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I

JORNADAS REGIONALES
I JORNADAS REGIONALES DE ORDENAMIENTO TERRITORIAL 2018
ISSN 2618-3706
DE ORDENAMIENTO
TERRITORIAL
"PLANIFICACIÓN Y DESARROLLO TERRITORIAL
SOSTENIBLE"
FACULTAD DE FILOSOFÍA, HUMANIDADES Y ARTES
UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN JUAN
PROVINCIA DE SAN JUAN

Programa de Investigación

Geografía de la Provincia de San Juan a través de estudios


departamentales. Propuestas de Ordenamiento Territorial

EJES TEMÁTICOS

I. ORDENAMIENTO TERRITORIAL
Y POLÍTICAS PÚBLICAS
II. PROCESOS TERRITORIALES EN
ÁMBITOS URBANOS Y RURALES
III. NUEVAS TECNOLOGÍAS DE LA
INFORMACIÓN Y LA
COMUNICACIÓN
Y EL ORDENAMIENTO
TERRITORIAL
IV. TURISMO Y PATRIMONIO
V. RECURSOS NATURALES Y
SOSTENIBILIDAD

Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes


Universidad Nacional de San Juan
Dirección: Avda. Ignacio de la Roza 230 (oeste).
Capital. San Juan. C.P. 5400. Capital
Tel. 0264-4222074. Fax:(54-0264) 422-8422 / 421-0709

San Juan, Argentina


12, 13 y 14 de SEPTIEMBRE de 2018

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ISSN 2618-3706

Programa de Investigación
Geografía de la Provincia de San Juan a través de estudios departamentales.
Propuestas de ordenamiento territorial

Comisión Organizadora

Mgter. Sandra Sánchez


Prof. Andrea Sarracina
Dra. Elvira Suárez Montenegro
Lic. Hugo Tejada
Lic. Valeria Lezcano
Lic. Gustavo Gallego

Alumnos
Sergio Villagra
Paula Britos

Auspiciantes

Instituto de Geografía Aplicada (IGA)


Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes (UNSJ)

Este volumen contiene las ponencias presentadas en cada eje propuesto

Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes


Universidad Nacional de San Juan
Dirección: Avda. Ignacio de la Roza 230 (oeste)
Capital. San Juan
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Fax: (54-0264) 422-8422 / 421-0709

Resolución de la Secretaría de Extensión Nº74/18-CD-FFHA.


Resolución del Ministerio de Educación de la Provincia de San Juan Nº 5812-ME.
Declaradas de Interés por la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de San
Juan y por el Honorable Senado de la Nación Argentina Nº S-2948/18.

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EJE II
PROCESOS TERRITORIALES EN ÁMBITOS URBANOS Y RURALES

RIEGO Y CAMBIO EN EL ORDENAMIENTO DE ESPACIO AGRARIO DE SAN JUAN: A 200


AÑOS DE LA APERTURA DEL CANAL POCITO
Guardia, Enrique
Genini, Guillermo
FFHA-UNSJ/IFDC San Luis
enriqueguardia8@gmail.com
gfgenini@yahoo.com.ar

Eje temático: Procesos territoriales en ámbitos urbanos y rurales

Resumen
Durante el desarrollo del proyecto emancipador sanmartiniano, la jurisdicción de San Juan
participó del esfuerzo de guerra a partir del aporte de diversos recursos humanos y
materiales. El éxito del proyecto implicaba que el esfuerzo efectuado fuera recompensado.
La ampliación de los recursos agrarios por medio de la construcción de nueva
infraestructura de riego fue una de las acciones compensatorias que recibió San Juan.
La apertura del Canal Pocito, proyectado desde 1815 y finalizado hacia 1819, constituyó la
mayor obra de riego realizada en San Juan desde comienzo del siglo XVII. Su construcción
cambió la distribución del agua de riego en el Valle Central del río San Juan ampliando hacia
el sur de la ciudad de San Juan el espacio agrario productivo que abarca los actuales
departamentos de Rivadavia, Rawson y Pocito. Este aprovisionamiento regular y seguro de
agua viabilizó el desarrollo agrario y varió la configuración territorial que perdura hasta la
actualidad.
El objetivo de este trabajo es analizar e interpretar las fuentes documentales de este proceso
histórico, sus implicancias en la organización territorial Valle Central del río San Juan y
cartografiar sus distintas alternativas. Para ello se recurrirá a cartografía antigua, imágenes
satelitales de alta resolución para obtener en forma preliminar la disposición espacial de la
traza del canal, incorporando además el resultado de trabajo de campo, registro fotográfico
e información georreferenciada.

Introducción
La Historia Agraria, una especialización relativamente nueva dentro de los estudios
históricos, posee la capacidad de vincular los cambios producidos dentro de una realidad
social del pasado con las condiciones geográficas del espacio que cada grupo ocupaba y
hacía producir. Desde esta perspectiva es posible abordar un caso particular de variación
del espacio agrario que creó un nuevo ordenamiento territorial en la actual provincia de San
Juan.
Durante el desarrollo del proyecto emancipador sanmartiniano, la jurisdicción de San Juan
participó del esfuerzo de guerra a partir del aporte de diversos recursos humanos y
materiales. El éxito del proyecto implicaba que el esfuerzo efectuado fuera recompensado.
La ampliación de los recursos agrarios por medio de la construcción de nueva

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infraestructura de riego impulsada por San Martín fue una de las acciones compensatorias
que recibió San Juan.
La apertura del Canal Pocito, proyectado desde 1815 y finalizado hacia 1819, constituyó la
mayor obra de riego realizada en San Juan desde comienzo del siglo XVII. Su construcción
cambió la distribución del agua de riego en el Valle Central del río San Juan ampliando hacia
el sur de la ciudad de San Juan el espacio agrario productivo que abarca los actuales
departamentos de Rivadavia, Rawson y Pocito. Este aprovisionamiento regular y seguro de
agua viabilizó el desarrollo agrario y varió la configuración territorial que perdura hasta la
actualidad.
El objetivo de este trabajo es analizar e interpretar las fuentes documentales1 de este
proceso histórico, sus implicancias en el ordenamiento territorial de San Juan y cartografiar
sus distintas alternativas. Para ello se recurrirá a cartografía antigua, imágenes satelitales
de alta resolución para obtener en forma preliminar la disposición espacial de la traza del
canal, incorporando además el resultado de trabajo de campo, registro fotográfico e
información georreferenciada. Este aporte puede servir de base para valorar al Canal Pocito
como patrimonio territorial de San Juan

Definiciones metodológicas y conceptuales


Pierre Vilar en una obra clásica2 que trata la relación entre los modos de producción y el
hecho hidráulico realiza un planteamiento metodológico que deja abierto para avanzar en
la comprensión de temas como el propuesto en esta ocasión.
Vilar distingue dos tipos de vías de investigación: una referida a estudios de casos donde el
tratamiento puede llegar a ser profundo por tratarse de objetos de estudios accesibles por
su tamaño reducido y tiempo limitado, indispensables para crear las bases de análisis
superiores, y otra constituida por los grandes esquemas sintéticos a escala de historia
universal que tratan de encontrar una explicación capaz de abarcar diversos tiempos y
espacios en relación con el hecho hidráulico. En estos últimos debemos contar desde los
intentos de Karl Marx y Eric Hobsbawm por definir los modos de producción precapitalistas
hasta la más reciente obra de Karl Wittfogel sobre el despotismo oriental y su relación con
las sociedades hidráulicas3. Evidentemente de las dos vías de abordaje de la cuestión
agraria en relación con el agua propuestas por Vilar, adherimos a la primera a riesgo de ser
considerada una descripción de un caso concreto.
En una región seca como la cuyana los casos fundamentales en el cambio del espacio agrario
refieren a una vinculación especial de los recursos productivos principales, la tierra y el
agua que conjugados por el trabajo humano dan como resultado el hecho hidráulico. La
tierra necesita de la participación eficiente del hombre como actor de la apertura del espacio
agrario, pues éste no existe por sí sólo como en el caso de las regiones húmedas. Este cambio
implica un nuevo ordenamiento territorial.
Entendemos por tal, siguiendo a Domingo Gómez Orea, que “ordenar un territorio significa
identificar, distribuir, organizar y regular las actividades humanas en un territorio de
acuerdo con ciertos criterios y prioridades”4. En este caso cabe preguntarse de qué modo y
bajo qué criterios y prioridades el juego social en el actual territorio de San Juan produjo un

1 Se han utilizado como principales fuentes documentales la colección de documentos sanmartinianos


publicados por el Archivo General de la Provincia de San Juan (AGPSJ) y aquellos contendidos en la obra de
Augusto Landa, Dr. José Ignacio de la Roza. Documentación histórica.
2 Pérez Picazo, Teresa, Lemeunier, Guy (Eds)(1990), Agua y modos de producción, p. 7/19.
3 Marx y Hobawm, Formaciones económicas precapitalistas; Wittfogel, Despotismo oriental. Estudio

comparativo del poder totalitario, citadas en Pérez Picazo y Lemeunier (1990), p. 21/23.
4 Gómez Orea, Domingo (2002), Ordenamiento Territorial, p. 29.

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importante cambio en la distribución del riego y por lo tanto un nuevo ordenamiento


territorial. En este proceso es necesario presentar los elementos con que cuenta el territorio
que se transformará en un paisaje agrario para que se produzca su ordenamiento desde una
perspectiva histórica.
Más allá de las limitaciones reales que las condiciones naturales imponen, el desarrollo
histórico del paisaje agrario permite la utilización de tierras que originalmente no estaban
en condiciones de producir. En el pasaje del paisaje natural al humanizado, el agua juega un
papel de mayor importancia en las regiones áridas que en las húmedas. En estas últimas la
transformación se logra sustituyendo la vegetación original por una proporcionada por la
acción del hombre acondicionado en forma escasa el paisaje. De este modo los limitantes
naturales no impiden el paso de un paisaje natural al paisaje agrario que cumple la función
de producción, teniendo mayor incidencia los factores humanos tales como los sistemas de
comercialización, las fluctuaciones en los precios, los costos del transporte, entre otra,
pudiendo ser protagonizada por una población dispersa y una organización social
relativamente laxa o fragmentada.
Para las tierras secas bajo riego las mismas asociaciones varían significativamente pues
requiere una población muy estable y concentrada, una organización política
necesariamente centralizada con niveles de estratificación social muy importantes y una
fuerte especialización técnica. La explicitación de una relación distinta entre la sociedad
regida por el riego y por aquella que no lo está, nos brinda un fundamento desde donde
considerar objetivos y combinaciones propias de los factores de producción en relación con
las condiciones del medio geográfico.
En este caso se destaca el uso del agua como el elemento principal que permite incrementar
el valor relativo de las tierras áridas que sin riego es prácticamente nulo. El objetivo del
riego es, pues, hacer posible el cultivo en una zona estéril. Para que ello sea posible el
espacio debe reunir ciertas condiciones tal como lo señala Gómez Orea. En primer lugar
debe encontrarse cerca de una fuente de agua estable (río, arroyo, pozo surgente, pantano);
debe poseer características topográficas acorde con su finalidad (pendiente, inclinación,
llanura) y su suelo debe poseer tal constitución que pueda retener el agua y eliminar el
sobrante5.
La conquista del espacio agrario vista como un proceso que puede presentar distintas
alternativas es posible dividirla en forma esquemática en cuatro etapas o momentos6:

1) Potencial: considera la presencia de tierras libres de ocupación o subocupadas por


una población distinta a la que avanza. Supone una etapa de valoración y estudio de
los recursos que torna atractiva la posibilidad de su explotación para esa población,
mientras que el espacio apetecido posee una presencia débil de caminos, canales,
pueblos y otras formas de penetración, uso y posesión.
2) De apertura: la sola presencia de tierras libres no inicia el proceso de conquista. Este
recurso básico debe ir complementado por la población y la producción. En el primer
caso la presencia de excedentes demográficos constituye el principal elemento de
ocupación de espacio conquistado, mientras que el segundo impulsa el cultivo de la
tierra con productos comercializables y en expansión para un mercado determinado,
generalmente externo. Este proceso puede darse en forma espontánea o planificada
siendo el caso presentado del segundo tipo donde el accionar del Estado es
indispensable como representante del bien común, quien ejerce el control del agua y

5 Palmer, Ángel, Wolf, Eric (1972), Agricultura y civilización en Mesoamérica, p. 135/138; Allup, Leopoldo
(1993), Desarrollo de ecosistemas áridos, p. 78.
6 Gutiérrez, Marta, Furlani, María (1993), Geografía agraria.

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su uso productivo (apertura de canales, concesiones de agua de riego, construcción


de caminos y otras obras de infraestructura).
3) Expansión: la ocupación y explotación de las tierras supone un momento de
desarrollo que implica el aumento del valor de las propiedades adquiriendo gran
importancia entonces la delimitación y fragmentación de los terrenos, así como los
distintos tipos de explotación (arriendo, aparcería, explotación familiar). Además,
supone el aumento de la población y su asentamiento definitivo, con el surgimiento
de comunidades, pueblos y vías de comunicación.
4) Integración: el momento final de la conquista agraria supone la ocupación total de la
tierra, su alto valor y la restricción en los mecanismos de acceso. En forma paralela
toman gran importancia el régimen jurídico que debe asegurar a los propietarios la
retención del espacio logrado. Las transformaciones sufridas por el espacio
conquistado permiten una integración con los núcleos originales de expansión,
generalmente relacionados con la urbanización, desplazando la demanda de nuevos
espacios hacia otras tierras potenciales.
De las cuatro etapas nuestro interés se centrará principalmente en las dos primeras, es decir
en la identificación de tierras potenciales y su apertura como espacio agrario. La conquista
y el mantenimiento del espacio agrario suponen una iniciativa que tiene por finalidad el
derecho al uso del suelo. Este espacio creado presenta muchos matices con relación a su
propiedad siendo que el Estado como poseedor originario del derecho sólo
excepcionalmente lo ejerce delegando en la propiedad individual o colectiva su utilización
variando los casos desde la gran propiedad al minifundio extremo.
El Valle Central del río San Juan por su condición de oasis cumple adecuadamente con los
criterios presentados para ser objeto de un proceso de conquista agraria lo que ha
permitido la extensión del límite productivo. En tal sentido todas las tierras planas de valle
con una cierta pendiente eran susceptibles de ser regadas, poniendo de manifiesto que las
limitaciones naturales permitieron desde los primeros tiempos de la ocupación humana su
puesta en producción y que no fue así debido a otro tipo de impedimentos provenientes del
medio social.
Para el caso de la apertura del Canal Pocito a comienzos del siglo XIX estas limitaciones
provinieron especialmente de la ausencia de un conocimiento técnico específico, del escaso
capital disponible para la realización de una obra de gran magnitud y sobre todo la
incapacidad de contar con el trabajo humano necesario para su apertura. Todas estas
limitaciones se superaron en la particular coyuntura que se produjo en el período 1815-
1819 dando como resultado un nuevo ordenamiento territorial para San Juan.
A continuación se presentará un esquema interpretativo del proceso histórico por el cual se
produjo este cambio en el paisaje agrario y sus etapas, en un contexto revolucionario más
amplio donde cobra sentido.

El riego de las tierras del Pocito: de la valoración del espacio a la postergada apertura
(1815-1817)
No se puede precisar el inicio del proceso del pasaje de la tierras de Pocito de un espacio
potencialmente agrario a su apertura, aunque claramente fue previo al impacto del accionar
del General José de San Martín como Gobernador Intendente de Cuyo (1814-1820)7. Sin

7Este período resulta de la consideración del ejercicio directo de San Martín como Gobernador Intendente de
Cuyo (agosto de 1814 a septiembre de 1816) en plenitud de sus funciones y de la delegación del Gobierno civil
en el Coronel Toribio de Luzuriaga (agosto de 1816 como interino y como Gobernador Intendente propietario
desde septiembre de 1817 hasta su renuncia en enero de 1820). Esta periodización no incluye las delegaciones
provisionales y las suplencias varias. San Martín mantuvo el mando militar de Cuyo por lo que en el ejercicio del

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embargo, es posible afirmar que su presencia en Cuyo produjo un cambio en las


perspectivas históricas que permitieron su realización.
En este sentido la apertura del Canal Pocito se produjo en el contexto de una movilización
general de los recursos tanto humanos como materiales de la jurisdicción de San Juan que
a su vez se referenció en un proceso de mayor: la militarización de la sociedad cuyana
impulsada por la Guerra de Independencia con el consiguiente esfuerzo económico que ella
implicaba. A su vez esta militarización fue iniciada por el proceso revolucionario iniciado en
Buenos Aires en 1810 que rompió el vínculo colonial con la Corona española.
Así es posible identificar el año 1814 cuando Cuyo pasó de ser una región de abastecimiento
y seguridad para el gobierno revolucionario nacido en 1810 a ser considerada una unidad
político-administrativa sometida al esfuerzo de guerra que representaba la conformación
de un ejército en operaciones.
Cuando el 8 de septiembre de 1814 José de San Martín tomó posesión del cargo de
Gobernador Intendente de Cuyo puede observarse la puesta en marcha de dos proyectos.
Uno, bastante evidente e identificable: la formación de un Ejército destinado a liberar del
poder realista a Chile, y posteriormente a su bastión principal, el Perú. El otro plan no fue
tan evidente. Se trató del dominio político de Cuyo que permitiría llevar a cabo el plan
militar, constituido por todas las decisiones y acciones que tomó San Martín en conjunto
con la elite gobernante cuyana, destinadas a hacer viable la concreción de la formación de
dicho Ejército y el cruce de los Andes.
Dichas acciones y decisiones implicaban el convencimiento, la manipulación, y en muchos
casos la coerción de las poblaciones locales, de lo cual se encargaban los Tenientes
Gobernadores que secundaron el accionar de San Martín, que para el caso de San Juan
correspondió principalmente al Dr. José Ignacio de la Roza. Las poblaciones cuyanas se
orientaron, de esta manera, a la concreción de un plan militar, poniendo sus bienes, dinero
y vidas humanas a servicio de lo que los protagonistas denominaron como “la causa”. Este
apoyo a “la causa” no fue espontáneo sino que se fue construyendo mediante un juego social
donde las presiones y acuerdos se combinaban con castigos, recompensas y retribuciones8.
A esta dinámica interna cuyana se le sumó la propia dinámica de la guerra por lo que toda
decisión referida al cambio de una situación de envergadura, como lo era la apertura de
tierras nuevas para la producción agraria, dependió en última instancia de la cambiante e
incierta suerte de las armas revolucionarias9.
Al momento del inicio del accionar sanmartiniano en San Juan en 1814 su ordenamiento
territorial en referencia a la distribución de las tierras agrarias en producción estaba
constituido por una combinación de tradición y cambio. En el Valle Central del río San Juan
había tierras bajo riego cuya tradición agraria provenía de siglos de dominio colonial
hispánico e incluso contaba con un origen indígena. Eran las tierras que rodeaban la ciudad
de San Juan y que incluían a los denominados distritos suburbanos (Puyuta, Concepción,
Trinidad y Santa Lucía) que se regaban desde el siglo XVII con una combinación de aguas
que provenían del Arroyo Estero de Zonda y del río San Juan.

gobierno superior de la Gobernación Intendencia se mantuvo el mando dual entre San Martín y Luzuriaga, como
se ve reflejada en la documentación analizada.
8 Vera, Mélody, Menéndez, Néstor y Genini, Guillermo (2018), San Luis y su participación en la Campaña

Libertadora (1814-1819).
9
Goldam, Noemí (1998), Revolución, república, confederación, p. 25/69.

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Figura 1. Valle Central del río San Juan, espacio agrario de origen prehispánico y colonial.

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Antes de la llegada de los españoles a mediados del siglo XVI el espacio agrario que ocupa
la ciudad de San Juan y sus poblaciones cercanas se regaban por el cauce del Arroyo Estero
de Zonda. Este espacio de tradición indígena fue apropiado por los conquistadores
españoles para imponer su dominio fundando la ciudad de San Juan de Frontera en 1562. A
comienzos del siglo XVII se produjo la mayor de las novedades dentro del período de
dominio hispánico cuando se abrió una toma directamente sobre el cauce del río San Juan
en la cercanía del actual Dique Partidor San Emiliano desde donde se dio comienzo al
denominado Canal de la Ciudad que llevaba una provisión mayor de agua para la población
urbana y sus alrededores. A esta estructura principal se le sumaba una larga tradición de
tierras regadas en el Valle de Zonda que también contaba con antecedentes indígenas.
Durante el siglo XVIII se amplió la superficie agraria pero no se realizó ninguna innovación
en la estructura de riego de envergadura10 (figura 1).
A comienzos del siglo XIX se inició la apertura de un nuevo espacio agrario en la margen
izquierda del río San Juan en el denominado Valle de Angaco, actuales departamentos de
Albardón, Angaco y San Martín. Esta apertura fue previa al accionar de San Martín, pero su
intervención fue de vital importancia para transformar su apertura en una oportunidad de
compensar a gran parte del sector propietario que expresaba su interés en lograr el
beneficio de su posesión y usufrutuo a través del Cabildo. En este caso la decisión de San
Martín fue proporcionar los medios políticos, jurídicos y técnicos necesarios para lograr el
ordenamiento del espacio según un fin específico: el aumento de los ingresos fiscales. En
este caso se procedió la división de las tierras con riego entre el dominio del Estado,
representado por el Gobierno de la Intendencia de Cuyo y sus funcionarios, y la corporación
del Cabildo de San Juan. El dispositivo ideado fue la subasta entre los vecinos para que de
esta manera fuera posible “aumentar la caja del erario público”, previa mensura y tasación11
(figura 2).
Fue diferente la situación de las tierras del Pocito ubicada en una amplia superficie al sur y
al suroeste de la ciudad de San Juan (figura 2). No se trataba de un espacio agrario ya creado
donde era necesaria la intervención del poder administrador para asegurar el beneficio de
la posesión a la comunidad de los propietarios, sino era un espacio ya identificado como
potencial donde era factible su conquista como espacio agrario. Esta transformación
implicaba un cambio muy significativo dentro del ordenamiento territorial del Valle Central
del río San Juan ya que suponía la extensión hacia el sur de tierras potencialmente agrarias.
La sociedad local, representada por el grupo dominante de los propietarios, consideraba
factible la transformación de las tierras libres de ocupación del Pocito en un nuevo espacio
agrario mediante la apertura de un canal de riego.
Se desconocen los antecedentes de la etapa de valoración y estudio de los recursos que
tornaron atractiva la posibilidad de su explotación antes de 1815, pero sin duda eran tierras
ubicadas relativamente cercanas a la ciudad, con una comunicación directa y continua con
los espacios agrarios ya integrados en la margen derecha del río San Juan, lo que favorecía
el tránsito seguro, con la presencia una débil ocupación poblacional previa y libre del efecto
perjudicial de las grades ciénagas que se extendían hacia el este. Además, la existencia de
uno de los principales caminos que vertebraban la circulación regional, esto es el camino
real entre San Juan y Mendoza (actual calle Mendoza), aumentaba su valor ante eventuales
excedentes agrarios destinados a la comercialización.

10 Genini, Guillermo, Conquista española y ocupación territorial en San Juan (1551-1618), p. 275/298.
11 Landa, Augusto (1941, Dr. José Ignacio de la Roza. Documentación histórica. Tomo I, p. 194/197. El laudo
consistió en dividir las tierras fiscales que quedaron en manos del Gobierno de la Intendencia de las 6.000
cuadras asignadas el Cabildo de San Juan. En sendos casos el destino fue la venta por subasta de las tierras con
riego tras su correspondiente mensura realizada en enero de 1816.

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Figura 2. Valle Central del río San Juan, espacio agrario del Valle de Angaco y Tierras del
Pocito.

El acuerdo que se estableció entre el poder local de la jurisdicción de San Juan, representado
por el Cabildo y el Teniente Gobernador José Ignacio de la Roza y las autoridades de la
Gobernación Intendencia sobre cómo actuar con respecto a las tierras del Pocito, comenzó
a tomar forma mediante disposiciones generales y simultáneas. En primer lugar, se
procedió a verificar la posesión de las tierras que se encontraban en manos particulares
pero que podían ser atribuidas al dominio público. Bajo fuertes penas se ordenó12 por bando
en septiembre de 1815 que todos los vecinos que compraron, solicitaron o tramitaron
tierras del Fisco, “presentarán sus títulos o documentos dentro del término bajo la multa de
Doscientos pesos”. Por la importancia que tomaron los acontecimientos de 1815 esta
decisión se centraba en las tierras bajo conflicto en el Valle de Angaco, pero se lo vinculó de
inmediato a las tierras de Pocito, ya que al parecer se comprobó que eran exclusivamente
fiscales.
El 6 de noviembre de 1815 el Supremo Delegado que había enviado San Martín como
Gobernador Intendente para laudar en el conflicto de las tierras del Valle Angaco, Juan de la
Cruz Vargas, mencionó por primera vez la apertura de un canal en Pocito, siendo la más
antigua hallada al respecto documentalmente. Se dio a conocer como parte de un plan de
grandes consecuencias para el ordenamiento territorial de San Juan. Sugirió que el Teniente
Ministro de Aduanas de San Juan fuese el encargado de iniciar la apertura agraria de Pocito,

12 AGPSJ, Fondo Histórico, Libro 52, folio 184.

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que debía seguir un camino similar al de Angaco, pero sin los problemas que había originado
ese espacio ya abierto. Para ello informó a San Martín que:
“el plan trazado en lo referente a las tierras del Pocito, sacando a Subasta la asequia
que les ha de dar agua, antes de procederse a su venta por el valor que reciben. Todo
en arreglo a lo acordado.
El Ministro de San Juan en uno y otro asunto procede por si sin intervención del
Cavildo por ser propiedad del Estado. Este tiene la mayor necesidad de numerario: el
terreno de reconocerse propietarios para su incremento y fomento, y los vecinos han
de saber el que les ha de caber a título de compra para trabajarlo con dedicación,
esmero y utilidad.
El Estado resive con germinado bien porque descontado puede reparar sus exigencias
y por que el aumento de la agricultura y mejor suerte de los ciudadanos le refluye un
conocido aumento de sus fondo.”
Claramente el origen del plan sobre la transformación de Pocito estuvo impulsado por las
necesidades militares que urgían a San Martín a incrementar los recursos materiales y
monetarios de su jurisdicción intendencial, evitando los conflictos suscitados en el Valle de
Angaco. Sin embargo, sus implicancias llegaban más allá: apertura de un nuevo espacio
agrario aumentando la agricultura, transformación de los vecinos en propietarios,
reparación de las exigencias originadas en el esfuerzo de guerra, acrecimiento de la
actividad económica y, en definitiva, lograr un beneficio al Estado que podía incrementar
sólidamente sus ingresos fiscales. La clave del proceso se encontraba en la secuencia ideada
por de la Cruz Vargas: primero abrir el canal principal de riego y luego vender las tierras
para que la valoración de las mismas fuese previa a su venta.
Inmediatamente13 San Martín hizo suya la iniciativa sugerida por Juan de la Cruz Vargas,
ordenando al Administrador de Aduanas de San Juan, José Antonio Oro, diera cumplimiento
a dos resoluciones de gran importancia para el ordenamiento territorial de San Juan. La
primera sobre división y subasta las tierras del Valle de Angaco entre las atribuidas al
Cabildo y al Fisco. La segunda sobre la apertura de la almodena o subasta pública para
proporcionar agua a las tierras de Pocito.
El 24 de noviembre de 1815 se dio por concluida la almodena que se ordenó para iniciar la
apertura de “la Azequia qe deve proporcionar el Agua a los Terrenos llamados del Pocito”
donde se presentó solo la propuesta de Javier Jofré, unos del principales hombres públicos
y acaudalados de San Juan. Pese a que cumplía con las condiciones solicitadas, su
aprobación se elevó a la consideración de San Martín y al parecer desde el centro de decisión
intendencial se la dejó sin efecto. No se ha hallado documentación al respecto, pero cabe
suponer que las restricciones presupuestarias y las dificultades políticas y militares que
atravesaba San Martín en Cuyo, hicieron postergar el proyectado plan.
Si bien con la conquista agraria de Pocito podía abrirse un nuevo eje en la ampliación de la
frontera agraria de San Juan, su apertura presentaba problemas de difícil resolución, a tal
punto de postergar su inicio hasta fines de 1818.
Fundamentalmente eran tres limitaciones: el trabajo humano requerido para la apertura
del canal, la dirección técnica de su cálculo y realización en especial respecto de la fuente de
agua a ser destinada para el riego, y el capital necesario para su concreción. A su vez estas
dificultades dependían de una situación política y militar favorable, hecho que no sucedía
en el período 1815-1816 cuando la administración de San Martín estaba centrada en la
conformación del Ejército de los Andes. Solo superadas estas dificultades era posible pasar

13El 8 de noviembre de 1815 San Martín ordenó hacer efectivo lo sugerido por su Delegado: “con respecto a los
del Pocito prevéngasele que sacando a remate la acequia que debe darles agua, lleve a debido efecto el plan
trazado sobre su venta, dando cuenta de lo actuado de todo lo que obrare”. Landa (1941), tomo I, p. 204/205.

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del primer momento al segundo dentro del proceso de transformación del espacio agrario
ya señalado.

Superación de las limitaciones para la apertura del Canal Pocito (1817-1818)


La postergación de la apertura del canal a Pocito originó una serie de pedidos y maniobras
para lograr el mayor provecho para los sectores dominantes. En abril de 1816 el Procurador
de la Ciudad, en representación del vecindario solicitó al Teniente Gobernador que abriera
la venta de las tierras del Pocito pues los vecinos deseaban hacer “efectivo el desembolso de
su valor, y se empeñarán en el cultivo de terrenos inútiles hasta el presente” siendo que
algunos vecinos supuestamente ofrecieron “dar agua a los primeros para su cultivo”.
Este llamativo pedido, realizado por Francisco Borja de la Roza (tío del Teniente
Gobernador), puso de manifiesto la avidez por las nuevas tierras antes que su valor
alcanzara un precio mayor. El mismo fue compartido y aceptado por de la Roza quien lo
elevó de inmediato a San Martín argumentando “las ventajas qe indudablemente resultan al
Fisco, y a este Pueblo, de la venta de las tierras del Pocito” contrariando el fundamento del
plan propuesto por de la Cruz Vargas. No consta en la documentación analizada la respuesta
de San Martín.
El pedido del Teniente Gobernador de la Roza se reiteró un año después14 con nuevo y
poderoso argumento. En abril de 1817 sostuvo
“Ahora que la victoria a dado término a tantas fatigas, y que veo con plaxer desplegar
a V. S. sus sentimientos de amor, y beneficencia sobre la Prov´a., reproduzco mi
exposición al Supor. conocimiento de V. S. esperando se sirva estimarla a medida del
interes que arguye a los fondos del Fisco y a la prosperidad de los habitantes que V. S.
acertadamente preside.”
La suerte de las armas revolucionarias le había conferido al pedido de 1816 una coyuntura
favorable, ya que el Ejército de los Andes triunfó en la Batalla de Chacabuco el 12 de febrero
de 1817 lo que le permitió a San Martín tomar el control de Chile y en cierta manera tener
la capacidad de retribución por las exigencias realizadas, tal como había previsto de la Cruz
Vargas. Prudentemente de la Roza postergó el pedido hasta el cambio de la situación bélica:
“Respecto de los que se denominan del Pocito, cuya feracidad e inmensa extensión,
forman mexores esperanzas qe los de Angaco: pero que no pueden labrarse sin el
aux´o de una Azequia Matriz: a que me contexto el Geje de la Prov´a era este negocio
de toda su consideración, y qe para delinear su cahoz, y establecerla, mandaria un
Chileno inteligente luego qe hubiese concluido las obras qe tenia impendidas. Pero
contraído como estubo a la organización del EXto no me parecio oportuno repetírselo
considerando al gravamen de sus atenciones.”
El esquema de realización ya había sido acordado entre las autoridades de la jurisdicción de
San Juan y el Gobierno de la Intendencia, posiblemente a raíz del pedido en 1816. San Martín
manifestó “que era este negocio de toda su consideración” y se comprometió a enviar a Don
José Herrera15 un práctico chileno residente en Mendoza, quien conocía el oficio de la

14Landa (1941), tomo II, p. 203/204.


15José Herrera era una persona muy cercana a San Martín pues estaba a cargo de la pequeña propiedad rural de
50 cuadras que el Gobierno de la Intendencia le asignó en la actual ciudad de San Martín de la provincia de
Mendoza. Herrera, considerado como un hombre con “pericia” por San Martín, era el encargado del
establecimiento donde pensaba pasar su “retiro como agricultor”. En octubre de 1816 San Martín solicitó a
Luzuriaga que le entregase el título de propiedad sobre las 50 cuadras que se le señalaron y solicitó que “la
marcha la posesión sometida a don José Herrera, vecino de los Barriales, a quien se le someten por su pericia las
que libra el gobierno en favor de los propietarios que concurren por compra”. Evidentemente el vínculo entre

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administración de propiedades rurales incluida la apertura de canales. Su función debía ser


“delinear el cahoz y establecerla” es decir debía asumir la responsabilidad del trazado y la
apertura del canal16. Su presencia en San Juan era considerada como el inicio del proceso de
apertura del espacio agrario pues era un actor que combinaba tanto el aval personal y
político de San Martín y Luzuriaga como el dominio técnico.
A fines de 1817 se concretó la visita de inspección de Herrera para delinear el canal según
las condiciones que presentaban las corrientes de aguas del Valle Central del río San Juan.
De esta manera se removía una de las dificultades señaladas. Simultáneamente de la Roza
planteó como superar el segundo impedimento: la financiación de la obra. Para ello
solicitó17 al Gobierno de la Intendencia instrucciones sobre la forma de obtener los fondos
necesarios. Pidió “que V. S. se digne destinarme el Ramo en donde deba expresarse su
misión, y estos costos” por tratarse de tierras del Estado. Por lo tanto, desde el comienzo del
proceso de apertura del espacio agrario quedó decidido que sería financiado por fondo
públicos, no por el aporte de los interesados.
Finalmente, el tercer limitante, esto es el trabajo humano requerido para la apertura del
canal, ya estaba resuelto desde hacía varios meses. Desde el inicio de accionar de San Martín
en Cuyo se estableció un criterio específico sobre la relación entre los contraventores y el
trabajo. Desde 1815 se estableció por Decreto general que en todo Cuyo se sustituía la pena
de muerte para los contraventores por seis años de trabajo en obras pública. Este mismo
criterio se aplicó a los prisioneros realistas, especialmente a los americanos, y los
desertores. Por lo tanto se consideró que la presencia desde marzo de 1817 de un numeroso
contingente de prisioneros realistas en Cuyo debía de servir, por medio de su trabajo, como
forma de resarcimiento por la exacciones a las que se había sometido a jurisdicción18.
Luzuriaga ordenó que los prisioneros arribados de Chile fuesen destinados a trabajos
públicos según las necesidades acordadas entre el Cabildo y el Teniente Gobernador y que
solo excepcionalmente se pudieran entregar prisioneros a vecinos particulares. Sin
embargo, la explotación de su trabajo no estuvo exenta de vaivenes respecto a su ubicación
y seguridad hasta la victoria en la Batalla de Maipú el 5 de abril de 1818 que aseguró la
independencia de Chile19.

Un canal, dos proyectos 1818-1819


El proyecto original de apertura del Canal de Pocito se concretó el 23 de agosto de 1818
mediante una escritura pública de contrato entre José Herrera y el Teniente Gobernador de
San Juan, José Ignacio de la Roza en la ciudad de San Juan. Este actuaba en nombre del
Gobernador Intendente de Cuyo Toribio Lururiaga para evitar que Herrera tuviese escusa
de cumplir lo acordado “en caso de no darle puntual y debido cumplimiento”. El objeto del
contrato era abrir un canal de riego para las tierras del Pocito ubicadas “en la parte del Sur
y en los extramuros de esta Ciudad”. Para ello se realizó una inspección sobre las aguas y el

San Martín y Herrera era estrecho, lo que no podía ser desconocido para Luzuriaga. Martínez Baeza, Sergio
(1995), Los beneméritos del Ejército de los Andes, p. 141.
16 De la Roza utilizaba el término en su acepción original en latín: cháos; propiamente “abertura”, “agujero”, como

forma de referirse a la acción de delinear y abrir el cauce del canal. Diccionario de la RAE.
17 Landa (1941), tomo II, p. 205.
18 AGPSJ, Fondo Histórico, libro 54 folio 392 y vuelta.
19 Fueron varios los contingentes de prisioneros realistas que arribaron a San Juan. Los primeros llegaron como

consecuencia de la campaña sobre Coquimbo en marzo de 1817. Posteriormente en 1818 al menos 50


prisioneros arribaron para realizar trabajos públicos tras la victoria de Maipú, a los que se sumaron otros 100
específicamente para “labores servitoriales”. En marzo de 1819 San Martín envió 100 prisioneros para servir en
obras públicas a repartirse entre San Juan y Mendoza. AGPSJ, Fondo Histórico Libro 63, folio 410/2; Libro 60,
folio 31; Libro 63, folio 417 vta. y 418; Libro 60, folio 31.

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trayecto afectados con la presencia de los propietarios implicados y las autoridades del
Cabildo y el Teniente Gobernador.
La decisión principal fue que el agua se sacaría del rio San Juan mediante una toma en el
valle de Zonda. La presencia de Don Nicolás Sánchez, propietario de las tierras por donde
se debía sacar el agua desde el río era un indicador que la apertura del canal debía contar
con la aceptación de quienes se ubicaban en primeras aguas, es decir en las tierras regadas
que debían servir para conducir el nuevo caudal hacia tierras ubicadas hacia el curso
inferior del canal (figura 3). El proyecto consistía20 en
“que el compareciente Herrera, es obligado a traer el agua por una acequia desde el
cerro Blanco del Valle de Zonda, hasta desender la del Estero, que viene para la
Ciudad, y después sacarla de este, por delante del orno de quemar cal que aparece en
la Quebrada, por donde se va dicho Valle, y de allí introducirla para el Pedregal por la
punta de la Tosca que se halla inmediata a la puerta de la posesión de la Hacienda de
Dña María Francisca Cortinez, desde donde la ha de girar para el Sur hasta enfrentarla
paralelamente al Pocito, dirigiéndola siempre a la parte que convenga al mayor
aumento de los terrenos”.
Otras cláusulas del contrato completaban el proyecto. El abertura del canal debía ser desde
la toma21 en el Estero de un ancho de cinco varas en su parte superior por una vara en el
fondo (4,17 m por 0,83 m aproximadamente) por una extensión de legua y media (7,5 km
aproximadamente), y desde allí hasta su finalización sería de un ancho de cuatro varas en
su parte superior por una vara en el fondo (3,35 m por 0,83 aproximadamente), aunque no
figura su extensión total; debía construir una boca toma con su respectiva acequia en la
propiedad de Sánchez; el plazo de obra era de un año “dexando la corriente sin embarazo
alguno”. Para ello el Teniente Gobernador se comprometía el pago de 5.200 pesos
recaudados mediante Ramo popular, a la entrega de 25 peones por el tiempo acordado que
debía pagar según las condiciones establecidas para los prisioneros y reconocerle el uso de
un alfalfar por seis meses para disponer de su pasto. La firma de José Herrera, de José
Ignacio de la Roza, Nicolás Sánchez y dos importantes vecinos más debía asegurar su
realización.
Sin embargo, la puesta en marcha de la obra acordada tuvo una nueva postergación. El 24
de agosto, un día después de su firma, el Teniente Gobernador de la Roza desde el Valle de
Zonda, decir en el lugar indicado por el acuerdo para iniciar las obras, informó22 serias
dificultades que hacía impracticable el proyecto teniendo en cuenta que debía ser “el partido
más ventajoso ha podido dar de ambas proposiciones”.
Se desconoce los motivos por los cuales se produjeron estas profundas e inmediatas
discrepancias tras un acuerdo aparentemente satisfactorio alcanzado por todos las partes
involucradas. Las dificultades eran fundamentalmente dos: se consideraba “que el trabajo
de dicha acequia debe hacerse por lugares pedregosos en distancia de más de cinco leguas”
y que para realizarlo “hay algunos [lugares] que por su naturaleza más resistente tendrá
que allanarlo a polvora necesariamente”.
Evidentemente la definición sobre como delinear y abrir el cauce del canal a Pocito develó
un juego de intereses en pugna a tal punto que Luzuriaga ordenó detener todas las tratativas
hasta que pudiera resolver esta importante gestión personalmente. Pidió que el Teniente
Gobernador eligiese un práctico por su parte y que el Cabildo eligiese dos por la suya y en

20 Landa (1941), tomo II, p. 205/206.


21 La ubicación de la propiedad de María Francisca Cortinez puede ser establecida con cierta precisión pues
Pedro Cortinez había comprado en 1800 parte de las tierras de los jesuitas en La Bebida que estaban por debajo
del Estero de Zonda y sobre la acequia de Valdivia lo que aumentó su precio. López, Celia (2005), Con la cruz y
con el dinero: los jesuitas del San Juan colonial, p. 263-264.
22 Landa (1941), tomo II, p. 207/208.

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conjunto se resolvería tras una inspección directa. Por lo tanto, para solucionar los
inconvenientes surgidos intervino en forma personal la máxima autoridad de la Provincia,
esto es el Gobernador Intendente de Cuyo. Luzuriaga delegó el mando en el Cabildo de
Mendoza y partió a San Juan el 17 de septiembre de 1818.

Figura 3. Valle central del Río San Juan, proyecto original de apertura del Canal de Pocito.

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Finalmente el 25 de septiembre de 1818 se firmó un nuevo contrato que modificaba el


anterior y que sustancialmente representaba el cambio más profundo del ordenamiento
territorial de San juan con respecto al riego y la distribución de las tierras de cultivo desde
comienzos del siglo XVII.
En el nuevo acuerdo se repitieron las condiciones respecto a duración de la obra, monto,
responsabilidad y mano de obra comprometida. Según la inspección realizada desde el 24
de septiembre en el Valle Zonda entre Luzuriaga, el Teniente Gobernador interino23, los
prácticos del Gobierno y del Cabildo y varios vecinos conocedores del terreno, se decidió
“después de varias discusiones, no convenir la apertura de la referida toma para el
riego de la población la que queda resguardada según el concepto de todos los
individuos que han asistido”.
Por lo tanto, se desistió de realizar la toma “de la dicha acequia desde su orijen que debía
ser a la parte poniente del Carro Blanco comúnmente así nombrado para abundar las aguas
de Estero”.
En su lugar de la toma anterior se decidió que:
“la mencionada Toma se abra otra que salga desde la Toma via recta al Sur, hasta las
tierras del Pocito cruzando el Estero que se deberá cerrar al todo, así para facilitar el
curso a las aguas como para escusar las inundaciones que padece actualmente la
ciudad, con cuya resolución se conformó Don José Herrera y con las condiciones
siguientes:
1ª que el expresado Don José Herrera es obligado a sacar la Toma del Rio por la tosca
y conducirla al Sur hasta los terrenos del Pocito, asegurando esta con la posible
firmeza y estabilidad.
2ª Que dicha acequia ha de tener desde su origen la anchura de cinco varas hasta la
distancia de legua y media y de allí para adelante cuatro varas, teniendo en el fondo
una vara en la altura de los pedregales y que esta camine recta al Sur y se introduzca
en los terrenos del Estado.
3ª que dicha acequia la ha de bordear a la parte del Oriente y que en término de un
año contando desde su primer contrato la ha de dejar corriente y asegurada a
satisfacción del gobierno.”
La obra se desarrolló sin mayores inconvenientes en menos tiempo de lo acordado. Se llevó
a cabo entre septiembre de 1818 y marzo de 1819. Según lo acordado en el segundo
contrato, Herrera abrió un canal hacia el sur desde la toma que ya existía sobre el río San
Juan que servía para llevar agua a la ciudad y sus zonas cercana por el Canal de la Ciudad.
Al llegar a la intercepción con el Arroyo Estero de Zonda la solución que se practicó para
cegarlo fue la construcción de un tapón de forma triangular realizado con la misma tierra
del lugar. Este tapón triangular dejaba circular por su lado occidental que era curvo el agua
que venía desde el norte por el Canal Pocito, mientras que una vez superado el ángulo
obtuso de su vértice hacia el oeste que tenía la misión de interceptar las aguas del arroyo y
desviarlas hacia el sur, es unían ambas corrientes . Así, unidas las aguas provenientes del
río San Juan y las del Arroyo Estero de Zonda seguían juntas y mezcladas hacia las tierras
de Pocito. El cauce de este arroyo hacia el este del tapón y en dirección a la ciudad de San

23Llama la atención la mención del “Teniente Gobernador interino” siendo que hasta el día anterior el Titular,
esto es José Ignacio de la Roza, estaba al frente de las tratativas por la apertura del canal y que había recibido la
orden de acompañar a Luzuriaga al sitio de la inspección. Quien firmó el acuerdo definitivo junto con Luzuriaga
fue Alejandro Albarracín. Landa (1941), tomo II, p. 208.

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Juan quedó seco y al descubierto siendo conocido desde entonces como el “Zanjón” (figura
4).

Figura 4. Valle Central del río San Juan, proyecto factible de apertura del Canal de Pocito.

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Este cambio alteró profundamente la dinámica hidráulica de las tierras regadas en la


margen derecha del río San Juan. Por una parte, se unificaron las tomas para dos canales
matrices diferentes, ya que se hizo coincidir la toma del nuevo canal para las tierras fiscales
de Pocito con la toma preexistente del Canal de la Ciudad que era de origen colonial y que
por más de 200 años había servido exclusivamente a la ciudad de San Juan y sus alrededores.
Así, se produjo la unión de los intereses hidráulicos entre dos sectores sociales, uno ya
establecido y otro por conformarse, que aparentemente eran diferentes. Este hecho
constituyó la base de la actuación conjunta de los dos distritos durante más de un siglo pues
debieron acudir al mantenimiento y defensa de la toma en común, especialmente ante los
embates del río San Juan, ya que la toma se ubicaba en la entrada de la denominada Cañada
Brava en el brazo meridional del río que tenía cíclicas y destructivas crecidas.
Por otra parte, el cambio en el destino del agua del Arroyo Estero de Zonda varió la
distribución de riego en el Valle Central del río San Juan. Desde 1819 la ciudad de San Juan
y sus alrededores se regó exclusivamente con agua del río San Juan, mientras que el nuevo
espacio agrario abierto en Pocito combinaba en su riego agua del río con las aguas del
Arroyo Estero de Zonda.
Este cambio a su vez alteró la dinámica del riesgo que desde la fundación de la ciudad de
San Juan de Frontera en 1562 había afectado a la población: se eliminó la principal causa de
las inundaciones que afectaban la ciudad. Estas provenían del aumento del caudal del arroyo
que tenía un curso con dirección oeste-este directo hacia la ciudad. Desde la apertura del
Canal de Pocito no solo se cegó el Arroyo Estero de Zonda antes de ingresar a la zona
productiva y poblada de San Juan, sino además su cauce sirvió como defensa ante las
eventuales crecientes que desde el extenso abanico aluvional que se extendían al este de las
Sierras de Zonda, conocido en esta época como el Pedregral, se producían en períodos de
lluvias extraordinarias.
El 30 de marzo de 1819 desde Mendoza, Luzuriaga como Gobernador Intendente de Cuyo
indicó al Teniente Gobernador de la Roza que debía hacerse cargo de mantener “la vigilancia
de que se mantenga corriente” el agua del canal a las tierras Pocito, pues estaba por concluir
el trabajo de Herrera. El 22 de mayo el Administrador de Aduana de San Juan daba cuenta
de la finalización del pago a Herrera del último monto de los 5.2000 pesos acordados.
Ese mismo mes se presentó ante el Teniente Gobernador de la Roza, el vecino Tadeo Rojo
quien solicitó comprar 500 cuadras de tierras en el Pocito, a lo cual se le dio un dictamen
negativo pues San Martín había indicado una limitación en la cantidad de tierras que podía
adquirir cada comprador. Esta limitación fue mantenida por Luzuriaga y de la Roza. Si bien
el benéfico fiscal se cumplía, se dejó constancia que las instrucciones recibidas por el
gobierno intendencial “prohíben expresamente el exceso en las adjudicaciones de estas
probidades para que no sean exclusivas de los hombres pudientes”. La tercera etapa del
proceso de apertura del espacio agrario ya señalado, había comenzado.
Sin embargo, el proceso de venta de las tierras se dio en un contexto jurisdiccional y político
completamente diferente pues se concretó desde 1820 en el marco de una nueva e ignota
organización estatal que no tenía ni las mismas necesidades, ni limitaciones sostenidas por
la Gobernación Intendencia de Cuyo: la Provincia de San Juan24.

24Frau, Silvana, Roblñedo (2015), Fernando, El grupo social dominante y el reparto de tierras habilitadas por las
obras hidráulicas durante el periodo independentista en San Juan.

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Conclusiones
La apertura del Canal Pocito en 1818-1819 cambió el ordenamiento territorial del Valle del
Río San Juan que persistía desde el siglo XVII al alterar profundamente la dinámica
hidráulica de las tierras regadas en la margen derecha del río San Juan. Se creó un sistema
riego complejo donde los dos principales distritos agrarios de la margen derecha del río San
Juan unificaron sus tomas para dos canales matrices diferentes, y compartieron desde
entonces el interés hidráulico. Sin embargo, este trascendental cambio no fue planificado,
sino que la decisión se tomó en un contexto histórico específico y con actores sociales
concretos que establecieron los modos y prioridades en el uso de los recursos para un
territorio ya definido.
Teniendo como referencia el proceso de conquista del espacio agrario, la valoración de las
tierras del Pocito como tierras potenciales susceptibles de ser objeto de una nueva
conquista agraria fue realizada por los sectores propietarios locales que tuvieron en el
Teniente Gobernador José Ignacio de la Roza y en el Cabildo local, eficientes representantes.
Esta valoración fue previa a la presencia de San Martín como máxima autoridad en la
Gobernación Intendencia de Cuyo. Sin embargo, a través de su Delegado Juan de la Cruz
Vargas hizo suyo el proyecto de abrir un nuevo espacio agrario pues le permitía aumentar
su capacidad de apoyo de la población local, disponer de nuevos recursos para compensar
y retribuir el esfuerzo de guerra exigido a San Juan y asegurarse el impulso de su finalidad
militar, esto es la conformación y sostenimiento del Ejército de los Andes.
A fin de evitar las maniobras, conflictos y dilaciones producidas en la apertura de otro
espacio agrario como el realizado poco antes en el Valle de Angaco, el proyecto propuesto
por de la Cruz Vargas e impulsado por San Martín implicaba primero la apertura del espacio
agrario mediante una obra de riego de gran envergadura y luego la venta de las tierras. Sin
embargo, este plan ideado en noviembre de 1815 sufrió una larga postergación motivada
por la alternancia en la suerte de armas revolucionarias que no pudieron asegurar la
victoria segura en la campaña libertadora hasta después de la Batalla de Maipú en abril de
1818.
Además, su concreción debió superar las limitaciones referidas entre otras al trabajo
humano requerido para la apertura del canal, la dirección técnica de su cálculo y realización,
en especial respecto de la fuente de agua a ser destinada para el riego, y el capital necesario
para su concreción. Entre 1817 y 1818 por distintas circunstancias estas limitaciones se
superaron.
La apertura del canal planificado no contemplaba una única toma en el río San Juan. Por el
contrario, el proyecto original acordado entre el encargado de realizar la obra, José Herrera,
y las autoridades de San Juan, vinculaba las nuevas tierras por regarse en Pocito con el Valle
de Zonda por medio de un complejo sistema de toma-recarga-toma que usaba una
combinación de un cauce natural y dos artificiales. Este proyecto cambió sustancialmente
en muy corto tiempo por medio de la intervención personal del Gobernador Intendente de
Cuyo, en una llamativa visita a San Juan en septiembre de 1818.
El resultado concreto de este cambio fue la apertura de un canal desde la toma directamente
sobre el río San Juan en la Cañada Brava (actualmente Dique Partidor San Emiliano) hacia
el sur. Además, se cegó el Arroyo Estero de Zonda mediante la construcción de un tapón de
forma triangular realizado en tierra que desde entonces regaron las tierras ubicadas hacia
el sur del mismo en lugar de seguir regando las tierras ubicadas hacia el este como lo había
sido desde tiempos indígenas.
Este cambio alteró también las condiciones referidas al riesgo que vivía la ciudad de San
Juan y sus alrededores. El cegamiento del Arroyo Estero de Zonda, corriente que tenía una
clara dirección oeste-este, eliminó la principal causa de las inundaciones que sufría la ciudad
de San Juan de la Frontera desde su fundación en 1562. Por su parte, la presencia del Canal
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Pocito creó un elemento de seguridad ante las eventuales crecientes que desde el extenso
abanico aluvional que se extendían al este de las Sierras de Zonda, se producían en períodos
de lluvias extraordinarias.
Tras la tardía finalización del Canal de Pocito en mayo de 1819, el inicio el reparto de las
tierras ya productivas por medio de la venta a los interesados en su adquisición, sólo se
produjo a partir de 1820, cuando las finalidades imaginadas por de la Cruz Vargas y San
Martín ya habían quedado en el olvido. Las ventas se hicieron en un marco jurisdiccional y
político radicalmente diferente pues se realizaron ya bajo el contexto del nuevo Estado
provincial surgido en enero de 1820.

Fuentes
Landa, Augusto (1941), Dr. José Ignacio de la Roza. Documentación histórica, tomo I y II. San
Juan, Talleres Gráficos del Estado.
Archivo General de la Provincia de San Juan, Documentación Sanmartiniana (CD). San Juan,
AGPSJ, 2013.

Bibliografía
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Bragoni, Beatriz (2012). San Martín: De soldado del rey a héroe de la Nación. Buenos Aires:
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Frau, Silvana, Robledo, Fernando (2015). El grupo social dominante y el reparto de tierras
habilitadas por las obras hidráulicas durante el periodo independentista en San Juan. En Actas
V Jornadas de Historia Social. La Falda: CEHSEGRETI.
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Vera, Mélody, Menéndez, Néstor, Genini, Guillermo (2018). San Luis y su participación en la
Campaña Libertadora (1814-1819). En Actas de las III Jornadas Internacional del
Bicentenario. Santiago de Chile: Sociedad Chilena de Historia y Geografía.

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