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Estudios bíblicos tomados de la Biblia de estudio de la Vida Plena (Reina Valera 1960)

EL PROFETA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Isaías 6:8-9 Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por
nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.
Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no
comprendáis.

EL LUGAR DE LOS PROFETAS EN LA HISTORIA HEBREA. 1. los profetas del antiguo testamento
eran hombres y mujeres de Dios que descollaban espiritualmente entre sus contemporáneos.
No hay otra categoría de personas en toda la literatura que presente una imagen más
dramática que la de los profetas del AT. Sacerdotes, reyes, sabios consejeros y salmistas
tuvieron un lugar distinguido en la historia de Israel, pero ninguno de ellos jamás se elevó a la
estatura de los profetas ni siguieron ejerciendo tanta influencia sobre la subsiguiente historia
de la redención.

2. los profetas ejercieron una influencia importante en la composición del AT mismo. Eso es
evidente en la división triple de la Biblia Hebrea: La ley, los profetas y los escritos (cf. Lc 24:44).
La categoría conocida como “los profetas” contenía 6 libros históricos escritos desde la
perspectiva profética: Josué, Jueces, 1 y 2 de Samuel y 1, 2 de Reyes. Es probable que los
autores de estos libros fueran profetas. En segundo lugar, había los 16 libros proféticos
específicos (de Isaías a Malaquías). Por último, Moisés, el autor de los 5 primeros libros de la
biblia (el pentateuco), fue profeta (Dt. 18:15). De manera que dos terceras partes de AT
fueron escritas por profetas.

PALABRAS HEBREAS PARA LOS PROFETAS. 1 Ro’eh. Es el nombre hebrero, traducido “vidente”
en castellano, indica una capacidad especial para ver el reino espiritual y prever los
acontecimientos futuros. El titulo sugiere que el profeta no era engañado por la apariencia
externa de las cosas; más bien, él veía las cosas como realmente eran desde la perspectiva
de Dios mismo. Como vidente, el profeta recibía sueños, visiones y revelaciones de Dios que lo
capacitaban para transmitir las realidades espirituales al pueblo de Dios.

2. Nabi’ (a) Esta es la principal palabra hebrea para “profeta”, que ocurre 309 veces en el AT
(nabi’im es su forma plural). Aunque no es claro el origen de esta palabra, el significado del
verbo hebreo “profetizar” era: “poner en circulación palabras abundantes de la mente de
Dios por medio del Espíritu de Dios” (Gesenius, léxico hebreo). Así que nabi’era un portavoz
que pronunciaba palabras bajo el poder inspirador del Espíritu de Dios. El termino griego
profetes, del cual se deriva la palabra castellana “profeta”, significa “uno que habla en
nombre de otro”. Los profetas hablaron en nombre de Dios al pueblo del pacto, a base de lo
que ellos oían, veían y recibían de Él. (b) En el AT, también se le refiere al profeta mediante
términos tales como “varón de Dios” (véase 2R 4:21, nota), “siervo de Dios” (cf. Is 20: 3; Dn
6:20), “hombre del Espíritu” (cf. Is 48:16; 61: 1-3), “atalaya” (Ez 3:17), y “enviado de Jehová
(Hag 1:13). El profeta también interpretaba sueños proféticos (e.g., José, Daniel) y
proporcionaba una interpretación de la historia – tanto del presente como del futuro: desde
la perspectiva profética.
Estudios bíblicos tomados de la Biblia de estudio de la Vida Plena (Reina Valera 1960)

HOMBRES DEL ESPIRITU Y DE LA PALABRA. El profeta no era simplemente otro guía religioso
entre muchos más en la historia hebrea, sino uno en quien haba entrado y tomado posesión
el espíritu de Dios y la palabra de Dios (Ez 37:1,4). Por cuanto el Espíritu y la palabra estaban
en él, el profeta del AT manifestaba las 3 características siguientes:

1. Conocimiento divinamente revelado. El profeta experimentaba el conocimiento dado


por Dios con respecto a las personas, a los acontecimientos y a la verdad redentora. El
propósito fundamental de ese conocimiento era alentar al pueblo de Dios a
permanecer fiel a EL y a su pacto. La característica distintiva de la profecía del AT era
que ponía en claro la voluntad de Dios para su pueblo mediante la instrucción,
corrección y advertencia. Dios usó a los profetas para pronunciar su juicio antes que
ocurriera. De la oscura historia de Israel y de Judá salió la profecía específica sobre el
Mesías y el reino de Dios, así como también la predicción sobre los futuros
acontecimientos mundiales.
2. Poderes divinamente dados. Los profetas entraban en la esfera de lo milagroso
cuando eran llenos del Espíritu de Dios. Por medio de los profetas se manifestaban la
vida y el poder de Dios de manera sobrenatural en un mundo de otra manera cerrado
a su poder.
3. Un estilo de vida característico. Por lo general los profetas abandonaban las
actividades comunes de la vida para vivir exclusivamente para Dios. Protestaban
intensamente contra la idolatría, la inmoralidad y toda forma de pecado entre el
pueblo de Dios, así como también contra la corrupción en la vida de reyes y
sacerdotes. Ellos procuraban cambios santos y justos en Israel. Los profetas siempre en
pro del reino de Dios y su justicia, defendieron la voluntad de Dios sin pensar en el
riesgo personal.

OCHO CARACTERISTICAS DEL PROFETA DEL ANTIGUO TESTAMENTO. ¿Qué clase de persona era
el profeta del AT?

1. Era una persona que tenía una estrecha relación con Dios y que se convertía en
confidente de Dios (Jer. 23: 18; Am 3:7). El profeta veía al mundo y al pueblo del pacto
desde la perspectiva de Dios, no desde un punto de vista humano.
2. Como estaba cerca de Dios, el profeta simpatizaba con Dios y por lo que Dios estaba
sufriendo por causa de los pecados de su pueblo. Como él entendía el propósito, la
voluntad y los deseos de Dios mejor que ningún otro, el experimentaba las mismas
reacciones emocionales que sentía Dios. En otras palabras, el profeta no solo oís la voz
de Dios sino que también sentía lo mismo que Él en el corazón (Jer. 6:11; 15:16 -17; 20:9)
3. Al igual que Dios, el profeta amaba profundamente al pueblo de Dios. Cuando el
pueblo estaba sufriendo, el profeta sentía profundo dolor (véase el libro de
lamentaciones). Él quería lo mejor de Dios para ellos (Is. 35:3; Ez. 18:23), y por esos sus
mensajes incluían no solo las advertencias si no también palabras de esperanza y
consuelo.
4. El profeta procuraba el supremo bien del pueblo, es decir, total confianza en Dios y
fidelidad a Él. Por lo tanto, advertía contra el confiar en otras cosas, tales como la
sabiduría humana, las riquezas, el poder u otros dioses (Jer. 8:9-10; Os. 10: 13 – 14; 12:8;
Am. 6:8). Los profetas exhortaban constantemente al pueblo a vivir conforme a las
obligaciones del pacto de Dios a fin de recibir los beneficios redentores de Dios.
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5. El profeta tenía una profunda sensibilidad ante el pecado y la maldad (Jer. 2: 12-13,19;
25: 3-7; Am. 8: 4 – 7; Mi. 3:8). Era impaciente con la crueldad, el delito, la inmoralidad y
la injustica. Lo que pudiera parecer a la gente común y corriente como una ligera
desviación de la ley de Dios, el profeta lo consideraba un desastre. Él era poco
tolerante con la transigencia, la complacencia, los pretextos y las excusas (Is. 32:11;
Jer. 6:20; 7:8 – 15, 21 – 23; Am 4:1; 6:1). Él conocía mejor que nadie el amor que Dios le
tiene a la justicia y su odio a la iniquidad (cf. Heb, 1: 9, nota).
6. El profeta desafiaba constantemente la santidad superficial del pueblo de Dios y
trataba desesperadamente de estimular la obediencia sincera a toda la palabra que
Dios había revelado en su ley. Se dedican plenamente a Dios; no le gustaban las
medias tintas; aborrecía la entrega fría y exigía absoluta fidelidad a Dios. No aceptaba
nada menos que la plenitud del reino de Dios y su justicia manifestada entre el pueblo
de Dios.
7. El profeta tenía una visión hacia el futuro que expresaba en predicciones de juicio y
destrucción (e.g., Is. 63: 1 – 6; Jer. 11: 22 – 23; 13: 15 – 21; Ez. 14: 12 – 21; Am. 5: 16 –
20,27), así como también en visiones de restauración y renovación (e.g., Is 61: 62; 65 –
66; Jer. 33; Eze. 37).Los profetas pronunciaron numerosas profecías con respecto a la
venida del Mesias)
8. Por último, a menudo el profeta era un hombre triste y solitario (Is. 6:9 – 12 ; Jer. 14: 17 –
18; 20: 14 – 18; Am. 7: 10 – 13; Jon. 3 – 4), con frecuencia perseguido por los falsos
profetas que estaban profetizando paz, prosperidad y seguridad para el pueblo
pecador de Dios (Jer. 15: 15 ; 20: 1 – 6; 26: 8 – 11; Am. 5: 10; cf. Mt. 23: 29 – 36; Hch. 7: 51
– 53). Al mismo tiempo, sin embargo, el verdadero profeta era tal hombre de Dios que
el pueblo y sus dirigentes no podían para por alto su carácter ni su mensaje (Ez. 2: 6 –
7; 3: 8 – 11).

EL PROFETA Y EL SACERDOTE. Durante la mayor parte de la historia de Israel, los sacerdotes


y los profetas estaban invariablemente en conflicto. Dios había tenido el propósito de que
trabajara juntos, pero los sacerdotes tendían a la adaptación al mundo al no oponerse a
la corrupción del pueblo de Dios.

1. Los sacerdotes por lo general de adaptaban al statu quo, encontrando difícil adorar a
Dios salvo mediante ceremonias y liturgia. Aunque la moralidad tenía un lugar en su
teología, no se le daba énfasis en la práctica.
2. El profeta, por otra parte ponía énfasis primordial en la manera de vivir, la conducta y
las cuestiones morales. Constantemente confrontaba a las personas que dependían
del simple cumplimiento de deberes religioso. Molestaba, aguijoneaba, denunciada,
defendía sin respaldo humano sus justas demandas e insistía en aplicar a la vida los
eternos principios de Dios. El profeta era un maestro ético, un reformador moral y un
perturbador de la mente humana. Constantemente ponía al descubierto el pecado y
la apostasía, procurando estimular al pueblo a la vida santa.

EL MENSAJE DE LOS PROFETAS DEL AT. El mensaje de los profetas destacaba tres temas
principales:

1. La naturaleza de Dios. (a) Ellos revelaron y declararon a Dios como el Creador y


Todopoderoso Gobernante del Universo (e.g., Is 40:28), y el soberano Señor de la historia
que hace que los acontecimiento de la historia sirvan para sus propósitos supremos de
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salvación y juicio (cf. Is 44:28; 45:1; Am 5:27; Hab 1:6). (b) Recalcaban que Dios es un Dios
santo, recto y justo, que rechaza el pecado, la iniquidad y la injusticia. Como su santidad
es atemperada por la misericordia, Él es clemente y lento para actuar con ira y juicio. Por
cuanto EL ES SANTO por naturaleza, le exige a su pueblo que se consagre como
SANTIDAD A JEHOVA (Zac 14:20; cf. Is29:22-24; Jer 2:3). Como el Dios que hizo el pacto
con el que entro en una relación exclusiva con Israel, Él LE EXIGE a su pueblo que
obedezca sus mandamientos como parte de ese contrato.
2. Pecado y arrepentimiento. Los profetas del AT participaban de la aflicción de Dios
ante la continua desobediencia, infidelidad, idolatría e inmoralidad de su pueblo del
pacto, y ellos hablan severas palabras de juicios justo contra ese pueblo. Su mensaje fue
igual al de Juan el Bautista y de Jesús: "Arrepiéntanse o parecerán”. Predijeron tales juicios
catastróficos como la destrucción de Samaria por Asiria (e.g., Os 5:8-12:9:3-7; 10:6-15) y la
destrucción de Jerusalén por Babilonia (e.g., Jer 19:7-15; 32:28-36; Ez 5:8-12; 21:24-27).
3. Predicción y esperanza mesiánica. (a) Aunque el pueblo del pacto en conjunto
fue infiel a Dios y a sus promesas solemnes del pacto, los profetas nunca dejaron de tener
un mensaje de esperanza. Ellos sabían que Dios cumpliría el pacto y las promesas
abrahamicas (véase el articulo EL PACTO DE DIOS CON ABRAHAM, ISAAC Y JACOB, p.
44) por medio de un remanente fiel y devoto. Finalmente vendría el Mesías, y por medio
de EL Dios ofrecería salvación a todos los pueblos de la tierra. (b) Los profetas estaban
entre el fracaso espiritual de su propia generación y la naciente esperanza de una era
mesiánica. La disyuntiva profética era que ellos tenía que comunicar la palabra de Dios a
un pueblo obstinado, aun cuando supieran que sería rechazada y desatendida hasta
que surgiera el nuevo orden (cf. Is 6:9-13). Los profetas eran defensores del antiguo pacto
y heraldos del nuevo pacto Vivieron en el presente pero señalando hacia el futuro.

LOS FALSOS PROFETAS. Hay numerosas referencias a los falsos profetas en el AT. Por ejemplo,
el rey Acab reunió a cuatrocientos falsos profetas (2 Cr 18.4-7); la Biblia indica que un espíritu
de mentira estaba en la boca en boca de ellos (23 Cr 18:18-22). Según el AT, se consideraba
falso a un profeta (1) si desviaba al pueblo del verdadero Dios hacia alguna forma de
idolatría (Dt 13:1-5); (2) si practicaba la adivinación, la astrología, la hechicería, la brujería y
cosas por el estilo (véanse Dt 18:10-14, nota); (3) si sus profecías se desviaban del claro
mensaje de Dios en la Escrituras o entraban en conflicto con él (Dt 13:1-5; 1R 22:17-28,37); (4)
Si no ponían al descubierto los pecados del pueblo de Dios (Jer 23:9-18); o (5) si predecía
cosas específicas que no ocurrían (Dt 18:20- 22). En cuanto a este último criterio, nótese que
los profetas del AT, quienes eran la voz principal de la revelación de Dios para Israel. En el
artículo LOS DONES DE MINISTERIO DE LA IGLESIA, p. 1690). Los profetas del NT naturaleza
multifacética e interdependiente del ministerio en la época del NT (véase el articulo dones
espirituales para los creyentes, P. 1632).

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