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Escuela de Ciencias Jurídicas y Políticas

Carrera de Derecho

Nombre

Julio Alberto Santos González

Matrícula:

14-2957

Asignatura:

Derecho Civil V

Facilitador:

Alberto Jiménez Monegro

Nagua, R.D. Viernes 29 de marzo del 2019


INTRODUCCION

A continuación, analizaremos la unidad 4; esta trata sobre la dignidad, el honor


y la buena fe del profesional del derecho, conceptos regulados por el Código de
Ética del Colegio de Abogados de la República Dominicana, y por las distintas
normas de ética y moral humana correspondientes como personas sociales.
Así mismo, plantearemos las características de cada una de estas cualidades,
los elementos que conllevan a su cumplimiento y los ámbitos a os que se
extienden en la vida del profesional del derecho.
Luego de consultar el libro básico de la asignatura y
demás bibliografía complementaria, realice la siguiente
actividad:

1. Realice un análisis reflexivo de no más de tres páginas


acerca de la importancia de la dignidad, el honor y la buena
fe del abogado.

Dignidad: Cualidad del que se hace valer como persona, se comporta con
responsabilidad, seriedad y con respeto hacia sí mismo y hacia los demás y no
deja que lo humillen ni degraden.
Honor: es una cualidad humana que se aplica sobre aquellos individuos que se
comportan estrictamente de acuerdo a las normas morales y sociales aceptadas
y consideradas como correctas en la comunidad o sociedad en la cual viven.
Buena fe: es un principio general del derecho, consistente en el estado mental
de honradez, de convicción en cuanto a la verdad o exactitud de un asunto,
hecho u opinión, título de propiedad, o la rectitud de una conducta.
Entendido el ejercicio de la abogacía como una actividad profesional al servicio
de la sociedad y no solamente como un medio de vida de quien la práctica, se
considera que el abogado cumple una función dentro del orden jurídico al poner
los conocimientos y habilidades en los que ha sido formado al servicio de quienes
requieren de tales conocimientos y habilidades para conseguir, dentro de ese
orden jurídico, la realización de la justicia.
La protección apropiada de los derechos humanos y las libertades
fundamentales de toda persona requiere del acceso a servicios jurídicos
prestados por una abogacía independiente, con conocimientos apropiados y
regida por ideales y obligaciones éticas.
El abogado cumple un fin superior al de sus propios intereses económicos o de
otra índole que, aun siendo legítimos, deben ceder ante ese interés superior; es,
por ello, un servidor del Derecho y un coadyuvante de la Justicia.
El ejercicio profesional se encuentra sometido a una amplísima gama de
situaciones, a las que se debe responder poniendo en juego decisiones de índole
moral. Es por ello que tratar de identificar las directrices que por siglos han sido
consideradas como los principios constitutivos de la profesión ha sido un paso
fundamental, pues los valores en ellos involucrados se convierten en los fines
supremos de la actividad y permiten orientar la posición que habrá de adoptarse
cuando el profesional se encuentre ante decisiones éticamente relevantes.
La moralidad del abogado no se limita al buen ejemplo sino a la
acción, al cambio. La abogacía también implica la representación realidad civil
de la comunidad. Sin embargo, hoy, ciertos abogados se caracterizan por su
interés lucrativo por encima del interés social.
Mientras tanto, nosotros creemos que el abogado debe ser un defensor del bien
común y de la justicia, y que así dirija la conducta de los pueblos hacia la
construcción de un orden social conforme a las condiciones de un ideal más
humano, para lo que deber" despojarse de su egoísmo.
Conforme a la importancia de la dignidad, el honor, y la buena fe del abogado se
asemejan a su vez lo que son los deberes sociales del abogado ya que con el
paso del tiempo se comienza a observar que el resultado del proceso judicial no
es extraño al interés, pues en todo proceso se encuentra la aplicación de la ley,
o sea, el respeto de la voluntad colectiva.
El profesional del derecho debe actuar con irreprochable dignidad, no sólo en el
ejercicio de la profesión, sino en su vida privada. Su conducta. Jamás debe
infringir las normas del honor y la delicadeza que caracteriza a todo Hombre de
bien.
El Abogado deberá conservar su dignidad y su independencia, y actuar en
derecho con el mayor celo, prestando sus servicios en amparo del legítimo
interés de su cliente; mas debe oponerse a las incorrecciones de éste. En su
carácter de consejero que actúa con independencia completa, se cuidará de no
compartir la pasión del litigante, al que debe dirigir y no seguir ciegamente.
Con respecto a los honorarios, el profesional en derecho debe procurar el mayor
acierto al estimarlos. Debe evitar el error, tanto por exceso como por defecto,
pues la dignidad profesional resulta comprometida si el cobro es demasiado alto
o exiguo, esto último si no se trata de racionales casos de excepción.
En su vida el profesional del derecho debe cuidar con todo esmero de su honor,
eludiendo cuanto pueda afectar su independencia económica, comprometer su
decoro o disminuir, aunque sea en mínima medida, la consideración general que
debe siempre merecer. Debe por tanto conducirse con el máximo de rigor moral.
La conducta privada del profesional del derecho se ajustará a las reglas del
honor, la dignidad y el decoro, observando la cortesía y consideración que
imponen los deberes de respeto mutuo entre los profesionales del derecho.
La formación de la clientela debe fundamentarse en la capacidad profesional y
en la honorabilidad; el Abogado evitará escrupulosamente la solicitación directa
o indirecta de clientes, o solicitar asuntos por medio de entrevistas no justificadas
por las relaciones personales, menoscaba la tradicional dignidad de la abogacía
y comete una falta contraria a la ética, el Abogado que así lo hiciere se hace
pasible de severas sanciones disciplinarias.
Se nos impone mantener el honor y la dignidad profesionales y combatir por
todos los medios lícitos la conducta reprobable de jueces, funcionarios públicos
y compañeros de profesión.
El honor y la dignidad del abogado están ligados con su independencia:
-Frente al cliente
-Frente al magistrado o funcionarios
-Frente a amenazas o coacciones

El profesional del derecho debe ser leal y veraz y debe actuar de buena fe, por
tanto, no aconsejará ningún acto fraudulento ni hará en sus escritos citas
contrarias a la verdad. Para el profesional del derecho estará siempre antes une
su propio interés, la justicia de la tesis que defiende.
El que abusa de su impunidad, inventa o desnaturaliza los hechos, trunca o
falsifica documentos, invoca mistificando la doctrina o el derecho es sólo, un
mercader de palabras, de mentiras y de injurias.
El abogado debe saber derecho, pero principalmente debe ser un hombre recto.
La rectitud de la conciencia es mil veces más importante que el tesoro de los
conocimientos. Primero, es ser bueno, luego, ser firme, después ser prudente, la
ilustración viene en cuarto lugar y la pericia en el último.
CONCLUSIÓN

Los profesionales del derecho se comprometen a obrar dignamente,


manteniendo su honor y mostrando una conducta de buena fe, esto tanto con
sus clientes como con las autoridades judiciales, colegas y procedimientos a
seguir en el ejercicio de sus funciones.

Por esta razón es sumamente importante el conocimiento de las distintas


conductas que están apegadas o no a estos criterios; debemos ser personas
responsables, respetar los deberes y derechos, y actuar con apego a la
constitución y las leyes con una conducta apropiada fundamentada en la ética,
la moral, la dignidad, el honor y la buena fe.

.
BIBLIOGRAFÍA

 ALEJANDRO SOCRATES DEL ORBE, DEONTOLOGIA


JURIDICA.

 CODIGO DE ETICA DEL COLEGIO DE ABOGADOS DE LA


REPUBLICA DOMINICANA.

 GOOGLE ACADÉMICO.

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