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ACCION REINVIDICATORIA

Se define en el Art. 889, que señala que "la reivindicación o acción de


dominio es la que tiene el dueño de una cosa singular, de que no está en
posesión, para que el poseedor de ella sea condenado a restituírsela".
Requisitos

1.Que la cosa sea reivindicable (restituible).


2.-Que la ejerza el dueño no poseedor contra el poseedor no dueño.
3.-Que el dueño no esté en posesión de la cosa (se deriva del punto
anterior).

1.- Que la cosa sea reivindicable (restituible)

¿Qué cosas pueden ser reivindicadas? El CC, en los Art. 890 y 892, nos dice
que pueden ser reivindicadas las cosas corporales, raíces y muebles.
estas cosas deben ser singulares y deben estar
determinadas, por lo tanto, no podrían reivindicarse cosas fungibles (que
el CC confunde con consumibles). Sin embargo, el Art. 668, ubicado dentro
de la accesión de mueble a inmueble, como los casos de edificación,
plantación y siembra en terreno ajeno, establece que mientras los
materiales no estén incorporados a la construcción o los vegetales no estén
arraigados al suelo, puede reivindicarlos el dueño. Esto viene a significar
que pueden reivindicarse mientras aún sean identificables.

El Art. 891 agrega que los otros derechos reales pueden reivindicarse igual
que el dominio, a excepción del derecho real de herencia, que se excluye
por tratarse de una universalidad jurídica, procediendo una acción especial
llamada acción de petición de herencia (Art.1264).

Se diferencia la acción reivindicatoria de la acción de petición de


herencia, en que en la primera se invoca la calidad de dueño no poseedor en
contra del poseedor no dueño; en cambio, en la segunda se invoca la calidad
de heredero en contra del falso heredero y poseedor aparente de una
universalidad jurídica.

¿Son susceptibles de ser reivindicadas, dentro de las cosas


incorporales, los derechos personales? El CC no se refiere a ellos en el
título XII, de
la reivindicación; sólo dice que pueden reivindicarse los otros derechos
reales diferentes del dominio. Como los derechos personales no son
susceptibles de ser poseídos no pueden ser tampoco reivindicados, por la
propia definición de lo que es la acción reivindicatoria: el dueño no
poseedor contra el poseedor no dueño... No obstante, el título, en el
sentido de documento, es una cosa corporal, y así, la escritura pública es
un documento, cosa corporal, cuya copia puede ser reivindicada, copia que
puede dar cuenta de un acto jurídico que dio nacimiento a un derecho
personal.

el Art. 892 dice que se puede reivindicar una cuota determinada


proindiviso, de una cosa singular, aludiendo a la copropiedad. Aquí, el
copropietario, al reivindicar su cuota, está pidiendo que se le reconozca
su calidad de copropietario y, desde luego, que se le restituya en la
coposesión. En todo caso, el CC es terminante al señalar que la copropiedad
debe recaer sobre una cosa singular, ratificando que el verdadero heredero
no puede reivindicar su cuota de la herencia pues es una universalidad
jurídica.

Sin embargo, se ha planteado el problema de determinar si puede uno de los


herederos reivindicar una cuota sobre una cosa singular perteneciente a la
comunidad hereditaria. Se ha dicho que no ya que la cuota de los herederos
se ejerce en forma abstracta, determinada por una fracción, y esa cuota no
se comunica a los bienes que conforman la masa hereditaria. El heredero
sólo podría intentar la acción reivindicatoria, la que no recaería sobre
una cuota cuando, en la partición, se le adjudique un bien hereditario, ya
que allí pasa a ser un dueño exclusivo.

Hay algunos casos en que no procede la acción reivindicatoria: en la


nulidad declarada por sentencia judicial respecto de sus efectos frente a
terceros. El Art. 1689 dice que hay acción reivindicatoria contra terceros,
salvo las excepciones legales.
No procede en los siguientes casos:

a) El Art. 94 nº 4, revocación del decreto de posesión definitiva, ya que


subsisten las enajenaciones.
b) Cuando los terceros adquirientes han adquirido definitivamente por
prescripción adquisitiva.
c) Al producirse resolución como consecuencia de haberse cumplido el
evento de la condición resolutoria, hay acción reivindicatoria contra
terceros sólo si están de mala fe (arts. 1490 y 1491).
d) Otra excepción la señala el propio título de la reivindicación, en el
Art. 890; si bien este artículo comienza diciendo "exceptuándose", es
posible la reivindicación pero sujeta a reglas especialísimas, en el
sentido de que al poseedor no se le puede obligar a restituir la cosa
si no se le reembolsa lo que dio por ella y lo que gastó para
repararla y mejorarla. ¿Por qué la Ley estableció esta regla? Por la
buena fe.
e) Por último, el Art. 2303, inserto en el pago de lo no debido, nos hace
distinguir entre el tercero adquirente a título oneroso y tercero
adquiriente a título lucrativo (gratuito), por lo tanto, cuando el
tercero adquiere a título gratuito procede la acción reivindicatoria,
y si estuviese de mala fe el tercero a título oneroso, también
procedería (a sensu contrario).

2. Que la intente quien sea dueño no estando en posesión

La causa pedida es el dominio y el objeto pedido es la posesión. El CC se


preocupó de señalar quién puede reivindicar. Puede tratarse de cualquier
clase de propietario, fiduciario o absoluto.

En este punto, cabe recordar que, de acuerdo a la teoría de la posesión


inscrita, no se pierde la posesión mientras no se cancele la inscripción
anterior, conforme a los arts. 728 y 730 inc. 2. ¿Qué ocurre entonces con
un poseedor inscrito que ha sido objeto de una usurpación? Si no ha perdido
la posesión no tendrá acción reivindicatoria, que requiere un dueño no
poseedor (hipótesis del Art. 728 inc. 2), de manera que tendrá una acción
de tenencia de precario (Art. 2195 inc. 2) pues no media contrato,
pudiendo, además, interponer una acción posesoria.

En todo caso, cabe tener en cuenta que, según cierta doctrina, es posible
que el dueño y poseedor inscrito haya perdido un elemento de la posesión,
el corpus, y por ello sí podría intentar la acción reivindicatoria. Como
hay fallos que han aceptado esta tesis, lo ideal es interponer ambas
acciones, que son incompatibles, una en subsidio de otra (recordar en este
punto lo señalado en clases y las lecturas de Alessandri, Trucco y
Urrutia).

Una situación distinta a la descrita se presenta con el dueño y poseedor de


un inmueble que, en virtud de un contrato, cedió la tenencia, como en el
comodato o arriendo, y que, al terminar el contrato, se encuentra con que
el mero tenedor se niega a restituir la cosa. En esta situación no procede
la acción reivindicatoria sino que una acción personal derivada del mismo
contrato, que es fuente de obligaciones para las partes.

Acción publiciana

Excepcionalmente, el CC (Art. 894), siguiendo lo dispuesto en el Derecho


romano, otorga esta acción al poseedor regular (no debiendo entonces probar
el dominio sino su posesión regular, Art. 702) que se hallaba en vías de
adquirir el dominio por prescripción adquisitiva. Esto significa que le
faltaba el tiempo exigido por la ley para prescribir (2 o 5 años, Art.
2508).

No hay legitimidad pasiva contra el verdadero dueño ni otro poseedor con


igual o mejor derecho.

Pese a que el CC la trata como acción reivindicatoria pues comienza


señalando "se concede la misma acción", en estricto derecho son distintas.
La acción publiciana se diferencia de la reivindicatoria en el titular de
la acción: en la reivindicatoria es el dueño no poseedor, en la publiciana
es el poseedor regular que perdió ésta. Se parecen sólo en que ambos
perdieron la posesión.
3. Que el dueño haya perdido la posesión
La posesión debe haber pasado a otras manos.
Contra quién se puede ejercer la acción reivindicatoria
Párrafo II, título XII, arts. 895 a 903 (eventualmente, también el Art.
915).
1) En atención a la definición de la acción reivindicatoria, como aquella
que intenta el dueño no poseedor contra el poseedor no dueño (Art. 889), se
dirigirá en contra del actual poseedor (Art. 895). Para estos efectos, es
necesario tener presente toda la materia relativa a la pérdida de la
posesión (distinguir entre bienes muebles e inmuebles, inscritos y no
inscritos).

2) Los arts. 896 y 897 plantean la posibilidad de que exista un mero


tenedor que tenga la cosa en su poder a nombre del actual poseedor no
dueño. En este caso, se establece que el mero tenedor es obligado a
declarar el nombre y la residencia de la persona a cuyo nombre tiene la
cosa que se reivindica. Para estos efectos, debe relacionarse el Art. 896
con el 282 del CPC, que en lo pertinente establece que el mero tenedor
puede ser obligado a declarar bajo juramento el nombre y residencia del
poseedor no dueño y a exhibir el título de mera tenencia (contrato de
arriendo, por ejemplo), y si señala no tenerlo, a expresar bajo juramento
que carece de él. Si se niega a hacer esta declaración, puede ser apremiado
en la forma dispuesta en el Art. 274 del CPC, apremio bastante severo pues
consiste en multas o arresto por dos meses, sin perjuicio de que se pueda
repetir este apremio hasta dar cumplimiento a la diligencia.

Además, es posible que este mero tenedor, de mala fe, se dé por poseedor,
en cuyo caso, el Art. 897 establece que está obligado a indemnizar
perjuicios "por su engaño".

3) La acción reivindicatoria puede intentarse en contra de él o los


herederos del actual poseedor (del que poseía). No siendo transmisible la
posesión, pues es un hecho (solo los derechos se transmiten), debe
entenderse que el o los herederos han iniciado una nueva posesión.

Pueden existir uno o más herederos que poseen. Hay un solo heredero que
posee cuando hay un heredero único o cuando ha habido varios herederos pero
solo a uno se le adjudicó el bien. Si son varios, la acción se ejerce
contra el heredero que posee. Y como el juicio reivindicatorio da lugar a
las llamadas reglas de las prestaciones mutuas -en virtud de las cuales el
poseedor vencido estará obligado a pagarle al reivindicante triunfador una
serie de prestaciones en materia de deterioros y frutos- esas prestaciones
corresponderán a todos los herederos a prorrata de sus cuotas hereditarias,
porque, por definición, son deudas hereditarias y éstas corresponden a los
herederos a prorrata de sus cuotas hereditarias, según lo establece el Art.
1354 inc. 1 y 2, que debe entenderse complementando el Art. 899.

4) La acción reivindicatoria puede dirigirse contra el poseedor que enajenó


la cosa cuando sea de difícil o imposible persecución la cosa de manos del
adquirente (Art. 898), por ejemplo, cuando el que adquirió la posesión del
poseedor no dueño (pues no le podía transferir el dominio), adquiere la
propiedad por prescripción adquisitiva, es decir, cuando el dueño no tiene
opción de elegir entre el poseedor que enajenó y el actual poseedor.

Este poseedor que enajenó es aquel que se encontraba de buena fe, porque el
Art. 900 regula de manera distinta el caso del poseedor de mala fe que
enajenó.

La buena fe en materia posesoria, recordemos, está claramente descrita en


el Art. 706: conciencia de haberse adquirido el dominio de la cosa por
medios legítimos, exentos de fraude y de todo otro vicio. Y se presume,
Art. 707.

Si el dueño intenta la acción reivindicatoria en contra de este poseedor de


buena fe que enajenó, la acción reivindicatoria varía de objeto (porque la
cosa ya no está en manos de este poseedor); lo que persigue es que se le
pague lo que se recibió por ella: el precio de la venta o lo que se recibió
en permuta (en el caso de la donación procederá la acción indemnizatoria).
Como aquí la acción tiene por objeto el precio o la cosa si es permuta, el
Art. 903, complementando esta disposición, nos dice que la acción
reivindicatoria se extiende también al embargo en manos de un tercero de lo
que por éste se deba, a título de precio o permuta, al poseedor que enajenó
la cosa. Esto significa que el comprador (tercero adquirente), todavía no
ha pagado, ya sea el precio o la cosa, según corresponda y, en
consecuencia, ese precio y esa cosa están en el patrimonio del tercero
adquirente, y el reivindicante puede pedir que se embargue o se retenga.
Esto produce un efecto muy importante en el pago, pues, conforme a lo
dispuesto en el Art. 1578 inc. 2, si este tercero adquirente paga este
precio o la cosa retenida o embargada, el pago es nulo.

En definitiva, lo que hay es una venta de cosa ajena frente al dueño


reivindicante (Art. 1815), la cual es válida pero inoponible al verdadero
dueño (inoponobilidad de fondo por falta de concurrencia de su voluntad). Y
la inoponibilidad tiene diferentes formas de saneamiento, las que en este
caso son:
- La ratificación: el dueño ratifica la venta, conforme al Art. 1818,
después de que ésta se ha celebrado y esta ratificación puede ser
tácita, consistente en recibir el precio o la cosa del tercero
adquirente o del poseedor que enajenó, operando con efecto retroactivo
(Art. 1818 en relación con el Art. 898 inc. 2) (estos mismos
principios se encuentran en el Art. 682, referido a la tradición hecha
por quien no es dueño).
- El transcurso del tiempo (cuando se extingue la acción reivindicatoria
por prescripción).

5) La acción reivindicatoria se puede dirigir contra el poseedor de mala fe


que por un hecho suyo o por su culpa dejó de poseer, Art. 900. Aquí se
trata de un poseedor de mala fe inicial, vale decir, no adquirió con la
conciencia íntima de que el título estuviese exento de vicios pues sabía
que adquiría de quien no era dueño (Art. 706). Es posible también que el
poseedor de buena fe que enajenó pierda la buena fe inicial, en cuyo caso
no se le aplica el Art. 900 sino el Art. 898, con el añadido de que, aparte
de restituir el precio o la cosa, tiene también una obligación de
indemnizar "todo perjuicio" (lo que puede interpretarse, según algunos, en
el sentido de perjuicios materiales y morales).

El Art. 900 plantea el caso del poseedor de mala fe inicial que dejó de
poseer por un hecho o culpa suyo, por ejemplo, porque enajenó la cosa. El
CC recurrió a una verdadera ficción porque estableció que se puede intentar
en su contra la acción reivindicatoria, como si actualmente poseyese. En
esta hipótesis, el dueño tiene un derecho opcional. Puede demandar al que
dejó de poseer o al poseedor actual, y si demanda al que dejó de poseer,
como si actualmente poseyese, éste estaría obligado, en caso de perder el
pleito. a: restituir la cosa que ya no posee, en consecuencia, a restituir
su valor tasado por peritos (comercial y no fiscal), y a cumplir todas las
obligaciones que se le imputen según las reglas de las prestaciones mutuas
y que le correspondan por su mala fe (la ley es más severa con el poseedor
de mala fe pues lo hace responsable de frutos y deterioros).

El otro camino es dirigir la acción reivindicatoria en contra del actual


poseedor, en cuyo caso la ley sigue castigando al poseedor de mala fe que
enajenó, pues lo obliga respecto de todo el tiempo que estuvo en posesión
de la cosa, a pagarle al verdadero dueño lo que corresponde a los
poseedores de mala fe según las reglas de las prestaciones mutuas. Por lo
tanto, aunque no se dirija contra el poseedor de mala fe, éste igual
resulta obligado para con el reivindicante.

La ley también prevé la posibilidad de que el poseedor de mala fe que


enajenó la cosa, pague al reivindicante el valor de la cosa y éste lo
acepte. En este caso, el poseedor de mala fe sucederá al reivindicante en
sus derechos sobre la cosa, lo que se extiende al poseedor de buena fe si
se encontraba en la imposibilidad de restituir. En consecuencia, en estos
casos, el reivindicante está ratificando la venta de cosa ajena, es decir,
el dueño reivindicante, al aceptar el precio, está "celebrando" un
verdadero contrato de compraventa con el tercero adquirente y, en
definitiva, pasa a ser vendedor. Y como todo vendedor tiene la obligación
de saneamiento, y en este caso no sería justo que respondiera, queda
liberado de ella (inc. final del Art. 900).

También en esta materia procede el Art. 903, en el sentido de que si este


poseedor de mala fe enajenó y el tercero adquirente aún no le ha pagado el
precio, puede pedir el reivindicante que se retenga o embargue en manos del
tercero, y si éste paga, el pago es nulo conforme al Art. 1578 inc. 2.

6) Finalmente, en conformidad con el Art. 915, que dice que las reglas de
este título (XII) se aplican también contra el mero tenedor que retiene
indebidamente la cosa, la acción reivindicatoria, que por definición legal
se intenta contra el poseedor no dueño (y no un mero tenedor), también
procedería en estos casos.

Sin embargo, algunos autores, como Lorenzo de la Maza, sostienen que este
artículo está mal redactado, y lo que realmente debería decir es "las
reglas de este párrafo" (párrafo 4º, de las prestaciones mutuas).

En esta materia es clave precisar que el mero tenedor puede estar en tres
situaciones jurídicas distintas:

1) Mero tenedor que tiene un título de mera tenencia (arrendamiento, por


ejemplo) en virtud de un contrato que celebró con el dueño poseedor. Si al
finalizar este contrato se niega a devolver la cosa, será demandado a
través de una acción personal que nace del contrato, pero a la restitución
se le aplicarán las reglas de las prestaciones mutuas.

2) Mero tenedor que tiene la cosa materialmente, sin ánimo de señor y


dueño, pero por la mera tolerancia o ignorancia del dueño. En su contra no
procede acción reivindicatoria sino acción de tenencia de precario, Art.
2195 inc. 2. Para su restitución se aplicarán las reglas de las
prestaciones mutuas.

3) Al último caso no se le aplicarán las reglas de las prestaciones mutuas


porque está regulado específicamente en los arts. 896 y 897. Se trata del
mero tenedor que tiene la cosa a nombre del poseedor no dueño.
Prescripción extintiva de la acción reivindicatoria

Una de las características del derecho de dominio es su perpetuidad. Esto


significa que el derecho de dominio no se extingue por su no ejercicio,
sino cuando otra persona adquiere por prescripción adquisitiva (conforme al
art. 2517, toda acción por la que se reclama un derecho, en este caso la
acción reivindicatoria, se extingue por la prescripción adquisitiva del
mismo derecho). El plazo de la prescripción de la acción reivindicatoria
será, entonces, de dos, cinco o diez años, según corresponda.

Procedimiento a que da lugar la acción reivindicatoria

Al no señalar la ley uno especial, conforme al Art. 3 del CPC, tiene cabida
el procedimiento ordinario. Y como durante la tramitación de un juicio
reivindicatorio la cosa está en manos del poseedor actual, que es el
demandado, la ley ha dispuesto ciertas medidas conservativas para
garantizar que el poseedor vencido pueda restituir la cosa al reivindicante
vencedor, distinguiendo para tal efecto entre bienes muebles e inmuebles.

Tratándose de bienes muebles, el Art. 901, debidamente complementado por el


Art. 290 n°1 y 291 del CPC, permiten que en el caso de que exista temor que
la cosa se pierda o deteriore en manos del poseedor actual, se decrete un
secuestro, a lo cual el demandado estará obligado a consentir, salvo que dé
seguridad suficiente de restitución. Así, el Art. 290 nº1 del CPC establece
como una de las medidas precautorias, que se decrete el secuestro,
agregando el Art. 291 del CPC que justamente tiene lugar el secuestro
judicial en el caso del Art. 901 del CC. El secuestro es una especie de
"depósito", pasando a llamarse secuestro en el caso que comentamos (Art.
2249).

Cuando se reivindican inmuebles tiene lugar lo dispuesto en el Art. 902,


que nos dice que el poseedor demandado seguirá teniendo la cosa en su poder
hasta que se dicte sentencia definitiva, lo que en la práctica puede
significar diez años inclusive. En consecuencia, como la cosa puede sufrir
deterioros en manos del poseedor, la ley autoriza pedir medidas
conservatorias, sin precisar cuáles (inc. 2 Art. 902). Relacionadas con las
normas del CPC, se puede interpretar como medida conservativa, el
nombramiento de un interventor, medida precautoria que procede en este caso
por aplicación de los arts. 290 n° 2 y 293 n° 1 del CPC (este último
prescribe que tiene lugar el nombramiento de un interventor en el caso del
Art. 902 inc. 2 del CC).

Pero también la medida precautoria que se pide es la de prohibición de


celebrar actos y contratos (Art. 290 n° 4 del CPC). Lo importante de esta
medida es que decretada que sea por el tribunal a solicitud de parte, los
bienes quedan comprendidos en lo dispuesto en el Art. 1464 n° 4 del CC, y
habrá objeto ilícito en la enajenación de aquellas cosas cuya propiedad se
litiga. Además, debe agregarse que para que esta medida oponible a terceros
debe inscribirse en el Registro de Prohibiciones e Interdicciones a cargo
del Conservador de Bienes Raíces respectivo. Todo ello conforme a los arts.
296 y 297 inc. 1 del CPC.

Las reglas de las prestaciones mutuas

Se encuentran contenidas en el párrafo IV, título XII, libro II, arts. 904
y siguientes.

Se trata de normas de mucha relevancia porque son de aplicación general (se


aplican, por ejemplo, cuando se ha declarado la nulidad, Art. 1687 y
siguientes, o en el evento de la condición resolutoria, Art. 1486 y ss).

Se les define como: "un conjunto de prestaciones que se deben pagar en


dinero, generalmente, entre el reivindicante, que ha obtenido sentencia
favorable, y el poseedor vencido".

Su fundamento está en la reparación del enriquecimiento injusto.


Clasificación:

1.- Las que debe el poseedor vencido al reivindicante triunfador.


2.- Las que debe el reivindicante al poseedor vencido.

1.- Dentro de las primeras tenemos las siguientes:

a) Restituir la cosa (la más importante), en el plazo que el juez señale,


Art. 904. Esta norma constituye una clara excepción a lo dispuesto en
el Art. 1494, en el sentido que lo normal es que los plazos sean
legales y convencionales, y no judiciales.

Si se trata de bienes inmuebles, la ley se encarga de precisar qué se


comprende dentro de esta restitución, Art. 905 (incluye inmuebles por
adherencia e inmuebles por destinación).

b) Art. 906, responde de los deterioros. En esta materia la ley distingue


entre buena y mala fe del poseedor vencido (por buena y mala fe se
entiende lo dispuesto en el Art. 706). Tratándose de deterioros, la
ley es más drástica con el poseedor de mala fe. En virtud del
enriquecimiento injusto, el poseedor de buena fe y mientras permanece
en ella, no responde de los deterioros, salvo que se hubiese
aprovechado de ellos.

c) El poseedor vencido debe pagar las costas del pleito si hubiese sido
condenado a ello conforme a las normas de procedimiento del CPC y,
eventualmente, si se decretó secuestro, tiene que pagar los gastos de
custodia y conservación, según lo dispone el Art. 904. Estos gastos de
conservación y custodia en el secuestro, por ley debe pagarlos el
actor, pero si obtuviese sentencia favorable tiene derecho a que el
poseedor vencido le reembolse esos gastos.
d) En materia de frutos, es importante tener en cuenta que éstos pueden
ser naturales y civiles (arts. 644 y 647). En esta materia, la ley
distingue entre poseedor de buena y mala fe. Señala el Art. 913, que
la buena o mala fe, tratándose de frutos, se va a apreciar al tiempo
de la percepción de éstos, es decir, tratándose de frutos naturales,
desde que se han separado de la cosa que los produce, Art. 645, y,
conforme al Art. 647, tratándose de frutos civiles, desde que se
"cobran" (que la doctrina ha entendido desde que se "pagan", debiendo
tener presente, además, que tratándose de frutos civiles, el Art. 790,
inserto en el usufructo, nos dice que estos pertenecerán al dueño día
a día).

El poseedor de buena fe deja de serlo, según la ley, en el momento que


contesta la demanda, Art. 907 inc. 3.

2.- Prestaciones mutuas del reivindicante vencedor en favor del


poseedor vencido:

a) El abono de los gastos ordinarios invertidos en la producción de


frutos, el Art. 907 inc. final establece que tiene derecho a ellos el
poseedor vencido de buena o mala fe (la ley no distingue). Por su
parte, por "ordinarios" debe entenderse los necesarios para hacer
producir la cosa y, obviamente, es de toda justicia que sean abonados
al poseedor vencido (debiendo éste acreditar que los hizo, conforme al
Art. 1698).

b) El CC se refiere a las expensas necesarias invertidas en la


conservación de la cosa. Se entiende por tales aquellas que son
necesarias para la manutención de la cosa en su estado normal, no
distinguiendo la ley entre buena o mala fe del poseedor vencido, pues
éste siempre tiene derecho a que se las abonen en dinero. Si bien la
ley distingue entre expensas invertidas en obras materiales
(construcción de diques, cercado) y expensas invertidas en obras
inmateriales (defensa judicial de la finca), Art. 908.

c) En materia de mejoras, la ley distingue entre las llamadas mejoras


útiles y mejoras voluptuarias.
Las primeras se definen en el Art. 909 como aquellas que aumentan el
valor venal (comercial) de la cosa. Distingue entre el poseedor de
buena y mala fe y se señala en el Art. 913 que la buena o mala fe, en
materia de mejoras, se aprecia al tiempo que se hicieron las mejoras.
En este caso, si el poseedor está de buena fe, tiene derecho a las
mejoras útiles, pero en cuanto a su pago, al reivindicante se le da el
derecho opcional de pagar lo que estas mejoras valgan al tiempo de la
restitución o pagar el valor, en que en virtud de estas mejoras, haya
aumentado la cosa.
El CC, en materia del poseedor de buena fe, considera que pierde esta
calidad al momento de contestar la demanda y lo asimila al poseedor de
mala fe en cuanto a las mejoras hechas con posterioridad, Art. 910.
Aquí se habla de "sin detrimentos", lo que se aclara en el Art. 912
(esto es de difícil determinación en la realidad).

Las mejoras voluptuarias están definidas en el Art. 911 como las


consisten en objetos de lujo y recreo y, en general, las que no
aumentan el valor venal de la cosa. Esto se traduce en la dificultad
de determinar cuándo una mejora es útil y cuándo es voluptuaria, lo
que corresponde al juez o peritos. A las mejoras voluptuarias se le
aplican las mismas normas que la ley dio para las mejoras útiles
tratándose del poseedor de mala fe, Art. 910, sin distinguir si se
está de buena o mala fe.

Derecho Legal de Retención en favor del poseedor vencido

Este derecho tiene su base legal en el Art. 914. Procede a favor de las
personas que designa la ley, en este caso, el poseedor vencido. Constituye
una garantía para asegurar el pago que el reivindicante debe hacer en razón
de las expensas y mejoras. Sin embargo, no tienen aplicación de pleno
Derecho pues es necesario que su procedencia se declare judicialmente a
petición del poseedor vencido (Art. 545 del CPC). Se hace efectivo sobre la
cosa reivindicada, la que, en su caso, es considerada como bien prendado o
hipotecado según se trate de mueble o inmueble, pero solo para los efectos
de su realización o venta y preferencias (os créditos prendarios o
hipotecarios son créditos preferentes), aunque sin otorgar el derecho de
persecución respecto de terceros (ya que éste es propio de todo derecho
real, característica que no tiene el derecho legal de retención).

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