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Desde la Escuela nos gusta empezar con este cuento a través de los
arcanos mayores. Es una manera entrañable de presentarte a las 22 cartas
que a partir de ahora serán tus compañeras primero en este curso y
después en tu vida. Deseamos que te guste tanto como a nosotros.
Como habrás observado, la carta del Loco no lleva número, solo lleva el
nombre, por lo cual podemos colocarla al principio o al final. Puede tratarse
de aquel que llega con toda la curiosidad y toda la inocencia, o bien de
aquel que, después de recorrer un largo camino, se va a otro lugar para
iniciar otra aventura. Al ser el numero 0, algunos autores la han colocado
como la primera carta, otros como la última, pero por qué no darle al Loco
la categoría de pieza que une el principio y el fin de nuestra historia y
convertirlo así en el punto de unión, como si del cierre de una cadena se
tratase…?
Coge la carta del Loco y mírala con atención. Verás que lleva un hatillo
sobre el hombro: son los pecados de una vida anterior. Lleva la cabeza
cubierta y no sabemos su edad, pero por el color de su extraño tocado
sabemos que su pensamiento es rico; lleva el cuello o collar de los bufones
de la edad media, arrastra un bastón y hace caso omiso del perro que,
mordiéndole la nalga, le avisa de que va a precipitarse por un acantilado.
Nuestro personaje va a despeñarse para, gracias a este alocado salto,
tomar un cuerpo con el que poder vivir una serie de experiencias que le
ayudarán a progresar en su evolución.
Llegas así a la carta del Mago. El Mago lleva el número 1 (l); es el principio,
el inicio; será quizás un poco como el bebé que llega al mundo, pero al
observar la carta verás que es un hombre joven. Es cierto, pero imagina
que es un bebé. En el tarot de Marsella su amplio sombrero tiene la forma
del ocho estirado, símbolo de infinito: la mente humana es infinita. El
cabello de rizos dorados nos habla de la riqueza del pensamiento. Una mano
apunta al cielo sosteniendo una varita para poder captar las energías que
transmuta a través de su cuerpo, convirtiéndolas en la moneda de oro que
sostiene con la otra mano; el pensamiento crea forma. Vemos una mesa
donde están representados los cuatro elementos, Tierra, Fuego, Aire y
Agua, y un cubilete con unos dados de oro que nos dicen que la suerte no
es azar.
Los primeros años de la vida de una persona transcurren entre los cuidados
de los abuelos, los padres y los maestros. Ellos le darán la protección que
necesita y los conocimientos que le serán útiles a lo largo de este camino.
Así pues, la carta de la Sacerdotisa correspondería a la abuela; la
Emperatriz y el Emperador, a los padres; y el Sumo Sacerdote, al
maestro.
Y así, poco a poco, nos encontramos con que los padres ya han muerto, y
también los maestros; que del pasado sólo nos queda el recuerdo (carta de
la Muerte). Es la edad de la madurez, en la que tendríamos que haber
adquirido ya un cierto saber estar, una elegancia, una sobriedad (carta de la
Templanza).
Pero es en este punto de nuestras vidas donde se nos cuela la tentación, las
ganas irrefrenables de hacer cosas que antes ni siquiera habríamos soñado
(carta del Diablo), y en este punto nos liberamos de cadenas, obligaciones,
ataduras, miedos y prejuicios (carta de la Torre), porque aun somos lo
suficientemente jóvenes para tener ilusiones y vitalidad, aunque hayamos
visto pasar mucha agua por el rio de nuestras vidas (carta de la Estrella).
Pero aún tenemos fuerzas para transmitir a los que vienen detrás nuestras
experiencias, y ellos a cambio nos darán su energía (carta del Sol). Y, sin
reparar en ello, estaremos pensando en qué hemos hecho con nuestras
Deseamos que esta breve historia te haya ayudado un poco a darte cuenta
de hasta qué punto los 22 arcanos mayores son un camino de evolución, de
cómo nuestro amigo, el Loco, desde el principio hasta el fin, no deja de
aprender.
Pero los 22 arcanos no están solos, cuentan con la ayuda de los cuatro
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palos do la baraja, que nos ampliarán aun más, si cabe, toda la información
que ya poseíamos.