cómo la 'teología de la prosperidad' es un pensamiento


humano, basado en "las tradiciones de los hombres" y "los rudimentos del
mundo", y no "según Cristo"?

60
27 de Diciembre (Col 2:8-15) 'La Victoria Sobre el Pecado'

Los falsos maestros en Colosas enfatizaban la circuncisión física, alegando que sin ella
los gentiles no podían ser salvos. Para Pablo, lo importante NO era la circuncisión
física, sino la espiritual - "la circuncisión de Cristo" (v.11c); es decir, la 'circuncisión'
que Él efectúa, por medio del Espíritu Santo. Es la 'circuncisión' del corazón (Rom
2:29). Los falsos maestros (los 'judaizantes') se conformaban con cortar un pequeño
trozo de piel del prepucio de los varones; Pablo sabía que algo mucho más radical era
necesario - todo "el cuerpo pecaminoso carnal" (v.11b) tenía que ser quitado (ver Rom
6:6). Y eso, sólo Dios lo podía hacer. Como lo declara Pablo, "En Él (Cristo) fuisteis
circuncidados (por Dios) con circuncisión no hecha a mano" (v.11a).

Lo que Pablo está enseñando en estos versos es que la victoria sobre el pecado no se
logra por medio de ritos humanos, sino por medio de nuestra unión con Cristo. Los
versos 11-13 son muy parecidos a Rom 6:3-6 y Efe 2:5-6. Es por medio de la fe que
somos unidos a Cristo, y apropiamos para nosotros todos los beneficios de la muerte y
resurrección del Señor; esos beneficios incluyen la victoria sobre el pecado.

Cuando el cuerpo de Cristo murió, nosotros (los que estamos en unión con Él, por
medio de la fe) también 'morimos'. Es decir, "nuestro viejo hombre fue crucificado"
(Rom 6:6a). El propósito de Dios al hacer eso fue, "para que el cuerpo del pecado sea
destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado" (Rom 6:6b). Es lo mismo que
Pablo enseña, en el v.11, bajo la figura de la circuncisión.

Pero no sólo morimos con Cristo; fuimos también "sepultados con Él en el bautismo"
(v.12a). Pablo habla de eso en Rom 6:4. Al declarar esto, lo que Pablo quiere
enfatizar es la realidad de nuestra 'muerte' al pecado. Por medio del bautismo en
agua, estamos indicando nuestra decisión de dejar el pecado - una decisión
fundamentada sobre la realidad de la muerte del "viejo hombre", esclavizado al
pecado.

En el caso de Cristo, la sepultura dio lugar a la resurrección. Es igual para el creyente.


Por eso Pablo afirma que los creyentes en Colosas fueron 'resucitados' juntamente con
Cristo (v.12). Lo fueron, por medio de la fe, representada en el bautismo. Al
levantarse de las aguas del bautismo, el creyente está indicando que vivirá una vida
nueva; una vida fundamentada en la resurrección de Cristo. Al perdonar todos
nuestros pecados (v.13c), el Señor nos justifica de los pecados que cometemos; y al
darnos nueva vida en Cristo (v.13b), Él nos da el poder para vencer el pecado en la
vida diaria. En estas dos maneras Dios nos da la victoria total sobre el pecado.

Claro, a Satanás no le gusta nada de esto. Él quiere retenernos esclavizados al


pecado. Pero estamos libres del pecado por dos razones. En primer lugar, porque
nuestra culpabilidad ante Dios ("el acta de los decretos que había contra nosotros, que
nos era contraria", v.14a) fue anulada, quitada de en medio (entre Dios y nosotros), y
clavada en la cruz de Cristo. En segundo lugar, Cristo venció a Satanás y a todas las
huestes de maldad, "triunfando sobre ellos en la cruz" (v.15). Por lo tanto, ellos ya no
tienen autoridad sobre nosotros, para hacernos pecar. Con justa razón Pablo exclamó
que en Cristo somos más que victoriosos (Rom 8:37).

REFLEXIÓN: Es importante hacer un esfuerzo por resistir las tentaciones, y decir 'no' al
pecado. Sin embargo, debemos hacerlo sobre la base de nuestro
entendimiento espiritual de lo que Cristo logró por nosotros en la cruz.
¿Estamos venciendo al pecado en nuestras vidas? Si no, ¿por qué no?

61
28 de Diciembre (Col 2:16-23) 'Cristo: El Perfecto Salvador'

Uno de los problemas en Colosas era que los falsos maestros estaban diciendo que la
muerte de Cristo no era suficiente para vencer el pecado. Según ellos, para poder
vivir en santidad, y tener la esperanza de la salvación, los creyentes gentiles debían
guardar las leyes ceremoniales del Antiguo Testamento (v.16), y también pedir la
ayuda de los ángeles (v.18). Pablo niega eso rotundamente, presentando varias
razones:

1. Las leyes ceremoniales del Antiguo Testamento eran una "sombra de lo que ha de
venir" (v.17a). Como dice el autor de Hebreos, una "sombra de los bienes venideros"
(Heb 10:1). Esas 'sombras' eran un anticipo de algo mucho mejor que iba a venir, con
Cristo. Por eso Pablo procede a declarar que "el cuerpo es de Cristo" (v.17b) - el
"cuerpo" (= el verdadero camino a la salvación) siendo el objeto sólido que produce
todas las 'sombras' (= símbolos de la salvación) que vemos en el Antiguo Testamento.

2. La enseñanza de que los gentiles tienen que guardar toda la ley de Moisés, y
necesitan la ayuda de los ángeles para ser salvos, no viene de la Palabra de Dios, sino
de personas que tenían una "mente carnal" (v.18b); una mente 'hinchada' por el
orgullo. El orgullo, no sólo de ser judíos, sino de poder guardar la ley de Dios.

3. Si los creyentes en Colosas siguen escuchando a los falsos maestros, lejos de ser
salvos, perderán el "premio" de la salvación (v18a). Pablo les exhorta: 'No permitan
que eso ocurra'. Eso no significa que un verdadero creyente puede perder su
salvación; más bien, la advertencia apostólica ayudará al creyente a permanecer en su
salvación.

4. La salvación está en Cristo. Él es la "Cabeza" de la Iglesia (v.19). Lo único que el


creyente necesita hacer es aferrarse a Él ("asiéndose de la Cabeza"). Cristo se
encargará no sólo de nuestra salvación, sino también de nuestra santificación. La
victoria sobre Satanás y el pecado se halla en la Persona de Cristo, no en el
sometimiento a las 'sombras' del Antiguo Testamento.

5. No debemos someternos a la forma de pensar del mundo - a "los rudimentos del


mundo" (v.20); a "mandamientos y doctrinas de hombres" (v.22). Ellos ponen el
énfasis sobre el esfuerzo humano por lograr la salvación - un esfuerzo caracterizado
por el legalismo ("No manejes [no manipules], ni gustes, ni aun toques", v.21). Eso
suena muy razonable, pero es un engaño. Debemos someternos a la revelación de
Dios.

6. Pablo reconoce que las enseñanzas de los falsos maestros, acerca de la salvación,
tenían "cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato
del cuerpo" (v.23a). Aquí tenemos tres características del pensamiento humanista
acerca de la salvación: una religiosidad inventada por los hombres ("culto voluntario"),
una humildad fingida, y una serie de esfuerzos por dominar los apetitos carnales
(flagelos, ayunos, etc.). 'Lamentablemente', dice Pablo, 'todas estas cosas son
totalmente ineficaces contra los deseos de la carne' (v.23b).

REFLEXIÓN: Los falsos maestros se equivocaron tanto porque no conocían a Cristo.


Pablo declara que el creyente esta "completo" en Cristo (v.10). En Él está
"la plenitud de la Deidad" (v.9b); por consiguiente, en Él está la plenitud
de nuestra salvación. ¿Estás 'en Cristo' (2 Cor 5:17)? ¿Está Él en ti? Él
es nuestro Salvador y Santificador.

62
29 de Diciembre (Col 3:1-4) 'La Mirada del Creyente'

Todos sabemos que la salvación del creyente depende de la muerte y resurrección de


Cristo. Eso es lo que Pablo enseña en Col 2:11-23. Sin embargo, no todos entienden
que la vida del creyente también depende de la muerte y resurrección de Cristo. Eso
es lo que Pablo enseña en Col 3:1-17. Cuando una persona pone su fe en Cristo, el
Espíritu Santo lo une a Él en tal manera que todo lo que es cierto de Cristo, es cierto
también del creyente. Cuando Cristo murió en la cruz, Su vida terrenal llegó a su fin;
el Señor resucitó para comenzar una nueva vida centrada en el cielo. Lo mismo es
cierto del creyente.

'El creyente ha muerto con Cristo', dice Pablo (v.3). Ha muerto a una vida terrenal - a
una vida caracterizada por las cosas materiales y carnales. Pablo desarrollará este
tema en los v.5-9. Antes de hacerlo, Pablo enfatiza el asunto de la resurrección de
Cristo (v.1-2, 4). La palabra, "Si...", al inicio del v.1, no debe ser entendido como una
duda, sino una afirmación. Pablo está diciendo, 'Dado a que han resucitado con
Cristo, ustedes deben vivir en cierta manera'.

La vida del creyente es una vida positiva, no negativa. Lo importante no es tanto lo


que NO hacemos, sino lo que SÍ hacemos. Lo que hacemos (en forma positiva)
determinará lo que no hacemos. Pablo resalta dos cosas que el creyente debe hacer:

- Debe poner su mirada "en las cosas de arriba" (v.2).


- Debe buscar "las cosas de arriba" (v.1).

Las "cosas de arriba" son las grandes realidades espirituales y celestiales. Incluyen
todas las bendiciones espirituales que Pablo menciona en Efe 1:3-14. También
incluyen el Reino de Dios, y todo lo que eso implica (Mat 6:33). La realidad de haber
resucitado con Cristo nos debe llevar a pensar cómo Cristo pensó, después de Su
muerte y resurrección. Debemos poner nuestra mirada en esas cosas; eso significa
pensar en ellas, enfocar nuestras vidas sobre ellas. Luego, debemos buscar esas
cosas, en forma activa. Por ejemplo, antes de conocer a Cristo, quizá ambicionábamos
tener ciertas cosas materiales, y trabajábamos arduamente para lograrlas. Ahora,
habiendo resucitado con Cristo, debemos seguir trabajando arduamente, pero nuestra
meta ya no es simplemente amontonar bienes materiales para nosotros mismos, sino
poner todo nuestro trabajo y dinero al servicio de Dios y de Su reino (Efe 4:28).

Eso no implica que descuidamos nuestra vida terrenal, como si ella no importara. A
diferencia de Cristo, por el momento tenemos que seguir viviendo en este mundo.
Pero, al igual que Cristo, debemos entender que, habiendo resucitado (con Él), ya no
somos de este mundo. Nuestra vida no se limita a este mundo. Somos ciudadanos
del cielo ahora (antes de la muerte), y debemos meditar mucho en ello; luego,
debemos reorientar nuestras vidas a la luz de esa gran verdad.

El creyente vive en la esperanza de la Segunda Venida. 'Cuando Él se manifieste', dice


Pablo, "vosotros también seréis manifestados con Él en gloria" (v.4). Y cuando
seamos manifestados en la gloria, las cosas de este mundo carecerán de importancia.
Entonces, ¿por qué dedicamos tanto tiempo a las cosas materiales y terrenales?

REFLEXIÓN: Tomemos un tiempo para meditar sobre nuestras vidas, y las cosas que
son importantes para nosotros ahora. ¿Cuántas de esas cosas son
terrenales, y cuántas son celestiales? ¿Qué debemos hacer para
reorientar nuestras vidas, y buscar "las cosas de arriba"?

63
30 de Diciembre (Col 3:5-11) 'La Santificación del Creyente’

El nuevo creyente arrastra a la vida cristiana los hábitos y las costumbres del "viejo
hombre" (v.9). Este "viejo hombre" no es la naturaleza pecaminosa, porque ella la
llevaremos hasta la tumba. El "viejo hombre" es aquella persona que éramos antes,
'en Adán', y que nos tenía esclavizado al pecado. Cuando el creyente pone su fe en
Cristo, deja de estar 'en Adán' (= bajo condenación), y viene a estar 'en Cristo' (= es
justificado). Dicha persona se ha "despojado del viejo hombre" (v.9b), y se ha
"revestido del nuevo" (v.10a). Pablo habla de ello en Rom 6:6, cuando dice que
"nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él, para que el cuerpo del
pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado".

En Rom 6, Pablo pone el énfasis sobre lo que Cristo hizo en la cruz; en Col 3, Pablo
pone el énfasis sobre lo que los creyentes tenemos que hacer, a la luz de lo que Cristo
hizo por nosotros. Habiéndonos despojado del viejo hombre (por fe Cristo), tenemos
la responsabilidad de eliminar el pecado de nuestras vidas. ¿Cómo lo hacemos?

1. Tenemos que asumir nuestra responsabilidad

Primero Pablo exhorta a los creyentes en Colosas, "Haced morir, pues, lo terrenal en
vosotros..." (v.5a); luego añade, "Pero ahora dejad también vosotros todas estas
cosas..." (v.8a). En ambas exhortaciones, él está recalcando la responsabilidad que
los colosenses tienen por su propia santificación. Dios no lo va a hacer por ellos; ellos
lo tienen que hacer.

2. Tenemos que hacer un esfuerzo

Eliminar el pecado de nuestras vidas no es fácil. Por eso Pablo usa esta frase
dramática, "Haced morir..." (v.5a). En Gálatas 5 el lenguaje es aun más fuerte: "los
que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos" (Gál 5:24).
'Matar' y 'crucificar' son acciones que requieren bastante decisión y esfuerzo. Eso es lo
que Pablo desea que los creyentes hagan con el pecado.

En los pecados que Pablo menciona, destacan los pecados sexuales (v.5), la avaricia
(v.5b), la ira (v.8a), y el mal uso de la lengua (v.8b), incluyendo la mentira (v.9).
Seguramente, estos eran los pecados que abundaban en la ciudad de Colosas. Pablo
reconoce que antes de conocer al Señor, los miembros de la iglesia cometían estos
pecados (v.7). No sólo los cometían, sino que 'vivían en ellos' (v.7b); era su
costumbre, su forma de vida, su cultura.

Los creyentes deben dejar el pecado por dos razones: porque el pecado provoca la ira
de Dios (v.6), y porque ellos han sido revestidos de un ‘nuevo hombre’ (v.10a). Si el
“viejo hombre” del v.9 no es la vieja naturaleza, sino aquella persona que éramos
antes, cuando estábamos ‘en Adán’, entonces el ‘nuevo hombre’ no es la nueva
naturaleza, sino la nueva persona que somos ‘en Cristo’. Y es porque estamos ‘en
Cristo’, que las distinciones que se hacían antes ya no tienen validez, y no deben
afectar las relaciones entre hermanos en la iglesia. Ya no hay “griego ni judío,
circuncisión ni incircuncisión…sino que Cristo es el todo, y en todos” (v.11).

REFLEXIÓN: ¿Estamos avanzando en la santificación? ¿Estamos dejando los pecados


que antes cometíamos? Si no, ¿qué nos está impidiendo? Asumamos
nuestra responsabilidad, y vivamos vidas que agraden a nuestro Salvador.

64
31 de Diciembre (Col 3:12-17) 'Vistiéndonos de la Imagen de Cristo’

Además de despojarse de las cosas que hacía, antes de conocer al Señor (v.5-9), el
creyente tiene la responsabilidad de vestirse del ‘nuevo hombre’ (v.10, 12). Debe
hacerlo, no sólo porque ahora está ‘en Cristo’ (v.10-11), sino porque ha sido escogido
por Dios (v.12a; ver Efe 1:4), ya es ‘santo’ (v.12a; ver Col 1:13), y es amado por Él
(v.12a). ¡Lo que somos, por gracia, debe afectar cómo vivimos!

A continuación, Pablo presenta una serie de características o cualidades que el


creyente debe manifestar en su vida – cosas que reflejan la imagen de Cristo en él
(Rom 8:29). Primero, describe cualidades INTERNAS: “entrañable misericordia…
benignidad…humildad…mansedumbre…paciencia…” (v.12b). Los evangelios tienen
abundantes ejemplos de esas características, en la vida terrenal del Señor Jesús. Son
los frutos del Espíritu Santo (Gál 5:22-23); y se manifestarán en nuestras vidas, si
permanecemos en Cristo (Juan 15:4-5).

En segundo lugar, Pablo habla de cualidades EXTERNAS; cualidades que nos ayudarán
a llevarnos bien con otras personas (v.13). Esas cualidades incluyen la paciencia
(“soportándoos unos a otros”), y la disposición de perdonar cualquier ofensa
(“perdonándoos unos a otros…”). Como creyentes, no somos perfectos; siempre habrá
quejas entre hermanos en la iglesia. Lo importante es estar dispuestos a perdonar. Si
el Señor nos perdonó, debemos perdonar a otros sus ofensas (v.13b). ¡El
resentimiento no es una cualidad apropiada en un hijo de Dios!

De estas cualidades, Pablo pasa a describir dos de las virtudes más importantes en la
vida del creyente: AMOR (v.14) y PAZ (v.15). El verdadero amor (‘agape’, en griego)
“es el vínculo perfecto” (v.14b). La palabra, “vínculo”, significa ‘algo que une a dos o
más personas’. En Col 2:19, se usa para el cuerpo de Cristo, y se traduce,
“ligamentos”. En Efe 4:3, Pablo relaciona la unidad de la Iglesia con la paz, y usa el
mismo término, “vínculo”. Sin embargo, aquí en la carta a los Colosenses, Pablo
enfatiza el papel que la paz juega en la vida personal del creyente (v.15). Él exhorta a
los creyentes a dejar que “la paz de Dios gobierne en vuestros corazones”. Si lo
hacen, entonces experimentarán un profundo agradecimiento en sus vidas (v.15b), por
todo lo que Dios, en Su bondad, ha hecho por ellos.

Finalmente, Pablo describe la manera en que los creyentes deben llevar a cabo el
culto, cuando se reúnen (v16). Él señala dos elementos importantes – la Palabra de
Dios (v.16a), y la adoración (v.16b). En todo culto cristiano, debe predominar la
Palabra de Dios. Ella debe morar “en abundancia en vosotros” (v.16a). El verbo,
“more”, traduce una palabra (‘enoikeo’) que significa, ‘habitar’ o ‘vivir’. La Palabra de
Dios debe ‘vivir’ entre los creyentes, y debe ser la base sobre la cual los miembros de
la Iglesia se enseñan unos a otros, y se exhortan unos a otros (v.16a). Obviamente,
la Palabra de Dios también debe predominar en las alabanzas. Los “salmos e himnos y
cánticos espirituales” (v.16b) deben estar repletos de la Palabra de Dios.

El apóstol termina, resaltando la importancia de la motivación de los creyentes en todo


lo que hacen – especialmente en el culto. Deben hacerlo todo “en el nombre del
Señor” (v.17a), como Sus representantes aquí en la tierra. Y deben hacerlo con un
espíritu de agradecimiento (“dando gracias a Dios Padre”, v.17b).

REFLEXIÓN: Nuestras vidas deben estar centradas en la Persona de Cristo, y en Su


Palabra; manifestando “sabiduría” y “gracia” (v.17), en todo lo que
hacemos. ¿Son así, nuestras vidas? Reflexionemos por unos momentos.

65
1 de Enero (Col 3:18 – 4:1) 'La Vida Diaria del Creyente’

En primera instancia, la vida del ‘nuevo hombre’ tiene que desarrollarse, no en el


contexto de una congregación (v.12-17), sino en el contexto del hogar y del trabajo.
Por eso Pablo describe ahora algunos aspectos resaltantes de esa nueva vida,
considerando las tres relaciones fundamentales que cada creyente tiene.

1. La Relación Matrimonial (v.18-19)

Para cada hija de Dios casada, la nueva vida ‘en Cristo’ debe manifestarse en una
sujeción a su marido (v.18). ¡Nada fácil en el contexto del machismo que prevalecía
en el primer siglo, en una ciudad como Colosas! La frase, “como conviene en el Señor”
(v.18b), significa, ‘como es apropiado para un creyente’. Sujetarse a un esposo bueno
y sabio no requiere de mucha espiritualidad; pero, sujetarse a un esposo malo e
insensato, requiere toda la llenura del Espíritu Santo.

Por su lado, el esposo convertido debe amar a su esposa, y no ser áspero con ella
(v.19). ¡Suena fácil! Pero no lo es, cuando tomamos en cuenta la medida de ese
amor (Efe 5:25-29), y consideramos la lucha que cada esposo tiene con su ‘carne’ (Gál
5:19-21). Ser un esposo como Dios lo manda, también requiere la llenura del Espíritu
Santo, y una vida que permanece en Cristo (Juan 15:4-5).

2. La Relación Paternal (v.20-21)

El v.20 indica que Pablo esperaba que en cada congregación, no sólo haya niños y
jóvenes, sino que esos niños y jóvenes sean verdaderos creyentes, disfrutando la
nueva vida en Cristo. Para los hijos, eso implica obediencia a los padres - una
obediencia total (“en todo”), siempre en cuando eso no signifique desobedecer la ley
de Dios.

Por su parte, los padres cristianos no deben ‘exasperar’ a sus hijos, desalentándolos en
su formación personal. En el idioma original, el verbo traducido, “exasperéis”, significa
‘provocar (a ira)’. Padres hacen eso con sus hijos, en una variedad de maneras,
cuando no se dejan controlar por el Espíritu Santo.

3. La Relación Laboral (v.22-25, y v.1)

Pablo dedica mayor tiempo para hablar a los “siervos” (‘doulos’ = ‘esclavos’), que a
las demás categorías. Ellos reciben cuatro versos; las demás categorías, sólo uno.
Pablo hace eso, no sólo porque había muchos esclavos en la congregación, sino porque
la vida de ellos era la más difícil de todas. Hoy en día, no hay esclavos en nuestras
iglesias; pero sí hay trabajadores, empleados. Dios nuestro Padre espera que Sus
hijos sean obedientes a sus amos (jefes) - no sólo cuando ellos los están mirando (“no
sirviendo al ojo”, v.22a), sino en todo tiempo. Deben hacerlo, no para congraciarse
con el jefe (y así asegurar su puesto de trabajo y un buen sueldo), sino simplemente
para agradar a su superior (“como los que quieren agradar a los hombres”, v.22b).
Por encima de todo, deben hacerlo “con corazón sincero, temiendo al Señor” (v.22c).

REFLEXIÓN: En una sociedad caracterizada por esposas infelices, esposos infieles,


padres abusivos, hijos desobedientes, y trabajadores incumplidos, ¡cuánta
falta hace la clase de creyente que Pablo describe en estos versos! Si
fuéramos así, la Iglesia realmente sería la ‘sal’ de la tierra y la ‘luz’ del
mundo.

66
2 de Enero (Col 3:23 – 4:1) 'Un Desafío Para la Vida Laboral’

Según la estructura de este pasaje, los v.23-25 están dirigidos a los “siervos”. Sin
embargo, se pueden aplicar también a esposas y esposos, a hijos y padres, y hasta a
los amos. En estos versos Pablo establece CINCO principios, que debemos recordar.

1. Todo lo que hagamos, debemos hacerlo para el Señor, y debemos hacerlo


de corazón (v.23). Aunque Dios espera que los “siervos” (empleados) trabajen en
tal manera que agraden a los amos (jefes), v.22, la meta principal del creyente no
es agradar a los hombres, sino agradar a Dios. Y eso, debemos hacerlo sincera y
desinteresadamente (“de corazón”).

2. Si nos comportamos bien, como hijos de Dios, recibiremos una recompensa


(“la recompensa de la herencia”, v.24a). Eso no significa que somos salvos por
obras. La “herencia” de la cual Pablo habla aquí no es la herencia que menciona en
pasajes como Rom 8:17 y Efe 1:11. En esos pasajes, la “herencia” que Pablo
menciona es la que tenemos por fe ‘en Cristo’. Cada creyente tiene esa “herencia”
garantizada, por ser un hijo de Dios. La “herencia” que Pablo menciona en este
verso (v.24a) es la “recompensa” que tendremos por nuestras buenas obras.

3. Cada creyente debe ser consciente de estar sirviendo a Cristo (v.24b). Quizá
algún “siervo” cristiano tenía un amo inconverso; un hombre malo, imposible de
agradar. ¿Qué le aconseja Pablo a ese siervo? Simplemente, que tome en cuenta
que servimos a Cristo, no sólo en la Iglesia, sino en la vida diaria. En ese sentido
los “siervos” en Colosas estaban en la misma situación que Pablo (¡aunque el Amo
de Pablo era Bueno!), porque él también era un esclavo – un ‘siervo’ (‘doulos’) de
Jesucristo (Fil 1:1).

4. Cosecharemos lo que sembramos (v.25a). Estamos acostumbrados a aplicar


este principio a los inconversos. Pablo lo usa así (al parecer) en Gál 6:7-8. Pero
aquí, Pablo aplica el mismo principio a los siervos creyentes. Si ellos hacen alguna
“injusticia”, defraudando en alguna manera a su amo (quizá a un amo cristiano),
ellos recibirán la “injusticia” que cometieron. Aunque esto suena como ‘la ley de
talión’ – “ojo por ojo, y diente por diente” (Éx 21:24; Mat 5:38); no lo es. ¡No es el
amo que retribuirá al siervo injusto, sino Dios!

5. Dios no hace acepción de personas (v.25b). El contexto nos indica cómo


debemos interpretar esta frase. Pablo está hablando a los siervos, en el contexto
de no defraudar a sus amos. El peligro para los siervos cristianos es que podrían
pensar que, por ser cristianos, Dios los defendería de un amo injusto, aun si ellos
cometieran alguna injusticia. Pablo dice que no será así; mas bien, si ellos, aunque
sean siervos maltratados, cometen algún acto injusto, Dios los disciplinaría en
alguna manera - quizá sacando a la luz su injusticia, para que sean castigados por
el amo (ver 1 Ped 2:18-20). ¡No por ser siervos escaparán la disciplina de su Padre!

Finalmente, Pablo habla brevemente a los amos (Col 4:1). Ellos también deben hacer
“lo que es justo y recto”. No debían aprovechar su autoridad para abusar de sus
siervos, aun si la ley romana lo permitía y amparaba. Ellos tenían un Amo celestial, a
quien tendrían que rendir cuentas algún día, y quien defendería a los siervos
maltratados (especialmente si ellos eran creyentes).

REFLEXIÓN: Evaluemos nuestro comportamiento, como empleados o jefes. ¿Estamos


actuando a la altura de un creyente, en la vida laboral?

67
3 de Enero (Col 4:2-9) 'El Compañerismo Espiritual en el Ministerio’

Pablo concluye esta sección, en la cual describe el comportamiento del creyente (Col
3:5 – 4:6), con tres exhortaciones generales (v.2-6).

- “Perseverad en la oración…” (v.2-4). La oración debe ser una constante en la


vida del creyente; y esa vida de oración debe ser caracterizada por un espíritu
de gratitud (v.2b). Pablo pide que los hermanos en Colosas oren por él y por
Timoteo (“por nosotros”, v.3; ver Col 1:1), para que puedan testificar del
Señor, estando en la cárcel.

- “Andad sabiamente…” (v.5); es decir, ‘compórtense sabiamente’ – tanto en


relación con su contacto con inconversos (“con los de afuera”), como en el uso
de su tiempo (“redimiendo el tiempo”).

- “Sea vuestra palabra siempre con gracia…” (v.6). ¡Cuán importante es cuidar
nuestra lengua! El creyente debe hablar palabras saludables; palabras que
sean de bendición para otros, no un tropiezo.

Pablo pasa ahora a la conclusión de la carta (v.7-18). No les comenta más sobre su
situación en la cárcel, porque Tíquico les pondrá al día con todas sus noticias (v.7).
Pablo describe a Tíquico con tres lindas frases: “amado hermano”, “fiel ministro”, y
“consiervo en el Señor” (v.7b). Viniendo de alguien como Pablo, ¡esto era un
tremendo halago! Tíquico evidentemente era un buen creyente (“hermano”), tenía
una espíritu servicial (“ministro” = ‘diakonos’), y se sometía incondicionalmente al
señorío de Cristo (“consiervo” = ‘sundoulos’).

Pablo estaba enviando a Tíquico con esta carta, con el propósito de cerciorarse de lo
que estaba pasando en la iglesia de Colosas (v.8a), como también para consolar los
corazones de los creyentes en esa iglesia – no sólo con las noticias de Pablo (v.7), sino
también con palabras de aliento espiritual. Es interesante notar que Tíquico también
fue enviado a Éfeso, con el mismo propósito (Efe 6:21-22). Evidentemente, era un
hombre de gran confianza para Pablo.

Hay cierto debate acerca de la frase, “para que conozca lo que a vosotros se refiere”
(v.8a). Varios manuscritos antiguos dicen, ‘para que ustedes conozcan nuestros
asuntos’ (ver la RVA, BDLA, NVI). Indudablemente, las dos cosas fueron ciertas.
Pablo quería saber más detalles de lo que estaba pasando en Colosas, y quería que
ellos supieran qué estaba pasando con él.

Juntamente con Tíquico, iba Onésimo, a quien Pablo describe como “amado y fiel
hermano, que es uno de vosotros” (v.9). Onésimo, entonces, era de Colosas. Este es
el mismo Onésimo de quien leemos en Filemón (Film 8-22). Era el esclavo de Filemón,
uno de los miembros de la iglesia en Colosas. Podemos confirmar eso comparando los
saludos en Colosenses y Filemón (Col 4:10-17 y Film 2, 23-24). Tíquico y Onésimo
llevando ambas cartas, Colosenses y Filemón (quizá también Efesios) – dos (o tres)
epístolas de las Sagradas Escrituras. ¡Quién lo hubiera pensado, al verlos salir de viaje
de Roma, rumbo a Colosas!

REFLEXIÓN: Es bueno servir al Señor, usando nuestros dones, y cumpliendo el llamado


de Dios. Pero recordemos; no somos los únicos en el ministerio. Otros
comparten la obra. Sigamos el ejemplo de Pablo, valorando a todos
nuestros consiervos espirituales.

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4 de Enero (Col 4:10-18) 'Consiervos de Pablo’

Aunque Pablo no conocía personalmente a la iglesia en Colosas, concluye la carta


enviando muchos saludos. En primer lugar, manda los saludos de un tal Aristarco, a
quien describe como “mi compañero de prisiones” (v.10). Él era de Tesalónica (Hch
20:4), y acompañó a Pablo en algunos de sus viajes (Hch 19:29). Aristarco viajó con
Pablo a Roma (Hch 27:2), y ahora estaba encarcelado con él.

Juan Marcos también estaba con Pablo en ese momento, y envía saludos a los
hermanos en Colosas. Él era el sobrino de Bernabé, quien volvió atrás del primer viaje
misionero (Hch 13:13), y quien fue la manzana de la discordia entre Pablo y Bernabé
(Hch 15:36-41). Aunque Pablo antes no tuvo confianza en él, las cosas han cambiado.
Pablo tiene tanta confianza en él, que estaba pensando enviarlo a Colosas, y ordenó a
los hermanos a recibirlo bien, si fuese a viajar (v.10b).

Un tercer saludo fue, de parte de “Jesús, llamado Justo” (v.11a). Él, juntamente con
Aristarco y Marcos eran los únicos judíos (“los…de la circuncisión”) que ayudaban a
Pablo a cumplir su llamado apostólico, y que consolaron su espíritu (v.11b). Qué
triste, para un hombre tan judío como Pablo, el ser casi abandonado por sus
compatriotas creyentes, en su afán por ganar a los gentiles para Cristo. Pablo pagó un
precio bastante alto por cumplir su ministerio.

El siguiente saludo vino de parte de Epafras (v.12a), el fundador de la Iglesia (Col


1:7). Él era oriundo de Colosas (“es uno de vosotros”, v.12a). Entregó su vida al
servicio del Señor, y desarrolló un tremendo ministerio de oración, del cual Pablo da
testimonio en el v.12b. Los hermanos en Colosas debían mucho a Epafras. El
corazón de Epafras era muy grande, porque se interesó también en las ciudades
aledañas de Laodicea y Hierápolis (v.13)

Finalmente, Pablo menciona a dos personas más que enviaron saludos a la iglesia en
Colosas – Lucas y Demas (v.14). ¡Qué contraste había entre ellos! Lucas era “el
médico amado” (v.14a). ¡A cuántos creyentes habrá atendido, en sus viajes con
Pablo! Pero Demas, aunque comenzó bien, terminó mal. En este momento, era uno
de los colaboradores de Pablo (ver Film 24); sin embargo, poco después lo abandonó,
“amando este mundo”, y se fue a Tesalónica a buscar una vida más cómoda para sí
mismo (2 Tim 4:10).

Habiendo comunicado todos estos saludos a la iglesia en Colosas, Pablo ahora manda
sus propios saludos a los hermanos en la iglesia en Laodicea (v.15). Evidentemente
hubo bastante contacto entre estas dos congregaciones aledañas. Por eso Pablo
ordena que la carta que está enviando a Colosas, sea leída en Laodicea, y que la carta
que envió a Laodicea, también sea leída en Colosas (v.16). Aquí vemos el principio del
compartimiento, y la verdadera comunión cristiana (Hch 4:32).

Finalmente, dirigiéndose al que parece ser el líder de la iglesia en Colosas (ver Film 2),
Pablo le exhorta a Arquipo, diciendo: “Mira que cumplas el ministerio que recibiste en
el Señor” (v.17). Más que un privilegio, el ministerio es una responsabilidad. Si el
Señor nos llama a servirle, debemos hacerlo fielmente. ¿Qué estorbó a Arquipo en su
cumplimiento del ministerio? Quizá no estaba defendiendo la sana doctrina, como
debía hacerlo en Colosas, frente a los falsos maestros.

REFLEXIÓN: Aunque Pablo fue un gran siervo de Dios, no pasó por alto los ministerios
de otros. ¿Qué estamos haciendo nosotros a favor de las iglesias?

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